El Cid entra en Burgos comentario

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 El Cid entra en Burgos El Cid entra en Burgos 1 Mio Cid Roy Díaz por Burgos entrove, 13 2 en sue conpaña sessaenta pendones; 13 3 exien lo veer mugieres e varones 13 4 burgeses e burgesas, por la finiestra sone, 14 5 plorando de los ojos, tanto avien el dolore. 16 6 De las sus bocas todos dizían una razone: 15 ʺDios, qué buen vassallo, si oviesse buen señore!ʺ 14 7 (Poema de Mio Cid; Ed. Espasa Calpe; Madrid, 1975; edición de Ramón Menéndez Pidal) 1 Lectura atenta del texto
Compaña: Exien: Veer: Burgeses e burgesas: Finiestras: Sone: Plorando de los ojos: Avien: Oviesse 2 compañía salieron ver En la acepción de habitantes de la ciudad Ventanas Están Llorando Tenían Tuviese Localización Se trata de un fragmento épico correspondiente al Poema de Mio Cid, escrito, posiblemente, a mediados del siglo XII por un autor anónimo; la copia que ha llegado hasta nosotros es del siglo XIV y la firma Per Abat. Pertenece esta obra a la etapa de florecimiento de las gestas castellanas. El manuscrito está dividido en tres cantares: Cantar del destierro, Cantar de las bodas, Cantar de la afrenta de Corpes. Como sabemos, el poema se centra en un personaje histórico, Rodrigo Díaz de Vivar, cuyas hazañas pasaron pronto a ser leyenda y a novelarse en el único 2
cantar de gesta conservado íntegramente en castellano y una de las obras repre‐
sentativas del Mester de Juglaría. El fragmento objeto de nuestro estudio pertenece al primero de los cantares, Cantar del destierro. 3 Tema. Argumento El fragmento recoge el momento en que, camino del destierro, el Cid y sus fieles entran en Burgos. Allí todos sienten la injusticia de la decisión del rey. El tema que se nos presenta es precisamente el de la dignidad del héroe, su in‐
tegridad y el reconocimiento de ello por parte del pueblo. 4
Estructura Estructura métrica Como corresponde a los cantares de gesta, métricamente el poema es irregular: tiradas de versos de arte mayor, divididos por una cesura en dos hemistiquios, (no debemos olvidar que se trataba de texto para el recitado), y misma rima asonante. El fragmento que comentamos, pertenece a la misma tirada, ‐como sabemos el número de versos que compone cada tirada es tam‐
bién irregular, pueden estar formadas por unos pocos versos o por más de dos‐
cientos. Tal y como se refleja en el análisis métrico del poema, los versos mono‐
rrimos –en asonante‐ oscilan entre 13 y 16 sílabas. Estructura de contenido Aún siendo un fragmento muy breve podemos encontrar tres partes. Una primera parte, los dos primeros versos, que recoge la entrada en Burgos del Cid; una segunda que llegaría hasta el verso sexto en el que el juglar refleja la reacción y el dolor de los habitantes y una tercera, los dos últimos versos, en los que se insiste en la apreciación de la dignidad del Cid y la indignidad del rey: Dios, qué buen vasallo si tuviese un buen señor. 3
5 Análisis de la forma_contenido En este breve fragmento, se alternan pasajes propiamente narrativos con un breve pasaje dialogado. En los pasajes narrativos, el narrador –en tercera persona‐ nos presenta la acción: El Cid entra en Burgos, pero no entra solo, viene acompañado de ses‐
saenta pendones, es decir, las banderas que llevaban las lanzas y que relaciona‐
ban a un caballero con un determinado señor. ¿Qué nos puede querer señalar con ello? ¿Por qué habla de banderas y no de número de gente? En el texto ningún adjetivo nos habla del sentir del Cid, del protagonista del relato, al salir al destierro: ¿sale triste? ¿indignado? ¿avergonzado?... Nos ofrece, sin embargo, una imagen tremendamente plástica de su entrada en Burgos y de su sentir: entra con las banderas al viento, ondeando orgullosas, acompañando a su señor. La dignidad del Cid en imágenes. Continúa haciéndonos visible la entrada en la ciudad y el sentir de sus habitantes. Evita la repetición literal utilizando sinónimos: mujeres y hom‐
bres/burgaleses y burgalesas para señalarnos cómo salen a verle, pero cómo salen a verle no por pura curiosidad, sino por el reconocimiento a sus méritos, como muestra de respeto al héroe, y cuya pena aparece reseñada en el texto dialoga‐
do –diálogo directo‐, y que acabará por convertirse en un epíteto épico para se‐
ñalar al Cid: Dios qué buen vasallo si tuviera buen señor. Como rasgo de influencia de la épica francesa podemos señalar el uso del plorando de los ojos, en vez de “llorando”. 6 Relación del texto con el autor y su época El Poema de Mio Cid es un poema épico, escrito en el siglo XII, que corresponde al Mester de Juglaría. Y que presenta, pues, las características del movimiento a que corresponde: se trata de un texto anónimo, conservado en un manuscrito de 1307, firmado por Per Abbat, y formado por largas tiradas de versos irregula‐
res, de arte mayor, monorrimos y con rima asonante. Su anónimo autor nos narra las aventuras de un héroe típicamente medieval: un noble, guerrero, injustamente acusado que trata de recuperar honor y honra, sin 4
dejar de ser leal a su rey y que llega, por su propio esfuerzo a “lo más alto”, conquista Valencia y casa a sus hijas con príncipes. El tema, por lo tanto, se corresponde también con la situación socio‐política del momento. Recordemos cómo en el siglo XII se forman los cinco reinos que habrían de durar hasta el siglo XV. Reinos en constantes luchas internas y tam‐
bién en luchas por conquistar los territorios árabes. El personaje en el que se centra, Rodrigo Díaz de Vivar, conocido mejor como El Cid (1043‐1097), era un conocido militar español. Nacido en el seno de una pe‐
queña familia de la nobleza castellana, es uno de los mitos más sobresalientes de la cultura hispana. El término ’Cid’ deriva de la trascripción del árabe say‐
yid, que significa amo o señor. Al servicio de Sancho II (1065‐1072) de Castilla desempeñó un papel fundamen‐
tal llegando a enfrentarse al futuro Alfonso VI de León (hermano de Sancho), participó en diversas batallas y en el asedio de Zamora, donde murió asesinado su señor. El Poema nos sugiere un destierro (el fragmento se centra en ese momento, la salida)), a partir de exigir el Cid el juramento al futuro rey Alfonso VI en Santa Gadea de Burgos –recogido en el Romancero Viejo‐, de que nada había tenido que ver con la muerte de su hermano; hecho que sabemos no es cierto, porque el Cid histórico no sería una figura marginada por el rey Alfonso en el plano jurídico, sino todo lo contrario, contó con la simpatía del monarca. Su destierro, que sí es cierto, es mucho más tarde y por otros motivos. Conclusión El fragmento analizado, corresponde, como dijimos, al primer cantar del Poema de Mío Cid, máximo exponente de los cantares de gesta castellanos. El Cid, obli‐
gado por el rey a salir al destierro, sale acompañado por sus leales y entra en Burgos. Es tan breve que no se pueden observar en él algunos de los rasgos característi‐
cos de la épica medieval: el uso del presente histórico, las llamadas de atención del juglar a sus oyentes, el uso del epíteto épico… Sí se puede concluir, no obs‐
tante, la sencillez y plasticidad del lenguaje, capaz en unas pocas líneas de hacernos visualizar tanto el orgullo del héroe y sus acompañantes como el dolor de quienes salían a su paso, dejando patente la intención del autor de ensalzar la figura del héroe. 5
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