“FUE UN FUSILAMIENTO EN TODA REGLA”

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DE LA CULTURA Y LA CIENCIA / LIBROS
Isabel Martínez Reverte, periodista y coautora
de La matanza de Atocha
gio de Abogados de Madrid, el conservador
Antonio Pedrol Rius, y otros responsables del
Colegio, como Jaime Miralles, otro conservador, monárquico pero liberal, y Joaquín
Ruiz-Jiménez, decidieron, frente a lo que opinaban Suárez, Rodolfo Martín Villa y el gobernador Juan José Rosón, que la capilla ardiente fuera en el Colegio. Eso fue esencial.
—Manuela Carmena, actual alcaldesa de
Madrid, fue clave en la negociación de esa
noche para que la capilla ardiente fuera en
Cinco muertos y cuatro heridos muy graves fue el balance del atentado terrorista
el Colegio.
—Pedrol Rius la quería mucho. Ella se fue
contra un despacho de abogados laboralistas en el número 55 de la calle Atocha de
Madrid, el 24 de enero de 1977, perpetrado por un comando de extrema derecha. al hospital. Fue recorriendo hospitales. Y le
dijeron que se dejara de llorar y que se fueLos hermanos Jorge e Isabel Martínez Reverte recrean lo que sucedió en
ra a buscar a Pedrol Rius porque tenía que
La matanza de Atocha. El asesinato de los abogados laboralistas que conmocionó a consentir que el cortejo fúnebre saliera del
la España de la Transición (La Esfera de los Libros). El abogado José María
Colegio de Abogados. En el coche de Pedrol
Mohedano facilitó una copia del sumario del proceso a Jorge. En medio del trabajo Rius, éste dijo a Carmena que los abogados
de investigación y escritura, éste sufrió un ictus y su hermana se sumó al proyecto. iban a ser velados en el Colegio y que de ahí
saldría el cortejo. Se pasó toda la noche neIsabel, periodista que ha desarrollado su carrera profesional en los Servicios
gociando con Rosón, que decía que él no gaInformativos de Televisión Española, destaca que aquello fue una ejecución y que rantizaba la seguridad. Martín Villa afirmaba
la democracia era imparable.
que no tenía policías suficientes. Se fiaban
de 200 policías en toda España.
—¿Se evidenció que, por mucho que el tePor Luis Marchal a quien ya habían detenido antes y lo habían rrorismo lo intentase, los demócratas no iban
puesto en libertad. Todo era clandestino. Los a responder con armas a las armas?
—Carrillo fue informado por Ángel Muñoz,
ué supuso para la democracia sindicatos eran clandestinos. Esa semana huel asesinato de los abogados la- bo muchas huelgas. Sobre todo, en transporte. que era periodista de Mundo Obrero. Inmeboralistas que conmocionó a la Se militarizó el transporte. Existía el sindica- diatamente, a organizar. Inmediatamente,
to vertical. Si ahora hablamos de corrupción, tranquilidad. Inmediatamente, todo el munEspaña de la Transición?
—Era enero de1977. El presidente Adolfo aquella corrupción era impresionante. La do, a su lugar de escondite. “Y esto va a ser
Suárez tenía un Gobierno provisional hasta huelga del transporte fue pacífica, pero fue una demostración de fuerza del Partido Colas elecciones de juniode ese año [fueron las un triunfo. En el despacho de Atocha 55 se munista”. Pacífico, democrático y que pueprimeras elecciones democráticas tras la dic- estaba mirando cómo gestionar esa huelga, de gobernar. O que puede estar, por lo metadura de Franco]. Estaba hablando con to- y preparando otras. Se estaba luchando por nos, en el Parlamento. Se le encomendó la
dos los grupos legales, fuera del PSOE, fue- la amnistía en las calles de Madrid. Los es- seguridad a Luis Pérez Lara, un veterano mira del Partido Comunista (PC), con todo el tudiantes, los obreros, los trabajadores. Ma- litante del PCE. Se citó a la gente en el bar El
Grupo Tácito [grupo de intelectuales, políti- drid estaba llena de manifestaciones. Se aca- Brillante, un lugar seguro gracias a sus dos
cos y periodistas españoles que apostaba por baba de suprimir el Tribunal de Orden Pú- puertas que daban a dos calles distintas. Se
una salida democrática al régimen dictato- blico, que juzgaba los delitos políticos. To- organizó todo de tal manera que dieron una
rial], con la gente de UCD, con la comisión davía la derecha estaba en el poder judicial, visión democrática, de fuerza y de tranquilide los nueve [formada por Enrique Tierno y en el poder político y en el poder empresa- dad; aunque estaban muertos de miedo, porFelipe González, por los socialistas; Francis- rial. ¿Qué supuso esa semana? Los abogados que no sabían lo que iba a pasar, si iba a haco Fernández Ordóñez, por los socialdemó- laboralistas de la matanza de Atocha eran tan ber cuchillos largos, si iba a haber plomo o
cratas; Joaquín Satrústegui, por los liberales; buenos que la derecha, el decano del Cole- si la derecha iba a ir casa por casa.
—¿Qué amenaza representaban los grupos
Antón Canyellas, por los democratacristiade extrema derecha?
nos; Santiago Carrillo, por los comunistas;
—El involucionismo. Se les acababa el choJordi Pujol, por Cataluña; Valentín Paz Anllo. Estaban en contra de que hubiera un prodrade, por Galicia, y Julio Jáuregui, por el
yecto político democrático en España. AdePaís Vasco]. Estaba intentando ver cómo lo
más, se encontraban en Madrid grupos de la
podía hacer para llegar a las elecciones. El
extrema derecha italiana y argentina. Esa sePC entero estaba en Madrid. Hasta Carrillo,
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Q
“Jorge quería hacer este
libro porque piensa que
se juzga mal cómo fue la
Transición”
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mana hubo manifestaciones y murieron dos
estudiantes, Arturo Ruiz y Mari Luz Nájera.
Los sindicatos verticales negociaban con los
sindicalistas del PC con una pistola en la mesa. Al sindicalista Joaquín Navarro le llegaron a poner un papel con un ataúd cuando
estaba negociando la huelga de transportes.
Los policías de extrema derecha, como el comisario Roberto Conesa o Antonio González
Pacheco, alias Billy el niño, estaban buscando a los dos secuestrados por los Grapo, a
Antonio María de Oriol y Urquijo y a Emilio
Villaescusa. Se pudo encargar el caso de los
abogados de Atocha a unos policías intachables. A Francisco de Asís Pastor y su brigada, que eran los que habían detenido a Carrillo. Pero era gente que no era ni de derechas ni de izquierdas. Eso permitió que, con
el interrogatorio a los heridos en la matanza,
Alejandro Ruiz Huerta y Luis Ramos, que estaban conscientes, pudieran describir a los
asesinos. Inmediatamente empezaron a atar
cabos y los localizaron enseguida.
—Precisamente, en la presentación de su
libro, Alejandro Ruiz Huerta, el único superviviente del atentado que sigue vivo, dijo
que “la matanza de Atocha fue el ADN de la
democracia”. ¿Está de acuerdo con él?
—Lo que está claro es que se ganó la le-
“En España, el de la
matanza de Atocha fue
el primer juicio a la
extrema derecha”
galización de los partidos políticos. Sobre todo, del Partido Comunista. Al día siguiente
del entierro, se dijo que el PCE se había ganado la legalización. Si se ganaba la legalización del PCE, que se dio el 10 de abril de
1977, el Sábado Santo, también la de los sindicatos y la de los demás partidos políticos.
—La idea original de los asesinos era dar
un escarmiento al sindicalista Joaquín Navarro, por lo que hubo intentos de reducir el
atentado a un ajuste de cuentas.
—Van a darle un escarmiento a Navarro y
tirotean 30 balas. Cristina Almeida, al día siguiente del asesinato, cuando la dejaron entrar al despacho con el forense, encontró 15.
Fue un fusilamiento en toda regla. Fue una
ejecución y los remataron en el suelo. En realidad, iban a matar. Iban a matar lo que encontraran. Los asesinos subieron, había mucho lío, subieron a la buhardilla, esperaron
a que acabaran el lío de la asamblea del transporte, no vieron nada, llamaron, estaban es-
tos trabajadores de Atocha 55, preguntaron
por Joaquín Navarro, éstos no sabían quién
era, porque ellos eran del movimiento vecinal, y empezaron a disparar.
—¿El Estado se descubrió y reveló su incapacidad para enfrentarse a la crisis?
—Esa noche, sí. Martín Villa y Rosón estuvieron negociando con Pedrol Rius, con Miralles,… Martín Villa, como estaba igual que
ellos, no podía garantizar que ese entierro
fuera seguro. Ellos preferían que fuera una
cosa discreta, pero eso no lo iba a consentir
una España predemocrática. Salimos todos a
la calle.
—¿Se dejó claro que la Transición estaba
en marcha, que era imparable?
—Exactamente, y que tenían que contar
con los partidos de izquierdas. A Pérez Lara
le llegó un policía y le dijo que estaba a sus
órdenes, a su disposición. Le contestó que sí,
pero que la responsabilidad de la seguridad
la llevaba él. La policía estuvo a las órdenes
del PCE en ese tramo del cortejo fúnebre, desde la plaza donde está el Tribunal Supremo
ahora hasta Atocha.
—¿Dieron tranquilidad las declaraciones
de Santiago Carrillo, en el entierro, diciendo
que “el Partido Comunista hará cuanto pueda para asegurar la Transición en calma” y
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que “este atentado no debe frenar el proceso democrático”?
—Fueron esenciales. Salió el Comité Central del PCE, él delante y lo dijo. En el cementerio de la Almudena, cuando enterraron allí a Ángel Rodríguez Leal, el administrativo de Telefónica, que fue uno de los
muertos. Ahí lo dijo también el jefe del sindicato, de CC OO, Marcelino Camacho; que
no se iba a parar, que era imparable. Pero,
en paz. Se aceptó la bandera de España y la
Monarquía.
—¿Se ha hecho justicia al cabo de los años?
—Se ha hecho justicia en tanto que unos
cumplieron su condena. Uno murió en la
cárcel. Otro cumplió 15 años y se largó de
España con un permiso penitenciario. La
gran injusticia fue la del juez fascista Rafael
Gómez Chaparro, que hizo la instrucción.
Hizo todo lo posible para que todo saliera
mal. Antes del juicio, Blas Piñar, como padrino de Fernando Lerdo de Tejada, uno de
los asesinos, pidió a Gómez Chaparro que
le dejara salir de la cárcel para ir a una Comunión. Lerdo de Tejada aprovechó para escaparse. No se ha vuelto a saber nada de él.
“El PCE no era la revolución”
En 2014, el periodista y escritor Jorge M. Reverte sufrió
un ictus cuando estaba preparando el libro sobre el asesinato de los abogados laboralistas
de 1977. Salió adelante y contó cómo en Inútilmente guapo.
Mi batalla contra el ictus (La Esfera de los Libros). El pasado 28
de enero presentó La matanza
de Atocha, junto con su hermana Isabel –evento en el que
también intervinieron Manuela
Carmena, Paca Sauquillo y Alejandro Ruiz Huerta–.
Por escrito, concretamente
por correo electrónico, ya que
está “incapacitado para hablar
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más allá de la intimidad”, señala a esta revista que la matanza de Atocha supuso para la
democracia “un estímulo por reivindicar la lucha de los asesinados”. Admite que aquélla fue
una semana negra para el camino hacia la democracia y considera que “no había camino trazado, sólo objetivos de libertad”.
Había una lucha por la democracia y había una derecha violenta que quería impedirla
¿De qué manera esta tragedia ayudó a la legalización del
Partido Comunista? Responde
que “demostró a la gente que
los comunistas no eran asesi-
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nos”. “A los franquistas, que
los suyos sí podían serlo. A todos, que el PCE era un partido
de orden, que no era la revolución”, matiza. El tribunal cerró
el caso el 22 de febrero de
1980. Los abogados quedaron
satisfechos porque por primera vez en España los culpables
fascistas eran tachados de asesinos. “Los españoles ya
podían decir en voz alta que los
fascistas no les representaban”, subraya Jorge M. Reverte. Opina que “nunca es bastante” el tributo que se rinde a
los que murieron en la matanza de Atocha.
Se le ha situado en Brasil y podría haber regresado a España. ¿Se hizo justicia? Por lo
visto, el juicio fue intachable. Pero ellos, los
acusados, se sentían impunes. De hecho,
sus abogados no se prepararon el juicio. Creían que se irían de rositas. En España, fue el
primer juicio a la extrema derecha. Desde
ese punto de vista, sí se hizo justicia. ¿Dónde no se hizo justicia? En toda la trama del
sindicato vertical. En lo que había detrás,
que luego se pagó con el 23-F, porque siguieron conspirando.
—Con todo, ¿la matanza de Atocha formó
parte de una ofensiva para frenar la Transición?
—Yo creo que sí, pero por una parte de indocumentados. Creo que fue un tema del sindicato vertical, corrupto, que veían que se les
acababa el chollo. Porque ahí se repartían
sobres. Aparte de por ser “patriotas”, era sobre todo por intereses personales.
—¿Esa semana fue la más dura, en la que
se podía haber perdido esa Transición?
—No, la democracia era imparable. Hubo
un momento en que el presidente de las Cortes, Torcuato Fernández Miranda, quiso establecer un Estado de Excepción. Suárez rechazó esa opción porque el crédito ante Europa de España era imprescindible. Esto era
imparable.
—Usted critica a los que dicen que ahora
vivimos una segunda Transición.
—Mi hermano Jorge, que para mí es un
gran historiador, quería hacer este libro porque piensa que se está juzgando bastante
mal cómo fue la Transición. Queríamos contar cómo fue. Lo que costó llegar a la legalización del PCE. A nuestra edad, no se nos
puede olvidar lo que costaron las elecciones democráticas. Fue una época muy dura, por eso este libro era muy necesario. Ahora, vivimos otra cosa. No es una segunda
Transición. Es un revolutum, porque de repente se ha revolucionado el Parlamento. Ya
no son dos partidos. De repente hay gente
joven, hay un cambio generacional. Pero eso
no es una segunda Transición. Eso no significa que aquello fuera un camino de rosas.
Estoy deseando que haya un cambio, que se
acabe la corrupción, que me digan cosas
nuevas; pero que nadie se meta con aquella
semana, con aquellos partidos de izquierdas, sobre todo el PCE, con los abogados de
Atocha y con toda la gente que dio su vida
por la democracia. l
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