Presentación temática Derecho a la vida, aborto y eutanasia 1 Prof

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Presentación temática
Derecho a la vida, aborto y eutanasia
DERECHO A LA VIDA
ABORTO Y EUTANASIA
1. EL DERECHO A LA VIDA.
De acuerdo a las concepciones doctrinarias más recibidas, el derecho a la vida es
el punto de partida de los demás derechos humanos.
Como se desprende de la Declaración Internacional de Derechos del Hombre:
“El derecho a la vida es la condición, y por así decir, la base de todos los
demás derechos. Es la condición indispensable para que existan aquellos
derechos por la sencilla razón de que es el derecho humano mínimo. Está
inseparablemente unido a la existencia del hombre; pero vivir es algo más que
existir simplemente, y es, por consiguiente, el derecho que hace concretos
todos los demás derechos, y que señala el grado de bienestar que el hombre
puede alcanzar. Todos los derechos se derivan de algún modo de la naturaleza
del hombre, y por ello, puesto que el hombre depende del hombre, del grado de
desarrollo alcanzado por el grupo social y político en que participa.”
No tendría objeto garantizar los demás derechos si no se reconociera y
garantizara previamente el derecho a la vida.
Cuando nos referimos a los derechos estamos hablando de los derechos
humanos, individuales, naturales o fundamentales del hombre, según cual sea la
denominación que adoptemos.
Se trata de aquellos derechos inherentes al ser humano que, por insitos a
dicha condición comprometen no sólo su reconocimiento por parte del Estado y la
sociedad toda, sino también su preservación y la garantía de su existencia y
funcionamiento pleno.
Tal como se sostiene en el Diccionario
supervisado por Torcuato di Tella:
de Ciencias Sociales y Políticas
“Todos los derechos resultan así ordenados y mediatizados por ese derecho
fundante y central, interpretado como garantía posible de los demás. En tal
jerarquización, el movimiento de derechos humanos puso el derecho a la vida
humana inmediata como central, con relación al cual los otros derechos
humanos aparecen como relativos.”
Es importante destacar que, cuando nos referimos a la vida, estamos frente a una
concepción abarcativa que sobrepasa lo puramente cronológico, extendiéndose a lo
contextual, en cuanto involucra las condiciones en que la misma transcurre. De ahí la
expresión “goce de” que utilizan las disposiciones normativas.
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2. EL DERECHO A LA VIDA EN NUESTRA CONSTITUCIÓN.
Nuestro sistema jurídico reconoce el derecho a la vida en preceptos
constitucionales y lo protege en disposiciones de igual rango, así como de rango legal.
El punto de partida está recogido en el artículo 7º de la Constitución de la
República:
“Los habitantes de la República tienen derecho a ser protegidos en el goce de
su vida, honor, libertad, seguridad, trabajo y propiedad. Nadie puede ser
privado de estos derechos sino conforme a las leyes que se establecen por
razones de interés general.”
Leemos claramente en la norma mencionada que se utiliza la expresión “goce
de” a la que hacíamos referencia hace un momento.
El análisis de esta disposición nos conduce a una doble consideración respecto a
la vida:
•
•
El concepto de vida propiamente dicho.
El alcance de la expresión “goce de” la vida.
3. VIDA.
En el Diccionario Enciclopédico de la Lengua Española
siguiente concepto:
encontramos el
“Intervalo de tiempo que transcurre desde el nacimiento de un animal o
vegetal hasta su muerte. Duración de las cosas.
Partiendo de este concepto, podemos sostener que es esencial que las distintas
normas, tanto de derecho interno como internacional, al reconocer la vida como un
derecho, le den el carácter de esencial.
Es un derecho básico en la medida que se trata de un supuesto indispensable
para la posibilidad de ejercicio de cualquier otro de los derechos.
Al decir del Dr. José Korzeniak “Desde el punto de vista biológico, el derecho
a la vida supone el derecho a nacer, el derecho a existir y el derecho a sobrevivir”.
Por su parte, el Dr. Jiménez de Aréchaga encara el análisis del derecho a la vida
con tal amplitud que le permite sostener que no se trata simplemente del derecho a vivir,
sino de vivir en determinadas condiciones aceptables. Por esa razón entiende que
constituyen la regulación del derecho a la vida, no solamente el artículo 7º de la
Constitución de la República, sino también el artículo 26 y otras tantas disposiciones de
la Sección II de la Carta.
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Ahora bien, retomando el concepto del Dr. Korzeniak, el derecho a la vida
admite tres dimensiones: nacer, existir y sobrevivir.
Personalmente nos gustó, a los efectos de esta charla, realizar el abordaje del
tema a través de estas tres dimensiones. En consecuencia, así habremos de hacerlo.
3.1. Protección de la vida en tanto derecho a nacer.
Creo que es imposible el tratamiento de este punto sin mencionar, aunque más
no sea en forma sucinta el tema del inicio de la vida y su correlato que es el inicio de la
personalidad jurídica.
La pregunta que ha sido y continúa siendo objeto de constantes discusiones
doctrinarias en el ámbito de jurídico es ¿desde cuándo se es persona?
Diferentes respuestas se han dado, afiliándose unas a la teoría de la concepción,
otra a la teoría del nacimiento, otra a la teoría del nacimiento viable y otra a la teoría del
nacimiento viable y cumplimiento de un tiempo mínimo de vida natural.
La aprobación y entrada en vigencia del documento resultante de la convención
Americana sobre Derechos Humanos, de 22 de noviembre de 1969, conocido como
Pacto de San José de Costa Rica, ha agregado algún elemento a la consabida discusión
sobre el tema.
El artículo 1º de dicho documento establece, por un lado “la obligación de
respetar los derechos” y, por otro que, a los efectos de esa Convención, “persona es
todo ser humano”.
El artículo 4º del mismo Pacto dispone, entre otras cosas, con referencia al
derechota la vida, lo siguiente:
“1. Toda persona tiene el derecho a que se respete su vida. Este derecho estará
protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción.
Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente.”
El texto de esta convención fue ratificado por nuestro país por la Ley Nº 15.737, de 8 de
marzo de 1985, por lo cual se puede considerar como parte integrante de nuestro
derecho positivo.
Las opiniones están divididas y si dejamos planeado el punto, no es con el fin de
arribar a una conclusión definitiva, sino porque el mismo está puesto sobre la mesa de
discusión con el debate suscitado como consecuencia del debate parlamentario sobre el
Proyecto de Ley de Salud Reproductiva.
Esto pone sobre la mesa nuevamente el tema de la legislación sobre el aborto.
Independientemente de la posición que se adopte con referencia al comienzo de
la vida y la personalidad jurídica, se ha insistido en nuestro ámbito doctrinario con el
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concepto que la protección del derecho a la vida comienza desde antes del momento
del nacimiento.
Conjuntamente con los temas de la pena de muerte y de la eutanasia, el aborto
se ha transformado en un tema de no fácil abordaje, pues al igual que en los otros dos
temas se conjugan fuertemente los aspectos jurídicos, morales, sociales, religiosos,
económicos y hasta políticos.
Actualmente el aborto está tipificado como delito por la Ley 9.763, de 24 de
enero de 1938, que incorpora al Código Penal las siguientes figuras:
Aborto con consentimiento de la mujer Penaliza a la mujer
Aborto con consentimiento de la mujer Penaliza al tercero (médico o no)
y colaboración de un tercero
Aborto sin consentimiento de la mujer
Penaliza al que lo causa
Art. 325
Art. 325
Bis
Art. 325
Ter.
Causas atenuantes y eximentes: art. 328 del Código Penal:
Móvil de honor.
Para eliminar fruto de una violación.
Por causas graves de salud.
Por razones de angustia económica.
Pena disminuye de un tercio a la mitad.
Si hay consentimiento, puede eximirse
de pena.
Sólo se aplica a los casos en que el aborto sea practicado por un médico y dentro
de los tres primeros meses de la concepción. (No aplicable al caso 3)
El Proyecto de Ley sustituye el Capítulo IV, Título XII, del Libro II del Código
Penal. El aborto debe realizarse de acuerdo a las circunstancias, plazos y condiciones
establecidas en esta ley:
a. El aborto debe realizarse antes de las doce semanas de gravidez.
b. El médico debe recoger la voluntad de la mujer.
c. Deberá dejar constancia de que informó a la mujer sobre el significado
médico de la intervención y el empleo de anticonceptivos en el futuro.
d. Deberá informar a la mujer sobre planes y programas de adopción, apoyo
económico y médico a la maternidad.
e. Se coordine instancias de reflexión y apoyo a la mujer pre y post
intervención.
f. El plazo podrá extenderse a veinte semanas cuando a juicio del médico
tratante la edad o condición fisiológica de la mujer hubiera dificultado el
conocimiento de su gravidez en los tiempos usuales.
g. Entre las doce y las veinticuatro semanas: la interrupción del embarazo sólo
puede ser realizada cuando la gravidez implique un grave riesgo para la
salud de la mujer, o cuando se verifique un proceso patológico que provoque
evidentes malformaciones o anomalías del feto.
h. Después de las veinticuatro semanas: no está permitida la interrupción del
embarazo, salvo que, a criterio del médico tratante, fuere estrictamente
indispensable para salvar la vida de la mujer.
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i. En caso de menores de edad: se debe recabar el consentimiento de la menor
y por lo menos uno de sus representantes legales.
j. Es posible el recurso de irracional disenso para ante los Jueces Letrados de
Primera Instancia de Familia, en Montevideo y los Jueces Letrados de
Primera Instancia, en el Interior del país.
Atendiendo a lo que acabamos de resumir como contenido del proyecto de ley
que se encuentra en consideración parlamentaria, la primera conclusión que podemos
sacar es que no se trata de una simple legitimación del aborto como práctica. No es un
proyecto simplemente permisivo.
Hemos seleccionado algunas expresiones de la exposición de motivos del
proyecto:
“Siendo el aborto una práctica masiva en nuestra sociedad, su incriminación
sólo refleja la voluntad de quienes lo rechazan, lo cual redunda en una
normativa que impone al todo social, la ética de una parte.”
“Una normativa que regule su realización conforme a valoraciones de
naturaleza médica y reserve el recurso penal para quienes no la cumplan,
resulta evidentemente más adecuada a un país democrático. Regular su
realización no implica promoverlo ni condenarlo; la decisión tal como ha
sucedido siempre y sucede en la actualidad sigue situada dentro del dominio
de la privacidad de la persona, determinada por circunstancias personales y
valores morales y éticos que ninguna legislación puede ni debe proponerse
regular.”
“La revisión de las normas que incriminan el aborto se convierte así en un
imperativo. Se torna un imperativo porque es deber del legislador buscar
adecuar permanentemente las leyes a lo que el consenso de la sociedad va
expresando…”.
3.2. Protección de la vida en cuanto existencia.
Al decir del Dr. José Korzeniak:
“Pienso que si examinamos el texto del artículo 7º, en rigor no tendremos que
estudiar el derecho a la vida, sino el derecho “a ser protegidos en el goce de la
vida”. Entonces, ateniéndonos a esa expresión, es posible entender como
formando parte de este derecho a la vida el derecho a la protección de la
maternidad, del indigente, del enfermo, el derecho a gozar de vivienda
decorosa, etc.”
“Pero si estudiamos el derecho a la vida en sí mismo, me parece que hoy día
este derecho, en el terreno de nuestra Constitución, se analiza concretamente
en la prohibición de la pena de muerte establecida en el artículo 26”.
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El artículo 26 de la Constitución de la República es una norma de características
muy peculiares, en tanto no admite ni siquiera por vía legislativa y ni siquiera por
razones de interés general, el establecimiento de la pena de muerte.
Detengámonos ahora, en una de las apreciaciones formuladas por el mencionado
autor. El derecho al goce de la vida implica, entre otras, la protección al enfermo.
Entendemos que ello no puede limitarse a la organización de un sistema efectivo
y eficaz de atención a la salud. La expresión debe ser considerada en un sentido amplio:
más allá de lo que puede entenderse como medicina preventiva, como sistema de salud
y atención médica adecuada, habría que incluir el caso de los enfermos terminales.
Este tema es uno de los más delicados problemas de los diferentes derechos
positivos en el ámbito del derecho comparado, siendo pocos los sistemas jurídicos que
lo han encarado con autenticidad y claridad normativa.
El punto de partida radica en la formulación de una interrogante: ¿es adecuado a
derecho ayudar a morir a un ser humano?
No estamos pensando en las hipótesis de la instigación al suicidio ni el
homicidio, figuras que están tipificadas como delito en nuestra legislación. Estamos
pensando concretamente, en la hipótesis de la eutanasia.
La palabra eutanasia proviene de dos palabras griegas, “eu” y “thanatos”, es
decir “buena” y “muerte”.
Al decir de Jan Broekman:
“Esta palabra es una creación artificial, pues no existía en el griego antiguo ni
en la conciencia desarrollada en ese momento. Pero si descubrimos
sentimientos en la Grecia Antigua en torno al sentido del “buen morir”, que
se suponía un fallecimiento en buenas circunstancias sociales y morales. La
finalidad del ser humano era, de acuerdo con ese sentimiento de vida,
cuidarse bien y correctamente.”
Nuestro concepto de eutanasia pone en evidencia un pensamiento enteramente
distinto, en que el resultado de la ”muerte buena” es el resultado del actuar de otra
persona, el médico, excluyéndosela del cuidado que le corresponde a cada uno.
“En general, dicho concepto es indicio del poderío técnico-médico y de la
autoevidencia institucionalmente aceptada que el médico interviene en la vida
humana, para darle fin.”
No hay que olvidar que nuestra sociedad concibe la eutanasia como una forma
especial de intervención médica.
Si una persona que no es médico efectúa una eutanasia, estamos ante un
delito de homicidio.
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No siempre es fácil distinguir los límites de la eutanasia. Es necesario
distinguirla del suicidio. Numéricamente hablando, es más significativo que la
eutanasia. Pero el suicidio no es una actuación médica, incluso cuando se utilicen para
ello determinadas píldoras o medicamentos.
La eutanasia se desarrolla en un complejo entramado de consideraciones
jurídicas y médicas, sin dejar de considerar el marco moral, psicosocial e ideológico.
En el primer aspecto, no es posible imaginar un tratamiento médico que no tenga
protección y cauces jurídicos. Para ello, los juristas remiten al principio de la buena fe
como principio básico humanitario del actuar médico.
3.3. ¿La eutanasia está regulada en nuestro Derecho Positivo?
Haciendo una revisión de las normas que conforman nuestro Derecho Positivo
encontramos y me atrevo a decir, como única disposición afín con el tema que nos
ocupa, el artículo 37 del Código Penal, según el cual:
“(Del homicidio piadoso)
Los jueces tienen la facultad de exonerar de castigo al sujeto de antecedentes
honorables, autor de un homicidio, efectuado por móviles de piedad, mediante
súplicas reiteradas de la víctima”.
El artículo está incorporado al Capítulo III “De las causas de impunidad”, del
Título II del Código Penal, en el que se regulan las diferentes causas que eximen de
pena. Se trata de un caso de perdón judicial, no de una excusa absolutoria.
El perdón judicial implica que se faculta al Juez para exonerar de pena, en tanto
que en el caso de la excusa absolutoria, el Juez está obligado a no castigar.
Pero, debemos tener claro que la facultad otorgada al magistrado de exonerar de
pena, es para aquellos casos en que el agente haya sido llevado al estado subjetivo que
provocó la conducta por circunstancias que lo justifiquen. No olvidemos que el
homicidio siempre es un delito.
Para que este artículo pueda aplicarse deben darse tres requisitos coadyuvantes:
1. Que fuere efectuado por móviles de piedad (fundamento subjetivo de la
causa).
2. Mediante súplicas reiteradas de la víctima (elemento objetivo).
3. Que el autor tuviera antecedentes honorables (elemento objetivo).
Por su excepcionalidad se trata de una norma de interpretación estricta que
no admite posibilidades de ampliación analógica. (Dr. Langón)
Al decir del Dr. Miguel Langón se trata de “una forma de eutanasia integrada
con el consentimiento de la víctima, incorporada al Código Penal Uruguayo”.
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Surge entonces, una duda razonable. Dado que el artículo exige la existencia de
“súplicas reiteradas de la víctima”, la situación de enfermos terminales o personas
heridas o enfermas, en situación en que no puedan en modo alguno manifestar sus
sentimientos o deseos, no habilitarían el funcionamiento de este artículo, toda vez que
no habría en tal hipótesis súplicas de ninguna naturaleza.
Tal como está redactada la norma, la voluntad del paciente no puede ser suplida
por representante alguno, como podrían ser los padres, los hijos o los representantes
propiamente dichos del enfermo.
En este caso, procede el perdón, a criterio del Juez, en las hipótesis en que la
conducta homicida quedara en grado de tentativa. (Dr. Langón)
Siguiendo lo expresado por el Dr. Langón, “la vida es un bien indisponible, al
punto que se castiga al que colabora en el suicidio de una persona (art. 315 C.P.), de
donde se deduce que no es el consentimiento lo que permite exonerar de pena, sino el
sentimiento, el móvil de piedad que mueve a actuar al sujeto activo.”
3.4 Protección de la vida a cuando derecho a sobrevivir.
Considero que si analizamos el derecho a la vida en cuanto derecho a sobrevivir,
y en esto me aparto más no me opongo a la posición sostenida por el Dr. Korzeniak,
habremos de aceptar un concepto amplio del mismo, abarcativo si se quiere, de todos
los demás derechos reconocidos constitucionalmente.
En tal sentido, proteger la vida (en tanto subsistencia) implica velar por el
derecho al trabajo, a la vivienda, a la alimentación, a la salud, a la libertad en sus
distintas manifestaciones, etc.
Consideración que nos vuelve a posicionar en alguna de las afirmaciones que
manifestáramos precedentemente.
Cuando nuestra Constitución utiliza la expresión “derecho al goce de la vida”,
nos está indicando algo más que la protección de la simple existencia. Nos está
marcando la condición que ha de tener esa existencia.
Gozar de la vida implica tener la posibilidad de vivir de tal forma que nuestra
existencia sea positiva, fecunda, provechosa, plausible, decorosa. En otros términos,
podemos sostener que se apunta a una vida digna.
4. LA DIGNIDAD COMO COMPONENTE DEL DERECHO A LA VIDA.
Quiero iniciar este aspecto del tema con un concepto que escribe
Fukuyama en su obra “El fin del hombre”:
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“La dignidad humana es uno de esos conceptos que los políticos, así como casi
todos cuantos participan en la vida política, gustan utilizar con profusión,
pero que casi nadie puede definir o explicar.”
Ricardo Gialdino, Director de la Secretaría de Investigación de Derecho
comparado de la Corte Suprema de Justicia de la Nación de la República Argentina
escribe un artículo titulado “Dignidad humana y Derechos Humanos. Una relación
indisoluble”, en el cual plasma algunos conceptos y consideraciones totalmente
rescatables. Señalamos los siguientes:
“Los derechos humanos no han sido expresados al modo de una
consagración, sino de un reconocimiento.”
“Y ese algo, lo reconocido lo ya sabido pero asfixiado, estaba en el interior de
cada hombre y cada mujer.”
“Lo “esencial” es que estos derechos “tengan vigencia en la vida cotidiana de
cada uno de los habitantes… garantizando de este modo, un mínimo de
condición de vida digna a los mismos.”
La inherencia es la inseparabilidad de dos realidades en razón de la naturaleza de
lo que se trata. Hay, por ende, inherencia de la dignidad en la persona, pues la primera
es inseparable de la segunda según la propia naturaleza de ésta. Luego, sólo
contradiciendo a la naturaleza podríasele negar la dignidad a un ser humano.
La dignidad no es un obsequio ni una recompensa. Le basta a la persona, para
ser digna, con su sola hominidad. La dignidad es “intrínseca” o “inherente” a los
seres humanos.
La dignidad humana es causa de los derechos humanos, por cuanto es de ella
que se “desprenden”, “derivan” o “emanan” los derechos humanos.
El Acta Final de Helsinki, adoptada por la Conferencia sobre Cooperación y
Seguridad en Europa el 1º de agosto de 1975 establece:
“Los Estados participantes “promoverán y fomentarán el ejercicio efectivo de
los derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales u otros
derechos y libertades, todos los cuales derivan de la dignidad inherente de la
persona humana y son esenciales para su libre u pleno desarrollo.” (24)
Por su parte, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, declara:
“El derecho fundamental a la vida comprende, no sólo el derecho de todo ser
humano de no ser privado de la vida arbitrariamente, sino también el derecho
a que no se le impida el acceso a las condiciones que le garanticen una
existencia digna”.
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En definitiva, tres caracteres nos ofrece el concepto de dignidad:
•
Sacralidad: el hombre es un ser sagrado para el hombre. La dignidad es
el definitivo “núcleo duro”, tan intangible como irradiante, en toda
circunstancia, sin excepciones, derogaciones un suspensiones.
•
Marca la vocación del ser humano hacia la perfección: implica
condiciones para que el individuo pueda desarrollar todas las potencias
de las que está dotado para fatigar dicho camino, para alcanzar ese fin.
•
Refiere la natural disposición del hombre hacia el hombre: marca su
sentido de la fraternidad y de la consiguiente solidaridad.
El hombre puede ser significado de muchas maneras pero, para el derecho es,
ante todo, un ser digno.
El derecho debe seguir al ser humano, debe servirlo, debe servirle a éste.
5. A MODO DE SÍNTESIS.
•
Tanto el problema del aborto como de la eutanasia deben ser analizados más allá
de lo simplemente jurídico.
•
Son insoslayables los aspectos éticos, morales, religiosos, sociales, políticos y
hasta económicos que conforman el contexto dentro del cual se producen tales
fenómenos.
•
La sensibilidad que está presente en estos temas ha dilatado el abordaje jurídico
concreto, el cual habrá de despertar el debate y la confrontación.
•
El avance en este sentido dependerá de cada sociedad y el ritmo en que éste se
produzca estará dado por las características de la realidad cultural de las mismas.
•
Las normas que recojan disposiciones al respecto no pueden ser calificadas de
contrarias a la moral, dado que en definitiva, el Derecho no hace sino regular
conductas en función de los valores vigentes.
•
Algunos autores hablan de la posible existencia de un “testamento vital”, por el
cual se pueda disponer la voluntad de que se aplique la práctica de una eutanasia
ante situaciones límites.
•
No nos convence el término testamento, pues está implicando una manifestación
de voluntad para después de la muerte, y en el caso de la eutanasia, el paciente
se encuentra vivo.
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Frente a estas circunstancias, el debate está abierto y se puede señalar una serie
de aspectos a favor y en contra de la regulación jurídica de la eutanasia.
•
Aspectos y críticas negativas:
o Los límites de la eutanasia: una regulación demasiado flexible, se
puede prestar para una aplicación no adecuada al propósito que inspira el
instituto.
o La vida como un derecho inalienable: al optar por la eutanasia estoy
entregando mi libertad y al mismo tiempo acabando con ella.
o La dificultad en la toma de posición en el caso de los enfermos
mentales.
o Que se transforme en una política demográfica tendiente a la
eliminación de los débiles y personas subnormales.
o Puede cambiar la imagen de los médicos, llegando a convertirlos en
verdugos, lo que puede significar en nuestra sociedad la pérdida de
confianza en los mismos.
o Puede aumentar el número de homicidios con máscara de eutanasia.
o Se puede perder la esperanza de vivir: si como viejos las personas son
dejadas de lado, aisladas en asilos, como enfermos pueden ser
eliminados simplemente.
o La incidencia que pueda provocar en el imaginario colectivo en cuanto
pueda afectar sentimientos arraigados culturalmente.
o La decisión que conlleve el acto, es del todo irreversible.
•
Aspectos que pueden entenderse favorables:
o Derecho a disponer de mi propia vida: puedo reivindicar la autonomía
como parte integral de la dignidad humana y expresión de ésta.
o Una vida en determinadas condiciones, es indigna: la imagen que
proyecto ante los seres cercanos o aún en los otros, puede ser
considerada como humillante e indigna.
o ¿Por qué aceptar una forma de existencia en circunstancias
limitadísimas, sacrificando, en cierta forma, a parientes y amigos?
o Así como se tiene un derecho a vivir con dignidad, ¿por qué no tener un
derecho a morir dignamente?
o No debe intentarse prolongar la vida cuando ésta no se pueda vivir
haciendo del paciente no un ser humano, sino un caso clínico
interesante.
o Podría institucionalizarse unos derechos no sólo del paciente terminal,
sino de la familia en sí.
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6. COROLARIO.
Quiero terminar con la lectura de algunos fragmentos del libro del filósofo
Fernando Savater “Los diez mandamientos en el siglo XXI”.
Al analizar el mandamiento no matarás, realiza las siguientes apreciaciones:
“La traducción exacta del mandamiento es “no asesinarás”. Obviamente el
matar no está prohibido en la Biblia en una forma total.”
“Pensemos que en el pasado había menos abortos porque existía más
infanticidio”
“Por supuesto que el aborto no es algo irrelevante… Se trata de un problema
no sólo legal, sino también moral, y hay que planteárselo.”
“Cuando se habla de matar parece que uno se refiere a no matar al otro. Pero
¿qué pasa con los suicidas? Alí existe una complicidad entre el delincuente y
la víctima… Podríamos decir que es el único crimen perfecto; el
asesino…escapa definitivamente de la justicia, al menos de la terrena.”
“… la eutanasia, que es la muerte que se da a enfermos terminales que no
desean seguir viviendo; un fenómeno complejo… Hay consenso en la
sociedad: evitar el encarnizamiento terapéutico… entran en conflicto el
principio de respeto a la vida como bien inalienable y los espacios de libertad y
autonomía… En estos casos deben primar la libertad y la autonomía”.
“Una persona puede decidir sobre su propia vida en ciertos casos… puede
pedir en un momento dado “déjenme morir”, que es algo totalmente lícito.”
BIBLIOGRAFÍA:
Barbagelata. Aníbal: Derechos Fundamentales.
Cairoli, Milton: Curso de Derecho Penal Uruguayo.
Cátedra UNESCO: Dignidad y Derechos Humanos (Coordinadora Mariana Blengio)
Jiménez de Aréchaga: Justino: Teoría del Gobierno.
Langón, Miguel: Curso de Derecho Penal y Derecho Procesal Penal.
Lanziano, Washington: Derechos Humanos.
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