Puntos Sobresalientes Hechos de los Apóstoles capítulos 1 a 4 Semana del 10 de Junio 2013. Introducción it-1 págs. 1114-1115 HECHOS DE APÓSTOLES Título que recibió uno de los libros de la Biblia a partir del siglo II E.C. Abarca sobre todo la actividad de Pedro y Pablo, más bien que la de todos los apóstoles, y ofrece una historia fidedigna y extensa del impresionante comienzo y rápido crecimiento de la organización cristiana, primero entre los judíos y luego entre las naciones gentiles. En este libro sobresale el tema preponderante de toda la Biblia, a saber, el Reino de Jehová (Hch 1:3; 8:12; 14:22; 19:8; 20:25; 28:31); nos recuerda constantemente que los apóstoles dieron “testimonio cabal” tanto de Cristo como del Reino y que efectuaron su ministerio a cabalidad. (Hch 2:40; 5:42; 8:25; 10:42; 20:21, 24; 23:11; 26:22; 28:23.) Además, proporciona un marco histórico incomparable para el estudio de las cartas inspiradas de las Escrituras Griegas Cristianas. Escritor. La introducción del libro se refiere al evangelio de Lucas como “el primer relato”. Como ambos escritos están dirigidos a la misma persona, Teófilo, se sabe que Lucas fue el escritor de Hechos, aunque no firma la obra. (Lu 1:3; Hch 1:1.) Ambos relatos tienen estilo y fraseología similares. El Fragmento de Muratori, de finales del siglo II E.C., también lo atribuye a Lucas. Escritores eclesiásticos del siglo II E.C., como Ireneo de Lyón, Clemente de Alejandría y Tertuliano de Cartago, atribuyen a Lucas la autoría de Hechos cuando citan de este libro. Cuándo y dónde se escribió. El libro abarca un período de aproximadamente veintiocho años, desde la ascensión de Jesús, en 33 E.C., hasta el fin del segundo año del encarcelamiento de Pablo en Roma, alrededor de 61 E.C. Durante este período gobernaron sucesivamente cuatro emperadores romanos: Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. Puesto que narra sucesos que ocurrieron durante el segundo año del encarcelamiento de Pablo en Roma, no pudo haberse completado antes de esa fecha. Si el relato se hubiera escrito después, parece lógico que Lucas hubiese dado más información sobre Pablo. De haberse escrito después del año 64 E.C., seguramente habría mencionado la persecución violenta que Nerón desató ese año. Y si hubiera sido escrito después de 70 E.C., como algunos afirman, sería de esperar que se hubiese registrado la destrucción de Jerusalén. El escritor, Lucas, debió acompañar a Pablo en muchos de sus viajes y también en la accidentada travesía que realizó a Roma, pues utiliza en su narración los pronombres en la primera persona del plural: “nosotros”, “nos”, “nuestras”, “nuestro”. (Hch 16:10-17; 20:5-15; 21:118; 27:1-37; 28:1-16.) Además, Pablo envía los saludos de Lucas en las cartas escritas desde Roma (Col 4:14; Flm 24), lo que hace pensar que el libro se terminó de escribir en esa ciudad. Por consiguiente, Lucas fue testigo ocular de gran parte de los acontecimientos que narra, y en sus viajes tuvo relación con compañeros cristianos que intervinieron en algunos de los sucesos narrados o que al menos los habían presenciado. Por ejemplo, Juan Marcos pudo haberle contado cómo se liberó a Pedro de la prisión mediante un milagro (Hch 12:12), mientras que pudo haber sabido de los sucesos narrados en los capítulos 6 y 8 por medio de Felipe, el misionero. Y, como es natural, Pablo le daría muchos detalles de los sucesos que Lucas no vivió personalmente. Autenticidad. La exactitud del libro de Hechos ha quedado confirmada a través de los años por varios descubrimientos arqueológicos. Por ejemplo, Hechos 13:7 dice que Sergio Paulo era el procónsul de Chipre. Se sabe que poco antes de que Pablo visitara Chipre, un propretor o legado gobernaba la isla, pero el descubrimiento de una inscripción en Chipre prueba que llegó a estar bajo la jurisdicción del senado romano en la persona de un gobernador provincial llamado procónsul. La situación de Grecia durante la gobernación de César Augusto fue parecida. Acaya era una provincia gobernada directamente por el senado romano, pero cuando Tiberio llegó a ser emperador, él mismo se encargó de su gobierno, si bien, según Tácito, en tiempos del emperador Claudio volvió a ser una provincia senatorial. Se ha descubierto un fragmento de un rescripto de Claudio a los habitantes de Delfos (Grecia) en el que se hace referencia al proconsulado de Galión. Por consiguiente, Hechos 18:12 es exacto cuando se refiere a Galión como el “procónsul” durante la estancia de Pablo en Corinto, la capital de Acaya. (Véase GALIÓN.) Además, una inscripción hallada en un arco de Tesalónica (cuyos fragmentos se conservan en el Museo Británico) muestra el acierto de Hechos 17:8 al hablar de los “gobernantes de la ciudad” (“politarcas”, gobernadores de los ciudadanos), a pesar de que este título no se encuentra en la literatura clásica. En Atenas, el Areópago, o Colina de Marte, donde Pablo predicó se yergue hasta este día como testigo mudo de la veracidad de Hechos. (Hch 17:19.) Los términos y las expresiones médicas que se encuentran en este libro concuerdan con los de los escritos médicos griegos de la época. Los medios de transporte comunes en el Oriente Medio del primer siglo corresponden básicamente a los mencionados en Hechos; por tierra: a pie, a caballo o en carros tirados por caballos (23:24, 31, 32; 8:27-38); por mar: en barcos de carga (21:1-3; 27:1-5). Aquellos barcos antiguos no tenían un solo timón, sino que se controlaban con dos grandes remos timoneros, de ahí que se haga referencia a ellos en plural (27:40). En relación con la narración del viaje en barco de Pablo a Roma (27:1-44), marineros contemporáneos que frecuentan esa ruta dan fe de su credibilidad y autenticidad respecto al tiempo invertido, la distancia recorrida y los lugares visitados. Entre los siglos II al IV E.C., los catalogadores de las Escrituras aceptaron sin discusión el libro de Hechos de 1 Apóstoles como inspirado y canónico. Se encuentran porciones de este libro y fragmentos de los cuatro evangelios en algunos de los papiros de las Escrituras Griegas, como Chester Beatty núm. 1 (P45), del siglo III E.C.; Michigán núm. 1571 (P38), del siglo III o IV, que contiene porciones de los capítulos 18 y 19, y un manuscrito del siglo IV, Aegyptus núm. 8683 (P8), que contiene partes de los capítulos 4 al 6. Citaron del libro de Hechos Policarpo de Esmirna, alrededor de 115 E.C.; Ignacio de Antioquía, alrededor de 110 E.C., y Clemente de Roma, posiblemente en 95 E.C. Tanto Atanasio como Jerónimo y Agustín, del siglo IV, confirman las listas primitivas que incluyen el libro de Hechos. PUNTOS SOBRESALIENTES DE HECHOS Comienzo de la congregación cristiana y crónica de su celosa testificación pública ante tenaz oposición Tiempo que abarca: 33 a c. 61 E.C. Antes de ascender al cielo, Jesús comisiona a sus seguidores para que testifiquen que es el Mesías de Jehová (1:1-26) Después de recibir el espíritu santo, los discípulos testifican con denuedo en muchos idiomas (2:1–5:42) Se da testimonio en su propio idioma a judíos procedentes de muchos países que se hallan en Jerusalén; unos 3.000 se bautizan Detienen a Pedro y a Juan y los llevan ante el Sanedrín; declaran sin temor que no dejarán de dar testimonio Todos los discípulos hablan la palabra de Dios con ardor, llenos de espíritu santo; multitudes se hacen creyentes Se encarcela a los apóstoles; un ángel los libera; declaran ante el Sanedrín: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres” La persecución resulta en la expansión del testimonio (6:1–9:43) Se detiene a Esteban, da un audaz testimonio, muere como mártir La persecución dispersa a todos excepto a los apóstoles; se testifica en Samaria; bautismo de un eunuco etíope Jesús se aparece al perseguidor Saulo, quien se convierte, se bautiza y se ocupa celosamente en el ministerio Por dirección divina el testimonio llega a los gentiles incircuncisos (10:1–12:25) Pedro predica a Cornelio, a su familia y a sus amigos; creen, reciben espíritu santo y se bautizan El informe del apóstol sobre este suceso promueve la expansión entre las naciones Giras misionales de Pablo (13:1–21:26) Primera gira: A Chipre (Asia Menor). Pablo y Bernabé testifican con entusiasmo públicamente y en las sinagogas; expulsados de Antioquía; atacados en Iconio; en Listra, primero se les trata como dioses, luego Pablo es apedreado El cuerpo gobernante de Jerusalén decide sobre la cuestión de la circuncisión; designa a Pablo y Bernabé para que informen a los hermanos que ya no se requiere la circuncisión, pero que los creyentes tienen que abstenerse de las cosas sacrificadas a ídolos, de la sangre y de la fornicación Segunda gira: Vuelve a Asia Menor, pasa a Macedonia y Grecia. Es encarcelado en Filipos, pero el carcelero y su familia se bautizan; los judíos provocan tumultos en Tesalónica y Berea; en Atenas predica en la sinagoga, en la plaza del mercado, luego en el Areópago; dieciocho meses de ministerio en Corinto Tercera gira: Asia Menor, Grecia. Ministerio fructífero en Éfeso, los plateros provocan un motín; el apóstol aconseja a los ancianos Pablo es detenido, testifica a los oficiales, le conducen a Roma (21:27–28:31) Le atacan en Jerusalén; ante la presencia del Sanedrín Durante su detención, da un audaz testimonio ante Félix, Festo y el rey Herodes Agripa II, y también en el barco que le lleva a Roma Encarcelado en Roma, Pablo aún halla maneras de predicar a Cristo y el Reino Capítulo 1 *** w07 15/11 pág. 19 Lucas, amado colaborador *** ¿Quién fue Teófilo? Lucas dirige a Teófilo tanto el libro de Hechos de Apóstoles como su Evangelio, donde lo llama “excelentísimo Teófilo” (Lucas 1:3). “Excelentísimo” era un epíteto para dirigirse a alguien muy acaudalado o a los altos funcionarios del gobierno romano. Por ejemplo, el apóstol Pablo se dirigió a Festo, procurador romano de Judea, en términos similares (Hechos 26:25). Según parece, Teófilo había oído acerca de Jesús y se había interesado en su mensaje. Lucas tenía la esperanza de que su Evangelio lo ayudara a ‘conocer plenamente la certeza de las cosas que se le habían enseñado oralmente’ (Lucas 1:4). Según el helenista Richard Lenski, es poco probable que Teófilo fuera cristiano cuando Lucas lo llamó “excelentísimo”, porque “jamás en la literatura cristiana a ningún hermano en la fe se le menciona con títulos de distinción terrenal”. Cuando tiempo más tarde escribió el libro de Hechos, ya no usó el título “excelentísimo”, sino que simplemente dijo: “Oh Teófilo” (Hechos 1:1). Por lo tanto, Lenski llega a la siguiente conclusión: “Cuando Lucas escribió su Evangelio a Teófilo, este distinguido personaje no era todavía cristiano, aunque estaba grandemente interesado en los asuntos cristianos; pero cuando Lucas le envió el Libro de Los Hechos, Teófilo ya había sido convertido”. *** gm cap. 6 págs. 81-82 párrs. 25-26 Los milagros... ¿fueron realidad? *** El Dr. David Gooding, ex profesor de griego del Antiguo Testamento en Irlanda del Norte, declara que Lucas fue “un historiador antiguo a la manera de los historiadores del Antiguo 25 2 Testamento y a la manera de Tucídides [uno de los historiadores más estimados del mundo antiguo]. Como ellos, él habrá hecho grandes esfuerzos por investigar sus fuentes y escoger y ordenar su material. [...] Tucídides combinó este método con una pasión por la exactitud histórica: no hay razón para creer que Lucas hizo menos que eso”9. ¿A qué conclusión llegó ese hombre tan capacitado, Lucas, tocante a por qué se encontró vacía la tumba de Jesús el 16 de Nisán? Tanto en su Evangelio como en el libro de Hechos, Lucas informa como realidad que Jesús fue levantado de entre los muertos. (Lucas 24:1-52; Hechos 1:3.) No tenía ninguna duda de ello. Puede que sus propias experiencias fortalecieran su fe en el milagro de la resurrección. Aunque parece que no fue testigo ocular de la resurrección, sí informa que fue testigo de milagros que hizo el apóstol Pablo. (Hechos 20:7-12; 28:8, 9.) 26 *** w92 1/2 pág. 14 ‘En el nombre del espíritu santo’ *** Bautizados en espíritu santo En cuanto al bautismo en espíritu santo, Jesús prometió a sus discípulos poco antes de su ascensión: “Serán bautizados en espíritu santo no muchos días después de esto”. (Hechos 1:5, 8.) Poco después esa promesa se cumplió. Descendió espíritu santo sobre unos 120 discípulos reunidos en un aposento alto en Jerusalén cuando Jesús, desde el cielo, efectuó sus primeros bautismos en espíritu santo. (Hechos 2:1-4, 33.) ¿Qué resultado tuvo esto? Los discípulos llegaron a ser parte del cuerpo espiritual de Cristo. Como explica el apóstol Pablo, “por un solo espíritu todos [fueron] bautizados para formar un solo cuerpo”. (1 Corintios 12:13.) A la misma vez, fueron ungidos para ser futuros reyes y sacerdotes en el Reino celestial de Dios. (Efesios 1:13, 14; 2 Timoteo 2:12; Revelación 20:6.) El espíritu santo también sirvió como sello inicial y muestra de aquella gloriosa herencia futura, pero eso no fue todo. (2 Corintios 1:21, 22.) 3 Unos años antes Jesús había dicho a Nicodemo: “A menos que uno nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios. [...] A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”. (Juan 3:3, 5.) Ahora 120 humanos habían nacido de nuevo. Mediante espíritu santo, habían sido adoptados como hijos espirituales de Dios, hermanos de Cristo. (Juan 1:11-13; Romanos 8:14, 15.) Todas estas actividades del espíritu santo son, a su manera, más maravillosas que milagros. Además, a diferencia de los milagros que sucedían una sola vez, el espíritu santo no cesó después de la muerte de los apóstoles, sino que ha seguido activo de esta manera hasta nuestros mismos días. Es un privilegio para los testigos de Jehová el tener entre sí a los últimos miembros del cuerpo de Cristo bautizados por espíritu, y estos sirven de “esclavo fiel y discreto” para proveer alimento espiritual al tiempo apropiado. (Mateo 24:45-47.) 4 *** w90 1/6 págs. 10-11 ¡Jehová es nuestro Gobernante! *** Jesús comisiona a testigos Los apóstoles podían adoptar una postura firme a favor de Dios porque se les había fortalecido espiritualmente. Cristo había muerto en un madero de tormento, pero ellos sabían que había sido resucitado (1:1-5). En cuerpos materializados Jesús “se les mostró vivo” y les enseñó verdades del Reino durante 40 días. También dijo a sus discípulos que esperaran en Jerusalén por el bautismo “en espíritu santo”. Entonces la predicación sería lo primordial para ellos, como lo es para los testigos de Jehová en la actualidad. (Lucas 24:27, 49; Juan 20:19–21:24.) 3 Los apóstoles, todavía no bautizados en espíritu santo, tenían la idea equivocada de una gobernación terrestre que pondría fin a la dominación romana cuando preguntaron: “Señor, ¿estás restaurando el reino a Israel en este tiempo?” (1:6-8). En realidad Jesús dijo que no, pues ‘no les pertenecía a ellos conocer los tiempos y sazones’. ‘Cuando el espíritu santo llegara sobre ellos’, los facultaría para testificar acerca del Reino celestial de Dios, no de uno en esta Tierra. Predicarían en Jerusalén, Judea y Samaria, “y hasta la parte más distante de la tierra”. Con la ayuda del espíritu, en estos últimos días los testigos de Jehová efectúan por todo el mundo una obra como aquella. 4 Jesús acababa de dar aquella comisión de predicar por todo el mundo cuando empezó a ascender al cielo. Aquella ascensión empezó con un movimiento hacia arriba que lo alejó de sus discípulos, y algún tiempo después Jesús entró ante la presencia de su Gobernante celestial y pasó a estar activo en la región de los espíritus (1:9-11). Después que una nube ocultó de la vista de los apóstoles a Jesús, él se despojó de su cuerpo carnal materializado. Dos ángeles aparecieron y dijeron que él ‘vendría de la misma manera’. Y así ha sido. Únicamente los discípulos de Jesús lo vieron partir, tal como solo los testigos de Jehová reconocen su vuelta invisible. 5 *** w08 1/10 pág. 11 ¿Lo sabía? *** ¿Qué era “el camino de un sábado”? Tras ver a Jesús ascender al cielo desde el monte de los Olivos, sus discípulos volvieron a Jerusalén. Según el relato bíblico, esta ciudad se encontraba a una distancia descrita como “el camino de un sábado” (Hechos 1:12). ¿Qué distancia era esa? Pues bien, un viajero era capaz de caminar más de 30 kilómetros (20 millas) en un solo día. Pero el monte de los Olivos no estaba tan lejos de Jerusalén. Entonces, ¿a qué se refería la expresión “el camino de un sábado”? En tiempos bíblicos, el sábado era un día en el que los israelitas debían descansar de sus quehaceres cotidianos. Ni siquiera les estaba permitido encender fuego en su hogar (Éxodo 20:10; 35:2, 3). “Quédese sentado cada uno en su propio lugar —había ordenado Jehová—. No salga nadie de su localidad en el séptimo día.” (Éxodo 16:29.) Esta ley les daba la oportunidad de descansar de sus tareas y concentrarse en los aspectos espirituales de la vida. 3 No satisfechos con los preceptos de la Ley, ciertos rabinos legalistas estipularon —de forma arbitraria— la distancia máxima que podía caminarse durante un sábado para, por ejemplo, ir a adorar a Dios. A este respecto, una enciclopedia explica: “Como resultado de las rigurosas leyes sobre la observancia del sábado [...], se determinó que ese día ningún israelita podía caminar más de cierta distancia, conocida como el camino de un sábado” (Cyclopedia of Biblical, Theological, and Ecclesiastical Literature). El límite se fijó en 2.000 codos, lo que puede corresponder aproximadamente a un kilómetro (alrededor de 3.000 pies). *** w90 1/6 pág. 11 ¡Jehová es nuestro Gobernante! *** Jehová escoge Poco tiempo después los apóstoles estuvieron de regreso en Jerusalén (1:12-26). En un aposento de arriba (tal vez en la casa de la madre de Marcos, llamada María), los 11 apóstoles leales persistían en orar con los medio hermanos de Jesús, sus otros discípulos y su madre, María. (Marcos 6:3; Santiago 1:1.) Pero ¿quién recibiría el “puesto de superintendencia” de Judas? (Salmo 109:8.) Unos 120 discípulos estaban presentes cuando Dios escogió a un hombre para reemplazar a Judas, quien había traicionado a Jesús, y restablecer la cantidad de 12 apóstoles. El escogido tenía que ser alguien que hubiera sido discípulo durante el tiempo del ministerio de Jesús y que hubiera sido testigo de su resurrección. Por supuesto, aquel hombre también tenía que reconocer a Jehová como su Gobernante. Después de orar, se echaron suertes sobre Matías y José Barsabás. Dios hizo que la suerte cayera sobre Matías. (Proverbios 16:33.) 6 Ciertamente Judas Iscariote no había reconocido a Jehová como Gobernante suyo. ¡Había traicionado al Hijo de Dios por 30 piezas de plata! Judas devolvió aquel dinero a los sacerdotes principales, pero Pedro dijo que el traidor “compró un campo con el salario de la injusticia”. ¿Cómo fue eso? Pues bien, suministró el dinero y la razón para comprar el “Campo de Sangre”, como se le llamó. Este ha sido identificado como un terreno llano en la parte sur del valle de Hinón. Judas había arruinado por completo su buena relación con el Gobernante celestial, así que “se ahorcó”. (Mateo 27:3-10.) Puede que la cuerda o la rama del árbol se haya roto, de modo que él ‘cayera de cabeza y reventara ruidosamente por en medio’ al dar contra rocas dentadas. ¡Que ninguno de nosotros sea un falso hermano! 7 saltando de un risco. Al parecer se rompió la cuerda o la rama del árbol, de modo que se precipitó al suelo y reventó al caer en las rocas. La topografía de los alrededores de Jerusalén hace que tal conclusión sea lógica. *** it-2 pág. 1063 Suerte *** Echar suertes es una costumbre antigua para decidir sobre diferentes cuestiones. El método que se utilizaba era el de echar guijarros o pedacitos de madera o piedra dentro de los pliegues recogidos de una prenda de vestir, es decir, “el regazo”, o dentro de una vasija, y luego, agitarlos. El escogido era aquel cuya suerte se salía o se sacaba. Al igual que el juramento, el echar suertes iba acompañado de una oración. Esa oración se expresaba en voz alta o simplemente estaba implícita en el acto, y así pedían y contaban con la intervención de Jehová. La palabra “suerte” (heb. goh·rál) se utiliza tanto de forma literal como figurada con la idea de “parte” o “porción”. (Jos 15:1; Sl 16:5; 125:3; Isa 57:6; Jer 13:25.) En el tiempo de los apóstoles. Los discípulos de Jesús utilizaron suertes junto con oración para determinar quién ocuparía el lugar de Judas Iscariote como uno de los doce que habían sido testigos de las actividades y la resurrección de Jesús; la suerte cayó sobre Matías. (Hch 1:21-26.) El término griego utilizado aquí para “suerte” es klḗ·ros, y está emparentado con la palabra klē·ro·no·mí·a, que significa “herencia”. Klḗ·ros se utiliza en Colosenses 1:12 y en 1 Pedro 5:3 con respecto a la herencia o lote que Dios ha dado a los cristianos. Sin embargo, la Biblia no dice que se emplearan suertes después del Pentecostés de 33 E.C. para seleccionar a los superintendentes y sus ayudantes o para decidir asuntos de importancia. La selección de los superintendentes y sus ayudantes tenía que basarse en la prueba que daban sus vidas de tener el fruto del espíritu santo (1Ti 3; Tit 1), mientras que las otras decisiones se basaban en el cumplimiento de profecía, la guía angélica, los principios de la Palabra de Dios y de las enseñanzas de Jesús y la dirección del espíritu santo. (Hch 5:19-21; 13:2, 3; 14:23; 15:15-19, 28.) El apóstol Pablo declara: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa [...] para rectificar las cosas”. (2Ti 3:16.) Capítulo 2 *** w90 1/6 págs. 11-12 ¡Jehová es nuestro Gobernante! *** ¡Llenos de espíritu santo! ¿Qué sucedió en cuanto al prometido bautismo en espíritu santo? Este vino en el Pentecostés de 33 E.C., diez días después de la ascensión de Jesús (2:1-4). ¡Qué acontecimiento emocionante fue aquel bautismo! ¡Imagínese la escena! Unos 120 discípulos estaban en el aposento de arriba cuando, ‘de repente, desde el cielo un ruido como el de una brisa impetuosa y fuerte llenó la casa’. No era un viento, pero sonaba como si lo fuera. Una lengua “como de fuego” se asentó sobre cada discípulo y cada apóstol. “Todos se llenaron de espíritu santo y comenzaron a hablar en lenguas diferentes.” Cuando aquel bautismo tuvo lugar, fueron también engendrados por espíritu 8 *** w92 15/7 págs. 6-7 ¿Se contradice la Biblia? *** ▪ ¿Cómo murió Judas Iscariote? Mateo 27:5 afirma que Judas se ahorcó, mientras que Hechos 1:18 dice que, “cayendo de cabeza, reventó ruidosamente por en medio, y todos sus intestinos quedaron derramados”. Mientras que Mateo parece referirse a cómo intentó suicidarse, Hechos describe los resultados. Parece ser que Judas ató una cuerda a la rama de un árbol, se puso la soga al cuello e intentó ahorcarse 4 santo, ungidos y sellados en prenda de una herencia espiritual. (Juan 3:3, 5; 2 Corintios 1:21, 22; 1 Juan 2:20.) Aquel acontecimiento afectó a los judíos y los prosélitos que habían venido a Jerusalén de ‘toda nación bajo el cielo’ (2:5-13). Asombrados, estos preguntaron: ‘¿Cómo es que cada uno de nosotros oye habla en su lenguaje de nacimiento?’. El habla pudiera ser la lengua de lugares como Media (al este de Judea), Frigia (en Asia Menor) y Roma (en Europa). Muchos oyentes quedaron pasmados de asombro al oír a los discípulos hablar “acerca de las cosas magníficas de Dios” en varios lenguajes, pero los burlones sugirieron que los discípulos estaban borrachos. 9 *** it-1 pág. 720 Dones de Dios *** “Lenguas.” El don milagroso de hablar en lenguas fue una consecuencia inmediata del derramamiento del espíritu de Dios en el Pentecostés del año 33 E.C. Unos 120 discípulos que se hallaban reunidos en una habitación superior (posiblemente cerca del templo) pudieron hablar entonces acerca de las “cosas magníficas de Dios” en las lenguas nativas de los judíos y prosélitos que habían ido a Jerusalén para observar la fiesta procedentes de lugares distantes. Este cumplimiento de la profecía de Joel demostró que Dios estaba usando a la nueva congregación cristiana y había dejado ya a la congregación judía. A fin de recibir el don gratuito del espíritu santo, los judíos y prosélitos tenían que arrepentirse y ser bautizados en el nombre de Jesús. (Hch 1:13-15; 2:1-47.) *** w88 15/5 págs. 15-16 Sirvamos a Jehová de común acuerdo *** Hablan el “lenguaje puro” El día del Pentecostés de 33 E.C. se derramó espíritu santo de Dios sobre los discípulos de Jesucristo, y ellos recibieron la facultad de hablar en lenguajes que no habían aprendido. Así, pudieron comunicar “las cosas magníficas de Dios” a personas de muchas lenguas. De ese modo Jehová empezó a poner en unidad a personas de todo origen racial o étnico. (Hechos 2:1-21, 37-42.) Posteriormente, cuando se admitió a creyentes gentiles como seguidores de Jesús, los siervos de Dios ciertamente fueron un pueblo de muchas lenguas y muchas razas. Sin embargo, las barreras mundanas nunca los han separado, porque todos hablan el “lenguaje puro”. Este es el lenguaje de la verdad bíblica que tienen en común, que se predijo en Sofonías 3:9. (Efesios 4:25.) Los que hablan el “lenguaje puro” no están divididos, sino que ‘hablan de acuerdo’, pues están “aptamente unidos en la misma mente y en la misma forma de pensar”. (1 Corintios 1:10.) 3 *** w95 15/5 pág. 11 párrs. 5-6 Destellos de luz en tiempos apostólicos *** 5 ¡Qué brillantes destellos recibieron los seguidores de Jesús diez días después! En el Pentecostés de 33 E.C. comprendieron por primera vez el significado de Joel 2:28, 29: “[Yo, Jehová,] derramaré mi espíritu sobre toda clase de carne, y sus hijos y sus hijas ciertamente profetizarán. En cuanto a sus viejos, sueños soñarán. En cuanto a sus jóvenes, visiones verán. Y aun sobre los siervos y sobre las siervas derramaré en aquellos días mi espíritu”. Los discípulos de Jesús vieron el espíritu santo asentarse en la forma de lenguas como de fuego sobre la cabeza de los aproximadamente ciento veinte hombres y mujeres reunidos en Jerusalén. (Hechos 1:12-15; 2:1-4.) En el día de Pentecostés, los discípulos también comprendieron por primera vez que las palabras de Salmo 16:10 se referían al resucitado Jesucristo. El salmista había dicho: “No dejarás [Jehová Dios] mi alma en el Seol. No permitirás que el que te es leal vea el hoyo”. Los discípulos se dieron cuenta de que ese pasaje no podía hacer referencia al rey David, pues su tumba permanecía con ellos. No es de extrañar que unas tres mil personas de las que oyeron la explicación de la nueva luz quedaran tan convencidas que se bautizaran ese mismo día. (Hechos 2:14-41.) 6 *** w98 1/5 págs. 13-14 ¿Quién “escapará salvo”? *** “Todo el que invoque el nombre de Jehová será salvo.” (HECHOS 2:21.) EL Pentecostés del año 33 E.C. fue un día clave en la historia universal. ¿Por qué? Porque entonces tuvo lugar el nacimiento de una nueva nación. No era muy grande al principio, pues constaba únicamente de 120 discípulos de Jesús reunidos en un aposento alto de Jerusalén. Pero hoy, cuando han quedado en el olvido la mayoría de las naciones de entonces, aún sigue en existencia la que nació en aquel aposento alto. Este es un hecho importantísimo para todos nosotros, pues Dios designó a esta nación como su testigo ante la humanidad. Cuando surgió aquella nueva nación, tuvieron lugar acontecimientos importantes que cumplieron las palabras proféticas de Joel. Leemos de ellos en Hechos 2:2-4: “De repente ocurrió desde el cielo un ruido exactamente como el de una brisa impetuosa y fuerte, y llenó toda la casa en la cual estaban sentados. Y lenguas como de fuego se les hicieron visibles y fueron distribuidas en derredor, y una se asentó sobre cada uno de ellos, y todos se llenaron de espíritu santo y comenzaron a hablar en lenguas diferentes, así como el espíritu les concedía expresarse”. De ese modo, aquellos 120 hombres y mujeres fieles pasaron a ser una nación espiritual, los primeros integrantes de lo que el apóstol Pablo denominó después “el Israel de Dios” (Gálatas 6:16). 2 Cuando el gentío acudió para averiguar qué era aquella “brisa impetuosa y fuerte”, el apóstol Pedro explicó que se cumplía una profecía de Joel. ¿Cuál? Pues bien, escuchemos lo que dijo: “[‘]En los últimos días —dice Dios— derramaré algo de mi espíritu sobre toda clase de carne, y sus hijos y sus hijas profetizarán, y sus jóvenes verán visiones y sus viejos soñarán sueños; y aun sobre mis esclavos y sobre mis esclavas derramaré algo de mi espíritu en aquellos días, y profetizarán. Y 3 5 daré portentos presagiosos en el cielo arriba y señales en la tierra abajo, sangre y fuego y neblina de humo; el sol será convertido en oscuridad y la luna en sangre antes que llegue el grande e ilustre día de Jehová. Y todo el que invoque el nombre de Jehová será salvo’” (Hechos 2:1721). El pasaje que citó Pedro se encuentra en Joel 2:2832, cuyo cumplimiento indicaba que se les acababa el tiempo a los judíos. Se aproximaba “el grande e ilustre día de Jehová”, período en el que se ajustarían las cuentas con el Israel infiel. Ahora bien, ¿quién se salvaría o escaparía salvo? Y ¿qué prefiguró aquello? Dos cumplimientos de la profecía En los años posteriores a 33 E.C. floreció el Israel espiritual de Dios, pero no el Israel natural. En 66 E.C., este Israel estaba en guerra con Roma, y en 70 casi había desaparecido, con Jerusalén y su templo arrasados por el fuego. En Pentecostés de 33 E.C., Pedro dio un magnífico consejo en vista de la catástrofe que se avecinaba. Una vez más citó de Joel y dijo: “Todo el que invoque el nombre de Jehová será salvo”. Todo judío tenía que decidir por sí mismo si iba a invocar el nombre de Jehová o no, lo cual incluía obedecer las instrucciones que agregó Pedro: “Arrepiéntanse, y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados” (Hechos 2:38). Los que escuchaban a Pedro tenían que aceptar a Jesús como el Mesías, a quien la nación de Israel había rechazado. 4 *** w97 15/12 pág. 17 párrs. 3-4 Haga declaración pública para salvación *** En Pentecostés de 33 E.C. el apóstol Pedro se dirigió en Jerusalén a una muchedumbre de judíos y prosélitos y citó de la profecía de Joel, indicando de este modo a sus oyentes que podían esperar un cumplimiento en su día: “Daré portentos presagiosos en el cielo arriba y señales en la tierra abajo, sangre y fuego y neblina de humo; el sol será convertido en oscuridad y la luna en sangre antes que llegue el grande e ilustre día de Jehová. Y todo el que invoque el nombre de Jehová será salvo”. (Hechos 2:16-21.) Las muchedumbres que escuchaban a Pedro estaban bajo la Ley mosaica, de modo que conocían el nombre de Jehová. Pedro explicó que, en lo sucesivo, invocar el nombre de Jehová implicaría algo más. Como rasgo sobresaliente, incluiría bautizarse en el nombre de Jesús, aquel a quien habían matado y había resucitado para recibir la vida inmortal en los cielos. (Hechos 2:37, 38.) 3 A partir de aquel Pentecostés los cristianos difundieron la palabra sobre Jesús resucitado. (1 Corintios 1:23.) Dieron a conocer que se podía adoptar a seres humanos como hijos espirituales de Jehová Dios para que formaran parte de un nuevo “Israel de Dios”, una nación espiritual que ‘declararía en público las excelencias de Jehová’. (Gálatas 6:16; 1 Pedro 2:9.) Los que permanecieran fieles hasta la muerte heredarían la vida inmortal en los cielos como coherederos con Jesús en su Reino celestial. (Mateo 24:13; Romanos 8:15, 16; 4 1 Corintios 15:50-54.) Además, estos cristianos tenían que proclamar la venida del día de Jehová, grande e inspirador de temor. Tenían que advertir al mundo judío que iba a experimentar una tribulación que eclipsaría cualquier calamidad que hubiera azotado a Jerusalén y al pueblo de Dios hasta aquel tiempo. Sin embargo, habría supervivientes. ¿Quiénes? Los que invocaran el nombre de Jehová. *** w97 1/6 pág. 28 Preguntas de los lectores *** Muchos textos confirman que al utilizar la palabra “generación”, Jesús no se refería a un grupo reducido o específico, como los caudillos judíos o sus discípulos leales, sino que la usó en general al condenar a las masas de judíos que lo rechazaron. De todos modos, algunos individuos podían seguir la exhortación que el apóstol Pedro dio en el día del Pentecostés: arrepiéntanse y “sálvense de esta generación torcida”. (Hechos 2:40.) Evidentemente, Pedro no se refería a personas de cierta edad ni a un número determinado de años, ni estaba relacionando la “generación” con alguna fecha en particular. No dijo que la gente tenía que salvarse de la generación que nació en el mismo año que Jesús o que nació en 29 E.C. Pedro hablaba de los judíos incrédulos de aquel tiempo, algunos bastante jóvenes y otros ya mayores, quienes habían conocido la enseñanza de Jesús, habían presenciado sus milagros u oído de ellos, y no lo habían aceptado como el Mesías. Así debió entender Pedro la forma en que usó Jesús la palabra “generación” cuando los cuatro apóstoles estuvieron con él en el monte de los Olivos. Según la profecía de Jesús, los judíos de aquel tiempo —fundamentalmente sus contemporáneos— iban a ver u oír de guerras, terremotos, hambres y otras pruebas de que se acercaba el fin del sistema judío. De hecho, aquella generación no pasó antes de que llegara el fin en 70 E.C. (Mateo 24:3-14, 34.) *** w02 1/8 págs. 15-16 párr. 6 “Las cosas magníficas de Dios” nos incitan a actuar *** Tras oír la explicación de Pedro, muchos de los congregados se sintieron impulsados a actuar. “Abrazaron su palabra de buena gana [y] fueron bautizados, y en aquel día unas tres mil almas fueron añadidas.” (Hechos 2:41.) Se trataba de judíos naturales y de prosélitos del judaísmo, así que ya poseían un conocimiento básico de las Escrituras. Este hecho, junto con su fe en lo que Pedro les había enseñado, les permitió bautizarse “en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo” (Mateo 28:19). Después de su bautismo “continuaron dedicándose a la enseñanza de los apóstoles”, a la vez que comenzaron a hablar a otros de su fe recién adquirida. En efecto, “día tras día asistían constantemente y de común acuerdo al templo, [...] alabando a Dios y hallando favor con todo el pueblo”. Como resultado de su predicación, “Jehová continuó uniendo diariamente a ellos los que se iban salvando” (Hechos 2:42, 46, 47). Surgieron congregaciones cristianas en muchos de los países donde estos nuevos creyentes vivían, y no cabe duda de que, al menos en parte, tal aumento se debió al celo con que proclamaron las “buenas nuevas” cuando regresaron a sus hogares (Colosenses 1:23). 6 6 Capítulo 3 *** bt cap. 4 págs. 28-31 “Hombres iletrados y del vulgo” *** Los apóstoles actúan con decisión, y Jehová los bendice. Basado en Hechos 3:1– 5:11 EL SOL de media tarde se abate sobre el gentío. Tanto los fieles del judaísmo como los discípulos de Cristo afluyen al recinto del templo. Ya casi es “la hora de oración” (Hech. 2:46; 3:1). Entre la multitud, Pedro y Juan se abren paso hacia una entrada del templo, la Puerta Hermosa, cuyas espléndidas hojas están recubiertas de lustroso bronce corintio. El ruido de las conversaciones y las pisadas es intenso, pero no consigue apagar la voz de un mendigo de mediana edad, paralítico de nacimiento, que pide limosna con insistencia (Hech. 3:2; 4:22). Al acercarse los dos apóstoles, el pordiosero repite su gastada cantinela. Y cuando se detienen a su lado, aumentan sus esperanzas de recibir dinero. Sin embargo, Pedro le dice: “Plata y oro no poseo, pero lo que tengo es lo que te doy: ¡En el nombre de Jesucristo el Nazareno, anda!”. Los presentes no salen de su asombro cuando toma al impedido por la mano y logra que, por primera vez en la vida, se quede erguido (Hech. 3:6, 7). ¿Se imagina a este hombre, mirando estupefacto sus piernas ya sanas y dando sus primeros pasos? ¡Cómo no va a saltar de alegría y alabar a Dios a voz en cuello! 2 La muchedumbre, enardecida, corre hacia Pedro y Juan, quienes ya han llegado a la columnata de Salomón. Allí, en el mismo marco en que Jesús estuvo un día enseñándoles, Pedro explica el sentido de aquella curación (Juan 10:23). Al pueblo y al recién sanado les ofrece un regalo que vale mucho más que todo el oro y la plata del mundo y que cualquier curación corporal. Se trata de la oportunidad de arrepentirse, ver borrados los pecados cometidos y convertirse en seguidores de Jesucristo, a quien Jehová ha nombrado “Agente Principal de la vida” (Hech. 3:15). 3 ¡Vaya día! Un lisiado se ha sanado y puede caminar, y a miles de personas se les da la oportunidad de curarse espiritualmente y andar de un modo digno de Dios (Col. 1:9, 10). Pero esos sucesos terminarán desencadenando choques con las autoridades cuando estas quieran impedir que los fieles cristianos sigan cumpliendo su comisión (Hech. 1:8). Al examinar el testimonio del Reino que dieron Pedro y Juan, dos “hombres iletrados y del vulgo”, ¿qué aprendemos de sus métodos y actitudes? (Hech. 4:13.) Y ¿de qué manera podemos imitar lo que hicieron ellos y los demás discípulos al enfrentarse a oposición? 4 el madero (Mar. 15:8-15; Hech. 3:13-15). ¡Qué valor tuvo Pedro al declararles que la curación del discapacitado se había hecho en el nombre de Jesús! Sin andarse con paños tibios, les mostró claramente que eran cómplices en la muerte de Cristo. Pero actuó libre de animosidad, consciente de que “obraron por ignorancia” (Hech. 3:17). Por eso, se dirigió a ellos llamándolos “hermanos” y se centró en los aspectos más atrayentes del mensaje del Reino. Si se arrepentían y demostraban fe en Cristo, Jehová les concedería “tiempos de refrigerio”, o de verdadero alivio (Hech. 3:19). Nosotros también tenemos que ser intrépidos y directos al declarar el juicio venidero. Pero no debemos hacerlo de forma áspera y dura, erigiéndonos en jueces de nuestros oyentes. Por el contrario, los tratamos como hermanos en potencia y, al igual que Pedro, destacamos las notas más alegres del mensaje. Los apóstoles se destacaron por su modestia. No querían ningún reconocimiento por el milagro. De ahí que Pedro dijera a sus oyentes: “¿Por qué están admirados de esto, o por qué nos miran con fijeza como si fuera por poder personal o devoción piadosa que hubiéramos hecho que él anduviera?” (Hech. 3:12). Tanto este apóstol como los demás sabían que todos sus logros en el ministerio se debían al poder de Dios, y no a sus propias fuerzas. Sin ninguna arrogancia, atribuyeron a Jehová y a Jesús todo el mérito. 6 Hoy también tenemos que actuar con modestia al predicar. Es cierto que el espíritu ya no transmite la facultad de hacer curaciones milagrosas. Pero aún hay algo grande que podemos hacer por la gente: ayudarla a adquirir fe en Dios y en Cristo y, como Pedro, brindarle la oportunidad de recibir el perdón de los pecados y disfrutar del alivio que da Jehová. Todos los años, centenares de miles aceptan esta invitación y se bautizan como discípulos de Cristo. 7 Vivimos en la época de “la restauración de todas las cosas” que mencionó Pedro. En cumplimiento de lo que “habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo”, el Reino se estableció en los cielos en 1914 (Hech. 3:21; Sal. 110:1-3; Dan. 4:16, 17). Y poco después, Jesús comenzó a dirigir una asombrosa restauración en la Tierra. Desde entonces, millones de cristianos han entrado en un paraíso espiritual como súbditos del Reino. Se han despojado de su vieja personalidad corrupta y se han vestido de la nueva, “creada conforme a la voluntad de Dios” (Efe. 4:22-24). Esta obra, al igual que el milagro del tullido, no se efectúa por los esfuerzos del hombre, sino por la acción del espíritu santo. Nosotros somos simples instrumentos que procuramos, como Pedro, usar la Biblia con valentía y eficiencia. Los éxitos que obtenemos al hacer discípulos se deben al poder de Jehová, y no a nuestras propias fuerzas. 8 No fue “por poder personal” (Hechos 3:11-26) *** w09 15/6 pág. 32 Preguntas de los lectores : Si Jesús recorrió todo Israel con su predicación, ¿cómo pudo decir el apóstol Pedro que los judíos y sus gobernantes habían obrado “por ignorancia” cuando exigieron que se diera muerte a Jesús? (Hech. 3:17.) Los dos apóstoles hicieron frente a quienes los rodeaban, sabiendo que entre ellos podían estar algunos de los que habían pedido a gritos la ejecución de Jesús en Cuando el apóstol Pedro les señaló a un grupo de judíos su responsabilidad en la muerte del Mesías, les dijo estas palabras: “Yo sé que obraron por ignorancia, así como también 5 7 lo hicieron sus gobernantes” (Hech. 3:14-17). En el caso de algunos de ellos, su ignorancia quizás se debió a que no se percataron de que Jesús era el Mesías o no comprendieron bien sus enseñanzas. Y en el caso de otros, tal vez se debió a falta de interés en los asuntos espirituales, prejuicio, envidia o incluso odio. Jehová y para que él envíe al Cristo nombrado para ustedes, Jesús” (Hech. 3:19, 20). Cabe notar que miles de judíos comenzaron a seguir este consejo, entre ellos “una gran muchedumbre de sacerdotes”. Todos ellos dejaron de actuar en ignorancia, se arrepintieron y obtuvieron el favor de Jehová (Hech. 2:41; 4:4; 5:14; 6:7). Veamos cómo afectó a muchos judíos la falta de verdadero interés en los asuntos espirituales. Jesús acostumbraba enseñar usando ilustraciones, que luego explicaba a quienes querían saber más. Sin embargo, algunos judíos no estaban interesados en seguir aprendiendo y sencillamente se marchaban. Incluso, en cierta ocasión, algunos discípulos se ofendieron por una metáfora que él empleó (Juan 6:52-66). Ninguno de ellos logró entender que Jesús usaba ilustraciones para poner a prueba su disposición a cambiar su manera de actuar y de ver las cosas (Isa. 6:9, 10; 44:18; Mat. 13:10-15). Tampoco tuvieron en cuenta que una profecía bíblica señalaba que el Mesías emplearía ilustraciones para enseñar (Sal. 78:2). *** w07 15/3 págs. 5-6 ¿Qué logrará la venida de Cristo? *** En el caso de otros, fue el prejuicio lo que los hizo rechazar a Jesús. Por ejemplo, cuando él fue a enseñar a la sinagoga de su pueblo, Nazaret, la gente quedó atónita. Pero en vez de reconocer que era el Mesías prometido, se centraron en su origen. Preguntaron: “¿De dónde consiguió este hombre estas cosas? [...] Este es el carpintero, el hijo de María y el hermano de Santiago y de José y de Judas y de Simón, ¿no es verdad? Y sus hermanas están aquí con nosotros, ¿no es verdad?” (Mar. 6:1-3). Así es, debido al origen humilde de Jesús, despreciaron sus enseñanzas. ¿Y qué se puede decir de los líderes religiosos? Que la mayoría de ellos apenas prestaron atención a Jesús por razones parecidas (Juan 7:47-52). Además, le tenían envidia, pues recibía la atención constante de la gente (Mar. 15:10). Y no olvidemos la reacción negativa de muchos de ellos cuando Jesús puso al descubierto su hipocresía y falsedad (Mat. 23:13-36). Ellos optaron por permanecer en ignorancia, y Jesús los condenó por eso: “¡Ay de ustedes que están versados en la Ley, porque quitaron la llave del conocimiento; ustedes mismos no entraron [en el Reino], y a los que estaban entrando los estorbaron!” (Luc. 11:37-52). Jesús estuvo predicando las buenas nuevas en Israel por tres años y medio. Además, capacitó a decenas de sus discípulos para que efectuaran la misma obra (Luc. 9:1, 2; 10:1, 16, 17). Tanto Jesús como sus discípulos hicieron una labor tan buena que los fariseos se quejaron diciendo: “¡Miren! El mundo se ha ido tras él” (Juan 12:19). Como vemos, no es que los judíos no supieran absolutamente nada de Jesús. Lo que sucede es que, básicamente, quedaron en ignorancia acerca del papel que desempeñó Jesús como Mesías. Pudieron haber aprendido más de él y llegar a amarlo, pero no lo hicieron. Algunos hasta fueron cómplices de su asesinato. Por eso el apóstol Pedro les dijo a muchos de ellos: “Arrepiéntanse, por lo tanto, y vuélvanse para que sean borrados sus pecados, para que vengan tiempos de refrigerio de parte de la persona de Una restauración que nos beneficiará En cierta ocasión, el apóstol Pedro aludió a “la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo” (Hechos 3:21). Esta restauración incluye la transformación que sufrirá la Tierra durante el reinado de Cristo. Entre los profetas que Dios utilizó para hablar de “la restauración de todas las cosas” figura Isaías, que vivió en el siglo VIII antes de nuestra era. Isaías profetizó que Jesucristo, el “Príncipe de Paz”, devolvería la paz a la Tierra. Y tocante al gobierno de Cristo, escribió: “De la abundancia del regir principesco y de la paz no habrá fin” (Isaías 9:6, 7). Queda claro, pues, que Jesús educará en los caminos de la paz a sus súbditos, quienes “verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz” (Salmo 37:11). ¿Habrá pobreza y hambre bajo el reinado de Cristo? Isaías predijo: “Jehová de los ejércitos ciertamente hará para todos los pueblos, en esta montaña, un banquete de platos con mucho aceite, un banquete de vino mantenido sobre las heces, de platos con mucho aceite, llenos de médula, de vino mantenido sobre las heces, filtrado” (Isaías 25:6). Y el salmista cantó: “Llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia” (Salmo 72:16). Además, se dice que los hombres “ciertamente edificarán casas, y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto. No edificarán y otro lo ocupará; no plantarán y otro lo comerá. Porque como los días de un árbol serán los días de mi pueblo; y la obra de sus propias manos mis escogidos usarán a grado cabal” (Isaías 65:21, 22). Isaías también profetizó el fin de la enfermedad y la muerte. De hecho, puso por escrito esta promesa divina: “En aquel tiempo los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos mismos de los sordos serán destapados. En aquel tiempo el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo, y la lengua del mudo clamará con alegría” (Isaías 35:5, 6). Entonces, “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’” (Isaías 33:24). Dios “realmente se tragará a la muerte para siempre, y el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro” (Isaías 25:8). ¿Qué sucederá con todos los que descansan “en las tumbas conmemorativas”? (Juan 5:28, 29.) Isaías predijo: “Tus muertos vivirán [...;] se levantarán” (Isaías 26:19). Por lo tanto, quienes están dormidos en la muerte volverán a la vida. *** w90 1/6 pág. 13 ¡Jehová es nuestro Gobernante! *** Una curación y sus resultados Jehová apoyó a los seguidores de Jesús por medio de “señales” (3:1-10). Así, pues, resultó que mientras Pedro y Juan 15 8 entraban en el templo a las tres de la tarde para la hora de oración relacionada con el sacrificio de la tarde, un hombre que era cojo de nacimiento estuvo cerca de la Puerta Hermosa pidiendo “dádivas de misericordia”. Pedro dijo: ‘Plata y oro no poseo, pero lo que tengo te doy: ¡En el nombre de Jesucristo el Nazareno, anda!’. ¡El hombre se curó al instante! Cuando entró en el templo “andando y saltando y alabando a Dios”, la gente ‘quedó extática’. Puede que algunos hayan recordado las palabras: “El cojo trepará justamente como lo hace el ciervo”. (Isaías 35:6.) La gente, sorprendida, se reunió en la columnata de Salomón, un pórtico en el lado oriental del templo. Allí Pedro dio un testimonio (3:11-18). Mostró que Dios había facultado a los apóstoles para sanar al cojo mediante Su Siervo glorificado, Jesús. (Isaías 52:13–53:12.) Los judíos habían repudiado a “aquel santo y justo”; no obstante, Jehová lo había resucitado. Aunque la gente y sus gobernantes no sabían que estaban dando muerte al Mesías, Dios cumplió así las palabras proféticas de que “su Cristo sufriría”. (Daniel 9:26.) 16 Por el trato que habían dado al Mesías, Pedro mostró a los judíos lo que debían hacer (3:19-26). Tenían que ‘arrepentirse’ o sentir remordimiento por sus pecados, y ‘volverse’ o convertirse mediante tomar un derrotero contrario al anterior. Si ejercían fe en que Jesús era el Mesías y aceptaban el rescate, Jehová los refrescaría perdonándoles los pecados. (Romanos 5:6-11.) Pedro recordó a los judíos que ellos eran hijos del pacto que Dios había hecho con sus antepasados cuando dijo a Abrahán: “En tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra”. Por eso Dios primero envió a su Siervo Mesiánico para liberar a los judíos arrepentidos. Es interesante notar que desde que se ‘envió a Cristo’ en el poder del Reino celestial en 1914 ha habido una refrescante restauración de verdades y de la organización teocrática entre los testigos de Jehová. (Génesis 12:3; 18:18; 22:18.) 17 Capítulo 4 *** bt cap. 4 págs. 31-32 “Hombres iletrados y del vulgo” *** “No podemos dejar de hablar” (Hechos 4:1-22) El discurso de Pedro y los saltos y gritos del mendigo levantaron un buen revuelo. De ahí que el capitán del templo, cuya responsabilidad era velar por la seguridad en el recinto, saliera corriendo a ver qué ocurría. Con él fueron los principales sacerdotes, al parecer de la rica y políticamente influyente secta saducea, la cual se caracterizaba por su apoyo a Roma, su rechazo a la ley oral —muy distinto al apego que le tenían los fariseos— y sus burlas a la doctrina de la resurrección. ¡Cuánto les tuvo que molestar que Pedro y Juan estuviesen en el santuario, enseñando sin ningún temor que Jesús había resucitado! 9 10 Llenos de rabia, aquellos adversarios arrojaron a Pedro y Juan en la cárcel y al día siguiente los obligaron a comparecer ante el tribunal supremo judío. Para aquellos dirigentes elitistas, no eran más que un par de “hombres iletrados y del vulgo”, sin derecho a enseñar en el templo, ya que no habían estudiado en ninguna academia religiosa reconocida. Con todo, los jueces no pudieron menos que maravillarse de la franqueza y seguridad con que hablaban y de que fueran tan buenos maestros. ¿Por qué eran así? Entre otras razones, porque habían frecuentado la compañía de Jesús (Hech. 4:13). Él los había instruido con verdadera autoridad, y no como hacían los escribas (Mat. 7:28, 29). La corte de justicia ordenó a los apóstoles que cesaran de predicar de inmediato. Y en aquella sociedad, esa orden tenía mucho peso. No olvidemos que, tan solo unas semanas atrás, ese mismo cuerpo de magistrados había dictaminado lo siguiente en el caso de Jesús: “Merece la muerte” (Mat. 26:5966, Biblia Traducción Interconfesional). Aun así, Pedro y Juan no se dejaron intimidar. Delante de todos esos hombres ricos, cultos e influyentes, declararon sin miedo, pero con respeto: “Si es justo a [la] vista de Dios escucharles a ustedes más bien que a Dios, júzguenlo ustedes mismos. Pero en cuanto a nosotros, no podemos dejar de hablar de las cosas que hemos visto y oído” (Hech. 4:19, 20). 11 ¿Qué hay de nosotros? ¿Demostramos el mismo arrojo? Por ejemplo, ¿cómo nos sentimos al dar testimonio a las personas más ricas, cultas e influyentes de la localidad, o cuando los parientes o los compañeros de estudios o de trabajo se burlan de nuestra fe? ¿Nos acobardamos? Si así es, podemos superar nuestros temores. Cuando estuvo en la Tierra, Jesús enseñó a los doce a defender su fe con seguridad y respeto (Mat. 10:11-18). Y después de su resurrección, prometió a sus discípulos que estaría con ellos “todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas” (Mat. 28:20). Hoy, bajo la dirección de Cristo, el esclavo fiel y discreto nos enseña a defender nuestras creencias (Mat. 24:45-47; 1 Ped. 3:15). Lo hace valiéndose de reuniones como la Escuela del Ministerio Teocrático y de publicaciones bíblicas como Razonamiento a partir de las Escrituras. Debemos dar buen uso a estos recursos. De este modo estaremos más convencidos de nuestra fe y seremos más animosos. Al igual que los apóstoles, no dejaremos que nada ni nadie nos impida hablar de las maravillosas verdades espirituales que hemos visto y oído. 12 *** w11 15/8 págs. 12-13 párr. 4 Hallaron al Mesías *** cerraran los ojos a la evidencia: “Fue despreciado [...] como [si fuera] de ninguna importancia” (Isa. 53:3; Mar. 9:12). No obstante, el salmista había indicado por inspiración: “La piedra que los edificadores rechazaron ha llegado a ser cabeza del ángulo. Esto ha venido a ser de parte de Jehová” (Sal. 118:22, 23). Jesús se aplicó a sí mismo estas palabras cuando habló con sus enemigos, y Pedro también reconoció que se cumplían en Cristo (Mar. 12:10, 11; Hech. 4:8-11). Ciertamente, el Hijo de Dios se convirtió en la “piedra angular de fundamento”, o sea, la base sobre la que se construiría la congregación de cristianos ungidos. Esta piedra fue “rechazada, es verdad, por los hombres [incrédulos], pero [resultó] escogida, preciosa, para con Dios” (1 Ped. 2:4-6). 9 *** it-2 pág. 88 Jesucristo *** “Agente Principal de la vida.” Por bondad inmerecida de su Padre, Cristo Jesús entregó su vida humana perfecta en sacrificio, lo que hizo posible que sus seguidores escogidos pudiesen estar en unión con él reinando en el cielo y que hubiera súbditos terrestres de dicho Reino. (Mt 6:10; Jn 3:16; Ef 1:7; Heb 2:5; véase RESCATE.) De este modo llegó a ser el “Agente Principal [“Príncipe”, ENP; Ga; NC, 1981; Besson; “Caudillo”, BC] de la vida” para toda la humanidad. (Hch 3:15.) El término griego que se usa en este pasaje significa básicamente “caudillo principal”, y es una palabra emparentada con la que se aplicó a Moisés (Hch 7:27, 35) en su papel de “gobernante” de Israel. Por tanto, en su función de “caudillo principal” o “pionero de la Vida” (Moffat [en inglés]), Jesús introdujo un elemento nuevo y esencial para conseguir la vida eterna: su papel de intermediario o mediador, que también lo desempeña en sentido administrativo. Es el Sumo Sacerdote de Dios que puede limpiar por completo del pecado y liberar de los efectos mortíferos de este (Heb 3:1, 2; 4:14; 7:23-25; 8:1-3); es el Juez nombrado en cuyas manos se encomienda todo juicio, de modo que administra con prudencia los beneficios de su rescate a las personas de la humanidad que merezcan vivir bajo su gobernación (Jn 5:22-27; Hch 10:42, 43); mediante él también se consigue la resurrección de los muertos. (Jn 5:28, 29; 6:39, 40.) Debido a que Jehová Dios quiso utilizar así a su Hijo, “no hay salvación en ningún otro, porque no hay otro nombre debajo del cielo que se haya dado entre los hombres mediante el cual tengamos que ser salvos”. (Hch 4:12; compárese con 1Jn 5:11-13.) Como su “nombre” también abarca este aspecto de la autoridad de Jesús, mediante él sus discípulos, en calidad de representantes del Agente Principal de la vida, podían curar a personas de sus enfermedades ocasionadas por el pecado heredado e incluso podían levantar a los muertos. (Hch 3:6, 15, 16; 4:7-11; 9:36-41; 20:7-12.) *** w08 15/5 págs. 30-31 Puntos sobresalientes del libro de Hechos *** 4:13. ¿Eran Pedro y Juan hombres analfabetos y sin instrucción? No, no lo eran. Se les llamó “iletrados y del vulgo” porque no habían asistido a las escuelas rabínicas para recibir formación religiosa. *** w04 15/7 pág. 17 El “decreto de Jehová” no falla *** El Rey triunfante de Jehová Los primeros cristianos vincularon las palabras de Salmo 2:1, 2 con Jesús. Mientras se les perseguía por su fe, oraron: “Señor Soberano [Jehová], tú eres Aquel que hizo el cielo y la tierra y el mar y todas las cosas que hay en ellos, y que por espíritu santo dijiste por boca de nuestro antepasado David, tu siervo: ‘¿Por qué se pusieron tumultuosas las naciones, y los pueblos 7 meditaron cosas vacías? Los reyes de la tierra tomaron su posición y los gobernantes se reunieron en masa como uno solo contra Jehová y contra su ungido’. De veras, pues, tanto Herodes [Antipas] como Poncio Pilato con hombres de naciones y con pueblos de Israel realmente fueron reunidos en esta ciudad contra tu santo siervo Jesús, a quien tú ungiste” (Hechos 4:24-27; Lucas 23:1-12). En efecto, en el siglo primero hubo una conspiración en contra del siervo ungido de Dios, Jesús. Sin embargo, este salmo tendría otro cumplimiento centurias después. Cuando el antiguo Israel tenía un rey humano (por ejemplo, David), las naciones paganas y sus gobernantes se reunieron contra Dios y su ungido entronizado. Pero ¿y en la actualidad? Las naciones de hoy no quieren acatar los mandatos de Jehová y del Mesías; de ahí que se les represente diciendo: “¡Rompamos sus ataduras y echemos de nosotros sus cuerdas!” (Salmo 2:3). Las naciones y sus dirigentes rechazan cualquier restricción que Jehová y su Ungido les impongan; pero, de más está decir, será inútil todo intento de romper tales ataduras y soltarse de sus cuerdas. 8 *** w90 1/6 pág. 14 ¡Jehová es nuestro Gobernante! *** ¡Se les contestan las oraciones! Tal como los testigos de Jehová oran en sus reuniones, así los discípulos oraron cuando los apóstoles, puestos en libertad, informaron lo que les había sucedido (4:23-31). Señalaron que los gobernantes Herodes Antipas y Poncio Pilato, junto con los romanos gentiles y el pueblo de Israel, se habían reunido contra el Mesías. (Salmo 2:1, 2; Lucas 23:1-12.) Jehová contestó aquella oración llenando de espíritu santo a los discípulos, de modo que hablaban con denuedo la palabra de Dios. Ellos no pidieron a su Gobernante que pusiera fin a la persecución, sino que los capacitara para predicar con denuedo a pesar de ella. 20 Los creyentes continuaban teniéndolo todo en común, y ninguno estaba necesitado (4:32-37). Uno de los contribuyentes fue el levita José de Chipre. Los apóstoles le dieron el sobrenombre de Bernabé, que significa “Hijo del Consuelo”, probablemente porque era servicial y afectuoso. Todos, sin duda, queremos ser así. (Hechos 11:22-24.) 21 *** w08 15/5 pág. 31 Puntos sobresalientes del libro de Hechos *** 4:36–5:11. José de Chipre recibió el sobrenombre de Bernabé, que significa “Hijo del Consuelo”. Los apóstoles tal vez lo llamaron así porque era afectuoso, amable y servicial. Debemos ser como él, y no como Ananías y Safira, quienes recurrieron al fingimiento, la hipocresía y el engaño. *** w98 15/4 págs. 20-21 Bernabé, el “Hijo del Consuelo” *** Bernabé, el “Hijo del Consuelo” ¿CUÁNDO fue la última vez que un amigo lo consoló? ¿Se acuerda de la última vez que usted consoló a alguien? De vez en cuando todos necesitamos estímulo, y nos sentimos muy agradecidos a quienes lo dan con amor. Consolar implica 10 dedicar tiempo a escuchar, a comprender y a ayudar. ¿Está usted dispuesto a ello? Alguien que demostró esa disposición de forma ejemplar fue Bernabé, “un varón bueno y lleno de espíritu santo y de fe” (Hechos 11:24). ¿Por qué pudieron decirse de Bernabé tales palabras? ¿Qué había hecho para merecer ese elogio? Un ayudante generoso Su verdadero nombre era José, pero los apóstoles le dieron un sobrenombre descriptivo mucho más acorde con su carácter: Bernabé, que significa “Hijo del Consuelo” (Hechos 4:36). Hacía muy poco que la congregación cristiana se había establecido. Algunos creen que Bernabé se había hecho discípulo de Jesús con anterioridad (Lucas 10:1, 2). Sea como fuere, el caso es que este hombre contaba con el reconocimiento de los discípulos. Poco después de Pentecostés de 33 E.C., Bernabé, que era un levita de Chipre, vendió voluntariamente cierto terreno y entregó el dinero a los apóstoles. ¿Por qué hizo aquello? El registro de Hechos nos indica que entre los cristianos de Jerusalén de ese entonces “se efectuaba distribución a cada uno, según tuviera necesidad”. Es evidente que Bernabé vio que existía una necesidad, y bondadosamente hizo algo al respecto (Hechos 4:34-37). Puede que fuera un hombre de cierta solvencia, pero no se retrajo de dar tanto de sus haberes materiales como de sí mismo para fomentar los intereses del Reino. “Dondequiera que Bernabé hallaba personas o situaciones que requerían ánimo, daba todo el que podía”, señala el biblista F. F. Bruce. Esa disposición se hace patente en el segundo episodio en que aparece. ¿Qué actitud reflejada en Hechos 2:44-47 y 4:34, 35 hacemos bien en imitar los cristianos de hoy? [10 de jun., w08 15/5 pág. 30 párr. 5.] w08 15/5 pág. 30 Puntos sobresalientes del libro de Hechos Respuestas a preguntas bíblicas: 2:44-47; 4:34, 35. ¿Por qué vendieron los creyentes sus posesiones y distribuyeron el producto de sus ganancias? Muchos de los que se hicieron creyentes habían venido de lugares lejanos y no tenían suficientes provisiones para alargar su estadía en Jerusalén. Sin embargo, deseaban quedarse más tiempo allí para seguir aprendiendo acerca de su nueva fe y dar testimonio. A fin de ayudarlos, algunos cristianos vendieron sus propiedades y distribuyeron los fondos a los necesitados. Fuente Watchtower library 2012. Mi comentario de 30 segundos: Hacia el año 36 E.C., Saulo de Tarso (el futuro apóstol Pablo), ya cristiano para entonces, intentaba comunicarse con la congregación de Jerusalén, “pero todos le tenían miedo, porque no creían que fuera discípulo”. ¿Cómo podía Saulo convencer a la congregación de que su conversión era auténtica y no una simple estratagema para seguir persiguiéndola? “Bernabé vino en socorro de él y lo condujo a los apóstoles.” (Hechos 9:26, 27; Gálatas 1:13, 18, 19.) No se nos dice por qué Bernabé confió en Saulo. En cualquier caso, el “Hijo del Consuelo” hizo honor a su sobrenombre al escucharle y ayudarle a salir de un aprieto sin solución aparente. Aunque luego Saulo regresó a su Tarso natal, se había trabado una amistad entre los dos hombres. En años subsiguientes, aquello tendría importantes consecuencias (Hechos 9:30). ------------------------------------------- 11