Autoritarismo y Totalitarismo en la Europa de Entreguerras

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TEMA 13: AUTORITARISMO Y TOTALITARISMO EN LA EUROPA DE ENTREGUERRAS.
13.1.− La postguerra italiana y los orígenes del fascismo.
Italia después de la 1ª Guerra Mundial estaba empeñada con EE.UU. y Gran Bretaña. Mientras sucede un
reajuste en las fábricas, están paradas lo que produce paro y la inflación es inalcanzable lo que da un ambiente
de malestar tremendo y se le echa la culpa al gobierno y como es moderado la gente se tira a los extremos,
creciendo el partido socialista, donde sucede una escisión, se separaron los socialistas revisionistas y los
comunistas. Éstos crecieron mucho e Italia pensaba que le habían tomado el pelo y no les compensaba lo que
había ganado en la guerra. Ganaron Tristia, Trentino y Trieste y algunos puntos en el mar Adriático, fue
cuando surgió en el nacionalismo el odio a los antiguos compañeros.
Los tratados de paz de 1919 no habían concedido a Italia todo lo que los aliados le prometieron en 1915 para
lograr que participara en la guerra. La sensación de frustración por lo que los italianos consideraban una
victoria mutilada despertó la indignación de los nacionalistas. En este ambiente de exaltado nacionalismo, los
arditti, jóvenes excombatientes ultranacionalistas, dirigidos por el poeta Gabriele D'Annunzio ocupan la
ciudad de Fiume, en 1919. Pero tienen que abandonarla al aplicar los aliados el principio wilsoniano de la
autodeterminación (Tratado de Rapallo de 1921).
Además del descontento por los tratados de paz, tres hechos sobresalen en la crítica situación interna de Italia
tras la guerra:
• La grave crisis inflacionista que sume a la economía italiana, sobre todo, a raíz de la crisis de reconversión
de 1920−1921 en graves dificultades: cierre de industrias improvisadas durante la guerra, alza del coste de
la vida y elevado número de parados.
• La crisis económica se complica por la agitación social que tiene su origen tanto en la movilización y
ocupación de fábricas por los obreros ante la angustia del paro y la inflación.
• La sucesión de crisis ministeriales.
Paralelamente, los partidos políticos preocupados por sus luchas internas no
reparan en la peligrosidad del naciente fascismo.
El Partido Socialista se halla dividido.
13.2.− Mussolini y la destrucción de la democracia en Italia.
Para comprender el fascismo hay que conocer la personalidad de Mussolini. Su
padre era socialista y le puso de nombre Benito por el socialista Benito Juárez, estudió magisterio pero fue un
desastre.
Ingresa en el Partido Socialista en 1900 y dirige su periódico Avanti hasta ser
expulsado del partido al apoyar la intervención de Italia en la guerra. Tras romper con los socialistas, funda su
propio periódico Il Popolo d'Italia.
En marzo de 1919 funda en Milán los fasci italiani di combattimento. Su núcleo principal lo forman
excombatientes, socialistas renegados, anarcosindicalistas, cuyo denominador común es el extremismo y la
vilencia. Los fascios era un partido paramilitar: no tienen nada que ver con el ejército.
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Las ocupaciones de fábricas en el norte de Italia que el gobierno de Unión Nacional de Giolitti es incapaz de
evitar, son contestadas ya por una ofensiva fascista que se extiende por toda Italia. Así, en octubre de 1920,
comienza la ascensión del fascismo a pesar de que en las elecciones sacan pocos escaños.
Giolitti dimite. Hasta octubre de 1922 se suceden varios gobiernos inestables lo que envalentona a Mussolini
y a los fascistas cuyas acciones se realizan, en ocasiones, con material cedido por el ejército. Por su parte, la
policía y la justicia se muestran benevolentes con la violencia fascista que encuentra la simpatía cuando no el
apoyo de terratenientes e industriales ante el temor de una revolución de izquierdas.
Hay una huelga general el 1 de agosto de 1922. Los fascistas por medio de su plana mayor lanzan un
ultimátum al gobierno y a los huelguistas, mientras el sindicato fascista crece. La cosa estaba para un Golpe
de Estado.
La enérgica actuación de los fascistas les presenta ante buena parte de la sociedad italiana como defensores
del orden. En octubre de 1922 se reúne el Consejo del P.N.F. (Partido Nacional Fascista) en Nápoles y
comienzan los preparativos de la marcha a Roma, dirigida por los cuatro símbolos de los apoyos iniciales del
fascismo: el Ejército, los propietarios rurales, los escuadristas y el sindicato fascista. Su objetivo es convencer
al Rey para que acepte que Mussolini forme gobierno.
Víctor Manuel III, impresionado por la movilización fascista, poco proclive al parlamentarismo, temeroso de
los socialistas y receloso, por la tradición familiar del Resorgimento, de los popolari, le pareció que recurrir a
Mussolini podría ser una buena solución. Además, la presión de la patronal italiana −cofindustria− y del
Ejército que expuso su temor a una guerra civil, le llevaron a no sancionar el estado de sitio que le reclamaba
el primer ministro Facta. Facta y su gobierno luego dimitirían.
El 29 de octubre, el Rey decide confiar a Mussolini la formación de un nuevo gobierno. Éste actúa hábilmente
dando cuatro carteras ministeriales a los popolari, mientras que los fascistas ocupan tan sólo dos carteras
−Justicia y Finanzas−.
−El fascismo en el poder.
Mussolini para asegurarse la mayoría, hace una nueva ley electoral por la que la lista del partido que
consiguiese una mayoría relativa del 25% de los sufragios se le atribuían dos tercios de los escaños, así que
Mussolini sacó el 65% de los escaños.
Pero la oposición debilitada era aún fuerte para dejar oir su voz y la libertad de prensa pervivía. Mateotti,
secretario del grupo parlamentario socialista, con una documentación irreprochable, denuncia las graves
violencias fascistas contra la libertad de voto en las elecciones de 1924 y exige su anulación. A pesar de las
sospechas, el Gobierno niega su implicación. El affaire Mateotti pudo haber puesta fin a la dictadura fascista.
La oposición hace una llamada a la nación y reclama al Rey la aclaración de los sucedido, la vuelta a las
normas constitucionales y la abolición de la milicia fascista. Una vez más Víctor Manuel antepone sus
temores al bolchevismo, al interés de la justicia y la salvación del estado democrático.
· El abandono de la Cámara por parte de la mayoría de los diputados de la oposición −retirada del Aventino−,
con la pretensión de que el Rey destituyera a Mussolini pone en manos de los fascistas las instituciones. A
partir de 1925, da comienzo ya la institucionalización del Estado totalitario en su fase ascendente
(1926−1936). Mussolini anuncia su propósito de fascistizar Italia y recibe de una Cámara en manos de los
fascistas poderes muy concentrados.
Eliminada la oposición, suprimida la libertad de prensa y de reunión, comienza la represión y persecución
−con registros domiciliarios− de los políticos no fascistas. En 1926 los poderes legislativos del Duce son
ampliados y legisla mediante decretos−leyes al margen de la Cámara. El mismo año establece la Ley de
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defensa del Estado y crea un Tribunal especial para juzgar delitos políticos y una nueva policía, la OVRA
(Organización para la Vigilancia y la Represión del Antifascismo).
El Partido Fascista, a pesar de que incrementa su influencia, es despojado de poder político y reducido a mero
órgano burocrático de propaganda y encuadramiento de masas. El poder reside sólo en el Duce, asistido por el
Gran Consejo Fascista que, desde 1928, es el órgano constitucional supremo y el que decide la composición
de la Cámara de diputados. El Gran Consejo Fascista recibe el derecho de nombrar sucesor al Duce y aunque
supeditado a él, en 1943 le derrocó.
Simultáneamente a la instauración del Estado totalitario que aspira a controlar todas las organizaciones
sociales bajo el principio de la colaboración de clases, se establece el sistema corporativo.
Con la Carta del Trabajo (1927) quedaba formado el Estado corporativo, regulador y legislador único de la
actividad económica, subordinando la iniciativa privada al interés general. En su seno, las corporaciones
unificaban a los representantes de la empresa y de los sindicatos para supuestamente organizar la economía,
pero esto era una simple fachada para el creciente intervensionismo autoritario del Estado fascista en la
economía.
En el plano educativo y cultural, el fascismo trata de extender sus brazos. La reforma escolar de Gentile en
1923 acentúa la orientación cultural greco−latina, dejando en segundo término los aspectos técnicos.
Además de la fascistización de las instituciones políticas y de la economía, y de la identificación Estado−PNF
y del control de la enseñanza, se regula el ocio de los niños y jóvenes encuadrándoles en las organizaciones
fascistas (Balillas y grupos Universitarios Fascistas) y de los adultos (Opera Nazionale Dopolavoro).
La conciliación con la Santa Sede, los Pactos de Letrán (1929), dan prestigio al fascismo. La situación de no
reconocimiento del Estado italiano por la iglesia católica se remonta a la llamada cuestión romana en 1870. El
Tratado reconoce ahora la soberanía del Papa sobre la ciudad del Vaticano y se le indemniza por la pérdida de
los Estados de la Iglesia. No obstante, se fue abriendo un foso entre las tendencias autoritarias del Duce y la
Iglesia en las cuestiones de familia, enseñanza y religión. La encíclica Non abbiamo bisogno de Pio XI critica
duramente al fascismo. A pesar de ello, desde 1931 se llega a un compromiso y las relaciones son concretas.
El Estado totalitario−corporativo italiano inaugura la política intervensionista en la economía. A raíz de la
crisis de 1929 se emprende un programa de autarquía y de relanzamiento de la industria militar. En el camino
hacia la puesta en práctica de la autarquía nos encontramos con tres fases:
• La primera pretende la reducción de las importaciones, el fortalecimiento de la moneda y el aumento de la
producción. Se acomete lo que el propio Mussolini denominó las grandes batallas. La del trigo es una de las
más significativas. Se trataba de evitar las importaciones aumentando la producción, mediante la extensión
de las zonas cultivadas. La batallas de la lira consistía en revaluarla, lo que resultaría negativo para las
industrias de exportación y los trabajadores. Por último, las grandes obras públicas que, además de
contribuir a la exaltación del régimen, modernizaron las comunicaciones y una política urbanística de
arquitectura colosal.
• En la segunda fase, a partir de 1932−1933, con la presión de la crisis mundial, la intervención se hace más
directa.
• La tercera fase. A raíz de las sanciones impuestas a Italia por la invasión de Abisinia (Etiopía).
13.3.− La república de Weimar: dificultades políticas y económicas.
• El difícil nacimiento de la república de Weimar.
1918: a la derrota en la 1ª Guerra Mundial se une la caída del poder imperial que abre una nueva etapa, la cual
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debía ser la democracia. Ésta encuentra dos problemas:
1− Difícil situación económica en la postguerra.
2− Lucha interior contra el impulso revolucionario.
B) Orígenes y fracaso del movimiento revolucionario (1918−1919).
La revolución estalla en un principio sin motivos políticos, que se unen cuando
se proclama la República en Berlín.
Surgen tendencias contraria respecto al régimen que debía salir con la revolución:
• Ebert (socialista revisionista y judío, Hitler le tomó manía) y los socialistas moderados: régimen creado por
el gobierno.
• Izquierda: dictadura del proletariado mediante consejos de obreros y soviets elegidos por el pueblo
trabajador. El aislamiento de este grupo hace fracasar la revolución.
La medida del gobierno de Ebert permiten acabar con la revolución.
• Institucionalización del nuevo régimen.
1− Elecciones y 1º gobierno.
Se celebran las elecciones para la Asamblea Constituyente, triunfan el partido
del centro, los social−demócratas y los demócratas que forman la coalición de Weimar aunque mantienen la
independencia de programas y líderes.
−El centro: partido de procedencia social con creencias católicas.
−Social−demócrata (D.D.P.): burgueses defensores del parlamentarismo. Fuera de la coalición, en el ala
izquierda, socialistas independientes y partido comunista; en el ala derecha: partido populista y partido de la
monarquía al igual que el grupo conservador del partido nacional alemán.
El partido nazi no interviene en las elecciones.
Triunfa Ebert como presidente de la República.
2− La constitución de Weimar.
Resultó ser un modelo de contradicciones, lo que la llevó al fracaso.
Características:
−El estado es una democracia parlamentaria. El poder político emana del pueblo.
−Reconocimiento de derechos individuales tradicionales y de los derechos sociales.
−El Estado tendrá una estructura federal.
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−Dos cámaras: Reichstag o cámara baja (legisla, aprueba el presupuesto del Estado y controla al gobierno) y
Reichsrat o cámara alta (representa a los estados miembros de la federación).
−El presidente de la República, elegido por sufragio universal goza de amplios poderes: disolver el Reichstag,
nombra al canciller y a los ministros, etc... Esto muestra dos expresiones de soberanía popular que son
independientes y puede entrar en conflicto.
La fragilidad del régimen se muestra en la naturaleza de la constitución. Esta debilidad de la estructura y del
parlamentarismo fue aprovechada por el partido nazi.
13.4.− Ascenso y triunfo del nacionalsocialismo.
−El surgimiento del nacionalsocialismo:
Enero de 1919 se funde el Partido Obrero Alemán (DAP). Meses después Hitler se afilia al partido al que en
1920 se incorporan los nazis de Munich. En el mismo año, ya bajo la influencia notable de Hitler, se aprueba
el programa de 25 puntos y el partido pasa a denominarse Partido Obrero Nacionalsocialista Alemán
(NSDAP) o abreviadamente nazi.
A semejanza del fascismo italiano aboga por un Estado nacional fuerte que reconcilie a todas las clases
sociales y suprima la lucha de clases mediante un socialismo nacional con ciertos elementos anticapitalistas
que atraigan a las clases medias. Sin embargo, el nacionalsocialismo tiene como idea motriz la preservación
de la pureza racial (la aria) y la extirpación de los enemigos de Alemania: los demócratas, los marxistas y los
judíos. Asimismo, rechaza los Tratados de Versalles y de Saint−Germain; persigue la unión de todos los
alemanes en una Gran Alemania dotada de un espacio vital para el desenvolvimiento del pueblo alemán y
también el proyecto Anchluss para unir Austria y Alemania. Fracasado el intento de golpe de Estado (el
putsch de la cervecería), Hitler escribe en prisión su libro−programa Mi lucha (Mein Kampf). Al salir de la
cárcel militar a finales de 1924, prepara de forma metódica la conquista del poder. Reconstituye el partido, le
impone una férrea disciplina y le dota de una gran capacidad propagandística. La burguesía empieza a
financiarle y dijo que no quería ningún punto socialista y las ideas socialistas las dejaron en nada. Tenía un
problema, fundó las S.A. y cuando salió se encontró con su jefe, Strasser, que tenía dos ideas: aferrarse a los
puntos socialistas y querer que cuando ganara el partido los homologasen y fundasen con el ejército. Estas
ideas eran contrarias a Hitler.
Así que iba a fundar otro grupo para acabar con la S.A. y fundó las S.S. cuyo jefe era Wille Zur Match. En las
primera elecciones los nazis sacaron muy poco.
Los extremos no se comían ni una rosca. Los años 1924−1928 confieren cierta estabilidad. La situación de la
República mejora tanto en el interior −estabilización del marco, plan Dawes que hizo para lograr los pagos
(obra de Dawes), evacuación del Ruhr, reactivación económica− como en el exterior− reconciliación
franco−alemana, pacto de Locarno, ingreso en la SDN−.
El régimen democrático parecía apuntalado bajo los gobiernos moderados −Centro católico y
socialdemócratas−. En 1929 sucede el crack de Wall Street.
En 1931, la crisis económica está en su apogeo, producto del crack, y el espectro del paro y del hambre se
cierne sobre Alemania.
Se presenta Hitler como candidato a la presidencia de la República en 1932, frente al mariscal Von
Hindenburg, presidente de la misma desde la muerte de Ebert en 1925. Resulta elegido Hindenburg frente a la
candidatura de Hitler.
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Las batallas callejeras entre las organizaciones paramilitares de los nazis (SA y SS), de los nacionalistas y de
los comunistas se suceden.
El 30 de enero de 1933, Hindenburg bajo la presión de sus más íntimos consejeros, nombra canciller a Hitler
que forma un gobierno de todas las fuerzas políticas que le han apoyado y en el sólo hay dos ministros nazis,
Goering y Frick.
Con insultada rapidez Hitler implanta, desde la legalidad, su dictadura totalitaria, entre febrero de 1933 y
agosto de 1934. Aprovechando el famoso incendio del Reichstag (cámara baja) −falsamente atribuido a un
complot comunista− en febrero de 1933, suspende las garantías constitucionales. Por la Ley de Defensa del
Pueblo y del Estado, el poder legislativo es asumido por el ejecutivo.
Hitler forma un gobierno más homogéneo e incorpora a Goebbels al nuevo Ministerio para la Educación del
Pueblo y la Propaganda y con él controlar los medios de comunicación y galvanizar al pueblo alemán según
sus directrices. Días más tarde, por la Ley de Reorganización de la Burocracia quedan excluidos de la
administración los que nos sean adictos al régimen y los no arios. Se suspenden las autonomías de los Estados
(Länder) y por la Ley de Unificación son prohibidos los partidos políticos y los sindicatos, y el NSDAP se
convierte en el partido único del Reich.
En agosto de 1933, Hitler anuncia el nacimiento del Tercer Reich y simultáneamente Alemania abandonará la
SDN.
En enero de 1934, Hitler queda autorizado a modificar la Constitución y, finalmente, a la muerte de
Hindenburg en agosto de 1934, respaldado por los círculos industriales y el ejército y con un Reichstag con
representantes nazis, asocia a su persona la Chancillería y la presidencia del Reich. El Estado totalitario se
hallaba firmemente asentado.
A partir de este momento, la influencia del nazismo se afianza entre todas las clases sociales. El ejército,
remiso al principio a los nazis, consintió a los deseos del Führer tras la noche de los cuchillos largos. En esa
noche, la vieja tirantez de la SA y el mando del partido, y entre las SA y el ejército, se resolvió cuando Hitler
dispuso el fusilamiento de Roehm y otros jefes de las SA. Los viejos adversarios de Hitler son asesinados,
arrancando de cuajo toda oposición. El ejército, cómplice de los acontecimientos, se convierte en uno de los
puntales del totalitarismo hitleriano.
En abril de 1933, la creación de la GESTAPO (Policía Secreta del Estado, mandada por Himmler) completa
los resortes del control ideológico. La policía nazi de hacer de la educación un instrumento de su dominación
totalitaria se plasma en la manipulación de asignaturas que convenientemente resaltan los valores étnicos y
militares.
Durante 1938, estando ya funcionando en secreto los campos de concentración para reeducar a los
descarriados, se agudiza la política antisemita iniciada con las leyes de Nuremberg. En la noche de cristal se
acusa a los judíos de haber asesinado a un miembro de la embajada alemana, se destruyen 280 sinagogas y se
detienen a más de 20.000 judíos. Hasta 1944 se calcula que de 5 a 7 millones de hombres, mujeres y niños
judíos son asesinados en masa.
Mientras que en la Italia fascista continúa la monarquía junto al régimen del Duce −con la posibilidad,
realizada en 1943, de la destitución de Mussolini−, en Alemania, tras abolirse la doble jefatura del Estado, se
implanta una dictadura unitaria y omnipotente.
El éxito económico nazi en el aumento de la producción y la práctica desaparición del paro que en 1933
ascendía a casi 6 millones, supone la consolidación definitiva del nazismo y hace olvidar al pueblo alemán los
sacrificios impuestos por la política de autarquía y de rearme y obras públicas.
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El esfuerzo del régimen nazi va dirigido a mantener un capitalismo controlado por el Estado pero sin ninguna
pretensión de socialización.
13.5.− Rasgos comunes, del fascismo y el nazismo.
A diferencia del liberalismo y del marxismo que cuentan con una coherente exposición de principios
ideológicos, las doctrinas del fascismo y del nazismo se configuran a la par que estos movimientos surgen con
el propósito de alcanzar el poder y establecer su sistema de dominación. No hay doctrina.
Una primera característica es su exaltación del Estado, de un Estado omnipotente o totalitario.
A ello, el nacionalsocialismo o nazismo agrega la configuración de un Estado sustentado en supuestos étnicos
y racistas. Por ello, el fin supremo del Estado nazi es la preservación de la pureza racial, la que justifica la
política racista y antisemita del Tercer Reich. Antiparlamentarismo bajo la dirección de un jefe o caudillo
−Duce (Mussolini), Führer (Hitler)− dotado de un poder carismático y capaz de crear por sí sólo la voluntad
nacional y de dirigirla en beneficio de la colectividad insustituible.
Su odio febril a la democracia y a sus manifestaciones más comunes, la libertad y la igualdad políticas.
Así frente a la falacia de la igualdad democrática, exhiben como ideal la dicotomía superiores−inferiores. En
el código social fascista el hombre es superior a la mujer, el militar al civil, el miembro del partido al que no
lo es, etc.
Se halla un imperialismo militarista.
El dogmatismo de las ideas y las intolerancia fundamentan la fe ciega en el caudillo.
Utilizan los símbolos y los nuevos medios de propaganda de masas.
Existe un partido único.
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