Una mirada nueva a Bolívar EL PODER DE LA LIBERTAD Por Belisario Betancur (Presidente de Colombia) Desde el principio del siglo XIX se interpretó la hazaña libertadora de Simón Bolívar, dentro del marco general de la insurrección que se inició con la independencia de las colonias de Norteamérica y culminó con la constitución de los últimos estados nacionales en Europa. Fenómeno natural provocado por el fermento de la Ilustración, no era sino el epígono de un epígono: la independencia de las colonias de ultramar, reflejaba la irrupción de la mentalidad ilustrada, en la corte de los Borbones peninsulares; y respuesta a las exacciones de los arbitristas —alcabaleros y visitadoresespañoles. Se admiraba la obra de Bolívar cono producto de un genio militar en estado salvaje y se le rendía irónica admiración al compararla con las gestas de César o Napoleón. En el más indulgente de los casos, Bolívar era considerado instrumento de las fuerzas impersonales de la historia, que reclamaban independencia de la coyunda de los opresores. Sólo en el siglo XX se ha comprendido la originalidad de la obra de Bolívar. Y se ha establecido cómo supera lo militar para erigirse en acervo ideológico, en el que no se sabe qué admirar más si la perspicacia política, el don de la profecía o la originalidad intelectual y la búsqueda de la autenticidad de nuestros pueblos. 1.- LAS QUIMERAS DE LOS IDEOLOGOS Desde la temprana fecha de 1812, encontramos en el denominado “Manifiesto de Cartagena” estos juicios que revelan conocimiento de la ciencia del gobierno y repudio de las quimeras de los ideólogos: “Los códigos que consultaban nuestros magistrados, -dice Bolívar- no eran los que podían enseñarles la ciencia practica del gobierno, sino los que han formado ciertos buenos visionarios que, imaginándose repúblicas aéreas, han procurado alcanzar la perfección política, presuponiendo la perfectibilidad del linaje humano. Por manera que tuvimos filósofos por jefes: filantropía por legislación, dialéctica por táctica y sofistas por soldados. Con semejante subversión de principios, y de cosas, el orden social se resintió y extremadamente conmovido, y desde luego corrió el Estado a pasos agigantados a una disolución universal, que bien pronto se vio realizada”. “La ciencia práctica del gobierno” era para Bolívar aquella que consultaba las características de los pueblos y se amoldaba a su idiosincrasia. Su mejor expresión es el discurso ante el Congreso de Angostura, en donde echa los fundamentos del gobierno democrático, el único capaz de producir “poder, prosperidad y permanencia”. Y libertad también, el máximo de libertad susceptible con la convivencia ordenada de los ciudadanos. 2.- LA REALIDAD CRIOLLA Estas ideas estaban en Montesquieu, ciertamente. Pero Bolívar las hizo suyas, las naturalizó en América y las erigió en método para interpretar la realidad. Esta realidad nuestra tan diversa de la europea, puesto que: “…nuestro pueblo no es el Europeo, ni el Americano del Norte, que mas bien es un compuesto de Afrecha y de América, que una emanación de Europa; pues hasta España misma, deja de ser Europea por su sangre africana, por sus Instituciones, y por su carácter. Es imposible asignar con propiedad, a que familia humana pertenecemos. La mayor parte del indígena se ha aniquilado, el Europeo se ha mezclado con el Americano y el Africano, y éste se ha mezclado con el Indio y con el Europeo. Nacidos todos del seno de una misma Madre, nuestros Padres diferentes en origen y en sangre, son extranjeros, y todos difieren visiblemente en la epidermis; esta desemejanza trae un reato de la mayor trascendencia”. Bolívar fue el precursor de una mirada nueva: una mirada que le permitió descubrir nuestra identidad cultural y hacer de ella el fundamento de nuestra identidad política. 3.- EL CAMINO DE LA LIBERTAD El Libertador sabía cuan áspero es el camino de la libertad. “Es más difícil, decía, citando a Montesquieu, sacar a un pueblo de la servidumbre, que subyugar a uno libre”: el sentido de su misión se encuentra in nuce en esta máxima, que iluminó su camino y que lo apartó de las facilidades de la autocracia. ¡Cuán fácil hubiera sido para él colocarse la férrea diadema del autócrata! Pero había asistido, y con los ojos bien abiertos, a la coronación de Napoleón; y sabemos con cuánto desdén había observado los contradictorios gestos del todopoderoso. Y sabemos también con cuán celosa mirada había vigilado la trayectoria de quien, habiéndose erigido en campeón de la libertad, terminó unciendo los pueblos de Europa a su carro de triunfador. Sabía Bolívar que la pedagogía de la libertad es difícil. Por eso su obra maestra es aquel tratado de derecho constitucional, que sólo se puede leer en su integridad si se interpretan conjuntamente los textos de sus mensajes al Congreso de Angostura, al Congreso Constituyente de Bolivia, a la Convención de Ocaña y al Congreso Constituyente de 1830, llamado Congreso Admirable. En esos textos doctrinarios se puede perseguir la lucha del genio por rechazar los extremos, por someter la desmesura de la ideología a los dictados de la realidad y por construir un sistema de contrapesos que someta el poder a los cauces de la sociedad civil. Por eso proponía, como instancia suprema de los tres poderes tradicionales, un cuerpo de magistrados que encarnara y expresara las normas de la moral; a ellos estaría encomendado el juicio nacional, De Bolívar podría decirse lo que ha dicho Marguerite Yourcenar de Adriano: que amaba el poder sólo en la medida en que el poder acrecentaba la libertad. 4.- UN LEGADO POLIFACETICO Para Europa, cuya cultura ha hecho de las instituciones políticas equilibradas y liberales su mejor título de humanismo y sapiencia, el legado político de Bolívar puede parecer la emanación natural de un talento nutrido por los grandes pensadores occidentales. Pero su genio se evidencia cuando comprobamos que su doctrina fructificó y se arraigó en menos de dos siglos. Reflexionemos, no más, en que el Occidente necesitó más de veinte siglos para recorrer el camino que va de Aristóteles hasta Montesquieu, y un poco más para lograr las primeras repúblicas modernas. El énfasis que hemos puesto la consideración del pensamiento político del Libertador se debe a que, hijo de su tiempo, su personalidad se centraba en el eje político. Pero para quien lea detenidamente esta antología, seleccionada por el doctor König, será visible que sus dotes de educador no eran inferiores a sus talentos de internacionalista y que sus capacidades de sociólogo y escudriñador del ser americano no eran menores, ciertamente, a sus capacidades para imaginar modelos de convivencia más grandiosos y magníficos para los pueblos que libertó. 5.- UNA SOLA NACION En un mundo sacudido por las más violentas tensiones, resulta consolador volver a las palabras de Bolívar, y encontrarlas tan cerca a nuestros anhelos: “Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse; mas no es posible, porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes, dividen a la América. ¡Qué bello sería que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras tres partes del mundo. Esta especie de corporación podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración; otra esperanza es infundada, semejante a la del abate St. Pierre, que concibió el laudable delirio de reunir un congreso europeo para decidir de la suerte y de los intereses de aquellas naciones”. 6.- LA TIERRA Y LOS INDIGENAS Tuvo Bolívar especial cuidado por establecer la educación de los pueblos que libertó, y si bien es cierto que en una época de penurias y dificultades no era posible crear en la práctica una escuela universal, definió los principios que debían orientar la vida civil y el papel de la educación en la sociedad. En su discurso al Congreso de Angostura había afirmado: “La educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor maternal del Congreso. Moral y luces son los polos de una república, moral y luces son nuestras primeras necesidades”. Y más adelante afirmaba, en una instrucción de gobierno: “Considero que para un buen gobierno, su labor primordial es abrir escuelas, sembrando luces y creando perspectiva a la iniciativa individual y social. Es crear espacio vital para el desenvolvimiento de las energías creadoras de los pueblos o individuos”. Bolívar político, estadista, internacionalista y educador, son facetas de una personalidad que busca establecer la paz y la justicia para un pueblo violentado y expoliado. Su obra legislativa en el Cuzco, después de la culminación de la independencia americana con la Batalla de Ayacucho, da fe de su alto espíritu de reformador social. De julio de 1825 son los Decretos de repartición de tierras entre los indígenas y la abolición de la autoridad de los caciques. Da por terminada también la práctica del servicio personal obligatorio. 7.- UNA TAREA POR CONCLUIR “Lo que Bolívar no hizo, está todavía por hacer en América. Esta sentencia de Martí, el apóstol cubano, define el alcance de la obra del Libertador y la magnitud de la tarea que aún debemos realizar los americanos que nos guiamos por su pensamiento. A pesar de su doctrina no hemos podido conseguir la unión y la solidaridad es una quimera para muchos, una tentación para los más. Las injusticias sociales, las carencias, las expoliaciones son el pan diario de muchas de nuestras sociedades. La paz vacila y tambalea en medio de las tensiones creadas por la ambición y el empecinamiento de los poderes en pugna... Es mucho lo que está por hacer en América. Pero ahora, con mucha más razón que en los tiempos de Simón Bolívar, es imposible pensar en las acciones aisladas. La solidaridad internacional, planetaria, se impone y los grandes deben comprender que la angustia de los pequeños, sus conflictos y miserias, amenazan muy seriamente su cómoda indiferencia. El pensamiento de Bolívar es un faro que ilumina y advierte al mismo tiempo. La lectura de su obra puede ilustrar a quienes no están familiarizados con las circunstancias de la emancipación americana pero que miran con preocupación el destino del Tercer Mundo. Para ellos esta antología, reunida gracias al fervor y al conocimiento del doctor Hans-Joachim König, y editada bajo los auspicios de los gobiernos de Colombia y de la República Democrática Alemana, puede ser un precioso manual de conocimiento y meditación. BELISARIO BETANCUR Bogotá, Marzo de 1984