La afabilidad como componente de la Convivencia. Prof. Luis

Anuncio
III. LA AFABILIDAD COMO COMPONENTE DE LA CONVIVENCIA
UNA APORTACIÓN DE ARISTÓTELES A LA
POLÍTICA DE EMPRESA
Prof. Luis Mª Calleja Corujedo
Punto de partida: la conveniencia de un modelo de pensamiento propio
El mundo empresarial se caracteriza por su realismo y, muchas veces, por su
inmediatez; la acción es la clave y podría parecer vano, académico o, al menos, teórico
entender el qué y el cómo de las cosas. Ahora bien, cuando se trata de gobernar una
institución puede resultar de interés, y no solo intelectual, el tratar de entender la
naturaleza del trabajo y, sobre todo, donde están sus raíces; es incluso probable que ello
pudiera ayudar a la hora de conseguir orientación y también para centrar las
actuaciones. Y, por supuesto, a la hora de pensar el gobierno, es casi imprescindible
elaborar o disponer de un modelo conceptual.
Un modelo conceptual es un conjunto de conceptos relacionados armónicamente
entre sí que ofrece referencias útiles para tomar decisiones o emprender acciones sobre
los trabajos o tareas a realizar en la empresa. Un modelo global tiene que proporcionar
una visión política de la empresa como grupo humano responsable de obtener resultados
económicos con justicia y eficacia, ha de ayudar a la persona de vértice en su trabajo de
gobierno facilitando el diagnóstico del presente y la elección y realización del futuro1.
Un modelo es una tentativa de aproximación al objeto, que ha de ser congruente
conceptualmente, para poder deducir de él consecuencias que no se conocían ni habían
sido observadas. Un modelo “teórico” para el gobierno de las organizaciones busca
conocer, comprender; pero precisamos uno conceptual para tomar decisiones y
emprender acciones. No pretendemos trascender la singularidad del fenómeno mismo
cuanto tratarlo –modificarlo, conducirlo- adecuadamente. Estamos en el ámbito de la
razón práctica entendida como la ordenada a dirigir las operaciones del hombre, aquella
cuyos principios no pueden ser conocidos con independencia de su uso a fuerza de
especulación2.
“En verdad, lo único que merecía detener la atención es el hecho iluminado por
la idea; es la idea encarnada en un hecho....No existe el hecho puro; el objeto de nuestra
búsqueda no debe ser el hecho puro, sino el hecho en tanto que os remite a una ley
general. Y análogamente, no se concibe una ley pura y abstracta: la ley debe sintetizar
una multitud de hechos3. La realidad tiene determinadas lógicas, no cualesquiera ni
ninguna. Acertar con ella, profundizarla ayuda a comprender la realidad, rediseñarla o
configurarla de modo natural, de acuerdo a su ser. Es razonable tener más aciertos,
mayores y más permanentes desde el desarrollo de un modelo.
1
A. Valero y Vicente- J.L. Lucas Tomás: Política de Empresa. El Gobierno de la Empresa de Negocio. EUNSA, 5ª Edición, 2002.
2
Especular equivale a “espejear”.
J. Guitton. El trabajo intelectual. 3
58
Ha de comprobarse que no quede nada fuera de él ni haya algo
sobreconsiderado. Requiere un sistema orgánico de conceptos, relaciones,
categorizaciones, orden y referencia a otros principios y realidades. Es una
estructuración ordenada e inteligente de conocimientos, de la actividad investigadora y
docente que evite caer en meras colecciones fortuitas de temas, materias y casuística.
Con una lógica interna para poder pasar del fenómeno al fundamento, un método
adecuado al objeto y unos procedimientos para su aplicación práctica tanto de las tareas
de gobierno como de la discusión académica.
Ha de partir del “sentido común” básico: causalidad, no contradicción y
globalidad. La causalidad que lleva a determinar qué es causa y qué es efecto; la no
contradicción que impida afirmar una cosa y su contraria simultáneamente y en el
mismo sentido; globalidad que lleve a distinguir el todo de cada una de sus partes.
Presupone racionalidad y congruencia con una antropología, una sociología y
una ética coherentes entre sí, y ha de disponer de unos conceptos básicos o principios
que se acepten o acojan en esencia, sin que haya entera conformidad en la forma o en
los detalles4.
Un modelo de gobierno sería una especie de “teoría general”, un marco
conceptual que precisa de otras ciencias y métodos auxiliares pero necesarios
específicos del objeto que se refiera el gobierno. Pero estamos ante un modelo
descriptivo, no experimental ni especulativo; la Política de Empresa es una ciencia
práctica (como la moral, el derecho, la diplomacia, etc.), no una ciencia productiva ni
teórica. La clave radica en saber qué ciencias son esenciales y cuáles son
instrumentales, de modo que hay escuelas que se decantan por adscribir importancia
instrumental a lo que otras consideran esencial.
Koinonía y escuela
Hay muchas opiniones pero pocas escuelas; éstas son comunidades en torno a
maestros y modelos, y de estos hay pocos. La dimensión sapiencial se opera a través de
la persona del maestro como ejemplo que muestra un sentido último de la vida; unidad
del saber y del obrar humanos. El maestro es un modelo personal con un modelo de
pensamiento.
No se sostiene un modelo sin una escuela, sin una koinonía que acrisole el
oficio. Sin ella la tarea se vuelve inestable, con ella aparece la profesión –se “profesa”que ayuda a paliar las eventuales barreras sociológicas y psicológicas de estar en la
brecha, en la frontera del conocimiento y la acción con la correspondiente
incomunicación y confrontación. Las diversas comunidades científicas hacen posible
llegar a los acuerdos conceptuales y terminológicos necesarios para el avance de cada
una.
4
Incluiría tanto los juicios de hecho como los juicios de valor. Los hechos no pueden decir cómo son las cosas; eso es asunto de la
razón que entiende cómo es la realidad. La razón humana debe explicar el significado de los hechos, pues por si solos no hay quien
los entienda....la razón debe explicar el hecho; entonces se comprende lo que realmente pasa.
59
La koinonía, como veremos más adelante, ha de estar en función del objeto que
verse. Si se trata de un modelo de pensamiento para el gobierno de las organizaciones,
pertenecerá a la categoría académica de una ciencia práctica que precisa del concurso de
otras muchas. Por tanto, ha de favorecer la libertad sin la cual no sería posible ni el
trabajo intelectual en general, ni interpretar los principios concretos, en particular; ni
cooperar con cualquier otra ciencia práctica o productiva. La búsqueda honrada y
contrastada de la verdad dentro de la comunidad académica es a la vez garantía de esa
libertad.
Actualmente predomina en el management la escasez de discusión de principios
entre la abundancia de visiones técnicas; los académicos han sido desplazados por
“expertos profesionales”: consultores, “think tanks”, asesores, brokers. “Todo se reduce
a opinión, se conforma con verdades parciales y provisionales”.
¿Qué diferencia una escuela de un conjunto de expertos?, que estos se
estructuran en torno a una finalidad comercial apoyados en algunos procedimientos,
mientras que una escuela busca el desarrollo de una visión de la realidad, de un modelo.
No significa que los expertos no lo tengan ni lo desarrollen cuanto que el fin principal
de ellos es naturalmente ajeno a él; tampoco que la escuela no tenga fines comerciales
cuanto que su fin principal es otro. Para ganar dinero, la consultora, para la actividad
científica, la escuela.
Escuela de pensamiento, supone tanto “institución” como “ayuntamiento de
maestros y alumnos” que comparten una orientación metódica, un sistema de
pensamiento. No se debe ser un ser aislado, y menos individualista; la soledad del
trabajo intelectual vivifica pero el aislamiento malogra y esteriliza. Trabajar bajo la
autoridad científica y personal del maestro acelera el proceso de avance pues conlleva
cierta “fe”, en los argumentos de autoridad, anterior al descubrimiento propiamente
personal y necesario.
Libertad, trabajo compartido, tradición y autoridad de los maestros, …si esto es
bueno convendría que perviviera en el tiempo, convendría cierta configuración
institucional que incluyera un acto formal de pertenecer a la escuela. Si el proceso
institucional es adecuado, potenciará el modelo; si no, podría adulterar la fisonomía de
la escuela y el armazón conceptual que la sostiene. La institucionalización es obligada
en cuanto se tenga cierta envergadura; va más allá de lo intelectual o científico; afecta a
la autoridad. Desde luego puede facilitar la proyección histórica y la protección de los
principios del modelo que ampara.
El eclecticismo como un error de método
El eclecticismo es la actitud de quien en la investigación, la enseñanza y la
argumentación suele adoptar ideas derivadas de diferentes filosofías, sin fijarse en su
coherencia o conexión sistemática ni en su contexto histórico. No educa la razón para
una discusión seria y científica. Es mezcla de modelos de principios divergentes. Lleva
frecuentemente a confundir las causas, contradecirse en los principios y tomar partes
como el todo. Es un error de método.
60
El eclecticismo está en la base del resto de las corruptelas metodológicas: el
historicismo como predominio de las circunstancias: sustitución de la verdad por la
actualidad; el cientifismo que sólo admite como válidas las propias de las ciencias
positivas, relegando al ámbito de la mera imaginación los conocimientos morales, éticos
o prudenciales; y llegan a pensar y actuar según la idea de que lo que es técnicamente
factible llegue a ser moralmente admisible; y el pragmatismo, que excluye reflexiones
basadas en valores y argumentaciones axiológicas, convirtiendo el “deber ser” en un
problema de imagen y comunicación5.
Para la política de empresa puede que las corruptelas más funestas sean el
pragmatismo, que toma el instrumento como fin, y, sobre todo, el eclecticismo que
resulta ser una salida apurada a la crisis de sentido, la fragmentación del saber y la moda
del pensamiento ambiguo6.
El eclecticismo no es utilizar los medios y herramientas convenientes en cada
situación, sino creer que la situación no tiene una caracterización objetiva en función de
la que implementar los medios adecuados. Cree en las causas eficientes, no en las
causas finales, como diría Aristóteles. En términos de gobierno, el ecléctico es un artista
del pasteleo táctico oportunista, no un buscador de acuerdos de fondo y suele creer que
un lío se resuelve con otro lío.
Eclecticismo no significa que sea imposible aportarse mutuamente los diversos
modelos, tanto en el orden conceptual, como el terminológico, como el procedimental.
No es eclecticismo utilizar modelos, procedimientos y técnicas auxiliares instrumentales
diferentes, ni tampoco discutir y llegar a acuerdos, especialmente los referidos a los
respectivos campos de aplicación de cada uno.
El método que subyace en el proceso científico tiene tres momentos: 1)
planteamiento del problema, 2) construcción de modelos teóricos, y 3) verificación de
los supuestos teóricos. El eclecticismo suele incidir en el segundo momento, en el
diseño del modelo, pero no es infrecuente la definición imprecisa del problema debido
a que los diversos criterios de idoneidad y “deber ser” proceden de sistemas de difícil
compatibilización.
El error metodológico y de actitud contrario sería el fundamentalismo científico
que lleve a aferrase a las propias opiniones y mentalidades sin “el afán de superación
que lleve a salirse de los propios puntos de vista” como diría Antonio Valero. Así, la
cooperación y discusión entre escuelas y modelos es connatural con la actividad
científica, más si cabe en el campo de las ciencias prudenciales. Pero no es viable
discutir sin tener nítidos los perfiles del modelo que se sustenta; a esto ayuda una
escuela de pensamiento y esto evita el ecléctico.
5
K. Wojtyla. Fides et ratio. 1998.
6
Existe, incluso, una escuela ecléctica italiana autodenominada escuela del “pensiero dévole”, (pensamiento débil). 61
Un modelo conceptual de Política de Empresa
En la búsqueda de ideas para mejor comprender la tarea de gobierno
empresarial, el área de Política de Empresa del IESE propuso distinguir en el trabajo de
la persona de vértice cuatro campos de actuación: El Negocio, la Organización, la
Convivencia Profesional y la Configuración Institucional, objeto cada una de ellas de la
acción doble de elección y de implantación. Este modelo de pensamiento explicitado
por los profesores A. Valero y José L. Lucas parece hundir sus raíces en la manera de
abordar el trabajo de la dirección general por los profesores R. Christensen y K.
Andrews de la Harvard Business School, cuyas ideas se plasmaron en la publicación por
este último profesor del libro The Concept of Corporate Strategy.
El modelo Valero-Lucas aporta, sobre el de Andrews, principalmente el nuevo
concepto de Configuración Institucional, afirmando que no se puede entender la
elección de una estrategia ni el establecimiento de una organización sin conocer, e
incluso, sin partir del juego de dineros y poderes reales que en toda organización
humana se dan, y sin incidir claramente en el factor de la iniciativa emprendedora, que
condiciona todo el conjunto de opciones y actuaciones de la empresa7.
Ciertamente estamos hablando de modelos de pensamiento abiertos, que tratan
de entender mejor la realidad, y que avanzarán o retrocederán en sus afirmaciones con
la finalidad de ser más congruentes y también más útiles para abordar prácticamente el
trabajo de la alta dirección.
En este trabajo de mejor conocer e modelo de pensamiento, el autor trata de
hacer un puente con el pensamiento de un clásico, versado en el mundo político. Y este
clásico es Aristóteles, que vamos a bordar con el mayor respeto y, a la vez, con el mayor
de los atrevimientos. Quizás entrar en La Política de Aristóteles pueda ser una vacuna
contra simplismos que tanto afectan en estos días, poniendo en duda la posibilidad de la
convivencia dentro y fuera de las empresas.
La Política de Aristóteles se refiere a la ciudad, el ámbito político más amplio
que fue capaz de concebir aquella época8; salta del individuo a la unidad familiar y de
ésta a la polis. Por otra parte, en La Política emplea ejemplos para aclarar sus conceptos
que se refieren a unidades políticas coincidentes con las de nuestro tiempo: empresas de
construcción, explotaciones agrícolas, unidades militares, hermandades cívicas, etc. La
lectura de La Política nos sugiere la analogía de modo natural.
Además se refiere a los polites, los ciudadanos, que no a todas las personas, pues
excluye a las mujeres, los esclavos y los niños, ya que tal concepto de persona se
desarrolla posteriormente a partir del cristianismo. Describe varias características de
estos tales como libertad, inteligencia, responsabilidad y un gran cortejo de virtudes y
capacidades que hoy son aplicables al común de las personas.
7
Este aporte resulta crucial en un modelo político del actuar directivo. La instancia institucional es lo más propiamente político;
constituye el “régimen” de la empresa.
8
Los coetáneos imperios Persa o Egipcio, de una dimensión geográfica y conceptual mayor, eran objeto de despotismo, no de
política propiamente dicha. 62
Aristóteles contempla más detenidamente los distintos regímenes o politeias y
su principal aportación es de índole institucional o constitucional. No se centra tanto en
la operativa política, la conveniencia de una jerarquía o los aspectos de convivencia;
estos conceptos y prácticas no estaban tan en discusión como las distintas formas de
gobierno.
El modelo político de Aristóteles
La política la concibe el Estagirita como epitécnica; como una técnica superior,
“el modo de organizar el mundo de la cultura humana; el criterio de organización
suficiente del mundo técnico humano”9. Así la política es el agere, el facere, la techné10
y la vida, el vivere. De ahí la radical diferencia entre economía y política,... necesidad y
libertad: el homo faber no es político, es éste último quien gobierna al otro. En sentido
pleno es la ciudad; y se da esta cuando dos o más personas se unen libremente para
conseguir un fin común.
Al exponer el contenido de la Política, Aristóteles utiliza, entre otros, los
términos Ergón, Arché, Koinonía y Politeia, que se describen sucintamente a
continuación:
1º. Êrgon
Producto de la Acción y la Acción misma, función, obra acabada: el ergón de la
construcción es la casa. El ergón crematístico11 puede referirse a dos tipos: el que es por
naturaleza y la comercial: en el primer sentido es la riqueza al servicio de una casa o de
la ciudad y es parte de la economía (oiko-nomía: administración u orden de la casa):
“procura el almacenamiento de lo necesario para la vida y lo útil para la comunidad
política o casera”. Es de notar que el planteamiento griego de la riqueza es sobrio y
autárquico, no consumista. Por el contrario la crematística comercial no tiene límite
porque se adquiere por experiencia y técnica, y busca el puro provecho pecuniario. Este
es un arte productivo de riqueza y recursos (chrêmata) y no tiene límite o fin, porque su
fin es el incremento. Es productiva, no en general, sino en dinero ya que éste es el
término del cambio.
“El estagirita ha tenido buen cuidado en advertirnos que la economía no es la
crematística12; la distinción de ambos tipos supone descubrir el carácter natural de la
economía como algo radicalmente distinto de las finanzas. Administrar no es
enriquecerse; algunos creen que ese es el ergón de la economía doméstica, y acaban por
Leonardo Polo, La filosofía política de Platón y Aristóteles.
9
10
En latín, hacer, se dice facere, cuando se refiere a la materialidad de lo que se hace, o agere, cuando se refiere al actuar con
determinada intención, finalidad o motivo. Un caballo nunca agere, simplemente facere; una persona siempre agere.
11
Crematísico viene de instrumento o chrêmata, útil; chrêmatístikê: uso de los objetos técnicos.
12
Ricardo Yepes Stork. ¿Cuál es la mejor ciudad?, comentario didáctico a La Política de Aristóteles. (pro manuscripto). Existe un
tercer tipo de crematística a la que Aristóteles no prestó tanta atención, se refiere a las materias primas, “que sin ser frutos en sí
mismos, son útiles”, que es la que modifica el esquema aristotélico introduciendo decididamente entes intermedios entre la casa y la
polis. 63
pensar que hay que conservar o aumentar la riqueza monetaria indefinidamente. En esta
confusión hemos incurrido también, y de forma mayúscula, en nuestros días.” “La causa
de esta disposición es el afán de vivir, y no el de vivir bien”, dice Aristóteles.
La vuelta al orden natural de la política en cuanto a fines y modos de ejercicio
podría conducir a una consideración de la economía con arreglo a un modelo que no es
fácil de imaginar pero que sería eficaz, justo, humano y que dejaría y buscaría amplios
espacios vitales para el desarrollo completo de la sociedad. Obviamente, estaría llena de
imperfecciones pero yendo y mirando en la dirección antropológica adecuada.
2º. Ârchê
Constituye Autoridades, Gobiernos, Magistraturas, Gobernantes, Jerarquías o las
personas que se encargan de partes de la acción del êrgon. Aristóteles distingue algo
nebulosamente dentro de él dos tipos: unos técnicos y otros propiamente gobernantes.
Estos últimos son estrictamente los que gobiernan la polis y serían responsables de la
elección de la politeia; serían, pues, la estructura de gobierno más que la estructura
directiva. Nos referimos aquí a la estructura más técnica.
La estructura organizativa para Aristóteles puede estar constituida por esclavos;
esclavos técnicamente especializados. “Los ciudadanos de la mejor ciudad no deben ser
absorbidos por las actividades necesarias si quieren llevar una vida plenamente
virtuosa”. La separación del gobierno de la ejecución del día a día –politeia del arché- es
condición para mantener la mejor ciudad.
La jerarquía entre los hombres es natural y, por lo tanto, objeto de la virtud: “El
que manda debe poseer perfecta la virtud ética”... el ergón del que dirige la acción es la
virtud”; de algún modo el actuar virtuosamente para obrar en función del bien común
libremente elegido, es la obra del que gobierna. El ergón específico de una politeia
(empresa) no sería más que la ocasión de ejercer el ergón propio del gobernante.
Aristóteles, no obstante, no entra apenas en las cuestiones de estructura
directivo-organizativa. No se debe olvidar que su interés en la Política era analizar y
proveer criterios para ver cual de las politeias o constituciones era mejor; lo otro eran
cuestiones técnicas razonablemente resueltas que no eran la clave de la política de su
tiempo.
3º. Koinonía
Es la Comunidad, el medio para la amistad (phília), lo compartido entre varios,
el ergón de varios. No hay verdadera koinonía si no hay algo en común, y eso común es
el ergón.
Si no hay ergón la koinonía no llega a aparecer, habría simple “compañerismo”,
un estar juntos sin hacer nada nuevo, como “paciendo en un mismo prado”: no se habla,
no se busca el bien, no se alcanza la naturaleza humana. El escenario de la
perfectibilidad humana es la koinonía. Mediante el lenguaje y la comunicación se ponen
en juego las dimensiones superiores del ser para ponerse de acuerdo en sus elecciones y
64
compartir lo conveniente. Si las personas se constituyen en comunidades políticas es
para ser virtuosos.
La política pública es “la organización de las organizaciones”. Toda koinonía es
parte de la koinonía política; toda koinonía busca un ergón alineado con una finalidad
común general13. Los medios que se utilizan no hacen la convivencia, pero sin ellos
sería imposible. Por otra parte, son ocasión de mostrar el tipo de relación que haya de
vivirse en cada empresa.
4º. Politeia
Régimen o Constitución, que permite la pervivencia de la polis. Este concepto es
el objeto propio de La Política; en esta obra no hace tanta filosofía política cuanto
ciencia política o constitucional. Su preocupación era la autocontinuidad de los
regímenes, la estructura de gobierno, etc., no los otros tres aspectos que estaban
entonces fuera de discusión.
Aunque Aristóteles pensaba la polis como ciudad, no concebía megalópolis, de
modo que por tamaño está más próximo a nuestras sociedades intermedias; por ergón
no, aunque lo incluya, pues la polis era aquella “organización de las organizaciones”
que permitiera la autosuficiencia por contener de todo: familias, empresas comerciales,
grupos de amigos, etc.
Aristóteles y la Política de Empresa
Cuando se profundiza en los cuatro términos que acuña Aristóteles y,
sobre todo, en sus contenidos se puede caer en la tentación de compararlo con las áreas
de gobierno del modelo de Política de Empresa de Valero-Lucas14 antes mencionado;
una posible equivalencia sería la siguiente:
ERGÓN
_____________ NEGOCIO
ARCHÉ
_____________ ESTRUCTURA DIRECTIVA
KOINONÍA
_____________ PROCEDIMIENTOS DE AVANCE O
CONVIVENCIA PROFESIONAL
POLITEIA
_____________ CONFIGURACIÓN INSTITUCIONAL
¿Qué sentido puede tener el buscar una equivalencia?. Al menos una, que
sería ver cómo pensaba Aristóteles y si ello tiene algún sentido para las organizaciones
empresariales actuales; encontrar esa equivalencia en términos de concepto, categoría y
orden puede añadir solidez y serenidad, ya que siempre se puede estar yendo rápido y
desenfocadamente hacia ninguna parte.
13
Ayer como hoy, se pone de manifiesto que es una misma la ética de la cosa pública que del negocio particular que de la vida
privada.
14
A. Valero y Vicente- J.L. Lucas Tomás, op. cit. Capítulo III. 65
Ratificar que nuestra insistencia sobre el concepto de negocio no es una manía,
que la estructura organizativa y directiva encuentran su sentido y criterio en la
realización del negocio más que en el control o el premio; que escuchar al estagirita
precisar qué es y qué no es la convivencia profesional, su orientación y límite, ayuda a
enfocarse; finalmente, que situar la acción política, el control y la consideración creativa
del futuro en el ámbito institucional y la estructura de gobierno sin temores a
compararla con la de la cosa pública, es algo que anima a continuar por este camino y a
reforzar el rigor.
Aristóteles aporta un haz de luz adicional al distinguir entre dos maneras de
considerar lo importante: una, conceptualmente: qué está en función de qué; y otra,
cronológicamente: qué ha de ir antes de qué. Cada manera es armónica y ambas lo son
entre sí. El modelo de política ha manejado ambas categorías con libertad y sentido
común situacional15.
La “primacía del acto de ser” supone dar valor e inicio a la existencia del hecho
concreto único e irrepetible por encima de la “esencia” abstracta o conceptual. Así no se
fuerza la naturaleza de las situaciones en función de ningún prejuicio conceptual o
norma preceptiva. Esto nos lleva a considerar como primero el negocio, pero con la
salvedad de encontrar un momento de creación primigenia en la persona de vértice de la
empresa; se trata de situar en esos u otros momentos, la configuración institucional “por
delante cronológicamente” del negocio, mientras que en crucero, ésta iría en cuarto
lugar conceptual y práctico.
No estamos en el mero terreno especulativo; lo que acabamos de decir tiene
repercusiones inmediatas y decisivas en la acción práctica concreta, en la tarea de
gobierno de cualquier organización de negocio o no. Saber cuándo concentrarse en algo
que no es el negocio, -como la configuración jurídica, por ejemplo- aunque orientado a
él, ha salvado más de una empresa en mala situación.
La armonía entre las diversas partes de la empresa que subraya el modelo de
Valero-Lucas supone la “conveniente proporción y correspondencia de unas cosas con
otras” que va más allá de la mera coherencia –“conexión, relación o unión de unas cosas
con otras”-. Tal es producto de decisiones convenientes en cada circunstancia, de
acciones, reacciones y correcciones, de pensar y hacer, hacer y pensar sobre la realidad
misma en cada momento. Aristóteles llega a denominar la acción de gobierno como
cibernetiké, mismo concepto que la acción de pilotar un barco de vela.
También forma parte de nuestro modelo, finalmente, caracterizar la empresa y
las tareas directivas como asuntos de naturaleza política, no económica, operativa,
sicológica o sociológica, e incluso simplemente ética16. Lejos de la naturaleza de
nuestro asunto es ser competitiva o financiera por naturaleza o personalista.
¿Cómo entonces aquellos que conciben tan antinaturalmente las cosas obtienen
semejantes éxitos?. La respuesta pasa por definir más adecuadamente lo que es éxito y
15
16
A. Valero y Vicente- J.L. Lucas Tomás, op. cit.
Aristóteles afirma en La Política que “la política es superior a la ética pues la política se refiere a la ética de muchos”. 66
fracaso –el fin- y a qué plazos se constata. Las repercusiones son mucho más amplias y
prolongadas de lo que parece; sus éxitos y fracasos se notan en muy diversos
stakeholders incluso muy lejanos en espacio y tiempo.
La velocidad de los fenómenos hoy, nos brinda la oportunidad de observar las
consecuencias de ciertos modos de proceder y de razonar, que hace menos de cinco
años, merecieron más de un “warning” por parte de nuestra escuela de pensamiento de
Política de Empresa. Es un buen momento para evidenciar los errores y faltas de
realismo de aquellas maneras de concebir la tarea directiva partiendo de los orígenes
clásicos de nuestro modo de pensar.
La Convivencia Profesional, Koinonía y afabilidad según Aristóteles
Con el objetivo de ver si Aristóteles puede enriquecer algún aspecto del
modelo de Política de Empresa, vamos a contemplar el panorama del autor sobre la
koinonía y tratar de percibir si podría prestar algún criterio útil para evitar desafueros y
construir organizaciones razonables (o virtuosas, en su manera de expresarse). Entender
la relación entre amistad y política exige entender primero la relación entre amistad y
comunidad. En la Ética a Nicómaco Aristóteles afirma que “La amistad (phília) existe
en la comunidad (koinonía)”.
La comunidad se decía koinón, que al mismo tiempo significa
comunicación, participación. Se tiene koinonía cuando hay un bien en el que muchos
participan y en el que todos se comunican entre sí. Es el ergón de varios, proyecto
común, obra hecha en común. Mientras no haya ergón no hay koinonía y la cosa no
pasa de un simple compañerismo entre los implicados. Y si no hay esa convivencia
profesional la amistad no tendría espacio para desarrollarse.
Ciertamente, en Auschwitz podía florecer la amistad a pesar del peculiar “ergón”
que tenían forzadamente en común aquellos prisioneros y el desinterés por ella de los
carceleros. La amistad que nos ocupa es la que se genera con objeto del desarrollo de la
convivencia profesional en torno a un ergón empresarial. Cada tipo de koinonía (para
cada tipo de ergón común) se corresponde con un tipo de amistad. Se da la koinonía
cuando existe algo en común en términos de paridad, no cuando sus miembros son
instrumentos unos de otros. Entre el señor y el esclavo no hay comunidad ni
convivencia profesional alguna. En la medida en que los miembros sean gobernados
despóticamente, con dependencia instrumental, en esa misma medida no habrá koinonía
ni, obviamente, amistad pues no habría comunidad de fines libremente elegidos.
“La diferencia entre comunicarse haciendo un ergón común, y estar juntos
relacionándose sin más, con-viviendo, es la diferencia que hay entre amistad verdadera
y aquellas que solo son de nombre”17. Si el único ergón es la simple convivencia, no
surge la comunidad política como tal, la verdadera koinonía.
17
Andrés Jaliff. Tesis doctoral La amistad como comunicación personal y consenso político en
Navarra, 1999.
67
Aristóteles. Universidad de
La koinonía también significa para Aristóteles la actividad de los miembros
puesta en común, el “trabajo en equipo”, diríamos hoy. Desde este punto de vista se
entiende lo que el clásico afirmaba de que “no podría existir ningún tipo de koinonía sin
amistad que la haga posible”. “Cabe señalar que la especie de amistad para fundamentar
la comunidad de fines en que consiste la comunidad política, es la amistad por virtud
que está fundada en el bien común. No es la amistad por placer, simpatía o utilidad
fundada en la consecución de bienes exteriores a la koinonía”.
La amistad es una relación que se da entre los iguales, no por un débito, sino por
la comunicación amorosa que existe entre ellos. No hay que buscar el equilibrio entre lo
que cada uno da, porque en la amistad hay una llamada constante a la generosidad18. No
es posible la comunidad sin que exista una mínima manifestación de amistad, porque es
posible tener intereses comunes a pesar de las diferentes condiciones de los sujetos y de
los diversos grados de justicia que se dan entre ellos. Aristóteles distingue dos tipos de
amistad cívica en razón de la utilidad: una se basa en un acuerdo legal, es decir, un
contrato, la otra en el carácter ético de la amistad.
Pero en organizaciones cuyo ergón -aunque orientado al político general- tenga
un ámbito inferior -crematístico o económico- no exige un grado de amistad eminente,
aunque dejara espacio para ella. Ese grado inferior, una virtud previa a la amistad, es la
afabilidad que tiene signos de amistad pero carece del afecto propio de ella:
“En las relaciones sociales, es decir, en la convivencia y el intercambio de
palabras y acciones, unos hombres son complacientes: son los que todo lo alaban para
agradar y no se oponen a nada, creyéndose en la obligación de no causar molestias a
aquéllos con quiénes se encuentran; otros, por el contrario, a todo se oponen, y no se
preocupan lo más mínimo de no molestar; son los llamados descontentadizos o
pendencieros. Es claro que estos modos de ser son censurables y que el modo de ser
intermedio es laudable, y, de acuerdo con él, aceptaremos lo debido y como es debido, y
rechazaremos, análogamente lo contrario. Ningún nombre se ha dado a este modo de
ser, pero se parece, sobre todo, a la amistad” 19.
La afabilidad es un tipo de relación personal que hace agradable y placentero el
trato con los demás. O como dice Tomás de Aquino, “que tiene por objeto propio
agradar a quienes rodean al hombre, pero no es la amistad por virtud o la concordia
política“.
Pero, ¿es gobernable la amistad?, ¿es exigible?; parece que en un ente
intermedio sólo sería exigible la afabilidad de modo que se deje espacio para la
concordia siendo esta más propia de politeias superiores en las que sí es exigible. Si se
da en la casa privada, -politeia inferior a la ciudad y a las intermedias- es como
entrenamiento y formación para la más alta.
18
Andrés Jaliff, op. cit, pág. 233. El origen de la koinonía, de la justicia y de la amistad es la familia: “...en la casa se encuentran,
ante todo, los principios y las fuentes de la amistad, de la organización política y de la justicia”, “ Ahí se origina la verdadera
política cuando entre los padres y los hijos llega a existir una auténtica relación política y no despótica.
19
Aristóteles, Ética a Nicómaco. 68
Mientras que la “amistad política” es la virtud relativa al consenso práctico de
los fines de la vida política, la cortesía es una virtud relativa al trato decoroso entre los
hombres en la vida ordinaria. Por no ser la amistad por virtud, la afabilidad no es una
consecuencia de las virtudes, sino un medio para alcanzarlas ya que es parte potencial
de la justicia; pero así como lo que es de justicia se debe de modo estricto, la afabilidad
solo se debe como débito de honestidad.
La convivencia profesional es el caldo de cultivo para el desarrollo de la persona
mientras realiza el negocio, el ergón. Serían exigibles unos mínimos de afabilidad y los
espacios que se estimen adecuados para el desarrollo eventual de la amistad, pero esta
no es exigible. Podría considerársela como un objetivo intermedio dentro de las
operaciones para realizar el negocio.
La afabilidad como virtud tiene dos vicios opuestos: la adulación y el
descontento. El afecto al régimen –indispensable condición para el gobierno- se puede
llegar a conquistar más por la adulación que por la manifestación de descontento; en
este punto concuerda con el viejo principio político de que es mejor no tener enemigos
que tener amigos; resulta más fácilmente exigible.
La cortesía, agradecimiento20, urbanidad, delicadeza y respeto en el tono
humano forman parte de la afabilidad; la chabacanería, el compadreo, el abuso de
confianza y el lenguaje21 impropio es lo más alejado a ella, preludio de descomposición
del ambiente de trabajo22, de la convivencia profesional y de la eventual amistad.
Precisa concreción y matiz según ambientes, estilos, mentalidades y educaciones; es lo
exigible, no es un adorno espontáneo. Centrarse en el ergón y velar por el
comportamiento afable parece ser el objeto propio de la convivencia profesional.
En la empresa estamos dentro del ámbito del ergón crematístico y su koinonía
implica este carácter. Lleva a recibir dinero por los aportes específicos y precisa un
mínimo de afabilidad, por lo tanto no es contraria aunque resulte conveniente, la
amistad como virtud, y sí es necesaria la afabilidad y la justicia crematístico-distributiva
entre otros procedimientos o medios para mejorar la convivencia.
La naturaleza de un ente intermedio como es la empresa no exige ni el carácter
profundamente personal-privado de la entrega en la familia ni el heroico, por el bien
común mayor, de la cosa pública. Corresponde a las personas responsables de la
empresa la definición y gobierno dentro del marco y medida adecuados; más de ahí
sería una intromisión injusta e ineficaz, algo impropio y fraudulento. No obstante debe
haber hueco para ella corporativamente y es habitual disfrutarla personalmente.
“Persona y empresa no son en sí algo incompatible. La cuestión radica en
dominar la situación; lo cual no es fácil si la persona no es fuerte como tal y si la
20
J.Mª. Rodríguez Porras desarrolla esta idea en El factor humano en la empresa . Apuntes. (EUNSA, 1995) pero como un
ingrediente conveniente añadido y olvidado, no como algo mínimamente necesario, gobernable y exigible según Aristóteles.
21
El término afable procede de “decible” o expresable con palabras concretas; mientras que la amistad como virtud entra más en
el ámbito de lo “inefable”.
22
Esto lo ha expresado maravillosamente Goethe con la frase de que “cuando tratamos a los demás tal como son los hacemos
peores de lo que son, pero cuando los tratamos como deberían ser les ayudamos a ser mejores de lo que son”. 69
empresa exige mucho. Y las empresas, grandes y pequeñas, exigen mucho casi siempre;
la gestión es un pozo sin fondo. La gestión es una trampa sin salida para los que no
cuidan de mantener una perspectiva suficiente sobre su persona y no disponen de
métodos de trabajo que le permitan dominar su agenda vital”23.
23
José Luis Lucas Tomás, : La creación de riqueza. Iniciativa, dinero y personas. Ed. San Telmo, 1994.
70
Descargar