Educar para la autoestima Una vez más, los periódicos se han hecho eco estos días del suicidio de un muchacho. En esta caso, un chico de dieciséis años se tiró al vacío desde su vivienda, situada en un octavo piso. Y también una vez más, este luctuoso suceso ha estado relacionado con las calificaciones escolares. El joven dejó una nota dirigida a sus padres con un mensaje muy escueto: “Id a recoger las notas. Adiós.” Aunque psicólogos y pedagogos coinciden en afirmar que un joven que se sienta feliz y estimado jamás adoptaría esta dramática resolución por unas malas calificaciones, lo cierto es que en repetidas ocasiones las notan han sido la gota que hace desbordar el vaso de una situación personal problemática, y el detonante de una carga explosiva que se ha ido hinchando a fuerza de tropiezos y de angustias que han llevado al chico a la más altas cotas de infravaloración Porque entre los casi nueve millones de escolares españoles, se estima que hay un porcentaje considerable de niños y jóvenes que se sienten indefensos ante una serie de situaciones difíciles que no pueden controlar ni dominar, y que les lleva a la subestima y la automarginación, aunque no lleguen al planteamiento extremo de suicidio. Precisamente en este mismo número de COMUNIDAD ESCOLAR, una profesora de EGB cuenta su experiencia en el aula con uno de estos niños. El chico, con su pequeña historia llena de problemas familiares y de abandonos, se incorpora al colegio y es considerado como alumno de Educación Especial, sin que se le hubiese realizado ninguna prueba de capacidad real. Según palabras de la maestra que narra la experiencia, «sus profesores consideraban que era imposible enseñarle, y el niño se enfrentaba curso a curso y día a día con una situación de abandono y de indefensión aprendida que se iba agravando». Así hasta que se convirtió en el «niño problema» del colegio. Sólo una labor intensa de motivación, de desarrollo de la autoestima, a través del dominio de su ambiente, y cuyo objetivo era hacerle que creyese de nuevo en sí mismo y en sus posibilidades de éxito, consiguió recuperar al chico de su conducta inadaptada, y los síntomas de indefensión han ido desapareciendo progresivamente. La autoestima del chico y su valor ante los adultos está demasiado condicionada por los resultados escolares. Al igual que a un adulto se le estima por una larga lista de posibles cualidades o éxitos, al niño, al joven se le valora por lo bien o mal que va en los estudios. No son muchos los padres que se sientan plenamente orgullosos de sus hijos porque éstos son muy sociables, tienen muchos amigos o juegan bien al fútbol. Sin embargo, unas buenas calificaciones servirán para vanagloriarse ante familiares y amigos. Por eso, cuando estas notas no son positivas y además van acompañadas de reprimendas, acusaciones, comparaciones con otros hermanos y menosprecio marcarán al muchacho, le harán desmoronarse y motivarán, a la larga, una disminución del rendimiento escolar. La labor educativa de padres y profesores es decisiva para que el chico se autoestime. Resaltar lo negativo de su personalidad, de su forma de ser o de sus calificaciones tiende a acrecentar y confirmar en él sus carencias y limitaciones, le resta posibilidades al hacerle perder la confianza en sí mismo. Padres y profesores deben enseñar al niño a aceptar sus equivocaciones, sus limitaciones y hasta sus posibles fracasos como algo normal dentro de un camino que al final puede estar coronado por el éxito. Que el chico se preocupe por esos fallos, pero que los asuma y los sepa analizar con frialdad para conocer sus causas y tratar de ponerles remedio. Y que al mismo tiempo que reconoce y asume esos errores, se sepa y se sienta estimado por otras cualidades que sin duda tendrá. Así se valorará él también y tendrá la fuerza suficiente para hacer frente a nuevos fallos. La Constitución española señala en su artículo 27 que la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana, lo que supone, entre otros aspectos, conseguir que la persona se sienta valorada, aceptada y útil. Una educación que no alcance estos objetivos será una educación imperfecta. (Comunidad Escolar. Editorial)