www.jaimewheelock.com Cuidado de edición: Jaime Wheelock Román Diseño de Portada: Miryam Mántica de Chamorro Diseño y Diagramación: Miryam Mántica de Chamorro y Reynaldo Silva Flores Todos los derechos reservados conforme a la Ley © Ipade/Diakonia, 2000 © HISPAMER, 2000 Primera Edición 2000 Costado Este de la UCA, Apartado A-221, Zona 13 Managua, Nicaragua Contenido Parte I: Presentación Jaime Wheelock Román7 Parte II: Por qué ocurren los desastres naturales en Nicaragua Jaime Incer Barquero21 Parte III: Historia de los desastres naturales Jaime Wheelock Román71 Parte IV: La acción humana agravando el riesgo Lorenzo Cardenal Sevilla171 Parte V: La vulnerabilidad de Nicaragua Alejandro C. Rodríguez213 Parte VI: La familia en la prevención de los desastres J. Wheelock, A. Ugarte, Otros249 «No busquemos historias passadas ni antiguas, ni comparaciones fuera de nuestras Indias, pues que en Nicaragua... hay una provincia que llaman los Maribios, donde están tres montes juntos de que sale continuamente grandissimo humo, é acaesce baxar de aquellas cumbres tal tempestad dello é de fuego... que abrasa é destruye todos los heredamientos é hace grandes daños en aquella tierra;... é suele acaescer que con tempestad é terremotos saltan pedazos grandissimos de piedra é tierra del mismo monte, é destruye parte de la tierra. Todos estos terremotos é tempestades... en las partes que he dicho se han visto... podriamos traer a consequencia: donde hay las disposiciones dessos montes o zufretales, ó alumbres, debían los fundadores de nuevas poblaciones apartarse de tales vecindades é assientos peligrosos; porque aunque tarde subcedan semejantes daños, débese de considerar que en qualquier tiempo que ello sea, es destruycion é desolación de los hombre é provincias, donde tales tormentas intervienen» (Oviedo, 1973:301-2). Agradecimientos Este libro es producto de la cooperación entre el editor, los autores y diversas entidades públicas, académicas y civiles, así como de valiosos aportes de técnicos y especialistas del ámbito nacional e internacional. En particular nuestro reconocimiento a: Centro de Investigaciones Geocientíficas (CIGEO) de UNAN- Managua Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) Dirección de Defensa Civil del Ejército Nacional Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos (NASA) Centro Regional de Investigación de Desastres (CRID), Costa Rica y especialmente a Lic. Ileana Sánchez Dirección de Geofísica de INETER Centro de Prevención de Desastres de México (CENAPRED) y en especial al Dr. Roberto Meli, Director y Ricardo Cícero, Editor Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (UCA) Departamento de Historia de UNAN-Managua Biblioteca y Archivo fotográfico, Banco Central de Nicaragua Geodigital y en particular a los Ingenieros Nicolás Arróliga y María de los Angeles Gutiérrez Comisión Nacional de Emergencias de Costa Rica Federación Internacional de Cruz Roja Cruz Roja de América Nuestra gratitud por los aportes científicos y técnicos de: Dr. Jaime Incer Barquero Lic Fabio Segura Dr. William Martínez Ing. Dionisio Rodríguez Ing. Franklyn Moore Ing. Mayra Toruño Ing. Armando Ugarte Lic. Bayardo Díaz Ing. Eddy Kühl Las imágenes y gráficos de este texto fueron posibles gracias a: Margarita Montealegre Franco Peñalba Diario La Prensa Alain Creusot-Eon Carlos Mántica Cuadra (archivo fotográfico de terremotos de 1931 y 1972) Wilfried Strauch Marta Mondragón (IPADE) Geodigital, Consultores Mario Tapia Alfonso Fuentes Francisco G. Wheelock INETER El diseño gráfico fue posible gracias a Miriam Mántica de Chamorro, Reynaldo Silva Flores Colaboración en levantado de textos y archivos de prensa, Sra. Gloria López PARTE I Presentación: Mejor prevenir Jaime Wheelock Román L os desastres como amenazas al desarrollo sostenible Es el país más explosivo del mundo, escribió el geólogo Alfred Rittmann comparando Nicaragua con otras regiones volcánicas del planeta. Pocos países experimentan dos veces la destrucción de su capital en el mismo siglo, ni se ven castigados al mismo tiempo por huracanes catastróficos. Con todo lo venturoso de su prodigiosa geografía, Nicaragua está asentada en una sección del anillo de fuego que rodea el océano Pacífico y delinea la zona de contacto de las placas tectónicas -entre ellas Coco y Caribe-, donde muchos terremotos y erupciones tienen lugar. El clima, perteneciente al ecosistema tropical, presenta grandes variaciones de precipitación que mantienen el país oscilando entre ciclos de sequía e inundaciones. Por su posición en el continente, también Nicaragua está cruzada por el corredor de ciclones tropicales que todos los años azotan el Atlántico, provocando inundaciones extensas o deslizamientos de terrenos inestables. De paso, hay aquí puntos geográficos como los del Sureste reputados entre los más lluviosos del mundo. La ubicación de la cordillera Central por otra parte, permite que los ríos fluyan hacia el Atlántico descargando el caudal de las lluvias en las tierras bajas del litoral donde severas inundaciones se producen casi todos los años. Una lista de los 28 mayores desastres ocurridos en América Latina y el Caribe entre 1972 y 1998, revela que 8 de ellos tuvieron lugar en Nicaragua. De estos, cuatro fueron climáticos, tres sísmicos y volcánicos, y dos fueron conflictos bélicos. Esto quiere decir que la cuarta parte de los desastres extremos que asolaron el continente en los últimos treinta años, ocurrieron en esta nación que representa apenas 6 milésimos del territorio y menos del 1% de la población. La preocupación por la frecuencia y efectos de los desastres ha aumentado en los últimos años. Las Naciones Unidas clamaron por convertir los años noventa en la Década para Reducir los Desastres Naturales. Los últimos cien años presenciaron terremotos de gran intensidad y magnitud en muchos países de América. En los últimos veinte años, por lo menos cuatro cobraron decenas de miles de vida; entre ellos el que golpeó Nicaragua en 1972. 9 Presentación: Mejor prevenir Terremotos destructivos en América Latina (1970-1990) Año 1970 1972 1976 1985 País No. Muertos Perú 67.000 Nicaragua 10.000 Guatemala 23.000 México 10.000 Población afectada 3.139.000 400.000 1.200.000 60.000 Estimaciones de OPS/OMS sitúan en 4 mil el número de tormentas tropicales que han pasado por el Caribe en los últimos 500 años, de las cuales la mitad se convirtieron en ciclones (OPS,1994:28). El más devastador de todos fue el de Octubre de 1780 que cobró en las islas del Caribe, 20.000 vidas humanas, seguido por el Mitch de Octubre de 1998 que causó la muerte de 13.200 personas en Honduras y Nicaragua. En un ámbito más general, se estima que unas 20.000 personas pierden la vida anualmente como consecuencia de los huracanes. Según la OEA, entre 1969 y 1989, sólo en la cuenca del Caribe perecieron 28.000 seres humanos y cerca de 6 millones vieron su vida alterada por ciclones. Una de las porciones más activas de los 380 volcanes potencialmente eruptivos en el mundo se encuentra en la línea continental costera del Pacífico centroamericano. Arrancando el siglo XX, en 1902, tres volcanes entraron en erupción con gran fuerza en Centroamérica y el Caribe: Mont Pelée en Martinica que destrozó la ciudad de Saint Pierre matando a sus 30.000 habitantes; La Soufriére que mató en Saint Vincent 1.500 personas; y el volcán Santa María de Guatemala que segó la vida de 6.000 habitantes. En 1982, en Chiapas el volcán Chinchonal hizo explosión causando 1770 muertos; la erupción del Arenal de Costa Rica en 1968, ocasionó la muerte de 64 personas. En Nicaragua, seis volcanes, Concepción, Masaya, Momotombo, Pilas, Cerro Negro, Telica y San Cristóbal, estuvieron particularmente activos durante el siglo, afectando con sus emisiones vastas porciones de población y territorio. Entre ellos, el Cerro Negro con 15 erupciones reportadas en este siglo, fue reputado como el volcán más activo de América y uno entre los más activos del mundo. 10 Las inundaciones aparecen como el tipo más frecuente de desastres y uno de los más destructivos, si bien reciben muy poca atención. En los últimos veinte años la comunidad internacional fue conmovida por las inundaciones cíclicas -agravadas por la influencia del fenómeno «El Niño»-, que afectaron a decenas de miles de familias en Paraguay durante 1982, 83, y 87. En Bolivia, dos millones de personas quedaron damnificadas por las lluvias de 1990-1992. En Nicaragua, la tormenta Alleta causó severas inundaciones en el Occidente del país, ocasionando 67 muertos en 1982; las grandes inundaciones de mayo y junio de 1990 afectaron 100.000 pobladores en los ríos Prinzapolka, Bambana y Coco. Jaime Wheelock Román Más tarde en 1998, las lluvias arrastradas por el huracán Mitch causaron daños humanos y materiales sin precedentes en la historia de los desastres climáticos de Nicaragua. La inestabilidad de terreno es una de las amenazas más letales para países expuestos como Nicaragua, a lluvias torrenciales y sismos que derrumban montañas y edificios volcánicos. En 1985, el volcán Armero de Colombia hizo erupción provocando una gigantesca avalancha de lodo que sepultó a un pueblo entero; en Ecuador, en 1993 el deslizamiento de la mina Nambija, ocasionó 140 muertos; en el mismo año en los Estados de Miranda y Aragua de Venezuela, el huracán Bret, ocasionó deslizamientos que dejaron 100 personas muertas, 400 heridas y 5.000 sin hogar. En Nicaragua, el huracán Mitch de 1998 precipitó más de sesenta deslizamientos y uno de ellos, el del volcán Casitas sepultó a 2.900 pobladores para convertirse en el más desastroso de los años 90 en el ámbito continental. La última tragedia al cerrar el siglo se produjo en Venezuela donde lluvias torrenciales precipitaron corrientes aluviales que cegaron entre 20 y 50 mil personas. La amenaza real Nicaragua está cruzada de amenazas naturales. No sólo por el número y la frecuencia de eventos extremos, sino por la variedad de las fuentes que los originan. Esta exposición a tal diversidad de desastres, pareciera ser una condición bastante excepcional. Países latinoamericanos como Paraguay, Ecuador, Argentina, Chile o Uruguay, pocas veces son afectados por huracanes; incluso en países tropicales como Cuba, Puerto Rico u Honduras, los terremotos, erupciones volcánicas y tsunamis son poco frecuentes. Hemos levantado, a partir de las fuentes disponibles, un catálogo de los desastres ocurridos desde los primeros años de la colonia española. Este catálogo si bien incompleto, permite establecer que el tamaño de la amenaza natural en Nicaragua es de las más altas del continente. Desde 1500 a 1999, el número total de eventos que ocasionaron daños personales y materiales fue mayor de 500. Esta cifra representa una tasa de ocurrencia de por lo menos 100 eventos dañinos por siglo, uno cada año. En realidad las cifras deben ser mayores puesto que para los desastres climáticos, por la dificultad de fuentes disponibles, se abarcó sólo el período comprendido entre 1876 y 1999. • Sismos dañinos y terremotos • Erupciones volcánicas • Desastres climáticos 190 153 174 11 Presentación: Mejor prevenir Entre todos los eventos catalogados, se encontraron 25 de magnitud extrema, 11 de los cuales ocurrieron durante el presente siglo. Es muy probable que este incremento obedezca a mejores registros nacionales y que por lo mismo, el promedio de ocurrencia -11 por siglo-, sea el más cercano a la realidad. Lo cierto es que cualquier nicaragüense a lo largo de su vida promedio se ha visto y se verá expuesto a varias catástrofes nacionales capaces de comprometer su vida, su bienestar y los de su familia. Los riesgos humanos y materiales Cada uno de los que habitamos en este país tiene un determinado nivel de riesgo. Este riesgo es de qué grado? Si consideramos el período transcurrido en los últimos treinta años, encontramos que 14.000 personas perecieron por eventos naturales entre 1970 y 1999. Relacionadas estas magnitudes con el promedio de población, el nivel de riesgo del nicaragüense promedio respecto a los desastres es de 1 por cada 6.200. Es decir, por cada 6.200 habitantes, 1 va a morir por efecto de desastres. Este nivel de riesgo es alto. Sólo para fines comparativos, estudios conducidos por el PNUD, establecen una probabilidad de muerte por terremoto de 1/23.000 para quienes viven en países altamente sísmicos como Irán; y asimismo, de 1 por cada 2 millones para quienes viven en California (PNUD, 1994:6). La probabilidad de morir a causa de un desastre no es la misma para Nicaragua en general que para ciertas zonas del país especialmente peligrosas: zonas bajas expuestas a inundación; poblaciones cercanas a volcanes activos, a laderas inestables o a zonas de fallamiento en la costa del Pacífico. Por ejemplo, la ciudad de Managua. En los últimos setenta años por efectos de los terremotos de 1931 y 1972 murieron en la capital 11.500 personas: un nivel de riesgo de 1 por cada 1800 habitantes. O puesto de otro modo, la probabilidad de morir por terremoto es 3 veces y media más alta en Managua, comparada con el promedio de quienes viven en otras partes del territorio. Aún dentro de Managua el riesgo es mayor para el que vive próximo a fallas activas. Durante los terremotos de 1931 y 1972 -cuyas magnitudes no fueron superiores a 7.3 Richter-, los edificios y viviendas construidos sobre fallas colapsaron. Estos dos terremotos destruyeron las secciones sobre fallas de la ciudad y no la ciudad entera. Por otra parte, aquellos edificios construidos con técnicas y materiales de calidad apropiada, resistieron las sacudidas sísmicas, mientras los de taquezal o los mal reforzados se desplomaron. Esto indica que aún para el mismo evento, existe una población expuesta a mayor riesgo que otra. El mismo ejercicio de reflexión se puede trasladar a erupciones y amenazas climáticas. 12 Jaime Wheelock Román El impacto humano y material producido por las catástrofes naturales, a pesar del tamaño relativamente pequeño de Nicaragua, es comparativamente de los más altos del continente. Según cifras de CEPAL entre 1970 y 1998 murieron por desastres naturales 87.080 personas en América Latina y El Caribe. De éstas 13.398 -15%-, correspondieron a Nicaragua. En ese mismo período en toda la región se reportaron 12 millones de damnificados, mientras Nicaragua aportaba 1 millón 360 mil, o sea un porcentaje de 11.2 (CEPAL, 1999:30 y ss). El incremento del riesgo y la vulnerabilidad Estudiosos, indican que la ocurrencia de calamidades naturales viene aumentando un 50% cada década entre 1900 y 1990 y acelerándose significativamente desde 1950 (Kreimer y Munasinghe, 1994:3). Esta tendencia es muy clara en Nicaragua. La mayoría de los nacidos después de la Segunda Guerra Mundial tenían poca familiaridad con huracanes azotando poblaciones del Pacífico, hasta los años 80. Desde entonces los huracanes Alleta, Juana, César, Mitch y las tormentas Bret, Gert, Lily, Marcos y Andrés, se ensañaron sobre extensas zonas del país, dejando 3258 muertos y 960 mil damnificados. Se ha sugerido que este incremento obedece a modificaciones naturales en las corrientes marinas y los patrones de viento aparejados a los fenómenos del Niño y La Niña. Ciclos intensificados de sequía o de lluvias desastrosas, se están intercalando con mayor recurrencia en Nicaragua en los últimos veinte años. La evidencia de perturbaciones en el ambiente y ecosistema es fuerte. La mayoría de estudiosos concluyen que la degradación ambiental provocada por acciones humanas probablemente ha tenido un impacto significativo de largo plazo. Como quiera que sea, la vulnerabilidad a los eventos climáticos se ha incrementado en países tropicales como Nicaragua. Sin despreocuparnos por la incidencia desastrosa de estos cambios climáticos, debemos admitir que otros factores son también responsables de incrementos en la vulnerabilidad de la población. La pregunta obligatoria es, porqué los desastres causan demasiados muertos en Nicaragua? La búsqueda de respuestas nos lleva a examinar motivos de origen social y humano. En 1931, cuando la población de Managua era de 70 mil habitantes, el terremoto ocasionó 1.500 muertos. Para 1972 la población de Nicaragua se había triplicado, mientras la capital había crecido a una tasa mucho mayor, alcanzando 300 mil habitantes. Tal densidad de población sobre áreas de semejante riesgo sísmico, influyó en que la mortandad se elevara más de seis veces con un sismo aún menos intenso que el registrado en el 31. Una tasa de crecimiento poblacional alta junto con tendencias crecientes a la urbanización a partir de 1950, han modificado 13 Presentación: Mejor prevenir para peor el cuadro demográfico del país. Desde luego, altas densidades de población son directamente proporcionales al riesgo. Nos interesa subrayar sin embargo una tendencia más preocupante: Crecen más rápido, hay más inversiones y se están sobrepoblando, algunas de las ciudades de mayor riesgo, aumentándose en términos absolutos el número de habitantes que están en situación vulnerable. Se ha reconocido ampliamente que la gente es vulnerable porque su proximidad a las amenazas naturales suele estar combinada con bajos ingresos económicos. Su capacidad de decidir está alterada por la necesidad de sobrevivir a diario. Es evidente que si uno lleva a su familia a vivir en zonas seguras, la vulnerabilidad tiende a reducirse a cero. Sin embargo no es esto lo que ocurre. Las familias de los barrios orientales y occidentales de Managua han sido golpeadas 26 veces por inundaciones en los últimos 50 años, pero ellos continúan habitando allí. Los pobladores de la costa del Xolotlán, evacuados una y otra vez, regresan a desafiar las tierras anegadas. La gente pobre actúa con menos aversión a los riesgos porque se ve compelida a sobrevivir en sitios que otros no les disputan. Tienden a vivir en casas más precarias, en tierras menos estables de costos marginales más bajos y con escasos recursos para prevenir, enfrentar y sobreponerse a los desastres. Cuando las personas, comunidades y países tienen bajos ingresos, se presentan altos niveles de mortalidad y daños ante los desastres (Anderson, 1994:45). Durante el terremoto de Managua, el 90% de las víctimas -según estimados de OPS/OMS-, se produjo por colapso de viviendas pertenecientes a familias de menor ingreso. Estas casas estaban construidas de taquezal o adobe, con techos pesados de teja, mal diseñadas y muy poco reforzadas. Lo mismo ocurrió durante el huracán Mitch: la casi totalidad de los muertos y damnificados los pusieron aquellos sectores más pobres forzados a vivir en terrenos rurales y urbanos de mayor riesgo: sitios en laderas, márgenes de cauces, costas del lago o terrenos bajos. 14 Jaime Wheelock Román Ciertos grupos humanos afligidos por la pobreza, la marginalidad y con niveles culturales limitados, han estado más expuestos a los desastres: comunidades indígenas en las vegas de los grandes ríos de la vertiente Atlántica; campesinos pobres afincados en terrenos inestables expuestos a deslizamientos. Los niños por ejemplo, constituyeron el 80% de los muertos durante el maremoto que golpeó la costa del Pacífico en Septiembre de 1992. De otra parte, factores ambientales han contribuido a incrementar la vulnerabilidad. El uso irracional del suelo y el despale se reputan como los responsables de los aluviones mortales que golpearon entre otros, a Managua en 1876 y a Matagalpa en 1903, 1908 y 1937. El descuaje de las vegas de los ríos y el despale de las cuencas, son la causa directa de las inundaciones frecuentes en poblaciones como Rama o Wiwilí. Las tierras sobrepastoreadas, los bosques degradados, el uso extensivo de la leña y las prácticas agrícolas negligentes todas ellas destructivas de la cobertura vegetal, han estado detrás del creciente peligro de inundaciones y la desertificación de tierras y praderas anteriormente fértiles. Previniendo los desastres Tenemos que partir de hechos reales. Los fenómenos naturales van a seguir ocurriendo en Nicaragua. Todavía no es posible predecir cuándo o dónde se va a desencadenar el próximo terremoto, o bien qué poblaciones van a ser azotadas por un huracán del tamaño del Mitch. Aunque hay importantes avances en la detección de las fases primarias de una erupción, no es todavía posible avisar a la población el día y la hora en que se va a producir. Cada día hay más convicción de que no hay desastres naturales. Si respetamos las recomendaciones de no construir sobre fallas y las edificaciones se ciñen a normas antisísmicas, el próximo terremoto sería menos catastrófico. Si un deslizamiento probable, como el que puede ocurrir en los volcanes Concepción o Maderas, no encuentra poblaciones al pie de monte, la magnitud del daño será mínima. La voluntad humana puede amortiguar los efectos dañinos del evento natural si decidimos dejar de hacer cosas que incrementan la vulnerabilidad y hacer otras que la reducen. La prevención de los desastres es un problema nacional de primer orden. El impacto económico de los desastres sobre Nicaragua resulta inaceptable. En los últimos veintiséis años, según estimados de CEPAL, los daños económicos acumulados alcanzaban la cifra de 6.200 millones de dólares. Esto equivale al triple del Producto Interno Bruto anual de Nicaragua. Puesto de otro modo, esta cifra representa una pérdida anual de 238 millones de dólares, o sea la mitad de las exportaciones totales de Nicaragua cada año (CEPAL, 1999:36). 15 Presentación: Mejor prevenir Los daños sucesivos sobre la economía para un país pobre del tamaño de Nicaragua resultan catastróficos. Décadas de esfuerzo productivo y de inversiones nacionales y familiares se ven destrozados a veces en pocos minutos. Se imponen además nuevas demandas a la sociedad para reconstrucción y rehabilitación. Un desastre como el provocado en la Florida por el huracán Andrew causó daños materiales mayores que Mitch en Nicaragua, pero para el tamaño de la economía norteamericana, las pérdidas fueron más bien marginales y la recuperación fue acelerada. El terremoto en Managua de 1972, en términos absolutos una fracción del de México de 1985, afectó sin embargo el 46% del sector industrial total del país y acarreó pérdidas dos veces superiores al valor de todas las exportaciones, dejando al país en el suelo. Tal escala de pérdidas, dejó además profundos y negativos impactos para el progreso económico en el largo plazo, incrementando tensiones y mayor dependencia Los efectos debilitantes de los desastres en Nicaragua han minando paulatinamente la capacidad del país para recuperarse. Hay indicaciones de que la capacidad de respuesta después de cada desastre es menor en naciones pobres. Después del terremoto destructivo de Kobe, Japón, la recuperación fue rápida y eficiente. En cambio, la ciudad de Managua todavía en 1999, no ha podido reponerse de las secuelas del terremoto de 1972. Menos que podamos hacerlo ahora de las consecuencias del huracán Mitch. Se ha encontrado que en los países en desarrollo donde habitan las 2/3 partes de la población mundial, ocurre el 90% de los desastres naturales y el 95% de las muertes que éstos provocan. Las pérdidas en el ingreso familiar son en estos países 20 veces más grandes respecto a los países desarrollados. Desde 1960 las pérdidas económicas por desastres naturales se han quintuplicado (Clarke, 1994:2). Detrás de estos efectos, se sugiere que están algunas tendencias negativas que pudieron ser corregidas en su momento: • • • • • • 16 Tendencia a invertir en áreas vulnerables Ausencia de normas de construcción o débiles controles cuando las hay Inexistencia de planificación urbana y rural Débiles sistemas públicos de detección, seguimiento y prevención Subestimación de las experiencias anteriores de desastres Muy pocas inversiones, medidas y políticas para prevenir los riesgos. Después de la trágica experiencia dejada por el huracán Mitch, es momento para reafirmar que sin una efectiva, sistemática y consistente acción colectiva para prevenir los desastres, no es posible superar el atraso económico. Vista la magnitud financiera de los daños ocasionados por los desastres, es evidente que una parte de los problemas de pobreza acumulada que sufre Nicaragua son Jaime Wheelock Román consecuencia de los mismos. La hipótesis desarrollada por el investigador Ken Sudo correlacionando el Producto Bruto per cápita y el número de desastres por años, confirmó que todos los países centroamericanos y del Caribe menos desarrollados habían sido los más sometidos a castigos de la naturaleza (Caballero y Zapata Martí, 1994:29). También estos países tenían los programas más débiles de prevención. La planificación de un desarrollo sostenible en países de alto riesgo como Nicaragua debe llevar implícita la exigencia de destinar una parte proporcional de la inversión pública y privada a la prevención. En Nicaragua perdemos no menos del 10% del PIB promedio por año por causa de desastres. Con un porcentaje bastante menor, mientras se mantiene el apoyo al crecimiento, sería factible emprender obras preventivas sobre los sitios más vulnerables y los grupos sociales más pobres. Mejorar la situación económica de los sectores más pobres es ayudar a reducir directamente su vulnerabilidad. Es a fin de cuentas más barato gastar poco para prevenir que gastar mucho para reconstruir. Hasta hoy en realidad la reconstrucción ha sido sin desarrollo. Nos limitamos a reponer lo dañado y en el mismo lugar, para que otro sismo, huracán o inundación lo destroce nuevamente. Hasta el presente la tónica en Nicaragua ha sido que los recursos casi siempre escasos para la inversión, priorizan áreas diferentes a la de prevención. Es revelador que sólo una fracción insignificante de la cartera de proyectos presentada a la comunidad de donantes en Estocolmo estaba relacionada a la prevención de desastres. Esta tendencia se ha visto en los últimos años agravada porque los pocos recursos disponibles del Estado, se ven sometidos a condiciones severas y metas macroeconómicas restrictivas impuestas en los programas de ajuste estructural. Simplemente no quedan asignaciones para la prevención de desastres. Por otra parte, tanto las agencias donantes como los bancos, tal como lo observa Randall Kramer, raramente incluyen el potencial de desastres en el análisis económico para soportar el diseño de proyectos y las decisiones de conceder financiamiento Un estudio sobre frecuencias de retorno de tormentas tropicales y productividad llevado a cabo por Florey en Santa Lucía, encontró que cuando la frecuencia es 1 cada 6 años, la pérdida de productividad agrícola era del 60% (Kramer, 1994:74). Los cambios institucionales han limitado la capacidad del Estado. Hoy el municipio está más descentralizado y junto a ello, el creciente rol de la participación ciudadana, indica que una parte de las acciones futuras deben dirigirse al reforzamiento de las estrategias de prevención que parten de la población local para lidiar con los desastres. Fortalecer la autoconfianza de la comunidad es tarea importante para mejorar la capacidad nacional de enfrentar las amenazas 17 Presentación: Mejor prevenir naturales, más aún cuando el país es pobre, hay limitados recursos fiscales para la prevención y son débiles las capacidades institucionales para confrontar los desastres. Este libro surge con el propósito de ayudar a crear conciencia y ofrecer a la población nicaragüense conocimientos útiles para estimular acciones de reducción de la vulnerabilidad antes que el daño potencial sobrevenga. Es una iniciativa del Instituto para el Desarrollo y la Democracia (IPADE), respaldada por Diakonia de Suecia dentro de un programa más general de prevención de desastres. En el texto se abordan aspectos de suma importancia para cualquier nicaragüense que desee conocer: Qué y cuántos eventos naturales nos han afectado en la historia conocida. Porqué ocurren. Cómo los nicaragüenses con nuestras acciones hemos agravado la vulnerabilidad. Dónde están los sitios más vulnerables; y, cuáles son las medidas que debemos tomar en el ámbito local y familiar para reducir la vulnerabilidad. La complejidad del tema y el propósito de ofrecer una información de calidad exigieron que esta obra fuese colectiva y los temas, abordados por profesionales y expertos sensibilizados con la materia. Jaime Incer Barquero estuvo a cargo de la sección que explica el origen de los eventos naturales; Jaime Wheelock Román abordó las consideraciones históricas sobre los desastres; Lorenzo Cardenal estuvo a cargo de la exposición sobre las acciones del hombre que provocan o agravan los eventos dañinos; Alejandro C. Rodríguez tuvo bajo su responsabilidad la exposición sobre nuestros puntos más sensibles. Para el capítulo relacionado a las recomendaciones dirigidas tanto a Municipios como a familias sobre cómo prever y enfrentar situaciones de desastres, se contó con el apoyo del Ing. Armando Ugarte y valiosa información suministrada por la Federación de Cruz Roja Internacional. Desde luego, un tema tan poco abordado o discutido en el ámbito nacional expone a los autores a imprecisiones y errores. No obstante el ciclo trágico de los desastres que asecha a la población y la magnitud creciente de los daños, nos impulsó a correr ese riesgo. Los resultados de este libro son producto de la cooperación entre entidades de la sociedad civil, instituciones públicas, universidades y expertos del ámbito nacional e internacional. Nuestro agradecimiento a todas aquellas personas e instituciones que participaron para la realización de esta obra. 18 Jaime Wheelock Román • Nicaragua es uno de los países en el mundo más castigados por desastres de origen natural • La mayoría de la población vive en sitios vulnerables • Las acciones humanas como deforestación y prácticas agrícolas e industriales desordenadas han agravado nuestra vulnerabilidad frente a los fenómenos naturales • Los más pobres ubicados en sitios de alto riesgo y con viviendas inadecuadas han sido el grueso de los muertos y damnificados • Las altas pérdidas económicas ocasionadas por los desastres han frenado el crecimiento económico del país e incrementado la pobreza • Las inversiones en prevención de desastres son insignificantes en Nicaragua • Los daños humanos y materiales que provocan los fenómenos naturales pueden reducirse con acciones de prevención. Los desastres no son naturales, sino consecuencia en gran medida de nuestra falta de previsión. 19 PARTE II ¿Por qué ocurren los terremotos, erupciones volcánicas e inundaciones en Nicaragua? Jaime Incer Barquero F enómenos telúricos y climáticos en Nicaragua Introducción Nicaragua se ha visto azotada en los últimos tiempos por una serie de fenómenos naturales de esos que sacuden su territorio y perturban su clima, pero más que todo cobran vidas y destruyen propiedades creando un sentido de inseguridad personal, además de afectar seriamente el desarrollo del país. Muchos creen que estos fenómenos se han ensañado sobre el país en las últimas tres décadas, al extremo de considerarlos como un castigo de la Providencia, pero en realidad siempre se han presentado, con igual o mayor intensidad que los ocurridos en tiempos pasados. La erupción del Cerro Negro en julio de 1947, para citar un ejemplo, fue tan violenta como la acaecida en febrero de 1971 y el terremoto de Managua en marzo de 1931 tan devastador como el acontecido en diciembre de 1972 en la misma ciudad. En el siglo pasado, un terremoto ocurrido en Rivas en 1844 levantó raudales en el río Tipitapa y la erupción del Cosigüina en 1835 no ha sido superada en magnitud por ningún otro volcán nicaragüense o centroamericano, siendo en efecto uno de los mayores cataclismos ocurridos en este continente desde la época de la conquista española. Por otra parte el huracán Joan, que asoló Bluefields en octubre de 1988, fue tan intenso como el Edith que en septiembre de 1971 destruyó la villa de Cabo Gracias a Dios, cuando la fuerza del viento levantó por los aires las endebles chozas de los miskitos y una marejada terminó de arrasar con los cimientos de la población. Aunque Nicaragua es un país joven, con una memoria histórica muy corta, estamos hoy más informados que antes. Se ha adquirido la capacidad técnica para detectar con mejor precisión la ocurrencia de estos eventos; se tiene un mayor 23 ¿Porqué ocurren...? conocimiento de las zonas más vulnerables del país a los diferentes fenómenos climáticos y telúricos que amenazan el territorio. Gracias a los satélites meteorológicos se puede seguir el curso y desarrollo de las perturbaciones atmosféricas, como son las tormentas tropicales y los huracanes que procedentes del mar Caribe avanzan amenazantes rumbo al istmo centroamericano. No obstante lo dicho, todavía es difícil pronosticar la inminencia de una erupción volcánica, sino con pocas horas de anticipación, o la ocurrencia de un súbito terremoto. Al menos ya se conoce donde se pueden desatar tales fenómenos, qué consecuencias acarrean y cómo auxiliar a la población amenazada, minimizando riesgos o, una vez afectada por tales fenómenos telúricos, atender su clamor y asistirla en su desamparo. Después de todo, los sustos que sufren los nicaragüenses y los riesgos que pasan a causa de tales fenómenos no han logrado desenraizarlos del terruño. Un segmento del Círculo de Fuego del Pacífico y sus consecuencias geológicas El istmo centroamericano se encuentra ubicado en un segmento muy activo y a veces violento de la corteza terrestre. Este segmento forma parte del Anillo de Fuego del Pacífico, así llamado por presentar una gran cantidad de volcanes activos y latentes alrededor de dicho océano. En el Anillo se producen tanto erupciones volcánicas como terremotos. El Anillo de Fuego abarca varias islas en Oceanía, Nueva Zelandia, Indonesia, Filipinas, Japón, las islas Kuriles, la península siberiana de Kamchatka, las islas Aleutianas; continúa por la costa del Pacífico de Alaska, Canadá y Estados Unidos; el altiplano mexicano, el istmo centroamericano y la cordillera de los Andes, desde el centro de Colombia hasta el sur de Chile. 24 Jaime Incer Barquero Con relación al segmento centroamericano, la Smithsonian Institution en su «Catálogo de Volcanes del Mundo», describe como activos (contando erupciones ocurridas desde hace 12,000 años), 21 volcanes en Guatemala, 18 en El Salvador, 2 en Honduras (en el golfo de Fonseca); 15 en Nicaragua, 12 en Costa Rica y 2 en Panamá. Los 12,000 años comprenden la época geológica más reciente, conocida como Holoceno. En el caso de Nicaragua no se consideraron algunos conos aparentemente inactivos, (Chonco, Casita, Santa Clara, Asososca), así como otras estructuras secundarias o adventicias, formadas durante el vulcanismo holocénico, tal como los conos más pequeños (Moyotepe, Motastepe, Coyotepe, Posintepe, por ejemplo), o antiguas calderas volcánicas, (Monte Galán, Argelia, etc.), los que sumados a las anteriores duplican el número de los catalogados por la Smithsonian y hacen de los volcanes nicaragüenses el grupo más activo, (posiblemente también el más joven), en relación con el resto de los volcanes ístmicos. A este respecto, el geólogo Alfred Rittman, estudiando el llamado «Indice de Explosividad» entre los volcanes del mundo, llegó a considerar a Nicaragua «como el país más explosivo del mundo» geológicamente hablando. Coincidiendo con la abundancia de volcanes, el istmo centroamericano experimenta frecuentes sismos que también se presentan a lo largo del Anillo de Fuego del Pacífico, aunque inducidos por diferente mecanismo. Erupciones y terremotos no necesariamente ocurren en forma simultánea; no obstante se ubican en las partes más delgadas y frágiles de la corteza terrestre, como es la que ocupa el istmo centroamericano junto al borde del océano Pacífico. La posición ístmica-tropical de Nicaragua y sus consecuencias climatológicas Otra serie de fenómenos naturales que afectan con mayor recurrencia a Nicaragua es producida por las condiciones atmosféricas que imperan sobre su territorio. Nicaragua se localiza en medio del istmo centroamericano que a su vez separa dos masas continentales y dos océanos. Siendo el istmo una faja de 25 ¿Porqué ocurren...? tierra muy angosta, su clima está sometido principalmente a la influencia de los dos extensos mares que la rodean, de donde proceden masas de aire cargadas de humedad que producen desde ligeras brisas refrescantes hasta violentos huracanes destructivos. La humedad oceánica, a la vez, es el resultado de la evaporación de los mares bajo el intenso calor del sol, cuyos candentes rayos caen verticales sobre la zona tropical en la cual se encuentra el istmo centroamericano. En ese sentido, localizado el istmo a poca distancia del ecuador terrestre, experimenta temperaturas elevadas entre abril y octubre, las cuales no sólo calientan el territorio sino también los mares aledaños, desatando una serie de perturbaciones atmosféricas. En ese sentido el mar Caribe, de donde proceden frecuentes vientos húmedos y ocasionales huracanes, es la principal fuente que dinamiza la climatología de Nicaragua. A diferencia de los fenómenos telúricos, que se pueden presentar en cualquier época del año, las perturbaciones climáticas se rigen por el movimiento del sol y se presentan en determinados períodos del año. (En la segunda parte de este escrito se volverá a insistir sobre el tema). La Tierra como planeta La Tierra es el tercer planeta del sistema solar. Es una esfera redonda de 12,700 km de diámetro que gira sobre sí misma en 24 horas y alrededor del sol en un año. Aunque nuestro planeta se formó hace 4,600 millones de años, al igual que el resto de los miembros del sistema solar, su masa, tamaño y composición hicieron de él un mundo especial desde el punto de vista de su evolución geológica y biológica. Por otra parte, la distancia de la Tierra al sol, estimada en 150 millones de km, ha permitido que el agua exista en nuestro planeta mayormente en estado líquido, condición que resultó esencial para el desarrollo de la vida y su diversificación en multitud de seres vivientes, incluyendo la aparición del hombre. Desde su constitución como planeta, la Tierra ha sufrido continuas modificaciones debido a fuerzas procedentes de su interior, (erupciones, sismos, alzamientos, hundimientos, desplazamientos continentales, etc.), así como por fuerzas externas relacionadas con su atmósfera, o envoltura de aire que la rodea y cuyas manifestaciones rigen el cambiante clima del planeta. 26 Jaime Incer Barquero En efecto, la Tierra ha conservado mucho del calor primitivo que se acuñó en su interior desde el principio de su formación como planeta. Este calor interno es liberado a través de las erupciones volcánicas. También moviliza y revuelve a profundidad inmensas masas de material incandescente, llamado colectivamente magma que los volcanes expulsan en forma de lava, o bien presionan desde abajo la superficie o corteza del planeta, provocando el movimiento lateral de los pisos oceánicos y el desplazamiento de continentes enteros, todo lo cual es causa de diversas manifestaciones telúricas. Por otro lado, la energía que procede del sol, al calentar los océanos y la atmósfera, provoca vientos, lluvias, tempestades y otras manifestaciones climáticas que se desatan sobre la superficie del planeta. Lo más sorprendente de esta energía es que la Tierra, con su diminuta presencia y lejanía del sol, apenas intercepta la dos mil millonésima parte de todo el calor que el sol irradia hacia el espacio, cantidad sin embargo suficiente para producir oleajes, tornados, vientos, lluvias, huracanes, además de mantener activos a todos los seres que crecen sobre la superficie del planeta, incluyendo al hombre con todas sus invenciones. La estructura interna de la Tierra Básicamente la Tierra está formada por tres capas que se conformaron desde los primeros tiempos de su condensación como esfera planetaria, atrayendo y organizando en su derredor los elementos químicos que fueron parte de la nebulosa primigenia que dio origen al sistema solar, la cual estaba integrada por una mezcla caótica de gas y polvo cósmico. Durante el largo proceso de acreción de materiales por gravedad, en el centro de la Tierra se acumularon y hundieron los elementos más pesados como el níquel y el hierro, incluyendo algunos radioactivos que han mantenido hasta el presente el calor interno del planeta. Otros elementos más livianos como sílice, calcio, magnesio, potasio, azufre, etc., se situaron en el exterior, donde se combinaron y enfriaron rápidamente formando parte de la corteza o superficie solidificada de la Tierra. Unos terceros, (bióxido de carbono, nitrógeno, vapor de agua y otros gases livianos), flotaron en la periferia dando origen a la primitiva atmósfera del planeta, a la cual se le agregaría después el oxígeno. 27 ¿Porqué ocurren...? El centro o núcleo de la Tierra es por tanto una esfera de hierro y níquel, en parte sólida y en parte fundida, con temperaturas entre 3,000° y 5,000° centígrados. No obstante el intenso calor encerrado en el núcleo, este se encuentra sometido a potentes presiones, tanto que el material fundido es más rígido que el mismo acero. Envuelve al núcleo otra gruesa capa de materiales incandescentes, llamada manto, donde además de hierro, níquel y otros materiales pesados existe una gran cantidad de silicatos fundidos. Los silicatos son los principales componentes de las rocas. El manto es más fluido que el núcleo y menos cálido; su temperatura oscila entre 1,500 y 3,000º centígrados, según la profundidad. De su fondo surgen corrientes de materiales fundidos (magma) hasta tocar la corteza de la Tierra, para luego volver a hundirse en un movimiento cerrado incesante llamado de convección térmica. La tercera capa es la litosfera o corteza terrestre, delgada, fría y rocosa, que se hunde debajo del mar para formar el piso o fondo oceánico, o se levanta encima del mismo para constituir islas y continentes. La corteza es muy delgada bajo los océanos (unos 10 km) y se engruesa por debajo de los continentes donde su espesor alcanza 60-80 km. Comparando el grosor de las tres capas que conforman el planeta con la estructura de un zapote, se podría decir que el núcleo de la Tierra es como la semilla, el manto como la pulpa y la corteza como la cáscara de dicha fruta. Siguiendo el símil, también cabe señalar que así como la pulpa del zapote es la parte más sustanciosa de la fruta, el manto de la Tierra es la parte más dinámica del planeta. Fracturas oceánicas y placas tectónicas Como se señaló antes, la frágil corteza de la Tierra, presionada por las masas de magma ascendente procedentes del manto, se ha resquebrajado a lo largo de ciertas fracturas de varios miles de kilómetros de longitud que corren debajo de los océanos o cortan los continentes. Ejemplo notable es la larga fractura oceánica llamada Dorsal del Atlántico que corre al fondo de dicho océano, desde la nórdica Islandia hasta la parte más austral de dicho mar. La Dorsal partió en dos un antiguo y extenso continente que existía hace 250 millones de años. A consecuencia de la fractura, lo que hoy es Europa se separó de Norteamérica, mientras África se distanció de Suramérica. 28 Jaime Incer Barquero Por la Dorsal del Atlántico escapa lava originando volcanes submarinos, los cuales han formado una larga cordillera debajo del océano; en algunos puntos se levanta sobre el nivel del mar formando islas volcánicas como Islandia, las Azores, Ascensión, Santa Helena y Tristán de Acuña. A partir de la Dorsal, el magma sale a la superficie, presiona y se esparce lateralmente sobre el fondo submarino, como la sangre que brota de una herida restañada manchando la piel. De esta manera se forma un nuevo piso oceánico que se extiende lentamente ampliando el suelo submarino a ambos lados de la Dorsal y abriendo espacio a la expansión del océano Atlántico. El movimiento continúa en el presente, de modo que cada año el continente americano se separa unos pocos centímetros de Europa y África, mientras aumenta la anchura del océano interpuesto. El fondo del océano Pacífico también está cortado en todo su contorno por otra fractura, la cual separa América de Asia y Oceanía. El océano Indico presenta a su vez una fractura que separa Australia de África y penetra en el continente formando la fosa del mar Rojo. Esta fractura divide el noreste de África de 29 ¿Porqué ocurren...? la península de Arabia. Por otra parte, la Antártida es un continente circundado por fracturas que empalman con las anteriormente descritas. Como consecuencia de este fracturamiento global y otros fenómenos secundarios, la corteza de la Tierra está actualmente dividida en varias placas tectónicas, grandes y pequeñas, que se juntan y calzan entre sí como las piezas de un rompecabezas. Las placas más extensas son las llamadas Pacífico, Americana, Africana, Euroasiática, Indo-Australiana y Antártica. Entre ellas se acomodan otras más pequeñas como la Arábiga, Filipina, Carolina, Juan de Fuca, Nazca, Cocos y Caribe. El istmo centroamericano se encuentra ubicado en el límite que separa las dos últimas mencionadas, lo cual lo expone a una serie de eventos volcánicos y sísmicos, según se detalla más adelante. En resumen, las placas tectónicas son fragmentos de la corteza sólida de la Tierra que se mueven y desplazan lentamente entre sí, bajo la acción interna de las masas de magma ascendente que en algunos lugares aflora a través de las fracturas o dorsales oceánicas. De esta manera tanto los continentes como los mares parecen «flotar» sobre la superficie del manto en cuyo interior dichas masas se originan. Colisión, deslizamiento y hundimiento entre placas Hubo un tiempo cuando la Antártida, Australia y la India formaron parte de un mismo continente. Las tres se separaron en placas independientes. La India flotó hacia el norte hasta colisionar con Asia hace unos 40 millones de años. De esta gran colisión surgió la cordillera del Himalaya, la más alta del mundo, que fuera antes antiguo fondo oceánico, rebanado y levantado por el encuentro de dos placas. 30 Jaime Incer Barquero Una segunda forma de interacción de placas es ilustrada por el deslizamiento que actualmente se produce a lo largo de la fractura de San Andrés. Esta separa la orilla noreste de la placa Pacífico, del borde californiano de la placa Americana. La fricción o rozamiento entre ambas produce frecuentes sismos, pero en este caso la franja San Diego -Los Angeles- San Francisco se desliza hacia el norte, a lo largo del borde de la placa Americana, de modo que en los próximos millones de años estas ciudades (en el caso que perduren) quedarán a la altura de Alaska, como resultado de este lento pero progresivo deslizamiento de una placa con relación a su vecina. También se presenta un tercer tipo de interacción, cuando una placa se hunde o subside por debajo de su vecina más resistente, formando entre ambas una fosa o trinchera oceánica. En este caso el frente de la placa en hundimiento ejerce presión sobre la placa vecina (producción de sismos); penetra en el manto, se derrite y forma magma, el cual alimenta los bolsones subterráneos o cámaras magmáticas causantes de las erupciones volcánicas, las que con frecuencia se producen en el borde de la placa resistente. Interacción entre las placas Coco y Caribe El último caso de interacción es el que se presenta en istmo centroamericano, localizado a la orilla de la Fosa Mesoamericana. Esta es una alargada trinchera oceánica de 5,000 metros de profundidad, que se extiende paralela a la costa del Pacífico, desde Acapulco hasta Guanacaste. 31 ¿Porqué ocurren...? La fosa demarca el eje de hundimiento donde la placa Cocos en movimiento se introduce debajo de la placa Caribe, aparentemente estable. La placa Cocos, de tipo submarino, está formada por el piso oceánico inmediato del Pacífico. La placa Caribe en cambio es de tipo continental y en ella montan el istmo centroamericano, el mar Caribe y las islas Antillas, salvo Cuba. La interacción entre ambas placas es la causa de los frecuentes sismos que sacuden la costa del Pacífico a lo largo del istmo, como también de las erupciones de los volcanes alineados en su orilla. Estas dos pequeñas placas están a su vez entrampadas entre las dos más grandes de Norteamérica y Suramérica, que algunos geólogos consideran como formando una sola placa, no obstante la intromisión del istmo centroamericano y del mar Caribe en medio de ambas. Dicho sea de paso, el desplazamiento de la placa Cocos por debajo de Centroamérica es de unos 9 cm por año. Su empuje proviene de una dorsal llamada Alzamiento del Pacífico Oriental, (East Pacific Rise), que se ubica unos 2,000 Km mar adentro en el piso de dicho océano. El magma que ahí aflora a la superficie empuja el piso submarino hacia Centroamérica, para luego hundirlo debajo de la placa Caribe. En consecuencia, el magma que hoy se forma y acumula debajo de los volcanes centroamericanos fue anteriormente un solidificado piso oceánico, desplazado, hundido y después fundido, que originalmente brotó en tal estado a lo largo del Alzamiento del Pacífico Oriental hace un poco más de 20 millones de años. Esta es una pequeña fracción de la historia geológica de la Tierra. La presión de la placa Cocos en hundimiento se ejerce en forma perpendicular a la costa centroamericana y ha producido, además de frecuentes sismos y erupciones volcánicas en el istmo, una serie de rasgos geomorfológicos paralelos, orientados de noroeste a sureste, como son la fosa mesoamericana, la costa del Pacífico, la cadena volcánica y la depresión lacustre donde se alojan los lagos de Managua y Nicaragua. 32 H istorial geológico de Nicaragua La edad de Nicaragua El territorio actual de Nicaragua, igual que el resto del istmo centroamericano, se ha conformado a través de los últimos 80 millones de años por procesos geológicos sucesivos, donde eventos recientes se superpusieron a otros más antiguos. Estos procesos se continúan hoy, si bien la vida humana y de toda la civilización es muy corta para constatar extensas transformaciones geológicas. Salvo ciertos fenómenos locales recurrentes como sismos, erupciones y derrumbes, los grandes cambios en el planeta requieren por lo general de muchos milenios, por no decir millones de años, para modificar notablemente su superficie. Algunos accidentes geográficos, como la erección de los volcanes, se desarrollan en tiempos relativamente rápidos. El cono del Cerro Negro, por ejemplo, se ha levantado unos 400 metros en sus 150 años de existencia; el Momotombo posiblemente ha requerido de 5,000 a 10,000 años para alcanzar su altura actual; el Mombacho quizá 50,000 años y posiblemente requerirá veinte veces más ese tiempo antes que la erosión desmorone sus duras rocas y lo rebane hasta igualarlo a la planicie que le rodea. Sin embargo, en el centro del país se levantan macizos como Tepesomoto, Kilambé, Peñas Blancas, Saslaya, Musún, etc., formados por un vulcanismo aún más antiguo, cuyas edades oscilan entre 5 y 20 millones de años. No obstante tan dilatados espacios de tiempo, estos macizos siguen proyectándose como las montañas más prominentes del país. Las rocas más antiguas que afloran en la superficie de Nicaragua son los esquistos, las filitas y los mármoles de Nueva Segovia. Son de la clase llamada metamórfica. Se formaron muy antiguamente hace más de 200 millones de años (Era Paleozoica), por presión y sobrecalentamiento en el fondo de la corteza terrestre, antes de ser proyectadas a la superficie para formar el basamento de los más antiguos cerros segovianos. 33 ¿Porqué ocurren...? En la misma región también se levantan las altas y empinadas sierras de Dipilto y Jalapa, limítrofes con Honduras, conformadas por rocas de granito y granodiorita. Estas sierras alcanzan elevaciones entre 1600 y 2100 metros sobre el nivel del mar; su edad se estima entre 100 y 80 millones de años, ya en la Era Mesozoica. En un principio formaron parte de grandes bolsones de magma (batolitos) entrampados entre las capas de la corteza terrestre. Lentamente se enfriaron y endurecieron a profundidad, para después quedar expuestas en la superficie, ya sea por empujes tectónicos de abajo hacia arriba, o por erosión de los terrenos superiores que inicialmente las recubrían. No obstante la evidente antigüedad de esas rocas metamórficas e intrusivas, se desconoce su emplazamiento y posición original, pues en aquel remotísimo tiempo no existía Nicaragua, como tampoco el istmo de Centroamérica tal como hoy lo reconocemos. Se parte el gran continente y nace el Atlántico Hace 250 millones de años el globo terrestre estaba ocupado por un solo y gigantesco continente -llamado por los geólogos modernos Pangea-, rodeado por un único y extenso océano. Cien millones de años después en el fondo de ese continente se abrió la fractura o Dorsal del Atlántico, separando lo que pasaría a ser la placa Norteamericana de la Euroasiática. Entre ambas se amplió un espacio para el futuro océano Atlántico Norte. El proceso continuó operando hacia el sur y hace 94 millones de años la Dorsal también separó la placa de Suramérica de África, extendiendo el Atlántico hacia el sur. 34 Las nuevas placas americanas tampoco estaban unidas: un espacio marino comunicaba directamente el Atlántico con el Pacífico, cubriendo la región que más tarde ocuparía el istmo centroamericano. Jaime Incer Barquero En su lugar, un arco de islas volcánicas, (las futuras Antillas) era empujado por el Alzamiento del Pacífico Oriental hacia el nuevo océano Atlántico, mientras la Dorsal del Atlántico lo hacía en sentido contrario, dejando entre ambas fracturas entrampada la pequeña placa Caribe, la cual sería el zócalo de la futura Centroamérica. Conformación del norte de Centroamérica Hace unos 65 millones de años (finales del Mesozoico) todavía no existía Centroamérica como istmo. En Norteamérica emergían dos masas, separadas por un mar superficial o mar proto-Caribe que se extendía de norte a sur, donde surgirían después las Montañas Rocosas. Una de las masas, la más occidental, tenía la forma de una alargada isla, que se extendía desde Alaska hasta México, extremo que remataba en una especie de península bifurcada. En esa península de clima árido existían las montañas que hoy constituyen la base de la Sierra Madre en la zona central de Guatemala, Honduras y norte de Nicaragua. La franja Costa Rica-Panamá no existía entonces como tierra emergida, pues yacía en el fondo del mar que separaba Norteamérica de Suramérica. Un alargado golfo se extendía como un arco al norte de Nicaragua y Honduras hasta al noroeste de El Salvador. La penetración marina depositó las calizas que hoy forman parte del valle de Bocay y los cerros de Bosawás en Nicaragua, del centro de Honduras y de Metapán en El Salvador. También hacia el sur de Nicaragua hubo sedimentación de limos, areniscas, calizas, conglomerados, en lo que hoy son los terrenos de la banda oriental del istmo de Rivas. Toda la llanura del Pacífico de Nicaragua estaba sumergida entonces, formando una alargada cuenca marina de continua sedimentación. A finales del Mesozoico (Cretácico) grandes dinosaurios merodeaban por todos los continentes como las especies dominantes de la Tierra. Centroamérica flota, se fija y prolonga hacia el sur La transición entre la Era Mesozoica y la Cenozoica, (esta última mejor conocida como el Período Terciario), hace 60 millones de años, fue violenta. Un meteorito de 10 km de diámetro chocó contra la Tierra, (donde hoy es la península de Yucatán), acabó con los dinosaurios y con una gran cantidad de especies que perecieron en una conflagración mundial. 35 ¿Porqué ocurren...? 36 Jaime Incer Barquero Al iniciarse el Terciario, los antiguos fondos marinos fueron proyectados encima del nivel del mar, formando las montañas Rocosas al norte y los Andes al sur. El segmento norte de Centroamérica -también llamado Centroamérica nuclear o Bloque Chortis-, se desprendió de la península mexicana y flotó rumbo al sureste, deslizándose a lo largo de la falla de Motagua, que separa la placa Norteamericana de la Caribe, para acomodarse en su presente posición. La placa Cocos por su parte se hundía en la Fosa Mesoamericana y su derretimiento a profundidad activó varias etapas del vulcanismo terciario, principalmente en el centro de Honduras y Nicaragua. La sedimentación marina en el Pacífico continuó durante el Terciario, formando el basamento sumergido de la futura llanura del Pacífico. La línea costera llegaba entonces hasta el pie de los cerros volcánicos de Estelí, Matagalpa y Chontales. A partir de estos cerros se levantaba una amplia meseta formada por derrames sucesivos de lavas, consolidando definitivamente la región central del Nicaragua como tierra firme. Del fondo del mar, al sur de Nicaragua, surgió la península de Santa Elena en Guanacaste por donde sangró el magma formando rocas de peridotita y serpentina. El resto de Costa Rica comenzó a emerger como un archipiélago de islas volcánicas alargadas. Éstas se conectaron luego entre sí para formar el istmo tico-panameño, que terminó de consolidarse con el levantamiento de la cordillera de Talamanca. Nicaragua durante el eruptivo Terciario A lo largo del período Terciario Nicaragua sufrió varias etapas de vulcanismo en su región Central, mientras la región del Pacífico reposaba tranquilamente en el fondo del mar aledaño. Por lo menos se reconocen dos etapas volcánicas, separadas por un período de erosión. Durante la primera etapa llamada Formación Matagalpa, (Eoceno-Oligoceno: 55 a 25 millones de años atrás), se formaron los relieves inferiores de la región o meseta Central, que con el tiempo y la erosión suavizaron sus perfiles y rebajaron su altura. También existieron algunos valles o depresiones que alojaban pequeños lagos, (en Totogalpa y Olama), donde se depositaron sedimentos continentales. 37 ¿Porqué ocurren...? Posteriormente, durante el Mioceno (25-13 millones atrás), un renovado vulcanismo llamado Formación Coyol montó sobre las estructuras anteriores formando las más altas crestas montañosas en Jinotega, Matagalpa, Boaco y Chontales. Al finalizar el Terciario estos relieves fueron resquebrajados por numerosas fracturas, levantados en bloques que formaron empinadas mesetas de cumbres planas, coronadas con planchas de lava (Estelí, Sébaco, Estrada, Teustepe, Hato Grande, etc.). Gran parte de las formaciones volcánicas del Terciario están constituidas por efusiones de lava que en mantos horizontales superpuestos cubrieron extensas áreas, pero también se produjeron grandes explosiones. Éstas dejaron como huellas enormes calderas volcánicas, como las de Pantasma, La Cumplida, Cumaica, Santa Lucía, La Rejoya, Amerrique, etc., al lado de otras de menor diámetro. Las imágenes de radar de las calderas y centros volcánicos del Terciario, resaltan un hecho muy interesante: todos estos relieves están dispuestos en paralelo, formando arcos abiertos en abanico hacia el norte, confluyentes hacia el sur en el río San Juan, vértice terminal de la meseta volcánica terciaria. Esta disposición indica que la orientación de Nicaragua fue cambiando con el tiempo, mientras flotaba como parte del norte de Centroamérica, en relación con la dirección estable de la Fosa Mesoamericana. En la Fosa se hundía y derretía la Placa Cocos por debajo de la Placa Caribe, alimentando los bolsones eruptivos del antiguo vulcanismo terciario, tal como actualmente lo sigue haciendo debajo de los volcanes modernos del Pacífico. Surgimiento del Pacífico, de volcanes y lagos El Plio-pleistoceno, (los últimos dos millones de años), marca la transición entre el vulcanismo central del Terciario en proceso de agotamiento y la actual fase volcánica del Cuaternario que tuvo lugar en la región del Pacífico. Esta región emergió del mar dejando al descubierto una extensa pila de sedimentos cuyas rocas se pueden observar junto al actual litoral, en las bajas colinas que se extienden desde la bahía de Salinas, pasando por Ostional, San Juan del Sur, Brito, 38 Jaime Incer Barquero Escalante, Casares, Masachapa, hasta el balneario de El Tránsito. Una posterior transgresión o penetración marina, dejó sembrada de calizas madrepóricas una angosta faja en San Rafael del Sur, que hoy es motivo de explotación de cal. La incesante presión de la placa Cocos sobre el istmo, flexó o combó la llanura del Pacífico recién emergida y produjo a lo largo dos líneas de fracturación paralelas. La primera y más antigua corre al pie de la meseta Central, extendiéndose desde el golfo de Fonseca hasta el valle del río San Juan. Esta fractura dio lugar a conos y calderas cuyos restos son los cerros de Villa Nueva, Larreynaga, Totumbla, Ciguatepe, San Jacinto, Las Lajas, Cuisaltepe, incluyendo varios conos menores en los llanos de Chontales, hasta la caldera de Tambor Grande, junto al actual río San Juan. La segunda fractura corresponde a la alineación volcánica moderna, que se desarrolló desde Cosigüina hasta Ometepe, donde hoy se destacan los actuales volcanes cuaternarios del Pacífico. También forman parte levantada de esta fractura, las sierras de Mateare y de Managua. La llanura del Pacífico, combada y fracturada por ambos lados, se hundió en toda su longitud para formar la Depresión Nicaragüense o Graben Lacustre, el cual se extiende desde el golfo de Fonseca hasta la desembocadura del río San Juan. Esto aconteció hace un millón de años. El corredor hundido, donde la llanura actual no sobrepasa la altura de 75 metros sobre el nivel del mar, fue pronto invadido por las aguas para alojar en su fondo los lagos de Nicaragua, que entonces formaban una sola superficie. Algunos geólogos creen que esta masa lacustre originalmente tuvo conexión con el Pacífico, hacia el extremo del golfo de Fonseca; que luego los volcanes Maribios rellenaron y sepultaron con sus emisiones dicha conexión, obligando al lago original a desaguar en sentido opuesto, por el valle deprimido del río San Juan. Posteriormente, un levantamiento y falla transversa a la altura de los termales de Tipitapa levantó el bloque occidental, separando el lago de Managua del de Nicaragua con una diferencia altitudinal de 9 metros. El hundimiento tectónico del Graben Lacustre fue compensado por el levantamiento de las sierras de Managua y meseta de Los Pueblos, que actualmente se elevan entre 500 y 900 metros sobre el nivel de la depresión lacustre. 39 ¿Porqué ocurren...? Configuración actual de Nicaragua Debido a los varios procesos geodinámicos operados en Nicaragua, desde su emplazamiento en medio del istmo centroamericano, se puede resumir la fisiografía del país en los siguientes elementos por orden cronológico: a) El antiquísimo Núcleo Paleozoico-Mesozoico de rocas metamórficas e intrusivas en la región segoviana, que se extiende más allá de Bocay hasta el área minera de Siuna. b)La Meseta Central de origen volcánico terciario, fracturada, levantada y actualmente en proceso de erosión continental. c) La Llanura del Pacífico, conformada por sedimentos marinos emergidos a lo largo del litoral, en gran parte recubierta posteriormente por los productos del vulcanismo cuaternario reciente. d)La Depresión Lacustre, que alberga dos lagos y está flanqueada por fracturas donde están alineados volcanes originados durante el reciente Plioceno-Pleistoceno (transición del Terciario al Cuaternario). e) La extensa Llanura Aluvial del Caribe, cuya parte frontal es una terraza marina recién emergida que se extiende entre Puerto Cabezas y Waspán. Hacia el sur ha sido rellenada por aluvión cuaternario, procedente de las montañas centrales. La erosión continúa rebanándola hasta confundirla con el nivel del mar, previa formación litoral de deltas, lagunas y barreras costeras. 40 v ulcanismo y sismicidad en Nicaragua Mecanismos para la producción de sismos y erupciones Según lo expuesto anteriormente, el vulcanismo y la sismicidad que ocurren principalmente en la región del Pacífico de Nicaragua son el resultado de la presión de la placa Cocos sobre la placa Caribe y del continuo hundimiento o subsidencia de aquélla por debajo de ésta. La presión provoca tensiones en el frente de la placa Cocos, las cuales se descargan en forma de sismos que se originan a diferentes profundidades y con diversas intensidades. Por otra parte, el hundimiento o subducción de la placa Cocos inyecta materiales en forma permanente debajo de la placa Caribe, los que sobrecalentados a profundidad se funden para engrosar los magmas del manto. Estos materiales quedan sometidos a grandes presiones y temperaturas y se acumulan debajo del istmo centroamericano en bolsones incandescentes formando cámaras magmáticas, independientes unas de otras. Eventualmente el magma acumulado en una de esas cámaras, encuentra salida a través de fisuras o fracturas verticales que al alcanzar la superficie, produce una erupción volcánica. La lava es por tanto magma expulsado en forma líquida o viscosa mientras las cenizas, arenas y otras partículas que el volcán proyecta al aire, son salpicaduras de magma muy fragmentadas, enfriadas y solidificadas durante el proceso de expulsión. También contribuyen a la erupción los gases atrapados a presión en el magma, que escapan por los conductos volcánicos y son liberados al exterior a semejanza del líquido y las burbujas que surgen cuando se destapa una botella de champagne. 41 ¿Porqué ocurren...? Conformación de un volcán Cuando el magma erupta sobre la superficie terrestre los materiales expulsados se acumulan en torno al orificio de salida o cráter, formando un volcán, o recubren y refuerzan el cono preexistente. Por lo general la dimensión de un volcán depende del volumen de materiales que expulsa y la frecuencia de sus erupciones. En algunos ocasiones la fuerza eruptiva puede decapitar o demoler el volcán, como el caso del Cosigüina, o del gran cráter de Apoyo. En todos los casos, los volcanes sufren los efectos rebanadores de la erosión que actúa en forma continua sobre sus laderas inclinadas. Éstas, además de pendientes, están recubiertas por materiales fragmentados y sueltos, que las hacen susceptibles a repentinos deslaves o avalanchas, como el caso antiguo del Mombacho y el más reciente del Casita. Algunos conos volcánicos están constituidos principalmente por fragmentos sólidos, (cenizas, arenas, lapillis, guijarros, bombas, etc.), llamados piroclastos, (Cerro Negro, Motastepe, El Comalito). En otros predominan las coladas de lava, desde las más fluidas (volcán Masaya) que forman laderas muy tendidas, hasta las más viscosas (Chonco, Posintepe) que dan al cono la forma de domo. La gran mayoría de los volcanes nicaragüenses sin embargo, son estructuras compuestas donde se alternan flujos de lava solidificada con amontonamiento de piroclastos. Por otra parte, la explosividad de una erupción volcánica depende de la composición química del magma y del volumen de gases encerrados o atrapados en el mismo. Una veces originan lavas fluidas (tipo hawaiano) que se derraman tranquilamente sobre las laderas del volcán (Masaya). En otros casos predomina la proyección ruidosa de arenas y cenizas (tipo stromboliano) que alcanzan grandes alturas (Cerro Negro, Telica, Momotombo), a veces acompañada por flujos de lava. 42 Jaime Incer Barquero La violenta erupción del Cosigüina en 1835 es el único caso históricamente registrado en Nicaragua de una erupción tipo vesubiano o pliniano, producida por una súbita efervescencia del magma atrapado debajo del cono, liberado en forma tan violenta que decapitó la antigua cumbre del volcán y dejó abierto un ancho y profundo cráter. La alineación volcánica de Nicaragua Paralela a la costa del Pacífico de Nicaragua se localiza una alineación de estructuras volcánicas en dirección noroeste-sureste, la cual se extiende por unos 300 km desde el golfo de Fonseca hasta el lago de Nicaragua. Sobre esta línea se pueden contar unas 30 formaciones, entre las que figuran conos en diversos estados de desarrollo, calderas de hundimiento, cráteres-lagunas, conos adventicios, etc. En algunos casos se observan nuevas estructuras montadas sobre viejos edificios volcánicos, extintos o derruidos, como en el San Cristóbal, El Hoyo y Momotombo. Otras veces, una sucesión de cráteres indica el desplazamiento del foco eruptivo sobre la cresta volcánica (Telica y Masaya). La alineación volcánica de Nicaragua se inicia con el Cosigüina, en el extremo noroeste y termina con los dos volcanes de la isla de Ometepe en el sureste. Esta línea no es continua ni necesariamente recta. 43 ¿Porqué ocurren...? El Cosigüina se destaca como un cono aislado que forma parte mas bien de los cerros volcánicos del golfo de Fonseca, estando antiguamente ubicado en una isla que después quedó anexada como península al resto del territorio nicaragüense. Unos 60 km separan al Cosigüina de la sierra de Los Maribios, que comprende los volcanes Chonco, San Cristóbal, Casita, Telica, Santa Clara, Orota, Cerro Negro, Asososca, Pilas-El Hoyo y Momotombo. Este es considerado el segmento volcánico más activo y de mayor riesgo en el istmo centroamericano. Una serie de fallas transversales ocupan el siguiente sector, donde se localizan el lago Xolotlán y la ciudad de Managua, hasta Ticuantepe y Tipitapa. En este segmento la alineación volcánica experimenta una flexión hacia el sur, que arranca en la isla de Momotombito (de origen volcánico) y continúa en la península de Chiltepe y las lagunas de Managua. Estas fallas transversas son responsables de la deformación del contorno del lago Xolotlán, con bahías y penínsulas, además de la mayor vulnerabilidad sísmica de la capital. En efecto, a partir del Holoceno la flexión ha producido un fallamiento al oeste de la ciudad de Managua, donde surgieron pequeñas estructuras volcánicas que se encuentran encadenadas y orientadas con rumbo norte-sur (Apoyeque, Jiloá, cerros de Miraflores y Javier, laguna de Asososca, cono Motastepe y las hoyadas de Nejapa y Ticomo). Otra falla transversa a la alineación volcánica principal, intersecta el centro de Managua; ésta dio origen al volcancito de Tiscapa y fue causante del terremoto que sufrió la ciudad en 1972. Si bien la actividad volcánica en el área de Managua parece haber cesado, o se encuentra latente, la producción sísmica continua siendo un fenómeno frecuente en este segmento de la alineación. 44 Jaime Incer Barquero A partir del volcán Masaya, que ocupa el fondo de una más antigua y espaciosa caldera colapsada, la línea volcánica recupera su dirección original, a lo largo de la cual se localizan sucesivamente la caldera de Apoyo, el volcán Mombacho, la isla Zapatera y los volcanes Concepción y Maderas que formaron la isla de Ometepe. En este sector solamente los volcanes Masaya y Concepción han permanecido activos hasta el presente. La flexión de la alineación volcánica en el área de Managua corresponde posiblemente a un cambio de inclinación o buzamiento de la parte frontal de la placa Cocos, al subsidir debajo de la placa Caribe, afectando no sólo la alineación volcánica sino la forma del litoral del Pacífico. En efecto, al oeste de la ensenada de El Tamarindo (Puerto Sandino), el bloque leonés-chinandegano está desplazado hacia el noreste y se encuentra en proceso de hundimiento; tal se infiere por la penetración del mar que arremete sobre la costa formando varios esteros contiguos que se extienden hasta Cosigüina, península en rápido proceso de emersión. Al este de El Tamarindo, (en el litoral Managua-Carazo), sucede lo contrario: el mar en retirada ha alzado y descubierto amplias playas arenosas que forman un dilatado arco desde el balneario El Velero hasta la bahía de Astillero. El estudio de los múltiples focos sísmicos, su distancia y profundidad con relación a la fosa Mesoamericana, a la costa litoral y al alineamiento volcánico, puede arrojar mucha luz sobre la forma cómo la placa Cocos, está penetrando debajo del istmo y en especial de Nicaragua. Las erupciones volcánicas y sus riesgos En Nicaragua hay tres formas de riesgos que tienen que ver con la posición de los centros volcánicos, los tipos de erupción que producen y la posible erosión y pendiente en las laderas de los volcanes. El vulcanismo actual es un fenómeno concentrado en la región del Pacífico. El grado de afectación para una determinada localidad depende en parte de su vecindad al volcán. No solamente las áreas rurales alrededor del mismo, sino poblaciones de cierta consideración, son susceptibles a sufrir las consecuencias de una erupción cercana, la cual puede variar de leve e incómoda hasta catastrófica y fatal según su magnitud. 45 ¿Porqué ocurren...? Erupciones de baja y regular intensidad se presentan con frecuencia y han sido registradas a lo largo del período histórico reciente, aunque no se debe descartar la ocurrencia de verdaderas explosiones catastróficas en los próximos siglos o milenios. La única gran manifestación registrada históricamente fue la erupción del Cosigüina en 1835, que se produjo entonces en un lugar por suerte aislado y despoblado. Hay evidencias de otra igualmente violenta que sacudió al mismo volcán en tiempos prehistóricos y cuyo relicto es la llamada Cresta Montosa que asoma al oeste de la caldera actual. Por otra parte, la reanudación de la erupción que hace 4,000 años tuvo lugar en Chiltepe afectaría parcialmente la ciudad de Managua y la que formó el cráter de Apoyo hace 21,000 años sería una catástrofe de magnitud nacional si se llegara a reactivar. Desafortunadamente no hay forma de pronosticar este tipo de erupciones violentas y calcular su magnitud con suficiente antelación. En verdad, nunca se puede asegurar categóricamente que un volcán que se formó y apagó en el Cuaternario esté absolutamente extinto. Por las experiencias vulcanológicas registradas en los últimos 500 años se pueden inferir las siguientes posibilidades: 46 Jaime Incer Barquero Una fuerte erupción del San Cristóbal, un volcán potencialmente peligroso dada su dimensión, podría severamente afectar a las poblaciones de Chichigalpa, Corinto, El Realejo, Chinandega y El Viejo, sobre todo si emite las carbonizantes «nubes ardientes». El volcán Telica, por otro lado, representa una amenaza potencial para las poblaciones de León, Telica, Quezalguaque y Posoltega. Las frecuentes erupciones del pequeño Cerro Negro han hecho llover piroclastos acarreados por el viento en dirección a León y Corinto. Una fuerte erupción del volcán El Hoyo o de su vecino Momotombo afectaría las poblaciones de Malpaisillo, La Paz Centro y Nagarote. Lo mismo sucedería con los habitantes de la isla de Ometepe, San Jorge y Rivas si eruptara violentamente el Concepción. 47 ¿Porqué ocurren...? Desde el punto de vista de los flujos volcánicos, los estudios geológicos en las vecindades señalan la posibilidad que lavas del San Cristóbal puedan proyectarse radialmente a varios kilómetros del volcán y llegar incluso hasta el Estero Real por el norte y la bahía de Corinto por el sur. Asimismo, las emitidas por el Telica podrían alcanzar la población del mismo nombre; y lavas del Momotombo pueden llegar a sepultar las instalaciones del proyecto geotérmico ubicado a sus pies. Las futuras coladas de lava del volcán Masaya, si logran salir de la caldera como sucedió en 1772, pueden alcanzar Veracruz, Cofradías, Sabana Grande, destruir el aeropuerto internacional y llegar hasta el borde del mismo lago de Managua. Las lavas futuras del Concepción son capaces de calcinar las poblaciones de Ometepe situadas en su contorno. No obstante estas amenazas, la emisión de lavas es un proceso tan lento que permitiría la evacuación anticipada de los pobladores que se encuentren en su trayectoria. Otro efecto direccional de una erupción es el rumbo que siguen los productos que los volcanes emiten hacia la atmósfera. Normalmente en Nicaragua los vientos soplan de este a oeste, de modo que las zonas afectadas por la caída del polvo volcánico, o la invasión de gases, son las ubicadas comúnmente al oeste-suroeste del volcán emisor. Un caso relevante son los gases que salen del volcán Masaya, los cuales mezclados con vapor de agua forman un rocío ácido que marchita las plantas en el llano de Pacaya y corroe las estructuras metálicas en las alturas de Casa Colorada y bajuras de San Rafael del Sur y Masachapa, lugares hacia donde los vientos normalmente dirigen las emisiones del volcán. Avalanchas y aluviones 48 No es necesario que un volcán se encuentre activo para producir destrucción. Bastaría que un fuerte sismo provoque el deslizamiento y derrumbe de los materiales que recubren sus laderas inclinadas, materiales que por lo general están depositados en pendientes muy inestables; o que los suelos que los recubren sean fácilmente saturables tras una intensa lluvia, lo cual facilitaría su rodamiento laderas abajo. Jaime Incer Barquero El primer caso ocurrió en 1570 cuando la ladera sur del volcán Mombacho cedió bajo el tremor de un fuerte sismo, rompiéndose por ese lado las paredes del antiguo cráter, que contenía una laguna. Una avalancha rodó pendiente abajo arrasando con un pueblo indígena de 400 habitantes al pie del volcán, el cual quedó sepultado bajo un alud de agua, rocas y lodo. Viva está la tragedia de la gran avalancha que bajó por la ladera sur del volcán Casita, a finales de octubre de 1998, desatada por las intensas lluvias del huracán Mitch, la cual sepultó a unas 2,500 personas que habitaban en el área. Ciertamente el avance de la agricultura sobre las laderas de los volcanes, así como la deforestación extensiva que se lleva a cabo en las pendientes, aceleran la posibilidad de que ocurran estos catastróficos deslizamientos en un futuro cercano. Un fenómeno parecido sucedió en octubre de 1876 cuando un aluvión procedente de las Sierras de Managua descendió sobre la capital durante un fuerte temporal y destruyó los barrios de San Antonio y San Sebastián. El valle de Managua, en efecto, se encuentra al pie del abanico aluvial de las Sierras, el que ha descargado aluviones que bajan en dirección al lago desde los tiempos en que fueron impresas y sepultadas las huellas de Acahualinca hace varios miles de años. Aún cuando la ciudad se encuentra ahora drenada por un sistema de cauces revestidos que descargan excedentes de agua hacia el lago, la progresiva deforestación en el piemonte de las Sierras, es un preludio de futuros aluviones de magnitud suficiente para desbordarlos y provocar serios daños a la ciudad. Igual podría acontecer con las poblaciones ubicadas entre León y Chinandega que se encuentran a menos de 20 kilómetros de la sierra volcánica de Los Maribios. Mayor posibilidad de un desastre de este tipo lo corren las poblaciones y comunidades de Ometepe, isla dominada por dos altivos volcanes de laderas muy pendientes. Un peligro potencial, que parece inminente, se encuentra en las erosionadas laderas del Concepción, recubiertas por capas inestables de piroclastos lanzados por el volcán en recientes erupciones. El deslizamiento de estos materiales, por sismos o lluvias, representa una seria amenaza a los pueblos ubicados al sur del volcán. 49 ¿Porqué ocurren...? Temblores y terremotos En Nicaragua se suele hablar de temblores y terremotos como si fueran dos fenómenos distintos. Se señala a los primeros como de leve intensidad, de esos que provocan sustos pasajeros entre la población, y se califica a los segundos, como movimientos fuertes, capaces de producir severos daños en las propiedades y hasta en la vida de las personas. Sin embargo, ambos movimientos obedecen a las mismas causas. Su intensidad o magnitud es objeto de una gradación, que va de esos pocos sensibles, que son los más frecuentes, a los verdaderamente destructivos que se producen en más distantes ocasiones. Es preferible, por tanto, usar el término de «sismos» para todos estos movimientos súbitos de la corteza terrestre, sin diferenciar su magnitud, causa o efecto. Un sismo es originado por la liberación repentina de energía acumulada entre las capas de la corteza terrestre, a consecuencia de tensiones acumuladas en ellas en determinados lapsos de tiempo. Los sismos llamados tectónicos obedecen a la continua presión que la placa Cocos ejerce sobre la parte frontal (región del Pacífico) del istmo centroamericano. Tienen su origen a lo largo de la Fosa Mesoamericana que demarca la línea de subducción de la placa Cocos debajo de la Caribe. También pueden presentarse tierra adentro, a lo largo de fallas paralelas o transversas, las que también están sometidas a los mismos esfuerzos de tensión. Un segundo tipo de sismos se produce junto a los volcanes, como resultado de la presión ejercida por el magma y los gases que encierra, que pugnan por escapar por el orificio volcánico. Estos sismos son de menor intensidad, se encuentran mayormente restrictos a la vecindad de los volcanes y es común que ocurran en enjambres. Están asociados a la producción de manifestaciones eruptivas a las que por lo general preceden. Un 75% de los sismos detectados en Nicaragua en 1997 fueron de origen tectónico, el resto volcánico. Origen de los sismos y propagación de sus ondas Un sismo se origina en un punto interior de la corteza terrestre. Se produce a causa de una ruptura repentina del equilibrio aparente en que se encuentran los mantos rocosos subterráneos. Estos ceden, fracturándose y originando una serie de vibraciones que irradian desde el punto donde se inicia la perturbación, llamado hipocentro o foco del sismo. A partir de este punto las vibraciones se propagan en diversas direcciones originando el movimiento sísmico, cuya intensidad disminuye a medida que se alejan del foco perturbador. 50 Jaime Incer Barquero La vibración sísmica se desplaza por medio de ondas sobre la superficie de la Tierra. Éstas se debilitan con la distancia, al igual que las ondas que se forman cuando se lanza una piedra a un estanque, para luego suavizarse y desaparecer a cierta distancia del punto de impacto. El movimiento sísmico se siente con mayor intensidad en el epicentro, primer punto de la superficie terrestre en ser alcanzado por la onda sísmica, por encontrarse directamente encima del hipocentro. Además de las ondas que se propagan en su superficie a partir del epicentro, viajan por el interior de la Tierra ondas longitudinales y transversales. Las primeras cambian el volumen pero no la forma de las rocas, dilatándolas o comprimiéndolas. Las segundas cambian la forma pero no el volumen de las mismas, distorsionándolas. Las ondas longitudinales se propagan con mayor rapidez en el interior de la Tierra, mientras que las transversales lo hacen más lentamente dentro de la misma. Las superficiales son las más lentas de las tres, pero las más destructivas. Las diferencias en la velocidad de propagación de las ondas sísmicas, una vez registradas por los sismógrafos, permiten estimar el grado o intensidad del sismo. Con tres sismógrafos distribuidos en varios lugares del planeta es posible precisar el epicentro, punto de la superficie terrestre donde la sacudida fue la más fuerte y a partir del cual se propagaron las ondas superficiales, decreciendo con la distancia. Los sismógrafos «no prevén» la producción de un sismo, pero permiten establecer la distancia, la dirección del foco perturbador y determinar con qué intensidad se presentó el movimiento sísmico. Intensidad de los terremotos La escala de Richter mide la intensidad de los sismos en grados que varían desde 1.0 para los más débiles, hasta 8.5 para los más violentos. El terremoto de Managua de diciembre de 1972 tuvo una intensidad de 5.6 grados en esta escala. 51 ¿Porqué ocurren...? Por otra parte, la escala Mercalli mide según el daño causado a las estructuras y las alteraciones observadas en el terreno. Comprende 12 grados, descritos a continuación: 1. Insensible, salvo por algunas pocas personas en condiciones especiales favorables. 2. Sentido por pocas personas en reposo, especialmente en los pisos superiores, con ligera oscilación de objetos suspendidos 3. Sentido en el interior de los edificios, especialmente en los pisos superiores, reconocido como un simple «temblor». La vibración es como de un pesado camión pasando por la calle y su duración puede estimarse en pocos segundos. 4. Sentido por muchos, si se produce en el día. Por la noche, algunos despiertan. Vajillas, puertas y persianas «traquetean», las paredes crujen. Se siente como si un pesado camión se estrellase contra la casa. Los vehículos estacionados se mecen. 5. Sentido por casi todos, los dormidos despiertan. Vajillas y ventanas se estremecen; algunos objetos se vuelcan; agriétase el repello de las paredes. Postes y objetos verticales se inclinan, los péndulos suelen detenerse. 52 Jaime Incer Barquero 6.Sentido por todos: muchos corren hacia afuera. Los muebles pesados se desplazan. Cae el repello de las paredes, muros y torres se «cuartean». Daños pequeños. 7. Todo el mundo a la calle. Casas viejas, mal diseñadas, o construidas de adobe y taquezal colapsan, techos de teja se desploman. Resisten algunas casas, pero con daños de consideración. Daños secundarios en edificios de buen diseño y construcción. Lo sienten personas manejando. 8. Daños leves en estructuras especialmente diseñadas, considerables en construcciones corrientes y totales en casas mal construidas. Caen torres, columnas, monumentos, paredes, postes. Los paneles se salen de sus marcos: muebles pesados (roperos) se vuelcan. Las refrigeradoras se abren y expulsan su contenido. Cambia el nivel en los pozos. Las personas manejando pierden el control del vehículo. 9. Daños considerables aun en estructuras especialmente diseñadas. Algunos edificios se desplazan; desplome y destrucción generalizada en construcciones corrientes. Se rompen las cañerías, se raja el terreno y el pavimento. 53 ¿Porqué ocurren...? 10Algunas estructuras bien construidas se destruyen, al igual que edificios de cemento con sus bases. El terreno está surcado por muchas grietas, la línea férrea se tuerce. Hay derrumbes fuertes en paredones y cortes. El agua de los ríos salpica las riberas. 11No queda ninguna estructura en pie, salvo pocos edificios bien construidos. Los puentes se destruyen. Anchos zanjones en el terreno. Notables derrumbes y apilamiento de tierra. Los rieles se sueltan. 12Destrucción total. Objetos saltan al aire. Las ondas sísmicas se observan sobre la superficie. Líneas de vista y niveles distorsionados. A juzgar por la escala de Mercalli, el terremoto de Managua fue de 7.5 en 1931 y de 9.0 en 1972. Zonas sísmicas de Nicaragua Según la profundidad de foco sísmico (hipocentro) los sismos se clasifican en superficiales, intermedios y profundos. Los primeros ocurren a menos de 40 km de profundidad. En Nicaragua son frecuentes debajo y a lo largo de la cadena volcánica y del piso oceánico de la placa Cocos, antes que ésta se sumerja en el frente de subducción. También se registran ocasionalmente algunos raros sismos superficiales en el interior del país, (Dipilto, Somoto, Jinotega, etc.). 54 Jaime Incer Barquero Los sismos intermedios se producen entre 40 y 100 km de profundidad y se localizan en la propia zona de subducción, donde la placa Cocos se inclina para hundirse bajo el istmo centroamericano. Sus epicentros están sobre la plataforma submarina adyacente a la costa del Pacífico. Finalmente, los sismos profundos tienen sus focos entre 100 y 250 km y sus epicentros se encuentran en la franja costera, incluso directamente debajo de las ciudades del Pacífico. Es conveniente aclarar que la magnitud de un sismo, tal como se siente en la superficie de la Tierra, depende no sólo de la intensidad de la energía desatada en el foco perturbador, sino también de la profundidad del mismo. Un intenso sismo a gran profundidad puede producir menos daño que uno de moderada intensidad pero a escasa hondura. El terremoto de Managua, en 1972, causó severos destrozos, pues no obstante ser de baja intensidad su foco estuvo apenas a 5 km debajo de la ciudad. Vulnerabilidad sísmica de la región del Pacífico La historia geológica de Nicaragua confirma el hecho de una mayor vulnerabilidad sísmica en la región del Pacífico con relación al resto del país, tanto por encontrarse ésta en la franja ístmica más próxima a la zona de subducción, como por estar sembrada de volcanes activos. La zona de Managua es especialmente vulnerable a los movimientos sísmicos, tal como lo confirmaron los dos terremotos que ocurrieron en la ciudad en el siglo XX, considerados entre los más intensos registrados desde el tiempo de la conquista. Desdichadamente, el registro de estos eventos es muy reciente para permitir comparaciones, ya que apenas se tienen incompletas memorias de otros eventos similares, de posible 55 ¿Porqué ocurren...? igual magnitud, ocurridos en otras localidades de la región del Pacífico en los siglos recién pasados. El terremoto de Managua de 1972 promovió una serie de estudios que revelaron la presencia de numerosas fallas transversales, orientadas de noreste a suroeste, las cuales atraviesan el valle de Managua. Entre ellas figuran las de Nejapa, Estadio, Tiscapa, Escuela, Centroamérica, Chico Pelón, Aeropuerto, y un poco más al este Ticuantepe y Cofradías. Por otro lado, la dirección de las Sierras de Managua, que corre perpendicular a las anteriores, demuestra la flexión del eje volcánico nicaragüense en este sector del Pacífico. Este eje es paralelo al frente de subducción y demarca el límite sur de la gran depresión lacustre, la cual obviamente se ha venido hundiendo en contraposición al alzamiento de las Sierras. Esta configuración geológica regional ha acentuado la producción de frecuentes sismos en la zona de Managua en el último millón de años. La ciudad capital, por lo tanto, no se encuentra necesariamente «en un lecho de rosas» y tendrá que esperar más sismos en las próximas centurias de la misma magnitud que los ocurridos en el siglo XX. No existe manera de pronosticar un sismo con suficiente antelación. Su súbita e inesperada ocurrencia no deja tiempo para tomar medidas que eviten daños materiales y personales. No obstante lo dicho, es necesario tomar precauciones en aquellos lugares donde la producción de los mismos es frecuentemente sentida, en especial en toda la región del Pacífico. 56 F enómenos climatológicos en Nicaragua La posición latitudinal de Nicaragua El movimiento anual del sol del Trópico de Cáncer al de Capricornio y viceversa expone a la Zona Tropical al ardiente efecto de sus rayos, tanto más calientes cuanto más verticales caen sobre territorios, mares y atmósfera. Por la misma razón, la temperatura se incrementa en la medida que el sol se acerca al meridiano o culmina en el cenit (punto más alto del firmamento) de cada localidad al momento del mediodía. El desplazamiento anual de la posición del sol en el firmamento es un fenómeno aparente, reflejo del verdadero movimiento de la Tierra alrededor del sol en el espacio. Por lo general está referido a cuatro momentos o posiciones, que coinciden con el inicio de las estaciones climáticas tradicionales en la llamada Zona Templada del hemisferio norte. En efecto, en el Equinoccio de Primavera (21 de Marzo) el sol cruza el Ecuador rumbo al hemisferio norte. Alcanza el Trópico de Cáncer en el Solsticio de Verano (21 de Junio). Posteriormente, en el Equinoccio de Otoño (22 de Septiembre) vuelve a cruzar el Ecuador, rumbo al hemisferio sur, hasta llegar al Trópico de Capricornio (22 de Diciembre) durante el Solsticio de Invierno. A partir de esta posición y fecha invierte el rumbo y se repite el ciclo. 57 ¿Porqué ocurren...? Todo este cambio que origina las cuatro estaciones se debe a que el eje de rotación diurna de la Tierra (dirección norte-sur) está inclinado unos 23 grados con relación a la perpendicular de la órbita que nuestro planeta describe anualmente alrededor del sol. En marzo y septiembre, la posición del sol coincide con la del Ecuador terrestre; en junio se proyecta sobre el trópico de Cáncer y en diciembre sobre el de Capricornio. Esta orientación de la posición anual del sol en relación con el eje de la Tierra explica por qué en los equinoccios, la duración del día, (o tiempo de permanencia del sol sobre el horizonte), es exactamente igual (12 horas) a la duración de la noche en todas las latitudes del mundo. También explica por qué en los solsticios el día es más largo que la noche, (junio en el hemisferio norte y diciembre en el sur, y viceversa). Esta diferencia de duración entre noche y día depende de la latitud del lugar. En Managua, por estar en la latitud 12º, la diferencia o desigualdad alcanza a lo máximo unos 45 minutos. La posición latitudinal de Managua se ubica a medio camino entre el Ecuador y el Trópico de Cáncer. Debido a la baja latitud en que se encuentra Nicaragua, la duración del día solar en el país no es tan dramática a lo largo del año, ni influye tanto en los cambios de temperatura del ciclo anual, como suele suceder en las latitudes templadas de ambos hemisferios. En todo caso, la verticalidad meridiana de los rayos solares, que en Nicaragua alcanza su máximo valor en abril y agosto, es más importante que el tiempo que el sol permanece sobre el horizonte en nuestro país. En efecto, dos veces al año, en la tercera semana de abril y de agosto, el sol culmina en el cenit de Nicaragua, de modo que los habitantes pisan su propia sombra al momento del mediodía. La temperatura meridiana alcanza su máximo valor, el cual se mantiene por las siguientes semanas, provocando mucho calor y evaporación, condiciones que preludian la llegada del invierno en mayo y el recrudecimiento de las lluvias pasado el veranillo de agosto. 58 Jaime Incer Barquero Calor solar y su efecto sobre las masas de agua La evaporación de agua provocada por el calentamiento solar en áreas como los lagos y mares tropicales carga y satura de humedad la atmósfera, formando una banda latitudinal llamada Zona de Convergencia Intertropical (ITZ), la cual se desplaza de un trópico al otro siguiendo el curso anual del sol. La ITZ es responsable de la estación lluviosa que se establece sobre Centroamérica en mayo, cuando cesan los vientos alisios del verano, luego del primer paso cenital del sol. Las lluvias continúan hasta finales de octubre, alimentadas por el desarrollo de tormentas tropicales y huracanes. En los siguientes tres meses el alejamiento cenital del sol, internado en el hemisferio sur, promueve un descenso de temperatura, al que también contribuye el regreso de los refrescantes vientos alisios que imponen las condiciones de la estación seca. Dicho sea de paso, los mares tropicales son buenos para absorber y retener calor. En el caso de Nicaragua, los océanos vecinos acumulan calor y alcanzan sus máximas temperaturas entre julio y octubre, efecto que promueve la ocurrencia de fenómenos interesantes que se presentan en ese lapso, que van desde el desarrollo de huracanes en el mar Caribe hasta el desove masivo de tortugas en algunas playas del Pacífico. Sin embargo, los efectos más evidentes del calentamiento solar en las regiones tropicales son la producción de lluvias y de vientos, cuya presencia y régimen imponen las condiciones principales que caracterizan al clima en estas latitudes. Producción de las lluvias La lluvia se origina cuando una masa de aire, dilatada por el calor y saturada de la humedad evaporada por el sol, se enfría. En esas condiciones la masa de aire reduce su volumen y condensa en forma líquida todo el agua que es incapaz de retener. Lo mismo sucede con un paño seco, capaz de absorber humedad hasta quedar completamente mojado; pero una vez saturado de agua bastaría sólo comprimirlo para que destile el líquido en exceso. Por tanto, una nube saturada de humedad y luego comprimida por enfriamiento, descarga el exceso de agua en forma de lluvia. El fenómeno concatenado de calentamiento solar, evaporación, condensación de humedad, formación de nubes, enfriamiento y precipitación de la lluvia puede ser observado en el transcurso de cualquier día típico de invierno, tras una mañana 59 ¿Porqué ocurren...? cálida, una tarde nublada y una noche lluviosa. Por lo general, la lluvia del día anterior alimenta de humedad al ciclo del siguiente día. Las aguas evaporadas en el mar Caribe, de donde proceden normalmente los vientos, contribuyen en mayor abundancia a las precipitaciones sobre el istmo centroamericano. Sin embargo, en ciertas épocas de la estación lluviosa, soplan vientos contrarios, por escasos días («viento sur») que acarrean humedad del océano Pacífico y originan los llamados «temporales» que mojan especialmente esta región del istmo en forma persistente. Tal situación también se presenta con las perturbaciones ciclónicas en la vecindad del mar Caribe, las cuales «chupan» humedad del océano opuesto acarreada por los vientos contrarios. Frecuente en el mantenimiento y recrudecimiento de las condiciones lluviosas, es el paso de las llamadas Ondas Tropicales procedentes del Caribe. Estas ondas se desplazan en forma consecutiva de este a oeste. Atraviesan el istmo centroamericano provocando días lluviosos, alternados con días sin lluvia. En nuestra latitud la estación lluviosa persiste con sus altibajos hasta el arribo de noviembre y diciembre, cuando los rayos solares inciden más oblicuamente, son menos calurosos y evaporantes. En tales meses comienza a soplar el Alisio del Noreste, viento que disipa todo remanente de humedad en la atmósfera sobre el istmo y propicia el establecimiento de la estación seca. Distribución de las lluvias La cantidad de lluvia que cae en un determinado lugar es su precipitación pluvial. Ésta puede ser medida por día, por mes o por año, independiente de la extensión de la superficie que la recibe. En un día de lluvia, una pana de agua ubicada en un lugar despejado en la península de Chiltepe, para citar un ejemplo, acumula directamente del cielo el mismo espesor de agua (medido en pulgadas o milímetros precipitados) que el recogido por un pequeño pluviómetro ubicado en ese lugar, o por la superficie del vecino lago de Managua. Existe una amplia variación de la precipitación pluvial anual a lo ancho de Nicaragua. Por lo general, los lugares en la Costa Atlántica son más lluviosos que 60 Jaime Incer Barquero los situados en la región del Pacífico. La variación puede alcanzar los 5,000 mm anuales (San Juan del Norte) y decrecer a menos de 1,000 mm, (llanos al norte del lago de Managua y zonas próximas a la costa del Pacífico), como promedios. Además del factor anterior decreciente, también se presentan variaciones de temperatura según la altura sobre el nivel del mar y la orientación orográfica: las montañas alrededor de Matagalpa y Jinotega, por ejemplo, son más lluviosas (2,000 mm) que los secos llanos del vecino valle del Sébaco (1,200). De hecho, las altas cumbres condensan más humedad, por lo que están casi siempre envueltas en neblinas. El otro ejemplo: la vertiente caribe de la cordillera de Amerrique, (de lado de La Libertad y Santo Domingo de Chontales), es mucho más húmeda (2,000 mm) que la vertiente lacustre donde se encuentra el valle de Juigalpa (1,300 mm). En este caso la cordillera «hace sombra» a las lluvias que proceden del Caribe. Existen otros lugares afectados por «la sombra de lluvia», como los llanos translacustres que se encuentran al pie y oeste de las montañas centrales de Nicaragua. (Somotillo, Limay, San Francisco Libre, Las Maderas, Sébaco, Teustepe, etc.). Contrario a lo expuesto en el párrafo anterior, los anchos valles fluviales son como corredores naturales que permiten que la humedad procedente del Caribe «se cuele» o penetre tierra adentro, siendo el caso más evidente el río San Juan. Este valle encajona masas húmedas caribeñas hacia el lago de Nicaragua, que a su vez las refuerza y descarga sobre las bajuras de Rivas y Guanacaste, tal como se puede observar en la húmeda localidad fronteriza de Peñas Blancas. Por la misma causa anterior, durante el verano, los vientos alisios caribeños que pasan por este corredor invaden el istmo de Rivas y soplan con gran fuerza sobre las aguas aledañas del Pacífico, fenómeno reconocido por los primeros navegantes españoles que espumaron dichas aguas, habiéndolos bautizado con el nombre de «vientos papagayos». Dicho sea de paso, la distribución de la vegetación, con sus diversas asociaciones y especies, es bastante indicativa de la magnitud de la pluviosidad anual en el lugar donde estas crecen. Fenómenos de El Niño y La Niña En los últimos tiempos se han acentuado las variaciones entre los niveles de pluviosidad, alternándose años de extrema sequía con otros de excesiva lluvia, de tal manera que el comportamiento del invierno se ha vuelto errático y casi 61 ¿Porqué ocurren...? impronosticable. Así lo comentan los viejos campesinos, añorando las lluvias de las décadas pasadas cuando caían en forma más regular y espaciada sobre el territorio. Estas discrepancias, a las que también contribuyen causas locales, se deben a la presencia del reconocido fenómeno llamado El Niño. Este se produce en ciertos 62 Jaime Incer Barquero años cuando las aguas del vasto océano Pacífico, a lo largo de la latitud del Perú, normalmente menos cálidas, (por efecto de la fría corriente marina de Humboldt), sufren de un repentino aumento de temperatura. El fenómeno afecta no sólo el clima de la región sino también la climatología planetaria. Por influencia de El Niño, que suele durar de 15 a 20 meses, aumentan la evaporación y la lluvia mar adentro del Pacífico, produciéndose al mismo tiempo una prolongada sequía en las costas vecinas. Tal sucedió durante la estación climática 1997-1998 cuando el invierno y el verano fueron extremadamente secos en el istmo centroamericano, con pérdida de cosechas y muchos incendios forestales. A mediados de 1998, sin embargo, se presentó el fenómeno enteramente opuesto: La Niña, trayendo copiosas lluvias y fuertes perturbaciones en la zona de Centroamérica y el Caribe, figurando entre éstas el huracán Mitch de triste recordación para Honduras y Nicaragua. Tormentas tropicales y huracanes Como se mencionó anteriormente, entre los meses de julio y octubre, las aguas de los mares en la Zona Tropical Norte, alcanzan su máxima temperatura anual y se convierten en activas fuentes de evaporación y condensación de la humedad. En un momento y lugar dados, en la banda comprendida entre los 10o y 25o de Latitud Norte, (en el Atlántico, al oeste del África sahariana; en el Caribe, al occidente de las Antillas; en el Pacífico, al oeste de México), se desarrolla una perturbación ciclónica, a manera de un remolino de nubes saturadas de humedad, el cual animado por fuertes vientos circulares comienza a desplazarse hacia el oeste. En la medida que la perturbación se mantiene sobre el mar y se nutre de la evaporación de sus aguas, aumenta de tamaño, de velocidad y peligrosidad, dando origen a una tormenta tropical o a un huracán. En el primer caso la velocidad de los vientos arremolinados varía entre 85 y 118 km por hora; en los segundos, entre 118 y 300 km. 63 ¿Porqué ocurren...? El huracán Joan, que asoló Bluefields y Corn Island en octubre de 1988, presentó vientos de 220 km por hora. Fue un caso excepcional por la baja latitud (12o Norte) que recorrió en su trayecto. Normalmente, el corredor de huracanes tiene su límite sur arriba de la latitud 15o, que corresponde a la costa norte de Honduras, Belice y Yucatán. Aún así los huracanes marginales impactan con más frecuencia al norte de Barra de Río Grande (especialmente entre Puerto Cabezas y el cabo Gracias a Dios), que en la costa situada más al sur. Cuando las perturbaciones ciclónicas tocan tierra, se corta el suplemento de evaporación, debilitándose el fenómeno hasta terminar disipándose. Igual sucede cuando la trayectoria del huracán se interna en el océano Atlántico Norte, donde las aguas marinas son menos cálidas y no pueden mantener activo su desarrollo. Siendo el istmo centroamericano una faja muy angosta entre dos mares, es común que una perturbación ciclónica originada en el Caribe atraviese su territorio y continúe aguas adentro del Pacífico, en cuyo caso recobra fuerza mientras más se aleja de nuestras costas. Los huracanes que se originan en el Pacífico, al oeste de México, también se desplazan mar adentro, afectando poco al istmo centroamericano. No obstante, aquellos que se desarrollan frente a las costas de Tehuantepec son capaces de producir continuas lluvias en el norte de Centroamérica, por quedar esta región dentro de su radio de influencia. Magnitud y efectos de los huracanes La intensidad y efectos de un huracán se miden según la escala Saffir-Simpson, propuesta en los años 70 por dos especialistas del Centro Nacional de Huracanes de los Estados Unidos. La escala tiene cinco categorías: Categoría 1.- Daños Mínimos. Vientos de 118 a 152 km/h. Algunos objetos mal sujetados y plantas mal enraizadas se vuelcan, techos endebles se desprenden, destrucción parcial de algunos letreros mal suspendidos. Caminos costeros inundados. Marejadas de 1.32 a 1.65 metros sobre lo normal. 64 Categoría 2.- Daños Moderados. Vientos de 153 a 178 km/h. Algunos árboles débiles derribados. Daños a casas móviles en áreas expuestas. Extensos daños a letreros y anuncios. Destrucción parcial de algunos techos, puertas y ventanas. Daños considerables en muelles y atracaderos. Marejadas de 1.98 a 2.64 m. Evacuar habitantes de terrenos bajos y áreas próximas a las costas que enfrentan el huracán. Jaime Incer Barquero Categoría 3.- Daños Extensos. Vientos de 179 a 209 km/h. Grandes árboles son derribados. Anuncios y letreros livianos vuelan por el aire. Daños a estructuras de edificios pequeños. Casas móviles destruidas. Marejadas de 2.97 a 3.96 metros inundan extensas áreas costeras dañando grandes estructuras cerca de la costa por el embate de las olas y escombros flotantes. Los terrenos costeros llanos son inundados hasta 13 km tierra adentro. Evacuación total de los habitantes que viven junto a la costa. Categoría 4.- Daños Extremos. Vientos de 211 a 250 km/h. Arboles totalmente arrasados por el viento; anuncios y letreros arrancados. Colapso de techos y casas pequeñas arrasadas. Marejadas de 4.29 a 5.94 m. Evacuación de habitantes dentro de un área de 500 metros de la costa y de terrenos bajos hasta 3 km de la misma. Categoría 5.- Daños Catastróficos. Vientos mayores de 250 km. Grandes árboles arrasados y arrastrados por el viento, arrancados de raíz. Muchos objetos vuelan por el aire provocando enormes riesgos. Colapso total de techos y de algunas paredes en residencias pequeñas. Daños de consideración a los techos de los edificios. Marejadas de 6 m. Evacuación masiva de habitantes dentro de un área de 500 metros de la costa y de lugares bajos hasta 3 km tierra adentro. 65 ¿Porqué ocurren...? El huracán Joan en 1988 golpeó frontalmente a Corn Island y Bluefields, causando grandes daños entre la población en esos lugares. Decapitó árboles en los bosques aledaños; hinchó las aguas del río Escondido que inundaron totalmente el puerto de Rama. El huracán Mitch, diez años después, no tocó las costas de Nicaragua, pero se estacionó por varios días sobre territorio hondureño, descargando un verdadero diluvio con pérdidas de vida, derrumbe de cerros y extensos daños a las propiedades e infraestructuras del norte y oeste de Nicaragua. Régimen de los vientos Los vientos que soplan regularmente durante el invierno traen humedad de los océanos vecinos que se descarga en lluvias. Estos vientos mas bien moderados son llamados Monzones que por lo general soplan del este-sureste y ocasionalmente del suroeste. Durante el verano soplan los vientos Alisios, procedentes del noreste. Contrariamente a los anteriores son más veloces y secos. Imponen las condiciones de cielos despejados y fuerte ventilación que caracteriza la estación del verano, secando el terreno, levantando polvaredas, marchitando las hierbas, haciendo florecer los árboles, etc. Los alisios se originan en la zona llamada Anticiclón del Atlántico situada al noreste de las Antillas. Son especialmente fuertes entre enero y marzo, los meses más secos del año. Dejan de soplar poco antes del inicio de la estación lluviosa, cuando se establece sobre el istmo la Zona de Convergencia Intertropical (ITZ) que anula sus efectos. En los meses de enero y febrero, cuando en Norteamérica imperan las mínimas temperaturas, bajan hacia las Antillas y Centroamérica los frentes fríos conocidos como «Nortes». En los pocos días que dura su influencia, las temperaturas en estas latitudes alcanzan sus valores anuales mínimos. La ciudad de Managua, en una madrugada de enero, puede experimentar temperaturas hasta de 19º Centígrados. En las cumbres de las altas montañas, (Kilambé, Peñas Blancas, Saslaya), la temperatura baja hasta 6º C., suficiente para depositar escarcha en las hojas de sus nebliselvas. 66 Jaime Incer Barquero Durante los Nortes reinan cielos muy despejados y vientos refrescantes en el Pacífico. Las olas de los lagos están muy agitadas. Si hay algún remanente de humedad atmosférica se pueden producir ligeras lloviznas, llamadas popularmente «cabañuelas». En la Costa Atlántica, donde los Nortes son más sentidos, suelen precipitarse chaparrones en pleno verano y el viento se agita de tal modo que la navegación costa afuera se torna peligrosa. Un fenómeno más reducido y de carácter local es la producción de un tornado, una columna helicoidal de aire caliente arremolinado en forma de manga o tromba. Esta se origina sobre tierras planas caldeadas y aguas sobrecalentadas, elevando por el aire cuanto objeto se encuentre a su paso que no esté fuertemente fijado al terreno. Son comunes en las llanuras despejadas de Occidente en los días muy calurosos, así como también pueden desatarse en el invierno como preludio de un chubasco. Vulnerabilidad de Nicaragua a los fenómenos climáticos Nicaragua siempre ha estado expuesta a los fenómenos climáticos, cuyos efectos extremos (lluvias, inundaciones, derrumbes, etc.), han tenido últimamente consecuencias desastrosas, tanto económicas como sociales y ambientales, entre la población, afectando, atrasando y encareciendo además su desarrollo. Estos desastres naturales se incrementan, no porque físicamente sean más intensos ahora que antes, sino que su frecuencia parece ser mayor en el presente debido a los cambios climáticos que está experimentando el planeta y porque, adicionalmente, no ha existido un proceso sistemático de ordenamiento en las actividades territoriales ante el incremento desbordante de una población cada vez más necesitada y empobrecida. En el ámbito mundial, las presentes alteraciones climáticas son mayormente inducidas por la emisión artificial de CO2 (bióxido de carbono), cuya proporción ha venido incrementándose en la atmósfera y modificando la relación entre los gases que la componen. Esto impide la libre irradiación del calor solar al espacio, cuyo efecto se conoce como de Invernadero. El incremento de CO2 en la atmósfera se traduce en un aumento paulatino de la temperatura global del planeta; un más rápido derretimiento de los glaciares con lento ascenso del nivel del mar; una mayor temperatura en los océanos con más frecuentes y poderosos ciclones y otras perturbaciones atmosféricas, antes poco conocidas o estudiadas, como son la formación de Niños y Niñas, etc. 67 ¿Porqué ocurren...? Pero también los nicaragüenses, en su propia escala, tenemos una cuota de responsabilidad en estos trastornos, los cuales se revierten en nuestro propio daño. Nos referimos a las inundaciones, derrumbes, avalanchas, sequías que se han venido acentuando no porque las lluvias tengan la culpa, sino porque estas encuentran un país donde los ecosistemas son muy frágiles y vulnerables. En efecto, a la destrucción de la naturaleza han contribuido entre otras causas: la generalizada deforestación, tanto en los bosques secos del Pacífico como en las selvas húmedas tropicales de la Costa Atlántica; la colonización improvisada y la agricultura migratoria; la persistencia de algunas prácticas agropecuarias tradicionales como son las quemas cavernarias, la labranza en suelos frágiles o pendientes, los cambios en el uso de los suelos sin atender a su mejor vocación; el desecamiento y contaminación de ríos y lagos, etc. De alguna manera, al agotarse la capacidad de la naturaleza de auto-restaurarse, nos está pasando la cuenta por tantos desmanes que le hemos inferido para romper su equilibrio. Zonas vulnerables De acuerdo con los tipos de suelo, las características topográficas, el revestimiento forestal, la ocupación de la tierra, etc., el territorio nicaragüense ofrece muchas áreas vulnerables a los fenómenos climáticos que con su intensidad o frecuencia son capaces de desatar verdaderos desastres naturales en forma recurrente. El huracán Mitch, en octubre de 1998, más que ningún otro fenómeno climático en la historia, puso en evidencia la vulnerabilidad y riesgo en los que se encuentran extensas áreas de Nicaragua. Su restauración y buen manejo son las únicas opciones para prevenir que efectos como los provocados por el huracán no se repitan, o al menos se puedan mitigar en el futuro, ante la dificultad de predecir su ocurrencia con suficiente anticipación, así como la intensidad y el lugar preciso donde impactará. A juzgar por las dimensiones de un huracán, en caso de que llegara a cubrir enteramente a Nicaragua, sus efectos se harían sentir en todos los lugares del país de una u otra manera y no solamente en la costa por donde arribe. Siendo las lluvias un fenómeno muy generalizado, estas afectan las cuencas hidrográficas sobre las que se descargan, si bien sus efectos son trasladados por corrientes y ríos hacia los lagos y finalmente hasta los océanos, donde provocan otra serie de perturbaciones: sedimentación, turbidez, contaminación, disminución de la vida acuática, etc. 68 Jaime Incer Barquero Si las cuencas hidrográficas, especialmente en sus partes altas o montañosas, tienen suelos muy frágiles, (como las arenas volcánicas del Casita, o las gravas cuarzosas de la cordillera de Dipilto), éstos se erosionan, derrumban y avalanchan, con daños a vidas, viviendas, cultivos, e infraestructuras, en las partes bajas donde se descargan. La composición de los suelos también puede contribuir a agravar la situación. En este caso los suelos arcillosos, especialmente los sonsocuites, se saturan rápidamente con el agua y en lugar de infiltrarla la escurren o la empantanan, provocando extensas inundaciones. Este es el caso de Palo Grande, Somotillo, San Francisco Libre, Malacatoya, Ochomogo, valles de Tola y Sébaco, etc. La inclinación del terreno es otro de los factores que favorecen un rápido escurrimiento de las aguas, acompañado por erosión. Éste se fortalece si los suelos no están debidamente revestidos de vegetación (casos de la cordillera de los Maribios, las sierras de Managua, mesetas de Estelí, sierras segovianas, etc.). En verdad, las zonas donde se ha suprimido extensamente la cobertura forestal son muy vulnerables a los efectos de la erosión. Este caso no sólo se presenta en las alturas y llanuras del Pacífico, sino además en la Costa Atlántica, donde los ríos suelen salirse de madre al paso de tormentas tropicales y huracanes inundando confluencias y deltas. Un caso dramático y recurrente son las inundaciones en la cuenca del río Escondido, la cual perdió sus bosques desde hace varias décadas por el desarrollo de los pastos. Estos no son tan eficientes para frenar el agua e infiltrarla en el terreno, como lo hacen los árboles. En consecuencia, los tres ríos principales: Sikia, Mico y Rama, confluyen caudalosamente en la planicie de Rama, hinchando el río Escondido y descargando gran cantidad de sedimentos en la laguna de Bluefields, entorpeciendo la navegación y ahuyentado la pesca litoral. Los países como los pobladores se enferman, pueden agravarse y hasta morir si no se aplican las medidas correctivas. Nicaragua aún está a tiempo de salvarse. 69 ¿Porqué ocurren...? 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Curso de Geomorfología e Interpretación de Fotografías Aéreas. CIGEO-UNAM). Managua. Nicaragua, 1999. 70 PARTE III Los desastres que han ocurrido Jaime Wheelock Román F 72 I ntroducción a la historia de los desastres naturales en Nicaragua Un turbulento pasado geológico La tierra por debajo es un caldero hirviente de metal y roca decía Oviedo. «Hay muchos lugares donde la tierra está hundida, desnuda: un barrial ferruginoso del que emanan vapores sulfúricos». Desde los primeros cronistas hubo asombro ante las manifestaciones extremas de la geografía nicaragüense. Aguaceros copiosos e inundaciones sorprendieron a Gil González Dávila durante la primera incursión española hacia tierras nicaragüenses. Violentas sacudidas sísmicas causaron destrozos en la recién fundada ciudad de León en 1529. Temblores en el mar frente a la costa norte del Atlántico de Nicaragua, sacudieron la nave del espantado Capitán Johan de Lobera de regreso a su base de Santo Domingo. Pedrarias Dávila empleó una de sus pocas relaciones a la Corona para describir en 1525, las erupciones del Momotombo y del Masaya: «...una boca de fuego muy grande que jamás cesa de arder». Fray Antonio Vázquez de Espinosa y no pocos españoles que presenciaron el cráter del Masaya arrojando columnas de humo, cenizas y un «lago de lava», hasta creyeron haber encontrado aquí la puerta del infierno. A pesar de su pequeñez geográfica, Nicaragua ha experimentado en algún momento casi toda la variedad de eventos naturales catastróficos conocidos. Para los estudiosos de la Tierra este destino obedece a la naturaleza compleja del territorio. Desde el punto de vista geológico el país está inscrito nada menos que en el centro de una de las regiones más activas del globo donde están moviéndose y chocando varios de los fragmentos o placas que componen la corteza terrestre. De hecho el territorio nicaragüense está asentado sobre uno de estos trozos activos de la corteza -la placa del Caribe-, que está siendo empujado en dirección noreste desde el frente y por debajo por la vecina placa de Cocos. La presión constante de una placa sobre la otra, sus diferencias relativas de velocidad y dureza, su dirección de choque o el ángulo de inclinación específico en que entra la placa Cocos por debajo de la Caribe, se reputan como los principales responsables de los sismos y la actividad volcánica de Nicaragua. Otra historia es la del clima. Nicaragua está en una posición geográfica tropical donde la temperatura varía poco a lo largo del año, pero donde hay una marcada diferencia entre la estación lluviosa con la estación seca en una rotación de cada 73 Los desastres que han ocurrido seis meses. Aunque de mayo a noviembre hay una estación lluviosa normal inducida por los vientos húmedos del Atlántico o por la zona de convergencia intertropical del Pacífico, también se producen lluvias ciclónicas de efectos catastróficos. Esto ocurre por estar ubicada Nicaragua por debajo de la latitud 15° Norte, un poco arriba del Ecuador sobre uno de los márgenes del corredor que se extiende desde las costas africanas y el mar Caribe, precisamente donde nacen y circulan cada año las tormentas y huracanes tropicales. Las desnudas costas y sabanas del Atlántico junto a la inclinación y las pendientes a que están sometidos los valles del Norte Central y las planicies del Pacífico, dan lugar a que tanto las lluvias invernales como las que arrastran las tormentas del Caribe, produzcan inundaciones severas en las zonas más bajas del territorio o bien deslizamientos de tierra en las partes altas. El territorio nicaragüense es de reciente formación. Las rocas más antiguas reconocidas datan de unos 90 millones de años, lo que contrasta con las formaciones rocosas de 4.500 millones de años encontradas por ejemplo en Madagascar. De hecho Nicaragua se encuentra todavía en período de formación. Hace unos siete mil años, de acuerdo a la ubicación de los depósitos de conchas acumulados por antiguos pobladores, el frente costero del Atlántico estaba ubicado cinco kilómetros atrás de su línea actual. El crecimiento de la costa y sus nuevos accidentes se fueron formando tras ciclos sucesivos de depósitos sedimentarios arrastrados por los grandes ríos. Poco antes de la llegada de los españoles, la península de Cosigüina era una isla volcánica en el Golfo de Fonseca. El volcán más activo de Nicaragua, el Cerro Negro se formó en 1850, sólo ciento cincuenta años atrás. Hace 200 millones de años, cuando las masas continentales durante el Triásico tardío-Jurásico estaban unidas en un solo bloque, Nicaragua no existía como tal. Los estudiosos de este período denominado Pangea, consideran que la placa Caribe donde está asentada Nicaragua, entonces no se había formado (Bullard and Smith, 1965). En esa época, el Sur y el Norte de América estaban traslapados sin dar cabida al istmo centroamericano o a la cuenca del Caribe. Ambas masas se fueron separando en dirección opuesta dejando el espacio libre que luego sería ocupado por el territorio centroamericano. La manera cómo se formó Nicaragua es muy compleja. El primer territorio nicaragüense fue un pedazo que se desprendió de una sección del Suroeste de América y vino rotando hasta amalgamarse con el sur del hoy territorio mexicano, justamente en la punta norte del espacio vacío entre las dos masas continentales. Pero hasta entonces nuestro territorio era una extensión peninsular que no estaba unida al Sur de América. El otro pedazo -el Pacífico-, vino desde las Galápagos 74 Jaime Wheelock Román bajo la forma de un montón de escorias que salieron desde las entrañas magmáticas de la tierra depositándose en una sección de la placa Nazca (Sten-Ake, 1998:19). Esta sección más tarde se fue desplazando con independencia hacia el Noreste hasta calzar y fundirse con el norte nicaragüense y formar el núcleo originario de nuestro territorio (Duncan y Hargraves, 1984). Esta historia corta y esquemática tuvo lugar en un largo período que empezó hace 150 millones de años y concluyó 15 millones atrás. La última parte de la historia fue completada por los movimientos tectónicos y el relleno volcánico del territorio, estrato por estrato, hasta formar las sabanas aluviales del Atlántico, el recorte de las costas, el contorno de los lagos, las lagunas interiores, los nuevos suelos. Vulnerabilidad durante las sociedades primitivas La mayoría de los que habitaron originalmente Nicaragua pertenecían a grupos migrantes. En su peregrinaje hacia el sur entraron en contacto con una geografía abundante de recursos naturales para la vida. En realidad pocos ambientes ofrecen tanta diversidad como los del trópico centroamericano. Aquí se encuentran como en ninguna parte, climas, flora, fauna, suelos y vegetación, así como espacios geográficos de gran variedad. Las tribus aborígenes tuvieron que adaptarse a los rasgos más generales de la geografía. Fue en este proceso adaptativo donde la base ecológica constituyó el factor que fue diferenciando a los pueblos nativos de esta región respecto a los de América del Norte y del Sur. Los primeros pobladores de Nicaragua se asentaron en el ecosistema tropical de una de las partes más estrechas del continente entre dos océanos, allí donde un prolongado arco volcánico y una cadena de montañas se entrecruzan y luego corren en paralelo dando lugar a diversos ambientes: el de las Tierras Altas del Norte con sus pequeños y fértiles valles entre montañas; el de las Tierras Bajas del Pacífico de suelos ricos de origen 75 Los desastres que han ocurrido volcánico circundados por lagos y lagunas; y el de la extensa y húmeda llanura baja del Atlántico. Los habitantes más remotos y luego los pueblos migrantes, encontraron en las Tierras Bajas del Pacífico una zona propicia para asentarse. Suelos de pródiga fertilidad, junto a abundantes y accesibles fuentes de agua se combinaron con un régimen de lluvias apropiado para sostener una agricultura de más de una cosecha por año. Las planicies entre los lagos y la costa les proveyó de una amplia disponibilidad de frutos y animales silvestres. En las riberas de los lagos, en las costas y estuarios encontraron abundancia de peces, crustáceos y moluscos. No en vano fueron precisamente las tierras del Pacífico el escenario de invasiones, desplazamientos y de luchas territoriales sucesivas por controlar sus amplios recursos naturales. Sin embargo, el Pacífico tenía como contraste, su mayor exposición a las amenazas volcánicas, los terremotos y las inundaciones durante la estación lluviosa. A pesar de ello esta región se fue poblando crecientemente. Las sociedades indígenas aquí tuvieron que construir respuestas para armonizarse con los desafíos de la naturaleza. En principio, como pueblos agricultores ubicaron sus asentamientos en las microzonas con régimen de lluvias mejor distribuido, evitando las zonas áridas y secas, incluidas las de la franja costera a pesar de su abundancia de recursos marinos. Por otra parte, salvo algunas excepciones, los asentamientos más densamente poblados, se ubicaron a distancia prudente de los conos volcánicos más activos. 76 Las viviendas y edificios principales de los naturales en el Pacífico eran construidos con materiales ligeros. Aunque no eran ajenos al tipo de arquitectura monumental masiva de piedra y argamasa propia de sus ancestros Olmecas y Toltecas, en Nicaragua, los pueblos aborígenes adoptaron la madera, paja y palma para levantar horcones, paredes y techos, materiales más apropiados para amortiguar los daños ocasionados por los frecuentes movimientos sísmicos. Aún las edificaciones principales destinadas a sus prácticas rituales -construidas con piedra labrada cimentada con barro-, eran promontorios más bien bajos como pirámides truncadas no mayores de cuatro o cinco metros, también resistentes a los terremotos. Jaime Wheelock Román Las sociedades indígenas primitivas deben haber sido exitosas en adaptarse al ambiente y dominar las ventajas y desventajas del territorio porque sus asentamientos progresaron hasta llegar a ser poblaciones de 70 y 100 mil habitantes como Tezoatega, Mistega, Nagrando, Mateare, Managua, Masaya, Nequecheri, Nochari y Nicaragua, En las Tierras Altas del Norte se asentaron los Xicaques y Matagalpas probablemente de origen Nahua que habían sido desplazados de sitios vecinos. Algunos consideran que venían de El Salvador. Las tierras del Norte con elevaciones de hasta 2.000 metros y precipitaciones de 2.000 y 2.500 milímetros rodeadas por bosques montañosos de pino y roble, contenían suelos fértiles enquistados alrededor de valles y mesetas enriquecidas por cenizas y escorias volcánicas. Como eran agricultores buscaron estos valles generalmente surcados por ríos donde podían encontrar una buena dotación de fauna, flora y minerales. En ellos constituyeron pequeños asentamientos dispersos, cuya población más bien escasa, estuvo limitada por el tamaño reducido de los valles. No se conoce que los pueblos del Norte, cuya amenaza más importante eran las inundaciones, desborde de ríos y deslizamientos, hayan formado caseríos en las laderas o pié de montaña, ni que se hayan asentado muy cerca de las riberas de los grandes ríos. Más bien se ubicaron al centro de las mesetas donde construían un tipo de vivienda resistente a lluvias y escorrentías. Las paredes y techos eran de madera y las bases eran reforzadas con tablas gruesas selladas con barro estacado. Las Tierras Bajas y cálidas del Atlántico constituyen el tercer y más extenso ecosistema de Nicaragua. Está constituido por llanos y sabanas que descienden desde las montañas centrales hasta la costa del Caribe. Las altas precipitaciones de hasta 5.000 mm formaron ríos caudalosos que fueron labrando cordones de ricos suelos aluviales delineados a lo largo de las selvas. Estas riberas fértiles y la franja costera fueron el asiento definitivo de los pueblos Sumos, Misquitos y Ramas, tras los continuos desalojos que sufrieron en tierras más benignas del 77 Los desastres que han ocurrido interior. Los pobladores aborígenes, obligados a refugiarse en una región de suelos pobres poco aptos para la agricultura, se asentaron en las fértiles riberas y en la franja costera donde pudieron sobrevivir combinando la caza y la pesca con la recolección de frutos y la pequeña agricultura doméstica. Alejadas del riesgo sísmico y volcánico, las comunidades del Atlántico quedaron en las tierras bajas y húmedas expuestas por una parte, a las lluvias torrenciales que se extendían la mayor parte del año provocando inundaciones y desborde de los ríos; lo mismo que a las tormentas tropicales y huracanes del Caribe. Su respuesta social a la adversidad ambiental, fue la organización de aldeas pequeñas con un número de familias suficiente para explotar sin poner en riesgo los recursos locales. Su mayor logro sin embargo fue la flexibilidad de su esquema de vida y habitación. Las casas estaban ubicadas en los puntos más altos de las riberas de los ríos, suspendidas en pilotes para hacer frente a las inundaciones. Pero además contaban con un sitio de vivienda emergente que ubicaban más al interior en zonas altas donde podían cultivar la tierra, preservar alimentos y guarecerse de las crecidas de los ríos en invierno: «Ya se ve que en un terreno de tan malas circunstancias no es capaz de compensar con sus frutos los gastos que precisamente irrogarían su agricultura. Esta improporción obliga a aquellos habitantes a poner sus siembros y milpas y plátanos a tres, quatro y más días de incómodo y molestísimo camino río arriba; y alrededor de sus casas tan sólamente tienen algunos árboles frutales con el objeto de ocultarlos y preservarlos de los vientos... Todos los habitantes e uno u otro sitio, tienen sus chácaras a la falda del monte y a las riveras del río, buscando a mucha distancia terreno a propósito» (Porta Costas, 1975:280-1) Primeras noticias sobre desastres 78 La información sobre desastres de origen natural antes de la llegada de los españoles es muy limitada. Las leyendas indígenas proveen datos más bien vagos para la mayor parte de las áreas vecinas de Centroamérica. Antecedentes más precisos sobre Nicaragua se reducen a tres observaciones transmitidas por la memoria de los pueblos aborígenes. La primera, recogida por Juan de Torquemada, refiere la destrucción del pueblo de Imabite ocurrida en algún momento antes del arribo de los españoles como consecuencia de una crecida del Lago Xolotlán: «... súbitamente en una noche se anegó (Imabite), donde perecieron Jaime Wheelock Román muchas ánimas porque esto era de lo más poblado de la tierra.» (Torquemada, 1975:101). Una segunda mención se relaciona a la constante actividad del volcán Masaya que poco antes de la conquista había tenido una erupción explosiva muy fuerte seguida de la extensa colada que formó un lago de lava en su parte oriental. Este «lago» para 1529, según Pascual de Andagoya, había dejado de ser visible (Andagoya, 1975:46). Los indios Misquitos por su parte, contaban que en tiempos remotos un gran huracán había azotado la costa provocando una gran marea que sumergió toda la tierra. Los únicos sobrevivientes fueron una pareja de hermanos que lograron escalar un árbol empinado. (Scrope Viner, 1928:167). Curiosamente una versión parecida refirió Nicarao en su primer encuentro con Gil González: Nicarao preguntó a Gil qué sentían en la tierra de aquel Rey poderoso...acerca de un cataclismo pasado que había anegado toda la tierra con todos los hombres y animales, según él lo había oído de sus mayores.» (Anglería, 1975:23). La más temprana actividad volcánica reportada en Nicaragua durante el tiempo histórico es una erupción del Masaya en 1520. A la llegada de los españoles este complejo volcánico se encontraba muy activo manifestándose en emisiones de humo y cenizas, temblores y retumbos, efusiones de lava y un constante resplandor que llenó de asombro a los primeros cronistas. Girolamo Benzoni (1975:136), reporta al Masaya todavía en 1546, lanzando llamaradas tan altas que por las noches se veían a 100 millas de distancia. Por su parte Fray Toribio de Benavente dejó anotado: 79 Los desastres que han ocurrido «Entre los vulcanes que hay por toda esta gran tierra, y aunque entren todos aquellos de quien se tiene noticia hasta el día de hoy, no se ha visto otro semejante y tan espantoso, como el de Nicaragua que está entre la cibdad de León y entre la cibdad de Granada... la claridad que allí sale vese de noche dentro de la mar por distancia de 20 leguas»(Motolinia: 1975:99). El primer terremoto conocido en Nicaragua data de 1528. Los movimientos sísmicos sacudieron León durante la estación lluviosa y por lo que relata Oviedo como testigo presencial, se trató de un sismo principal seguido por muchas réplicas. Este terremoto causó destrozos en la primera capital de Nicaragua apenas cuatro años después de ser fundada. Según el cronista, fue lo liviano de las edificaciones el impedimento para que la ciudad no quedara completamente en el suelo: «...ningún año pasa sin temblar muchas veces la tierra. Y no es temblor assi sumario ni presto, sino mui rescio é largo, é yo he estado en aquella cibdad, é vi temblar de manera aquellas casas, que nos saliamos huyendo déllas, a las calles y a la plaza, porque no se hundiessen sobre la gente, ... é conté en un solo dia é noche sessenta e tantas veces essos temblores...é a veces tan continuos unos de otros que es cosa de mucho temor» (Oviedo, 1975:379). Mas tarde en la mañana del 13 de junio de1586 se produce otro terremoto, esta vez en la ciudad de Granada que provocó daños en las edificaciones «...un temblor tan grande que a todos los hizo salir muy aprisa de los aposentos, cayéronse muchos palos y tierra de las paredes y techos y los encalados, de suerte que todos quedaron llenos de miedo y temor (Cibdad Real, 1975:161). Noticias sobre inundaciones son escasas durante el período colonial, limitándose a menciones episódicas de clérigos o exploradores. Los fenómenos climáticos en el trópico no se conocían lo suficiente y tampoco la colonia española logró penetrar hasta la zona más expuesta a las tormentas tropicales en el Atlántico. El primer evento climático de consideración reportado fue el huracán que azotó el puerto de la Posesión, el 21 de febrero de 1646. Este evento desencadenó un incendio que destruyó parte del pueblo y su iglesia principal (Rubio Sánchez, 1975:148). El deslizamiento de tierra más antiguo conocido tuvo lugar en 1570. La falda occidental del volcán Mombacho se desplomó y cayó sobre el pueblo del mismo nombre sepultando a sus 400 habitantes. El desastre fue provocado al parecer por fuertes movimientos sísmicos y lluvias torrenciales que rompieron una sección del cono donde se alojaba una laguna. Cibdad Real anotó que la noche antes de que reventara la ladera del Mombacho «temblaban y se meneaban las sabanas y prados circunvecinos» y que muchas casas de Granada se cayeron o sufrieron daños en las paredes y tejados. También el geógrafo Juan López de Velasco se refirió a ese suceso: 80 Jaime Wheelock Román «... el año 70 con una tormenta muy grande de viento que hizo, una noche reventó (el Mombacho), y a un lado dél cayó todo encima del pueblo de manera que de toda la gente que había en él no escapó sino un solo vecino... Por el otro lado salió tan grande tempestad de agua y piedras que en más de seis leguas por aquella parte hizo graves daños en los cacaotales y estancias ganaderas.» (López de Velasco, 1975:183). Una historia de eventos extremos Una revisión de la historia de los desastres indica que toda el área centroamericana ha estado sometida a fenómenos climáticos y tectónicos frecuentes. Pero la información disponible recoge apenas una fracción de los mismos, sea porque las poblaciones principales estaban distantes de los puntos donde se produjeron o porque sólo se registraron aquellos eventos de gran talla percibidos por la población o causantes de daños sensibles. En Nicaragua, las exploraciones y expediciones coloniales documentaron la incidencia de movimientos sísmicos desde temprano. Leeds recoge por ejemplo un catálogo de 452 eventos, la mayoría sísmicos desde 1520 hasta 1973. El siglo XVI, tiene mayores registros que los dos siglos sucesivos por ser la primera época de exposición europea a tan interesantes fenómenos de un mundo entonces desconocido (Leeds, 1973:26 y ss). Es hasta el siglo XIX que el interés de los naturalistas, viajeros o simplemente la curiosidad europea, se centran sobre los eventos naturales extraordinarios de estas partes del continente recién sustraído del dominio español. En 1888 Ferdinand Montessus deBallore, superando en mucho los estudios más bien incidentales de F. Belly, Froebel, Stout, Belt, Squier, Levy y otros, publicó su exhaustivo listado de terremotos y erupciones en Centroamérica. Diez años después J. Crawford, dio a conocer sus estudios sobre el terremoto de 1898 y luego en 1902, la lista de los sismos y erupciones más importantes del occidente de Nicaragua (Crawford: American Geologist, 30). La lista de los eventos sísmicos y volcánicos desde entonces es más completa. Todos los registros hasta 81 Los desastres que han ocurrido el siglo XIX son sin embargo producto de observaciones. En realidad el primer evento registrado con instrumental técnico es el del terremoto del 24 de abril de 1916. Este sismo de magnitud 7.3 fue detectado por Gutemberg y Richter con epicentro al sur del Lago de Nicaragua. En cambio los fenómenos climáticos comenzaron a registrarse y estudiarse metódicamente hasta más tarde. Los primeros reportes corresponden a ciclos de lluvias y sequías con fines más bien agrícolas obtenidos de las primeras estaciones de Rivas y del Ingenio San Antonio que arrancan de 1880 y 1886 respectivamente. Datos sobre incidencia de huracanes son todavía más contemporáneos, iniciándose su observación desde 1896. A partir de ese año hasta el presente, se estima en 50 el número de huracanes que han golpeado la cuenca del Atlántico tropical. (Ineter, 1998:17). Desde luego, la mayoría de estos fenómenos naturales no tuvo consecuencias destructivas. y no todos en realidad alcanzaron a golpear centros de población. Una revisión tentativa de los eventos destructivos mayores experimentados en Nicaragua en el tiempo histórico, arroja la cifra de 25 sucesos a partir de 1520: un promedio inaceptable de cuatro por siglo para un país pequeño. De estos sucesos, 11 fueron terremotos, 9 desastres climáticos, un tsunami y 4, correspondieron a actividad volcánica. (Ver lista al final). Una revisión más detallada de todos los reportes disponibles, establece que los mayores desastres naturales conocidos hasta la fecha han sido por sus consecuencias humanas y materiales, siete: • La destrucción del poblado de Mombacho sepultado por el deslave del volcán del mismo nombre en 1570 • La actividad eruptiva y sísmica del Momotombo y la crecida del lago Xolotlán que causaron la evacuación de la primera capital León entre 1609 y 1610 • El terremoto de 1663 que dejó aislada a Nicaragua del comercio con el Caribe y España • La megaerupción del Cosigüina de 1835 que destruyó con su nube de cenizas incandescentes todo vestigio de vida en un radio de 15 kilómetros y arrojó miles de toneladas de materiales volcánicos que alcanzaron a todas las poblaciones del país 82 Jaime Wheelock Román • El terremoto que destruyó Managua el 31 de Marzo de 1931, ocasionando 1.500 muertos • El terremoto de 1972 que destruyó nuevamente la capital Managua el 23 de Diciembre de 1872, ocasionando 10 mil muertos y 880 millones de dólares en daños • El huracán Mitch que causó inundaciones severas y deslaves en gran parte del territorio y el derrumbe del volcán Casitas, ocasionando 3.200 muertos y 1.500 millones de dólares en daños. De modo más general, pareciera que los fenómenos destructivos más frecuentes y dañinos han sido hasta hoy los terremotos. Desde 1520 hasta 1999 han ocurrido once grandes sismos y un tsunami, causantes de pérdidas humanas y materiales considerables. Con una frecuencia de dos por siglo, los terremotos se han concentrado en la región del Pacífico, afectando las ciudades más importantes y más pobladas, incluidas las dos capitales, León y Managua. Otras ciudades destruidas o seriamente dañadas por sismos han sido, Chinandega, El Viejo, Telica, Mateare, Granada y Rivas. Por su parte, el tsunami de 1992 barrió las pequeñas aldeas y balnearios costeros del Pacífico cobrando 179 vidas humanas. Los desastres climáticos ocupan el segundo rango con ocho eventos. A diferencia de los terremotos que tienen efectos localizados, las lluvias destructivas, tormentas y huracanes han afectado áreas más amplias del territorio. Por ello mismo sus consecuencias materiales y económicas puede que sean, combinadas en el tiempo, mayores que las que han provocado individualmente eventos de otra naturaleza. Baste mencionar los US$ 1.500 millones que ocasionó en pérdidas materiales el huracán Mitch. De los fenómenos climáticos, los huracanes y los deslizamientos asociados a lluvias intensas aparecen como las manifestaciones más agresivas. Tal es el caso del deslave del Mombacho y el reciente deslave del Casita que juntos cobraron más del doble de vidas que el terremoto de Managua de 1931. Otros fenómenos climáticos como tornados o granizadas han sido más bien raros. Las erupciones volcánicas a pesar de su frecuencia, sólo han traído consecuencias catastróficas en cuatro ocasiones: La erupción del Momotombo, asociado a terremotos e inundaciones en 1609 y 10 que influyó en el abandono de León; la colada masiva de lava del Masaya en 1772; la ya mencionada explosión del Cosigüina; y la violenta y prolongada erupción del cerro Negro en 1968. Los efectos mortíferos de las erupciones han sido en realidad muy pocos. Se estima que el Cosigüina no ocasionó pérdidas humanas considerables porque las áreas aledañas al volcán estaban despobladas en esa época. Por otro lado, los 83 Los desastres que han ocurrido daños económicos a causa de estas erupciones han sido más bien modestos al manifestarse la mayoría de los volcanes de Nicaragua mediante coladas de lava y emisiones de gas y cenizas en un limitado radio de acción. 84 H istoria de terremotos En el anillo de los grandes sismos Nicaragua está asentada a lo largo de una sección activa de la llamada faja tectónica o anillo circumpacífico, el mismo que rodea con su arco más amplio regiones como California, Japón e Indonesia, igualmente altas en sismicidad. Los terremotos han sido por lo mismo rutinarios aquí. Un gran accidente geológico -la Fosa Mesoamericana-, está situado a unos 150 kilómetros del margen occidental del territorio haciendo paralelo con la costa del Pacífico. Esta fosa marca el límite de intersección donde el frente de la placa de Cocos se hunde por debajo de la placa Caribe. La intersección entre estas placas en movimiento, ha dado lugar a fuerzas colosales de tensión y compresión, fricciones, fusión de rocas y rupturas en un frente de más de 1.000 kilómetros que han generado desde tiempos remotos, grandes sismos. Un catálogo de movimientos tectónicos resumido por Leeds cubriendo el período de 1520 hasta 1973 contiene 452 eventos, 99 de los cuales fueron por su magnitud considerados potencialmente destructivos. El número real de sismos debe haber sido mucho mayor porque los reportes coloniales sólo dieron cuenta de los 27 que causaron daños o al menos alarma en lugares poblados. Ya para el siglo XIX, el mismo Leeds recoge información sobre 69 eventos de media y gran intensidad. Cuando fue posible la detección por sismógrafos en el siglo XX, el número de eventos tectónicos reportados hasta 1973 se elevó a 255. Pero aún las cifras se quedan cortas. Una base de datos levantadas por Ineter, entre 1975 y 1982, con base a registros de 16 estaciones y 20 acelerógrafos, recogió 11.000 movimientos sísmicos la mayoría de baja intensidad como para ser sentidos por la población. Solamente en el período 1992-1995, fueron registrados 4.000 sismos (Segura y Hernández, 1996:3). La información histórica disponible y las series sistematizadas por las entidades oficiales, aún cuando no del todo completas, permiten deducir ciertos patrones generales de la actividad sísmica en Nicaragua de gran interés para la población y la economía nacional. 85 Los desastres que han ocurrido Intensidad y recurrencia Un catálogo más completo sobre movimientos sísmicos conocidos recoge 136 eventos que produjeron daños humanos y materiales o fueron apreciados por la población como temblores violentos (En cronología al final). De ellos, 18 causaron daños notables o parciales en centros de población. Esta cifra parece suficiente para explicar que Nicaragua no sólo es una región de alta sismicidad, sino que los terremotos destructivos son aquí frecuentes. Examinando más de cerca la secuencia de los sismos mayores ligados a grandes movimientos de placas, se observa un período de recurrencia de 30-50 años (Kelleher, et al, 1973). En cambio sismos también dañinos aunque de menor magnitud relacionados al fallamiento de la cordillera volcánica, tienen una frecuencia más alta de por lo menos uno cada 10.8 años. Es contrastante que en Nicaragua no se reporten tipos de terremotos de gran intensidad -más de 7.7 escala de Richter. En cambio se han registrado 23 sismos de 7.0 a 7.7 Richter, algunos de los cuales por la lejanía de sus focos respecto de lugares habitados, no tuvieron efectos destructivos (Leeds, 1973:27). Los terremotos que mayormente han golpeado las ciudades nicaragüenses, tenían magnitudes entre 6.0 y 6.9 Richter y aún menores. Leeds reporta 76 eventos de tal magnitud. Estos movimientos tectónicos se originaron por regla general a lo largo y por debajo de la cadena volcánica a partir de colisiones entre placas ocurridas en profundidades escasas o intermedias - más de 3 y menos de 30 kilómetros. El daño catastrófico de este tipo de sismos se atribuye a que los principales asentamientos de población descansan sobre la Depresión de los Lagos, donde los terrenos son más frágiles y presentan mayor fracturamiento. Otra razón de peso son los pobres e inadecuados sistemas de construcción. En realidad, dadas estas características, la escala de Richter que mide la intensidad de energía de los sismos, no es siempre útil para ponderar como la de Mercalli la magnitud de los terremotos en función del desplome y los daños físicos que producen. Un ejemplo de ello es el terremoto de Managua de diciembre de 1972 que siendo el evento sísmico más destructivo de nuestra historia alcanzó una intensidad de sólo 5.6 Richter. Otro factor detrás del daño que los terremotos infringen a la población es el poco conocimiento sobre su naturaleza y origen. Un par de reportes de prensa puede ilustrarlo: «De dónde proceden los temblores en el Departamento de Managua.- «La Noticia», 10 de Mayo.- Personas conocedoras de todo el departamento de Managua, creen saber que los temblores de repercusión puramente local del sábado y domingo tienen en la lometa llamada Tabuya 86 Jaime Wheelock Román del lado de Chiquilistagua, un cerrito pelado donde no crece ni hierba. También hay quienes digan que cerca del extremo de la Punta de Chiltepe hace algunos años, y donde los marineros han visto surgir ebulliciones pasmosas a la hora menos pensada.» (Diario «La Noticia», 10 de Mayo 1938). «El temblor de ayer en Managua».- «A las nueve de la mañana en punto se sintió en Managua un temblor que pareció más bien atmosférico; cambio de tiempo dijeron muchos». (Diario «La Noticia», 3 de Diciembre 1938). De entre los sismos más dañinos, hay algunos que pueden catalogarse como los mayores en los últimos siglos. Dejando a un lado el terremoto de 1528 que no parece haber causado muertos o heridos, estos eventos de acuerdo a los testimonios y reseñas que insertaremos, afectaron las ciudades más pobladas y más importantes del país en diferentes épocas. • Terremoto de enero de 1610: León- Asociado a erupción de Momotombo e inundaciones del Lago Xolotlán, causó la evacuación y el abandono de la antigua capital de Nicaragua, León. • Terremoto de 1663: León- «En 1663 fuertes terremotos, aún más grandes que los de 1648 y 1651, conmovieron el territorio de la Provincia, causando la ruina de algunas de sus poblaciones y amenazando a la nueva ciudad de León con su completo exterminio... Desde la época de los terremotos que en años anteriores habían afligido a los habitantes de esta provincia, los raudales del San Juan presentaban inconvenientes para la navegación por haber disminuido el 87 Los desastres que han ocurrido fondo que tenían. El de 1663 elevó las peñas sobre la superficie del agua, hasta impedir el paso a embarcaciones de regular capacidad. Había llegado al Lago en 1662 un buque de la Habana... y no pudo regresar...El terremoto de 1663 produjo otro mal de graves consecuencias. El comercio de Granada se sostenía por el arribo de embarcaciones que calaban de ochenta a ciento veinte toneladas y que por el San Juan venían directamente de Cádiz y Nombre de Dios; pero habiendo suspendido sus viajes por la imposibilidad de pasar aquellos escollos, los comerciantes se vieron colocados en la necesidad de transportar en pequeñas canoas las mercancías que traían por el lago, reduciéndose el tráfico a mínimas proporciones.» (Ayón, 1993:64-5). • Terremoto de 1844: Rivas.- «Eran las dos de la tarde del mencionado 29 de Abril de 1844; en esto, a la par, se oyó un espantoso fragor como de grandes cosas que se rompen y se sintió un más que violento sacudimiento de tierra, que tumbó por el suelo, iglesias, cabildos, casas y demás construcciones de la ciudad. La atmósfera se oscureció y se volvió irrespirable, por causa del polvo flotante que arrojaron de sí los edificios derribados. No había salido la gente del estupor que impuso el horrible fenómeno, cuando transcurridos unos pocos minutos, quizás uno, el sacudimiento se repitió acabando de consumar la ruina.» (Manuel Arana Pasos, Revista de la Academia de Geografía e Historia, Vol. 10, Tomo 1, 1948). • Terremoto de 1881: Managua.- El 28 de Abril de 1881 una onda sísmica de movimiento vertical sacudió Managua durante 50 segundos. Informes de los diarios de la época dan cuenta de daños generalizados en los edificios y varias casas de taquezal y adobe desplomados. Al sismo principal siguieron tres réplicas. El sismo se sintió en San Juan del Sur y por el Norte, en Chinandega: Fue el más fuerte desde 1844. • Terremoto de 1885: León, Managua y Chinandega.-»En la tarde del 11 de Octubre de 1885, un terremoto destructivo, alrededor de intensidad IX ocurrió a lo largo del Occidente de Nicaragua. La mayor fuerza se centró en León, El Viejo y Managua. La cúpula de la iglesia del Laborío en León fue derribada y dañados otros templos. El edificio de la sede del gobierno, el Seminario, Instituto y el palacio arzobispal lo mismo que las instalaciones militares y la mayoría de las casas particulares de adobe se partieron. Managua y Chinandega sufrieron los mismos daños. Cinco muertos hubo en León y uno en Managua .» (US Monthly Weather Review). 88 • Terremoto de 1898: León y Managua- «El 29 de Abril de 1898, un terremoto de intensidad VI a VIII ocasionó gran daño a la catedral de León. La onda sísmica sacudió desde la franja Este del lago de Nicaragua hasta el Golfo de Jaime Wheelock Román Fonseca y El Salvador. El Diario «El Comercio» reporta que las réplicas que ocurrieron hasta dos veces al día, continuaron hasta el 12 de Mayo de ese año. Hubo muchos daños en León, varios edificios colapsaron y otros como la catedral se fracturaron. En Managua se reportaron daños de consideración, entre ellos el desplome del cimborrio o cumbrera de la vieja parroquia episcopal y la caída del techo del Banco de Londres. En Chinandega, la Iglesia de Guadalupe y varias casas particulares fueron destruidas; la iglesia de Santa Ana y varias edificaciones escolares sufrieron serios daños.(A Morales, Ineter, 1998:23). • Terremoto de 1931: Managua.- «El terremoto del 31 de marzo de 1931 es de interés por su similaridad con el del 23 de Diciembre de 1972. El récord instrumental es débil y la localización del epicentro que se dio, errónea. Considerando el tipo de daños locales y las fallas de la superficie, el epicentro tiene que haber estado cerca de la ciudad. La magnitud reportada (5.6 Pasadena), resulta más bien baja al comparar los enormes daños que el sismo causó: 1.100 muertos y 15 millones de dólares en perjuicios materiales. La mayoría de los edificios 89 Los desastres que han ocurrido tanto nuevos como viejos quedaron destruidos. Sólo la catedral edificada en marco de acero quedó en pié. El palacio presidencial, construido en 1930 quedó partido y una porción cayó a la laguna. Los sistemas de abastecimiento de agua se destruyeron y se propagó un incendio. La Penitenciaría colapsó matando a todos, excepto a los que estaban afuera. El techo y el segundo piso del Palacio de Comunicaciones, inaugurado en 1930 se partieron y luego el edificio tomó fuego... las réplicas ocurridas el 7 de abril terminaron de dañar los edificios restantes» (Leeds, 1973:35). • Terremoto de 1968: Managua.- «El 4 de enero de 1968, en Managua, Masaya, Carazo y Granada se produjo un fuerte sismo. Los daños en Managua se concentraron en la Colonia Centroamérica y 14 de Septiembre; 500 casas de bajo costo tuvieron que ser evacuadas... Las áreas donde ocurrieron los daños más severos, descansan sobre un depósito de escorias volcánicas arrastradas por corrientes de agua y por el viento. La máxima intensidad de este sismo fue de VII (4 Richter). Hansen y Brown reportaron cambios de nivel del suelo de 37 milímetros, así como numerosas fracturas de terreno.» 90 Jaime Wheelock Román • Terremoto de 1972: Managua.- «El terremoto de 1972 registró una magnitud de 5.6 en la escala de Richter y una magnitud de onda superficial de 6.2. Ocurrió el 23 de Diciembre y junto a sus réplicas se afectó un área de aproximadamente 27 Km2 en el centro de Managua. 11 mil personas resultaron muertas y 20 mil heridas. Cerca del 75% de las casas fueron destruidas o inhabilitadas para dejar 200 a 250 mil personas sin hogar. Los daños a la propiedad fueron de 500 millones de dólares... Managua se localiza en el límite entre los segmentos Este y Oeste de Nicaragua, paralelos a la Fosa Mesoamericana. Por lo tanto los fallamientos mayores están acompañados de fallas menores transversales a los lineamientos volcánicos y están escondidos bajo el centro de Managua. Existen en Managua al menos 4 fallas subparalelas... espaciadas entre 270 a 1150 metros en el área central. Estas presentaron un desplazamiento lateral izquierdo durante los eventos sísmicos principales... al menos una de estas fallas, la de Tiscapa con rumbo principal Norte-Sur, se extiende desde la superficie hasta una profundidad de 8 a 10 km sobre una longitud máxima de aproximadamente 15km. La longitud mapeable de cada falla en la superficie es de 1.6km, 5.1km, 5.9km y 2.7km respectivamente « (Darce, 1996:9). 91 Los desastres que han ocurrido 92 Jaime Wheelock Román Épocas y meses de ocurrencia En Nicaragua aparecen series de movimientos sísmicos intensos, bastante concentrados en lapsos de uno o varios años en lo que podría llamarse «ciclos de crisis». Hay por lo menos siete períodos históricos que pueden identificarse: • • • • • • • 1648-1663: 1841-1849: 1858-1868: 1930-1934: 1938-1939: 1944-1945: 1952-1953: Tres terremotos que afectan cauce de río San Juan; y uno León; Cinco terremotos en la parte sur y este del país; Siete sismos intensos en la costa del Pacífico Siete eventos en el Pacífico incluyendo el destructivo de 1931; Diez sismos entre enero y octubre en Occidente; Cinco temblores muy fuertes en Occidente y Centro Seis sismos en costa del Pacífico La diferente distribución de la actividad sísmica mayor durante el año permite identificar tres períodos tectónicos bien diferenciados: el intenso de Enero a Mayo donde se concentra el 62% de todos los sismos; un período medio, entre Octubre y Diciembre con una ocurrencia de 16%; y el bajo, entre Julio y Septiembre, meses de poca incidencia sísmica, con apenas 10% del total. El mes de Septiembre aparece como el de menor actividad y marzo como el mayor. Con estos datos pudiera afirmarse que a lo largo de diferentes épocas, la actividad sísmica en Nicaragua suele presentarse con mayor intensidad durante la estación seca. Observación similar había sido formulada por Squier en 1849: «Todos los observadores coinciden en que si bien los temblores son comunes en toda época del año, son mucho más frecuentes al comienzo y fin de las dos únicas estaciones del país, esto es...entre los primeros días de Noviembre y los primeros de Mayo.» (Squier, 1970:441). Localización regional Numerosas investigaciones dan prueba que los movimientos sísmicos, incluidos los más dañinos ocurren comúnmente a lo largo de la cordillera volcánica centroamericana (Carr y Stoiberg, 1977). La observación de los mapas donde se puntean los epicentros de los terremotos nicaragüenses, refleja dos zonas de marcada actividad tectónica: la primera se ubica mar adentro y la segunda a lo 93 Los desastres que han ocurrido largo de la cadena de volcanes. Ambas zonas inciden sobre la faja continental del Pacífico, donde se ubican los centros más poblados. Estudios recientes indican que la mayoría de sismos se genera en la zona de subducción frente a las costas del Pacífico. De 1915 sismos ocurridos en 1997, un 74.3%, es decir 1450, tuvieron origen en esa zona. En la cadena volcánica -también influida por los movimientos de placas-, se ubicó sólo un 23.9% de los sismos. Estos no ocurrieron en los volcanes San Cristóbal, Telica Orota, Cerro Negro, El Hoyo, Momotombo, Apoyeque, Masaya, Laguna de Apoyo, Mombacho y en la isla de Ometepe donde se localizan el Concepción y Maderas. (Catálogo de Sismos de Nicaragua 19971998, Ineter, 1999). Distribuyendo territorialmente la serie cronológica de los eventos que presentamos al final, el 90% se localizó en el Pacífico. Se asume que esta sismicidad obedece a la localización próxima del occidente nicaragüense a la zona de convergencia de las placas Cocos y Caribe (Martínez y Noguera, 1992). Dentro de esta región hay una zona donde la sismicidad es todavía más pronunciada y donde han ocurrido todos los terremotos devastadores con la excepción del de Rivas: Es la faja que comprende Managua, León hasta la ciudad del Viejo donde también se ubican los centros volcánicos más activos del país. Las ciudades del Pacífico castigadas con más frecuencia por los movimientos de mayor intensidad han sido: Managua, León, Chinandega y un poco más atrás Granada. Managua encabeza la lista con 25 eventos, tres de los cuales -ocurridos en 1881, 1931 y 1972-, causaron destrozos enormes; otros seis sismos violentos ocasionaron también daños considerables en 1859, 1885, 1933, 1938, 1956 y 1968. Muy cerca de Managua, sigue la ciudad de León, destruida cuatro veces por causa de los terremotos de 1609, 1648, 1663 y 1885; también León sufrió otros eventos destructivos, la mayoría con pérdidas humanas en 1528, 1870, 1898, 1918 y 1938. Un tercer lugar de afectación lo ocupa Chinandega con 18 sismos, incluido el de 1898 que la destruyó parcialmente. Otras ciudades de esta misma sección de Occidente, Telica y Mateare, fueron severamente dañadas por los sismos de 1938 y 1955 respectivamente. El de Mateare, aunque reciente es poco conocido: 94 Jaime Wheelock Román «Terremoto daña casi todo Mateare». «Botó muchas casas y abrió grandes hendiduras en el suelo... no hay una sola casa en la población, desde la Iglesia hasta el Comando, sin deslizamientos en los tejados... muchas casas de adobe sufrieron desplomamiento y hay unos tres o cuatro convertidas en un montón de escombros... Los temblores han continuado diariamente. Los temblores sísmicos empezaron el viernes por la noche con duración a veces de 20 segundos, hasta el martes.» (Diario «La Prensa», 3 de Mayo de 1955). Granada ha sido también asiento de sismos mayores recurrentes; históricamente se han registrado allí sacudidas generadas desde la costa del Pacífico con poder suficiente para remecer todo el territorio y en ocasiones a varios países centroamericanos. Ejemplos de ello fueron los sismos de 1570, 1663, 1702, 1772, 1878 y 1916. El sismo de 1772 parece asociarse a la erupción contemporánea del volcán Masaya: «El 16 de marzo de 1772, un fuerte terremoto sacudió Granada que aterrorizó a todo Nicaragua. El Volcán Masaya estuvo también muy activo durante 10 días. El sismo dañó la Iglesia, el cabildo muchas casas principales y las tejas se desprendieron de casi la mitad de todas las viviendas». (Montessus de Ballore, 1888). 95 Los desastres que han ocurrido Una tercera zona tectónica menos pronunciada, se localiza en la parte este del país abarcando la franja que se extiende desde el margen sur del Lago de Nicaragua corriendo sobre la vertiente del río San Juan hasta su desembocadura en San Juan del Norte. Aquí se han documentado 12 eventos de consideración, algunos de los cuales curiosamente alcanzaron magnitudes entre 7 y 7.7 Richter, las mayores registradas en Nicaragua. Estos movimientos parecen estar alineados sobre la faja denominada por los geólogos, Escarpe de Haas. En la zona norte del país los sismos severos han sido poco frecuentes. Se reportan tres durante este siglo: Los de Jinotega de febrero de 1922 y Agosto de 1951; y el que sacudió Matagalpa el 8 de Diciembre de 1937. El Catálogo de sismos de 1997 y 1998 establece que solamente el 1.8% del total de eventos correspondió a las zonas Norte Central y Atlántica. Testimonio representativo de sismos sentidos en la zona norte del país es el siguiente: «El Temblor de antier, muy fuerte en Matagalpa.-Matagalpa, 10 am del 9 de Diciembre de 1937. A «La Noticia».- «Esta población sorprendióse hoy a las seis y tres minutos de la mañana, fuerte temblor oscilatorio. Sintióse más intenso que cuando terremoto por lo que abrigábanse temores daños ciudades interiores; regocíjanos saber no hubo ninguno». («La Noticia», 10 diciembre 1937) Una amplia zona del país, al Noreste de la llanura del Atlántico, registra poca actividad apreciable. Se sugiere que esta «zona libre» de sismos está asentada sobre una porción estable, menos fallada y poco deformada de la placa Caribe (Martínez y Noguera, 1992:172). Sismos tectónicos y volcánicos Los registros históricos suministran observaciones que permiten identificar tipos diferenciados de movimientos sísmicos a partir de su foco o fuente de origen, frecuencia e intensidad. Los primeros identificados fueron los temblores y terremotos asociados a actividad volcánica. Originalmente se creía que todos los temblores partían de los focos volcánicos. La mayoría de los sismos volcánicos han sido de poca magnitud y muy locales. En ocasiones, el movimiento interno del magma y los gases volcánicos generaron sacudidas violentas en los terrenos más próximos que lograron alcanzar áreas pobladas circunvecinas causando destrozos considerables (Lomnitz and Schultz, 1996). 96 Históricamente hay reportados en Nicaragua no menos de 70 sismos volcánicos de los cuales por lo menos 21 han sido intensos. Es muy difícil establecer sin embargo, si ellos fueron originados por meros movimientos locales en la cámara magmática o fueron sismos tectónicos -asociados a interacción de pla- Jaime Wheelock Román cas- próximos a fallas de los edificios volcánicos. Los más notables fueron los del Momotombo en 1605 y 1609; Masaya en 1772 que alcanzó Granada; y el reportado proveniente del Volcán Nindirí en 1858 que ocasionó derrumbes en Masaya y Granada. Un testimonio interesante sobre sismos asociados a actividad volcánica es uno de 1919 teniendo al Momotombo como protagonista: «Persona que llegó del Momotombo nos trae el siguiente relato: Serían las cinco y media cuando oímos un ruido como de viento y lluvia; momentos después se oyó un derrumbe como de algo que se precipita a un abismo. Acto continuo empezó a temblar, primero de Este a Oeste, después de Norte a Sur, terminando en trepidación. Al terminar el temblor salió del cráter una columna de humo negro que fue tomando un color plomizo. Durante la noche hubo temblores y retumbos. A las once de la mañana el humo del volcán era completamente blanco». (El Cronista, 1 de Julio 1919). También cerca de los centros volcánicos antiguos -Apoyo, Apoyeque, Zapatera-, cuyos terrenos se encuentran muy fracturados, hay zonas de microsismicidad donde ocurren movimientos de tipo «enjambres sísmicos». Los enjambres se presentan como centenares de pequeños temblores localizados en zonas estrechas que comienzan a menudo con leves movimientos a los que puede seguir un sismo un poco mayor y luego continuar la serie de microsismos. Esta ha sido característica de lugares como Mateare, Granada, Catarina o Ticuantepe (Segura y Hernández, 1996:8). La gran mayoría de los sismos «históricos» y los sistematizados con posterioridad en series, son de origen tectónico vinculados a la interacción de las placas. Entre estos destacan -más por su magnitud y alcance geográfico que por los daños que ocasionan-, los llamados megasismos Centroamericanos. La literatura disponible refiere 16 eventos de este tipo. El primero reportado es el de Cartago, Costa Rica, que se sintió en el Río San Juan y en el Sur de Nicaragua en 1841. Otro terremoto centroamericano seguido de réplicas sacudió el 20 de Diciembre de 1862 toda la franja costera desde Guatemala hasta Nicaragua. El más extenso reportado es el megasismo de 1882 que sacudió desde Cartagena hasta Rivas. Se considera que estos movimientos sísmicos se originan por grandes rupturas entre las placas ocurridas en la zona de falla continental -Fosa Me97 Los desastres que han ocurrido soamericana-, situada a unos 80 kilómetros a lo largo de la costa occidental de Centroamérica. Ejemplos de este tipo de eventos lo ilustran los sismos de 1956: «El 24 de Octubre de 1956, un sismo de enorme magnitud tuvo lugar al sur del Salvador que causó daños en Managua. Hansen cree que este evento es el de mayor magnitud registrado en Nicaragua. El poco daño que causó lo atribuye a la gran profundidad de su foco. El 25 de Octubre de 1956 otro evento de 7.3 se volvió a sentir en El Salvador y Nicaragua» (Leeds, 1973:35). Los sismos continentales en la Depresión de los Lagos han sido los más peligrosos. Ellos se originan por debajo de la corteza del Pacífico continental en una sección de ruptura entre las placas ubicada a profundidades someras. Se suelen presentar en una secuencia de sismos pequeños (precursores) que pueden aparecer minutos, horas o días antes de un sismo mayor (Strauch, 1997; White y Harlow, 1993). Luego del sismo principal suceden réplicas que pueden extenderse por varios días. Evento representativo fue el terremoto de Managua de 1972 cuyo sismo principal se presentó luego de varios pequeños temblores «precursores» ocurridos media hora antes. Los sismos generados por debajo de la placa continental, se han presentado como locales o bien regionales. De hecho, la mayoría de los sismos ocurridos en la faja continental del Pacífico conocida también como Depresión de Nicaragua, ha sido local. Se sienten e inciden en secciones reducidas de un territorio con relativa independencia de su intensidad y la magnitud de los daños que provocan. Son sismos considerados superficiales cuyo foco o hipocentro está casi siempre a menos de 10 kilómetros de profundidad (Santos,1973:9). El sismo de magnitud 6.0-6-7, ocurrido en la zona de Cosigüina en 1809 es un evento de tipo local; asimismo, fueron probablemente locales los terremotos que dañaron edificios y casas en León el 18 de junio de 1870, y nuevamente en 1918. Otro sismo local es el que afectó varias colonias de Managua en 1968. Hansen en base a estudios geológicos especializados sugiere que el terremoto de Managua de 1931 y aún el de 1972 fueron también de tipo local (Hansen: 1973:104-12)). 98 Los sismos de efecto regional -menos frecuentes-, se han presentado en Nicaragua a la manera de «bandas sísmicas» que sacuden a lo largo los mismos puntos del territorio aún a pesar de su distancia. En 1648 un terremoto violento provocó muchos muertos y heridos en León y al mismo tiempo subió el cauce del Río San Juan; en esa misma banda se repiten los sismos de 1651, 1663 y 1844. Otra banda sísmica con historia más numerosa en eventos se presenta entre Chinandega, León y Managua. Desde 1852 se han reportado 11 terremotos de efecto regional donde invariablemente los movimientos sentidos en Chinandega, también afectaron León y alcanzaron Managua. Antes de 1852, se registra un evento ocurrido en 1605. En 1885 y 1898 movimientos sísmicos de este tipo Jaime Wheelock Román dañaron parcialmente la ciudad de León. En 1961 un sismo violento sacudió Puerto Morazán, afectó Chinandega y alcanzó a dañar casas en León y Managua. Tsunamis Los llamados maremotos o tsunamis son producidos por terremotos de carácter oceánico que levantan olas de gran tamaño con la capacidad de transportarse a grandes velocidades y golpear costas y poblaciones, aún aquellas ubicadas a gran distancia. Son eventos más bien poco frecuentes. En el Pacífico centroamericano hay referencias sobre varios tsunamis, si bien los realmente documentados se limitan a dos: El de Acajutla de 20 de Diciembre de 1859 -asociado a erupción del Volcán Izalco-, y el de 2 de septiembre de 1992 que azotó la costa del Pacífico de Nicaragua. Sapper se refiere al tsunami de 25 de Agosto de 1859 asociado al terremoto centroamericano de la misma fecha que logró alcanzar el Golfo de Fonseca y probablemente otros puntos de la costa nicaragüense (Sapper, Revista Conservadora No.78:8). Ineter recoge referencias sobre el tsunami de 29 de Julio de 1919 que levantó grandes olas en el Golfo de Fonseca y marejadas que inundaron Corinto. Referencias de los diarios «El Cronista» de León y «El Comercio» de Managua, refieren que el 12 de Diciembre de 1919 hubo un maremoto frente 99 Los desastres que han ocurrido a las costas del Pacífico. Por su parte, otro diario «La Noticia», reporta olas gigantescas en el Golfo de Fonseca el 6 de Diciembre de 1920. Leeds, menciona un tsunami ocurrido el 5 de Octubre de 1950 originado de un sismo frente a las costas de Costa Rica y que probablemente pudo afectar el Sur de Nicaragua. Por último, pobladores de la localidad, informaron la incidencia de un maremoto el 24 de Octubre de ese año en San Juan del Sur. Puede que algunos de estos fenómenos correspondan más bien a marejadas. Las marejadas «marciales» o astronómicas ocurren periódicamente por influencia del sol y la luna en perigeo, sobre los movimientos de las masas oceánicas. Asimismo, los huracanes son capaces de producir oleajes y entradas violentas de mar. Este tipo de fenómenos, aunque con poca historia de desastres en Nicaragua, han ocasionado inundaciones totales en el pasado en localidades bajas de los litorales Pacífico como Corinto, Paso Caballos, Jiquilillo; o Atlántico como La Cruz de Río Grande y Laguna de Perlas. El Tsunami del 2 de Septiembre de 1992 se considera el primer fenómeno moderno ocurrido frente a las costas de Nicaragua. Fue un tsunami-terremoto ubicado entre las dos placas Coco y Caribe y a profundidad de 10 km. De relativamente baja intensidad fue capaz de levantar olas de gran tamaño -6 a 9.9 metros-, en un frente de 200 kilómetros (Ide and Imamura et al, 1993:75). Al activarse la falla «disparadora» se produjo primero un retiro de la marea y luego la onda. Las olas se propagaron hacia islas del Pacífico como las Galápagos y pudieron medirse por diferencias en las mareas en las costas del Japón (Kuniaki, et al:1993:57). No menos de 3 oleadas sucesivas alcanzaron luego del terremoto oceánico, las costas del Pacífico, barriendo los poblados ribereños y causando 179 muertos, en su mayoría niños, 489 heridos y 3500 damnificados. Los daños materiales fueron estimados en US$25 millones de dólares. 100 Jaime Wheelock Román «La fuente que lo provocó se originó probablemente de una falla inversa de empuje ocurrida en el piso oceánico en la Fosa Mesoamericana, en el borde de las placas de subducción de Cocos y Caribe. La escala de la falla es inferida en cerca de 200 kilómetros de largo y 100 de ancho a la profundidad de 2km debajo del nivel del mar y generó un sismo de aproximadamente 7.2 (Richter) debajo del plano de la falla» (Darce, 1996:10) • Nicaragua presenta uno de los índices de sismicidad más altos del mundo • Sismos destructivos se han presentado con frecuencia en la región del Pacífico donde está asentada la mayoría de la población nicaragüense • Los terremotos más dañinos no fueron necesariamente los más intensos. • Managua y León han sido destruidas varias veces cada una por terremotos. • Chinandega, Granada, Telica, Mateare y Rivas tienen historias frecuentes de afectación por sismos violentos, y fueron destruidas al menos una vez por terremotos. • Los daños producidos por los sismos fueron más severos a causa de proximidad de los edificios a fallas, pobres diseños constructivos y materiales inadecuados. Síntesis cronológica de la actividad sísmica mayor en Nicaragua 1528: Sismos intensos en León de mayo a octubre; primer reporte histórico (Oviedo) 1570: Sismos violentos dañan mayoría de casas en Granada 1578: Intensos temblores afectan en febrero a León (Álvarez de Toledo) 1585: Fuerte sismo afecta Granada 1594: Temblores botan casas en León y obligan a Obispo trasladarse a Granada 1605: Fuertes sismos en León y Managua asociados al V. Momotombo 1609: Sismos asociados a V. Momotombo; abandono de primer asiento de la capital León. 1648: Terremoto dañino afecta León; muchos muertos y heridos; sube cauce de Río San Juan 1651: Violento sismo sentido en todo el país causa mayor depresión de rápidos de Río San Juan 1663: Terremoto destruye casi totalmente León, afecta Granada y navegación del San Juan 1680: Sismo asociado a V. San Cristóbal afecta Chinandega 1702: Terremoto daña casas e Iglesias en Granada 1739: Terremoto destruye iglesia de Diriá 1764: Temblores severos asociados a Momotombo 1772: Fuerte terremoto sacude el 16 de marzo Granada, al parecer asociado a V. Masaya 1779: Terremoto destruye casas en Realejo, Chichigalpa y Posoltega 101 Los desastres que han ocurrido 1809: Sismo de magnitud 6.0-6.7 se produce en la zona de Cosigüina 1822: Terremoto en Cartago afecta el Río San Juan y se siente en el sur de Nicaragua 1835: Violentos sismos asociados al Cosigüina afectan todo Occidente 1841: Terremoto originado en Cartago afecta el sur de Nicaragua 1844: Megasismo en mayo destruye Rivas, afecta San Juan del Norte, cierra río Negro 1844: Terremoto afecta San Juan del Norte en Agosto; magnitud de VIII 1847: Sismo de 31 de julio se siente en San Juan 1849: Fuerte sismo al este de Nicaragua sentido en Honduras y El Salvador 1850: Temblores violentos sacuden León el 27 de Octubre 1852: Fuertes sismos sentidos en Managua y León asociados al Momotombo 1854: Temblor sacude León 1856: Sismo severo sacude Masaya 1858: Intenso sismo es sentido el 25 de abril en la Costa del Salvador y Nicaragua 1858: Sismo asociado a V. Nindirí causa el 25 de abril derrumbe en camino Masaya-Granada 1859: Gran terremoto centroamericano, sacude Managua el 9 de diciembre 1862: Terremoto ístmico y réplicas sacuden el 20 de Dic. desde Guatemala hasta Nicaragua 1865: Temblores severos de Dic. a Feb. costa del Pacífico y topografía de río Tipitapa 1867: Fuerte sismo el 27 de noviembre sentido desde Corinto a Sur de Costa Rica 1868: Fuertes sismos asociados al Momotombo se sienten el 24 de Julio en León 1870: Un sismo severo asociado al V. Masaya se siente en todo el país 1870: Terremoto causa el 18 de junio heridos, damnificados y daños a casas en León 1878: Sismo intenso daña el 9 de junio casas en Masaya y Granada 1881: Sismo violento de 50 seg. daña el 29 de abril edificios en Managua 1881: Cuatro sismos sacuden San Juan del Norte el 9 de junio 1882: Megasismo centroamericano asociado a V. Atrato: sentido desde Cartagena hasta Rivas 1885: Terremoto magnitud IX 12 de junio; muertos y daños en León, Chinandega y Managua 1886: Fuerte sismo se siente en Chinandega y León el 22 de mayo 1886: Sismos intensos afectan Nagarote y La Paz Centro el 22 y 23 de mayo 1891: Fuertes sismos sacuden Granada por cuarenta días 1898: Terremoto, 29 de abril daña catedral y casas en León, se siente en todo el Pacífico 1902: Temblores fuertes alarman Managua y León en marzo 1916: Fuerte sismo golpea el suroeste de Nicaragua el 27 de febrero 1916: Terremoto 7.3 Richter, sur del Lago de Nic., 24 de abril; primero registrado técnicamente 102 Jaime Wheelock Román 1919: Terremoto el 18 de marzo; sentido en Managua y Chinandega 1918: Fuerte sismo en León con daños a edificaciones de taquezal 1919: Sismo y réplicas asociados al V. Momotombo afecta Puerto Momotombo el 29 de junio 1921: Sismo 7.3 Richter localizado en el mar afecta en marzo 28 el Salvador y Nicaragua 1922: Terremoto violento registrado mundialmente con epicentro en Jinotega el 16 de febrero 1924: Temblor intenso afecta la Costa del Pacífico 1925: Sismo severo daña edificios en Managua el 5 de Octubre 1926: Terremoto en Managua el 5 de Nov. cuartea mitad de las casas; daña Granada y Masaya 1930: Sismo localizado en Mar Caribe con 25 réplicas es sentido en Nicaragua el 30 de julio 1931: Sismo profundo epicentro isla Ometepe con magnitud 6.0 el 7 de marzo 1931: Terremoto 5.6(Pasadena) destruye la capital causando 1.500 muertos 1932: Sismo magnitud 6.9 frente a Costa de Corinto el 21 de mayo 1933: Violentos temblores dañan edificios en Managua el 11 de julio 1933: Otro sismo causa algún daño en Managua el 24 de agosto 1934: Fuerte sismo sacude León el 25 de febrero, sintiéndose en Managua 1937: Once temblores fuertes causan daños en Corinto y Chinandega el 12 de enero 1937: Sismo de fuerte intensidad sacude el 21 de Octubre Chichigalpa y se siente en Managua 1937: Sismo trepidatorio sacude la capital el 16 de noviembre 1937: Temblor fuerte sacude Matagalpa el 8 de diciembre; sentido en Managua y Masaya 1938: Enjambre sísmico en Corinto el 11 de enero 1938: Sismos y retumbos prolongados en Masaya el 11 de febrero 1938: Fuerte temblor en Chinandega el 1 de marzo; otro sismo similar el 7 de abril 1938: Temblor violento daña edificios en León el 25 de abril; sentido en todo Occidente 1938: Terremoto 6 de mayo destruye Telica; daña edificios en León, Chinandega, El Viejo 1938: Cadena de fuertes sismos desde el 9 al 13 de mayo daña edificios en Managua 1938: Corinto sacudido por fuerte temblor el 19 de mayo 1938: Chinandega sacudida por fuerte temblor el 22 de junio 1938: Sismo intenso en Chinandega el 3 de septiembre 1938: Temblor fuerte en Chinandega; se siente en Managua 1939: Dos sismos intensos en Chinandega el 2 de mayo; otros 3 sismos el 15 de mayo 103 Los desastres que han ocurrido 1940: Terremoto en Costa del Pacífico, 20 de Feb.; daños serios en Chinandega y Corinto 1941: Sismo 6.0 de magnitud con epicentro en Masachapa el 6 de enero 1944: Temblores en Managua y Chinandega el 18 de enero 1944: Sismo de regular intensidad sacude Granada el 8 de febrero 1944: Dos temblores alarman Managua el 17 de febrero 1944: Sismo de magnitud 6.0 con epicentro en San Ubaldo el 7 de abril 1944: Fuerte temblor en Chinandega y El Viejo el 17 de Octubre 1946: Sismos sacuden desde 11 de feb. Granada, Masaya, Diriomo, Jinotepe hasta Rivas 1947: Terremoto magnitud 7.2 en la Unión, El Salvador sentido en Nicaragua el 26 de enero 1947: Sismos intensos asociados al Cerro Negro sacuden León el 15 de julio 1950: Terremoto magnitud 7.7 en el sur del Lago de Nicaragua el 5 de octubre 1951: Sismos 3 de Agosto rompen ladera Norte de Cosigüina; ola de lodo y agua sepulta Potosí 1951: Violento temblor causa daños en Jinotega el 6 de agosto 1952: Temblor centroamericano sacude Pacífico de Nicaragua el 27 de febrero 1952: Temblor fuerte prolongado se siente en San Salvador, Managua y Diriamba; 4 de marzo 1952: Temblor oscilatorio se siente en Managua el 8 de marzo 1952: Masaya sacudida por intenso temblor el 6 de abril; retumbos en V. Masaya 1952: Fuerte sismo en Granada; sentido en Managua; 13 de mayo 1952: Fuerte temblor alarma Chinandega; 31 de mayo 1954: Dos sismos de intensidad 6.0 frente a Costa Pacífico el 19 de febrero 1954: Sismo profundo de intensidad 6.0 al norte de Granada, el 3 de mayo 1955: Terremoto daña el 4 de abril Mateare dañando mayoría de casas; hendiduras en suelos 1955: Fuerte sismo frente a la costa del Tamarindo el 30 de marzo 1956: Sismo del 24 de enero causa daños en Puerto Somoza 1956: Terremoto 24 Octubre, Oeste de Masachapa, 7.3 Richter; daños en edificios en Managua 1956: Otro sismo de intensidad 6.0 frente a El Tránsito el 25 de octubre 1958: Fuertes temblores en la ciudad de Rivas el 31 de enero 1958: Terremoto con epicentro en San Fco. del Carnicero el 14 de Nov. 1958: Sismo intensidad IV en Masaya el 4 de Diciembre 1959: Sismo se siente en costa del Pacífico el 24 de abril 1960: Sismo con epicentro en Malacatoya sentido en Managua el 10 de julio 1961: Sismo de regular intensidad sentido el 20 de marzo en Managua y otras ciudades 1961: Sismo violento sacude Puerto Morazán el 23 de mayo; daña casas en Managua y León 104 Jaime Wheelock Román 1962: Fuerte sismo originado en Golfo de Fonseca el 24 de Noviembre 1963: Sismo intenso frente costa de Poneloya el 23 de noviembre 1965: Enjambre de 54 sismos 20 Oct., frente a costa Pacífico; sentido en Managua y Masaya; 1967: Se registra sismo en toda la Costa del Pacífico de Nic. y Costa Rica el 15 de Octubre 1968: Terremoto de 4 de enero daña mil casas en colonias Centroamérica y Morazán 1972: 100 sismos se registran el 5 de enero en Managua; algunos con intensidad VII 1972: Terremoto 5.6 Richter destruye Managua 23 de Dic.; 6.000 muertos; $1800 millones 1973: Terremoto con epicentro en Guanacaste sacude Rivas y Jinotepe el 14 de abril 1975: Enjambre sísmico entre V. Momotombo y V. Momotombito 1977: Enjambres sísmicos entre Cerro Montoso y Santa Clara en mayo 1983: Sismo asociado a Terremoto en Costa Rica afecta Suroeste de Nicaragua 1984: Enjambre sísmico en Chinandega 1985: Sismo 5.5 Richter afecta Rivas dañando edificaciones; el mayor después de 1972 1992: Tsunami 1 Sept. Costa Pacífico; 179 muertos; US$ 60 millones daños 1993: Enjambres sísmicos 1995: Enjambres sísmicos asociados a Momotombo 1996: Enjambre sísmico en Momotombo: 220 en enero; 350 en febrero; 140 en marzo 1997: Sismo magnitud 6.3 debajo de Masachapa sentido en todo el Pacífico 1997: Sismo magnitud 5.5 cerca de León, sentido en todo el Pacífico 1997: Enjambre sísmico asociado a Apoyo de 27 de mayo a Junio; el mayor de 3.7 Richter 1997: Enjambre sísmico en julio asociado a V. Apoyeque;shocks hasta 3.8 Richter 1998: Sismo (4.6 Richter) con 60 réplicas daña casas al Sur de Momotombo; 1 de marzo 1998: Fuertes sismos con réplicas dañan casas en Ticuantepe. 1998: Sismo magnitud 6.5 el 23 de Agosto sentido en el Pacífico centroamericano. 105 Los desastres que han ocurrido 106 L as erupciones volcánicas en la historia Los volcanes nicaragüenses pertenecen a la provincia volcánica de Centroamérica. Esta se extiende desde el norte de Guatemala hasta Chiriquí en Panamá, comprendiendo más de 100 conos emplazados a lo largo de la costa del Pacífico, si bien sólo 25 han estado activos en el pasado reciente. Nicaragua contiene 18 volcanes mayores, si bien existen muchos otros que se encuentran extintos o son conos incipientes en proceso de evolución. De todos ellos 12 han mostrado históricamente alguna actividad Toda la cadena volcánica local ha surgido hacia la superficie de la corteza por efectos de la interacción entre las placas de Cocos y Caribe. La fricción entre éstas y el calor intenso que generan sus movimientos subterráneos, derriten porciones de la placa Cocos. El material rocoso fundido sometido a tensión y compresión, busca salida a través de zonas débiles de la corteza ascendiendo hasta la superficie donde forma los edificios volcánicos (Dames and Moore, 1978:44) La prehistoria volcánica: Volcanes que hablan. Un estudio de imágenes de satélite conducido por Lilljequist en 1984, encontró un número considerable de estructuras circulares con cierta relación de alineamiento. Alrededor de unas 572 de ellas con diámetros que variaban de 100 metros hasta 50 km fueron definidas. Se sugiere que la mayoría sino todas, son los vestigios en el terciario de una antiquísima e intensa actividad volcánica. Alineadas en arcos que parecen migrar de Este a Oeste, estas calderas marcan la posición de viejos alineamientos de la cadena volcánica nicaragüense, alguna vez ubicados muy al este de su posición moderna. (Lilljquist, 1998:21 y ss) El agrupamiento de estos antiguos cráteres ha permitido reconocer en épocas remotas del Terciario, por lo menos tres grandes períodos de actividad volcá107 Los desastres que han ocurrido nica mayor. La primera ocurrida durante el Oligoceno, produjo los terrenos de las Tierras Altas del Norte o grupo Matagalpa; la segunda, se sugiere que tuvo lugar en el Mioceno donde originó depósitos de magmas basálticos a lo largo de la Costa del Pacífico en lo que se conoce como Arco volcánico Coyol; y el tercero perteneciente al período del Plioceno-Pleistoceno, marca la migración del arco volcánico en dirección Suroeste, hacia el alineamiento donde se encuentran hoy los volcanes activos de Nicaragua.(Sten-Ake et al, 1998:xiii). Durante el período del terciario, la actividad volcánica -más intensa que en épocas sucesivas-, estuvo rellenando los suelos de grandes porciones del territorio. Aún en la zona del Pacífico, estudios petrográficos conducidos por C.M. Hayes, constataron que terrenos como los de la formación de Brito en Rivas, fueron probablemente conformados por erupciones de volcanes hoy extinguidos del Oligoceno, entonces situados hacia el Oeste (Sapper, Revista Conservadora, 78:2). Calderas de gran extensión, muy activas en períodos remotos, se han identificado cerca del Sauce. La misma caldera del Masaya pertenece a un cono extinto que tuvo un pasado de gigantescas erupciones explosivas cuyos efectos son apreciables aún hoy en toda el área de las Sierras de Managua. Durante el período cuaternario la actividad volcánica siguió siendo intensa durante su fase temprana. Se supone que los depósitos de piedra pómez, arenas y cenizas presentes en los terrenos del Pacífico fueron arrojados por los volcanes modernos en grandes masas casi desde el principio de su actividad. Gran parte de la Depresión Nicaragüense fue rellenada por materiales de conos volcánicos del grupo denominado «Las Sierras» (Darce, 1966). Sapper supone que este grupo estuvo muy activo a principios del cuaternario, depositando enormes masas de tobas de un espesor de 400 metros en las sierras de Managua y en Masaya. Otros como Wilson, creen que estos 108 Jaime Wheelock Román depósitos de piedra cantera, provienen de un gigantesco lahar o flujo de lodo de origen todavía desconocido (Dames and Moore, 1978:57). Erupciones más próximas han sido documentadas hace 23.000 años. Una de estas es la explosión que formó la caldera ocupada hoy por la laguna de Apoyo. Por sus dimensiones -6.5 Km de diámetro-, se sugiere que la magnitud de la erupción puede haber sido una de las mayores a escala mundial en ese tiempo. Los flujos de pómez depositados por el Apoyo alcanzaron en áreas próximas, espesores de 37 metros y a distancias mayores alcanzaron a sepultar con una capa de 15 metros de espesor el terreno donde hoy se asienta la ciudad de Granada (Segura y Hernández, 1996:6). 109 Los desastres que han ocurrido Otra explosión de gran magnitud ocurrida por la misma época, fue la del Apoyeque. Esta erupción que formó el cráter y laguna del mismo nombre, cubrió el volcán con una gruesa capa de pómez y flujos de escorias que se extendieron hasta el occidente de Managua. Hay manifestaciones volcánicas más recientes de la misma cadena cuaternaria. Podemos encontrarlas impresas en el cuerpo de las lagunas que llenan cráteres hoy extintos donde se produjeron explosiones o hubo hundimientos ligados a fallas sísmicas o donde se aprecian huellas de volcanes más antiguos que estuvieron activos varios milenios atrás. Este es el caso de las lagunas de Nejapa, Asososca, Acahualinca, Jiloá, Tiscapa, así como de los cráteres de Ticomo, Refinería, Miraflores y de los pequeños conos de Las Jinotepes, Motastepe, Javier, San Judas, Embajada, Chico Pelón y Veracruz (Incer, 1993:121 y 132; Bice, 1985). La erupción que formó la caldera de Masaya se atribuye a la misma erupción que depositó una capa de pómez y arena de 1 a 3 metros de espesor sobre las huellas humanas y animales de Acahualinca hace 7.500 años. Estas huellas son el primer testimonio de los efectos desastrosos de la actividad volcánica sobre habitantes de Nicaragua. En Octubre de 1919 fueron encontrados en la península de Chiltepe otros restos humanos primitivo con señales de haber sido calcinados durante una erupción (Morales Hernández, 1999:2). A pocos metros sobre el nivel donde quedaron impresas las huellas de Acahualinca, se encuentra una capa de pómez depositada por una explosión posterior probablemente del volcán Apoyeque. Este mismo volcán hizo su última erupción hace 3.500 años. La espesa capa que entonces depositó sobre la sierra de Mateare, puede haber sido la causa, según sugiere Incer, de la avalancha en el flanco suroeste de la misma sierra que sepultó durante la estación lluviosa el sitio conocido por los antiguos pobladores Nahuas como Taguistepe que significa «pueblo enterrado» (Incer, 1999:3). Desde entonces la actividad volcánica ha tendido a disminuir. Erupciones en el tiempo histórico. El frente volcánico nicaragüense es muy activo. Un observador acucioso como Squier afirmaba que «No hay en todo el continente americano, ni quizás en el mundo entero una extensión de tierra que como ésta contenga tantos volcanes en actividad o apagados, ni que presente tantos vestigios de convulsiones plutónicas... se ven en Nicaragua catorce volcanes de un solo vistazo.» (Squier, 110 Jaime Wheelock Román 1973:423). De los volcanes activos se ha documentado 190 erupciones a partir de 1520, lo que da como promedio un evento cada dos años y medio, más frecuente que el intervalo entre sismos mayores conocidos. Es bastante probable que esta suma de erupciones corresponda más fielmente a la realidad. La actividad volcánica, además de vistosa suele presentarse durante varios días y a veces por meses enteros, a diferencia de los sismos que pueden pasar desapercibidos. Las primeras noticias sobre manifestaciones volcánicas se refieren a un gran derrame de lava del Masaya cerca de 1500 según lo transmitieron los aborígenes a la llegada de los españoles. La historia colonial fue abundante en información sobre actividad en casi todos los volcanes, aunque las erupciones del Masaya y el Momotombo fueron las dominantes. En su conjunto, ambos volcanes representan un poco menos de la mitad del total de eventos registrados en tiempo histórico, con 36 y 27 respectivamente. Sin embargo el Telica aparece con los mayores registros eruptivos con 58 actividades de las cuales 51 se reportaron en el presente siglo. Varias de estas actividades -observadas por Creusot-, fueron ligeras emisiones de humo. El Concepción ocupa un tercer lugar con 22 erupciones. El Cerro Negro se ha manifestado en 17 ocasiones y el San Cristóbal, 14. Más atrás se sitúan, el Hoyo con 5 y el Cosigüina con 4. Los volcanes Pilas, Orota, Santa Clara y Cerro Montoso, registran solamente una erupción. Los volcanes y su extensa actividad eruptiva han jugado un papel benéfico para la formación de Nicaragua. De hecho, los terrenos del país casi sin excepción, a partir de sus bases formadas por rocas del fondo oceánico, se han rellenado sucesivamente por capas superpuestas de materiales volcánicos. La costa del Pacífico, en épocas anteriores a los volcanes modernos se sugiere que estaba ubicada más hacia el Este y una ensenada grande del océano fue separada del mismo por depósitos volcánicos formando el Lago. Erupciones posteriores separaron los dos lagos y formaron sus penínsulas e islas (Sapper, op cit:2). La llanura del Atlántico sumergida bajo el océano en el pasado remoto, fue emergiendo y ganando terreno como producto de materiales sedimentarios volcánicos terciarios arrastrados por los ríos. 111 Los desastres que han ocurrido La misma altura de los volcanes ha diferenciado la climatología y trasladado el límite entre el clima húmedo y seco hacia la Costa del Pacífico. Los volcanes han influido asimismo, en la diversidad y la distribución de plantas y animales en el territorio. Los suelos se han beneficiado por las emisiones de cenizas ricas en nutrientes estableciendo además planicies, cuencas y lagunas propicias para asentamientos humanos. También la actividad volcánica ha traído efectos desastrosos. La mayoría de la población nicaragüense, desde la prehistoria habitó las tierras próximas a los conos más activos y sufrió los efectos de su constante actividad. Pueblos como Tezoatega, Mistega, Chinandega, Imabite o los de Nagrando, se ubicaron en los flancos occidentales del frente volcánico nicaragüense donde se erigen los conos más activos: Cosigüina, San Cristóbal, Telica, Pilas y Momotombo. Nubes de gases, rocas incandescentes, columnas de cenizas arrastradas por los vientos, retumbos y temblores, inestabilizaron con frecuencia las pequeñas aldeas y su actividad agrícola. Oviedo hace referencia a esta situación: «Acaesce algunos años, ventando rescios Nortes, dexar el humo, que ordinariamente suele llevar su camino á Poniente, e yr hazia el Sur, é baxar por aquellas vertientes á los llanos, é quemar é abrasar los mahizales é las otras labores del campo, é hazer grandíssimo daño en trés o quatro ó más leguas y en los pueblos, que hay muchos por allí, y no poder tornar la tierra en sí en essos quatro ó cinco años, por la aver dexado quemda e destruyda el fuego (Oviedo, 1975:380). En ocasiones la frecuente actividad de estos volcanes occidentales, como lo anota Incer, logró sepultar zonas extensas con gruesas capas de escoria y ceniza, formando un colchón de partículas finas de donde se levantaban densas tolvaneras durante los vientos fuertes de verano. Oviedo menciona «... que en aquella cibdad de León é por allí hay más indios tuertos que en toda la tierra é gobernación restante de Nicaragua: y es la causa el continuo polvo, que allí es muy cotidiano...é como hay mucha arena é menuda, echa aquel polvo sobre la ciudad». (Oviedo, 1975:371). Los centros más densamente poblados -los Chorotegas de la Manquesa y los Nahuas en el istmo de Rivas-, se ubicaron al Sureste del frente volcánico donde se emplazan los volcanes Masaya, Mombacho, Zapatera, Concepción y Maderas. El 112 Jaime Wheelock Román tipo de actividad de estos volcanes -efusiones de lava-, permitió a esos pueblos aprovechar las tierras fértiles sin exponerse a convulsiones explosivas y letales de arena y gases. Sin embargo los pobladores tampoco escaparon a episodios destructivos, como los gigantescos derrumbes de lodo y rocas desgajados desde las laderas por sismos y lluvias torrenciales. Más recientemente los conos de este segmento han venido mostrando emanaciones de gases, sugiriéndose un potencial de peligrosidad similar a la de los volcanes de occidente (Darce et al, 1979). Las erupciones volcánicas se han clasificado con criterios más bien arbitrarios basados en su severidad, duración, efectos o bien por los daños que ocasionan. Observadas en el tiempo es posible encontrar algunas características comunes. La primera, anotada por Sapper es que los volcanes en Nicaragua, igual que en el resto de Centroamérica, parecen funcionar como una sola unidad: Al ocurrir una excitación en un punto del sistema, siguen muchas veces en cortos intervalos otras similares en diferentes conos. Durante los primeros años de la colonia española -1520-1530-, la mayoría de los volcanes Maribios y el Masaya, reportaron intensa actividad. Nuevamente entre 1680 y 1685, los volcanes Masaya, Momotombo, Telica y San Cristóbal parecieron actuar al unísono. Durante 1848-1852 y 19181921, el Cerro Negro, Telica, Momotombo, Masaya, San Cristóbal y Concepción registraron actividades intensas. Más reciente, entre 1948 y 1952 la actividad de los volcanes Telica, Cerro Negro, El Hoyo, Masaya y Concepción coincide. También, los volcanes de Nicaragua considerados individualmente, parecen obedecer a ciclos eruptivos dominando todo un período con su intensa actividad para después entrar en fases más o menos prolongadas de letargo. El Momotombo registró erupciones violentas y sucesivas entre 1522 y 1529 y por 50 años estuvo silencioso. El San Cristóbal tuvo erupciones intensas entre 1680 y 1685. El Concepción sólo se activó hasta 1883 y mantuvo su ciclo eruptivo hasta 1886. A su vez, El Telica que ha tenido una actividad esporádica, registró varias erupciones entre 1935 y 1938. Los ciclos de actividad de estos volcanes tienen una frecuencia variable que va desde las cortas de 5-7 años características de Masaya, Cerro Negro o Telica, hasta las más espaciadas de 80 y 100 años propias del Momotombo. En los volcanes nicaragüenses las erupciones explosivas, han sido más numerosas que las de efusiones de lava. De 190 actividades volcánicas registradas, sólo 21 corresponden a episodios de efusión lávica. De ellas 10 son del Masaya, 6 del Concepción, 3 del Cerro Negro y 2 del Momotombo. El tipo de erupción más frecuente en Nicaragua es el stromboliano, consistente de emisiones de humo, cenizas y arena combinados con sismos locales. Por otra parte, en el tiempo 113 Los desastres que han ocurrido histórico, la colosal erupción Pliniana del Cosigüina en 1835 ha sido la única en el pasado reciente de tipo vesubiano y de mayor magnitud en Nicaragua. Otra característica interesante del grupo de volcanes nicaragüenses es la superposición de los edificios volcánicos. Sobre los conos antiguos y casi destruidos, en los flancos o a veces encima, nacen recostados conos más modernos, formando agrupaciones en las que se observa también conos parásitos de poca elevación. Muestra reciente de esta manifestación se produjo con la erupción del Cerro Negro en Septiembre de 1999, cuando surgieron tres nuevos pequeños cráteres adventicios al pie del volcán principal. Se ha sugerido que esta multiplicidad de cráteres en los centros volcánicos obedece a desplazamientos paulatinos de la corteza superior respecto al foco desde donde se alimenta la cámara magmática de los conos: una expresión en la superficie de la lenta migración de la cadena volcánica en sentido Oeste. Por último, los volcanes en Nicaragua son responsables de no pocos de los sismos sentidos por la población. Montessus deBallore consideraba que la mayoría de los temblores en Centroamérica eran de origen tectónico. Sapper afirma lo contrario, estimando que los temblores volcánicos jugaban un papel mucho más grande. Nuevos estudios conducidos por Bolt ayudan a entender mejor la relación entre volcanes y temblores, estableciendo tres categorías de terremotos en asociación con los volcanes. La primera corresponde a los sismos por explosión volcánica. Estos ocurren cuando los gases disueltos bajo presión escapan violentamente del magma produciendo ondas elásticas que causan sismos (Bolt, Geological Journal, 3). Uno de estos, muy intenso, se produjo con la erupción del Cosigüina a la 1am. del 23 de enero de 1835 y fue sentido hasta 450 km de distancia. Un segundo tipo, corresponde a la mayoría de los sismos superficiales que se experimentan en Nicaragua y por lo mismo son los más frecuentes (Segura y Hernández, 1996:1-2). Estos resultan del movimiento del magma de un sitio a otro produciendo que las rocas calientes de la corteza se deformen y agrieten generando ondas que se propagan como sismos en varias direcciones. Es muy probable que los recientes sismos y fracturas superficiales acaecidos cerca del Momotombo en septiembre de 1999, correspondan a este tipo. El tercero, es el de los sismos tectónicos afines producidos durante grandes terremotos. En ellos, ondas intensas compresionan y dilatan la mezcla líquida y gaseosa en los depósitos del magma, desencadenando la actividad volcánica. Por la descripción de varios sismos violentos seguidos de actividad en el cono, es 114 Jaime Wheelock Román bastante probable que la erupción del Momotombo de 1609 haya sido la secuela de un terremoto con actividad volcánica afín. Precisamente, Crawford atribuye esta actividad del Momotombo a un «megasismo» desencadenante (Crawford, 1902). Otros sismos severos como los que dañaron Granada en 1680 y 1772, pudieron causar actividades eruptivas del Masaya. Los volcanes más activos y erupciones desastrosas Momotombo: «Llameando día y noche» En lo que transcurre del siglo XX, este volcán ha permanecido tranquilo levantándose como paisaje colosal al fondo del lago Xolotlán. Dice poco de su pasado convulsivo, cuando se le percibía como el azote de las poblaciones occidentales durante el siglo XVI. León primera capital de Nicaragua, fue desmantelada poco tiempo después de fundada y luego perseguida y asediada por sucesivas y violentas erupciones del volcán. Fue Pedrarias, primer gobernador de Nicaragua quien en 1525 probablemente por informes de Hernández de Córdoba, dio el reporte más temprano sobre el Momotombo: «... cabe esta ciudad de León está otro cerro muy alto, y por encima de la corona sale del fuego, que se ve a la clara del día é de noche por cinco bocas; a la redonda de este cerro hay muy grande cantidad de azufre... algunos de estos ríos están muy calientes que apenas los pueden pasar por el calor del agua, é hay una fuente que a la continua yerbe tanto que en metiendo un ave o otra cosa cruda sale cocida incontinente...» (DHN., Tomo I:128-9). Durante su estadía en Nicaragua, Oviedo fue testigo presencial de aquella actividad que se extendería hasta 1529 con «muchos agujeros, por donde sin cesar un momento sale humo». Desde entonces el volcán entra en uno de sus prolongados letargos hasta volver a hacer erupción en 1578. El Tesorero provincial Álvarez de Toledo se refiere a esta actividad: «... después que faltó la dicha enfermedad nos regala el señor con eccesivos ayres y temblores de tierra, con los cuales despide este bolcán de la laguna de León ynfinidad de ceniza, y de la que el ayre trae se cubren los tejados y calles que no ay quien pueda andar por ellas...» (Archivo General de Indias, cit. por Incer, 1993:144). 115 Los desastres que han ocurrido Fue a partir de 1605 cuando el Momotombo entró en uno de sus violentos ciclos de crisis que duraría hasta 1610. Durante los dos primeros años de este episodio, el volcán se manifestó con fuertes retumbos, violentas sacudidas sísmicas y emisiones de humo y cenizas que los vientos del Norte arrojaban sobre León. Vásquez de Espinosa anotó el fenómeno: «...el año 1605 y 606 que el volcán daba tan grandes bramidos y tan espantosos, con temibles temblores, que me certificaron personas fidedignas... vecinos de la ciudad que se levantaba la tierra por unas partes un estado en alto, dando grandes oleadas de una parte á otra.». (Vásquez de Espinosa, 1975:190). En 1609 se desencadenó la fase más aguda del ciclo eruptivo, ensañándose sobre León. Luego de una serie de sismos violentos, prosiguió una intensa y prolongada erupción que se sostuvo hasta inicios del siguiente año. Para culminar, el 11 de enero de 1610, se produjo una sacudida tan violenta que causó derrumbes en las laderas del Momotombo y oleajes que inundaron la ciudad. El Obispo Villareal clamando por el traslado de la ciudad, consiguió que los aterrorizados vecinos decidieran en cabildo abierto la evacuación definitiva de la malograda capital. 116 Jaime Wheelock Román El siguiente período convulsivo del Momotombo, tuvo lugar siglo y medio después, a partir de 1736. De acuerdo al Archivo del Museo Naval de Madrid, el Momotombo estuvo lanzando llamas por espacio de 28 años. De acuerdo a Montessus deBallore, fue en el año 1764 cuando se produjo una erupción severa acompañada de intensos movimientos sísmicos que pusieron en zozobra tanto a León como a Managua durante varios meses. Un siglo más tarde, el 18 de junio de 1870, el Momotombo entró en actividad en medio de movimientos sísmicos de gran magnitud. Unos años antes, en febrero de 1854 se había producido luego de sismos, eyección de cenizas que cayeron sobre León durante tres días dañando a muchas personas y causando desplomes de edificios y viviendas. La actividad del 70 se inició con fuertes retumbos que se escucharon hasta lugares alejados. (Leeds, 1973:31). El 11 de Octubre de 1878, se reinició la actividad con tremores que alarmaron Mateare y Managua. En los días siguientes se escucharon ruidos como de artillería pesada, mientras columnas densas de humo se elevaron y bloques oscuros se precipitaron hacia la base. Lluvias de ceniza fueron lanzadas hasta poblaciones distantes. El cuarto ciclo violento tuvo lugar durante 1885 y 1886 y puede considerarse el peor desde 1609. El volcán se reactivó el 16 de Octubre del 85 con temblores sacudiendo el occidente y grandes columnas de humo y cenizas cayendo sobre Puerto Momotombo. Retumbos cada 15 minutos se oyeron hasta Chinandega. La actividad fumarólica se mantuvo junto a elevadas ráfagas de fuego sobre el cráter. El 20 de Mayo de 1886 se inició la fase más violenta con sismos consecutivos y emisiones de humo y cenizas hacia el lado occidental. El 23 de Mayo fueron lanzadas rocas incandescentes y densas nubes de ceniza sobre Nagarote y La Paz Centro. Ese mismo día se oscurecieron León, Chinandega, El Sauce y Corinto. El 24 del mismo mes en el clímax, una corriente de lava avistada desde Managua fluyó en dirección oeste penetrando en la hoyada de Monte Galán: «Se asegura que el nuevo vapor que se está armando en las faldas del volcán... ha quedado cubierto de arena y piedras. La población de Momotombo abandonó el lugar... La ciudad de León estaba consternada porque la nube de cenizas arrojada por el volcán había oscurecido la ciudad desde la una de la tarde... ...Nuestro corresponsal en Chinandega nos dice... En este momento óyense grandes retumbos, oscurece y cae arena. El vecindario está en alarma (Ramón Romero)» «...se nos envió de Corinto el siguiente telegrama... En este momento hace erupción el Momotombo, empieza a oscurecer por causa de la ceniza y talvez se repitan efectos del Cosigüina (Agustín González)». (Diario «El Nicaragüense», 22 y 23 de Mayo 1886). 117 Los desastres que han ocurrido La última crisis se produjo en 1905. Un poco antes entre Marzo y Abril, se había presentado, después de dieciocho años de calma, una actividad explosiva precedida por un sismo y luego por efusiones menores de lava. El 16 de enero de 1905 y por espacio de siete días continuos, se desarrolló una violenta erupción con proyecciones de bloques de piedra, ceniza, arena y escorias. Una gran columna de humo se elevó unos 200 metros esparciéndose hacia el occidente. Coladas de lava fluyeron desde la boca del volcán extendiéndose a lo largo de 5 km en dirección Norte. Esta fue la última actividad intensa del Momotombo y la última con proyección de escorias. Dos episodios eruptivos posteriores en 1912 y 1918 se limitaron a columnas menores de humo y cenizas. Desde entonces el volcán Momotombo está dormido. Volcán San Cristóbal: «El Viejo». Pertenece a los volcanes activos de la llamada cordillera de los Maribios. «Tepemesquián» era su nombre prehispánico. Los aborígenes Nahuas que lo tenían como fuente del «fuego nuevo» subían a sacar ocotes hasta su cumbre cada 52 años. Durante los primeros tiempos coloniales lo llamaron «El Viejo». La costumbre española de consagrar los volcanes a los santos, como manera de aplacar su furia terrenal, llevó a designarlo como San Cristóbal. Como sus vecinos, estuvo muy activo durante los años 1528 y 1529. La actividad predominante del San Cristóbal ha sido la de emisión de gases, humo y cenizas, acompañada generalmente de temblores no siempre tan violentos como los del Momotombo. Hasta la fecha no se le conocen efusiones modernas de lava, ni desprendimientos rocosos, si bien en las faldas hay evidencias de antiguas coladas. De hecho el edificio volcánico fue formado por estratos intercalados de actividad explosiva con depósitos de piroclastos y lava (Morales, 1999:5). Su actividad suele ser corta y más bien moderada a diferencia de los otros conos de la cadena Maribia. Hay documentadas 118 Jaime Wheelock Román 14 erupciones en tiempo histórico. El San Cristóbal es el volcán más alto de Nicaragua, con 1760 metros y la perfección de su cono ha sido la admiración de cronistas, exploradores y viajeros. Las erupciones del San Cristóbal, no parecen presentarse en ciclos determinados y sus erupciones ocurren entre largos intervalos. Observando con más detalle, su actividad pasada se concentra en cuatro períodos: 1528-1529;1680-1685; 1971-1976; y las más recientes de 1993, 1997 y 1999. La frecuencia eruptiva del volcán ha sido bastante espaciada con paréntesis de 150 y 200 años entre cada actividad. Es de notar que cinco erupciones han tenido lugar en los últimos 25 años, lo cual podría dar pistas sobre una probable intensificación de su conducta eruptiva. Después de 1528, el San Cristóbal volvió a hacerse notorio hasta finales del siglo XVII, si bien tuvo una actividad breve en 1613 registrada por Vásquez de Espinosa. En 1680 entró en erupción acompañada de temblores y nuevamente en 1684 se lo reportó activo. En 1685 el pirata Dampier merodeando las costas de Nicaragua lo encontró en plena actividad sirviéndose de ésta como guía para alcanzar el puerto del Realejo y asaltar León: «El Realejo es la más destacada tierra en toda esta costa, pues posee una elevada atalaya de montaña humeante que los españoles llaman Volcán Viejo. Basta cambiar de rumbo hacia el noreste, con la montaña al frente, para encontrar la entrada al puerto... El volcán se reconoce fácilmente por ser una montaña alta en exceso y sin paralelo en toda la costa que humea todo el día y lanza fuego por la noche, pudiéndose observar a más de veinte leguas mar adentro» ( Dampier, cit. Zavala Urtecho RC, 27). Doscientos años después, en 1892 despierta el San Cristóbal con marcada actividad eruptiva, coincidiendo en el tiempo con otras erupciones de volcanes Maribios como Cerro Negro y Momotombo. Nuevamente en 1919 entra en una corta erupción junto a Telica, Momotombo y Masaya. Cincuentidós años después en 1961, se registra una nueva actividad, probablemente la más violenta después de la erupción de 1685, con gigantes columnas de humo, cenizas y temblores. Un nuevo cráter se abrió en la parte superior del cono. Después de esta erupción se produjeron cuatro episodios eruptivos: uno en 1976 considerado violento y en el que dos conitos concéntricos que ocupaban la cumbre, descritos por la expedición de Alejandro Malaspina a finales del siglo XVIII y luego por Belcher en 1838 -fotografiados por F. Peñalba en 1970-, se derritieron cuando la lava los alcanzó formándose un solo cráter. Luego se sucedieron los episodios eruptivos de 1993 y 1997 consistentes en emanaciones gaseosas y emisiones de cenizas con leves temblores. Las cenizas durante esta última actividad, afectaron los cultivos 119 Los desastres que han ocurrido de banano y café y una parte de la población campesina más próxima a las faldas del volcán fue desplazada. La última erupción tuvo lugar en noviembre de 1999. La historia eruptiva del San Cristóbal puede considerarse venial y episódica. No hay reportes de erupciones responsables de daños personales o materiales considerables. La intensificación de su actividad en los últimos años y la proximidad de poblaciones importantes como Chinandega y El Viejo representan sin embargo un riesgo potencial sensible. Volcán Masaya: «El Infierno». Es el volcán más persistente de Nicaragua y el único que permanece en constante erupción en el continente americano. Su historia eruptiva retrocede muy atrás en la memoria de los antiguos pobladores, cuando masas de lava se afirmaba, cubrían los alrededores del edificio volcánico formando lagos hirvientes. Se ha sugerido que producto de antiguas actividades eruptivas se formó gran parte de los terrenos de las Sierras de Managua. Popogatepe (Popocateptl), lo llamaban los Nahuas «cerro que hierve» y Masaya o «cerro ardiente», los Chorotegas. A lo largo de los cinco siglos de historia documental, el volcán Masaya aparece siempre presente, dando cuenta de sus variadas manifestaciones. Es un volcán de humo y piedras hirvientes, decían los cronistas, entre admirados y temerosos: «No creo que hay hombre Chrypstiano que acordándose que hay ynfierno, aquello vea que no tema é se arrepienta de sus culpas, en especial trayendo en comparación en este venero de azufre (que tal pienso ques) la infinita grandeza del otro fuego ó ardor infernal, que esperan los ingratos a Dios» (Oviedo, 1975:388-9). El Masaya es también singular en América por ser el único del tipo hawaiano en el continente que está elevando o derramando grandes masas de lava. Por su boca siempre abierta, se asoma hasta la superficie magma emergido desde las profundidades de la tierra. Su edificio, más bien plano y -de tipo escudo-, no es un cono singular, sino un complejo formado por varias calderas, cráteres colapsados y pequeños «protovolcanes» incipientes. 120 Jaime Wheelock Román El tipo de actividad del Masaya puede considerarse mixto: por una parte, emisiones de gases, humo y cenizas acompañados de sismos en ocasiones violentos que han causado daños considerables; y por otra, efusiones de lava. De hecho la actividad continua del volcán parece obedecer a una secuencia alterna de emisiones fumarólicas y efusiones de lava. Las primeras mucho más frecuentes, han ocurrido cada 7 a 10 años; las últimas suceden con intervalos bastante mayores. En realidad la actividad magmática superficial del Masaya, es un fenómeno permanente cuya luminosidad externa deja de percibirse cuando por derrumbes en la caldera se cierra la chimenea. Prosigue entonces la actividad bajo la forma de columnas de humo y gases. Estos se suelen avivar con las aguas subterráneas del invierno hasta que nuevamente las rocas del «tapón» derretidas por el calor, reabren la caldera. De todas las erupciones del Masaya, hay siete que pueden considerarse mayores: • 1520: Gran colada del Masaya, la primera que se reporta. Sobre ella anota Oviedo: «Afirman en aquella tierra los indios, é aún los españoles, que después que se ganó aquella provincia, una vez que llovió mucho aquel año, subió o cresció aquél licor o metal hasta arriba, é no se sabe de qué manera; é con su grand fuego quemó en una legua o más alrededor quanto halló, é que echó un rocío o vapor de sí tan caliente, que todas las hojas de los árboles é ramas é hiervas en dos leguas é más alrededor se cocieron en toda aquella tierra». 121 Los desastres que han ocurrido (Oviedo:1975, 407). Presencia de lava en el fondo del cráter está documentada en 1538 ( episodio de Fray Blas del Castillo) hasta 1544 (Las Casas y Motolinía). • 1570: Erupción con humo y cenizas y sismos muy violentos que destruyen muchas casas y edificios en Granada. • 1670: Violenta fase eruptiva con grandes columnas de humo, gases y efusión extensa de lava por la ladera Norte. • 1772: Precedida por fuertes sismos que agrietan la ladera Norte, se derrama el 16 de marzo, la más extensa colada de lava que se registra en el área centroamericana. Un río candente alcanza la laguna de Masaya y otro brazo de lava avanzó hacia el lago de Managua hasta el sitio El Portillo cerca de la costa. • 1852: Erupción con detonaciones «espantosas». Un pozo de lava se formó entre los dos cráteres históricos para luego desplomarse formando el actual cráter Santiago. Por varios años densas emisiones de gases produjeron «lluvias amargas» que destruyeron la vegetación aledaña. Montessus deBallore reporta que durante el fenómeno se calentaron las aguas de las lagunas de Apoyo, Tiscapa, Asososca y otras del mismo grupo. • 1858: Erupción entre el 10 y 11 de Abril causa daños en Granada. Desde el 25 de Abril hasta el 11 de Mayo la erupción se acompaña de temblores en cadena. Un deslizamiento cierra la carretera entre Masaya y Granada. Un sismo asociado a la erupción se sintió el 25 de Abril desde Cojutepeque, El Salvador, hasta Granada. • 1922: Se produce la última colada de lava, menor que la de 1772, pero con explosiones tan grandes que la arena volcánica lanzada llegó a 15 leguas afectando las plantaciones de café hacia el Oeste. Charcos de lava en el cráter estuvieron presentes en 1902, 1919, 1946 y 1965-79. A partir de 1924 las emisiones cíclicas de gases del volcán incrementan sus efectos dañinos sobre la población y la actividad agrícola en una faja de rumbo oeste que cruza La Concepción y Las Nubes. Se sugiere que los gases desde entonces, contienen mayor proporción de anhídrido sulfuroso que al contacto con el vapor de agua suspendido en la atmósfera, se convierte en «lluvias» de ácido sulfúrico. Este fenómeno condujo en los años veinte a un ingeniero alemán Schomberg y Scharfeinberg a practicar un proyecto de extracción industrial de los gases en 1927 el cual fracasó ulteriormente. 122 Jaime Wheelock Román Volcán Cosigüina.- En Enero de 1835 se produjo la portentosa erupción del volcán Cosigüina, el más septentrional de Nicaragua. Por su magnitud excepcional ha sido hasta hoy sin duda, el mayor fenómeno volcánico ocurrido en los últimos cinco siglos. Howell Williams geólogo de la Universidad de California que lo examinó en 1949 lo considera como el segundo, entre los tres mayores eventos eruptivos a escala mundial: Tambora en 1815, Cosigüina en 1835 y Krakatoa, en 1883. El geógrafo Eliseo Reclus lo reputa como «...ejemplo de las más formidables catástrofes causadas por el desprendimiento repentino de gases aprisionados dentro de montaña alguna.». Se estima por la intensidad y el volumen de 10 km3 de material arrojado hacia la atmósfera que se trata de la más violenta erupción ocurrida en el continente americano documentada históricamente. Al Cosigüina no se le conocía un pasado convulsivo. Existen a su alrededor, vestigios de vulcanismo de épocas remotas, en los pequeños cráteres de El Barranco, San Juan, los dos de «Los Chanchos» y uno más hacia el oeste, «La Salvia». Creusot reporta la existencia de depósitos de antiguos lahares y avalanchas ardientes. Materiales recogidos en el sitio que fueron sometidos a datación por radiocarbono presentan indicativos de erupciones considerables de lava y cenizas más recientes -1580-1680-, pero esto no está comprobado. Se ha especulado con la existencia de otras actividades por 1709. Parece más probable una erupción referida por Batres Jáuregui el 16 de Mayo de 1809. En todo caso, hasta 1835, el Cosigüina parecía un volcán tranquilo, no demasiado alto y nunca mayor de 1.200 metros, al punto de tenérselo como una elevación de escasos méritos eruptivos. Dampier y Wafer que observaron la zona en 1684 y 85 no lo incluyeron entre los volcanes occidentales. Esto ayudaría a refutar la creencia de que el Cosigüina antes de la erupción, era el volcán más alto de Nicaragua tanto que su cumbre permanecía coronada con penachos de nieve. Karl von Seebach lo describe como una copa cubierta de selva, un poco más alta que la actual: 123 Los desastres que han ocurrido «...era entonces más elevado que hoy y no representaba un cono, sino una cima arqueada y redonda que no era considerada como un volcán» (Incer:1993:598). Un año antes de la explosión, emitía el volcán frecuentes retumbos subterráneos, según lo recogió de testigos Carl Scherzer cuando exploró el sitio en 1855. A finales de 1834 se sintieron temblores en Chinandega con retumbos que se sucedieron hasta mediados de Enero. Eran probablemente las señales premonitorias de aquél suceso que nadie esperaba pudiese ocurrir. La erupción del Cosigüina se desarrolló entre el 20 y el 24 de Enero, manifestándose a través de tres fases: precursora, de desarrollo y cataclísmica. La fase precursora se inició en la madrugada del 20 de Enero con retumbos poderosos que lograron escucharse 270 kilómetros distante, en Olancho, Honduras. Se sintieron también intensos temblores que remecieron el occidente nicaragüense y se sintieron en Tegucigalpa, durando hasta las 8 a.m. Desde media madrugada en lugares próximos al volcán comenzó a caer ceniza. Hasta ese momento nadie sabía lo que estaba ocurriendo. La segunda fase se desencadenó el mismo 20 de Enero a las 8 a.m. con el retumbo estremecedor de la explosión inicial del volcán. Una nube gigantesca se elevó sobre la cumbre, tomando la figura de un hongo expansivo. Entre sismos, retumbos constantes y relámpagos en todas direcciones, la nube de material proyectado siguió creciendo y expandiéndose. «Como una pirámide invertida», decían los que presenciaban el fenómeno desde Chinandega y la Isla del Tigre en el Golfo de Fonseca. Una oscura lluvia de arena comenzó a caer sobre las laderas del cerro, mientras el interior de la columna fue cambiando de tonos, pasando desde un blanco brillante, luego gris y amarillo hasta un color rojizo. Arrastrada por los vientos la columna creció lateralmente hacia el norte como extensa sombra, mientras una lluvia de pómez y arena se precipitó sobre el Golfo de Fonseca. A las 9:30 a.m. el «aguacero» de pómez alcanzó su apogeo. A las 10 a.m. se oscureció Nacaome en Honduras. Una hora más tarde todo el Golfo estaba en tinieblas. Por el mediodía la densa nube de cenizas alcanzó Nueva 124 Jaime Wheelock Román Segovia y Tegucigalpa y avanzó aceleradamente hacia El Salvador y Guatemala. A las 3 p.m. se oscureció San Miguel en El Salvador. A las 4:20 p.m. se produjo un fuerte sismo que alcanzó a sacudir el Puerto de la Unión. Una nueva oleada de arena bañó los alrededores del cerro y la Isla del Tigre y desde entonces y durante toda la noche, se sucedieron temblores cada hora mientras seguía la lluvia de cenizas. El día 22 una alfombra siniestra de arena cubría vastas extensiones en Honduras, El Salvador y el Noroeste de Nicaragua. En Nacaome el manto tenía 4 ó 5 pulgadas de espesor. A mediodía los temblores y retumbos cesaron y ventanas de claridad aparecieron entre las sombras sulfurosas, como indicativos de que la catástrofe parecía amainar. La tercera fase llegó el 23 a la una de la madrugada con una explosión horrorosa que hizo volar la mitad del cono volcánico: «Un retumbo tan enorme que no hay con qué compararlo, al que siguió un ruido muy grande parecido a las avenidas de un gran río y por intervalos cortos repitió cuatro veces el mismo trueno acompañado de violentos temblores; la obscuridad volvió a ser total.» (Testimonio de Manuel Romero Comandante de la Isla del Tigre, cit. Incer, 1993:581). Una avalancha de gases o nubes ardientes rodó por las laderas calcinando en un radio de 15 kilómetros todo lo que encontró a su paso. Enormes masas de cenizas se proyectaron con descargas sucesivas, sumiendo en la oscuridad más completa a Nicaragua, Honduras y El Salvador: «Parecía un mar tragándose el firmamento». Los bramidos ensordecedores duraron toda la madrugada pero la tormenta de ceniza suspendida en la atmósfera mantuvo a oscuras a esos tres países durante todo el día 24. En las primeras horas de la mañana la actividad comenzó a declinar. Concluida la fase cataclísmica, las cenizas siguieron cayendo todavía hasta el 27. Los retumbos se escucharon aún el 31 de Enero. 125 Los desastres que han ocurrido La erupción del Cosigüina es un fenómeno excepcional en Nicaragua. Se trata de acuerdo a H. Willams, de una explosión volcánica del tipo pliniano, similar a la del Vesubio ocurrida en al año 79 AC, pero muy rara también en Centroamérica donde predominan las erupciones strombolianas, -emisiones de gas, cenizas y bombas de escorias. Es también rara por su magnitud espectacular. Se cree que arrojó 10 Km3 de material, si bien Sapper considera la masa expulsada cinco veces mayor. La proyección de materiales fue tan extensa que logró alcanzar Verapaz e Izabal en Guatemala; Trujillo y Omoa en Honduras; Ciudad de México distante 1,500 millas hacia el Norte. Por efectos de los vientos contrarios, las cenizas solo llegaron por el Sur hasta Costa Rica, pero hacia el Este, alcanzaron lugares tan distantes como Jamaica. Escorias de pómez cubrieron con un manto cerrado 100 millas a la redonda las aguas del Pacífico, habiéndose encontrado abundancia de este material hasta distancias de 1.000 millas mar adentro, desde las Islas Galápagos hasta Veracruz en México. Los retumbos de las explosiones fueron escuchados en Veracruz, Haití, Belice y Jamaica; en dirección Sur se escucharon en localidades colombianas como Cartagena, Bogotá y Sta. Marta; y aún en Guayaquil, Quito y en las Antillas Menores: distancias de hasta 2,500 km. Sorprende de tan espectacular erupción las pocas pérdidas humanas que causó: ocho muertos en las haciendas Cosigüina y Sapasmapa y varios pescadores de una embarcación que desapareció tras la erupción. Es probable que las bajas humanas hayan sido mayores. La poca población de Cosigüina favoreció sin duda esta baja mortalidad. Pero las pérdidas fueron severas para la ganadería y los cultivos de banano, plátano y azúcar, tanto en Chinandega como en León. La geografía próxima al cerro fue también modificada: aparecieron dos nuevos islotes de pómez y arena; en aguas del Golfo se formaron bajíos arenosos; la fisonomía del Estero Real y el curso de varios ríos fueron modificados. Como producto de la erupción, el edificio volcánico se redujo a la mitad, dejando abierto un cráter de 3.75 km. de diámetro, según lo apreció Belcher durante su exploración de 1838. J.L. Stephens observó en 1840, la falda completa del volcán cubierta con escombros de la erupción en 3 millas alrededor. Desde 1835 el Cosigüina ha permanecido en calma a excepción de retumbos como los reportados por Sapper, durante los sismos que afectaron Chinandega en 1898. No obstante, alguna actividad de fumarolas al interior de sus laderas y leves sismos repentinos, son avisos de que el volcán apenas duerme. La erupción del Cosigüina marcó el siglo XIX. El año 1835 fue conocido en adelante como «el año del polvo». 126 Jaime Wheelock Román «Cerro Negro». El diez de Abril de 1850 un chorro de fuego y columnas de humo elevándose tras explosiones seguidas, fueron vistas desde la ciudad de León en dirección de los volcanes Pilas y Orota. Se creyó que uno o los dos volcanes estaban nuevamente en erupción. Pronto se constató un nuevo cráter que a los pocos días había formado un edificio aunque pequeño todavía, diferente a los dos volcanes vecinos: Era el Cerro Negro. «El 11 y 12 de abril de 1850 se oyeron retumbos como de trueno en León y se les supuso proceder del Momotombo... Los ruidos se hicieron más fuertes y frecuentes en la noche del 12, y en León hasta se sintieron temblores que, cerca de los montes fueron tan recios que aterrorizaron a los campesinos. El domingo 13, en las primeras horas de la mañana, se abrió un respiradero cerca de la base del por mucho tiempo extinto volcán Las Pilas... Las convulsiones terrestres a la hora de la erupción fueron tremendas, y según los relatos de los habitantes parecían violentas sacudidas. Podría decirse que el punto exacto de la abertura está en la planicie; sin embargo la lava arrojada siglos antes la elevó un poco, y fue bajo ese manto que tuvo efecto la erupción.... La erupción se presentó con fuertes llamaradas y que al principio arrojaba por todos lados marejadas de materia derretida... En una gran extensión a la redonda veíanse como lajas de lava dispersas semejantes a láminas de hierro recién fundido...El 14 comenzó una serie de vómitos de tres minutos de duración... a cada uno acompañaban remezones seguidos de llamaradas de cien pies de alto. Cada vómito lanzaba además lluvias de piedras al rojo vivo que se elevaban varios centenares de pies...Las violentas emisiones continuaron sin interrupción por siete días...» (Squier:1970:427). El Cerro Negro es por hoy el volcán de mayor intensidad eruptiva de Nicaragua. Desde 1850 han sido reportadas 17 actividades, un promedio de una convulsión cada nueve años. Casi todas sus manifestaciones han sido explosivas, muy violentas y con gran emisión de gases, humo y cenizas, así como rocas incandescentes. De cráteres laterales suelen producirse efusiones de lava, si bien no tan copiosas como las del Masaya. El Cerro Negro es probablemente también el más dañino. Sus prolongadas erupciones han llegado a extenderse durante varios meses. Sus densas columnas de cenizas al ser dispersadas por los vientos hacia el Oeste, causan destrucciones extensas de cultivos, infraestructura, casas, calles y viviendas en una amplia faja donde se localizan importantes ciudades como León, Telica, Chinandega, El Viejo y Corinto. Después de su primera actividad, el Cerro Negro volvió a eruptar violentamente 15 años más tarde, el 14 de Noviembre de 1867, mostrando la apertura de dos nuevos cráteres. Durante este episodio ocurrieron sucesivas explosiones con expulsión de arena y bloques de grandes dimensiones lanzados a alturas de 900 metros. La arena bañó occidente, llegando hasta el Pacífico. Un manto destructivo 127 Los desastres que han ocurrido 128 Jaime Wheelock Román de escorias cubrió los suelos de León y Chinandega dañando las cosechas. Luego de esta actividad volvió a manifestarse en 1889, 1914, 1919, 1922, 1929 y 1947 con intervalos irregulares de entre 5 a 25 años. Desde 1947 las erupciones del Cerro Negro se volvieron más frecuentes con intervalos de cinco años. Las mayores crisis ocurrieron entre 1947 y 1951 y luego en 1968 y 1971. Durante el mes de Julio de 1947 grandes llamaradas y densas columnas de humo anunciaron la erupción, mientras se escuchaban fuertes retumbos subterráneos. Una lluvia de cenizas cayó sobre León. Fuertes sismos y columnas de fuego de 200 metros de altura intensificaron la actividad, teniendo que abandonar el lugar los pobladores de las comarcas el Tololar, Santo Cristo, San Jacinto, El Marañonal y otros. A partir del 23 de Julio mientras prosiguió la erupción se desataron sismos sucesivos que culminaron el 29 de Julio con una sacudida violenta que estremeció León y Chinandega. Nuevamente en 1948, el Cerro se reactivó lanzando cenizas y humo acompañados de temblores. Pero es el 20 de Noviembre de 1950 cuando se desencadenó una violenta erupción. Fuertes retumbos se escucharon en Orota, Malpaisillo y Los Pocitos. Densas cortinas de humo se elevaron entre ráfagas de fuego a más de 300 metros y en pocas horas una lluvia de arena alcanzó León, El Sauce, Malpaisillo, Telica y otros pueblos. El 8 de Diciembre se intensificó la erupción alcanzando las cenizas la población de los Brasiles muy próxima a Managua. El día 14, nubes de cenizas oscurecen León y Chinandega, alcanzando Corinto. El día 18 se sienten fuertes sacudidas sísmicas en las ciudades del Pacífico. Para el día 28 un manto de 3 pulgadas de arena cubría León y una extensa área de los 129 Los desastres que han ocurrido llanos occidentales. La intensa lluvia de arena obligó la suspensión de las actividades escolares. El 8 de Diciembre se reanudó la intensidad de la erupción y para el 14 el cielo de occidente se había oscurecido tanto que la población buscó refugio en otras ciudades. El 18 de Diciembre violentas sacudidas alarman el Pacífico desde Rivas a Corinto. Después de una corta pausa, el 4 de Enero tuvo lugar una intensa descarga eruptiva que envolvió de cenizas Occidente. El día 5 la erupción culminó con violentas sacudidas sísmicas que alarmaron todo el litoral y llenaron de pánico a Managua. Las erupciones de 1968 y 1971, siguieron los mismos patrones de actividad. El volcán tras sucesivas sacudidas sísmicas y retumbos, levantó una enorme columna de humo y cenizas, manteniéndose en intensa y destructiva actividad por varias semanas. Durante la actividad de 1968, el Cerro Negro causó pérdidas de vidas. Los damnificados se elevaron a 7.500 personas. Los daños a la actividad agrícola en particular al cultivo algodonero fueron enormes. Asimismo la capa de cenizas que cayó sobre León fue más espesa que en ninguna precedente, llegando a derribar por su peso varias casas. Como secuela de estas erupciones -repitiéndose los episodios de 1609-, parte de la población damnificada de León fue trasladada definitivamente a la zona de Nueva Guinea, 350 km al Este del país. Las últimas actividades del Cerro Negro, menos violentas, tuvieron lugar en 1992, 1995 y 1999. Volcán Concepción.- Hasta 1883 no se le conocía mayor actividad, llegándose a creer que era junto con el Maderas, un volcán extinto. Su actividad en el pasado remoto no pasó desapercibida para los indígenas que lo llamaron Omeyatecihua, «montaña de la Señora Dual». De hecho ambos volcanes llegaron a formar la isla de Ometepe. Sus largos períodos de inactividad pudieron permitir que florecieran centros de población que prosperaron en medio de suelos naturalmente fertilizados y aguas de pesca abundante. Oviedo contabilizó al menos nueve núcleos poblacionales en el Ometepe prehispánico. Casi siempre rodeado de brumas, en medio del lago y con la cima cubierta por nubes permanentes, este volcán pasó 130 Jaime Wheelock Román por largo tiempo desapercibido. Se cree que por 1772 estuvo retumbando y que sus bramidos obligaron al párroco de la isla, Fray José de Fernández a intentar tranquilizarlo dedicándolo a la virgen de la Concepción. No obstante, su primera actividad documentada se remonta a 1800, cuando arrojó por un tiempo breve, columnas densas de humo y cenizas. Con 1670 metros de altura, el Concepción es uno de los volcanes más altos de Nicaragua. Su naturaleza eruptiva puede considerarse mixta, con emisiones de gases, humo, piedras incandescentes y cenizas, pero también con efusiones más o menos frecuentes de lava. Contadas desde 1883 hasta la fecha, el Concepción registra 23 actividades, bastante más que el Cerro Negro, pero no tan violentas. Mas de la mitad de éstas se concentran en dos períodos de gran intensidad -1921 a 1928 y 1944 a 1957-, el resto se distribuye esporádicamente intercalado con prolongados paréntesis de entre 20 y 70 años de inactividad. En cuatro ocasiones el Concepción hizo erupciones de magnitud considerable: Cuando se despertó con violencia en 1883 y luego en los años 1922, 1944 y 1957. En todas, su comportamiento fue bastante parecido: Sismos violentos, retumbos, columnas gigantes de humo y cenizas y coladas de lava. La erupción de 1922 se inició con una formidable sacudida sísmica el día 15 de febrero que provocó daños en muchas casas de Granada, remeciendo también los departamentos de Masaya, Managua, Carazo, Rivas, Chontales, León y Estelí. El 16 del mismo mes, otro sismo intenso a las 1:45 de la madrugada, derrumbó casas en el sector del Menco, frente a la Isla Zapatera. El día 17 a continuación de fuertes retumbos y temblores que se sienten en Granada, tuvo lugar la explosión del volcán. Esta erupción se prolongó hasta el mes de Mayo. La erupción de 1944 se inició el 20 de Diciembre y se prolongó hasta Agosto del siguiente año. Las primeras señales fueron retumbos seguidos de una alta columna de cenizas que fue arrastrada por el viento a gran distancia. El 11 de enero de 1945, se intensificó la actividad; fuertes explosiones se produjeron con intervalos de un minuto, mientras una sucesión de temblores remeció Granada. Bloques de piedra incandescente rodaron desde la cumbre del volcán; es entonces cuando del cono salió una correntada de lava. El 25 de abril nuevos temblores desplomaron varias casas en Buenos Aires, sintiéndose 131 Los desastres que han ocurrido intensamente en Rivas y San Juan Del Sur. Corrientes de lava volvieron a fluir en el mes de Agosto cuando el volcán en violenta convulsión sacudió Ometepe con un potente sismo. Después de dos episodios eruptivos en 1951 y 1955, el 14 de Marzo de 1957 se produjo otra erupción violenta. Luego de varios sismos que estremecieron la isla, fluyó un río de lava por la ladera occidental. Llamaradas se observaron en el cráter, mientras una extensa cortina de cenizas cubría la parte occidental de la isla hasta alcanzar Rivas. Parte de la población salió del lugar despavorida. Fue la última actividad del Concepción con efusión masiva de lava. Las erupciones posteriores de 1961, 1984 y 1986/7, se limitaron a retumbos, emisión de humo y cenizas y temblores de moderada magnitud. El 23 de Diciembre de 1999 el Concepción se unió al Telica y San Cristóbal, lanzando gases y cenizas durante varios días. Volcán Telica.- Es uno de los volcanes de la cadena Maribia. Comparado con los edificios de San Cristóbal y Momotombo, resulta más bien pequeño. Estuvo bastante activo en los primeros años coloniales, pero sólo se le volvió a mencionar hasta en 1613 cuando Vásquez de Espinosa lo encontró echando «... grandes llamaradas de fuego que paresce un campo cuando se quema.» (Vásquez de Espinosa: Tomo 231, Libro V. Núm. 758-764). Se le vuelve a mencionar en 1685 cuando se manifestó con humo y cenizas junto al San Cristóbal. Después de una larga pausa, tras la erupción de 1765 reportada por el Archivo Naval de Madrid, aparece reactivándose hasta 1902. Durante el siglo XX ha presentado varios ciclos eruptivos, algunos de ellos tan prolongados como los de 1935 a 1941; 1946 a 1951 y 1973 a 1982. Su actividad antes del siglo XX lo había caracterizado como un volcán esporádico, no obstante desde 1900 ha registrado 58 actividades Los reportes indican que no tiene un historial de desastres considerable, si bien sus cenizas han molestado a la población de León y dañado zonas de cultivos vecinas. Su erupción mayor fue la de 1948, cuando se manifestó violentamente desde enero a junio de ese año. A mediados de enero el Telica comenzó a lanzar humo y cenizas en grandes cantidades por espacio de 11 días. El 8 de junio se desencadenaron temblores, retumbos subterráneos y actividad eléctrica; una lluvia de arena comenzó a caer sobre poblaciones vecinas. El 13 de junio potentes explosiones hicieron vibrar edificios y viviendas en León, mientras una fina lluvia de arena y cenizas, cayó sobre el Viejo y Chinandega. En la medianoche del 18 de junio el volcán convulsionó con retumbos y temblores que sacudieron edificios en Chinandega. La lluvia de cenizas se incrementó. Durante este episodio se desató una pavorosa rayería y altas lenguas de fuego se avistaron en la cima del cráter. 132 Jaime Wheelock Román Es de notar que si bien el Telica ha tenido un comportamiento eruptivo irregular visto en el largo plazo, se ha intensificado en el último siglo. Aún en el presente, se encuentra activo. Su última manifestación se inició el 24 de Noviembre de 1999. Por estar rodeado de varios núcleos poblacionales este volcán presenta una amenaza permanente. Cerremos esta sección de los volcanes con la advertencia del Cronista Oviedo, escrita hace cinco siglos: «No busquemos historias passadas ni antiguas, ni comparaciones fuera de nuestras Indias, pues que en Nicaragua... hay una provincia que llaman los Maribios, donde están tres montes juntos de que sale continuamente grandissimo humo, é acaesce baxar de aquellas cumbres tal tempestad dello é de fuego... que abrasa é destruye todos los heredamientos é hace grandes daños en aquella tierra;... é suele acaescer que con tempestad é terremotos saltan pedazos grandissimos de piedra é tierra del mismo monte, é destruye parte de la tierra. Todos estos terremotos é tempestades... en las partes que he dicho se han visto... podriamos traer a consequencia: donde hay las disposiciones dessos montes o zufretales, ó alumbres, debían los fundadores de nuevas poblaciones apartarse de tales vecindades é assientos peligrosos; porque aunque tarde subcedan semejantes daños, débese de considerar que en qualquier tiempo que ello sea, es destruycion é desolación de los hombre é provincias, donde tales tormentas intervienen» (Oviedo, 1973:301-2). 133 Los desastres que han ocurrido • Nicaragua tiene 11 volcanes activos que han ocasionado pérdidas humanas y materiales considerables a lo largo de la historia. • La erupción del volcán Cosigüina se considera la mayor y más explosiva del hemisferio Occidental en tiempo histórico. El Volcán Masaya es él más activo de América. • La cadena volcánica, corre a lo largo de la costa del Pacífico donde están ubicados los centros más poblados del país. • León, Chinandega, Corinto, el Viejo, Masaya y Granada son históricamente, las ciudades más afectadas por la actividad volcánica. • La amenaza volcánica se extiende a los deslizamientos. Algunos de ellos como los de Mombacho y Casitas sepultaron poblaciones completas. • San Cristóbal, Telica, Momotombo y Concepción, además del Cerro Negro, son por su actividad contemporánea una amenaza potencial para las poblaciones vecinas. • Cerros y volcanes inactivos o aparentemente extintos -Apoyeque, Motastepe, Chiltepe, etc-, pueden entrar en actividad en el futuro. 134 Jaime Wheelock Román Síntesis cronológica de la actividad volcánica 1500: circa: Volcán Masaya: Gran colada de Lava forma laguna 1520: V. Masaya: inicia ciclo eruptivo 1522: Momotombo marcada actividad eruptiva 1524: Momotombo; Pedrarias reporta nueva actividad eruptiva 1524: V. Masaya, lava en cráter; resplandor visible a 15 leguas (Pedrarias) 1527: V. Telica; marcada actividad eruptiva (Oviedo) 1528: Momotombo; columnas densas de humo lanzadas a 18-20 leguas (Oviedo) 1528: San Cristóbal y Momotombo entran en actividad (Oviedo). 1529: Momotombo, Santa Clara, Telica, El Viejo y Pilas, activos (Oviedo) 1529: V. Masaya se activa llenando el cráter de lava (Oviedo 1532: V. Masaya; humo y actividad lávica; actividad hasta 1534 (Las Casas) 1536: V. Masaya activo 1538: V. Masaya reinicia actividad 1544: V. Masaya; lago de lava fluida en cráter occidental 1570: V. Masaya, humo, lava y temblores (Col. Doc. Inéditos de Ultramar) 1578: Momotombo; entra en fase eruptiva reporta Álvarez de Toledo 1578: Erupción de San Cristóbal 1586: V. Masaya, erupción con gran columna de humo (Ciudad Real) 1605/6: Momotombo; marcada actividad eruptiva (Vázquez de Espinosa). 1609: Momotombo. violenta erupción y fuertes sismos: evacuación y traslado de León 1610: Momotombo vuelve a entrar en actividad 1613: El Viejo, lanzando humo y fuego (Vásquez de Espinosa) 1613: Telica activo, echando grandes llamaradas de fuego (Vázquez de Espinosa) 1613: V. Masaya, erupción con densa columna de humo (Vázquez de Espinosa) 1648: Momotombo origina temblores que afectan León 1670: V. Masaya; violenta fase eruptiva con gran efusión de lava (Morel) 1680: V. El Viejo entra en erupción, temblores (Crawford) 1680: V. Masaya, erupción y temblores que afectan Granada 1684: V. El Viejo, activo (Dampier) 1685: V. Telica inicia actividad eruptiva (Dampier) 1685: San Cristóbal, marcada fase eruptiva; Dampier reporta montaña humeante 1736: Momotombo entra en actividad eruptiva (Museo Naval de Madrid) 1743: Telica reportado con «existente fuego» y mucho humo (Arch. Gral. de C.A) 1764: Momotombo; lluvia de cenizas por 3 días en área de 100 leguas (Montessus) 1765: Telica, temblores por 12 días, cenizas a 15 leguas (Museo Naval de Madrid) 1772: Concepción: Activo con fuertes retumbos 1772: V. Masaya, la más extensa y masiva colada de lava registrada en Centroamérica 1800: V. Concepción; arroja columnas densas de humo y ceniza (Sapper) 1809: V. Cosigüina activo, con temblores que se sienten en Honduras 1821: V. Masaya grandes columnas de humo (Batres) 135 Los desastres que han ocurrido 1825: Telica, gran columna de humo avistada por Darwin 1835: V. Cosigüina; erupción violentísima. La mayor en América en tiempo histórico 1848: Momotombo inicia actividad eruptiva 1850: Entre V. Pilas y Orota nace con violencia un tercer cono: Cerro Negro 1852: V. Masaya; detonaciones espantosas y pozo de lava, hasta 1853; nuevo cráter 1852: Aguas de lagunas Apoyo, Masaya, Tiscapa, Asososca y vecinas se ponen a hervir 1854: Momotombo, erupción arroja cenizas sobre León (Doubleday) 1856: V. Masaya; erupción que origina nuevo cráter de 250m de altura (Jamison) 1857: V. Nindirí, violenta erupción 1858: V. Masaya, temblores y columnas de humo y fuego hasta 1859 (Gaceta Oficial.) 1866: Momotombo, marcada actividad eruptiva 1867: Pilas y Orota (C. Negro?), 2 nuevos cráteres, llamas, explosiones y temblores 1868: V. Momotombo activo, humo y cenizas, fuertes sismos sentidos en todo el país 1870: Momotombo, cenizas y fuego, muchos heridos y casas destruidas en León (Crawford) 1870: V. Masaya, erupción con sismos sentidos en Granada, Managua, León (Rockstroh) 1878: Momotombo, erupción con retumbos, columna de humo; cenizas y rocas 1883: V. Concepción; erupción con gases, explosiones, temblores y lava 1885: Concepción; erupción de piedras incandescentes y gigante columna de humo; sismos 1885: Momotombo, erupción con sismos, retumbos y cenizas hasta Chinandega y Corinto 1886: Momotombo, fuego sobre cráter y lava; violenta erupción oscurece León y Chinandega 1889: Cerro Negro, erupción con lava y columnas de ceniza y humo 1892: San Cristóbal, marcada actividad eruptiva 1899: C. Negro, corta erupción de siete días (Creusot) 1902: Volcán Masaya, actividad con columnas de humo y temblores; hasta 1904 (Sapper) 1902: Telica se reactiva 1902: V. Concepción activo (Sapper) 1902: Momotombo inicia actividad eruptiva 1905: Momotombo, violenta erupción con efusión de lava; afecta León y El Sauce (Sapper) 1906: V. Masaya activo; cenizas y emanaciones de gas; nuevas fisuras (Sapper) 1907: Telica emite cenizas y humo (Creusot) 1908: V. Concepción. erupción con cenizas espesas y llamaradas 136 Jaime Wheelock Román 1908: 1909: 1912: 1913: 1914: 1918: 1918: 1918: Telica lanza humo y cenizas V. Concepción, gases y proyecciones de tefra; activo hasta 1910 (Creusot) Momotombo. erupción de humo y ceniza con temblores Momotombo, actividad en cráter, emisión de cenizas (Núñez) Cerro Negro; violenta erupción (Sapper) Momotombo, actividad eruptiva con humo, retumbos y sismos V. Telica, erupción con columnas de humo y cenizas (Creusot) V. Masaya; humo y lluvia ácida sobre Sierras de Managua; durará 8 años (Sapper) 1918: V. Concepción, emisión de humo y cenizas hasta 1919 (Creusot) 1919: V. Telica reinicia actividad eruptiva 1919: Momotombo; trepidaciones, fuertes temblores y columna de humo 1919: V. San Cristóbal entra en erupción 1947: V. Masaya, erupción con violentas sacudidas sísmicas y humo 1947: V. Concepción incrementa actividad con fuertes sismos en Isla de Ometepe 1947: Cerro Negro se activa con fuertes temblores que afectan León 1948: V. Masaya; actividad eruptiva con llamas y grandes columnas de humo 1948: V. Telica, fase eruptiva violenta por 11 días 1948: Cerro Negro arroja cenizas y humo; temblores 1950: Cerro Negro reinicia actividad 1951/2: Cerro Negro entra en violenta erupción desde 20 de nov. hasta 5 de enero 1951: V. Concepción incrementa actividad; sismos en Isla de Ometepe 1951: V. Cosigüina, temblor derriba ladera destruyendo Potosí con avalancha de agua y lodo 1952: V. El Hoyo, violenta erupción 1952: V. Concepción; erupción de lava, arena y cenizas 1953: V. Masaya; erupción con ceniza, arena y efusión de lava 1954: V. El Hoyo, marcada actividad eruptiva de febrero a Diciembre 1955: V. El Hoyo reinicia actividad; cenizas afectan León 1955: Momotombo; 32 sismos, grandes trepidaciones y fuego en la cumbre; agitación en el lago 1955: V. Concepción incrementa su actividad 1957: V. Concepción, violenta actividad eruptiva; ríos de lava y sismos 1957: Cerro Negro, fuerte actividad eruptiva que afecta León 1957: V. El Hoyo, actividad con humo y columnas de fuego 1958: V. Telica se activa hasta 1960 1960: Cerro Negro nuevamente activo con columnas de humo y cenizas 1961: V. Concepción activo; fumarolas de humo y retumbos 1962: V. Telica activo 1965: V. Masaya, marcada actividad eruptiva, vuelve emisión de gases al romperse el tapón 1965: V. Telica entra en actividad eruptiva con retumbos hasta 1966 137 Los desastres que han ocurrido 1968: Cerro Negro: violenta y destructiva erupción que afecta León, Chinandega y Corinto 1968: V. Telica reinicia ciclo eruptivo hasta 1971 1971: Cerro Negro nuevamente en erupción lanzando cenizas a 300 metros 1971: V. San Cristóbal, gigantes columnas de humo, temblores, nuevo cráter 1973: V. Telica entra en erupción sucesiva hasta 1978 1976: San Cristóbal se reactiva con violenta erupción 1981: V. Telica activo 1982: V. Telica erupción de humo y cenizas 1984: V. Concepción, erupción de cenizas y humo con sismos 1986/7: V. Concepción, se reactiva con emisión de gases 1986: V. Telica actividad cíclica hasta 1988 1992: Cerro Negro entra en erupción con grandes columnas de ceniza y humo 1993: V. Masaya; nuevo hoyo se forma en el intercráter, temperatura llega a 1.200grados 1993: V. San Cristóbal, Telica y Hoyo presentan emanaciones gaseosas recurrentes 1995: Cerro Negro, expulsión de gases, ceniza y rocas a 400m; retumbos y sismos 1996: San Jacinto-Tizate: recalentamiento de suelo y gases 1997: Telica, intensa actividad sísmica con explosiones de gas y cenizas 1997: San Cristóbal entra en fase eruptiva; gases, cenizas, arena y leves sismos 1998: Telica registra intensa actividad sísmica y emisión de ceniza y gases 1999: Cerro Negro: Breve actividad eruptiva; cenizas, lava; sismos; se abren tres cráteres 1999: San Cristóbal, 21 de Nov., cenizas y humo 1999: Telica se activa el 24 de Nov. lanzando humo y cenizas 1999: V. Concepción se activa el 23 de Noviembre arrojando gases y cenizas. 138 Jaime Wheelock Román L os desastres climáticos Vendavales, sequías y deslaves Los desastres causados por fenómenos climáticos son más que familiares en Nicaragua. Las lluvias torrenciales durante los meses de Mayo a Noviembre ocasionan inundaciones, desbordan ríos y cauces naturales y erosionan los suelos. Con mucha frecuencia se suman fenómenos climáticos extraordinarios que van desde ondas tropicales hasta huracanes de potencia extrema que castigan amplias zonas del territorio, causando pérdidas de vida humanas, materiales y ecológicas. La geografía ondulada del país y los sistemas montañosos y volcánicos que la cruzan, durante períodos de abundante lluvia, dan lugar a deslizamientos de laderas y derrumbes catastróficos. Sequías a veces prolongadas, afectan severamente los cultivos sobre los que descansa la economía nicaragüense. La vulnerabilidad climática de Nicaragua arranca de su posición geográfica: Está situada entre las latitudes 11 y 15 Norte, donde confluyen varios sistemas complejos productores de lluvias y fenómenos atmosféricos comunes a todos los países tropicales de la cuenca del Caribe. En las latitudes donde se ubica Nicaragua, no hay mayores variaciones estacionales de temperatura, vientos o radiación solar comparadas con los países del Norte o el Sur. En cambio, el régimen de lluvias presenta contrastes muy pronunciados: una estación húmeda de Mayo a Octubre seguida por otra seca de Noviembre a Abril. Si bien la cantidad de lluvias depende por lo general de los diferentes sistemas atmosféricos que arrastran humedad hacia el territorio, su distribución obedece en gran medida a otros factores de tipo local: El relieve del terreno que obstaculiza o facilita la circulación atmosférica y el arrastre de la humedad; y la orientación de las costas que marca las diferencias de precipitación entre los litorales Pacífico y Atlántico. 139 Los desastres que han ocurrido Esta disposición geográfica natural establece desde el punto de vista climático, tres grandes regiones: La tropical seca con promedios de precipitación de 900 a 1.500 mm; la semi-húmeda Central-norte con 1.500 a 2.000 mm. de precipitación; y la húmeda del Atlántico donde los valores de precipitación están por arriba de los 2.000 mm y alcanzan hasta los 5.000 en zonas críticas al Sur de la región. Potencial de daños Como país tropical, Nicaragua tiene un pasado notorio de afectación por fenómenos climáticos. Aún con los registros bastante pobres del país, hemos podido contabilizar 170 eventos climáticos dañinos en el siglo XX. Información anterior a este período sólo se encuentra en referencias incidentales de informes y crónicas coloniales. Un potente huracán es reportado por Ayón haciendo estragos en San Carlos y El Castillo el 11 de Octubre de 1802. Se conoce que desde el descubrimiento de América, 216 huracanes -con más de 25 muertes-, cruzaron la región del Caribe, muchos de los cuales golpearon o dejaron sentir sus efectos sobre el territorio nicaragüense (Prado Monge, 1999: 3) De todos ellos 90, son de este siglo y la mitad alcanzaron directamente nuestras costas. De todas maneras, datos posteriores a 1900 -en particular en los últimos treinta años-, nos permiten afirmar que los desastres climáticos, son la amenaza natural más frecuente en Nicaragua. A diferencia de las erupciones volcánicas y los terremotos, los eventos climáticos abarcan áreas más extensas y en ocasiones pueden provocar daños en todo el territorio y aún más allá. Excluyendo la mayoría de los huracanes, se conoce por lo menos 12 grandes inundaciones que abarcaron todo el territorio en los años 1908, 1924, 1932, 1933, 1935, 1954, 1955, 1960, 1969, 1971, 1974, 1982, 1988, y la última en 1998 a raíz del Huracán Mitch. Estadísticamente, las zonas que más han sufrido inundaciones y daños por factores climáticos se localizan no obstante en las costas del Atlántico y el Pacífico. Es obvio que el crecimiento demográfico, especialmente en el Pacífico, ha concentrado más habitantes en lugares peligrosos y vulnerables. Los daños climáticos, han sido tan severos como el de los terremotos. Dada su frecuencia, los efectos acumulados resultan sin embargo mayores a la de los sismos en cuanto a población total damnificada, viviendas destruidas y daños generales a la infraestructura. En efecto, considerando sólo los últimos 30 años, cinco eventos -disturbios meteorológicos de 1982, huracanes Juana y Mitch y las tormentas Bret y Gert-, dejaron 1,100.000 damnificados, 84.800 viviendas destruidas y daños económicos a la infraestructura y la producción del orden de US$2.800 millones de dólares. Para fines comparativos, los eventos sísmicos 140 Jaime Wheelock Román y volcánicos extremos del mismo período -terremoto de 1972, erupciones del Cerro Negro y maremoto del 92-, causaron 272.500 damnificados, 55.700 viviendas destruidas y daños económicos por US$889 millones, tres veces menor a la ocasionada por los fenómenos climáticos. El número de muertos en el terremoto de 72 calculado entre 6.000 y 10.000 fue sin embargo más del doble del causado por los huracanes. Aquí hay que hacer una salvedad. El huracán Mitch no solamente afectó a Nicaragua sino al área centroamericana donde dejó 13.564 muertos y 1 millón y medio de damnificados. Los daños totales cobrados a los países centroamericanos por el Mitch ascendieron a US$ 6.200 millones de dólares. Sin duda alguna la catástrofe más severa de este siglo, sino la peor sufrida en el istmo de que se tenga cuentas. Hay una faceta oculta en los efectos humanos y económicos que suelen causar los fenómenos climáticos. Un caso ilustrativo son las inundaciones recurrentes sufridas por los barrios densamente poblados de las zonas orientales y occidentales de Managua. Registros levantados por Ineter comprendiendo el período 1926-1982, establecen que estos barrios recibieron 26 inundaciones en 56 años y en ocasiones varias veces durante el mismo invierno. Pero los efectos económicos directos e indirectos y la desarticulación social que ocasionaron no se contabilizan. 141 Los desastres que han ocurrido Los eventos climáticos más dañinos han ocurrido, cuando en presencia de un invierno lluvioso se presentan fenómenos extraordinarios como los huracanes o la condición meteorológica conocida como «La Niña». Del mismo modo, los períodos de sequía más severos coincidieron con sobrecalentamiento de las aguas del Pacífico durante el fenómeno «El Niño». De 174 eventos que hemos contabilizado en el siglo XX, 90 fueron causados por lluvias inusuales que provocaron desbordes parciales o totales de ríos e inundaciones en zonas bajas. No pocos de estos temporales o vendavales fueron alimentados por algunos de los ciclones tropicales que cruzaron por el Caribe y que no necesariamente golpearon de frente las costas nicaragüenses. De hecho Nicaragua se encuentra un poco por debajo de la latitud 15 grados Norte donde se fija la frontera del corredor de huracanes tropicales que rebaten la cuenca del Caribe. Los huracanes, tormentas y depresiones que han ocasionado daños considerables en este siglo han sido 50. De ellos 42 tocaron suelo nicaragüense directamente y los otros 8, por el gran tamaño de su vórtice, descargaron lluvias intensas sobre el territorio. Desde el punto de vista de su distribución en el tiempo, 89 eventos climáticos desastrosos -63% del total-, ocurrieron en dos meses: 34 en Septiembre y 55 en Octubre. Los huracanes se distribuyeron por igual en estos dos meses con 14 cada uno. En Junio y Julio ocurrieron 9 y 11 eventos. En Agosto que es un mes de canícula hubo 6 eventos, pero 4 correspondieron a huracanes tropicales. Durante la estación «seca» no se registraron desastres climáticos de este tipo, salvo uno muy excepcional, probablemente un «norte» que azotó la costa Atlántica en Febrero de 1955. Afectación sobre regiones naturales. Las zonas que han sufrido inundaciones con más frecuencia en Nicaragua están localizadas en las costas de ambos Océanos. El período de ocurrencia de estos desastres en el caso del Atlántico es menor de cinco años y en el Pacífico mayor de diez. No obstante los daños han sido más considerables en el Pacífico donde hay más población y mayores inversiones en infraestructura económica y productiva. 142 Jaime Wheelock Román Zonas costeras del Atlántico La costa del Atlántico durante el siglo XX ha sido la más castigada por el clima. Un primer factor de desastre son los vendavales locales. A partir del mes de Junio hasta Noviembre las brisas marinas y las corrientes de vientos monzones del Caribe, penetran en las planicies amplias y uniformes del Atlántico descargando la humedad que arrastran en forma de lluvias generalizadas. Pero estas lluvias no se distribuyen uniformemente. De hecho hay dos subzonas en el Atlántico: la del Norte con menos precipitación, pero más expuesta a huracanes; y la del Sur, protegida de huracanes, pero sumamente lluviosa. En el sur del Atlántico los valores de precipitación -5000 mm- son de los más altos del mundo, y en realidad es muy poca la población que se aventura a vivir en semejantes condiciones de humedad permanente. La tormenta tropical Bret de Agosto de 1993 es el evento ciclónico más próximo que ha cruzado por el centro más poblado de esta zona, San Juan del Norte. En la subzona Norte del Atlántico la situación ha sido diferente. Como los valores de precipitación van disminuyendo de Sur a Norte la probabilidad de lluvias locales desastrosas, es más bien poca. Las constantes y catastróficas inundaciones que se han sufrido allí han provenido de otros factores. En primer lugar, los ríos de la vertiente Atlántica, bajan desde las montañas centrales corriendo a lo largo de zonas lluviosas que van incrementando su caudal. Cuando alcanzan las costas localizadas en secciones más bajas y con poca pendiente, los ríos se desbordan, inundando áreas extensas. Por otro lado, el mar como una barrera natural, junto a sedimentos costeros, estancan las aguas e impiden la descarga, incrementando la inundación. Se dispone de poca información para levantar un cuadro preciso de las catástrofes que han golpeado el Atlántico en este siglo. Entre algunas de las inundaciones severas en la región está la de Noviembre de 1935 cuando el Río Coco se desbor143 Los desastres que han ocurrido dó, arrastrando hacia el mar 100 casas del poblado de Cabo Viejo provocando decenas de muertos. Otras inundaciones documentadas son: • 1949: En Agosto y Octubre el Río Coco se desborda provocando inundaciones • 1954: En Septiembre, desborde total del Río Coco y varios ríos del Atlántico Sur barren caseríos ribereños causando muertos y desaparecidos. • 1966: En Julio, inundación por desborde de ríos en Atlántico Sur • 1967: Desbordes de ríos en Zelaya Sur • 1971: La tormenta Irene, entra por Monkey Point y sale por Masachapa decapitando todos los bosques del río Punta Gorda. • 1972: Inundaciones severas en Atlántico Sur por desborde de río • 1973: Inundación extensa en zona de desembocadura de Río Coco • 1980: En Octubre, Se desborda Río Coco Las otras causas frecuentes de desastres en esa zona han sido los ciclones tropicales. La Costa Atlántica durante este siglo ha sido afectada directamente por 42 eventos ciclónicos. De ellos, la mayoría cruzó al Norte del Río Prinzapolka concentrándose en la Región Autónoma de Atlántico Norte y solamente 4 cruzaron al Sur de Bluefields, sin que ninguna alcanzara la zona del Río San Juan (Ineter,1998). Entre las afectaciones más severas causadas por huracanes mencionados están: • Huracán en Septiembre de 1941, ocasiona desborde total del Río Coco con extensas inundaciones de sus riberas. • Huracán Janet en 1955, desborda ríos en Atlántico Sur. • Huracán Edith el 10 de Septiembre golpea el poblado de Cabo Gracias a Dios arrancando dos viviendas. Marejada gigante destroza lo que queda del pueblo. Un desborde total del Río Coco chocando con las marejadas penetrantes inunda cerca de 50 asentamientos ribereños, matando a 300 personas y dejando 8000 sin hogar. • Tormenta Tropical de Julio de 1987, desborda ríos del Atlántico Norte afectando 4 caseríos • Huracán Joan, destroza en Octubre de 1988 Corn Island, la cabecera departamental, Bluefields, Cukra Hill y destruye 9000 km.2 de cobertura forestal. • Huracán César en Julio provoca inundación en Siuna que destruye viviendas dejando 624 damnificados y desborde de ríos del Atlántico Norte. 144 Jaime Wheelock Román Zona central del Pacífico En la región del Pacífico de clima tropical seco, el azote directo de los huracanes es poco frecuente, si bien algunos han logrado atravesar el territorio y salir al Pacífico. Los desastres aquí suelen originarse por torrenciales lluvias invernales y durante los meses de Septiembre y Octubre, cuando se registran los picos más altos de precipitación. Durante estos meses la circulación atmosférica es intensa y arrastra más humedad, mientras el sistema responsable de producir las lluvias en esta región -Zona de Convergencia Intertropical-, se encuentra desplazada hacia el Norte más cerca de nuestro territorio. Las lluvias, que caen en forma de chubascos recurrentes, tienden a desbordar los suelos, llenar los cauces y alimentar y sacar de su curso las aguas de los ríos. Si bien la cantidad de lluvias es producto de los vientos húmedos y los ciclones, la distribución puntual en la región Pacífica, obedece por lo general a otros factores locales: La orografía que obstaculiza o facilita la circulación atmosférica y por lo mismo el arrastre uniforme de humedad; y, la orientación de las costas que marca las diferencias de precipitaciones entre el Pacífico y el Atlántico. Las lluvias en la región del Pacífico no son uniformes. De hecho existen dos zonas Chinandega y Sureste de Rivas, donde las precipitaciones se elevan a valores de 2.000 mm, superiores al promedio de 1.000-1.500mm que prevalece en el Pacífico. En estas zonas las lluvias catastróficas son más frecuentes. Esto ocurre porque en Chinandega, un flujo de vientos del Suroeste le aportan mayores dosis de humedad. En el caso de Rivas porque los vientos del Atlántico extienden su penetración pasando por la orografía baja del San Juan y el Lago de Nicaragua, alcanzando la sección sur del istmo. Los eventos más frecuentes en esta región han sido las lluvias invernales copiosas. Éstas son responsables -de acuerdo a cifras de Ineter-, de por lo menos el 75% de las inundaciones (Ineter, 1998). Los huracanes pocas veces han logrado cruzar hasta la costa del Pacífico y sus vientos destructivos han alcanzado esa región solamente en siete ocasiones: En Septiembre de 1911; Junio de 1931; 145 Los desastres que han ocurrido Noviembre de 1933; el Huracán Alma de Junio de 1966; Irene en 1971; y los recientes ciclones, Joan en Octubre de 1988, Brett en 1993, Gordon en 1994 y el último, el Huracán César que pasó azotando al Norte de León y Chinandega en 1996. Proveniente del Océano Pacífico, sólo se registra un fenómeno, la tormenta tropical Alleta en mayo de 1982 Sin embargo las intensas lluvias que han acompañado o siguen a los ciclones y que cubren extensas áreas del territorio han ocasionado también numerosos desastres en el Pacífico. Estadísticas de Ineter establecen que de 103 episodios de inundaciones contabilizados en el Pacífico en diferentes períodos, 26 fueron producto de lluvias asociadas a huracanes, es decir un 20% del total de las inundaciones. En la región del Pacífico las áreas que han sido castigadas más frecuentemente por inundaciones severas suelen ser las más bajas y próximas a las riberas de los lagos y ríos o bien las cercanas a las costas del mar, donde las corrientes provocadas por las lluvias se asocian a otros fenómenos como crecidas de mar, marejadas o descargues de esteros. Lluvias y huracanes han ocasionado crecidas extremas en el Lago Xolotlán y río Tipitapa afectando poblaciones ribereñas. Crecidas del Lago Xolotlán particularmente severas ocurrieron en 1933, 1954, 1982 y 1988-99, épocas en que el «río» ha corrido entre ambos lagos. La de 1933, la mayor crecida histórica del Xolotlán fue consignada por Halftermeyer: «En Octubre de 1933 un temporal de varios días se desató, y la playa aumentó al extremo de inundar totalmente el barrio de Miralagos, cercano a la estación del ferrocarril, y en donde vivían centenares de familias pobres que quedaron sin hogar, debido a que unas casas cayeron y otras estaban inhabitables por quedar adentro del lago». (Halftermeyer, op cit:149). Lugares más frecuentes de inundación han sido en su orden: Tola, que registra episodios de desbordes cada 2 años, los mas frecuentes en el Pacífico; Malacatoya y Tepalón en Granada, con una frecuencia de 2.5 años; Norte de Chinandega -Jiquilillo, Palo Grande, San Enrique-, con inundaciones cada 3 años; zonas orientales y occidentales de Managua, cada 3.1 años; Cofradía, Managua, 3.75 años. Les siguen con más de 4 años de frecuencia, León, Corinto, Pasocaballos, Masaya y Granada. Dentro de estas áreas hay algunas que son más vulnerables por haber experimentado el mayor número de inundaciones totales: Corinto y Paso Caballos, con 6 episodios cada una, seguidas por Tola, Cofradía y Tepalón. Todas ellas tienen historial de inundaciones catastróficas. 146 Jaime Wheelock Román Región Central Norte Históricamente, es la menos afectada por los desastres climáticos convencionales. Desde 1900 hasta la fecha encontramos solamente 20 eventos relevantes. Se ha sugerido que las condiciones geográficas aquí, contrarrestan los efectos de la mayor pluviosidad relativa, porque hay zonas del norte donde la precipitación es copiosa. En principio la orografía montañosa es un refugio natural contra la furia de los huracanes tropicales. Por otra parte, el mismo relieve y la orientación de las cordilleras Dariense, Isabelia y Chontaleña levantan una barrera natural favoreciendo que las descargas de humedad de los flujos del noreste, se precipiten hacia el frente, en los escarpes exteriores de las montañas (Ineter, 1998:7). De este modo buena parte de las poblaciones de la región han encontrado un refugio natural en la parte occidental de los macizos montañosos. La misma condición geográfica combinada con la mayor intensidad relativa de las lluvias en esta región, deja otra secuela de desastres naturales: los deslaves y avalanchas de los cerros sobre poblados, caseríos y cultivos y los desbordes de los ríos sobre valles intramontanos y zonas bajas. La ciudad de Matagalpa ha sido golpeada por ocho aluviones en este siglo y hay testimonios sobre severas inundaciones ocurridas en tiempos más remotos. La primera de este siglo ocurrió en Octubre de 1903 y se repitió nuevamente en Octubre de 1908 cuando el Río Yaguare se salió de madre arrastrando correntadas de lodo sobre Matagalpa. En 1927 el Río Grande de Matagalpa se salió de madre cayendo sobre la ciudad. Diez años más tarde, la quebrada «El Chuisle» se desbordó arrastrando muchas casas, ocasionando la peor inundación que se recuerde. Fue «el año del aluvión». Desbordes de la quebrada «El Chuisle» que afectaron la ciudad se repitieron en 1934, 1936, 1952 y 1979. Otros eventos climáticos dignos de mención en esta región son: 147 Los desastres que han ocurrido Leyenda y Realidad de las Inundaciones en Matagalpa Por Eddy Kuhl, Matagalpa 148 Existe una vieja leyenda que dice que en la cumbre del cerro Apante hay una laguna donde habita una serpiente enorme que amenaza a Matagalpa. Hace mucho tiempo la Virgen de las Mercedes patrona de Matagalpa sujetó al monstruo con cuatro hebras de su cabello poniendo por condición que los pobladores observaran un buen comportamiento. Al pasar del tiempo los matagalpinos han cometido algunos pecados y se han venido reventando las hebras. Ya sólo queda una deteniendo al monstruo y si esa última hebra se revienta, la serpiente se moverá con tal furia que derrumbará la laguna y el cerro hechos lodo y piedra sobre la ciudad. Unos piensan que el despale y las quemas son los pecados que están arriesgando que se reviente la última hebra de la Virgen, por eso la alcaldía está haciendo esfuerzos por proteger la ecología de esos cerros. Esto se complica por la situación topográfica de la ciudad. Está construida en la base de los cerros Apante, Palo alto y el Calvario, en medio del Río Grande de Matagalpa y de dos quebradas principales, una llamada Yaguare en honor de un príncipe indio quien escapó con una joven princesa india de Mui Mui y se refugió en esta zona; la otra, es la llamada « El Chuisle», nombre nahualt-matagalpa que significa riachuelo. Siempre ha habido lluvias torrenciales e inundaciones que cambian la geografía de esta región pero en tiempos históricos ya nuestros bisabuelos hablaban de una inundación producida al salirse de su cauce el Río Grande. Por 1880 llovió todo un mes, se inundaron las partes más bajas de la ciudad. La gente decía: «Se pierde Matagalpa». Esas lluvias cavaron un gran zanjón que puede apreciarse aún en el cerro Apante. En 1905 se produjo un fuerte aluvión en la quebrada de Yaguare que viene del cerro Apante. Las aguas salieron de su cauce llevándose varias casas a su paso. Muy conocida es la desgracia a una familia granadina de apellido Bermúdez. La corriente arrastró a una niña de esa familia de unos 10 años de edad que corría detrás de su perrito para salvarlo; días después fue encontrada prensada en unas ramas en el Río Grande Se recuerda también que las joyas de la familia Bermúdez fueron encontradas años después enterradas en la vega del río. En 1934 hubo otro aluvión, esta vez en la quebrada del El Chuisle del cual se conservan fotografías según dice don Medardo Aráuz. En 1937 se produjo otro aluvión de El Chuisle. En 1938 llovió en toda la montaña fuera de la ciudad de Matagalpa hacia el lado de el Río Tuma. En los alrededores de las haciendas de El Hular y La Estrella, se derrumbó parte del cerro de San Pablo el cual cayó en el «bajo». El camino al Río Tuma se perdió y se llevó un puente de madera que había sido construido en 1934. Sinembargo en la ciudad de Matagalpa no sucedió nada lamentable. En 1935 y 1936 hubo otros aluviones en la quebrada de El Chuisle. En 1952 hubo otro aluvión en la quebrada de El Chuisle que yo recuerdo. Muchas casas situadas en las orillas de esta quebrada o construidas con tambo, fueron arrasadas. Recuerdo bomberos improvisados ayudando a rescatar gente y pasar las calles a personas mayores. A mi vecino Tomás Lang se le llevó un cuarto que tenía construido encima del Chuisle perdiendo sus pertenencias. En 1979 se produjo un gran aluvión en la misma quebrada que la gente llamó con el nombre «Las pichingas» porque arrastró las pichingas de leche de la Prolacsa las cuales se vieron pasar flotando en todo el trayecto. En 1998 se produjo el Huracán Mitch que tuvo alcances nacionales por su magnitud. Pasó lloviendo toda una semana, la torrencial lluvia se concentró en la Cordillera Dariense e Isabelia, sacando de su curso a los ríos del norte de Nicaragua, produciendo derrumbes e inundaciones de gran magnitud, destruyó caminos, puentes, fincas, edificios y muchas vidas. En Octubre de 1999 una lluvia torrencial de solamente dos horas produjo deslizamientos de tierra por erosión en los cerros al Este de la Ciudad produciendo desborde de El Chuisle e inundando con lodos, piedras y arena todo el centro de la ciudad. Sin embargo en tiempos de antaño el río no destruía tanto porque la gente no construía cerca de las vegas, actualmente con el desorden en la construcción ha habido más destrucción. La solución puede ser prohibir la quema de los campos alrededor de la ciudad, reforestar todos esos cerros aledaños para evitar la erosión y reducir la velocidad del agua que baja de los cerros; construir retenes, mantener limpios los cauces (Chuisles) y ampliar más su sección, todo esto sumado a un ordenamiento urbano de la Ciudad. Jaime Wheelock Román 1932: Desborde de ríos en Octubre, inundaciones en Muy Muy, Tierra Azul y Olama. 1937: Desbordes de ríos en Octubre en afectan San Pedro de Lóvago, La Gateada, Muhan, y El Rama. 1938: Desborde del Río Tuma. Crecida de 12 pies de Río Siquia en Septiembre afecta poblados de El Ayote, Wapí, El Rama y La Esperanza. 1947: Ríos en Chontales se desbordan en Agosto 1955: Inundación de Sébaco por crecida del Río Grande en Octubre 1960: Ríos causan inundaciones en Septiembre en Matagalpa y Muy - Muy 1970: Desborde de Río Mico y Rama, afectan ciudad Rama en Octubre 1974: Intensas lluvias causan daños en Somoto en Mayo 1977: Inundaciones en Matagalpa y Jinotega en Sept; 4 muertos y 133 damnificados 1997: Desborde en Octubre en Jalapa y Waslala, causa 8 muertos y 400 damnificados 1998: Desborde de Río Grande en Mayo deja 165 damnificados 1998: Mitch produce inundaciones totales con grandes daños en infraestructura económica y productiva; destrucción de viviendas y pérdidas de vidas humanas. El huracán del siglo: Mitch Ningún fenómeno climático conocido ha causado tanto daño como el Huracán Mitch de Octubre de 1998. Fue el tercer huracán del siglo con velocidad de vientos superior a los 285 kph. Sus espirales nubosas llegaron a cubrir 400 km2, abarcando toda el área centroamericana. Las lluvias que cayeron durante el huracán marcaron los mayores registros de precipitación conocidos en el ámbito nacional. En la región del Pacífico las lluvias alcanzaron valores superiores a los registrados en Mayo de 1982 durante la tormenta Alleta y cerca de 6 veces la norma histórica de precipitación: en Chinandega, cayeron 1984.6mm; en León, 1348; en Managua, 836; en Rivas, 949.2. En el Norte, las lluvias fueron igualmente severas y catastróficas. En Jinotega, llovió 916mm, contra una norma histórica de 185.6mm para el mes de Octubre; en San Isidro cayeron 888.5mm, contra el promedio normal de 127.5 Conviene subrayar que estos valores de precipitación ocurrieron en tan sólo cuatro días, superando en algunas localidades el promedio anual correspondiente. También en el Atlántico Norte el Mitch descargó precipitaciones el doble de lo normal. Hacia el Atlántico Sur las precipitaciones, no alcanzaron la misma severidad si bien fueron mayores a la norma histórica. 149 Los desastres que han ocurrido En Octubre de 1998, el nivel de las aguas del Lago Xolotlán subió en 3 metros habiendo recibido como inmenso pluviómetro, durante esos días, 3 mil trescientos millones de metros cúbicos de agua. En los registros que se llevan en Nicaragua desde que se instaló el primer pluviómetro en Rivas en 1880, no hay precedentes de lluvias tan copiosas como las ocasionadas por el Mitch. El tipo de precipitación descargada por el huracán Mitch, de acuerdo a estimaciones de Ineter, tiene una recurrencia mayor de 500 años para zonas secas como San Isidro y Condega, y de más de 100 años para áreas de alta pluviosidad como Chinandega. Se sugiere que las lluvias fueron provocadas tanto por la extensión y magnitud del huracán, como por su comportamiento errático. La confluencia de otros fenómenos atmosféricos, alteró el curso del huracán así como la velocidad de su desplazamiento. El meteoro quedó prácticamente estacionado frente a la costa Noreste de Nicaragua. 150 Jaime Wheelock Román Sequías Las regiones Pacífica y Central sufren en particular otro tipo de fenómenos climáticos: las sequías. Está comprobado que las sequías desde tiempos remotos han sido causa de situaciones desastrosas y hambrunas en Nicaragua. Existen reportes tempranos, si bien esporádicos sobre las sequías que arruinaron las cosechas durante los años 1745, 1746, 1783, 1798 y 1803. (Ayón,1993: 366 y ss). Los registros pluviométricos más antiguos correspondientes a las estaciones de Rivas (1880) y San Antonio en Chinandega (1889), permiten inferir que en las dos ultimas décadas del siglo pasado, hubo en el Pacífico nicaragüense, por lo menos 5 ciclos agrícolas: 1885, 1891, 1896 y 1898, con fuertes déficits de precipitación. Del mismo modo cruzando la información de esas estaciones con otras disponibles más tarde (Granada, Matagalpa, Sébaco, Ferrocarril del Pacífico, INE), así como la información pública en diversos diarios y escritos de la época, es posible identificar, 27 años con déficits de precipitación más o menos severos en lo que va del presente siglo. Este indicativo sugiere que para una extensa porción de las regiones Pacífica y Central Norte, los años de sequía suelen tener períodos de recurrencia cada 3.5 años. Un estudio reciente conducido por Luis Mariano Gutiérrez de Ineter, con registros mas detallados que comprende un período de 23 años, encontró una tasa similar de recurrencia de sequías y aún más aguda. En los 23 años analizados (1972-1990), se observó déficits de lluvias en 9 años para el Pacífico y 7 para la región Central Norte, lo que arroja índices de recurrencia de 2.5 y 3.2 respectivamente (Gutiérrez, 1994). 151 Los desastres que han ocurrido Las áreas susceptibles de sequías se encuentran dispuestas a lo largo de una zona curvada que compromete secciones del Pacífico Occidental con ramificaciones hacia el Noreste de Managua hasta los llanos chontaleños; otra franja se proyecta hacia los Departamentos de Nueva Segovia, Madriz y Estelí. Esta franja en forma de cuña se ha venido extendiendo en los últimos años hasta el Norte de Chinandega y León. Está bastante comprobado que la existencia de áreas secas ha sido un fenómeno «normal» en Nicaragua, atribuido a que la cadena montañosa impide a ciertas zonas durante los meses de lluvia, recibir el influjo de las corrientes húmedas del Atlántico. Sin embargo las sequías parecen repetirse cada vez con más frecuencia e intensidad. Dos factores parecen estar detrás: El Niño y la desertificación que por la acción humana experimentan vastas zonas del país. La perturbación conocida como «El Niño», en los últimos treinta años ha mostrado períodos de retorno que oscilan entre 2 a 7 años, lo cual indica incrementos de su frecuencia. Esta intensificación parece coincidir con el gradual calentamiento de la tierra. De acuerdo a estudios recientes, entre 1970 y 1997 los años con altos déficits de lluvias coincidieron con ciclos en que el Niño se hizo presente afectando más severamente la costa del Pacífico. Estos años son: 1972, 1976, 1977, 1982, 1986, 1987, 1991, 1992 y 1997. (Gutiérrez, 1994:III y IV). Nunca se había dado el caso por ejemplo, que un verano tan seco fuera seguido por un invierno tan copioso como en 1998, cuando el Niño y la Niña pasaron el mismo año. De otra parte, el descuaje de la cobertura forestal ejercida desde muchos años atrás en el Pacífico, se ha intensificado hacia el Norte y el Este, combinándose con prácticas agrícolas desordenadas. De este modo, los suelos rocosos y agotados de las mesetas y serranías en el Norte y la erosión de las tierras del Pacífico, incrementan el ambiente de aridez. De acuerdo con los datos recabados en los registros disponibles, las zonas más secas del país o que son susceptibles de sequías periódicas fueron: Pacífico Central Norte Santo Tomás del Norte San Francisco Libre AchuapaLas Banderas El Sauce San José de los Remates Santa Rosa del Peñón Tierra Azul Villa Carlos Fonseca Ciudad Darío San Gregorio, CarazoSébaco Nandaime Somoto Ocotal Mozonte 152 Jaime Wheelock Román Sitio de mayor déficit fue en el Pacífico, Nandaime con una recurrencia de sequía cada 2 años. En la zona central, Jinotega y Ocotal, registraron 9 años de sequía cada uno con una recurrencia de 2.4 años. Las zonas más secas, se han establecido entre Ocotal y Mozonte, donde se ha registrado además el peor déficit de lluvia con 60.8% de lo normal. Deslizamientos Los deslizamientos y deslaves se observan en Nicaragua asociados a causas de origen tectónico o climático y en ocasiones a una combinación de ambas. La orografía accidentada del territorio y su extenso fallamiento que se remonta a los tiempos de su formación, facilitan que rocas y suelos de baja cohesión enquistados en pendientes pronunciadas, puedan precipitarse. De otra parte, la existencia de terrenos empinados y poco estables permite también que las lluvias intensas en combinación con suelos arcillosos o fácilmente erosionables desgajen grandes masas de detritos precipitándolos como corrientes de piedra y lodo. En Nicaragua existen condiciones que facilitan los deslizamientos. En los terrenos elevados del Noroeste, vestigios de edificios volcánicos altamente erosionados y ubicados en zonas de antiguos fallamientos, se encuentran muchos sitios que presentan fisuras y deformidades estructurales donde se ha reportado deslizamientos e inestabilidad del terreno. En el Pacífico, también se conocen episodios de este tipo en elevaciones y conos antiguos, asociados a fallas o alteraciones de origen hidrotermal, como las del Mombacho en 1570 153 Los desastres que han ocurrido o Casitas en 1998. En las formaciones más recientes de la cordillera volcánica, constituidas por materiales más sólidos, como rocas o flujos de lava y tobas, el relleno superior de arenas, cenizas y pómez producto de erupciones modernas, por ser susceptibles de mayor erosión, han facilitado los revenidos o deslaves. La actividad humana, descuajando terrenos al pie de las laderas o despalando las faldas de las montañas y volcanes, muchas veces para favorecer la actividad ganadera o cultivos como café, algodón o granos básicos, han acelerado la erosión y debilitado la cohesión de los terrenos en pendiente. Las principales causas tras los aluviones y deslaves más desastrosos han sido: • Sismos o movimientos de estructuras geológicas, incluyendo fracturación de terrenos inestables • Precipitaciones de lluvias, saturación de suelos arcillosos en pendientes • Erupciones volcánicas • Despale y erosión en cuencas críticas • Construcción de puentes y carreteras • Trabajos deficientes de conservación de suelos. • Agricultura en laderas En ocasiones los eventos se han producido por las combinaciones de dos o más de estas causas. La primera noticia sobre un deslave en Nicaragua, se remonta a la avalancha catastrófica ya citada del Volcán Mombacho en el invierno de 1570. Se estima que un deslizamiento todavía más grande de este volcán ocurrido en su ladera Sureste, dio lugar al archipiélago de las Isletas de Granada. En el Volcán Casitas, luego del deslizamiento trágico de Octubre de 1998, se encontraron depósitos de otro evento probablemente de mayor magnitud que desplomó en épocas remotas, una sección del volcán en dirección al vecino San Cristóbal (Morales, 1999:2). Por su parte Ayón recoge noticias de «hundimientos de la tierra en muchos puntos» durante lo que se llamó el diluvio de 1762 (Ayón, 1993:70). 154 Jaime Wheelock Román El 4 de Octubre de 1876, la capital Managua fue sorprendida por una gigantesca avalancha de piedra y lodo que descendió desde las sierras por el camino de Ticomo arrasando la zona occidental de la ciudad. Centenares de víctimas hubo entre ahogados y golpeados. Se cree que este aluvión fue consecuencia del paso de un huracán por las costas de Nicaragua. (Incer, 1999:5). Es probable también que el despale previo de las sierras para extender el cultivo del café haya facilitado desprendimientos masivos de las capas superiores del suelo, arrojándolas sobre Managua. Aluviones asociados también al cultivo cafetalero tuvieron lugar en Matagalpa. Una corriente de lodo muy parecida a la descrita para el caso de Managua, ocurrió en el invierno de 1903, repitiéndose el mismo fenómeno en 1908 y 1937. Durante este siglo la información sobre deslizamientos o «descuajes» de montañas afectando poblados o caminos, es abundante. Corrientes aluviales, arrasaron varias viviendas en León en Octubre de 1949. El 29 de Abril de 1952, los primeros aguaceros precipitaron corrientes de lodo sobre la parte oriental de la ciudad destruyendo viviendas y arrasando caminos, puentes y largos trechos de la vía del ferrocarril. Los más destructivos sin embargo fueron los que dejaron pérdidas de vidas. Uno de ellos fue la ruptura de la ladera Norte del Cosigüina el 3 de Agosto de 1951: Sismos violentos, abrieron una fisura en un flanco debilitado del volcán -suceso previsto por Sapper cincuenta años antes-dejando salir miles de toneladas de piedras y de lodo que sepultaron el pequeño poblado de Potosí, causando muchos muertos. Con motivo de las intensas lluvias de Junio de 1952 se reportaron tempestades que «descuajaron» montañas en Madriz y Nueva Segovia. En Septiembre de 1996, el Volcán Maderas en la Isla de Ometepe fue escenario de un derrumbe trágico que causó la muerte de 7 personas y destruyó 47 viviendas. Un mes más tarde, el Cerro Calachín próximo al poblado de El Viejo, Chinandega, dejó 32 damnificados. En Febrero de 1998, en Muy-Muy otro deslizamiento ocasionó 66 damnificados. Hasta antes del Huracán Mitch, los terrenos inestables y deslizamientos se reportaban como fenómenos circunscritos a ciertos sitios del país. La mayoría de casos se concentraban en las regiones II y VI, si bien no recibieron en su momento mucha atención. En realidad las zonas de deslizamiento son más bien abundantes. Un listado, todavía parcial se puede encontrar en reportes internos de Ineter y en informes de misiones especializadas. Algunos de los sitios o «provincias» de deslizamientos son: 155 Los desastres que han ocurrido • Al Oeste del pueblo de Esquipulas se ha detectado un deslizamiento severo, lento pero permanente y profundo afectando una vertiente de rocas volcánicas. • San José de los Remates, deslizamiento en la vertiente oeste del cerro. • Cinco Pinos y San Pedro del Norte: varios deslizamientos de profundidad media, relacionados a fallas tectónicas y procesos hidrotermales. • Muy Muy/San Pedro: Inestabilidad de gran magnitud, lenta, permanente y profunda que puede provocar desprendimientos severos. • Yalí/Jinotega/Matagalpa: zona de alta incidencia de deslizamientos • Estelí/Cucamonga: 17 derrumbes detectados en tramo de carretera Ocotal-Estelí; muy peligrosos dado el intenso tráfico vehicular. • En la VI Región: Palo Alto, Los Limones de Pantasma; Cerro La Zopilota; Cerro Santa María y Peñón de la Luna; El Zapotal; Cerro El Picacho; Cerro «El Castillo»; Cerro Chaguite Grande, comunidad San Esteban No. 1; y Santa Rosa, 6 km. al Oeste del Cuá, Bocay. • En la región II, terrenos susceptibles de deslizamientos estaban reportados en Cerro Grande de Juanislama, 11 Km al NE de Somotillo; San Lucas, 15 Km al SE de Villa 15 de Julio; Cerro Jicote, próximo a Sta. Rosa del Peñón; y cerros el Borbollón y Chaguitillo a 14 Km del Sauce. El deslizamiento del Casitas El Casitas es un viejo edificio volcánico, vecino al San Cristóbal, bastante erosionado y cruzado de fallas. No se le conocen erupciones recientes, si bien ha presentado emisiones fumarólicas en el pasado y alguna actividad hidrotermal contemporánea (Sapper,1913; Hazlett, 1987). Se estima que el deslave se produjo por una combinación rara de procesos sucesivos o yuxtapuestos que fueron: Un 156 Jaime Wheelock Román derrumbe desencadenante; un flujo de materiales o detritus¸y una tromba de agua con menos cantidades de sólidos (Carreño, 1998). Las lluvias anómales acarreadas por el Mitch sobrecargaron las laderas debilitadas y poco cohesionadas en una sección de fallamiento. El día 30 de Octubre, coincidiendo con la mayor precipitación -500mm-, se produjo la ruptura de un 157 Los desastres que han ocurrido segmento de la cima, desprendiéndose un bloque de aproximadamente 200 mil metros cúbicos que se deslizó sobre el plano inclinado de una de las fallas. La masa inicial que se deslizó se bifurcó en un frente principal y un brazo. Este último sobrepasó las lomas tomando la dirección de Argelia como aluvión de agua y lodo. El frente principal de la avalancha se encauzó por un valle estrecho y a una distancia de 2-3 Km de la cima formó colinas con depósitos de materiales con espesores de 4 a 6 metros, como si se tratara de una presa escalonada. Aproximadamente a las 2 pm., coincidiendo con mayores precipitaciones de lluvia, se rompió el dique de la presa natural, iniciándose un lahar o revenido que precipitó todo el material acumulado. Una ola de lodo, grava y bloques de piedra de 1 metro fueron lanzados hacia abajo. Al llegar a la altura del caserío El Porvenir, la ola se desplazaba como un mortal abanico de 3 metros de altura y una extensión de 1.5 kilómetros (Sheridan et al, 1998). Las comunidades Rolando Rodríguez y El Porvenir fueron sepultadas, perdiendo la vida unos 2.000 pobladores. El deslizamiento del volcán Casitas ocurrido el 30 de Octubre de 1998 durante las lluvias originadas por el huracán Mitch, por su magnitud y los daños catastróficos que ocasionó ha dejado al descubierto la peligrosidad de estos fenómenos. De hecho, los informes sobre este suceso, concluyen que un nuevo deslizamiento puede ocurrir allí en el futuro. Por otra parte otros puntos vulnerables de potencial peligrosidad se han reportado en los volcanes de la Isla de Ometepe donde existe un pasado parecido de derrumbes. Los volcanes Concepción y Maderas tienen laderas formadas por estratos donde se intercalan capas de lava con otras de cenizas menos cohesionadas. A pesar de la sólida apariencia de ambos edificios volcánicos, una excitación sísmica o pluvial puede ocasionar una avalancha desastrosa (Cosude, 1998). Para hacer más real esta afirmación, a raíz de las lluvias de Octubre de 98, hubo flujos a lo largo de una cárcava abierta en un flanco del volcán Concepción que no muestra signos de estabilidad y que por lo mismo puede derrumbarse poniendo en peligro a las poblaciones vecinas. 158 Jaime Wheelock Román • Como país tropical Nicaragua ha sufrido ciclos de lluvias severas y de huracanes que han causado enormes daños humanos y materiales a través de la historia. Períodos de sequías intercalados con los de lluvias, han agravado la incidencia de los eventos climáticos. • Desde la segunda mitad de este siglo el número de huracanes y otros eventos extremos del clima, se han intensificado, coincidiendo con los fenómenos «La Niña « y «el Niño» y las acciones de despale y erosión practicados por el hombre. • La zona Norte de la Costa Atlántica y poblaciones ubicadas en partes bajas del Pacífico, han sufrido periódicamente de severas inundaciones. Las mismas poblaciones son las afectadas cíclicamente. • A las inundaciones y los huracanes se suman los deslaves y aluviones que han afectado numerosas poblaciones ubicadas en los pié de montes y partes bajas de las sierras. Se ha sugerido que el alto costo de las soluciones técnicas a la amenaza de deslaves debe dar lugar a poner énfasis en la educación, la prevención y la planificación. • Los desastres climáticos en este siglo han ocasionado en su conjunto las pérdidas económicas más altas y el mayor número de familias damnificadas, aún por encima de los daños ocasionados individualmente por terremotos y erupciones volcánicas. • Pocas acciones de prevención se han puesto en práctica, mientras crece la población amenazada por desastres climáticos. Hay zonas de alto peligro que deberían estar sujetas a programas de realocación. Síntesis Cronológica de Desastres Climáticos (1876-1999) 1876 1892 1893 1899 1903 1906 1908 1908 1911 1913 1916 1916 1920 1921 1922 1924 Aluvión destruye zona occidental de Managua Huracán penetra territorio en Octubre Huracán penetra territorio en Julio 860 mm caen en Octubre en Rivas Aluvión en Octubre daña Matagalpa Huracán penetra en territorio en Octubre Tormenta tropical afecta en Octubre;1110mm caen en Chinandega Desborde de río Yaguare en Octubre inunda ciudad Matagalpa Huracán penetra territorio en Septiembre Huracán en junio Huracán en Julio Inundaciones en Octubre en Chinandega Tormenta Tropical en Septiembre Intensas lluvias e inundaciones en Octubre en Chinandega Tormenta Tropical en Octubre Tormenta Tropical en Junio 159 Los desastres que han ocurrido 1924 1924 1926 1927 1931 1931 1932 1932 1933 1933 1933 1933 1934 1935 1935 1935 1935 1937 1937 1938 1938 1938 1939 1939 1940 1940 1940 1944 1947 1949 1949 1949 1949 1950 1952 1952 1952 1953 1954 1954 1954 1954 160 Tormenta Tropical en Septiembre; inundaciones en Occidente y Rivas Inundaciones en Septiembre en Chinandega y Corinto Tormenta Tropical en Octubre Salida de Madre de Río Grande, en Octubre daña Matagalpa Tormenta Tropical en Junio Desborde de río Ochomogo y Tola en Julio Lluvias intensas en Octubre causan inundación en Matagalpa 1258 mm caen en Octubre en Chinandega Tormenta Tropical en Mayo 1010 mm caen en Septiembre en Chinandega Lluvias intensas en Septiembre desbordan ríos en Rivas Tormenta Tropical en Noviembre Aluvión en Matagalpa por desborde de quebrada El Chuisle Huracán en Octubre Intensas lluvias de Octubre elevan en dos pies nivel de Xolotlán Desborde del Coco arrastra en Noviembre al mar 100 casas de Cabo Viejo Desborde de ríos en el Pacífico en Octubre Desborde de ríos en Matagalpa en Octubre; aluvión daña ciudad Ríos desbordados en Chontales y Rama, en Octubre Desborde del Río Tuma en Octubre destruye el camino a Tuma Crecida de 12 pies desborda río Siquia en septiembre Se inunda Corinto; desborde río Ostional, Rivas; en Octubre Tornado en Managua en mayo Tormenta Tropical en Junio Tormenta Tropical en Septiembre; desborde de Río Ochomogo Huracán en Octubre Huracán causa desborde total Río Coco en Septiembre Tornado en Enero bota casas y afecta techos en Masaya y Granada Desborde de ríos en Chontales en Agosto Desborde de Río Coco en Agosto Desborde de Río Coco en Octubre Se desborda río Malacatoya y arrasa caserío, Octubre Depresión Tropical en Noviembre Tormenta Tropical King en Octubre Ríos se desbordan en León, Ocotal y Chontales, Junio Matagalpa inundada por desborde de quebrada El Chuisle Se inunda Corinto Tormenta Tropical Alice: 520 mm caen en Mayo en Rivas Huracán Gilda en Septiembre Lluvias causan inundaciones y desborde de ríos en Octubre en Chinandega 992 mm caen en Octubre en Matagalpa 560 mm caen en Mayo en Rivas Jaime Wheelock Román 1954 1954 1955 1955 1955 1955 1956 1958 1960 1960 1960 1961 1964 1964 1966 1966 1967 1968 1969 1970 1970 1971 1971 1971 1972 1973 1973 1974 1974 1975 1976 1976 1979 1979 1980 1980 1982 1982 1985 1986 1987 Desborde total del Río Coco en Septiembre Desborde de ríos en Atlántico Sur en Septiembre Tormenta tropical en Atlántico; daños en Managua, febrero Lluvias de Octubre causan daños en Matagalpa, Sébaco y Chinandega Desborde de Ochomogo, 8 km de carret. destruidos, Agosto Huracán Janet, afecta en Septiembre costa del Atlántico LLuvias intensas y desborde de ríos en Sep. en Matagalpa Inundación total en Corinto en julio; Tornado 904 mm caen en Octubre en Matagalpa Inundaciones severas en Octubre en Chinandega Inundaciones en Occidente y Rivas en Sep. y Oct.: puentes destruidos Tormenta Tropical en Julio Tormenta Tropical Isabelle en octubre Huracán en Noviembre Huracán Alma en Junio Desborde de ríos en Zelaya Norte en Julio Desborde de ríos en Julio en Zelaya Sur Huracán en Septiembre Diluvio en Oct. causa inundaciones en Municipio de León y Tola, Rivas Depresión Tropical en Septiembre Desborde de ríos en Chontales en Octubre Huracán Edith, 10 de Sep. causa desborde total Río Coco Huracán Irene, 20 de Sep. causa desborde de ríos en Atlántico Tormenta Tropical: Inundaciones severas de Sep. en Granada, Tola, Chontales Desborde de ríos en Agosto en Atlántico Sur Desbordes de ríos del Norte de Chinandega en Noviembre Inundaciones en zona de Río Coco en Octubre Tormenta Tropical Fifí en Sep. causa inundaciones en La Paz Centro y Estelí 423 mm caen en Mayo en Somoto Desborde de varios ríos en Rivas en Septiembre Onda Tropical en Julio causa desborde de ríos en Atlántico Norte y Sur Desborde de ríos al Norte de Chinandega en Julio Desborde de ríos Negro y Ochomogo en Junio Desborde de quebrada el Chuisle arrastra casas en ciudad de Matagalpa 828 mm caen en Octubre en Granada; desborde Río Gil González Desbordes en Río Coco en Octubre Tormenta Alleta golpea en Mayo costa del Pacífico 1115 mm caen en Mayo en Matagalpa Huracán Allen, Agosto Lluvias torrenciales desbordan ríos en Mayo en Matagalpa Tormenta Tropical causa en Julio desbordes en ríos Atlántico Norte 161 Los desastres que han ocurrido 1988 Huracán Joan en Oct. causa inundaciones en todo el país 1990 Grandes inundaciones de mayo y junio en Atlántico afectan a 100 mil personas 1993 Tormenta Tropical Gert, en Septiembre 1993 Tormenta Tropical Bret en Agosto 1994 Tormenta Tropical Gordon, en Noviembre 1995 Inundaciones de Septiembre, regiones I, II, III, IV y VI 1996 Huracán Cesar en Julio; inundaciones en Siuna, RAAN 1996 Tornado en Larreynaga en Septiembre, 54 damnificados 1996 Tormenta Tropical Lilly en Octubre afecta regiones I,II,III y IV 1996 Deslave en Volcán Concepción con siete muertos en Septiembre 1996 Derrumbe de cerro Calachín en Octubre 1996 Tormenta Tropical Marcos en Noviembre afecta regiones I,II, III y IV 1997 Inundaciones de Junio en Matagalpa y Jinotega 1997 Tornado en Nandasmo y Masatepe en Junio, 632 damnificados 1997 Tornado en Nagarote en Junio, 288 damnificados 1997 Tornado en Puerto Cabezas en Junio, 108 damnificados 1997 Tormenta Andrés en Junio afecta Occidente 1997 Inundaciones en Matagalpa y Jinotega en Septiembre 1997 Inundaciones de Octubre en Jalapa y Waslala 1998 Deslizamientos en Muy Muy en Febrero 1998 Tornado en Telpaneca en Marzo, 60 damnificados 1998 Desborde en Mayo, Río Grande Matagalpa 1998 Inundaciones de Junio en Ocotal 1998 1018 mm caen en Septiembre en Chinandega 1998 Mitch:1985 mm caen en Octubre en Chinandega, 836mm en Darío, 506 en Somoto 1926-82: 26 inundaciones en ciudad de Managua 1900-98: 27 ciclos de sequía afectan regiones del Pacífico y Central Norte Anexo: 25 Mayores desastres 1520-1998 1528 Terremoto daña la mayoría de los edificios de la capital León 1570 Deslizamiento de volcán Mombacho mata a los 400 vecinos de Mombacho y daña gran número de casas de Granada. 1610 Erupción de Momotombo, fuertes temblores y crecida subsiguiente del Lago Xolotlán obliga el abandono de la capital León. 1646 Huracán afecta El Realejo y provoca incendio que destruye parte de la ciudad. 1648 Terremoto afecta nueva ciudad de León; muchos muertos y heridos. 1663 Terremoto causa destrucción casi total de León y cierra navegación del San Juan dejando aislada a Nicaragua del comercio marítimo regular. 162 Jaime Wheelock Román 1772 Erupción de V. Masaya con colada masiva de lava que afecta áreas vecinas y fuertes sismos asociados dañan casas en Granada. 1835 Megaerupción del V. Cosigüina la mayor en América en tiempo histórico, sus cenizas afectan a la población de occidente y oscurece todo el país. 1844 Terremoto destruye la ciudad de Rivas. 1876 Aluvión desde las Cuchillas destruye la parte occidental de Managua. 1881 Sismo violento daña el 29 de abril muchas casas de Managua. 1885 Terremoto magnitud IX causa muertos y daños materiales en León, Chinandega y Managua 1898 Terremoto causa destrucción parcial de Chinandega; daña León y otras ciudades del Pacífico. 1903 Aluvión cae sobre Matagalpa causando muertos y daños materiales 1931 Terremoto destruye Managua, causando 1.500 muertos. y US$200 millones en daños 1938 Terremoto destruye poblado de Telica y causa daños en ciudades vecinas. 1961 Lluvias e inundaciones destructivas en ciudades e infraestructura del Pacífico. 1968 Terremoto daña 1.000 casas en Colonias Centroamérica y Morazán, Managua. 1968 Erupción violenta del Cerro Negro afecta León y poblados vecinos. 1972 Terremoto destruye Managua: 10.000 muertos y US$800 millones en daños. 1982 Huracán Alleta causa 63 muertos y US$60 millones en daños materiales. 1988 Huracán Joan mata 163 personas y causa daños por US$ 90 millones. 1992 Tsunami golpea costa del Pacífico:179 muertos y US$60 millones en daños. 1998 Huracán Mitch ocasiona inundaciones destructivas generalizadas y un gigantesco deslave del V. 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Pero en este proceso evolutivo, los seres humanos han convertido su civilización en una fuerza que incide en los procesos naturales a escala global, y han producido una tecnología de tal potencial que cuando falla o se usa mal es capaz de ocasionar impactos negativos de enorme magnitud. El crecimiento y los cambios ocurridos en las sociedades humanas modernas, hacen que la población se encuentre en condiciones diferenciadas de exposición a riesgos ambientales y de vulnerabilidad. Esto se debe a que la ocupación del espacio territorial y la capacidad de las comunidades humanas de adaptarse 173 La acción humana agravando el riesgo y aprovechar apropiadamente su entorno, están condicionadas por factores económicos, sociales y culturales que diferencian cada vez mas los niveles de susceptibilidad entre las comunidades ante los efectos de eventos o situaciones ambientales extremas. Nos encontramos en un momento de la historia donde coinciden dos circunstancias diferentes pero interrelacionadas: Por un lado, la civilización humana ha llegado a ser capaz de influir negativamente en procesos naturales de escala planetaria (como el clima) o de producir artificialmente eventos catastróficos comparables por la magnitud de sus daños a los naturales, convirtiéndose así en un factor de amenaza o riesgo para sí misma. Por otro lado, esa misma civilización empuja a una parte importante de sus integrantes a sufrir condiciones de vulnerabilidad creciente frente a las catástrofes naturales y artificiales, profundizando la desigualdad entre las personas y cerrando opciones para que todos puedan disfrutar un desarrollo humano sostenible. La actividad humana y sus impactos a escala planetaria. El cambio climático inducido por el hombre. El territorio nicaragüense es susceptible de sufrir daños climáticos. Por estar ubicados en el cinturón ístmico del continente, estamos directamente expuestos a los efectos de la llamada Zona de Convergencia Intertropical. En ella e se encuentran hasta cuatro centros ciclogenéticos, es decir, zonas de origen de huracanes y tormentas tropicales. Igualmente nos encontramos en la zona de influencia de las temporadas recurrentes de El Niño y La Niña, lo cual nos coloca alternadamente en situaciones de sequía extrema o grandes inundaciones. Según los registros históricos, desde 1892 nos han afectado unos 40 ciclones tropicales, en forma de huracanes, tormentas y depresiones tropicales. Los más dañinos no necesariamente son los que han atravesado el territorio nacional, sino los 174 Lorenzo Cardenal Sevilla que han arrastrado consigo grandes masas de humedad que se transforman en intensas precipitaciones, como el Alleta (1982) y el Mitch (1999). La intensidad y frecuencia de estos fenómenos parece acentuarse con el paso del tiempo, y esto puede estar relacionado con los cambios que ocurren en el clima mundial, ese proceso que los expertos llaman el «cambio climático». a. Las causas del cambio climático: Los gases de efecto invernadero y el calentamiento global. El planeta recibe energía del sol en forma de luz y calor. La atmósfera filtra parte de esa energía, valiéndose de una capa de moléculas de ozono que existe en su nivel más exterior para filtrar los rayos ultravioleta, que son los más perjudiciales. Esta capa es conocida comúnmente como la «capa de ozono». Otra parte importante de la energía solar se absorbe y transforma a través de los diferentes ciclos naturales que determinan el clima de nuestro planeta, como el ciclo del agua o ciclo hidrológico, la formación y comportamiento de los vientos, la temperatura y las corrientes de los océanos, etc. Finalmente, otro tanto de la energía solar es aprovechado por los seres vivos, incluyendo al hombre y sus cultivos. La energía que el planeta no usa, es reflejada de nuevo al espacio en forma de radiación infrarroja, impidiendo así que la tierra se caliente excesivamente. 175 La acción humana agravando el riesgo Hay gases que existen naturalmente en nuestra atmósfera, como el Dióxido de Carbono (CO2), el Metano (CH4), y el Dióxido Nitroso (NO2). Éstos y otros gases artificiales como los clorofluorocarbonos o CFCs (fabricados y esparcidos por el hombre), pueden ocasionar el llamado «efecto invernadero». Son llamados así porque cuando su concentración aumenta, la radiación infrarroja emitida por el planeta para enfriarse, no puede disiparse al espacio sino que es retenida en los niveles inferiores de la atmósfera. Estos gases actúan como un «techo de vidrio» que permite a la radiación solar entrar, pero no salir (como en los invernaderos, y de allí el nombre). Este fenómeno puede estar ocasionando el calentamiento progresivo del planeta y originando fenómenos asociados como: cambio en las corrientes oceánicas, los vientos, la evaporación y la precipitación pluvial y eventualmente los ciclos y períodos estacionales Los científicos han encontrado que el aumento en la concentración de los gases de efecto invernadero, se debe principalmente a la actividad del hombre. Desde el inicio de la llamada Revolución Industrial (hace unos 130 años), la actividad humana ha emitido cantidades masivas de estos gases provocando aumentos en la temperatura del planeta y la transformación del clima. La actividad humana que más contribuye a las causas del cambio climático, es la combustión de petróleo y otros combustibles fósiles ricos en carbono. Este elemento químico es liberado a la atmósfera como CO2 cuando es quemado en presencia de oxígeno. La producción de electricidad con plantas de búnker y los motores que queman derivados de petróleo son fuente principal de gases de efecto invernadero. También la deforestación, la quema de leña y los incendios forestales contribuyen de manera importante al cambio climático. En resumen, algunas actividades humanas, especialmente el transporte vehicular, la producción de electricidad con petróleo y la destrucción de los bosques, están aumentando la temperatura de la tierra. Cuadro 2 Algunas cifras sobre el carbono presente en el planeta (En billones de toneladas de carbono = Gigatons o Gt) (Fuente: J. Leggett 1990) CO2 presente en la atmósfera hoy día......................................................................................750 CO2 en la atmósfera de la época pre-industrial (antes de 1860).............................................575 Total de CO2 añadido a la atmósfera por el hombre en los últimos 130 años...................175 Carbono liberado cada año por combustión de petróleo y carbón...........................................5 Y por deforestación y quemas.....................................................................................................2 Carbono fijado en la vegetación existente...............................................................................560 Carbono fijado en reservas conocidas de petróleo y similares.........................................+4000 176 Lorenzo Cardenal Sevilla b. Consecuencias del cambio climático y estrategias para prevenirlo. De acuerdo a estimaciones de los científicos, si la humanidad continúa emitiendo gases de efecto invernadero (especialmente CO2) a la atmósfera al ritmo actual, el escenario calculado a partir de estas cifras indica que la temperatura media puede aumentar más de 3 grados centígrados antes del año 2100. Para entender la magnitud de este cambio, debemos saber que en más de 5,000 años de historia humana, la temperatura del planeta no ha variado mas o menos de 2 grados centígrados. Un cambio de esa magnitud provocaría efectos impredecibles en el sistema climático mundial, lo cual aumentaría enormemente los riesgos para las personas en todas las regiones habitadas. Entre los efectos más importantes, mencionamos: • El decrecimiento de la cáscara de hielo en los polos, lo cual elevaría el nivel de los océanos provocando graves inundaciones en tierras aledañas al mar, destrucción de ciudades costeras y puertos más importantes del mundo, especialmente en naciones y territorios insulares. • Cambios en el patrón estacional que incrementarían en los trópicos, la intensidad y duración de los períodos de lluvia y sequía, afectando la producción de alimentos. • Cambios en la intensidad y concentración de fenómenos climáticos como «El Niño» y «La Niña», así como en los patrones de ocurrencia de huracanes y tormentas tropicales. Esta tendencia ya es observable. • Aumento de la temperatura en el ámbito local, afectando la salud de las personas , y causando la proliferación de vectores de enfermedades infecto-contagiosas (por ejemplo, los mosquitos transmisores del paludismo, dengue y malaria. • Alteración en el corto plazo del ciclo hidrológico a escala local y global capaz de ocasionar una progresiva escasez de agua para uso humano alrededor del planeta. El agua para uso humano, y especialmente el agua potable, se ha convertido en un recurso cada vez más escaso, aumentando la vulnerabilidad de la población, su calidad de vida y sus oportunidades de progreso. Solamente el 1% del agua del planeta es agua dulce. Un 85% del agua dulce en los países en desarrollo se usa en la agricultura, un 10% en la industria y un 5% en el consumo doméstico. Debido a la deforestación, la erosión y la compactación de los suelos, las cuencas hidrográficas han perdido la capacidad de retener y 177 La acción humana agravando el riesgo suministrar agua a los ríos y cauces naturales donde se drena, transporta y almacena el agua. La degradación de las cuencas reduce la capacidad de absorción del suelo, y aumenta la escorrentía superficial que resulta en un incremento de las crecidas de los ríos y las inundaciones. La contaminación de los cuerpos de agua superficial y subterránea acelera aún mas la pérdida de agua disponible para uso humano. Como resultado agregado de estos fenómenos, el agua es más escasa y de menor calidad en muchas zonas rurales y urbanas, incluso en aquellas que no son áridas tradicionalmente. Estos y otros efectos nos obligan a considerar al cambio climático como la principal amenaza a la supervivencia del ser humano en el largo plazo. La prevención de estas catástrofes potenciales requiere tanto de un cambio de tecnologías y formas de producción en la industria energética, de transporte, manufacturera y agroindustrial, como de cultura y hábitos de consumo en el ciudadano común y corriente. La vulnerabilidad de la humanidad en general es incrementada por los patrones de producción y consumo no sostenibles que actualmente practica la civilización occidental dominante, en este momento histórico que llaman «mundialización». ¿Como contribuye la sociedad Nicaragüense al cambio Climático? • Quemando leña: El 57% de la energía que consumimos en Nicaragua proviene de la leña y el carbón. Cada año quemamos unos 2.6 millones de toneladas de leña, equivalentes a 0.85 toneladas por habitante por año, o 3 Kg por habitante por día en las zonas rurales. • Provocando incendios y quemas: En el verano de 1998, se quemaron mas de 160,000 hectáreas de bosques y casi 235,000 hectáreas de terrenos agropecuarios, los cuales contaminaron con humo y gases la atmósfera, afectando la salud de los habitantes y produciendo graves pérdidas a la economía del país. • Consumiendo combustibles fósiles: Mas de la mitad de los 350 MW de energía eléctrica producida en Nicaragua es generada por plantas termoeléctricas que queman petróleo. Adicionalmente, el parque automotor de Nicaragua aumentó de 90,000 vehículos en 1990 a mas de 200,000 en 1998, duplicándose en ese período el consumo de combustibles y por ende las emisiones de gases producidas por los diferentes medios de transporte motorizado. En 1996 Nicaragua importó y utilizó 5.3 millones de barriles de petróleo y derivados para los diferentes usos. 178 Lorenzo Cardenal Sevilla Los riesgos asociados a la tecnología: Las sustancias tóxicas y peligrosas como amenazas a la salud y el medio ambiente Muchas sustancias tóxicas para el ser humano son usadas, comercializadas y transportadas alrededor del mundo. La civilización industrial ha sido capaz de producir sustancias sumamente contaminantes y nocivas, que hasta hoy son conocidas por sus efectos patológicos. La mayor parte de ellas son conocidas como «Contaminantes Orgánicos Persistentes» (COPs). Los COPs son sustancias que no son biodegradables, es decir, que no pueden ser «rotas» o degradadas por medio de los procesos naturales de oxidación o reducción. Entre los COPs se encuentran todos los pesticidas organoclorados y organofosforados, muchos disolventes industriales como el triclorobenceno de las empresas de «dry-cleaning» y los PCBs que se usan en los transformadores del tendido eléctrico. En general, estas sustancias, peligrosas antes y después de usarse, pueden ser sustituidas por compuestos más benignos. Efectos en la salud causados por pesticidas: Algunos datos Las importaciones de plaguicidas se quintuplicaron entre 1990 y 1998, alcanzando en ese año un peso importado de 6,500 toneladas que costaron unos 26 millones de dólares. La aplicación de plaguicidas por manzana de tierra cultivada aumentó de 1991 a 1996 desde 2.5 Kg/mz hasta 4.7 Kg/mz, siendo la media mundial de 0.7 Kg/manzana. Esto no ha aumentado en la misma proporción los rendimientos productivos de los cultivos y más bien ha originado resistencia en muchas plagas. 179 La acción humana agravando el riesgo El consumo per cápita de plaguicidas se incremento de 0.38 Kg. ó en 1990 a 1.35 Kg. en 1998. En 1990 se reportaron 322 casos de intoxicación en el país y desde 1994 se mantiene arriba de 1,000 casos anuales, siendo el pico el año 1997 con 1951 casos reportados. Se estima que el riesgo de intoxicación por plaguicidas en Nicaragua es 8 veces superior al de los EEUU y 22 veces superior al de China. El contenido de DDT y Toxafeno en leche materna en Nicaragua supera 50 veces el valor permitido por la FAO-OMS en leche vacuna. Un tratamiento de desintoxicación aguda con plaguicidas cuesta unos US$100 por persona. Las muertes por envenenamiento debido a plaguicidas ocupan el séptimo lugar en morbilidad ocupacional en Nicaragua, y la intoxicación es la principal enfermedad laboral del país. Como vemos por los datos anteriores, los pesticidas son un grupo de productos que debe ser controlado por las autoridades. Los insecticidas, herbicidas, fungicidas y demás pesticidas, al igual que los protectores de cosechas (como las pastillas de «curado»), son sustancias diseñadas para destruir ciertas formas de vida. Especial atención merecen aquellos productos que son prohibidos en los países en los que se fabrican, si bien son exportados a otros países donde pobres sistemas de control o débil o desactualizada legislación, aún admiten su uso. Las fugas de gases venenosos y otros tipos de materiales tóxicos usados como insumos en procesos industriales, constituyen otro peligro frecuente. En Nicaragua, la famosa fábrica Penwalt contaminó durante varios años a las comunidades vecinas en la costa del lago de Managua, debido a las constantes fugas de cloro gaseoso que ocasionaba. El cloro gaseoso es una de las sustancias 180 Lorenzo Cardenal Sevilla más tóxicas para el hombre, y luego de reiterados esfuerzos de organizaciones comunitarias y ambientales, esta fábrica fue cerrada. Conclusiones de esta sección La civilización humana es capaz de incidir en la ocurrencia y magnitud de amenazas consideradas antes como puramente «naturales». Nuevos hallazgos en el estudio del cambio climático, señalan que la extensión de las sequías, la frecuencia e intensidad de tormentas tropicales y huracanes, las masivas precipitaciones pluviales asociadas a ellos, y como consecuencia las inundaciones provocadas por la rápida escorrentía en las cuencas degradadas, los deslaves y «lahares» en laderas deforestadas, son algunas de las amenazas que están siendo amplificadas debido a que la actividad humana a menudo desestabiliza y desequilibra ciclos y procesos fundamentales de escala global y local. Por otro lado, los desastres artificiales, como se les llama a veces, ocasionan daños ambientales, materiales y humanos de una magnitud comparable a la de cualquier catástrofe natural, con la diferencia de que en este caso el evento se produce debido a un error humano, a una falla en la tecnología, al manejo inapropiado de materiales peligrosos o a accidentes involuntarios. Las comunidades en el ámbito local deben ser capaces, dotándose de la información y asesoría necesaria, de saber qué tipo de procesos pueden afectarles (sequías, inundaciones, marejadas, derrumbes, etc.) y en qué plazos, para así prevenir sus efectos y prepararse colectivamente para enfrentarlos. Igualmente, deben conocerse cuáles son las amenazas provenientes de actividades humanas que se encuentran en el entorno territorial: plantas químico-industriales, residuos militares, explosivos, pesticidas y otros biocidas vencidos o en uso, rutas de transporte de materiales peligrosos, etc. Esto debe permitirle a la comunidad, realizar acciones de preparación y prevención incluyendo la salvaguarda de las fuentes de agua, el equipamiento apropiado para controlar intoxicaciones masivas, sistemas de alerta, etc. 181 La acción humana agravando el riesgo La contaminación de los lagos: Un lento desastre causado por la gente La cuenca de los grandes lagos es posiblemente el principal sistema de recursos naturales con que cuenta Nicaragua. Ambos lagos aun poseen gran potencial económico si se explotan bajo un modelo de usos múltiples, y se hace un apropiado manejo de las subcuencas de las que dependen. Antes de la venida de los españoles, el eje lacustre servía de sustento territorial y económico para un corredor de asentamientos indígenas de mas de 100 Km de longitud, entre Imabite y Xalteva, poblado probablemente por casi medio millón de habitantes. Sin embargo, los nicaragüenses del Siglo XX nos hemos dedicados concienzudamente a arruinar este valioso patrimonio natural. Antes de terminar la década de 1970, ya los Managuas habíamos ocasionado un daño de tal magnitud a la calidad de las aguas del lago Xolotlán, que este no es apto desde entonces para ningún uso humano directo, ni siquiera irrigación o turismo recreativo. La contaminación orgánica que incluye desde coliformes fecales hasta vibrios del cólera, y la presencia de contaminantes orgánicos persistentes (herbicidas y pesticidas principalmente) así como de minerales pesados (mercurio de la Penwalt), hacen que las aguas del menor de nuestros lagos se hayan convertido en un riesgo constante de epidemias infecciosas y de exposición a sustancias cancerígenas, mutagénicas y tóxicas en general. Investigaciones recientes del CIRA-UNAN, demuestran que procesos acelerados de contaminación por desechos orgánicos (excretas y basura) y por pesticidas ya esta ocurriendo en algunos sectores del Gran Lago, a niveles similares o superiores a los de su vecino. Estaremos provocando ya la «xolotlanización» del Cocibolca? 182 Lorenzo Cardenal Sevilla I mpacto de la actividad humana en un territorio amenazado Reseña histórica: Primeros pobladores Nicaragua forma parte de la región más joven del continente americano. De hecho, nuestro país es una de las partes mas recientemente emergidas del delgado istmo que une las masas continentales de Norte y Sudamérica. El hecho de ser un territorio geológicamente joven, nos convierte en un país con un comportamiento geológico y climático sumamente activo y dinámico. Estas condiciones geo-climáticas influyeron sin duda en la forma en que los primeros pobladores de Nicaragua decidieron su asentamiento en los nuevos territorios que poblaban. Los primeros asentamientos de aquellos agricultores-recolectores se establecieron cerca de fuentes seguras y accesibles de agua potable, junto a lagos, lagunas y ríos. Xalteva, Nindirí, Managua, Mateare y el antiguo Imabite (cerca de León Viejo) son algunos ejemplos de esto. Influyeron también factores económicos, como la proximidad a tierras fértiles para los cultivos, o místicos, como la profecía que determinó el asentamiento de los nahuas-nicaraos en el istmo de Rivas, junto al Gran lago y frente a una isla formada por dos cerros: Ometepe. Los mejores suelos para la agricultura en Nicaragua se encuentran en la región del Pacífico, y de esto se dieron cuenta los antiguos agricultores indígenas. Precisamente el aporte de cenizas y minerales de las erupciones volcánicas hace que los suelos de las llanuras del Pacífico sean tan fértiles. Al instalarse junto a las mejores tierras y los más grandes y productivos cuerpos de agua, los primeros asentamientos indígenas necesariamente se ubicaron en la cercanía o área de influencia de volcanes activos, o cerca de zonas de alta actividad sísmica. Igualmente, se asentaron en costas lacustres y riberas de ríos susceptibles de sufrir inundaciones o crecidas. Podemos decir entonces que desde sus orígenes, los primeros nicaragüenses conocieron las amenazas del territorio que habitaban, y tuvieron que adaptarse con muchos padecimientos para sobrevivir en esas condiciones de riesgo. 183 La acción humana agravando el riesgo Inicios de la transformación del paisaje nicaragüense Incer (1989), ha recopilado abundantes textos y referencias extraídas de las obras de cronistas, viajeros e historiadores, que muestran cómo los habitantes de la Nicaragua precolombina y colonial tuvieron que adaptarse a distintas condiciones de riesgo, y enfrentar los efectos de antiguas catástrofes naturales. Las erupciones del Momotombo y el Concepción, el gigantesco derrumbe del Mombacho, los terremotos de León Viejo y las inundaciones en el Lago de Managua son algunos de los registros que se recogen de las fuentes históricas. El litoral del Caribe siempre ha sido geológica y climáticamentemente muy dinámico. Las fuentes históricas muestran que las desembocaduras de muchos ríos importantes como el Coco, el Grande de Matagalpa y el Escondido, han sufrido transformaciones profundas desde los primeros viajes de Colón hasta nuestros días. Esto indica que los procesos de drenaje y sedimentación han sido muy activos aún cuando las cuencas de estos ríos se encontraban prácticamente vírgenes, debido a la escarpada topografía y alta pluviosidad que caracteriza dichas cuencas. Es posible encontrar pistas para entender cómo estas poblaciones indígenas enfrentaban las amenazas del territorio que habitaban. Una explicación probable es que estas sociedades indígenas eran seminómadas, sin asentamientos permanentes o pueblos en el sentido que se entiende en el Pacífico. Al contrario, estos grupos se asentaban en las riberas de los ríos para aprovechar en la época menos lluviosa, los suelos fértiles y las oportunidades de pescar y cazar. Durante la época de lluvias más intensas, se trasladaban de los sitios ribereños a tierras más altas, para evitar las crecidas violentas sobre sus familias. Un antiguo mito presente en la tradición oral de las etnias de la cuenca del Caribe, habla de un enorme diluvio sucedido en tiempos muy remotos, que inundó todas las tierras conocidas y diezmó a los antepasados antiguos de los pueblos indígenas. Seguramente el vivir en tales condiciones de riesgo, contribuyó a desarrollar una cultura preventiva en estos pueblos, así como conocimientos de pronóstico y prevención transmitidos de generación en generación. En la época colonial, las ciudades españolas se instalaron a la par de los asentamientos indígenas, exponiéndose a las mismas amenazas naturales propias del territorio colonizado. León Viejo es seguramente el ejemplo temprano más visible de la afectación profunda de un asentamiento importante a causa de eventos catastróficos de origen natural. El traslado de la antigua ciudad de León a su emplazamiento actual, es sin duda la decisión mas extrema en materia de pre184 Lorenzo Cardenal Sevilla vención tomada en la historia reciente de Nicaragua, y como es de esperar, tuvo un importante impacto social, económico y cultural traumático en su momento. Los sistemas constructivos introducidos por los colonizadores, debido al diseño estructural y al tipo de materiales de sus edificaciones (basadas en el uso del adobe, taquezal y tejas), eran más susceptibles de sufrir daños durante los eventos volcánicos y sísmicos, comparados con las viviendas indígenas simples. Observamos aquí una manifestación de vulnerabilidad incrementada por factores tecnológicos, es decir, por la ausencia de tecnologías capaces de suministrar seguridad durante eventos extremos. Pero el proceso más importante que se acelera con la conquista es el impacto ambiental de la actividad humana sobre el territorio. El impacto ambiental de las sociedades indígenas precolombinas era relativamente leve. Si bien la agricultura que practicaban incluía el uso del fuego y la remoción de parte de la vegetación boscosa para la instalación de las parcelas agrícolas, el territorio aún poseía intacta la mayor parte de su cobertura vegetal y diversidad biológica, tal como lo atestiguan los cronistas que lo conocieron entonces como un «paraíso terrenal». Cómo pudieron sobrevivir 700 mil indígenas afectando menos territorio que el que necesitó el mismo número de personas que constituían la población nacional en los años treinta? Probablemente la agricultura de los primeros se complementaba y armonizaba mejor con la flora, fauna y pesca silvestre y era menos demandante en espacio. La primera catástrofe de origen humano El primer impacto catastrófico de la conquista fue la casi total exterminación de la población indígena debido a la esclavitud, las enfermedades y la venta de esclavos a otros territorios, principalmente Perú y Panamá. Por esta causa, en menos de medio siglo (entre 1500 y 1540) desapareció el 96% de la población indígena (de un estimado de 700,000 habitantes a la llegada de los conquistadores, a menos de 20,000 a mediados del Siglo XVI). Este genocidio hoy casi olvidado, causó el despoblamiento de la provincia y sentó las bases de su secular atraso. El dominio colonial instaló en Nicaragua un sistema de producción de una racionalidad económica diferente al indígena. El sistema colonial de vasallaje, que los españoles llamaron «encomienda», era una modalidad de dominación feudal esclavista organizada sobre la base de favores reales que concedían cierto número de pueblos a un colonizador, para que usufructuara la mano de obra y los recursos naturales en una determinada jurisdicción a cambio de un tributo 185 La acción humana agravando el riesgo para la Corona. La encomienda predominó como forma de producción, desde el siglo XVI hasta mediados del siglo XVII, cuando se instaló el sistema de corregimiento, que era también un sistema semi-feudal. La economía de la despoblada Nicaragua de fines del siglo XVI y XVII no tenía la escala suficiente para sustentar la expansión de los asentamientos humanos mas allá de las ciudades principales de León y Granada, de los poblados mineros de Segovia y Nueva Jaén, y del puerto-astillero de El Realejo. De este último partían hacia Panamá y Perú las pocas exportaciones de la provincia, consistentes en hilados, cueros, sebo, miel, resinas y otros productos menores. Con este sistema se originaron las primeras actividades de despale selectivo de la región del Pacífico de Nicaragua. La extracción de maderas nobles del trópico seco nicaragüense (caoba y cedro real del Pacífico) para la construcción de naves destinadas a conquistar Sudamérica, se intensificó a partir del siglo XVI, y dió inicio al proceso de extinción de estas especies y sus ecosistemas naturales. Pero la principal causa de la deforestación masiva de la región del Pacífico fue la progresiva expansión de la ganadería extensiva desde el siglo XVII, combinada con el cultivo del añil y la caña de azúcar. Durante los siglos XVII y XVIII, la Nicaragua «española» se restringió a la región del Pacífico, estando gran parte de las regiones Atlántica y Central bajo el dominio de «tribus indómitas» influídas por la presencia inglesa en el Caribe que hostigaron hasta entrado el siglo XIX, los asentamientos españoles. El establecimiento de la ciudad de Bluefields se remonta a esta época, como un punto de acopio y comercio inglés de productos como carne de tortuga, carey, maderas preciosas, conchas y otros bienes destinados a los mercados del Caribe y Europa. En general, puede afirmarse que la expansión ganadera y la quema de potreros fueron en todas las épocas de la colonia las mayores causantes de la deforestación, primero en el Pacífico, luego más allá de los lagos y a partir de 1950, hacia el Atlántico Los cambios asociados a la modernización La introducción del café y la expansión de la ganadería fueron determinantes en el proceso de cambio de uso de la tierra y en el patrón de asentamientos humanos en Nicaragua. El café se introdujo a principios del siglo XIX, siendo sembrado en escala comercial por primera vez alrededor de 1845 en la meseta de Carazo. Hacia 1880 se extendió su cultivo a la región central montañosa del país. Por su parte, la ganadería en «hatos» se menciona en Chontales desde mediados del siglo 186 Lorenzo Cardenal Sevilla XVIII. En esta época había unos 100,000 habitantes en el territorio nacional, y por primera vez después de la conquista, la población crece a un ritmo cada vez más rápido, al mejorar las condiciones de habitabilidad del país. La etapa de independencia y modernización que conllevó el siglo XIX, aceleró el proceso de incorporación de nuevos territorios al desarrollo económico del país. Se inició una desconcentración del Pacífico y la extensión de la frontera productiva hacia el Atlántico y el Norte del país.; los cafetales tradicionales transformaron las mesetas y sierras de Carazo y Managua, y las nebliselvas de Matagalpa y Jinotega. Por su parte, los primeros enclaves bananeros se ubicaron en Kukalaya y Cukra a finales del siglo XIX. Es hasta en los años 30 de este siglo XX que Nicaragua recupera su población histórica del Siglo XVI: unos 700 a 800 mil habitantes. El desarrollo urbano y agrícola seguía concentrado en el Pacífico, y en menor grado en la región central. Para 1940-50, la ganadería se expande aceleradamente en el trópico húmedo de Boaco y Chontales y Río San Juan con la apertura de la carretera al Rama. Las explotaciones mineras y bananeras determinaron la ubicación de los enclaves y sus asentamientos asociados en la región Atlántica, facilitada con la construcción de la carretera al Rama en 1942 y la instalación de los planteles como Muhan y Muelle de los Bueyes. 187 La acción humana agravando el riesgo Los primeros avances en los frentes de colonización de las zonas húmedas de las regiones Central y Atlántica desde el Pacífico a base de la ganadería y la pequeña producción «precarista» de granos básicos, perfilaron el patrón general destructivo de la frontera agrícola. Este proceso de colonización, luego llamado de «frontera agrícola», consiste en el desplazamiento paulatino de población campesina pobre sobre tierras nacionales despobladas en el trópico húmedo, con suelos marginales para la agricultura tradicional, y que constituye un fenómeno con claras raíces sociales y políticas. Dicho proceso manifiesta una aceleración dramática a partir de la década de los 50s, cuando se introduce el cultivo del algodón, y grandes masas campesinas son trasladadas a la región del Atlántico, bajo la voluntad y el apoyo logístico del Estado. Con ello, se inició un proceso dinámico de migraciones internas que terminó de modificar el mapa de uso de la tierra casi intacto desde principios de siglo. Este proceso se vió reforzado con el establecimiento de las colonias agrícolas de Nueva Guinea hacia donde el Estado reubicó a decenas de miles de familias campesinas del occidente del país. Es entonces cuando se inicia la deforestación masiva del país por la ampliación de la frontera agrícola, asociada a la explotación forestal y la expansión ganadera. Por su parte, el crecimiento exponencial de la población conllevó al desarrollo progresivo del sistema de asentamientos humanos, el cual se fue ampliando y consolidando hasta configurar la situación actual. Patrones de uso y asentamiento que acentúan la vulnerabilidad La deforestación y la degradación de suelos y aguas. La agricultura tradicional practicada en los suelos poco fértiles del trópico húmedo consiste en la tumba de una parcela de bosque, la quema de la materia vegetal y la posterior siembra para obtener cosecha uno o dos años. Luego se deja la tierra en descanso (barbecho o socola), para que recupere nutrientes, mientras se ocupa otra parcela por dos años y así sucesivamente. La agricultura migratoria, incentivada y asociada con la ampliación de la ganadería extensiva y 188 Lorenzo Cardenal Sevilla la tala legal e ilegal de bosques, y sumada a los incendios forestales, ha ocasionado perdidas de 4.5 millones de manzanas de bosques entre 1950 y la actualidad. Si en 1950 había 8 millones de hectáreas de bosques, para 1995 quedaban 3.4 millones (en números redondos), incluyendo pinares. La superficie despalada se ha erosionado progresivamente por la fragilidad de los suelos tropicales, especialmente en laderas de zonas húmedas. En el momento en que se remueve la cobertura vegetal, las intensas precipitaciones tropicales desmoronan el suelo y lo arrastran hacia los ríos en forma de sedimentos, dañando la calidad del agua. La pérdida del suelo es un fenómeno generalizado. Occidente (León y Chinandega) y un poco la región interlacustre, concentran los daños por erosión más severos. Los suelos volcánicos de estas planicies son sueltos -no compactados ni meteorizados-, arenosos y profundos, y debido al despale casi total, han quedado expuestos por varias décadas a la erosión por el viento (las famosas tolvaneras) y el agua. Las laderas de la cordillera volcánica son frágiles por sus pronunciadas pendientes y porque los volcanes son conos inestables formados por cenizas y materiales no consolidados. La categoría intermedia de erosión (leve o moderada), cubre prácticamente todo el Pacífico del país y los departamentos de la región Central, Nueva Segovia, Estelí y Madriz. Tanto en zonas secas como húmedas, los suelos desprotegidos de vegetación en relieves pronunciados, son afectados por la erosión hídrica, la cual remueve la capa fértil, construye grandes cárcavas y cauces, y en algunos 189 La acción humana agravando el riesgo casos deja la roca madre desnuda. En la categoría de erosión leve o menor que leve, se ubica todo el resto del país. La apertura de la carretera norte a lo largo de la cuña seca que cruza desde el centro hacia las segovias, ha incidido en la desertificación de esas regiones, mientras la caficultura en Jinotega y Matagalpa se refugia bajo el bosque húmedo. Este mapeo de la erosión en el ámbito nacional demuestra que nuestros suelos, sustento de toda actividad productiva y asentamientos humanos, han sufrido en los últimos años todo un proceso de desgaste y erosión, causada por el agua y el viento, que han reducido la capacidad productiva en muchas regiones. La deforestación ha dejado a las Segovias secas, con suelos pobres y a la «sombra» de las lluvias. La situación actual ha llegado a ser grave en algunas zonas rurales que han perdido su capacidad de sostener la actividad productiva y la población que las habitaba ( Madriz, oeste de Ocotal, norte de Chinandega). Zonas que pudieron haber sido económica y territorialmente viables, se encuentran hoy en condiciones degradadas social y ambientalmente debido a la marginación económica, a la falta de una red de seguridad social y al uso no sostenible de los recursos naturales y el medio natural. El reciente fenómeno del Mitch demostró la aguda vulnerabilidad de estas zonas, causando estragos en 47 municipios rurales del país, y provocando eventos erosivos masivos que dañaron aun más el precario estado de los suelos en las áreas afectadas. La desaparición de los bosques y el suelo, afecta significativamente al recurso agua. El drenaje de las aguas pluviales se realiza de acuerdo a la topografía del terreno, dentro de una unidad geomorfológica que llamamos «cuenca hidrográfica». Una cuenca hidrográfica es una superficie de territorio donde las aguas de lluvia escurren en una misma dirección, confluyendo hacia un mismo cuerpo de agua, sea río, lago o laguna. La deforestación y la erosión intensa del suelo en una cuenca, tienen consecuencias muy graves en el mediano y largo plazo, debido principalmente a dos fenómenos: 190 Lorenzo Cardenal Sevilla • Sequía y escasez de fuentes de agua. Este fenómeno es lo que ha originado el secamiento del agua en todos los ríos del Pacífico y cada vez más en los ríos cabeceros de la región Central. • Correntadas y aluviones: Hoy en día, más del 90% de los ríos del Pacífico de Nicaragua tienen corrientes intermitentes, es decir, que sólo llevan agua cuando llueve. Las cuencas de estos ríos ya no son capaces de retener el agua de lluvia y soltarla paulatinamente en tiempo seco. El agua que llueve en el área de captación no se infiltra y almacena, sino que se escurre inmediatamente formando cauces y cárcavas o dando lugar cuando las precipitaciones son intensas y prolongadas, a los ríos de chocolate, a la ausencia de fauna acuática y a las crecidas e inundaciones. Como consecuencia de la degradación de las cuencas, la presencia del agua es desequilibrada: o hay demasiada o hay muy poca y en ambos casos contaminada. Las lluvias intensas nos traen el temor de inundaciones, crecidas y deslaves, 191 La acción humana agravando el riesgo debido a las violentas escorrentías superficiales. Cuando el tiempo seco llega, el agua limpia escasea, sea por baja infiltración hacia los pozos, o porque los ríos y lagos están lodosos o contaminados. La pérdida de la calidad del agua así como su escasez, se está convirtiendo en el tercer gran problema crítico del país para el siglo XXI. No solamente estamos perdiendo aceleradamente superficie boscosa y suelos productivos, sino que además nos estamos quedando sin agua para beber. De los 147 municipios del país, al menos 120 han planteado que el problema ambiental prioritario en su territorio es el abastecimiento de agua. No existe ninguna ciudad en el Pacífico y Región Central de Nicaragua que no tenga problemas de abastecimiento de agua y calidad de ésta. Este problema es la consecuencia última de los procesos de degradación ambiental iniciados con la deforestación acelerada de los últimos 50 años. El hábitat del hombre: la fragilidad de nuestros asentamientos. Los asentamientos humanos se ubican por factores económicos, sociales y políticos. El sistema de asentamientos humanos de un país tiene una lógica territorial que obedece a la historia de la ocupación del territorio por parte de la población y a los recursos del medio físico-natural. De esa manera, la forma en que están distribuidas las ciudades principales, las secundarias y los pueblos y caseríos, es la expresión de la evolución de las fuerzas económicas, sociales y políticas que han moldeado la historia de nuestra nación. Existen en Nicaragua algunos asentamientos de historia excepcional, cuyo emplazamiento ha sido definido en circunstancias especiales. Ejemplo de ello es nuestra capital, Managua, y también Ciudad Rama. Ambas, colocadas en territorios severamente amenazados, persisten en conservar su emplazamiento a pesar del embate de eventos catastróficos. La vulnerabilidad de los asentamientos humanos obedece a dos causas principales. Una es la ubicación geográfica del asentamiento, lo cual determina el tipo de amenazas a las que está expuesto, y por tanto, el nivel de riesgo intrínseco de dicho asentamiento a fenómenos como terremotos, huracanes, erupciones, etc. La otra causa es el tipo de tecnologías constructivas utilizadas tanto en las edificaciones propiamente dichas, como en el desarrollo de la infraestructura asociada a ellas, incluyendo los planes de ordenamiento del uso de la tierra urbana 192 Lorenzo Cardenal Sevilla El colmo de la vulnerabilidad: Managua La ciudad capital de nuestro país es un ejemplo claro de un asentamiento establecido en condiciones de vulnerabilidad física. El valle de Managua es un denso entramado de fallas tectónicas activas, que han sido causantes de 2 grandes terremotos que han destruido la ciudad en el siglo XX. El último, el inolvidable sismo de la Navidad de 1972, ha dejado su huella imborrable en el paisaje urbano de Managua. La ciudad, ubicada en la parte baja de la Cuenca Sur del Lago de Managua, se encuentra prácticamente cruzada por los cauces que drenan la escorrentía de una cuenca cada vez mas urbanizada y deforestada. Esto hace que la ciudad sea susceptible de sufrir inundaciones y daños severos a la infraestructura habitacional y económica debido a las escorrentías violentas que ocurren en la temporada lluviosa. La presencia de industrias contaminantes constituye otro riesgo de origen artificial o antrópico, que ya ha tenido efectos en la calidad de vida de la población. El ejemplo más nefasto ha sido el de la ya clausurada fábrica de cloro Penwalt, causante de daños a la salud y a la infraestructura en los barrios vecinos a sus instalaciones, debido a las fugas de cloro gaseoso, sumamente tóxico. La vulnerabilidad socioeconómica de los pobladores pobres de Managua acentúa la vulnerabilidad global de la ciudad. Los asentamientos marginales, paradójicamente incrustados a veces en zonas céntricas de la ciudad, son focos de vulnerabilidad debido a la deficiente infraestructura de drenaje y a los precarios sistemas constructivos usados por los habitantes económicamente menos favorecidos de nuestra capital. Es pertinente señalar que en el caso de ciertos fenómenos «naturales», la actividad humana puede contribuir sin duda a intensificar su carácter de amenaza o riesgo. Es precisamente el caso de deslaves, derrumbes, sequías e inundaciones, que como hemos visto anteriormente, pueden agudizarse por causa del despale indiscriminado. Existen muy pocos centros poblados en Nicaragua que no se encuentren en una zona de amenaza natural de algún tipo. La mayor parte de los asentamientos de nuestro país está localizada de tal suerte que es susceptible de sufrir algún tipo de evento catastrófico en un período de tiempo dado. La probabilidad de que estos eventos ocurran es variable según la localidad y la intensidad del fenómeno, y esto se expresa como el «período de recurrencia» de dicho fenómeno para esa 193 La acción humana agravando el riesgo localidad. Para calcular estos períodos de recurrencia es importante el registro estadístico y el monitoreo continuo de las amenazas, como son los sismos y erupciones, que a su vez pueden producir derrumbes, las lluvias intensas que producen inundaciones, las sequías prolongadas asociadas a veces a incendios forestales, los maremotos, etc. ¿Períodos de recurrencia que se acortan? La frecuencia en que ocurren fenómenos catastróficos como huracanes, inundaciones y precipitaciones pluviales extraordinarias parece estar aumentando. En los últimos 10 años, se ha observado un incremento en esta frecuencia, aunque los especialistas aún debaten si este incremento es estadísticamente significativo o es una situación circunstancial suma de efectos mundiales más efectos nacionales. No podemos descartar que procesos globales como el calentamiento global ya estén manifestándose de maneras muy concretas. Es necesario recoger mas evidencia científica para ajustar las capacidades de pronóstico y alerta, y contrarrestar al mismo tiempo las versiones catastrofistas del tipo «fin del mundo», que más bien confunden y desmotivan a la población. A pesar de que la población puede estar muy bien informada y consciente de los riesgos de su asentamiento, pocas veces un centro poblado completo está dispuesto a desplazarse hacia sitios más seguros. A menos que se dé una destrucción completa de la localidad (como en el caso del casco histórico de la vieja Managua), 194 Lorenzo Cardenal Sevilla el área afectada usualmente continúa siendo habitada por la población. Hay casos en que el arraigo de la población es tan fuerte por factores económicos, culturales y sociales, que los asentamientos vulnerables se reconstruyen de nuevo en el mismo sitio cada vez que son afectados por un evento catastrófico. El concepto clave para interpretar el manejo social de la vulnerabilidad física es lo que llamamos «adaptabilidad», es decir, la capacidad de una comunidad de absorber los cambios en su entorno ocasionados por un desastre. En el caso de un país de alta vulnerabilidad como Nicaragua, resulta de gran importancia encontrar formas de incrementar la adaptabilidad de las poblaciones que habitan en condiciones crónicas de riesgo. Al mismo tiempo es preciso realizar las inversiones necesarias para reducir su vulnerabilidad. El incremento de la adaptabilidad parece pasar por tres ejes de trabajo fundamentales: 195 La acción humana agravando el riesgo • El empoderamiento local, es decir, aumentar la capacidad de las comunidades de tomar las decisiones relevantes para su desarrollo; • Acceso a la información y el conocimiento, es decir, aumentar la capacidad de las comunidades de planificar el futuro, construir alternativas y aprovechar oportunidades; • La construcción de un sistema de valores individuales y colectivos que afirmen la identidad, la solidaridad y la disciplina social. Analizaremos estos ejes de trabajo con más detalle en la sección 5 de este capítulo. También nuestros asentamientos tienen un tipo de vulnerabilidad asociada a los elementos técnicos propios de un asentamiento humano: Su trazado urbanístico, su infraestructura vial y de drenaje, y las tecnologías constructivas de sus edificaciones. • El trazado urbanístico: En nuestro país hay evidente debilidad de planes de desarrollo urbano que ordenen el uso de la tierra y aseguren que el crecimiento de las ciudades se haga respetando las consideraciones territoriales y ambientales. Cada cual a su cuenta y riesgo selecciona dónde quiere vivir. Es más, lugares peligrosos como fallas sísmicas, orillas de cauces, costa de lagos, laderas vulnerables, se están nuevamente repoblando. • La infraestructura vial y de drenaje: Ciudades como Managua, Matagalpa, Tipitapa, Corinto, carecen de verdaderos planes de desarrollo urbano y de 196 Lorenzo Cardenal Sevilla trabajos serios de drenaje pluvial a pesar de estar expuestas a inundaciones frecuentes. • Las técnicas constructivas: Las normas de diseño y construcción no son ni respetadas ni aplicadas. Por ejemplo, las especificaciones antisísmicas, la construcción de sótanos en zonas de tornados y huracanes, la construcción en pilotes para zonas inundables etc. Tecnologías basadas en materiales locales no suelen aplicarse. En condiciones de mercado, la capacidad de una comunidad de acceder a materiales y sistemas constructivos de calidad, depende de su nivel de ingreso. Los sectores de escasos recursos, obligados a utilizar materiales y sistemas inadecuados para sus construcciones, deberían recibir la asistencia del Estado para asegurar que sus construcciones sean seguras y adecuadas al factor de riesgo al que están expuestas. Un asentamiento aguantador: Ciudad Rama Ciudad Rama se asienta en la confluencia de tres ríos, el Siquia, el Mico y el Rama, que se unen para formar el majestuoso río Escondido. Este punto de la geografía de Nicaragua está ubicado en el centro de una de las cuencas hidrográficas más dinámicas del país. En ella se combinan una topografía escarpada, intensas precipitaciones pluviales, suelos frágiles, cobertura forestal mermada y un uso inapropiado de la tierra, lo cual crea condiciones idóneas para originar violentas escorrentías. Por esta combinación de factores, la confluencia de los ríos es un sitio permanentemente expuesto a la amenaza de las inundaciones. A pesar de su posición intrínsecamente vulnerable, en este sitio tan especial han existido asentamientos humanos desde épocas muy remotas, y existe evidencia arqueológica de presencia indígena de la época neolítica, posiblemente de los mismos antiguos Ramas que poblaron las riberas del Río Escondido. Los primeros inmigrantes llegaron en 1874, siguiendo al pionero inglés Nathaniel Allen. La explotación del caucho y la palma aceitera hizo crecer paulatinamente el poblado original, elevado a la categoría de ciudad en 1919. Ciudad Rama es a la vez un puerto de montaña, puerto fluvial y puerto internacional. Sirve de portal de entrada para el comercio y los viajeros que van a la RAAS. Es un centro comercial regional y tiene una intensa actividad portuaria que maneja mas de 60,000 toneladas anuales de carga nacional e internacional. Ciudad Rama ha sido inundada con diferente intensidad por los huracanes tropicales que han ingresado a la Costa Atlántica desde los años 70. Especial gravedad tuvo la inundación provocada por el huracán Joan en 1989. Como consecuencia de estos desastres, la ciudad se ha desplazado progresivamente 197 La acción humana agravando el riesgo laderas arriba del cerro, pero manteniendo su emplazamiento histórico, cuyos habitantes, al parecer, no están dispuestos a abandonar. Factores sociales y culturales: las facetas de la pobreza Nicaragua es el país Latinoamericano que ha registrado el nivel mas alto de deterioro social y económico en la última década. El PIB per cápita de 1996 (US$390) es equivalente al alcanzado en la década de los 50, por lo que podemos decir que el país ha retrocedido 5 décadas en términos de su desempeño económico y social. Según un estudio del Ministerio de Acción social (1994), el 74% de los hogares del país presentaban una o más necesidades básicas insatisfechas. En el ámbito nacional (1995), el 31% de hogares se encontraba en condiciones de pobreza y el 43% en condición de pobreza extrema. La pobreza es un fenómeno predominantemente rural: el 60% de los hogares en situación de pobreza extrema y el 48% en situación de pobreza ocurren en áreas rurales. 8 de cada 10 hogares rurales presentan condiciones de insuficiencia de servicios. 7 de cada 10 hogares rurales presentan un bajo nivel de educación. La pobreza se ha acentuado en la última década como consecuencia directa de las políticas económicas asociadas a los planes de estabilización y ajuste estructural. La reducción del gasto público ha contraído drásticamente los servicios de salud, educación y bienestar social, afectando principalmente a los más pobres. Las políticas monetarias han desestimulado la producción campesina y aumentado el desempleo rural y urbano. Aún los procesos de descentralización y empoderamiento comunitario que podrían haber compensado estas tendencias, 198 Lorenzo Cardenal Sevilla no han sido apoyados con la energía necesaria. Algunas de las consecuencias del incremento y profundización de la pobreza, en términos del incremento de la vulnerabilidad de las personas afectadas a sufrir impactos severos en situaciones de desastre, se exponen a continuación. La pobreza como factor de exclusión social y económica Los sectores menos favorecidos, por definición están total o parcialmente excluidos del mercado de bienes y servicios, incluyendo la tierra. Es por ello que los asentamientos de la población de menos recursos se ubican en tierras marginales, aisladas y de bajo valor: laderas, costas y riberas de ríos, bajo puentes y presas, en conos volcánicos y zonas inundables. Igualmente, los más pobres en las zonas rurales aisladas no logran alcanzar el umbral de atención del Gobierno central cuando se encuentran en situación de emergencia. Es lo que Ordóñez et. al. (1998) llaman «la incapacidad de una comunidad de convertirse en problema» es decir, de atraer la atención de los dispositivos de ayuda y asistencia del Estado en condiciones de desastre. Por otro lado, la pobreza limita las capacidades propias de la comunidad de auto-asistirse y de encontrar las capacidades y oportunidades para enfrentar una situación de riesgo o emprender las acciones de mitigación y rehabilitación post-desastre. Impacto de la pobreza en la mujer La pobreza femenina es un fenómeno muy acentuado en las zonas rurales y urbanas, debido a diversos factores como son la desaparición del varón en las épocas de conflicto, por migraciones de origen político o económico, etc. Los hogares encabezados por mujeres son especialmente vulnerables en condiciones de desastre, especialmente si tienen prole numerosa y de corta edad. 199 La acción humana agravando el riesgo En Nicaragua se estima que casi un 30% de los hogares son encabezados parcial o permanentemente por mujeres. Flacso (1997) ofrece las siguientes estadísticas: Cuadro 4. Vulnerabilidad de la mujer Nicaragüense Indicadores Viudas Mujeres jefas de hogar Analfabetismo (10+ de edad) Mortalidad materna Valor 8.1% del total de mujeres 28.1% del total de hogares 24.1% 6.8 por 10,000 nacidos vivos Las mujeres tienen una importante participación en la economía rural y urbana. La participación de la mujer rural en actividades de comercio y servicios es superior a la del hombre, e igualmente participan activamente en actividades agrícolas y de producción animal. Toda la producción de los sistemas conocidos como «economía de patio» está en manos de mujeres. Esto hace que la actividad productiva de la mujer sea un factor fundamental en las estrategias familiares de seguridad alimentaria. Resulta indispensable involucrar a las mujeres en las estrategias de prevención y manejo de emergencias, así como en los planes de rehabilitación y reconstrucción. La inseguridad alimentaria Muchas zonas rurales de Nicaragua han perdido su capacidad de autosuficiencia alimentaria, debido a la degradación de los recursos naturales básicos para la agricultura (suelo y agua), la pérdida de biodiversidad natural (flora y fauna alimenticia), y al desestimulo de la producción campesina causado por políticas económicas adversas. La población de estas zonas, cuando se ve afectada por situaciones de emergencia, depende para su sobrevivencia de la asistencia alimentaria suministrada por fuentes externas. Cuando los desastres profundizan aún mas la degradación de los factores productivos (por ejemplo, provocando erosión definitiva de la capa fértil del suelo, enterrando pozos para riego, etc.), la situación de inseguridad alimentaria de la población afectada puede agudizarse hasta niveles insostenibles. Esto puede desencadenar procesos de migración interna y externa en algunos casos, o establecer un círculo vicioso de dependencia permanente de la ayuda alimentaria, que coloca a la población en un estado de indefensión e inmovilismo que profundiza su vulnerabilidad. 200 Lorenzo Cardenal Sevilla Uno de los mayores desafíos para las entidades nacionales e internacionales que suministran ayuda alimentaria a las poblaciones afectadas por desastres, es cómo lograr que la ayuda alimentaria deje de ser necesaria en el plazo más corto posible, por medio de la reconstrucción de las capacidades comunitarias para procurarse su propio sustento y recuperar su seguridad alimentaria. Exceptuando aquellas situaciones de crisis extrema, que requieren de soluciones drásticas como reasentamientos de gran escala, la intencionalidad de la ayuda de emergencia debe dirigirse a devolver a los productores su capacidad para reconstruir su actividad productiva. De otra manera, los desastres solamente terminarán por completar la demolición de las capacidades comunitarias de autosustento y progreso, ya minadas por la situación de pobreza en que las ha colocado el entorno económico vigente. Viviendas que no protegen Los bajos niveles de ingreso están inseparablemente asociados a deficitarias condiciones de vivienda, higiene y servicios básicos. En Nicaragua, más del 75% de los hogares rurales no tiene abastecimiento seguro de agua potable, y un 67% no tiene condiciones higiénicas apropiadas. Existe un 53% de hogares con problemas de hacinamiento en el ámbito urbano y rural. El 45% de los hogares tiene una infraestructura constructiva débil o inadecuada. Las limitaciones de habitabilidad de las viviendas de los nicaragüenses, fueron demostradas por las catastróficas consecuencias del reciente Huracán Mitch, el cual destruyó y dañó más de 40,000 viviendas en el ámbito nacional. La vulnerabilidad física, cuando es acentuada por factores sociales y económicos, es causa y razón de la brutal magnitud de las pérdidas humanas y materiales y de los daños sicológicos que constituyen la secuela de los desastres en Nicaragua. Por todo lo anterior podemos afirmar entonces que una estrategia de mitigación de vulnerabilidad, es fundamentalmente, una estrategia de reducción y erradicación de la pobreza, que permita sentar las bases de un desarrollo humano más digno y sostenible. 201 La acción humana agravando el riesgo Areas críticas de vulnerabilidad debidas a la actividad humana en Nicaragua Para completar una descripción de los factores de incremento de la vulnerabilidad debidos a la actividad humana, haremos un breve repaso de lo que llamamos áreas críticas de vulnerabilidad acentuada por factores humanos. Esta enumeración preliminar describe aquellas áreas o porciones del territorio que son especialmente vulnerables por encontrarse en zonas de alto riesgo y por haber sido objeto de procesos de degradación ambiental que acentúan su fragilidad ante dichos riesgos. Hemos ordenado la enumeración por macroregiones para facilitar su interpretación. Macro-Región del Pacífico De acuerdo a los conocimientos derivados de los estudios territoriales realizados en el pasado, y a los efectos observados a partir de los desastres recientes, podemos concluir que las zonas de mayor vulnerabilidad acentuada por la actividad humana en esta macroregión son: General: Riesgo volcánico y sísmico Toda la macroregión está expuesta permanentemente a eventos volcánicos (erupciones, lluvia de cenizas, coladas de lava, etc.) y sísmicos (terremotos de intensidad variable). Esto hace que la región sea la de más alto riesgo del país. Las laderas de los conos volcánicos Los edificios volcánicos (conos, cráteres, coladas, etc.) son estructuralmente inestables ya que están formados por materiales piroclásticos poco consolidados y han sido muy deforestados. Áreas críticas especiales: Laderas del Casita e Isla de Ometepe. Nivel de Riesgo: Muy Alto. 202 Lorenzo Cardenal Sevilla Las costas del Lago de Managua Susceptibles de inundaciones súbitas debido a la baja pendiente del lago y las violentas fluctuaciones en su nivel, dada la deforestación de su cuenca. Nivel de Riesgo: Alto. Terrenos escarpados en los Dptos. De Chinandega, León, Carazo, Masaya y Rivas Las pendientes escarpadas asociadas a relieves montañosos están presentes en el pie de monte de las mesetas de Estelí y Estrada (Norte de León y Chinandega), la meseta de Carazo (Managua, Carazo y Masaya), y las serranías de Brito (Rivas). Se encuentran deforestadas y erosionadas. Nivel de Riesgo: Medio a Alto. Las riberas de los ríos en las cuencas que drenan a los grandes lagos y al Golfo de Fonseca Estas cuencas han sido deforestadas, y sus regímenes hidrológicos han sido alterados. Sequías y rápidas crecidas son esperables. Nivel de Riesgo: Medio a alto. Asentamientos costeros entre Corinto y Casares La posibilidad de ocurrencia de tsunamis o maremotos es más peligrosa en estas costas de playas abiertas y planas. Los efectos de las crecidas de los ríos hacen que estas zonas sean susceptibles de daño por inundación en época lluviosa. Nivel de riesgo: Medio a alto. Macro-Región Central Áreas ribereñas del alto Río Coco La parte alta del curso del Río Coco transcurre en terrenos de topografía irregular y escarpada, con suelos frágiles que han sido parcial o totalmente deforestados, lo que hace que las crecidas sean especialmente violentas, provocando derrumbes, sedimentación por transporte de materiales, cambios de cauce y otros fenómenos erosivos intensos. 203 La acción humana agravando el riesgo Eso afecta la infraestructura vial (incluyendo la carretera Panamericana CA1), los asentamientos y tierras agrícolas ubicados en sus riberas. Nivel de riesgo: Muy Alto. Áreas ribereñas del alto Río Grande El río Grande, el río Tuma y sus afluentes, en la parte alta de su cuenca, transcurren entre terrenos escarpados, de topografía irregular y en una zona de precipitaciones intensas. Esos factores, sumados a la intensa deforestación en laderas, hacen que el riesgo de crecidas, inundaciones y derrumbes sea incrementado, especialmente para los asentamientos ubicados en sus riberas. Nivel de riesgo: Medio a Alto Valle de Sébaco El valle de Sébaco es un antiguo lago, y por su topografía y patrón de drenaje es susceptible de sufrir inundaciones. Especialmente frágiles son las tierras ribereñas del río Grande de Matagalpa, que en un trecho relativamente corto muestra un comportamiento de crecidas especialmente violento, debido a lo pronunciado de la pendiente en su curso alto y a la deforestación de esta parte de su cuenca. Afecta especialmente las ciudades de Darío y Sébaco, y la carretera CA1. Nivel de riesgo: Medio a Alto. Zonas de laderas inestables En diversos puntos de la región montañosa central existen terrenos de pendientes pronunciadas que han sido deforestados y que son altamente susceptibles de desmoronamiento y derrumbe. Los terrenos con pendientes mayores del 50%, en zonas de precipitación superior a los 1000 mm/año deben ser considerados altamente riesgosos. Zona de sequía La zona árida y semiárida comprendida dentro del triángulo Somotillo-El Sauce-Ocotal es el territorio expuesto a más alto riesgo por sequía de Nicaragua. Las severas limitaciones de clima y suelo hacen que esta zona sea de bajo potencial productivo y que por tanto enfrente crónicamente situaciones de déficit alimentario. 204 Lorenzo Cardenal Sevilla Macro-Región del Atlántico General: El corredor de huracanes Toda la región Atlántica de Nicaragua se encuentra en el borde sur del corredor de huracanes y tormentas tropicales del Caribe, por lo que en cada estación de huracanes es previsible que alguno de estos fenómenos afecte esta parte del país. Tierras bajas del litoral Las planicies, llanos y sabanas del litoral son susceptibles de ser afectadas por inundaciones, cuya frecuencia ha sido incrementada por el desequilibrio del ciclo hidrológico de los principales ríos, cuyas cuencas han sido deforestadas en las últimas décadas. Nivel de riesgo: Alto. Cuenca del Río Escondido Especialmente en la confluencia de sus tres afluentes principales, y en las comunidades ribereñas del curso inferior del río. Susceptible de sufrir afectación por crecidas e inundaciones. Ciudad Rama se considera un asentamiento muy vulnerable. Nivel de Riesgo: Alto. Áreas ribereñas del bajo Río Coco Las comunidades asentadas en las riberas son susceptibles de ser afectadas por crecidas e inundaciones, debidas al despale y erosión en las partes altas de la cuenca. Nivel de riesgo : Alto. Riberas de ríos caudalosos e Islas del Maíz Los ríos Prinzapolka, Grande, Escondido y las Islas del Maíz son susceptibles de ser afectadas por huracanes. Además, la contaminación y sedimentación de los arrecifes coralinos ponen en riesgo el abastecimiento de agua potable para su población. Nivel de riesgo: Medio. 205 La acción humana agravando el riesgo 206 Lorenzo Cardenal Sevilla E strategias para reducir la vulnerabilidad El Desarrollo Humano Sostenible como antítesis de la vulnerabilidad estructural. Un estilo de desarrollo que profundiza la inequidad social, aumentando las condiciones de pobreza de la población que habita en condiciones de riesgo, y que al mismo tiempo promueve el uso no sostenible del medio ambiente y los recursos naturales, también aumenta la vulnerabilidad del territorio y la sociedad. Vulnerabilidad es sinónimo de inseguridad, es decir, de ausencia de sostenibilidad, entendiendo ésta como la capacidad de una sociedad de asegurar su permanencia en condiciones que permitan satisfacer las necesidades vitales de todos sus integrantes. Por tanto, la reducción de la vulnerabilidad con visión estratégica no es mas que la promoción del desarrollo humano sostenible. Por ello, los esfuerzos para reducir con visión estratégica la vulnerabilidad del país deben concentrarse o enfocarse en dos grandes áreas: • El desarrollo humano integral, y la reducción de la pobreza urbana y rural, permitiendo el acceso de los más pobres a las oportunidades para incrementar su bienestar y su calidad de vida. • El fortalecimiento de la gestión ambiental en el ámbito nacional y local en todo el territorio, con énfasis en la protección y manejo de cuencas hidrográficas frágiles y en la gestión adecuada de los recursos naturales más importantes: la vegetación, las aguas y los suelos. El desarrollo humano integral debe ser procurado y construido en todos los niveles de existencia de nuestra sociedad. En ello tenemos una responsabilidad directa todos los habitantes de Nicaragua, en cuanto ciudadanos, consumidores y productores, padres e hijos, estudiantes y profesionales, votantes y contribuyentes. Exponemos brevemente los niveles principales de construcción de la sostenibilidad, o lo que es lo mismo, de reducción de la vulnerabilidad: 207 La acción humana agravando el riesgo • El nivel individual-familiar: Se refiere a la educación y preparación necesaria de la familia, para incrementar sus capacidades y fortalezas para reconocer, entender y reducir su vulnerabilidad tomando en cuenta la ubicación de cada hogar en el entorno socioeconómico y ambiental. Entre estas capacidades y fortalezas destacamos la cultura de convivencia y la eliminación de la violencia en el hogar, el reconocimiento del rol de la mujer, el rescate del bagaje de habilidades y conocimientos adquiridos o heredados que permiten la reproducción económica y la satisfacción de las necesidades básicas, las estrategias familiares para superar o evitar la pobreza, los valores y aspiraciones que se reproducen en el ámbito familiar, y la autoestima y autoafirmación de los individuos que les permita forjar expectativas y aspiraciones de superación. • El nivel local: Se refiere al nivel comunitario y municipal, que promueve capacidades mayores de preparación y respuesta, pero que también debe propiciar una transformación de las practicas productivas y de las formas de uso no sostenibles del suelo. Requiere de un avance en el proceso de descentralización, el fortalecimiento de la participación ciudadana en la gestión del desarrollo municipal, la desconcentración de funciones, responsabilidades y recursos, la viabilidad económico-financiera de las entidades municipales, y demás cuestiones relacionadas con la gestión del desarrollo humano en el territorio concreto de cada realidad política y espacial local. • El nivel sectorial: Referido al ámbito de los diferentes sectores en los que se divide tradicionalmente la actividad productiva y la administración pública. Implica la cuestión de la incorporación de los criterios y principios del desarrollo humano sostenible en la planificación estratégica, los planes y proyectos de inversión, y en general, en la gestión y desarrollo de las actividades propias de los diferentes sectores económicos e institucionales. Implica también la incorporación del análisis de riesgos en todas las inversiones de los diferentes sectores, y especialmente en el sector agropecuario. 208 Lorenzo Cardenal Sevilla • El nivel nacional: Referido a la cuestión de la concertación de políticas públicas apropiadas para reducir las causas de la vulnerabilidad, creando un sistema nacional efectivo de prevención, pero también promoviendo una estrategia nacional de desarrollo sostenible consensuada y negociada entre la mayor parte de actores y grupos de interés. En este nivel es de gran importancia la gobernabilidad democrática y la equidad social, económica y política para reducir la vulnerabilidad institucional del país. • El nivel regional: referido al proceso de integración política, económica-comercial y social de Centroamérica, en el marco del Sistema de Integración Centroamericano, donde deben contarse mecanismos efectivos de comunicación y coordinación operativa para la prevención y respuesta a desastres. La educación, base de una cultura preventiva Finalmente, reafirmando lo que dijimos antes, solamente un elevado nivel educativo puede reducir la vulnerabilidad de una comunidad sometida a condiciones de riesgo. La educación aumenta la capacidad de prevención y preparación de la comunidad, e incrementa su potencial de adaptabilidad. La educación formal, aunada a un apropiado nivel de acceso a la información, es la clave que permite a una comunidad estar preparada, prevenida y capacitada para enfrentar una situación de desastre. Por ello, para resumir las enseñanzas que hemos identificado a lo largo de este capítulo, reiteramos las siguientes reflexiones: • Es necesario mantener y alimentar una cultura comunitaria de solidaridad y trabajo voluntario. Los valores sociales que hacen a una comunidad exitosa en condiciones de riesgo, son los que sustentan la organización comunitaria, la unidad de propósitos y la capacidad de encontrar colectivamente estrategias adaptativas que aprovechen las oportunidades originadas en toda situación de crisis. 209 La acción humana agravando el riesgo • La educación formal en escuelas, colegios e institutos, debe suministrar a los estudiantes los conocimientos científicos y prácticos que les permitan entender, prevenir, enfrentar y superar los factores de riesgo de su comunidad. • Las actividades de capacitación que se promueven en el ámbito comunitario, por medio de proyectos de desarrollo de ONGs o instituciones del Estado, especialmente las que se realizan en el ámbito municipal, deben incluir constantemente componentes de entrenamiento ante la proximidad de situaciones de emergencia. • La educación formal y no formal, media y superior, debe apoyar la creación y recuperación de las capacidades productivas en las zonas rurales más pobres, ampliando la oferta de factores productivos para la pequeña y mediana producción. Igualmente debe apoyar la reconstrucción y desarrollo de los asentamientos humanos con una visión estratégica de su raigambre productiva, que permita asegurar su sostenibilidad social, ambiental y económica. • Deben desarrollarse recursos humanos capaces y comprometidos con la planificación y el ordenamiento del uso de la tierra en territorios frágiles, degradados o sometidos a condiciones extremas de riesgo. El manejo de cuencas debe ser la herramienta básica para la gestión territorial en regiones vulneradas. Igualmente, el análisis de riesgos en los estudios de evaluación de impacto ambiental realizados para las obras y proyectos de inversión publica y privada. La incorporación de consideraciones y normativas ambientales en todo el ciclo de diseño y ejecución de proyectos de inversión en reconstrucción y desarrollo de infraestructura y equipamiento debe ser obligatoria. Finalmente, debe invertirse en la capacitación y preparación para el fortalecimiento de las capacidades locales/municipales para la gestión descentralizada del desarrollo humano, y para elaborar análisis de vulnerabilidad y planes locales de prevención y mitigación con amplia participación ciudadana. 210 Lorenzo Cardenal Sevilla Bibliografía BECK, Inge. Registro importación uso y riesgos de plaguicidas en Nicaragua, MAGFOR-GTZ 1996. CIRA-UNAN, 1999. Ecología, plaguicidas e investigación científica en los Lagos Xolotlán, Cocibolca y Río San Juan. (PLAGSALUD, OPS-OMS-DANIDA). Congreso Nacional: Impacto de Plaguicidas en ambiente, salud, trabajo y agricultura. Memorias 1997. PROMAP-MARENA, Banco Mundial, CIRA, OPSOMS. Managua 1997. CORRIOLS, Marianela, Uso y manejo de sustancias tóxicas en Nicaragua, 1997, Ministerio del Trabajo-UNITAR. INETER-NORAD, Estudio de ordenamiento territorial de los Dptos. de Matagalpa y Jinotega, Managua, 1999. INCER, Jaime. Viajes Rutas y Encuentros, Editorial Libro libre 1992. INCER, Jaime, compilador. Nicaragua en los Cronistas de Indias siglos (XVI a XVIII), Editorial Libro Libre 1991). Informe de la VII reunión técnica del IPCC sobre cambios climáticos (Secretariado de la FCCC, 1996). ORDÓÑEZ, A. Et al, Mapeo de riesgos y vulnerabilidad en Centroamérica y México. Oxfam 1999. GOBIERNO DE NICARAGUA, Plan de Acción Ambiental de la República de Nicaragua, Ministerio de Economía y Desarrollo-Ministerio del Ambiente, ASDI Banco Mundial 1994. 211 La acción humana agravando el riesgo 212 PARTE V La vulnerabilidad de Nicaragua Alejandro C. Rodríguez 213 214 I ntroducción y conceptos básicos Como se ha visto en capítulos anteriores, la región centroamericana es una de las regiones del globo más amenazada por fenómenos naturales. Sismos, erupciones volcánicas, huracanes, deslizamientos de tierra, etc., se suceden inexorablemente, año con año, sin que, ni las autoridades, ni la población misma, tomen en serio estas amenazas. En este capítulo, nos proponemos revisar estas amenazas para el caso particular de Nicaragua, tratando de prever las consecuencias de algunos de estos fenómenos extremos. Antes, revisaremos un poco algunos conceptos asociados con los desastres naturales, con la esperanza de que, comprendiéndolos mejor, aprendamos a convivir con ellos, con mejores factores de seguridad. Hay cuatro conceptos que consideramos básicos en la comprensión de los desastres, a saber: amenaza, vulnerabilidad, riesgo, y, por supuesto, desastre. Nótese, decimos, desastre, sin ningún calificativo adicional. 215 La vulnerabilidad de Nicaragua Amenaza Definiremos la amenaza como la probabilidad de ocurrencia de un fenómeno extremo en un período de tiempo definido y en una zona geográfica dada. Por ejemplo, la probabilidad de que un sismo de intensidad VIII ocurra en los próximos veinte años en la zona metropolitana de Managua. Recuérdese que las probabilidades varían de 0 a 1, un evento con probabilidades 0 de ocurrir es un evento que no ocurrirá, mientras que un evento con probabilidad 1 de ocurrir, es un evento que ocurrirá con toda certeza. En medio de esos dos extremos hay todo un rango posible de valores. Se acostumbra, para mejor comprensión de las probabilidades, multiplicarlas por 100 y expresarlas en forma de porcentaje. Por ejemplo, si la probabilidad de ocurrencia de un evento es 0.25, ésta se puede expresar como 25%. Estas probabilidades se suelen calcular a partir del análisis estadístico de series de observaciones realizadas por las instituciones encargadas de observar y registrar dichos fenómenos, de ahí la importancia de contar con este tipo de observatorios. Entre más prolongada y continua sea la serie de observaciones, más confiable es la probabilidad calculada. Se ha definido otro parámetro asociado con la probabilidad, el período de recurrencia, muy usado para el diseño de obras de infraestructura. El período de recurrencia se define como el inverso de la probabilidad de que un evento exceda un valor dado en una unidad de tiempo. Por ejemplo, si la probabilidad de que en un año en una zona geográfica dada ocurra un sismo de intensidad superior a VII es 0.01, el período de recurrencia será de 100 años. Se puede ver que para mayores períodos de recurrencia, la probabilidad de ocurrencia del evento en una unidad de tiempo es menor. Los eventos de gran magnitud, generalmente muy poco probables, tienen largos períodos de recurrencia. Se puede ver que el período de recurrencia no es más que otra forma de expresar la probabilidad de ocurrencia de un evento. El período de recurrencia es muy utilizado en Ingeniería para el diseño de obras civiles. Las obras civiles se diseñan para una cierta vida útil, por consiguiente el diseñador deberá considerar que la probabilidad de que durante la vida útil de la obra ocurra un evento capaz de dañarla irreparablemente sea mínima, es decir, tenga un período de recurrencia muy largo. Después de las grandes inundaciones producidas por el mar en los Países Bajos que ocasionaron la muerte de 3000 personas, el gobierno holandés estableció 216 Alejandro C. Rodríguez que las defensas costeras debían ser diseñadas para períodos de recurrencia de ¡10,000 años!(1). Es decir, para fenómenos que suelen ocurrir cada 10,000 años, o en otras palabras, que tienen una probabilidad de 0.00001 (0.001%) de ocurrir en un año dado. Por supuesto, estos son fenómenos de gran intensidad que no se repiten con mucha frecuencia, ¡pero pueden ocurrir!. A veces se mal interpreta el período de recurrencia, entendiéndolo como si el fenómeno se va a producir exactamente al final del período de recurrencia, lo que es un error. Se debe interpretar el período de recurrencia como el lapso dentro del cual es altamente probable que un evento se vuelva a repetir una vez que ha ocurrido, pero esa repetición podría tener lugar el siguiente año de producirse el anterior, o a la mitad del período, o bien, al final del mismo. En resumen, es altamente probable que se repita en cualquier momento dentro del período de recurrencia. Es importante hacer notar que la amenaza, en la forma que la hemos definido aquí, es una característica esencialmente natural, muy difícil de modificar o reducir, porque depende de la naturaleza, no de los hombres. Por ahora es muy improbable por no decir imposible evitar un sismo o una erupción volcánica, aun cuando en muchas ocasiones estos fenómenos se producen como consecuencia del maltrato secular que hemos dado a la naturaleza. En efecto, podemos calcular, de los catálogos sismológicos, cuál es la amenaza de que ocurra un sismo de cierta intensidad en un período dado y en una zona geográfica dada, pero no podemos hacer nada, absolutamente nada, para modificar esa amenaza. Además, la probabilidad solamente nos proporciona un índice del peligro de que ocurra ese evento, pero no nos dice, el lugar preciso y el momento exacto en que ocurrirá. Lo mismo podemos decir de una erupción volcánica, no podemos evitarla. Sin embargo, en el caso de inundaciones, es posible, en ciertos casos, reducir la amenaza con obras hidráulicas, como por ejemplo, de control de caudales, aunque los alcances de estas obras son en la práctica muy reducidos. Algunos se preguntarán, ¿si no podemos modificarla, para que nos sirve conocerla? Una pregunta muy válida, que trataremos de responder a continuación. En efecto, las amenazas se suelen plasmar en mapas de amenazas, es decir, se definen zonas en un mapa con diferentes niveles de amenazas, de manera que estos mapas nos indican cuales son las zonas más amenazadas y cuales son la más seguras, y puesto que no podemos modificarlas, lo más sensato sería alejarnos de las mismas. 217 La vulnerabilidad de Nicaragua Por ejemplo, si conocemos los niveles de amenaza sísmica en una ciudad dada, no construyamos sobre las zonas más amenazadas, no construyamos sobre o en las cercanías de las fallas, ya que en esos sitios la intensidad del sismo será mucho mayor. En otras palabras, no retemos a la naturaleza, porque lo más seguro es que perdamos el reto. Mejor alejémonos prudentemente de la amenaza. De la misma manera podemos decir, no nos asentemos al borde de los cauces, porque en la próxima crecida de los mismos, podríamos ser arrastrados por la corriente. Vulnerabilidad El otro término que consideramos muy importante de comprender es el de vulnerabilidad. Entenderemos por vulnerabilidad el grado de daño sufrido por un elemento como consecuencia de un evento dado. Se suele, como la amenaza, expresar por una cifra que varía de cero (0) a uno (1). Un elemento con vulnerabilidad 0, es aquel que no sufrió ningún daño (invulnerable); por el contrario, un elemento con una vulnerabilidad 1 sería un elemento que fue totalmente dañado. Nuevamente, entre 0 y 1 tendremos un enorme rango de valores posibles, y también se suele multiplicar por 100 para expresar la vulnerabilidad en forma de porcentajes. Cuando hablamos de «elemento», nos referimos a grupos humanos o a obras. Por ejemplo la población de una ciudad, edificios, presas, líneas de transmisión 218 Alejandro C. Rodríguez eléctrica, sistemas de distribución de agua potable, sistemas de alcantarillado sanitario, hospitales, escuelas, etc. Es importante notar que la vulnerabilidad caracteriza al elemento. En efecto, un mismo evento puede causar diferentes daños a elementos con diferentes vulnerabilidades. Por ejemplo, supongamos que existen dos edificios construidos, uno al lado del otro, y por consiguiente, sometidos a la misma amenaza sísmica. Sin embargo, uno de los edificios es de adobe o taquezal, y el otro es de concreto y diseñado con una estructura sismorresistente. La vulnerabilidad del edificio de adobe o de taquezal puede ser potencialmente 15 veces mayor que la vulnerabilidad del otro, lo que significaría que el mismo sismo causaría 15 veces más daños al edificio de adobe o de taquezal comparado con el de concreto. 219 La vulnerabilidad de Nicaragua Lo anterior nos lleva a concluir que si bien en la amenaza era poco o nada lo que podíamos hacer para reducirla, en el caso de la vulnerabilidad sucede todo lo contrario: La reducción de la vulnerabilidad está en nuestras manos. Nos referiremos un poco más a esta idea en la próxima sección. Como un comentario adicional, esta vulnerabilidad tiene muchos y variados orígenes, por ejemplo, deficiencias en las construcciones, creencias ancestrales, deficiencias culturales, imprevisión, etc. Riesgo Los parámetros de amenaza y vulnerabilidad nos servirán para definir un nuevo parámetro: el riesgo. En efecto, definiremos el riesgo como el daño esperado que sufriría un elemento dado, como consecuencia de la ocurrencia de un fenómeno o evento extremo, y lo expresaremos como el producto de la amenaza por la vulnerabilidad (Riesgo = Amenaza x Vulnerabilidad). Podemos ver en esa sencilla ecuación que el riesgo se incrementa con la amenaza y con la vulnerabilidad, es decir el riesgo es directamente proporcional a la amenaza y a la vulnerabilidad. Si queremos reducir el riesgo tendremos que reducir, o bien la amenaza, o bien la vulnerabilidad. Ya vimos antes que la reducción de la amenaza es una tarea muy difícil, cuando no imposible, y por consiguiente, nuestros esfuerzos se debían concentrar en dos acciones fundamentales: alejarnos cuanto podamos de las amenazas y reducir la vulnerabilidad de nuestras obras. La definición que hemos dado de riesgo, también nos evidencia una característica muy importante. El riesgo está en función, tanto de un factor natural, como de un factor social. Desastre A continuación daremos varias definiciones de desastre, las que coinciden en su contenido, aunque estén expresadas en formas diferentes. Paul Oliver y Yasemin Aysan2 definen un desastre como: La interacción entre un fenómeno geofísico extremo y una condición vulnerable, que se traduce en pérdidas económicas y humanas en una escala totalmente fuera de las capacidades y recursos de la administración local. (Los subrayados son nuestros). Por su parte, la Oficina de las Naciones Unidas para Socorro en Casos de Desastres (conocida por sus siglas en Inglés, UNDRO), da la siguiente definición: 220 Alejandro C. Rodríguez El impacto de un evento natural sobre una comunidad vulnerable resultando trastornos, daños y víctimas que no pueden ser superados, sin ayuda, dada la capacidad de los recursos localmente movilizados. (Los subrayados son nuestros). Como habíamos dicho, las dos definiciones son muy coincidentes: El desastre es la conjunción de un «fenómeno geofísico extremo» o bien un «evento natural», con una «condición vulnerable» o una «comunidad vulnerable». Muchas veces se confunde el desastre con el fenómeno, lo que es incorrecto. Un fenómeno natural, por muy violento que sea, si ocurre en un sitio aislado, alejado de todo entorno humano, no produciría daños, y por consiguiente, no habría desastre. El desastre se produce cuando el fenómeno se encuentra con un entorno humano que no está preparado para enfrentarlo. Con estos conceptos, pasaremos a ver cual es la situación particular de Nicaragua en materia de desastres. 221 La vulnerabilidad de Nicaragua 222 Alejandro C. Rodríguez A menazas más comunes en Nicaragua En esta sección trataremos de prever, hasta donde nos sea posible, las consecuencias de los fenómenos más comunes en Nicaragua, a saber: sismos, tsunamis, erupciones volcánicas, huracanes y deslizamientos de tierra, tratando de identificar nuestras debilidades, que con las definiciones que acabamos de ver, podemos llamar nuestra vulnerabilidad. Sismos Los sismos han marcado la historia de Nicaragua en varias ocasiones, siendo quizás las más notables aquéllas (1931 y 1972) en las que la capital, Managua, ha sido casi completamente destruida, dejando pavorosos saldos de muerte y destrucción. En términos generales, un sismo es un movimiento súbito del terreno producido por un desplazamiento abrupto de grandes masas de rocas, el que a su vez es producido, o bien por el deslizamiento de una masa de rocas sobre otras, como 223 La vulnerabilidad de Nicaragua respuesta a las fuerzas tectónicas que se ejercen sobre ellas, o bien por el rompimiento de la roca a lo largo de una fractura ya existente o de una nueva fractura. La ruptura genera ondas sísmicas que se transmiten en todas direcciones. La más rápida es la llamada onda primaria (o P), también conocida como onda compresional, ya que se transmite por sucesivas compresiones y dilataciones a una velocidad de cerca de 5 Km por segundo. Después tenemos la onda secundaria (o S), esta es una onda transversal, también llamada de cisallamiento, que se transmite a unos 3 kilómetros por segundo. En el gráfico de la página anterior, se muestran esquemáticamente estos dos tipos de ondas. En el primer caso, la vibración toma la forma similar a un resorte que ilustra una onda compresional. Cuando se golpea el extremo de un resorte, el golpe se transmite a través de la longitud del resorte haciendo oscilar las partes del resorte en la dirección de la longitud del resorte. En el segundo caso se ha utilizado una sección alargada como cuerda, la que puede estar fija en uno de sus extremos. Si ejecutamos en el extremo libre un movimiento perpendicular a la longitud de la cuerda, se podrá ver cómo este movimiento se transmite a lo largo de la cuerda, produciendo sucesivamente un movimiento perpendicular a la longitud de la cuerda en cada una de sus partes hasta que la perturbación alcanza el otro extremo, el extremo fijo Las ondas más lentas son las ondas superficiales, llamadas de Rayleigh y de Love. Viajan sobre la superficie de la tierra a velocidades inferiores a los 3 kilómetros por segundo. Una onda se caracteriza por varios parámetros: su amplitud y su longitud de onda, la que está asociada con la frecuencia. Por ejemplo, cuando se sube el volumen a un equipo de sonido, lo que se está haciendo es aumentar la amplitud de la onda. Por otra parte, el sonido emitido por un violín es una onda de alta frecuencia, mientras que el sonido emitido por un contrabajo es una onda de muy baja frecuencia. En las ondas sísmicas se encuentra que las ondas P y S, son ondas de relativamente alta frecuencia (superiores a 1 Hz), las que son más eficientes para hacer vibrar edificios de baja altura. La primera onda que llega es la onda P, y después llega la onda S, la que hace vibrar los edificios en sentido lateral, razón por la que es la que causa más daños, ya que las estructuras son más susceptibles a daños por movimientos laterales que por movimientos verticales. 224 Alejandro C. Rodríguez Cuando el sismo se localiza bajo una localidad, la onda P llega casi perpendicular al terreno, causando lo que en el lenguaje popular se suele llamar movimiento trepidatorio. Después llega la onda S, la que produce el movimiento lateral, conocido en nuestro lenguaje popular como movimiento oscilatorio. Cuanto más alejado sea el foco de un sismo, más separadas llegarán las ondas P y S, y por consiguiente, más fácilmente se podrán distinguir estos dos tipos de movimientos. Tanto la onda P como la S, se amortiguan rápidamente con la distancia al foco, por lo que estas ondas son más dañinas cuando el origen del sismo es cercano. Por el contrario, las ondas superficiales no sufren tanto amortiguamiento, por lo que son estas ondas las más dañinas en caso de sismos lejanos. Este fué el caso del terremoto que causó severos daños en la ciudad de México en 1985. Para tratar de entender mejor la amenaza sísmica en nuestro país, creemos que es apropiado separar el posible origen de los sismos que nos amenazan. En primer lugar tenemos los sismos que pueden generarse en la zona de contacto de las placas tectónicas. Estos sismos tienen su hipocentro bajo las aguas del Océano Pacífico, y pueden alcanzar magnitudes considerables, dependiendo de la duración de la calma sísmica que los precede. El otro tipo de sismos sería el que se origina en las fallas superficiales en el interior del continente. Estos sismos, aunque no suelen ser de gran magnitud, su corta distancia a la superficie los hace especialmente dañinos. El sismo de 1972 en Managua, fue de este tipo. En Nicaragua, la mayoría de los sismos intracontinentales se producen en la llamada depresión Nicaragüense (graben) sobre la que están ubicados los lagos y la cadena volcánica. Esta depresión está acotada longitudinalmente por dos grandes fallas, pero en su interior se localizan muchas fallas que la cruzan transversalmente, las que históricamente han sido, quizás, las más destructivas. 225 La vulnerabilidad de Nicaragua En la figura contigua puede apreciarse ambas zonas generadoras de sismos en Nicaragua. Esta gráfica muestra además la enorme amenaza que se cierne sobre las ciudades y centros poblados en general, localizados en la costa del pacífico, ya que se encuentran amenazadas, tanto por los sismos que se originan en la zona de contacto de las placas, como por los que se originan en las fallas intracontinentales de la Depresión Nicaragüense. En la figura inferior se ha representado la amenaza sísmica en función de la aceleración máxima del suelo, calculada para un período de recurrencia de 1000 años. Las curvas están expresadas en porcentaje de «g», el valor de la gravedad (9.81 m/seg2). En la figura se pueden apreciar en el litoral Pacífico las curvas con valores cercanos a 35, lo que significa que es altamente probable que cada 1000 años se produzca uno o más sismos que producirán aceleraciones superiores al 35% de la aceleración de la gravedad (o sea, aceleraciones superiores a 3.43 m/ seg2). Todas las obras que no hayan sido diseñadas para soportar aceleraciones de esta magnitud sufrirán daños considerables, o serán completamente destruidos. Los sismos del primer tipo, por encontrarse a muchos kilómetros de la costa, suelen afectar varios centros urbanos, mientras que los originados en fallas superficiales, solamente suelen afectar al centro urbano más cercano a la falla, siendo muy poco percibidos en otros centros urbanos. 226 Ahora bien, ¿qué se puede decir de la vulnerabilidad de nuestras ciudades con relación a este tipo de fenómeno? Nos parece que hay ciertos hechos muy evidentes que debemos señalar. Alejandro C. Rodríguez 1 Como no se aplican las normas de ordenamiento territorial y en particular de ordenamiento urbano, las construcciones son, muchas veces, erigidas en las cercanías de fallas, lo que aumenta considerablemente la amenaza. 2 Tenemos una cultura de autoconstrucción, en la que se utilizan técnicas heredadas de nuestros ancestros, sin ningún elemento estructural sismorresistente. Hasta hace poco tiempo se editaron algunos manuales para orientar a los autoconstructores, pero parece que no han tenido la debida divulgación. Otro aspecto que incide negativamente es la falta de una escuela de Maestros de Obras. Hace muchos años, la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas, donde se estudiaba Ingeniería Civil y Arquitectura, también se estudiaba Topografía y se formaban Maestros de Obras. Hoy parece que estas últimas disciplinas no se estudian más. 3 En casi todas nuestras ciudades se encuentran productores artesanales de bloques para la construcción. Estos productores no tienen ningún control del Estado, y por consiguiente ningún control de calidad, de donde se puede suponer que la calidad de estos bloques no se corresponde con las normas establecidas para los mismos. Esto fue comprobado por el MTI hace ya algún tiempo, cuando sometió a pruebas de resistencia bloques producidos de esta manera. 227 La vulnerabilidad de Nicaragua 4 En muchas ciudades del interior, aún prevalecen las construcciones de adobe sin reforzar o de taquezal, las que mostraron muy poca resistencia en el sismo de Managua de 1972. La presencia de cualquiera de estos cuatro factores incide negativamente en caso de un sismo fuerte, pero el problema es de tal magnitud, que en Nicaragua, al menos tres factores suelen presentarse simultáneamente: construcciones erigidas en las cercanías de fallas, construidas sin ningún elemento estructural sismorresistente y con materiales de muy pobre calidad. Con todos estos antecedentes, podemos prever el escenario que se produciría en caso de un sismo. Si un sismo de magnitud considerable es originado por el movimiento de una falla local, con el foco localizado bajo una de las poblaciones de la región del Pacífico de Nicaragua, se producirán daños muy severos en esa localidad. Las construcciones de adobe o de taquezal, cederían a la sacudida y momentáneamente se produciría una enorme nube de polvo proveniente de la desintegración del adobe o del taquezal, tal como sucedió en 1972 en Managua. Las casas relativamente modernas, pero que no cuentan con los elementos estructurales sismorresistentes, serán en general dañadas, y la magnitud del daño estará en función de la magnitud del sismo. Para sismos superiores a 5 en la escala de Richter, posiblemente colapsen, de la misma manera que colapsarían aquella construidas con bloques de mala calidad. Como se dijo antes, en primer lugar llegaría la onda P, la que produciría una sacudida vertical, la que si bien es mejor soportada por las estructuras, causaría serios daños a los materiales de construcción de mala calidad, al ser sometidos a fuerzas de compresión adicionales a las que ya soportan con el peso de la estructura. La llegada de la onda S terminaría la labor destructiva, ya que esta onda sacudiría lateralmente los edificios que ya se encontrarían debilitados por la fractura de los materiales de mala calidad. Todo este proceso se realizaría en cuestión de segundos. Los daños en la ciudad serían diferentes para cada zona de la ciudad, ya que la intensidad de los efectos del movimiento de la falla depende de la posición del edificio con respecto a la falla. Si la ciudad contara con sistemas de agua potable y alcantarillado sanitario, estos sistemas se verían seriamente dañados en los sitios en los que estos sistemas in228 Alejandro C. Rodríguez tercepten la línea de falla. El sistema de distribución de energía eléctrica también sufriría como consecuencia de la caída de postes que sostienen transformadores y el consecuente roce de cables. Cuando ocurra un sismo originado en la zona de contacto de las placas tectónicas, el escenario podría ser desolador, ya que la descripción que se hizo para una ciudad, se repetiría dolorosamente para varias ciudades simultáneamente. Adicionalmente, se podría producir un maremoto o tsunami, de los cuáles hablaremos más adelante. En el caso de este tipo de sismo, se produce otra complicación adicional, la ruptura de puentes y caminos, lo que entorpecerá considerablemente las acciones de socorro. Erupciones volcánicas Entenderemos por un volcán la abertura en la superficie de la tierra por la que emanan de su interior, tanto gases, como materiales sólidos o fundidos, materiales que al cabo de los años y de sucesivas erupciones forman los conos o edificios volcánicos. A la roca fundida, sea se encuentra en el interior de la tierra o en la superficie, se le suele llamar magma, aunque cuando este material ha sido lanzado a la superficie, también se le conoce comúnmente como lava. Las erupciones volcánicas suelen crear diferentes tipos de amenazas para las poblaciones localizadas en las proximidades de los mismos. En algunos casos, cuando el magma es poco viscoso, suele producir grandes flujos de lava que pueden arrasar poblaciones enteras, tanto por la presión mecánica que ejercen sobre las obras, como por las altas temperaturas que les acompañan y que son capaces de incinerar lo que se encuentra en su trayectoria. En otros casos, cuando el magma es sumamente viscoso, se producen erupciones explosivas que lanzan a la atmósfera grandes volúmenes de cenizas y fragmentos de rocas, los que suelen causar severas molestias en los pobladores que reciben 229 La vulnerabilidad de Nicaragua la lluvia de cenizas, y que al acumularse en los edificios pueden causar el colapso de los mismos. Generalmente, en los eventos eruptivos se combinan en diferente grado ambas manifestaciones. Además de estos efectos, que podríamos considerar los más comunes, se producen otros no menos peligrosos, pero menos frecuentes. Uno de ellos ha sido denominado nube ardiente, el otro es la avalancha de lodo, y que comúnmente, en la literatura especializada se denomina lahar, que es el término que suelen utilizar los indonesios para este fenómeno. El primero consiste en el descenso sobre las faldas del volcán, y a gran velocidad, de una masa de gases a alta temperatura. El ejemplo típico de este fenómeno es el que se produjo en el Monte Pelée, en la Isla de Martinica (Antillas Menores), el 8 de mayo de 1902. La nube mató a la casi totalidad de los 30,000 habitantes del pueblo de Saint Pierre. Se cree que solamente cuatro de sus habitantes sobrevivieron. 230 Alejandro C. Rodríguez Investigaciones posteriores han tratado de establecer los parámetros que caracterizaron este fenómeno. Se ha encontrado que la temperatura de los gases al pasar por la población estaba entre 700 °C y 1000 °C, y que la masa de material se desplazaba a una velocidad cercana a los 150 km/h. La fuerza de este material desplazándose a esa velocidad era tal, que paredes de 30 a 40 cm de espesor cedieron ante su empuje, los árboles fueron arrancado desde sus raíces, y estatuas de varias toneladas de peso fueron lanzadas a varios metros de distancia. El segundo fenómeno, el lahar, se produce sobre todo, cuando se forman lagunas en los cráteres volcánicos y las paredes del volcán ceden ya sea por razones meteorológicas, como las lluvias intensas y prolongadas, la fusión de nieves, o por efecto de la actividad del mismo volcán. Lo que se produce es una enorme corriente de lodo, que suele arrastrar fragmentos del mismo volcán lanzados en erupciones anteriores o en la actual. La corriente alcanza velocidades considerables y tiene la capacidad de destruir las poblaciones que encuentra a su paso. Uno de los ejemplos más recientes, fuera de Nicaragua, es el caso del Volcán Nevado del Ruiz, en Colombia, que el 13 de noviembre de 1985 entró en actividad, ocasionando una avalancha de lodo que mató a más de 23,000 personas de las localidades de Armero y Chinchiná.(4) En nuestro país, el más reciente y doloroso ejemplo es el del Volcán Casita, que a finales de 1998 causó la muerte de más de 2,000 personas en las cercanías de Posoltega. En este caso el fenómeno fue desencadenado por las intensas lluvias que acompañaron el paso del huracán Mitch. Como se señaló anteriormente, la diferencia en las erupciones está en función de la viscosidad del magma. Cuando el magma es sumamente fluido (erupciones Basálticas), las explosiones son muy pocas y lo que se produce es una eyección de corrientes de lava. Por el contrario, cuando el magma es muy viscoso, las erupciones suelen ser altamente explosivas (erupciones Plinianas), con eyecciones de grandes volúmenes de cenizas o materiales piroclásticos, (también llamados tefra). Una cadena volcánica atraviesa nuestro país, iniciándose en la Península de Cosigüina, con el volcán del mismo nombre, y terminando con el extinto Volcán Madera en la Isla de Ometepe (cabe decir que en la literatura actual, ya no se usa el término de volcán extinto, ya que se considera que un volcán no debe considerarse extinto). En la Figura de la página opuesta aparece el Mapa de Amenaza Volcánica elaborado por INETER en el que se pueden apreciar los grados de afectación de esta cadena volcánica. 231 La vulnerabilidad de Nicaragua Se ha hecho clasificaciones de los diferentes tipos de erupciones volcánicas. Los términos generalmente provienen de famosos volcanes que se caracterizan por ese tipo de erupciones. A continuación resumimos la clasificación utilizada por MacDonald(5): Por otra parte, los materiales expulsados en las sucesivas erupciones, una vez meteorizados, forman un suelo sumamente fértil, lo que atrae fuertemente a la población a asentarse en estos suelos. Así en Nicaragua, la zona más poblada es la región del Pacífico, donde actualmente se localizan los volcanes de nuestro país. Volcán Cosigüina (872m) Localizado en el extremo nor-occidental del país, en la península del mismo nombre, este volcán tuvo una de las erupciones más violentas en la historia de nuestro país. En efecto, entre el 20 y el 23 de enero de 1835, el volcán entró en una fase eruptiva del tipo pliniano, de tal violencia que las explosiones fueron escuchadas en el Caribe y en América Central, así como en el sur de México. Sus cenizas alcanzaron países tan lejanos como Venezuela y Colombia. El volcán se ha mantenido en calma desde esa erupción, pero si una erupción similar se llegase a producir, los efectos serían verdaderamente catastróficos, ya que la densidad de población en su entorno es evidentemente mucho más alta ahora que lo era en 1835, así como la actividad económica e infraestructura existente. 232 Alejandro C. Rodríguez Por otra parte, si la erupción fuese del mismo tipo, con gran emisión de cenizas y materiales piroclásticos en general, lo que hizo que a ese año se le denominara el «Año del Polvo», además de los daños directos, se producirían efectos colaterales en el clima, que podrían durar uno o más años, lo que produciría efectos sumamente dañinos sobre la actividad agrícola, una de las principales actividades económicas de nuestro país. Volcán San Cristóbal (1,745m) Este volcán no ha hecho grandes erupciones en tiempos recientes, aunque los depósitos de los alrededores testimonian la ocurrencia de erupciones con considerable emisión de materiales. En tiempos recientes, siempre ha mantenido una actividad moderada, con algunas sacudidas espasmódicas que siempre causan alarma en las poblaciones circunvecinas (1685, 1919, 1971, 1976, 1986, 1987, 1997, 1999). 233 La vulnerabilidad de Nicaragua A pesar de esta historia de relativa calma, este volcán debe ser objeto de constante vigilancia, ya que una erupción violenta amenazaría a una población considerable, dada la cercanía de ciudades como Chinandega (16km), Chichigalpa (14km), El Viejo (18km) y otros centros urbanos como Posoltega y Tonalá. Por supuesto, una erupción causaría severos daños a todas las plantaciones de sus alrededores, una de las zonas más productivas de nuestro país. Cerro Negro (726m) En tiempos recientes, el Cerro Negro, el más joven de los volcanes nicaragüenses, y tercero más joven en el mundo, es el volcán que periódicamente entra en actividad, con consecuencias poco agradables para las poblaciones circunvecinas, incluyendo León, una de las ciudades más importantes del país. Tradicionalmente el Cerro Negro es un volcán altamente explosivo, expulsa grandes volúmenes de arena y ceniza, que al ser arrastradas por el viento, cubre un amplio cono de territorio. En 1968 expulsó un flujo de lava de varios kilómetros de longitud, pero usualmente sus erupciones son de carácter explosivo. Centenares de personas deben ser evacuadas durante estas erupciones, y principalmente los niños son víctimas de las enfermedades respiratorias ocasionadas por la ceniza y los gases expulsados. Los cultivos de los alrededores se pierden, y muchas veces también sufre el ganado, ya que los pastos quedan cubiertos de arena. En 1992 las cenizas llegaron hasta Corinto a una distancia de 50km del volcán. La ciudad de León, normalmente es cubierta de arena y ceniza, y todas las actividades propias de esta ciudad se ven alteradas. En la última erupción de este volcán, que ocurría cuando escribíamos estas notas (Agosto de 1999), se produjo un fenómeno que no era corriente en las erupciones anteriores, y es la ocurrencia de sismos. Estos sismos atemorizaron a la población y produjeron cuantiosos daños a las viviendas de construcción precaria en localidades vecinas. Adicionalmente, hubo una coincidencia con la activación de una falla cercana al Volcán Momotombo, la que también contribuyó a la alarma general y a la destrucción de viviendas en sus alrededores. Fuera de León, no hay ciudades de importancia en las cercanías de este volcán, lo que afortunadamente reduce los daños. Es evidentemente el más activo de 234 Alejandro C. Rodríguez todos nuestros volcanes, debido fundamentalmente a su corta edad, ya que surgió en 1850, y ciento cincuenta años es realmente un período muy corto en la escala geológica. Volcán Telica (1,061m) Este volcán ha mantenido una actividad sostenida, similar a la del San Cristóbal, durante muchos años (1527, 1918, 1919, 1935, 1937, 1939, 1948, 1976 y varias más recientes), en la de 1948 la crisis eruptiva afectó con sus cenizas, además de la cercana población de Telica, a ciudades más lejanas como Chinandega (30km) y El Viejo (36km). Según las crónicas de la época, se produjeron algunos sismos que atemorizaron a las poblaciones de todas esas ciudades. Por los tipos y espesor de depósitos encontrados en sus alrededores, es posible deducir que una nueva erupción mayor del Telica, cubriría de arena y cenizas grandes extensiones de tierras cultivadas, además de producir los efectos que suelen darse en la ciudad de León durante las frecuentes erupciones del Cerro Negro. 235 La vulnerabilidad de Nicaragua Volcán Momotombo (1297m) Con un cono muy bien delineado, es uno de los volcanes que más belleza imprime a nuestro paisaje de lagos y volcanes. Se ubica en el extremo noroccidental del Lago de Managua y ha tenido una larga historia de moderada actividad (1522, 1609, 1764, 1870, 1885, 1886, 1918). Desde hace algunos años, a sus pies se encuentra una planta geotérmica que transforma la energía telúrica de este coloso en energía eléctrica. La erupción de 1609 dio lugar, en 1610, al traslado de León Viejo al lugar donde ahora se encuentra. En la erupción de 1886, las ciudades de León, Corinto y Chinandega se obscurecieron bajo las cenizas expulsadas por el volcán. Los centros urbanos más cercanos a este volcán son La Paz Centro y Nagarote, ambos a 18km del volcán, y el pequeño puerto lacustre de Puerto Momotombo, los que seguramente sufrirían las consecuencias de una erupción de este volcán, y por supuesto las instalaciones de la planta geotérmica, la que sufriría daños, quizás irreparables. Por la presencia de la planta, este volcán ha sido objeto de una vigilancia permanente lo que permitiría muy posiblemente prever con tiempo una crisis significativa del mismo. Complejo Volcánico Masaya El complejo volcánico Masaya se mantiene en una actividad cuasi permanente. El complejo es una enorme caldera con múltiples cráteres, de los cuales, el cráter Santiago mantiene una actividad fumarólica constante, con explosiones esporádicas, sobre todo de origen freático. Los vestigios de antiguas erupciones nos evidencian enormes flujos de lava, los que se pueden ver en los terrenos del parque que rodea este volcán. En la situación actual, los efectos de su actividad fumarólica se manifiestan por los daños que causan estos gases en las plantaciones y edificios de la zona de El Crucero, sitio que es particularmente afectado por dichos gases. Cuando se han dado períodos prolongados de calma, los cafetales han florecido en la zona, pero al recrudecerse la actividad del volcán, estos cafetales son severamente afectados por los gases y por la lluvia ácida que se genera. 236 Alejandro C. Rodríguez Al contrario del Cerro Negro, los alrededores de este volcán constituyen una de las zonas más densamente pobladas de Nicaragua, y si en un paroxismo eruptivo, contra su tradición produjera un evento explosivo, los daños serían incalculables. Sin embargo, si confiamos que el volcán se seguirá comportando como lo ha hecho en tiempo histórico, lo que podemos esperar es una enorme colada de lava, que de conformidad con la topografía del terreno, muy probablemente se deslizará hacia la carretera que va a Masaya, destruyendo cualquier construcción que encuentre a su paso. La población más cercana, Nindirí, estaría a salvo, ya que se encuentra al otro lado del parteaguas, aunque seguramente sufrirá algunas de las molestias comunes en casos de erupciones, sobre todo cuando haya cambios en la dirección del viento. Sin embargo, aún cuando la actividad principal sería la colada de grandes volúmenes de lava, ésta iría acompañada por considerables emisiones de gases, que seguramente perturbarían seriamente la vida de aquellos que habiten en las zonas situadas en la dirección del viento, pudiendo llegar a ser perjudiciales para la salud, especialmente de los niños. Volcán Concepción (1,670m) El último volcán activo de la cadena es el Volcán Concepción, localizado en la Isla de Ometepe, frente al puerto lacustre de San Jorge (22km) y a 26km de la ciudad de Rivas. Ambas poblaciones han sufrido las consecuencias de pasadas erupciones. Este volcán, aunque con frecuentes eventos eruptivos, generalmente de moderada intensidad, presenta una situación particular. En efecto, por encontrarse en una isla, la evacuación de la población plantea dificultades adicionales, ya que esta evacuación se tendría que llevar a cabo por aire o por agua, lo que exigiría 237 La vulnerabilidad de Nicaragua una cantidad considerable de medios de comunicación, tanto acuáticos como aéreos. Este escenario sugiere la necesidad de una vigilancia continua, con el objeto de prever cualquier evento de intensidad destructiva y poder llevar a cabo los preparativos necesarios. Los dos principales centros poblados de la isla, Moyogalpa y Altagracia, se encuentran en la base del volcán, lo que aumenta la amenaza sobre las mismas. Es de notar que los dos volcanes de la isla de Ometepe han dado lugar a deslizamientos que continúan siendo un foco de peligro para los asentamientos cercanos a sus faldas. Huracanes Los huracanes, también llamados ciclones, son fenómenos atmosféricos que se caracterizan como sistemas de muy bajas presiones atmosféricas, alrededor de las cuales circula el aire, con velocidades que superan los 33 metros por segundo, es decir, más de 120 kilómetros por hora al nivel del suelo, lo que los hace particularmente destructivos. Colateralmente, los huracanes, además de la violencia de sus vientos, generan otros fenómenos, como son las lluvias intensas con las consabidas inundaciones (de las que hablaremos más adelante), y deslizamientos de tierra (a los que también nos referiremos más adelante). Los registros históricos recientes nos muestran que Nicaragua está en la ruta de los huracanes, tanto en las costas del Pacífico, como en las del Atlántico, siendo los últimos los más frecuentes. En la Figura de la derecha aparecen las trayectorias de las depresiones tropicales, tormentas tropicales y huracanes que han cruzado nuestro territorio desde 1892 hasta 1996. Es evidente 238 Alejandro C. Rodríguez que la mayoría de éstos provienen del Océano Atlántico y cruzan nuestra costa caribeña, sobre todo la región nororiental, siendo el segmento de litoral comprendido entre Puerto Cabezas y Cabo Gracias a Dios, el que más ha sufrido los embates de estos fenómenos, seguido del segmento comprendido entre Bluefields y Puerto Cabezas. En la Figura anterior aparecen las probabilidades de que por lo menos una tempestad tropical entre en un retículo de 2 1/2 grados de Latitud y Longitud por temporada de huracanes, las que han sido calculadas sobre la base de la información comprendida entre 1886 y 1969. En la figura se puede apreciar que la probabilidad para la zona de Bluefields es del 6%, mientras que para la zona de Cabo Gracias a Dios es del 36%, ¡seis veces más alta!. Si expresamos estas probabilidades en forma de períodos de recurrencia, podemos decir que en promedio, cada 16 años habrá una tempestad tropical por la zona de Bluefields, y cada 3 años habrá una en Cabo Gracias a Dios. Estos datos sugieren la necesidad de tomar serias medidas de prevención y mitigación en estas zonas, las que inexorablemente seguirán siendo azotadas por estos fenómenos atmosféricos. 239 La vulnerabilidad de Nicaragua El último huracán especialmente destructor fue el huracán «Juana», a finales de Octubre de 1988, que destruyó la Isla del Maíz y Bluefields, y ocasionó serios daños en casi todo el territorio nacional. Desdichadamente, la tradición, y la situación económica imperante en el país desde hace varios años, no permitieron tomar lecciones de ese evento, ya que las construcciones se han vuelto a hacer con la misma tecnología, sin tomar en cuenta lo aprendido, de tal manera que el próximo evento que azote nuestras costas, volverá a ser tan destructor como los anteriores, al encontrar un medio especialmente vulnerable. Cualquiera de las poblaciones de la costa caribeña de nuestro país sería seriamente dañada, si no destruida, por el impacto de un huracán similar al «Juana», porque simplemente, sus construcciones no están preparadas para resistir un fenómeno de esa naturaleza. Nos concentraremos en los efectos del viento, ya que más adelante nos referiremos particularmente a las inundaciones. En el caso de los huracanes, los vientos producen situaciones extremas en las construcciones. Por un lado, presiones muy altas en las superficies que reciben directamente el impacto del viento, y por consiguiente esas superficies están sometidas a una fuerza de empuje considerable. Por otra parte, el viento que se desplaza a gran velocidad a los costados y sobre el techo de las construcciones, produce, de conformidad con una bien conocida ley de la Mecánica de Fluidos, presiones extremadamente bajas, en el exterior de las paredes laterales y en el techo, lo que produce un empuje sobre estas superficies de adentro hacia afuera. Si la estructura no está debidamente preparada para soportar estos empujes, el techo se desprenderá, y las paredes laterales también, las que como hemos visto, se desprenderán hacia el exterior de la casa (como si una explosión se produjese en el interior de la casa). 240 Alejandro C. Rodríguez La fuerza aplicada sobre la superficie que recibe directamente el impacto del viento terminará la obra destructiva. La reducción de los daños se logrará con estructuras que tomen en cuenta estas fuerzas anómalas y extremas que se presentan en la ocurrencia de un huracán. Por ejemplo, los «amarres» del techo con las paredes juegan un papel de gran importancia en estos casos, y no menos importantes son los «amarres» de las paredes con las fundaciones. Inundaciones Las inundaciones son de los fenómenos que más daños ocasionan, y quizás sean los más frecuentes, ya que en áreas propensas a las inundaciones, éstas se suelen presentar anualmente. Usualmente se distinguen las inundaciones costeras de las fluviales, las primeras casi siempre están asociadas con los huracanes, y las segundas, las fluviales, pueden ser producidas por huracanes, pero también suelen ocurrir como consecuencia de lluvias intensas y prolongadas, no necesariamente originadas por un huracán. En el caso de las inundaciones costeras, varios factores se conjugan para producirlas. En primer lugar la ocurrencia de un huracán produce una baja presión atmosférica la que induce la subida del nivel del mar, pero además se producen fuertes vientos que al empujar las grandes masas de agua del mar, incrementan aún más el nivel de las aguas. Cuando la pendiente de las costas es muy pequeña, (el caso de nuestra costa del Caribe) estos dos factores producen enormes crecidas en las costas. Por su parte, las inundaciones fluviales se producen cuando la precipitación sobre una cuenca dada es superior a la capacidad de la cuenca de evacuarla, en esas circunstancias el nivel de las aguas comienza a subir y se produce la inundación. Estas se pueden producir de forma súbita, o lentamente, dependiendo del área y la topografía de la cuenca. En Nicaragua, se dan estas dos situaciones. En la vertiente del Pacífico, las cuencas son muy pequeñas, razón por la que la mayoría de los ríos son pequeños, comparados con los de la vertiente del Atlántico, donde los ríos tienen cuencas muy extensas. En el Pacífico las inundaciones se caracterizan por crecidas rápidas, mientras que en el Atlántico, el proceso de formación de las inundaciones es más lento. Esto es lo que generalmente sucede, aunque puede haber comportamientos diferentes en función de las circunstancias que originen la inundación. 241 La vulnerabilidad de Nicaragua Las enormes masas de agua que se desplazan a velocidades considerables hacen de las inundaciones un fenómeno especialmente destructivo. Grandes extensiones de tierras cultivables son barridas, no solamente de sus cultivos, sino también de la capa superficial de tierra fértil. Cada inundación arrastra al mar enormes cantidades de esta tierra, sobre todo si tomamos en cuenta que el maltrato que hemos dado a nuestros suelos los ha dejado en la más completa indefensión. Otro de los elementos sumamente vulnerables al efecto de las inundaciones son las carreteras. Además del daño que sufren las capas de asfalto, los puentes se convierten en puntos críticos, ya que si el claro de los mismos no es suficiente, se convertirán en «cuellos de botella» para el caudal de una crecida, produciendo serios problemas aguas arriba, terminando por ser destruidos por la fuerza de las aguas, cortando de esa manera importantes vías de comunicación y con ello perturbando toda la vida productiva y comercial de la nación. La protección ideal sería no asentarse en zonas ya conocidas por su propensión a las inundaciones, lo que debería estar establecido en las normas y reglamentos de 242 Alejandro C. Rodríguez uso del suelo, pero desafortunadamente, ésto no sucede así, y los asentamientos proliferan en zonas que seguramente serán inundadas en la siguiente época de lluvias. En el mapa de amenaza de la página opuesta pueden apreciarse las zonas del país más proclives a las inundaciones, en la que se destaca la Costa del Caribe, región en la que las cuencas de los ríos son más extensas y las tierras muy bajas. En el litoral del Pacífico se destaca el área aledaña al Estero Real, la que fue severamente dañada por las inundaciones ocasionadas por el huracán Mitch, particularmente Puerto Morazán y todas las granjas camaroneras de los alrededores. Además, toda la zona costera que va desde Jiquilillo hasta Puerto Sandino, es una zona amenazada por las inundaciones, y pequeñas áreas localizadas en el Departamento de Rivas, las que sufrieron inundaciones, tanto durante el paso del huracán Juana, como del Mitch. En las costas de los lagos también pueden apreciarse zonas como el Paso de Panaloya y la zona al sur de San Carlos, en el Cocibolca, y la zona comprendida entre el Volcán Momotombo y San Francisco Libre en el Lago Xolotlán. Este lago suele causar grandes daños en las poblaciones marginales que se asientan en las riberas del mismo, principalmente en las zonas aledañas a la ciudad de Managua. Sequías Siendo Nicaragua un país eminentemente agrícola, las sequías constituyen un problema de primordial importancia, ya que los años de sequía afectan severamente la producción agropecuaria, incrementando la pobreza y complicando aún más la precaria situación económica en nuestro país. 243 La vulnerabilidad de Nicaragua El fenómeno parece haberse incrementado en las últimas décadas, debido quizás al deterioro sufrido por el ambiente, y además, en los últimos años, por la aparición del fenómeno global, denominado «El Niño». La zona más afectada por este fenómeno es la zona del Pacífico, paradójicamente la más fértil, gracias a los volcanes. En el mapa de sequía inserto se advierte la necesidad de desarrollar en toda esa zona proyectos de riego que permitan enfrentar las sequías, además del incremento en la producción que estos sistemas conllevan. Deslizamientos de tierra Los deslizamientos de tierra no habían sido hasta hace poco motivo de atención en nuestro país, sin embargo, en los últimos años, la frecuencia con la que ocurren estos fenómenos se ha visto incrementada. Varias razones pueden explicar esto. En primer lugar, los sistemas de comunicación son más eficientes y se encuentran en casi todo el territorio nacional, lo que permite informar de eventos que antes pasaban desapercibidos. En segundo lugar, el crecimiento de 244 Alejandro C. Rodríguez la población, y sobre todo de la población en situación de miseria o de extrema miseria, les obliga a ocupar sitios especialmente amenazados por los fenómenos naturales, en el caso de los deslizamientos de tierra, las laderas. Y en tercer lugar, nuevamente, el maltrato que durante décadas hemos dado a nuestros suelos, los ha transformado en verdaderas trampas mortales. Los orígenes de un deslizamiento son muy variados y complejos, pero los más frecuentes son desencadenados por la combinación de sismos y lluvias intensas. En el caso de los deslizamientos, la situación es especialmente grave, ya que lo único que se puede hacer es no construir en laderas propensas a los deslizamientos, ya que en caso de un deslizamiento, cualquier construcción que se encuentre sobre la ladera será destruida. No hay forma de evitarlo, el deslizamiento las arrancará desde sus fundaciones, y todas terminarán en la base de la ladera convertidas en ripios inservibles. No hay nada que hacer. Por otra parte, en el caso de los deslizamientos, también están sometidos a su amenaza las poblaciones asentadas en la base de las laderas, como en el caso de San José de Ometepe, que se encuentra en la trayectoria de un potencial deslizamiento proveniente de las laderas erosionadas del Volcán Concepción. Si se llega a producir este deslizamiento, el que se ha venido observando desde hace ya varios años, esta población, y por supuesto sus habitantes, sufrirían graves consecuencias al recibir el impacto de enormes masas de rocas a velocidades considerables. Merecen especial mención, los llamados aluviones, que consisten fundamentalmente en el desplazamiento sobre una ladera de una mezcla de agua, suelo y roca, a grandes velocidades. Este fue el caso de Posoltega durante los acontecimientos generados por el huracán Mitch. Las consecuencias de este fenómenos están aún frescas en la memoria de los nicaragüenses y no será necesario describirlas en detalle. 245 La vulnerabilidad de Nicaragua Una recopilación histórica de deslizamientos en nuestro territorio elaborado por INETER demuestra que los deslizamientos deben ser tomados en cuenta en los planes de prevención y mitigación, ya que aparecen casi en todo el territorio nacional, con excepción de la Costa del Caribe, por sus características de planicie. Tsunamis A las enormes olas producidas por terremotos en el fondo del océano se les suele denominar con la palabra japonesa tsunami, pero también se le conoce en nuestro medio como maremoto. Estas ondas provenientes del fondo del océano, cuando alcanzan la superficie, se transforman en grandes olas que se desplazan a grandes velocidades sobre la superficie del océano, pudiendo alcanzar cerca de 1,000 km/hora en las zonas más profundas. A medida que la onda se acerca a la costa y las aguas son menos profundas, la velocidad de desplazamiento de la onda también disminuye, pero la cresta aumenta considerablemente. La combinación de velocidad al llegar a la costa, que puede ser de unos 50 km/hora, con la altura de la cresta, hace de los tsunamis fenómenos muy violentos y de gran potencial destructivo. Como en el caso de los huracanes, las construcciones de nuestro país no están preparadas para este tipo de fenómenos, y hasta hace poco se ha empezado a establecer un sistema de alarma temprana, que al menos permitiría a los pobladores de las zonas costeras, alcanzar sitios altos, donde la ola del tsunami no pudiese hacerles daño. Aunque los tsunamis no han sido tan frecuentes en nuestro país, ya hemos tenido algunas tristes experiencias. La destrucción ocasionada por los tsunamis que han ocurrido ha sido considerable, aunque localizada en algunas pequeñas poblaciones de la costa del Pacífico, lo que nos indica que debemos tomar las medidas adecuadas para estar preparados ante un evento de esa clase, sobre todo las poblaciones costeras. Es necesario educar a estas poblaciones de manera que puedan actuar apropiadamente en caso de un tsunami. 246 Alejandro C. Rodríguez Breves conclusiones • Si bien es cierto que los elementos de la naturaleza, una vez desencadenados, poseen un gran poder destructivo, no es menos cierto que el hombre puede, en la medida de sus posibilidades, evitar esas energías desencadenadas. • El desastre tiene dos componentes, la natural y la humana. Muy poco podemos hacer por modificar la naturaleza, pero mucho podemos hacer para no retarla. • En la medida en que aprendamos a convivir inteligentemente con estos fenómenos, en esa misma medida evitaremos dolor, sufrimiento y muerte. 247 La vulnerabilidad de Nicaragua Bibliografía 1 Statistical Ideas for the Risk Business, A short course at the Emergency Planning Meeting at Lancaster University, July 1993, Jonathan A. Tawn, Department of Mathematics, Lancaster University. 2 Housing and Culture after Earthquakes, p. 66, en Managing Natural Disasters and the Environment, The World Bank, June, 1990 3 Algunas fechas y referencias han sido tomadas de la recopilación histórica elaborada por el Prof. Alejandro Morales Henríquez, «Datos Documentales de las Principales Actividades Volcánicas en Nicaragua, 1520-1997», Dirección de Geofísica, INETER, Mayo de 1999. 4 Riesgo volcánico, evaluación y mitigación en América Latina. Aspectos sociales, institucionales y científicos. Centro Regional de Sismología para América del Sur (CERESIS), Junio de 1989. 5 Gordon A. MacDonald, Volcanoes, p. 211, Prentice Hall, 1972 Figuras Los gráficos sobre sismos han sido tomadas de la publicación «Notas Sísmicas de Nicaragua», por M. Sc. Fabio Segura, Zoila Hernández, 1996, Dirección de Geofísica, INETER. La recreación digital es de GEODIGITAL. La figura sobre Amenaza sísmica nos fue gentilmente facilitada por el M. Sc. Fabio Segura, Dirección de Geofísica, INETER. La figuras sobre trayectoria de Huracanes fueron elaboradas en la Dirección de Meteorología del INETER. La figura relacionada a amenaza de inundaciones fué elaborada por la Dirección de Hidrología del INETER.. La representación gráfica es de GEODIGITAL La figura sobre amaneza de deslaves fue elaborada por el Departamento de Investigaciones Geográficas del INETER. El mapa de sequías fue construido en base a la publicación «Sequía Meteorológica en Nicaragua», Met. Luis Mariano Gutiérrez C., de la Dirección de Meteorología del INETER. 1994. La reacreación gráfica corresponde a GEODIGITAL. 248 PARTE VI La familia enfrentando las amenazas naturales Wheelock, Ugarte y Otros 249 250 I ntroducción Nuestro país está ubicado en una región expuesta a diferentes amenazas de origen natural, así también como a las provocadas por el hombre. Tenemos que aprender a convivir con los riesgos disfrutando de una vida normal y tranquila sin que se altere nuestro trabajo, vida social y familiar. Para enfrentar los desastres es necesario conocer objetivamente las causas que los producen, así como su frecuencia, su magnitud y también los efectos que han provocado a la economía y a las personas. Es necesario cambiar nuestra mentalidad a partir del conocimiento científico de los fenómenos. No conviene para la seguridad de nuestra familia admitir explicaciones sobre los fenómenos naturales basadas en leyendas, mitos o magia. En Nicaragua se presentan dos o tres eventos extremos cada año. Algunos de ellos como los terremotos o los huracanes han sido tremendamente letales. Y van a presentarse de nuevo, no sabemos cuando exactamente, pero es seguro que van ocurrir en el futuro. Nuestra experiencia en la prevención de desastres es pobre. No bien logramos superar los efectos de una calamidad natural, cuando nos olvidamos de ella y seguimos viviendo como si nunca más va a repetirse. Está demostrado que los eventos naturales no dejan efectos desastrosos si adoptamos actitudes 251 La familia enfrentando las amenazas naturales y tomamos medidas para disminuir nuestra vulnerabilidad y nos permitan reaccionar de mejor forma para cuando ocurra una emergencia o para disminuir sus efectos. Para que un país en su conjunto sea más seguro debe tener un sistema nacional de prevención desarrollado por lo menos en tres niveles básicos: en el plano nacional, el local y el familiar. Los tres niveles deben ser armónicos entre sí. En este capítulo nos vamos a concentrar en el nivel familiar El primer paso: Su familia tiene un plan de emergencia? El primer paso que hay que dar es el de organizar un plan de emergencia familiar. Este plan exige que modifiquemos nuestra visión imprevisora y pasemos a considerarnos responsables de liderar la seguridad y el bienestar de nuestra familia y comunidad. Para elaborar este plan de emergencia, el mejor punto de partida es comenzar a organizarnos en nuestra propia familia, lo que significa involucrar a todos sus miembros en la elaboración del plan y dar a cada uno un rol determinado. Para el éxito y eficacia del plan, las personas más responsables o mayores deben reunir primeramente los datos básicos sobre el entorno geográfico, social y económico de nuestro hogar. Seguidamente, debemos involucrar a toda la familia, para que nos ayuden a formular el plan y para que todos lo dominen a la hora de las piedras pómez. La primera información que debemos privilegiar es la de las amenazas naturales potenciales que nos rodean: Si vivimos en una zona sísmica o a orillas de un cauce; si estamos cerca de un volcán, etc. Hay personas que pueden vivir en ciudades amenazadas de sismos, pero que corren más riesgo que otras por estar por ejemplo, cerca de fallas activas conocidas. Partiendo de la participación de todos los miembros de la familia se puede planificar, ejecutar, controlar y dar constante seguimiento y evaluación a UN PLAN DE EMERGENCIA FAMILIAR. Guía para formular un Plan de Emergencia Familiar El conocimiento exhaustivo del sitio en que vivimos • No siempre nuestras casas están bien diseñadas o construidas con los materiales de mejor calidad. Es indispensable conocer las características de la 252 Wheelock, Ugarte y Otros casa: su tipo de construcción, los materiales utilizados, el estado actual de las instalaciones eléctricas, sanitarias, la estructura principal (zapatas, columnas, vigas, losas, amarres), el techo. • Importante conocer la distribución de los espacios en la casa, estado de las puertas, ventanas, cerraduras, entradas y salidas, accesos al patio, a la calle. Si no se cuenta con el plano arquitectónico es necesario asesorarse con un arquitecto o ingeniero o con un buen maestro de obras. • Es preciso revisar la ubicación y estado del mobiliario y enseres de mayor tamaño anaqueles, libros, adornos, etc. A veces para decorar y adornar la casa hacemos cosas que nos ponen en peligro. La altura de los objetos que pueden derribarse o descolgarse, no debe ser mayor de 1.50 mts. • Tenemos la costumbre de guardar todo, incluyendo productos inflamables o tóxicos. Hay que tener mucho cuidado con el almacenamiento de combustibles, pinturas, alcohol. Si tenemos tanques de gas, deben estar en la sombra, y en buen estado, sus válvulas, conexiones, etc. Cuidar si guardamos materiales venenosos, equipos de fumigación, herramientas de trabajo pesadas, cortantes, asegurándonos estén en lugares secos, lejos de las áreas íntimas y sociales de la casa, donde no puedan causar daño a nadie. Ubicación de la casa Tenemos que revisar y tomar nota de dónde está ubicada nuestra casa en relación con elementos potencialmente peligrosos. Por ejemplo, muchas casas fueron construidas sobre fallas en ciudades amenazadas por terremotos como Managua, León, Granada, etc., y la mayoría si no todas, se cayeron. Al escoger el lugar para vivir lo primero es revisar si el terreno es geológicamente frágil o expuesto a amenazas de otra naturaleza: ríos, criques, cauces, árboles muy grandes o en mal estado, edificios o construcciones viejas, tendido eléctrico, rellenos, etc. Aunque esto lo hace un especialista, usted mismo puede recabar información disponible sobre si su terreno está cruzado por amenazas. Los pasos a dar pueden ser los siguientes: 253 La familia enfrentando las amenazas naturales • Informarse con INETER (Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales) de la presencia de posibles fallas. Si las hay, determinar entonces su naturaleza y características. No es recomendable construir sobre fallas activas. Hay geólogos que admiten construcciones a unas decenas de metros fuera de las fallas, siempre que se adopten determinadas normas de construcción. • Determinar las posibles áreas de inundación ante desborde de cauces, ríos, lagos, lagunas, presas, diques; o bien si pertenecen a zonas bajas con historial de repetidas inundaciones. Salirse de ellas, o no construir. Precisar cuál es la probabilidad de ser golpeados por huracanes. • Precisar las áreas de terrenos inestables donde es peligroso asentarse y construir. Entre ellas las de pendientes muy pronunciadas (mayores de 50 grados); las próximas a volcanes, conos y cerros sujetos a derrumbes; las tierras muy erosionadas; las zonas de derrumbes de rocas o muy cercanas a ellos; las zonas de deslizamientos activos a lo largo de todo el país. • Conocer la distancia de ubicación de su casa respecto a industrias o centros de distribución y almacenamiento, cuyos productos son potencialmente peligrosos: combustibles líquidos y gaseosos, fósforos, medios pirotécnicos, polvorines, productos químicos, etc.). • Precisar la cercanía de edificios antiguos o tradicionales de varios pisos (mayores de 5 plantas) o edificios en mal estado. 254 Wheelock, Ugarte y Otros Características de la comunidad Nosotros vivimos en comunidad. Para que nuestro hogar sea seguro tenemos que dominar si nuestro barrio o comunidad lo es también. Esto exige que salgamos a ver nuestra vecindad y hacer una lista de lo que observamos y averiguamos: qué amenazas tenemos; qué hay en el barrio que pueda sernos útil a la hora de un problema natural o social. Hay no menos de una cincuentena de sitios poblados en Nicaragua considerados por las autoridades de la Defensa Civil, como de mayor riesgo. Algunos de ellos, golpeados varias veces en este siglo, carecen de planes de prevención, o bien sus habitantes vuelven a construir sus viviendas en los mismos sitios que previamente fueron arrasados. Para que una comunidad sea más segura debemos dominar los siguientes aspectos: a Cuáles son las amenazas, donde se ubican y cómo se manifiestan en la comunidad. Cuál de las amenazas es la más peligrosa y la que más se presenta en términos de su frecuencia. Debemos indicarlas en un Mapa de riesgos y recursos, haciéndolas visibles para todos. b Conocer sitio y ubicación exacta de organizaciones que tradicionalmente han trabajado en las emergencias, tales como Cruz Roja, Cuerpo de Bomberos, Hospital, Centro de Salud, SILAIS, Defensa Civil. c Censar todas las organizaciones comunitarias, organismos no gubernamentales, cívicos, asociaciones, etc., que existen en la comunidad y que pueden enfrentar las emergencias. d Conocer y ubicar los sitios más seguros en donde se pueda reubicar personal evacuado durante una emergencia, aunque sea de forma temporal: Escuelas, Centros de reunión. e Conocer y ubicar las rutas de evacuación o de ingreso y salida de la comunidad con sus posibles alternativas. Con este estudio familiar, estaremos en capacidad de identificar cuestiones esenciales para la reducción de nuestra vulnerabilidad: Cuáles amenazas están presentes; a cuáles estamos nosotros expuestos; qué tan preparados estamos si se produce una emergencia. 255 La familia enfrentando las amenazas naturales El diseño de un Plan de Acción Casi todas las familias y buena parte de las comunidades afectadas por eventos naturales en años recientes carecían de un plan de acción. Tampoco contaban con una organización estable que se pusiera al frente de la emergencia o que diera seguimiento a las acciones de rehabilitación, lo mismo que a futuras amenazas. Aún aquellas localidades que tenían su Comité de Defensa Civil, tenían el problema de que los miembros de esos comités nunca eran los mismos, rotaban mucho y la experiencia acumulada se perdía. Necesitamos una organización estable, con ciudadanos e instituciones estables y un Plan de Acción único y consolidado. Cualquier plan de acción tienen que ver con la familia. Lo óptimo es que cada familia tenga su propio plan. Hacerlo puede ser una actividad entretenida e ilustrativa. La tarea familiar consiste en decidir qué medidas tenemos que tomar para evitar una emergencia o reducir su impacto. Lo importante del plan consiste en lo que vamos a hacer durante y después de una emergencia. Con la información que se recogió sobre nuestra vivienda debemos hacer un plano de la casa y sus alrededores señalando los detalles más interesantes para una situación de emergencia. 256 Wheelock, Ugarte y Otros El plan debe ser útil no sólo en función de enfrentar desastres, sino para mejorar también las condiciones de la vivienda y hacer de nuestra casa un hogar seguro. Se requiere esencialmente estar muy informados y bien organizados para prevenir, partiendo del concepto de que el plan debe servir también para sembrar una cultura de mantenimiento de la infraestructura en general y de la vivienda en particular. Con el mantenimiento permanente se puede detectar las partes a sustituir o reforzar. Los trabajos previos o básicos en este orden son: • Reforzar estructuras: pilares, vigas, amarres del techo • Reparar instalaciones eléctricas • Remover o fijar mobiliario pesado o colgante Qué hacer al momento de una Emergencia Para saber qué hacer en una situación de desastre tenemos que saber previamente: Cuáles son los sitios más seguros y los más peligrosos de la casa; cuál es la ruta más rápida y segura para salir y los obstáculos que hay en esa ruta; dónde están localizadas las llaves de paso del agua y el interruptor general de la corriente eléctrica, así como conocer también, cómo se desconecta, si es el caso, el tanque de gas de la cocina. Debe conocerse igualmente cuáles son los peligros que 257 La familia enfrentando las amenazas naturales se pueden presentar en los alrededores de la casa: muro en mal estado, árbol grande, cables de alta tensión, cauces, etc. Otras medidas importantes: a Tener acumulado provisiones para la emergencia, debiendo ser suficientes para por lo menos 72 horas: agua, cloro, botiquín de primeros auxilios, alimentos enlatados. Todos ellos hay que estarlos revisando cada cierto tiempo. También focos con baterías, fósforos, caja con documentos personales y familiares más importantes, cuadernos y lápices, radio de baterías, artículos varios de higiene. Ellos deben estar a la mano. b Guía telefónica y de direcciones de los organismos competentes de emergencia, de servicios públicos ( ENEL, ENITEL, ENACAL); de los sitios de trabajo y estudio de los miembros de la familia; así como de los sitios donde la familia o alguno de sus miembros frecuentan con cierta regularidad c Responsabilidad de los miembros de la familia, teniendo claro quien se encarga de hacer qué tareas durante una emergencia, tomando en cuenta que esta puede suceder cuando estemos en casa o fuera de ella. Hay que estar preparados para actuar siempre con rapidez, pero guardando la calma no dejándose invadir por el miedo, comportándose acorde con el tipo de emergencia y el fenómeno que se presentó, es decir si es un huracán, un sismo, un incendio, etc. d Hay que poner a prueba la efectividad del Plan de Acción a través de un Simulacro que puede realizarse cada 6 meses o cada año, en donde se imaginan todas las situaciones posibles de emergencias y se pone en práctica todas las indicaciones del Plan, así como las actuaciones de la comunidad organizada y de las familias. Después de finalizada cada practica de simulacro se debe hacer una evaluación de lo que paso, corrigiendo todos aquellos aspectos que haya que ajustar. El Plan de Acción debe resultar de la participación de la comunidad, la combinación de esfuerzos y ser rectorado por los líderes comunitarios y las instituciones más competentes: Alcaldía, Defensa Civil, e instituciones como Minsa, Med, y organismos cívicos, religiosos, ONG, etc. El Plan debe elaborarse para saber qué hacer y cómo hacer para evitar un desastre o reducir su impacto. 258 Wheelock, Ugarte y Otros de Emergencia según el tipo G uía de un Plan de fenómenos: Sismos ( Temblores, Terremotos y Maremotos): Aspectos Preventivos: • Infórmese, estudie y repase frecuentemente los elementos fundamentales del origen de los sismos, su magnitud e intensidad, la probabilidad de ocurrencia, los registros sísmicos, los coeficientes sísmicos, los mapas de amenaza, vulnerabilidad, riesgo y de Gestión del Riesgo Sísmico. • Conozca las normas antisísmicas establecidas en la zona donde usted reside o donde trabaje. Utilice el mapa de Zonificación Sísmica del Reglamento Nacional de la Construcción (MINVAH, 1983). • Elija lo mejor posible el sitio de su vivienda y de ser posible el de su trabajo, de acuerdo al contenido de los mapas y coeficientes sísmicos de nuestro reglamento. • Cerciórese si alguna vivienda que vaya a comprar o alquilar, ha sido construida de acuerdo con las especificaciones o códigos antisísmicos vigentes. Verifique si esa posible vivienda para usted y su familia ha sufrido averías o daños de alguna clase, y cómo fueron reparados. • Para estar preparado para las situaciones de emergencia, tome precauciones para evitar ser afectado por derrumbes de edificaciones cercanas, u objetos que puedan ser lanzados o desprendidos de esos edificios. 259 La familia enfrentando las amenazas naturales • No coloque objetos de gran peso o tamaño en las partes más elevadas de sus muebles. Trate de colocar lo más pesado abajo y lo más liviano arriba. • Si tiene que colocar objetos obligatoriamente pesados en las paredes, en los techos o en estantes, trate de asegurarlos anclándolos con platinas o con tornillos, de tal manera que con las oscilaciones o movimientos no se produzcan fácilmente sus caídas al suelo. • Indicar personalmente y debidamente a su núcleo familiar cómo se interrumpe la energía eléctrica total o parcialmente de su casa, así como las instalaciones de gas y las sanitarias (agua). • Trate de conocer y enseñar a su familia los aspectos básicos de primeros auxilios. Tenga siempre un botiquín de primeros auxilios, para que en caso de Emergencia, todas las personas estén en el deber y con todas las herramientas para ayudar. 260 • Disponga siempre de una linterna o lámpara que le permita afrontar casos de repentina oscuridad, ya que utilizar velas o candelas en general, puede ser peligroso si se han liberado gases o líquidos inflamables o se está en un lugar cerrado. Wheelock, Ugarte y Otros • Procure tener un radio con baterías de modo que en momentos de emergencia no quede aislado de la comunidad. Indicaciones de protección Si usted está en su casa o en algún edificio y se inicia una oscilación como producto de un movimiento sísmico: • Conserve la calma, actúe con rapidez pero sin desesperarse, no pegando carreras ni gritos. • Salga lo más pronto que le sea posible hacia el aire libre. • Aléjese de las paredes y de todo aquello que pueda caerle encima, incluyendo antenas para televisores, maceteras, retrateras, adornos pesados y demás objetos que puedan desprenderse. • Espere hasta que haya terminado el sismo. Luego espere por lo menos 30 minutos antes de entrar a cambiarse de ropa o buscar algo que necesite, ya que pueden presentarse las réplicas o los microsismos. Si usted se encuentra en un edificio de varios pisos, como una escuela, universidad, centro comercial: • No trate de bajar corriendo por las escaleras • Trate de colocarse bajo el marco de las puertas en las esquinas interiores, pegado a las paredes internas o debajo de las vigas resistentes. • No se coloque junto a paredes exteriores, balcones hacia la calle, ventanas, muebles con vidrios, estantes que tengan objetos pesados en su parte superior ni bajo lámparas pesadas. 261 La familia enfrentando las amenazas naturales Si usted se encuentra en lugares donde hay mucho publico aglomerado: • Manténgase sereno. • Procure que al peligro del sismo no se agregue el de ser aplastado o asfixiado por la multitud. Si el sismo sucede mientras usted está al aire libre: • Si está lejos de edificaciones y de instalaciones eléctricas o hidrosanitarias, manténgase en su sitio. Es preferible sentarse en el suelo. • Si está cerca de estos elementos, aléjese de ellos y siéntese en el suelo. • Si está manejando un vehículo automotor deténgase en tierra firme, nunca sobre puentes o estructuras viales; frene bien de modo que no haya movimientos; manténgase en su interior. Al pasar el sismo, siga su camino, prestando mucha atención al estado del pavimento. • Si está en las costas de mares, playas, ríos, lagos o lagunas, aléjese rápidamente de las orillas y busque las áreas más elevadas. Si no lo hace de esta manera puede sorprenderlo una o más olas sísmicas de gran poder destructivo. 262 Wheelock, Ugarte y Otros Qué hacer después del sismo? Es necesario verificar los siguientes aspectos, dentro del siguiente orden de prioridades: Posibles muertos, heridos de gravedad y lesionados. Si hay incendios o peligro de ellos, así como también si han sucedido o pueden sucederse explosiones. Si se han averiado líneas eléctricas; las tuberías de agua potable y de aguas negras, las instalaciones de gas; los depósitos de combustible y de agua. Los daños en las estructuras de las edificaciones, caminos, carreteras, etc. En cualquiera de estos casos hay que actuar de la siguiente manera: • Los muertos, déjelos en su sitio y comunique la novedad a las autoridades. • Los heridos graves no los mueva, salvo que corran otros peligros adicionales. Informe de inmediato a las autoridades. • Si encuentra problemas derivados de instalaciones eléctricas y tuberías, así como depósitos de combustibles y agua: no toque las líneas eléctricas, cierre las llaves de paso, no use los equipos correspondientes a las líneas dañadas y avise a ENEL, ENACAL, ENITEL. • Proceda a limpiar cualquier derrame de combustible, corregir alguna salida de gases y recoger cualquier tipo de medicinas y elementos de primera necesidad. • Atienda los heridos leves y coopere en todo lo que pueda, en beneficio de su familia y de la comunidad. • Encienda la radio o la televisión de modo que se mantenga informado. • No entre en edificios dañados, aunque visualmente se crea que no es grave. • Si hay en el piso escombros y especialmente vidrios rotos, use zapatos y en ningún momento camine descalzo. 263 La familia enfrentando las amenazas naturales • Cuídese de comidas o bebidas que provengan de recipientes cercanos a vidrios rotos. Las bebidas pueden ser previamente filtradas con tela, algodón, colador, etc. Inundaciones Lo que debemos hacer para estar prevenidos: • Verificar con periodicidad el estado de los drenajes pluviales, así como las redes de aguas negras y su relación con las de agua potable. • Conservar en un lugar fácilmente accesible lámparas de mano, un radio con baterías y un botiquín para primeros auxilios. • Tener seleccionado el lugar y la ruta más segura para evacuar a la familia. Hay ciertos aspectos que los organismos destinados a la defensa civil podrían introducir dentro del proceso de Planeación de las zonas propensas a ser inundadas: La puesta en práctica de medidas apropiadas de evacuación en áreas potencialmente inundables. 264 Wheelock, Ugarte y Otros La estricta regulación del uso y aprovechamiento de las tierras inundables, lo cual debe ser producto de un estudio técnico detallado sobre la materia que defina bien las verdaderas propiedades y facilidades urbanísticas o productivas de cada zona. La campaña, el fomento y la motivación necesaria para estimular la existencia y contratación de seguros contra daños por inundaciones. La preparación de la población para elevar su conciencia familiar e individual sobre todos los daños que pueden evitarse si se siguen las orientaciones y recomendaciones técnicas. El estricto cumplimiento de las enseñanzas dictadas en beneficio de las mayorías más vulnerables amenazadas por posibles inundaciones. Las prohibiciones de quemar o talar bosques, así como construir obras en sitios inadecuados causantes de alteraciones y desbordamientos de corrientes de agua. Indicaciones de protección En caso de que la inundación sea inminente, evaluaremos en forma rápida pero serena, el grado de peligro que corre nuestra vivienda o sitio de trabajo, acorde con las respectivas evidencias del problema presentado. Esta evaluación debe abarcar los siguientes aspectos: 265 La familia enfrentando las amenazas naturales • Áreas que se inundarán y áreas que posiblemente no se inunden. Es muy importante que esté bien preciso y delimitado en el mapa de peligro o amenaza. • Peligro que corren las personas de ser lesionadas, muertas o de quedar aisladas del resto de la comunidad, así como también de la ubicación de los bienes familiares y determinación de los riesgos que corren. Hay que precisarlo y delimitarlo en el mapa donde se describa la Vulnerabilidad y el Riesgo. • Si estimamos conveniente que moviendo algunos bienes y ubicando bien a las personas podemos quedarnos en la casa o sitio de trabajo, procederemos de la manera más serena; pero si consideramos que el peligro se acrecienta, debemos evacuar la zona sin titubeos. Cuando es un caso de gran peligro, hay que coordinar acciones con los organismos de la Defensa Civil. • Priorizaremos poner a salvo a las personas y hasta después nos ocuparemos del traslado de todo lo indispensable a lugares más seguros. • Procuraremos tener agua potable acumulada en recipientes apropiados, calculando tenerla para por lo menos una semana, debido a que el servicio normal puede quedar interrumpido por varios días. • Si usted ha sido capacitado previamente y es miembro de alguna brigada de Defensa Civil, diríjase de inmediato al sitio definido de concentración y preste su colaboración. Durante la Inundación: • Nos situaremos en lugares donde no haya peligro o en lugares indicados en nuestro mapa familiar de riesgo. • Por ningún motivo debemos permitir que algún miembro de la familia se aventure a atravesar áreas inundadas y mucho menos ríos desbordados que por lo general arrastran piedras, troncos y otros objetos que pueden ser de gran dimensión. Esto sólo puede hacerse con personal especializado y con algunos medios apropiados tales como lanchas, salvavidas, cuerdas, etc. 266 Wheelock, Ugarte y Otros Si la inundación nos sorprende manejando un vehículo: • No tratar de cruzar áreas inundadas sin estar seguro de la base del piso y /o camino o carretera; así como la altura del nivel del agua o las características generales del vehículo. • No circular por cauces naturales que, en unos cuantos segundos, pueden cubrir, destruir y arrastrar el auto. • Si se llega a un sitio inundado y hay cola de vehículos, procuraremos devolvernos y colocarnos en una posición apropiada. Si nos sumamos a la cola, es posible que suframos las consecuencias de una corriente o quedemos atrapados en este sitio. • No se deberá cruzar puentes donde el nivel de las aguas esté demasiado cerca de la pista de rodamiento de la estructura. • Procurar no pasar por encima de instalaciones eléctricas (ni de baja, mediana ni alta tensión) caídas en la carretera. • Mantener encendido el radio del vehículo y escuchar atentamente las indicaciones de la Defensa Civil. Si usted queda aislado del resto de la comunidad aplique los siguientes procedimientos: • Piense serenamente la forma cómo podría eventualmente salir de donde esté y elija entre ellas la que le ofrezca mayor seguridad. • Si concluye que no hay alternativa de salida, no se desespere, trate de poner a salvo en lugar seguro, todo aquello que pueda servirle de medio de subsistencia durante algún tiempo (comida, bebidas, ropa, medicinas, frazadas, agua, botiquín de primeros auxilios, calzados). • Como no se sabe exactamente cuanto tiempo va a pasar allí, establezca sus cuotas de racionamiento con lo poco de que dispone. • Hay que controlar periódicamente el nivel de las aguas. Si son varias las personas aisladas en el mismo sitio, no duerman todos simultáneamente, alguno deberá estar siempre vigilando. 267 La familia enfrentando las amenazas naturales • Cuando le venga ayuda y le rescaten, mantenga la serenidad y disciplina exigida por quienes lo estén transportando. Qué hacer luego de que cesa la inundación? • Limpie toda el área a su alrededor. • Por ningún motivo toque equipos eléctricos y mucho menos trate de operarlos hasta no verificar que las aguas no los han mojado. • No coma nada que haya sido mojado por las aguas de la inundación. • Si siente malestar, dolores de cualquier tipo, fiebre, vómitos, diarreas o cualquier síntoma extraño, consulte a un médico o diríjase al Hospital o SILAIS más cercano. • Si lo ha perdido todo, busque a las organizaciones que ayudan a los damnificados por desastres naturales de este tipo. Huracanes Qué hacer antes, durante y después de un huracán: • Es conveniente que observe las siguientes recomendaciones, porque le ayudarán a proteger su vida, la de sus familiares, compañeros y amigos. • Prepararse para enfrentar a un huracán es proteger la vida, y esto es responsabilidad de cada uno de nosotros. Antes Cómo prepararse con anticipación? - Acuda a la Defensa Civil o a las autoridades locales para saber: • • • • • 268 Si la zona en la que vive está sujeta a este tipo de riesgos. Cuáles son los lugares destinados para refugios temporales? Por qué medios de comunicación recibirán los mensajes de emergencia? Cómo podrán integrarse a las brigadas de auxilio si quieren ayudar? Y usted les informará cuántas personas viven en su casa y si hay enfermos que no pueden ver, moverse o caminar. Wheelock, Ugarte y Otros - Platique con sus familiares y amigos para organizar un plan de emergencia tomando en cuenta las siguientes medidas: • Determinar un lugar para reunirse si se llegaran a separar a causa del huracán. • Ponerse de acuerdo sobre la distribución de las actividades que cada quien realizará. • Si su casa es frágil (carrizo, taquezal, adobe, paja o materiales semejantes) tenga previsto un refugio (escuela, iglesia, u oficina municipal). • Realice las reparaciones necesarias en techos, ventanas y paredes para evitar daños mayores. • Guarde fertilizantes e insecticidas en lugares a prueba de agua, ya que en contacto con ella la contaminan. • Procure un lugar para proteger a sus animales y equipo de trabajo. • Prevea el transporte en caso de tener familiares enfermos o en edad avanzada. • Tenga a la mano los siguientes artículos para caso de emergencia: • Botiquín de primeros auxilios con su manual (solicítelo en su Centro de Salud). • Radio y linterna de baterías con los repuestos necesarios. • Agua purificada o hervida en envases con tapa. • Alimentos como frijoles, leche y otros que no necesite refrigerarse. • Flotadores, como neumáticos de llantas salvavidas. • Documentos personales (actas de nacimiento, matrimonio, cédula; papeles agrarios, etcétera) guardados en bolsas de plástico y dentro de una mochila o morral que le deje libres brazos y manos. • Ante el aviso de huracán y de acuerdo a su peligrosidad usted puede: • Quedarse en su casa si es segura o trasladarse al refugio ya previsto. • Pero si las autoridades recomiendan evacuar el área y/o la casa donde vive, NO LO PIENSE, HÁGALO!, esta recomendación se base en el conocimiento de la peligrosidad del huracán. Durante - Si decide quedarse en su casa: • Conserve la calma. • Tenga a la mano los artículos de emergencia mencionados. • Mantenga su radio de baterías encendido para recibir información e instrucciones de fuentes oficiales. 269 La familia enfrentando las amenazas naturales • Cierre puertas y ventanas, protegiendo interiormente los cristales con cinta adhesiva en forma de X; no abra las cortinas, lo protegerán de cualquier astillamiento de cristales. • Guarde los objetos sueltos (maceteras, botes de basura, herramientas, etc.), que pueda lanzar el viento. Retire antenas de televisión, rótulos y objetos colgantes. • Fije y amarre bien lo que el viento pueda lanzar. • Lleve al lugar previsto sus animales y equipo de trabajo. • Tenga a la mano ropa abrigadora e impermeable. • Cubra con bolsas de plástico aparatos u objetos que puedan dañarse o romperse con el agua. • Limpie los desagües, canales y albañales y barra la calle limpiando las cunetas. • Llene el tanque de gasolina de su vehículo y asegúrese del buen estado de su batería. • Selle con mezcla de cemento la tapa de su pozo o cisterna para tener agua de reserva no contaminada. • Vigile constantemente el nivel del agua cercano a su casa. - Si decide trasladarse al refugio temporal ya previsto: • Asegure su casa y lleve con usted los artículos indispensables. • Conserve la calma y tranquilice a sus familiares. Una persona alterada puede cometer muchos errores. 270 Wheelock, Ugarte y Otros • Continúe escuchando su radio de baterías o portátil para obtener información o instrucciones relativas al huracán. • Desconecte todos los aparatos y el interruptor de energía eléctrica. • Cierre las llaves del agua. • Manténgase alejado de puertas y ventanas. • No prenda velas ni veladoras; use lámparas de baterías. • Atienda a los niños, ancianos y enfermos que estén con usted. • Si el viento abre una puerta o ventana, no avance hacia ella en forma frontal. • No salga hasta que las autoridades indiquen que terminó el peligro. El ojo del huracán crea una calma que puede durar hasta una hora; después vuelve la fuerza destructora con vientos en sentido contrario. Después - Conserve la calma • Siga las instrucciones transmitidas por las autoridades de los medios de comunicación. • Si hay heridos repórtelos inmediatamente a los servicios de emergencia. • Cuide que sus alimentos estén limpios, no coma nada crudo ni de procedencia dudosa. • Beba el agua potable que almacenó o hierva la que va a tomar. • Use los zapatos más cerrados que tenga. • Limpie perfectamente cualquier derrame de medicinas, sustancias tóxicas o inflamables. • Revise cuidadosamente su casa para cerciorarse de que no haya peligro. • Si su casa no sufrió daños, permanezca ahí. 271 La familia enfrentando las amenazas naturales • Mantenga desconectados el gas, la luz y el agua hasta asegurarse de que no haya fugas ni peligro de corto circuito. • Cerciórese de que sus aparatos eléctricos estén secos antes de conectarlos. • No divulgue ni haga caso de rumores. • Colabore con sus vecinos para reparar los daños. • En caso necesario, solicite ayuda a las brigadas de auxilio o a las autoridades más cercanas. • Si su vivienda está en la zona afectada, no debe regresar a ella hasta que las autoridades lo indiquen. • Desaloje el agua estancada para evitar plagas o mosquitos. - Si tiene que salir: • • • • Use los zapatos más cerrados que tenga. Manténgase alejado de las áreas de desastre. Evite tocar o pisar cables eléctricos. Retírese de casas, árboles y postes en peligro de caer. -Recuerde: más vale prevenir... • Si vive en zonas con tales riesgos, ponga atención a los avisos, alertas o alarmas de huracán, ya que lo previenen de los peligros que estas calamidades traen consigo y orientan sus acciones para proteger su vida. Avalanchas Qué hacer para estar prevenidos No se requiere instrumentos complicados para determinar si un terreno puede deslizarse y ocasionar una avalancha. Muchas veces la inestabilidad del terreno es apreciable a simple vista. Observaremos primero si hay un desnivel mayor de 80 grados donde existe alta probabilidad de deslizamiento. También la naturaleza del terreno: si es flojo o con grietas muy evidentes, grandes capas de tierra con enormes protuberancias, arboles torcidos, capa vegetal dispersa. Observar si el terreno ha sido sometido a excesivo uso o pastoreo. Cuando se observan estos detalles hay algunas previsiones que pueden ser útiles: • Evitar pasar o detenerse en áreas que podrían ser sepultadas por el desprendimiento de grandes masas de materiales inestablemente depositados en montañas o cerros cercanos. 272 Wheelock, Ugarte y Otros • Si para el desplazamiento que obligatoriamente tengamos que hacer hay que circular por zonas y caminos altamente peligrosos, se debe evitar ruidos innecesarios, no mover los vehículos a grandes velocidades, no producir vibraciones en el terreno o del ambiente. • En caso de encontrarnos en áreas altas, no acercarnos sin necesidad a los bordes próximos a los desniveles. • Si el área de posible derrumbe está muy próxima a una carretera, ésta se debe proteger con mallas o con gaviones, o bien con un desagüe al pie del talud. La misma carretera puede protegerse con una estructura aérea. Indicaciones para protegerse de avalanchas o deslizamientos: Cuando una avalancha se presenta sorpresivamente es difícil protegerse. Sin embargo, si los desprendimientos no son totales sino que sucesivos o parciales, pueden dar resultados estas medidas: • En el caso de haber iniciado el recorrido peligroso y estar lejos del final del trayecto, retroceder hasta encontrar un sitio mas o menos seguro, o bien regresar al lugar de partida. 273 La familia enfrentando las amenazas naturales • Si está en el centro del recorrido, tratar de ubicarse en un lugar topográfico donde los riesgos disminuyan. En estos casos, lo sensato es alejarse lo más posible de las trayectorias naturales de caída de los materiales por desprenderse. • Si está cerca del final del recorrido peligroso, trate de llegar cuanto antes al final del trayecto; siguiendo las recomendaciones de evitar vibraciones mecánicas o ruidos que puedan desencadenar la posible avalancha. • Si como consecuencia de la avalancha no puede seguir el camino, quédese en sitio seguro hasta que todo el problema esté solucionado o en caso extremo, ábrase caminos con serenidad. Qué hacer después de la avalancha? • Limpie toda el área a su alrededor. • Si puede colaborar ayude a los organismos de Defensa Civil a buscar muertos, heridos, lesionados. • Recurrir a los organismos científico-técnicos para que en conjunto con la población organizada se lleven a cabo labores de evaluación control y monitoreo del fenómeno. • Proponer y diseñar obras de mitigación (diques, cauces, drenajes, anclajes y reforzamiento de taludes) para proteger las poblaciones cercanas. • En caso de que la evaluación concluya con la urgencia de ejecutar evacuaciones inmediatas de los pobladores, hay que hacerlo en forma organizada en conjunto con los organismos de Defensa Civil. • Diseñar un efectivo Plan de Reordenamiento Territorial y un mapa de Gestión del Riesgo. Erupciones volcánicas Qué hacer para prevenir? • Usted que vive cercano al volcán, si observa algún cambio, como pueden ser nuevas fumarolas, fuentes termales, pozos secos, caída de cenizas, derrumbe en las laderas de los cerros, hay que comunicárselo de inmediato a las autoridades. • Colabore con las autoridades informándole de todos los antecedentes y lo sucedido recientemente. 274 Wheelock, Ugarte y Otros • Manténgase enterado de toda la actividad del volcán por medio de la radio, la T.V., de los informes de los organismos científicos como INETER y del Comité Nacional de Emergencia y de la defensa civil. • Tener siempre en lugar accesible un foco con baterías y su repuesto, su botiquín de primeros auxilios, su radio portátil, agua potable, alimentos enlatados y sus documentos personales más importantes. • Si vive cerca de ríos situados en las laderas del volcán, hay que estar alerta porque por ahí podrían bajar lodo, piedras, lavas, etc. Indicaciones para protegerse de erupciones: • Siempre mantenga la calma. • En caso de Erupción Volcánica evite respirar los gases nocivos que el volcán expele, así como el polvo fino. Utilice tela humedecida con agua o vinagre sobre la boca y la nariz. Además, es necesario protegerse la cabeza y cuerpo con sombrero, cascos y mantas o capas gruesas. • Si le dan la alarma de evacuar, guíe a su familia con sólo lo indispensable, hacia sitios seguros y orientados por las autoridades. • Mantenga encendido su radio. Qué hacer después de una erupción volcánica? • Limpiar las areas afectadas, sobre todo las calles, caminos, y techos de las casas. • Colaborar en las labores de alerta y evacuación, asistencia médica, búsqueda y rescate, suministro de alimentos, agua y albergue, reubicación de víctimas y asistencia financiera. 275 La familia enfrentando las amenazas naturales • Evaluar los daños en la infraestructura existente, así como también del plan de evacuación y respuesta a la emergencia. • Proponer medidas de mitigación en calles y techos de las estructuras existentes. • Planificar el uso de la tierra para asentamientos alrededor de los volcanes. 276 Wheelock, Ugarte y Otros Conclusiones: La gran mayoría de las familias en Nicaragua ha sido golpeada y continúa expuesta a una o varias amenazas de origen natural. Lo que se ha hecho hasta ahora en materia de prevención es insuficiente. El esfuerzo familiar para reducir los efectos de las amenazas naturales es muy importante. Pero dada la magnitud y la recurrencia de estos fenómenos, la prevención de los desastres naturales debe abordarse como un problema nacional. Nicaragua requiere de un sistema eficiente de gestión para prevenir, enfrentar y superar los desastres. La solución al problema de los desastres no va a encontrarse con improvisar mecanismos cada vez diferentes de acción y socorro, sino mediante un sólido tendido institucional capaz de unir el esfuerzo familiar, el de la comunidad, el municipio, las organizaciones cívicas, religiosas y sociales con las del Estado. Muchas piezas de un sistema nacional de prevención ya existen en diferentes grados de madurez. Es preciso mejorarlas. Pero lo que hace falta es sobre todo su enlace institucional y legal para hacerlas efectivas con una voluntad política nacional. El esfuerzo de prevención de la familia y la comunidad debe ser apoyado. El Estado debe brindar, en casos de desastres una asistencia concreta que se pueda movilizar rápidamente. Actualmente existen vacíos institucionales y situaciones ambiguas que limitan las capacidades del país para prevenir desastres. Un punto de partida es la promulgación de las bases legales adecuadas a las capacidades del país. Todavía no se dispone de un mecanismo administrativo permanente u oficina nacional de atención de desastres -como la tienen muchos países con menor grado de amenaza-. Esta oficina, ubicada al más alto nivel gubernamental, es la que normalmente se encarga de: • desarrollar un programa de acciones de prevención en tiempos normales. • establecer las prioridades de acción en localidades de mayor riesgo. • asegurar la coordinación de acciones rápidas en casos de emergencia 277 La familia enfrentando las amenazas naturales • mantener activos y monitorear los sistemas de alerta y comunicación • Canalizar el apoyo material de socorro en la emergencia • Brindar capacitación en gestión del riesgo • Fomentar y asegurar la cooperación entre gobierno y asociaciones civiles Para mejorar la capacidad ejecutiva del sector público en materia de prevención, dos instancias públicas, la Dirección de Defensa Civil del Ejército Nacional e INETER, deben ser fortalecidas con recursos humanos y materiales. 278