Defensa tranca la puerta Los archivos ocultos del SID El gobierno esgrime una política comprometida con la búsqueda de la verdad y hasta de la justicia con respecto a los crímenes de la dictadura. Pero el Ministerio de Defensa no logra superar la filosofía que los militares construyeron en aquella época. Walter Pernas En 2006 deberá avanzarse más, mucho más, en la apertura de los archivos militares de la dictadura. El secretario de la Presidencia, Gonzalo Fernández, se comprometió esta semana ante la Comisión de Derechos Humanos de diputados a trabajar en ese sentido. Sin embargo, el gobierno no ha señalado clara y específicamente que haya tenido acceso a los archivos del Servicio de Información de Defensa (SID), y menos que tal documentación vaya a ser revelada el año próximo. El Ministerio de Defensa ha tenido dificultades para acceder a esos documentos, en los que constan pruebas irrefutables de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura cívico militar y, muy probablemente, de años anteriores a ese período y aun luego de reinstalada la democracia en el país. Un episodio protagonizado por la ministra de Defensa, Azucena Berrutti, dejó en evidencia que viejas concepciones aún perviven en las Fuerzas Armadas. Cuando el Servicio Paz y Justicia (SERPAJ) y la Asociación de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos solicitaron a esa cartera que se desarchivara toda la información de inteligencia que existiese sobre esas organizaciones, un documento militar interno fue entregado a Berrutti. El escrito consistía en un alegato políticoideológico y jurídico en favor de la conservación secreta de los archivos de inteligencia militar. Berrutti recibió el documento y lo entregó a SERPAJ y Familiares. Esa fue su única respuesta al pedido de dos organizaciones que pretendían ejercer su derecho a la información. La ministra se ofuscó porque el SERPAJ reveló, en un párrafo de su libro anual Derechos humanos en el Uruguay. Informe 2005, el contenido general del documento militar. Y si bien señaló genéricamente que el gobierno iba a revelar información, jamás afirmó que ella misma hubiera tenido acceso al material de archivo custodiado por los militares, que hoy son –al menos de acuerdo a la Constitución y a la ley– sus subordinados. Cabe recordar que los archivos del SID no sólo guardan información indispensable para la búsqueda de la verdad y la conservación de la memoria sino que pueden ser elementos relevantes para eventuales juicios por casos de delitos de lesa humanidad relativos al período represivo. El acceso a esos expedientes militares depende de la voluntad política del Ministerio de Defensa, que en ese plano parece ubicarse en los antípodas de la actitud asumida en los ministerios de Relaciones Exteriores y del Interior. En la cancillería se ha logrado desarchivar cientos de documentos, entre ellos los relacionados a la persecución y vigilancia de dirigentes y militantes de izquierda exiliados, acciones ordenadas por el entonces jefe del SID, Iván Paulós. Esas piezas que refieren a inteligencia militar fueron archivadas en el Palacio Santos porque se trataba de órdenes de cumplimiento en el extranjero. El Ministerio del Interior ordenó a su vez a la Dirección Nacional de Información e Inteligencia que desarchivara la documentación solicitada por SERPAJ y Familiares de Detenidos Desaparecidos. Ambas organizaciones recibieron cientos de documentos, y la idea dominante en la cartera es permitir a quienes tengan “legítimo interés” acceder a los archivos. En 2006 deberá precisamente debatirse si los periodistas son poseedores o no de un “legítimo interés” en solicitar y acceder a los archivos de la dictadura que poseen todos los organismos del Estado. El lunes 26 Gonzalo Fernández sostuvo en el Parlamento que la Presidencia desarchivará las resoluciones adoptadas por el Poder Ejecutivo –en éste y otros gobiernos– respecto de casos judiciales de detenidos desaparecidos, e indicó que los documentos se encuentran archivados en microfilmes en el Ministerio de Defensa. En 2006 el gobierno volverá a tener un fuerte protagonismo en materia de derechos humanos; quizá sea un buen año para democratizar la información militar de la dictadura, sobre todo la que aún logra ocultar el SID aunque ya no tenga la fuerza de King Kong.