ntroducción a la historia de los desastres naturales en Nicaragua

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www.jaimewheelock.com
Cuidado de edición: Jaime Wheelock Román
Diseño de Portada: Miryam Mántica de Chamorro
Diseño y Diagramación: Miryam Mántica de Chamorro y Reynaldo Silva Flores
Todos los derechos reservados conforme a la Ley
© Ipade/Diakonia, 2000
© HISPAMER, 2000
Primera Edición 2000
Costado Este de la UCA, Apartado A-221, Zona 13
Managua, Nicaragua
Contenido
Parte I: Presentación
Jaime Wheelock Román7
Parte II: Por qué ocurren los desastres naturales en Nicaragua
Jaime Incer Barquero21
Parte III: Historia de los desastres naturales
Jaime Wheelock Román71
Parte IV: La acción humana agravando el riesgo
Lorenzo Cardenal Sevilla171
Parte V: La vulnerabilidad de Nicaragua
Alejandro C. Rodríguez213
Parte VI: La familia en la prevención de los desastres
J. Wheelock, A. Ugarte, Otros249
«No busquemos historias passadas ni antiguas, ni comparaciones
fuera de nuestras Indias, pues que en Nicaragua... hay una
provincia que llaman los Maribios, donde están tres montes
juntos de que sale continuamente grandissimo humo, é acaesce
baxar de aquellas cumbres tal tempestad dello é de fuego...
que abrasa é destruye todos los heredamientos é hace grandes
daños en aquella tierra;... é suele acaescer que con tempestad é
terremotos saltan pedazos grandissimos de piedra é tierra del
mismo monte, é destruye parte de la tierra. Todos estos terremotos é tempestades... en las partes que he dicho se han visto...
podriamos traer a consequencia: donde hay las disposiciones
dessos montes o zufretales, ó alumbres, debían los fundadores
de nuevas poblaciones apartarse de tales vecindades é assientos
peligrosos; porque aunque tarde subcedan semejantes daños,
débese de considerar que en qualquier tiempo que ello sea, es
destruycion é desolación de los hombre é provincias, donde tales
tormentas intervienen» (Oviedo, 1973:301-2).
Agradecimientos
Este libro es producto de la cooperación entre el editor, los autores y
diversas entidades públicas, académicas y civiles, así como de valiosos
aportes de técnicos y especialistas del ámbito nacional e internacional.
En particular nuestro reconocimiento a:
Centro de Investigaciones Geocientíficas (CIGEO) de UNAN- Managua
Universidad Nacional de Ingeniería (UNI)
Dirección de Defensa Civil del Ejército Nacional
Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica de Estados Unidos
(NOAA)
Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos
(NASA)
Centro Regional de Investigación de Desastres (CRID), Costa Rica y especialmente a Lic. Ileana Sánchez
Dirección de Geofísica de INETER
Centro de Prevención de Desastres de México (CENAPRED) y en especial al
Dr. Roberto Meli, Director y Ricardo Cícero, Editor
Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (UCA)
Departamento de Historia de UNAN-Managua
Biblioteca y Archivo fotográfico, Banco Central de Nicaragua
Geodigital y en particular a los Ingenieros Nicolás Arróliga y María de los Angeles Gutiérrez
Comisión Nacional de Emergencias de Costa Rica
Federación Internacional de Cruz Roja
Cruz Roja de América
Nuestra gratitud por los aportes científicos y técnicos de:
Dr. Jaime Incer Barquero
Lic Fabio Segura
Dr. William Martínez
Ing. Dionisio Rodríguez
Ing. Franklyn Moore
Ing. Mayra Toruño
Ing. Armando Ugarte
Lic. Bayardo Díaz
Ing. Eddy Kühl
Las imágenes y gráficos de este texto fueron posibles gracias a:
Margarita Montealegre
Franco Peñalba
Diario La Prensa
Alain Creusot-Eon
Carlos Mántica Cuadra (archivo fotográfico de terremotos de 1931 y 1972)
Wilfried Strauch
Marta Mondragón (IPADE)
Geodigital, Consultores
Mario Tapia
Alfonso Fuentes
Francisco G. Wheelock
INETER
El diseño gráfico fue posible gracias a Miriam Mántica de Chamorro, Reynaldo
Silva Flores
Colaboración en levantado de textos y archivos de prensa, Sra. Gloria López
PARTE
I
Presentación: Mejor prevenir
Jaime Wheelock Román
L os desastres como amenazas al desarrollo sostenible
Es el país más explosivo del mundo, escribió el geólogo Alfred Rittmann comparando Nicaragua con otras regiones volcánicas del planeta. Pocos países
experimentan dos veces la destrucción de su capital en el mismo siglo, ni se ven
castigados al mismo tiempo por huracanes catastróficos. Con todo lo venturoso
de su prodigiosa geografía, Nicaragua está asentada en una sección del anillo de
fuego que rodea el océano Pacífico y delinea la zona de contacto de las placas
tectónicas -entre ellas Coco y Caribe-, donde muchos terremotos y erupciones
tienen lugar.
El clima, perteneciente al ecosistema tropical, presenta grandes variaciones de
precipitación que mantienen el país oscilando entre ciclos de sequía e inundaciones. Por su posición en el continente, también Nicaragua está cruzada por el
corredor de ciclones tropicales que todos los años azotan el Atlántico, provocando inundaciones extensas o deslizamientos de terrenos inestables. De paso, hay
aquí puntos geográficos como los del Sureste reputados entre los más lluviosos
del mundo. La ubicación de la cordillera Central por otra parte, permite que los
ríos fluyan hacia el Atlántico descargando el caudal de las lluvias en las tierras
bajas del litoral donde severas inundaciones se producen casi todos los años.
Una lista de los 28 mayores desastres ocurridos en América Latina y el Caribe
entre 1972 y 1998, revela que 8 de ellos tuvieron lugar en Nicaragua. De estos,
cuatro fueron climáticos, tres sísmicos y volcánicos, y dos fueron conflictos
bélicos. Esto quiere decir que la cuarta parte de los desastres extremos que asolaron el continente en los últimos treinta años, ocurrieron en esta nación que
representa apenas 6 milésimos del territorio y menos del 1% de la población.
La preocupación por la frecuencia y efectos de los desastres ha aumentado en
los últimos años. Las Naciones Unidas clamaron por convertir los años noventa en la Década para Reducir los Desastres Naturales. Los últimos cien años
presenciaron terremotos de gran intensidad y magnitud en muchos países de
América. En los últimos veinte años, por lo menos cuatro cobraron decenas de
miles de vida; entre ellos el que golpeó Nicaragua en 1972.
9
Presentación: Mejor prevenir
Terremotos destructivos en América Latina (1970-1990)
Año
1970
1972
1976
1985
País
No. Muertos
Perú
67.000
Nicaragua
10.000
Guatemala 23.000
México
10.000
Población afectada
3.139.000
400.000
1.200.000
60.000
Estimaciones de OPS/OMS sitúan en 4 mil el número de tormentas tropicales
que han pasado por el Caribe en los últimos 500 años, de las cuales la mitad se
convirtieron en ciclones (OPS,1994:28). El más devastador de todos fue el de
Octubre de 1780 que cobró en las islas del Caribe, 20.000 vidas humanas, seguido
por el Mitch de Octubre de 1998 que causó la muerte de 13.200 personas en
Honduras y Nicaragua. En un ámbito más general, se estima que unas 20.000
personas pierden la vida anualmente como consecuencia de los huracanes. Según
la OEA, entre 1969 y 1989, sólo en la cuenca del Caribe perecieron 28.000 seres
humanos y cerca de 6 millones vieron su vida alterada por ciclones.
Una de las porciones más activas de los 380 volcanes potencialmente eruptivos
en el mundo se encuentra en la línea continental costera del Pacífico centroamericano. Arrancando el siglo XX, en 1902, tres volcanes entraron en erupción
con gran fuerza en Centroamérica y el Caribe: Mont Pelée en Martinica que
destrozó la ciudad de Saint Pierre matando a sus 30.000 habitantes; La Soufriére
que mató en Saint Vincent 1.500 personas; y el volcán Santa María de Guatemala
que segó la vida de 6.000 habitantes. En 1982, en Chiapas el volcán Chinchonal hizo explosión causando 1770 muertos; la erupción del Arenal de Costa
Rica en 1968, ocasionó la muerte de 64 personas. En Nicaragua, seis volcanes,
Concepción, Masaya, Momotombo, Pilas, Cerro Negro, Telica y San Cristóbal,
estuvieron particularmente activos durante el siglo, afectando con sus emisiones
vastas porciones de población y territorio. Entre ellos, el Cerro Negro con 15
erupciones reportadas en este siglo, fue reputado como el volcán más activo de
América y uno entre los más activos del mundo.
10
Las inundaciones aparecen como el tipo más frecuente de desastres y uno de
los más destructivos, si bien reciben muy poca atención. En los últimos veinte
años la comunidad internacional fue conmovida por las inundaciones cíclicas
-agravadas por la influencia del fenómeno «El Niño»-, que afectaron a decenas
de miles de familias en Paraguay durante 1982, 83, y 87. En Bolivia, dos millones
de personas quedaron damnificadas por las lluvias de 1990-1992. En Nicaragua, la tormenta Alleta causó severas inundaciones en el Occidente del país,
ocasionando 67 muertos en 1982; las grandes inundaciones de mayo y junio de
1990 afectaron 100.000 pobladores en los ríos Prinzapolka, Bambana y Coco.
Jaime Wheelock Román
Más tarde en 1998, las lluvias arrastradas por el huracán Mitch causaron daños
humanos y materiales sin precedentes en la historia de los desastres climáticos
de Nicaragua.
La inestabilidad de terreno es una de las amenazas más letales para países expuestos como Nicaragua, a lluvias torrenciales y sismos que derrumban montañas
y edificios volcánicos. En 1985, el volcán Armero de Colombia hizo erupción
provocando una gigantesca avalancha de lodo que sepultó a un pueblo entero; en
Ecuador, en 1993 el deslizamiento de la mina Nambija, ocasionó 140 muertos;
en el mismo año en los Estados de Miranda y Aragua de Venezuela, el huracán
Bret, ocasionó deslizamientos que dejaron 100 personas muertas, 400 heridas
y 5.000 sin hogar. En Nicaragua, el huracán Mitch de 1998 precipitó más de
sesenta deslizamientos y uno de ellos, el del volcán Casitas sepultó a 2.900
pobladores para convertirse en el más desastroso de los años 90 en el ámbito
continental. La última tragedia al cerrar el siglo se produjo en Venezuela donde
lluvias torrenciales precipitaron corrientes aluviales que cegaron entre 20 y 50
mil personas.
La amenaza real
Nicaragua está cruzada de amenazas naturales. No sólo por el número y la frecuencia de eventos extremos, sino por la variedad de las fuentes que los originan.
Esta exposición a tal diversidad de desastres, pareciera ser una condición bastante
excepcional. Países latinoamericanos como Paraguay, Ecuador, Argentina, Chile
o Uruguay, pocas veces son afectados por huracanes; incluso en países tropicales
como Cuba, Puerto Rico u Honduras, los terremotos, erupciones volcánicas y
tsunamis son poco frecuentes.
Hemos levantado, a partir de las fuentes disponibles, un catálogo de los desastres
ocurridos desde los primeros años de la colonia española. Este catálogo si bien
incompleto, permite establecer que el tamaño de la amenaza natural en Nicaragua es de las más altas del continente. Desde 1500 a 1999, el número total de
eventos que ocasionaron daños personales y materiales fue mayor de 500. Esta
cifra representa una tasa de ocurrencia de por lo menos 100 eventos dañinos
por siglo, uno cada año. En realidad las cifras deben ser mayores puesto que
para los desastres climáticos, por la dificultad de fuentes disponibles, se abarcó
sólo el período comprendido entre 1876 y 1999.
• Sismos dañinos y terremotos
• Erupciones volcánicas
• Desastres climáticos
190
153
174
11
Presentación: Mejor prevenir
Entre todos los eventos catalogados, se encontraron 25 de magnitud extrema,
11 de los cuales ocurrieron durante el presente siglo. Es muy probable que
este incremento obedezca a mejores registros nacionales y que por lo mismo,
el promedio de ocurrencia -11 por siglo-, sea el más cercano a la realidad. Lo
cierto es que cualquier nicaragüense a lo largo de su vida promedio se ha visto
y se verá expuesto a varias catástrofes nacionales capaces de comprometer su
vida, su bienestar y los de su familia.
Los riesgos humanos y materiales
Cada uno de los que habitamos en este país tiene un determinado nivel de riesgo. Este riesgo es de qué grado? Si consideramos el período transcurrido en los
últimos treinta años, encontramos que 14.000 personas perecieron por eventos
naturales entre 1970 y 1999. Relacionadas estas magnitudes con el promedio de
población, el nivel de riesgo del nicaragüense promedio respecto a los desastres
es de 1 por cada 6.200. Es decir, por cada 6.200 habitantes, 1 va a morir por
efecto de desastres. Este nivel de riesgo es alto. Sólo para fines comparativos,
estudios conducidos por el PNUD, establecen una probabilidad de muerte por
terremoto de 1/23.000 para quienes viven en países altamente sísmicos como
Irán; y asimismo, de 1 por cada 2 millones para quienes viven en California
(PNUD, 1994:6).
La probabilidad de morir a causa de un desastre no es la misma para Nicaragua
en general que para ciertas zonas del país especialmente peligrosas: zonas bajas
expuestas a inundación; poblaciones cercanas a volcanes activos, a laderas inestables o a zonas de fallamiento en la costa del Pacífico. Por ejemplo, la ciudad
de Managua. En los últimos setenta años por efectos de los terremotos de 1931
y 1972 murieron en la capital 11.500 personas: un nivel de riesgo de 1 por cada
1800 habitantes. O puesto de otro modo, la probabilidad de morir por terremoto
es 3 veces y media más alta en Managua, comparada con el promedio de quienes
viven en otras partes del territorio.
Aún dentro de Managua el riesgo es mayor para el que vive próximo a fallas
activas. Durante los terremotos de 1931 y 1972 -cuyas magnitudes no fueron
superiores a 7.3 Richter-, los edificios y viviendas construidos sobre fallas colapsaron. Estos dos terremotos destruyeron las secciones sobre fallas de la ciudad
y no la ciudad entera. Por otra parte, aquellos edificios construidos con técnicas
y materiales de calidad apropiada, resistieron las sacudidas sísmicas, mientras los
de taquezal o los mal reforzados se desplomaron. Esto indica que aún para el
mismo evento, existe una población expuesta a mayor riesgo que otra. El mismo
ejercicio de reflexión se puede trasladar a erupciones y amenazas climáticas.
12
Jaime Wheelock Román
El impacto humano y material producido por las catástrofes naturales, a pesar
del tamaño relativamente pequeño de Nicaragua, es comparativamente de los
más altos del continente. Según cifras de CEPAL entre 1970 y 1998 murieron
por desastres naturales 87.080 personas en América Latina y El Caribe. De éstas
13.398 -15%-, correspondieron a Nicaragua. En ese mismo período en toda la
región se reportaron 12 millones de damnificados, mientras Nicaragua aportaba
1 millón 360 mil, o sea un porcentaje de 11.2 (CEPAL, 1999:30 y ss).
El incremento del riesgo y la vulnerabilidad
Estudiosos, indican que la ocurrencia de calamidades naturales viene aumentando
un 50% cada década entre 1900 y 1990 y acelerándose significativamente desde
1950 (Kreimer y Munasinghe, 1994:3). Esta tendencia es muy clara en Nicaragua.
La mayoría de los nacidos después de la Segunda Guerra Mundial tenían poca
familiaridad con huracanes azotando poblaciones del Pacífico, hasta los años
80. Desde entonces los huracanes Alleta, Juana, César, Mitch y las tormentas
Bret, Gert, Lily, Marcos y Andrés, se ensañaron sobre extensas zonas del país,
dejando 3258 muertos y 960 mil damnificados.
Se ha sugerido que este incremento obedece a modificaciones naturales en las
corrientes marinas y los patrones de viento aparejados a los fenómenos del
Niño y La Niña. Ciclos intensificados de sequía o de lluvias desastrosas, se están
intercalando con mayor recurrencia en Nicaragua en los últimos veinte años. La
evidencia de perturbaciones en el ambiente y ecosistema es fuerte. La mayoría
de estudiosos concluyen que la degradación ambiental provocada por acciones
humanas probablemente ha tenido un impacto significativo de largo plazo. Como
quiera que sea, la vulnerabilidad a los eventos climáticos se ha incrementado en
países tropicales como Nicaragua.
Sin despreocuparnos por la incidencia desastrosa de estos cambios climáticos,
debemos admitir que otros factores son también responsables de incrementos
en la vulnerabilidad de la población. La pregunta obligatoria es, porqué los desastres causan demasiados muertos en Nicaragua? La búsqueda de respuestas
nos lleva a examinar motivos de origen social y humano.
En 1931, cuando la población de Managua era de 70 mil habitantes, el terremoto
ocasionó 1.500 muertos. Para 1972 la población de Nicaragua se había triplicado,
mientras la capital había crecido a una tasa mucho mayor, alcanzando 300 mil
habitantes. Tal densidad de población sobre áreas de semejante riesgo sísmico,
influyó en que la mortandad se elevara más de seis veces con un sismo aún menos
intenso que el registrado en el 31. Una tasa de crecimiento poblacional alta junto
con tendencias crecientes a la urbanización a partir de 1950, han modificado
13
Presentación: Mejor prevenir
para peor el cuadro
demográfico del país.
Desde luego, altas
densidades de población son directamente proporcionales al
riesgo. Nos interesa
subrayar sin embargo
una tendencia más
preocupante: Crecen
más rápido, hay más
inversiones y se están sobrepoblando,
algunas de las ciudades de mayor riesgo,
aumentándose en términos absolutos el número de habitantes que están en
situación vulnerable.
Se ha reconocido ampliamente que la gente es vulnerable porque su proximidad
a las amenazas naturales suele estar combinada con bajos ingresos económicos.
Su capacidad de decidir está alterada por la necesidad de sobrevivir a diario. Es
evidente que si uno lleva a su familia a vivir en zonas seguras, la vulnerabilidad
tiende a reducirse a cero. Sin embargo no es esto lo que ocurre. Las familias de
los barrios orientales y occidentales de Managua han sido golpeadas 26 veces
por inundaciones en los últimos 50 años, pero ellos continúan habitando allí. Los
pobladores de la costa del Xolotlán, evacuados una y otra vez, regresan a desafiar
las tierras anegadas. La gente pobre actúa con menos aversión a los riesgos porque
se ve compelida a sobrevivir en sitios que otros no les disputan. Tienden a vivir
en casas más precarias, en tierras menos estables de costos marginales más bajos
y con escasos recursos para prevenir, enfrentar y sobreponerse a los desastres.
Cuando las personas, comunidades y países tienen bajos ingresos, se presentan
altos niveles de mortalidad y daños ante los desastres (Anderson, 1994:45).
Durante el terremoto de Managua, el 90% de las víctimas -según estimados
de OPS/OMS-, se produjo por colapso de viviendas pertenecientes a familias
de menor ingreso. Estas casas estaban construidas de taquezal o adobe, con
techos pesados de teja, mal diseñadas y muy poco reforzadas. Lo mismo ocurrió durante el huracán Mitch: la casi totalidad de los muertos y damnificados
los pusieron aquellos sectores más pobres forzados a vivir en terrenos rurales y
urbanos de mayor riesgo: sitios en laderas, márgenes de cauces, costas del lago
o terrenos bajos.
14
Jaime Wheelock Román
Ciertos grupos humanos afligidos por la pobreza, la marginalidad y con niveles
culturales limitados, han estado más expuestos a los desastres: comunidades
indígenas en las vegas de los grandes ríos de la vertiente Atlántica; campesinos
pobres afincados en terrenos inestables expuestos a deslizamientos. Los niños
por ejemplo, constituyeron el 80% de los muertos durante el maremoto que
golpeó la costa del Pacífico en Septiembre de 1992.
De otra parte, factores ambientales han contribuido a incrementar la vulnerabilidad. El uso irracional del suelo y el despale se reputan como los responsables de los aluviones mortales que golpearon entre otros, a Managua en 1876
y a Matagalpa en 1903, 1908 y 1937. El descuaje de las vegas de los ríos y el
despale de las cuencas, son la causa directa de las inundaciones frecuentes en
poblaciones como Rama o Wiwilí. Las tierras sobrepastoreadas, los bosques
degradados, el uso extensivo de la leña y las prácticas agrícolas negligentes todas
ellas destructivas de la cobertura vegetal, han estado detrás del creciente peligro
de inundaciones y la desertificación de tierras y praderas anteriormente fértiles.
Previniendo los desastres
Tenemos que partir de hechos reales. Los fenómenos naturales van a seguir
ocurriendo en Nicaragua. Todavía no es posible predecir cuándo o dónde se va
a desencadenar el próximo terremoto, o bien qué poblaciones van a ser azotadas
por un huracán del tamaño del Mitch. Aunque hay importantes avances en la
detección de las fases primarias de una erupción, no es todavía posible avisar a
la población el día y la hora en que se va a producir.
Cada día hay más convicción de que no hay desastres naturales. Si respetamos
las recomendaciones de no construir sobre fallas y las edificaciones se ciñen a
normas antisísmicas, el próximo terremoto sería menos catastrófico. Si un deslizamiento probable, como el que puede ocurrir en los volcanes Concepción o
Maderas, no encuentra poblaciones al pie de monte, la magnitud del daño será
mínima. La voluntad humana puede amortiguar los efectos dañinos del evento
natural si decidimos dejar de hacer cosas que incrementan la vulnerabilidad y
hacer otras que la reducen.
La prevención de los desastres es un problema nacional de primer orden. El
impacto económico de los desastres sobre Nicaragua resulta inaceptable. En
los últimos veintiséis años, según estimados de CEPAL, los daños económicos
acumulados alcanzaban la cifra de 6.200 millones de dólares. Esto equivale al
triple del Producto Interno Bruto anual de Nicaragua. Puesto de otro modo, esta
cifra representa una pérdida anual de 238 millones de dólares, o sea la mitad de
las exportaciones totales de Nicaragua cada año (CEPAL, 1999:36).
15
Presentación: Mejor prevenir
Los daños sucesivos sobre la economía para un país pobre del tamaño de Nicaragua resultan catastróficos. Décadas de esfuerzo productivo y de inversiones
nacionales y familiares se ven destrozados a veces en pocos minutos. Se imponen
además nuevas demandas a la sociedad para reconstrucción y rehabilitación. Un
desastre como el provocado en la Florida por el huracán Andrew causó daños
materiales mayores que Mitch en Nicaragua, pero para el tamaño de la economía
norteamericana, las pérdidas fueron más bien marginales y la recuperación fue
acelerada. El terremoto en Managua de 1972, en términos absolutos una fracción
del de México de 1985, afectó sin embargo el 46% del sector industrial total del
país y acarreó pérdidas dos veces superiores al valor de todas las exportaciones,
dejando al país en el suelo. Tal escala de pérdidas, dejó además profundos y negativos impactos para el progreso económico en el largo plazo, incrementando
tensiones y mayor dependencia
Los efectos debilitantes de los desastres en Nicaragua han minando paulatinamente la capacidad del país para recuperarse. Hay indicaciones de que la
capacidad de respuesta después de cada desastre es menor en naciones pobres.
Después del terremoto destructivo de Kobe, Japón, la recuperación fue rápida
y eficiente. En cambio, la ciudad de Managua todavía en 1999, no ha podido
reponerse de las secuelas del terremoto de 1972. Menos que podamos hacerlo
ahora de las consecuencias del huracán Mitch.
Se ha encontrado que en los países en desarrollo donde habitan las 2/3 partes
de la población mundial, ocurre el 90% de los desastres naturales y el 95% de
las muertes que éstos provocan. Las pérdidas en el ingreso familiar son en estos
países 20 veces más grandes respecto a los países desarrollados. Desde 1960
las pérdidas económicas por desastres naturales se han quintuplicado (Clarke,
1994:2). Detrás de estos efectos, se sugiere que están algunas tendencias negativas
que pudieron ser corregidas en su momento:
•
•
•
•
•
•
16
Tendencia a invertir en áreas vulnerables
Ausencia de normas de construcción o débiles controles cuando las hay
Inexistencia de planificación urbana y rural
Débiles sistemas públicos de detección, seguimiento y prevención
Subestimación de las experiencias anteriores de desastres
Muy pocas inversiones, medidas y políticas para prevenir los riesgos.
Después de la trágica experiencia dejada por el huracán Mitch, es momento
para reafirmar que sin una efectiva, sistemática y consistente acción colectiva
para prevenir los desastres, no es posible superar el atraso económico. Vista
la magnitud financiera de los daños ocasionados por los desastres, es evidente
que una parte de los problemas de pobreza acumulada que sufre Nicaragua son
Jaime Wheelock Román
consecuencia de los mismos. La hipótesis desarrollada por el investigador Ken
Sudo correlacionando el Producto Bruto per cápita y el número de desastres
por años, confirmó que todos los países centroamericanos y del Caribe menos
desarrollados habían sido los más sometidos a castigos de la naturaleza (Caballero y Zapata Martí, 1994:29). También estos países tenían los programas más
débiles de prevención.
La planificación de un desarrollo sostenible en países de alto riesgo como Nicaragua debe llevar implícita la exigencia de destinar una parte proporcional de la
inversión pública y privada a la prevención. En Nicaragua perdemos no menos
del 10% del PIB promedio por año por causa de desastres. Con un porcentaje
bastante menor, mientras se mantiene el apoyo al crecimiento, sería factible emprender obras preventivas sobre los sitios más vulnerables y los grupos sociales
más pobres. Mejorar la situación económica de los sectores más pobres es ayudar
a reducir directamente su vulnerabilidad. Es a fin de cuentas más barato gastar
poco para prevenir que gastar mucho para reconstruir. Hasta hoy en realidad la
reconstrucción ha sido sin desarrollo. Nos limitamos a reponer lo dañado y en el
mismo lugar, para que otro sismo, huracán o inundación lo destroce nuevamente.
Hasta el presente la tónica en Nicaragua ha sido que los recursos casi siempre
escasos para la inversión, priorizan áreas diferentes a la de prevención. Es revelador que sólo una fracción insignificante de la cartera de proyectos presentada
a la comunidad de donantes en Estocolmo estaba relacionada a la prevención
de desastres. Esta tendencia se ha visto en los últimos años agravada porque los
pocos recursos disponibles del Estado, se ven sometidos a condiciones severas
y metas macroeconómicas restrictivas impuestas en los programas de ajuste estructural. Simplemente no quedan asignaciones para la prevención de desastres.
Por otra parte, tanto las agencias donantes como los bancos, tal como lo observa Randall Kramer, raramente incluyen el potencial de desastres en el análisis
económico para soportar el diseño de proyectos y las decisiones de conceder
financiamiento Un estudio sobre frecuencias de retorno de tormentas tropicales
y productividad llevado a cabo por Florey en Santa Lucía, encontró que cuando
la frecuencia es 1 cada 6 años, la pérdida de productividad agrícola era del 60%
(Kramer, 1994:74).
Los cambios institucionales han limitado la capacidad del Estado. Hoy el municipio está más descentralizado y junto a ello, el creciente rol de la participación ciudadana, indica que una parte de las acciones futuras deben dirigirse al
reforzamiento de las estrategias de prevención que parten de la población local
para lidiar con los desastres. Fortalecer la autoconfianza de la comunidad es
tarea importante para mejorar la capacidad nacional de enfrentar las amenazas
17
Presentación: Mejor prevenir
naturales, más aún cuando el país es pobre, hay limitados recursos fiscales para
la prevención y son débiles las capacidades institucionales para confrontar los
desastres.
Este libro surge con el propósito de ayudar a crear conciencia y ofrecer a la población nicaragüense conocimientos útiles para estimular acciones de reducción
de la vulnerabilidad antes que el daño potencial sobrevenga. Es una iniciativa del
Instituto para el Desarrollo y la Democracia (IPADE), respaldada por Diakonia
de Suecia dentro de un programa más general de prevención de desastres. En el
texto se abordan aspectos de suma importancia para cualquier nicaragüense que
desee conocer: Qué y cuántos eventos naturales nos han afectado en la historia
conocida. Porqué ocurren. Cómo los nicaragüenses con nuestras acciones hemos
agravado la vulnerabilidad. Dónde están los sitios más vulnerables; y, cuáles
son las medidas que debemos tomar en el ámbito local y familiar para reducir
la vulnerabilidad.
La complejidad del tema y el propósito de ofrecer una información de calidad
exigieron que esta obra fuese colectiva y los temas, abordados por profesionales
y expertos sensibilizados con la materia. Jaime Incer Barquero estuvo a cargo
de la sección que explica el origen de los eventos naturales; Jaime Wheelock
Román abordó las consideraciones históricas sobre los desastres; Lorenzo
Cardenal estuvo a cargo de la exposición sobre las acciones del hombre que
provocan o agravan los eventos dañinos; Alejandro C. Rodríguez tuvo bajo
su responsabilidad la exposición sobre nuestros puntos más sensibles. Para el
capítulo relacionado a las recomendaciones dirigidas tanto a Municipios como
a familias sobre cómo prever y enfrentar situaciones de desastres, se contó con
el apoyo del Ing. Armando Ugarte y valiosa información suministrada por la
Federación de Cruz Roja Internacional. Desde luego, un tema tan poco abordado o discutido en el ámbito nacional expone a los autores a imprecisiones y
errores. No obstante el ciclo trágico de los desastres que asecha a la población
y la magnitud creciente de los daños, nos impulsó a correr ese riesgo.
Los resultados de este libro son producto de la cooperación entre entidades
de la sociedad civil, instituciones públicas, universidades y expertos del ámbito
nacional e internacional. Nuestro agradecimiento a todas aquellas personas e
instituciones que participaron para la realización de esta obra.
18
Jaime Wheelock Román
• Nicaragua es uno de los países en el mundo más castigados por desastres
de origen natural
• La mayoría de la población vive en sitios vulnerables
• Las acciones humanas como deforestación y prácticas agrícolas e industriales desordenadas han agravado nuestra vulnerabilidad frente a los fenómenos naturales
• Los más pobres ubicados en sitios de alto riesgo y con viviendas inadecuadas
han sido el grueso de los muertos y damnificados
• Las altas pérdidas económicas ocasionadas por los desastres han frenado
el crecimiento económico del país e incrementado la pobreza
• Las inversiones en prevención de desastres son insignificantes en Nicaragua
• Los daños humanos y materiales que provocan los fenómenos naturales
pueden reducirse con acciones de prevención. Los desastres no son naturales, sino consecuencia en gran medida de nuestra falta de previsión.
19
PARTE
II
¿Por qué ocurren los terremotos,
erupciones volcánicas e inundaciones
en Nicaragua?
Jaime Incer Barquero
F enómenos telúricos y climáticos en
Nicaragua
Introducción
Nicaragua se ha visto azotada en los últimos tiempos por una serie de fenómenos
naturales de esos que sacuden su territorio y perturban su clima, pero más que
todo cobran vidas y destruyen propiedades creando un sentido de inseguridad
personal, además de afectar seriamente el desarrollo del país.
Muchos creen que estos fenómenos se han ensañado sobre el país en las últimas
tres décadas, al extremo de considerarlos como un castigo de la Providencia,
pero en realidad siempre se han presentado, con igual o mayor intensidad que
los ocurridos en tiempos pasados.
La erupción del Cerro Negro en julio de 1947, para citar un ejemplo, fue tan
violenta como la acaecida en febrero de 1971 y el terremoto de Managua en
marzo de 1931 tan devastador como el acontecido en diciembre de 1972 en la
misma ciudad.
En el siglo pasado, un terremoto ocurrido en Rivas en 1844 levantó raudales
en el río Tipitapa y la erupción del Cosigüina en 1835 no ha sido superada en
magnitud por ningún otro volcán nicaragüense o centroamericano, siendo en
efecto uno de los mayores cataclismos ocurridos en este continente desde la
época de la conquista española.
Por otra parte el huracán Joan, que asoló Bluefields en octubre de 1988, fue
tan intenso como el Edith que en septiembre de 1971 destruyó la villa de Cabo
Gracias a Dios, cuando la fuerza del viento levantó por los aires las endebles
chozas de los miskitos y una marejada terminó de arrasar con los cimientos de
la población.
Aunque Nicaragua es un país joven, con una memoria histórica muy corta, estamos hoy más informados que antes. Se ha adquirido la capacidad técnica para
detectar con mejor precisión la ocurrencia de estos eventos; se tiene un mayor
23
¿Porqué ocurren...?
conocimiento de las zonas más vulnerables del país a los diferentes fenómenos
climáticos y telúricos que amenazan el territorio.
Gracias a los satélites meteorológicos se puede seguir el curso y desarrollo de
las perturbaciones atmosféricas, como son las tormentas tropicales y los huracanes que procedentes del mar Caribe avanzan amenazantes rumbo al istmo
centroamericano.
No obstante lo dicho, todavía es difícil pronosticar la inminencia de una erupción
volcánica, sino con pocas horas de anticipación, o la ocurrencia de un súbito
terremoto. Al menos ya se conoce donde se pueden desatar tales fenómenos, qué
consecuencias acarrean y cómo auxiliar a la población amenazada, minimizando
riesgos o, una vez afectada por tales fenómenos telúricos, atender su clamor y
asistirla en su desamparo.
Después de todo, los sustos que sufren los nicaragüenses y los riesgos que pasan
a causa de tales fenómenos no han logrado desenraizarlos del terruño.
Un segmento del Círculo de Fuego del Pacífico y sus consecuencias geológicas
El istmo centroamericano se encuentra ubicado en un segmento muy activo y
a veces violento de la corteza terrestre. Este segmento forma parte del Anillo
de Fuego del Pacífico, así llamado por presentar una gran cantidad de volcanes
activos y latentes alrededor de dicho océano. En el Anillo se producen tanto
erupciones volcánicas como terremotos.
El Anillo de Fuego abarca varias islas en Oceanía, Nueva Zelandia, Indonesia,
Filipinas, Japón, las islas
Kuriles, la península siberiana de Kamchatka, las
islas Aleutianas; continúa
por la costa del Pacífico de
Alaska, Canadá y Estados
Unidos; el altiplano mexicano, el istmo centroamericano y la cordillera de
los Andes, desde el centro
de Colombia hasta el sur
de Chile.
24
Jaime Incer Barquero
Con relación al segmento centroamericano, la Smithsonian Institution en su
«Catálogo de Volcanes del Mundo», describe como activos (contando erupciones
ocurridas desde hace 12,000 años), 21 volcanes en Guatemala, 18 en El Salvador,
2 en Honduras (en el golfo de Fonseca); 15 en Nicaragua, 12 en Costa Rica y
2 en Panamá. Los 12,000 años comprenden la época geológica más reciente,
conocida como Holoceno.
En el caso de Nicaragua no se consideraron algunos conos aparentemente inactivos, (Chonco, Casita, Santa Clara, Asososca), así como otras estructuras secundarias o adventicias, formadas durante el vulcanismo holocénico, tal como los
conos más pequeños (Moyotepe, Motastepe, Coyotepe, Posintepe, por ejemplo),
o antiguas calderas volcánicas, (Monte Galán, Argelia, etc.), los que sumados a
las anteriores duplican el número de los catalogados por la Smithsonian y hacen
de los volcanes nicaragüenses el grupo más activo, (posiblemente también el más
joven), en relación con el resto de los volcanes ístmicos.
A este respecto, el geólogo Alfred Rittman, estudiando el llamado «Indice de
Explosividad» entre los volcanes del mundo, llegó a considerar a Nicaragua
«como el país más explosivo del mundo» geológicamente hablando.
Coincidiendo con la abundancia de volcanes, el istmo centroamericano experimenta frecuentes sismos que también se presentan a lo largo del Anillo de Fuego
del Pacífico, aunque inducidos por diferente mecanismo. Erupciones y terremotos
no necesariamente ocurren en forma simultánea; no obstante se ubican en las
partes más delgadas y frágiles de la corteza terrestre, como es la que ocupa el
istmo centroamericano junto al borde del océano Pacífico.
La posición ístmica-tropical de Nicaragua y sus consecuencias
climatológicas
Otra serie de fenómenos naturales que afectan con mayor
recurrencia a Nicaragua es
producida por las condiciones
atmosféricas que imperan sobre su territorio.
Nicaragua se localiza en medio del istmo centroamericano
que a su vez separa dos masas
continentales y dos océanos.
Siendo el istmo una faja de
25
¿Porqué ocurren...?
tierra muy angosta, su clima está sometido principalmente a la influencia de los
dos extensos mares que la rodean, de donde proceden masas de aire cargadas
de humedad que producen desde ligeras brisas refrescantes hasta violentos
huracanes destructivos.
La humedad oceánica, a la vez, es el resultado de la evaporación de los mares
bajo el intenso calor del sol, cuyos candentes rayos caen verticales sobre la zona
tropical en la cual se encuentra el istmo centroamericano.
En ese sentido, localizado el istmo a poca distancia del ecuador terrestre, experimenta temperaturas elevadas entre abril y octubre, las cuales no sólo calientan el
territorio sino también los mares aledaños, desatando una serie de perturbaciones atmosféricas. En ese sentido el mar Caribe, de donde proceden frecuentes
vientos húmedos y ocasionales huracanes, es la principal fuente que dinamiza
la climatología de Nicaragua.
A diferencia de los fenómenos telúricos, que se pueden presentar en cualquier
época del año, las perturbaciones climáticas se rigen por el movimiento del sol
y se presentan en determinados períodos del año. (En la segunda parte de este
escrito se volverá a insistir sobre el tema).
La Tierra como planeta
La Tierra es el tercer planeta del sistema solar. Es una esfera redonda de 12,700
km de diámetro que gira sobre sí misma en 24 horas y alrededor del sol en un año.
Aunque nuestro planeta se formó hace 4,600 millones de años, al igual que el
resto de los miembros del sistema solar, su masa, tamaño y composición hicieron de él un mundo especial desde el punto de vista de su evolución geológica
y biológica.
Por otra parte, la distancia de la Tierra al sol, estimada en 150 millones de km, ha
permitido que el agua exista en nuestro planeta mayormente en estado líquido,
condición que resultó esencial para el desarrollo de la vida y su diversificación
en multitud de seres vivientes, incluyendo la aparición del hombre.
Desde su constitución como planeta, la Tierra ha sufrido continuas modificaciones debido a fuerzas procedentes de su interior, (erupciones, sismos, alzamientos, hundimientos, desplazamientos continentales, etc.), así como por fuerzas
externas relacionadas con su atmósfera, o envoltura de aire que la rodea y cuyas
manifestaciones rigen el cambiante clima del planeta.
26
Jaime Incer Barquero
En efecto, la Tierra ha conservado mucho del calor primitivo que se acuñó en
su interior desde el principio de su formación como planeta. Este calor interno
es liberado a través de las erupciones volcánicas. También moviliza y revuelve a
profundidad inmensas masas de material incandescente, llamado colectivamente
magma que los volcanes expulsan en forma de lava, o bien presionan desde abajo
la superficie o corteza del planeta, provocando el movimiento lateral de los pisos
oceánicos y el desplazamiento de continentes enteros, todo lo cual es causa de
diversas manifestaciones telúricas.
Por otro lado, la energía que procede del sol, al calentar los océanos y la atmósfera, provoca vientos, lluvias, tempestades y otras manifestaciones climáticas que
se desatan sobre la superficie del planeta. Lo más sorprendente de esta energía
es que la Tierra, con su diminuta presencia y lejanía del sol, apenas intercepta
la dos mil millonésima parte de todo el calor que el sol irradia hacia el espacio,
cantidad sin embargo suficiente para producir oleajes, tornados, vientos, lluvias,
huracanes, además de mantener activos a todos los seres que crecen sobre la
superficie del planeta, incluyendo al hombre con todas sus invenciones.
La estructura interna de la Tierra
Básicamente la Tierra está formada por tres capas que se
conformaron desde los primeros tiempos de su condensación como esfera planetaria, atrayendo y organizando en su derredor los elementos químicos que
fueron parte de la nebulosa primigenia que dio
origen al sistema solar, la cual estaba integrada
por una mezcla caótica de gas y polvo cósmico.
Durante el largo proceso de acreción de materiales por gravedad, en el centro de la Tierra
se acumularon y hundieron los elementos más
pesados como el níquel y el hierro, incluyendo
algunos radioactivos que han mantenido hasta el
presente el calor interno del planeta. Otros elementos más livianos como sílice, calcio, magnesio, potasio,
azufre, etc., se situaron en el exterior, donde se combinaron y enfriaron rápidamente formando parte de la corteza o superficie solidificada de la Tierra. Unos
terceros, (bióxido de carbono, nitrógeno, vapor de agua y otros gases livianos),
flotaron en la periferia dando origen a la primitiva atmósfera del planeta, a la
cual se le agregaría después el oxígeno.
27
¿Porqué ocurren...?
El centro o núcleo de la Tierra es por tanto una esfera de hierro y níquel, en parte
sólida y en parte fundida, con temperaturas entre 3,000° y 5,000° centígrados.
No obstante el intenso calor encerrado en el núcleo, este se encuentra sometido
a potentes presiones, tanto que el material fundido es más rígido que el mismo
acero.
Envuelve al núcleo otra gruesa capa de materiales incandescentes, llamada manto, donde además de hierro, níquel y otros materiales pesados existe una gran
cantidad de silicatos fundidos. Los silicatos son los principales componentes de
las rocas. El manto es más fluido que el núcleo y menos cálido; su temperatura
oscila entre 1,500 y 3,000º centígrados, según la profundidad. De su fondo surgen
corrientes de materiales fundidos (magma) hasta tocar la corteza de la Tierra,
para luego volver a hundirse en un movimiento cerrado incesante llamado de
convección térmica.
La tercera capa es la litosfera o corteza terrestre, delgada, fría y rocosa, que se
hunde debajo del mar para formar el piso o fondo oceánico, o se levanta encima
del mismo para constituir islas y continentes. La corteza es muy delgada bajo
los océanos (unos 10 km) y se engruesa por debajo de los continentes donde su
espesor alcanza 60-80 km.
Comparando el grosor de las tres capas que conforman el planeta con la estructura de un zapote, se podría decir que el núcleo de la Tierra es como la semilla,
el manto como la pulpa y la corteza como la cáscara de dicha fruta. Siguiendo
el símil, también cabe señalar que así como la pulpa del zapote es la parte más
sustanciosa de la fruta, el manto de la Tierra es la parte más dinámica del planeta.
Fracturas oceánicas y placas tectónicas
Como se señaló antes, la frágil corteza de la Tierra, presionada por las masas
de magma ascendente procedentes del manto, se ha resquebrajado a lo largo de
ciertas fracturas de varios miles de kilómetros de longitud que corren debajo de
los océanos o cortan los continentes.
Ejemplo notable es la larga fractura oceánica llamada Dorsal del Atlántico que
corre al fondo de dicho océano, desde la nórdica Islandia hasta la parte más
austral de dicho mar. La Dorsal partió en dos un antiguo y extenso continente
que existía hace 250 millones de años. A consecuencia de la fractura, lo que hoy
es Europa se separó de Norteamérica, mientras África se distanció de Suramérica.
28
Jaime Incer Barquero
Por la Dorsal del Atlántico escapa lava originando volcanes submarinos, los
cuales han formado una larga cordillera debajo del océano; en algunos puntos
se levanta sobre el nivel del mar formando islas volcánicas como Islandia, las
Azores, Ascensión, Santa Helena y Tristán de Acuña.
A partir de la Dorsal, el magma sale a la superficie, presiona y se esparce lateralmente sobre el fondo submarino, como la sangre que brota de una herida
restañada manchando la piel. De esta manera se forma un nuevo piso oceánico
que se extiende lentamente ampliando el suelo submarino a ambos lados de la
Dorsal y abriendo espacio a la expansión del océano Atlántico. El movimiento
continúa en el presente, de modo que cada año el continente americano se separa unos pocos centímetros de Europa y África, mientras aumenta la anchura
del océano interpuesto.
El fondo del océano Pacífico
también está cortado en todo
su contorno por otra fractura, la cual separa América de
Asia y Oceanía. El océano
Indico presenta a su vez una
fractura que separa Australia de África y penetra en el
continente formando la fosa
del mar Rojo. Esta fractura
divide el noreste de África de
29
¿Porqué ocurren...?
la península de Arabia. Por otra parte, la Antártida es un continente circundado
por fracturas que empalman con las anteriormente descritas.
Como consecuencia de este fracturamiento global y otros fenómenos secundarios, la corteza de la Tierra está actualmente dividida en varias placas tectónicas, grandes y pequeñas, que se juntan y calzan entre sí como las piezas de un
rompecabezas.
Las placas más extensas son las llamadas Pacífico, Americana, Africana, Euroasiática, Indo-Australiana y Antártica. Entre ellas se acomodan otras más
pequeñas como la Arábiga, Filipina, Carolina, Juan de Fuca, Nazca, Cocos y
Caribe. El istmo centroamericano se encuentra ubicado en el límite que separa
las dos últimas mencionadas, lo cual lo expone a una serie de eventos volcánicos
y sísmicos, según se detalla más adelante.
En resumen, las placas tectónicas son fragmentos de la corteza sólida de la
Tierra que se mueven y desplazan lentamente entre sí, bajo la acción interna
de las masas de magma ascendente que en algunos lugares aflora a través de
las fracturas o dorsales oceánicas. De esta manera tanto los continentes como
los mares parecen «flotar» sobre la superficie del manto en cuyo interior dichas
masas se originan.
Colisión, deslizamiento y hundimiento entre placas
Hubo un tiempo cuando la Antártida,
Australia y la India formaron parte de un
mismo continente. Las tres se separaron en placas independientes. La India
flotó hacia el norte hasta colisionar
con Asia hace unos 40 millones de
años. De esta gran colisión surgió la
cordillera del Himalaya, la más alta del
mundo, que fuera antes antiguo fondo
oceánico, rebanado y levantado por el
encuentro de dos placas.
30
Jaime Incer Barquero
Una segunda forma de interacción de placas es ilustrada por el deslizamiento que
actualmente se produce a lo
largo de la fractura de San
Andrés. Esta separa la orilla
noreste de la placa Pacífico,
del borde californiano de la
placa Americana. La fricción
o rozamiento entre ambas
produce frecuentes sismos,
pero en este caso la franja
San Diego -Los Angeles- San
Francisco se desliza hacia el
norte, a lo largo del borde de
la placa Americana, de modo
que en los próximos millones de años estas ciudades
(en el caso que perduren)
quedarán a la altura de
Alaska, como resultado de
este lento pero progresivo
deslizamiento de una placa
con relación a su vecina.
También se presenta un
tercer tipo de interacción,
cuando una placa se hunde o subside por debajo de su vecina más resistente,
formando entre ambas una fosa o trinchera oceánica. En este caso el frente de la
placa en hundimiento ejerce presión sobre la placa vecina (producción de sismos);
penetra en el manto, se derrite y forma magma, el cual alimenta los bolsones
subterráneos o cámaras magmáticas causantes de las erupciones volcánicas, las
que con frecuencia se producen en el borde de la placa resistente.
Interacción entre las placas Coco y Caribe
El último caso de interacción es el que se presenta en istmo centroamericano,
localizado a la orilla de la Fosa Mesoamericana. Esta es una alargada trinchera
oceánica de 5,000 metros de profundidad, que se extiende paralela a la costa del
Pacífico, desde Acapulco hasta Guanacaste.
31
¿Porqué ocurren...?
La fosa demarca el eje de hundimiento donde la placa Cocos en movimiento se
introduce debajo de la placa Caribe, aparentemente estable. La placa Cocos, de
tipo submarino, está formada por el piso oceánico inmediato del Pacífico. La
placa Caribe en cambio es de tipo continental y en ella montan el istmo centroamericano, el mar Caribe y las islas Antillas, salvo Cuba.
La interacción entre ambas placas es la causa de los frecuentes sismos que sacuden la costa del Pacífico a lo largo del istmo, como también de las erupciones
de los volcanes alineados en su orilla.
Estas dos pequeñas placas están a su vez entrampadas entre las dos más grandes de Norteamérica y Suramérica, que algunos geólogos consideran como
formando una sola placa, no obstante
la intromisión del istmo centroamericano
y del mar Caribe en medio de ambas.
Dicho sea de paso, el desplazamiento de la placa Cocos por debajo de Centroamérica es de unos 9 cm por año. Su empuje proviene de una dorsal llamada
Alzamiento del Pacífico Oriental, (East Pacific Rise), que se ubica unos 2,000 Km
mar adentro en el piso de dicho océano. El magma que ahí aflora a la superficie
empuja el piso submarino hacia Centroamérica, para luego hundirlo debajo de
la placa Caribe.
En consecuencia, el magma que hoy se forma y acumula debajo de los volcanes
centroamericanos fue anteriormente un solidificado piso oceánico, desplazado,
hundido y después fundido, que originalmente brotó en tal estado a lo largo del
Alzamiento del Pacífico Oriental hace un poco más de 20 millones de años. Esta
es una pequeña fracción de la historia geológica de la Tierra.
La presión de la placa Cocos en hundimiento se ejerce en forma perpendicular
a la costa centroamericana y ha producido, además de frecuentes sismos y erupciones volcánicas en el istmo, una serie de rasgos geomorfológicos paralelos,
orientados de noroeste a sureste, como son la fosa mesoamericana, la costa del
Pacífico, la cadena volcánica y la depresión lacustre donde se alojan los lagos de
Managua y Nicaragua.
32
H istorial geológico de Nicaragua
La edad de Nicaragua
El territorio actual de Nicaragua, igual que el resto del istmo centroamericano, se
ha conformado a través de los últimos 80 millones de años por procesos geológicos sucesivos, donde eventos recientes se superpusieron a otros más antiguos.
Estos procesos se continúan hoy, si bien la vida humana y de toda la civilización
es muy corta para constatar extensas transformaciones geológicas. Salvo ciertos
fenómenos locales recurrentes como sismos, erupciones y derrumbes, los grandes
cambios en el planeta requieren por lo general de muchos milenios, por no decir
millones de años, para modificar notablemente su superficie.
Algunos accidentes geográficos, como la erección de los volcanes, se desarrollan
en tiempos relativamente rápidos. El cono del Cerro Negro, por ejemplo, se
ha levantado unos 400 metros en sus 150 años de existencia; el Momotombo
posiblemente ha requerido de 5,000 a 10,000 años para alcanzar su altura actual;
el Mombacho quizá 50,000 años y posiblemente requerirá veinte veces más ese
tiempo antes que la erosión desmorone sus duras rocas y lo rebane hasta igualarlo
a la planicie que le rodea. Sin embargo, en el centro del país se levantan macizos
como Tepesomoto, Kilambé, Peñas Blancas, Saslaya, Musún, etc., formados
por un vulcanismo aún más antiguo, cuyas edades oscilan entre 5 y 20 millones
de años. No obstante tan dilatados espacios de tiempo, estos macizos siguen
proyectándose como las montañas más prominentes del país.
Las rocas más antiguas que afloran en la superficie de Nicaragua son los esquistos, las filitas y los mármoles de Nueva Segovia. Son de la clase llamada
metamórfica. Se formaron muy antiguamente hace más de 200 millones de años
(Era Paleozoica), por presión y sobrecalentamiento en el fondo de la corteza
terrestre, antes de ser proyectadas a la superficie para formar el basamento de
los más antiguos cerros segovianos.
33
¿Porqué ocurren...?
En la misma región también se levantan las altas y empinadas sierras de Dipilto y
Jalapa, limítrofes con Honduras, conformadas por rocas de granito y granodiorita.
Estas sierras alcanzan elevaciones entre 1600 y 2100 metros sobre el nivel del
mar; su edad se estima entre 100 y 80 millones de años, ya en la Era Mesozoica. En un principio formaron parte de grandes bolsones de magma (batolitos)
entrampados entre las capas de la corteza terrestre. Lentamente se enfriaron y
endurecieron a profundidad, para después quedar expuestas en la superficie, ya
sea por empujes tectónicos de abajo hacia arriba, o por erosión de los terrenos
superiores que inicialmente las recubrían.
No obstante la evidente antigüedad de
esas rocas metamórficas e intrusivas, se
desconoce su emplazamiento y posición
original, pues en aquel remotísimo tiempo
no existía Nicaragua, como tampoco el
istmo de Centroamérica tal como hoy lo
reconocemos.
Se parte el gran continente y
nace el Atlántico
Hace 250 millones de años el globo
terrestre estaba ocupado por un solo y
gigantesco continente -llamado por los
geólogos modernos Pangea-, rodeado por
un único y extenso océano. Cien millones
de años después en el fondo de ese continente se abrió la fractura o Dorsal del
Atlántico, separando lo que pasaría a ser la
placa Norteamericana de la Euroasiática.
Entre ambas se amplió un espacio para el
futuro océano Atlántico Norte. El proceso continuó operando hacia el sur y hace
94 millones de años la Dorsal también
separó la placa de Suramérica de África,
extendiendo el Atlántico hacia el sur.
34
Las nuevas placas americanas tampoco
estaban unidas: un espacio marino comunicaba directamente el Atlántico con
el Pacífico, cubriendo la región que más
tarde ocuparía el istmo centroamericano.
Jaime Incer Barquero
En su lugar, un arco de islas volcánicas, (las futuras Antillas) era empujado por
el Alzamiento del Pacífico Oriental hacia el nuevo océano Atlántico, mientras
la Dorsal del Atlántico lo hacía en sentido contrario, dejando entre ambas fracturas entrampada la pequeña placa Caribe, la cual sería el zócalo de la futura
Centroamérica.
Conformación del norte de Centroamérica
Hace unos 65 millones de años (finales del Mesozoico) todavía no existía Centroamérica como istmo. En Norteamérica emergían dos masas, separadas por
un mar superficial o mar proto-Caribe que se extendía de norte a sur, donde
surgirían después las Montañas Rocosas.
Una de las masas, la más occidental, tenía la forma de una alargada isla, que se
extendía desde Alaska hasta México, extremo que remataba en una especie de
península bifurcada. En esa península de clima árido existían las montañas que
hoy constituyen la base de la Sierra Madre en la zona central de Guatemala,
Honduras y norte de Nicaragua. La franja Costa Rica-Panamá no existía entonces
como tierra emergida, pues yacía en el fondo del mar que separaba Norteamérica
de Suramérica.
Un alargado golfo se extendía como un arco al norte de Nicaragua y Honduras
hasta al noroeste de El Salvador. La penetración marina depositó las calizas que
hoy forman parte del valle de Bocay y los cerros de Bosawás en Nicaragua, del
centro de Honduras y de Metapán en El Salvador. También hacia el sur de Nicaragua hubo sedimentación de limos, areniscas, calizas, conglomerados, en lo
que hoy son los terrenos de la banda oriental del istmo de Rivas. Toda la llanura
del Pacífico de Nicaragua estaba sumergida entonces, formando una alargada
cuenca marina de continua sedimentación. A finales del Mesozoico (Cretácico)
grandes dinosaurios merodeaban por todos los continentes como las especies
dominantes de la Tierra.
Centroamérica flota, se fija y prolonga hacia el sur
La transición entre la Era Mesozoica y la Cenozoica, (esta última mejor conocida
como el Período Terciario), hace 60 millones de años, fue violenta. Un meteorito
de 10 km de diámetro chocó contra la Tierra, (donde hoy es la península de
Yucatán), acabó con los dinosaurios y con una gran cantidad de especies que
perecieron en una conflagración mundial.
35
¿Porqué ocurren...?
36
Jaime Incer Barquero
Al iniciarse el Terciario, los antiguos fondos marinos fueron proyectados encima
del nivel del mar, formando las montañas Rocosas al norte y los Andes al sur.
El segmento norte de Centroamérica -también llamado Centroamérica nuclear
o Bloque Chortis-, se desprendió de la península mexicana y flotó rumbo al
sureste, deslizándose a lo largo de la falla de Motagua, que separa la placa Norteamericana de la Caribe, para acomodarse en su presente posición. La placa
Cocos por su parte se hundía en la Fosa Mesoamericana y su derretimiento a
profundidad activó varias etapas del vulcanismo terciario, principalmente en el
centro de Honduras y Nicaragua.
La sedimentación marina en el Pacífico continuó durante el Terciario, formando
el basamento sumergido de la futura llanura del Pacífico. La línea costera llegaba
entonces hasta el pie de los cerros volcánicos de Estelí, Matagalpa y Chontales.
A partir de estos cerros se levantaba una amplia meseta formada por derrames
sucesivos de lavas, consolidando definitivamente la región central del Nicaragua
como tierra firme.
Del fondo del mar, al sur de Nicaragua, surgió la península de Santa Elena
en Guanacaste por donde sangró el magma formando rocas de peridotita y
serpentina. El resto de Costa Rica comenzó a emerger como un archipiélago
de islas volcánicas alargadas. Éstas se conectaron luego entre sí para formar el
istmo tico-panameño, que terminó de consolidarse con el levantamiento de la
cordillera de Talamanca.
Nicaragua durante el eruptivo Terciario
A lo largo del período Terciario Nicaragua sufrió varias etapas de vulcanismo
en su región Central, mientras la región del Pacífico reposaba tranquilamente
en el fondo del mar aledaño.
Por lo menos se reconocen dos etapas volcánicas, separadas por un período de
erosión. Durante la primera etapa llamada Formación Matagalpa, (Eoceno-Oligoceno: 55 a 25 millones de años atrás), se formaron los relieves inferiores
de la región o meseta Central, que con el tiempo y la erosión suavizaron sus
perfiles y rebajaron su altura. También existieron algunos valles o depresiones
que alojaban pequeños lagos, (en Totogalpa y Olama), donde se depositaron
sedimentos continentales.
37
¿Porqué ocurren...?
Posteriormente, durante el Mioceno (25-13 millones atrás), un
renovado vulcanismo llamado
Formación Coyol montó sobre las
estructuras anteriores formando
las más altas crestas montañosas
en Jinotega, Matagalpa, Boaco y
Chontales. Al finalizar el Terciario
estos relieves fueron resquebrajados por numerosas fracturas, levantados en bloques que formaron
empinadas mesetas de cumbres
planas, coronadas con planchas
de lava (Estelí, Sébaco, Estrada,
Teustepe, Hato Grande, etc.).
Gran parte de las formaciones volcánicas del Terciario están constituidas por
efusiones de lava que en mantos horizontales superpuestos cubrieron extensas
áreas, pero también se produjeron grandes explosiones. Éstas dejaron como huellas enormes calderas volcánicas, como las de Pantasma, La Cumplida, Cumaica,
Santa Lucía, La Rejoya, Amerrique, etc., al lado de otras de menor diámetro.
Las imágenes de radar de las calderas y centros volcánicos del Terciario, resaltan
un hecho muy interesante: todos estos relieves están dispuestos en paralelo, formando arcos abiertos en abanico hacia el norte, confluyentes hacia el sur en el
río San Juan, vértice terminal de la meseta volcánica terciaria. Esta disposición
indica que la orientación de Nicaragua fue cambiando con el tiempo, mientras
flotaba como parte del norte de Centroamérica, en relación con la dirección estable de la Fosa Mesoamericana. En la Fosa se hundía y derretía la Placa Cocos
por debajo de la Placa Caribe, alimentando los bolsones eruptivos del antiguo
vulcanismo terciario, tal como actualmente lo sigue haciendo debajo de los volcanes modernos del Pacífico.
Surgimiento del Pacífico, de volcanes y lagos
El Plio-pleistoceno, (los últimos dos millones de años), marca la transición entre
el vulcanismo central del Terciario en proceso de agotamiento y la actual fase
volcánica del Cuaternario que tuvo lugar en la región del Pacífico. Esta región
emergió del mar dejando al descubierto una extensa pila de sedimentos cuyas
rocas se pueden observar junto al actual litoral, en las bajas colinas que se extienden desde la bahía de Salinas, pasando por Ostional, San Juan del Sur, Brito,
38
Jaime Incer Barquero
Escalante, Casares, Masachapa, hasta el balneario de El Tránsito. Una posterior
transgresión o penetración marina, dejó sembrada de calizas madrepóricas una
angosta faja en San Rafael del Sur, que hoy es motivo de explotación de cal.
La incesante presión de la placa Cocos sobre el istmo, flexó o combó la llanura
del Pacífico recién emergida y produjo a lo largo dos líneas de fracturación paralelas. La primera y más antigua corre al pie de la meseta Central, extendiéndose
desde el golfo de Fonseca hasta el valle del río San Juan. Esta fractura dio lugar
a conos y calderas cuyos restos son los cerros de Villa Nueva, Larreynaga, Totumbla, Ciguatepe, San Jacinto, Las Lajas, Cuisaltepe, incluyendo varios conos
menores en los llanos de Chontales, hasta la caldera de Tambor Grande, junto
al actual río San Juan.
La segunda fractura corresponde a la alineación volcánica moderna, que se
desarrolló desde Cosigüina hasta Ometepe, donde hoy se destacan los actuales
volcanes cuaternarios del Pacífico. También forman parte levantada de esta
fractura, las sierras de Mateare y de Managua.
La llanura del Pacífico, combada y fracturada por ambos lados, se hundió en
toda su longitud para formar la Depresión Nicaragüense o Graben Lacustre, el
cual se extiende desde el golfo de Fonseca hasta la desembocadura del río San
Juan. Esto aconteció hace un millón de años.
El corredor hundido, donde la llanura actual no sobrepasa la altura de 75 metros
sobre el nivel del mar, fue pronto invadido por las aguas para alojar en su fondo
los lagos de Nicaragua, que entonces formaban una sola superficie. Algunos
geólogos creen que esta masa lacustre originalmente tuvo conexión con el Pacífico, hacia el extremo del golfo de Fonseca; que luego los volcanes Maribios
rellenaron y sepultaron con sus emisiones dicha conexión, obligando al lago
original a desaguar en sentido opuesto, por el valle deprimido del río San Juan.
Posteriormente, un levantamiento y falla transversa a la altura de los termales
de Tipitapa levantó el bloque occidental, separando el lago de Managua del de
Nicaragua con una diferencia altitudinal de 9 metros.
El hundimiento tectónico del Graben Lacustre fue compensado por el levantamiento
de las sierras de Managua y meseta de Los Pueblos, que actualmente se elevan entre
500 y 900 metros sobre el nivel de la depresión lacustre.
39
¿Porqué ocurren...?
Configuración actual de Nicaragua
Debido a los varios procesos geodinámicos operados en Nicaragua, desde su
emplazamiento en medio del istmo centroamericano, se puede resumir la fisiografía del país en los siguientes elementos por orden cronológico:
a) El antiquísimo Núcleo Paleozoico-Mesozoico de rocas metamórficas e intrusivas en la región segoviana, que se extiende más allá de Bocay hasta el área
minera de Siuna.
b)La Meseta Central de origen volcánico terciario, fracturada, levantada y actualmente en proceso de erosión continental.
c) La Llanura del Pacífico, conformada por sedimentos marinos emergidos a lo
largo del litoral, en gran parte recubierta posteriormente por los productos
del vulcanismo cuaternario reciente.
d)La Depresión Lacustre, que alberga dos lagos y está flanqueada por fracturas
donde están alineados volcanes originados durante el reciente Plioceno-Pleistoceno (transición del Terciario al Cuaternario).
e) La extensa Llanura Aluvial del Caribe, cuya parte frontal es una terraza marina recién emergida que se extiende entre Puerto Cabezas y Waspán. Hacia
el sur ha sido rellenada por aluvión cuaternario, procedente de las montañas
centrales. La erosión continúa rebanándola hasta confundirla con el nivel del
mar, previa formación litoral de deltas, lagunas y barreras costeras.
40
v
ulcanismo y sismicidad en Nicaragua
Mecanismos para la producción de sismos y erupciones
Según lo expuesto anteriormente, el vulcanismo y la sismicidad que ocurren
principalmente en la región del Pacífico de Nicaragua son el resultado de la
presión de la placa Cocos sobre la placa Caribe y del continuo hundimiento o
subsidencia de aquélla por debajo de ésta.
La presión provoca tensiones en el
frente de la placa Cocos, las cuales
se descargan en forma de sismos
que se originan a diferentes profundidades y con diversas intensidades.
Por otra parte, el hundimiento o
subducción de la placa Cocos inyecta materiales en forma permanente debajo de la placa Caribe, los que sobrecalentados a profundidad se funden para engrosar los magmas del manto. Estos
materiales quedan sometidos a grandes presiones y temperaturas y se acumulan
debajo del istmo centroamericano en bolsones incandescentes formando cámaras
magmáticas, independientes unas de otras.
Eventualmente el magma acumulado en una de esas cámaras, encuentra salida
a través de fisuras o fracturas verticales que al alcanzar la superficie, produce
una erupción volcánica. La lava es por tanto magma expulsado en forma líquida
o viscosa mientras las cenizas, arenas y otras partículas que el volcán proyecta
al aire, son salpicaduras de magma muy fragmentadas, enfriadas y solidificadas
durante el proceso de expulsión.
También contribuyen a la erupción los gases atrapados a presión en el magma, que
escapan por los conductos volcánicos y son liberados al exterior a semejanza del
líquido y las burbujas que surgen cuando se destapa una botella de champagne.
41
¿Porqué ocurren...?
Conformación de un volcán
Cuando el magma erupta sobre la superficie
terrestre los materiales expulsados se acumulan
en torno al orificio de salida o cráter, formando
un volcán, o recubren y refuerzan el cono preexistente.
Por lo general la dimensión de un
volcán depende del volumen de
materiales que expulsa y la frecuencia de sus erupciones. En
algunos ocasiones la fuerza
eruptiva puede decapitar o
demoler el volcán, como el
caso del Cosigüina, o del gran
cráter de Apoyo. En todos los
casos, los volcanes sufren los efectos rebanadores de la erosión que actúa en
forma continua sobre sus laderas inclinadas. Éstas, además de pendientes, están
recubiertas por materiales fragmentados y sueltos, que las hacen susceptibles a
repentinos deslaves o avalanchas, como el caso antiguo del Mombacho y el más
reciente del Casita.
Algunos conos volcánicos están constituidos principalmente por fragmentos
sólidos, (cenizas, arenas, lapillis, guijarros, bombas, etc.), llamados piroclastos,
(Cerro Negro, Motastepe, El Comalito). En otros predominan las coladas de
lava, desde las más fluidas (volcán Masaya) que forman laderas muy tendidas,
hasta las más viscosas (Chonco, Posintepe) que dan al cono la forma de domo.
La gran mayoría de los volcanes nicaragüenses sin embargo, son estructuras
compuestas donde se alternan flujos de lava solidificada con amontonamiento
de piroclastos.
Por otra parte, la explosividad de una erupción volcánica depende de la composición química del magma y del volumen de gases encerrados o atrapados
en el mismo. Una veces originan lavas fluidas (tipo hawaiano) que se derraman
tranquilamente sobre las laderas del volcán (Masaya). En otros casos predomina la proyección ruidosa de arenas y cenizas (tipo stromboliano) que alcanzan
grandes alturas (Cerro Negro, Telica, Momotombo), a veces acompañada por
flujos de lava.
42
Jaime Incer Barquero
La violenta erupción del Cosigüina en 1835 es el único caso históricamente
registrado en Nicaragua de una erupción tipo vesubiano o pliniano, producida
por una súbita efervescencia del magma atrapado debajo del cono, liberado en
forma tan violenta que decapitó la antigua cumbre del volcán y dejó abierto un
ancho y profundo cráter.
La alineación volcánica de Nicaragua
Paralela a la costa del Pacífico de Nicaragua se localiza una alineación de estructuras volcánicas en dirección noroeste-sureste, la cual se extiende por unos 300
km desde el golfo de Fonseca hasta el lago de Nicaragua.
Sobre esta línea se pueden contar unas 30 formaciones, entre las que figuran
conos en diversos estados de desarrollo, calderas de hundimiento, cráteres-lagunas, conos adventicios, etc. En algunos casos se observan nuevas estructuras
montadas sobre viejos edificios volcánicos, extintos o derruidos, como en el San
Cristóbal, El Hoyo y Momotombo. Otras veces, una sucesión de cráteres indica
el desplazamiento del foco eruptivo sobre la cresta volcánica (Telica y Masaya).
La alineación volcánica de Nicaragua se inicia con el Cosigüina, en el extremo
noroeste y termina con los dos volcanes de la isla de Ometepe en el sureste.
Esta línea no es continua ni necesariamente recta.
43
¿Porqué ocurren...?
El Cosigüina se destaca como un cono aislado que forma parte mas bien de los
cerros volcánicos del golfo de Fonseca, estando antiguamente ubicado en una isla
que después quedó anexada como península al resto del territorio nicaragüense.
Unos 60 km separan al Cosigüina de la sierra de Los Maribios, que comprende
los volcanes Chonco, San Cristóbal, Casita, Telica, Santa Clara, Orota, Cerro
Negro, Asososca, Pilas-El Hoyo y Momotombo. Este es considerado el segmento
volcánico más activo y de mayor riesgo en el istmo centroamericano.
Una serie de fallas transversales ocupan el siguiente sector, donde se localizan
el lago Xolotlán y la ciudad de Managua, hasta Ticuantepe y Tipitapa. En este
segmento la alineación volcánica experimenta una flexión hacia el sur, que arranca
en la isla de Momotombito (de origen volcánico) y continúa en la península de
Chiltepe y las lagunas de Managua.
Estas fallas transversas son responsables de la deformación del contorno del
lago Xolotlán, con bahías y penínsulas, además de la mayor vulnerabilidad sísmica de la capital.
En efecto, a partir del Holoceno la flexión ha producido un fallamiento al oeste
de la ciudad de Managua, donde surgieron pequeñas estructuras volcánicas que
se encuentran encadenadas y orientadas con rumbo norte-sur (Apoyeque, Jiloá,
cerros de Miraflores y Javier, laguna de Asososca, cono Motastepe y las hoyadas
de Nejapa y Ticomo). Otra falla transversa a la alineación volcánica principal,
intersecta el centro de Managua; ésta dio origen al
volcancito de Tiscapa y fue
causante del terremoto que
sufrió la ciudad en 1972.
Si bien la actividad volcánica
en el área de Managua parece
haber cesado, o se encuentra latente, la producción
sísmica continua siendo un
fenómeno frecuente en este
segmento de la alineación.
44
Jaime Incer Barquero
A partir del volcán Masaya, que ocupa el fondo de una más antigua y espaciosa
caldera colapsada, la línea volcánica recupera su dirección original, a lo largo de
la cual se localizan sucesivamente la caldera de Apoyo, el volcán Mombacho,
la isla Zapatera y los volcanes Concepción y Maderas que formaron la isla de
Ometepe. En este sector solamente los volcanes Masaya y Concepción han
permanecido activos hasta el presente.
La flexión de la alineación volcánica en el área de Managua corresponde posiblemente a un cambio de inclinación o buzamiento de la parte frontal de la
placa Cocos, al subsidir debajo de la placa Caribe, afectando no sólo la alineación
volcánica sino la forma del litoral del Pacífico.
En efecto, al oeste de la ensenada de El Tamarindo (Puerto Sandino), el bloque
leonés-chinandegano está desplazado hacia el noreste y se encuentra en proceso
de hundimiento; tal se infiere por la penetración del mar que arremete sobre
la costa formando varios esteros contiguos que se extienden hasta Cosigüina,
península en rápido proceso de emersión. Al este de El Tamarindo, (en el litoral
Managua-Carazo), sucede lo contrario: el mar en retirada ha alzado y descubierto
amplias playas arenosas que forman un dilatado arco desde el balneario El Velero
hasta la bahía de Astillero.
El estudio de los múltiples focos sísmicos, su distancia y profundidad con relación a la fosa Mesoamericana, a la costa litoral y al alineamiento volcánico,
puede arrojar mucha luz sobre la forma cómo la placa Cocos, está penetrando
debajo del istmo y en especial de Nicaragua.
Las erupciones volcánicas y sus riesgos
En Nicaragua hay tres formas de riesgos que tienen que ver con la posición de
los centros volcánicos, los tipos de erupción que producen y la posible erosión
y pendiente en las laderas de los volcanes.
El vulcanismo actual es un fenómeno concentrado en la región del Pacífico.
El grado de afectación para una determinada localidad depende en parte de su
vecindad al volcán. No solamente las áreas rurales alrededor del mismo, sino
poblaciones de cierta consideración, son susceptibles a sufrir las consecuencias de
una erupción cercana, la cual puede variar de leve e incómoda hasta catastrófica
y fatal según su magnitud.
45
¿Porqué ocurren...?
Erupciones de baja y regular intensidad se presentan con frecuencia y han sido
registradas a lo largo del período histórico reciente, aunque no se debe descartar
la ocurrencia de verdaderas explosiones catastróficas en los próximos siglos o
milenios. La única gran manifestación registrada históricamente fue la erupción
del Cosigüina en 1835, que se produjo entonces en un lugar por suerte aislado
y despoblado. Hay evidencias de otra igualmente violenta que sacudió al mismo
volcán en tiempos prehistóricos y cuyo relicto es la llamada Cresta Montosa que
asoma al oeste de la caldera actual.
Por otra parte, la reanudación de la erupción que hace 4,000 años tuvo lugar en
Chiltepe afectaría parcialmente la ciudad de Managua y la que formó el cráter
de Apoyo hace 21,000 años sería una catástrofe de magnitud nacional si se llegara a reactivar. Desafortunadamente no hay forma de pronosticar este tipo de
erupciones violentas y calcular su magnitud con suficiente antelación. En verdad,
nunca se puede asegurar categóricamente que un volcán que se formó y apagó
en el Cuaternario esté absolutamente extinto.
Por las experiencias vulcanológicas registradas en los últimos 500 años se pueden
inferir las siguientes posibilidades:
46
Jaime Incer Barquero
Una fuerte erupción del San Cristóbal, un volcán potencialmente peligroso dada
su dimensión, podría severamente afectar a las poblaciones de Chichigalpa,
Corinto, El Realejo, Chinandega y El Viejo, sobre todo si emite las carbonizantes «nubes ardientes». El volcán Telica, por otro lado, representa una amenaza
potencial para las poblaciones de León, Telica, Quezalguaque y Posoltega. Las
frecuentes erupciones del pequeño Cerro Negro han hecho llover piroclastos
acarreados por el viento en dirección a León y Corinto. Una fuerte erupción
del volcán El Hoyo o de su vecino Momotombo afectaría las poblaciones de
Malpaisillo, La Paz Centro y Nagarote. Lo mismo sucedería con los habitantes de
la isla de Ometepe, San Jorge y Rivas si eruptara violentamente el Concepción.
47
¿Porqué ocurren...?
Desde el punto de vista de los flujos volcánicos, los estudios geológicos en las
vecindades señalan la posibilidad que lavas del San Cristóbal puedan proyectarse
radialmente a varios kilómetros del volcán y llegar incluso hasta el Estero Real
por el norte y la bahía de Corinto por el sur. Asimismo, las emitidas por el Telica
podrían alcanzar la población del mismo nombre; y lavas del Momotombo pueden llegar a sepultar las instalaciones del proyecto geotérmico ubicado a sus pies.
Las futuras coladas de lava del volcán Masaya, si logran salir de la caldera como
sucedió en 1772, pueden alcanzar Veracruz, Cofradías, Sabana Grande, destruir
el aeropuerto internacional y llegar hasta el borde del mismo lago de Managua.
Las lavas futuras del Concepción son capaces de calcinar las poblaciones de
Ometepe situadas en su contorno. No obstante estas amenazas, la emisión de
lavas es un proceso tan lento que permitiría la evacuación anticipada de los pobladores que se encuentren en su trayectoria.
Otro efecto direccional de una erupción es el rumbo que siguen los productos
que los volcanes emiten hacia la atmósfera. Normalmente en Nicaragua los
vientos soplan de este a oeste, de modo que las zonas afectadas por la caída del
polvo volcánico, o la invasión de gases, son las ubicadas comúnmente al oeste-suroeste del volcán emisor.
Un caso relevante son los gases que salen del volcán Masaya, los cuales mezclados con vapor de agua forman un rocío ácido que marchita las plantas en el
llano de Pacaya y corroe las estructuras metálicas en las alturas de Casa Colorada
y bajuras de San Rafael del Sur y Masachapa, lugares hacia donde los vientos
normalmente dirigen las emisiones del volcán.
Avalanchas y aluviones
48
No es necesario que un volcán
se encuentre activo para producir
destrucción. Bastaría que un fuerte
sismo provoque el deslizamiento
y derrumbe de los materiales que
recubren sus laderas inclinadas,
materiales que por lo general
están depositados en pendientes
muy inestables; o que los suelos
que los recubren sean fácilmente
saturables tras una intensa lluvia,
lo cual facilitaría su rodamiento
laderas abajo.
Jaime Incer Barquero
El primer caso ocurrió en 1570 cuando la ladera sur del volcán Mombacho cedió
bajo el tremor de un fuerte sismo, rompiéndose por ese lado las paredes del
antiguo cráter, que contenía una laguna. Una avalancha rodó pendiente abajo
arrasando con un pueblo indígena de 400 habitantes al pie del volcán, el cual
quedó sepultado bajo un alud de agua, rocas y lodo.
Viva está la tragedia de la gran avalancha que bajó por la ladera sur del volcán
Casita, a finales de octubre de 1998, desatada por las intensas lluvias del huracán
Mitch, la cual sepultó a unas 2,500 personas que habitaban en el área.
Ciertamente el avance de la agricultura sobre las laderas de los volcanes, así como
la deforestación extensiva que se lleva a cabo en las pendientes, aceleran la posibilidad de que ocurran estos catastróficos deslizamientos en un futuro cercano.
Un fenómeno parecido sucedió en octubre de 1876 cuando un aluvión procedente de las Sierras de Managua descendió sobre la capital durante un fuerte
temporal y destruyó los barrios de San Antonio y San Sebastián. El valle de
Managua, en efecto, se encuentra al pie del abanico aluvial de las Sierras, el que
ha descargado aluviones que bajan en dirección al lago desde los tiempos en que
fueron impresas y sepultadas las huellas de Acahualinca hace varios miles de años.
Aún cuando la ciudad se encuentra ahora drenada por un sistema de cauces revestidos que descargan excedentes de agua hacia el lago, la progresiva deforestación
en el piemonte de las Sierras, es un preludio de futuros aluviones de magnitud
suficiente para desbordarlos y provocar serios daños a la ciudad. Igual podría
acontecer con las poblaciones ubicadas entre León y Chinandega que se encuentran a menos de 20 kilómetros de la sierra volcánica de Los Maribios. Mayor
posibilidad de un desastre de este tipo lo corren las poblaciones y comunidades
de Ometepe, isla dominada por dos altivos volcanes de laderas muy pendientes.
Un peligro potencial, que parece inminente, se encuentra en las erosionadas
laderas del Concepción, recubiertas por capas inestables de piroclastos lanzados
por el volcán en recientes erupciones. El deslizamiento de estos materiales, por
sismos o lluvias, representa una seria amenaza a los pueblos ubicados al sur del
volcán.
49
¿Porqué ocurren...?
Temblores y terremotos
En Nicaragua se suele hablar de temblores y terremotos como si fueran dos
fenómenos distintos. Se señala a los primeros como de leve intensidad, de esos
que provocan sustos pasajeros entre la población, y se califica a los segundos,
como movimientos fuertes, capaces de producir severos daños en las propiedades
y hasta en la vida de las personas. Sin embargo, ambos movimientos obedecen
a las mismas causas. Su intensidad o magnitud es objeto de una gradación, que
va de esos pocos sensibles, que son los más frecuentes, a los verdaderamente
destructivos que se producen en más distantes ocasiones. Es preferible, por
tanto, usar el término de «sismos» para todos estos movimientos súbitos de la
corteza terrestre, sin diferenciar su magnitud, causa o efecto.
Un sismo es originado por la liberación repentina de energía acumulada entre
las capas de la corteza terrestre, a consecuencia de tensiones acumuladas en ellas
en determinados lapsos de tiempo. Los sismos llamados tectónicos obedecen a
la continua presión que la placa Cocos ejerce sobre la parte frontal (región del
Pacífico) del istmo centroamericano. Tienen su origen a lo largo de la Fosa Mesoamericana que demarca la línea de subducción de la placa Cocos debajo de la
Caribe. También pueden presentarse tierra adentro, a lo largo de fallas paralelas o
transversas, las que también están sometidas a los mismos esfuerzos de tensión.
Un segundo tipo de sismos se produce junto a los volcanes, como resultado de la
presión ejercida por el magma y los gases que encierra, que pugnan por escapar
por el orificio volcánico. Estos sismos son de menor intensidad, se encuentran
mayormente restrictos a la vecindad de los volcanes y es común que ocurran en
enjambres. Están asociados a la producción de manifestaciones eruptivas a las
que por lo general preceden.
Un 75% de los sismos detectados en Nicaragua en 1997 fueron de origen tectónico, el resto volcánico.
Origen de los sismos y propagación de sus ondas
Un sismo se origina en un punto interior de la corteza terrestre. Se produce a
causa de una ruptura repentina del equilibrio aparente en que se encuentran
los mantos rocosos subterráneos. Estos ceden, fracturándose y originando una
serie de vibraciones que irradian desde el punto donde se inicia la perturbación,
llamado hipocentro o foco del sismo. A partir de este punto las vibraciones se
propagan en diversas direcciones originando el movimiento sísmico, cuya intensidad disminuye a medida que se alejan del foco perturbador.
50
Jaime Incer Barquero
La vibración sísmica se desplaza por medio de ondas
sobre la superficie de la Tierra. Éstas se debilitan con la
distancia, al igual que las ondas que se forman cuando se
lanza una piedra a un estanque,
para luego suavizarse y desaparecer
a cierta distancia del punto de impacto.
El movimiento sísmico se siente con mayor intensidad en el epicentro, primer punto
de la superficie terrestre en ser alcanzado por la
onda sísmica, por encontrarse directamente encima
del hipocentro.
Además de las ondas que se propagan en su superficie a partir del epicentro,
viajan por el interior de la Tierra ondas longitudinales y transversales. Las primeras cambian el volumen pero no la forma de las rocas, dilatándolas o comprimiéndolas. Las segundas cambian la forma pero no el volumen de las mismas,
distorsionándolas. Las ondas longitudinales se propagan con mayor rapidez en
el interior de la Tierra, mientras que las transversales lo hacen más lentamente
dentro de la misma. Las superficiales son las más lentas de las tres, pero las
más destructivas. Las diferencias en la velocidad de propagación de las ondas
sísmicas, una vez registradas por los sismógrafos, permiten estimar el grado o
intensidad del sismo.
Con tres sismógrafos distribuidos en varios lugares del planeta es posible precisar
el epicentro, punto de la superficie terrestre donde la sacudida fue la más fuerte
y a partir del cual se propagaron las ondas superficiales, decreciendo con la distancia. Los sismógrafos «no prevén» la producción de un sismo, pero permiten
establecer la distancia, la dirección del foco perturbador y determinar con qué
intensidad se presentó el movimiento sísmico.
Intensidad de los terremotos
La escala de Richter mide la intensidad de los sismos en grados que varían desde 1.0 para los más débiles, hasta 8.5 para los más violentos. El terremoto de
Managua de diciembre de 1972 tuvo una intensidad de 5.6 grados en esta escala.
51
¿Porqué ocurren...?
Por otra parte, la escala Mercalli mide según el daño causado a las estructuras
y las alteraciones observadas en el terreno. Comprende 12 grados, descritos a
continuación:
1. Insensible, salvo por algunas pocas personas en condiciones especiales favorables.
2. Sentido por pocas personas en reposo, especialmente en los pisos superiores,
con ligera oscilación de objetos suspendidos
3. Sentido en el interior de los edificios, especialmente en los pisos superiores,
reconocido como un simple «temblor». La vibración es como de un pesado
camión pasando por la calle y su duración puede estimarse en pocos segundos.
4. Sentido por muchos, si se produce en el día. Por la noche, algunos despiertan.
Vajillas, puertas y persianas «traquetean», las paredes crujen. Se siente como
si un pesado camión se estrellase contra la casa. Los vehículos estacionados
se mecen.
5. Sentido por casi todos, los dormidos despiertan. Vajillas y ventanas se estremecen; algunos objetos se vuelcan; agriétase el repello de las paredes. Postes
y objetos verticales se inclinan, los péndulos suelen detenerse.
52
Jaime Incer Barquero
6.Sentido por todos: muchos corren hacia afuera. Los muebles pesados se
desplazan. Cae el repello de las paredes, muros y torres se «cuartean». Daños
pequeños.
7. Todo el mundo a la calle. Casas viejas, mal diseñadas, o construidas de adobe
y taquezal colapsan, techos de teja se desploman. Resisten algunas casas, pero
con daños de consideración. Daños secundarios en edificios de buen diseño
y construcción. Lo sienten personas manejando.
8. Daños leves en estructuras especialmente diseñadas, considerables en construcciones corrientes y totales en casas mal construidas. Caen torres, columnas,
monumentos, paredes, postes. Los paneles se salen de sus marcos: muebles
pesados (roperos) se vuelcan. Las refrigeradoras se abren y expulsan su
contenido. Cambia el nivel en los pozos. Las personas manejando pierden el
control del vehículo.
9. Daños considerables aun en estructuras especialmente diseñadas. Algunos
edificios se desplazan; desplome y destrucción generalizada en construcciones
corrientes. Se rompen las cañerías, se raja el terreno y el pavimento.
53
¿Porqué ocurren...?
10Algunas estructuras bien construidas se destruyen, al igual que edificios de
cemento con sus bases. El terreno está surcado por muchas grietas, la línea
férrea se tuerce. Hay derrumbes fuertes en paredones y cortes. El agua de
los ríos salpica las riberas.
11No queda ninguna estructura en pie, salvo pocos edificios bien construidos.
Los puentes se destruyen. Anchos zanjones en el terreno. Notables derrumbes
y apilamiento de tierra. Los rieles se sueltan.
12Destrucción total. Objetos saltan al aire. Las ondas sísmicas se observan sobre
la superficie. Líneas de vista y niveles distorsionados.
A juzgar por la escala de Mercalli, el terremoto de Managua fue de 7.5 en 1931
y de 9.0 en 1972.
Zonas sísmicas de Nicaragua
Según la profundidad de foco sísmico (hipocentro) los sismos se clasifican en
superficiales, intermedios y profundos. Los primeros ocurren a menos de 40 km
de profundidad. En Nicaragua son frecuentes debajo y a lo largo de la cadena
volcánica y del piso oceánico de la placa Cocos, antes que ésta se sumerja en el
frente de subducción. También se registran ocasionalmente algunos raros sismos
superficiales en el interior del país, (Dipilto, Somoto, Jinotega, etc.).
54
Jaime Incer Barquero
Los sismos intermedios se producen entre 40 y 100 km de profundidad y se
localizan en la propia zona de subducción, donde la placa Cocos se inclina para
hundirse bajo el istmo centroamericano. Sus epicentros están sobre la plataforma
submarina adyacente a la costa del Pacífico.
Finalmente, los sismos profundos tienen sus focos entre 100 y 250 km y sus
epicentros se encuentran en la franja costera, incluso directamente debajo de
las ciudades del Pacífico.
Es conveniente aclarar que la magnitud de un sismo, tal como se siente en la
superficie de la Tierra, depende no sólo de la intensidad de la energía desatada
en el foco perturbador, sino también de la profundidad del mismo. Un intenso
sismo a gran profundidad puede producir menos daño que uno de moderada
intensidad pero a escasa hondura. El terremoto de Managua, en 1972, causó
severos destrozos, pues no obstante ser de baja intensidad su foco estuvo apenas
a 5 km debajo de la ciudad.
Vulnerabilidad sísmica de la región del Pacífico
La historia geológica de Nicaragua confirma el hecho de una mayor vulnerabilidad sísmica en la región del Pacífico con relación al resto del país, tanto por
encontrarse ésta en la franja ístmica más próxima a la zona de subducción,
como por estar sembrada de
volcanes activos.
La zona de Managua es especialmente vulnerable a los
movimientos sísmicos, tal
como lo confirmaron los dos
terremotos que ocurrieron
en la ciudad en el siglo XX,
considerados entre los más
intensos registrados desde el
tiempo de la conquista. Desdichadamente, el registro de
estos eventos es muy reciente
para permitir comparaciones,
ya que apenas se tienen incompletas memorias de otros
eventos similares, de posible
55
¿Porqué ocurren...?
igual magnitud, ocurridos en otras localidades de la región del Pacífico en los
siglos recién pasados.
El terremoto de Managua de 1972 promovió una serie de estudios que revelaron
la presencia de numerosas fallas transversales, orientadas de noreste a suroeste, las cuales atraviesan el valle de Managua. Entre ellas figuran las de Nejapa,
Estadio, Tiscapa, Escuela, Centroamérica, Chico Pelón, Aeropuerto, y un poco
más al este Ticuantepe y Cofradías.
Por otro lado, la dirección de las Sierras de Managua, que corre perpendicular a
las anteriores, demuestra la flexión del eje volcánico nicaragüense en este sector
del Pacífico. Este eje es paralelo al frente de subducción y demarca el límite sur
de la gran depresión lacustre, la cual obviamente se ha venido hundiendo en
contraposición al alzamiento de las Sierras.
Esta configuración geológica regional ha acentuado la producción de frecuentes
sismos en la zona de Managua en el último millón de años. La ciudad capital,
por lo tanto, no se encuentra necesariamente «en un lecho de rosas» y tendrá
que esperar más sismos en las próximas centurias de la misma magnitud que los
ocurridos en el siglo XX.
No existe manera de pronosticar un sismo con suficiente antelación. Su súbita
e inesperada ocurrencia no deja tiempo para tomar medidas que eviten daños
materiales y personales. No obstante lo dicho, es necesario tomar precauciones
en aquellos lugares donde la producción de los mismos es frecuentemente sentida, en especial en toda la región del Pacífico.
56
F
enómenos climatológicos en Nicaragua
La posición latitudinal de Nicaragua
El movimiento anual del sol del Trópico de Cáncer al de Capricornio y viceversa
expone a la Zona Tropical al ardiente efecto de sus rayos, tanto más calientes
cuanto más verticales caen sobre territorios, mares y atmósfera. Por la misma
razón, la temperatura se incrementa en la medida que el sol se acerca al meridiano o culmina en el cenit (punto más alto del firmamento) de cada localidad
al momento del mediodía.
El desplazamiento anual de la posición del sol en el firmamento es
un fenómeno aparente, reflejo del
verdadero movimiento de la Tierra
alrededor del sol en el espacio. Por
lo general está referido a cuatro momentos o posiciones, que coinciden
con el inicio de las estaciones climáticas tradicionales en la llamada Zona
Templada del hemisferio norte.
En efecto, en el Equinoccio de Primavera (21 de Marzo) el sol cruza el
Ecuador rumbo al hemisferio norte.
Alcanza el Trópico de Cáncer en el
Solsticio de Verano (21 de Junio).
Posteriormente, en el Equinoccio
de Otoño (22 de Septiembre) vuelve
a cruzar el Ecuador, rumbo al hemisferio sur, hasta llegar al Trópico
de Capricornio (22 de Diciembre)
durante el Solsticio de Invierno. A
partir de esta posición y fecha invierte el rumbo y se repite el ciclo.
57
¿Porqué ocurren...?
Todo este cambio que origina las
cuatro estaciones se debe a que el
eje de rotación diurna de la Tierra
(dirección norte-sur) está inclinado unos 23 grados con relación a
la perpendicular de la órbita que
nuestro planeta describe anualmente alrededor del sol. En marzo
y septiembre, la posición del sol
coincide con la del Ecuador terrestre; en junio se proyecta sobre el
trópico de Cáncer y en diciembre
sobre el de Capricornio.
Esta orientación de la posición
anual del sol en relación con el
eje de la Tierra explica por qué en
los equinoccios, la duración del
día, (o tiempo de permanencia del sol sobre el horizonte), es exactamente igual
(12 horas) a la duración de la noche en todas las latitudes del mundo. También
explica por qué en los solsticios el día es más largo que la noche, (junio en el
hemisferio norte y diciembre en el sur, y viceversa). Esta diferencia de duración
entre noche y día depende de la latitud del lugar. En Managua, por estar en la
latitud 12º, la diferencia o desigualdad alcanza a lo máximo unos 45 minutos.
La posición latitudinal de Managua se ubica a medio camino entre el Ecuador
y el Trópico de Cáncer.
Debido a la baja latitud en que se encuentra Nicaragua, la duración del día solar
en el país no es tan dramática a lo largo del año, ni influye tanto en los cambios
de temperatura del ciclo anual, como suele suceder en las latitudes templadas de
ambos hemisferios. En todo caso, la verticalidad meridiana de los rayos solares,
que en Nicaragua alcanza su máximo valor en abril y agosto, es más importante
que el tiempo que el sol permanece sobre el horizonte en nuestro país.
En efecto, dos veces al año, en la tercera semana de abril y de agosto, el sol
culmina en el cenit de Nicaragua, de modo que los habitantes pisan su propia
sombra al momento del mediodía. La temperatura meridiana alcanza su máximo
valor, el cual se mantiene por las siguientes semanas, provocando mucho calor
y evaporación, condiciones que preludian la llegada del invierno en mayo y el
recrudecimiento de las lluvias pasado el veranillo de agosto.
58
Jaime Incer Barquero
Calor solar y su efecto sobre las masas de agua
La evaporación de agua provocada por el calentamiento solar en áreas como los
lagos y mares tropicales carga y satura de humedad la atmósfera, formando una
banda latitudinal llamada Zona de Convergencia Intertropical (ITZ), la cual se
desplaza de un trópico al otro siguiendo el curso anual del sol.
La ITZ es responsable de la estación lluviosa que se establece sobre Centroamérica en mayo, cuando cesan los vientos alisios del verano, luego del primer paso
cenital del sol. Las lluvias continúan hasta finales de octubre, alimentadas por el
desarrollo de tormentas tropicales y huracanes. En los siguientes tres meses el
alejamiento cenital del sol, internado en el hemisferio sur, promueve un descenso
de temperatura, al que también contribuye el regreso de los refrescantes vientos
alisios que imponen las condiciones de la estación seca.
Dicho sea de paso, los mares tropicales son buenos para absorber y retener
calor. En el caso de Nicaragua, los océanos vecinos acumulan calor y alcanzan
sus máximas temperaturas entre julio y octubre, efecto que promueve la ocurrencia de fenómenos interesantes que se presentan en ese lapso, que van desde
el desarrollo de huracanes en el mar Caribe hasta el desove masivo de tortugas
en algunas playas del Pacífico.
Sin embargo, los efectos más evidentes del calentamiento solar en las regiones
tropicales son la producción de lluvias y de vientos, cuya presencia y régimen
imponen las condiciones principales que caracterizan al clima en estas latitudes.
Producción de las lluvias
La lluvia se origina cuando una masa de aire, dilatada por el calor y saturada de
la humedad evaporada por el sol, se enfría. En esas condiciones la masa de aire
reduce su volumen y condensa en forma líquida todo el agua que es incapaz de
retener. Lo mismo sucede con un paño seco, capaz de absorber humedad hasta
quedar completamente mojado; pero una vez saturado de agua bastaría sólo
comprimirlo para que destile el líquido en exceso. Por tanto, una nube saturada
de humedad y luego comprimida por enfriamiento, descarga el exceso de agua
en forma de lluvia.
El fenómeno concatenado de calentamiento solar, evaporación, condensación de
humedad, formación de nubes, enfriamiento y precipitación de la lluvia puede ser
observado en el transcurso de cualquier día típico de invierno, tras una mañana
59
¿Porqué ocurren...?
cálida, una tarde nublada
y una noche lluviosa.
Por lo general, la lluvia
del día anterior alimenta
de humedad al ciclo del
siguiente día.
Las aguas evaporadas en
el mar Caribe, de donde
proceden normalmente
los vientos, contribuyen en mayor abundancia a las precipitaciones sobre el istmo
centroamericano. Sin embargo, en ciertas épocas de la estación lluviosa, soplan
vientos contrarios, por escasos días («viento sur») que acarrean humedad del
océano Pacífico y originan los llamados «temporales» que mojan especialmente
esta región del istmo en forma persistente. Tal situación también se presenta con
las perturbaciones ciclónicas en la vecindad del mar Caribe, las cuales «chupan»
humedad del océano opuesto acarreada por los vientos contrarios.
Frecuente en el mantenimiento y recrudecimiento de las condiciones lluviosas,
es el paso de las llamadas Ondas Tropicales procedentes del Caribe. Estas ondas
se desplazan en forma consecutiva de este a oeste. Atraviesan el istmo centroamericano provocando días lluviosos, alternados con días sin lluvia.
En nuestra latitud la estación lluviosa persiste con sus altibajos hasta el arribo de
noviembre y diciembre, cuando los rayos solares inciden más oblicuamente, son
menos calurosos y evaporantes. En tales meses comienza a soplar el Alisio del
Noreste, viento que disipa todo remanente de humedad en la atmósfera sobre
el istmo y propicia el establecimiento de la estación seca.
Distribución de las lluvias
La cantidad de lluvia que cae en un determinado lugar es su precipitación pluvial.
Ésta puede ser medida por día, por mes o por año, independiente de la extensión
de la superficie que la recibe. En un día de lluvia, una pana de agua ubicada en
un lugar despejado en la península de Chiltepe, para citar un ejemplo, acumula
directamente del cielo el mismo espesor de agua (medido en pulgadas o milímetros precipitados) que el recogido por un pequeño pluviómetro ubicado en
ese lugar, o por la superficie del vecino lago de Managua.
Existe una amplia variación de la precipitación pluvial anual a lo ancho de Nicaragua. Por lo general, los lugares en la Costa Atlántica son más lluviosos que
60
Jaime Incer Barquero
los situados en la región del Pacífico. La variación puede alcanzar los 5,000 mm
anuales (San Juan del Norte) y decrecer a menos de 1,000 mm, (llanos al norte
del lago de Managua y zonas próximas a la costa del Pacífico), como promedios.
Además del factor anterior decreciente, también se presentan variaciones de
temperatura según la altura sobre el nivel del mar y la orientación orográfica:
las montañas alrededor de Matagalpa y Jinotega, por ejemplo, son más lluviosas
(2,000 mm) que los secos llanos del vecino valle del Sébaco (1,200). De hecho, las
altas cumbres condensan más humedad, por lo que están casi siempre envueltas
en neblinas. El otro ejemplo: la vertiente caribe de la cordillera de Amerrique,
(de lado de La Libertad y Santo Domingo de Chontales), es mucho más húmeda (2,000 mm) que la vertiente lacustre donde se encuentra el valle de Juigalpa
(1,300 mm). En este caso la cordillera «hace sombra» a las lluvias que proceden
del Caribe. Existen otros lugares afectados por «la sombra de lluvia», como los
llanos translacustres que se encuentran al pie y oeste de las montañas centrales
de Nicaragua. (Somotillo, Limay, San Francisco Libre, Las Maderas, Sébaco,
Teustepe, etc.).
Contrario a lo expuesto en el párrafo anterior, los anchos valles fluviales son
como corredores naturales que permiten que la humedad procedente del Caribe
«se cuele» o penetre tierra adentro, siendo el caso más evidente el río San Juan.
Este valle encajona masas húmedas caribeñas hacia el lago de Nicaragua, que a
su vez las refuerza y descarga sobre las bajuras de Rivas y Guanacaste, tal como
se puede observar en la húmeda localidad fronteriza de Peñas Blancas.
Por la misma causa anterior, durante el verano, los vientos alisios caribeños que
pasan por este corredor invaden el istmo de Rivas y soplan con gran fuerza
sobre las aguas aledañas del Pacífico, fenómeno reconocido por los primeros
navegantes españoles que espumaron dichas aguas, habiéndolos bautizado con
el nombre de «vientos papagayos».
Dicho sea de paso, la distribución de la vegetación, con sus diversas asociaciones
y especies, es bastante indicativa de la magnitud de la pluviosidad anual en el
lugar donde estas crecen.
Fenómenos de El Niño y La Niña
En los últimos tiempos se han acentuado las variaciones entre los niveles de
pluviosidad, alternándose años de extrema sequía con otros de excesiva lluvia,
de tal manera que el comportamiento del invierno se ha vuelto errático y casi
61
¿Porqué ocurren...?
impronosticable. Así lo comentan los viejos campesinos, añorando las lluvias
de las décadas pasadas cuando caían en forma más regular y espaciada sobre el
territorio.
Estas discrepancias, a las que también contribuyen causas locales, se deben a la
presencia del reconocido fenómeno llamado El Niño. Este se produce en ciertos
62
Jaime Incer Barquero
años cuando las aguas del vasto océano Pacífico, a lo largo de la latitud del Perú,
normalmente menos cálidas, (por efecto de la fría corriente marina de Humboldt),
sufren de un repentino aumento de temperatura. El fenómeno afecta no sólo el
clima de la región sino también la climatología planetaria.
Por influencia de El Niño, que suele durar de 15 a 20 meses, aumentan la evaporación y la lluvia mar adentro del Pacífico, produciéndose al mismo tiempo una
prolongada sequía en las costas vecinas. Tal sucedió durante la estación climática
1997-1998 cuando el invierno y el verano fueron extremadamente secos en el
istmo centroamericano, con pérdida de cosechas y muchos incendios forestales. A mediados de 1998, sin embargo, se presentó el fenómeno enteramente
opuesto: La Niña, trayendo copiosas lluvias y fuertes perturbaciones en la zona
de Centroamérica y el Caribe, figurando entre éstas el huracán Mitch de triste
recordación para Honduras y Nicaragua.
Tormentas tropicales y huracanes
Como se mencionó anteriormente, entre los meses de julio
y octubre, las aguas de los mares
en la Zona Tropical Norte, alcanzan su máxima temperatura
anual y se convierten en activas
fuentes de evaporación y condensación de la humedad.
En un momento y lugar dados,
en la banda comprendida entre
los 10o y 25o de Latitud Norte,
(en el Atlántico, al oeste del
África sahariana; en el Caribe, al occidente de las Antillas; en el Pacífico, al oeste
de México), se desarrolla una perturbación ciclónica, a manera de un remolino
de nubes saturadas de humedad, el cual animado por fuertes vientos circulares
comienza a desplazarse hacia el oeste.
En la medida que la perturbación se mantiene sobre el mar y se nutre de la evaporación de sus aguas, aumenta de tamaño, de velocidad y peligrosidad, dando
origen a una tormenta tropical o a un huracán. En el primer caso la velocidad
de los vientos arremolinados varía entre 85 y 118 km por hora; en los segundos,
entre 118 y 300 km.
63
¿Porqué ocurren...?
El huracán Joan, que asoló Bluefields y Corn Island en octubre de 1988, presentó
vientos de 220 km por hora. Fue un caso excepcional por la baja latitud (12o Norte)
que recorrió en su trayecto. Normalmente, el corredor de huracanes tiene su límite
sur arriba de la latitud 15o, que corresponde a la costa norte de Honduras, Belice
y Yucatán. Aún así los huracanes marginales impactan con más frecuencia al norte
de Barra de Río Grande (especialmente entre Puerto Cabezas y el cabo Gracias a
Dios), que en la costa situada más al sur.
Cuando las perturbaciones ciclónicas tocan tierra, se corta el suplemento de evaporación, debilitándose el fenómeno hasta terminar disipándose. Igual sucede cuando
la trayectoria del huracán se interna en el océano Atlántico Norte, donde las aguas
marinas son menos cálidas y no pueden mantener activo su desarrollo.
Siendo el istmo centroamericano una faja muy angosta entre dos mares, es común
que una perturbación ciclónica originada en el Caribe atraviese su territorio y continúe aguas adentro del Pacífico, en cuyo caso recobra fuerza mientras más se aleja
de nuestras costas.
Los huracanes que se originan en el Pacífico, al oeste de México, también se desplazan mar adentro, afectando poco al istmo centroamericano. No obstante, aquellos
que se desarrollan frente a las costas de Tehuantepec son capaces de producir
continuas lluvias en el norte de Centroamérica, por quedar esta región dentro de
su radio de influencia.
Magnitud y efectos de los huracanes
La intensidad y efectos de un huracán se miden según la escala Saffir-Simpson,
propuesta en los años 70 por dos especialistas del Centro Nacional de Huracanes
de los Estados Unidos. La escala tiene cinco categorías:
Categoría 1.- Daños Mínimos. Vientos de 118 a 152 km/h. Algunos objetos mal
sujetados y plantas mal enraizadas se vuelcan, techos endebles se
desprenden, destrucción parcial de algunos letreros mal suspendidos.
Caminos costeros inundados. Marejadas de 1.32 a 1.65 metros sobre
lo normal.
64
Categoría 2.- Daños Moderados. Vientos de 153 a 178 km/h. Algunos árboles débiles derribados. Daños a casas móviles en áreas expuestas. Extensos
daños a letreros y anuncios. Destrucción parcial de algunos techos,
puertas y ventanas. Daños considerables en muelles y atracaderos.
Marejadas de 1.98 a 2.64 m. Evacuar habitantes de terrenos bajos y
áreas próximas a las costas que enfrentan el huracán.
Jaime Incer Barquero
Categoría 3.- Daños Extensos. Vientos de 179 a 209 km/h. Grandes árboles son
derribados. Anuncios y letreros livianos vuelan por el aire. Daños
a estructuras de edificios pequeños. Casas móviles destruidas.
Marejadas de 2.97 a 3.96 metros inundan extensas áreas costeras
dañando grandes estructuras cerca de la costa por el embate de
las olas y escombros flotantes. Los terrenos costeros llanos son
inundados hasta 13 km tierra adentro. Evacuación total de los
habitantes que viven junto a la costa.
Categoría 4.- Daños Extremos. Vientos de 211 a 250 km/h. Arboles totalmente
arrasados por el viento; anuncios y letreros arrancados. Colapso
de techos y casas pequeñas arrasadas. Marejadas de 4.29 a 5.94 m.
Evacuación de habitantes dentro de un área de 500 metros de la
costa y de terrenos bajos hasta 3 km de la misma.
Categoría 5.- Daños Catastróficos. Vientos mayores de 250 km. Grandes árboles
arrasados y arrastrados por el viento, arrancados de raíz. Muchos
objetos vuelan por el aire provocando enormes riesgos. Colapso
total de techos y de algunas paredes en residencias pequeñas. Daños de consideración a los techos de los edificios. Marejadas de
6 m. Evacuación masiva de habitantes dentro de un área de 500
metros de la costa y de lugares bajos hasta 3 km tierra adentro.
65
¿Porqué ocurren...?
El huracán Joan en 1988 golpeó frontalmente a Corn Island y Bluefields, causando grandes daños entre la población en esos lugares. Decapitó árboles en los
bosques aledaños; hinchó las aguas del río Escondido que inundaron totalmente
el puerto de Rama.
El huracán Mitch, diez años después, no tocó las costas de Nicaragua, pero se
estacionó por varios días sobre territorio hondureño, descargando un verdadero
diluvio con pérdidas de vida, derrumbe de cerros y extensos daños a las propiedades e infraestructuras del norte y oeste de Nicaragua.
Régimen de los vientos
Los vientos que soplan regularmente durante el invierno
traen humedad de los océanos vecinos que se descarga en lluvias. Estos vientos mas bien moderados
son llamados Monzones que por lo general soplan
del este-sureste y ocasionalmente del suroeste.
Durante el verano soplan los vientos Alisios,
procedentes del noreste. Contrariamente a los
anteriores son más veloces y secos. Imponen las
condiciones de cielos despejados y fuerte ventilación que caracteriza la estación del verano, secando el
terreno, levantando polvaredas, marchitando las hierbas,
haciendo florecer los árboles, etc.
Los alisios se originan en la zona llamada Anticiclón del Atlántico situada al
noreste de las Antillas. Son especialmente fuertes entre enero y marzo, los meses
más secos del año. Dejan de soplar poco antes del inicio de la estación lluviosa,
cuando se establece sobre el istmo la Zona de Convergencia Intertropical (ITZ)
que anula sus efectos.
En los meses de enero y febrero, cuando en Norteamérica imperan las mínimas
temperaturas, bajan hacia las Antillas y Centroamérica los frentes fríos conocidos
como «Nortes». En los pocos días que dura su influencia, las temperaturas en
estas latitudes alcanzan sus valores anuales mínimos.
La ciudad de Managua, en una madrugada de enero, puede experimentar temperaturas hasta de 19º Centígrados. En las cumbres de las altas montañas, (Kilambé,
Peñas Blancas, Saslaya), la temperatura baja hasta 6º C., suficiente para depositar
escarcha en las hojas de sus nebliselvas.
66
Jaime Incer Barquero
Durante los Nortes reinan cielos muy despejados y vientos refrescantes en el
Pacífico. Las olas de los lagos están muy agitadas. Si hay algún remanente de humedad atmosférica se pueden producir ligeras lloviznas, llamadas popularmente
«cabañuelas». En la Costa Atlántica, donde los Nortes son más sentidos, suelen
precipitarse chaparrones en pleno verano y el viento se agita de tal modo que la
navegación costa afuera se torna peligrosa.
Un fenómeno más reducido y de carácter local es la producción de un tornado,
una columna helicoidal de aire caliente arremolinado en forma de manga o
tromba. Esta se origina sobre tierras planas caldeadas y aguas sobrecalentadas,
elevando por el aire cuanto objeto se encuentre a su paso que no esté fuertemente fijado al terreno. Son comunes en las llanuras despejadas de Occidente
en los días muy calurosos, así como también pueden desatarse en el invierno
como preludio de un chubasco.
Vulnerabilidad de Nicaragua a los fenómenos climáticos
Nicaragua siempre ha estado expuesta a los fenómenos climáticos, cuyos efectos
extremos (lluvias, inundaciones, derrumbes, etc.), han tenido últimamente consecuencias desastrosas, tanto económicas como sociales y ambientales, entre la
población, afectando, atrasando y encareciendo además su desarrollo.
Estos desastres naturales se incrementan, no porque físicamente sean más intensos ahora que antes, sino que su frecuencia parece ser mayor en el presente
debido a los cambios climáticos que está experimentando el planeta y porque,
adicionalmente, no ha existido un proceso sistemático de ordenamiento en las
actividades territoriales ante el incremento desbordante de una población cada
vez más necesitada y empobrecida.
En el ámbito mundial, las presentes alteraciones climáticas son mayormente inducidas por la emisión artificial de CO2 (bióxido de carbono), cuya proporción
ha venido incrementándose en la atmósfera y modificando la relación entre los
gases que la componen. Esto impide la libre irradiación del calor solar al espacio, cuyo efecto se conoce como de Invernadero. El incremento de CO2 en
la atmósfera se traduce en un aumento paulatino de la temperatura global del
planeta; un más rápido derretimiento de los glaciares con lento ascenso del nivel
del mar; una mayor temperatura en los océanos con más frecuentes y poderosos
ciclones y otras perturbaciones atmosféricas, antes poco conocidas o estudiadas,
como son la formación de Niños y Niñas, etc.
67
¿Porqué ocurren...?
Pero también los nicaragüenses, en su propia escala, tenemos una cuota de
responsabilidad en estos trastornos, los cuales se revierten en nuestro propio
daño. Nos referimos a las inundaciones, derrumbes, avalanchas, sequías que se
han venido acentuando no porque las lluvias tengan la culpa, sino porque estas
encuentran un país donde los ecosistemas son muy frágiles y vulnerables.
En efecto, a la destrucción de la naturaleza han contribuido entre otras causas:
la generalizada deforestación, tanto en los bosques secos del Pacífico como en
las selvas húmedas tropicales de la Costa Atlántica; la colonización improvisada
y la agricultura migratoria; la persistencia de algunas prácticas agropecuarias
tradicionales como son las quemas cavernarias, la labranza en suelos frágiles o
pendientes, los cambios en el uso de los suelos sin atender a su mejor vocación; el
desecamiento y contaminación de ríos y lagos, etc. De alguna manera, al agotarse
la capacidad de la naturaleza de auto-restaurarse, nos está pasando la cuenta por
tantos desmanes que le hemos inferido para romper su equilibrio.
Zonas vulnerables
De acuerdo con los tipos de suelo, las características topográficas, el revestimiento
forestal, la ocupación de la tierra, etc., el territorio nicaragüense ofrece muchas
áreas vulnerables a los fenómenos climáticos que con su intensidad o frecuencia
son capaces de desatar verdaderos desastres naturales en forma recurrente.
El huracán Mitch, en octubre de 1998, más que ningún otro fenómeno climático en la historia, puso en evidencia la vulnerabilidad y riesgo en los que se
encuentran extensas áreas de Nicaragua. Su restauración y buen manejo son las
únicas opciones para prevenir que efectos como los provocados por el huracán
no se repitan, o al menos se puedan mitigar en el futuro, ante la dificultad de
predecir su ocurrencia con suficiente anticipación, así como la intensidad y el
lugar preciso donde impactará. A juzgar por las dimensiones de un huracán,
en caso de que llegara a cubrir enteramente a Nicaragua, sus efectos se harían
sentir en todos los lugares del país de una u otra manera y no solamente en la
costa por donde arribe.
Siendo las lluvias un fenómeno muy generalizado, estas afectan las cuencas hidrográficas sobre las que se descargan, si bien sus efectos son trasladados por
corrientes y ríos hacia los lagos y finalmente hasta los océanos, donde provocan
otra serie de perturbaciones: sedimentación, turbidez, contaminación, disminución de la vida acuática, etc.
68
Jaime Incer Barquero
Si las cuencas hidrográficas, especialmente en sus partes altas o montañosas,
tienen suelos muy frágiles, (como las arenas volcánicas del Casita, o las gravas
cuarzosas de la cordillera de Dipilto), éstos se erosionan, derrumban y avalanchan, con daños a vidas, viviendas, cultivos, e infraestructuras, en las partes bajas
donde se descargan.
La composición de los suelos también puede contribuir a agravar la situación.
En este caso los suelos
arcillosos, especialmente
los sonsocuites, se saturan
rápidamente con el agua
y en lugar de infiltrarla la
escurren o la empantanan,
provocando extensas inundaciones. Este es el caso de
Palo Grande, Somotillo,
San Francisco Libre, Malacatoya, Ochomogo, valles
de Tola y Sébaco, etc.
La inclinación del terreno es otro de los factores que favorecen un rápido escurrimiento de las aguas, acompañado por erosión. Éste se fortalece si los suelos
no están debidamente revestidos de vegetación (casos de la cordillera de los
Maribios, las sierras de Managua, mesetas de Estelí, sierras segovianas, etc.). En
verdad, las zonas donde se ha suprimido extensamente la cobertura forestal son
muy vulnerables a los efectos de la erosión. Este caso no sólo se presenta en las
alturas y llanuras del Pacífico, sino además en la Costa Atlántica, donde los ríos
suelen salirse de madre al paso de tormentas tropicales y huracanes inundando
confluencias y deltas.
Un caso dramático y recurrente son las inundaciones en la cuenca del río Escondido, la cual perdió sus bosques desde hace varias décadas por el desarrollo
de los pastos. Estos no son tan eficientes para frenar el agua e infiltrarla en el
terreno, como lo hacen los árboles. En consecuencia, los tres ríos principales:
Sikia, Mico y Rama, confluyen caudalosamente en la planicie de Rama, hinchando
el río Escondido y descargando gran cantidad de sedimentos en la laguna de
Bluefields, entorpeciendo la navegación y ahuyentado la pesca litoral.
Los países como los pobladores se enferman, pueden agravarse y hasta morir si
no se aplican las medidas correctivas. Nicaragua aún está a tiempo de salvarse.
69
¿Porqué ocurren...?
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70
PARTE
III
Los desastres que han ocurrido
Jaime Wheelock Román
F
72
I
ntroducción a la historia de los desastres
naturales en Nicaragua
Un turbulento pasado geológico
La tierra por debajo es un caldero hirviente de metal y roca decía Oviedo. «Hay
muchos lugares donde la tierra está hundida, desnuda: un barrial ferruginoso del que emanan
vapores sulfúricos». Desde los primeros cronistas hubo asombro ante las manifestaciones extremas de la geografía nicaragüense. Aguaceros copiosos e inundaciones
sorprendieron a Gil González Dávila durante la primera incursión española hacia
tierras nicaragüenses. Violentas sacudidas sísmicas causaron destrozos en la recién
fundada ciudad de León en 1529. Temblores en el mar frente a la costa norte
del Atlántico de Nicaragua, sacudieron la nave del espantado Capitán Johan de
Lobera de regreso a su base de Santo Domingo. Pedrarias Dávila empleó una
de sus pocas relaciones a la Corona para describir en 1525, las erupciones del
Momotombo y del Masaya: «...una boca de fuego muy grande que jamás cesa
de arder». Fray Antonio Vázquez de Espinosa y no pocos españoles que presenciaron el cráter del Masaya arrojando columnas de humo, cenizas y un «lago
de lava», hasta creyeron haber encontrado aquí la puerta del infierno.
A pesar de su pequeñez geográfica, Nicaragua ha experimentado en algún momento casi toda la variedad de eventos naturales catastróficos conocidos. Para
los estudiosos de la Tierra este destino obedece a la naturaleza compleja del
territorio. Desde el punto de vista geológico el país está inscrito nada menos
que en el centro de una de las regiones más activas del globo donde están moviéndose y chocando varios de los fragmentos o placas que componen la corteza
terrestre. De hecho el territorio nicaragüense está asentado sobre uno de estos
trozos activos de la corteza -la placa del Caribe-, que está siendo empujado en
dirección noreste desde el frente y por debajo por la vecina placa de Cocos. La
presión constante de una placa sobre la otra, sus diferencias relativas de velocidad
y dureza, su dirección de choque o el ángulo de inclinación específico en que
entra la placa Cocos por debajo de la Caribe, se reputan como los principales
responsables de los sismos y la actividad volcánica de Nicaragua.
Otra historia es la del clima. Nicaragua está en una posición geográfica tropical
donde la temperatura varía poco a lo largo del año, pero donde hay una marcada
diferencia entre la estación lluviosa con la estación seca en una rotación de cada
73
Los desastres que han ocurrido
seis meses. Aunque de mayo a noviembre hay una estación lluviosa normal
inducida por los vientos húmedos del Atlántico o por la zona de convergencia
intertropical del Pacífico, también se producen lluvias ciclónicas de efectos
catastróficos. Esto ocurre por estar ubicada Nicaragua por debajo de la latitud
15° Norte, un poco arriba del Ecuador sobre uno de los márgenes del corredor
que se extiende desde las costas africanas y el mar Caribe, precisamente donde
nacen y circulan cada año las tormentas y huracanes tropicales. Las desnudas
costas y sabanas del Atlántico junto a la inclinación y las pendientes a que están
sometidos los valles del Norte Central y las planicies del Pacífico, dan lugar a
que tanto las lluvias invernales como las que arrastran las tormentas del Caribe,
produzcan inundaciones severas en las zonas más bajas del territorio o bien
deslizamientos de tierra en las partes altas.
El territorio nicaragüense es de reciente formación. Las rocas más antiguas reconocidas datan de unos 90 millones de años, lo que contrasta con las formaciones
rocosas de 4.500 millones de años encontradas por ejemplo en Madagascar. De
hecho Nicaragua se encuentra todavía en período de formación. Hace unos siete
mil años, de acuerdo a la ubicación de los depósitos de conchas acumulados por
antiguos pobladores, el frente costero del Atlántico estaba ubicado cinco kilómetros atrás de su línea actual. El crecimiento de la costa y sus nuevos accidentes
se fueron formando tras ciclos sucesivos de depósitos sedimentarios arrastrados
por los grandes ríos. Poco antes de la llegada de los españoles, la península de
Cosigüina era una isla volcánica en el Golfo de Fonseca. El volcán más activo de
Nicaragua, el Cerro Negro se formó en 1850, sólo ciento cincuenta años atrás.
Hace 200 millones de años, cuando las masas continentales durante el Triásico
tardío-Jurásico estaban unidas en un solo bloque, Nicaragua no existía como
tal. Los estudiosos de este período denominado Pangea, consideran que la placa
Caribe donde está asentada Nicaragua, entonces no se había formado (Bullard
and Smith, 1965). En esa época, el Sur y el Norte de América estaban traslapados
sin dar cabida al istmo centroamericano o a la cuenca del Caribe. Ambas masas
se fueron separando en dirección opuesta dejando el espacio libre que luego
sería ocupado por el territorio centroamericano.
La manera cómo se formó Nicaragua es muy compleja. El primer territorio
nicaragüense fue un pedazo que se desprendió de una sección del Suroeste de
América y vino rotando hasta amalgamarse con el sur del hoy territorio mexicano,
justamente en la punta norte del espacio vacío entre las dos masas continentales.
Pero hasta entonces nuestro territorio era una extensión peninsular que no estaba
unida al Sur de América. El otro pedazo -el Pacífico-, vino desde las Galápagos
74
Jaime Wheelock Román
bajo la forma de un montón de escorias que salieron desde las entrañas magmáticas de la tierra depositándose en una sección de la placa Nazca (Sten-Ake,
1998:19). Esta sección más tarde se fue desplazando con independencia hacia
el Noreste hasta calzar y fundirse con el norte nicaragüense y formar el núcleo
originario de nuestro territorio (Duncan y Hargraves, 1984).
Esta historia corta y esquemática tuvo lugar en un largo período que empezó
hace 150 millones de años y concluyó 15 millones atrás. La última parte de la
historia fue completada por los movimientos tectónicos y el relleno volcánico
del territorio, estrato por estrato, hasta formar las sabanas aluviales del Atlántico, el recorte de las costas, el contorno de los lagos, las lagunas interiores, los
nuevos suelos.
Vulnerabilidad durante las sociedades primitivas
La mayoría de los que habitaron originalmente Nicaragua pertenecían a grupos
migrantes. En su peregrinaje hacia el sur entraron en contacto con una geografía
abundante de recursos naturales para la vida. En realidad pocos ambientes ofrecen
tanta diversidad como los del trópico centroamericano. Aquí se encuentran como
en ninguna parte, climas, flora, fauna, suelos y vegetación, así como espacios
geográficos de gran variedad. Las tribus aborígenes tuvieron que adaptarse a los
rasgos más generales de la geografía. Fue en este proceso adaptativo donde la
base ecológica constituyó el factor que fue diferenciando a los pueblos nativos
de esta región respecto a los de América del Norte y del Sur.
Los primeros pobladores
de Nicaragua se asentaron
en el ecosistema tropical de
una de las partes más estrechas del continente entre
dos océanos, allí donde un
prolongado arco volcánico y
una cadena de montañas se
entrecruzan y luego corren
en paralelo dando lugar a
diversos ambientes: el de
las Tierras Altas del Norte
con sus pequeños y fértiles
valles entre montañas; el de
las Tierras Bajas del Pacífico
de suelos ricos de origen
75
Los desastres que han ocurrido
volcánico circundados por lagos y lagunas; y el de la extensa y húmeda llanura
baja del Atlántico.
Los habitantes más remotos y luego los pueblos migrantes, encontraron en las
Tierras Bajas del Pacífico una zona propicia para asentarse. Suelos de pródiga
fertilidad, junto a abundantes y accesibles fuentes de agua se combinaron con
un régimen de lluvias apropiado para sostener una agricultura de más de una
cosecha por año. Las planicies entre los lagos y la costa les proveyó de una amplia
disponibilidad de frutos y animales silvestres. En las riberas de los lagos, en las
costas y estuarios encontraron abundancia de peces, crustáceos y moluscos. No
en vano fueron precisamente las tierras del Pacífico el escenario de invasiones,
desplazamientos y de luchas territoriales sucesivas por controlar sus amplios
recursos naturales.
Sin embargo, el Pacífico tenía como contraste, su mayor exposición a las amenazas volcánicas, los terremotos y las inundaciones durante la estación lluviosa.
A pesar de ello esta región se fue poblando crecientemente. Las sociedades
indígenas aquí tuvieron que construir respuestas para armonizarse con los
desafíos de la naturaleza. En principio, como pueblos agricultores ubicaron
sus asentamientos en las microzonas con régimen de lluvias mejor distribuido,
evitando las zonas áridas y secas, incluidas las de la franja costera a pesar de su
abundancia de recursos marinos. Por otra parte, salvo algunas excepciones, los
asentamientos más densamente poblados, se ubicaron a distancia prudente de
los conos volcánicos más activos.
76
Las viviendas y edificios principales de los naturales en el
Pacífico eran construidos con
materiales ligeros. Aunque no
eran ajenos al tipo de arquitectura monumental masiva
de piedra y argamasa propia
de sus ancestros Olmecas y
Toltecas, en Nicaragua, los
pueblos aborígenes adoptaron
la madera, paja y palma para
levantar horcones, paredes y techos, materiales más apropiados para amortiguar los daños ocasionados por los frecuentes movimientos sísmicos. Aún las
edificaciones principales destinadas a sus prácticas rituales -construidas con
piedra labrada cimentada con barro-, eran promontorios más bien bajos como
pirámides truncadas no mayores de cuatro o cinco metros, también resistentes
a los terremotos.
Jaime Wheelock Román
Las sociedades indígenas primitivas deben haber sido exitosas en adaptarse al
ambiente y dominar las ventajas y desventajas del territorio porque sus asentamientos progresaron hasta llegar a ser poblaciones de 70 y 100 mil habitantes
como Tezoatega, Mistega, Nagrando, Mateare, Managua, Masaya, Nequecheri,
Nochari y Nicaragua,
En las Tierras Altas del Norte
se asentaron los Xicaques y
Matagalpas probablemente de
origen Nahua que habían sido
desplazados de sitios vecinos.
Algunos consideran que venían
de El Salvador. Las tierras del
Norte con elevaciones de hasta
2.000 metros y precipitaciones
de 2.000 y 2.500 milímetros
rodeadas por bosques montañosos de pino y roble, contenían
suelos fértiles enquistados alrededor de valles y mesetas enriquecidas por cenizas y escorias
volcánicas. Como eran agricultores buscaron estos valles generalmente surcados
por ríos donde podían encontrar una buena dotación de fauna, flora y minerales.
En ellos constituyeron pequeños asentamientos dispersos, cuya población más
bien escasa, estuvo limitada por el tamaño reducido de los valles.
No se conoce que los pueblos del Norte, cuya amenaza más importante eran
las inundaciones, desborde de ríos y deslizamientos, hayan formado caseríos
en las laderas o pié de montaña, ni que se hayan asentado muy cerca de las riberas de los grandes ríos. Más bien se ubicaron al centro de las mesetas donde
construían un tipo de vivienda resistente a lluvias y escorrentías. Las paredes
y techos eran de madera y las bases eran reforzadas con tablas gruesas selladas
con barro estacado.
Las Tierras Bajas y cálidas del Atlántico constituyen el tercer y más extenso
ecosistema de Nicaragua. Está constituido por llanos y sabanas que descienden
desde las montañas centrales hasta la costa del Caribe. Las altas precipitaciones
de hasta 5.000 mm formaron ríos caudalosos que fueron labrando cordones de
ricos suelos aluviales delineados a lo largo de las selvas. Estas riberas fértiles y
la franja costera fueron el asiento definitivo de los pueblos Sumos, Misquitos y
Ramas, tras los continuos desalojos que sufrieron en tierras más benignas del
77
Los desastres que han ocurrido
interior. Los pobladores aborígenes, obligados a refugiarse en
una región de suelos pobres poco
aptos para la agricultura, se asentaron en las fértiles riberas y en
la franja costera donde pudieron
sobrevivir combinando la caza
y la pesca con la recolección de
frutos y la pequeña agricultura
doméstica.
Alejadas del riesgo sísmico y
volcánico, las comunidades del
Atlántico quedaron en las tierras bajas y húmedas expuestas por una parte, a las
lluvias torrenciales que se extendían la mayor parte del año provocando inundaciones y desborde de los ríos; lo mismo que a las tormentas tropicales y huracanes
del Caribe. Su respuesta social a la adversidad ambiental, fue la organización de
aldeas pequeñas con un número de familias suficiente para explotar sin poner
en riesgo los recursos locales. Su mayor logro sin embargo fue la flexibilidad
de su esquema de vida y habitación. Las casas estaban ubicadas en los puntos
más altos de las riberas de los ríos, suspendidas en pilotes para hacer frente a
las inundaciones. Pero además contaban con un sitio de vivienda emergente que
ubicaban más al interior en zonas altas donde podían cultivar la tierra, preservar
alimentos y guarecerse de las crecidas de los ríos en invierno:
«Ya se ve que en un terreno de tan malas circunstancias no es capaz de compensar con sus
frutos los gastos que precisamente irrogarían su agricultura. Esta improporción obliga a aquellos
habitantes a poner sus siembros y milpas y plátanos a tres, quatro y más días de incómodo y
molestísimo camino río arriba; y alrededor de sus casas tan sólamente tienen algunos árboles
frutales con el objeto de ocultarlos y preservarlos de los vientos... Todos los habitantes e uno u
otro sitio, tienen sus chácaras a la falda del monte y a las riveras del río, buscando a mucha
distancia terreno a propósito» (Porta Costas, 1975:280-1)
Primeras noticias sobre desastres
78
La información sobre desastres de origen natural antes de la llegada de los españoles es muy limitada. Las leyendas indígenas proveen datos más bien vagos
para la mayor parte de las áreas vecinas de Centroamérica. Antecedentes más
precisos sobre Nicaragua se reducen a tres observaciones transmitidas por la
memoria de los pueblos aborígenes. La primera, recogida por Juan de Torquemada, refiere la destrucción del pueblo de Imabite ocurrida en algún momento
antes del arribo de los españoles como consecuencia de una crecida del Lago
Xolotlán: «... súbitamente en una noche se anegó (Imabite), donde perecieron
Jaime Wheelock Román
muchas ánimas porque esto era de lo más poblado de la tierra.» (Torquemada,
1975:101). Una segunda mención se relaciona a la constante actividad del volcán Masaya que poco antes de la conquista había tenido una erupción explosiva
muy fuerte seguida de la extensa colada que formó un lago de lava en su parte
oriental. Este «lago» para 1529, según Pascual de Andagoya, había dejado de
ser visible (Andagoya, 1975:46).
Los indios Misquitos por su parte, contaban que en tiempos remotos un gran
huracán había azotado la costa provocando una gran marea que sumergió toda
la tierra. Los únicos sobrevivientes fueron una pareja de hermanos que lograron
escalar un árbol empinado. (Scrope Viner, 1928:167). Curiosamente una versión
parecida refirió Nicarao en su primer encuentro con Gil González:
Nicarao preguntó a Gil qué sentían en la tierra de aquel Rey poderoso...acerca de un cataclismo
pasado que había anegado toda la tierra con todos los hombres y animales, según él lo había
oído de sus mayores.» (Anglería, 1975:23).
La más temprana actividad volcánica reportada en Nicaragua durante el tiempo
histórico es una erupción del Masaya en 1520. A la llegada de los españoles este
complejo volcánico se encontraba muy activo manifestándose en emisiones
de humo y cenizas, temblores y retumbos, efusiones de lava y un constante
resplandor que llenó de asombro a los primeros cronistas. Girolamo Benzoni
(1975:136), reporta al Masaya todavía en 1546, lanzando llamaradas tan altas
que por las noches se veían a 100 millas de distancia. Por su parte Fray Toribio
de Benavente dejó anotado:
79
Los desastres que han ocurrido
«Entre los vulcanes que hay por toda esta gran tierra, y aunque entren todos aquellos de quien se
tiene noticia hasta el día de hoy, no se ha visto otro semejante y tan espantoso, como el de Nicaragua
que está entre la cibdad de León y entre la cibdad de Granada... la claridad que allí sale vese de
noche dentro de la mar por distancia de 20 leguas»(Motolinia: 1975:99).
El primer terremoto conocido en Nicaragua data de 1528. Los movimientos
sísmicos sacudieron León durante la estación lluviosa y por lo que relata Oviedo
como testigo presencial, se trató de un sismo principal seguido por muchas réplicas.
Este terremoto causó destrozos en la primera capital de Nicaragua apenas cuatro
años después de ser fundada. Según el cronista, fue lo liviano de las edificaciones
el impedimento para que la ciudad no quedara completamente en el suelo:
«...ningún año pasa sin temblar muchas veces la tierra. Y no es temblor assi sumario ni presto,
sino mui rescio é largo, é yo he estado en aquella cibdad, é vi temblar de manera aquellas casas,
que nos saliamos huyendo déllas, a las calles y a la plaza, porque no se hundiessen sobre la gente,
... é conté en un solo dia é noche sessenta e tantas veces essos temblores...é a veces tan continuos
unos de otros que es cosa de mucho temor» (Oviedo, 1975:379).
Mas tarde en la mañana del 13 de junio de1586 se produce otro terremoto, esta
vez en la ciudad de Granada que provocó daños en las edificaciones «...un temblor tan grande que a todos los hizo salir muy aprisa de los aposentos, cayéronse
muchos palos y tierra de las paredes y techos y los encalados, de suerte que todos
quedaron llenos de miedo y temor (Cibdad Real, 1975:161).
Noticias sobre inundaciones son escasas durante el período colonial, limitándose a
menciones episódicas de clérigos o exploradores. Los fenómenos climáticos en el
trópico no se conocían lo suficiente y tampoco la colonia española logró penetrar
hasta la zona más expuesta a las tormentas tropicales en el Atlántico. El primer
evento climático de consideración reportado fue el huracán que azotó el puerto
de la Posesión, el 21 de febrero de 1646. Este evento desencadenó un incendio
que destruyó parte del pueblo y su iglesia principal (Rubio Sánchez, 1975:148).
El deslizamiento de tierra más antiguo conocido tuvo lugar en 1570. La falda
occidental del volcán Mombacho se desplomó y cayó sobre el pueblo del mismo
nombre sepultando a sus 400 habitantes. El desastre fue provocado al parecer por
fuertes movimientos sísmicos y lluvias torrenciales que rompieron una sección
del cono donde se alojaba una laguna. Cibdad Real anotó que la noche antes de
que reventara la ladera del Mombacho «temblaban y se meneaban las sabanas y
prados circunvecinos» y que muchas casas de Granada se cayeron o sufrieron
daños en las paredes y tejados. También el geógrafo Juan López de Velasco se
refirió a ese suceso:
80
Jaime Wheelock Román
«... el año 70 con una tormenta muy grande de viento
que hizo, una noche reventó
(el Mombacho), y a un lado
dél cayó todo encima del pueblo de manera que de toda la
gente que había en él no escapó sino un solo vecino... Por
el otro lado salió tan grande
tempestad de agua y piedras
que en más de seis leguas por
aquella parte hizo graves
daños en los cacaotales y
estancias ganaderas.» (López
de Velasco, 1975:183).
Una historia de eventos extremos
Una revisión de la historia de los desastres indica que toda el área centroamericana ha estado sometida a fenómenos climáticos y tectónicos frecuentes. Pero la
información disponible recoge apenas una fracción de los mismos, sea porque
las poblaciones principales estaban distantes de los puntos donde se produjeron
o porque sólo se registraron aquellos eventos de gran talla percibidos por la
población o causantes de daños sensibles.
En Nicaragua, las exploraciones y expediciones coloniales documentaron la
incidencia de movimientos sísmicos desde temprano. Leeds recoge por ejemplo
un catálogo de 452 eventos, la mayoría sísmicos desde 1520 hasta 1973. El siglo
XVI, tiene mayores registros que los dos siglos sucesivos por ser la primera época de exposición europea a tan interesantes fenómenos de un mundo entonces
desconocido (Leeds, 1973:26 y ss).
Es hasta el siglo XIX que el interés de los naturalistas, viajeros o simplemente
la curiosidad europea, se centran sobre los eventos naturales extraordinarios
de estas partes del continente recién sustraído del dominio español. En 1888
Ferdinand Montessus deBallore, superando en mucho los estudios más bien
incidentales de F. Belly, Froebel, Stout, Belt, Squier, Levy y otros, publicó su
exhaustivo listado de terremotos y erupciones en Centroamérica. Diez años
después J. Crawford, dio a conocer sus estudios sobre el terremoto de 1898 y
luego en 1902, la lista de los sismos y erupciones más importantes del occidente
de Nicaragua (Crawford: American Geologist, 30). La lista de los eventos sísmicos y volcánicos desde entonces es más completa. Todos los registros hasta
81
Los desastres que han ocurrido
el siglo XIX son sin embargo producto de observaciones. En realidad el primer
evento registrado con instrumental técnico es el del terremoto del 24 de abril
de 1916. Este sismo de magnitud 7.3 fue detectado por Gutemberg y Richter
con epicentro al sur del Lago de Nicaragua.
En cambio los fenómenos climáticos comenzaron a registrarse y estudiarse metódicamente hasta más tarde. Los primeros reportes corresponden a ciclos de
lluvias y sequías con fines más bien agrícolas obtenidos de las primeras estaciones
de Rivas y del Ingenio San Antonio que arrancan de 1880 y 1886 respectivamente. Datos sobre incidencia de huracanes son todavía más contemporáneos,
iniciándose su observación desde 1896. A partir de ese año hasta el presente, se
estima en 50 el número de huracanes que han golpeado la cuenca del Atlántico
tropical. (Ineter, 1998:17).
Desde luego, la mayoría de estos fenómenos naturales no tuvo consecuencias
destructivas. y no todos en realidad alcanzaron a golpear centros de población.
Una revisión tentativa de los eventos destructivos mayores experimentados en
Nicaragua en el tiempo histórico, arroja la cifra de 25 sucesos a partir de 1520: un
promedio inaceptable de cuatro por siglo para un país pequeño. De estos sucesos,
11 fueron terremotos, 9 desastres climáticos, un tsunami y 4, correspondieron
a actividad volcánica. (Ver lista al final). Una revisión más detallada de todos los
reportes disponibles, establece que los mayores desastres naturales conocidos
hasta la fecha han sido por sus consecuencias humanas y materiales, siete:
• La destrucción del poblado de Mombacho sepultado por el deslave del
volcán del mismo nombre en 1570
• La actividad eruptiva y sísmica del Momotombo y la crecida del lago Xolotlán que causaron la evacuación de la primera capital León entre 1609 y
1610
• El terremoto de 1663 que dejó aislada a Nicaragua del comercio con el
Caribe y España
• La megaerupción del Cosigüina de 1835 que destruyó con su nube de cenizas incandescentes todo vestigio de vida en un radio de 15 kilómetros y
arrojó miles de toneladas de materiales volcánicos que alcanzaron a todas
las poblaciones del país
82
Jaime Wheelock Román
• El terremoto que destruyó Managua el 31 de Marzo de 1931, ocasionando
1.500 muertos
• El terremoto de 1972 que destruyó nuevamente la capital Managua el 23 de
Diciembre de 1872, ocasionando 10 mil muertos y 880 millones de dólares
en daños
• El huracán Mitch que causó inundaciones severas y deslaves en gran parte
del territorio y el derrumbe del volcán Casitas, ocasionando 3.200 muertos
y 1.500 millones de dólares en daños.
De modo más general, pareciera que los fenómenos destructivos más frecuentes
y dañinos han sido hasta hoy los terremotos. Desde 1520 hasta 1999 han ocurrido
once grandes sismos y un tsunami, causantes de pérdidas humanas y materiales
considerables. Con una frecuencia de dos por siglo, los terremotos se han concentrado en la región del Pacífico, afectando las ciudades más importantes y más
pobladas, incluidas las dos capitales, León y Managua. Otras ciudades destruidas
o seriamente dañadas por sismos han sido, Chinandega, El Viejo, Telica, Mateare,
Granada y Rivas. Por su parte, el tsunami de 1992 barrió las pequeñas aldeas y
balnearios costeros del Pacífico cobrando 179 vidas humanas.
Los desastres climáticos ocupan el segundo rango con ocho eventos. A diferencia de los terremotos que tienen efectos localizados, las lluvias destructivas,
tormentas y huracanes han afectado áreas más amplias del territorio. Por ello
mismo sus consecuencias materiales y económicas puede que sean, combinadas
en el tiempo, mayores que las que han provocado individualmente eventos de otra
naturaleza. Baste mencionar los US$ 1.500 millones que ocasionó en pérdidas
materiales el huracán Mitch. De los fenómenos climáticos, los huracanes y los
deslizamientos asociados a lluvias intensas aparecen como las manifestaciones
más agresivas. Tal es el caso del deslave del Mombacho y el reciente deslave del
Casita que juntos cobraron más del doble de vidas que el terremoto de Managua
de 1931. Otros fenómenos climáticos como tornados o granizadas han sido
más bien raros.
Las erupciones volcánicas a pesar de su frecuencia, sólo han traído consecuencias catastróficas en cuatro ocasiones: La erupción del Momotombo, asociado
a terremotos e inundaciones en 1609 y 10 que influyó en el abandono de León;
la colada masiva de lava del Masaya en 1772; la ya mencionada explosión del
Cosigüina; y la violenta y prolongada erupción del cerro Negro en 1968. Los
efectos mortíferos de las erupciones han sido en realidad muy pocos. Se estima que el Cosigüina no ocasionó pérdidas humanas considerables porque las
áreas aledañas al volcán estaban despobladas en esa época. Por otro lado, los
83
Los desastres que han ocurrido
daños económicos a causa de estas erupciones han sido más bien modestos al
manifestarse la mayoría de los volcanes de Nicaragua mediante coladas de lava
y emisiones de gas y cenizas en un limitado radio de acción.
84
H istoria de terremotos
En el anillo de los grandes sismos
Nicaragua está asentada a lo largo de una sección activa de la llamada faja
tectónica o anillo circumpacífico, el mismo que rodea con su arco más amplio
regiones como California, Japón e Indonesia, igualmente altas en sismicidad.
Los terremotos han sido por lo mismo rutinarios aquí. Un gran accidente geológico -la Fosa Mesoamericana-, está situado a unos 150 kilómetros del margen
occidental del territorio haciendo paralelo con la costa del Pacífico. Esta fosa
marca el límite de intersección donde el frente de la placa de Cocos se hunde
por debajo de la placa Caribe. La intersección entre estas placas en movimiento,
ha dado lugar a fuerzas colosales de tensión y compresión, fricciones, fusión
de rocas y rupturas en un frente de más de 1.000 kilómetros que han generado
desde tiempos remotos, grandes sismos.
Un catálogo de movimientos tectónicos resumido por Leeds cubriendo el período de 1520 hasta 1973 contiene 452 eventos, 99 de los cuales fueron por su
magnitud considerados potencialmente destructivos. El número real de sismos
debe haber sido mucho mayor porque los reportes coloniales sólo dieron cuenta
de los 27 que causaron daños o al menos alarma en lugares poblados. Ya para
el siglo XIX, el mismo Leeds recoge información sobre 69 eventos de media y
gran intensidad.
Cuando fue posible la detección por sismógrafos en el siglo XX, el número de
eventos tectónicos reportados hasta 1973 se elevó a 255. Pero aún las cifras se
quedan cortas. Una base de datos levantadas por Ineter, entre 1975 y 1982, con
base a registros de 16 estaciones y 20 acelerógrafos, recogió 11.000 movimientos
sísmicos la mayoría de baja intensidad como para ser sentidos por la población.
Solamente en el período 1992-1995, fueron registrados 4.000 sismos (Segura y
Hernández, 1996:3).
La información histórica disponible y las series sistematizadas por las entidades
oficiales, aún cuando no del todo completas, permiten deducir ciertos patrones
generales de la actividad sísmica en Nicaragua de gran interés para la población
y la economía nacional.
85
Los desastres que han ocurrido
Intensidad y recurrencia
Un catálogo más completo sobre movimientos sísmicos conocidos recoge 136
eventos que produjeron daños humanos y materiales o fueron apreciados por
la población como temblores violentos (En cronología al final). De ellos, 18
causaron daños notables o parciales en centros de población. Esta cifra parece
suficiente para explicar que Nicaragua no sólo es una región de alta sismicidad,
sino que los terremotos destructivos son aquí frecuentes. Examinando más de
cerca la secuencia de los sismos mayores ligados a grandes movimientos de placas, se observa un período de recurrencia de 30-50 años (Kelleher, et al, 1973).
En cambio sismos también dañinos aunque de menor magnitud relacionados
al fallamiento de la cordillera volcánica, tienen una frecuencia más alta de por
lo menos uno cada 10.8 años.
Es contrastante que en Nicaragua no se reporten tipos de terremotos de gran
intensidad -más de 7.7 escala de Richter. En cambio se han registrado 23 sismos
de 7.0 a 7.7 Richter, algunos de los cuales por la lejanía de sus focos respecto
de lugares habitados, no tuvieron efectos destructivos (Leeds, 1973:27). Los
terremotos que mayormente han golpeado las ciudades nicaragüenses, tenían
magnitudes entre 6.0 y 6.9 Richter y aún menores. Leeds reporta 76 eventos de
tal magnitud. Estos movimientos tectónicos se originaron por regla general a
lo largo y por debajo de la cadena volcánica a partir de colisiones entre placas
ocurridas en profundidades escasas o intermedias - más de 3 y menos de 30
kilómetros.
El daño catastrófico de este tipo de sismos se atribuye a que los principales
asentamientos de población descansan sobre la Depresión de los Lagos, donde
los terrenos son más frágiles y presentan mayor fracturamiento. Otra razón de
peso son los pobres e inadecuados sistemas de construcción. En realidad, dadas
estas características, la escala de Richter que mide la intensidad de energía de
los sismos, no es siempre útil para ponderar como la de Mercalli la magnitud de
los terremotos en función del desplome y los daños físicos que producen. Un
ejemplo de ello es el terremoto de Managua de diciembre de 1972 que siendo
el evento sísmico más destructivo de nuestra historia alcanzó una intensidad
de sólo 5.6 Richter. Otro factor detrás del daño que los terremotos infringen a
la población es el poco conocimiento sobre su naturaleza y origen. Un par de
reportes de prensa puede ilustrarlo:
«De dónde proceden los temblores en el Departamento de Managua.- «La Noticia», 10 de
Mayo.- Personas conocedoras de todo el departamento de Managua, creen saber que los temblores de repercusión puramente local del sábado y domingo tienen en la lometa llamada Tabuya
86
Jaime Wheelock Román
del lado de Chiquilistagua, un cerrito pelado donde no crece ni hierba. También hay quienes
digan que cerca del extremo de la Punta de Chiltepe hace algunos años, y donde los marineros
han visto surgir ebulliciones pasmosas a la hora menos pensada.» (Diario «La Noticia», 10
de Mayo 1938).
«El temblor de ayer en Managua».- «A las nueve de la mañana en punto se sintió en Managua un temblor que pareció más bien atmosférico; cambio de tiempo dijeron muchos». (Diario
«La Noticia», 3 de Diciembre 1938).
De entre los sismos más dañinos, hay algunos que pueden catalogarse como los
mayores en los últimos siglos. Dejando a un lado el terremoto de 1528 que no
parece haber causado muertos o heridos, estos eventos de acuerdo a los testimonios y reseñas que insertaremos, afectaron las ciudades más pobladas y más
importantes del país en diferentes épocas.
• Terremoto de enero de 1610: León- Asociado a erupción de Momotombo e
inundaciones del Lago Xolotlán, causó la evacuación y el abandono de la antigua
capital de Nicaragua, León.
• Terremoto de 1663: León- «En 1663 fuertes terremotos, aún más grandes
que los de 1648 y 1651, conmovieron el territorio de la Provincia, causando la
ruina de algunas de sus poblaciones y amenazando a la nueva ciudad de León
con su completo exterminio... Desde la época de los terremotos que en años
anteriores habían afligido a los habitantes de esta provincia, los raudales del San
Juan presentaban inconvenientes para la navegación por haber disminuido el
87
Los desastres que han ocurrido
fondo que tenían. El de 1663 elevó las peñas sobre la superficie del agua, hasta
impedir el paso a embarcaciones de regular capacidad. Había llegado al Lago
en 1662 un buque de la Habana... y no pudo regresar...El terremoto de 1663
produjo otro mal de graves consecuencias. El comercio de Granada se sostenía
por el arribo de embarcaciones que calaban de ochenta a ciento veinte toneladas
y que por el San Juan venían directamente de Cádiz y Nombre de Dios; pero
habiendo suspendido sus viajes por la imposibilidad de pasar aquellos escollos,
los comerciantes se vieron colocados en la necesidad de transportar en pequeñas
canoas las mercancías que traían por el lago, reduciéndose el tráfico a mínimas
proporciones.» (Ayón, 1993:64-5).
• Terremoto de 1844: Rivas.- «Eran las dos de la tarde del mencionado 29 de
Abril de 1844; en esto, a la par, se oyó un espantoso fragor como de grandes
cosas que se rompen y se sintió un más que violento sacudimiento de tierra,
que tumbó por el suelo, iglesias, cabildos, casas y demás construcciones de la
ciudad. La atmósfera se oscureció y se volvió irrespirable, por causa del polvo
flotante que arrojaron de sí los edificios derribados. No había salido la gente
del estupor que impuso el horrible fenómeno, cuando transcurridos unos pocos
minutos, quizás uno, el sacudimiento se repitió acabando de consumar la ruina.»
(Manuel Arana Pasos, Revista de la Academia de Geografía e Historia, Vol. 10,
Tomo 1, 1948).
• Terremoto de 1881: Managua.- El 28 de Abril de 1881 una onda sísmica de
movimiento vertical sacudió Managua durante 50 segundos. Informes de los
diarios de la época dan cuenta de daños generalizados en los edificios y varias
casas de taquezal y adobe desplomados. Al sismo principal siguieron tres réplicas. El sismo se sintió en San Juan del Sur y por el Norte, en Chinandega: Fue
el más fuerte desde 1844.
• Terremoto de 1885: León, Managua y Chinandega.-»En la tarde del 11 de
Octubre de 1885, un terremoto destructivo, alrededor de intensidad IX ocurrió
a lo largo del Occidente de Nicaragua. La mayor fuerza se centró en León, El
Viejo y Managua. La cúpula de la iglesia del Laborío en León fue derribada y
dañados otros templos. El edificio de la sede del gobierno, el Seminario, Instituto
y el palacio arzobispal lo mismo que las instalaciones militares y la mayoría de las
casas particulares de adobe se partieron. Managua y Chinandega sufrieron los
mismos daños. Cinco muertos hubo en León y uno en Managua .» (US Monthly
Weather Review).
88
• Terremoto de 1898: León y Managua- «El 29 de Abril de 1898, un terremoto de intensidad VI a VIII ocasionó gran daño a la catedral de León. La onda
sísmica sacudió desde la franja Este del lago de Nicaragua hasta el Golfo de
Jaime Wheelock Román
Fonseca y El Salvador. El
Diario «El Comercio»
reporta que las réplicas
que ocurrieron hasta dos
veces al día, continuaron
hasta el 12 de Mayo de
ese año. Hubo muchos
daños en León, varios
edificios colapsaron y
otros como la catedral
se fracturaron. En Managua se reportaron daños
de consideración, entre
ellos el desplome del cimborrio o cumbrera de la vieja parroquia episcopal y la
caída del techo del Banco de Londres. En Chinandega, la Iglesia de Guadalupe
y varias casas particulares fueron destruidas; la iglesia de Santa Ana y varias edificaciones escolares sufrieron serios daños.(A Morales, Ineter, 1998:23).
• Terremoto de 1931: Managua.- «El terremoto del 31 de marzo de 1931 es de
interés por su similaridad con el del 23 de Diciembre de 1972. El récord instrumental es débil y la localización del epicentro que se dio, errónea. Considerando
el tipo de daños locales y las fallas de la superficie, el epicentro tiene que haber
estado cerca de la ciudad. La magnitud reportada (5.6 Pasadena), resulta más
bien baja al comparar los enormes daños que el sismo causó: 1.100 muertos
y 15 millones de dólares en perjuicios materiales. La mayoría de los edificios
89
Los desastres que han ocurrido
tanto nuevos como viejos quedaron destruidos. Sólo la catedral edificada en
marco de acero quedó en pié. El palacio presidencial, construido en 1930 quedó
partido y una porción cayó a la laguna. Los sistemas de abastecimiento de agua
se destruyeron y se propagó un incendio. La Penitenciaría colapsó matando a
todos, excepto a los que estaban afuera. El techo y el segundo piso del Palacio
de Comunicaciones, inaugurado en 1930 se partieron y luego el edificio tomó
fuego... las réplicas ocurridas el 7 de abril terminaron de dañar los edificios
restantes» (Leeds, 1973:35).
• Terremoto de 1968: Managua.- «El 4
de enero de 1968, en Managua, Masaya,
Carazo y Granada se produjo un fuerte
sismo. Los daños en Managua se concentraron en la Colonia Centroamérica y 14
de Septiembre; 500 casas de bajo costo
tuvieron que ser evacuadas... Las áreas
donde ocurrieron los daños más severos,
descansan sobre un depósito de escorias
volcánicas arrastradas por corrientes de
agua y por el viento. La máxima intensidad de este sismo fue de VII (4 Richter).
Hansen y Brown reportaron cambios de
nivel del suelo de 37 milímetros, así como
numerosas fracturas de terreno.»
90
Jaime Wheelock Román
• Terremoto de 1972: Managua.- «El terremoto de 1972 registró una magnitud
de 5.6 en la escala de Richter y una magnitud de onda superficial de 6.2. Ocurrió
el 23 de Diciembre y junto a sus réplicas se afectó un área de aproximadamente
27 Km2 en el centro de Managua. 11 mil personas resultaron muertas y 20 mil
heridas. Cerca del 75% de las casas fueron destruidas o inhabilitadas para dejar
200 a 250 mil personas sin hogar. Los daños a la propiedad fueron de 500 millones
de dólares... Managua se localiza en el límite entre los segmentos Este y Oeste
de Nicaragua, paralelos a la Fosa Mesoamericana. Por lo tanto los fallamientos
mayores están acompañados de fallas menores transversales a los lineamientos
volcánicos y están escondidos bajo el centro de Managua. Existen en Managua
al menos 4 fallas subparalelas... espaciadas entre 270 a 1150 metros en el área
central. Estas presentaron un desplazamiento lateral izquierdo durante los eventos sísmicos principales... al menos una de estas fallas, la de Tiscapa con rumbo
principal Norte-Sur, se extiende desde la superficie hasta una profundidad de
8 a 10 km sobre una longitud máxima de aproximadamente 15km. La longitud
mapeable de cada falla en la superficie es de 1.6km, 5.1km, 5.9km y 2.7km respectivamente « (Darce, 1996:9).
91
Los desastres que han ocurrido
92
Jaime Wheelock Román
Épocas y meses de ocurrencia
En Nicaragua aparecen series de movimientos sísmicos intensos, bastante concentrados en lapsos de uno o varios años en lo que podría llamarse «ciclos de
crisis». Hay por lo menos siete períodos históricos que pueden identificarse:
•
•
•
•
•
•
•
1648-1663:
1841-1849:
1858-1868:
1930-1934:
1938-1939:
1944-1945:
1952-1953:
Tres terremotos que afectan cauce de río San Juan; y uno León;
Cinco terremotos en la parte sur y este del país;
Siete sismos intensos en la costa del Pacífico
Siete eventos en el Pacífico incluyendo el destructivo de 1931;
Diez sismos entre enero y octubre en Occidente;
Cinco temblores muy fuertes en Occidente y Centro
Seis sismos en costa del Pacífico
La diferente distribución de la actividad sísmica mayor durante el año permite
identificar tres períodos tectónicos bien diferenciados: el intenso de Enero a
Mayo donde se concentra el 62% de todos los sismos; un período medio, entre
Octubre y Diciembre con una ocurrencia de 16%; y el bajo, entre Julio y Septiembre, meses de poca incidencia sísmica, con apenas 10% del total. El mes de
Septiembre aparece como el de menor actividad y marzo como el mayor. Con
estos datos pudiera afirmarse que a lo largo de diferentes épocas, la actividad
sísmica en Nicaragua suele presentarse con
mayor intensidad durante la estación seca.
Observación similar había sido formulada
por Squier en 1849:
«Todos los observadores coinciden en que
si bien los temblores son comunes en toda
época del año, son mucho más frecuentes al
comienzo y fin de las dos únicas estaciones
del país, esto es...entre los primeros días
de Noviembre y los primeros de Mayo.»
(Squier, 1970:441).
Localización regional
Numerosas investigaciones dan prueba que los movimientos sísmicos, incluidos los más dañinos ocurren comúnmente a lo largo de la cordillera volcánica
centroamericana (Carr y Stoiberg, 1977). La observación de los mapas donde
se puntean los epicentros de los terremotos nicaragüenses, refleja dos zonas de
marcada actividad tectónica: la primera se ubica mar adentro y la segunda a lo
93
Los desastres que han ocurrido
largo de la cadena de volcanes. Ambas zonas inciden sobre la faja continental
del Pacífico, donde se ubican los centros más poblados.
Estudios recientes indican que la mayoría de sismos se genera en la zona de
subducción frente a las costas del Pacífico. De 1915 sismos ocurridos en 1997,
un 74.3%, es decir 1450, tuvieron origen en esa zona. En la cadena volcánica
-también influida por los
movimientos de placas-,
se ubicó sólo un 23.9%
de los sismos. Estos no
ocurrieron en los volcanes San Cristóbal, Telica
Orota, Cerro Negro, El
Hoyo, Momotombo,
Apoyeque, Masaya, Laguna de Apoyo, Mombacho y en la isla de Ometepe donde
se localizan el Concepción y Maderas. (Catálogo de Sismos de Nicaragua 19971998, Ineter, 1999).
Distribuyendo territorialmente la serie cronológica de los eventos que presentamos al final, el 90% se localizó en el Pacífico. Se asume que esta sismicidad
obedece a la localización próxima del occidente nicaragüense a la zona de
convergencia de las placas Cocos y Caribe (Martínez y Noguera, 1992). Dentro
de esta región hay una zona donde la sismicidad es todavía más pronunciada y
donde han ocurrido todos los terremotos devastadores con la excepción del de
Rivas: Es la faja que comprende Managua, León hasta la ciudad del Viejo donde
también se ubican los centros volcánicos más activos del país. Las ciudades del
Pacífico castigadas con más frecuencia por los movimientos de mayor intensidad
han sido: Managua, León, Chinandega y un poco más atrás Granada.
Managua encabeza la lista con 25 eventos, tres de los cuales -ocurridos en 1881,
1931 y 1972-, causaron destrozos enormes; otros seis sismos violentos ocasionaron también daños considerables en 1859, 1885, 1933, 1938, 1956 y 1968. Muy
cerca de Managua, sigue la ciudad de León, destruida cuatro veces por causa de
los terremotos de 1609, 1648, 1663 y 1885; también León sufrió otros eventos
destructivos, la mayoría con pérdidas humanas en 1528, 1870, 1898, 1918 y 1938.
Un tercer lugar de afectación lo ocupa Chinandega con 18 sismos, incluido el
de 1898 que la destruyó parcialmente. Otras ciudades de esta misma sección
de Occidente, Telica y Mateare, fueron severamente dañadas por los sismos de
1938 y 1955 respectivamente. El de Mateare, aunque reciente es poco conocido:
94
Jaime Wheelock Román
«Terremoto daña casi todo Mateare». «Botó muchas casas y abrió grandes hendiduras en el
suelo... no hay una sola casa en la población, desde la Iglesia hasta el Comando, sin deslizamientos en los tejados... muchas casas de adobe sufrieron desplomamiento y hay unos tres o
cuatro convertidas en un montón de escombros... Los temblores han continuado diariamente.
Los temblores sísmicos empezaron el viernes por la noche con duración a veces de 20 segundos,
hasta el martes.» (Diario «La Prensa», 3 de Mayo de 1955).
Granada ha sido también asiento de sismos mayores recurrentes; históricamente
se han registrado allí sacudidas generadas desde la costa del Pacífico con poder
suficiente para remecer todo el territorio y en ocasiones a varios países centroamericanos. Ejemplos de ello fueron los sismos de 1570, 1663, 1702, 1772,
1878 y 1916. El sismo de 1772 parece asociarse a la erupción contemporánea
del volcán Masaya:
«El 16 de marzo de 1772, un fuerte terremoto sacudió Granada que aterrorizó a todo
Nicaragua. El Volcán Masaya estuvo también muy activo durante 10 días. El sismo dañó
la Iglesia, el cabildo muchas casas principales y las tejas se desprendieron de casi la mitad de
todas las viviendas». (Montessus de Ballore, 1888).
95
Los desastres que han ocurrido
Una tercera zona tectónica menos pronunciada, se localiza en la parte este del
país abarcando la franja que se extiende desde el margen sur del Lago de Nicaragua corriendo sobre la vertiente del río San Juan hasta su desembocadura
en San Juan del Norte. Aquí se han documentado 12 eventos de consideración,
algunos de los cuales curiosamente alcanzaron magnitudes entre 7 y 7.7 Richter,
las mayores registradas en Nicaragua. Estos movimientos parecen estar alineados
sobre la faja denominada por los geólogos, Escarpe de Haas.
En la zona norte del país los sismos severos han sido poco frecuentes. Se reportan tres durante este siglo: Los de Jinotega de febrero de 1922 y Agosto de
1951; y el que sacudió Matagalpa el 8 de Diciembre de 1937. El Catálogo de
sismos de 1997 y 1998 establece que solamente el 1.8% del total de eventos
correspondió a las zonas Norte Central y Atlántica. Testimonio representativo
de sismos sentidos en la zona norte del país es el siguiente:
«El Temblor de antier, muy fuerte en Matagalpa.-Matagalpa, 10 am del 9 de Diciembre
de 1937. A «La Noticia».- «Esta población sorprendióse hoy a las seis y tres minutos
de la mañana, fuerte temblor oscilatorio. Sintióse más intenso que cuando terremoto por lo
que abrigábanse temores daños ciudades interiores; regocíjanos saber no hubo ninguno». («La
Noticia», 10 diciembre 1937)
Una amplia zona del país, al Noreste de la llanura del Atlántico, registra poca
actividad apreciable. Se sugiere que esta «zona libre» de sismos está asentada
sobre una porción estable, menos fallada y poco deformada de la placa Caribe
(Martínez y Noguera, 1992:172).
Sismos tectónicos y volcánicos
Los registros históricos suministran observaciones que permiten identificar tipos
diferenciados de movimientos sísmicos a partir de su foco o fuente de origen,
frecuencia e intensidad. Los primeros identificados fueron los temblores y terremotos asociados a actividad volcánica. Originalmente se creía que todos los
temblores partían de los focos volcánicos. La mayoría de los sismos volcánicos
han sido de poca magnitud y muy locales. En ocasiones, el movimiento interno
del magma y los gases volcánicos generaron sacudidas violentas en los terrenos
más próximos que lograron alcanzar áreas pobladas circunvecinas causando
destrozos considerables (Lomnitz and Schultz, 1996).
96
Históricamente hay reportados en Nicaragua no menos de 70 sismos volcánicos de los cuales por lo menos 21 han sido intensos. Es muy difícil establecer
sin embargo, si ellos fueron originados por meros movimientos locales en la
cámara magmática o fueron sismos tectónicos -asociados a interacción de pla-
Jaime Wheelock Román
cas- próximos a fallas de los edificios volcánicos. Los más notables fueron los
del Momotombo en 1605 y 1609; Masaya en 1772 que alcanzó Granada; y el
reportado proveniente del Volcán Nindirí en 1858 que ocasionó derrumbes en
Masaya y Granada. Un testimonio interesante sobre sismos asociados a actividad
volcánica es uno de 1919 teniendo al Momotombo como protagonista:
«Persona que llegó del Momotombo nos trae el siguiente relato: Serían las cinco y media cuando
oímos un ruido como de viento y lluvia; momentos después se oyó un derrumbe como de algo
que se precipita a un abismo. Acto continuo empezó a temblar, primero de Este a Oeste, después de Norte a Sur, terminando en trepidación. Al terminar el temblor salió del cráter una
columna de humo negro que fue tomando un color plomizo. Durante la noche hubo temblores
y retumbos. A las once de la mañana el humo del volcán era completamente blanco». (El
Cronista, 1 de Julio 1919).
También cerca de los centros volcánicos antiguos -Apoyo, Apoyeque, Zapatera-,
cuyos terrenos se encuentran muy fracturados, hay zonas de microsismicidad
donde ocurren movimientos de tipo «enjambres sísmicos». Los enjambres se
presentan como centenares de pequeños temblores localizados en zonas estrechas que comienzan a menudo con leves movimientos a los que puede seguir
un sismo un poco mayor y luego continuar la serie de microsismos. Esta ha sido
característica de lugares como Mateare, Granada, Catarina o Ticuantepe (Segura
y Hernández, 1996:8).
La gran mayoría de los sismos «históricos» y los sistematizados con posterioridad
en series, son de origen tectónico vinculados a la interacción de las placas. Entre
estos destacan -más por su magnitud y alcance geográfico que por los daños que
ocasionan-, los llamados megasismos Centroamericanos. La literatura disponible refiere 16 eventos de este tipo. El primero reportado es el de Cartago, Costa
Rica, que se sintió en el Río San Juan y
en el Sur de Nicaragua en 1841. Otro
terremoto centroamericano seguido
de réplicas sacudió el 20 de Diciembre
de 1862 toda la franja costera desde
Guatemala hasta Nicaragua. El más
extenso reportado es el megasismo
de 1882 que sacudió desde Cartagena
hasta Rivas.
Se considera que estos movimientos
sísmicos se originan por grandes rupturas entre las placas ocurridas en la
zona de falla continental -Fosa Me97
Los desastres que han ocurrido
soamericana-, situada a unos 80 kilómetros a lo largo de la costa occidental de
Centroamérica. Ejemplos de este tipo de eventos lo ilustran los sismos de 1956:
«El 24 de Octubre de 1956, un sismo de enorme magnitud tuvo lugar al sur del Salvador que
causó daños en Managua. Hansen cree que este evento es el de mayor magnitud registrado en
Nicaragua. El poco daño que causó lo atribuye a la gran profundidad de su foco. El 25 de
Octubre de 1956 otro evento de 7.3 se volvió a sentir en El Salvador y Nicaragua» (Leeds,
1973:35).
Los sismos continentales en la Depresión de los Lagos han sido los más peligrosos. Ellos se originan por debajo de la corteza del Pacífico continental en
una sección de ruptura entre las placas ubicada a profundidades someras. Se
suelen presentar en una secuencia de sismos pequeños (precursores) que pueden aparecer minutos, horas o días antes de un sismo mayor (Strauch, 1997;
White y Harlow, 1993). Luego del sismo principal suceden réplicas que pueden
extenderse por varios días. Evento representativo fue el terremoto de Managua
de 1972 cuyo sismo principal se presentó luego de varios pequeños temblores
«precursores» ocurridos media hora antes.
Los sismos generados por debajo de la placa continental, se han presentado como
locales o bien regionales. De hecho, la mayoría de los sismos ocurridos en la
faja continental del Pacífico conocida también como Depresión de Nicaragua,
ha sido local. Se sienten e inciden en secciones reducidas de un territorio con
relativa independencia de su intensidad y la magnitud de los daños que provocan.
Son sismos considerados superficiales cuyo foco o hipocentro está casi siempre
a menos de 10 kilómetros de profundidad (Santos,1973:9). El sismo de magnitud
6.0-6-7, ocurrido en la zona de Cosigüina en 1809 es un evento de tipo local;
asimismo, fueron probablemente locales los terremotos que dañaron edificios y
casas en León el 18 de junio de 1870, y nuevamente en 1918. Otro sismo local
es el que afectó varias colonias de Managua en 1968. Hansen en base a estudios
geológicos especializados sugiere que el terremoto de Managua de 1931 y aún
el de 1972 fueron también de tipo local (Hansen: 1973:104-12)).
98
Los sismos de efecto regional -menos frecuentes-, se han presentado en Nicaragua a la manera de «bandas sísmicas» que sacuden a lo largo los mismos
puntos del territorio aún a pesar de su distancia. En 1648 un terremoto violento
provocó muchos muertos y heridos en León y al mismo tiempo subió el cauce
del Río San Juan; en esa misma banda se repiten los sismos de 1651, 1663 y 1844.
Otra banda sísmica con historia más numerosa en eventos se presenta entre
Chinandega, León y Managua. Desde 1852 se han reportado 11 terremotos de
efecto regional donde invariablemente los movimientos sentidos en Chinandega,
también afectaron León y alcanzaron Managua. Antes de 1852, se registra un
evento ocurrido en 1605. En 1885 y 1898 movimientos sísmicos de este tipo
Jaime Wheelock Román
dañaron parcialmente la ciudad de León. En 1961 un sismo violento sacudió
Puerto Morazán, afectó Chinandega y alcanzó a dañar casas en León y Managua.
Tsunamis
Los llamados maremotos o tsunamis son producidos por terremotos de carácter
oceánico que levantan olas de gran tamaño con la capacidad de transportarse a
grandes velocidades y golpear costas y poblaciones, aún aquellas ubicadas a gran
distancia. Son eventos más bien poco frecuentes. En el Pacífico centroamericano
hay referencias sobre varios tsunamis, si bien los realmente documentados se
limitan a dos: El de Acajutla de 20 de Diciembre de 1859 -asociado a erupción
del Volcán Izalco-, y el de 2 de septiembre de 1992 que azotó la costa del Pacífico de Nicaragua.
Sapper se refiere al tsunami de 25 de Agosto de 1859 asociado al terremoto
centroamericano de la misma fecha que logró alcanzar el Golfo de Fonseca y
probablemente otros puntos de la costa nicaragüense (Sapper, Revista Conservadora No.78:8). Ineter recoge referencias sobre el tsunami de 29 de Julio de
1919 que levantó grandes olas en el Golfo de Fonseca y marejadas que inundaron
Corinto. Referencias de los diarios «El Cronista» de León y «El Comercio» de
Managua, refieren que el 12 de Diciembre de 1919 hubo un maremoto frente
99
Los desastres que han ocurrido
a las costas del Pacífico. Por su parte, otro diario «La Noticia», reporta olas gigantescas en el Golfo de Fonseca el 6 de Diciembre de 1920.
Leeds, menciona un tsunami ocurrido el 5 de Octubre de 1950 originado de un
sismo frente a las costas de Costa Rica y que probablemente pudo afectar el Sur
de Nicaragua. Por último, pobladores de la localidad, informaron la incidencia
de un maremoto el 24 de Octubre de ese año en San Juan del Sur.
Puede que algunos de estos fenómenos correspondan más bien a marejadas. Las
marejadas «marciales» o astronómicas ocurren periódicamente por influencia del
sol y la luna en perigeo, sobre los movimientos de las masas oceánicas. Asimismo, los huracanes son capaces de producir oleajes y entradas violentas de mar.
Este tipo de fenómenos, aunque con poca historia de desastres en Nicaragua,
han ocasionado inundaciones totales en el pasado en localidades bajas de los
litorales Pacífico como Corinto, Paso Caballos, Jiquilillo; o Atlántico como La
Cruz de Río Grande y Laguna de Perlas.
El Tsunami del 2 de Septiembre de 1992 se considera el primer fenómeno moderno ocurrido frente a las costas de Nicaragua. Fue un tsunami-terremoto ubicado
entre las dos placas Coco y Caribe y a profundidad de 10 km. De relativamente
baja intensidad fue capaz de levantar olas de gran tamaño -6 a 9.9 metros-, en
un frente de 200 kilómetros (Ide and Imamura et al, 1993:75). Al activarse la
falla «disparadora» se produjo primero un retiro de la marea y luego la onda. Las
olas se propagaron hacia
islas del Pacífico como
las Galápagos y pudieron
medirse por diferencias
en las mareas en las costas del Japón (Kuniaki, et
al:1993:57). No menos de
3 oleadas sucesivas alcanzaron luego del terremoto
oceánico, las costas del
Pacífico, barriendo los
poblados ribereños y causando 179 muertos, en su
mayoría niños, 489 heridos
y 3500 damnificados. Los
daños materiales fueron
estimados en US$25 millones de dólares.
100
Jaime Wheelock Román
«La fuente que lo provocó se originó probablemente de una falla inversa de empuje ocurrida en
el piso oceánico en la Fosa Mesoamericana, en el borde de las placas de subducción de Cocos y
Caribe. La escala de la falla es inferida en cerca de 200 kilómetros de largo y 100 de ancho
a la profundidad de 2km debajo del nivel del mar y generó un sismo de aproximadamente 7.2
(Richter) debajo del plano de la falla» (Darce, 1996:10)
• Nicaragua presenta uno de los índices de sismicidad más altos del mundo
• Sismos destructivos se han presentado con frecuencia en la región del
Pacífico donde está asentada la mayoría de la población nicaragüense
• Los terremotos más dañinos no fueron necesariamente los más intensos.
• Managua y León han sido destruidas varias veces cada una por terremotos.
• Chinandega, Granada, Telica, Mateare y Rivas tienen historias frecuentes
de afectación por sismos violentos, y fueron destruidas al menos una vez
por terremotos.
• Los daños producidos por los sismos fueron más severos a causa de proximidad de los edificios a fallas, pobres diseños constructivos y materiales
inadecuados.
Síntesis cronológica de la actividad sísmica mayor en Nicaragua
1528: Sismos intensos en León de mayo a octubre; primer reporte histórico
(Oviedo)
1570: Sismos violentos dañan mayoría de casas en Granada
1578: Intensos temblores afectan en febrero a León (Álvarez de Toledo)
1585: Fuerte sismo afecta Granada
1594: Temblores botan casas en León y obligan a Obispo trasladarse a Granada
1605: Fuertes sismos en León y Managua asociados al V. Momotombo
1609: Sismos asociados a V. Momotombo; abandono de primer asiento de la capital
León.
1648: Terremoto dañino afecta León; muchos muertos y heridos; sube cauce de
Río San Juan
1651: Violento sismo sentido en todo el país causa mayor depresión de rápidos
de Río San Juan
1663: Terremoto destruye casi totalmente León, afecta Granada y navegación del
San Juan
1680: Sismo asociado a V. San Cristóbal afecta Chinandega
1702: Terremoto daña casas e Iglesias en Granada
1739: Terremoto destruye iglesia de Diriá
1764: Temblores severos asociados a Momotombo
1772: Fuerte terremoto sacude el 16 de marzo Granada, al parecer asociado a V.
Masaya
1779: Terremoto destruye casas en Realejo, Chichigalpa y Posoltega
101
Los desastres que han ocurrido
1809: Sismo de magnitud 6.0-6.7 se produce en la zona de Cosigüina
1822: Terremoto en Cartago afecta el Río San Juan y se siente en el sur de Nicaragua
1835: Violentos sismos asociados al Cosigüina afectan todo Occidente
1841: Terremoto originado en Cartago afecta el sur de Nicaragua
1844: Megasismo en mayo destruye Rivas, afecta San Juan del Norte, cierra río
Negro
1844: Terremoto afecta San Juan del Norte en Agosto; magnitud de VIII
1847: Sismo de 31 de julio se siente en San Juan
1849: Fuerte sismo al este de Nicaragua sentido en Honduras y El Salvador
1850: Temblores violentos sacuden León el 27 de Octubre
1852: Fuertes sismos sentidos en Managua y León asociados al Momotombo
1854: Temblor sacude León
1856: Sismo severo sacude Masaya
1858: Intenso sismo es sentido el 25 de abril en la Costa del Salvador y Nicaragua
1858: Sismo asociado a V. Nindirí causa el 25 de abril derrumbe en camino Masaya-Granada
1859: Gran terremoto centroamericano, sacude Managua el 9 de diciembre
1862: Terremoto ístmico y réplicas sacuden el 20 de Dic. desde Guatemala hasta
Nicaragua
1865: Temblores severos de Dic. a Feb. costa del Pacífico y topografía de río Tipitapa
1867: Fuerte sismo el 27 de noviembre sentido desde Corinto a Sur de Costa Rica
1868: Fuertes sismos asociados al Momotombo se sienten el 24 de Julio en León
1870: Un sismo severo asociado al V. Masaya se siente en todo el país
1870: Terremoto causa el 18 de junio heridos, damnificados y daños a casas en
León
1878: Sismo intenso daña el 9 de junio casas en Masaya y Granada
1881: Sismo violento de 50 seg. daña el 29 de abril edificios en Managua
1881: Cuatro sismos sacuden San Juan del Norte el 9 de junio
1882: Megasismo centroamericano asociado a V. Atrato: sentido desde Cartagena
hasta Rivas
1885: Terremoto magnitud IX 12 de junio; muertos y daños en León, Chinandega
y Managua
1886: Fuerte sismo se siente en Chinandega y León el 22 de mayo
1886: Sismos intensos afectan Nagarote y La Paz Centro el 22 y 23 de mayo
1891: Fuertes sismos sacuden Granada por cuarenta días
1898: Terremoto, 29 de abril daña catedral y casas en León, se siente en todo el
Pacífico
1902: Temblores fuertes alarman Managua y León en marzo
1916: Fuerte sismo golpea el suroeste de Nicaragua el 27 de febrero
1916: Terremoto 7.3 Richter, sur del Lago de Nic., 24 de abril; primero registrado
técnicamente
102
Jaime Wheelock Román
1919: Terremoto el 18 de marzo; sentido en Managua y Chinandega
1918: Fuerte sismo en León con daños a edificaciones de taquezal
1919: Sismo y réplicas asociados al V. Momotombo afecta Puerto Momotombo
el 29 de junio
1921: Sismo 7.3 Richter localizado en el mar afecta en marzo 28 el Salvador y
Nicaragua
1922: Terremoto violento registrado mundialmente con epicentro en Jinotega el
16 de febrero
1924: Temblor intenso afecta la Costa del Pacífico
1925: Sismo severo daña edificios en Managua el 5 de Octubre
1926: Terremoto en Managua el 5 de Nov. cuartea mitad de las casas; daña Granada
y Masaya
1930: Sismo localizado en Mar Caribe con 25 réplicas es sentido en Nicaragua el
30 de julio
1931: Sismo profundo epicentro isla Ometepe con magnitud 6.0 el 7 de marzo
1931: Terremoto 5.6(Pasadena) destruye la capital causando 1.500 muertos
1932: Sismo magnitud 6.9 frente a Costa de Corinto el 21 de mayo
1933: Violentos temblores dañan edificios en Managua el 11 de julio
1933: Otro sismo causa algún daño en Managua el 24 de agosto
1934: Fuerte sismo sacude León el 25 de febrero, sintiéndose en Managua
1937: Once temblores fuertes causan daños en Corinto y Chinandega el 12 de
enero
1937: Sismo de fuerte intensidad sacude el 21 de Octubre Chichigalpa y se siente
en Managua
1937: Sismo trepidatorio sacude la capital el 16 de noviembre
1937: Temblor fuerte sacude Matagalpa el 8 de diciembre; sentido en Managua y
Masaya
1938: Enjambre sísmico en Corinto el 11 de enero
1938: Sismos y retumbos prolongados en Masaya el 11 de febrero
1938: Fuerte temblor en Chinandega el 1 de marzo; otro sismo similar el 7 de abril
1938: Temblor violento daña edificios en León el 25 de abril; sentido en todo
Occidente
1938: Terremoto 6 de mayo destruye Telica; daña edificios en León, Chinandega,
El Viejo
1938: Cadena de fuertes sismos desde el 9 al 13 de mayo daña edificios en Managua
1938: Corinto sacudido por fuerte temblor el 19 de mayo
1938: Chinandega sacudida por fuerte temblor el 22 de junio
1938: Sismo intenso en Chinandega el 3 de septiembre
1938: Temblor fuerte en Chinandega; se siente en Managua
1939: Dos sismos intensos en Chinandega el 2 de mayo; otros 3 sismos el 15 de
mayo
103
Los desastres que han ocurrido
1940: Terremoto en Costa del Pacífico, 20 de Feb.; daños serios en Chinandega y
Corinto
1941: Sismo 6.0 de magnitud con epicentro en Masachapa el 6 de enero
1944: Temblores en Managua y Chinandega el 18 de enero
1944: Sismo de regular intensidad sacude Granada el 8 de febrero
1944: Dos temblores alarman Managua el 17 de febrero
1944: Sismo de magnitud 6.0 con epicentro en San Ubaldo el 7 de abril
1944: Fuerte temblor en Chinandega y El Viejo el 17 de Octubre
1946: Sismos sacuden desde 11 de feb. Granada, Masaya, Diriomo, Jinotepe hasta
Rivas
1947: Terremoto magnitud 7.2 en la Unión, El Salvador sentido en Nicaragua el
26 de enero
1947: Sismos intensos asociados al Cerro Negro sacuden León el 15 de julio
1950: Terremoto magnitud 7.7 en el sur del Lago de Nicaragua el 5 de octubre
1951: Sismos 3 de Agosto rompen ladera Norte de Cosigüina; ola de lodo y agua
sepulta Potosí
1951: Violento temblor causa daños en Jinotega el 6 de agosto
1952: Temblor centroamericano sacude Pacífico de Nicaragua el 27 de febrero
1952: Temblor fuerte prolongado se siente en San Salvador, Managua y Diriamba;
4 de marzo
1952: Temblor oscilatorio se siente en Managua el 8 de marzo
1952: Masaya sacudida por intenso temblor el 6 de abril; retumbos en V. Masaya
1952: Fuerte sismo en Granada; sentido en Managua; 13 de mayo
1952: Fuerte temblor alarma Chinandega; 31 de mayo
1954: Dos sismos de intensidad 6.0 frente a Costa Pacífico el 19 de febrero
1954: Sismo profundo de intensidad 6.0 al norte de Granada, el 3 de mayo
1955: Terremoto daña el 4 de abril Mateare dañando mayoría de casas; hendiduras
en suelos
1955: Fuerte sismo frente a la costa del Tamarindo el 30 de marzo
1956: Sismo del 24 de enero causa daños en Puerto Somoza
1956: Terremoto 24 Octubre, Oeste de Masachapa, 7.3 Richter; daños en edificios
en Managua
1956: Otro sismo de intensidad 6.0 frente a El Tránsito el 25 de octubre
1958: Fuertes temblores en la ciudad de Rivas el 31 de enero
1958: Terremoto con epicentro en San Fco. del Carnicero el 14 de Nov.
1958: Sismo intensidad IV en Masaya el 4 de Diciembre
1959: Sismo se siente en costa del Pacífico el 24 de abril
1960: Sismo con epicentro en Malacatoya sentido en Managua el 10 de julio
1961: Sismo de regular intensidad sentido el 20 de marzo en Managua y otras
ciudades
1961: Sismo violento sacude Puerto Morazán el 23 de mayo; daña casas en Managua
y León
104
Jaime Wheelock Román
1962: Fuerte sismo originado en Golfo de Fonseca el 24 de Noviembre
1963: Sismo intenso frente costa de Poneloya el 23 de noviembre
1965: Enjambre de 54 sismos 20 Oct., frente a costa Pacífico; sentido en Managua
y Masaya;
1967: Se registra sismo en toda la Costa del Pacífico de Nic. y Costa Rica el 15 de
Octubre
1968: Terremoto de 4 de enero daña mil casas en colonias Centroamérica y Morazán
1972: 100 sismos se registran el 5 de enero en Managua; algunos con intensidad
VII
1972: Terremoto 5.6 Richter destruye Managua 23 de Dic.; 6.000 muertos; $1800
millones
1973: Terremoto con epicentro en Guanacaste sacude Rivas y Jinotepe el 14 de
abril
1975: Enjambre sísmico entre V. Momotombo y V. Momotombito
1977: Enjambres sísmicos entre Cerro Montoso y Santa Clara en mayo
1983: Sismo asociado a Terremoto en Costa Rica afecta Suroeste de Nicaragua
1984: Enjambre sísmico en Chinandega
1985: Sismo 5.5 Richter afecta Rivas dañando edificaciones; el mayor después de
1972
1992: Tsunami 1 Sept. Costa Pacífico; 179 muertos; US$ 60 millones daños
1993: Enjambres sísmicos
1995: Enjambres sísmicos asociados a Momotombo
1996: Enjambre sísmico en Momotombo: 220 en enero; 350 en febrero; 140 en
marzo
1997: Sismo magnitud 6.3 debajo de Masachapa sentido en todo el Pacífico
1997: Sismo magnitud 5.5 cerca de León, sentido en todo el Pacífico
1997: Enjambre sísmico asociado a Apoyo de 27 de mayo a Junio; el mayor de 3.7
Richter
1997: Enjambre sísmico en julio asociado a V. Apoyeque;shocks hasta 3.8 Richter
1998: Sismo (4.6 Richter) con 60 réplicas daña casas al Sur de Momotombo; 1 de
marzo
1998: Fuertes sismos con réplicas dañan casas en Ticuantepe.
1998: Sismo magnitud 6.5 el 23 de Agosto sentido en el Pacífico centroamericano.
105
Los desastres que han ocurrido
106
L
as erupciones volcánicas en la historia
Los volcanes nicaragüenses pertenecen a la
provincia volcánica de Centroamérica.
Esta se extiende desde el norte de
Guatemala hasta Chiriquí en Panamá,
comprendiendo más de 100 conos
emplazados a lo largo de la costa del Pacífico, si bien sólo 25 han estado activos en
el pasado reciente. Nicaragua contiene 18 volcanes mayores, si bien existen muchos otros que se
encuentran extintos o son conos incipientes en proceso
de evolución. De todos ellos 12 han mostrado históricamente
alguna actividad
Toda la cadena volcánica local ha surgido hacia la superficie de la corteza por
efectos de la interacción entre las placas de Cocos y Caribe. La fricción entre
éstas y el calor intenso que generan sus movimientos subterráneos, derriten
porciones de la placa Cocos. El material rocoso fundido sometido a tensión y
compresión, busca salida a través de zonas débiles de la corteza ascendiendo hasta
la superficie donde forma los edificios volcánicos (Dames and Moore, 1978:44)
La prehistoria volcánica: Volcanes que hablan.
Un estudio de imágenes de satélite conducido por Lilljequist en 1984, encontró un
número considerable de estructuras circulares con cierta relación de alineamiento.
Alrededor de unas 572 de ellas con diámetros que variaban de 100 metros hasta
50 km fueron definidas. Se sugiere que la mayoría sino todas, son los vestigios en
el terciario de una antiquísima e intensa actividad volcánica. Alineadas en arcos
que parecen migrar de Este a Oeste, estas calderas marcan la posición de viejos
alineamientos de la cadena volcánica nicaragüense, alguna vez ubicados muy al
este de su posición moderna. (Lilljquist, 1998:21 y ss)
El agrupamiento de estos antiguos cráteres ha permitido reconocer en épocas
remotas del Terciario, por lo menos tres grandes períodos de actividad volcá107
Los desastres que han ocurrido
nica mayor. La primera ocurrida
durante el Oligoceno, produjo
los terrenos de las Tierras Altas
del Norte o grupo Matagalpa; la
segunda, se sugiere que tuvo lugar en el Mioceno donde originó
depósitos de magmas basálticos
a lo largo de la Costa del Pacífico
en lo que se conoce como Arco
volcánico Coyol; y el tercero
perteneciente al período del Plioceno-Pleistoceno, marca la migración del arco
volcánico en dirección Suroeste, hacia el alineamiento donde se encuentran hoy
los volcanes activos de Nicaragua.(Sten-Ake et al, 1998:xiii).
Durante el período del terciario, la actividad volcánica -más intensa que en épocas sucesivas-, estuvo rellenando los suelos de grandes porciones del territorio.
Aún en la zona del Pacífico, estudios petrográficos conducidos por C.M. Hayes,
constataron que terrenos como los de la formación de Brito en Rivas, fueron
probablemente conformados por erupciones de volcanes hoy extinguidos del
Oligoceno, entonces situados hacia el Oeste (Sapper, Revista Conservadora,
78:2). Calderas de gran extensión, muy activas en períodos remotos, se han
identificado cerca del Sauce. La misma caldera del Masaya pertenece a un cono
extinto que tuvo un pasado de gigantescas erupciones explosivas cuyos efectos
son apreciables aún hoy en toda el área de las Sierras de Managua.
Durante el período cuaternario la actividad volcánica siguió siendo intensa durante su fase temprana. Se supone que los depósitos de piedra pómez, arenas y
cenizas presentes en los terrenos del Pacífico fueron arrojados por los volcanes
modernos en grandes masas casi desde el principio de su actividad. Gran parte
de la Depresión Nicaragüense
fue rellenada por materiales
de conos volcánicos del grupo denominado «Las Sierras»
(Darce, 1966). Sapper supone
que este grupo estuvo muy
activo a principios del cuaternario, depositando enormes
masas de tobas de un espesor
de 400 metros en las sierras de
Managua y en Masaya. Otros
como Wilson, creen que estos
108
Jaime Wheelock Román
depósitos de piedra cantera, provienen de un gigantesco lahar o flujo de lodo
de origen todavía desconocido (Dames and Moore, 1978:57).
Erupciones más próximas han sido documentadas hace 23.000 años. Una de
estas es la explosión que formó la caldera ocupada hoy por la laguna de Apoyo.
Por sus dimensiones -6.5 Km de diámetro-, se sugiere que la magnitud de la
erupción puede haber sido una de las mayores a escala mundial en ese tiempo.
Los flujos de pómez depositados por el Apoyo alcanzaron en áreas próximas,
espesores de 37 metros y a distancias mayores alcanzaron a sepultar con una capa
de 15 metros de espesor el terreno donde hoy se asienta la ciudad de Granada
(Segura y Hernández, 1996:6).
109
Los desastres que han ocurrido
Otra explosión de gran magnitud ocurrida por la misma época, fue la del Apoyeque. Esta erupción que formó el cráter y laguna del mismo nombre, cubrió el
volcán con una gruesa capa de pómez y flujos de escorias que se extendieron
hasta el occidente de Managua.
Hay manifestaciones volcánicas más recientes de la misma cadena cuaternaria.
Podemos encontrarlas impresas en el cuerpo de las lagunas que llenan cráteres hoy
extintos donde se produjeron explosiones o hubo hundimientos ligados a fallas
sísmicas o donde se aprecian huellas de volcanes más antiguos que estuvieron
activos varios milenios atrás. Este es el caso de las lagunas de Nejapa, Asososca,
Acahualinca, Jiloá, Tiscapa, así como de los cráteres de Ticomo, Refinería, Miraflores y de los pequeños conos de Las Jinotepes, Motastepe, Javier, San Judas,
Embajada, Chico Pelón y Veracruz (Incer, 1993:121 y 132; Bice, 1985).
La erupción que formó la caldera de Masaya se atribuye a la misma erupción
que depositó una capa de pómez y arena de 1 a 3 metros de espesor sobre las
huellas humanas y animales de Acahualinca hace 7.500 años. Estas huellas son
el primer testimonio de los efectos desastrosos de la actividad volcánica sobre
habitantes de Nicaragua. En Octubre de 1919 fueron encontrados en la península
de Chiltepe otros restos humanos primitivo con señales de haber sido calcinados
durante una erupción (Morales Hernández, 1999:2).
A pocos metros sobre el nivel donde quedaron impresas las huellas de Acahualinca, se encuentra una capa de pómez depositada por una explosión posterior
probablemente del volcán Apoyeque. Este mismo volcán hizo su última erupción hace 3.500 años. La espesa capa que entonces depositó sobre la sierra de
Mateare, puede haber sido la causa, según sugiere Incer, de la avalancha en el
flanco suroeste de la misma sierra que sepultó durante la estación lluviosa el sitio
conocido por los antiguos pobladores Nahuas como Taguistepe que significa
«pueblo enterrado» (Incer, 1999:3). Desde entonces la actividad volcánica ha
tendido a disminuir.
Erupciones en el tiempo histórico.
El frente volcánico nicaragüense es muy activo. Un observador acucioso como
Squier afirmaba que «No hay en todo el continente americano, ni quizás en el
mundo entero una extensión de tierra que como ésta contenga tantos volcanes en actividad o apagados, ni que presente tantos vestigios de convulsiones
plutónicas... se ven en Nicaragua catorce volcanes de un solo vistazo.» (Squier,
110
Jaime Wheelock Román
1973:423). De los volcanes
activos se ha documentado
190 erupciones a partir
de 1520, lo que da como
promedio un evento cada
dos años y medio, más frecuente que el intervalo entre
sismos mayores conocidos.
Es bastante probable que
esta suma de erupciones
corresponda más fielmente
a la realidad. La actividad volcánica, además de vistosa suele presentarse durante
varios días y a veces por meses enteros, a diferencia de los sismos que pueden
pasar desapercibidos.
Las primeras noticias sobre manifestaciones volcánicas se refieren a un gran
derrame de lava del Masaya cerca de 1500 según lo transmitieron los aborígenes
a la llegada de los españoles. La historia colonial fue abundante en información
sobre actividad en casi todos los volcanes, aunque las erupciones del Masaya y
el Momotombo fueron las dominantes. En su conjunto, ambos volcanes representan un poco menos de la mitad del total de eventos registrados en tiempo
histórico, con 36 y 27 respectivamente. Sin embargo el Telica aparece con los
mayores registros eruptivos con 58 actividades de las cuales 51 se reportaron en
el presente siglo. Varias de estas actividades -observadas por Creusot-, fueron
ligeras emisiones de humo. El Concepción ocupa un tercer lugar con 22 erupciones. El Cerro Negro se ha manifestado en 17 ocasiones y el San Cristóbal,
14. Más atrás se sitúan, el Hoyo con 5 y el Cosigüina con 4. Los volcanes Pilas,
Orota, Santa Clara y Cerro Montoso, registran solamente una erupción.
Los volcanes y su extensa actividad eruptiva han jugado un papel benéfico para
la formación de Nicaragua. De hecho, los terrenos del país casi sin excepción,
a partir de sus bases formadas por rocas del fondo oceánico, se han rellenado
sucesivamente por capas superpuestas de materiales volcánicos. La costa del
Pacífico, en épocas anteriores a los volcanes modernos se sugiere que estaba
ubicada más hacia el Este y una ensenada grande del océano fue separada del
mismo por depósitos volcánicos formando el Lago. Erupciones posteriores
separaron los dos lagos y formaron sus penínsulas e islas (Sapper, op cit:2). La
llanura del Atlántico sumergida bajo el océano en el pasado remoto, fue emergiendo y ganando terreno como producto de materiales sedimentarios volcánicos
terciarios arrastrados por los ríos.
111
Los desastres que han ocurrido
La misma altura de los volcanes ha diferenciado la climatología y trasladado el
límite entre el clima húmedo y seco hacia la Costa del Pacífico. Los volcanes
han influido asimismo, en la diversidad y la distribución de plantas y animales
en el territorio. Los suelos se han beneficiado por las emisiones de cenizas ricas
en nutrientes estableciendo además planicies, cuencas y lagunas propicias para
asentamientos humanos.
También la actividad volcánica ha traído efectos desastrosos. La mayoría de la
población nicaragüense, desde la prehistoria habitó las tierras próximas a los
conos más activos y sufrió los efectos de su constante actividad. Pueblos como
Tezoatega, Mistega, Chinandega, Imabite o los de Nagrando, se ubicaron en
los flancos occidentales del frente volcánico nicaragüense donde se erigen los
conos más activos: Cosigüina, San Cristóbal, Telica, Pilas y Momotombo. Nubes
de gases, rocas incandescentes, columnas de cenizas arrastradas por los vientos,
retumbos y temblores, inestabilizaron con frecuencia las pequeñas aldeas y su
actividad agrícola. Oviedo hace referencia a esta situación:
«Acaesce algunos años, ventando rescios Nortes, dexar el humo, que ordinariamente suele llevar
su camino á Poniente, e yr hazia el Sur, é baxar por aquellas vertientes á los llanos, é quemar
é abrasar los mahizales é las otras labores del campo, é hazer grandíssimo daño en trés o quatro
ó más leguas y en los pueblos, que hay muchos por allí, y no poder tornar la tierra en sí en essos
quatro ó cinco años, por la aver dexado quemda e destruyda el fuego (Oviedo, 1975:380).
En ocasiones la frecuente actividad de estos volcanes occidentales, como lo
anota Incer, logró sepultar zonas extensas con gruesas capas de escoria y ceniza, formando un colchón de partículas finas de donde se levantaban densas
tolvaneras durante los vientos fuertes de verano. Oviedo menciona «... que en
aquella cibdad de León é por allí hay más indios tuertos que en toda la tierra é
gobernación restante de Nicaragua: y es la causa el continuo polvo, que allí es muy
cotidiano...é como hay mucha arena é menuda, echa aquel polvo sobre la ciudad».
(Oviedo, 1975:371).
Los centros más densamente poblados -los Chorotegas
de la Manquesa y los Nahuas en el istmo de Rivas-,
se ubicaron al Sureste del
frente volcánico donde se
emplazan los volcanes Masaya, Mombacho, Zapatera,
Concepción y Maderas. El
112
Jaime Wheelock Román
tipo de actividad de estos volcanes -efusiones de lava-, permitió a esos pueblos
aprovechar las tierras fértiles sin exponerse a convulsiones explosivas y letales
de arena y gases. Sin embargo los pobladores tampoco escaparon a episodios
destructivos, como los gigantescos derrumbes de lodo y rocas desgajados desde
las laderas por sismos y lluvias torrenciales. Más recientemente los conos de este
segmento han venido mostrando emanaciones de gases, sugiriéndose un potencial de peligrosidad similar a la de los volcanes de occidente (Darce et al, 1979).
Las erupciones volcánicas se han clasificado con criterios más bien arbitrarios
basados en su severidad, duración, efectos o bien por los daños que ocasionan.
Observadas en el tiempo es posible encontrar algunas características comunes.
La primera, anotada por Sapper es que los volcanes en Nicaragua, igual que en el
resto de Centroamérica, parecen funcionar como una sola unidad: Al ocurrir una
excitación en un punto del sistema, siguen muchas veces en cortos intervalos otras
similares en diferentes conos. Durante los primeros años de la colonia española
-1520-1530-, la mayoría de los volcanes Maribios y el Masaya, reportaron intensa
actividad. Nuevamente entre 1680 y 1685, los volcanes Masaya, Momotombo,
Telica y San Cristóbal parecieron actuar al unísono. Durante 1848-1852 y 19181921, el Cerro Negro, Telica, Momotombo, Masaya, San Cristóbal y Concepción
registraron actividades intensas. Más reciente, entre 1948 y 1952 la actividad
de los volcanes Telica, Cerro Negro, El Hoyo, Masaya y Concepción coincide.
También, los volcanes de Nicaragua considerados individualmente, parecen
obedecer a ciclos eruptivos dominando todo un período con su intensa actividad para después entrar en fases más o menos prolongadas de letargo. El
Momotombo registró erupciones violentas y sucesivas entre 1522 y 1529 y por
50 años estuvo silencioso. El San Cristóbal tuvo erupciones intensas entre 1680
y 1685. El Concepción sólo se activó hasta 1883 y mantuvo su ciclo eruptivo
hasta 1886. A su vez, El Telica que ha tenido una actividad esporádica, registró
varias erupciones entre 1935 y 1938. Los ciclos de actividad de estos volcanes
tienen una frecuencia variable que va desde las cortas de 5-7 años características
de Masaya, Cerro Negro o Telica, hasta las más espaciadas de 80 y 100 años
propias del Momotombo.
En los volcanes nicaragüenses las erupciones explosivas, han sido más numerosas
que las de efusiones de lava. De 190 actividades volcánicas registradas, sólo 21
corresponden a episodios de efusión lávica. De ellas 10 son del Masaya, 6 del
Concepción, 3 del Cerro Negro y 2 del Momotombo. El tipo de erupción más
frecuente en Nicaragua es el stromboliano, consistente de emisiones de humo,
cenizas y arena combinados con sismos locales. Por otra parte, en el tiempo
113
Los desastres que han ocurrido
histórico, la colosal erupción Pliniana del Cosigüina en 1835 ha sido la única en
el pasado reciente de tipo vesubiano y de mayor magnitud en Nicaragua.
Otra característica interesante del grupo de volcanes nicaragüenses es la superposición de los edificios volcánicos. Sobre los conos antiguos y casi destruidos, en
los flancos o a veces encima, nacen recostados conos más modernos, formando
agrupaciones en las que se observa también conos parásitos de poca elevación.
Muestra reciente de esta manifestación se produjo con la erupción del Cerro
Negro en Septiembre de 1999, cuando surgieron tres nuevos pequeños cráteres
adventicios al pie del volcán principal. Se ha sugerido que esta multiplicidad de
cráteres en los centros volcánicos obedece a desplazamientos paulatinos de la
corteza superior respecto al foco desde donde se alimenta la cámara magmática
de los conos: una expresión en la superficie de la lenta migración de la cadena
volcánica en sentido Oeste.
Por último, los volcanes en Nicaragua son responsables de no pocos de los
sismos sentidos por la población. Montessus deBallore consideraba que la
mayoría de los temblores en Centroamérica eran de origen tectónico. Sapper
afirma lo contrario, estimando que los temblores volcánicos jugaban un papel
mucho más grande. Nuevos estudios conducidos por Bolt ayudan a entender
mejor la relación entre volcanes y temblores, estableciendo tres categorías de
terremotos en asociación con los volcanes. La primera corresponde a los sismos
por explosión volcánica. Estos ocurren cuando los gases disueltos bajo presión
escapan violentamente del magma produciendo ondas elásticas que causan sismos (Bolt, Geological Journal, 3). Uno de estos, muy intenso, se produjo con
la erupción del Cosigüina a la 1am. del 23 de enero de 1835 y fue sentido hasta
450 km de distancia.
Un segundo tipo, corresponde a la mayoría de los sismos superficiales que se
experimentan en Nicaragua y por lo mismo son los más frecuentes (Segura y
Hernández, 1996:1-2). Estos resultan del movimiento del magma de un sitio a
otro produciendo que las rocas calientes de la corteza se deformen y agrieten
generando ondas que se propagan como sismos en varias direcciones. Es muy
probable que los recientes sismos y fracturas superficiales acaecidos cerca del
Momotombo en septiembre de 1999, correspondan a este tipo.
El tercero, es el de los sismos tectónicos afines producidos durante grandes
terremotos. En ellos, ondas intensas compresionan y dilatan la mezcla líquida y
gaseosa en los depósitos del magma, desencadenando la actividad volcánica. Por
la descripción de varios sismos violentos seguidos de actividad en el cono, es
114
Jaime Wheelock Román
bastante probable que la erupción del Momotombo de 1609 haya sido la secuela
de un terremoto con actividad volcánica afín. Precisamente, Crawford atribuye
esta actividad del Momotombo a un «megasismo» desencadenante (Crawford,
1902). Otros sismos severos como los que dañaron Granada en 1680 y 1772,
pudieron causar actividades eruptivas del Masaya.
Los volcanes más activos y erupciones desastrosas
Momotombo: «Llameando día y noche» En lo que transcurre del siglo
XX, este volcán ha permanecido tranquilo levantándose como paisaje colosal al
fondo del lago Xolotlán. Dice poco de su pasado convulsivo, cuando se le percibía como el azote de las poblaciones occidentales durante el siglo XVI. León
primera capital de Nicaragua, fue desmantelada poco tiempo después de fundada
y luego perseguida y asediada por sucesivas y violentas erupciones del volcán. Fue
Pedrarias, primer gobernador de Nicaragua
quien en 1525 probablemente por informes
de Hernández de Córdoba, dio el reporte
más temprano sobre el Momotombo:
«... cabe esta ciudad de León está otro cerro muy alto,
y por encima de la corona sale del fuego, que se ve a la
clara del día é de noche por cinco bocas; a la redonda
de este cerro hay muy grande cantidad de azufre...
algunos de estos ríos están muy calientes que apenas
los pueden pasar por el calor del agua, é hay una
fuente que a la continua yerbe tanto que en metiendo
un ave o otra cosa cruda sale cocida incontinente...»
(DHN., Tomo I:128-9).
Durante su estadía en Nicaragua, Oviedo fue
testigo presencial de aquella actividad que se
extendería hasta 1529 con «muchos agujeros,
por donde sin cesar un momento sale humo». Desde entonces el volcán entra
en uno de sus prolongados letargos hasta volver a hacer erupción en 1578. El
Tesorero provincial Álvarez de Toledo se refiere a esta actividad:
«... después que faltó la dicha enfermedad nos regala el señor con eccesivos ayres y temblores de
tierra, con los cuales despide este bolcán de la laguna de León ynfinidad de ceniza, y de la que
el ayre trae se cubren los tejados y calles que no ay quien pueda andar por ellas...» (Archivo
General de Indias, cit. por Incer, 1993:144).
115
Los desastres que han ocurrido
Fue a partir de 1605 cuando el Momotombo entró en uno de sus violentos ciclos
de crisis que duraría hasta 1610. Durante los dos primeros años de este episodio, el volcán se manifestó con fuertes retumbos, violentas sacudidas sísmicas y
emisiones de humo y cenizas que los vientos del Norte arrojaban sobre León.
Vásquez de Espinosa anotó el fenómeno:
«...el año 1605 y 606 que el volcán daba tan grandes bramidos y tan espantosos, con temibles
temblores, que me certificaron personas fidedignas... vecinos de la ciudad que se levantaba la
tierra por unas partes un estado en alto, dando grandes oleadas de una parte á otra.». (Vásquez
de Espinosa, 1975:190).
En 1609 se desencadenó la fase más aguda del ciclo eruptivo, ensañándose sobre
León. Luego de una serie de sismos violentos, prosiguió una intensa y prolongada
erupción que se sostuvo hasta inicios del siguiente año. Para culminar, el 11 de
enero de 1610, se produjo una sacudida tan violenta que causó derrumbes en las
laderas del Momotombo y oleajes que inundaron la ciudad. El Obispo Villareal
clamando por el traslado de la ciudad, consiguió que los aterrorizados vecinos
decidieran en cabildo abierto la evacuación definitiva de la malograda capital.
116
Jaime Wheelock Román
El siguiente período convulsivo del Momotombo, tuvo lugar siglo y medio
después, a partir de 1736. De acuerdo al Archivo del Museo Naval de Madrid,
el Momotombo estuvo lanzando llamas por espacio de 28 años. De acuerdo a
Montessus deBallore, fue en el año 1764 cuando se produjo una erupción severa
acompañada de intensos movimientos sísmicos que pusieron en zozobra tanto
a León como a Managua durante varios meses.
Un siglo más tarde, el 18 de junio de 1870, el Momotombo entró en actividad en
medio de movimientos sísmicos de gran magnitud. Unos años antes, en febrero
de 1854 se había producido luego de sismos, eyección de cenizas que cayeron
sobre León durante tres días dañando a muchas personas y causando desplomes
de edificios y viviendas. La actividad del 70 se inició con fuertes retumbos que
se escucharon hasta lugares alejados. (Leeds, 1973:31). El 11 de Octubre de
1878, se reinició la actividad con tremores que alarmaron Mateare y Managua.
En los días siguientes se escucharon ruidos como de artillería pesada, mientras
columnas densas de humo se elevaron y bloques oscuros se precipitaron hacia
la base. Lluvias de ceniza fueron lanzadas hasta poblaciones distantes.
El cuarto ciclo violento tuvo lugar durante 1885 y 1886 y puede considerarse el
peor desde 1609. El volcán se reactivó el 16 de Octubre del 85 con temblores
sacudiendo el occidente y grandes columnas de humo y cenizas cayendo sobre
Puerto Momotombo. Retumbos cada 15 minutos se oyeron hasta Chinandega.
La actividad fumarólica se mantuvo junto a elevadas ráfagas de fuego sobre el
cráter. El 20 de Mayo de 1886 se inició la fase más violenta con sismos consecutivos y emisiones de humo y cenizas hacia el lado occidental. El 23 de Mayo
fueron lanzadas rocas incandescentes y densas nubes de ceniza sobre Nagarote
y La Paz Centro. Ese mismo día se oscurecieron León, Chinandega, El Sauce y
Corinto. El 24 del mismo mes en el clímax, una corriente de lava avistada desde
Managua fluyó en dirección oeste penetrando en la hoyada de Monte Galán:
«Se asegura que el nuevo vapor que se está armando en las faldas del volcán... ha quedado
cubierto de arena y piedras. La población de Momotombo abandonó el lugar... La ciudad de
León estaba consternada porque la nube de cenizas arrojada por el volcán había oscurecido
la ciudad desde la una de la tarde... ...Nuestro corresponsal en Chinandega nos dice... En
este momento óyense grandes retumbos, oscurece y cae arena. El vecindario está en alarma
(Ramón Romero)» «...se nos envió de Corinto el siguiente telegrama... En este momento hace
erupción el Momotombo, empieza a oscurecer por causa de la ceniza y talvez se repitan efectos
del Cosigüina (Agustín González)». (Diario «El Nicaragüense», 22 y 23 de Mayo 1886).
117
Los desastres que han ocurrido
La última crisis se produjo en 1905. Un poco antes entre Marzo y Abril, se
había presentado, después de dieciocho años de calma, una actividad explosiva
precedida por un sismo y luego por efusiones menores de lava. El 16 de enero
de 1905 y por espacio de siete días continuos, se desarrolló una violenta erupción con proyecciones de bloques de piedra, ceniza, arena y escorias. Una gran
columna de humo se elevó unos 200 metros esparciéndose hacia el occidente.
Coladas de lava fluyeron desde la boca del volcán extendiéndose a lo largo de 5
km en dirección Norte. Esta fue la última actividad intensa del Momotombo y la
última con proyección de escorias. Dos episodios eruptivos posteriores en 1912
y 1918 se limitaron a columnas menores de humo y cenizas. Desde entonces el
volcán Momotombo está dormido.
Volcán San Cristóbal: «El Viejo». Pertenece a los volcanes activos de la
llamada cordillera de los Maribios. «Tepemesquián» era su nombre prehispánico.
Los aborígenes Nahuas que lo tenían como fuente del «fuego nuevo» subían a
sacar ocotes hasta su cumbre cada 52 años. Durante los primeros tiempos coloniales lo llamaron «El Viejo». La costumbre española de consagrar los volcanes
a los santos, como manera de
aplacar su furia terrenal, llevó a
designarlo como San Cristóbal.
Como sus vecinos, estuvo muy
activo durante los años 1528
y 1529.
La actividad predominante del
San Cristóbal ha sido la de emisión de gases, humo y cenizas,
acompañada generalmente de
temblores no siempre tan violentos como los del Momotombo. Hasta la fecha
no se le conocen efusiones modernas de lava, ni desprendimientos rocosos, si
bien en las faldas hay evidencias de antiguas coladas. De
hecho el edificio volcánico fue
formado por estratos intercalados de actividad explosiva
con depósitos de piroclastos
y lava (Morales, 1999:5). Su
actividad suele ser corta y más
bien moderada a diferencia de
los otros conos de la cadena
Maribia. Hay documentadas
118
Jaime Wheelock Román
14 erupciones en tiempo histórico. El San Cristóbal es el volcán más alto de
Nicaragua, con 1760 metros y la perfección de su cono ha sido la admiración
de cronistas, exploradores y viajeros.
Las erupciones del San Cristóbal, no parecen presentarse en ciclos determinados
y sus erupciones ocurren entre largos intervalos. Observando con más detalle,
su actividad pasada se concentra en cuatro períodos: 1528-1529;1680-1685;
1971-1976; y las más recientes de 1993, 1997 y 1999. La frecuencia eruptiva del
volcán ha sido bastante espaciada con paréntesis de 150 y 200 años entre cada
actividad. Es de notar que cinco erupciones han tenido lugar en los últimos 25
años, lo cual podría dar pistas sobre una probable intensificación de su conducta
eruptiva.
Después de 1528, el San Cristóbal volvió a hacerse notorio hasta finales del
siglo XVII, si bien tuvo una actividad breve en 1613 registrada por Vásquez de
Espinosa. En 1680 entró en erupción acompañada de temblores y nuevamente
en 1684 se lo reportó activo. En 1685 el pirata Dampier merodeando las costas
de Nicaragua lo encontró en plena actividad sirviéndose de ésta como guía para
alcanzar el puerto del Realejo y asaltar León:
«El Realejo es la más destacada tierra en toda esta costa, pues posee una elevada atalaya de
montaña humeante que los españoles llaman Volcán Viejo. Basta cambiar de rumbo hacia el
noreste, con la montaña al frente, para encontrar la entrada al puerto... El volcán se reconoce
fácilmente por ser una montaña alta en exceso y sin paralelo en toda la costa que humea todo
el día y lanza fuego por la noche, pudiéndose observar a más de veinte leguas mar adentro» (
Dampier, cit. Zavala Urtecho RC, 27).
Doscientos años después, en 1892 despierta el San Cristóbal con marcada actividad eruptiva, coincidiendo en el tiempo con otras erupciones de volcanes
Maribios como Cerro Negro y Momotombo. Nuevamente en 1919 entra en una
corta erupción junto a Telica, Momotombo y Masaya. Cincuentidós años después
en 1961, se registra una nueva actividad, probablemente la más violenta después
de la erupción de 1685, con gigantes columnas de humo, cenizas y temblores.
Un nuevo cráter se abrió en la parte superior del cono. Después de esta erupción
se produjeron cuatro episodios eruptivos: uno en 1976 considerado violento y
en el que dos conitos concéntricos que ocupaban la cumbre, descritos por la
expedición de Alejandro Malaspina a finales del siglo XVIII y luego por Belcher
en 1838 -fotografiados por F. Peñalba en 1970-, se derritieron cuando la lava los
alcanzó formándose un solo cráter. Luego se sucedieron los episodios eruptivos
de 1993 y 1997 consistentes en emanaciones gaseosas y emisiones de cenizas con
leves temblores. Las cenizas durante esta última actividad, afectaron los cultivos
119
Los desastres que han ocurrido
de banano y café y una parte de la población campesina más próxima a las faldas
del volcán fue desplazada. La última erupción tuvo lugar en noviembre de 1999.
La historia eruptiva del San Cristóbal puede considerarse venial y episódica.
No hay reportes de erupciones responsables de daños personales o materiales
considerables. La intensificación de su actividad en los últimos años y la proximidad de poblaciones importantes como Chinandega y El Viejo representan
sin embargo un riesgo potencial sensible.
Volcán Masaya: «El Infierno». Es el volcán más persistente de Nicaragua
y el único que permanece en constante erupción en el continente americano. Su
historia eruptiva retrocede muy atrás en la memoria de los antiguos pobladores,
cuando masas de lava se afirmaba, cubrían los alrededores del edificio volcánico
formando lagos hirvientes. Se
ha sugerido que producto de
antiguas actividades eruptivas
se formó gran parte de los
terrenos de las Sierras de Managua. Popogatepe (Popocateptl), lo llamaban los Nahuas
«cerro que hierve» y Masaya o
«cerro ardiente», los Chorotegas. A lo largo de los cinco
siglos de historia documental,
el volcán Masaya aparece siempre presente, dando cuenta de sus variadas manifestaciones. Es un volcán de humo y piedras hirvientes, decían los cronistas,
entre admirados y temerosos:
«No creo que hay hombre Chrypstiano que acordándose que hay ynfierno, aquello vea que
no tema é se arrepienta de sus culpas, en especial trayendo en comparación en este venero de
azufre (que tal pienso ques) la infinita grandeza del otro fuego ó ardor infernal, que esperan
los ingratos a Dios» (Oviedo, 1975:388-9).
El Masaya es también singular en América por ser el único del tipo hawaiano
en el continente que está elevando o derramando grandes masas de lava. Por
su boca siempre abierta, se asoma hasta la superficie magma emergido desde
las profundidades de la tierra. Su edificio, más bien plano y -de tipo escudo-,
no es un cono singular, sino un complejo formado por varias calderas, cráteres
colapsados y pequeños «protovolcanes» incipientes.
120
Jaime Wheelock Román
El tipo de actividad del Masaya puede considerarse mixto: por una parte, emisiones de gases, humo y cenizas acompañados de sismos en ocasiones violentos
que han causado daños considerables; y por otra, efusiones de lava. De hecho
la actividad continua del volcán parece obedecer a una secuencia alterna de emisiones fumarólicas y efusiones de lava. Las primeras mucho más frecuentes, han
ocurrido cada 7 a 10 años; las últimas suceden con intervalos bastante mayores.
En realidad la actividad magmática superficial del Masaya, es un fenómeno permanente cuya luminosidad externa deja de percibirse cuando por derrumbes en
la caldera se cierra la chimenea. Prosigue entonces la actividad bajo la forma de
columnas de humo y gases. Estos se suelen avivar con las aguas subterráneas
del invierno hasta que nuevamente las rocas del «tapón» derretidas por el calor,
reabren la caldera. De todas las erupciones del Masaya, hay siete que pueden
considerarse mayores:
• 1520: Gran colada del Masaya, la primera que se reporta. Sobre ella anota
Oviedo: «Afirman en aquella tierra los indios, é aún los españoles, que después
que se ganó aquella provincia, una vez que llovió mucho aquel año, subió o
cresció aquél licor o metal hasta arriba, é no se sabe de qué manera; é con su
grand fuego quemó en una legua o más alrededor quanto halló, é que echó
un rocío o vapor de sí tan caliente, que todas las hojas de los árboles é ramas
é hiervas en dos leguas é más alrededor se cocieron en toda aquella tierra».
121
Los desastres que han ocurrido
(Oviedo:1975, 407). Presencia de lava en el fondo del cráter está documentada en 1538 ( episodio de Fray Blas del Castillo) hasta 1544 (Las Casas y
Motolinía).
• 1570: Erupción con humo y cenizas y sismos muy violentos que destruyen
muchas casas y edificios en Granada.
• 1670: Violenta fase eruptiva con grandes columnas de humo, gases y efusión
extensa de lava por la ladera Norte.
• 1772: Precedida por fuertes sismos que agrietan la ladera Norte, se derrama
el 16 de marzo, la más extensa colada de lava que se registra en el área centroamericana. Un río candente alcanza la laguna de Masaya y otro brazo de lava
avanzó hacia el lago de Managua hasta el sitio El Portillo cerca de la costa.
• 1852: Erupción con detonaciones «espantosas». Un pozo de lava se formó
entre los dos cráteres históricos para luego desplomarse formando el actual
cráter Santiago. Por varios años densas emisiones de gases produjeron «lluvias
amargas» que destruyeron la vegetación aledaña. Montessus deBallore reporta
que durante el fenómeno se calentaron las aguas de las lagunas de Apoyo,
Tiscapa, Asososca y otras del mismo grupo.
• 1858: Erupción entre el 10 y 11 de Abril causa daños en Granada. Desde el
25 de Abril hasta el 11 de Mayo la erupción se acompaña de temblores en
cadena. Un deslizamiento cierra la carretera entre Masaya y Granada. Un
sismo asociado a la erupción se sintió el 25 de Abril desde Cojutepeque, El
Salvador, hasta Granada.
• 1922: Se produce la última colada de lava, menor que la de 1772, pero con
explosiones tan grandes que la arena volcánica lanzada llegó a 15 leguas
afectando las plantaciones de café hacia el Oeste. Charcos de lava en el cráter
estuvieron presentes en 1902, 1919, 1946 y 1965-79.
A partir de 1924 las emisiones cíclicas de gases del volcán incrementan sus efectos
dañinos sobre la población y la actividad agrícola en una faja de rumbo oeste
que cruza La Concepción y Las Nubes. Se sugiere que los gases desde entonces,
contienen mayor proporción de anhídrido sulfuroso que al contacto con el vapor
de agua suspendido en la atmósfera, se convierte en «lluvias» de ácido sulfúrico.
Este fenómeno condujo en los años veinte a un ingeniero alemán Schomberg
y Scharfeinberg a practicar un proyecto de extracción industrial de los gases en
1927 el cual fracasó ulteriormente.
122
Jaime Wheelock Román
Volcán Cosigüina.- En Enero de 1835 se produjo la portentosa erupción del
volcán Cosigüina, el más septentrional de Nicaragua. Por su magnitud excepcional
ha sido hasta hoy sin duda, el mayor fenómeno volcánico ocurrido en los últimos
cinco siglos. Howell Williams geólogo de la Universidad de California que lo
examinó en 1949 lo considera
como el segundo, entre los tres
mayores eventos eruptivos a
escala mundial: Tambora en
1815, Cosigüina en 1835 y
Krakatoa, en 1883. El geógrafo
Eliseo Reclus lo reputa como
«...ejemplo de las más formidables catástrofes causadas por el
desprendimiento repentino de
gases aprisionados dentro de
montaña alguna.». Se estima
por la intensidad y el volumen de 10 km3 de material arrojado hacia la atmósfera
que se trata de la más violenta erupción ocurrida en el continente americano
documentada históricamente.
Al Cosigüina no se le conocía un pasado convulsivo. Existen a su alrededor,
vestigios de vulcanismo de épocas remotas, en los pequeños cráteres de El
Barranco, San Juan, los dos de «Los Chanchos» y uno más hacia el oeste, «La
Salvia». Creusot reporta la existencia de depósitos de antiguos lahares y avalanchas ardientes. Materiales recogidos en el sitio que fueron sometidos a datación
por radiocarbono presentan indicativos de erupciones considerables de lava y
cenizas más recientes -1580-1680-, pero esto no está comprobado.
Se ha especulado con la existencia de otras actividades por 1709. Parece más
probable una erupción referida por Batres Jáuregui el 16 de Mayo de 1809. En
todo caso, hasta 1835, el Cosigüina parecía un volcán tranquilo, no demasiado
alto y nunca mayor de 1.200 metros, al punto de tenérselo como una elevación
de escasos méritos eruptivos. Dampier y Wafer que observaron la zona en 1684
y 85 no lo incluyeron entre los volcanes occidentales. Esto ayudaría a refutar
la creencia de que el Cosigüina antes de la erupción, era el volcán más alto de
Nicaragua tanto que su cumbre permanecía coronada con penachos de nieve.
Karl von Seebach lo describe como una copa cubierta de selva, un poco más
alta que la actual:
123
Los desastres que han ocurrido
«...era entonces más elevado que hoy y no representaba un cono, sino una cima arqueada y
redonda que no era considerada como un volcán»
(Incer:1993:598).
Un año antes de la explosión, emitía el
volcán frecuentes retumbos subterráneos,
según lo recogió de testigos Carl Scherzer
cuando exploró el sitio en 1855. A finales
de 1834 se sintieron temblores en Chinandega con retumbos que se sucedieron hasta
mediados de Enero. Eran probablemente
las señales premonitorias de aquél suceso
que nadie esperaba pudiese ocurrir.
La erupción del Cosigüina se desarrolló
entre el 20 y el 24 de Enero, manifestándose
a través de tres fases: precursora, de desarrollo y cataclísmica. La fase precursora
se inició en la madrugada del 20 de Enero
con retumbos poderosos que lograron escucharse 270 kilómetros distante, en Olancho, Honduras. Se sintieron también
intensos temblores que remecieron el occidente nicaragüense y se sintieron
en Tegucigalpa, durando hasta las 8 a.m. Desde media madrugada en lugares
próximos al volcán comenzó a caer ceniza. Hasta ese momento nadie sabía lo
que estaba ocurriendo.
La segunda fase se desencadenó el mismo 20 de Enero a las 8 a.m. con el retumbo estremecedor de la explosión inicial del volcán. Una nube gigantesca se
elevó sobre la cumbre, tomando la figura de un hongo expansivo. Entre sismos,
retumbos constantes y relámpagos en todas direcciones, la nube de material
proyectado siguió creciendo y expandiéndose. «Como una pirámide invertida»,
decían los que presenciaban el fenómeno desde Chinandega y la Isla del Tigre
en el Golfo de Fonseca. Una oscura lluvia de arena comenzó a caer sobre las
laderas del cerro, mientras el interior de la columna fue cambiando de tonos,
pasando desde un blanco brillante, luego gris y amarillo hasta un color rojizo.
Arrastrada por los vientos la columna creció lateralmente hacia el norte como
extensa sombra, mientras una lluvia de pómez y arena se precipitó sobre el Golfo
de Fonseca. A las 9:30 a.m. el «aguacero» de pómez alcanzó su apogeo. A las
10 a.m. se oscureció Nacaome en Honduras. Una hora más tarde todo el Golfo
estaba en tinieblas. Por el mediodía la densa nube de cenizas alcanzó Nueva
124
Jaime Wheelock Román
Segovia y Tegucigalpa y avanzó aceleradamente hacia El Salvador y Guatemala.
A las 3 p.m. se oscureció San Miguel en
El Salvador. A las 4:20 p.m. se produjo
un fuerte sismo que alcanzó a sacudir el
Puerto de la Unión. Una nueva oleada
de arena bañó los alrededores del cerro
y la Isla del Tigre y desde entonces y
durante toda la noche, se sucedieron
temblores cada hora mientras seguía la
lluvia de cenizas.
El día 22 una alfombra siniestra de arena
cubría vastas extensiones en Honduras,
El Salvador y el Noroeste de Nicaragua. En Nacaome el manto tenía 4 ó
5 pulgadas de espesor. A mediodía los
temblores y retumbos cesaron y ventanas
de claridad aparecieron entre las sombras
sulfurosas, como indicativos de que la
catástrofe parecía amainar.
La tercera fase llegó el 23 a la una de la madrugada con una explosión horrorosa
que hizo volar la mitad del cono volcánico:
«Un retumbo tan enorme que no hay con qué compararlo, al que siguió un ruido muy grande
parecido a las avenidas de un gran río y por intervalos cortos repitió cuatro veces el mismo trueno
acompañado de violentos temblores; la obscuridad volvió a ser total.» (Testimonio de Manuel
Romero Comandante de la Isla del Tigre, cit. Incer, 1993:581).
Una avalancha de gases o nubes ardientes rodó por las laderas calcinando en
un radio de 15 kilómetros todo lo que encontró a su paso. Enormes masas de
cenizas se proyectaron con descargas sucesivas, sumiendo en la oscuridad más
completa a Nicaragua, Honduras y El Salvador: «Parecía un mar tragándose el
firmamento». Los bramidos ensordecedores duraron toda la madrugada pero
la tormenta de ceniza suspendida en la atmósfera mantuvo a oscuras a esos tres
países durante todo el día 24. En las primeras horas de la mañana la actividad
comenzó a declinar. Concluida la fase cataclísmica, las cenizas siguieron cayendo
todavía hasta el 27. Los retumbos se escucharon aún el 31 de Enero.
125
Los desastres que han ocurrido
La erupción del Cosigüina es un fenómeno excepcional en Nicaragua. Se trata
de acuerdo a H. Willams, de una explosión volcánica del tipo pliniano, similar a la
del Vesubio ocurrida en al año 79 AC, pero muy rara también en Centroamérica
donde predominan las erupciones strombolianas, -emisiones de gas, cenizas y
bombas de escorias. Es también rara por su magnitud espectacular. Se cree que
arrojó 10 Km3 de material, si bien Sapper considera la masa expulsada cinco
veces mayor. La proyección de materiales fue tan extensa que logró alcanzar
Verapaz e Izabal en Guatemala; Trujillo y Omoa en Honduras; Ciudad de México
distante 1,500 millas hacia el Norte. Por efectos de los vientos contrarios, las
cenizas solo llegaron por el Sur hasta Costa Rica, pero hacia el Este, alcanzaron
lugares tan distantes como Jamaica. Escorias de pómez cubrieron con un manto
cerrado 100 millas a la redonda las aguas del Pacífico, habiéndose encontrado
abundancia de este material hasta distancias de 1.000 millas mar adentro, desde
las Islas Galápagos hasta Veracruz en México.
Los retumbos de las explosiones fueron escuchados en Veracruz, Haití, Belice
y Jamaica; en dirección Sur se escucharon en localidades colombianas como
Cartagena, Bogotá y Sta. Marta; y aún en Guayaquil, Quito y en las Antillas
Menores: distancias de hasta 2,500 km.
Sorprende de tan espectacular erupción las pocas pérdidas humanas que causó:
ocho muertos en las haciendas Cosigüina y Sapasmapa y varios pescadores de
una embarcación que desapareció tras la erupción. Es probable que las bajas
humanas hayan sido mayores. La poca población de Cosigüina favoreció sin
duda esta baja mortalidad. Pero las pérdidas fueron severas para la ganadería y
los cultivos de banano, plátano y azúcar, tanto en Chinandega como en León.
La geografía próxima al cerro fue también modificada: aparecieron dos nuevos
islotes de pómez y arena; en aguas del Golfo se formaron bajíos arenosos; la
fisonomía del Estero Real y el curso de varios ríos fueron modificados. Como
producto de la erupción, el edificio volcánico se redujo a la mitad, dejando
abierto un cráter de 3.75 km. de diámetro, según lo apreció Belcher durante su
exploración de 1838. J.L. Stephens observó en 1840, la falda completa del volcán
cubierta con escombros de la erupción en 3 millas alrededor.
Desde 1835 el Cosigüina ha permanecido en calma a excepción de retumbos
como los reportados por Sapper, durante los sismos que afectaron Chinandega
en 1898. No obstante, alguna actividad de fumarolas al interior de sus laderas y
leves sismos repentinos, son avisos de que el volcán apenas duerme. La erupción del Cosigüina marcó el siglo XIX. El año 1835 fue conocido en adelante
como «el año del polvo».
126
Jaime Wheelock Román
«Cerro Negro». El diez de Abril de 1850 un chorro de fuego y columnas de
humo elevándose tras explosiones seguidas, fueron vistas desde la ciudad de León
en dirección de los volcanes Pilas y Orota. Se creyó que uno o los dos volcanes
estaban nuevamente en erupción. Pronto se constató un nuevo cráter que a los
pocos días había formado un edificio aunque pequeño todavía, diferente a los
dos volcanes vecinos: Era el Cerro Negro.
«El 11 y 12 de abril de 1850 se oyeron retumbos como de trueno en León y se les supuso
proceder del Momotombo... Los ruidos se hicieron más fuertes y frecuentes en la noche del 12, y
en León hasta se sintieron temblores que, cerca de los montes fueron tan recios que aterrorizaron
a los campesinos. El domingo 13, en las primeras horas de la mañana, se abrió un respiradero
cerca de la base del por mucho tiempo extinto volcán Las Pilas... Las convulsiones terrestres a
la hora de la erupción fueron tremendas, y según los relatos de los habitantes parecían violentas
sacudidas. Podría decirse que el punto exacto de la abertura está en la planicie; sin embargo la
lava arrojada siglos antes la elevó un poco, y fue bajo ese manto que tuvo efecto la erupción....
La erupción se presentó con fuertes llamaradas y que al principio arrojaba por todos lados
marejadas de materia derretida... En una gran extensión a la redonda veíanse como lajas de
lava dispersas semejantes a láminas de hierro recién fundido...El 14 comenzó una serie de
vómitos de tres minutos de duración... a cada uno acompañaban remezones seguidos de llamaradas de cien pies de alto. Cada vómito lanzaba además lluvias de piedras al rojo vivo que se
elevaban varios centenares de pies...Las violentas emisiones continuaron sin interrupción por
siete días...» (Squier:1970:427).
El Cerro Negro es por hoy el volcán de mayor intensidad eruptiva de Nicaragua.
Desde 1850 han sido reportadas 17 actividades, un promedio de una convulsión
cada nueve años. Casi todas sus manifestaciones han sido explosivas, muy violentas y con gran emisión de gases, humo y cenizas, así como rocas incandescentes.
De cráteres laterales suelen producirse efusiones de lava, si bien no tan copiosas
como las del Masaya.
El Cerro Negro es probablemente también el más dañino. Sus prolongadas
erupciones han llegado a extenderse durante varios meses. Sus densas columnas
de cenizas al ser dispersadas por los vientos hacia el Oeste, causan destrucciones extensas de cultivos, infraestructura, casas, calles y viviendas en una amplia
faja donde se localizan importantes ciudades como León, Telica, Chinandega,
El Viejo y Corinto.
Después de su primera actividad, el Cerro Negro volvió a eruptar violentamente
15 años más tarde, el 14 de Noviembre de 1867, mostrando la apertura de dos
nuevos cráteres. Durante este episodio ocurrieron sucesivas explosiones con
expulsión de arena y bloques de grandes dimensiones lanzados a alturas de 900
metros. La arena bañó occidente, llegando hasta el Pacífico. Un manto destructivo
127
Los desastres que han ocurrido
128
Jaime Wheelock Román
de escorias cubrió los suelos de León y Chinandega dañando las cosechas. Luego
de esta actividad volvió a manifestarse en 1889, 1914, 1919, 1922, 1929 y 1947
con intervalos irregulares de entre 5 a 25 años. Desde 1947 las erupciones del
Cerro Negro se volvieron más frecuentes con intervalos de cinco años.
Las mayores crisis ocurrieron entre 1947 y 1951 y luego en 1968 y 1971. Durante
el mes de Julio de 1947 grandes llamaradas y densas columnas de humo anunciaron la erupción, mientras se escuchaban fuertes retumbos subterráneos. Una
lluvia de cenizas cayó sobre León. Fuertes sismos y columnas de fuego de 200
metros de altura intensificaron la actividad, teniendo que abandonar el lugar los
pobladores de las comarcas el Tololar, Santo Cristo, San Jacinto, El Marañonal
y otros. A partir del 23 de Julio mientras prosiguió la erupción se desataron
sismos sucesivos que culminaron el 29 de Julio con una sacudida violenta que
estremeció León y Chinandega.
Nuevamente en 1948, el Cerro se reactivó lanzando cenizas y humo acompañados de temblores. Pero es el 20 de Noviembre de 1950 cuando se desencadenó
una violenta erupción. Fuertes retumbos se escucharon en Orota, Malpaisillo
y Los Pocitos. Densas cortinas de humo se elevaron entre ráfagas de fuego a
más de 300 metros y en pocas horas una lluvia de arena alcanzó León, El Sauce,
Malpaisillo, Telica y otros pueblos. El 8 de Diciembre se intensificó la erupción
alcanzando las cenizas la población de los Brasiles muy próxima a Managua. El
día 14, nubes de cenizas oscurecen León y Chinandega, alcanzando Corinto. El
día 18 se sienten fuertes sacudidas sísmicas en las ciudades del Pacífico. Para el
día 28 un manto de 3 pulgadas de arena cubría León y una extensa área de los
129
Los desastres que han ocurrido
llanos occidentales. La intensa lluvia de arena obligó la suspensión de las actividades escolares. El 8 de Diciembre se reanudó la intensidad de la erupción y
para el 14 el cielo de occidente se había oscurecido tanto que la población buscó
refugio en otras ciudades. El 18 de Diciembre violentas sacudidas alarman el
Pacífico desde Rivas a Corinto. Después de una corta pausa, el 4 de Enero tuvo
lugar una intensa descarga eruptiva que envolvió de cenizas Occidente. El día
5 la erupción culminó con violentas sacudidas sísmicas que alarmaron todo el
litoral y llenaron de pánico a Managua.
Las erupciones de 1968 y 1971, siguieron los mismos patrones de actividad. El
volcán tras sucesivas sacudidas sísmicas y retumbos, levantó una enorme columna de humo y cenizas, manteniéndose en intensa y destructiva actividad por
varias semanas. Durante la actividad de 1968, el Cerro Negro causó pérdidas de
vidas. Los damnificados se elevaron a 7.500 personas. Los daños a la actividad
agrícola en particular al cultivo algodonero fueron enormes. Asimismo la capa
de cenizas que cayó sobre León fue más espesa que en ninguna precedente,
llegando a derribar por su peso varias casas. Como secuela de estas erupciones
-repitiéndose los episodios de 1609-, parte de la población damnificada de León
fue trasladada definitivamente a la zona de Nueva Guinea, 350 km al Este del
país. Las últimas actividades del Cerro Negro, menos violentas, tuvieron lugar
en 1992, 1995 y 1999.
Volcán Concepción.- Hasta 1883 no
se le conocía mayor actividad, llegándose
a creer que era junto con el Maderas, un
volcán extinto. Su actividad en el pasado
remoto no pasó desapercibida para los
indígenas que lo llamaron Omeyatecihua,
«montaña de la Señora Dual». De hecho
ambos volcanes llegaron a formar la isla
de Ometepe. Sus largos períodos de inactividad pudieron permitir que florecieran
centros de población que prosperaron en
medio de suelos naturalmente fertilizados y aguas de pesca abundante. Oviedo
contabilizó al menos nueve núcleos poblacionales en el Ometepe prehispánico.
Casi siempre rodeado de brumas, en
medio del lago y con la cima cubierta
por nubes permanentes, este volcán pasó
130
Jaime Wheelock Román
por largo tiempo desapercibido. Se cree que por 1772 estuvo retumbando y que
sus bramidos obligaron al párroco de la isla, Fray José de Fernández a intentar
tranquilizarlo dedicándolo a la virgen de la Concepción. No obstante, su primera
actividad documentada se remonta a 1800, cuando arrojó por un tiempo breve,
columnas densas de humo y cenizas.
Con 1670 metros de altura, el Concepción es uno de los volcanes más altos de
Nicaragua. Su naturaleza eruptiva puede considerarse mixta, con emisiones de
gases, humo, piedras incandescentes y cenizas, pero también con efusiones más
o menos frecuentes de lava. Contadas desde 1883 hasta la fecha, el Concepción
registra 23 actividades, bastante más que el Cerro Negro, pero no tan violentas.
Mas de la mitad de éstas se concentran en dos períodos de gran intensidad -1921
a 1928 y 1944 a 1957-, el resto se distribuye esporádicamente intercalado con
prolongados paréntesis de entre 20 y 70 años de inactividad.
En cuatro ocasiones el Concepción hizo erupciones de magnitud considerable:
Cuando se despertó con violencia en 1883 y luego en los años 1922, 1944 y 1957.
En todas, su comportamiento fue bastante parecido: Sismos violentos, retumbos,
columnas gigantes de humo y cenizas y coladas de lava. La erupción de 1922
se inició con una formidable sacudida sísmica el día 15 de febrero que provocó
daños en muchas casas de Granada, remeciendo también los departamentos de
Masaya, Managua, Carazo, Rivas, Chontales, León y Estelí. El 16 del mismo mes,
otro sismo intenso a las 1:45 de la madrugada, derrumbó casas en el sector del
Menco, frente a la Isla Zapatera. El día 17 a continuación de fuertes retumbos y
temblores que se sienten en Granada, tuvo lugar la explosión del volcán. Esta
erupción se prolongó hasta el mes de Mayo.
La erupción de 1944 se inició el
20 de Diciembre y se prolongó
hasta Agosto del siguiente año.
Las primeras señales fueron
retumbos seguidos de una
alta columna de cenizas que
fue arrastrada por el viento a
gran distancia. El 11 de enero
de 1945, se intensificó la actividad; fuertes explosiones se
produjeron con intervalos de un minuto, mientras una sucesión de temblores
remeció Granada. Bloques de piedra incandescente rodaron desde la cumbre
del volcán; es entonces cuando del cono salió una correntada de lava. El 25 de
abril nuevos temblores desplomaron varias casas en Buenos Aires, sintiéndose
131
Los desastres que han ocurrido
intensamente en Rivas y San Juan Del Sur. Corrientes de lava volvieron a fluir
en el mes de Agosto cuando el volcán en violenta convulsión sacudió Ometepe
con un potente sismo.
Después de dos episodios eruptivos en 1951 y 1955, el 14 de Marzo de 1957
se produjo otra erupción violenta. Luego de varios sismos que estremecieron la
isla, fluyó un río de lava por la ladera occidental. Llamaradas se observaron en
el cráter, mientras una extensa cortina de cenizas cubría la parte occidental de la
isla hasta alcanzar Rivas. Parte de la población salió del lugar despavorida. Fue
la última actividad del Concepción con efusión masiva de lava. Las erupciones
posteriores de 1961, 1984 y 1986/7, se limitaron a retumbos, emisión de humo
y cenizas y temblores de moderada magnitud. El 23 de Diciembre de 1999 el
Concepción se unió al Telica y San Cristóbal, lanzando gases y cenizas durante
varios días.
Volcán Telica.- Es uno de los volcanes de la cadena Maribia. Comparado
con los edificios de San Cristóbal y Momotombo, resulta más bien pequeño.
Estuvo bastante activo en los primeros años coloniales, pero sólo se le volvió a
mencionar hasta en 1613 cuando Vásquez de Espinosa lo encontró echando «...
grandes llamaradas de fuego que paresce un campo cuando se quema.» (Vásquez de Espinosa:
Tomo 231, Libro V. Núm. 758-764). Se le vuelve a mencionar en 1685 cuando
se manifestó con humo y cenizas junto al San Cristóbal. Después de una larga
pausa, tras la erupción de 1765 reportada por el Archivo Naval de Madrid, aparece reactivándose hasta 1902. Durante el siglo XX ha presentado varios ciclos
eruptivos, algunos de ellos tan prolongados como los de 1935 a 1941; 1946 a
1951 y 1973 a 1982. Su actividad antes del siglo XX lo había caracterizado como
un volcán esporádico, no obstante desde 1900 ha registrado 58 actividades
Los reportes indican que no tiene un historial de desastres considerable, si bien
sus cenizas han molestado a la población de León y dañado zonas de cultivos
vecinas. Su erupción mayor fue la de 1948, cuando se manifestó violentamente
desde enero a junio de ese año. A mediados de enero el Telica comenzó a lanzar
humo y cenizas en grandes cantidades por espacio de 11 días. El 8 de junio se
desencadenaron temblores, retumbos subterráneos y actividad eléctrica; una
lluvia de arena comenzó a caer sobre poblaciones vecinas. El 13 de junio potentes explosiones hicieron vibrar edificios y viviendas en León, mientras una fina
lluvia de arena y cenizas, cayó sobre el Viejo y Chinandega. En la medianoche
del 18 de junio el volcán convulsionó con retumbos y temblores que sacudieron edificios en Chinandega. La lluvia de cenizas se incrementó. Durante este
episodio se desató una pavorosa rayería y altas lenguas de fuego se avistaron en
la cima del cráter.
132
Jaime Wheelock Román
Es de notar que si bien el Telica ha tenido un comportamiento eruptivo irregular
visto en el largo plazo, se ha intensificado en el último siglo. Aún en el presente,
se encuentra activo. Su última manifestación se inició el 24 de Noviembre de
1999. Por estar rodeado de varios núcleos poblacionales este volcán presenta una
amenaza permanente. Cerremos esta sección de los volcanes con la advertencia
del Cronista Oviedo, escrita hace cinco siglos:
«No busquemos historias passadas ni antiguas, ni comparaciones fuera de nuestras Indias,
pues que en Nicaragua... hay una provincia que llaman los Maribios, donde están tres montes
juntos de que sale continuamente grandissimo humo, é acaesce baxar de aquellas cumbres tal
tempestad dello é de fuego... que abrasa é destruye todos los heredamientos é hace grandes daños
en aquella tierra;... é suele acaescer que con tempestad é terremotos saltan pedazos grandissimos de piedra é tierra del mismo monte, é destruye parte de la tierra. Todos estos terremotos é
tempestades... en las partes que he dicho se han visto... podriamos traer a consequencia: donde
hay las disposiciones dessos montes o zufretales, ó alumbres, debían los fundadores de nuevas
poblaciones apartarse de tales vecindades é assientos peligrosos; porque aunque tarde subcedan
semejantes daños, débese de considerar que en qualquier tiempo que ello sea, es destruycion é
desolación de los hombre é provincias, donde tales tormentas intervienen» (Oviedo, 1973:301-2).
133
Los desastres que han ocurrido
• Nicaragua tiene 11 volcanes activos que han ocasionado pérdidas humanas
y materiales considerables a lo largo de la historia.
• La erupción del volcán Cosigüina se considera la mayor y más explosiva
del hemisferio Occidental en tiempo histórico. El Volcán Masaya es él más
activo de América.
• La cadena volcánica, corre a lo largo de la costa del Pacífico donde están
ubicados los centros más poblados del país.
• León, Chinandega, Corinto, el Viejo, Masaya y Granada son históricamente,
las ciudades más afectadas por la actividad volcánica.
• La amenaza volcánica se extiende a los deslizamientos. Algunos de ellos
como los de Mombacho y Casitas sepultaron poblaciones completas.
• San Cristóbal, Telica, Momotombo y Concepción, además del Cerro Negro, son por su actividad contemporánea una amenaza potencial para las
poblaciones vecinas.
• Cerros y volcanes inactivos o aparentemente extintos -Apoyeque, Motastepe, Chiltepe, etc-, pueden entrar en actividad en el futuro.
134
Jaime Wheelock Román
Síntesis cronológica de la actividad volcánica
1500: circa: Volcán Masaya: Gran colada de Lava forma laguna
1520: V. Masaya: inicia ciclo eruptivo
1522: Momotombo marcada actividad eruptiva
1524: Momotombo; Pedrarias reporta nueva actividad eruptiva
1524: V. Masaya, lava en cráter; resplandor visible a 15 leguas (Pedrarias)
1527: V. Telica; marcada actividad eruptiva (Oviedo)
1528: Momotombo; columnas densas de humo lanzadas a 18-20 leguas (Oviedo)
1528: San Cristóbal y Momotombo entran en actividad (Oviedo).
1529: Momotombo, Santa Clara, Telica, El Viejo y Pilas, activos (Oviedo)
1529: V. Masaya se activa llenando el cráter de lava (Oviedo
1532: V. Masaya; humo y actividad lávica; actividad hasta 1534 (Las Casas)
1536: V. Masaya activo
1538: V. Masaya reinicia actividad
1544: V. Masaya; lago de lava fluida en cráter occidental
1570: V. Masaya, humo, lava y temblores (Col. Doc. Inéditos de Ultramar)
1578: Momotombo; entra en fase eruptiva reporta Álvarez de Toledo
1578: Erupción de San Cristóbal
1586: V. Masaya, erupción con gran columna de humo (Ciudad Real)
1605/6: Momotombo; marcada actividad eruptiva (Vázquez de Espinosa).
1609: Momotombo. violenta erupción y fuertes sismos: evacuación y traslado de
León
1610: Momotombo vuelve a entrar en actividad
1613: El Viejo, lanzando humo y fuego (Vásquez de Espinosa)
1613: Telica activo, echando grandes llamaradas de fuego (Vázquez de Espinosa)
1613: V. Masaya, erupción con densa columna de humo (Vázquez de Espinosa)
1648: Momotombo origina temblores que afectan León
1670: V. Masaya; violenta fase eruptiva con gran efusión de lava (Morel)
1680: V. El Viejo entra en erupción, temblores (Crawford)
1680: V. Masaya, erupción y temblores que afectan Granada
1684: V. El Viejo, activo (Dampier)
1685: V. Telica inicia actividad eruptiva (Dampier)
1685: San Cristóbal, marcada fase eruptiva; Dampier reporta montaña humeante
1736: Momotombo entra en actividad eruptiva (Museo Naval de Madrid)
1743: Telica reportado con «existente fuego» y mucho humo (Arch. Gral. de C.A)
1764: Momotombo; lluvia de cenizas por 3 días en área de 100 leguas (Montessus)
1765: Telica, temblores por 12 días, cenizas a 15 leguas (Museo Naval de Madrid)
1772: Concepción: Activo con fuertes retumbos
1772: V. Masaya, la más extensa y masiva colada de lava registrada en Centroamérica
1800: V. Concepción; arroja columnas densas de humo y ceniza (Sapper)
1809: V. Cosigüina activo, con temblores que se sienten en Honduras
1821: V. Masaya grandes columnas de humo (Batres)
135
Los desastres que han ocurrido
1825: Telica, gran columna de humo avistada por Darwin
1835: V. Cosigüina; erupción violentísima. La mayor en América en tiempo histórico
1848: Momotombo inicia actividad eruptiva
1850: Entre V. Pilas y Orota nace con violencia un tercer cono: Cerro Negro
1852: V. Masaya; detonaciones espantosas y pozo de lava, hasta 1853; nuevo cráter
1852: Aguas de lagunas Apoyo, Masaya, Tiscapa, Asososca y vecinas se ponen a
hervir
1854: Momotombo, erupción arroja cenizas sobre León (Doubleday)
1856: V. Masaya; erupción que origina nuevo cráter de 250m de altura (Jamison)
1857: V. Nindirí, violenta erupción
1858: V. Masaya, temblores y columnas de humo y fuego hasta 1859 (Gaceta
Oficial.)
1866: Momotombo, marcada actividad eruptiva
1867: Pilas y Orota (C. Negro?), 2 nuevos cráteres, llamas, explosiones y temblores
1868: V. Momotombo activo, humo y cenizas, fuertes sismos sentidos en todo el
país
1870: Momotombo, cenizas y fuego, muchos heridos y casas destruidas en León
(Crawford)
1870: V. Masaya, erupción con sismos sentidos en Granada, Managua, León (Rockstroh)
1878: Momotombo, erupción con retumbos, columna de humo; cenizas y rocas
1883: V. Concepción; erupción con gases, explosiones, temblores y lava
1885: Concepción; erupción de piedras incandescentes y gigante columna de humo;
sismos
1885: Momotombo, erupción con sismos, retumbos y cenizas hasta Chinandega
y Corinto
1886: Momotombo, fuego sobre cráter y lava; violenta erupción oscurece León y
Chinandega
1889: Cerro Negro, erupción con lava y columnas de ceniza y humo
1892: San Cristóbal, marcada actividad eruptiva
1899: C. Negro, corta erupción de siete días (Creusot)
1902: Volcán Masaya, actividad con columnas de humo y temblores; hasta 1904
(Sapper)
1902: Telica se reactiva
1902: V. Concepción activo (Sapper)
1902: Momotombo inicia actividad eruptiva
1905: Momotombo, violenta erupción con efusión de lava; afecta León y El Sauce
(Sapper)
1906: V. Masaya activo; cenizas y emanaciones de gas; nuevas fisuras (Sapper)
1907: Telica emite cenizas y humo (Creusot)
1908: V. Concepción. erupción con cenizas espesas y llamaradas
136
Jaime Wheelock Román
1908:
1909:
1912:
1913:
1914:
1918:
1918:
1918:
Telica lanza humo y cenizas
V. Concepción, gases y proyecciones de tefra; activo hasta 1910 (Creusot)
Momotombo. erupción de humo y ceniza con temblores
Momotombo, actividad en cráter, emisión de cenizas (Núñez)
Cerro Negro; violenta erupción (Sapper)
Momotombo, actividad eruptiva con humo, retumbos y sismos
V. Telica, erupción con columnas de humo y cenizas (Creusot)
V. Masaya; humo y lluvia ácida sobre Sierras de Managua; durará 8 años
(Sapper)
1918: V. Concepción, emisión de humo y cenizas hasta 1919 (Creusot)
1919: V. Telica reinicia actividad eruptiva
1919: Momotombo; trepidaciones, fuertes temblores y columna de humo
1919: V. San Cristóbal entra en erupción
1947: V. Masaya, erupción con violentas sacudidas sísmicas y humo
1947: V. Concepción incrementa actividad con fuertes sismos en Isla de Ometepe
1947: Cerro Negro se activa con fuertes temblores que afectan León
1948: V. Masaya; actividad eruptiva con llamas y grandes columnas de humo
1948: V. Telica, fase eruptiva violenta por 11 días
1948: Cerro Negro arroja cenizas y humo; temblores
1950: Cerro Negro reinicia actividad
1951/2: Cerro Negro entra en violenta erupción desde 20 de nov. hasta 5 de enero
1951: V. Concepción incrementa actividad; sismos en Isla de Ometepe
1951: V. Cosigüina, temblor derriba ladera destruyendo Potosí con avalancha de
agua y lodo
1952: V. El Hoyo, violenta erupción
1952: V. Concepción; erupción de lava, arena y cenizas
1953: V. Masaya; erupción con ceniza, arena y efusión de lava
1954: V. El Hoyo, marcada actividad eruptiva de febrero a Diciembre
1955: V. El Hoyo reinicia actividad; cenizas afectan León
1955: Momotombo; 32 sismos, grandes trepidaciones y fuego en la cumbre; agitación en el lago
1955: V. Concepción incrementa su actividad
1957: V. Concepción, violenta actividad eruptiva; ríos de lava y sismos
1957: Cerro Negro, fuerte actividad eruptiva que afecta León
1957: V. El Hoyo, actividad con humo y columnas de fuego
1958: V. Telica se activa hasta 1960
1960: Cerro Negro nuevamente activo con columnas de humo y cenizas
1961: V. Concepción activo; fumarolas de humo y retumbos
1962: V. Telica activo
1965: V. Masaya, marcada actividad eruptiva, vuelve emisión de gases al romperse
el tapón
1965: V. Telica entra en actividad eruptiva con retumbos hasta 1966
137
Los desastres que han ocurrido
1968: Cerro Negro: violenta y destructiva erupción que afecta León, Chinandega
y Corinto
1968: V. Telica reinicia ciclo eruptivo hasta 1971
1971: Cerro Negro nuevamente en erupción lanzando cenizas a 300 metros
1971: V. San Cristóbal, gigantes columnas de humo, temblores, nuevo cráter
1973: V. Telica entra en erupción sucesiva hasta 1978
1976: San Cristóbal se reactiva con violenta erupción
1981: V. Telica activo
1982: V. Telica erupción de humo y cenizas
1984: V. Concepción, erupción de cenizas y humo con sismos
1986/7: V. Concepción, se reactiva con emisión de gases
1986: V. Telica actividad cíclica hasta 1988
1992: Cerro Negro entra en erupción con grandes columnas de ceniza y humo
1993: V. Masaya; nuevo hoyo se forma en el intercráter, temperatura llega a
1.200grados
1993: V. San Cristóbal, Telica y Hoyo presentan emanaciones gaseosas recurrentes
1995: Cerro Negro, expulsión de gases, ceniza y rocas a 400m; retumbos y sismos
1996: San Jacinto-Tizate: recalentamiento de suelo y gases
1997: Telica, intensa actividad sísmica con explosiones de gas y cenizas
1997: San Cristóbal entra en fase eruptiva; gases, cenizas, arena y leves sismos
1998: Telica registra intensa actividad sísmica y emisión de ceniza y gases
1999: Cerro Negro: Breve actividad eruptiva; cenizas, lava; sismos; se abren tres
cráteres
1999: San Cristóbal, 21 de Nov., cenizas y humo
1999: Telica se activa el 24 de Nov. lanzando humo y cenizas
1999: V. Concepción se activa el 23 de Noviembre arrojando gases y cenizas.
138
Jaime Wheelock Román
L
os desastres climáticos
Vendavales, sequías y deslaves
Los desastres causados por fenómenos climáticos son más que familiares en
Nicaragua. Las lluvias torrenciales durante los meses de Mayo a Noviembre
ocasionan inundaciones, desbordan ríos y cauces naturales y erosionan los suelos.
Con mucha frecuencia se
suman fenómenos climáticos extraordinarios que
van desde ondas tropicales
hasta huracanes de potencia extrema que castigan
amplias zonas del territorio, causando pérdidas de
vida humanas, materiales
y ecológicas. La geografía
ondulada del país y los sistemas montañosos y volcánicos que la cruzan, durante
períodos de abundante lluvia, dan lugar a deslizamientos de laderas y derrumbes
catastróficos. Sequías a veces prolongadas, afectan severamente los cultivos sobre
los que descansa la economía nicaragüense.
La vulnerabilidad climática de Nicaragua arranca de su posición geográfica:
Está situada entre las latitudes 11 y 15 Norte, donde confluyen varios sistemas
complejos productores de lluvias y fenómenos atmosféricos comunes a todos
los países tropicales de la cuenca del Caribe. En las latitudes donde se ubica
Nicaragua, no hay mayores variaciones estacionales de temperatura, vientos
o radiación solar comparadas con los países del Norte o el Sur. En cambio, el
régimen de lluvias presenta contrastes muy pronunciados: una estación húmeda
de Mayo a Octubre seguida por otra seca de Noviembre a Abril.
Si bien la cantidad de lluvias depende por lo general de los diferentes sistemas
atmosféricos que arrastran humedad hacia el territorio, su distribución obedece en gran medida a otros factores de tipo local: El relieve del terreno que
obstaculiza o facilita la circulación atmosférica y el arrastre de la humedad; y
la orientación de las costas que marca las diferencias de precipitación entre los
litorales Pacífico y Atlántico.
139
Los desastres que han ocurrido
Esta disposición geográfica natural establece desde el punto de vista climático,
tres grandes regiones: La tropical seca con promedios de precipitación de 900 a
1.500 mm; la semi-húmeda Central-norte con 1.500 a 2.000 mm. de precipitación;
y la húmeda del Atlántico donde los valores de precipitación están por arriba
de los 2.000 mm y alcanzan hasta los 5.000 en zonas críticas al Sur de la región.
Potencial de daños
Como país tropical, Nicaragua tiene un pasado notorio de afectación por fenómenos climáticos. Aún con los registros bastante pobres del país, hemos podido
contabilizar 170 eventos climáticos dañinos en el siglo XX. Información anterior
a este período sólo se encuentra en referencias incidentales de informes y crónicas coloniales. Un potente huracán es reportado por Ayón haciendo estragos
en San Carlos y El Castillo el 11 de Octubre de 1802. Se conoce que desde el
descubrimiento de América, 216 huracanes -con más de 25 muertes-, cruzaron
la región del Caribe, muchos de los cuales golpearon o dejaron sentir sus efectos sobre el territorio nicaragüense (Prado Monge, 1999: 3) De todos ellos 90,
son de este siglo y la mitad alcanzaron directamente nuestras costas. De todas
maneras, datos posteriores a 1900 -en particular en los últimos treinta años-,
nos permiten afirmar que los desastres climáticos, son la amenaza natural más
frecuente en Nicaragua.
A diferencia de las erupciones volcánicas y los terremotos, los eventos climáticos abarcan áreas más extensas y en ocasiones pueden provocar daños en todo
el territorio y aún más allá. Excluyendo la mayoría de los huracanes, se conoce
por lo menos 12 grandes inundaciones que abarcaron todo el territorio en los
años 1908, 1924, 1932, 1933, 1935, 1954, 1955, 1960, 1969, 1971, 1974, 1982,
1988, y la última en 1998 a raíz del Huracán Mitch. Estadísticamente, las zonas
que más han sufrido inundaciones y daños por factores climáticos se localizan
no obstante en las costas del Atlántico y el Pacífico. Es obvio que el crecimiento
demográfico, especialmente en el Pacífico, ha concentrado más habitantes en
lugares peligrosos y vulnerables.
Los daños climáticos, han sido tan severos como el de los terremotos. Dada
su frecuencia, los efectos acumulados resultan sin embargo mayores a la de los
sismos en cuanto a población total damnificada, viviendas destruidas y daños
generales a la infraestructura. En efecto, considerando sólo los últimos 30 años,
cinco eventos -disturbios meteorológicos de 1982, huracanes Juana y Mitch y
las tormentas Bret y Gert-, dejaron 1,100.000 damnificados, 84.800 viviendas
destruidas y daños económicos a la infraestructura y la producción del orden
de US$2.800 millones de dólares. Para fines comparativos, los eventos sísmicos
140
Jaime Wheelock Román
y volcánicos extremos del mismo período -terremoto de 1972, erupciones del
Cerro Negro y maremoto del 92-, causaron 272.500 damnificados, 55.700 viviendas destruidas y daños económicos por US$889 millones, tres veces menor
a la ocasionada por los fenómenos climáticos.
El número de muertos en el terremoto de 72 calculado entre 6.000 y 10.000 fue
sin embargo más del doble del causado por los huracanes. Aquí hay que hacer
una salvedad. El huracán Mitch no solamente afectó a Nicaragua sino al área
centroamericana donde dejó 13.564 muertos y 1 millón y medio de damnificados. Los daños totales cobrados a los países centroamericanos por el Mitch
ascendieron a US$ 6.200 millones de dólares. Sin duda alguna la catástrofe más
severa de este siglo, sino la peor sufrida en el istmo de que se tenga cuentas.
Hay una faceta oculta en los efectos humanos y económicos que suelen causar
los fenómenos climáticos. Un caso ilustrativo son las inundaciones recurrentes
sufridas por los barrios densamente poblados de las zonas orientales y occidentales de Managua. Registros levantados por Ineter comprendiendo el período
1926-1982, establecen que estos barrios recibieron 26 inundaciones en 56 años
y en ocasiones varias veces durante el mismo invierno. Pero los efectos económicos directos e indirectos y la desarticulación social que ocasionaron no se
contabilizan.
141
Los desastres que han ocurrido
Los eventos climáticos más dañinos han ocurrido, cuando en presencia de un
invierno lluvioso se presentan fenómenos extraordinarios como los huracanes
o la condición meteorológica conocida como «La Niña». Del mismo modo, los
períodos de sequía más severos coincidieron con sobrecalentamiento de las aguas
del Pacífico durante el fenómeno «El Niño».
De 174 eventos que hemos contabilizado en el siglo XX, 90 fueron causados
por lluvias inusuales que provocaron desbordes parciales o totales de ríos e
inundaciones en zonas bajas. No pocos de estos temporales o vendavales fueron
alimentados por algunos de los ciclones tropicales que cruzaron por el Caribe y
que no necesariamente golpearon de frente las costas nicaragüenses. De hecho
Nicaragua se encuentra un poco por debajo de la latitud 15 grados Norte donde
se fija la frontera del corredor de huracanes tropicales que rebaten la cuenca
del Caribe. Los huracanes, tormentas y depresiones que han ocasionado daños
considerables en este siglo han sido 50. De ellos 42 tocaron suelo nicaragüense
directamente y los otros 8, por el gran tamaño de su vórtice, descargaron lluvias
intensas sobre el territorio.
Desde el punto de vista de su distribución en el tiempo, 89 eventos
climáticos desastrosos -63% del
total-, ocurrieron en dos meses:
34 en Septiembre y 55 en Octubre.
Los huracanes se distribuyeron
por igual en estos dos meses con
14 cada uno. En Junio y Julio ocurrieron 9 y 11 eventos. En Agosto
que es un mes de canícula hubo 6
eventos, pero 4 correspondieron
a huracanes tropicales. Durante la estación «seca» no se registraron desastres
climáticos de este tipo, salvo uno muy excepcional, probablemente un «norte»
que azotó la costa Atlántica en Febrero de 1955.
Afectación sobre regiones naturales.
Las zonas que han sufrido inundaciones con más frecuencia en Nicaragua están
localizadas en las costas de ambos Océanos. El período de ocurrencia de estos
desastres en el caso del Atlántico es menor de cinco años y en el Pacífico mayor de diez. No obstante los daños han sido más considerables en el Pacífico
donde hay más población y mayores inversiones en infraestructura económica
y productiva.
142
Jaime Wheelock Román
Zonas costeras del Atlántico
La costa del Atlántico durante el siglo XX ha sido la más castigada por el clima.
Un primer factor de desastre son los vendavales locales. A partir del mes de Junio
hasta Noviembre las brisas marinas y las corrientes de vientos monzones del
Caribe, penetran en las planicies amplias y uniformes del Atlántico descargando
la humedad que arrastran en forma de lluvias generalizadas. Pero estas lluvias
no se distribuyen uniformemente. De hecho hay dos subzonas en el Atlántico:
la del Norte con menos precipitación, pero más expuesta a huracanes; y la del
Sur, protegida de huracanes, pero sumamente lluviosa. En el sur del Atlántico
los valores de precipitación -5000 mm- son de los más altos del mundo, y en
realidad es muy poca la población que se aventura a vivir en semejantes condiciones de humedad permanente. La tormenta tropical Bret de Agosto de 1993
es el evento ciclónico más próximo que ha cruzado por el centro más poblado
de esta zona, San Juan del Norte.
En la subzona Norte del Atlántico la
situación ha sido
diferente. Como
los valores de precipitación van disminuyendo de Sur
a Norte la probabilidad de lluvias
locales desastrosas,
es más bien poca.
Las constantes y
catastróficas inundaciones que se
han sufrido allí han provenido de otros factores. En primer lugar, los ríos de la
vertiente Atlántica, bajan desde las montañas centrales corriendo a lo largo de
zonas lluviosas que van incrementando su caudal. Cuando alcanzan las costas
localizadas en secciones más bajas y con poca pendiente, los ríos se desbordan,
inundando áreas extensas. Por otro lado, el mar como una barrera natural, junto
a sedimentos costeros, estancan las aguas e impiden la descarga, incrementando
la inundación.
Se dispone de poca información para levantar un cuadro preciso de las catástrofes
que han golpeado el Atlántico en este siglo. Entre algunas de las inundaciones
severas en la región está la de Noviembre de 1935 cuando el Río Coco se desbor143
Los desastres que han ocurrido
dó, arrastrando hacia el mar 100 casas del poblado de Cabo Viejo provocando
decenas de muertos. Otras inundaciones documentadas son:
• 1949: En Agosto y Octubre el Río Coco se desborda provocando inundaciones
• 1954: En Septiembre, desborde total del Río Coco y varios ríos del Atlántico
Sur barren caseríos ribereños causando muertos y desaparecidos.
• 1966: En Julio, inundación por desborde de ríos en Atlántico Sur
• 1967: Desbordes de ríos en Zelaya Sur
• 1971: La tormenta Irene, entra por Monkey Point y sale por Masachapa
decapitando todos los bosques del río Punta Gorda.
• 1972: Inundaciones severas en Atlántico Sur por desborde de río
• 1973: Inundación extensa en zona de desembocadura de Río Coco
• 1980: En Octubre, Se desborda Río Coco
Las otras causas frecuentes de desastres en esa zona han sido los ciclones tropicales. La Costa Atlántica durante este siglo ha sido afectada directamente por
42 eventos ciclónicos. De ellos, la mayoría cruzó al Norte del Río Prinzapolka
concentrándose en la Región Autónoma de Atlántico Norte y solamente 4
cruzaron al Sur de Bluefields, sin que ninguna alcanzara la zona del Río San
Juan (Ineter,1998). Entre las afectaciones más severas causadas por huracanes
mencionados están:
• Huracán en Septiembre de 1941, ocasiona desborde total del Río Coco con
extensas inundaciones de sus riberas.
• Huracán Janet en 1955, desborda ríos en Atlántico Sur.
• Huracán Edith el 10 de Septiembre golpea el poblado de Cabo Gracias a
Dios arrancando dos viviendas. Marejada gigante destroza lo que queda del
pueblo. Un desborde total del Río Coco chocando con las marejadas penetrantes inunda cerca de 50 asentamientos ribereños, matando a 300 personas
y dejando 8000 sin hogar.
• Tormenta Tropical de Julio de 1987, desborda ríos del Atlántico Norte afectando 4 caseríos
• Huracán Joan, destroza en Octubre de 1988 Corn Island, la cabecera departamental, Bluefields, Cukra Hill y destruye 9000 km.2 de cobertura forestal.
• Huracán César en Julio provoca inundación en Siuna que destruye viviendas
dejando 624 damnificados y desborde de ríos del Atlántico Norte.
144
Jaime Wheelock Román
Zona central del Pacífico
En la región del Pacífico de clima tropical seco, el azote directo de los huracanes
es poco frecuente, si bien algunos han logrado atravesar el territorio y salir al
Pacífico. Los desastres aquí suelen originarse por torrenciales lluvias invernales
y durante los meses de Septiembre y Octubre, cuando se registran los picos más
altos de precipitación. Durante estos meses la circulación atmosférica es intensa
y arrastra más humedad, mientras el sistema responsable de producir las lluvias
en esta región -Zona de Convergencia Intertropical-, se encuentra desplazada
hacia el Norte más cerca de nuestro territorio. Las lluvias, que caen en forma
de chubascos recurrentes, tienden a desbordar los suelos, llenar los cauces y
alimentar y sacar de su curso las aguas de los ríos.
Si bien la cantidad de lluvias
es producto de los vientos
húmedos y los ciclones, la distribución puntual en la región
Pacífica, obedece por lo general
a otros factores locales: La orografía que obstaculiza o facilita
la circulación atmosférica y por
lo mismo el arrastre uniforme
de humedad; y, la orientación de
las costas que marca las diferencias de precipitaciones entre el
Pacífico y el Atlántico.
Las lluvias en la región del Pacífico no son uniformes. De hecho existen dos zonas Chinandega y Sureste de Rivas, donde las precipitaciones se elevan a valores
de 2.000 mm, superiores al promedio de 1.000-1.500mm que prevalece en el
Pacífico. En estas zonas las lluvias catastróficas son más frecuentes. Esto ocurre
porque en Chinandega, un flujo de vientos del Suroeste le aportan mayores dosis
de humedad. En el caso de Rivas porque los vientos del Atlántico extienden su
penetración pasando por la orografía baja del San Juan y el Lago de Nicaragua,
alcanzando la sección sur del istmo.
Los eventos más frecuentes en esta región han sido las lluvias invernales copiosas. Éstas son responsables -de acuerdo a cifras de Ineter-, de por lo menos el
75% de las inundaciones (Ineter, 1998). Los huracanes pocas veces han logrado
cruzar hasta la costa del Pacífico y sus vientos destructivos han alcanzado esa
región solamente en siete ocasiones: En Septiembre de 1911; Junio de 1931;
145
Los desastres que han ocurrido
Noviembre de 1933; el Huracán Alma de Junio de 1966; Irene en 1971; y los
recientes ciclones, Joan en Octubre de 1988, Brett en 1993, Gordon en 1994 y
el último, el Huracán César que pasó azotando al Norte de León y Chinandega
en 1996. Proveniente del Océano Pacífico, sólo se registra un fenómeno, la tormenta tropical Alleta en mayo de 1982
Sin embargo las intensas lluvias que han acompañado o siguen a los ciclones
y que cubren extensas áreas del territorio han ocasionado también numerosos
desastres en el Pacífico. Estadísticas de Ineter establecen que de 103 episodios
de inundaciones contabilizados en el Pacífico en diferentes períodos, 26 fueron producto de lluvias asociadas a huracanes, es decir un 20% del total de las
inundaciones.
En la región del Pacífico las áreas que han sido castigadas más frecuentemente
por inundaciones severas suelen ser las más bajas y próximas a las riberas de
los lagos y ríos o bien las cercanas a las costas del mar, donde las corrientes
provocadas por las lluvias se asocian a otros fenómenos como crecidas de mar,
marejadas o descargues de esteros. Lluvias y huracanes han ocasionado crecidas
extremas en el Lago Xolotlán y río Tipitapa afectando poblaciones ribereñas.
Crecidas del Lago Xolotlán particularmente severas ocurrieron en 1933, 1954,
1982 y 1988-99, épocas en que el «río» ha corrido entre ambos lagos. La de
1933, la mayor crecida histórica del Xolotlán fue consignada por Halftermeyer:
«En Octubre de 1933 un temporal de varios días se desató, y la playa aumentó al extremo
de inundar totalmente el barrio de Miralagos, cercano a la estación del ferrocarril, y en donde
vivían centenares de familias pobres que quedaron sin hogar, debido a que unas casas cayeron
y otras estaban inhabitables por quedar adentro del lago». (Halftermeyer, op cit:149).
Lugares más frecuentes de inundación han sido en su orden: Tola, que registra
episodios de desbordes cada 2 años, los mas frecuentes en el Pacífico; Malacatoya
y Tepalón en Granada, con una frecuencia de 2.5 años; Norte de Chinandega
-Jiquilillo, Palo Grande, San Enrique-, con inundaciones cada 3 años; zonas
orientales y occidentales de Managua, cada 3.1 años; Cofradía, Managua, 3.75
años. Les siguen con más de 4 años de frecuencia, León, Corinto, Pasocaballos,
Masaya y Granada.
Dentro de estas áreas hay algunas que son más vulnerables por haber experimentado el mayor número de inundaciones totales: Corinto y Paso Caballos, con
6 episodios cada una, seguidas por Tola, Cofradía y Tepalón. Todas ellas tienen
historial de inundaciones catastróficas.
146
Jaime Wheelock Román
Región Central Norte
Históricamente, es la menos afectada
por los desastres climáticos convencionales. Desde 1900 hasta la fecha
encontramos solamente 20 eventos
relevantes. Se ha sugerido que las condiciones geográficas aquí, contrarrestan
los efectos de la mayor pluviosidad relativa, porque hay zonas del norte donde
la precipitación es copiosa. En principio
la orografía montañosa es un refugio
natural contra la furia de los huracanes
tropicales. Por otra parte, el mismo relieve y la orientación de las cordilleras
Dariense, Isabelia y Chontaleña levantan
una barrera natural favoreciendo que las
descargas de humedad de los flujos del
noreste, se precipiten hacia el frente, en
los escarpes exteriores de las montañas
(Ineter, 1998:7). De este modo buena
parte de las poblaciones de la región han encontrado un refugio natural en la
parte occidental de los macizos montañosos.
La misma condición geográfica combinada con la mayor intensidad relativa de
las lluvias en esta región, deja otra secuela de desastres naturales: los deslaves y
avalanchas de los cerros sobre poblados, caseríos y cultivos y los desbordes de
los ríos sobre valles intramontanos y zonas bajas.
La ciudad de Matagalpa ha sido golpeada por ocho aluviones en este siglo y hay
testimonios sobre severas inundaciones ocurridas en tiempos más remotos. La
primera de este siglo ocurrió en Octubre de 1903 y se repitió nuevamente en
Octubre de 1908 cuando el Río Yaguare se salió de madre arrastrando correntadas de lodo sobre Matagalpa. En 1927 el Río Grande de Matagalpa se salió de
madre cayendo sobre la ciudad. Diez años más tarde, la quebrada «El Chuisle»
se desbordó arrastrando muchas casas, ocasionando la peor inundación que se
recuerde. Fue «el año del aluvión». Desbordes de la quebrada «El Chuisle» que
afectaron la ciudad se repitieron en 1934, 1936, 1952 y 1979. Otros eventos
climáticos dignos de mención en esta región son:
147
Los desastres que han ocurrido
Leyenda y Realidad de las Inundaciones en Matagalpa
Por Eddy Kuhl, Matagalpa
148
Existe una vieja leyenda que dice que en la cumbre del cerro Apante hay una laguna donde habita una
serpiente enorme que amenaza a Matagalpa.
Hace mucho tiempo la Virgen de las Mercedes patrona de Matagalpa sujetó al monstruo con cuatro hebras
de su cabello poniendo por condición que los pobladores observaran un buen comportamiento. Al pasar del
tiempo los matagalpinos han cometido algunos pecados y se han venido reventando las hebras. Ya sólo queda
una deteniendo al monstruo y si esa última hebra se revienta, la serpiente se moverá con tal furia que
derrumbará la laguna y el cerro hechos lodo y piedra sobre la ciudad.
Unos piensan que el despale y las quemas son los pecados que están arriesgando que se reviente la última
hebra de la Virgen, por eso la alcaldía está haciendo esfuerzos por proteger la ecología de esos cerros.
Esto se complica por la situación topográfica de la ciudad. Está construida en la base de los cerros Apante,
Palo alto y el Calvario, en medio del Río Grande de Matagalpa y de dos quebradas principales, una llamada
Yaguare en honor de un príncipe indio quien escapó con una joven princesa india de Mui Mui y se refugió
en esta zona; la otra, es la llamada « El Chuisle», nombre nahualt-matagalpa que significa riachuelo.
Siempre ha habido lluvias torrenciales e inundaciones que cambian la geografía de esta región pero en tiempos históricos ya nuestros bisabuelos hablaban de una inundación producida al salirse de su cauce el Río
Grande. Por 1880 llovió todo un mes, se inundaron las partes más bajas de la ciudad. La gente decía: «Se
pierde Matagalpa». Esas lluvias cavaron un gran zanjón que puede apreciarse aún en el cerro Apante.
En 1905 se produjo un fuerte aluvión en la quebrada de Yaguare que viene del cerro Apante. Las aguas
salieron de su cauce llevándose varias casas a su paso. Muy conocida es la desgracia a una familia granadina
de apellido Bermúdez. La corriente arrastró a una niña de esa familia de unos 10 años de edad que corría
detrás de su perrito para salvarlo; días después fue encontrada prensada en unas ramas en el Río Grande
Se recuerda también que las joyas de la familia Bermúdez fueron encontradas años después enterradas en
la vega del río.
En 1934 hubo otro aluvión, esta vez en la quebrada del El Chuisle del cual se conservan fotografías según
dice don Medardo Aráuz. En 1937 se produjo otro aluvión de El Chuisle.
En 1938 llovió en toda la montaña fuera de la ciudad de Matagalpa hacia el lado de el Río Tuma. En los
alrededores de las haciendas de El Hular y La Estrella, se derrumbó parte del cerro de San Pablo el cual
cayó en el «bajo». El camino al Río Tuma se perdió y se llevó un puente de madera que había sido construido
en 1934. Sinembargo en la ciudad de Matagalpa no sucedió nada lamentable.
En 1935 y 1936 hubo otros aluviones en la quebrada de El Chuisle.
En 1952 hubo otro aluvión en la quebrada de El Chuisle que yo recuerdo. Muchas casas situadas en las
orillas de esta quebrada o construidas con tambo, fueron arrasadas. Recuerdo bomberos improvisados ayudando a rescatar gente y pasar las calles a personas mayores. A mi vecino Tomás Lang se le llevó un cuarto
que tenía construido encima del Chuisle perdiendo sus pertenencias.
En 1979 se produjo un gran aluvión en la misma quebrada que la gente llamó con el nombre «Las pichingas»
porque arrastró las pichingas de leche de la Prolacsa las cuales se vieron pasar flotando en todo el trayecto.
En 1998 se produjo el Huracán Mitch que tuvo alcances nacionales por su magnitud. Pasó lloviendo toda
una semana, la torrencial lluvia se concentró en la Cordillera Dariense e Isabelia, sacando de su curso a los
ríos del norte de Nicaragua, produciendo derrumbes e inundaciones de gran magnitud, destruyó caminos,
puentes, fincas, edificios y muchas vidas.
En Octubre de 1999 una lluvia torrencial de solamente dos horas produjo deslizamientos de tierra por
erosión en los cerros al Este de la Ciudad produciendo desborde de El Chuisle e inundando con lodos, piedras
y arena todo el centro de la ciudad.
Sin embargo en tiempos de antaño el río no destruía tanto porque la gente no construía cerca de las vegas,
actualmente con el desorden en la construcción ha habido más destrucción.
La solución puede ser prohibir la quema de los campos alrededor de la ciudad, reforestar todos esos cerros
aledaños para evitar la erosión y reducir la velocidad del agua que baja de los cerros; construir retenes, mantener limpios los cauces (Chuisles) y ampliar más su sección, todo esto sumado a un ordenamiento urbano
de la Ciudad.
Jaime Wheelock Román
1932: Desborde de ríos en Octubre, inundaciones en Muy Muy, Tierra Azul y
Olama.
1937: Desbordes de ríos en Octubre en afectan San Pedro de Lóvago, La Gateada,
Muhan, y El Rama.
1938: Desborde del Río Tuma. Crecida de 12 pies de Río Siquia en Septiembre
afecta poblados de El Ayote, Wapí, El Rama y La Esperanza.
1947: Ríos en Chontales se desbordan en Agosto
1955: Inundación de Sébaco por crecida del Río Grande en Octubre
1960: Ríos causan inundaciones en Septiembre en Matagalpa y Muy - Muy
1970: Desborde de Río Mico y Rama, afectan ciudad Rama en Octubre
1974: Intensas lluvias causan daños en Somoto en Mayo
1977: Inundaciones en Matagalpa y Jinotega en Sept; 4 muertos y 133 damnificados
1997: Desborde en Octubre en Jalapa y Waslala, causa 8 muertos y 400 damnificados
1998: Desborde de Río Grande en Mayo deja 165 damnificados
1998: Mitch produce inundaciones totales con grandes daños en infraestructura económica y productiva; destrucción de viviendas y pérdidas de vidas humanas.
El huracán del siglo: Mitch
Ningún fenómeno climático conocido ha causado tanto daño como el Huracán Mitch de Octubre de 1998. Fue el tercer huracán del siglo con velocidad
de vientos superior a los 285 kph. Sus espirales nubosas llegaron a cubrir 400
km2, abarcando toda el área centroamericana. Las lluvias que cayeron durante el
huracán marcaron los mayores registros de precipitación conocidos en el ámbito
nacional. En la región del Pacífico las lluvias alcanzaron valores superiores a los
registrados en Mayo de 1982 durante la tormenta Alleta y cerca de 6 veces la
norma histórica de precipitación: en Chinandega, cayeron 1984.6mm; en León,
1348; en Managua, 836; en Rivas, 949.2. En el Norte, las lluvias fueron igualmente
severas y catastróficas. En Jinotega, llovió 916mm, contra una norma histórica
de 185.6mm para el mes de Octubre; en San Isidro cayeron 888.5mm, contra el
promedio normal de 127.5 Conviene subrayar que estos valores de precipitación
ocurrieron en tan sólo cuatro días, superando en algunas localidades el promedio
anual correspondiente.
También en el Atlántico Norte el Mitch descargó precipitaciones el doble de
lo normal. Hacia el Atlántico Sur las precipitaciones, no alcanzaron la misma
severidad si bien fueron mayores a la norma histórica.
149
Los desastres que han ocurrido
En Octubre de 1998, el nivel de las aguas del Lago Xolotlán subió en 3 metros
habiendo recibido como inmenso pluviómetro, durante esos días, 3 mil trescientos millones de metros cúbicos de agua.
En los registros que se
llevan en Nicaragua desde que se instaló el primer
pluviómetro en Rivas en
1880, no hay precedentes
de lluvias tan copiosas
como las ocasionadas
por el Mitch. El tipo de
precipitación descargada
por el huracán Mitch, de
acuerdo a estimaciones
de Ineter, tiene una recurrencia mayor de 500 años para zonas secas como San Isidro y Condega, y de
más de 100 años para áreas de alta pluviosidad como Chinandega.
Se sugiere que las lluvias fueron provocadas tanto por la extensión y magnitud
del huracán, como por su comportamiento errático. La confluencia de otros
fenómenos atmosféricos, alteró el curso del huracán así como la velocidad de su
desplazamiento. El meteoro quedó prácticamente estacionado frente a la costa
Noreste de Nicaragua.
150
Jaime Wheelock Román
Sequías
Las regiones Pacífica y Central sufren en particular otro tipo de fenómenos
climáticos: las sequías. Está comprobado que las sequías desde tiempos remotos
han sido causa de situaciones
desastrosas y hambrunas en
Nicaragua. Existen reportes
tempranos, si bien esporádicos
sobre las sequías que arruinaron las cosechas durante los
años 1745, 1746, 1783, 1798
y 1803. (Ayón,1993: 366 y ss).
Los registros pluviométricos
más antiguos correspondientes
a las estaciones de Rivas (1880)
y San Antonio en Chinandega
(1889), permiten inferir que
en las dos ultimas décadas
del siglo pasado, hubo en el
Pacífico nicaragüense, por lo
menos 5 ciclos agrícolas: 1885,
1891, 1896 y 1898, con fuertes
déficits de precipitación.
Del mismo modo cruzando la
información de esas estaciones con otras disponibles más
tarde (Granada, Matagalpa, Sébaco, Ferrocarril del Pacífico, INE), así como la
información pública en diversos diarios y escritos de la época, es posible identificar, 27 años con déficits de precipitación más o menos severos en lo que va
del presente siglo. Este indicativo sugiere que para una extensa porción de las
regiones Pacífica y Central Norte, los años de sequía suelen tener períodos de
recurrencia cada 3.5 años. Un estudio reciente conducido por Luis Mariano Gutiérrez de Ineter, con registros mas detallados que comprende un período de 23
años, encontró una tasa similar de recurrencia de sequías y aún más aguda. En
los 23 años analizados (1972-1990), se observó déficits de lluvias en 9 años para
el Pacífico y 7 para la región Central Norte, lo que arroja índices de recurrencia
de 2.5 y 3.2 respectivamente (Gutiérrez, 1994).
151
Los desastres que han ocurrido
Las áreas susceptibles de sequías se encuentran dispuestas a lo largo de una
zona curvada que compromete secciones del Pacífico Occidental con ramificaciones hacia el Noreste de Managua hasta los llanos chontaleños; otra franja
se proyecta hacia los Departamentos de Nueva Segovia, Madriz y Estelí. Esta
franja en forma de cuña se ha venido extendiendo en los últimos años hasta el
Norte de Chinandega y León.
Está bastante comprobado que la existencia de áreas secas ha sido un fenómeno
«normal» en Nicaragua, atribuido a que la cadena montañosa impide a ciertas
zonas durante los meses de lluvia, recibir el influjo de las corrientes húmedas del
Atlántico. Sin embargo las sequías parecen repetirse cada vez con más frecuencia
e intensidad. Dos factores parecen estar detrás: El Niño y la desertificación que
por la acción humana experimentan vastas zonas del país.
La perturbación conocida como «El Niño», en los últimos treinta años ha
mostrado períodos de retorno que oscilan entre 2 a 7 años, lo cual indica incrementos de su frecuencia. Esta intensificación parece coincidir con el gradual
calentamiento de la tierra. De acuerdo a estudios recientes, entre 1970 y 1997
los años con altos déficits de lluvias coincidieron con ciclos en que el Niño se
hizo presente afectando más severamente la costa del Pacífico. Estos años son:
1972, 1976, 1977, 1982, 1986, 1987, 1991, 1992 y 1997. (Gutiérrez, 1994:III y
IV). Nunca se había dado el caso por ejemplo, que un verano tan seco fuera
seguido por un invierno tan copioso como en 1998, cuando el Niño y la Niña
pasaron el mismo año. De otra parte, el descuaje de la cobertura forestal ejercida
desde muchos años atrás en el Pacífico, se ha intensificado hacia el Norte y el
Este, combinándose con prácticas agrícolas desordenadas. De este modo, los
suelos rocosos y agotados de las mesetas y serranías en el Norte y la erosión de
las tierras del Pacífico, incrementan el ambiente de aridez. De acuerdo con los
datos recabados en los registros disponibles, las zonas más secas del país o que
son susceptibles de sequías periódicas fueron:
Pacífico
Central Norte
Santo Tomás del Norte
San Francisco Libre
AchuapaLas Banderas
El Sauce
San José de los Remates
Santa Rosa del Peñón
Tierra Azul
Villa Carlos Fonseca
Ciudad Darío
San Gregorio, CarazoSébaco
Nandaime Somoto
Ocotal
Mozonte
152
Jaime Wheelock Román
Sitio de mayor déficit fue en el Pacífico, Nandaime con una recurrencia de sequía cada 2 años. En la zona central, Jinotega y Ocotal, registraron 9 años de
sequía cada uno con una recurrencia de 2.4 años. Las zonas más secas, se han
establecido entre Ocotal y Mozonte, donde se ha registrado además el peor
déficit de lluvia con 60.8% de lo normal.
Deslizamientos
Los deslizamientos y deslaves se observan en Nicaragua asociados a causas de
origen tectónico o climático y en ocasiones a una combinación de ambas. La
orografía accidentada del territorio y su extenso fallamiento que se remonta
a los tiempos de su formación, facilitan que rocas y suelos de baja cohesión
enquistados en pendientes pronunciadas, puedan precipitarse. De otra parte, la
existencia de terrenos empinados y poco estables permite también que las lluvias
intensas en combinación con suelos arcillosos o fácilmente erosionables desgajen
grandes masas de detritos precipitándolos como corrientes de piedra y lodo.
En Nicaragua existen condiciones que facilitan los deslizamientos. En los
terrenos elevados del Noroeste, vestigios de edificios volcánicos altamente
erosionados y ubicados en zonas de antiguos fallamientos, se encuentran muchos sitios que presentan fisuras y deformidades estructurales donde se ha
reportado deslizamientos e inestabilidad del terreno. En el Pacífico, también
se conocen episodios de este tipo en elevaciones y conos antiguos, asociados a
fallas o alteraciones de origen hidrotermal, como las del Mombacho en 1570
153
Los desastres que han ocurrido
o Casitas en 1998. En las formaciones más recientes de la cordillera volcánica,
constituidas por materiales más sólidos, como rocas o flujos de lava y tobas, el
relleno superior de arenas, cenizas y pómez producto de erupciones modernas,
por ser susceptibles de mayor erosión, han facilitado los revenidos o deslaves.
La actividad humana, descuajando terrenos al pie de las laderas o despalando
las faldas de las montañas y volcanes, muchas veces para favorecer la actividad
ganadera o cultivos como café, algodón o granos básicos, han acelerado la
erosión y debilitado la cohesión de los terrenos en pendiente. Las principales
causas tras los aluviones y deslaves más desastrosos han sido:
• Sismos o movimientos de estructuras geológicas, incluyendo fracturación de
terrenos inestables
• Precipitaciones de lluvias, saturación de suelos arcillosos en pendientes
• Erupciones volcánicas
• Despale y erosión en cuencas críticas
• Construcción de puentes y carreteras
• Trabajos deficientes de conservación de suelos.
• Agricultura en laderas
En ocasiones los eventos
se han producido por las
combinaciones de dos o
más de estas causas. La
primera noticia sobre un
deslave en Nicaragua, se
remonta a la avalancha
catastrófica ya citada del
Volcán Mombacho en el
invierno de 1570. Se estima que un deslizamiento
todavía más grande de este
volcán ocurrido en su ladera Sureste, dio lugar al archipiélago de las Isletas de
Granada. En el Volcán Casitas, luego del deslizamiento trágico de Octubre de
1998, se encontraron depósitos de otro evento probablemente de mayor magnitud que desplomó en épocas remotas, una sección del volcán en dirección al
vecino San Cristóbal (Morales, 1999:2). Por su parte Ayón recoge noticias de
«hundimientos de la tierra en muchos puntos» durante lo que se llamó el diluvio
de 1762 (Ayón, 1993:70).
154
Jaime Wheelock Román
El 4 de Octubre de 1876, la capital Managua fue sorprendida por una gigantesca avalancha de piedra y lodo que descendió desde las sierras por el camino de
Ticomo arrasando la zona occidental de la ciudad. Centenares de víctimas hubo
entre ahogados y golpeados. Se cree que este aluvión fue consecuencia del paso
de un huracán por las costas de Nicaragua. (Incer, 1999:5). Es probable también
que el despale previo de las sierras para extender el cultivo del café haya facilitado desprendimientos masivos de las capas superiores del suelo, arrojándolas
sobre Managua.
Aluviones asociados también al cultivo cafetalero tuvieron lugar en Matagalpa.
Una corriente de lodo muy parecida a la descrita para el caso de Managua, ocurrió en el invierno de 1903, repitiéndose el mismo fenómeno en 1908 y 1937.
Durante este siglo la información sobre deslizamientos o «descuajes» de montañas afectando poblados o caminos, es abundante. Corrientes aluviales, arrasaron varias viviendas en León en Octubre de 1949. El 29 de Abril de 1952, los
primeros aguaceros precipitaron corrientes de lodo sobre la parte oriental de la
ciudad destruyendo viviendas y arrasando caminos, puentes y largos trechos de
la vía del ferrocarril. Los más destructivos sin embargo fueron los que dejaron
pérdidas de vidas. Uno de ellos fue la ruptura de la ladera Norte del Cosigüina el
3 de Agosto de 1951: Sismos violentos, abrieron una fisura en un flanco debilitado del volcán -suceso previsto por Sapper cincuenta años antes-dejando salir
miles de toneladas de piedras y de lodo que sepultaron el pequeño poblado de
Potosí, causando muchos muertos. Con motivo de las intensas lluvias de Junio
de 1952 se reportaron tempestades que «descuajaron» montañas en Madriz y
Nueva Segovia.
En Septiembre de 1996, el Volcán Maderas en la Isla de Ometepe fue escenario
de un derrumbe trágico que causó la muerte de 7 personas y destruyó 47 viviendas. Un mes más tarde, el Cerro Calachín próximo al poblado de El Viejo,
Chinandega, dejó 32 damnificados. En Febrero de 1998, en Muy-Muy otro
deslizamiento ocasionó 66 damnificados.
Hasta antes del Huracán Mitch, los terrenos inestables y deslizamientos se
reportaban como fenómenos circunscritos a ciertos sitios del país. La mayoría
de casos se concentraban en las regiones II y VI, si bien no recibieron en su
momento mucha atención. En realidad las zonas de deslizamiento son más bien
abundantes. Un listado, todavía parcial se puede encontrar en reportes internos
de Ineter y en informes de misiones especializadas. Algunos de los sitios o «provincias» de deslizamientos son:
155
Los desastres que han ocurrido
• Al Oeste del pueblo de Esquipulas se ha detectado un deslizamiento severo,
lento pero permanente y profundo afectando una vertiente de rocas volcánicas.
• San José de los Remates, deslizamiento en la vertiente oeste del cerro.
• Cinco Pinos y San Pedro del Norte: varios deslizamientos de profundidad
media, relacionados a fallas tectónicas y procesos hidrotermales.
• Muy Muy/San Pedro: Inestabilidad de gran magnitud, lenta, permanente y
profunda que puede provocar desprendimientos severos.
• Yalí/Jinotega/Matagalpa: zona de alta incidencia de deslizamientos
• Estelí/Cucamonga: 17 derrumbes detectados en tramo de carretera Ocotal-Estelí; muy peligrosos dado el intenso tráfico vehicular.
• En la VI Región: Palo Alto, Los Limones de Pantasma; Cerro La Zopilota;
Cerro Santa María y Peñón de la Luna; El Zapotal; Cerro El Picacho; Cerro
«El Castillo»; Cerro Chaguite Grande, comunidad San Esteban No. 1; y Santa
Rosa, 6 km. al Oeste del Cuá, Bocay.
• En la región II, terrenos susceptibles de deslizamientos estaban reportados
en Cerro Grande de Juanislama, 11 Km al NE de Somotillo; San Lucas, 15
Km al SE de Villa 15 de Julio; Cerro Jicote, próximo a Sta. Rosa del Peñón;
y cerros el Borbollón y Chaguitillo a 14 Km del Sauce.
El deslizamiento del Casitas
El Casitas es un viejo edificio volcánico, vecino al San Cristóbal, bastante erosionado y cruzado de fallas. No se le conocen erupciones recientes, si bien ha
presentado emisiones fumarólicas en el pasado y alguna actividad hidrotermal
contemporánea (Sapper,1913; Hazlett, 1987). Se estima que el deslave se produjo
por una combinación rara de procesos sucesivos o yuxtapuestos que fueron: Un
156
Jaime Wheelock Román
derrumbe desencadenante; un flujo de materiales o detritus¸y una tromba de
agua con menos cantidades de sólidos (Carreño, 1998).
Las lluvias anómales acarreadas por el Mitch sobrecargaron las laderas debilitadas y poco cohesionadas en una sección de fallamiento. El día 30 de Octubre,
coincidiendo con la mayor precipitación -500mm-, se produjo la ruptura de un
157
Los desastres que han ocurrido
segmento de la cima, desprendiéndose un bloque de aproximadamente 200 mil
metros cúbicos que se deslizó sobre el plano inclinado de una de las fallas. La
masa inicial que se deslizó se bifurcó en un frente principal y un brazo. Este
último sobrepasó las lomas tomando la dirección de Argelia como aluvión de
agua y lodo. El frente principal de la avalancha se encauzó por un valle estrecho
y a una distancia de 2-3 Km de la cima formó colinas con depósitos de materiales con espesores de 4 a 6 metros, como si se tratara de una presa escalonada.
Aproximadamente a las 2 pm., coincidiendo con mayores precipitaciones de
lluvia, se rompió el dique de la presa natural, iniciándose un lahar o revenido
que precipitó todo el material acumulado. Una ola de lodo, grava y bloques de
piedra de 1 metro fueron lanzados hacia abajo. Al llegar a la altura del caserío
El Porvenir, la ola se desplazaba como un mortal abanico de 3 metros de altura
y una extensión de 1.5 kilómetros (Sheridan et al, 1998). Las comunidades Rolando Rodríguez y El Porvenir fueron sepultadas, perdiendo la vida unos 2.000
pobladores.
El deslizamiento del volcán Casitas ocurrido el 30 de Octubre de 1998 durante las
lluvias originadas por el huracán Mitch, por su magnitud y los daños catastróficos
que ocasionó ha dejado al descubierto la peligrosidad de estos fenómenos. De
hecho, los informes sobre este suceso, concluyen que un nuevo deslizamiento
puede ocurrir allí en el futuro.
Por otra parte otros puntos vulnerables de potencial peligrosidad se
han reportado en los volcanes de
la Isla de Ometepe donde existe
un pasado parecido de derrumbes.
Los volcanes Concepción y Maderas tienen laderas formadas por
estratos donde se intercalan capas
de lava con otras de cenizas menos
cohesionadas. A pesar de la sólida
apariencia de ambos edificios volcánicos, una excitación sísmica o pluvial puede
ocasionar una avalancha desastrosa (Cosude, 1998). Para hacer más real esta
afirmación, a raíz de las lluvias de Octubre de 98, hubo flujos a lo largo de una
cárcava abierta en un flanco del volcán Concepción que no muestra signos de
estabilidad y que por lo mismo puede derrumbarse poniendo en peligro a las
poblaciones vecinas.
158
Jaime Wheelock Román
• Como país tropical Nicaragua ha sufrido ciclos de lluvias severas y de huracanes que han causado enormes daños humanos y materiales a través de la
historia. Períodos de sequías intercalados con los de lluvias, han agravado la
incidencia de los eventos climáticos.
• Desde la segunda mitad de este siglo el número de huracanes y otros eventos
extremos del clima, se han intensificado, coincidiendo con los fenómenos
«La Niña « y «el Niño» y las acciones de despale y erosión practicados por el
hombre.
• La zona Norte de la Costa Atlántica y poblaciones ubicadas en partes bajas
del Pacífico, han sufrido periódicamente de severas inundaciones. Las mismas
poblaciones son las afectadas cíclicamente.
• A las inundaciones y los huracanes se suman los deslaves y aluviones que
han afectado numerosas poblaciones ubicadas en los pié de montes y partes
bajas de las sierras. Se ha sugerido que el alto costo de las soluciones técnicas
a la amenaza de deslaves debe dar lugar a poner énfasis en la educación, la
prevención y la planificación.
• Los desastres climáticos en este siglo han ocasionado en su conjunto las
pérdidas económicas más altas y el mayor número de familias damnificadas,
aún por encima de los daños ocasionados individualmente por terremotos y
erupciones volcánicas.
• Pocas acciones de prevención se han puesto en práctica, mientras crece la
población amenazada por desastres climáticos. Hay zonas de alto peligro que
deberían estar sujetas a programas de realocación.
Síntesis Cronológica de Desastres Climáticos (1876-1999)
1876
1892
1893
1899
1903
1906
1908
1908
1911
1913
1916
1916
1920
1921
1922
1924
Aluvión destruye zona occidental de Managua
Huracán penetra territorio en Octubre
Huracán penetra territorio en Julio
860 mm caen en Octubre en Rivas
Aluvión en Octubre daña Matagalpa
Huracán penetra en territorio en Octubre
Tormenta tropical afecta en Octubre;1110mm caen en Chinandega
Desborde de río Yaguare en Octubre inunda ciudad Matagalpa
Huracán penetra territorio en Septiembre
Huracán en junio
Huracán en Julio
Inundaciones en Octubre en Chinandega
Tormenta Tropical en Septiembre
Intensas lluvias e inundaciones en Octubre en Chinandega
Tormenta Tropical en Octubre
Tormenta Tropical en Junio
159
Los desastres que han ocurrido
1924
1924
1926
1927
1931
1931
1932
1932
1933
1933
1933
1933
1934
1935
1935
1935
1935
1937
1937
1938
1938
1938
1939
1939
1940
1940
1940
1944
1947
1949
1949
1949
1949
1950
1952
1952
1952
1953
1954
1954
1954
1954
160
Tormenta Tropical en Septiembre; inundaciones en Occidente y Rivas
Inundaciones en Septiembre en Chinandega y Corinto
Tormenta Tropical en Octubre
Salida de Madre de Río Grande, en Octubre daña Matagalpa
Tormenta Tropical en Junio
Desborde de río Ochomogo y Tola en Julio
Lluvias intensas en Octubre causan inundación en Matagalpa
1258 mm caen en Octubre en Chinandega
Tormenta Tropical en Mayo
1010 mm caen en Septiembre en Chinandega
Lluvias intensas en Septiembre desbordan ríos en Rivas
Tormenta Tropical en Noviembre
Aluvión en Matagalpa por desborde de quebrada El Chuisle
Huracán en Octubre
Intensas lluvias de Octubre elevan en dos pies nivel de Xolotlán
Desborde del Coco arrastra en Noviembre al mar 100 casas de Cabo Viejo
Desborde de ríos en el Pacífico en Octubre
Desborde de ríos en Matagalpa en Octubre; aluvión daña ciudad
Ríos desbordados en Chontales y Rama, en Octubre
Desborde del Río Tuma en Octubre destruye el camino a Tuma
Crecida de 12 pies desborda río Siquia en septiembre
Se inunda Corinto; desborde río Ostional, Rivas; en Octubre
Tornado en Managua en mayo
Tormenta Tropical en Junio
Tormenta Tropical en Septiembre; desborde de Río Ochomogo
Huracán en Octubre
Huracán causa desborde total Río Coco en Septiembre
Tornado en Enero bota casas y afecta techos en Masaya y Granada
Desborde de ríos en Chontales en Agosto
Desborde de Río Coco en Agosto
Desborde de Río Coco en Octubre
Se desborda río Malacatoya y arrasa caserío, Octubre
Depresión Tropical en Noviembre
Tormenta Tropical King en Octubre
Ríos se desbordan en León, Ocotal y Chontales, Junio
Matagalpa inundada por desborde de quebrada El Chuisle
Se inunda Corinto
Tormenta Tropical Alice: 520 mm caen en Mayo en Rivas
Huracán Gilda en Septiembre
Lluvias causan inundaciones y desborde de ríos en Octubre en Chinandega
992 mm caen en Octubre en Matagalpa
560 mm caen en Mayo en Rivas
Jaime Wheelock Román
1954
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1955
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1960
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1980
1980
1982
1982
1985
1986
1987
Desborde total del Río Coco en Septiembre
Desborde de ríos en Atlántico Sur en Septiembre
Tormenta tropical en Atlántico; daños en Managua, febrero
Lluvias de Octubre causan daños en Matagalpa, Sébaco y Chinandega
Desborde de Ochomogo, 8 km de carret. destruidos, Agosto
Huracán Janet, afecta en Septiembre costa del Atlántico
LLuvias intensas y desborde de ríos en Sep. en Matagalpa
Inundación total en Corinto en julio; Tornado
904 mm caen en Octubre en Matagalpa
Inundaciones severas en Octubre en Chinandega
Inundaciones en Occidente y Rivas en Sep. y Oct.: puentes destruidos
Tormenta Tropical en Julio
Tormenta Tropical Isabelle en octubre
Huracán en Noviembre
Huracán Alma en Junio
Desborde de ríos en Zelaya Norte en Julio
Desborde de ríos en Julio en Zelaya Sur
Huracán en Septiembre
Diluvio en Oct. causa inundaciones en Municipio de León y Tola, Rivas
Depresión Tropical en Septiembre
Desborde de ríos en Chontales en Octubre
Huracán Edith, 10 de Sep. causa desborde total Río Coco
Huracán Irene, 20 de Sep. causa desborde de ríos en Atlántico
Tormenta Tropical: Inundaciones severas de Sep. en Granada, Tola,
Chontales
Desborde de ríos en Agosto en Atlántico Sur
Desbordes de ríos del Norte de Chinandega en Noviembre
Inundaciones en zona de Río Coco en Octubre
Tormenta Tropical Fifí en Sep. causa inundaciones en La Paz Centro y Estelí
423 mm caen en Mayo en Somoto
Desborde de varios ríos en Rivas en Septiembre
Onda Tropical en Julio causa desborde de ríos en Atlántico Norte y Sur
Desborde de ríos al Norte de Chinandega en Julio
Desborde de ríos Negro y Ochomogo en Junio
Desborde de quebrada el Chuisle arrastra casas en ciudad de Matagalpa
828 mm caen en Octubre en Granada; desborde Río Gil González
Desbordes en Río Coco en Octubre
Tormenta Alleta golpea en Mayo costa del Pacífico
1115 mm caen en Mayo en Matagalpa
Huracán Allen, Agosto
Lluvias torrenciales desbordan ríos en Mayo en Matagalpa
Tormenta Tropical causa en Julio desbordes en ríos Atlántico Norte
161
Los desastres que han ocurrido
1988 Huracán Joan en Oct. causa inundaciones en todo el país
1990 Grandes inundaciones de mayo y junio en Atlántico afectan a 100 mil personas
1993 Tormenta Tropical Gert, en Septiembre
1993 Tormenta Tropical Bret en Agosto
1994 Tormenta Tropical Gordon, en Noviembre
1995 Inundaciones de Septiembre, regiones I, II, III, IV y VI
1996 Huracán Cesar en Julio; inundaciones en Siuna, RAAN
1996 Tornado en Larreynaga en Septiembre, 54 damnificados
1996 Tormenta Tropical Lilly en Octubre afecta regiones I,II,III y IV
1996 Deslave en Volcán Concepción con siete muertos en Septiembre
1996 Derrumbe de cerro Calachín en Octubre
1996 Tormenta Tropical Marcos en Noviembre afecta regiones I,II, III y IV
1997 Inundaciones de Junio en Matagalpa y Jinotega
1997 Tornado en Nandasmo y Masatepe en Junio, 632 damnificados
1997 Tornado en Nagarote en Junio, 288 damnificados
1997 Tornado en Puerto Cabezas en Junio, 108 damnificados
1997 Tormenta Andrés en Junio afecta Occidente
1997 Inundaciones en Matagalpa y Jinotega en Septiembre
1997 Inundaciones de Octubre en Jalapa y Waslala
1998 Deslizamientos en Muy Muy en Febrero
1998 Tornado en Telpaneca en Marzo, 60 damnificados
1998 Desborde en Mayo, Río Grande Matagalpa
1998 Inundaciones de Junio en Ocotal
1998 1018 mm caen en Septiembre en Chinandega
1998 Mitch:1985 mm caen en Octubre en Chinandega, 836mm en Darío, 506 en
Somoto
1926-82: 26 inundaciones en ciudad de Managua
1900-98: 27 ciclos de sequía afectan regiones del Pacífico y Central Norte
Anexo: 25 Mayores desastres 1520-1998
1528 Terremoto daña la mayoría de los edificios de la capital León
1570 Deslizamiento de volcán Mombacho mata a los 400 vecinos de Mombacho y daña gran número de casas de Granada.
1610 Erupción de Momotombo, fuertes temblores y crecida subsiguiente del Lago Xolotlán obliga el abandono de la capital León.
1646 Huracán afecta El Realejo y provoca incendio que destruye parte de la ciudad.
1648 Terremoto afecta nueva ciudad de León; muchos muertos y heridos.
1663 Terremoto causa destrucción casi total de León y cierra navegación del San
Juan dejando aislada a Nicaragua del comercio marítimo regular.
162
Jaime Wheelock Román
1772 Erupción de V. Masaya con colada masiva de lava que afecta áreas vecinas
y fuertes sismos asociados dañan casas en Granada.
1835 Megaerupción del V. Cosigüina la mayor en América en tiempo histórico,
sus cenizas afectan a la población de occidente y oscurece todo el país.
1844 Terremoto destruye la ciudad de Rivas.
1876 Aluvión desde las Cuchillas destruye la parte occidental de Managua.
1881 Sismo violento daña el 29 de abril muchas casas de Managua.
1885 Terremoto magnitud IX causa muertos y daños materiales en León, Chinandega y Managua
1898 Terremoto causa destrucción parcial de Chinandega; daña León y otras
ciudades del Pacífico.
1903 Aluvión cae sobre Matagalpa causando muertos y daños materiales
1931 Terremoto destruye Managua, causando 1.500 muertos. y US$200 millones
en daños
1938 Terremoto destruye poblado de Telica y causa daños en ciudades vecinas.
1961 Lluvias e inundaciones destructivas en ciudades e infraestructura del Pacífico.
1968 Terremoto daña 1.000 casas en Colonias Centroamérica y Morazán, Managua.
1968 Erupción violenta del Cerro Negro afecta León y poblados vecinos.
1972 Terremoto destruye Managua: 10.000 muertos y US$800 millones en daños.
1982 Huracán Alleta causa 63 muertos y US$60 millones en daños materiales.
1988 Huracán Joan mata 163 personas y causa daños por US$ 90 millones.
1992 Tsunami golpea costa del Pacífico:179 muertos y US$60 millones en daños.
1998 Huracán Mitch ocasiona inundaciones destructivas generalizadas y un gigantesco deslave del V. Casitas: 3.200 muertos y US$1.500 millones en daños.
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Nuevo Diario», «Gaceta Oficial de Nicaragua» 1860-1888, «La Tribuna»
170
PARTE
IV
La acción humana agravando el riesgo
Lorenzo Cardenal Sevilla
171
172
L os seres humanos como productores de amenaza
Introducción
La capacidad del ser humano de superar los obstáculos impuestos por el medio
ambiente y de adaptarse a las condiciones ambientales más diversas y extremas
del planeta, es una de las principales fortalezas de nuestra especie. Esta ventaja
evolutiva nos ha convertido en la especie más exitosa de la Tierra. Pero en este
proceso evolutivo, los seres humanos han convertido su civilización en una
fuerza que incide en los procesos naturales a escala global, y han producido una
tecnología de tal potencial que cuando falla o se usa mal es capaz de ocasionar
impactos negativos de enorme magnitud.
El crecimiento y los cambios ocurridos en las sociedades humanas modernas,
hacen que la población se encuentre en condiciones diferenciadas de exposición a riesgos ambientales y de vulnerabilidad. Esto se debe a que la ocupación
del espacio territorial y la capacidad de las comunidades humanas de adaptarse
173
La acción humana agravando el riesgo
y aprovechar apropiadamente su entorno, están condicionadas por factores
económicos, sociales y culturales que diferencian cada vez mas los niveles de
susceptibilidad entre las comunidades ante los efectos de eventos o situaciones
ambientales extremas.
Nos encontramos en un momento de la historia donde coinciden dos circunstancias diferentes pero interrelacionadas: Por un lado, la civilización humana
ha llegado a ser capaz de influir negativamente en procesos naturales de escala
planetaria (como el clima) o de producir
artificialmente eventos catastróficos
comparables por la magnitud de
sus daños a los naturales, convirtiéndose así en un factor
de amenaza o riesgo para sí
misma. Por otro lado, esa
misma civilización empuja
a una parte importante
de sus integrantes a sufrir
condiciones de vulnerabilidad creciente frente a
las catástrofes naturales y
artificiales, profundizando la
desigualdad entre las personas y cerrando opciones
para que todos puedan
disfrutar un desarrollo
humano sostenible.
La actividad humana y sus impactos a escala planetaria. El cambio climático inducido por el hombre.
El territorio nicaragüense es susceptible de sufrir daños climáticos. Por estar
ubicados en el cinturón ístmico del continente, estamos directamente expuestos a los efectos de la llamada Zona de Convergencia Intertropical. En ella e
se encuentran hasta cuatro centros ciclogenéticos, es decir, zonas de origen de
huracanes y tormentas tropicales. Igualmente nos encontramos en la zona de
influencia de las temporadas recurrentes de El Niño y La Niña, lo cual nos coloca
alternadamente en situaciones de sequía extrema o grandes inundaciones. Según
los registros históricos, desde 1892 nos han afectado unos 40 ciclones tropicales,
en forma de huracanes, tormentas y depresiones tropicales. Los más dañinos
no necesariamente son los que han atravesado el territorio nacional, sino los
174
Lorenzo Cardenal Sevilla
que han arrastrado consigo grandes masas de humedad que se transforman en
intensas precipitaciones, como el Alleta (1982) y el Mitch (1999). La intensidad
y frecuencia de estos fenómenos parece acentuarse con el paso del tiempo, y
esto puede estar relacionado con los cambios que ocurren en el clima mundial,
ese proceso que los expertos llaman el «cambio climático».
a. Las causas del cambio climático: Los gases de efecto invernadero y el calentamiento global.
El planeta recibe energía del sol en forma de luz y calor. La atmósfera filtra parte
de esa energía, valiéndose de una capa de moléculas de ozono que existe en su
nivel más exterior para filtrar los rayos ultravioleta, que son los más perjudiciales.
Esta capa es conocida comúnmente como la «capa de ozono».
Otra parte importante de la energía solar se absorbe y transforma a través de los
diferentes ciclos naturales que determinan el clima de nuestro planeta, como el
ciclo del agua o ciclo hidrológico, la formación y comportamiento de los vientos,
la temperatura y las corrientes de los océanos, etc. Finalmente, otro tanto de la
energía solar es aprovechado por los seres vivos, incluyendo al hombre y sus cultivos. La energía que el planeta no usa, es reflejada de nuevo al espacio en forma
de radiación infrarroja, impidiendo así que la tierra se caliente excesivamente.
175
La acción humana agravando el riesgo
Hay gases que existen naturalmente en nuestra atmósfera, como el Dióxido de
Carbono (CO2), el Metano (CH4), y el Dióxido Nitroso (NO2). Éstos y otros
gases artificiales como los clorofluorocarbonos o CFCs (fabricados y esparcidos por el hombre), pueden ocasionar el llamado «efecto invernadero». Son
llamados así porque cuando su concentración aumenta, la radiación infrarroja
emitida por el planeta para enfriarse, no puede disiparse al espacio sino que es
retenida en los niveles inferiores de la atmósfera. Estos gases actúan como un
«techo de vidrio» que permite a la radiación solar entrar, pero no salir (como en
los invernaderos, y de allí el nombre). Este fenómeno puede estar ocasionando el
calentamiento progresivo del planeta y originando fenómenos asociados como:
cambio en las corrientes oceánicas, los vientos, la evaporación y la precipitación
pluvial y eventualmente los ciclos y períodos estacionales
Los científicos han encontrado que el aumento en la concentración de los gases
de efecto invernadero, se debe principalmente a la actividad del hombre. Desde
el inicio de la llamada Revolución Industrial (hace unos 130 años), la actividad
humana ha emitido cantidades masivas de estos gases provocando aumentos en
la temperatura del planeta y la transformación del clima.
La actividad humana que más contribuye a las causas del cambio climático, es
la combustión de petróleo y otros combustibles fósiles ricos en carbono. Este
elemento químico es liberado a la atmósfera como CO2 cuando es quemado
en presencia de oxígeno. La producción de electricidad con plantas de búnker y
los motores que queman derivados de petróleo son fuente principal de gases de
efecto invernadero. También la deforestación, la quema de leña y los incendios
forestales contribuyen de manera importante al cambio climático.
En resumen, algunas actividades humanas, especialmente el transporte vehicular,
la producción de electricidad con petróleo y la destrucción de los bosques, están
aumentando la temperatura de la tierra.
Cuadro 2
Algunas cifras sobre el carbono presente en el planeta (En billones de toneladas de carbono = Gigatons o Gt) (Fuente: J. Leggett 1990)
CO2 presente en la atmósfera hoy día......................................................................................750
CO2 en la atmósfera de la época pre-industrial (antes de 1860).............................................575
Total de CO2 añadido a la atmósfera por el hombre en los últimos 130 años...................175
Carbono liberado cada año por combustión de petróleo y carbón...........................................5
Y por deforestación y quemas.....................................................................................................2
Carbono fijado en la vegetación existente...............................................................................560
Carbono fijado en reservas conocidas de petróleo y similares.........................................+4000
176
Lorenzo Cardenal Sevilla
b. Consecuencias del cambio climático y estrategias para prevenirlo.
De acuerdo a estimaciones de los científicos, si la humanidad continúa emitiendo gases de efecto invernadero (especialmente CO2) a la atmósfera al ritmo
actual, el escenario calculado a partir de estas cifras indica que la temperatura
media puede aumentar más de 3 grados centígrados antes del año 2100. Para
entender la magnitud de este cambio, debemos saber que en más de 5,000 años
de historia humana, la temperatura del planeta no ha variado mas o menos de
2 grados centígrados.
Un cambio de esa magnitud provocaría efectos impredecibles en el sistema climático mundial, lo cual aumentaría enormemente los riesgos para las personas en
todas las regiones habitadas. Entre los efectos más importantes, mencionamos:
• El decrecimiento de la cáscara de hielo en los polos, lo cual elevaría el nivel
de los océanos provocando graves inundaciones en tierras aledañas al mar,
destrucción de ciudades costeras y puertos más importantes del mundo,
especialmente en naciones y territorios insulares.
• Cambios en el patrón estacional que incrementarían en los trópicos, la intensidad y duración de los períodos de lluvia y sequía, afectando la producción
de alimentos.
• Cambios en la intensidad y concentración de fenómenos climáticos como
«El Niño» y «La Niña», así como en los patrones de ocurrencia de huracanes
y tormentas tropicales. Esta tendencia ya es observable.
• Aumento de la temperatura en el ámbito local, afectando la salud de las personas , y causando la proliferación de vectores de enfermedades infecto-contagiosas (por ejemplo, los mosquitos transmisores del paludismo, dengue y
malaria.
• Alteración en el corto plazo del ciclo hidrológico a escala local y global capaz
de ocasionar una progresiva escasez de agua para uso humano alrededor del
planeta. El agua para uso humano, y especialmente el agua potable, se ha
convertido en un recurso cada vez más escaso, aumentando la vulnerabilidad
de la población, su calidad de vida y sus oportunidades de progreso.
Solamente el 1% del agua del planeta es agua dulce. Un 85% del agua dulce en los
países en desarrollo se usa en la agricultura, un 10% en la industria y un 5% en
el consumo doméstico. Debido a la deforestación, la erosión y la compactación
de los suelos, las cuencas hidrográficas han perdido la capacidad de retener y
177
La acción humana agravando el riesgo
suministrar agua a los ríos y cauces naturales donde se drena, transporta y almacena el agua. La degradación de las cuencas reduce la capacidad de absorción
del suelo, y aumenta la escorrentía superficial que resulta en un incremento de
las crecidas de los ríos y las inundaciones.
La contaminación de los cuerpos de agua superficial y subterránea acelera aún
mas la pérdida de agua disponible para uso humano. Como resultado agregado
de estos fenómenos, el agua es más escasa y de menor calidad en muchas zonas
rurales y urbanas, incluso en aquellas que no son áridas tradicionalmente.
Estos y otros efectos nos obligan a considerar al cambio climático como la principal amenaza a la supervivencia del ser humano en el largo plazo. La prevención
de estas catástrofes potenciales requiere tanto de un cambio de tecnologías y
formas de producción en la industria energética, de transporte, manufacturera
y agroindustrial, como de cultura y hábitos de consumo en el ciudadano común
y corriente. La vulnerabilidad de la humanidad en general es incrementada por
los patrones de producción y consumo no sostenibles que actualmente practica
la civilización occidental dominante, en este momento histórico que llaman
«mundialización».
¿Como contribuye la sociedad Nicaragüense al cambio
Climático?
• Quemando leña: El 57% de la energía que consumimos en Nicaragua proviene
de la leña y el carbón. Cada año quemamos unos 2.6 millones de toneladas de
leña, equivalentes a 0.85 toneladas por habitante por año, o 3 Kg por habitante
por día en las zonas rurales.
• Provocando incendios y quemas: En el verano de 1998, se quemaron mas de
160,000 hectáreas de bosques y casi 235,000 hectáreas de terrenos agropecuarios,
los cuales contaminaron con humo y gases la atmósfera, afectando la salud de los
habitantes y produciendo graves pérdidas a la economía del país.
• Consumiendo combustibles fósiles: Mas de la mitad de los 350 MW de energía
eléctrica producida en Nicaragua es generada por plantas termoeléctricas que
queman petróleo. Adicionalmente, el parque automotor de Nicaragua aumentó de
90,000 vehículos en 1990 a mas de 200,000 en 1998, duplicándose en ese período
el consumo de combustibles y por ende las emisiones de gases producidas por
los diferentes medios de transporte motorizado. En 1996 Nicaragua importó y
utilizó 5.3 millones de barriles de petróleo y derivados para los diferentes usos.
178
Lorenzo Cardenal Sevilla
Los riesgos asociados a la tecnología: Las sustancias tóxicas y
peligrosas como amenazas a la salud y el medio ambiente
Muchas sustancias tóxicas para el ser humano son usadas, comercializadas y
transportadas alrededor del mundo. La civilización industrial ha sido capaz de
producir sustancias sumamente contaminantes y nocivas, que hasta hoy son
conocidas por sus efectos patológicos. La mayor parte de ellas son conocidas
como «Contaminantes Orgánicos Persistentes» (COPs).
Los COPs son sustancias que no son biodegradables, es decir, que no pueden
ser «rotas» o degradadas por medio de los procesos naturales de oxidación o
reducción. Entre los COPs se encuentran todos los pesticidas organoclorados y
organofosforados, muchos disolventes industriales como el triclorobenceno de
las empresas de «dry-cleaning» y los PCBs que se usan en los transformadores
del tendido eléctrico. En general, estas sustancias, peligrosas antes y después de
usarse, pueden ser sustituidas por compuestos más benignos.
Efectos en la salud causados por pesticidas: Algunos datos
Las importaciones de plaguicidas se quintuplicaron entre 1990 y 1998, alcanzando
en ese año un peso importado de 6,500 toneladas que costaron unos 26 millones
de dólares. La aplicación de plaguicidas por manzana de tierra cultivada aumentó
de 1991 a 1996 desde 2.5 Kg/mz hasta 4.7 Kg/mz, siendo la media mundial de 0.7
Kg/manzana. Esto no ha aumentado en la misma proporción los rendimientos
productivos de los cultivos y más bien ha originado resistencia en muchas plagas.
179
La acción humana agravando el riesgo
El consumo per cápita de plaguicidas se incremento de 0.38 Kg. ó en 1990 a 1.35 Kg.
en 1998. En 1990 se reportaron 322 casos de intoxicación en el país y desde 1994 se
mantiene arriba de 1,000 casos anuales, siendo el pico el año 1997 con 1951 casos
reportados. Se estima que el riesgo de intoxicación por plaguicidas en Nicaragua es
8 veces superior al de los EEUU y 22 veces superior al de China. El contenido de
DDT y Toxafeno en leche materna en Nicaragua supera 50 veces el valor permitido
por la FAO-OMS en leche vacuna. Un tratamiento de desintoxicación aguda con
plaguicidas cuesta unos US$100 por persona. Las muertes por envenenamiento debido a plaguicidas ocupan el séptimo lugar en morbilidad ocupacional en Nicaragua,
y la intoxicación es la principal enfermedad laboral del país.
Como vemos por los datos anteriores, los pesticidas son un grupo de productos
que debe ser controlado
por las autoridades. Los
insecticidas, herbicidas,
fungicidas y demás pesticidas, al igual que los
protectores de cosechas
(como las pastillas de «curado»), son sustancias diseñadas para destruir ciertas
formas de vida. Especial
atención merecen aquellos
productos que son prohibidos en
los países en los que se fabrican, si
bien son exportados a otros países
donde pobres sistemas de control
o débil o desactualizada legislación,
aún admiten su uso.
Las fugas de gases venenosos y
otros tipos de materiales tóxicos
usados como insumos en procesos
industriales, constituyen otro peligro
frecuente. En Nicaragua, la famosa
fábrica Penwalt contaminó durante
varios años a las comunidades vecinas en la costa del lago de Managua,
debido a las constantes fugas de
cloro gaseoso que ocasionaba. El
cloro gaseoso es una de las sustancias
180
Lorenzo Cardenal Sevilla
más tóxicas para el hombre, y luego de reiterados esfuerzos de organizaciones
comunitarias y ambientales, esta fábrica fue cerrada.
Conclusiones de esta sección
La civilización humana es capaz de incidir en la ocurrencia y magnitud de amenazas consideradas antes como puramente «naturales». Nuevos hallazgos en el
estudio del cambio climático, señalan que la extensión de las sequías, la frecuencia
e intensidad de tormentas tropicales y huracanes, las masivas precipitaciones
pluviales asociadas a ellos, y como consecuencia las inundaciones provocadas
por la rápida escorrentía en las cuencas degradadas, los deslaves y «lahares» en
laderas deforestadas, son algunas de las amenazas que están siendo amplificadas
debido a que la actividad humana a menudo desestabiliza y desequilibra ciclos
y procesos fundamentales de escala global y local.
Por otro lado, los desastres artificiales, como se les llama a veces, ocasionan daños
ambientales, materiales y humanos de una magnitud comparable a la de cualquier
catástrofe natural, con la diferencia de que en este caso el evento se produce
debido a un error humano, a una falla en la tecnología, al manejo inapropiado
de materiales peligrosos o a accidentes involuntarios.
Las comunidades en el ámbito local deben ser capaces, dotándose de la información y asesoría necesaria, de saber qué tipo de procesos pueden afectarles
(sequías, inundaciones, marejadas, derrumbes, etc.) y en qué plazos, para así
prevenir sus efectos y prepararse colectivamente para enfrentarlos.
Igualmente, deben conocerse cuáles son las amenazas provenientes de actividades humanas que se encuentran en el entorno territorial: plantas químico-industriales, residuos militares, explosivos, pesticidas y otros biocidas vencidos o
en uso, rutas de transporte de materiales peligrosos, etc. Esto debe permitirle
a la comunidad, realizar acciones de preparación y prevención incluyendo la
salvaguarda de las fuentes de agua, el equipamiento apropiado para controlar
intoxicaciones masivas, sistemas de alerta, etc.
181
La acción humana agravando el riesgo
La contaminación de los lagos: Un lento desastre causado
por la gente
La cuenca de los grandes lagos es posiblemente el principal sistema de recursos
naturales con que cuenta Nicaragua. Ambos lagos aun poseen gran potencial
económico si se explotan bajo un modelo de usos múltiples, y se hace un
apropiado manejo de las subcuencas de las que dependen. Antes de la venida
de los españoles, el eje lacustre servía de sustento territorial y económico para
un corredor de asentamientos indígenas de mas de 100 Km de longitud, entre
Imabite y Xalteva, poblado probablemente por casi medio millón de habitantes.
Sin embargo, los nicaragüenses del Siglo XX nos hemos dedicados concienzudamente a arruinar este valioso patrimonio natural. Antes de terminar la década
de 1970, ya los Managuas habíamos ocasionado un daño de tal magnitud a
la calidad de las aguas del lago Xolotlán, que este no es apto desde entonces
para ningún uso humano directo, ni siquiera irrigación o turismo recreativo.
La contaminación orgánica que incluye desde coliformes fecales hasta vibrios
del cólera, y la presencia de contaminantes orgánicos persistentes (herbicidas
y pesticidas principalmente) así como de minerales pesados (mercurio de la
Penwalt), hacen que las aguas del menor de nuestros lagos se hayan convertido
en un riesgo constante de epidemias infecciosas y de exposición a sustancias
cancerígenas, mutagénicas y tóxicas en general.
Investigaciones recientes del CIRA-UNAN, demuestran que procesos acelerados de contaminación por desechos orgánicos (excretas y basura) y por
pesticidas ya esta ocurriendo en algunos sectores del Gran Lago, a niveles
similares o superiores a los de su vecino. Estaremos provocando ya la «xolotlanización» del Cocibolca?
182
Lorenzo Cardenal Sevilla
I
mpacto de la actividad humana en un
territorio amenazado
Reseña histórica: Primeros pobladores
Nicaragua forma parte de la región más joven del continente americano. De hecho, nuestro país es una de las partes mas recientemente emergidas del delgado
istmo que une las masas continentales de Norte y Sudamérica. El hecho de ser
un territorio geológicamente joven, nos convierte en un país con un comportamiento geológico y climático sumamente activo y dinámico.
Estas condiciones geo-climáticas influyeron sin duda en la forma en que los
primeros pobladores de Nicaragua decidieron su asentamiento en los nuevos
territorios que poblaban. Los primeros asentamientos de aquellos agricultores-recolectores se establecieron cerca de fuentes seguras y accesibles de agua
potable, junto a lagos, lagunas y ríos. Xalteva, Nindirí, Managua, Mateare y el
antiguo Imabite (cerca de León Viejo) son algunos ejemplos de esto. Influyeron también factores económicos, como la proximidad a tierras fértiles para
los cultivos, o místicos, como la profecía que determinó el asentamiento de
los nahuas-nicaraos en el istmo de Rivas, junto al Gran lago y frente a una isla
formada por dos cerros: Ometepe.
Los mejores suelos para la agricultura en Nicaragua se encuentran en la región
del Pacífico, y de esto se dieron cuenta los antiguos agricultores indígenas. Precisamente el aporte de cenizas y minerales de las erupciones volcánicas hace que
los suelos de las llanuras del Pacífico sean tan fértiles.
Al instalarse junto a las mejores tierras y los más grandes y productivos cuerpos
de agua, los primeros asentamientos indígenas necesariamente se ubicaron en
la cercanía o área de influencia de volcanes activos, o cerca de zonas de alta
actividad sísmica. Igualmente, se asentaron en costas lacustres y riberas de ríos
susceptibles de sufrir inundaciones o crecidas. Podemos decir entonces que
desde sus orígenes, los primeros nicaragüenses conocieron las amenazas del
territorio que habitaban, y tuvieron que adaptarse con muchos padecimientos
para sobrevivir en esas condiciones de riesgo.
183
La acción humana agravando el riesgo
Inicios de la transformación del paisaje nicaragüense
Incer (1989), ha recopilado abundantes textos y referencias extraídas de las obras
de cronistas, viajeros e historiadores, que muestran cómo los habitantes de la
Nicaragua precolombina y colonial tuvieron que adaptarse a distintas condiciones
de riesgo, y enfrentar los efectos de antiguas catástrofes naturales. Las erupciones
del Momotombo y el Concepción, el gigantesco derrumbe del Mombacho, los
terremotos de León Viejo y las inundaciones en el Lago de Managua son algunos
de los registros que se recogen de las fuentes históricas.
El litoral del Caribe siempre ha sido geológica y climáticamentemente muy
dinámico. Las fuentes históricas muestran que las desembocaduras de muchos
ríos importantes como el Coco, el Grande de Matagalpa y el Escondido, han
sufrido transformaciones profundas desde los primeros viajes de Colón hasta
nuestros días. Esto indica que los procesos de drenaje y sedimentación han sido
muy activos aún cuando las cuencas de estos ríos se encontraban prácticamente
vírgenes, debido a la escarpada topografía y alta pluviosidad que caracteriza
dichas cuencas.
Es posible encontrar pistas para entender cómo estas poblaciones indígenas
enfrentaban las amenazas del territorio que habitaban. Una explicación probable es que estas sociedades indígenas eran seminómadas, sin asentamientos
permanentes o pueblos en el sentido que se entiende en el Pacífico. Al contrario,
estos grupos se asentaban en las riberas de los ríos para aprovechar en la época
menos lluviosa, los suelos fértiles y las oportunidades de pescar y cazar. Durante
la época de lluvias más intensas, se trasladaban de los sitios ribereños a tierras
más altas, para evitar las crecidas violentas sobre sus familias.
Un antiguo mito presente en la tradición oral de las etnias de la cuenca del Caribe, habla de un enorme diluvio sucedido en tiempos muy remotos, que inundó
todas las tierras conocidas y diezmó a los antepasados antiguos de los pueblos
indígenas. Seguramente el vivir en tales condiciones de riesgo, contribuyó a
desarrollar una cultura preventiva en estos pueblos, así como conocimientos de
pronóstico y prevención transmitidos de generación en generación.
En la época colonial, las ciudades españolas se instalaron a la par de los asentamientos indígenas, exponiéndose a las mismas amenazas naturales propias del
territorio colonizado. León Viejo es seguramente el ejemplo temprano más visible
de la afectación profunda de un asentamiento importante a causa de eventos
catastróficos de origen natural. El traslado de la antigua ciudad de León a su
emplazamiento actual, es sin duda la decisión mas extrema en materia de pre184
Lorenzo Cardenal Sevilla
vención tomada en la historia reciente de Nicaragua, y como es de esperar, tuvo
un importante impacto social, económico y cultural traumático en su momento.
Los sistemas constructivos introducidos por los colonizadores, debido al diseño estructural y al tipo de materiales de sus edificaciones (basadas en el uso
del adobe, taquezal y tejas), eran más susceptibles de sufrir daños durante los
eventos volcánicos y sísmicos, comparados con las viviendas indígenas simples.
Observamos aquí una manifestación de vulnerabilidad incrementada por factores tecnológicos, es decir, por la ausencia de tecnologías capaces de suministrar
seguridad durante eventos extremos.
Pero el proceso más importante que se acelera con la conquista es el impacto
ambiental de la actividad humana sobre el territorio. El impacto ambiental de las
sociedades indígenas precolombinas era relativamente leve. Si bien la agricultura
que practicaban incluía el uso del fuego y la remoción de parte de la vegetación
boscosa para la instalación de las parcelas agrícolas, el territorio aún poseía
intacta la mayor parte de su cobertura vegetal y diversidad biológica, tal como
lo atestiguan los cronistas que lo conocieron entonces como un «paraíso terrenal». Cómo pudieron sobrevivir 700 mil indígenas afectando menos territorio
que el que necesitó el mismo número de personas que constituían la población
nacional en los años treinta? Probablemente la agricultura de los primeros se
complementaba y armonizaba mejor con la flora, fauna y pesca silvestre y era
menos demandante en espacio.
La primera catástrofe de origen humano
El primer impacto catastrófico de la conquista fue la casi total exterminación
de la población indígena debido a la esclavitud, las enfermedades y la venta
de esclavos a otros territorios, principalmente Perú y Panamá. Por esta causa, en menos de medio siglo (entre 1500 y 1540) desapareció el 96% de la
población indígena (de un estimado de 700,000 habitantes a la llegada de los
conquistadores, a menos de 20,000 a mediados del Siglo XVI). Este genocidio
hoy casi olvidado, causó el despoblamiento de la provincia y sentó las bases
de su secular atraso.
El dominio colonial instaló en Nicaragua un sistema de producción de una
racionalidad económica diferente al indígena. El sistema colonial de vasallaje,
que los españoles llamaron «encomienda», era una modalidad de dominación
feudal esclavista organizada sobre la base de favores reales que concedían cierto
número de pueblos a un colonizador, para que usufructuara la mano de obra y
los recursos naturales en una determinada jurisdicción a cambio de un tributo
185
La acción humana agravando el riesgo
para la Corona. La encomienda predominó como forma de producción, desde
el siglo XVI hasta mediados del siglo XVII, cuando se instaló el sistema de
corregimiento, que era también un sistema semi-feudal.
La economía de la despoblada Nicaragua de fines del siglo XVI y XVII no tenía
la escala suficiente para sustentar la expansión de los asentamientos humanos
mas allá de las ciudades principales de León y Granada, de los poblados mineros
de Segovia y Nueva Jaén, y del puerto-astillero de El Realejo. De este último
partían hacia Panamá y Perú las pocas exportaciones de la provincia, consistentes
en hilados, cueros, sebo, miel, resinas y otros productos menores.
Con este sistema se originaron las primeras actividades de despale selectivo de
la región del Pacífico de Nicaragua. La extracción de maderas nobles del trópico seco nicaragüense (caoba y cedro real del Pacífico) para la construcción de
naves destinadas a conquistar Sudamérica, se intensificó a partir del siglo XVI,
y dió inicio al proceso de extinción de estas especies y sus ecosistemas naturales.
Pero la principal causa de la deforestación masiva de la región del Pacífico fue la
progresiva expansión de la ganadería extensiva desde el siglo XVII, combinada
con el cultivo del añil y la caña de azúcar.
Durante los siglos XVII y XVIII, la Nicaragua «española» se restringió a la región del Pacífico, estando gran parte de las regiones Atlántica y Central bajo el
dominio de «tribus indómitas» influídas por la presencia inglesa en el Caribe que
hostigaron hasta entrado el siglo XIX, los asentamientos españoles. El establecimiento de la ciudad de Bluefields se remonta a esta época, como un punto de
acopio y comercio inglés de productos como carne de tortuga, carey, maderas
preciosas, conchas y otros bienes destinados a los mercados del Caribe y Europa.
En general, puede afirmarse que la expansión ganadera y la quema de potreros
fueron en todas las épocas de la colonia las mayores causantes de la deforestación, primero en el Pacífico, luego más allá de los lagos y a partir de 1950, hacia
el Atlántico
Los cambios asociados a la modernización
La introducción del café y la expansión de la ganadería fueron determinantes en
el proceso de cambio de uso de la tierra y en el patrón de asentamientos humanos
en Nicaragua. El café se introdujo a principios del siglo XIX, siendo sembrado
en escala comercial por primera vez alrededor de 1845 en la meseta de Carazo.
Hacia 1880 se extendió su cultivo a la región central montañosa del país. Por su
parte, la ganadería en «hatos» se menciona en Chontales desde mediados del siglo
186
Lorenzo Cardenal Sevilla
XVIII. En esta época había unos 100,000 habitantes en el territorio nacional, y
por primera vez después de la conquista, la población crece a un ritmo cada vez
más rápido, al mejorar las condiciones de habitabilidad del país.
La etapa de independencia y modernización que conllevó el siglo XIX, aceleró
el proceso de incorporación de nuevos territorios al desarrollo económico del
país. Se inició una desconcentración del Pacífico y la extensión de la frontera
productiva hacia el Atlántico y el Norte del país.; los cafetales tradicionales
transformaron las mesetas y sierras de Carazo y Managua, y las nebliselvas de
Matagalpa y Jinotega. Por su parte, los primeros enclaves bananeros se ubicaron
en Kukalaya y Cukra a finales del siglo XIX.
Es hasta en los años 30 de este siglo XX que Nicaragua recupera su población
histórica del Siglo XVI: unos 700 a 800 mil habitantes. El desarrollo urbano y
agrícola seguía concentrado en el Pacífico, y en menor grado en la región central.
Para 1940-50, la ganadería se expande aceleradamente en el trópico húmedo de
Boaco y Chontales y Río San Juan con la apertura de la carretera al Rama. Las
explotaciones mineras y bananeras determinaron la ubicación de los enclaves y
sus asentamientos asociados en la región Atlántica, facilitada con la construcción
de la carretera al Rama en 1942 y la instalación de los planteles como Muhan y
Muelle de los Bueyes.
187
La acción humana agravando el riesgo
Los primeros avances en los frentes de colonización de las zonas húmedas de
las regiones Central y Atlántica desde el Pacífico a base de la ganadería y la pequeña producción «precarista» de granos básicos, perfilaron el patrón general
destructivo de la frontera agrícola. Este proceso de colonización, luego llamado
de «frontera agrícola», consiste en el desplazamiento paulatino de población
campesina pobre sobre tierras nacionales despobladas en el trópico húmedo, con
suelos marginales para la agricultura tradicional, y que constituye un fenómeno
con claras raíces sociales y políticas.
Dicho proceso manifiesta una aceleración dramática a partir de la década de los
50s, cuando se introduce el cultivo del algodón, y grandes masas campesinas
son trasladadas a la región
del Atlántico, bajo la voluntad y el apoyo logístico del
Estado. Con ello, se inició
un proceso dinámico de
migraciones internas que
terminó de modificar el
mapa de uso de la tierra casi
intacto desde principios de
siglo. Este proceso se vió
reforzado con el establecimiento de las colonias
agrícolas de Nueva Guinea hacia donde el Estado reubicó a decenas de miles
de familias campesinas del occidente del país. Es entonces cuando se inicia la
deforestación masiva del país por la ampliación de la frontera agrícola, asociada
a la explotación forestal y la expansión ganadera. Por su parte, el crecimiento
exponencial de la población conllevó al desarrollo progresivo del sistema de
asentamientos humanos, el cual se fue ampliando y consolidando hasta configurar la situación actual.
Patrones de uso y asentamiento que acentúan la vulnerabilidad
La deforestación y la degradación de suelos y aguas.
La agricultura tradicional practicada en los suelos poco fértiles del trópico húmedo consiste en la tumba de una parcela de bosque, la quema de la materia
vegetal y la posterior siembra para obtener cosecha uno o dos años. Luego se
deja la tierra en descanso (barbecho o socola), para que recupere nutrientes,
mientras se ocupa otra parcela por dos años y así sucesivamente. La agricultura
migratoria, incentivada y asociada con la ampliación de la ganadería extensiva y
188
Lorenzo Cardenal Sevilla
la tala legal e ilegal de bosques, y
sumada a los incendios forestales, ha ocasionado perdidas de 4.5
millones de manzanas de bosques
entre 1950 y la actualidad.
Si en 1950 había 8 millones de
hectáreas de bosques, para 1995
quedaban 3.4 millones (en números redondos), incluyendo pinares. La superficie despalada se ha
erosionado progresivamente por
la fragilidad de los suelos tropicales, especialmente en laderas de
zonas húmedas. En el momento
en que se remueve la cobertura
vegetal, las intensas precipitaciones tropicales desmoronan el
suelo y lo arrastran hacia los ríos
en forma de sedimentos, dañando
la calidad del agua.
La pérdida del suelo es un fenómeno generalizado. Occidente
(León y Chinandega) y un poco
la región interlacustre, concentran los daños por erosión más
severos. Los suelos volcánicos
de estas planicies son sueltos -no
compactados ni meteorizados-,
arenosos y profundos, y debido al despale casi total, han quedado expuestos por
varias décadas a la erosión por el viento (las famosas tolvaneras) y el agua. Las
laderas de la cordillera volcánica son frágiles por sus pronunciadas pendientes
y porque los volcanes son conos inestables formados por cenizas y materiales
no consolidados.
La categoría intermedia de erosión (leve o moderada), cubre prácticamente todo
el Pacífico del país y los departamentos de la región Central, Nueva Segovia,
Estelí y Madriz. Tanto en zonas secas como húmedas, los suelos desprotegidos
de vegetación en relieves pronunciados, son afectados por la erosión hídrica, la
cual remueve la capa fértil, construye grandes cárcavas y cauces, y en algunos
189
La acción humana agravando el riesgo
casos deja la roca madre desnuda. En la categoría de erosión leve o menor que
leve, se ubica todo el resto del país. La apertura de la carretera norte a lo largo
de la cuña seca que cruza desde el centro hacia las segovias, ha incidido en la
desertificación de esas regiones, mientras la caficultura en Jinotega y Matagalpa
se refugia bajo el bosque húmedo.
Este mapeo de la
erosión en el ámbito nacional demuestra que nuestros suelos, sustento de toda actividad
productiva y asentamientos humanos, han sufrido
en los últimos años
todo un proceso de
desgaste y erosión,
causada por el agua
y el viento, que han reducido la capacidad productiva en muchas regiones. La
deforestación ha dejado a las Segovias secas, con suelos pobres y a la «sombra»
de las lluvias. La situación actual ha llegado a ser grave en algunas zonas rurales
que han perdido su capacidad de sostener la actividad productiva y la población
que las habitaba ( Madriz, oeste de Ocotal, norte de Chinandega).
Zonas que pudieron haber sido económica y territorialmente viables, se encuentran hoy en condiciones degradadas social y ambientalmente debido a la
marginación económica, a la falta de una red de seguridad social y al uso no
sostenible de los recursos naturales y el medio natural. El reciente fenómeno
del Mitch demostró la aguda vulnerabilidad de estas zonas, causando estragos
en 47 municipios rurales del país, y provocando eventos erosivos masivos que
dañaron aun más el precario estado de los suelos en las áreas afectadas.
La desaparición de los bosques y el suelo, afecta significativamente al recurso
agua. El drenaje de las aguas pluviales se realiza de acuerdo a la topografía del
terreno, dentro de una unidad geomorfológica que llamamos «cuenca hidrográfica». Una cuenca hidrográfica es una superficie de territorio donde las aguas de
lluvia escurren en una misma dirección, confluyendo hacia un mismo cuerpo
de agua, sea río, lago o laguna. La deforestación y la erosión intensa del suelo
en una cuenca, tienen consecuencias muy graves en el mediano y largo plazo,
debido principalmente a dos fenómenos:
190
Lorenzo Cardenal Sevilla
• Sequía y escasez de fuentes de agua. Este fenómeno es lo que ha originado
el secamiento del agua en todos los ríos del Pacífico y cada vez más en los
ríos cabeceros de la región Central.
• Correntadas y aluviones: Hoy en día, más del 90% de los ríos del Pacífico
de Nicaragua tienen corrientes intermitentes, es decir, que sólo llevan agua
cuando llueve. Las cuencas de estos ríos ya no son capaces de retener el agua
de lluvia y soltarla paulatinamente en tiempo seco. El agua que llueve en el
área de captación no se infiltra y almacena, sino que se escurre inmediatamente
formando cauces y cárcavas o dando lugar cuando las precipitaciones son
intensas y prolongadas, a los ríos de chocolate, a la ausencia de fauna acuática
y a las crecidas e inundaciones.
Como consecuencia de la degradación de las cuencas, la presencia del agua es
desequilibrada: o hay demasiada o hay muy poca y en ambos casos contaminada. Las lluvias intensas nos traen el temor de inundaciones, crecidas y deslaves,
191
La acción humana agravando el riesgo
debido a las violentas escorrentías superficiales. Cuando el tiempo seco llega, el
agua limpia escasea, sea por baja infiltración hacia los pozos, o porque los ríos
y lagos están lodosos o contaminados.
La pérdida de la calidad del agua así como su escasez, se está convirtiendo en el
tercer gran problema crítico del país para el siglo XXI. No solamente estamos
perdiendo aceleradamente superficie boscosa y suelos productivos, sino que
además nos estamos quedando sin agua para beber. De los 147 municipios del
país, al menos 120 han planteado que el problema ambiental prioritario en su
territorio es el abastecimiento de agua. No existe ninguna ciudad en el Pacífico
y Región Central de Nicaragua que no tenga problemas de abastecimiento de
agua y calidad de ésta. Este problema es la consecuencia última de los procesos
de degradación ambiental iniciados con la deforestación acelerada de los últimos 50 años.
El hábitat del hombre: la fragilidad de nuestros asentamientos.
Los asentamientos humanos se ubican por factores económicos, sociales y políticos. El sistema de asentamientos humanos de un país tiene una lógica territorial
que obedece a la historia de la ocupación del territorio por parte de la población
y a los recursos del medio físico-natural. De esa manera, la forma en que están
distribuidas las ciudades principales, las secundarias y los pueblos y caseríos, es
la expresión de la evolución de las fuerzas económicas, sociales y políticas que
han moldeado la historia de nuestra nación.
Existen en Nicaragua algunos asentamientos de historia excepcional, cuyo
emplazamiento ha sido definido en circunstancias especiales. Ejemplo de ello
es nuestra capital, Managua, y también Ciudad Rama. Ambas, colocadas en territorios severamente amenazados, persisten en conservar su emplazamiento a
pesar del embate de eventos catastróficos.
La vulnerabilidad de los asentamientos humanos obedece a dos causas principales. Una es la ubicación geográfica del asentamiento, lo cual determina el tipo
de amenazas a las que está expuesto, y por tanto, el nivel de riesgo intrínseco
de dicho asentamiento a fenómenos como terremotos, huracanes, erupciones,
etc. La otra causa es el tipo de tecnologías constructivas utilizadas tanto en las
edificaciones propiamente dichas, como en el desarrollo de la infraestructura
asociada a ellas, incluyendo los planes de ordenamiento del uso de la tierra urbana
192
Lorenzo Cardenal Sevilla
El colmo de la vulnerabilidad: Managua
La ciudad capital de nuestro país es un ejemplo claro de un asentamiento
establecido en condiciones de vulnerabilidad física. El valle de Managua es
un denso entramado de fallas tectónicas activas, que han sido causantes de 2
grandes terremotos que han destruido la ciudad en el siglo XX. El último, el
inolvidable sismo de la Navidad de 1972, ha dejado su huella imborrable en
el paisaje urbano de Managua.
La ciudad, ubicada en la parte baja de la Cuenca Sur del Lago de Managua, se
encuentra prácticamente cruzada por los cauces que drenan la escorrentía de
una cuenca cada vez mas urbanizada y deforestada. Esto hace que la ciudad
sea susceptible de sufrir inundaciones y daños severos a la infraestructura
habitacional y económica debido a las escorrentías violentas que ocurren en
la temporada lluviosa.
La presencia de industrias contaminantes constituye otro riesgo de origen artificial o antrópico, que ya ha tenido efectos en la calidad de vida de la población.
El ejemplo más nefasto ha sido el de la ya clausurada fábrica de cloro Penwalt,
causante de daños a la salud y a la infraestructura en los barrios vecinos a sus
instalaciones, debido a las fugas de cloro gaseoso, sumamente tóxico.
La vulnerabilidad socioeconómica de los pobladores pobres de Managua
acentúa la vulnerabilidad global de la ciudad. Los asentamientos marginales,
paradójicamente incrustados a veces en zonas céntricas de la ciudad, son focos de vulnerabilidad debido a la deficiente infraestructura de drenaje y a los
precarios sistemas constructivos usados por los habitantes económicamente
menos favorecidos de nuestra capital.
Es pertinente señalar que en el caso de ciertos fenómenos «naturales», la actividad humana puede contribuir sin duda a intensificar su carácter de amenaza o
riesgo. Es precisamente el caso de deslaves, derrumbes, sequías e inundaciones,
que como hemos visto anteriormente, pueden agudizarse por causa del despale
indiscriminado.
Existen muy pocos centros poblados en Nicaragua que no se encuentren en una
zona de amenaza natural de algún tipo. La mayor parte de los asentamientos de
nuestro país está localizada de tal suerte que es susceptible de sufrir algún tipo
de evento catastrófico en un período de tiempo dado. La probabilidad de que
estos eventos ocurran es variable según la localidad y la intensidad del fenómeno,
y esto se expresa como el «período de recurrencia» de dicho fenómeno para esa
193
La acción humana agravando el riesgo
localidad. Para calcular estos períodos de recurrencia es importante el registro
estadístico y el monitoreo continuo de las amenazas, como son los sismos y
erupciones, que a su vez pueden producir derrumbes, las lluvias intensas que
producen inundaciones, las sequías prolongadas asociadas a veces a incendios
forestales, los maremotos, etc.
¿Períodos de recurrencia que se acortan?
La frecuencia en que ocurren fenómenos catastróficos como huracanes, inundaciones y precipitaciones pluviales extraordinarias parece estar aumentando.
En los últimos 10 años, se ha observado un incremento en esta frecuencia,
aunque los especialistas aún debaten si este incremento es estadísticamente
significativo o es una situación circunstancial suma de efectos mundiales más
efectos nacionales. No podemos descartar que procesos globales como el
calentamiento global ya estén manifestándose de maneras muy concretas. Es
necesario recoger mas evidencia científica para ajustar las capacidades de pronóstico y alerta, y contrarrestar al mismo tiempo las versiones catastrofistas del
tipo «fin del mundo», que más bien confunden y desmotivan a la población.
A pesar de que la población puede estar muy bien informada y consciente de los
riesgos de su asentamiento, pocas veces un centro poblado completo está dispuesto a desplazarse hacia sitios más seguros. A menos que se dé una destrucción
completa de la localidad (como en el caso del casco histórico de la vieja Managua),
194
Lorenzo Cardenal Sevilla
el área afectada usualmente
continúa siendo habitada
por la población. Hay casos en que el arraigo de
la población es tan fuerte
por factores económicos,
culturales y sociales, que los
asentamientos vulnerables
se reconstruyen de nuevo
en el mismo sitio cada vez
que son afectados por un
evento catastrófico.
El concepto clave para interpretar el manejo social de la vulnerabilidad física es
lo que llamamos «adaptabilidad», es decir, la capacidad de una comunidad de
absorber los cambios en su entorno ocasionados por un desastre.
En el caso de un país de alta vulnerabilidad como Nicaragua, resulta de gran
importancia encontrar formas de incrementar la adaptabilidad de las poblaciones que habitan en condiciones crónicas de riesgo. Al mismo tiempo es preciso
realizar las inversiones necesarias para reducir su vulnerabilidad. El incremento
de la adaptabilidad parece pasar por tres ejes de trabajo fundamentales:
195
La acción humana agravando el riesgo
• El empoderamiento local, es decir, aumentar la capacidad de las comunidades
de tomar las decisiones relevantes para su desarrollo;
• Acceso a la información y el conocimiento, es decir, aumentar la capacidad
de las comunidades de planificar el futuro, construir alternativas y aprovechar
oportunidades;
• La construcción de un sistema de valores individuales y colectivos que afirmen
la identidad, la solidaridad y la disciplina social. Analizaremos estos ejes de
trabajo con más detalle en la sección 5 de este capítulo.
También nuestros asentamientos tienen un tipo de vulnerabilidad asociada a los
elementos técnicos propios de un asentamiento humano: Su trazado urbanístico, su infraestructura vial y de drenaje, y las tecnologías constructivas de sus
edificaciones.
• El trazado urbanístico: En nuestro país hay evidente debilidad de planes de
desarrollo urbano que ordenen el uso de la tierra y aseguren que el crecimiento de las ciudades se haga respetando las consideraciones territoriales y
ambientales. Cada cual a su cuenta y riesgo selecciona dónde quiere vivir. Es
más, lugares peligrosos como fallas sísmicas, orillas de cauces, costa de lagos,
laderas vulnerables, se están nuevamente repoblando.
• La infraestructura vial y de drenaje: Ciudades como Managua, Matagalpa,
Tipitapa, Corinto, carecen de verdaderos planes de desarrollo urbano y de
196
Lorenzo Cardenal Sevilla
trabajos serios de drenaje pluvial a pesar de estar expuestas a inundaciones
frecuentes.
• Las técnicas constructivas: Las normas de diseño y construcción no son
ni respetadas ni aplicadas. Por ejemplo, las especificaciones antisísmicas, la
construcción de sótanos en zonas de tornados y huracanes, la construcción
en pilotes para zonas inundables etc. Tecnologías basadas en materiales locales
no suelen aplicarse. En condiciones de mercado, la capacidad de una comunidad de acceder a materiales y sistemas constructivos de calidad, depende
de su nivel de ingreso. Los sectores de escasos recursos, obligados a utilizar
materiales y sistemas inadecuados para sus construcciones, deberían recibir
la asistencia del Estado para asegurar que sus construcciones sean seguras y
adecuadas al factor de riesgo al que están expuestas.
Un asentamiento aguantador: Ciudad Rama
Ciudad Rama se asienta en la confluencia de tres ríos, el Siquia, el Mico y el
Rama, que se unen para formar el majestuoso río Escondido. Este punto de la
geografía de Nicaragua está ubicado en el centro de una de las cuencas hidrográficas más dinámicas del país. En ella se combinan una topografía escarpada,
intensas precipitaciones pluviales, suelos frágiles, cobertura forestal mermada y
un uso inapropiado de la tierra, lo cual crea condiciones idóneas para originar
violentas escorrentías. Por esta combinación de factores, la confluencia de los
ríos es un sitio permanentemente expuesto a la amenaza de las inundaciones.
A pesar de su posición intrínsecamente vulnerable, en este sitio tan especial han
existido asentamientos humanos desde épocas muy remotas, y existe evidencia
arqueológica de presencia indígena de la época neolítica, posiblemente de los
mismos antiguos Ramas que poblaron las riberas del Río Escondido. Los
primeros inmigrantes llegaron en 1874, siguiendo al pionero inglés Nathaniel
Allen. La explotación del caucho y la palma aceitera hizo crecer paulatinamente
el poblado original, elevado a la categoría de ciudad en 1919. Ciudad Rama
es a la vez un puerto de montaña, puerto fluvial y puerto internacional. Sirve
de portal de entrada para el comercio y los viajeros que van a la RAAS. Es un
centro comercial regional y tiene una intensa actividad portuaria que maneja
mas de 60,000 toneladas anuales de carga nacional e internacional.
Ciudad Rama ha sido inundada con diferente intensidad por los huracanes
tropicales que han ingresado a la Costa Atlántica desde los años 70. Especial
gravedad tuvo la inundación provocada por el huracán Joan en 1989. Como
consecuencia de estos desastres, la ciudad se ha desplazado progresivamente
197
La acción humana agravando el riesgo
laderas arriba del cerro, pero manteniendo su emplazamiento histórico, cuyos
habitantes, al parecer, no están dispuestos a abandonar.
Factores sociales y culturales: las facetas de la pobreza
Nicaragua es el país Latinoamericano que ha registrado el nivel mas alto de deterioro social y económico en la última década. El PIB per cápita de 1996 (US$390)
es equivalente al alcanzado en la década de los 50, por lo que podemos decir
que el país ha retrocedido 5 décadas en términos de su desempeño económico
y social. Según un estudio del Ministerio de Acción social (1994), el 74% de los
hogares del país presentaban una o más necesidades básicas insatisfechas. En
el ámbito nacional (1995), el 31% de hogares se encontraba en condiciones de
pobreza y el 43% en condición de pobreza extrema. La pobreza es un fenómeno predominantemente rural: el 60% de los hogares en situación de pobreza
extrema y el 48% en situación de pobreza ocurren en áreas rurales. 8 de cada 10
hogares rurales presentan condiciones de insuficiencia de servicios. 7 de cada
10 hogares rurales presentan un bajo nivel de educación.
La pobreza se ha acentuado en la última década como consecuencia directa de
las políticas económicas asociadas a los planes de estabilización y ajuste estructural. La reducción del gasto público ha contraído drásticamente los servicios
de salud, educación y bienestar social, afectando principalmente a los más
pobres. Las políticas monetarias han desestimulado la producción campesina y
aumentado el desempleo rural y urbano. Aún los procesos de descentralización y
empoderamiento comunitario que podrían haber compensado estas tendencias,
198
Lorenzo Cardenal Sevilla
no han sido apoyados con la
energía necesaria. Algunas
de las consecuencias del incremento y profundización
de la pobreza, en términos
del incremento de la vulnerabilidad de las personas
afectadas a sufrir impactos
severos en situaciones de
desastre, se exponen a continuación.
La pobreza como factor de exclusión social y económica
Los sectores menos favorecidos, por definición están total o parcialmente excluidos del mercado de bienes y servicios, incluyendo la tierra. Es por ello que los
asentamientos de la población de menos recursos se ubican en tierras marginales,
aisladas y de bajo valor: laderas, costas y riberas de ríos, bajo puentes y presas,
en conos volcánicos y zonas inundables.
Igualmente, los más pobres en las zonas rurales aisladas no logran alcanzar el
umbral de atención del Gobierno central cuando se encuentran en situación
de emergencia. Es lo que Ordóñez et. al. (1998) llaman «la incapacidad de una
comunidad de convertirse en problema» es decir, de atraer la atención de los
dispositivos de ayuda y asistencia del Estado en condiciones de desastre. Por otro
lado, la pobreza limita las capacidades propias de la comunidad de auto-asistirse
y de encontrar las capacidades y oportunidades para enfrentar una situación de
riesgo o emprender las acciones de mitigación y rehabilitación post-desastre.
Impacto de la pobreza en la mujer
La pobreza femenina es un fenómeno muy acentuado en las zonas rurales y
urbanas, debido a diversos factores como son la desaparición del varón en las
épocas de conflicto, por migraciones de origen político o económico, etc. Los
hogares encabezados por mujeres son especialmente vulnerables en condiciones
de desastre, especialmente si tienen prole numerosa y de corta edad.
199
La acción humana agravando el riesgo
En Nicaragua se estima que casi un 30% de los hogares son encabezados parcial
o permanentemente por mujeres. Flacso (1997) ofrece las siguientes estadísticas:
Cuadro 4.
Vulnerabilidad de la mujer Nicaragüense
Indicadores
Viudas
Mujeres jefas de hogar
Analfabetismo (10+ de edad)
Mortalidad materna
Valor
8.1% del total de mujeres
28.1% del total de hogares
24.1%
6.8 por 10,000 nacidos vivos
Las mujeres tienen una importante participación en la economía rural y urbana. La participación de la mujer rural en actividades de comercio y servicios es
superior a la del hombre, e igualmente participan activamente en actividades
agrícolas y de producción animal. Toda la producción de los sistemas conocidos
como «economía de patio» está en manos de mujeres. Esto hace que la actividad
productiva de la mujer sea un factor fundamental en las estrategias familiares
de seguridad alimentaria. Resulta indispensable involucrar a las mujeres en las
estrategias de prevención y manejo de emergencias, así como en los planes de
rehabilitación y reconstrucción.
La inseguridad alimentaria
Muchas zonas rurales de Nicaragua han perdido su capacidad de autosuficiencia alimentaria, debido a la degradación de los recursos naturales básicos para
la agricultura (suelo y agua), la pérdida de biodiversidad natural (flora y fauna
alimenticia), y al desestimulo de la producción campesina causado por políticas
económicas adversas. La población de estas zonas, cuando se ve afectada por
situaciones de emergencia, depende para su sobrevivencia de la asistencia alimentaria suministrada por fuentes externas. Cuando los desastres profundizan
aún mas la degradación de los factores productivos (por ejemplo, provocando
erosión definitiva de la capa fértil del suelo, enterrando pozos para riego, etc.), la
situación de inseguridad alimentaria de la población afectada puede agudizarse
hasta niveles insostenibles. Esto puede desencadenar procesos de migración interna y externa en algunos casos, o establecer un círculo vicioso de dependencia
permanente de la ayuda alimentaria, que coloca a la población en un estado de
indefensión e inmovilismo que profundiza su vulnerabilidad.
200
Lorenzo Cardenal Sevilla
Uno de los mayores desafíos para las entidades
nacionales e internacionales
que suministran ayuda alimentaria a las poblaciones
afectadas por desastres, es
cómo lograr que la ayuda
alimentaria deje de ser necesaria en el plazo más corto
posible, por medio de la
reconstrucción de las capacidades comunitarias para procurarse su propio sustento y recuperar su seguridad
alimentaria. Exceptuando aquellas situaciones de crisis extrema, que requieren de
soluciones drásticas como reasentamientos de gran escala, la intencionalidad de
la ayuda de emergencia debe dirigirse a devolver a los productores su capacidad
para reconstruir su actividad productiva. De otra manera, los desastres solamente terminarán por completar la demolición de las capacidades comunitarias de
autosustento y progreso, ya minadas por la situación de pobreza en que las ha
colocado el entorno económico vigente.
Viviendas que no protegen
Los bajos niveles de ingreso están inseparablemente asociados a deficitarias
condiciones de vivienda, higiene y servicios básicos. En Nicaragua, más del
75% de los hogares rurales no tiene abastecimiento seguro de agua potable, y un
67% no tiene condiciones higiénicas apropiadas. Existe un 53% de hogares con
problemas de hacinamiento en el ámbito urbano y rural. El 45% de los hogares
tiene una infraestructura constructiva débil o inadecuada. Las limitaciones de
habitabilidad de las viviendas de los nicaragüenses, fueron demostradas por las
catastróficas consecuencias del reciente Huracán Mitch, el cual destruyó y dañó
más de 40,000 viviendas en el ámbito nacional.
La vulnerabilidad física, cuando es acentuada por factores sociales y económicos,
es causa y razón de la brutal magnitud de las pérdidas humanas y materiales y de
los daños sicológicos que constituyen la secuela de los desastres en Nicaragua.
Por todo lo anterior podemos afirmar entonces que una estrategia de mitigación
de vulnerabilidad, es fundamentalmente, una estrategia de reducción y erradicación de la
pobreza, que permita sentar las bases de un desarrollo humano más digno y sostenible.
201
La acción humana agravando el riesgo
Areas críticas de vulnerabilidad debidas a la actividad humana
en Nicaragua
Para completar una descripción de los factores de incremento de la vulnerabilidad
debidos a la actividad humana, haremos un breve repaso de lo que llamamos
áreas críticas de vulnerabilidad acentuada por factores humanos. Esta enumeración preliminar describe aquellas áreas o porciones del territorio que son
especialmente vulnerables por encontrarse en zonas de alto riesgo y por haber
sido objeto de procesos de degradación ambiental que acentúan su fragilidad
ante dichos riesgos. Hemos ordenado la enumeración por macroregiones para
facilitar su interpretación.
Macro-Región del Pacífico
De acuerdo a los conocimientos derivados de los estudios territoriales realizados
en el pasado, y a los efectos observados a partir de los desastres recientes, podemos concluir que las zonas de mayor vulnerabilidad acentuada por la actividad
humana en esta macroregión son:
General: Riesgo volcánico y sísmico
Toda la macroregión está
expuesta permanentemente
a eventos volcánicos (erupciones, lluvia de cenizas, coladas de lava, etc.) y sísmicos
(terremotos de intensidad
variable). Esto hace que la
región sea la de más alto
riesgo del país.
Las laderas de los conos volcánicos
Los edificios volcánicos (conos, cráteres, coladas, etc.) son estructuralmente
inestables ya que están formados por materiales piroclásticos poco consolidados
y han sido muy deforestados. Áreas críticas especiales: Laderas del Casita e Isla
de Ometepe. Nivel de Riesgo: Muy Alto.
202
Lorenzo Cardenal Sevilla
Las costas del Lago de Managua
Susceptibles de inundaciones súbitas debido a la baja pendiente del lago y las
violentas fluctuaciones en su nivel, dada la deforestación de su cuenca. Nivel
de Riesgo: Alto.
Terrenos escarpados en los Dptos. De Chinandega, León, Carazo,
Masaya y Rivas
Las pendientes escarpadas asociadas a relieves montañosos están presentes en el
pie de monte de las mesetas de Estelí y Estrada (Norte de León y Chinandega),
la meseta de Carazo (Managua, Carazo y Masaya), y las serranías de Brito (Rivas).
Se encuentran deforestadas y erosionadas. Nivel de Riesgo: Medio a Alto.
Las riberas de los ríos en las cuencas que drenan a los grandes
lagos y al Golfo de Fonseca
Estas cuencas han sido deforestadas, y sus regímenes hidrológicos han sido alterados. Sequías y rápidas crecidas son esperables. Nivel de Riesgo: Medio a alto.
Asentamientos costeros entre Corinto y Casares
La posibilidad de ocurrencia de tsunamis o maremotos es más peligrosa en estas
costas de playas abiertas y planas. Los efectos de las crecidas de los ríos hacen
que estas zonas sean susceptibles de daño por inundación en época lluviosa.
Nivel de riesgo: Medio a alto.
Macro-Región Central
Áreas ribereñas del alto Río Coco
La parte alta del curso del Río Coco
transcurre en terrenos de topografía irregular y escarpada, con suelos
frágiles que han sido parcial o totalmente deforestados, lo que hace
que las crecidas sean especialmente
violentas, provocando derrumbes,
sedimentación por transporte de
materiales, cambios de cauce y
otros fenómenos erosivos intensos.
203
La acción humana agravando el riesgo
Eso afecta la infraestructura vial (incluyendo la carretera Panamericana CA1),
los asentamientos y tierras agrícolas ubicados en sus riberas. Nivel de riesgo:
Muy Alto.
Áreas ribereñas del alto Río Grande
El río Grande, el río Tuma y sus afluentes, en la parte alta de su cuenca, transcurren entre terrenos escarpados, de topografía irregular y en una zona de precipitaciones intensas. Esos factores, sumados a la intensa deforestación en laderas,
hacen que el riesgo de crecidas, inundaciones y derrumbes sea incrementado,
especialmente para los asentamientos ubicados en sus riberas. Nivel de riesgo:
Medio a Alto
Valle de Sébaco
El valle de Sébaco es un antiguo lago, y por su topografía y patrón de drenaje es
susceptible de sufrir inundaciones. Especialmente frágiles son las tierras ribereñas
del río Grande de Matagalpa, que en un trecho relativamente corto muestra un
comportamiento de crecidas especialmente violento, debido a lo pronunciado
de la pendiente en su curso alto y a la deforestación de esta parte de su cuenca.
Afecta especialmente las ciudades de Darío y Sébaco, y la carretera CA1. Nivel
de riesgo: Medio a Alto.
Zonas de laderas inestables
En diversos puntos de la región montañosa central existen terrenos de pendientes
pronunciadas que han sido deforestados y que son altamente susceptibles de
desmoronamiento y derrumbe. Los terrenos con pendientes mayores del 50%,
en zonas de precipitación superior a los 1000 mm/año deben ser considerados
altamente riesgosos.
Zona de sequía
La zona árida y semiárida comprendida dentro del triángulo Somotillo-El Sauce-Ocotal es el territorio expuesto a más alto riesgo por sequía de Nicaragua.
Las severas limitaciones de clima y suelo hacen que esta zona sea de bajo potencial productivo y que por tanto enfrente crónicamente situaciones de déficit
alimentario.
204
Lorenzo Cardenal Sevilla
Macro-Región del Atlántico
General: El corredor de huracanes
Toda la región Atlántica de Nicaragua se encuentra en el borde sur del corredor
de huracanes y tormentas tropicales del Caribe, por lo que en cada estación de
huracanes es previsible que alguno de estos fenómenos afecte esta parte del país.
Tierras bajas del litoral
Las planicies, llanos y sabanas del litoral son susceptibles de ser afectadas por
inundaciones, cuya frecuencia ha sido incrementada por el desequilibrio del ciclo
hidrológico de los principales ríos, cuyas cuencas han sido deforestadas en las
últimas décadas. Nivel de riesgo: Alto.
Cuenca del Río Escondido
Especialmente en la confluencia de sus tres afluentes principales, y en las comunidades ribereñas del curso inferior del río. Susceptible de sufrir afectación
por crecidas e inundaciones. Ciudad Rama se considera un asentamiento muy
vulnerable. Nivel de Riesgo: Alto.
Áreas ribereñas del bajo Río Coco
Las comunidades asentadas en las riberas son susceptibles de ser afectadas por
crecidas e inundaciones, debidas al despale y erosión en las partes altas de la
cuenca. Nivel de riesgo : Alto.
Riberas de ríos caudalosos e Islas del Maíz
Los ríos Prinzapolka, Grande, Escondido y las Islas del Maíz son susceptibles
de ser afectadas por huracanes. Además, la contaminación y sedimentación de
los arrecifes coralinos ponen en riesgo el abastecimiento de agua potable para
su población. Nivel de riesgo: Medio.
205
La acción humana agravando el riesgo
206
Lorenzo Cardenal Sevilla
E strategias para reducir la vulnerabilidad
El Desarrollo Humano Sostenible como antítesis de la vulnerabilidad estructural.
Un estilo de desarrollo que profundiza la inequidad social, aumentando las
condiciones de pobreza de la población que habita en condiciones de riesgo, y
que al mismo tiempo promueve el uso no sostenible del medio ambiente y los
recursos naturales, también aumenta la vulnerabilidad del territorio y la sociedad.
Vulnerabilidad es sinónimo de inseguridad, es decir, de ausencia de sostenibilidad,
entendiendo ésta como la capacidad de una sociedad de asegurar su permanencia
en condiciones que permitan satisfacer las necesidades vitales de todos sus integrantes. Por tanto, la reducción de la vulnerabilidad con visión estratégica no es
mas que la promoción del desarrollo humano sostenible. Por ello, los esfuerzos
para reducir con visión estratégica la vulnerabilidad del país deben concentrarse
o enfocarse en dos grandes áreas:
• El desarrollo humano integral, y la reducción de la pobreza urbana y rural,
permitiendo el acceso de los más pobres a las oportunidades para incrementar
su bienestar y su calidad de vida.
• El fortalecimiento de la gestión ambiental en el ámbito nacional y local en todo
el territorio, con énfasis en la protección y manejo de cuencas hidrográficas
frágiles y en la gestión adecuada de los recursos naturales más importantes:
la vegetación, las aguas y los suelos.
El desarrollo humano integral debe ser procurado y construido en todos los
niveles de existencia de nuestra sociedad. En ello tenemos una responsabilidad
directa todos los habitantes de Nicaragua, en cuanto ciudadanos, consumidores
y productores, padres e hijos, estudiantes y profesionales, votantes y contribuyentes. Exponemos brevemente los niveles principales de construcción de la
sostenibilidad, o lo que es lo mismo, de reducción de la vulnerabilidad:
207
La acción humana agravando el riesgo
• El nivel individual-familiar: Se refiere a la educación y preparación necesaria
de la familia, para incrementar sus capacidades y fortalezas para reconocer,
entender y reducir su vulnerabilidad tomando en cuenta la ubicación de cada
hogar en el entorno socioeconómico y ambiental. Entre estas capacidades y
fortalezas destacamos la cultura de convivencia y la eliminación de la violencia
en el hogar, el reconocimiento del rol de la mujer, el rescate del bagaje de
habilidades y conocimientos adquiridos o heredados que permiten la reproducción económica y la satisfacción de las necesidades básicas, las estrategias
familiares para superar o evitar la pobreza, los valores y aspiraciones que se
reproducen en el ámbito familiar, y la autoestima y autoafirmación de los
individuos que les permita forjar expectativas y aspiraciones de superación.
• El nivel local: Se refiere al nivel comunitario y municipal, que promueve
capacidades mayores de preparación y respuesta, pero que también
debe propiciar una transformación
de las practicas productivas y de las
formas de uso no sostenibles del
suelo. Requiere de un avance en
el proceso de descentralización, el
fortalecimiento de la participación
ciudadana en la gestión del desarrollo municipal, la desconcentración
de funciones, responsabilidades
y recursos, la viabilidad económico-financiera de las entidades
municipales, y demás cuestiones
relacionadas con la gestión del
desarrollo humano en el territorio
concreto de cada realidad política
y espacial local.
• El nivel sectorial: Referido al
ámbito de los diferentes sectores en los que se divide tradicionalmente la
actividad productiva y la administración pública. Implica la cuestión de la incorporación de los criterios y principios del desarrollo humano sostenible en
la planificación estratégica, los planes y proyectos de inversión, y en general,
en la gestión y desarrollo de las actividades propias de los diferentes sectores
económicos e institucionales. Implica también la incorporación del análisis
de riesgos en todas las inversiones de los diferentes sectores, y especialmente
en el sector agropecuario.
208
Lorenzo Cardenal Sevilla
• El nivel nacional: Referido a la cuestión de la concertación de políticas
públicas apropiadas para reducir las causas de la vulnerabilidad, creando un
sistema nacional efectivo de prevención, pero también promoviendo una
estrategia nacional de desarrollo sostenible consensuada y negociada entre la
mayor parte de actores y grupos de interés. En este nivel es de gran importancia la gobernabilidad democrática y la equidad social, económica y política
para reducir la vulnerabilidad institucional del país.
• El nivel regional: referido al proceso de integración política, económica-comercial y social de Centroamérica, en el marco del Sistema de Integración
Centroamericano, donde deben contarse mecanismos efectivos de comunicación y coordinación operativa para la prevención y respuesta a desastres.
La educación, base de una cultura preventiva
Finalmente, reafirmando lo que dijimos antes, solamente un elevado nivel educativo puede reducir la vulnerabilidad de una comunidad sometida a condiciones
de riesgo. La educación aumenta la capacidad de prevención y preparación de
la comunidad, e incrementa su
potencial de adaptabilidad. La
educación formal, aunada a
un apropiado nivel de acceso
a la información, es la clave
que permite a una comunidad
estar preparada, prevenida y
capacitada para enfrentar una
situación de desastre. Por ello,
para resumir las enseñanzas que
hemos identificado a lo largo
de este capítulo, reiteramos las
siguientes reflexiones:
• Es necesario mantener y
alimentar una cultura comunitaria de solidaridad y trabajo voluntario. Los valores sociales que hacen
a una comunidad exitosa en condiciones de riesgo, son los que sustentan la
organización comunitaria, la unidad de propósitos y la capacidad de encontrar colectivamente estrategias adaptativas que aprovechen las oportunidades
originadas en toda situación de crisis.
209
La acción humana agravando el riesgo
• La educación formal en escuelas, colegios e institutos, debe suministrar a los
estudiantes los conocimientos científicos y prácticos que les permitan entender, prevenir, enfrentar y superar los factores de riesgo de su comunidad.
• Las actividades de capacitación que se promueven en el ámbito comunitario,
por medio de proyectos de desarrollo de ONGs o instituciones del Estado,
especialmente las que se realizan en el ámbito municipal, deben incluir constantemente componentes de entrenamiento ante la proximidad de situaciones
de emergencia.
• La educación formal y no formal, media y superior, debe apoyar la creación
y recuperación de las capacidades productivas en las zonas rurales más pobres, ampliando la oferta de factores productivos para la pequeña y mediana
producción. Igualmente debe apoyar la reconstrucción y desarrollo de los
asentamientos humanos con una visión estratégica de su raigambre productiva, que permita asegurar su sostenibilidad social, ambiental y económica.
• Deben desarrollarse recursos humanos capaces y comprometidos con la
planificación y el ordenamiento del uso de la tierra en territorios frágiles,
degradados o sometidos a condiciones extremas de riesgo. El manejo de
cuencas debe ser la herramienta básica para la gestión territorial en regiones
vulneradas. Igualmente, el análisis de riesgos en los estudios de evaluación de
impacto ambiental realizados para las obras y proyectos de inversión publica
y privada. La incorporación de consideraciones y normativas ambientales en
todo el ciclo de diseño y ejecución de proyectos de inversión en reconstrucción y desarrollo de infraestructura y equipamiento debe ser obligatoria.
Finalmente, debe invertirse en la capacitación y preparación para el fortalecimiento de las capacidades locales/municipales para la gestión descentralizada
del desarrollo humano, y para elaborar análisis de vulnerabilidad y planes locales
de prevención y mitigación con amplia participación ciudadana.
210
Lorenzo Cardenal Sevilla
Bibliografía
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MAGFOR-GTZ 1996.
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de Nicaragua, Ministerio de Economía y Desarrollo-Ministerio del Ambiente,
ASDI Banco Mundial 1994.
211
La acción humana agravando el riesgo
212
PARTE
V
La vulnerabilidad de Nicaragua
Alejandro C. Rodríguez
213
214
I
ntroducción y conceptos básicos
Como se ha visto en capítulos anteriores, la región centroamericana es una de las
regiones del globo más amenazada por fenómenos naturales. Sismos, erupciones
volcánicas, huracanes, deslizamientos de tierra, etc., se suceden inexorablemente,
año con año, sin que, ni las autoridades, ni la población misma, tomen en serio
estas amenazas.
En este capítulo, nos proponemos revisar estas amenazas para el caso particular de Nicaragua, tratando de prever las consecuencias de algunos de estos
fenómenos extremos. Antes, revisaremos un poco algunos conceptos asociados
con los desastres naturales, con la esperanza de que, comprendiéndolos mejor,
aprendamos a convivir con ellos, con mejores factores de seguridad.
Hay cuatro conceptos que consideramos básicos en la comprensión de los desastres, a saber: amenaza, vulnerabilidad, riesgo, y, por supuesto, desastre. Nótese,
decimos, desastre, sin ningún calificativo adicional.
215
La vulnerabilidad de Nicaragua
Amenaza
Definiremos la amenaza como la probabilidad de ocurrencia de un fenómeno
extremo en un período de tiempo definido y en una zona geográfica dada.
Por ejemplo, la probabilidad de que un sismo de intensidad VIII ocurra en los
próximos veinte años en la zona metropolitana de Managua. Recuérdese que las
probabilidades varían de 0 a 1, un evento con probabilidades 0 de ocurrir es un
evento que no ocurrirá, mientras que un evento con probabilidad 1 de ocurrir,
es un evento que ocurrirá con toda certeza. En medio de esos dos extremos hay
todo un rango posible de valores.
Se acostumbra, para mejor comprensión de las probabilidades, multiplicarlas
por 100 y expresarlas en forma de porcentaje. Por ejemplo, si la probabilidad de
ocurrencia de un evento es 0.25, ésta se puede expresar como 25%.
Estas probabilidades se suelen calcular a partir del análisis estadístico de series de
observaciones realizadas por las instituciones encargadas de observar y registrar
dichos fenómenos, de ahí la importancia de contar con este tipo de observatorios.
Entre más prolongada y continua sea la serie de observaciones, más confiable
es la probabilidad calculada.
Se ha definido otro parámetro asociado con la probabilidad, el período de recurrencia, muy usado para el diseño de obras de infraestructura. El período de
recurrencia se define como el inverso de la probabilidad de que un evento exceda
un valor dado en una unidad de tiempo. Por ejemplo, si la probabilidad de que
en un año en una zona geográfica dada ocurra un sismo de intensidad superior
a VII es 0.01, el período de recurrencia será de 100 años. Se puede ver que para
mayores períodos de recurrencia, la probabilidad de ocurrencia del evento en
una unidad de tiempo es menor. Los eventos de gran magnitud, generalmente
muy poco probables, tienen largos períodos de recurrencia. Se puede ver que
el período de recurrencia no es más que otra forma de expresar la probabilidad
de ocurrencia de un evento.
El período de recurrencia es muy utilizado en Ingeniería para el diseño de obras
civiles. Las obras civiles se diseñan para una cierta vida útil, por consiguiente el
diseñador deberá considerar que la probabilidad de que durante la vida útil de la
obra ocurra un evento capaz de dañarla irreparablemente sea mínima, es decir,
tenga un período de recurrencia muy largo.
Después de las grandes inundaciones producidas por el mar en los Países Bajos
que ocasionaron la muerte de 3000 personas, el gobierno holandés estableció
216
Alejandro C. Rodríguez
que las defensas costeras debían ser diseñadas para períodos de recurrencia de
¡10,000 años!(1). Es decir, para fenómenos que suelen ocurrir cada 10,000 años,
o en otras palabras, que tienen una probabilidad de 0.00001 (0.001%) de ocurrir
en un año dado. Por supuesto, estos son fenómenos de gran intensidad que no
se repiten con mucha frecuencia, ¡pero pueden ocurrir!.
A veces se mal interpreta el período de recurrencia, entendiéndolo como si el
fenómeno se va a producir exactamente al final del período de recurrencia, lo
que es un error. Se debe interpretar el período de recurrencia como el lapso
dentro del cual es altamente probable que un evento se vuelva a repetir una
vez que ha ocurrido, pero esa repetición podría tener lugar el siguiente año de
producirse el anterior, o a la mitad del período, o bien, al final del mismo. En
resumen, es altamente probable que se repita en cualquier momento dentro del
período de recurrencia.
Es importante hacer notar que la amenaza, en la forma que la hemos definido
aquí, es una característica esencialmente natural, muy difícil de modificar o reducir, porque depende de la naturaleza, no de los hombres. Por ahora es muy
improbable por no decir imposible evitar un sismo o una erupción volcánica, aun
cuando en muchas ocasiones estos fenómenos se producen como consecuencia
del maltrato secular que hemos dado a la naturaleza.
En efecto, podemos calcular, de los catálogos sismológicos, cuál es la amenaza de que ocurra un sismo de cierta intensidad en un período dado y en una
zona geográfica dada, pero no podemos hacer nada, absolutamente nada, para
modificar esa amenaza. Además, la probabilidad solamente nos proporciona un
índice del peligro de que ocurra ese evento, pero no nos dice, el lugar preciso y
el momento exacto en que ocurrirá.
Lo mismo podemos decir de una erupción volcánica, no podemos evitarla. Sin
embargo, en el caso de inundaciones, es posible, en ciertos casos, reducir la amenaza con obras hidráulicas, como por ejemplo, de control de caudales, aunque
los alcances de estas obras son en la práctica muy reducidos.
Algunos se preguntarán, ¿si no podemos modificarla, para que nos sirve conocerla? Una pregunta muy válida, que trataremos de responder a continuación.
En efecto, las amenazas se suelen plasmar en mapas de amenazas, es decir, se
definen zonas en un mapa con diferentes niveles de amenazas, de manera que
estos mapas nos indican cuales son las zonas más amenazadas y cuales son la
más seguras, y puesto que no podemos modificarlas, lo más sensato sería alejarnos de las mismas.
217
La vulnerabilidad de Nicaragua
Por ejemplo, si conocemos los niveles de amenaza sísmica en una ciudad dada,
no construyamos sobre las zonas más amenazadas, no construyamos sobre o en
las cercanías de las fallas, ya que en esos sitios la intensidad del sismo será mucho
mayor. En otras palabras, no retemos a la naturaleza, porque lo más seguro es
que perdamos el reto. Mejor alejémonos prudentemente de la amenaza.
De la misma manera podemos decir, no nos asentemos al borde de los cauces,
porque en la próxima crecida de los mismos, podríamos ser arrastrados por la
corriente.
Vulnerabilidad
El otro término que consideramos muy importante de comprender es el de
vulnerabilidad. Entenderemos por vulnerabilidad el grado de daño sufrido por
un elemento como consecuencia de un evento dado. Se suele, como la amenaza,
expresar por una cifra que varía de cero (0) a uno (1). Un elemento con vulnerabilidad 0, es aquel que no sufrió ningún daño (invulnerable); por el contrario,
un elemento con una vulnerabilidad 1 sería un elemento que fue totalmente
dañado. Nuevamente, entre 0 y 1 tendremos un enorme rango de valores posibles, y también se suele multiplicar por 100 para expresar la vulnerabilidad en
forma de porcentajes.
Cuando hablamos de «elemento», nos referimos a grupos humanos o a obras.
Por ejemplo la población de una ciudad, edificios, presas, líneas de transmisión
218
Alejandro C. Rodríguez
eléctrica, sistemas de distribución de agua potable, sistemas de alcantarillado
sanitario, hospitales, escuelas, etc.
Es importante notar que la vulnerabilidad caracteriza al elemento. En efecto, un
mismo evento puede causar diferentes daños a elementos con diferentes vulnerabilidades. Por ejemplo, supongamos que existen dos edificios construidos, uno
al lado del otro, y por consiguiente, sometidos a la misma amenaza sísmica. Sin
embargo, uno de los edificios es de adobe o taquezal, y el otro es de concreto y
diseñado con una estructura sismorresistente. La vulnerabilidad del edificio de
adobe o de taquezal puede ser potencialmente 15 veces mayor que la vulnerabilidad del otro, lo que significaría que el mismo sismo causaría 15 veces más
daños al edificio de adobe o de taquezal comparado con el de concreto.
219
La vulnerabilidad de Nicaragua
Lo anterior nos lleva a concluir que si bien en la amenaza era poco o nada lo
que podíamos hacer para reducirla, en el caso de la vulnerabilidad sucede todo
lo contrario: La reducción de la vulnerabilidad está en nuestras manos. Nos
referiremos un poco más a esta idea en la próxima sección.
Como un comentario adicional, esta vulnerabilidad tiene muchos y variados
orígenes, por ejemplo, deficiencias en las construcciones, creencias ancestrales,
deficiencias culturales, imprevisión, etc.
Riesgo
Los parámetros de amenaza y vulnerabilidad nos servirán para definir un nuevo
parámetro: el riesgo. En efecto, definiremos el riesgo como el daño esperado que
sufriría un elemento dado, como consecuencia de la ocurrencia de un fenómeno
o evento extremo, y lo expresaremos como el producto de la amenaza por la
vulnerabilidad (Riesgo = Amenaza x Vulnerabilidad).
Podemos ver en esa sencilla ecuación que el riesgo se incrementa con la amenaza
y con la vulnerabilidad, es decir el riesgo es directamente proporcional a la amenaza y a la vulnerabilidad. Si queremos reducir el riesgo tendremos que reducir,
o bien la amenaza, o bien la vulnerabilidad. Ya vimos antes que la reducción de
la amenaza es una tarea muy difícil, cuando no imposible, y por consiguiente,
nuestros esfuerzos se debían concentrar en dos acciones fundamentales: alejarnos
cuanto podamos de las amenazas y reducir la vulnerabilidad de nuestras obras.
La definición que hemos dado de riesgo, también nos evidencia una característica
muy importante. El riesgo está en función, tanto de un factor natural, como de
un factor social.
Desastre
A continuación daremos varias definiciones de desastre, las que coinciden en su
contenido, aunque estén expresadas en formas diferentes.
Paul Oliver y Yasemin Aysan2 definen un desastre como: La interacción entre
un fenómeno geofísico extremo y una condición vulnerable, que se traduce en
pérdidas económicas y humanas en una escala totalmente fuera de las capacidades
y recursos de la administración local. (Los subrayados son nuestros).
Por su parte, la Oficina de las Naciones Unidas para Socorro en Casos de Desastres (conocida por sus siglas en Inglés, UNDRO), da la siguiente definición:
220
Alejandro C. Rodríguez
El impacto de un evento natural sobre una comunidad vulnerable resultando
trastornos, daños y víctimas que no pueden ser superados, sin ayuda, dada la
capacidad de los recursos localmente movilizados. (Los subrayados son nuestros).
Como habíamos dicho, las dos definiciones son muy coincidentes: El desastre es
la conjunción de un «fenómeno geofísico extremo» o bien un «evento natural»,
con una «condición vulnerable» o una «comunidad vulnerable».
Muchas veces se confunde el desastre con el fenómeno, lo que es incorrecto.
Un fenómeno natural, por muy violento que sea, si ocurre en un sitio aislado,
alejado de todo entorno humano, no produciría daños, y por consiguiente, no
habría desastre. El desastre se produce cuando el fenómeno se encuentra con
un entorno humano que no está preparado para enfrentarlo.
Con estos conceptos, pasaremos a ver cual es la situación particular de Nicaragua
en materia de desastres.
221
La vulnerabilidad de Nicaragua
222
Alejandro C. Rodríguez
A menazas más comunes en Nicaragua
En esta sección trataremos de prever, hasta donde nos sea posible, las consecuencias de los fenómenos más comunes en Nicaragua, a saber: sismos, tsunamis, erupciones volcánicas, huracanes y deslizamientos de tierra, tratando de
identificar nuestras debilidades, que con las definiciones que acabamos de ver,
podemos llamar nuestra vulnerabilidad.
Sismos
Los sismos han marcado la historia de Nicaragua en varias ocasiones, siendo
quizás las más notables aquéllas (1931 y 1972) en las que la capital, Managua,
ha sido casi completamente destruida, dejando pavorosos saldos de muerte y
destrucción.
En términos generales, un sismo es un movimiento súbito del terreno producido
por un desplazamiento abrupto de grandes masas de rocas, el que a su vez es
producido, o bien por el deslizamiento de una masa de rocas sobre otras, como
223
La vulnerabilidad de Nicaragua
respuesta a las fuerzas tectónicas que se ejercen sobre ellas, o bien por el rompimiento de la roca a lo largo de una fractura ya existente o de una nueva fractura.
La ruptura genera ondas sísmicas que se transmiten en todas direcciones. La
más rápida es la llamada onda primaria (o P), también conocida como onda
compresional, ya que se transmite por sucesivas compresiones y dilataciones a
una velocidad de cerca de 5 Km por segundo. Después tenemos la onda secundaria (o S), esta es una onda transversal, también llamada de cisallamiento, que
se transmite a unos 3 kilómetros por segundo.
En el gráfico de la página anterior, se muestran esquemáticamente estos dos tipos
de ondas. En el primer caso, la vibración toma la forma similar a un resorte que
ilustra una onda compresional. Cuando se golpea el extremo de un resorte, el
golpe se transmite a través de la longitud del resorte haciendo oscilar las partes
del resorte en la dirección de la longitud del resorte.
En el segundo caso se ha utilizado una sección alargada como cuerda, la que
puede estar fija en uno de sus extremos. Si ejecutamos en el extremo libre un
movimiento perpendicular a la longitud de la cuerda, se podrá ver cómo este
movimiento se transmite a lo largo de la cuerda, produciendo sucesivamente un
movimiento perpendicular a la longitud de la cuerda en cada una de sus partes
hasta que la perturbación alcanza el otro extremo, el extremo fijo
Las ondas más lentas son las ondas superficiales, llamadas de Rayleigh y de Love.
Viajan sobre la superficie de la tierra a velocidades inferiores a los 3 kilómetros
por segundo.
Una onda se caracteriza por varios parámetros: su amplitud y su longitud de
onda, la que está asociada con la frecuencia. Por ejemplo, cuando se sube el volumen a un equipo de sonido, lo que se está haciendo es aumentar la amplitud
de la onda. Por otra parte, el sonido emitido por un violín es una onda de alta
frecuencia, mientras que el sonido emitido por un contrabajo es una onda de
muy baja frecuencia.
En las ondas sísmicas se encuentra que las ondas P y S, son ondas de relativamente
alta frecuencia (superiores a 1 Hz), las que son más eficientes para hacer vibrar
edificios de baja altura. La primera onda que llega es la onda P, y después llega
la onda S, la que hace vibrar los edificios en sentido lateral, razón por la que es
la que causa más daños, ya que las estructuras son más susceptibles a daños por
movimientos laterales que por movimientos verticales.
224
Alejandro C. Rodríguez
Cuando el sismo se localiza bajo una localidad, la onda P llega casi perpendicular
al terreno, causando lo que en el lenguaje popular se suele llamar movimiento
trepidatorio. Después llega la onda S, la que produce el movimiento lateral, conocido en nuestro lenguaje popular como movimiento oscilatorio. Cuanto más
alejado sea el foco de un sismo, más separadas llegarán las ondas P y S, y por
consiguiente, más fácilmente se podrán distinguir estos dos tipos de movimientos.
Tanto la onda P como la S, se
amortiguan rápidamente con
la distancia al foco, por lo que
estas ondas son más dañinas
cuando el origen del sismo es
cercano. Por el contrario, las
ondas superficiales no sufren
tanto amortiguamiento, por lo
que son estas ondas las más dañinas en caso de sismos lejanos.
Este fué el caso del terremoto
que causó severos daños en la
ciudad de México en 1985.
Para tratar de entender mejor la amenaza sísmica en nuestro país, creemos que
es apropiado separar el posible origen de los sismos que nos amenazan. En
primer lugar tenemos los sismos que pueden generarse en la zona de contacto
de las placas tectónicas. Estos sismos tienen su hipocentro bajo las aguas del
Océano Pacífico, y pueden alcanzar magnitudes considerables, dependiendo de
la duración de la calma sísmica que los precede.
El otro tipo de sismos sería el que se origina en las fallas superficiales en el interior del continente. Estos sismos, aunque no suelen ser de gran magnitud, su
corta distancia a la superficie los hace especialmente dañinos. El sismo de 1972
en Managua, fue de este tipo.
En Nicaragua, la mayoría de los sismos intracontinentales se producen en la
llamada depresión Nicaragüense (graben) sobre la que están ubicados los lagos
y la cadena volcánica.
Esta depresión está acotada longitudinalmente por dos grandes fallas, pero en
su interior se localizan muchas fallas que la cruzan transversalmente, las que
históricamente han sido, quizás, las más destructivas.
225
La vulnerabilidad de Nicaragua
En la figura contigua puede apreciarse ambas zonas
generadoras de sismos en
Nicaragua.
Esta gráfica muestra además la enorme amenaza
que se cierne sobre las ciudades y centros poblados
en general, localizados en
la costa del pacífico, ya que
se encuentran amenazadas,
tanto por los sismos que se
originan en la zona de contacto de las placas, como por los que se originan en las fallas intracontinentales
de la Depresión Nicaragüense.
En la figura inferior se ha representado la amenaza sísmica en función de la
aceleración máxima del suelo, calculada para un período de recurrencia de 1000
años. Las curvas están expresadas en porcentaje de «g», el valor de la gravedad
(9.81 m/seg2). En la figura se pueden apreciar en el litoral Pacífico las curvas con
valores cercanos a 35, lo que significa que es altamente probable que cada 1000
años se produzca uno o más sismos que producirán aceleraciones superiores al
35% de la aceleración de la gravedad (o sea, aceleraciones superiores a 3.43 m/
seg2). Todas las obras que no hayan sido diseñadas para soportar aceleraciones de
esta magnitud sufrirán daños considerables, o serán completamente destruidos.
Los sismos del primer tipo,
por encontrarse a muchos
kilómetros de la costa, suelen
afectar varios centros urbanos, mientras que los originados en fallas superficiales,
solamente suelen afectar al
centro urbano más cercano
a la falla, siendo muy poco
percibidos en otros centros
urbanos.
226
Ahora bien, ¿qué se puede
decir de la vulnerabilidad de nuestras ciudades con relación a este tipo de fenómeno? Nos parece que hay ciertos hechos muy evidentes que debemos señalar.
Alejandro C. Rodríguez
1 Como no se aplican las normas de ordenamiento territorial y en particular
de ordenamiento urbano, las construcciones son, muchas veces, erigidas en
las cercanías de fallas, lo que aumenta considerablemente la amenaza.
2 Tenemos una cultura de autoconstrucción, en la que se utilizan técnicas heredadas de nuestros ancestros, sin ningún elemento estructural sismorresistente.
Hasta hace poco tiempo se editaron algunos manuales para orientar a los
autoconstructores, pero parece que no han tenido la debida divulgación. Otro
aspecto que incide negativamente es la falta de una escuela de Maestros de
Obras. Hace muchos años, la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas, donde
se estudiaba Ingeniería Civil y Arquitectura, también se estudiaba Topografía
y se formaban Maestros de Obras. Hoy parece que estas últimas disciplinas
no se estudian más.
3 En casi todas nuestras ciudades se encuentran productores artesanales de
bloques para la construcción. Estos productores no tienen ningún control
del Estado, y por consiguiente ningún control de calidad, de donde se puede
suponer que la calidad de estos bloques no se corresponde con las normas
establecidas para los mismos. Esto fue comprobado por el MTI hace ya algún
tiempo, cuando sometió a pruebas de resistencia bloques producidos de esta
manera.
227
La vulnerabilidad de Nicaragua
4 En muchas ciudades del interior, aún prevalecen las construcciones de adobe
sin reforzar o de taquezal, las que mostraron muy poca resistencia en el sismo
de Managua de 1972.
La presencia de cualquiera de estos cuatro factores incide negativamente en caso
de un sismo fuerte, pero el problema es de tal magnitud, que en Nicaragua, al
menos tres factores suelen presentarse simultáneamente: construcciones erigidas
en las cercanías de fallas, construidas sin ningún elemento estructural sismorresistente y con materiales de muy pobre calidad.
Con todos estos antecedentes, podemos prever el escenario que se produciría
en caso de un sismo.
Si un sismo de magnitud considerable es originado por el movimiento de una
falla local, con el foco localizado bajo una de las poblaciones de la región del
Pacífico de Nicaragua, se producirán daños muy severos en esa localidad. Las
construcciones de adobe o de taquezal, cederían a la sacudida y momentáneamente se produciría una enorme nube de polvo proveniente de la desintegración
del adobe o del taquezal, tal como sucedió en 1972 en Managua.
Las casas relativamente modernas, pero que no cuentan con los elementos estructurales sismorresistentes, serán en general dañadas, y la magnitud del daño
estará en función de la magnitud del sismo. Para sismos superiores a 5 en la
escala de Richter, posiblemente colapsen, de la misma manera que colapsarían
aquella construidas con bloques de mala calidad.
Como se dijo antes, en primer lugar llegaría la onda P, la que produciría una
sacudida vertical, la que si bien es mejor soportada por las estructuras, causaría
serios daños a los materiales de construcción de mala calidad, al ser sometidos
a fuerzas de compresión adicionales a las que ya soportan con el peso de la
estructura. La llegada de la onda S terminaría la labor destructiva, ya que esta
onda sacudiría lateralmente los edificios que ya se encontrarían debilitados por
la fractura de los materiales de mala calidad. Todo este proceso se realizaría en
cuestión de segundos.
Los daños en la ciudad serían diferentes para cada zona de la ciudad, ya que la
intensidad de los efectos del movimiento de la falla depende de la posición del
edificio con respecto a la falla.
Si la ciudad contara con sistemas de agua potable y alcantarillado sanitario, estos
sistemas se verían seriamente dañados en los sitios en los que estos sistemas in228
Alejandro C. Rodríguez
tercepten la línea de falla. El sistema de distribución de energía eléctrica también
sufriría como consecuencia de la caída de postes que sostienen transformadores
y el consecuente roce de cables.
Cuando ocurra un sismo originado en la zona de contacto de las placas tectónicas, el escenario podría ser desolador, ya que la descripción que se hizo para
una ciudad, se repetiría dolorosamente para varias ciudades simultáneamente.
Adicionalmente, se podría producir un maremoto o tsunami, de los cuáles hablaremos más adelante.
En el caso de este tipo de sismo, se produce otra complicación adicional, la ruptura de puentes y caminos, lo que entorpecerá considerablemente las acciones
de socorro.
Erupciones volcánicas
Entenderemos por un volcán la abertura en la
superficie de la tierra por la que emanan de su
interior, tanto gases, como materiales sólidos
o fundidos, materiales que al cabo de los años
y de sucesivas erupciones forman los conos
o edificios volcánicos.
A la roca fundida, sea se encuentra en el
interior de la tierra o en la superficie, se le
suele llamar magma, aunque cuando este
material ha sido lanzado a la superficie, también se le conoce comúnmente como lava.
Las erupciones volcánicas suelen crear diferentes tipos de amenazas para las poblaciones localizadas en las proximidades de los mismos. En
algunos casos, cuando el magma es poco viscoso,
suele producir grandes flujos de lava que pueden
arrasar poblaciones enteras, tanto por la presión
mecánica que ejercen sobre las obras, como por las altas temperaturas que les
acompañan y que son capaces de incinerar lo que se encuentra en su trayectoria.
En otros casos, cuando el magma es sumamente viscoso, se producen erupciones
explosivas que lanzan a la atmósfera grandes volúmenes de cenizas y fragmentos
de rocas, los que suelen causar severas molestias en los pobladores que reciben
229
La vulnerabilidad de Nicaragua
la lluvia de cenizas, y que al acumularse en los edificios pueden causar el colapso
de los mismos. Generalmente, en los eventos eruptivos se combinan en diferente
grado ambas manifestaciones.
Además de estos efectos, que podríamos considerar los más comunes, se producen otros no menos peligrosos, pero menos frecuentes. Uno de ellos ha sido
denominado nube ardiente, el otro es la avalancha de lodo, y que comúnmente,
en la literatura especializada se denomina lahar, que es el término que suelen
utilizar los indonesios para este fenómeno.
El primero consiste en el descenso sobre las faldas del volcán, y a gran velocidad,
de una masa de gases a alta temperatura. El ejemplo típico de este fenómeno es
el que se produjo en el Monte Pelée, en la Isla de Martinica (Antillas Menores),
el 8 de mayo de 1902. La nube mató a la casi totalidad de los 30,000 habitantes
del pueblo de Saint Pierre. Se cree que solamente cuatro de sus habitantes sobrevivieron.
230
Alejandro C. Rodríguez
Investigaciones posteriores han tratado de establecer los parámetros que caracterizaron este fenómeno. Se ha encontrado que la temperatura de los gases al
pasar por la población estaba entre 700 °C y 1000 °C, y que la masa de material
se desplazaba a una velocidad cercana a los 150 km/h. La fuerza de este material
desplazándose a esa velocidad era tal, que paredes de 30 a 40 cm de espesor cedieron ante su empuje, los árboles fueron arrancado desde sus raíces, y estatuas
de varias toneladas de peso fueron lanzadas a varios metros de distancia.
El segundo fenómeno, el lahar, se produce sobre todo, cuando se forman lagunas en los cráteres volcánicos y las paredes del volcán ceden ya sea por razones
meteorológicas, como las lluvias intensas y prolongadas, la fusión de nieves,
o por efecto de la actividad del mismo volcán. Lo que se produce es una
enorme corriente de lodo, que suele arrastrar fragmentos del mismo volcán lanzados en erupciones anteriores o en la actual. La corriente alcanza
velocidades considerables y tiene la capacidad de destruir las poblaciones que
encuentra a su paso.
Uno de los ejemplos más recientes, fuera de Nicaragua, es el caso del Volcán
Nevado del Ruiz, en Colombia, que el 13 de noviembre de 1985 entró en actividad, ocasionando una avalancha de lodo que mató a más de 23,000 personas
de las localidades de Armero y Chinchiná.(4)
En nuestro país, el más reciente y doloroso ejemplo es el del Volcán Casita, que
a finales de 1998 causó la muerte de más de 2,000 personas en las cercanías de
Posoltega. En este caso el fenómeno fue desencadenado por las intensas lluvias
que acompañaron el paso del huracán Mitch.
Como se señaló anteriormente, la diferencia en las erupciones está en función
de la viscosidad del magma. Cuando el magma es sumamente fluido (erupciones
Basálticas), las explosiones son muy pocas y lo que se produce es una eyección de
corrientes de lava. Por el contrario, cuando el magma es muy viscoso, las erupciones suelen ser altamente explosivas (erupciones Plinianas), con eyecciones de
grandes volúmenes de cenizas o materiales piroclásticos, (también llamados tefra).
Una cadena volcánica atraviesa nuestro país, iniciándose en la Península de Cosigüina, con el volcán del mismo nombre, y terminando con el extinto Volcán
Madera en la Isla de Ometepe (cabe decir que en la literatura actual, ya no se usa
el término de volcán extinto, ya que se considera que un volcán no debe considerarse extinto). En la Figura de la página opuesta aparece el Mapa de Amenaza
Volcánica elaborado por INETER en el que se pueden apreciar los grados de
afectación de esta cadena volcánica.
231
La vulnerabilidad de Nicaragua
Se ha hecho clasificaciones de los diferentes tipos de erupciones volcánicas. Los
términos generalmente provienen de famosos volcanes que se caracterizan por
ese tipo de erupciones. A continuación resumimos la clasificación utilizada por
MacDonald(5):
Por otra parte, los materiales expulsados en las sucesivas erupciones, una vez
meteorizados, forman un suelo sumamente fértil, lo que atrae fuertemente a la
población a asentarse en estos suelos. Así en Nicaragua, la zona más poblada es la
región del Pacífico, donde actualmente se localizan los volcanes de nuestro país.
Volcán Cosigüina (872m)
Localizado en el extremo nor-occidental del país, en la península del mismo
nombre, este volcán tuvo una de las erupciones más violentas en la historia de
nuestro país. En efecto, entre el 20 y el 23 de enero de 1835, el volcán entró en
una fase eruptiva del tipo pliniano, de tal violencia que las explosiones fueron
escuchadas en el Caribe y en América Central, así como en el sur de México. Sus
cenizas alcanzaron países tan lejanos como Venezuela y Colombia.
El volcán se ha mantenido en calma desde esa erupción, pero si una erupción
similar se llegase a producir, los efectos serían verdaderamente catastróficos,
ya que la densidad de población en su entorno es evidentemente mucho más
alta ahora que lo era en 1835, así como la actividad económica e infraestructura
existente.
232
Alejandro C. Rodríguez
Por otra parte, si la erupción fuese del mismo tipo, con gran emisión de cenizas
y materiales piroclásticos en general, lo que hizo que a ese año se le denominara
el «Año del Polvo», además de los daños directos, se producirían efectos colaterales en el clima, que podrían durar uno o más años, lo que produciría efectos
sumamente dañinos sobre la actividad agrícola, una de las principales actividades
económicas de nuestro país.
Volcán San Cristóbal (1,745m)
Este volcán no ha hecho grandes erupciones en tiempos recientes, aunque los
depósitos de los alrededores testimonian la ocurrencia de erupciones con considerable emisión de materiales. En tiempos recientes, siempre ha mantenido una
actividad moderada, con algunas sacudidas espasmódicas que siempre causan
alarma en las poblaciones circunvecinas (1685, 1919, 1971, 1976, 1986, 1987,
1997, 1999).
233
La vulnerabilidad de Nicaragua
A pesar de esta historia de relativa calma, este volcán debe ser objeto de constante
vigilancia, ya que una erupción violenta amenazaría a una población considerable,
dada la cercanía de ciudades como Chinandega (16km), Chichigalpa (14km), El
Viejo (18km) y otros centros urbanos como Posoltega y Tonalá.
Por supuesto, una erupción causaría severos daños a todas las plantaciones de
sus alrededores, una de las zonas más productivas de nuestro país.
Cerro Negro (726m)
En tiempos recientes, el Cerro Negro, el más joven de los volcanes nicaragüenses, y tercero más joven en el mundo, es el volcán que periódicamente entra en
actividad, con consecuencias poco agradables para las poblaciones circunvecinas,
incluyendo León, una de las ciudades más importantes del país.
Tradicionalmente el Cerro Negro es un volcán altamente explosivo, expulsa
grandes volúmenes de arena y ceniza, que al ser arrastradas por el viento, cubre
un amplio cono de territorio. En 1968 expulsó un flujo de lava de varios kilómetros de longitud, pero usualmente sus erupciones son de carácter explosivo.
Centenares de personas deben ser evacuadas durante estas erupciones, y principalmente los niños son víctimas de las enfermedades respiratorias ocasionadas
por la ceniza y los gases expulsados. Los cultivos de los alrededores se pierden,
y muchas veces también sufre el ganado, ya que los pastos quedan cubiertos de
arena. En 1992 las cenizas llegaron hasta Corinto a una distancia de 50km del
volcán.
La ciudad de León, normalmente es cubierta de arena y ceniza, y todas las actividades propias de esta ciudad se ven alteradas.
En la última erupción de este volcán, que ocurría cuando escribíamos estas
notas (Agosto de 1999), se produjo un fenómeno que no era corriente en las
erupciones anteriores, y es la ocurrencia de sismos. Estos sismos atemorizaron
a la población y produjeron cuantiosos daños a las viviendas de construcción
precaria en localidades vecinas. Adicionalmente, hubo una coincidencia con la
activación de una falla cercana al Volcán Momotombo, la que también contribuyó
a la alarma general y a la destrucción de viviendas en sus alrededores.
Fuera de León, no hay ciudades de importancia en las cercanías de este volcán,
lo que afortunadamente reduce los daños. Es evidentemente el más activo de
234
Alejandro C. Rodríguez
todos nuestros volcanes, debido fundamentalmente a su corta edad, ya que
surgió en 1850, y ciento cincuenta años es realmente un período muy corto en
la escala geológica.
Volcán Telica (1,061m)
Este volcán ha mantenido una actividad sostenida, similar a la del San Cristóbal,
durante muchos años (1527, 1918, 1919, 1935, 1937, 1939, 1948, 1976 y varias
más recientes), en la de 1948 la crisis eruptiva afectó con sus cenizas, además de
la cercana población de Telica, a ciudades más lejanas como Chinandega (30km)
y El Viejo (36km). Según las crónicas de la época, se produjeron algunos sismos
que atemorizaron a las poblaciones de todas esas ciudades.
Por los tipos y espesor de depósitos encontrados en sus alrededores, es posible
deducir que una nueva erupción mayor del Telica, cubriría de arena y cenizas
grandes extensiones de tierras cultivadas, además de producir los efectos que
suelen darse en la ciudad de León durante las frecuentes erupciones del Cerro
Negro.
235
La vulnerabilidad de Nicaragua
Volcán Momotombo (1297m)
Con un cono muy bien delineado, es uno de los volcanes que más belleza imprime
a nuestro paisaje de lagos y volcanes. Se ubica en el extremo noroccidental del
Lago de Managua y ha tenido una larga historia de moderada actividad (1522,
1609, 1764, 1870, 1885, 1886, 1918). Desde hace algunos años, a sus pies se encuentra una planta geotérmica que transforma la energía telúrica de este coloso
en energía eléctrica.
La erupción de 1609 dio lugar, en 1610, al traslado de León Viejo al lugar donde
ahora se encuentra. En la erupción de 1886, las ciudades de León, Corinto y
Chinandega se obscurecieron bajo las cenizas expulsadas por el volcán.
Los centros urbanos más cercanos a este volcán son La Paz Centro y Nagarote,
ambos a 18km del volcán, y el pequeño puerto lacustre de Puerto Momotombo,
los que seguramente sufrirían las consecuencias de una erupción de este volcán,
y por supuesto las instalaciones de la planta geotérmica, la que sufriría daños,
quizás irreparables.
Por la presencia de la planta, este volcán ha sido objeto de una vigilancia permanente lo que permitiría muy posiblemente prever con tiempo una crisis
significativa del mismo.
Complejo Volcánico Masaya
El complejo volcánico Masaya se mantiene en una actividad cuasi permanente. El complejo es una enorme caldera con múltiples cráteres, de los cuales, el
cráter Santiago mantiene una actividad fumarólica constante, con explosiones
esporádicas, sobre todo de origen freático.
Los vestigios de antiguas erupciones nos evidencian enormes flujos de lava, los
que se pueden ver en los terrenos del parque que rodea este volcán.
En la situación actual, los efectos de su actividad fumarólica se manifiestan por
los daños que causan estos gases en las plantaciones y edificios de la zona de El
Crucero, sitio que es particularmente afectado por dichos gases. Cuando se han
dado períodos prolongados de calma, los cafetales han florecido en la zona, pero
al recrudecerse la actividad del volcán, estos cafetales son severamente afectados
por los gases y por la lluvia ácida que se genera.
236
Alejandro C. Rodríguez
Al contrario del Cerro Negro, los alrededores de este volcán constituyen una de
las zonas más densamente pobladas de Nicaragua, y si en un paroxismo eruptivo,
contra su tradición produjera un evento explosivo, los daños serían incalculables.
Sin embargo, si confiamos que el volcán se seguirá comportando como lo ha
hecho en tiempo histórico, lo que podemos esperar es una enorme colada de
lava, que de conformidad
con la topografía del terreno, muy probablemente se
deslizará hacia la carretera
que va a Masaya, destruyendo cualquier construcción que encuentre a su
paso. La población más
cercana, Nindirí, estaría a
salvo, ya que se encuentra
al otro lado del parteaguas,
aunque seguramente sufrirá algunas de las molestias comunes en casos de
erupciones, sobre todo
cuando haya cambios en la
dirección del viento.
Sin embargo, aún cuando la actividad principal sería la colada de grandes volúmenes de lava, ésta iría acompañada por considerables emisiones de gases,
que seguramente perturbarían seriamente la vida de aquellos que habiten en las
zonas situadas en la dirección del viento, pudiendo llegar a ser perjudiciales para
la salud, especialmente de los niños.
Volcán Concepción (1,670m)
El último volcán activo de la cadena es el Volcán Concepción, localizado en la
Isla de Ometepe, frente al puerto lacustre de San Jorge (22km) y a 26km de la
ciudad de Rivas. Ambas poblaciones han sufrido las consecuencias de pasadas
erupciones.
Este volcán, aunque con frecuentes eventos eruptivos, generalmente de moderada intensidad, presenta una situación particular. En efecto, por encontrarse
en una isla, la evacuación de la población plantea dificultades adicionales, ya que
esta evacuación se tendría que llevar a cabo por aire o por agua, lo que exigiría
237
La vulnerabilidad de Nicaragua
una cantidad considerable de medios de comunicación, tanto acuáticos como
aéreos. Este escenario sugiere la necesidad de una vigilancia continua, con el
objeto de prever cualquier evento de intensidad destructiva y poder llevar a cabo
los preparativos necesarios.
Los dos principales centros poblados de la isla, Moyogalpa y Altagracia, se
encuentran en la base del volcán, lo que aumenta la amenaza sobre las mismas.
Es de notar que los dos volcanes de la isla de Ometepe han dado lugar a deslizamientos que continúan siendo un foco de peligro para los asentamientos
cercanos a sus faldas.
Huracanes
Los huracanes, también llamados ciclones, son fenómenos atmosféricos que se
caracterizan como sistemas de muy bajas presiones atmosféricas, alrededor de
las cuales circula el aire, con velocidades que superan los 33 metros por segundo, es decir, más de 120 kilómetros por hora al nivel del suelo, lo que los hace
particularmente destructivos.
Colateralmente, los huracanes, además de la violencia de sus vientos, generan
otros fenómenos, como son las lluvias intensas con las consabidas inundaciones (de las que hablaremos más adelante), y deslizamientos de tierra (a los que
también nos referiremos más adelante).
Los registros históricos
recientes nos muestran
que Nicaragua está en
la ruta de los huracanes,
tanto en las costas del
Pacífico, como en las del
Atlántico, siendo los últimos los más frecuentes.
En la Figura de la derecha aparecen las trayectorias de las depresiones
tropicales, tormentas
tropicales y huracanes
que han cruzado nuestro territorio desde 1892
hasta 1996. Es evidente
238
Alejandro C. Rodríguez
que la mayoría de éstos provienen del Océano Atlántico y cruzan nuestra costa
caribeña, sobre todo la región nororiental, siendo el segmento de litoral comprendido entre Puerto Cabezas y Cabo Gracias a Dios, el que más ha sufrido
los embates de estos fenómenos, seguido del segmento comprendido entre
Bluefields y Puerto Cabezas.
En la Figura anterior aparecen las probabilidades de que por lo menos una
tempestad tropical entre en un retículo de 2 1/2 grados de Latitud y Longitud
por temporada de huracanes, las que han sido calculadas sobre la base de la información comprendida entre 1886 y 1969. En la figura se puede apreciar que
la probabilidad para la zona de Bluefields es del 6%, mientras que para la zona
de Cabo Gracias a Dios es del 36%, ¡seis veces más alta!. Si expresamos estas
probabilidades en forma de períodos de recurrencia, podemos decir que en
promedio, cada 16 años habrá una tempestad tropical por la zona de Bluefields,
y cada 3 años habrá una en Cabo Gracias a Dios.
Estos datos sugieren la necesidad de tomar serias medidas de prevención y mitigación en estas zonas, las que inexorablemente seguirán siendo azotadas por
estos fenómenos atmosféricos.
239
La vulnerabilidad de Nicaragua
El último huracán especialmente destructor fue el huracán «Juana», a finales de
Octubre de 1988, que destruyó la Isla del Maíz y Bluefields, y ocasionó serios
daños en casi todo el territorio nacional.
Desdichadamente, la tradición, y la situación económica imperante en el país
desde hace varios años, no permitieron tomar lecciones de ese evento, ya que
las construcciones se han vuelto a hacer con la misma tecnología, sin tomar en
cuenta lo aprendido, de tal manera que el próximo evento que azote nuestras
costas, volverá a ser tan destructor como los anteriores, al encontrar un medio
especialmente vulnerable.
Cualquiera de las poblaciones de la costa caribeña de nuestro país sería seriamente dañada, si no destruida, por el impacto de un huracán similar al «Juana»,
porque simplemente, sus construcciones no están preparadas para resistir un
fenómeno de esa naturaleza.
Nos concentraremos en los efectos del viento, ya que más adelante nos referiremos particularmente a las inundaciones.
En el caso de los huracanes, los vientos producen situaciones extremas en las
construcciones. Por un lado, presiones muy altas en las superficies que reciben
directamente el impacto del viento, y por consiguiente esas superficies están
sometidas a una fuerza de empuje considerable.
Por otra parte, el viento que se desplaza
a gran velocidad a los costados y sobre
el techo de las construcciones, produce,
de conformidad con una bien conocida
ley de la Mecánica de Fluidos, presiones
extremadamente bajas, en el exterior
de las paredes laterales y en el techo,
lo que produce un empuje sobre estas
superficies de adentro hacia afuera. Si la
estructura no está debidamente preparada para soportar estos empujes, el techo
se desprenderá, y las paredes laterales
también, las que como hemos visto, se
desprenderán hacia el exterior de la casa
(como si una explosión se produjese en
el interior de la casa).
240
Alejandro C. Rodríguez
La fuerza aplicada sobre la superficie que recibe directamente el impacto del
viento terminará la obra destructiva.
La reducción de los daños se logrará con estructuras que tomen en cuenta estas
fuerzas anómalas y extremas que se presentan en la ocurrencia de un huracán.
Por ejemplo, los «amarres» del techo con las paredes juegan un papel de gran
importancia en estos casos, y no menos importantes son los «amarres» de las
paredes con las fundaciones.
Inundaciones
Las inundaciones son de los fenómenos que más daños ocasionan, y quizás sean
los más frecuentes, ya que en áreas propensas a las inundaciones, éstas se suelen
presentar anualmente.
Usualmente se distinguen las inundaciones costeras de las fluviales, las primeras
casi siempre están asociadas con los huracanes, y las segundas, las fluviales, pueden
ser producidas por huracanes, pero también suelen ocurrir como consecuencia
de lluvias intensas y prolongadas, no necesariamente originadas por un huracán.
En el caso de las inundaciones costeras, varios factores se conjugan para producirlas. En primer lugar la ocurrencia de un huracán produce una baja presión
atmosférica la que induce la subida del nivel del mar, pero además se producen
fuertes vientos que al empujar las grandes masas de agua del mar, incrementan
aún más el nivel de las aguas. Cuando la pendiente de las costas es muy pequeña, (el caso de nuestra costa del Caribe) estos dos factores producen enormes
crecidas en las costas.
Por su parte, las inundaciones fluviales se producen cuando la precipitación sobre
una cuenca dada es superior a la capacidad de la cuenca de evacuarla, en esas
circunstancias el nivel de las aguas comienza a subir y se produce la inundación.
Estas se pueden producir de forma súbita, o lentamente, dependiendo del área
y la topografía de la cuenca.
En Nicaragua, se dan estas dos situaciones. En la vertiente del Pacífico, las cuencas son muy pequeñas, razón por la que la mayoría de los ríos son pequeños,
comparados con los de la vertiente del Atlántico, donde los ríos tienen cuencas
muy extensas. En el Pacífico las inundaciones se caracterizan por crecidas rápidas,
mientras que en el Atlántico, el proceso de formación de las inundaciones es
más lento. Esto es lo que generalmente sucede, aunque puede haber comportamientos diferentes en función de las circunstancias que originen la inundación.
241
La vulnerabilidad de Nicaragua
Las enormes masas de agua que se desplazan a velocidades considerables hacen
de las inundaciones un fenómeno especialmente destructivo. Grandes extensiones
de tierras cultivables son barridas, no solamente de sus cultivos, sino también
de la capa superficial de tierra fértil. Cada inundación arrastra al mar enormes
cantidades de esta tierra, sobre todo si tomamos en cuenta que el maltrato que
hemos dado a nuestros suelos los ha dejado en la más completa indefensión.
Otro de los elementos sumamente vulnerables al efecto de las inundaciones son
las carreteras. Además del daño que sufren las capas de asfalto, los puentes se
convierten en puntos críticos, ya que si el claro de los mismos no es suficiente,
se convertirán en «cuellos de botella» para el caudal de una crecida, produciendo
serios problemas aguas arriba, terminando por ser destruidos por la fuerza de
las aguas, cortando de esa manera importantes vías de comunicación y con ello
perturbando toda la vida productiva y comercial de la nación.
La protección ideal sería no asentarse en zonas ya conocidas por su propensión a
las inundaciones, lo que debería estar establecido en las normas y reglamentos de
242
Alejandro C. Rodríguez
uso del suelo, pero desafortunadamente, ésto no sucede así, y los asentamientos
proliferan en zonas que seguramente serán inundadas en la siguiente época de
lluvias.
En el mapa de amenaza de la página opuesta pueden apreciarse las zonas del
país más proclives a las inundaciones, en la que se destaca la Costa del Caribe,
región en la que las cuencas de los ríos son más extensas y las tierras muy bajas.
En el litoral del Pacífico se
destaca el área aledaña al Estero
Real, la que fue severamente
dañada por las inundaciones
ocasionadas por el huracán
Mitch, particularmente Puerto
Morazán y todas las granjas camaroneras de los alrededores.
Además, toda la zona costera
que va desde Jiquilillo hasta
Puerto Sandino, es una zona
amenazada por las inundaciones, y pequeñas áreas localizadas en el Departamento de
Rivas, las que sufrieron inundaciones, tanto durante el paso
del huracán Juana, como del Mitch.
En las costas de los lagos también pueden apreciarse zonas como el Paso de
Panaloya y la zona al sur de San Carlos, en el Cocibolca, y la zona comprendida
entre el Volcán Momotombo y San Francisco Libre en el Lago Xolotlán. Este
lago suele causar grandes daños en las poblaciones marginales que se asientan
en las riberas del mismo, principalmente en las zonas aledañas a la ciudad de
Managua.
Sequías
Siendo Nicaragua un país eminentemente agrícola, las sequías constituyen un
problema de primordial importancia, ya que los años de sequía afectan severamente la producción agropecuaria, incrementando la pobreza y complicando
aún más la precaria situación económica en nuestro país.
243
La vulnerabilidad de Nicaragua
El fenómeno parece haberse incrementado en las últimas décadas, debido quizás al deterioro sufrido por el ambiente, y además, en los últimos años, por la
aparición del fenómeno global, denominado «El Niño».
La zona más afectada por este fenómeno es la zona del Pacífico, paradójicamente
la más fértil, gracias a los volcanes. En el mapa de sequía inserto se advierte la
necesidad de desarrollar en toda esa zona proyectos de riego que permitan enfrentar las sequías, además del incremento en la producción que estos sistemas
conllevan.
Deslizamientos de tierra
Los deslizamientos de tierra no habían sido hasta hace poco motivo de atención en nuestro país, sin embargo, en los últimos años, la frecuencia con la que
ocurren estos fenómenos se ha visto incrementada. Varias razones pueden
explicar esto. En primer lugar, los sistemas de comunicación son más eficientes
y se encuentran en casi todo el territorio nacional, lo que permite informar de
eventos que antes pasaban desapercibidos. En segundo lugar, el crecimiento de
244
Alejandro C. Rodríguez
la población, y sobre todo de
la población en situación de
miseria o de extrema miseria,
les obliga a ocupar sitios especialmente amenazados por
los fenómenos naturales, en el
caso de los deslizamientos de
tierra, las laderas. Y en tercer
lugar, nuevamente, el maltrato
que durante décadas hemos
dado a nuestros suelos, los ha
transformado en verdaderas
trampas mortales.
Los orígenes de un deslizamiento son muy variados y complejos, pero los más
frecuentes son desencadenados por la combinación de sismos y lluvias intensas.
En el caso de los deslizamientos, la situación es especialmente grave, ya que lo
único que se puede hacer es no construir en laderas propensas a los deslizamientos, ya que en caso de un deslizamiento, cualquier construcción que se encuentre sobre la ladera será destruida. No hay forma de evitarlo, el deslizamiento
las arrancará desde sus fundaciones, y todas terminarán en la base de la ladera
convertidas en ripios inservibles.
No hay nada que hacer.
Por otra parte, en el caso de los deslizamientos, también están sometidos a su
amenaza las poblaciones asentadas en la base de las laderas, como en el caso de
San José de Ometepe, que se encuentra en la trayectoria de un potencial deslizamiento proveniente de las laderas erosionadas del Volcán Concepción. Si se
llega a producir este deslizamiento, el que se ha venido observando desde hace
ya varios años, esta población, y por supuesto sus habitantes, sufrirían graves
consecuencias al recibir el impacto de enormes masas de rocas a velocidades
considerables.
Merecen especial mención, los llamados aluviones, que consisten fundamentalmente en el desplazamiento sobre una ladera de una mezcla de agua, suelo y roca,
a grandes velocidades. Este fue el caso de Posoltega durante los acontecimientos
generados por el huracán Mitch. Las consecuencias de este fenómenos están
aún frescas en la memoria de los nicaragüenses y no será necesario describirlas
en detalle.
245
La vulnerabilidad de Nicaragua
Una recopilación histórica de deslizamientos en nuestro territorio
elaborado por INETER demuestra
que los deslizamientos deben ser
tomados en cuenta en los planes
de prevención y mitigación, ya que
aparecen casi en todo el territorio
nacional, con excepción de la Costa
del Caribe, por sus características
de planicie.
Tsunamis
A las enormes olas producidas por
terremotos en el fondo del océano
se les suele denominar con la palabra
japonesa tsunami, pero también se le conoce en nuestro medio como maremoto.
Estas ondas provenientes del fondo del océano, cuando alcanzan la superficie,
se transforman en grandes olas que se desplazan a grandes velocidades sobre la
superficie del océano, pudiendo alcanzar cerca de 1,000 km/hora en las zonas
más profundas.
A medida que la onda se acerca a la costa y las aguas son menos profundas, la
velocidad de desplazamiento de la onda también disminuye, pero la cresta aumenta considerablemente. La combinación de velocidad al llegar a la costa, que
puede ser de unos 50 km/hora, con la altura de la cresta, hace de los tsunamis
fenómenos muy violentos y de gran potencial destructivo.
Como en el caso de los huracanes, las construcciones de nuestro país no están
preparadas para este tipo de fenómenos, y hasta hace poco se ha empezado a
establecer un sistema de alarma temprana, que al menos permitiría a los pobladores de las zonas costeras, alcanzar sitios altos, donde la ola del tsunami no
pudiese hacerles daño.
Aunque los tsunamis no han sido tan frecuentes en nuestro país, ya hemos
tenido algunas tristes experiencias. La destrucción ocasionada por los tsunamis
que han ocurrido ha sido considerable, aunque localizada en algunas pequeñas
poblaciones de la costa del Pacífico, lo que nos indica que debemos tomar las
medidas adecuadas para estar preparados ante un evento de esa clase, sobre todo
las poblaciones costeras. Es necesario educar a estas poblaciones de manera que
puedan actuar apropiadamente en caso de un tsunami.
246
Alejandro C. Rodríguez
Breves conclusiones
• Si bien es cierto que los elementos de la naturaleza, una vez desencadenados,
poseen un gran poder destructivo, no es menos cierto que el hombre puede,
en la medida de sus posibilidades, evitar esas energías desencadenadas.
• El desastre tiene dos componentes, la natural y la humana. Muy poco podemos hacer por modificar la naturaleza, pero mucho podemos hacer para
no retarla.
• En la medida en que aprendamos a convivir inteligentemente con estos
fenómenos, en esa misma medida evitaremos dolor, sufrimiento y muerte.
247
La vulnerabilidad de Nicaragua
Bibliografía
1 Statistical Ideas for the Risk Business, A short course at the Emergency
Planning Meeting at Lancaster University, July 1993, Jonathan A. Tawn, Department of Mathematics, Lancaster University.
2 Housing and Culture after Earthquakes, p. 66, en Managing Natural Disasters
and the Environment, The World Bank, June, 1990
3 Algunas fechas y referencias han sido tomadas de la recopilación histórica
elaborada por el Prof. Alejandro Morales Henríquez, «Datos Documentales
de las Principales Actividades Volcánicas en Nicaragua, 1520-1997», Dirección
de Geofísica, INETER, Mayo de 1999.
4 Riesgo volcánico, evaluación y mitigación en América Latina. Aspectos sociales, institucionales y científicos. Centro Regional de Sismología para América
del Sur (CERESIS), Junio de 1989.
5 Gordon A. MacDonald, Volcanoes, p. 211, Prentice Hall, 1972
Figuras
Los gráficos sobre sismos han sido tomadas de la publicación «Notas Sísmicas
de Nicaragua», por M. Sc. Fabio Segura, Zoila Hernández, 1996, Dirección de
Geofísica, INETER. La recreación digital es de GEODIGITAL.
La figura sobre Amenaza sísmica nos fue gentilmente facilitada por el M. Sc.
Fabio Segura, Dirección de Geofísica, INETER.
La figuras sobre trayectoria de Huracanes fueron elaboradas en la Dirección de
Meteorología del INETER.
La figura relacionada a amenaza de inundaciones fué elaborada por la Dirección
de Hidrología del INETER.. La representación gráfica es de GEODIGITAL
La figura sobre amaneza de deslaves fue elaborada por el Departamento de
Investigaciones Geográficas del INETER.
El mapa de sequías fue construido en base a la publicación «Sequía Meteorológica
en Nicaragua», Met. Luis Mariano Gutiérrez C., de la Dirección de Meteorología
del INETER. 1994. La reacreación gráfica corresponde a GEODIGITAL.
248
PARTE
VI
La familia enfrentando las
amenazas naturales
Wheelock, Ugarte y Otros
249
250
I
ntroducción
Nuestro país está ubicado en una región expuesta a diferentes amenazas de origen natural, así
también como a las provocadas por el hombre.
Tenemos que aprender a convivir con los riesgos
disfrutando de una vida normal y tranquila sin
que se altere nuestro trabajo, vida social y familiar.
Para enfrentar los desastres es necesario conocer
objetivamente las causas que los producen, así
como su frecuencia, su magnitud y también los
efectos que han provocado a la economía y a las
personas. Es necesario cambiar nuestra mentalidad a partir del conocimiento científico de los
fenómenos. No conviene para la seguridad de
nuestra familia admitir explicaciones sobre los
fenómenos naturales basadas en leyendas, mitos
o magia.
En Nicaragua se presentan dos o tres eventos
extremos cada año. Algunos de ellos como
los terremotos o los huracanes han sido
tremendamente letales. Y van a presentarse
de nuevo, no sabemos cuando exactamente,
pero es seguro que van ocurrir en el futuro.
Nuestra experiencia en la prevención de desastres es pobre. No bien logramos superar
los efectos de una calamidad natural, cuando
nos olvidamos de ella y seguimos viviendo
como si nunca más va a repetirse. Está demostrado que los eventos naturales no dejan
efectos desastrosos si adoptamos actitudes
251
La familia enfrentando las amenazas naturales
y tomamos medidas para disminuir nuestra vulnerabilidad y nos permitan reaccionar de mejor forma para cuando ocurra una emergencia o para disminuir
sus efectos.
Para que un país en su conjunto sea más seguro debe tener un sistema nacional
de prevención desarrollado por lo menos en tres niveles básicos: en el plano
nacional, el local y el familiar. Los tres niveles deben ser armónicos entre sí. En
este capítulo nos vamos a concentrar en el nivel familiar
El primer paso: Su familia tiene un plan de emergencia?
El primer paso que hay que dar es el de organizar un plan de emergencia familiar. Este plan exige que modifiquemos nuestra visión imprevisora y pasemos
a considerarnos responsables de liderar la seguridad y el bienestar de nuestra
familia y comunidad. Para elaborar este plan de emergencia, el mejor punto de
partida es comenzar a organizarnos en nuestra propia familia, lo que significa
involucrar a todos sus miembros en la elaboración del plan y dar a cada uno un
rol determinado.
Para el éxito y eficacia del plan, las personas más responsables o mayores deben
reunir primeramente los datos básicos sobre el entorno geográfico, social y económico de nuestro hogar. Seguidamente, debemos involucrar a toda la familia,
para que nos ayuden a formular el plan y para que todos lo dominen a la hora
de las piedras pómez.
La primera información que debemos privilegiar es la de las amenazas naturales
potenciales que nos rodean: Si vivimos en una zona sísmica o a orillas de un
cauce; si estamos cerca de un volcán, etc. Hay personas que pueden vivir en
ciudades amenazadas de sismos, pero que corren más riesgo que otras por estar
por ejemplo, cerca de fallas activas conocidas.
Partiendo de la participación de todos los miembros de la familia se puede planificar, ejecutar, controlar y dar constante seguimiento y evaluación a UN PLAN
DE EMERGENCIA FAMILIAR.
Guía para formular un Plan de Emergencia Familiar
El conocimiento exhaustivo del sitio en que vivimos
• No siempre nuestras casas están bien diseñadas o construidas con los materiales de mejor calidad. Es indispensable conocer las características de la
252
Wheelock, Ugarte y Otros
casa: su tipo de construcción, los materiales utilizados, el estado actual de las
instalaciones eléctricas, sanitarias, la estructura principal (zapatas, columnas,
vigas, losas, amarres), el techo.
• Importante conocer la distribución de los espacios en la casa, estado de las
puertas, ventanas, cerraduras, entradas y salidas, accesos al patio, a la calle.
Si no se cuenta con el plano arquitectónico es necesario asesorarse con un
arquitecto o ingeniero o con un buen maestro de obras.
• Es preciso revisar la ubicación y estado del mobiliario y enseres de mayor
tamaño anaqueles, libros, adornos, etc. A veces para decorar y adornar la casa
hacemos cosas que nos ponen en peligro. La altura de los objetos que pueden
derribarse o descolgarse, no debe ser mayor de 1.50 mts.
• Tenemos la costumbre de guardar todo, incluyendo productos inflamables o
tóxicos. Hay que tener mucho cuidado con el almacenamiento de combustibles, pinturas, alcohol. Si tenemos tanques de gas, deben estar en la sombra, y
en buen estado, sus válvulas, conexiones, etc. Cuidar si guardamos materiales
venenosos, equipos de fumigación, herramientas de trabajo pesadas, cortantes,
asegurándonos estén en lugares secos, lejos de las áreas íntimas y sociales de
la casa, donde no puedan causar daño a nadie.
Ubicación de la casa
Tenemos que revisar y tomar nota de dónde está ubicada nuestra casa en relación
con elementos potencialmente peligrosos. Por ejemplo, muchas casas fueron
construidas sobre fallas en
ciudades amenazadas por
terremotos como Managua,
León, Granada, etc., y la mayoría si no todas, se cayeron.
Al escoger el lugar para vivir
lo primero es revisar si el
terreno es geológicamente
frágil o expuesto a amenazas
de otra naturaleza: ríos, criques, cauces, árboles muy grandes o en mal estado,
edificios o construcciones viejas, tendido eléctrico, rellenos, etc. Aunque esto lo
hace un especialista, usted mismo puede recabar información disponible sobre si
su terreno está cruzado por amenazas. Los pasos a dar pueden ser los siguientes:
253
La familia enfrentando las amenazas naturales
• Informarse con INETER (Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales)
de la presencia de posibles fallas. Si las hay, determinar entonces su naturaleza y características. No es recomendable construir sobre fallas activas. Hay
geólogos que admiten construcciones a unas decenas de metros fuera de las
fallas, siempre que se adopten determinadas normas de construcción.
• Determinar las posibles áreas de inundación ante desborde de cauces, ríos,
lagos, lagunas, presas, diques; o bien si pertenecen a zonas bajas con historial
de repetidas inundaciones. Salirse de ellas, o no construir. Precisar cuál es la
probabilidad de ser golpeados por huracanes.
• Precisar las áreas de terrenos inestables donde es peligroso asentarse y construir. Entre ellas las de pendientes muy pronunciadas (mayores de 50 grados);
las próximas a volcanes, conos y cerros sujetos a derrumbes; las tierras muy
erosionadas; las zonas de derrumbes de rocas o muy cercanas a ellos; las zonas
de deslizamientos activos a lo largo de todo el país.
• Conocer la distancia de ubicación de su casa respecto a industrias o centros
de distribución y almacenamiento, cuyos productos son potencialmente
peligrosos: combustibles líquidos y gaseosos, fósforos, medios pirotécnicos,
polvorines, productos químicos, etc.).
• Precisar la cercanía de edificios antiguos o tradicionales de varios pisos (mayores de 5 plantas) o edificios en mal estado.
254
Wheelock, Ugarte y Otros
Características de la comunidad
Nosotros vivimos en comunidad. Para que nuestro hogar sea seguro tenemos que
dominar si nuestro barrio o comunidad lo es también. Esto exige que salgamos a
ver nuestra vecindad y hacer una lista de lo que observamos y averiguamos: qué
amenazas tenemos; qué hay en el barrio que pueda sernos útil a la hora de un
problema natural o social. Hay no menos de una cincuentena de sitios poblados
en Nicaragua considerados por las autoridades de la Defensa Civil, como de
mayor riesgo. Algunos de ellos, golpeados varias veces en este siglo, carecen de
planes de prevención, o bien sus habitantes vuelven a construir sus viviendas en
los mismos sitios que previamente fueron arrasados. Para que una comunidad
sea más segura debemos dominar los siguientes aspectos:
a Cuáles son las amenazas, donde se ubican y cómo se manifiestan en la comunidad. Cuál de las amenazas es la más peligrosa y la que más se presenta
en términos de su frecuencia. Debemos indicarlas en un Mapa de riesgos y
recursos, haciéndolas visibles para todos.
b Conocer sitio y ubicación exacta de organizaciones que tradicionalmente han
trabajado en las emergencias, tales como Cruz Roja, Cuerpo de Bomberos,
Hospital, Centro de Salud, SILAIS, Defensa Civil.
c Censar todas las organizaciones comunitarias, organismos no gubernamentales, cívicos, asociaciones, etc., que existen en la comunidad y que pueden
enfrentar las emergencias.
d Conocer y ubicar los sitios más seguros en donde se pueda reubicar personal
evacuado durante una emergencia, aunque sea de forma temporal: Escuelas,
Centros de reunión.
e Conocer y ubicar las rutas de evacuación o de ingreso y salida de la comunidad
con sus posibles alternativas.
Con este estudio familiar, estaremos en capacidad de identificar cuestiones
esenciales para la reducción de nuestra vulnerabilidad: Cuáles amenazas están
presentes; a cuáles estamos nosotros expuestos; qué tan preparados estamos si
se produce una emergencia.
255
La familia enfrentando las amenazas naturales
El diseño de un Plan de Acción
Casi todas las familias y buena parte de las comunidades afectadas por eventos
naturales en años recientes carecían de un plan de acción. Tampoco contaban
con una organización estable que se pusiera al frente de la emergencia o que
diera seguimiento a las acciones de rehabilitación, lo mismo que a futuras
amenazas. Aún aquellas localidades que tenían su
Comité de Defensa Civil,
tenían el problema de que
los miembros de esos comités nunca eran los mismos, rotaban mucho y la
experiencia acumulada se
perdía. Necesitamos una
organización estable, con
ciudadanos e instituciones
estables y un Plan de Acción único y consolidado.
Cualquier plan de acción tienen
que ver con la familia. Lo óptimo es que cada familia tenga
su propio plan. Hacerlo puede
ser una actividad entretenida
e ilustrativa. La tarea familiar
consiste en decidir qué medidas
tenemos que tomar para evitar
una emergencia o reducir su
impacto. Lo importante del
plan consiste en lo que vamos
a hacer durante y después de
una emergencia. Con la información que se recogió sobre
nuestra vivienda debemos hacer
un plano de la casa y sus alrededores señalando los detalles
más interesantes para una situación de emergencia.
256
Wheelock, Ugarte y Otros
El plan debe ser útil no sólo en función de enfrentar desastres, sino para mejorar
también las condiciones de la vivienda y hacer de nuestra casa un hogar seguro.
Se requiere esencialmente estar muy informados y bien organizados para prevenir, partiendo del concepto de que el plan debe servir también para sembrar
una cultura de mantenimiento de la infraestructura en general y de la vivienda
en particular. Con el mantenimiento permanente se puede detectar las partes a
sustituir o reforzar.
Los trabajos previos o básicos en este orden son:
• Reforzar estructuras: pilares, vigas, amarres del techo
• Reparar instalaciones eléctricas
• Remover o fijar mobiliario pesado o colgante
Qué hacer al momento de una Emergencia
Para saber qué hacer en una situación de desastre tenemos que saber previamente:
Cuáles son los sitios más seguros y los más peligrosos de la casa; cuál es la ruta
más rápida y segura para salir y los obstáculos que hay en esa ruta; dónde están
localizadas las llaves de paso del agua y el interruptor general de la corriente
eléctrica, así como conocer también, cómo se desconecta, si es el caso, el tanque de gas de la cocina. Debe conocerse igualmente cuáles son los peligros que
257
La familia enfrentando las amenazas naturales
se pueden presentar en los alrededores de la casa: muro en mal estado, árbol
grande, cables de alta tensión, cauces, etc.
Otras medidas importantes:
a Tener acumulado provisiones para la emergencia, debiendo ser suficientes para
por lo menos 72 horas: agua, cloro, botiquín de primeros auxilios, alimentos
enlatados. Todos ellos hay que estarlos revisando cada cierto tiempo. También
focos con baterías, fósforos, caja con documentos personales y familiares
más importantes, cuadernos y lápices, radio de baterías, artículos varios de
higiene. Ellos deben estar a la mano.
b Guía telefónica y de direcciones de los organismos competentes de emergencia, de servicios públicos ( ENEL, ENITEL, ENACAL); de los sitios de
trabajo y estudio de los miembros de la familia; así como de los sitios donde
la familia o alguno de sus miembros frecuentan con cierta regularidad
c Responsabilidad de los miembros de la familia, teniendo claro quien se encarga de hacer qué tareas durante una emergencia, tomando en cuenta que esta
puede suceder cuando estemos en casa o fuera de ella. Hay que estar preparados para actuar siempre con rapidez, pero guardando la calma no dejándose
invadir por el miedo, comportándose acorde con el tipo de emergencia y el
fenómeno que se presentó, es decir si es un huracán, un sismo, un incendio,
etc.
d Hay que poner a prueba la efectividad del Plan de Acción a través de un Simulacro que puede realizarse cada 6 meses o cada año, en donde se imaginan
todas las situaciones posibles de emergencias y se pone en práctica todas las
indicaciones del Plan, así como las actuaciones de la comunidad organizada
y de las familias. Después de finalizada cada practica de simulacro se debe
hacer una evaluación de lo que paso, corrigiendo todos aquellos aspectos que
haya que ajustar.
El Plan de Acción debe resultar de la participación de la comunidad, la combinación de esfuerzos y ser rectorado por los líderes comunitarios y las instituciones
más competentes: Alcaldía, Defensa Civil, e instituciones como Minsa, Med, y
organismos cívicos, religiosos, ONG, etc. El Plan debe elaborarse para saber qué
hacer y cómo hacer para evitar un desastre o reducir su impacto.
258
Wheelock, Ugarte y Otros
de Emergencia según el tipo
G uía de un Plan
de fenómenos:
Sismos ( Temblores, Terremotos
y Maremotos):
Aspectos Preventivos:
• Infórmese, estudie y repase frecuentemente los elementos fundamentales
del origen de los sismos, su magnitud e intensidad, la probabilidad de
ocurrencia, los registros sísmicos, los
coeficientes sísmicos, los mapas de
amenaza, vulnerabilidad, riesgo y de
Gestión del Riesgo Sísmico.
• Conozca las normas antisísmicas establecidas en la zona donde usted reside
o donde trabaje. Utilice el mapa de
Zonificación Sísmica del Reglamento
Nacional de la Construcción (MINVAH, 1983).
• Elija lo mejor posible el sitio de su vivienda y de ser posible el de su trabajo,
de acuerdo al contenido de los mapas y coeficientes sísmicos de nuestro
reglamento.
• Cerciórese si alguna vivienda que vaya a comprar o alquilar, ha sido construida
de acuerdo con las especificaciones o códigos antisísmicos vigentes. Verifique
si esa posible vivienda para usted y su familia ha sufrido averías o daños de
alguna clase, y cómo fueron reparados.
• Para estar preparado para las situaciones de emergencia, tome precauciones
para evitar ser afectado por derrumbes de edificaciones cercanas, u objetos
que puedan ser lanzados o desprendidos de esos edificios.
259
La familia enfrentando las amenazas naturales
• No coloque objetos de gran peso o tamaño en las partes más elevadas de sus
muebles. Trate de colocar lo más pesado abajo y lo más liviano arriba.
• Si tiene que colocar objetos obligatoriamente pesados en las paredes, en los
techos o en estantes, trate de asegurarlos anclándolos con platinas o con tornillos, de tal manera que con las oscilaciones o movimientos no se produzcan
fácilmente sus caídas al suelo.
• Indicar personalmente y debidamente a su núcleo familiar cómo se interrumpe
la energía eléctrica total o parcialmente de su casa, así como las instalaciones
de gas y las sanitarias (agua).
• Trate de conocer y enseñar a su familia los aspectos básicos de primeros auxilios. Tenga siempre un botiquín de primeros auxilios, para que en caso de
Emergencia, todas las personas estén en el deber y con todas las herramientas
para ayudar.
260
• Disponga siempre de una linterna o lámpara que le permita afrontar casos
de repentina oscuridad, ya que utilizar velas o candelas en general, puede ser
peligroso si se han liberado gases o líquidos inflamables o se está en un lugar
cerrado.
Wheelock, Ugarte y Otros
• Procure tener un radio con baterías de modo que en momentos de emergencia
no quede aislado de la comunidad.
Indicaciones de protección
Si usted está en su casa o en algún edificio y se inicia
una oscilación como producto de un movimiento
sísmico:
• Conserve la calma, actúe con rapidez pero sin
desesperarse, no pegando carreras ni gritos.
• Salga lo más pronto que le sea posible hacia el aire
libre.
• Aléjese de las paredes y de todo aquello que pueda
caerle encima, incluyendo antenas para televisores,
maceteras, retrateras, adornos pesados y demás
objetos que puedan desprenderse.
• Espere hasta que haya terminado el sismo. Luego
espere por lo menos 30 minutos antes de entrar a
cambiarse de ropa o buscar algo que necesite, ya que
pueden presentarse las réplicas o los microsismos.
Si usted se encuentra en un edificio de varios pisos, como una escuela, universidad, centro comercial:
• No trate de bajar corriendo por las escaleras
• Trate de colocarse bajo el marco de las puertas en las esquinas interiores, pegado
a las paredes internas o debajo de las vigas resistentes.
• No se coloque junto a paredes exteriores, balcones hacia la calle, ventanas,
muebles con vidrios, estantes que tengan objetos pesados en su parte superior
ni bajo lámparas pesadas.
261
La familia enfrentando las amenazas naturales
Si usted se encuentra en lugares donde hay mucho publico aglomerado:
• Manténgase sereno.
• Procure que al peligro del sismo no se agregue el de ser aplastado o asfixiado
por la multitud.
Si el sismo sucede mientras usted está al aire libre:
• Si está lejos de edificaciones y de instalaciones eléctricas o hidrosanitarias,
manténgase en su sitio. Es preferible sentarse en el suelo.
• Si está cerca de estos elementos, aléjese de ellos y siéntese en el suelo.
• Si está manejando un vehículo automotor deténgase en tierra firme, nunca
sobre puentes o estructuras viales; frene bien de modo que no haya movimientos; manténgase en su interior. Al pasar el sismo, siga su camino, prestando
mucha atención al estado del pavimento.
• Si está en las costas de mares, playas, ríos, lagos o lagunas, aléjese rápidamente
de las orillas y busque las áreas más elevadas. Si no lo hace de esta manera
puede sorprenderlo una o más olas sísmicas de gran poder destructivo.
262
Wheelock, Ugarte y Otros
Qué hacer después del sismo?
Es necesario verificar los siguientes aspectos, dentro del
siguiente orden de prioridades:
Posibles muertos, heridos de
gravedad y lesionados. Si hay
incendios o peligro de ellos, así
como también si han sucedido o
pueden sucederse explosiones. Si
se han averiado líneas eléctricas;
las tuberías de agua potable y de
aguas negras, las instalaciones de
gas; los depósitos de combustible y de agua. Los daños en las
estructuras de las edificaciones,
caminos, carreteras, etc.
En cualquiera de estos casos hay que actuar de la siguiente manera:
• Los muertos, déjelos en su sitio y comunique la novedad a las autoridades.
• Los heridos graves no los mueva, salvo que corran otros peligros adicionales.
Informe de inmediato a las autoridades.
• Si encuentra problemas derivados de instalaciones eléctricas y tuberías, así
como depósitos de combustibles y agua: no toque las líneas eléctricas, cierre
las llaves de paso, no use los equipos correspondientes a las líneas dañadas y
avise a ENEL, ENACAL, ENITEL.
• Proceda a limpiar cualquier derrame de combustible, corregir alguna salida de
gases y recoger cualquier tipo de medicinas y elementos de primera necesidad.
• Atienda los heridos leves y coopere en todo lo que pueda, en beneficio de su
familia y de la comunidad.
• Encienda la radio o la televisión de modo que se mantenga informado.
• No entre en edificios dañados, aunque visualmente se crea que no es grave.
• Si hay en el piso escombros y especialmente vidrios rotos, use zapatos y en
ningún momento camine descalzo.
263
La familia enfrentando las amenazas naturales
• Cuídese de comidas o bebidas que provengan de recipientes cercanos a vidrios rotos. Las bebidas pueden ser previamente filtradas con tela, algodón,
colador, etc.
Inundaciones
Lo que debemos hacer para estar prevenidos:
• Verificar con periodicidad el estado de los drenajes pluviales, así como las
redes de aguas negras y su relación con las de agua potable.
• Conservar en un lugar fácilmente accesible lámparas de mano, un radio con
baterías y un botiquín para primeros auxilios.
• Tener seleccionado el lugar y la ruta más segura para evacuar a la familia.
Hay ciertos aspectos que los organismos destinados a la defensa civil podrían introducir dentro del proceso de Planeación de las zonas propensas a ser inundadas:
La puesta en práctica de medidas apropiadas de evacuación en áreas potencialmente inundables.
264
Wheelock, Ugarte y Otros
La estricta regulación del uso y aprovechamiento de las tierras inundables, lo
cual debe ser producto de un estudio técnico detallado sobre la materia que
defina bien las verdaderas propiedades y facilidades urbanísticas o productivas
de cada zona.
La campaña, el fomento y la motivación necesaria para estimular la existencia y
contratación de seguros contra daños por inundaciones.
La preparación de la población para elevar su conciencia familiar e individual
sobre todos los daños que pueden evitarse si se siguen las orientaciones y recomendaciones técnicas.
El estricto cumplimiento de las enseñanzas dictadas en beneficio de las mayorías
más vulnerables amenazadas por posibles inundaciones.
Las prohibiciones de quemar o talar bosques, así como construir obras en sitios
inadecuados causantes de alteraciones y desbordamientos de corrientes de agua.
Indicaciones de protección
En caso de que la inundación sea inminente, evaluaremos en forma rápida pero
serena, el grado de peligro que corre nuestra vivienda o sitio de trabajo, acorde
con las respectivas evidencias del problema presentado. Esta evaluación debe
abarcar los siguientes aspectos:
265
La familia enfrentando las amenazas naturales
• Áreas que se inundarán y áreas que posiblemente no se inunden. Es muy
importante que esté bien preciso y delimitado en el mapa de peligro o amenaza.
• Peligro que corren las personas de ser lesionadas, muertas o de quedar aisladas
del resto de la comunidad, así como también de la ubicación de los bienes
familiares y determinación de los riesgos que corren. Hay que precisarlo y
delimitarlo en el mapa donde se describa la Vulnerabilidad y el Riesgo.
• Si estimamos conveniente que moviendo algunos bienes y ubicando bien a
las personas podemos quedarnos en la casa o sitio de trabajo, procederemos
de la manera más serena; pero si consideramos que el peligro se acrecienta,
debemos evacuar la zona sin titubeos. Cuando es un caso de gran peligro,
hay que coordinar acciones con los organismos de la Defensa Civil.
• Priorizaremos poner a salvo a las personas y hasta después nos ocuparemos
del traslado de todo lo indispensable a lugares más seguros.
• Procuraremos tener agua potable acumulada en recipientes apropiados, calculando tenerla para por lo menos una semana, debido a que el servicio normal
puede quedar interrumpido por varios días.
• Si usted ha sido capacitado previamente y es miembro de alguna brigada de
Defensa Civil, diríjase de inmediato al sitio definido de concentración y preste
su colaboración.
Durante la Inundación:
• Nos situaremos en lugares donde no haya peligro o en lugares indicados
en nuestro mapa familiar de riesgo.
• Por ningún motivo debemos permitir que algún miembro de la familia se
aventure a atravesar áreas inundadas y mucho menos ríos desbordados que
por lo general arrastran piedras, troncos y otros objetos que pueden ser de
gran dimensión. Esto sólo puede hacerse con personal especializado y con
algunos medios apropiados tales como lanchas, salvavidas, cuerdas, etc.
266
Wheelock, Ugarte y Otros
Si la inundación nos sorprende manejando un vehículo:
• No tratar de cruzar áreas inundadas sin estar seguro de la base del piso y /o
camino o carretera; así como la altura del nivel del agua o las características
generales del vehículo.
• No circular por cauces naturales que, en unos cuantos segundos, pueden
cubrir, destruir y arrastrar el auto.
• Si se llega a un sitio inundado y hay cola de vehículos, procuraremos devolvernos y colocarnos en una posición apropiada. Si nos sumamos a la cola,
es posible que suframos las consecuencias de una corriente o quedemos
atrapados en este sitio.
• No se deberá cruzar puentes donde el nivel de las aguas esté demasiado cerca
de la pista de rodamiento de la estructura.
• Procurar no pasar por encima de instalaciones eléctricas (ni de baja, mediana
ni alta tensión) caídas en la carretera.
• Mantener encendido el radio del vehículo y escuchar atentamente las indicaciones de la Defensa Civil.
Si usted queda aislado del resto de la comunidad aplique los siguientes procedimientos:
• Piense serenamente la forma cómo podría eventualmente salir de donde esté
y elija entre ellas la que le ofrezca mayor seguridad.
• Si concluye que no hay alternativa de salida, no se desespere, trate de poner
a salvo en lugar seguro, todo aquello que pueda servirle de medio de subsistencia durante algún tiempo (comida, bebidas, ropa, medicinas, frazadas,
agua, botiquín de primeros auxilios, calzados).
• Como no se sabe exactamente cuanto tiempo va a pasar allí, establezca sus
cuotas de racionamiento con lo poco de que dispone.
• Hay que controlar periódicamente el nivel de las aguas. Si son varias las personas aisladas en el mismo sitio, no duerman todos simultáneamente, alguno
deberá estar siempre vigilando.
267
La familia enfrentando las amenazas naturales
• Cuando le venga ayuda y le rescaten, mantenga la serenidad y disciplina exigida
por quienes lo estén transportando.
Qué hacer luego de que cesa la inundación?
• Limpie toda el área a su alrededor.
• Por ningún motivo toque equipos eléctricos y mucho menos trate de operarlos
hasta no verificar que las aguas no los han mojado.
• No coma nada que haya sido mojado por las aguas de la inundación.
• Si siente malestar, dolores de cualquier tipo, fiebre, vómitos, diarreas o cualquier síntoma extraño, consulte a un médico o diríjase al Hospital o SILAIS
más cercano.
• Si lo ha perdido todo, busque a las organizaciones que ayudan a los damnificados por desastres naturales de este tipo.
Huracanes
Qué hacer antes, durante y después de un huracán:
• Es conveniente que observe las siguientes recomendaciones, porque le ayudarán a proteger su vida, la de sus familiares, compañeros y amigos.
• Prepararse para enfrentar a un huracán es proteger la vida, y esto es responsabilidad de cada uno de nosotros.
Antes
Cómo prepararse con anticipación?
- Acuda a la Defensa Civil o a las autoridades locales para saber:
•
•
•
•
•
268
Si la zona en la que vive está sujeta a este tipo de riesgos.
Cuáles son los lugares destinados para refugios temporales?
Por qué medios de comunicación recibirán los mensajes de emergencia?
Cómo podrán integrarse a las brigadas de auxilio si quieren ayudar?
Y usted les informará cuántas personas viven en su casa y si hay enfermos
que no pueden ver, moverse o caminar.
Wheelock, Ugarte y Otros
- Platique con sus familiares y amigos para organizar un plan de emergencia tomando en cuenta las siguientes medidas:
• Determinar un lugar para reunirse si se llegaran a separar a causa del huracán.
• Ponerse de acuerdo sobre la distribución de las actividades que cada quien
realizará.
• Si su casa es frágil (carrizo, taquezal, adobe, paja o materiales semejantes)
tenga previsto un refugio (escuela, iglesia, u oficina municipal).
• Realice las reparaciones necesarias en techos, ventanas y paredes para evitar
daños mayores.
• Guarde fertilizantes e insecticidas en lugares a prueba de agua, ya que en
contacto con ella la contaminan.
• Procure un lugar para proteger a sus animales y equipo de trabajo.
• Prevea el transporte en caso de tener familiares enfermos o en edad avanzada.
• Tenga a la mano los siguientes artículos para caso de emergencia:
• Botiquín de primeros auxilios con su manual (solicítelo en su Centro de
Salud).
• Radio y linterna de baterías con los repuestos necesarios.
• Agua purificada o hervida en envases con tapa.
• Alimentos como frijoles, leche y otros que no necesite refrigerarse.
• Flotadores, como neumáticos de llantas salvavidas.
• Documentos personales (actas de nacimiento, matrimonio, cédula; papeles
agrarios, etcétera) guardados en bolsas de plástico y dentro de una mochila
o morral que le deje libres brazos y manos.
• Ante el aviso de huracán y de acuerdo a su peligrosidad usted puede:
• Quedarse en su casa si es segura o trasladarse al refugio ya previsto.
• Pero si las autoridades recomiendan evacuar el área y/o la casa donde vive,
NO LO PIENSE, HÁGALO!, esta recomendación se base en el conocimiento de la peligrosidad del huracán.
Durante
- Si decide quedarse en su casa:
• Conserve la calma.
• Tenga a la mano los artículos de emergencia mencionados.
• Mantenga su radio de baterías encendido para recibir información e instrucciones de fuentes oficiales.
269
La familia enfrentando las amenazas naturales
• Cierre puertas y ventanas, protegiendo interiormente los cristales con cinta
adhesiva en forma de X; no abra las cortinas, lo protegerán de cualquier astillamiento de cristales.
• Guarde los objetos sueltos (maceteras, botes de basura, herramientas, etc.),
que pueda lanzar el viento. Retire antenas de televisión, rótulos y objetos
colgantes.
• Fije y amarre bien lo que el viento pueda lanzar.
• Lleve al lugar previsto sus animales y equipo de trabajo.
• Tenga a la mano ropa abrigadora e impermeable.
• Cubra con bolsas de plástico aparatos u objetos que puedan dañarse o romperse con el agua.
• Limpie los desagües, canales y albañales y barra la calle limpiando las cunetas.
• Llene el tanque de gasolina de su vehículo y asegúrese del buen estado de su
batería.
• Selle con mezcla de cemento la tapa de su pozo o cisterna para tener agua de
reserva no contaminada.
• Vigile constantemente el nivel del agua cercano a su casa.
- Si decide trasladarse al refugio temporal ya previsto:
• Asegure su casa y lleve con usted los artículos indispensables.
• Conserve la calma y tranquilice a sus familiares. Una persona alterada puede
cometer muchos errores.
270
Wheelock, Ugarte y Otros
• Continúe escuchando su
radio de baterías o portátil para obtener información o instrucciones
relativas al huracán.
• Desconecte todos los
aparatos y el interruptor
de energía eléctrica.
• Cierre las llaves del agua.
• Manténgase alejado de
puertas y ventanas.
• No prenda velas ni veladoras; use lámparas de
baterías.
• Atienda a los niños, ancianos y enfermos que
estén con usted.
• Si el viento abre una
puerta o ventana, no
avance hacia ella en forma frontal.
• No salga hasta que las autoridades indiquen que terminó el peligro. El ojo
del huracán crea una calma que puede durar hasta una hora; después vuelve
la fuerza destructora con vientos en sentido contrario.
Después
- Conserve la calma
• Siga las instrucciones transmitidas por las autoridades de los medios de comunicación.
• Si hay heridos repórtelos inmediatamente a los servicios de emergencia.
• Cuide que sus alimentos estén limpios, no coma nada crudo ni de procedencia
dudosa.
• Beba el agua potable que almacenó o hierva la que va a tomar.
• Use los zapatos más cerrados que tenga.
• Limpie perfectamente cualquier derrame de medicinas, sustancias tóxicas o
inflamables.
• Revise cuidadosamente su casa para cerciorarse de que no haya peligro.
• Si su casa no sufrió daños, permanezca ahí.
271
La familia enfrentando las amenazas naturales
• Mantenga desconectados el gas, la luz y el agua hasta asegurarse de que no
haya fugas ni peligro de corto circuito.
• Cerciórese de que sus aparatos eléctricos estén secos antes de conectarlos.
• No divulgue ni haga caso de rumores.
• Colabore con sus vecinos para reparar los daños.
• En caso necesario, solicite ayuda a las brigadas de auxilio o a las autoridades
más cercanas.
• Si su vivienda está en la zona afectada, no debe regresar a ella hasta que las
autoridades lo indiquen.
• Desaloje el agua estancada para evitar plagas o mosquitos.
- Si tiene que salir:
•
•
•
•
Use los zapatos más cerrados que tenga.
Manténgase alejado de las áreas de desastre.
Evite tocar o pisar cables eléctricos.
Retírese de casas, árboles y postes en peligro de caer.
-Recuerde: más vale prevenir...
• Si vive en zonas con tales riesgos, ponga atención a los avisos, alertas o
alarmas de huracán, ya que lo previenen de los peligros que estas calamidades traen consigo y orientan sus acciones para proteger su vida.
Avalanchas
Qué hacer para estar prevenidos
No se requiere instrumentos complicados para determinar si un terreno puede
deslizarse y ocasionar una avalancha. Muchas veces la inestabilidad del terreno
es apreciable a simple vista. Observaremos primero si hay un desnivel mayor de
80 grados donde existe alta probabilidad de deslizamiento. También la naturaleza
del terreno: si es flojo o con grietas muy evidentes, grandes capas de tierra con
enormes protuberancias, arboles torcidos, capa vegetal dispersa. Observar si el
terreno ha sido sometido a excesivo uso o pastoreo. Cuando se observan estos
detalles hay algunas previsiones que pueden ser útiles:
• Evitar pasar o detenerse en áreas que podrían ser sepultadas por el desprendimiento de grandes masas de materiales inestablemente depositados en
montañas o cerros cercanos.
272
Wheelock, Ugarte y Otros
• Si para el desplazamiento que obligatoriamente tengamos que hacer hay
que circular por zonas y caminos altamente peligrosos, se debe evitar ruidos
innecesarios, no mover los vehículos a grandes velocidades, no producir
vibraciones en el terreno o del ambiente.
• En caso de encontrarnos en áreas altas, no acercarnos sin necesidad a los
bordes próximos a los desniveles.
• Si el área de posible derrumbe está muy próxima a una carretera, ésta se debe
proteger con mallas o con gaviones, o bien con un desagüe al pie del talud.
La misma carretera puede protegerse con una estructura aérea.
Indicaciones para protegerse de avalanchas o deslizamientos:
Cuando una avalancha se presenta sorpresivamente es difícil protegerse. Sin
embargo, si los desprendimientos no son totales sino que sucesivos o parciales,
pueden dar resultados estas medidas:
• En el caso de haber iniciado el recorrido peligroso y estar lejos del final del
trayecto, retroceder hasta encontrar un sitio mas o menos seguro, o bien
regresar al lugar de partida.
273
La familia enfrentando las amenazas naturales
• Si está en el centro del recorrido, tratar de ubicarse en un lugar topográfico
donde los riesgos disminuyan. En estos casos, lo sensato es alejarse lo más
posible de las trayectorias naturales de caída de los materiales por desprenderse.
• Si está cerca del final del recorrido peligroso, trate de llegar cuanto antes al
final del trayecto; siguiendo las recomendaciones de evitar vibraciones mecánicas o ruidos que puedan desencadenar la posible avalancha.
• Si como consecuencia de la avalancha no puede seguir el camino, quédese en
sitio seguro hasta que todo el problema esté solucionado o en caso extremo,
ábrase caminos con serenidad.
Qué hacer después de la avalancha?
• Limpie toda el área a su alrededor.
• Si puede colaborar ayude a los organismos de Defensa Civil a buscar muertos,
heridos, lesionados.
• Recurrir a los organismos científico-técnicos para que en conjunto con la
población organizada se lleven a cabo labores de evaluación control y monitoreo del fenómeno.
• Proponer y diseñar obras de mitigación (diques, cauces, drenajes, anclajes y
reforzamiento de taludes) para proteger las poblaciones cercanas.
• En caso de que la evaluación concluya con la urgencia de ejecutar evacuaciones inmediatas de los pobladores, hay que hacerlo en forma organizada en
conjunto con los organismos de Defensa Civil.
• Diseñar un efectivo Plan de Reordenamiento Territorial y un mapa de Gestión
del Riesgo.
Erupciones volcánicas
Qué hacer para prevenir?
• Usted que vive cercano al volcán, si observa algún cambio, como pueden ser
nuevas fumarolas, fuentes termales, pozos secos, caída de cenizas, derrumbe
en las laderas de los cerros, hay que comunicárselo de inmediato a las autoridades.
• Colabore con las autoridades informándole de todos los antecedentes y lo
sucedido recientemente.
274
Wheelock, Ugarte y Otros
• Manténgase enterado de toda la
actividad del volcán por medio de
la radio, la T.V., de los informes de
los organismos científicos como
INETER y del Comité Nacional
de Emergencia y de la defensa civil.
• Tener siempre en lugar accesible un
foco con baterías y su repuesto, su
botiquín de primeros auxilios, su
radio portátil, agua potable, alimentos enlatados y sus documentos
personales más importantes.
• Si vive cerca de ríos situados en las
laderas del volcán, hay que estar
alerta porque por ahí podrían bajar
lodo, piedras, lavas, etc.
Indicaciones para protegerse de erupciones:
• Siempre mantenga la calma.
• En caso de Erupción Volcánica evite respirar los gases nocivos que el volcán
expele, así como el polvo fino. Utilice tela humedecida con agua o vinagre
sobre la boca y la nariz. Además, es necesario protegerse la cabeza y cuerpo
con sombrero, cascos y mantas o capas gruesas.
• Si le dan la alarma de evacuar, guíe a su familia con sólo lo indispensable,
hacia sitios seguros y orientados por las autoridades.
• Mantenga encendido su radio.
Qué hacer después de una erupción volcánica?
• Limpiar las areas afectadas, sobre todo las calles, caminos, y techos de las
casas.
• Colaborar en las labores de alerta y evacuación, asistencia médica, búsqueda
y rescate, suministro de alimentos, agua y albergue, reubicación de víctimas
y asistencia financiera.
275
La familia enfrentando las amenazas naturales
• Evaluar los daños en la infraestructura existente, así como también del plan
de evacuación y respuesta a la emergencia.
• Proponer medidas de mitigación en calles y techos de las estructuras existentes.
• Planificar el uso de la tierra para asentamientos alrededor de los volcanes.
276
Wheelock, Ugarte y Otros
Conclusiones:
La gran mayoría de las familias en Nicaragua ha sido golpeada y continúa expuesta
a una o varias amenazas de origen natural. Lo que se ha hecho hasta ahora en
materia de prevención es insuficiente.
El esfuerzo familiar para reducir los efectos de las amenazas naturales es muy
importante. Pero dada la magnitud y la recurrencia de estos fenómenos, la prevención de los desastres naturales debe abordarse como un problema nacional.
Nicaragua requiere de un sistema eficiente de gestión para prevenir, enfrentar
y superar los desastres.
La solución al problema de los desastres no va a encontrarse con improvisar
mecanismos cada vez diferentes de acción y socorro, sino mediante un sólido
tendido institucional capaz de unir el esfuerzo familiar, el de la comunidad, el
municipio, las organizaciones cívicas, religiosas y sociales con las del Estado.
Muchas piezas de un sistema nacional de prevención ya existen en diferentes
grados de madurez. Es preciso mejorarlas. Pero lo que hace falta es sobre todo
su enlace institucional y legal para hacerlas efectivas con una voluntad política
nacional.
El esfuerzo de prevención de la familia y la comunidad debe ser apoyado. El
Estado debe brindar, en casos de desastres una asistencia concreta que se pueda
movilizar rápidamente.
Actualmente existen vacíos institucionales y situaciones ambiguas que limitan
las capacidades del país para prevenir desastres. Un punto de partida es la promulgación de las bases legales adecuadas a las capacidades del país.
Todavía no se dispone de un mecanismo administrativo permanente u oficina
nacional de atención de desastres -como la tienen muchos países con menor
grado de amenaza-. Esta oficina, ubicada al más alto nivel gubernamental, es la
que normalmente se encarga de:
• desarrollar un programa de acciones de prevención en tiempos normales.
• establecer las prioridades de acción en localidades de mayor riesgo.
• asegurar la coordinación de acciones rápidas en casos de emergencia
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La familia enfrentando las amenazas naturales
• mantener activos y monitorear los sistemas de alerta y comunicación
• Canalizar el apoyo material de socorro en la emergencia
• Brindar capacitación en gestión del riesgo
• Fomentar y asegurar la cooperación entre gobierno y asociaciones civiles
Para mejorar la capacidad ejecutiva del sector público en materia de prevención,
dos instancias públicas, la Dirección de Defensa Civil del Ejército Nacional e
INETER, deben ser fortalecidas con recursos humanos y materiales.
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