INTERVENCIÓN DEL SR

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INTERVENCIÓN DEL SR. KIKO ARGÜELLO,
CO-INICIADOR DEL CAMINO NEOCATECUMENAL
Mesa Redonda “Movimientos Eclesiales y Nuevas Comunidades:
Cómo nacen, se forman y crecen nuevos discípulos de Jesucristo”
Saludo a esta asamblea con gran alegría. Me parece muy importante que en la Iglesia se vayan
reconociendo los carismas o los dones que Dios da a su Iglesia para ayudarla en su misión
universal de salvación de todos los hombres. Porque no es fácil. Nosotros, en Bogotá, hemos
sido expulsados de más de 45 parroquias. En Perú, en más de 150, etc. ¿Por qué nos echan de
las parroquias?
Hay realidades eclesiales que no nacen para la parroquia; nacen para una misión realizada al
margen de la parroquia, como sucedía con muchas órdenes religiosas: jesuitas, teresianas, etc.
Nosotros, en cambio, como Uds. saben bien, nunca nos hemos considerado un movimiento:
pensamos que Dios ha suscitado el Camino Neocatecumenal para ayudar a las parroquias a
abrir en ellas una iniciación cristiana.
Pensamos que es enormemente necesario hacer descubrir a los cristianos qué significa hoy, en
el tercer milenio, ser verdaderamente cristiano frente a todas las realidades actuales del
mundo, frente al Islam, etc. Pensamos que lo más importante que el Camino Neocatecumenal
aporta tendrá unas consecuencias en el futuro muy serias: vivir la fe no sólo a un nivel
individual - como era un poco después de la renovación del Concilio de Trento - sino en una
comunidad cristiana concreta. Con el Concilio Vaticano II se ha terminado un periplo. Hoy
nosotros queremos hacer presente en la Iglesia la necesidad de vivir la fe como cristianos
adultos en una comunidad cristiana concreta, sin apelativos, sin etiquetas, a ser posible.
Jesucristo dijo a los discípulos: “Vosotros sois la sal de la tierra. Vosotros sois la luz del
mundo. Brille vuestra luz delante de los hombres, para que viendo vuestras buenas obras
glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.
¿Cómo anunciar hoy el Evangelio? ¿Cómo llamar a los hombres a la fe?
Si vemos los Hechos de los Apóstoles, no se puede anunciar el kérigma, la buena noticia de
que Cristo ha resucitado de la muerte, ha vencido la muerte, sin que se den signos que hagan
creíble esa noticia. Por eso vemos en los Hechos de los Apóstoles que aparecen primero
milagros, como es el milagro de las lenguas en Pentecostés. Cuando la gente queda
sorprendida de que cada uno entienda a los apóstoles en su propia lengua, san Pedro anuncia a
Jesús de Nazareth: Éste que habéis matado ha resucitado, ha sido constituido Kyrios y vendrá
a juzgar a los vivos y a los muertos, etc. Después de hacer andar al paralítico, san Pedro
vuelve a anunciar el kérigma.
Pero vemos en los mismos Hechos de los Apóstoles que después, cuando aparece la Iglesia, la
comunidad cristiana, esos milagros físicos disminuyen, porque aparece un milagro mayor, que
es el milagro moral: comunidades cristianas concretas que dan al mundo los signos del amor y
de la unidad. Porque dice Jesucristo a sus discípulos: “Amaos como yo os he amado; en ese
amor conocerán todos que sois mis discípulos. Y, si sois perfectamente uno, el mundo creerá”.
O sea, que si el misterio de la Santa Trinidad, comunión de personas, aparece encarnado,
realizado, en una comunidad cristiana concreta, el mundo creerá.
Eso es cierto. Yo le dije una vez a un párroco de Roma que decía que asistía poca gente a su
parroquia: Si en esta parroquia hubiera realmente una comunidad que tuviese su fe crecida
hasta esta estatura, hasta la medida de Cristo crucificado, de forma se diera en ella este amor
“como yo os he amado” – Él nos amó cuando éramos sus enemigos - un día no habría aquí
dónde meter a la gente. Hoy en esa parroquia hay 30 comunidades neocatecumenales y no hay
dónde meter a la gente. Ahora mismo están haciendo catequesis nuevamente y asisten 300
personas, de las cuales el 70% es gente separada, divorciada, que estaba alejada de la Iglesia.
Aunque no pretendemos llenar de nuevo las iglesias y reconstruir la cristiandad, porque
pensamos que las comunidades neocatecumenales tienen una misión de nueva evangelización,
de partir a evangelizar al mundo entero.
El 12 de enero pasado tuvimos una audiencia con el Santo Padre Benedicto XVI, en la que
envió 200 nuevas familias en misión a todo el mundo: 16 a la China comunista, 19 a Australia,
etc. Es impresionante ver estas familias. Estamos sorprendidos del don que reciben del Señor,
gratis. Porque dice san Pablo que el querer y el obrar en la Iglesia vienen de Dios, según su
beneplácito.
Vuelvo al punto de antes. Decía que nosotros no nos consideramos un movimiento, sino una
iniciación cristiana en la parroquia al servicio del Obispo. Esta iniciación cristiana se vive en
una comunidad que recorre un itinerario hasta llegar a la estatura de la fe adulta, a la estatura
de Cristo. Dice san Pablo que Dios ha dado dones, carismas, a los hombres: a unos los ha
hecho apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelizadores; a otros, pastores y maestros, para
la edificación del Cuerpo de Cristo, de la Iglesia, hasta que lleguemos todos al estado de
hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo. O sea que, sin los carismas, la Iglesia
no llega a la estatura de la Cabeza, que es Cristo, estatura que es necesaria hoy para que
aparezca en el mundo la gran noticia: la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte.
¿La Iglesia tiene hoy algo que decir al mundo o no tiene nada qué decir? ¿Tenemos realmente
algo que decir? ¿Y qué es lo que tenemos que decir? ¿Y cómo podemos hacerlo creíble? A eso
estamos lanzados en este itinerario de iniciación cristiana, en el Camino Neocatecumenal.
Nos llama un párroco que quisiera abrir esta modalidad de iniciación cristiana y mandamos un
equipo de catequistas itinerantes, que son unos hermanos que van sin nada - Jesucristo envía a
sus discípulos de dos en dos, sin dinero, sin bolsa, sin alforja - porque ellos mismos tienen que
llevar encarnado en su propio cuerpo, en su propia persona, el misterio cristiano. Un equipo de
catequistas itinerantes está formado normalmente por un matrimonio, un sacerdote y un chico.
Ese equipo da unas catequesis iniciales para formar una comunidad que empieza un proceso
de iniciación a la fe adulta. No es fácil que se constituya, que aparezca, que se construya una
comunidad cristiana en la que se den los signos del reino de Dios que viene: el amor y la
unidad. Pero vemos que eso se va dando poco a poco en las comunidades neocatecumenales.
En ellas no hay clases sociales: en las comunidades de París, por ejemplo, están juntos
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clochard, emigrantes portugueses, franceses de la nobleza, etc.; no hay diferencias por causa
de la cultura, de la lengua, del dinero; hay una comunión de bienes que se hace anónimamente.
Cuando cambia el párroco, el nuevo no entiende nada: ¿Qué es este grupo? ¿Quién lo ha
hecho? Y cuando se entera de que celebraban la Eucaristía como comunidad, no con la gran
parroquia, le parece un escándalo. Quisiera que los neocatecúmenos fueran una especie de
sacristanes o de colaboradores pastorales para hacer la pastoral del párroco. Si nos oponemos
y decimos que esos hermanos todavía no están preparados para hacer cosas en la parroquia:
novenas, etc., entonces nos echan.
Estamos abriendo en la parroquia un camino de retorno para los alejados de Iglesia, un
itinerario de iniciación cristiana al que está viniendo gente atea, gente que estaba fuera de la
Iglesia; por eso hacemos una mediación litúrgica, por eso celebramos la Eucaristía en pequeña
comunidad.
En ese sentido sabéis que hace unos meses la Santa Sede nos ha mandado una carta aprobando
que sigamos haciéndolo así. En la audiencia del 12 de enero, el Santo Padre dijo algo
sorprendente: “La Santa Misa, para la evangelización (pone la Santa Misa en relación con la
evangelización), como vuestra larga experiencia demuestra (hace 32 años que celebramos la
Eucaristía del domingo el sábado por la noche en pequeña comunidad), es una vía
indispensable para construir comunidades vivas y perseverantes”. Y ha dicho el Santo Padre
que los hermanos, sin dejar su Eucaristía, vayan a la Misa un domingo al mes con toda la
parroquia.
También habíamos pedido poder hacer el signo de la paz después de la oración universal,
como se hace en el rito ambrosiano, por ejemplo, y nos lo han concedido. Y también nos ha
concedido el Santo Padre que algunos hermanos, antes de la homilía del sacerdote, puedan
hacer el “eco de la Palabra”, para aprender que la palabra de Dios proclamada en la Eucaristía
es “lámpara para nuestros pasos”, para aprender a situar nuestras vidas debajo de la Palabra y
responder a ella. Enseñamos a los hermanos a escuchar la Palabra como luz de su realidad
existencial.
Si un párroco nos llama, hablamos con todos los grupos de la parroquia sobre la necesidad que
hay de pasar de una pastoral de sacramentalización a una pastoral de nueva evangelización,
mirando al futuro. Porque estamos en un cambio de época y van a pasar cosas muy serias y
muy graves en el mundo. Pensad lo que está pasando en América Latina con el “Foro de São
Paulo”, con el comunismo que está volviendo, lo que está pasando con la apostasía de Europa,
etc. Pensad que en Francia el 50% ya no están bautizados. Nos decía el Nuncio hace unos
meses que solamente el 30% de los niños asisten al catecismo. O sea que en Francia, de cada
100 niños, 70 no tienen ninguna relación con la Iglesia de ningún tipo. En España, el 35% ya
no está bautizado. En la Alemania excomunista, el 87% está sin bautizar, y se calcula que el
90% no tiene ninguna relación con la Iglesia.
Por eso estamos preparando un pueblo. Habrá comunidades que emigrarán e irán a hacer
presente la luz de Cristo en medio de esa gente no bautizada, mostrando a Cristo en el “amaos
como yo os he amado”. Los cristianos nos amamos en la dimensión de la cruz, en la
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dimensión de la muerte, amamos al enemigo. Porque tantas veces el enemigo es la mujer, el
marido, los hijos, pero tenemos la capacidad de amar al otro en la dimensión de la muerte,
dejándonos crucificar, porque Cristo nos da la fe, nos da tener dentro vida eterna.
¿Tú tienes vida eterna? - le decimos a un cura, por ejemplo -. Antes que cura eres cristiano. Si
tienes vida eterna, muéstralo. No basta que seas cura. Muéstralo con signos que tienes dentro
vida eterna. En el mundo actual, la mentira, la hipocresía, la falsedad, las tonterías, no sirven.
A las palabras tienen que corresponder realidades.
La fe nos da la vida eterna. Cristo ha vencido la muerte, habita en nosotros. ¿Qué es ser
cristiano? ¿Es lo mismo un hombre que es cristiano, que un hombre que no es cristiano? No.
Pero, sin embargo, en mucha gente que está bautizada, su bautismo está como muerto. Claro.
Si un cristiano normal de Colombia o de Madrid, o un cura, decide un día, quizá sin
conceptualizarlo, no hacer la voluntad de Cristo sino su propia voluntad, su bautismo queda
como muerto, porque Dios respeta su inmensa libertad. Entonces, la raíz más profunda de su
ser persona queda muerta, porque se ha hecho dios de sí mismo y, cuando el hombre se hace
dios de sí mismo, sucede una cosa profundísima: ya no tiene una respuesta verdadera frente a
la muerte y frente al sufrimiento. Si esa persona no tiene dentro la gracia del Espíritu Santo,
cuando aparece el sufrimiento en su matrimonio, ese sufrimiento le ahoga, le asfixia y se tiene
que separar. No necesariamente porque sea malo. Es que no puede, porque no tiene dentro una
respuesta al sufrimiento. Por eso el problema no está fuera, en las estructuras, sino dentro del
corazón del hombre. En cambio si esa persona tiene dentro, si habita en él el Espíritu de Cristo
resucitado, el Espíritu de Cristo da testimonio a su espíritu de que es hijo de Dios y la gracia
del Espíritu Santo subsana, cura lo más profundo de él mismo, de manera que, cuando
aparecen los sufrimientos en su matrimonio o la leucemia en un hijo o un problema en el
trabajo, el sufrimiento no le destruye.
El Espíritu de Cristo da testimonio a nuestro espíritu. Ese testimonio, ese encuentro del
Espíritu Santo con mi propio espíritu, es la fe. Yo he sido ateo, he querido creer y me he dado
cuenta que no podía creer. El cura con el que hablaba me parecía que decía pamplinas. Me di
cuenta de que la fe no es algo racional. ¿Quién me haría a mí creer que de verdad no estamos
solos en el universo? ¿Quién me haría a mí creer que es cierto que Cristo ha resucitado?
¿Quién? ¿Cómo es posible? De pronto experimenté en mi propio espíritu a Cristo resucitado,
me encontré con Él dentro de mi espíritu y vi que creía. Recuerdo que lloraba, me caían las
lágrimas y no sabía por qué lloraba. Entonces, Dios existía, y, si Dios existía, yo existía.
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INTERVENCIÓN DEL SR. KIKO ARGÜELLO,
CO-INICIADOR DEL CAMINO NEOCATECUMENAL
Mesa Redonda “Evangelizar, es decir, enviados a hacer discípulos” (Cfr. Mt 28, 19)
Completo un poco lo que esta mañana el Señor me ha permitido hablar. Espero que en algo
haya podido servir. Sería importante que fuera realmente eficaz este coloquio, este
intercambio. Los temas son muy profundos y detrás de todos nosotros hay miles y miles de
hermanos.
Esta mañana empezaba diciendo que en esta diócesis nos han echado de 40 parroquias, en
Perú de 150, en España y en todas partes de muchas otras. Hay aquí un punto que habría que
aclarar, porque toca el tema carisma e institución. El Papa Juan Pablo II, en un Simposio de
Obispos Europeos, en el año 1985, hizo un análisis de la secularización de Europa, diciendo
cómo se estaba destruyendo la familia como fundamento de la sociedad, cómo había un
proceso hacia la apostasía de Europa. Después de hacer un análisis muy bien hecho, cuando
parecía que todo estaba perdido, sorprendió a todos diciendo que el Espíritu Santo ya había
respondido a esta realidad, e invitó a los Obispos a dejar sus esquemas atrofiados (así dice
exactamente el Papa) y a secundar al Espíritu Santo, yendo a ver allí dónde el Espíritu Santo
estaba actuando ya con obras de vida eterna.
Yo soy un pintor y hablo un poco a pinceladas, que pueden sugerir cosas interiormente. Eso es
una pincelada. Otra pincelada: el Cardenal Coffy me invitó a hablar al clero de Marsella. Ya
no tenían ni vocaciones ni seminario. Hay 150 mezquitas y 120 parroquias en Marsella. Los
musulmanes lo están ocupando todo, como en el sur de España. En España también hay ya
cientos de mezquitas. El Cardenal Coffy me invitó a participar en la jornada del clero y a decir
unas palabras. Escuchar a los curas era un “pianto greco” [un lamento griego], como dicen los
italianos. Era horrible. Un párroco dijo que el año que llegó a la parroquia había hecho 25
bautizos; el último año sólo uno. Otro párroco dijo que tenía 200 jóvenes; ahora sólo tres.
Todo era así. Un desastre total de la Iglesia. Aparte, la cuestión moral de los curas, como
homosexualidad, mujeres, etc. De eso lo que quieran. En esa situación, el Cardenal me dijo
que expusiera lo que Dios estaba haciendo con nosotros, reconstruyendo las parroquias,
reconstruyendo las familias, con miles de jóvenes, etc., y que dijera que estábamos a su
disposición, porque Dios nos ha suscitado para ayudar a los párrocos. ¿Ustedes creen que
algún párroco pidió el Camino Neocatecumenal? Ninguno. O sea que es como si ustedes están
enfermos de sida, yo tengo una medicina que lo cura, y no les interesa.
Nosotros podemos mostrar hechos, que no son nuestros. Yo no soy nadie, yo soy un pecador;
es Dios el que actúa, es Dios el que convierte a las personas. Un ejemplo. Hemos llevado a
Colonia, a la Jornada Mundial de la Juventud, 100 mil jóvenes procedentes del Camino
Neocatecumenal, el 10% de los que estuvieron allí. Después del encuentro con el Papa,
tuvimos un encuentro vocacional, donde estuvieron presentes 13 cardenales y 60 obispos,
Mons. Levada, Mons. Rylko, etc.; pedimos vocaciones y se levantaron unos 3.000 jóvenes
para entrar al seminario y cerca de 2.000 chicas para entrar en monasterios de clausura.
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Otra pincelada es el Islam. Otra pincelada es, por ejemplo, el “Foro de São Paulo”, donde
están Fidel Castro, Lula, Chaves, etc., y han hecho un programa para implantar el comunismo
en América Latina, y lo están haciendo.
Y dentro de poco nos van a cambiar el agua. ¿Saben ustedes lo que es cambiar el agua? Le
preguntaron a Cardijn que cómo pescaba él, si con caña o con red. Y dijo que él no pescaba ni
con caña ni con red, que sólo se limitaba a cambiar el agua y así caían todos los peces como
higos maduritos. O sea, que si ustedes cambian el agua social, todo el mundo cae. Rusia, un
país enormemente religioso, lo toman los comunistas, cambian el agua, y en 70 años hacen
que el 90% sean ateos.
Cambiar el agua significa cambiar el ambiente de la sociedad con la cultura, la televisión,
Internet, todo, aceptar el matrimonio homosexual, como en España, etc. Ahora han quitado las
palabras padre y madre y las han substituido por “progenitor A” y “progenitor B”, y así otras
tantas cosas. Están cambiando el agua a toda velocidad. Si nuestra fe está basada en la cultura,
basta cambiar la cultura y la fe se va a la “porra”. El pueblo ruso era un pueblo muy religioso
y Lenin supo engañar a ese pueblo con la justicia social, hablando de la miseria de los pobres,
hablado de que no es posible la injusticia social. Convenció a todos, porque todos estamos de
acuerdo en que no puede haber estas desigualdades sociales. Pero logró, engañando al pueblo,
destruir la trascendencia, que es matar el alma de la persona. Cuántas prostitutas de Rusia
están hoy en Europa, donde lo único que quieren es el dinero.
Entonces, la prioridad pastoral fundamental en América Latina, porque nos van a cambiar el
agua, es evangelizar a los hermanos. Es hacer una iniciación cristiana, es implantar en las
parroquias un catecumenado serio. La primera fase de ese catecumenado es el anuncio del
kérigma, porque la fe viene por la predicación. Si un pagano había visto signos, venía a
escuchar el kérigma porque quería la fe; Dios se la daba e inmediatamente recibía la gracia del
Espíritu Santo. Todos notaban que tenía fe porque podía hacer cosas que antes no podía.
Porque ahora tenía algo nuevo, como dice San Pablo: “cosas nuevas han aparecido”.
El bautismo no era algo mágico, sino una gestación de la fe que se hacía por etapas. Hay un
inicio, que es el primer embrión de la fe. Si un hombre no soporta la suegra en casa y la odia,
cuando tiene un encuentro con Jesucristo, lo primero que nota es que ya no le destruye la
suegra en casa. Es una gracia, es una obra de la gracia. Entonces, los encargados del
catecumenado sabían que ese hombre había recibido la fe, porque empezaban a cambiar sus
obras. Le ponían un padrino que tenía la misión de ver si realmente, obedeciendo, la fe iba
creciendo en él. Entonces pasaba al primer escrutinio, a la primera parte del bautismo. Así
iban gestándolo. Recibía la segunda obra de la gracia y seguía creciendo en él la vida divina.
Y no podían absolutamente darle el rito final del bautismo si realmente ese hombre no era una
nueva creación.
Es interesantísimo leer lo que decía san Agustín a los padrinos. Sobre el juramento que daba el
padrino se daba el bautismo al catecúmeno. Si ese hombre no era una nueva creación sino que
era un lobo vestido de oveja y no había dejado los vicios, miraba a la mujer de otro y en la
comunidad cristiana entraba el adulterio. La Iglesia antigua solamente daba la penitencia una
vez en la vida (mirad el Pastor de Hermas). Si uno había cometido un pecado de muerte como
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era el adulterio, no le readmitían a la comunión fácilmente, porque se jugaba la credibilidad de
la Iglesia.
La Iglesia habla de que el hombre cristiano es un hombre celeste, es un peregrino, es un
hombre que participa de la naturaleza, de la esencia divina. Pues podríamos preguntar: ¿Qué
es para usted la esencia divina? ¿En qué se manifiesta? Porque es indudable que tenemos que
mostrar de nuevo el Evangelio al mundo, la realidad del Evangelio. ¿Y qué es el Evangelio?,
¿Qué da Jesucristo realmente? Nos hace hijos de Dios, nos hace participar de su propia
naturaleza. ¿Y cuál es esa naturaleza? ¿En qué consiste ser cristiano? Dice san Pablo:
“Llevamos siempre y por todas partes en nuestro cuerpo el morir de Jesús, para que se vea en
nuestro cuerpo que Cristo está vivo, que está resucitado”. Pues bien, este señor que está a mi
lado es un cura, pero antes es cristiano. Entonces ¿cómo este hermano, como cristiano, ha
llevado hoy en su cuerpo el morir de Cristo? ¿Cómo se ha dejado crucificar hoy
concretamente? Eso eran los escrutinios de la Iglesia antigua con los catecúmenos, porque
quien no haya recibido la vida de Cristo no se deja crucificar, no se deja humillar por nadie,
mientras que ser cristiano significa amar al enemigo.
Muchas conferencias episcopales han descubierto que la prioridad fundamental es realmente
abrir un catecumenado, pero no van a tomar el catecumenado de Kiko, ese es un español, un
pintor… Algunas conferencias toman un grupo de teólogos y hacen un catecumenado, un
catecismo, y dicen a los párrocos que tienen que abrir en la parroquia un itinerario de
educación en la fe. Y el párroco dice: “Y eso cómo se hace”. Le tres libros gordos. Pero a ver
cómo hace el párroco para educar verdaderamente en la fe con esos libros. A lo mejor viene un
grupito de laicos y les da conferencias con esos libros.
A nosotros el Señor nos llevó nos a vivir entre los pobres, con los gitanos. A mí me
amenazaron de muerte muchas veces los drogadictos que venían a mi barraca. Allí nos obligó
el Señor a encontrar una síntesis catequética capaz de hablar a los gitanos. Hablar a un gitano
analfabeto, que cuando le dices dos palabras abstractas ya no te escucha, no es fácil. Yo no
quería hacer ningún catecumenado ni ninguna catequesis. Seguía las huellas del Padre Charles
de Foucauld, convencido de que hay un misterio de Cristo crucificado en la gente más pobre
de la tierra. Quería ponerme a sus pies, como se pone uno en la adoración de la Santa
Eucaristía, porque hay una presencia de Cristo allí. Pero los gitanos me obligaron a hablarles
de Cristo, etc.
La prioridad pastoral fundamental para nosotros es abrir un catecumenado en las diócesis.
Nosotros tenemos uno, cuyos estatutos ha aprobado la Iglesia, y que está dando unos frutos
inmensos en el mundo. Hay más de un millón de hermanos que están en el Camino
Neocatecumenal. Hemos ayudado a abrir 64 seminarios diocesanos misioneros, que no son del
Camino sino de las diócesis. Este catecumenado ha sido suscitado por Dios para ayudar a
llevar el Concilio Vaticano II a las parroquias. Sin el Concilio nosotros no hubiéramos hecho
absolutamente nada.
Tenemos un clero hoy en América Latina que no está preparado para acogernos a nosotros, ni
para acoger los carismas de ustedes. Es difícil. Necesitaríamos un clero donde el sacerdote es
el primero en la castidad, el primero en vender los bienes, por ejemplo. En el Camino
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Neocatecumenal hay toda una serie de catequesis sobre el dinero, porque no se puede servir a
Dios y al dinero. Jesucristo dice: “Ve y vende los bienes”. Nosotros decimos que eso no lo
dice a los monjes sino a todos los cristianos. Gracias a Dios, cuando nos decían que
exagerábamos, el nuevo “Catecismo de la Iglesia Católica” nos ha dado la razón: Jesús dice
eso para todos los cristianos. Efectivamente, en la época del Evangelio todavía no había
monjes, no había órdenes religiosas. Decía, entonces, que necesitaríamos un clero que se pone
delante de la nueva evangelización, presentando la belleza, la fuerza enorme del cristianismo,
que es la trascendencia eterna, que es lo celeste hecho presente en medio de nosotros. Y no se
engañen, que Lula y compañía nos van a querer meter las mentiras a todos. Prepárense ustedes
a las mentiras.
Y luego la segunda prioridad pastoral importantísima es pasar la fe a los hijos. Nosotros, como
celebramos la Eucaristía del domingo después de las primeras vísperas, el sábado por la noche,
hemos dicho a nuestras familias que el domingo por la mañana tienen que pasar la fe a los
hijos, algo que es de vida o muerte. Hace una celebración doméstica. Les enseñamos a vivir el
domingo por la mañana una liturgia doméstica con los salmos, el evangelio, etc. Todos los
hijos cantan. Tenemos familias numerosas, 9 ó hijos, tenemos un nivel muy alto de hijos, más
que los musulmanes… Pero decimos que pasar la fe a los hijos no significa solamente tener
con ellos una liturgia doméstica el domingo por la mañana. Los niños no son idiotas, necesitan
ver que el marido muere a su mujer, que ama a sus enemigos realmente por amor a Jesucristo,
que el dios de la casa no es el dinero. No sé si sus hijos están en la Iglesia. No sé si los hijos de
los movimientos están en la Iglesia. Sería interesantísimo ver la estadística. Porque no es fácil
hoy que los hijos de 15, 16 y 17 años, con la droga y todo eso, estén en la Iglesia. Sin
embargo, ahí nos jugamos una prioridad absoluta: pasar la fe a la siguiente generación.
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