REFLEXIONES CATÓLICAS SOBRE LA BIBLIA Arquidiócesis de Miami - Ministerio de formación cristiana 11 de Octubre de 2015 XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo B) Lectura del santo evangelio según San Marcos 10:17-27 Se ponía ya en camino cuando a su encuentro y arrodillándose ante él, le preguntó: “Maestro bueno, qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?” Jesús le dijo: “Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falsos testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.” El, entonces, le dijo: “Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud.” Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: “Una cosa te hace falta: anda, cuánto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme.” Pero difícil, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes.Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: “Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!” Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: “Hijos, que difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que un rico entre en el Reino de Dios.” Pero ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: “Y quién se podrá salvar?” Jesús, mirándolos fijamente, dice: “Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios.” Comentario breve: ¿Qué significa seguir a Jesucristo? Este es uno de los grandes temas de los evangelios y del entero Nuevo Testamento. ¿Qué significa para los cristianos de hoy seguir a Jesucristo en nuestra sociedad, con sus retos y potenciales? Este es el tema al centro del evangelio de hoy. ¿Hasta que punto merece seguir a Jesús? ¿Qué se necesita dejar atrás para así ser libre para seguir a Jesús mas totalmente? Las lecturas hoy comienzan con el libro de la Sabiduría expresando, en la tradición literaria de persona Salomónica (a quien tradicionalmente se le atribuía la corriente de sabiduría israelita), el valor inapreciable de la sabiduría. El autor, en la costumbre literaria de personificando a la sabiduría como femenina, exclama que, “las riquezas significaban nada comparadas a ella” porque “todo el bien me vino en su compañía.” El salmista igualmente le pide a Dios a “enseñarnos a contar nuestros días, para así poder obtener sabiduría de corazón.” Por su parte, la carta a los Hebreos exalta la sabiduría inescrutable de la Palabra de Dios, que es “viva y efectiva…pudiendo discernir los pensamientos del corazón.” En el evangelio la elección entre las riquezas y Cristo, quien es la Sabiduría de Dios hecha carne, es igualmente es planteada no solamente para el hombre rico y ético, sino también para nosotros que leemos y escuchamos este relato. El hombre rico se aproxima con entusiasmo a Jesús – de quien el tiene un gran estimo y opinión como maestro de sabiduría – dispuesto a seguir cualquiera prescripción moral/ética le aseguraría una herencia mas duradera, la vida eterna. Jesús le recuerda sobre las responsabilidades fundamentales hacia Dios y el prójimo, expresados en los mandamientos. No satisfecho con la respuesta de Jesús, el se da cuenta de que tiene un potencial mayor que ‘no causar daño’. Como Agustín luego observaría sobre los mandamiento, “estar libres del robo, homicidio, adulterio, envidia, es el principio de la libertad,” pero no son la culminación del potencial humano del amar. Marco nos dice que lo que Jesús le recomendó al hombre lo hizo “mirándolo con amor”: Jesús le invita a tomar un gran riesgo, y de hacerlo audazmente, radicalmente, generosamente apostando todo, invertirse totalmente – así como Jesús mismo y sus discípulos habían hecho – por la causa de los pobres y del reino de Dios. Marco nos dice, que en contraste a su entusiasmo anterior, el rico se fue “abatido…y se marcho entristecido, porque tenia muchas posesiones.” En cierto modo, ‘todo lo que el poseía lo poseía a el’, y sintió que tal solicitud estaba mashalla de sus posibilidades. En ese día el podía haber pensado que sus posesiones perdurarían; sin embargo, eventualmente – hace ya veinte siglos – las tuvo que dejar atrás. Nuestra única posesión somos nosotros mismos, y solamente en amor, fe y esperanza podemos ofrecer quienes somos y lo que tenemos al verdadero servicio de Dios y del prójimo. Hoy, el mensaje de Jesús resuena poderosamente en el testimonio y mensaje del Papa Francisco y de tantos cristianos – laicos, misioneros, cleros – quien diariamente atraviesan el ojo de la aguja poniéndose y poniendo sus recursos al servicio de sus prójimos en necesidad y del Evangelio. Para Jesús las personas están en primer plano; ser generosos con nuestros dones a favor de nuestros prójimos es el camino del mas autentico discipulado cristiano. No es suficiente evitar hacer el daño, hemos de darnos – corazón, creatividad, talentos, tiempo, tesoros – cuidando a los demás, en imitación de el quien lo dio todo por nosotros en una vida y muerte de total servicio de amor. En esto esta la mayor ética, la mayor sabiduría, y el mayor potencial humano. La lectura de hoy nos presenta tres ideas importantes: Nuestros corazones nos dicen de que tenemos un potencial mucho mas alto que la adquisición de riquezas, estatus, poder, influencia, fama, confort, y placer. Nuestra única posesión somos nosotros y podemos darnos para beneficial a al prójimo solamente atreves de la fe, esperanza y amor. Los mandamientos nos comunican las responsabilidades básicas hacia Dios y el prójimo, pero hemos de ir mas allá. Jesús es el representante de lo mejor de la humanidad, el que podemos seguir si estamos dispuestos a arriesgarnos en servicio amoroso del prójimo, con la confianza de que nuestros dones y esfuerzos por la gracia del Espíritu dará fruto. El discipulado cristiano se expresa en muchas diversas maneras – en familia, comunidad, ministerio, nacional, internacional – sirviendo a los necesitados con el amor de Jesucristo. Para la reflexión personal o comunitaria: Después de una pausa breve para reflexionar en silencio, comparta con otros sus ideas o sentimientos. ¿Qué dones pongo al servicio de mis prójimos necesitados? ¿Cómo me guían los mandamientos? ¿Por qué son importantes? ¿Qué tesoros valoro mas? ¿En que pongo mi corazón? ¿Hasta que punto sigo a Jesús? Lecturas recomendadas:Catecismo de la Iglesia Católica, párrafos 1700-30