Tripas

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Tripas
Chuck Palahniuk
traducción: Alejandro Matás García a.k.a. Patman
Inspira.
Toma todo el aire que puedas. Esta historia debería durar más o menos lo que puedas aguantar el
aliento, y luego un poco más. De modo que escucha tan rápido como puedas.
Un amigo mío, cuando tenía 13 años oyó acerca del “pinzamiento”. Es cuando a un tío le dan por
culo con un consolador. Estimula la próstata sufientemente, y se dice que puedes tener orgasmos explosivos
sin manos. A esa edad, este amigo era un maníaco sexual. Estaba siempre buscando una mejor manera de
vaciar sus pelotas. Así que va a la tienda a comprar una zanahoria y vaselina. Para llevar a cabo un
experimento privado. Entonces se imagina cómo va a quedar delante de la cajera, con una solitaria zanahoria
y la vaselina rulando por la cinta hasta el lector. Todos los clientes en fila, mirando. Viendo todo el mundo la
gran tarde que tiene planeada.
Así que mi amigo compra leche y huevos y azúcar y la zanahoria, todos los ingredientes para un
pastel de zanahoria. Y la vaselina.
Como si se fuera a casa a meterse un pastel de zanahoria por el culo.
En casa, talla la zanahoria para quitarle la punta. La unta de vaselina y se la apreta contra el culo.
Luego, nada. No hay orgasmo. No ocurre nada excepto que duele.
Entonces, la madre de este chaval le grita que es la hora de cenar. Le dije que baje ahora mismo.
cama.
Se saca la zanahoria y esconde el resbaladizo y apestoso objeto entre la ropa sucia de debajo de la
Después de cenar, va a buscar la zanahoria y no está. Mientras estaba cenando su madre cogió la
ropa sucia y la metió en la lavadora. No había manera de que no encontrara la zanahoria, cuidadosamente
tallada con un pelador de la cocina, todavía brillante de vaselina y apestando.
Este amigo mío, espera durante meses en una nube negra, esperando enfrentarse a los suyos. Y no lo
hacen. Nunca. Incluso ahora que ha crecido, zanahorias invisibles cuelgan sobre cada cena de Navidad, sobre
cada fiesta de cumpleaños. Cada caza del huevo en Semana Santa con sus hijos, los nietos de sus padres, la
zanahoria fantasma flota sobre ellos. Es algo demasiado horrible para mencionarlo.
Los franceses tienen una frase: “ingenio de escalera”. En francés: esprit de l’escalier. Es ese
momento cuando encuentras la respuesta, pero es demasiado tarde. Imagina que estás en una fiesta y alguien
te insulta. Tienes que decir algo. Así que bajo presión, con todo el mundo mirándote, dices algo estúpido.
Pero cuando te vas de la fiesta…
Cuando estás bajando la escalera, entonces magia. Se te ocurre la frase perfecta que tendrías que
haber dicho. El contraataque perfecto.
Ese es el espíritu de la escalera.
El problema es, que incluso los franceses no tienen una frase para las cosas estúpidas que se dicen
bajo presión. Esas cosas estúpidas y desesperadas que piensas o haces.
Algunos hechos son demasiado malos para tener nombre. Demasiado incluso para hablar de ellos.
Mirando atrás, los expertos en psiquiatría infantil, los consejeros escolares dicen que la mayoría del
último pico en suicidios adolescentes eran chicos tratando de asfixiarse mientras se la pelaban. Sus familiares
los encontraban con una toalla alrededor del cuello, la toalla atada a la barra del armario de la habitación, el
chico muerto. Esperma muerto por todas partes. Por supuesto los familiares lo limpian todo. Le ponen unos
pantalones al chico. Le hacen parecer… mejor. Intencionado, al menos. El tipo normal de suicidio.
Otro amigo mío, un chico de la escuela, tenía un hermano mayor en la Marina que le dijo que los tíos
de Oriente Medio se hacían pajas de manera diferente a aquí. Su hermano estaba destinado en un país
desértico donde en los mercadillos venden abrecartas de adorno. Cada abrecartas es simplemente una varilla
de bronce o plata pulimentada, más o menos larga como tu mano, con una punta gorda de un extremo, una
bola de metal o el tipo de empuñadura grabada típica de una espada. Este hermano de la Marina le dijo cómo
los tíos árabes se la ponen dura y luego insertan esa varilla de metal a todo lo largo de su polla. Se pajean con
la varilla dentro y les hace correrse mucho mejor. Más intensamente.
Es este hermano mayor que viaja por el mundo, mandando frases francesas. Frases rusas. Consejos
para pelársela.
Después de esto, el hermano menor no aparece por el colegio. Esa noche llama para preguntar si
alguien le puede tomar los deberes para las próximas dos semanas. Porque está en el hospital.
Tiene que compartir una habitación con viejos a los que les sacan las tripas. Cuenta cómo tiene que
compartir la misma televisión. Su única privacidad es una cortina. Sus familiares no van a visitarlo. Por
teléfono dice cómo ahora mismo sus padres estan pensando en matar a su hermano el de la Marina.
Por teléfono, el chaval dice cómo –el día antes– estaba un poco colocado. En su dormitorio, estaba
tirado en la cama. Estaba encendiendo una vela y hojeando unas antiguas revistas porno, preparándose para
pajearse. Todo esto después de haber oído lo de su hermano de la Marina. El útil consejo sobre cómo los
árabes se la pelan. El chaval mira a su alrededor buscando algo que le sirva. Un bolígrafo es demasiado
grande. Un lápiz es demasiado grande y rugoso. Pero goteando a un lado de la vela, hay un largo hilo de cera
que podría servir. Con la punta de un dedo, el chaval despega el hilillo de cera de la vela. Lo rula entre las
palmas de sus manos para alisarlo. Largo, suave y fino.
Colocado y cachondo, se lo mete, más y más adentro por el agujero de mear de su polla. Con un
buen trozo de la cera todavía sobresaliendo de la punta, se pone manos a la obra.
Incluso ahora, dice que los árabes esos son puñeteramente listos. Han reinventado totalmente el
pelársela. Tumbado sobre su espalda en la cama, las cosas van tan bien, que el chaval no se fija en la cera.
Está a un meneo de lanzar su carga cuando la cera ya no sobresale.
La larga varilla de cera, se ha ido hacia dentro. Entera. Tan dentro que no puede sentirla dentro del
conducto de mear.
Desde abajo, su madre grita que es la hora de cenar. Dice que baje, ahora mismo. El chico de la cera
y el chico de la zanahoria son personas diferentes, pero todos viven más o menos la misma vida.
Es después de cenar cuando las tripas del chico comienzan a doler. Es cera, así que imaginó que
simplemente se fundiría dentro de él y la mearía. Ahora le duele la espalda. Los riñones. No puede
mantenerse derecho.
El chaval está hablando por teléfono desde la cama del hospital, de fondo se oyen campanillas, gente
gritando. Concursos de la tele.
Los rayos-X muestran la verdad, algo largo y fino, doblado dentro de su vejiga. Esa larga y fina V
dentro de él está absorbiendo todos los minerales de su orina. Se hace más grande y más rugosa, recubierta
de cristales de calcio, da vueltas, rascando los tejidos de su vejiga, bloqueando su orina. Sus riñones están
taponados. Lo poco que sale de su polla está rojo de sangre.
Este chaval con sus padres, su familia entera, mirando la radiografía con el doctor y las enfermera
ahí paradas, la gran V de cera brillando para que la vea todo el mundo, tiene que decir la verdad. La manera
de pajearse de los árabes. Lo que su hermano le escribió desde la Marina.
Por teléfono, ahora, empieza a llorar.
Pagaron la operación con sus ahorros de la universidad. Un error estúpido, y nunca será abogado.
Meterse cosas dentro. Meterte dentro de cosas. Una vela en tu polla o tu cabeza en una soga,
sabemos que van a causar grandes problemas.
Lo que me metió en un lío era lo que yo llamaba bucear a por perlas. Era meneármela debajo del
agua, sentado en el fondo de la piscina de mis padres. Con una gran bocanada, pataleaba hasta el fondo y me
quitaba el bañador. Me sentaba ahí durante dos, tres, cuatro minutos.
Sólo por pelármela de vez en cuando tenía una gran capacidad pulmonar. Si tuviera la casa toda para
mí, lo haría toda la tarde. Después de bombear mi sustancia, mi esperma, flotaba por ahí en grandes, gordas y
lechosas bolitas.
Después de eso había más buceo, para recogerlas. Para recogerlas y limpiarme la mano en la toalla.
Por eso lo llamaba bucear a por perlas. Incluso con el cloro, tenía que preocuparme por mi hermana. O, Dios
santo, mi madre.
Ese era mi mayor temor: mi hermana adolescente y virgen, pensando que sólo está engordando, y
luego dando a luz a un bebé retrasado de dos cabezas. Ambas cabezas parecidas a mí. Yo, el padre y el tío.
Al final, nunca lo que te preocupa es lo que te ocurre.
La mejor parte de bucear a por perlas era el agujero de entrada del filtro de la piscina y la bomba. La
mejor parte era sentarse sobre él.
Como dirían los franceses, ¿a quién no le gusta que le chupen el culo? De todas maneras, un instante
eres un chaval corriéndose y al siguiente nunca serás abogado.
Un instante estoy sentado en el fondo de la piscina y el cielo se ve ondulado, azul claro a través de
ocho pies de agua sobre mi cabeza. El mundo está en silencio excepto el latir de mi corazón en mis orejas.
Mi bañador de rayas amarillas está enrollado alrededor de mi cuello para que no se pierda, en caso de que un
amigo, vecino, cualquiera aparezca para preguntarme por qué me he saltado el entrenamiento de fútbol. La
succión continua del agujero de la piscina me lamía y estoy girando mi flaco culo blanco con esa sensación.
Un instante y tengo suficiente aire y la polla en mi mano. Mis familiares se han ido a trabajar y mi
hermana tiene ballet. No habrá nadie en casa durante horas.
Mis manos me llevan justo a punto de correme, y paro. Nado hacia arriba para tomar otra gran
bocanada. Me sumerjo y me siento en el fondo.
Lo hago una y otra vez.
Esto debe ser por qué las chicas se quieren sentar en tu cara. La succión es como plantar un pino sin
parar. Mi polla está dura y me están comiendo el culo, no necesito aire. El latido en mis oídos, me mantengo
sumergido hasta que brillantes estrellas luminosas empiezan a reptar alrededor de mis ojos. Mis piernas
estiradas, la parte de atrás de la rodilla apoyada contra el suelo de hormigón. Los dedos de los pies se me
ponen azules, los dedos de pies y manos se arrugan de estar tanto tiempo bajo el agua.
Y entonces dejo que suceda. Las grandes bolitas blancas empiezan a brotar. Las perlas. Es entonces
cuando necesito aire. Pero cuando piso contra el fondo, no puedo. No puedo. No puedo poner mis pies
debajo mío. Mi culo está atascado.
Los de la ambulancia te dirán que cada año 150 personas se quedan atascadas de esa manera,
succionadas por la bomba. Pilla tu melena, o tu culo, y te ahogas. Cada año, a montones de gente le pasa. La
mayoría en Florida.
La gente no habla de eso. Ni siquiera los franceses hablan de todo. Metiendo una rodilla, metiendo
un pie debajo de mí, consigo medio pararme cuando siento el agarre en mi culo. Poniendo el otro pie debajo,
piso contra el fondo. Estoy consiguiendo liberarme, no toco el hormigón, pero tampoco llego al aire.
Todavía pataleando en el agua, impulsándome con los dos brazos, estoy quizás a mitad de camino
hacia la superficie, pero no subo más. El latir dentro de mi cabeza se está haciendo más rápido y más fuerte.
Las brillantes chispas de luz se cruzan ante mis ojos, me doy la vuelta y miro… pero no tiene
sentido. Una cuerda gruesa, algún tipo de serpiente, blancoazulada y cubierta de venas, ha salido del
sumidero de la piscina y se está agarrando a mi culo. Algunas de las venas pierden sangre, sangre que parece
negra bajo el agua y se aleja lentamente de la pálida piel de la serpiente. Los rastros de sangre se van,
desaparecen en el agua, y dentro de la fina piel blancoazulada de la serpiente puedes ver pedazos de algún
alimento a medio digerir.
Es la única manera de que tenga sentido. Algún horrible monstruo marino, una serpiente de mar, algo
que nunca ha visto la luz del día, ha estado escondiéndose en el oscuro fondo del sumidero, esperando para
comerme.
Así que… la pateo, a la resbaladiza y gomosa piel y a sus venas, y parece salir más del sumidero. Es
más o menos larga como mi pierna, pero todavía se agarra a mi ojo del culo. Con otra patada estoy una
pulgada más cerca de conseguir el aire. Sintiendo todavía el agarre de la serpiente en mi culo, estoy una
pulgada más cerca de escapar.
Dentro de la serpiente, puedes ver maíz y cacahuetes. Puedes ver una bolita naranja brillante. Es el
tipo de píldora de vitaminas que mi padre me hace tomar para que gane peso. Para conseguir una beca. Con
extra de hierro y ácidos grasos omega tres.
Es ver esa píldora de vitaminas lo que me salva la vida.
No es una serpiente. Es mi intestino, mi colon sacado fuera de mí. Lo que los doctores llaman un
prolapso. Son mis tripas absorbidas por el sumidero.
Los de la ambulancia te dirán que la bomba de una piscina bombea 80 galones de agua por minuto.
Eso es unas 400 libras de presión. El gran problema es que estamos conectados por dentro. Tu culo es
simplemente el otro extremo de tu boca. Si lo dejaba ir, la bomba seguiría funcionando –desenredando mis
entrañas– hasta que tuviera mi lengua. Imagínate cagando una mierda de 400 libras y verás cómo eso te daría
la vuelta como un calcetín.
Lo que te puedo decir es que tus tripas no sienten mucho el dolor. No de la manera que tu piel siente
el dolor. Las cosas que estás digiriendo los doctores la llaman materia fecal. Más arriba hay quimo, una pasta
delgada mezclada con maíz, cacahuetes y guisantes redondos y verdes.
Así que tengo esta sopa de sangre y maíz, mierda y esperma y cacahuetes flotando a mi alrededor.
Incluso con mis tripas desenrrollándose por mi culo, yo agarrándome a lo que queda, incluso entonces mis
primera necesidad es cómo ponerme el bañador de nuevo.
Que Dios me proteja de que mis padres me vean la polla.
Con el puño de una mano en el culo, mi otra mano coge mi bañador de rayas amarillas y lo quita de
mi cuello. Aún así, ponérselo es imposible.
Si quieres sentir tus intestinos, compra un paquete de condones ultrafinos. Coge uno y desenrróllalo.
Llénalo de mantequilla de cacahuete. Úntalo de vaselina y sostenlo bajo el agua. Luego intenta romperlo.
Intenta partirlo en dos. Es demasiado resistente y elástico. Es tan resbaladizo que no lo puedes coger.
Un condón ultrafino, eso es el intestino.
Ya ves a lo que me enfrento.
Déjalo ir durante un segundo y estás destripado.
No nades y te ahogas.
Es una elección entre morirte ahora o dentro de un minuto.
Lo que mis padres encontrarán después del trabajo es un enorme feto desnudo, doblado sobre sí
mismo. Flotando en el agua turbia de la piscina. Anclado al fondo por una gruesa cuerda de venas y tripas
retorcidas. Lo opuesto al chaval colgándose mientras se la pela. Este es el bebé que trajeron del hospital hace
13 años. Este es el chaval que pensaron que podría conseguir una beca y conseguir un máster en
administración de empresas. El que les cuidaría cuando fueran viejos. Ahí van todas sus esperanzas y sueños.
Ahí flotando, desnudo y muerto. Alrededor de él, grandes perlas lechosas de esperma.
O eso o mis padres me encontrarán envuelto en una toalla ensangrentada, desmayado a medio
camino de la piscina al teléfono de la cocina, con los restos desgarrados de mis tripas asomando de la pernera
de mi bañador a rayas amarillas.
Algo de lo que ni los franceses hablarían.
El hermano mayor de la Marina, nos enseñó otra buena frase. Una frase rusa. Igual que nosotros
decimos “me hace tanta falta como una bicicleta a un pez”, los rusos dicen “me hace tanta falta como dientes
en el culo”…
Mne eto nado kak zuby v zadnitse.
Esas historias sobre cómo animales cogidos en una trampa se cortan su propia pierna a mordiscos,
bueno, cualquier coyote te diría que un par de mordiscos te salvan de morir.
Joder… incluso si eres ruso, algún día podrías querer esos dientes.
Si no, lo que tienes que hacer es doblarte. Pones un hombro bajo tu rodilla y subes esa pierna hasta tu
cara. Muerdes y y sueltas tu propio culo. Quédate sin aire y morderás cualquier cosa para coger ese siguiente
aliento.
No es algo que le cuentes a una chica en su primera cita. No si esperas una noche de besos. Si te
dijera a qué sabe, nunca, jamás, volverías a comer calamares.
Es difícil decir por qué se disgustaron más mis padres: por cómo me meti en problemas o cómo me
salvé. Tras el hospital, mi madre dijo “no sabías lo que hacías, cariño. Estabas en shock”. Y aprendió a hacer
huevos escalfados.
Toda esa gente asqueada o sintiendo lástima por mí…
Los necesito como necesito dientes en mi culo.
Ahora, la gente siempre me dice que estoy demasiado delgado. La gente en las cenas se callan y se
disgustan cuando no como el asado que han cocinado. El asado me mata. Jamón asado. Cualquier cosa que
rule por mis intestinos más de un par de hora, sale sin digerir. Alubias caseras o atún en aceite light, me paro
y lo encuentro ahí en el retrete.
Después de tener una resección radical de intestino, no digieres bien la carne. La mayoría de gente
tiene cinco pies de intestino grueso. Yo tengo suerte de tener seis pulgadas. Así que nunca conseguí una
beca. Nunca conseguí un máster en administración de empresas. Mis dos amigos, el chico de la zanahoria y
el chico de la cera, crecieron, se hicieron grandes, pero yo nunca he pesado una libra más que aquel día
cuando tenía 13 años.
Otro gran problema es que mis padres pagaron un montón de dinero por esa piscina. Al final mi
padre le dijo al de mantenimiento que fue un perro. El perro de la familia se cayó y se ahogó. El cuerpo
muerto fue aspirado hacia la bomba. Incluso cuando el tío abrió el filtro y sacó un tubo gomoso, un pedazo
empapado de intestino con una gran píldora naranja todavía dentro, incluso entonces mi padre dijo “ese puto
perro estaba loco”.
Incluso desde la ventana de mi dormitorio en la planta de arriba, podía oír a mi padre decir “no
podíamos dejar a ese perro solo ni un segundo”.
Entonces a mi hermana no le vino el período.
Incluso después de cambiar el agua de la piscina, después de vender la casa y mudarnos a otro
estado, después del aborto de mi hermana, incluso entonces mis padres no dijeron nada.
Nunca.
Esa es nuestra zanahoria invisible.
Tú. Ya puedes respirar profundamente.
Yo todavía no puedo.
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