CONCEPTOS DE DEMOGRAFIA Y GEOGRAFIA HUMANAS Ecumene y anecumene: En Geografía Humana: Tecnicismo actual para designar la porción habitada del mundo en un determinado momento. En general, se habla de ecúmene humano como los límites espaciales de la vida, es decir el "mundo potencialmente habitable". En oposición, las zonas en las que la falta de recursos o la dureza del clima dificulta el establecimiento de comunidades humanas permanentes (zonas polares, altas montañas, áridos desiertos y húmedas selvas) reciben el nombre de anecúmene. Según wikipedia Ecumene: Espacio geográfico De Wikipedia, la enciclopedia libre Saltar a navegación, búsqueda El espacio geográfico es un concepto utilizado por la ciencia geográfica para definir el espacio organizado por la sociedad. Es el espacio en el que se desenvuelven los grupos humanos en su interrelación con el medio ambiente, por consiguiente es una construcción social, que se estudia como concepto geográfico de paisaje en sus distintas manifestaciones (paisaje natural, paisaje humanizado, paisaje agrario, paisaje industrial, paisaje urbano, etc.). También se emplea el término territorio. Según Jean Tricard, “En su sentido más amplio, el espacio geográfico es la epidermis del planeta Tierra”. El espacio geográfico posee dos dimensiones fundamentales, la locacional y la ecológica. De allí se definen dos grandes sistemas que interactúan entre sí y que conforman el espacio geográfico. Se trata del sistema espacial por un lado y del sistema ecológico-ambiental por el otro. Desde un punto de vista histórico, el espacio geográfico es acumulativo, en tanto posee las huellas de las diferentes sociedades que lo organizaron en el proceso histórico. En muchas regiones y en antiguas ciudades se superponen los espacios organizados por las sociedades que se sucedieron en los sucesivos periodos históricos (prehistóricas, antiguas, medievales, modernas o contemporáneas, del Antiguo Régimen o de la era industrial); a todo ello hay que agregar que en la actualidad está tomando forma una nueva organización del espacio producto de la sociedad de la información o del conocimiento. Escalas y perspectivas sobre el espacio geográfico [editar] El espacio geográfico posee diferentes escalas para su análisis, desde lo global, el espacio mundo, hasta lo local, el espacio de las identidades. Tres visiones del espacio geográfico son necesarias para interpretarlo; la biótica, la abiótica y la antrópica. 1 El espacio geográfico es el objeto de estudio de la geografía, pero para su explicación, interpretación y generalización se requiere de una visión transdiciplinaria o interdisciplinaria. Cada momento, cargado de historia, produce sus formas de organización, es decir su propia “lógica espacial”, racional para cada época. Aquellas porciones del espacio geográfico que se encuentran bajo un orden administrativo llevan el nombre de territorio, conformado por municipios, y distintas unidades superiores, que pueden tener validez naturales, históricas o administrativas, como las comarcas, las provincias y las regiones (cuya difícil definición no impide que la geografía regional sea la base tradicional del trabajo geográfico); las entidades superiores (naciones o estados) suelen ser demasiado grandes para poseer uniformidad desde un punto de vista geográfico de la geografía física, pero aun así son la principal escala de la organización los estudios académicos y de divulgación. Las entidades supranacionales (continentes), y el conjunto de las tierras emergidas y los océanos, serían la escala anterior a la consideración de una geografía planetaria. La posibilidad que ofrecen las recientes ciencias planetarias (exobiología y astrogeología) permitirán en algún momento los estudios geográficos interplanetarios. El análisis geográfico del espacio geográfico puede desarrollarse desde distintas perspectivas; desde la teoría de la localización; desde la temporal (geografía histórica); desde las tecnologías; desde los conjuntos espaciales; desde la configuración de las redes y los movimientos, o a partir de la dualidad entre espacios urbanos y espacios rurales. En la actualidad, el análisis del espacio geográfico presenta ante la globalización de la sociedad una interesante dicotomía. Por un lado el espacio mundial, caracterizado por redes y flujos globales y por otro el espacio de los lugares, espacio de las regiones, de las ciudades y de las identidades. Así, el espacio geográfico se observa entre lo global y lo local. El espacio debe ser entendido como una instancia, un hecho social, así como historia y estructura; y hoy día, como un espacio total. Uno de los varios problemas que podemos encontrar en esta definición, es su aceptación por parte de los geógrafos tradicionalistas, que ven en el término una sustitución del objeto de estudio de la geografía, que es el espacio. Pero a pesar de todo, la propuesta se muestra como una alternativa para aquellos que hacen geografía social en el uso de una teoría y una metodología que puede brindar nuevas formas de conceptualizar al espacio. El espacio geográfico en las distintas escuelas geográficas [editar] Diferentes autores han estudiado a lo largo de la historia este concepto. Antes de enumerar sus teorías se podría intentar una primera aproximación. Si el espacio (físico) hace referencia a un lugar que ocupa alguna cosa y la geografía es la ciencia que estudia el medio ecológico y las sociedades que lo habitan, podríamos afirmar que el término denota el lugar que ocupan las sociedades. Los griegos, ya hablaban de la ecúmene. Para ellos ésta se refiere al conjunto del mundo conocido por una cultura, a aquella porción de la Tierra permanentemente habitada. Se relaciona estrechamente con la geografía humana. Se toma la Tierra como morada de la 2 especie humana y se pregunta la relación de interdependencia entre la humanidad y su hábitat. El punto de vista geográfico se confunde con el etnográfico para pasar a delimitar sus zonas habitadas, dando lugar a otras ecúmenes, aparte de la griega. El conocimiento de la Tierra les lleva a conocer otros espacios, desiertos y habitados, y otras formas de habitar. La cartografía contribuye a precisar las localizaciones y las distribuciones; las escuelas geográficas nacionales desarrollan sus intereses y sus métodos. La teoría de una sola ecúmene en la Tierra desaparece aunque se preserve con algunas teorías filosóficas, como en el caso de Kant que al exponer el deber del ciudadano encuentra que habitar la Tierra es comportarse como un ciudadano del mundo. La cuestión de la ecúmene se reformula en la geografía humana en la que Vidal de la Blache (Principes de géographie humaine, 1921) emplea la palabra para denominar la relación de la Tierra con la humanidad: "Por encima del localismo, del cual se inspiran las concepciones anteriores, las relaciones generales entre la Tierra y el hombre se actualizan (...). Las soledades oceánicas dividieron a las ecúmenes durante mucho tiempo, ignorándose unos a otros (...). Hoy en día todas las partes de la Tierra entran en relación, el aislamiento es una anomalía que parece un desafío". La evolución de una humanidad dividida en ecúmenes distintas hacia una sola ecúmene unida da paso al principio de unidad terrestre que funda la geografía humana. Max Sorre desarrolla este concepto de la “ecúmene unida” de Vidal de la Blache y llega a decir que la Tierra es ante todo un hábitat en el sentido biológico, donde el género humano vive y se reproduce, dividiéndose en sí mismo en razas adaptadas a los diferentes medios (determinismo geográfico, opuesto al posibilismo). Empieza a vislumbrar que es un espacio que atañe a la sociedad. Max Sorre hace de la ecúmene una noción clave de la geografía humana. Años más tarde, aunque ya parecía que había llegado el final de la geografía clásica, O. Dollfus, se la vuelve a encontrar y pretende reducir a aquellos que intentan reformular el proyecto geográfico: “El dominio del espacio geográfico en su sentido más amplio es "la epidermis de la Tierra”, es decir la superficie terrestre y la biosfera. En una acepción que no es más que en apariencia más restrictiva, es el espacio habitable, la ecúmene de los antiguos, allí donde las condiciones naturales permiten la organización de la vida en sociedad. Hasta una fecha reciente la ecúmene coincidía más o menos con las tierras cultivables y utilizables para la agricultura y el pastoreo. Los desiertos donde la irrigación es imposible, el dominio glacial de las altas latitudes y de la alta montaña estaban excluidos de ésta. Esta noción de la ecúmene debe ser revisada. El geógrafo Max Sorre, que la ha desarrollado y empleado extensamente lo constataba él mismo”. A. Berque propone extender la relación ecológica entre hombre y Tierra habitable hacia una reflexión ontológica que tiene en cuenta el carácter humano de la Tierra y el fundamento terrestre de la humanidad. Esta interrelación que Berque encuentra se acerca a la definición de espacio geográfico. Todos los puntos del espacio geográfico se localizan en la superficie de la Tierra, definiéndose por sus coordenadas y por su altitud, pero también por su emplazamiento. Como espacio localizable, el espacio geográfico es cartografiable. Más adelante, Jameson (1986) reivindicará una “cartografía social”, mapas que “permitan la representación situacional”, relacionar los imaginarios de los seres sociales con las condiciones reales de su existencia. 3 En el análisis del espacio geográfico, se parte de lo que está presente, de lo visible, para entender la importancia de las herencias y la velocidad de las evoluciones, para descifrar los sistemas que son las estructuras que actúan sobre el espacio. El análisis de un paisaje urbano es revelador de su historia y de sus condiciones de desarrollo, y muestra el peso del pasado en la organización del espacio urbano en la época contemporánea. Se han llevado a cabo distintos intentos de clasificación de los espacios geográficos y el criterio fundamental que se ha seguido es el de orden espacial aunque otras clasificaciones podrían basarse en clima o incluso en los niveles de desarrollo (países desarrollados o subdesarrollados). El análisis y comprensión de los fenómenos localizados en un espacio geográfico pasan por el uso de documentos cartográficos donde son seleccionados elementos distintos según las escalas utilizadas. La acción humana tiende a transformar el medio natural en medio geográfico, y aunque la historia humana sea mínima para la historia de la Tierra, ostenta a una posición principal para la explicación y comprensión del espacio geográfico. Según wikipedia: La capacidad de persistencia o capacidad de carga (en inglés carrying capacity) es el nivel de población que puede soportar un medio ambiente dado sin sufrir un impacto negativo significativo (número máximo de individuos que pueden soportar una superficie). La capacidad de persistencia puede variar a lo largo del tiempo, en función de los factores de los que depende: cantidad de alimento, hábitat, agua y otras infraestructuras vitales. Conforme la densidad poblacional aumenta, la tasa de natalidad disminuye y la tasa de mortalidad aumenta. Cuando se llega a la capacidad de carga, las tasas de mortalidad y natalidad tienden a subir y bajar (depende de la situación) de tal forma que se llegue a un equilibrio entre éstos. Por encima de la capacidad de carga, la densidad poblacional tenderá a disminuir y, por debajo, a aumentar. Otra web: http://www.eurosur.org/futuro/fut53.htm La capacidad de carga de la Tierra El mundo rico utiliza para su consumo los recursos naturales de algunos países que los necesitarían para avanzar hacia una mejor calidad de vida. Nos es necesario aprender a compartir... aprender la sabiduría. Phyllis Creighton, Canadá Sesión Pública de América del Norte 4 No podemos seguir viviendo en un mundo ... que sólo da importancia a los derechos del individuo. Nuestra vida se desarrolla en el seno de una comunidad, sin la cual no hay vida. Lo que una persona come no es suficiente para asegurar una calidad de vida; hace falta también el medio ambiente, la coexistencia en la colectividad y unas responsabilidades respecto a ella. Rigoberta Menchú, Guatemala Sesión Pública de América Latina El concepto de "capacidad de carga". La importancia del desafío económico que acaba de ser analizado nos fuerza a afrontar el problema de nuestra supervivencia. El mundo, o cada país en particular, ¿poseen recursos suficientes para dar a las futuras poblaciones "lo suficiente" de alimentos, energía y productos minerales? ¿Podrán el clima, los ríos y los océanos del globo soportar sin un colapso catastrófico los estándares de producción y de consumo actuales y futuros? ¿Llegaremos un día a sobrepasar los límites fijados por la naturaleza y, si se diera el caso, qué podríamos hacer para retornar? Estas son cuestiones que conciernen por igual al Norte y al Sur, y la solución es un asunto de su común responsabilidad, así como la visión de futuro que implica. Históricamente la principal preocupación en lo relativo a las interacciones entre medio ambiente y población se ha dirigido en primer lugar a la pérdida de recursos no renovables (productos minerales y combustibles fósiles) y a sus disponibilidades futuras. Luego se han hecho evidentes otros problemas: la contaminación del aire, del agua y de las reservas de pesca, la destrucción de bosques y la reducción de la biodiversidad. Algunos fenómenos como el aumento del volumen de residuos que se vierten en los océanos, los excesos de la pesca marítima y la creciente contaminación de la atmósfera que lleva consigo una modificación del clima, constituyen otros tantos problemas que se plantean a escala mundial. Todas ésas son cuestiones centrales en lo que toca a la capacidad de carga de la Tierra y de la Naturaleza. La expresión inglesa "carrying capacity", que en este libro traducimos como "capacidad de carga" se utilizó por vez primera cuando se trató de determinar la población máxima de una especie dada que puede soportar su entorno sin límite de tiempo1. Se trata de un concepto discutible que no acepta la Comisión. Ésta propone que la capacidad de carga sea definida como la carga máxima que la humanidad puede imponer de modo sostenible al medio ambiente antes de que éste sea incapaz de sostener y alimentar la actividad humana. Eso significa que debemos evitar el desencadenamiento de procesos irreversibles de deterioro y de destrucción. Los seres humanos pueden, a su propio "riesgo", saltar ciertas fronteras corriendo riesgos --y el riesgo de supervivencia del planeta como un todo-- pero no se puede engañar a la Naturaleza. Nos es necesario encontrar medios de vivir en el interior de estas fronteras adaptando y dominando nuestras exigencias. La utilización de recursos y la producción de desechos no dependen sólo de la importancia de la población. Son el resultado del efecto combinado de la población, de 5 los sistemas de producción y de los modos de consumo. Puesto que el mismo efecto sobre el medio ambiente lo pueden producir diferentes combinaciones de estos tres factores, es posible --en teoría-- permanecer dentro de los límites de la capacidad de carga del medio ambiente, modificando la importancia respectiva de los factores población, tecnología y consumo. Los progresos de la investigación y de la tecnología presentan desde este punto de vista, un gran interés: lo mismo ocurre si se adoptan nuevos mecanismos de mercado. Pero en la valoración de estos progresos hay que tener en cuenta la totalidad de los costos ecológicos y sociales considerados hasta ahora como costos externos: esa operación no es fácil. El principio según el cual "el que contamina paga" puede ser insuficiente, por altas que sean las cantidades en juego, porque los perjuicios causados a la Naturaleza tienen el riesgo de que sean irreparables. * La capacidad de carga puede tener también varios significados. Cuando se trata de recursos renovables (reservas de aguas subterráneas, árboles y vegetales diversos, peces y otros animales) esta expresión designa el rendimiento máximo que se puede obtener indefinidamente sin poner en peligro el capital futuro de cada recurso. En el caso de la contaminación (vertidos líquidos y gaseosos en ríos, lagos, océanos y en la atmósfera) la capacidad de carga se refiere a las cantidades de productos contaminantes que estos receptores pueden absorber antes de ser irremediablemente alterados2. Las reservas de recursos minerales y metálicos no están determinadas. A medida que disminuyen por el uso, se descubren otras nuevas, gracias a la prospección. Con la evolución de los precios y de la tecnología, puede ser rentable la extracción de una parte mayor de las reservas conocidas. También pueden aparecer sustitutos sintéticos. Sin embargo, más que las reservas disponibles, lo que se está haciendo crucial para asegurar una capacidad de carga sostenible es el volumen creciente sin cesar de residuos sólidos, líquidos y gaseosos que engendran la transformación y el consumo de los recursos. De ese modo, la actividad minera produjo en 1990 casi el 45% de los residuos sólidos, en Europa occidental y en América del Norte. Esto representa 2,951 billones de toneladas, un volumen enorme frente a los 344 millones de toneladas de basura doméstica3. Este problema será cada vez más grave, a medida que crezcan la población y el consumo. En diversas ocasiones, algunos estudios han intentado evaluar la capacidad de carga que corresponde a diferentes niveles de población del globo, en función de criterios variados: alimentación, energía, productos mineros; y los bienes disponibles para todos como son el aire, el agua pura, los océanos y los rayos del sol. Las estimaciones van de un mínimo de población de 2 mil millones a 7,7 y 14,4 mil millones y hasta el máximo de 50-60 mil millones4. Según el criterio de la Comisión, no es posible desde el punto de vista científico, calcular techos de población ni para el mundo en su conjunto ni para los países tomados por separado, porque los cálculos se establecen necesariamente en función de los conocimientos, de las condiciones técnicas actuales y de los modos de producción y de consumo vigentes. Los parámetros utilizados en realidad son circunstanciales y pueden 6 variar en el tiempo. Hasta el presente las sociedades han revelado su capacidad de adaptarse rápidamente a las exigencias de la guerra, del hambre o de otras catástrofes. En cualquier caso lo que importa es considerar que cada recurso y cada depósito de residuos tiene su propia capacidad de carga de la actividad humana que puede soportar, porque tiene sus límites bien conocidos. La calidad de vida de las generaciones actuales y futuras estará en función de las perspectivas relativas a la seguridad en lo que se refiere a la alimentación, la pureza del aire y del agua y la biodiversidad. Alimentar al mundo, de modo sostenible Para sobrevivir es necesario alimentarse. La población mundial ha aumentado mucho, pero, en general, la producción de artículos alimenticios ha aumentado también y se ha mejorado el standard medio nutricional. La población del globo se ha duplicado entre 1950 y 1988, y la oferta de alimentos ha respondido a la demanda. Sin embargo, si se da crédito a ciertos trabajos, estamos acercándonos a los límites de la producción sostenible de alimentos5. El desafío que así se lanza es temible. Aunque nada indica que esté cerca una crisis, sin embargo se acrecienta la presión sobre la disponibilidad y la seguridad alimenticias en numerosos países, y esto de diversas formas. Los recursos disponibles están mal repartidos; a medida que los individuos escapan de la pobreza, aumenta la demanda de alimentos. Aparecen otros índices inquietantes: los rendimientos del arroz y del trigo siguen aumentando, pero de manera más lenta. Y los gastos destinados a la investigación agronómica han disminuido precipitadamente, en especial en África. El mal reparto de los recursos alimenticios agrava las desigualdades que ya existen entre el Norte y el Sur, y hace a los países en desarrollo dependientes de las importaciones de alimentos o de la ayuda extranjera, con todo lo que esto implica de consecuencias negativas para la producción y la autosuficiencia locales. La "revolución verde", que estaba basada en el aumento de la productividad con la ayuda de cereales de alto rendimiento, quizás ha agotado sus efectos... no sin haber engendrado un falso sentimiento de seguridad. Son numerosos los países que no consiguen aumentar su producción de alimentos en función del crecimiento de su población: entre 1980 y 1990 disminuyó la producción de alimentos por persona en 72 de los 113 países en desarrollo. En 37 de estos países durante el mismo período, bajó la cantidad de calorías absorbidas6. Se puede temer que, en numerosas regiones, las disponibilidades de tierra y de agua impongan límites a la producción agrícola. Algunos signos muestran efectivamente que nos estamos acercando a las fronteras de las tierras que se pueden cultivar con facilidad. Constantemente, se toman buenas tierras de cultivo para trazar sobre ellas carreteras, o construir casas y fábricas. En los países industrializados y en los países en desarrollo con fuerte densidad de población como China, Egipto y Bangladesh, está disminuyendo la superficie cultivable7. 7 La huella ecológica Raquel Moreno López Madrid (España), 3 de marzo de 2005. La huella ecológica| Lámina 1. Huella ecológica del mundo expresada en billones de áreas (1961-97) >>> Este trabajo fue realizado por Loreto García, Raquel Moreno, Arantza Ozaeta, Alejandro Ruiz, Daniel Sacristán, Carmen Sánchez—Guevara y Ana Sanz en el taller Rehabilitación Urbano Ecológica de la ciudad organizado por Agustín Hernández Aja y Ecologistas en Acción. El planteamiento inicial consistía en el análisis del concepto de huella ecológica como forma de vinculación cuantitativa de las repercusiones ambientales asociadas a las formas de vida. Posteriormente se analizó la influencia que tienen en la huella algunos cambios de comportamiento en hábitos como el transporte, la alimentación o el consumo energético. Definición: la huella ecológica «La huella ecológica es un indicador ambiental de carácter integrador del impacto que ejerce una cierta comunidad humana, país, región o ciudad sobre su entorno». Es el área de terreno necesario para producir los recursos consumidos y para asimilar los residuos generados por una población determinada con un modo de vida específico, donde quiera que se encuentre esa área. Fue definida en 1996 por William Rees y Mathis Wackernagel en la School for Community & Regional Planning (Escuela para la Planificación Comunitaria y Regional) de la Universidad de la Columbia Británica. La metodología de cálculo consiste en contabilizar el consumo de las diferentes categorías y transformarlo en la superficie biológica productiva apropiada a través de índices de productividad. Estas categorías son: Cultivos: área para producir los vegetales que se consumen. Constituye la tierra más productiva ecológicamente, y genera la mayor producción neta de biomasa utilizable por las comunidades humanas. Pastos: área dedicada al pastoreo de ganado. Bosques: área en explotación para producir la madera y el papel. Mar productivo: área para producir pescado y marisco. Terreno construído: áreas urbanizadas u ocupadas por infraestructuras. Área de absorción de CO2: superficie de bosque necesaria para la absorción de la emisión de CO2 debida al consumo de combustibles fósiles para la producción de energía. Se contabilizan consumos en la producción de bienes, gastos en vivienda y transportes, entre otros. Conceptos básicos: 8 Huella individual para cada recurso (6 categorías ecológicas: cultivos, pastos, bosque, mar, superficie construída y áreas de absorción de CO2). aa=c/p aa=área apropiada per cápita para la producción de cada artículo de consumo. c=consumo medio anual de ese artículo (kg/cap). p=su productividad media o rendimiento (kg/Ha). Huella ecológica per cápita (sumatorio de huellas individuales). ef=aa Huella global (de un país). HG=(producción+importación-exportación)/productividad media mundial Huella local. HL=HG*factor de rendimiento Déficit ecológico El déficit ecológico es la diferencia entre el área disponible (capacidad de carga) y el área consumida (huella ecológica) en un lugar determinado. Pone de manifiesto la sobreexplotación del capital natural y la incapacidad de regeneración tanto a nivel global como local. La capacidad de carga es la capacidad local disponible, teniendo en cuenta la productividad del terreno y una reserva del 12% para conservación de la biodiversidad[1]. Supone la máxima explotación a que puede ser sometido un terreno sin dañar de manera permanente su productividad. A continuación estimamos la capacidad de carga del planeta teniendo en cuenta que existen 11.300 millones de hectáreas de terreno productivo y espacio marino, y que la población mundial es de 6.100 millones de personas. Repartiendo entre cada ser humano tocamos a: 0,25 Ha de cultivo. 0,6 Ha de pastos. 0,6 Ha de bosque. 0,5 Ha de mar. 0,03 Ha construídas. El resultado sería 2.00 Ha/habitante y año, restando el 12% de biodiversidad, resulta un 1.75 Ha/habitante. La huella ecológica media global[2] es de 2,8 Ha/habitate, lo que la sitúa 2/3 por encima de la capacidad de carga. 0,8 Ha de cultivo. 1,5 Ha de pastos. 0,5 Ha de bosque. 0,2 Ha de mar. 0,1 Ha construídas. 1,7 Ha absorción CO2. Lámina 1. Huella ecológica del mundo expresada en billones de áreas (1961-97) 9 Lámina 2. Distribución: huella ecológica y cantidad de población La huella mide en hectáreas la superficie de terreno consumida por habitante y año.En la lámina 2 se puede observar la huella de los distintos países en relación al número de habitantes, poniendo de manifiesto las cantidades totales que implica. Lámina 3. Evolución histórica de la huella ecológica distinguiendo sus diferentes categorías En la lámina 3 se muestran la evolución histórica, y la cantidad de cada uno de los parámetros. En 1961 estaba al 70% de la capacidad de generación, en 1980 se superó. Cuadro 1: Huellas Ecológicas en diversos países del mundo, 1997. Hectáreas de terreno por habitante y año Datos del informe «La Huella Ecológica: sustentabilidad, del concepto a hechos concretos» de la organización Redefining Progress PAÍS POBLACIÓN(MILLONES DE PERSONAS) HUELLA ECOLÓGICA CAPACIDAD DE CARGA DÉFICIT Estados Unidos 271,6 12,5 5,5 7,0 Dinamarca 5,2 10,3 5,6 4,7 Noruega 4,3 9,2 5,9 3,3 Australia 18,2 8,9 9,4 -0,5 Canadá 29,9 8,7 11,0 -2,3 Suecia 8,8 8,2 7,9 0,3 Finlandia 5,1 8,2 9,6 -1,4 Francia 58,5 7,3 4,1 3,2 Inglaterra 58,4 6,3 1,7 4,6 Holanda 15,7 6,3 2,2 4,1 10 Alemania 82,2 6,0 2,4 3,6 Austria 8,2 5,9 4,0 1,9 Japón 125,6 5,6 0,8 4,8 Italia 57,2 5,6 0,8 4,8 España 39,7 5,5 2,3 3,2 Rusia 147,7 5,2 4,4 0,8 Chile 14,6 3,6 2,0 1,6 México 94,3 3,1 1,6 1,5 Tailandia 59,2 2,6 1,3 1,3 Brasil 163,1 2,2 10,9 -8,7 China 1243,7 1,8 0.8 1,0 Egipto 64,4 1,8 0,7 1,1 India 960,2 0,7 0,7 0,0 Paquistán 143,8 1,1 0,7 0,4 Bangladesh 122,0 0,6 0,3 0,3 La situación actual no es más alentadora, según el Informe Planeta Vivo 2004 elaborado por WWF/Adena, la huella global es de 2,2 hectáreas por persona y año, siendo la capacidad de carga 1,8; se consume un 20% más de lo que la Tierra puede producir; y las poblaciones de especies vertebradas terrestres, marinas y de agua dulce han disminuido una media del 40% entre 1970 y 2000. Uno de los datos más significativos es que el consumo de energías fósiles ha aumentado un 700% de 1961 a 2001. Según estos datos, España en 1997 tenía un déficit de 3,2 Ha por habitante. A nivel regional también se han calculado algunas: 11 Barcelona[3], en 1996, fue el primer Ayuntamiento en hacer el cálculo, resultando 3,2 Ha/habitante. Este estudio supone una aportación metodológica para su aplicación en el contexto regional y municipal en España. Andalucía, en 1998, con 5,5 Ha/hab necesitaría otra superficie igual a la que tiene ahora mismo. Navarra[4] en 1998 tenía una huella de 3,7 Ha/hab siendo su capacidad de carga 2,15 Ha/hab. San Sebastián[5] con 3,6 Ha/hab supera en 105 veces la superficie de la ciudad. La Rioja[6] es un caso muy significativo; tiene una capacidad de carga de 1,54 ha, y su huella era en 1992 3,56 ha, en 1999 de 3,99 ha y en 2000 de 4,22 ha. Con un aumento sobre todo en transpote y alimentos de origen animal. Un ejemplo práctico, el transporte Lámina 4. Variaciones de la huella ecológica según el modo de transporte Se realizó una aproximación a la repercusión real de cambios en ciertos hábitos o formas de vida individuales. Uno de los casos más significativos es el del transporte. Considerando tres formas de transportarse (bicicleta, coche y autobús), para un trayecto de 24 kilómetros diarios durante 230 días del año, los resultados son los siguientes: La bicicleta: los incrementos se producen en áreas de cultivo, debido al aumento de consumo de hidratos de carbono necesarios por el esfuerzo físico realizado, siendo un aumento de 0,02 ha/habitante. El coche: se aumenta en 3,4 Ha/habitante en absorción de CO2 debido al consumo de energías fósiles. El autobús: las repercusiones son también en aumento de áreas de absorción de CO2, pero debido al número de pasajeros medio, el incremento de la huella es de 0,07 Ha. En la lámina 3 4 se describen los cálculos y se presentan los gráficos de incrementos según los diferentes modos de transporte. Conclusiones La carga global a que sometemos al planeta está actualmente un 35% por encima de lo que la naturaleza nos puede dar. El análisis de la huella ecológica y las unidades elegidas para cuantificarla ponen de manifiesto cuantitativamente las vinculaciones de los hábitos y formas de vida con los problemas medioambientales. Al ser una hectárea aproximadamente el área de un campo de fútbol resulta sencillo visualizar la influencia de cada individuo, así como el impacto que la ciudad provoca fuera de sus límites administrativos. Se presentan de forma simple y reducida no sólo la cantidad de recursos consumidos o los desechos producidos, sino también la capacidad del medio de producirlos, de absorberlos o de regenerarlos. Aunque este indicador integra múltiples impactos, hay que tener en cuenta que otros no quedan contabilizados: la contaminación del suelo, del agua, de la atmósfera (a excepción del CO2), la erosión, etc; además se asume que en la práctica la 12 productividad del suelo agrícola, ganadero y forestal no disminuye con el tiempo[7]. Es un instrumento complejo, que requiere estadísticas y datos muy concretos, no siempre disponibles, pero que pone de manifiesto un estado de sobreexplotación. La medida de los flujos del capital es fundamental para la gestión económica global, lo mismo debería suceder con el capital natural; la huella ecológica supone un instrumento que pone de manifiesto estos flujos. La presión sobre los recursos de la Tierra seguirá creciendo conforme estas regiones vayan desarrollándose y consumiendo más. Cabe preguntarse si sería desable o posible generalizar nuestro sistema de consumo viendo que, si todo el mundo viviera como un norteamericano medio, necesitaríamos tres planetas. Para reducir nuestra huella ecológica sólo queda escoger un estilo de vida más frugal y austero, un tipo de actitud y un concepto de desarrollo muy diferentes a los que ofrece el crecimiento económico que nos ha llevado a esta insostenible situación. Bibliografía y recursos en la red Wackernagel, Mathis y William E. Rees (1996) Our Ecological Footprint: Reducing Human Impact on the Earth Philadelphia, PA, and Gabriola Island, Canadá: New Society Publishers. Calculadora de la huella: un cuestionario para calcular tu propia área de consumo. http://www.ecofoot.org Vida sostenible: incluye una serie de medidas sobre formas de vida, hábitos de consumo, en relación a agua, energía, materiales y residuos, transporte, ruido, tóxicos, paisaje, así como una sencilla encuesta para calcular tu huella. También tiene un listado de enlaces y lugares de contacto de cada uno de los temas, por comunidades autónomas, a escala local y general (agua, energía, materiales y residuos, transporte). Se proporcionan también informes sobre sostenibilidad. http://www.vidasostenible.com «Nuestra huella ecológica». Ministerio de medio ambiente, España. Se citan además ejemplos de Barcelona, Andalucía, San Sebastián, la Rioja, entre otros.http://www.mma.es/educ/ceneam/pdf/huella.pdf «La Petjada ecològica de Barcelona. Una aproximació». Prat, A., 1998. Sus aportaciones metodológicas complementan a los creadores del indicador para su aplicación en contexto regional y municipal en España. http://www.mediambient.bcn.es/cas/down/masu6_1.pdf «Informe Planeta Vivo 2004», elavorado por WWF/Adena. Evaluación de la situación ecológica actual: reservas naturales existentes, datos de extracción de agua, datos de consumo, iniciativas, mapas de distribución y huella ecológica, entre otros. Notas [1]: Se considera que el 12% es la cantidad suficiente para conservar la biodiversidad, ya que no somos los únicos habitantes del planeta. [2]: Datos de 1997. [3]: «Aproximación de la Huella ecológica de Barcelona: resumen de los cálculos y reflexiones sobre los resultados» http://www.mediambient.bcn.es/cas/down/masu6_1.pdf 13 [4]: Se puede consultar el informe La huella ecológica en Navarra, Departamento de Medio Abiente, Ordenación del Territorio y Vivienda, Pamplona 2001 en http://www.cfnavarra.es/medioambiente/agenda/Huella/EcoNav.htm [5]: Está disponible el documento en http://www.ingurumena.net/Descarga/ sostlocal/donosti_huellaeco.PDF, incluye la descripción del método empleado y el desarrollo detallada de la aplicación a San Sebastián. [6]: La datos sobre la huella ecológica de La Rioja se encuentra en http://www.larioja.org/ma/prevencion_ambiental/huella_ecologica/en_la_rioja.htm [7]: Obviamente, con el tiempo, la productividad disminuye, a causa, entre otras, de la erosión, contaminación, etc. La disponibilidad de tierras cultivables por persona está disminuyendo rápidamente en el mundo en desarrollo (véase el gráfico 6-1). En 1991 había en los países desarrollados 0,53 ha por persona de tierras arables o cultivables de forma permanente, pero sólo 0,34 ha por persona en las tierras ricas de América Latina. En África --donde se supone erróneamente que abunda la tierra--, la superficie cultivable es sólo 0,28 h por persona contra 0,46 en 1970: el descenso es considerable; en Asia oriental, esta cifra es 0,19 ha, de las que la parte de regadío es mayor que en otros lugares Veinticinco países en desarrollo (en Asia y en el Sudeste o Sudoeste Asiático en su mayoría) utilizan hoy más del 80% de las tierras cultivables, lo que significa que ocupan tierras marginales que no podrán asegurar una producción sostenible8. En catorce países al sur del Sáhara ya está explotada más de la mitad de la tierra cultivable, mientras que se puede prever que en la mayoría de estos países la población se multiplicará por 2,5 a 4 entre 1995 y 20509. 14 Incluso si la superficie de las tierras cultivables no descendiera por debajo de los niveles de los años 80, el año 2050 no habrá más que 0,11 ha por persona de tierra cultivable en los países en desarrollo (si se toma como base la proyección mediana de expansión demográfica). En esa misma época, los países desarrollados dispondrán de cerca de 0,50 ha. por persona, es decir cuatro veces y media más10. * Tampoco se desarrolla más la utilización de los factores de producción agrícola: el empleo de abonos en el mundo ha comenzado a disminuir a partir de 1988. En todas las regiones en desarrollo, se ha reducido la superficie irrigada por persona. La erosión, la salinización y la no sustitución de nutrientes (incluidos los micro-nutrientes) comprometen la fertilidad de la tierra. Después de 1945, el 17% de las tierras no desérticas del globo se han degradado y de ellas, más de la décima parte han perdido casi toda su productividad: restaurarla exigiría un gran cambio en el uso de la tierra o tomar medidas caras11. Sin embargo, algunos signos evolucionan en sentido contrario. En muchos países aumentan los rendimientos (aunque de modo vacilante) y han bajado los precios de los alimentos de básicos en términos reales; la cantidad media de calorías y de proteínas disponibles aumenta en los países en desarrollo12. Si tenemos que hacer frente a un aumento de la población de al menos 4 mil millones de personas, es importante, antes de nada, que aumente en proporción la producción y el consumo de alimentos,habida cuenta del crecimiento correspondiente del número de pobres. Esto implica un esfuerzo continuo en todos los frentes comenzando por las políticas económicas en el nivel nacional y de los precios remuneradores para los agricultores. También sería de suma importancia elevar las rentas de los más pobres, sea desarrollando el empleo, sea facilitando el acceso a la propiedad de la tierra mediante una reforma agraria, sea poniendo a su disposición capital y cierta tecnología. Los centros nacionales de investigación agronómica, así como los servicios de extensión que divulgan sus resultados entre los agricultores, deben gozar de alta prioridad, especialmente en los países de renta escasa en que es insuficiente el suministro de alimentos. Sin embargo, de hecho, se ha reducido la ayuda en materia agrícola: su parte en la ayuda al desarrollo ha caído del 20% en 1980 al 12% en 1992. Es necesario que los países y los gobiernos donantes continúen asistiendo con largueza a la agricultura, proporcionando fondos para la investigación y su difusión entre los pequeños agricultores, ayudando a establecer las prioridades en la búsqueda y desarrollo de métodos de extensión (incluyendo la organización) estableciendo, en la medida de lo posible, acuerdos de asociación con los agricultores pobres13. Es probable que muchos países no puedan hacer este esfuerzo; ésta es la razón por la que es importante que a escala internacional esté garantizada la seguridad alimentaria para todos, gracias a un mejor reparto de los factores de producción y de las cosechas (por ejemplo con el aumento de las importaciones y la ayuda alimentaria) así como estimulando la investigación agronómica. La investigación ha sido esencial para el aumento de la producción de alimentos; en el futuro será todavía más importante, porque las cosechas y los métodos de cultivo 15 tendrán que adaptarse a la modificación del clima, pero los esfuerzos no deberán concentrarse en las zonas de fuerte potencial o en métodos que sólo puedan utilizar los agricultores más pudientes. La investigación debe apuntar a crear nuevas variedades biológicas y nuevas técnicas (por ejemplo de abonos y pesticidas biológicos) que estén al alcance de los pobres, especialmente las mujeres, y adaptadas a las zonas marginales. Los esfuerzos en este sentido deben ser realizados en colaboración con aquellos que mejor conocen sus condiciones, tradiciones y posibilidades de explotación, es decir, con los mismos agricultores. * Los organismos internacionales financiados por el Grupo Consultivo de Investigación Agronómica Internacional (GCRAI) han representado un papel esencial en la evolución de la agricultura en el mundo en desarrollo. Han conducido la revolución verde, y continúan estimulando la creación de mejores semillas y la mejora de las técnicas; su trabajo es fundamental para los países pobres que no tienen los medios de llevar a cabo investigaciones o carecen de personal cualificado. Pese a esto, la financiación destinada a los centros de estudio del GCRAI ha descendido --en dólares constantes-- de 275 millones en 1990 a 215 en 1994; jamás desde 1979 ha sido tan débil. Dada la enormidad del problema alimentario, es necesario que los recursos destinados a los centros de investigación del GCRAI sean mucho mayores que en la actualidad y con garantía de estabilidad14. En materia alimentaria es vital la sostenibilidad. Se deben poder mantener a largo plazo tanto la utilización de los factores de producción en agricultura, como las prácticas de gestión que conduzcan a condiciones sostenibles. Es necesario que se deje de subvencionar el uso abusivo del agua, de los abonos y de los combustibles fósiles. Los residuos orgánicos, que hoy son quemados o arrojados a los ríos (especialmente en la proximidad de las zonas urbanas) deben ser restituidos al suelo. La protección de los suelos y del agua es, por tanto, indispensable para la sostenibilidad de la producción agrícola. Durante mucho tiempo se ha considerado el aumento de las cosechas. la conservación del suelo, del agua y de la masa forestal como tareas separadas e incluso opuestas entre sí. Desde ahora deberán estar unidas en una revolución "doblemente verde", que tenga por objeto a la vez la sostenibilidad y el aumento de la producción. Habrá que encontrar medios para aumentar los rendimientos a la vez que se conservan el agua, el suelo y los recursos forestales. Por otro lado, se deben desarrollar métodos de conservación para mejorar la producción de alimentos y de combustible. La producción de pescado es otro aspecto de la oferta de recursos alimentarios. Hasta 1970, el volumen total de pesca marítima ha aumentado más deprisa que la población humana; dicho de otra manera, ha crecido progresivamente la producción de pescado por habitante. Llegó al máximo de 14,3 kilos por persona en 1970, para caer hasta 12,6 en 1991. En 1988 tuvo lugar una recuperación, debida a la utilización de nuevos caladeros y a la captura de especies diferentes. Estas nuevas prácticas de la industria de la pesca se han revelado como nefastas, porque facilitaban la explotación excesiva (especialmente por la utilización de redes a la deriva) que pone en peligro el futuro de las reservas de pesca. 16 El futuro aumento de la población y del consumo va a acrecentar masivamente la demanda de productos del mar, cuya aportación final en 1990 fueron 98 millones de toneladas; si permaneciera constante el nivel actual de consumo de los países desarrollados y en desarrollo, esta aportación tendría que ser del orden de 142 millones de toneladas el año 2050, lo que sobrepasa con mucho los niveles sostenibles a largo plazo15. Luchar contra la penuria del agua Insistimos aquí y en otras partes de esta obra en la importancia fundamental del agua, tanto para la calidad de vida como para la misma supervivencia de la humanidad. El agua hidrata el organismo, hace crecer y permite la cocción de los productos alimenticios, lavarnos y lavar nuestras cosas, refrescarse o calentarse..., y se utiliza en la industria. La tierra no produce si los vegetales no tienen un mínimo de agua. En los países industriales se abusa del agua tanto en la industria como en las casas. El crecimiento de la población tiene un efecto directo sobre las disponibilidades de agua pura. Al ser por naturaleza limitados los recursos, cualquier aumento del número de habitantes significa una menor cantidad de agua por persona. A causa de la dinámica de la población en el mundo, se producirá una competencia cada vez mayor entre las zonas rurales y las urbanas por las disponibilidades más reducidas del agua. A pesar de todo, la falta de agua no significa que las personas van a morir de sed o de hambre, pero por debajo de ciertos límites, la falta de agua puede limitar la agricultura, la industria, la limpieza de las casas, o exigir altos costes para la desalinización o cualquier otro proceso de tratamiento para la reutilización del agua. Según Malin Falkenmark, especialista sueca en hidrología, hay "tensión" cuando la oferta de agua es inferior a 1700 m3 por persona y año. Hace observar que este nivel puede hacer necesario el transporte del agua desde largas distancias o el reciclado de las aguas residuales o, incluso, restricciones del uso del agua en períodos de sequía. Cuando la oferta desciende por debajo de los 1000 m3 por persona y año, se está en situación de "penuria": hay que hacer una difícil elección entre la agricultura y la industria, la salud de los individuos o las comodidades medias para todos: ¿a quién dar la prioridad? Puede ser necesario racionar el agua o imponer períodos de cortes porque, ya en 1980, se encontraban en estado de "tensión" 338 millones de personas en 28 países. Si nos referimos a la proyección mediana de crecimiento de la ONU, el número de personas afectadas por penuria de agua se elevará a 3.324 millones el 2025, y a 4.386 millones el 205016. Países como Etiopía, Somalia, Kenya, Ruanda, Burundi, Malawi afrontarán situaciones de extrema penuria, análogas a las que actualmente conocen Jordania e Israel17. A lo largo del próximo medio siglo, cierto número de países de África verán evolucionar su situación desde la abundancia hasta una penuria grave: para los habitantes de Nigeria, por ejemplo, la disponibilidad de agua, que era de 3.200 m3 por persona en 1990, caerá el 2050 (según la proyección media) a 910 m3. Los niveles futuros de consumo de agua dependerán de la eficacia con la que sea ofrecida y utilizada. Hoy se derrocha en los hogares. Las medidas de conservación 17 deben ser completadas por una nueva concepción de los aparatos de utilización de agua que permita realizar economías. Dado que numerosos procesos industriales exigen importantes cantidades de agua, y que ésta sirve a la vez como agente de enfriamiento o de evacuación de contaminantes, es indispensable buscar activamente soluciones técnicas a la penuria de agua: para la agricultura, por ejemplo, se trata de investigar con prioridad nuevas técnicas de captación y de explotación del agua pluvial, de desalinización, de empleo de abonos biológicos y de cubiertas plásticas, y de riego gota a gota. No se podrá superar la crisis mundial que se avecina sin una radical modificación de las políticas que se han seguido hasta ahora. El reciclado tiene que convertirse en práctica normal de la política nacional: por ejemplo, después de un tratamiento, las aguas ya utilizadas se pueden emplear para el riego agrícola (lo que reducirá a su vez el vertido en los océanos). El agua tratada puede servir varias veces. Según: http://crisisplanetaria.blogspot.com/2009/07/capacidad-de-carga-del-planeta.html Capacidad de carga del planeta en 8:49 . martes 7 de julio de 2009 Etiquetas: Huella ecológica "La extralimitación disminuye la capacidad de carga: transgedirla desencadena una espiral ecocida hacia la nada. El clásico estudio del biólogo David Klein sobre los renos de la isla de St Matthew en Alaska nos sirve para ilustrar la cuestión. En 1944 se llevó a la isla una población de 29 renos, sin tener en cuenta su impacto sobre el ecosistema local. Al cabo de dos decadas, la población llegó a las 6.000 cabezas en 1963, sólo para caer en picado al cabo de tres años hasta una población de 41 hembras y un único macho, todos ellos en una situación penosa. Klein calcula que la capacidad de carga de la isla era de unos cinco renos por Km cuadrado. En el punto máximo, llegó a haber 18 renos por Km cuadrado. Después del colpaso, sólo quedaron 0,126 animales por Km cuadrado. La recuperación de los recursos alimentarios agotados llevará décadas pero, como una población de renos continúa residiendo en la isla, podría no producirse jamás." Franz J. Broswimmer, "Ecocide: A Short History of the Mass Extinction of Species", 2002 . 18 La capacidad de persistencia o capacidad de carga (en inglés carrying capacity) es el nivel de población que puede soportar un medio ambiente dado sin sufrir un impacto negativo significativo (número máximo de individuos que pueden soportar una superficie). La capacidad de persistencia puede variar a lo largo del tiempo, en función de los factores de los que depende: cantidad de comida, hábitat, agua y otras infraestructuras vitales. Conforme la densidad poblacional aumenta, la tasa de natalidad disminuye y la tasa de mortalidad aumenta. Cuando se llega a la capacidad de carga, las tasas de mortalidad y natalidad tienden a subir y bajar (depende de la situación) de tal forma que se llegue a un equilibrio entre éstos. Por encima de la capacidad de carga, la densidad poblacional tenderá a disminuir y, por debajo, a aumentar. Fuente: Wikipedia Déficit ecológico El déficit ecológico es la diferencia entre el área disponible (capacidad de carga) y el área consumida (huella ecológica) en un lugar determinado. Pone de manifiesto la sobreexplotación del capital natural y la incapacidad de regeneración tanto a nivel global como local. La capacidad de carga es la capacidad local disponible, teniendo en cuenta la productividad del terreno y una reserva del 12% para conservación de la biodiversidad[1]. Supone la máxima explotación a que puede ser sometido un terreno sin dañar de manera permanente su productividad. A continuación estimamos la capacidad de carga del planeta teniendo en cuenta que existen 11.300 millones de hectáreas de terreno productivo y espacio marino, y que la población mundial es de 6.100 millones de personas. Repartiendo entre cada ser humano tocamos a: 0,25 Ha de cultivo. 0,6 Ha de pastos. 0,6 Ha de bosque. 0,5 Ha de mar. 0,03 Ha construídas. El resultado sería 2.00 Ha/habitante y año, restando el 12% de biodiversidad, resulta un 1.75 Ha/habitante. La huella ecológica media global[2] es de 2,8 Ha/habitate, lo que la sitúa 2/3 por encima de la capacidad de carga. 0,8 Ha de cultivo. 1,5 Ha de pastos. 0,5 Ha de bosque. 0,2 Ha de mar. 0,1 Ha construídas. 1,7 Ha absorción CO2. La carga global a que sometemos al planeta está actualmente un 35% por encima de lo que la naturaleza nos puede dar. Aunque este indicador integra múltiples impactos, hay que tener en cuenta que otros no quedan contabilizados: la contaminación del suelo, del agua, de la atmósfera (a excepción del CO2), la erosión, etc; además se asume que en la práctica la productividad del suelo agrícola, ganadero y forestal no disminuye con el tiempo[7]. Es un instrumento complejo, que requiere estadísticas y datos muy concretos, no siempre disponibles, pero que pone de manifiesto un estado de sobreexplotación 19 Fuente:Raquel Moreno López Madrid (España), 3 de marzo de 2005. 20