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Dominicos | Orden de Predicadores
Homilías
Ciclo
C
XIX Domingo del tiempo ordinario
07/08/2016
Donde está vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón.
Introducción Varias de las expresiones que hoy nos presenta el evangelio de San Lucas, podían servir de hilo conductor de nuestra
reflexión homilética: la confianza, el desprendimiento con el corazón limpio de intereses materiales, estar atentos a su venida… y el
Señor nos lo va pidiendo camino de Jerusalén.
Y sin olvidar que el evangelio de hoy hay que leerlo teniendo en cuenta el de los domingos anteriores.
Los que se encontraban solos, marginados, sin nada… tenían que depositar su fe y confianza en aquel que había comprometido su
palabra de no abandonar a quienes lo habían dejado todo por seguirle a él… “no temas pequeño rebaño…”.
Y junto con la confianza, les pide Jesús que estén despiertos y vigilantes: “tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas…”
Nunca quiere el Señor hacernos tener miedo… nunca actúa así, sino que tengamos una confianza llena de amor, porque quiere
concedernos la vida eterna, donde no habrá lugar para los sobresaltos e incertidumbres, sino para darnos la suma claridad.
Noviciado Interprovincial 2016
Convento de Santo Tomás (Sevilla)
Lecturas
Lectura del libro de la Sabiduría 18, 6-9
Aquella noche se les anunció de antemano a nuestros padres, para que tuvieran ánimo al conocer con certeza la promesa de que se
fiaban.
Tu pueblo esperaba ya la salvación de los inocentes y la perdición de los culpables. Pues con una misma acción castigabas a los
enemigos y nos honrabas llamándonos a ti.
Los hijos piadosos de un pueblo justo ofrecían sacrificios a escondidas y de común acuerdo se imponían esta ley sagrada: que todos
los santos serían solidarios en los peligros y en los bienes; y empezaron a entonar los himnos tradicionales.
Sal 32, 1 y 12. 18-19. 20 y 22 R. Dichoso el pueblo a quien Dios escogió.
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos;
dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. R.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.
Lectura de la carta a los Hebreos 11, 1-2. 8-19
Hermanos:
La fe es seguridad de lo que se espera,
y prueba de lo que no se ve.
Por su fe son recordados los antiguos:
por fe obedeció Abrahán a la llamada y
salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad.
Salió sin saber adonde iba.
Por fe vivió como extranjero en la tierra prometida,
habitando en tiendas
–y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa–
mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos
cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios.
Por fe también Sara, cuando ya le había pasado la edad,
obtuvo fuerza para fundar un linaje,
porque se fió de la promesa.
Y así, de una persona, y ésa estéril,
nacieron hijos numerosos,
como las estrellas del cielo
y como la arena incontable de las playas.
Con fe murieron todos éstos,
sin haber recibido la tierra prometida;
pero viéndola y saludándola de lejos,
confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra.
Es claro que los que así hablan,
están buscando una patria;
pues si añoraban la patria de donde habían salido,
estaban a tiempo para volver.
Pero ellos ansiaban una patria mejor,
la del cielo.
Por eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios:
porque les tenía preparada una ciudad.
Por fe Abrahán, puesto a prueba,
ofreció a Isaac:
y era su hijo único lo que ofrecía,
el destinatario de la promesa,
del cual le había dicho Dios:
«Isaac continuará tu descendencia.»
Pero Abrahán pensó que Dios tiene poder
hasta para resucitar muertos.
Y así recobró a Isaac como figura del futuro.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 12, 32-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
No temas, pequeño rebaño; porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.
Vended vuestros bienes, y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se
acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas: Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para
abrirle, apenas venga y llame.
Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela: os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá
sirviendo.
Y si llega entrada la noche o de madrugada, y los encuentra así, dichosos ellos.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete.
Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis, viene el Hijo del Hombre.
Pedro le preguntó:
–Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?
El Señor le respondió:
–¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus
horas ?
Dichoso el criado a quien su amo al llegar lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes.
Pero si el empleado piensa: «Mi amo tarda en llegar», y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y
emborracharse; llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que
no son fieles.
El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra, recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace
algo digno de castigo, recibirá pocos.
Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.
Comentario bíblico
Primera lectura: (Sb 18,6-9)
Marco: El contexto es una reflexión sobre la Sabiduría en la historia de Israel (c. 10-19). Se trata de “meditaciones catequéticas” de
carácter midrásico que interpretan los acontecimientos históricos del pasado con una visión nueva.
Reflexiones
1ª) ¡En la celebración pascual se actualiza el propósito liberador de Dios!
Tu pueblo esperaba ya la salvación de los inocentes y la perdición de los culpables... El autor evoca los acontecimientos de la noche de
la liberación de Egipto. Interpreta midrásicamente*, es decir, con la intención de adoctrinar a sus contemporáneos intentando actualizar
la significación de aquellos hechos. El autor de este libro entiende que aquel gesto fue una expresión de la delicada providencia de
Dios para con su pueblo. Dios actuó de manera admirable y misteriosa a la vez. La celebración pascual judía actualizaría siempre aquel
prodigio del poder de Dios. Se convirtió para Israel en un memorial de las gestas de Dios que evocaba el pasado, actuaba eficazmente
en el presente y aseguraba el futuro. El acontecimiento actualizado en la celebración es un sacramento total de Israel abarcando toda
su historia.
2ª) ¡Todos los santos eran solidarios en los peligros y en los bienes!
A partir de la alianza de Dios con su pueblo, todos sus miembros quedan mutuamente comprometidos a interesarse por los asuntos de
cada uno y de todos. Y esto no sólo en la prosperidad sino también, y sobre todo, en la adversidad. Según la mentalidad antigua los
derechos y deberes de la familia, del clan, o de la tribu son sagrados quedando todos comprometidos a ser go´él (vengador de los
derechos inalienables) de cada uno y del conjunto. Dios será llamado más de una vez en la Escritura el Go´el de su pueblo que le
defiende y toma cumplida venganza de sus enemigos. Aún hoy, entre los orientales, se vive esta misma realidad solidaria de los
miembros de una misma tribu, familia o clan. La Pascua sería siempre un acontecimiento y un signo del pueblo que nace, por eso será
la fiesta de familia por antonomasia y la fiesta de todo el conjunto del pueblo de Dios. Es necesario recuperar el sentido de corporación
solidaria en las celebraciones que realizamos. La celebración del misterio de Jesús lleva consigo la renovación de un itinerario común y
de un compromiso fraterno convincente.
Segunda lectura: (Hebreos 11,1-2.8-19)
Marco: El autor insiste en tres realidades: la realidad gloriosa de Jesús Sumo Sacerdote y Mediador; una exhortación para alentar y
consolar a los cristianos perseguidos como lo fue Jesús; una afirmación firme de la solidez de la esperanza cristiana.
Reflexiones
1ª) ¡Esperar contra toda esperanza y por encima de todo fracaso!
La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve. En la vertiente histórico-salvífica de Hb 11 se comprende la virtud
de la esperanza este autor. En los acontecimientos de la historia de Israel descubre que la actuación de Dios es segura y garantía de
los que creen en Él. La fe, como adhesión personal al Dios Personal que se revela, va inseparablemente unida a la esperanza en un
Dios omnipotente y bondadoso. De este modo la esperanza aparece como una virtud dinámica que pone en movimiento a todo un
pueblo y a cada uno de sus miembros con la seguridad de conseguir aquello que se les promete. Ahora el autor lo traslada a los
discípulos de Jesús para exhortarles a vivir en la esperanza y seguridad en medio de las persecuciones. Los cristianos vivían, en sus
comienzos, amparados por el reconocimiento del judaísmo como religión lícita y reconocida en el Imperio. Cuando se produce la
ruptura, los cristianos quedan desprovistos de este paraguas protector y son perseguidos por los judíos, de los que se separan, y por
los romanos, que no los reconocen. Esto lleva consigo extorsiones de todo género, atropellos, confiscación y despojo de sus bienes..
Jesús pasó por dificultades y persecuciones pero ahora se encuentra glorioso en el cielo y realiza la tarea de Mediador de todos ante el
Padre. Nunca ha sido fácil pertenecer al grupo de los seguidores de Jesús.
Evangelio: (Lucas 12,32-48)
Marco: Proseguimos el viaje a Jerusalén. Las ideas centrales de este fragmento podrían ser: la solicitud que Dios tiene de nosotros y la
invitación a la vigilancia y a la fidelidad.
Reflexiones
1ª) ¡El peregrino ha de estar siempre vigilante y a punto para emprender la marcha!
Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas... La cintura ceñida es la imagen del caminante y del peregrino siempre dispuesto a
ponerse en marcha (cf. Ex 12). La otra imagen indica la espera de algún personaje importante. Mantienen las lámparas encendidas los
que esperan al novio para las bodas (recuérdese la parábola de las 10 muchachas que leemos en Mt 25,1-13). Las imágenes en
ambos autores reflejan la premura y lo imprevisible de la puesta en marcha. Por eso hay que estar siempre a punto. Evidentemente
aquí estamos leyendo varias realidades a la vez. La más importante es que Jesús volverá de nuevo glorioso, pero la Iglesia primitiva no
recibió información del Maestro acerca del día concreto y la hora. El Señor no admite rivales, por tanto quien quiera participar de su
gloria al final, debe colocarlo ahora en el centro de la vida mientras va de camino. Renunciar a todo y ponerse en camino detrás de él
son condiciones para el seguimiento que sólo las ha exigido Jesús (no sabemos de ningún rabino que lo hubiera hecho nunca), porque
sólo Él garantiza el destino final del hombre. Hoy como ayer, no podemos entreteneros en otros negocios que entorpezcan el principal.
Sólo cabe una interpretación de lo temporal adecuada y correcta, a saber, partir de la esperanza del futuro. Ciertamente se exige un
compromiso serio con lo temporal, pero entendido como una etapa previa de la construcción del definitivo Reino de Dios. Se produce
así una tensión entre la temporalidad y la eternidad, entre la esperanza cristiana y el compromiso serio por lo temporal que compartimos
con los hombres.
2ª) ¡Son declarados dichosos los que son capaces de vigilar siempre!
¿Qué quiso decir Jesús? Una advertencia velada a sus discípulos sobre el futuro. Pero cuando el evangelista lo ha introducido en su
relato está pensando en la vuelta gloriosa del Hijo del hombre, en la Parusía que tan ardientemente era esperada en la Iglesia primitiva.
Pero, cuando Lucas escribe, esta espera ha perdido fuerza en el sentido de inmediatez y en su aspecto de acontecimiento
escatológico. Lucas piensa que el Hijo del hombre volverá, pero más tarde. Mientras tanto el discípulo debe equiparse de la paciencia,
aguante y constancia (hupomoné lo llama él). El discípulo de Jesús debe recordar siempre que la vuelta de Jesús le exige la confianza,
pero también una atenta vigilancia porque es imprevisible. Lucas utiliza los términos dichosos o felices en esta perícopa hasta tres
veces que tiene su significación simbólica de insistencia. Jesús se congratula con quienes son capaces de velar y estar siempre
atentos. El mismo hecho de vigilar produce en el discípulo una experiencia de verdadera bienaventuranza. Hoy como ayer, se nos invita
a vivir la experiencia de las bienaventuranzas en la vigilante espera del Señor glorioso como un talante propio de sus discípulos. En el
itinerario hacia Jerusalén y hacia la gloria, es necesario mantener un clima de alegría y seguridad en la esperanza de llegar a la meta.
Nuestro mundo necesita que los testigos de Jesús lo hagan presente aquí y ahora.
3ª) ¡Quien posee la sabiduría del Reino está siempre dispuesto!
El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra, recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace
algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá. Dios
concede los dones para que se pongan a contribución y a rendimiento a favor de los demás. Quien más recibe más posibilidades tiene
para trabajar por los demás. Esto quiere decir que la recompensa y el rendimiento de cuentas está en proporción al don recibido. Mateo
lo explica en la parábola de los talentos o del capital y los intereses (Mt 25,14ss; Lc 19,12ss). Ambas parábolas, gemelas, aunque
presentadas con distinto ropaje narrativo, pretenden transmitir una lección fundamental: es necesario vigilar en el tiempo de la espera y
dedicarse a explotar los dones recibidos. Sigue el mismo pensamiento que domina la perícopa completa que proclamamos hoy. Los
discípulos de Jesús deben huir de dos posturas reprochables: la desidia con los dones y la vanagloria por los dones recibidos. Al
discípulo se le pide un equilibrio equidistante de ambos extremos. Lo que se le da ha de recibirlo con agradecimiento, reconocer que es
un regalo gratuito en vistas al bien común y, por tanto, debe evitar toda falsa humildad o modestia que impida el adecuado rendimiento
de los dones y, a la vez, todo engreimiento. En la Escritura encontramos dos expresiones que reflejarían muy bien este mensaje (Jn
15,5; 1Cor 15,9-10). San Juan Crisóstomo afirma, en uno de sus sermones, que quien pone en duda haber recibido dones abundantes
de Dios le inflige una contumelia, porque Dios siempre distribuye abundantemente entre todos. El creyente ha de poner todos sus
dones, de cualquier género que sean, a producir para bien propio y de los demás a fin de que el Padre celestial sea glorificado (Mt
5,16).
Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)
Este comentario está incluido en el libro: La Palabra fuente de vida. Ciclo A. Editorial San Esteban, Salamanca 2004.
XIX Domingo de T.O.
Estad preparados
Iª Lectura: Sabiduría (18,6-8): Memoria de la pascua liberadora
I.1. La lectura de este día quiere describir la noche de salvación para Israel, la noche pascual, que se ha convertido en el paradigma
nostálgico de un pueblo que siempre ha recurrido a su Dios para que lo liberara de todas las esclavitudes; que anhela salvación y que
encuentra en el Dios comprometido con la historia la razón de ser de su identidad. Es, probablemente, un texto cultual, es decir, nacido
en la liturgia. El c. 18 de este libro escrito en griego, para la comunidad judía de Egipto, es una memoria litúrgica de la noche pascual,
de la noche de la libertad y de la noche de la luz. Nada hay tan celebrado en Israel como la noche pascual.
I.2. “Memoria” es mirar al pasado. Pero es más que eso, es tener presente que Dios siempre puede encender la luz de la salvación para
su pueblo en cualquier momento que lo necesite. Se hace memoria para actualizar y para “sentir” la misma presencia liberadora de
Dios, porque el pueblo, la comunidad, las personas siempre pueden estar amenazadas de esclavitud. Sólo en Dios es posible poner la
esperanza, porque en sus manos está la luz.
IIª Lectura: Hebreos (11,1-2.8-19): La fe, por encima de la muerte
II.1. Hoy, la segunda lectura, tomada de Hebreos 11, llena de contenido esta parte de la celebración, con su visión práctica de la fe
evocada a la luz de las grandes figuras de la “historia de la salvación” y de todos aquellos que, por amor de lo que esperaban y de las
realidades invisibles, renunciaron a los honores terrenos. Se dice que con este capítulo, el autor de la carta a los Hebreos, que no es
San Pablo desde luego, sino un maestro desconocido, compuso este sermón para mover a la fe a la comunidad, al igual que los padres
del pueblo, pero ahora con la esperanza que procura Jesús y su obra. Él es el ejemplo de nuestra fe en Dios y de nuestra entrega a los
hombres al comprender todas las flaquezas. Por esto es Sumo Sacerdote, porque siendo Dios, superior a los ángeles, a Moisés y a
Aarón ,comprendió más que nadie los pecados de los hombres.
II.2. En nuestra peregrinación hacia Dios, en la tipología hacia el santuario celeste, tenemos un mediador y una seguridad que no
tuvieron los padres del pueblo: al mismo Jesús. Por eso, creer, según lo que se propone en Hebreos 11, no es mirar al pasado, ni
conservarlo, sino avanzar hacia el futuro. Quiere decir que debemos estar en camino, que no hay puntos muertos en la historia de la
salvación. Como es lógico, la lectura de hoy solamente toma algunos aspectos de ese capítulo, y se debe leer el mismo en su totalidad.
La figura de Abrahán, el padre del pueblo al que se le pidió todo, es el ejemplo. Si fuéramos realistas diríamos que Dios no pide la
muerte de un hijo, el de las promesas. Eso es un “género simbólico” para decir que todo está en manos de Dios. Pero precisamente es
en las manos de Dios donde está la resurrección, y ésa es la gran cuestión de la fe en Dios y una de las afirmaciones de más alcance
de este texto de la carta a los Hebreos.
Evangelio: Lucas (12,32-48): La sabiduría de la vigilancia
III.1. El evangelio de Lucas nos ofrece aquí una serie de elementos que están en el Sermón de la Montaña, en Mateo, y un conjunto de
parábolas (los criados que esperan a que su amo vuelva de unas bodas, el amo que vigila su casa por si llega un ladrón, y el
administrador fiel al que se le ha confiado repartir el trigo) sobre la vigilancia y la fidelidad al Señor. La exhortación primera, que
concluye con el dicho “donde está vuestro tesoro, allí está vuestro corazón”, es toda una llamada a la comunidad sobre el
comportamiento en este mundo con respecto a las riquezas. Lucas es un evangelista que cuida, más que ningún otro, este aspecto tan
determinante de la vida social y económica, porque escribía en una ciudad (Éfeso o Corinto) donde los cristianos debían tomar postura
frente a la injusticia y la división de clases.
III.2. El dicho del tesoro y el corazón es un dicho popular que encierra mucha sabiduría de siglos. Pero es propio de estos dichos (el
llamado “Evangelio Q” como algunos lo llaman actualmente) poner de manifiesto la radicalidad sapiencial y escatológica que se vivió en
aquellos momentos. Si bien es verdad que el rigor apocalíptico ya no es determinante, sí lo es el sentido que mantienen estas palabras.
Vigilar, ahora, ya no es estar preocupados por el fin del mundo, sino estar preocupados por no poner nuestro corazón en los poderes y
las riquezas. Son dichos para comprometerse en nuestro mundo, aunque sin perder la perspectiva del mundo futuro.
III.3. Lucas sitúa esto en el programa de buscar el Reino de Dios, pidiendo y exigiendo al cristiano no desear las mismas cosas que
desean y tienen los poderosos de este mundo. El Reino exige otros comportamientos. Así, pues, las parábolas sobre la vigilancia y la
fidelidad vienen a ser como el comentario a esa actitud. Es una llamada a la responsabilidad en todos los órdenes, pero especialmente
la responsabilidad de saberse en la línea de que la vida tiene una dimensión espiritual, trascendente, sabiendo que hay que ponerse
en las manos de Dios. Eso no es una huida de lo que hay que hacer en este mundo; pero, por otra parte, tampoco ignorando que nos
espera Alguien que un día se ceñirá para servirnos si le hemos sido fieles. Ése de quien habla Jesús en la parábola, es Dios. Nosotros,
mientras, administramos, trabajamos, ayudamos a los más pobres y necesitados, como una responsabilidad muy importante que se nos
ha otorgado.
Fray Miguel de Burgos Núñez
Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura
Este comentario está incluido en el libro: Sedientos de su Palabra. Comentarios bíblicos a las lecturas de la liturgia dominical. Ciclos A, B y C.
Editorial San Esteban, Salamanca 2009.
Pautas
Y porque este evangelio lo relacionamos con el de los anteriores domingos, recordamos que nos dice Jesús: “estad preparados…”,
como si fuésemos a participar en una prueba deportiva.
Quizás ésta es una de las páginas que nos gusta pasar y recorrer de puntillas, sin asomarnos a su fondo ante el temor de que se nos
plantee algún que otro problema práctico por “los bienes terrenos” en los que tanto insiste Jesús.
Y es que Jesús fue pobre, y así se lo recuerda con sinceridad a los que intentan seguirle: “no tenía dónde reclinar la cabeza”. Y
además ponía esa condición para ir con él: “vende cuanto tienes… y después ven y sígueme”.
Sí, Jesús nos quiere desprendidos de todo, y de manera especial de lo que más ata, los bienes materiales, el dinero… es la mejor
forma de “estar preparados…
Prepararse y esperar no es cruzarse de brazos para encerrarse en una tranquila y sosegada pasividad, como quien aguarda
pacientemente en la estación a que llegue el tren o el autobús, como tampoco consiste en la evasión de problemas y negocios de la
vida de cada día, sin poner de nuestra parte el esfuerzo necesario para ello.
“Tener encendidas las lámparas para el encuentro con el Señor” significa poner nuestra mirada en “los bienes de arriba” sin dejarse
encandilar por las cosas de este mundo. “Estar preparados…” supone una vigilancia activa y creadora haciéndonos cargo de los
acontecimientos de la vida, y poniéndonos a trabajar con tesón y ahínco para colaborar en hacer un mundo más justo y honrado, más
disponible, más habitable y más humano… donde reine la justicia, el amor y la paz.
Con esa fe y confianza se nos presentan en las primeras lecturas a los que siguen a Dios: “tu pueblo esperaba ya la salvación de los
inocentes…” y “la fe es seguridad de lo que se espera y prueba de lo que no se ve…” y por esa fe se recuerda a los antiguos, que la
carta a los Hebreos nos presenta como modelo: Abraham, Sara, Jacob… ¿tenemos esa fe en el seguimiento de Jesús?
Todo esto nos anima a superar los miedos que con frecuencia se nos presentan y es la garantía de que el Reino de Dios está llegando
a nosotros, de que quiere ser verdadero nuestro amor a Dios y a los hermanos.
Cada domingo, en la Eucaristía, podemos encontrar esa fuerza que nos ayuda “a estar preparados…” y bien sabemos que no es
ninguna prueba deportiva sino la fuerza que nos debe acompañar para hacer el camino que como cristianos debemos recorrer
cumpliendo nuestra misión y haciendo presente el Reino de Dios con un corazón libre de ataduras, limpio de muchos tesoros humanos,
porque “donde está vuestro tesoro, allí está vuestro corazón”.
Noviciado Interprovincial 2016
Convento de Santo Tomás (Sevilla)
Infantil
XIX Domingo del tiempo ordinario - 7 de agosto de 2016
Vender los bienes y haced limosnas
Lucas 12, 32-48
Evangelio
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: - Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas; vosotros estad como los que
aguardan a que su señor vuelva de la boda para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los
encuentre en vela: os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y les irá sirviendo. Y si llega entrada la noche o de madrugada,
y los encuentra así, dichosos ellos. Compreded que si supiera el dueño de la casa a qué hora viene el ladrón, no le dejará abrir un
boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.
Explicación
En una ocasión Jesús dijo a sus discípulos : -Tened encendidas las lámparas y estad como los que esperan a su Señor, para recibirle
en cuanto llegue y llame a la puerta. Dichosos los que vigilan su venida. Y esto lo dijo porque quiere a sus amigos atentos, despiertos y
espabilados, para poder acogerle cuando venga a nosotros medio escondido en quienes menos lo pensamos y donde nos parezca más
imposible. Cuando estamos amodorrados no nos enteramos de nada.
Evangelio dialogado
Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.
Vender los bienes y haced limosnas - Lucas 12, 32-48
DECIMONOVENO DOMINGO ORDINARIO –CICLO C- (Lc 12, 32-48)
Narrador: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Jesús: Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda,
para abrirle, apenas venga y llame.
Discípulo1: Señor, nosotros estamos siempre contigo y te seguiremos donde vayas.
Jesús: Dichosos los criados a quienes el Señor, al llegar, los encuentre en vela: os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y
los irá sirviendo.
Discípulo2: Aunque no acabo de entender lo que nos dices, siempre estaremos preparados para hacer lo que nos mandes.
Jesús: Comprended que si supiera el dueño de la casa a qué hora vine el ladrón, no le dejaría abrir un boquete en la pared.
Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis, viene el Hijo del Hombre.
© Orden de Predicadores 2016
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