El PROMEP: ¿posible, razonable y deseable?

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i
Sociológica, año 13, número 36,
Evaluación y reforma
de la universidad.
Enero-abril de 1998
El PROMEP: ¿posible, razonable
y deseable?
Wietse de Vries* y
Germán Álvarez Mendiola"
RESUMEN
Este artículo discute la viabilidad, los propósitos y las metas del PROMEP. Se
argumenta que la situación de la profesión académica es sumamente diversa, que las
propuestas del programa no parecen ser consistentes y pueden producir efectos
perversos en la educación superior. La principal apuesta del PROMEP es rehabilitar
a los académicos presentes y se olvida de la generación que está tocando la puerta.
No hay definiciones sobre la carrera y la profesión académica. En ese panorama, no
se vislumbra el éxito del programa.
1. El mejoramiento de una profesión azarosa
L
a preparación de los académicos ha sido una creciente preocupación del gobierno federal en los noventas. En adición al
programa de becas del CONACyT, surgió SUPERA y, posteriormente, el Programa de Mejoramiento del Personal Académico de las
Instituciones de Educación Superior (PROMEP). Este programa es el
ejemplo más reciente de una iniciativa que propone, por un lado,
invertir grandes sumas de dinero y, por otro, asumir el control de las
políticas y los recursos para el mejoramiento de los cuerpos académicos. En este artículo discutiremos la viabilidad, los propósitos y las
..
• Universidad Autónoma de Puebla .
DIE-CINVESTA v -IPN.
166
Artículos
metas del programa, a la luz de los datos presentados por el PROMEP
y de su contraste con otras fuentes. Argumentaremos que la situación
de la profesión académica es sumamente diversa, y por qué las
propuestas del programa no parecen ser consistentes y pueden causar
efectos perversos en el mundo de la educación superior.
2. El panorama
Matrícula estudiantil
La expansión del sistema en los años noventas se distingue de la
registrada en décadas anteriores por el hecho de que el crecimiento de
la matrícula en el sector universitario público fue poco dinámico. El
sector público creció en 117,000 estudiantes, mientras que el privado
sumó 122,000 estudiantes más entre 1990 y 1996. Así, la matrícula de
las instituciones privadas aumentó 62%, dato que contrasta notablemente con el incremento de 12.7% del sector público (tabla 1).
Tabla 1
Crecimiento de la matrícula de educación superior
1990 y 1996
Públicas
1990
Licenciatura
Pos grado
Subtotal
1996
Licenciatura
Pos grado
Subtotal
Cree. %
1990-1996
Licenciatura
Posgrado
Total
Privadas
Totales
890372
34435
924807
187819
9530
197349
1078191
43965
1122156
989444
52822
1042266
297185
22570
319755
1286629
75392
1362021
11.1
53.4
12.7
58.2
136.8
62.0
19.3
71.5
21.4
Fuentes: Anuarios Estadísticos Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUlES).
167
ArtíCUlOS
El primer i~greso a las instituciones públicas mu~s~ra un cierto
nte, princlpalmente generado en el sector tecnológico, pero las
~ep~tuciones pri vadas tienden a captar un número cada vez más grande
:s nuevos ingresos. Entre 1990 y 1996, el primer ingreso en el sector
~bliCO aumentó en 37,000 estudiantes y el sector privado en 21,000.
~n términos relativos, el primer ingreso privado creció 40% y el
público 20%. Dentro de este último destaca el sector tecnológico con
18,698 nuevos alumnos, un crecimiento de 44%. Así, las instituciones
más dinámicas en términos absolutos y relativos fueron las privadas,
seguidas de las tecnológicas públicas. Las universidades públicas sólo
registraron un crecimiento de 13,072 estudiantes nuevos. Estas cifras
son elocuentes acerca de la decisión gubernamental de fomentar la
expansión de las opciones tecnológicas, contener el crecimiento de las
universidades públicas y dejar que las instituciones privadas crezcan
por el aumento de su demanda (tabla 2).
Tabla 2
Matrícula de primer ingreso
1990 y 1996
1990
1996
Cree. %
Univ. Públicas
Tecnológico
Otras
144552
42396
2285
157624
61094
7142
9.04
44.10
212.56
Subtotal público
189233
225860
19.36
51961
72697
39.91
241194
298557
23.78
lES pri vadas
Total
Fuentes: Anuarios estadísticos A UIES.
Plazas académicas
Los datos sobre el profesorado son insuficientes y poco precisos
porque se basan en el número de plazas. Si en promedio todos
tuvieran dos plazas, el número de académicos reales sería de
66,000. Los datos no permiten conocer, por ejemplo, cuántos profesores de tiempo completo (PTe) son a la vez de tiempo parcial -o
incluso de tiempo completo- en otras instituciones ni cuántos
168
Artículos
tiempos parciales tienen contratos semejantes fuera de sus institucny.
nes. Si un profesor de tiempo parcial se convierte en tiempo compl-,
to, ¿cuántas plazas de tiempo parcial quedan vacantes? A falta de
datos ciertos, es decir, de profesores sumados individualmente, cualquier acercamiento a los problemas académicos parte de la ignorancia
sobre cuántos individuos trabajan en la educación superior, cuántos
de ellos son licenciados, maestros o doctores, y qué tipo de contrato
o de contratos tienen. Sin este conocimiento, cualquier prospectiva se
torna endeble.
Los datos existentes apenas nos sirven para hacer observaciones
muy generales. Por ejemplo, permiten saber que, medido en número
de puestos laborales, ha ocurrido un crecimiento de los cuerpos
académicos. Veamos brevemente la composición actual de las plantas
académicas y su crecimiento.
Entre 1970 y 1985 se produjo el boom de las contrataciones de
académicos. Durante este período, el sistema contrató a casi 13
puestos cada 24 horas en el nivel de licenciatura (Gil et al, 1994). De
1985 a 1990 el crecimiento de la planta académica registró una caída
en su dinamismo, 1 pero entre 1990 y 1995 se ha observado una
recuperación. En 1985, se había llegado a un total de 95,779 y de 1985
a 1990, época de crisis, el incremento fue de 9,279 plazas. El crecimiento se recuperó en los noventas: en 1995 se reportaron 132,222
puestos, 27,164 más que en 1990 (excluyendo la escuelas normales),
lo que representó un incremento de 25.9% (tabla 4).
En los años ochentas y noventas el mayor crecimiento absoluto y
relativo se dio en el personal de tiempo completo en licenciatura. En
1985 había 19,988 registros de tiempos completos y diez años
después 38,398, un crecimiento de 92.1 %. Es decir, se crearon
18,410 plazas adicionales, con lo cual aumentó la participación de
los profesores de tiempo completo dentro del total: de 21 % en
1985 a 29% en 1995. Dentro de esos diez años, el periodo de 1990
a 1995 fue más dinámico con un crecimiento de tiempos completos
del 45.7%, esto es, 12,035 plazas de nueva creación. En contraste,
entre 1985 y 1995 se crearon 18,033 puestos de medio tiempo y por
horas, un crecimiento de 23.8%. Al igual que las plazas de tiempo
completo, el periodo de mayor crecimiento de este tipo de contratos
fue de 1990 a 1995, durante el cual se crearon 15,128 nuevos puestos,
un crecimiento de 19.2%.
1 Entre 1975 y 1980 la planta académica creció 45.6%. Entre 1980 y 1985, 38.4%. En el
quinquenio 1985-1990 el crecimiento fue de 9.7%. Entre 1990 y 1995 se ha registrado una
recuperación del crecimiento del 25.9% (c1aculado con datos de la ANUlES).
169
ArtículoS
Tabla 4
Crecimiento de plazas académicas de licenciatura
según tiempo de contratación
Tiempo completo
Medio tiempo
Por horas
Total
19988
7927
67864
95779
%
20.9
8.3
70.9
100
1990
26363
8728
69967
105058
%
25.1
8.3
66.6
100
1995
38398
10515
83308
132222
%
29.0
8.0
63.0
100
31.9
45.7
92.1
10.1
20.5
32.6
3.1
19.1
22.8
9.7
25.9
38.0
1985
Crecimiento
1985-1990
1990-1995
1985-1995
*No incluye Normal
Fuente: ANUlES. Anuarios Estadísticos.
Sin embargo, el personal con estudios de maestría y doctorado
siguió siendo reducido. Si usamos los datos del PROMEP, en 1995,
5.1 % de los académicos contaba con el grado de doctor y 7.7% de
maestría. Las proporciones que se pueden sacar con los datos de los
anuarios de la ANUlES son aún menos halagüeñas: en 1996 sólo e13.3 %
del personal académico tenía doctorado y el 17 .3% maestría (tabla 5).
Tabla 5
Plazas académicas según nivel de estudios y tiempo
de dedicación. 1996*
Medio profesional
%
Licenciatura
%
Especialización
%
Maestría
%
Doctorado
%
Total
%
Tiempo completo
Medio tiempo
%
%
613
32.7
20309
26.2
2367
27.7
9403
49.2
2329
63.6
35021
31.7
1.8
58.0
6.8
26.8
6.7
100
234
12.5
7770
10.0
862
10.1
1744
9.1
197
5.4
10807
9.8
2.2
71.9
8.0
16.1
1.8
100
Por horas
Total
%
1030
54.9
49336
63.7
5327
62.3
7960
41.7
1134
31.0
64787
58.6
1.6
76.2
8.2
12.3
1.8
100
%
1877
100
77415
100
8556
100
19107
100
3660
100
110615
100
1.7
70.0
7.7
17.3
3.3
100
Fuentes: ANUlES, Anuario Estadístico 1996 .
• Los totales nacionales no incluyen 22,983 profesores porque se desconoce su nivel de estudios.
b)
170
ArtíCUlos
Las propuestas del PROMEP
Frente a este panorama, ¿qué propone el PROMEP? En primer lugar
conviene reconocer que es una propuesta de mediano plazo qu'
trasciende los límites sexenales de gobierno y se proyecta hasta el añ~
2006. En segundo lugar, es el primer instrumento directo de POlítica
que procura desarrollar los cuerpos académicos con proyectos esps.
cíficos de cada unidad en las instituciones, de acuerdo con proporcio_
nes ideales de personal de tiempo completo, niveles formativos de
pos grado y relación deseable de alumnos por profesor. En tercer
término, por primera vez hay un intento de aproximación a la diversidad del profesorado en función de la naturaleza de los programas
académicos.
El PROMEP define cinco tipos de programas de estudio: a) los
científico-prácticos (cr): b) los prácticos con formación muy indivídualizada (CPI); e) los prácticos (p); d) los básicos (B); y e) los
intermedios
(I). El siguiente cuadro resume las intenciones del PROMEP.
Cuadro 1
Atención de alumnos, composición y formación
del profesorado por tipo de programa (valores
indicativos deseables)
Tipo de programa
Indicador
p
Pl
CP
B
deseable
8
10
13
14
14
mínimo
4
5
7
9
8
deseable
80
33
25
15
20
mínimo
40
17
15
lO
15
mínimo
\0%
30%
50%
90%
70%
% PTC con doctorado
3%
5%
15%
70%
30%
% PTC con maestría
73%
95%
85%
30%
70%
AIP
AlPTC
PTCIP
A= alumnos; PTC = profesor de tiempo completo; P= profesor tomado de PROMEP.
Para lograr estos valores indicativos deseables, el PROMEP establece las siguientes metas: a) duplicar la proporción de PTC del31 actual
al 70%; b) duplicar la proporción de PTC con doctorado para llegar al
20%; e) lograr que el resto del PTC cuente con maestría o especialización; y d) reducir el cociente medio porcentual de alumnos sobre PTC,
Artículos
171
de 29 a 22. Para alcanzar estas metas, el PROMEP estima necesario: a)
casi cuadriplicar el número de PTe con doctorado en el año 2006, es
decir, pasar de 4,000 a 15,000, un crecimiento medio anual de 14%;
b) duplicar el número de PTe de 33,000 en 1995 a 68,000 en el 2006,
todos con el perfil deseable; c) reducir en número total de profesores
por asignatura, y á) formar con maestría o especialización a 39,000
PTe que no las tienen.
A pesar de sus rasgos positivos, los problemas son múltiples. Por
un lado, las cifras empleadas por el PROMEP difieren sustancialmente
de las reportadas por la ANUIES en sus anuarios estadísticos y es muy
difícil saber cuáles se aproximan más a la realidad. Esto tiene fuertes
implicaciones sobre las metas establecidas pues compromete seriamente las posibilidades de alcanzarlas. Además, el PROMEP parte de
un gran desconocimiento de diversos fenómenos del mercado académico y asume premisas sin fundamento. Todo esto se traduce en metas
ambiciosas y poco realistas.
Veamos rápidamente algunas discrepancias entre las cifras de
PROMEP y las de ANUIES. El PROMEP reporta 7,280 profesores con
doctorado en todo el sistema de educación superior. Lo hace con
información de una "base de datos de la ANUIES, 1995". Pero el
Anuario Estadístico de esta asociación reporta sólo 3,051 para el
mismo año y 3,660 para 1996. ¿Cuál es la cifra más confiable? Lo
ignoramos. En las metas se propone pasar de 4,000 a 15,000 doctorados de tiempo completo. Con las cifras del PROMEP se puede calcular
que el número de PTe con doctorado en las IES públicas es de 3,734.
Pero la ANUIES reporta en su anuario sólo 1,461 profesores de tiempo
completo con doctorado en 1995, menos de la mitad de la cifra usada
por el PROMEP. Si el dato del anuario fuera el más cercano a la realidad,
alcanzar 15,000 profesores de tiempo completo con doctorado, implicaría no cuadriplicar sino multiplicar por diez el número de profesores
con esas características.
El PROMEP propone pasar de los 33,000 PTe actuales en IES públicas
(excepto normales) a 68,000. Sin embargo, en el cuadro en el que
expone sus datos estadísticos se anotan 38,900 PTe, una discrepancia
de 5,900 profesores en el mismo documento. El programa propone
formar con maestría o especialización a 39,000 PTe que no las tienen.
Pero si de acuerdo con las cifras de su cuadro hay 38,900 PTe en las
instituciones públicas, sin incluir normales, de los cuales 3,734 tienen
doctorado y 10,075 maestría, sólo quedarían 25,090 sin pos grado y no
39,000. Con las cifras del PROMEP se tiene que el porcentaje actual de
PTe en IES públicas es de 36.7 Y no de 31, como lo señala en sus metas.
Asimismo, con sus propias cifras, la duplicación del porcentaje de PTe
con doctorado alcanzaría el 19.2% y no el 22% que indica en las metas.
c)
172
ArtícUlos
Por último, también con las cifras expuestas en el programa, el
cociente medio porcentual de alumnos por profesor de tiempo Completo es de 25.6. y no de 29 como lo consigna en las metas.
Sin duda es un serio problema que el PROMEP establezca metas muy
ambiciosas con base en cifras tan erráticas. Además, desafortunada,
mente el PROMEP no aclara cómo y dónde se formarán tantos nuevos
doctores, ni hace consideraciones sobre el potencial actual y futuro de
nuestro posgrado para formar tantos profesores.
Pero el problema es de concepción más que de cifras. Aun bajo el
supuesto de que sea posible cuadriplicar el número de doctores,
duplicar los tiempos completos y acercar así el sistema mexicano a
los parámetros de países desarrollados, donde el doctorado se requiere
para ser contratado como académico en la universidad y donde el 90%
de los académicos es de tiempo completo, ¿es razonable esta propuesta? En otras palabras, si pudiéramos alcanzar esos parámetros ¿nuestras instituciones se parecerían a las prestigiosas universidades de
Estados Unidos y Europa? El PROMEP implicará esfuerzos que no
parten de cero, sino que ejercerán su influencia sobre una planta
académica ya constituida de manera sumamente azarosa en instituciones de educación superior con características particulares.
3. La profesionalización azarosa continúa
Ya en los ochentas los procesos de incorporación y organización de
los académicos fueron calificados como una azarosa profesionalizacián (Kent, 1986). La nota distintiva de esos procesos en amplios
segmentos del profesorado fue su incorporación improvisada y sin
criterios académicos que regularan la expansión. Hoy, a diez años de
esta calificación, el panorama general ha variado, de acuerdo con las
trayectorias individuales seguidas por cada profesor. Pero el cambio
ha ocurrido en un marco donde no se observan reglas académicas
comunes y en el cual las instituciones han seguido lógicas distintas.
En efecto, los datos agregados esconden diferencias abismales, incluso entre instituciones que pertenecen a un mismo sector. Veremos
algunos ejemplos.
Posgraduados y tiempos completos
Una primera muestra de la diversidad y de la ausencia de criterios
compartidos con que se constituyó la planta académica es la fuerte
desigualdad en el porcentaje de tiempos completos y la cantidad de
Artículos
173
personas con pos grado en cada institución. En términos generales, el
número de tiempos completos es relativamente más bajo en las
universidades privadas que en el sector público. Sin embargo, las
instituciones del sector público muestran grandes desigualdades.
Hay universidades públicas, como la Autónoma de Chapingo o la
Pedagógica Nacional, donde el número de tiempos completos constituye más del 80% de la planta. Las dos grandes universidades de
la Ciudad de México, la UNAM y la UAM, muestran plantas muy
distintas. En la primera, los tiempos completos constituyen el 15%,
mientras en la segunda llegan al 77%. Entre las universidades
públicas estatales el porcentaje de tiempos completos fluctúa entre
menos de 10 y más de 50 puntos, aparentemente sin más lógica que
la propia historia institucional. El 50% de los profesores del Politécnico Nacional y e155% de los tecnológicos regionales tienen contratos
de tiempo completo.
De la misma manera, el número de académicos con pos grado
(maestría y doctorado) varía en las instituciones. En las universidades
públicas estatales, la proporción de académicos con pos grado oscila
entre menos del 10% y el 50% o más, como son los casos de la
Universidad Autónoma de Hidalgo y de la Universidad Autónoma
Agraria Antonio Narro. Aunque estas variaciones no nos deben sorprender, llama la atención que raras veces el número de tiempos
completos en una institución se relaciona con el número de profesores
posgraduados. Es decir, encontramos instituciones con un alto porcentaje de personal de tiempo completo, pero con pocos posgraduados, al lado de instituciones con pocos tiempos completos pero más
pos graduados. En efecto, hay instituciones donde el porcentaje de
posgraduados es más alto que el porcentaje de tiempos completos
(Universidad Autónoma de Tlaxcala). En otras, el porcentaje de
pos graduados es tan bajo que podemos postular que casi todos los
tiempos completos cuentan únicamente con grado de licenciatura.
Todavía en la actualidad se contrata personal de tiempo completo
sin posgrado. A modo de ejemplo, según datos del SINIES, en 1990
había 18,963 académicos de tiempo completo que enseñaban en la
licenciatura, de los cuales 6.82% tenía doctorado (l ,293). Cuatro años
después, había 1,863 doctores de tiempo completo de un total de
28,039 tiempos completos, es decir, 6.64%. El número de tiempos
completos con grado de licenciatura en el mismo periodo creció de
11,789 a 17,841. En otras palabras, mientras que el número de tiempos
completos con doctorado se incrementaba entre 1990 y 1994 en apenas
600, alrededor de 6,000 personas que sólo poseían el grado de licenciatura obtuvieron una plaza de tiempo completo. Se puede establecer
así que el crecimiento de los tiempos completos muestra una mayor
d)
174
Artículos
profesionalización que no corresponde a un aumento significativo de
sus niveles forrnativos.
Una mirada hacia el sector privado muestra fenómenos interesantes. En las universidades privadas, hay casi dos personas con posgrado
por cada tiempo completo. En las universidades públicas, hay un
doctor por cada tres tiempos completos. Hay que considerar que el
sector privado reúne tanto universidades como pequeños negocios
de enseñanza, estos últimos prácticamente sin tiempos completos
o personal con pos grado. Esto apunta hacia importantes diferencias
en los criterios de contratación y remuneración entre las universidades públicas y las privadas. Algunas de éstas exigen el posgrado
como requisito de contratación, incluso para ocupar puestos de
tiempo parcial. Este fenómeno también sugiere la existencia de procesos de brain drain, donde el sector privado atrae personal del
sector público.
En un sentido inverso a la propuesta del PROMEP de duplicar el
número de tiempos completos, hay universidades públicas donde el
número de tiempos completos disminuyó en los noventas. En otras
el número de tiempos completos muestra variaciones importantes de
año en año (lo cual indica cierta inestabilidad). Hay instituciones en
las que la mitad de los tiempos completos desaparece de un año al otro.
En suma, hay una gran variedad de patrones de contratación por tiempo
de dedicación y los contratos de tiempo completo tienen relaciones
muy desiguales con los grados alcanzados por el profesorado.
Las propuestas del PROMEP de aumentar el número de tiempos
completos y doctores chocan con el hecho de que el sistema, incluso
el sector público, sigue contratando personal de medio tiempo y de
asignatura. Si bien el porcentaje de tiempos completos aumentó dentro
del total, en números absolutos se contrata más personal por horas. En
la tabla 4 se puede ver que en 1995 el 63% del profesorado tenía
contratos por horas y el 8% de medio tiempo, es decir, el 71 % de la
planta nacional estaba contratada por tiempo parcial.
De hecho, hay problemas graves, por lo menos en algunas universidades públicas, como la ausencia de promociones, bajos sueldos,
pocos estímulos. Existen universidades públicas, como la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), que no han promovido a su
personal desde 1991. En general, el subsidio que se usa para sueldos
no ha aumentado mucho en el sector público, y los principales incrementos han provenido de diferentes programas de estímulos a la
productividad. El programa de becas de desempeño ha producido
efectos desiguales dentro del mismo sector público. Como indica
Ibarra (1993), el ingreso de los profesores titulares "C" en las uni versidades públicas, por ejemplo, muestra una enorme variación debido
Artículos
175
a las becas y su monto. Muchas veces las universidades manejan los
programas de estímulos en un sentido que desvirtúa una de sus
intenciones originales: premiar la productividad y diferenciar las
plantas
por el mérito. Hay algunos casos en los que los montos de las becas
han disminuido para hacer extensivos los beneficios a más profesores,
incluidos los de las preparatorias universitarias (Universidad Autónoma de Sinaloa), o en los que se han cancelado desde hace algunos años
las promociones (UAS, UAP).
Licenciados de tiempo completo, doctores de tiempo parcial
Así, antes de proponer cuadruplicar el número de doctores y duplicar
el número de tiempos completos, habría que preguntarse: ¿cuánto se
pagará a un doctor, o a un tiempo completo? ¿qué categoría y nivel
tendrán los futuros doctores? En aquellas instituciones donde el sueldo
de un titular e es de 4,000 pesos, parece haber poco estímulo para que
los profesores estudien un doctorado o para quedarse en la misma
institución después de haber terminado los estudios.
Sin embargo, el problema no es simplemente de sueldos. Si existen
instituciones donde el 80% de los tiempos completos no cuenta con
posgrado, pero ocupa categorías de titular, ¿dónde ubicaremos los
nuevos doctores? No debería dárseles sólo un tiempo completo, sino
una categoría superior a los licenciados titulares. En un sistema donde
las categorías máximas ya se llenaron en los últimos diez años, se corre
el riesgo de que un doctor tenga que ocupar la categoría de asociado,
introduciendo mayores distorsiones a la carrera académica.
Estas especulaciones no carecen de sentido. Una mirada más profunda hacia los doctores y maestros que trabajan en el sistema revela
datos interesantes sobre su forma de contratación. Según datos de
ANUlES (véase la tabla 5), en 1995 había 2,329 doctores de tiempo
completo en licenciatura, pero 1,331 de tiempo parcial (medio
tiempo y asignatura). Del personal con maestría, 9,403 era de
tiempo completo, frente a otros 9,704 de tiempo parcial. La pregunta que surge es ¿tiene sentido que el personal que labora algunas horas
por semana estudie el doctorado? Pero la situación parece ser más
compleja.
Dadas las características propias del sistema, no debería sorprendemos que las instituciones tengan licenciados de tiempo completo
y doctores de tiempo parcial. Es posible que en aquellas instituciones donde no se incrementó el número de tiempos completos, los
jóvenes doctorados sólo hayan encontrado plazas de medio tiempo. Si
este es el caso, la propuesta del PROMEP de aumentar el número de
e)
176
ArtíCUlos
tiempos completos parece adecuado. Sin embargo, hay otras posibili_
dades. Existe en nuestro sistema un sector que prefiere el ejercicio de
su profesión sobre un tiempo completo en la universidad, y parte de
ellos ha realizado un pos grado. Convertir a estos maestros y doctores
en tiempos completos resultaría difícil-habría que ofrecer más dinero
de lo que estas personas ganan afuera- y quizá no es deseable, porque
perderían su lazo directo con la profesión o el sector productivo. No
obstante, lo más probable es que los doctores y maestros que aparecen
como tiempo parcial en una parte, sean de tiempo completo en otra.
El multichambista, es decir, el que tiene dos o más empleos, es un
personaje común en nuestro sistema y el académico de tiempo exclusivo es casi inexistente. En su estudio sobre los académicos, Gil y el
equipo que coordinó (Gil el al. 1994) encontraron que el 62.5% de los
académicos realiza actividades profesionales externas de manera simultánea y que el 46.3% de los profesores de tiempo completo
también lo hacía. El 61 % declaró tener otros ingresos y 69% dijo
preferir en alguna medida el ejercicio de la profesión.?
En el campo que conocemos por experiencia, el po s grado en
educación, muchos colegas posgraduados comparten la situación de
tener varias adscripciones, una de tiempo completo y varias de tiempo
parcial. La situación que opera aquí ya no es la del profesor-taxista
que combina varios empleos de tiempo parcial mal pagados para
sobrevivir a la crisis. Más bien, la fuerte demanda por doctores
-producto del énfasis en el pos grado- abrió un mercado de docencia,
investigación y asesoría por contratos parciales con sueldos que
pueden llegar a 375 pesos por hora.
Si este último es el caso, resulta imposible convertir los tiempos
parciales en tiempos completos, puesto que ya lo son en otra parte.
Podemos exigirles que sean de dedicación exclusiva, pero esto implicaría que buena parte de los pos grados en el país perdieran el personal
calificado que ahora es prestado, lo cual podría conducir al cierre de
programas. Otra posibilidad sería que algunos, con apoyo del PROMEP,
se conviertan en tiempo completo en aquella institución donde laboran
de tiempo parcial y al mismo tiempo dejen el tiempo completo en la
institución de origen. Por supuesto, si de cifras se trata, existe la posibilidad de alcanzar las metas del PROMEP de manera fácil, permitiendo
a los doctores tener dos o tres tiempos completos simultáneamente.
Pero en la práctica, el apoyo del PROMEP a las instituciones para crear
más tiempos completos a ser llenados por doctores puede alentar una
competencia entre instituciones por la contratación de tiempo com2 El 2.1 % sólo la profesión; 51.5 ejercicio profesional con labores académicas parciales; y
15.7 labores académicas con ejercicio profesional parcial.
f)
Artículos
177
leta de pos graduados que quitará a algunas lo que otras ganan,
Pjtuación que podría anular los beneficios de destinar tiempo y recur~os a la formación de sus plantas académicas.
Hay una implicación más grave que se deriva de la tesis del
pos graduado multichambista. Si aquellos pos graduados de tiempo
parcial son tiempos completos en alguna otra parte, el número real de
doctores Y maestros sería cerca de la mitad de lo reportado. Es decir,
no tendremos los 7,280 doctores ni los 25,000 maestros que reporta
el PROMEP, sino una cifra considerablemente menor. Si aplicamos
nuestro razonamiento a las cifras de los anuarios de la ANUlES, éstos
últimos (tabla 5), el resultado es todavía más desalentador: en lugar
de 3,660 doctores habría 2,329, y en vez de los 19,170 maestros
existirían sólo 9,704.
Lo anterior no implica necesariamente que el porcentaje de doctores y maestros dentro de la planta total nacional sea la mitad de 5.4 y
19.1 % reportado en el PROMEP, puesto que las oportunidades de contar
con otra plaza también son aprovechadas por personas con licenciatura y porque muchos profesores posgraduados sólo tienen un centro
de adscripción. Pero si convenimos en que las oportunidades de
multichambismo son más grandes para pos graduados que para licenciados, por las demandas del mercado, podemos postular la hipótesis
de que los porcentajes reales de doctores y maestros son menores
que los reportados. Lo anterior implica, por supuesto, que se tendría
que
producir más maestros y doctores que lo previsto para alcanzar las
metas del PROMEP.
Diferentes sectores, diferentes problemas
Ahora bien, si tenemos que mejorar la conformación de la planta
académica ¿dónde se debe aumentar el número de doctores y dónde
el número de tiempos completos? La pregunta puede parecer engañosamente sencilla, pues entre más doctores y tiempos completos, mejor.
Sin embargo, la cuestión no es tan simple.
El PROMEP propone que las plantas académicas de los programas
"prácticos" (administración, contabilidad, derecho) y de los "científicos prácticos" (ingenierías, medicina, economía) cuenten con el 10%
y el 50% de profesores de tiempo completo, respectivamente. Estas
plantas deberían tener como grado "mínimo" la maestría y, según el
tipo de carrera, entre 3 y 15% debería tener doctorado como "grado
preferente" (cuadro 1). En las nuevas universidades tecnológicas y en
los institutos tecnológicos el número de personal con pos grado es
relativamente bajo. De hecho, las universidades tecnológicas no con-
g)
178
Artículos
trataron ningún doctor hasta 1995, y sólo 25 de los 627 académicos
cuenta con maestría.
Los ITR están aún muy lejos del 15% de doctores en la planta
académica, pues de 6,322 profesores de tiempo completo sólo 1.7%
posee doctorado. Como una porción grande de sus profesores trabaja
en áreas administrativas, tal vez les falte muy poco para alcanzar 3%
de doctores que se busca para los programas "prácticos". Pero están
muy sobrado s de tiempos completos que, según el PROMEP, deberían
ser sólo el 10% de las plantas académicas en ese tipo de programas.
De acuerdo con los criterios del PROMEP, en los ITR ya no deberá crecer
la proporción de tiempos completos; así, lo que tendrán que hacer es
formar algunos doctores para alcanzar los objetivos ideales. Pero
aun así, si consideramos que la misión de estas instituciones tecnológicas está en la relación con el sector productivo -a través de
académicos de tiempo parcial que laboran en las empresas- tal vez
no se requiere mayor número de doctores o maestros. Aumentar el
número de doctores de tiempo completo en los institutos regionales
(¿doctores en ingeniería?) y exigirles la dedicación exclusiva, por
ejemplo, podría reducir aún más el número de profesores ligados a
la práctica, con efectos nocivos para las relaciones con el sector
productivo.
Ahora bien, si no necesitamos más doctores y tiempos completos
en los sectores tecnológicos, las proyecciones del PROMEP para aumentar los tiempos completos, los doctores y los maestros dependerán
casi exclusivamente del sector universitario. ¿Debemos aumentar los
doctores y tiempos completos en este sector? En algunos casos excepcionales, claramente no. La Universidad Pedagógica Nacional tiene
al 88% de su personal académico contratado de tiempo completo, lo
cual se traduce en un tiempo completo por cada nueve estudiantes y
un costo por alumno casi 15 veces mayor que el promedio de las
universidades públicas estatales.
En otras instituciones la pregunta se complica por las desigualdades
ya comentadas en cuanto a tiempos completos y pos graduados. Aun
así, quedan problemas por resolver. Podemos aumentar el número de
tiempos completos y doctores equiparables a los estándares internacionales; pero las universidades mexicanas no se parecen a las universidades de países desarrollados en la composición de la matrícula. Las
nuestras concentran al 33% de los estudiantes en contaduría, derecho
y administración, y otro 25% en ingenierías. Se trata de carreras que
en otros sistemas no pertenecen al sector universitario, sino al sector
tecnológico o vocacional, con excepción de derecho. Estas son carreras aplicadas, donde la presencia de practicantes de tiempo parcial, sin
doctorado, puede ser más deseable que el doctor de tiempo completo.
h)
ArtíCUlOS
179
En este caso, parece muy, grande el númer~ de tiempos completos
que
requieren dados los vínculos que se exigen con el mundo externo
se
¡:. ,
de la proleslOn.
Contar con doctores de tiempo completo tiene sentido en algunas
disciplinas, como física, matemáticas, química, historia, sociología,
biología o antropología. Pero según datos de ANUlES, ninguna de ellas
llega al 2% de la matrícula, y todas juntas apenas constituyen el 20%
de la inscripción de estudiantes. Podemos esperar que el porcentaje
de tiempos completos y de personal con posgrado en estas disciplinas
sea más alto que el promedio, con relaciones estudiantes/profesores
por debajo de 10 a uno. Podemos aumentar el número de doctores y
tiempos completos en estas áreas, pero su problema principal es la
demanda estudiantil. ¿Tiene sentido tener 10 tiempos completos con
doctorado para 20 estudiantes? ¿En qué costo por estudiante se traduce
esta relación y quién lo pagará?
Estas diferencias nos conducen a la siguiente pregunta: ¿de dónde
provendrá el crecimiento de los tiempos completos y de los doctores
si las carreras más grandes, las profesionalizantes, no los requieren en
gran medida y las que sí los requieren son pequeñas?
Aumentar el número de doctores y tiempos completos en el sector
universitario tiene otros problemas: 35,000 académicos trabajan en el
sector privado, casi la cuarta parte del total nacional. Las políticas de
superación hacia ellos han sido ambivalentes: pueden recibir becas
para el posgrado del CONACyT, pero no pudieron obtenerlas de SUPERA. Está abierta una ventana "indicativa" en el PROMEP, pero aún no
queda claro en qué medida podrán recibir apoyo. Aun cuando los
profesores en activo del sector privado no puedan recibir los beneficios del PROMEP, debemos considerar que una considerable porción
de los pos graduados en este sector estudió o estudiará con apoyo del
gasto público, dada la ausencia de programas de becas en el sector
privado. Nada impide a este sector contratar personal que obtuvo su
posgrado en la universidad pública, ofreciendo sueldos más altos. De esta
forma, el PROMEP estaría financiando al sector privado de manera
indirecta. Igualmente, buena parte de los futuros maestros y doctores
estudiará su posgrado en el sector privado, con lo cual el PROMEP estaría
financiando el posgrado en las privadas a través de colegiaturas.
Un asunto mucho más espinoso es si el PROMEP promoverá la
creación de tiempos completos en el sector privado. Con excepción
de CONACyT, las privadas han sido excluidas de los fondos públicos
y de la mayoría de las políticas de evaluación y estímulo. El PROMEP
demuestra algunas contradicciones al respecto: en ocasiones postula estar abierta a todas las lES, salvo las normales, pero en las
metas habla solamente de las lES públicas. Abrir el PROMEP hacia
i)
180
ArtíCUlos
el sector privado ocasionaría problemas: se estaría invirtiendo en Un
sector que la política pública ha esquivado cuidadosamente hasta el
momento.
Entonces, como el PROMEP no incluye a las instituciones privadas
y el aumento de doctores y tiempos completos en el sector tecnológico
no parece urgente, se trata de un programa para las universidades
públicas. Debido a que el sector de universidades públicas -según el
Programa de Desarrollo Educativo 1994-2000-, ya no debe crecer en
lo que se refiere a la matrícula, y puesto que los flujos de estudiantes
se orientarán hacia el sector tecnológico y el sector privado, y dado
que las carreras que concentran mayor número de estudiantes y
profesores requieren menores cantidades de tiempos completos y de
doctores, el PROMEP se traduce en un tremendo esfuerzo de dignificación de las plantas académicas de las universidades públicas, al mismo
tiempo que los estudiantes estarán crecientemente en otros sectores.
Siguiendo los flujos estudiantiles, parte de los académicos se irá a
otros sectores, después de estudiar con fondos del PROMEP. Sin duda
las universidades serán diferentes en lo que se refiere a la preparación
de su profesorado. Pero lo serán sobre todo en los costos, que se
multiplicarán en términos de gasto por estudiante.
4. Problemas de factibilidad y probables efectos imprevistos
El PROMEP parte de la premisa implícita de que los profesores, sobre
todo los actuales, querrán estudiar posgrados, yeso no resulta del todo
claro. Una porción que se acerca a la mitad de los académicos estará
en condiciones de jubilarse en los próximos cinco o diez años, las
carreras académicas en muchas instituciones están congeladas, los
estímulos han dejado de ser un acicate para la promoción por el mérito
y las condiciones de trabajo no se han modificado sustancialmente.
En ese marco, surgen muchas interrogantes que aún no tienen respuesta: ¿cabe esperar que los profesores se volcarán a estudiar posgrados,
con todo el esfuerzo que implica, para regresar a trabajar a instituciones que estimulan poco el trabajo? 0, en todo caso, ¿quiénes lo podrán
hacer? Y ¿en qué medida tomarán la decisión sólo para obtener
pequeñas ventajas en el momento del retiro?
Numerosos profesores prefieren ser profesionistas antes que académicos o destinar una parte de su tiempo al ejercicio profesional
externo. Muchos no parecen estar interesados en tener un tiempo
completo, aun cuando 33% ya lo tiene, lo cual coincide con 30% que
obtiene parte relevante de ingresos de su trabajo académico.
Al carecer de información completa sobre los académicos en nues-
j)
ArtíCUlOS
181
o país mucho de 10 que se puede opinar o programar no deja de ser
tfspeculación. Bajo el supuesto de que sean factibles las metas del
~ROMEP, deben considerarse los posibles efectos imprevistos. Llegar
a la meta de 70% de profesores de tiempo completo tal vez sea posible
si se cuenta con los fondos, asunto sobre el que recae la sombra de los
ajustes presupuestales del gobierno federal por la baja reciente de los
precios petroleros, pero de todas formas implicaría que en ciertas áreas
desaparezca el profesor de tiempo parcial, de mucha importancia en
la enseñanza de las profesiones con mercados no académicos. Es un
alto costo con pocas ganancias para los procesos de formación que
implicaría reducir el peso de las carreras profesionales en las universidades, como contaduría, administración, medicina, derecho, incluso
de ingenierías.
Aumentar el número de tiempos completos en una universidad
pública sin aumentar la matrícula, conllevaría incrementar el gasto por
estudiantes, a menos que se reduzca el número total de profesores, lo
cual significaría la cancelación de una gran cantidad de contratos de
asignatura. Puede llevar, al mismo tiempo, a reducir la capacidad del
sistema en su conjunto, ya que los nuevos tiempos completos dejarán
de trabajar en otras partes. Esto pondrá en riesgo la capacidad de
formación en los pos grados que echan mano de profesores de otras
instituciones. Así, quedarían en aprietos las metas del PROMEP, pues
hay pocos pos grados con una planta de tiempo completo y con
dedicación exclusiva. Muchos programas cuentan con dos o tres
profesores de tiempo completo más cinco o seis invitados de tiempo
parcial.
5. La gran ausencia: una política laboral con visión a mediano
y largo plazo
Hasta aquí, los problemas que discutimos han sido de número. Sin
embargo, por la ausencia de una visión a mediano y largo plazo, hay
problemas, quizá más profundos, en la concepción y organización del
programa mismo.
Existe cierta contradicción en postular que las universidades tendrían que contratar doctores y al mismo tiempo ofrecer apoyo a
académicos que no son doctores. La contradicción consiste en que
para obtener un posgrado con apoyo del PROMEP, primero se requiere
tener contrato con alguna institución pública de educación superior.
Entonces, para suplir temporalmente a quienes salen a estudiar, las
instituciones deberán contratar personal sin pos grado o buscar en el
mercado de doctores a los profesores sustitutos, lo cual puede entrañar,
k)
182
ArtícUlos
como hemos visto, que otras instituciones pierdan a sus doctores o
toleren, una vez más, que sus profesores se contraten en otros lugares.
Se trata de un círculo vicioso: lamentamos que las instituciones
contraten personal sin pos grado, pero una buena parte de los apoyos
para estudiantes de pos grado se dirigen hacia aquellos que ya son
profesores. En efecto, resulta sumamente difícil para unjoven prometedor recién egresado de la licenciatura obtener una beca para el
pos grado si no consigue primero una plaza de académico. En este
aspecto el sueño de corto plazo se puede convertir en la pesadilla de
mediano plazo. Si el esfuerzo del PROMEP se limita a pos graduar a los
que ya están trabajando, ¿quién se preocupará por apoyar a la futura
generación de académicos? La pregunta aquí es: ¿debemos privilegiar
la mejoría del nivel de los que ya están o debemos promover la
incorporación de académicos jóvenes con posgrado?
Hay datos preocupantes que omite el PROMEP. Si consideramos que
los datos levantados por Gil y sus colegas (1994) pueden aplicarse
razonablemente a todos los profesores, en 1992 la edad promedio de
nuestros académicos era de 40 años, y 56% tenía más de esta edad.
Actualmente el promedio sería de 46 años. Como la edad promedio
de su inicio como académicos fue de 28 años ya tienen más de 18 años
en servicio. En el caso de licenciados de esta edad, si contemplamos
cuatro años para maestría y cuatro para doctorado, en promedio
tendrán 54 años cuando sean doctores, con 26 años de antigüedad.
Según varios contratos colectivos, los académicos se pueden jubilar a
los sesenta años o después de 25 años de servicio, es decir, esos
profesores trabajarán poco tiempo más. Pero también es posible la
hipótesis opuesta. Ante el lento crecimiento de la planta académica y
las poco favorables condiciones de retiro (salario base sin estímulos),
los profesores trabajarán más tiempo para no perder ingresos o buscarán colocarse en otras instituciones, 10 cual presenta el poco prometedor panorama de una planta académica que requiere renovarse pero
que estará compuesta durante varios años por personas en edad de
retirarse que distribuyen su tiempo en varios centros de trabajo. Esto
pone de relieve un problema de grandes dimensiones que no parece
figurar en la agenda visible: la gran proporción de retiros en el futuro
cercano y los reemplazos necesarios. ¿Valdrá la pena la inmensa
inversión prevista?
Frente a ello, es preocupante la ausencia de buenos programas de
retiro y de becas para quienes todavía no son miembros de la academia.
Si queremos renovar las plantas académicas y establecer el requisito
del grado de doctor para ingresar como académico necesitamos un
programa que dignifique la jubilación y otro ambicioso programa de
becas para estudiantes, no para académicos en servicio. Si no surge
Artículos
183
pronto un programa de gran alcance, estaremos condenados a repetir
el pasado: los doctores formados ahora serán remplazados por licenciados que tendrán que pasar por un programa de SUPERAción mientras estén en servicio.
Formar académicos que ya laboran en una institución tiene desventajas obvias. En primer lugar, como señala el propio PROMEP, los
académicos enfrentan el reto de estudiar y trabajar simultáneamente.
Pero también los costos para la institución son altos: pagarán el sueldo
completo de un académico que sólo parcialmente se puede dedicar a
sus labores y contratarán otras personas para cubrir las necesidades.
Si este académico no logra terminar el posgrado, la institución perdería su inversión, y si además es definitivo no hay forma de despedirlo
aunque sólo tenga licenciatura. En este sentido el PROMEP trata de
remediar las fallas del pasado, elevando la planta actual a niveles más
decorosos, pero sin visión a largo plazo sobre la carrera académica y
las relaciones laborales.
Quedan otras dudas: por un lado, si los pocos doctores que existen
se dedican a formar nuevos doctores y maestros, si los maestros se
dedican a formar nuevos maestros y los licenciados se dedican a
estudiar posgrados, ¿cómo se atenderán las necesidades de docencia
en licenciatura si una buena parte de los posgraduados estarán dando
clases a académicos? Otra vez, la posibilidad es contratar licenciados
como suplentes temporales que luego las instituciones deberán formar
como maestros o doctores. Por otra parte, con tan pocos doctores
¿dónde van a doctorarse los actuales maestros en el ritmo y las
proporciones establecidos por el PROMEP? Sería necesario involucrar
a muchos nuevos maestros y doctores en la formación de los que les
siguen, yeso dependería no sólo de que haya solicitudes para estudiar
pos grado sino también ofertas dónde realizarlos.
De acuerdo con las metas del programa, el número de profesores
pos graduados con respecto a 1997 habrá crecido 526% en el año 2000
y 748% en el 2006. Entre 1997 y 2006 tendría que haber un aumento
de 2,100% en la cantidad de profesores con maestría y de 1,900 con
doctorado. Esto supone elevar sustancialmente la capacidad de egreso
de nuestros posgrados, ampliar las matrículas y crear nuevos programas. En caso de que las instituciones usen la vía de los programas
"especiales", ¿no se fomentará la endogamia?; ¿cómo se garantizará
que no se conviertan sólo en un recurso para expedir certificados?
Dadas las capacidades actuales de los pos grados en México, las
exigencias para ser incorporados al padrón de excelencia y las precarias condiciones de las instituciones para abrir nuevos programas no
184
Artículos
parece probable alcanzar un crecimiento de esa magnitud sin sacrificar
la excelencia.'
6. Conclusiones
El PROMEP parte de un análisis más concienzudo de los problemas y
de 10 posible en términos financieros. Es un programa que representa
un cambio en el enfoque de las políticas para los académicos: de estar
centradas en los individuos a través de estímulos, se ha transitado a
las políticas enfocadas en los cuerpos académicos. El PROMEP representa también un avance al postular la necesidad de desarrollar di ferenciadamente dichos cuerpos mediante proyectos de cada unidad
académica. Sin embargo, quedan sin resolver puntos esenciales que
ponen en jaque las bondades del programa y sus positivas intenciones.
U na primera dificultad grave es la ausencia de datos sobre académicos
como personas. Mientras nuestra contabilidad se base en plazas reportadas, la planeación tendrá considerables limitaciones. Si no sabemos
cuántos doctores hay ahora, después de cuadriplicar su número estaremos cuatro veces más en duda.
Un segundo problema es que hay un exceso de supuestos poco
fundados que se traducen en demandas adicionales hacia el sistema.
El PROMEP da por descontado a priori el deseo de los profesores de
estudiar pos grados, y supone que los actuales y futuros pos graduados
se dedicarán a formar más maestros y doctores, que las instituciones
tendrán capacidad para programar sus plantas académicas deseables,
abrir programas especiales y cubrir las suplencias, y presume la
existencia de una oferta de razonable calidad para cursar estudios de
posgrado y que se elevará la capacidad de este nivel para captar
estudiantes y lograr su egreso. Como puede verse ninguno de estos
supuestos tiene sustentos firmes.
Otro problema es cómo se cubrirán las suplencias en el caso de
profesores que estudien pos grado: recurrir a profesores con licenciatura que después tendrán que ser formados es la repetición de una
experiencia de incorporación que a estas alturas no es deseable.
Quizá el aspecto más grave es que el PROMEP apuesta a rehabilitar
a los académicos en activo, mientras que se olvida de la generación
que está tocando la puerta. Las instituciones tendrán que renovar sus
3 Entre 1986 y 1995, un periodo de igual magnitud que el de las metas de PROMEP, la maestría
logró incrementar su capacidad de egreso en 145% y el doctorado en 193%, proporciones
pequeñas en comparación con las que el PROMEP construyó para el periodo 1997-2006
(SEP.CONACYT, 1997).
Artículos
185
plantas académicas muy pronto por las jubilaciones o, en su defecto,
tendrán que posponer los relevos, conservando plantas sobre las cuajes
no existe mucha certeza de su capacidad de cambio. En el fondo, se
carece de definiciones sobre la carrera y la profesión académica. No
es suficiente diseñar escenarios deseables sobre la composición de las
plantas de acuerdo con las proporciones de tiempo completo y de los
niveles de estudio idóneos. Se requiere conocimiento sobre los profesores, sensibilidad para entender las diferencias y los ritmos en cada
caso, propuestas para reconceptualizar la carrera académica y metas
razonables, acaso menos espectaculares pero realistas. Ante ese panorama no se vislumbra en el horizonte el éxito del PROMEP y sí, en
cambio, la generación de efectos no previstos, tal vez indeseables.
Para ilustrar problemas en la educación superior, a veces conviene
compararla con una empresa o un hospital, porque los procesos y las
consecuencias son más tangibles. ¿ Que haría un director de un hospital
que se da cuenta de que sus médicos no poseen los conocimientos
adecuados, pero no sabe cuántos médicos existen, ni en cuáles áreas
hacen falta o sobran? ¿Mandaría a sus médicos de regreso a la escuela,
para ver si vuelven mejor preparados después de algunos años? ¿Y
qué haría mientras con los pacientes? Pero, por supuesto, hay diagnósticos y remedios que son un éxito, aunque el paciente sobreviva
precariamente ... o muera.
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