Me gustaría comenzar compartiendo con ustedes, una de las

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En el Horizonte, la Esperanza
Sr. Silvia Boullosa, FMA
02/09
Me gustaría comenzar compartiendo con ustedes, una de las llamadas Parábolas
contemporáneas que dice asi:
Cuentan que cierta vez, un hombre y una mujer, fascinados por el deslumbrante paisaje
de colorido y luz que brotaba ante sus ojos, decidieron ponerse a caminar en busca del
horizonte. Andaban y andaban y, a medida que avanzaban, el horizonte se alejaba de
ellos. Decidieron apresurar sus pasos, no detenerse ni un momento, desoír los gritos del
cansancio, la sed y el hambre. Inútil, por mucho que aceleraron la marcha y multiplicaron
sus esfuerzos, el horizonte seguía igualmente lejano, inalcanzable. Cansados y
decepcionados, con los pies destrozados de tanto andar y ante el vértigo de la sensación
de haberse fatigado inútilmente, se dijeron derrotados: "¿Para qué nos sirve el
horizonte si nunca lo vamos a alcanzar?" Entonces, escucharon una voz que les decía:
Para que sigan caminando.
En la vida, detenerse es retroceder. Algunos piensan que el camino está hecho y se
lanzan a recorrerlo rutinariamente. Esta rutina crea la ilusión de que se camina, pero es
un movimiento que nos va alejando de la meta, porque nos va quitando alma, nos hace
perder el entusiasmo, lleva a convencernos de que no existe el horizonte.
Otros hablan de la necesidad de buscar nuevos caminos, de que ya no sirven los viejos,
pero sólo hablan de ello, en lugar de ponerse a recorrerlo.
Seguir buscando el horizonte es haberlo encontrado ya, porque la meta no está al final del
camino, sino que consiste precisamente en seguir caminando y buscando siempre.
En eso quería animarlas queridas Hermanas! A seguir caminando hacia el horizonte que
lleva de nuestra parte, una mirada cargada de esperanza. Cuál horizonte? Amar como
Dios nos ama, y amar más y mejor, pues al final, seremos cuestionados en el Amor.Una
hermana decía en el Capítulo: “¡ojalá podamos vivir el sexenio del Amor! “ pues nos
preguntábamos sobre la novedad del capítulo, y creo que podemos encontrarla
justamente alli, en el cómo amamos.
La riqueza de habernos reconocido en el carisma, y de renovar nuestra identidad mariana,
ya son fuerza para animarnos en el camino y no quedarnos en la rutina porque somos
hijas de soñadores creativos. En la dinámica del encuentro en el acompañamiento
recíproco, podemos escuchar la voz de Dios manifestado en nuestras hermanas de
comunidad, en la Comunidad educativa y especialmente en los jóvenes. Soñar con
realismo, es afianzar la esperanza. Amar la historia de nuestro carisma y hacerlo vida en
el contexto sufriente y a la vez esperanzador que vive nuestro mundo, es como aquélla
frase de Monseñor Casaldáliga: “LA HISTORIA BIEN VIVIDA, ES LA ESPERANZA BIEN
CIMENTADA”
El Señor nos invita a opciones radicales, como Pablo y los Apóstoles, que se dejaron
transformar y renovaron el Amor a Dios, conocedores de su fragilidad pero seguros de la
Misericordia divina. Pidamos a María, y a Pablo especialmente, que podamos recorrer el
camino de la novedad del amor, con opciones en las que nos dejemos tranformar, para
ser “mujeres y varones” nuevos, aportando a la transformación de la “civilización del
Amor”.
Que podamos transitar por los caminos que nos hemos propuesto en el CGXXII, con
entusiasmo, y que nada ni nadie, nos robe la esperanza.
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