"El Estado Islámico aplica en Irak la política que ya ha practicado en

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"El Estado Islámico aplica en Irak la política que ya ha practicado en Siria"
Extraído de Viento Sur
http://www.vientosur.info/spip.php?article9446
Entrevista a Pierre-Jean Kuizard y Thomas Cantaloube (*)
"El Estado Islámico aplica en
Irak la política que ya ha
practicado en Siria"
- solo en la web -
Fecha de publicación en línea: Jueves 2 de octubre de 2014
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"El Estado Islámico aplica en Irak la política que ya ha practicado en Siria"
En el avance y las victorias del Estado Islámico (EI) en Irak, ¿qué peso relativo tienen la motivación religiosa
por un lado y la reivindicación política frente a la gestión del gobierno central por otro?
Pierre-Jean Luizard: Esta pregunta se inspira en una diferenciación entre política y religión como la que se
institucionalizó en Francia desde hace ya más de un siglo, pero que no se da del mismo modo en los países
musulmanes, particuliarmente en Irak. El islam en los países árabes de Oriente Medio no es mera espiritualidad, y la
política no es ni mucho menos independiente de la religión. La dirección religiosa chií cuenta con una larga tradición
de intervención en los asuntos políticos. Grandes ayatolás han dirigido directamente los movimientos de lucha
contra la dominación europea sobre las economías de Irán y del Imperio otomano, así como contra las ocupaciones
por parte de ciertas potencias europeas durante la primera guerra mundial: en 1914-1918, grandes ayatolás se
convirtieron así en caudillos de guerra, dirigiendo la yihad sobre el terreno contra la invasión británica. La revolución
de 1920 contra el mandato británico también fue dirigida por un gran ayatolá chií.
No tenemos la misma historia: la historia del islam no es idéntica a la historia del catolicismo o del protestantismo en
Europa. El islam, en particular, tuvo un papel en la movilización en las luchas anticoloniales, especialmente en Irak.
Esta visión típicamente francesa, reduccionista y equivocada, de lo que es religioso y lo que es político en el islam,
se manifiesta en la dicotomía que se hace abusivamente en París entre islam e islamismo. En nuestros diccionarios
pone que "el islamismo designa el islam político". No quieren ver el islam tal como es, sino como les gustaría que
fuera. La palabra "islamismo"ya la utilizó Voltaire hace varios siglos como sinónimo de islam. Después fue en la
década de 1970 cuando Bruno Etienne/1 y Gilles Kepel empezaron a hablar de islamismo, no tanto para referirse al
islam político como para mostrar que también hay un proceso de secularización de la religión y de idologización de
la religión. Es decir, el islam se convirtió en el lenguaje de la acción política y social. Este islam ajeno a la política no
ha existido más que en los sueños de las potencias coloniales, en particular de Francia, que siempre ha visto la
religión como algo que hay que controlar y que ha promovido esa imagen de un buen islam apolítico.
Por tanto, no hay separación, en un contesxto chií o suní, entre religión y política, máxime cuando los regímenes
políticos establecidos por Gran Bretaña en 1920 y EE UU en 2003 se asentaban en un sistema comunitario a la
libanesa, pero sin reconocerlo. En los comienzos del Estado iraquí no se hablaba de chiíes ni de suníes, pero una
vez consumada la derrota del movimiento chií en 1925, lo que se estableció fue un Estado suní, con cierto número
de élites militares procedentes de las hermandades sufíes y con antiguos funcionarios del Imperio otomano que
monopolizaron el poder y marginaron al 75 % de la población chií y kurda. En 2003, EE UU se apoyó en los
excluidos del régimen anterior y ahora es el tándem chií y kurdo el que está hundiéndose.
Es este contexto histórico comunitario y comunitarista el que está en juego, y es un asunto político y religioso. La
identidad religiosa es una pertenenecia que en Irak se ha convertido hoy en la más importante. Muchos de mis
amigos que eran militantes de la izquierda laica, sobre todo comunistas o baasistas, habían olvidado que eran
suníes o chiíes. Ahora no pueden ignorar una pertenencia que les ha asignado el sistema político establecido.
¿Es en este sistema de cupos comunitarios no declarado, instaurado por EE UU, donde se encuentra el fallo
original que ha desembocado en la situación actual?
El primer Estado irakí se construyó en contra de la sociedad irakí, incluidos los árabes suníes, que tras la caída del
régimen de Sadam Husein fueron a su vez víctimas de la represión. Sin embargo, si las grandes potencias hubieran
dejado el destino de Irak en manos de los iraquíes, este sistema se habría hundido a finales de la década de 1970.
En esa época hubo una guerra civil larvada entre el partido Baas y el renacido movimiento religioso chií, con los
kurdos y el partido comunista iraquí. Este sistema confesional se salvó a raíz de la huida adelante de Sadam Husein
y la guerra contra Irán [septiembre de 1980 a agosto de 1988, con cientos de miles de muertos]. Así se exportó más
allá de las fronteras una lucha que era interna. Esto solo fue posible gracias al apoyo militar y político de los países
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occidentales al régimen de Sadam Husein. El desenlace es conocido, con el descenso de Irak a los infiernos.
En 2003, EE UU se halló confrontado con los mismos problemas que los británicos en 1920. En la sociedad iraquí,
en el contexto de una ocupación extranjera, uno no puede dirigirse al electorado con un discurso ciudadano. Hay
reflejos primarios, de clan, tribales, locales y comunitarios, que se imponen. EE UU no intentó constuir Irak a
sabiendas sobre bases confesionales, pero fue la realidad la que se impuso en un contexto de ocupación. Podían
muy bien tratar de resucitar una dirección suní, pero el trauma que supuso la caída de Sadam Husein para los
suníes hizo que EE UU se viera obligado a recurrir a la oposición. Crearon ese sistema de cupos, con un presidente
kurdo y dos vicepresidentes (chií uno y suní el otro), un jefe de gobierno chií y dos vicejefes de gobierno, uno kurdo
y el otro suní, un presidente del parlamento suní y dos vicepresidentes (chií y kurdo), y así sucesivamente en todos
los ministerios...
Un sistema a la libanesa
Las cosas se dividen de este modo hasta el infinito en un intento de asegurar que estén representadas las tres
comunidades. Sin embargo, a diferencia de 1920, la paradoja es que es más fácil para una potencia de ocupación
extranjera dirigir el país a través de una minoría que no de una mayoría. El sistema político fundado por los
británicos se sostuvo durante más de 80 años, por mucho que estuviera en las últimas, mientras que el régimen
establecido por EE UU no ha tardado ni diez años en hundirse. El fallo de este sistema es que siempre hay
excluidos. Cuando el ministro francés de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, dijo [el 20 de agosto 2014 y en más de
una ocasión] que "haría falta que el gobierno iraquí tuviera una política inclusiva", no se refería a la realidad del
sistema político actual, en la medida en que las bases comunitarias condenan a los diferentes agentes a contentarse
con el espacio que le otorga su peso demográfico.
Debido a esta confusión entre mayoría democrática y mayoría demográfica, los árabes suníes han acabado
abrigando la sensación justificada de que están perdiendo su "iraquidad". Tradicionalmente, los chiíes de Irak, donde
son mayoritarios, son mucho más propensos a las llamadas ideologías "iraquistas", en contraste con las ideologías
nacionalistas árabes (que convierten a los chiíes en una minoría dentro de un mundo árabe de mayoría suní). Sin
embargo, en el sistema actual los árabes suníes no tienen otra perspectiva que seguir siendo una minoría sin
recursos y sin poder. Ahora dan la espalda al Estado iraquí para mirar a sus hermanos en arabidad y en islam del
otro lado de la frontera, en Siria, con los que muchos mantienen lazos tribales y familiares. Una frontera que es
totalmente artificial. Por cierto, una de las primeras acciones del EI, tras la desaparición de la frontera erróneamente
atribuida a "Sykes-Picot"/2, ha sido la de establecer una provincia a caballo entre Siria e Irak, la wilâyat al-Furât (la
provincia del Éufrates).
El sistema que legó EE UU a los iraquíes es un sistema de tipo libanés, aunque no se diga nada al respecto en la
Constitución, aparte del reconocimiento de la identidad kurda. Los intentos de deshacerse del confesionalismo, que
habían recibido la mayoría de los votos de los iraquíes en las últimas elecciones, en particular la lista del Estado de
Derecho de Nuri al Maliki y Al Iraqiya de Iyad Alaui, no han prosperado. Los suníes que habían abandonado el
boicot han votado por Al Iraqiya, que ha pasado a ser una lista suní. Y Nuri al Maliki ha recuperado el blasón de la
casa común de los chiíes. De modo que es sin duda un sistema comunitarista y confesionalista en que hace agua
hoy en día y que explica el hundimiento del Estado iraquí.
Dice que Maliki quería abandonar este sistema confesionalista, pero es a él a quien se achaca la
responsabilidad del hundimiento.
Es cierto que le atribuyen todos los males y le acusan de autoristarismo y sectarismo, pero aunque no fuera Maliki,
sino otro, habría pasado lo mismo. De hecho, no son las personas lo que importan. Maliki se hizo elegir a la cabeza
de su lista del Estado de Derecho, lo que quiere decir exactamente lo que quiere decir, con la promesa de poner fin
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a las cuotas y al confesionalismo que ha causado tantas muertes, especialmente durante la guerra civil de 2005 à
2008. No obstante, en el contexto de las instituciones actuales, establecidas bajo un régimen de ocupación
extranjera, la clase política ha sido elegida y se ha renovado bajo ese régimen. En un sistema de este tipo, los
representantes electos no son libres. Si desean conservar su puesto, tienen que satisfacer por fuerza a cierto
número de redes clientelares que desembocan en solidaridades locales y después confesionales.
En este sistema, todo lo que se da a otros, en financiación o en infraestructuras, por ejemplo, se percibe como algo
que le quitan a uno. Si Maliki no ha satisfecho las expectativas de la mayoría de la población de poner fin al
confesionalismo y las cuotas (la muhassasa), en gran medida se debe a las instituciones. Si quería conservar el
poder, y puesto que no podía contar con los suníes, tuvo que volver al redil de los partidos religosos chiíes. Los
suníes, a su vez, recuerdan que tenían el monopolio del poder del Estado desde siempre y que son mayoritarios
más allá de las fronteras de Irak. Si la única solución que se les propone es seguir siendo una minoría sin recursos
ni poder, el EI les parecerá ser la mejor solución.
¿Cómo explicar la rapidez con que se ha desplegado el EI?
Los árabes suníes de Irak han tratado de utilizar las primaveras árabes y, por mimetismo, de hacer valer su voluntad
de reforma. Muchos árabes suníes tenían la ilusión de poder hacerse un sitio en ese sistema mediante cierto
número de reformas que pidieron a Maliki, sin darse cuenta de que este estaba condicionado por su base electoral y
no podía darles satisfacción. Al comienzo hubo un movimiento de protesta pacífico, con sentadas, y los yihadistas
no iniciaron su ascenso meteórico hasta que el gobierno empleó masivamente la fuerza de las armas, primero
contra Faluya (que cayó en manos del EI en enero de 2014) y después contra dichos movimientos de protesta
pacíficos, con métodos que no desmerecen de los del gobierno sirio de Bachar el Asad, con bombardeos de barrios
residenciales, hospitales, etc.
El EI, fruto de la debilidad de sus adversarios...
A partir de ese momento hubo un cambio radical de tendencia. Los líderes locales, que son los que cuentan -jefes
tribales, de clan o de barrio- constataron que su intento de integración había fracasado. El único protagonista que les
ofrecía una salida política, tanto más atractiva cuanto que les proponía entregarles el poder local, era el EI. De
golpe, el EI se hizo con el mando rápidamente. En Faluya ha experimentado un nuevo modo de dominación de las
ciudades, consistente en otorgar el poder a fuerzas locales. En esta ciudad o en Mosul, los yihadistas solo ocuparon
las calles durante unos días, para luego entregar el poder a milicias locales controladas por los jefes de barrio con
una serie de condiciones de sumisión al EI. Los combatientes del EI se encuentran fuera de estas ciudades.
Es cierto que el ejército iraquí se había comportado, especialmente en Mosul, como un ejército de ocupación, lo que
explica que la llegada de los yihadistas se considerara una liberación por parte de mucha gente, pese a que hubo
quienes prefirieron huir. A esto hay que añadir la duplicidad de los dirigentes kurdos, que no siempre han sido ese
bastión contra los yihadistas que pretenden ser ahora. Sé de buena tinta que hubo una transacción entre los kuros y
el EI que preveía el reparto de territorios en disputa y de Kirkuk, dejando Mosul y otros territorios a los yihadistas. A
partir de julio, cuando las milicias chiíes y el ejército iraquí detuvieron el avance de los yihadistas hacia Bagdad,
estos últimos responsabilizaron a los kurdos del fracaso de su plan común de atacar Bagdad por dos costados, y
cancelaron el acuerdo. Hubo una convergencia de intereses evidente antes de que los dos protagonistas acabaran
rompiendo y enfrentándose.
El EI no es una entidad monolítica. ¿Hasta cuándo podrá mantenerse?
Cuenta con unos 30.000 combatientes iraquíes, árabes y extranjeros no árabes. En Irak agrupa a la gran mayoría
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del espectro salafista, así como a la rama iraquí de Al Qaeda. En este país no existe la dicotomía que se observa en
Siria entre Jabhat al Nosra y el EI. Además existe una alianza con otros grupos iraquíes muy diferentes. La base
militar más importante es la de las tribus y, en las ciudades, la de los jefes de barrio y de clan. Finalmente también
está el mando militar de la era de Sadam Hisein, que ya había iniciado en la época de la guerra Irán-Irak su
conversión a un islam militante, por odio a Irán y los chiíes. Incluso si recordamos que en su juventud [cuando se
adhirió al partido en la década de 1950] se había declarado laico, Sadam Husein no fue el último en utilizar cada vez
más la retórica suní e islámica contra sus enemigos chiíes.
Todos esos grupos tienen intereses que en estos momentos convergen porque estamos en un contexto de
hundimiento del Estado. Finalmente, el EI se beneficia sobre todo de la debilidad de sus adversarios. Toda su
retórica transfronteriza y transnacional que al comienzo parecía quimérica, si se tiene en cuenta que incluía a
antiguos mandos del ejército iraquí, ha acabado materializándose efectivamente. Esta alianza parece sólida
mientras no se enfrente a propuestas políticas susceptibles de separar a los árabes suníes del EI. No les harán por
segunda vez el favor de los consejos Sahwa (cuando EE UU pagó y armó a milicianos suníes para combatir a Al
Qaeda en la provincia de Al Anbar a partir de 2007).
Hace un año, el EI era un grupúsculo. Su avance fulgurante se debe al hundimiento de las instituciones locales y al
hecho de que selló con las fuerzas locales una alianza que resiste bien. Y también a que enfrente no hay ninguna
propuesta. Esa es la gran falla de la conferencia internacional que ha tenido lugar en París en septiembre de 2014:
lo único que propone es una respuesta militar, incompleta porque carece de tropas terrestres, y sobre todo la falta
de una propuesta a los árabes suníes. Habría que ofrecer algo a todo un sector de la población que actualmente se
siente excluido, para que tenga algún interés en disociarse de los yihadistas. Sin embargo, hasta ahora, y salvo
algunos percances con ciertas tribus, más en Siria que en Irak, la unidad es sólida. En julio hubo una gran asamblea
en Mosul de todos los dirigentes locales de la ciudad: se juraron lealtad sobre la base de ciertos principios, entre
ellos el de no consentir jamás el retorno de la policía o del ejército iraquí a la ciudad.
¿Qué se sabe del apoyo de la población al EI en las zonas que controla?
Se trata de una zona en la que prácticamente es imposible entrar. Por ejemplo, tras la ocupación de Mosul por los
milicianos del EI, de un cuarto a un tercio de la población abandonó la ciudad. Quienes se quedaron se mantuvieron
a la expectativa. Sin embargo, los yihadistas han aplicado en Irak la misma política que ya han aplicado en Siria (en
Raqqa y en Deir ez-Zor), es decir, asegurar una serie de servicios públicos que el Estado iraquí había abandonado.
En estos momentos, los mercados están plenamente abastecidos, ya nadie pasa penurias, que a veces organizaba
el propio gobierno iraquí para castigar a determinados sectores de la población. El chantajismo ha desaparecido por
completo. Circular por Mosul es ahora sumamente fácil, cuando antes había por todas partes puestos de control del
ejército iraquí, que se comportaba como una fuerza de ocupación. Se han producido ejecuciones públicas de
quienes habían practicado la política de chantaje y penuria. El EI ha comprendido que debía entregar el poder a
agentes locales y asegurar los servicios públicos mínimos, combatiendo sin miramientos a la corrupción. Los precios
han descendido de un modo increíble en los mercados de Mosul.
La estrategia del terror del EI...
Está claro que existe un reverso de la medalla en lo que respecta a las condiciones de retirada del EI de la ciudad: la
población no debe utilizar más que los emblemas del EI, se han dictado normas de vestimenta estrictas y se reprime
sin piedad a los adversarios del EI. Las minorías religiosas, cristianas, yazidíes o shabaks, sin hablar ya de los
chiíes, están a punto de ser erradicadas, bien a raíz de una implacable violencia directa, bien a base de amenazas.
Sin embargo, no se conoce muy bien la situación, pues el EI ha decidido basarse en una comunicación del terror.
Este terror existe sin duda, pero no se sabe si todo lo que se imputa al EI es cierto o si los rumores son una manera
de controlar a sectores de la población que dudan y de desafiar a los países occidentales. Por ejemplo, corrió el
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rumor de que el EI había ordenado la ablación de las mujeres, pero resultó ser falso.
¿Por qué esta estrategia de comunicación del terror?
Existe una estrategia consciente y deliberada por parte del EI con esta sucesión de decapitaciones divulgadas a
bombo y platillo en los medios. Se trata de traumatizar a las opiniones públicas occidentales, que ellos conocen bien
porque un número importante de combatientes son originarios de nuestros países, sabiendo que esto obligará a
nuestros dirigentes políticos a hacer lo que han hecho, es decir, declarar la guerra al EI por efecto de la emoción y
del choque de las imágenes. Sin tomarse siquiera el tiempo necesario para desarrollar una estrategia política de
acompañamiento de la estrategia militar, condición indiuspensable para vencer al EI.
Hemos caído en una trampa, ya que el EI aparece ahora, a los ojos de los demás yihadistas, como el grupo más
importante: la pretensión califal de Abu Bakr al Bagdadi adquiere toda su dimensión por el hecho de que él es la
punta de lanza del combate contra los "cruzados". La prueba es que las dos ramas de Al Qaeda han llamado a dejar
de combatir entre yihadistas y a prestar toda la ayuda necesaria al EI frente a la coalición dirigida por EE UU. Se
sabe asimismo que el comienzo de los ataques aéreos ha acrecentado el apoyo al EI en Oriente Medio, y más allá,
tanto en dinero como en aflujo de combatientes. Esto se ha visto en la frontera turca, donde el número de personas
que intentan infiltrarse se ha multiplicado por diez desde el comienzo de los ataques estadounidenses. En el plano
local, se trata de impulsar una política de «mano de hierro con guante de terciopelo», es decir, la política de terror
combinada con servicios públicos mínimos, con el propósito de disuadir de manifestarse a los eventuales opositores
a la autodiad del EI.
¿No se está creando un futuro polvorín por el hecho de armar a los combatientes kurdos, sabiendo que sus
dirigentes aspiran a un Estado independiente kurdo?
Este es el dilema actual de los dirigentes occidentales: urge detener el avance fulgurante del EI y en este contexto
las dos únicas fuerzas disponibles son los peshmergas por un lado y el ejército iraquí por otro. Ahora bien, el
problema es que estas dos fuerzas han sido, en el caso de los peshmergas, los enterradores de la unidad iraquí y
han contribuido en gran medida a la disidencia de los árabes suníes. Resulta difícil imaginar a los kurdos,
obsesionados por el Gran Kurdistán, replegarse tranquilamente a sus tres provincias después de haber recuperado
cierto número de territorios en disputa. A su vez, las ciudades que han sido reconquistadas por el ejército iraquí no
lo han sido porque sean ciudades, sino porque no estaban pobladas mayoritariamente por suníes, sino por
turcomanos chiíes o kurdos chiíes.
Resulta muy claro el círculo vicioso cuando Fabius afirma que "queremos ayudar a Irak y al gobierno iraquí". ¿De
qué Irak está hablando, cuando sabe que ya no existe el Estado iraquí, que el gobierno ya no representa a la
totalidad de los iraquíes y que cierto número de personas ya no se sienten iraquíes? Los kurdos reclamarán algo a
cambio del "servicio" que han prestado a los países occidentales, y el "pago" no podrá ser otra cosa que el
reconocimiento de su independencia y de la anexión de los territorios disputados. Desde el punto de vista del
gobierno de Bagdad se habla de acudir en ayuda de los peshmergas como si se hubiera constatado que ya no son
iraquíes. Se trata de un círculo vicioso en el que, hagan lo que hagan, están metidos en la espiral comunitaria y
confesional. Me temo que este es el plan del EI: llevarnos a una lucha confesional en la que no tenemos nada que
hacer para que aparezcamos como los enemigos del islam suní.
¿Cree usted que el nuevo gobierno iraquí que ha sucedido a Al Maliki podrá hacer propuestas políticas y
tender la mano a ciertos componentes del EI?
No, creo que no se ofrecerá por segunda vez a los árabes suníes lo que se hizo con las milicias de la Sahwa. Si se
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trata de reeditar las políticas de EE UU a partir de 2005, consistentes en apaciguar a las tribus suníes a base de
dinero y armas, entonces el EI nos derrotará en este terreno, y derrotará a todos los chiíes. Dispone, en efecto, de
un capital financiero prácticamente ilimitado. Una vez más, el problema es político y no se podrá imponer ninguna
solución puramente militar si no viene acompañada de una vertiente política. Asistimos a un proceso de
confesionalización de los suníes, que es completamente nuevo y que hace que las involuciones tribales sean mucho
más difíciles. Existe ahora una nueva conciencia política suní que explica que haya muy pocas inversiones de las
alianzas: los problemas siguen siendo locales, pero están directamente asociados a soluciones transfronterizas.
Hace un año, los árabes suníes de Irak no consideraban que había que suprimir la frontera con Siria, mientras que
hoy el discurso transnacional del EI encuentra un eco creciente en una población que rechaza el futuro que le
anuncian en el marco de las instituciones iraquíes actuales. El Estado iraquí no puede reformarse porque está
construido sobre bases confesionales y cada político es prisionero de una base electoral local, regional y confesional
de la que no puede liberarse si no quiere perder el mandato. Nos han dicho que Maliki se ha ido, pero hace poco se
le ha visto sentado detrás de su sucesor, Haydar al Abadi, en una recepción de ministros europeos y árabes. Cabe
preguntarse qué hacía allí. Al Abadi aparece como un clon, no tanto de Maliki como de un sistema político incapaz
de reformarse. No serán las promesas de Haydar al Abadi de no bombardear las ciudades suníes ni la mano tendida
a los suníes (¿qué tiene que ofrecerles?) lo que cambie las cosas. Lo que hay que hacer es poner fin a las
instituciones iraquíes, en particular la mortífera Constitución de 2005, votada bajo un régimen de ocupación
estadounidense y que tiene entrampados a todos los agentes políticos y religiosos iraquíes.
Esto es lo que habría que haber hecho con motivo de una conferencia internacional: combinar la acción sobre el
terreno -que no debería limitarse a los ataques aéreos, sino incluir acciones en tierra que no deben confiarse al
ejército iraquí ni a los kurdos, que son todos protagonistas de la crisis- con soluciones políticas. Las tropas de la
ONU deberían intervenir en tierra para crear las condiciones propicias para una vasta consulta de la población bajo
la égida de la ONU, con preguntas como las que los iraquíes ya se plantearon con motivo de un referéndum en
1918: "¿En qué Estado quiere usted vivir? ¿Desea usted vivir en el Estado iraquí y con qué fronteras? De lo
contrario, ¿a qué entidad quiere usted pertenecer?"Y contrariamente a lo que hizo en 1918 la potencia ocupante
británica, la comunidad internacional debería comprometerse a respetar la voluntad popular.
Hay una decisión que será inevitable: la independencia de Kurdistán. Y si los árabes suníes dicen que "queremos la
unión con nuestros hermanos sirios del valle del Éufrates", habrá que respetar su opción. Si los Estados de la región
han acogido con tanta facilidad unos regímenes autoritarios durante tanto tiempo -en Irak, en Siria, en Libia...-,
también es porque se trataba de creaciones coloniales artificiales que separaron a poblaciones o que juntaron
autoritariamente a otras, y que sobre todo pusieron de manifiesto la traición por parte de los Aliados de las promesas
que hicieron a los árabes [en 1915 por Henry McMahon] de dotarles de un reino unificado.
21/09/2014
(*) Pierre-Jean Luizard es autor entre otros trabajos de L'Histoire politique du clergé chiite, Ed. Fayard, 2014;
Laïcités autoritaires en terre d'islam, Ed. fayard, 2008; La question irakienne, Ed. Fayard, 2004; Le choc colonial de
l'islam, Ed. La Découverte, 2006. (Rédaction A l'Encontre)
Traducción: VIENTO SUR
http://alencontre.org/laune/les-djihadistes-de-letat-islamique-ont-applique-en-irak-la-politique-deja-pratiquee-en-syrie.
html
Notas:
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1/ Bruno Etienne (1937-2009) es autor de numerosos obras, como por ejemplo: L'islamisme radical, LGF, 1989; La
France et l'islam, Hachette 1989; Ils ont rasé la Mésopotamie: du droit de coloniser au devoir d'ingérence, Eshel,
2000; Islam. Les questions qui fâchent, Bayard 2003; Le Fait religieux, comme fait politique, Ed. de l'Aube, 2009,
bajo la dirección de Franck Frégosi. [Red.]
2/ Tras una larga preparación diplomática, el 16de mayo de 1916 se suscribe un acuerdo en Londres (Downing
Street) entre Mark Sykes y François-Georges Picot, acuerdo que preveía la división de Oriente Medio en cinco
zonas. El acuerdo choca con la oposición de numerosas partes, sobre todo cuando el gobierno bolchevique lo
comunica en enero de 1918 al gobierno otomano, el "propietario de esas tierras". Después de varios
enfrentamientos militares, el acuerdo se concretará y "legalizará", con atribución de mandatos, en la conferencia de
San Remo (abril de 1920) bajo la égida de la Sociedad de Naciones.
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