INSTRUCTION ish you wwere musa de Hermès comic británica revolución relaciones tribus urbanas Mary Quant ciencia ficción fama capas sociales seguridad actitud Charlton Heston vibrante confianza éxito moral audiencias generación personalidad minifalda juventud estilo de vida libertad fama miedos éxito voto social fundamental libre fama deslocalización moral irreversibles espacio tradición derechos Karl Popper afirmación vibrante Maichel Caine redefinición confianza fama rol femenino mundo laboral Planeta de los Simios vibrante confianza moral comportamiento transformaciones éxito mundo factor universalización realidad crisis tabús mujer moderna El hombre que pudo Reinar factor social moral éxito fama formas de vestir éxito difusión rebeldia Fenómeno de masas clima pop-rock mujer moderna literaturaconfianza incertidumbre economía moral referencia natural fama conquista incorporación televisión planeta moral social aspiración vibrante Jane Birkin amor y vida símbolo vibrante fama cultura éxito confianza conquistas vibrante libertad Franklin J. Schaffner moral independencia Brigitte Bardot estereotipos mujer moderna estilo de vida estilo de vida moral John Houston mujer moderna estilo de vida Sara Child moral éxito gran pantalla raíces burguesas mundo moral capas sociales nuestros días planeta éxito bloques político-militares famatransformación conquista confianza moral años 50 y 60 moral cambio social ejemplo difusión Hollywood icono profesional aspiraciones fama transformaronmentalidades tabús fama fama fama movimiento musical tabús compleja pop-rock guerra fría Spuntnik afectiva sexual here tabús ola feminista situación de la mujer estilo de vida emancipación estilo de vida situación de la mujer underground rebeldia vibrante moral vibrante sociedades occidentales pop-rock mujer moderna confianza diferente industrias básicas fama éxito vibrante nuevos mundos atrezzo mujer moderna vibrante autoridad masculina situación de la mujer confianza fama Gerda Lerner economía Neil Amstrong confianza De la conquista de la luna a la generación beat, de las inquietas calles del convulso barrio latino de Paris a la explosión del pop británico, el final de los años 60 fue un momento de cambio con sabor psicodélico. Tiempo de inconformismo, todo parecía ser posible… ¿A quién no le hubiera gustado estar allí? R esulta extraño a la luz del pesimismo y la desilusión que impera en el ámbito cultural, económico y político del mundo actual que, entre el final de los años 60 y principio de los 70, millones de ciudadanos de los países occidentales creyesen que vivían en un mundo en que las utopías podían cambiarlo todo ¿Rabia juvenil o crisis moral? El abrupto fin de esta época también significó el fin de los sueños entre revolucionarios y “dadaístas” de una generación que no había conocido el paro y que se enfrentó al incierto panorama de la sociedad postindustrial en el marco de las severas reconversiones que se alargarían hasta bien entrados los años 80. Un tiempo en definitiva de grandes contradicciones, de aspiraciones imposibles y eslóganes tan impactantes como pasajeros. En aquel ocaso se entremezclan las carreras de Brigitte Bardot, Michael 64 • SPEND IN texto por gabriel á lvar ez Caine, Jane Birkin y Charlton Heston. Cuatro iconos diametralmente opuestos que son reflejo de esa maraña de grandes acontecimientos, ideas subversivas y progresos materiales que dejaron una indeleble huella en la cultura, la estética y los valores morales de las décadas siguientes. El Otoño de la Edad de Oro. La gran “época dorada”, como bautizó el periodo el historiador marxista británico Erik Hobsbawn, de las sociedades occidentales termina cuando se acaba el petróleo, y por tanto la energía barata. Hasta entonces, Estados Unidos y sus socios experimentaron desde el final de la segunda guerra mundial un crecimiento sin precedentes. Los índices productivos certificaron una época de milagros económicos en Alemania, Japón, Italia, e incluso España, que se apuntó a la moda de los prodigios macroeconómicos pese a no entrar en la Europa que diseñaron Alemania y Francia en el Tratado de Roma del 58. El duro trabajo de reconstrucción de los cuarenta con la fundamental ayuda norteamericana a través del Plan Marshall, la energía barata así como la adopción por parte de la mayoría de los gobiernos europeos de políticas basadas en la economía social de mercado, una revisión del keynisianismo teorizada en 1949 por Alfred Müller-Armack en su obra “Liderazgo de Economía y Economía de Mercado”, fueron las claves de la opulenta explosión de los consumistas y frenéticos años 60. La consolidación del estado del bienestar provocó profundas transformaciones sociales y culturales que enlazan con una revolución silenciosa que se había iniciado en la misma guerra cuando la mujer se había incorporado al mundo laboral, sustituyendo a los hombres que marchaban al frente en las fábricas, empezando a abandonar el rol de aquel “segundo sexo”, que en una de las mejores obras de filosofía de la centuria había descrito Simon de Beauvoir. El consumo de la clase media se convirtió en el motor de la sociedad. Los electrodomésticos se adueñaron de los hogares del mundo occidental, mientras la revolución www.spend-in.com Las imágenes son obra del célebre fotógrafo de moda Brian Duffy. Pertenecen al libro DUFFY publicado por ACC Editions. INSTRUCTION www.spend-in.com SPEND IN • 65 INSTRUCTION verde y una industria cada vez más especializada llenaron los lineales de los supermercados y los grandes almacenes con todo tipo de productos. Las ciudades crecieron al ritmo que el automóvil permitía alejar el domicilio personal del centro de trabajo. Urbanismo es tráfico, y cuando se puede espacios verdes, como demuestra la Brasilia de Nienmeyer y Costa y las interminables urbanizaciones en los extrarradios de las principales ciudades europeas y norteamericanas. Las vacaciones pagadas, que se generalizan a partir de la posguerra, abren las puertas al turismo de masas que convertirá el Mediterráneo occidental europeo en un gran hotel.La televisión comparte mesa como un miembro más de la familia y se convierte en la gran creadora de modas, actitudes y mentalidades que se propagan entre una juventud que comparte el culto a los nuevos iconos de Los Ángeles a Berlín oeste. El mundo se hace más pequeño gracias al cine y a la industria discográfica como demuestra el éxito internacional de cuatro jóvenes “melenudos” de Liverpool. Las universidades se masifican, la cultura se convierte en un objeto de consumo más con Warhol y su Factory, el informalismo y el relativismo apuñalan un arte en manos de galeristas y grandes marchantes. Los artistas de las vanguardias de principios de siglo comparten las salas de los principales museos con los maestros de la pintura del siglo XVII. Sus obras se subastan en Sotheby´s o Christie´s para terminar decorando las mansiones del Adriático o del lago Constanza de los grandes magnates, o las zonas nobles de las sedes centrales de empresas y corporaciones transnacionales. Sin embargo, la cultura de masas convive con una expansión de la cultura de elite desconocida gracias a la difusión masiva de revistas, estudios y publicaciones especializadas. Los centros universitarios se multiplican formando una comunidad global que convive en jornadas, simposiums y congresos dando lugar a una interminable cadena de avances en todas las disciplinas; en pocos años se desarrollan los primeros leguajes informáticos y se incorporan los primeros robots industriales a los procesos de producción, el laser es aplicado con éxito en microcirugía y Christian Barnard consigue realizar el primer transplante de corazón a un ser humano. El jazz alcanzó su madurez como música culta introduciéndose en las partituras de Ornette Coleman, Eric Dolphy y Don Cherryen el experimentalismo “free” con la introducción de la atonalidad. En literaturados argentinos que viven en Europa, Cortazar y Borges, redefinen las letras en castellano mientras que los jóvenes airados y los poetas beat renuevan la adormecida lírica anglosajona tras el largo silencio de EnzraPound. La “nouvelle vague” francesa reúne una extraordinaria generación de directores, con Chabrol, Truffaut y Godard a la cabeza, que reivindican a los clásicos norteamericanos de Ford a Houston para proponer un cine de personalísimo acento.Momentos de cambio, en los que la Iglesia católica acometió una profunda modernización en el Concilio Vaticano II, un “aggiornamiento” tan profundo de su vida y esencia que habría que remontarse al Concilio de Trento en el siglo XVI para encontrar una revisión de esa magnitud. Esta opulencia material y cultural tampoco era sufi66 • SPEND IN ciente para una generación que no se identificaba con los valores del sistema y la sociedad edificada por sus padres. El acceso universal a la educación, los derechos laborales y políticos, la seguridad social y todo un rosario de conquistas que culminaron dos siglos de luchas sociales no eran suficientes. Eso no podía ser todo. Había que reconstruir el mundo, redefinir el papel de la mujer y la familia para establecer nuevas la dicotomía de bloques, que pregonaban los lideres de los nuevos estados africanos y asiáticos nacidos del proceso de emancipación colonial. Todavía falta una década hasta que los medios de comunicación empiecen a mostrar el crudo drama de las poblaciones africanas, el fracaso absoluto de la descolonización y la interminable espiral de guerras y corruptos regímenes oligárquicos que han dominado el continente hasta Brigitte Bardot, Michael Caine, Jane Birkin y Charlton Heston. Cuatro iconos diametralmente opuestos que son reflejo de esa maraña de ideas subversivas y progresos materiales que dejaron una indeleble huella en la cultura, la estética y los valores morales de las décadas siguientes. relaciones sociales. Aparecen nuevos movimientos que reclaman la transformación política y social desde distintas ópticas: el pacifismo, el ecologismo, el antimilitarismo o el movimiento por los derechos civiles, que reivindica la igualdad para las minorías, en Estados Unidos son la expresión de esa nueva mentalidad que en esos años se van a encontrar con extraños compañeros de viaje. Los estudiantes que se lanzan a las calles de París o de San Francisco en el 68 todavía creen en el discurso grandilocuente y maximalista de la revolución mundial, en un “tercermundismo”, superador de nuestros días. Nada de eso importa a los aristocráticos jóvenes de los tercer y sexto “arrondissements” parisinos que acuden a las facultades con chaqueta y corbata, inspirados y enaltecidos por Foucault, Sartre o Derrida, para disertar sobre la moral Vietcong y la mística barbuda y guerrillera del guevarismo que impregna a los mártires rojos de las selvas indochinas y centroamericanas. La Sorbona se despierta cubierta de retratos de Mao TseTung, el Gran Timonel, que paradójicamente ha iniciado la revolución cultural purgando sin piedad la cultura china. Las injusticias www.spend-in.com moda www.spend-in.com SPEND IN • 67 moda 68 • SPEND IN www.spend-in.com INSTRUCTION cometidas por las fuerzas norteamericanas en Vietnam o en el cono sur sudamerica no hicieron perder a buena parte de la opinión pública occidental la perspectiva de la cruel realidad que ocultaban los férreos muros que protegían los paraísos socialistas. Al mismo tiempo, mientras los manifestantes coreaban ruidosamente sus consignas en las plazas occidentales, en Praga se imponía el silencio de los tanques del pacto Varsovia; Y es que aunque Alexander Solzhenitsyn había escrito ya su demoledor “ArchipielagoGulaj” el tiempo de las utopías aun se empeñaba en encontrar la revolución en exóticas latitudes. El mundo en femenino, de ­Brigitte Bardot a Jane Birkin. El cambio de la situación de la mujer en las sociedades occidentales es sin duda el factor fundamental del cambio social de aquellos años. La conquista del voto y los derechos políticos, la incorporación al mundo laboral y la emancipación de la autoridad masculina, tradicionalmente representada por el padre y el esposo desencadenan una completa redefinición del rol femenino que pervive hasta nuestros días. La revolución sexual cuestiona abiertamente tabús heredados generación tras generación. A las demandas de la segunda ola feminista protagonizada por autoras como Gerda Lerner o Sara Child se unen filósofos como Karl Popper. Millones de mujeres empezaron a disfrutar de espacios de libertad que transformaron las mentalidades, las formas de vestir, las aspiraciones y las relaciones entre sexos. En este sentido, es muy revelador del nuevo clima la creación de la minifalda por la inglesa Mary Quant. Su éxito y rápida difusión a todas las capas sociales “uniforma” a la mujer moderna, más allá de una prenda su rápida difusión se convierte en símbolo del nuevo papel de la mujer de la sociedad, de su seguridad y afirmación. La imagen de esa nueva mujer se populariza gracias a figuras como Brigitte Bardot. Icono sexual de los años 50 y 60, su comportamiento y vida, la actitud social son buen ejemplo de unas transformaciones irreversibles. Nacida en el seno de una familia de raíces burguesas, Brigitte asumió el papel desde sus conocimientos del nuevo rol femenino que ya había sido apuntado por Vladimir Nabokov en Lolita. Inspiración de pintores, escritores, cantautores y numerosos artistas B.B., como era conocida en los ambientes artísticos, asombra desde sus primeros papeles por su sugerente belleza. Voluptuosidad y femenidad a flor de piel que explotó a lo largo de su carrera cinematográfica dejando secuencias que encendieron la imaginación de una generación entera como aquel espectacular desnudo tras una blanca tela en la película de Jean-LouiseTrintignant Y Dios creó la mujer, considerado como una de las escenas más eróticas de la historia del cine. B.B. no destacó por sus cualidades interpretativas sino por trasmitir en la pantalla una sensualidad salvaje, libre de estereotipos del pasado, que enlaza con la aspiración de millones de mujeres en todo el mundo a vivir su feminidad, su vida profesional y afectiva, de una forma natural. La independencia y libertad de la mujer enlaza con una sexualidad que deja de ser un tabú para convertirse en una parte más que cada mujer vive en libertad según sus inclinaciones. Esta actitud, adquiere a finales los sesenta tintes reivindicativos con figuras como Jane www.spend-in.com Birkin que representa una nueva hornada de mujeres que recogen el testigo para llevar hasta las últimas consecuencias las conquistas de los últimos años. Birkin saltó a la fama interpretando a la amante de Brigitte Bardot en Blow Up de Antonioni película que en la que causo gran escándalo al aparecer desnuda. Mujer polifacética, Birkin se convirtió en una de las anima- especialista en papeles ligados a personajes de la alta aristocracia inglesa, cuyas esencias supo encarnar como pocos. Desde sus inicios en papeles como Alfie o The Italian Job Caine es una de las imágenes del estilo british por encima de tendencias. Un estatus que, pese a su prolífica carrera, ha mantenido siguiendo una trayectoria sin grandes altibajos en la que ha protagonizado me- El sombrío panorama de finales de los 60 abrió las puertas a la explosión de numerosas corrientes culturales urbanas y alimentó el intenso movimiento musical que explotó con el éxito mundial de grupos como los Beatles, los Rolling Stones, los Who o The Animals. doras de la escena artística francesa, al mismo tiempo que B.B realizaba sus últimas películas antes de retirarse y dedicarse a la defensa de los animales, tras contraer matrimonio con Serge Gainsbourg, “l´enfant terrible” de la canción francesa. Una de las parejas de moda de aquella época, sobre todo tras grabar Birkin la tórrida Je t´aime, moi non plus que le lanzó a la fama internacional. Su estilo de vida y su fuerte personalidad la convirtió en referencia para muchas mujeres, llegando a ser la musa de Hermes que bautizó en su honor uno de sus bolsos más conocidos. Maichel Caine, el rostro de la tradición británica. En el cuadro general de la economía europea hubo un país que no creció al ritmo del resto del continente. Gran Bretaña fue, quizás por su carácter pionero, la primera economía en sufrir el desfase de sus industrias básicas y los efectos de la deslocalización. El paro, la degradación y los problemas causados por la inmigración masiva se manifestaron por primera vez en las grandes zonas industriales inglesas. El sombrío panorama de finales de los 60, sin embargo, abrió las puertas a la explosión de numerosas corrientes culturales urbanas, sobre todo en la música, convirtiendo Londres en el centro mundial de las modas juveniles. El ambiente multicultural se manifestó en el colorido de las tribus urbanas y la cultura “underground” que alimentó el intenso movimiento musical que explotó con el éxito mundial de grupos como los Beatles, los Rolling Stones, los Who o The Animals. Fenómeno de masas que fueron la punta de un iceberg formado por infinidad de bandas anónimas que empujaron a la juventud de medio planeta a aprender inglés para entender aquellas letras desenfadas de amor y vida, de sexo y rebeldía de aquella música vibrante y electrificada. El empuje del pop-rock británico revitalizó la vida cultural británica en cuyo caldo de cultivo apareció a finales de los sesenta Michael Caine. Actor imprescindible ha encarnado a lo largo de su carrera el atemporal estilo british enlazando con una ilustre tradición junto a Alec Guinness, Laurence Olivier, o Peter O´Toole. Michael Caine representa, en plena explosión del Pop, la pervivencia de la tradición británica. Pese a su origen humilde, Caine ha sido un morables papeles como el inolvidable Peachy Carnehan en El hombre que pudo Reinar de John Houston o Elliot en Hannah y sus Hermanas de Woody Allen. La Conquista del Espacio, el último reto de Charlton Heston. La pugna entre los bloques político-militares de la guerra fría encontró en el espacio un inesperado tablero de juego. Desde el lanzamiento del primer satélite, el Spuntnik, la carrera entre los dos grandes gigantes se convirtió en un asunto de política mundial. El paseo espacial de Yuli Gagarin y sobre todo la llegada a la Luna del Apolo-11 el veinte de julio de 1969 asombró al mundo que pudo ver en directo a Neil Amstrong estampar su huella para la posteridad en el suelo lunar. La posibilidad de descubrir nuevos mundos, de desentrañar los misterios de los límites del universo y sobre todo de encontrar vida fuera del planeta azul provocó una fiebre por la ciencia ficción en todos los rincones del planeta. La televisión, la literatura, el comic, y sobre todo la gran pantalla trataron de responder a la sed intergaláctica de las audiencias. La avalancha de títulos dejó pocos realmente interesantes con infumables producciones en la mayoría de los casos de paupérrimo cartón-piedra, luces intermitentes y astronautas con mallas. Un cine de atrezzo y argumentos rocambolescos que sin embargo sirvió a Charlton Heston para relanzar su carrera protagonizando tal vez las dos mejores cintas del género: El Planeta de los Simios de Franklin J. Schaffner y El último hombre vivo de Boris Sagal. Heston había aprovechado su físico rotundamente americano, con su mandíbula prominente y sus casi dos metro de altura, para consolidarse como una de las grandes estrellas de las megaproducciones en technicolor con las que Hollywood trato de resistir el impacto de la universalización de la televisión. En la época de la conquista espacial ya era un actor maduro, sin embargo supo reinventarse como volvería hacer a mediados de los 70 con el género de catástrofes, cine que reflejó los miedos y la incertidumbre de los tiempos de crisis, económica y moral, que vivía el mundo.Una etapa diferente en la que las aspiraciones del final de la edad de oro pervivieron aunque la confianza en una transformación radical del mundo quedo aplastada por el peso de una realidad cada vez más compleja. SPEND IN • 69