PRESENTACIÓN Aunque ya la crítica española shakespereana se encuentra en un estadio de reconocimiento académico y aceptación internacional, todavía existen lagunas que hacen que investigaciones, como la que nos ocupa, contribuyan a un mayor conocimiento y profundización de temas y aspectos que hoy muestran una especial vigencia y actualidad para entender el teatro de William Shakespeare. Más aún si se considera que los estudios de la obra shakespereana sobre la sexualidad no abundan en España, lo que confiere al presente trabajo un interés particular al analizar aspectos que, generalmente y por distintos motivos, han pasado desapercibidos, o al menos no han concitado la atención de estudiosos españoles, entroncando con publicaciones anteriores como Eros Adolescente (1980) de Manuel Ángel Conejero, Stuart Women Playwrights (2011) de Pilar Cuder, pasando por Honourable Murderers: El concepto del honor en Othello (2009) de Jesús López-Peláez Casellas. La elección de la temática sexual ha supuesto un acierto dada la relevancia que la sexualidad empieza a tener para el teatro en tiempos de Shakespeare y también para el propio Shakespeare, convirtiéndose en fuente inagotable de inspiración para su creatividad dramática, a partir de su propia experiencia y visión de la sexualidad humana. Es más, no se puede entender el teatro inglés desde la época isabelina sin valorar, en toda su medida y dimensión, su sentido y significación tanto para los dramaturgos como para los espectadores del momento. Los nuevos aires renacentistas hicieron posible la experiencia de la sexual como algo positivo y gratificante para la vida humana más allá de falsos moralismos y condenas provenientes de círculos puritanos que supusieron un serio obstáculo para la consolidación del teatro y de lo que se da cumplida cuenta en las páginas del libro. Tal y como se pone de relieve, la sexualidad desempeñó un papel fundamental dentro de la temática del teatro inglés de finales del siglo XVI, alcanzando sus cotas más altas de expresión e intensidad con la entronización de la Restauración con Charles II, cuando el liberalismo y el deleite sexual se llevaron a sus últimas consecuencias en la vida y en la obra de Aphra Behn 16 Bartolomé Sanz Albiñana y de John Wilmot, conde de Rochester. Es algo que el teatro marloviano y shakespereano ya habían anticipado y posibilitado con sus personajes liberales y marginales. El Renacimiento supuso la eclosión de lo sexual. La revalorización del cuerpo trajo una nueva vivencia de lo humano en toda su dimensión. Sin embargo es conveniente recordar la complejidad del término sexualidad al incluir una variedad de situaciones, vivencias y comportamientos relacionados con la realidad social, religiosa y cultural de la época. El punto de inflexión al hablar de la sexualidad en la Inglaterra renacentista proviene del complejo contexto existente, de las costumbres y tradiciones y de la construcción de una nueva identidad de lo femenino frente a lo masculino, y de lo homosexual frente a lo heterosexual. En el libro se analiza una amplia gama de manifestaciones de la sexualidad que no se agotan en un personaje o en un espacio escénico. Ella es tema y tópico recurrente que nace del deseo amoroso como en Romeo and Juliet, de la ardiente pasión como en Measure for Measure, del desenfreno y la lujuria como en Titus Andronicus, o de los celos como en Othello o en The Winter´s Tale. Lo sexual permea, pues, no sólo la trama escénica de la obra shakespereana de forma distintiva y con un tratamiento diferente; sino que también en los grandes poemas como The Rape of Lucrece o en los propios sonetos, adquiere una sensibilidad especial y una estética sensorial de provocación. Fue también la sexualidad la que hizo posible la aparición de un lenguaje apropiado y diferente para dar expresión a toda esa riqueza de sentimientos y emociones incontrolables. Nunca antes de Shakespeare la sexualidad había tenido esa diversidad de términos y de matices. Él hizo posible no sólo que se experimentase en plenitud, sino que también se expresase de una forma nueva hasta entonces desconocida. La estructura del libro en tres partes da una visión completa y general de la sexualidad en el Renacimiento inglés, ayudando a tener una información suficiente de todo lo que la nueva conciencia y vivencia de lo sexual supuso dentro de una amplio abanico de contextos: cultural, social, legal, religioso…, relacionándolos entre sí. De este modo, la sexualidad en Shakespeare y, más en particular la de Hamlet, queda encuadrada histórica y culturalmente, lo que facilita la comprensión y sentido de lo sexual dentro de la dramática shakespereana. Es de destacar en este primer gran apartado del trabajo lo que se da en llamar la sexualidad marginal, donde se analizan comportamientos sexuales como la homosexualidad y la prostitución que iban más allá de lo socialmente permitido y regulado. Tanto la Iglesia , mediante tratados y sermones, como Of Domesticall Duties (1622) de William Gouge, como el aparato estatal, a través de una severa legislación que con- Shakespeare: sexualidad y orden social 17 denaba todo tipo de tipo desviación sexual, intentaron por todos los medios controlar y depurar la vida social de situaciones de lujuria e indecencia sexual como la fornicación, el adulterio, el incesto y la homosexualidad. Todo lo cual resulta más llamativo si se tiene en cuenta la promiscuidad existente en la corte inglesa en tiempos de Elizabeth I y de James I, de quien existían fundados rumores de mantener relaciones con jóvenes del mismo sexo. Pero Shakespeare entendió que la escenificación de la sexualidad humana no sería completa sin la referencia a estos estados de marginación social, donde cobra una nueva dimensión dentro del mundo de la taberna de Sir John Falstaff o del prostíbulo de Mistress Overdone y sin los cuales el teatro de Shakespeare no sería lo mismo. Es también ilustrativa la tercera sección dedicada a la sexualidad en Hamlet, una de las obras shakespereanas fundamentales para conocer el significado y alcance del componente sexual en su teatro, donde el origen de la tragedia de la obra tiene un móvil marcadamente sexual y donde se concentran una gran variedad de temas sexuales recurridos y presentes en otras obras dentro de un marco de tragedia límite que muestra los riesgos de una sexualidad desmedida e incontrolada vivida en frustración reiterada y en fracaso anunciado. Por otra parte, considero que, aunque se consiguen los objetivos propuestos, el análisis realizado de un tema tan variado y complejo como es el de la sexualidad se complica, entre otras razones, por las abundantes repeticiones, notas y generalizaciones, cuya justificación no llega a ser convincente. Hubiese sido más práctico y novedoso el haber abordado temas más específicos como el de la marginalidad sexual o el de la prostitución y no dar una visión de lo sexual tan amplia y general. Espero que estudios, como el que nos ocupa aparezcan con una mayor frecuencia para una mayor comprensión del legado shakespereano y para que su obra siga viva e interpelante entre nosotros. Es por ello que sería de desear que futuros trabajos tuviesen en cuenta dos líneas de investigación, sobre todo, que complementarían los contenidos del presente libro. Por un lado sería de gran interés ver cómo la sexualidad desempeña un papel preponderante dentro del teatro del Siglo de Oro, donde lo sexual también es pertinente y en torno al cual gira la acción dramática; aunque bien es verdad que se advierte otro tono y talante, y donde el tema del honor concentra el devenir de las relaciones humanas. Las comedias de Lope, Calderón y Tirso proporcionan un nuevo acercamiento y abren nuevas perspectivas para la escenificación de la sexualidad que vendrían a enriquecer y completar el tratamiento que lo sexual recibe en el teatro de Shakespeare. Por otro lado, el abordar cómo lo sexual se visualiza y escenifica en las diferentes produccio- Bartolomé Sanz Albiñana 18 nes teatrales que de la obra de Shakespeare se han representado en nuestro país, supondría una nueva visión de lo sexual, paliándose con ello la todavía existente precariedad de estudios sobre las producciones teatrales en España; porque no podemos olvidar que es en la magia de la puesta en escena donde el teatro de Shakespeare adquiere todo su esplendor e interpelación, y donde el deseo y la pasión nos transportan a otra dimensión. Quiero terminar esta presentación reconociendo la dedicación y el esfuerzo de un trabajo digno y que será, más tarde o más temprano, anticipación de futuras investigaciones, porque Shakespeare tiene el poder de poseernos y engancharnos de por vida sin defraudar. Como queda dicho y demostrado, Shakespeare también comparte con nosotros lo frustrante y gratificante de la sexualidad humana vivida en intensidad y hasta sus últimas consecuencias. Alicante, junio 2015 José Manuel González