Mal sentada acaricia su gato. Oleo sobre lienzo 72 x 62 cms

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Mal sentada acaricia su gato. Oleo sobre lienzo 72 x 62 cms
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Ángel Loochkartt:
“Yo aprendo de lo que
me asombra”
De una entrevista con Álvaro Suescún T.
Estoy en el sitio de los orígenes. Cerca de aquí ocurrió el comienzo de todo. Cuando el mundo era una noche densa primero fue el mar, así está escrito en el catecismo de los Caribes. Todo estaba oscuro, no había sol,
ni luna, ni gente, ni animales, ni plantas. Después se hizo
la luz y surgieron los colores.
Desde siempre busqué tener los ojos puestos en la
pintura. Los escenarios comunes y corrientes permiten
un tipo de relación con la vida, que es la misma relación
con la pintura. El paisaje para mí es pintura, la calle es
pintura para mí, los amigos y las tertulias, la fiesta, todas
las manifestaciones humanas nos permiten concebir una
idea pictórica. No desuno la vida, sino que la pongo focalmente en los ojos para hacer una obra con el rigor de
lo que es la esencia de la pintura. Me parece importante
no estar divagando. Abstraigo de las virtudes lo que es
el acontecimiento natural humano para convertirlo en
pintura. Mis ojos son para ver pintura, para analizar en
pintura.
Tengo unos recuerdos muy gratos de Meira Delmar.
Ella, era muy sugerente en sus expresiones, en su idioma
literario, Meira amó el mar e hizo suyo el lenguaje de las
olas, y en nuestras conversaciones recurrentes me trasmitió esa pasión, de modo que yo también tengo un sentido
marino, en la cuestión de la eternidad, el todo siempre
está vivo y es eterno.
El espectáculo de la vida siempre lo he pintado.
Me he interesado en el folclore, lo que significa en las
danzas, en nuestra cumbia. Hace un par de años traje a
Barranquilla una exposición sobre el tango. Es un baile
ritual, mágico.
Mi pintura es una pasión constante. Desde cuando
estuve en Bellas Artes hasta ahora nunca he dejado de
pintar. Mis ojos ven pintura. Mi vista no toma la idea de
la vida por separado, está en todas partes, me nutro de
la calle, de lo que acontece, de las manifestaciones humanas, de las vivencias de la noche. Cada tema tiene su
propia manifestación, su propio movimiento y su propia
tensión.
Es necesario que el artista conozca el punto de partida. Está en el valor interior de su material medido con
una balanza objetiva; es decir, en nuestro caso, en el análisis del color, como pedía Kandisky. El concepto se basa
en una cosa pura, en llegar en profundidad a un lugar que
era incierto y ahora se hace cierto cuando la he revelado
con mi paleta, con mi aporte gestual. Pienso que tengo
el privilegio de darle vida a mi obra que es algo que está
siempre en ascenso, voy buscando nuevas aventuras, no
programo nada, lo único que sé es que voy a derrotar
el blanco del lienzo para que, dentro de esa nebulosa,
surjan los elementos compositivos, que se convierten en
la estructura de todo lo que es, no el tema, las calidades
pictóricas, el tema es un pretexto que conozco bien.
He hecho una abundante serie y uno de los temas
que más he trabajado es la angelología, la estudié en
Roma, luego profundicé los conocimientos estudiando al
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respecto lo que ha investigado Mario Cacciari. La pintura
universal está llena de ángeles, creo en ellos. Todos tenemos un ángel, Wim Wenders hizo una película clave,
‘Bajo el cielo de Berlín’, la película supone un enfrentamiento con la realidad, y termina siendo una declaración
de amor por la humanidad. Los ángeles son parte de mi
cotidianidad, ahí están representados los amigos, los universitarios, algunos personajes que he conocido y que en
mis lienzos aparecen con un nuevo sentido”
La figura del ángel, casto y perfecto de la tradición
cristiana, me pesa demasiado, es una carga que apenas
pudiera soportar. Soy católico y creyente por convicción,
pero me identifico más con los ángeles de la tradición del
Islam, en ella son seres hermosos, con alas, que eventualmente sufrirán la muerte, pero están generalmente ocultos a nuestros sentidos.
Me encanta representar a los ángeles. Los óleos de
Sopó es uno de los tesoros del patrimonio artístico colombiano que más seguidores tiene, en un país que de-
muestra especial aversión por ese arte virreinal que es
tan rígido, quizás porque aparentan ser inexpresivos. Por
allá a mediados de los 80s, el Centro de Restauración de
Colcultura recuperó esas pinturas, yo me inspiré en ellos
e hice una serie que todavía no acabo, y a la cual recurro
cada vez que siento necesidad de hacerles un homenaje.
La última vez que estuve allá quise tomarles fotografías
a esas obras, pero el párroco me lo impidió con alguna
razón baladí, antes de expulsarme públicamente, porque
quise mostrárselas a unos amigos italianos, y desde el púlpito me echó como si fuera el demonio, sin entender que
mi propósito era santo.
Pepita es el personaje de mayor presencia a lo largo
de mi obra, que a estas alturas ya es muy extensa. Cuando había pintado muchas cosas pensé que era necesario
tomar una historia y darle vida en pintura. La Pepita nace
prostituta en carnaval y hace la cuenta regresiva hasta llegar a niña, es celebre su tránsito por la vida, cuando es
rica va a Rusia y se compra un ícono. Le presenté a unas
Pepita celebra su cumpleaños en el campo con sus amigas. Oleo sobre lienzo. 30 x 40 cms.
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Casilda entre la manzana y la mandolina. Oleo sobre lienzo. 100 x 90 cms.
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El congo en lance erótico con Marinella. Oleo sobre lienzo. 109 x 89 cms.
amigas, Juaca, Lulúa y Tallulah, tiene su gato, Ciro, que
tiene permanencia actual en mi pintura, y así discurre,
todo un personaje. Todos los años celebro a La Pepita
pintándole un retrato.
Cuando Heriberto Fiorillo, director de la Fundación
La Cueva y del Carnaval de las Artes, me invitó a elaborar
el afiche oficial de este evento, me sentí muy honrado, y
no creo que sea necesario señalar aquí la gran trascendencia que han alcanzado en esa convocatoria de toda suerte de personalidades del mundo de la cultura. Después
me anunció que haría una exposición de mi obra en el
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teatro Amira de la Rosa, una especie de retrospectiva de
mi pintura dedicada al carnaval, algo que no hacía desde
1979, cuando logré reunirla en la galería Skandia de Bogotá por iniciativa de Nina de Friedemann, y la emoción
fue mayor. Y, como si eso no fuera suficiente, me dijo en
una tercera conversación que yo era el artista escogido
para hacer el homenaje central. De manera que no tengo
palabras para explicar el sentimiento que me invadió y el
orgullo que siento tras esos reconocimientos.
La paleta de colores del Carnaval de Barranquilla es la
más grande que existe, cromáticamente hablando, quien
no aprehende del color del Carnaval de Barranquilla no
va a ser pintor jamás. Es que tú ves tierra de siena tostada
con magenta, eso no lo combina nadie en un cuadro, ves
rosa al lado de un verde viridian, azul cobalto con tierra verde, amarillo de Chanbord con carmín, son paletas
completamente emocionales del color, eso me hace pensar en esa libertad que el arte te otorga, sin darte cuenta
te toma toda esa fuerza creativa, en las imágenes, en las
máscaras. Yo aprendo de lo que me asombra, y siempre
me asombra el carnaval de Barranquilla, de ahí mi recurrencia en ese tema.
En algunos momentos los colores que predominaron
en mi pintura fueron los grises, sucedió cuando me fui a
vivir a Bogotá. Después me sacudí al entender que debía
regresar a lo conocido, a esos constantes que aparecen
en nuestro paisaje tomados del amarillo del marañón, del
blanco de los cocos, de los rosas que contienen los icacos,
los tintes fucsia del mamón, así como las tonalidades que
nos brindan nuestras flores, la trinitaria, la capitana, la flor
del arrebatamacho, las de robles y acacias, desde entonces
mis colores se nutren de esa naturaleza que conozco a
palmo, he recorrido toda la vida en esos colores y son los
que espontáneamente se expresan en mi pintura. En mi
obra procuro reiterar la posición reconocible del Caribe
colombiano, especialmente Barranquilla.
A mí me parece fantástico, rio y mar, en la tierra que
me vio nacer. El paisaje lacustre que hay en las cercanías,
nos habla de la cercanía del río. Esa es la característica
que nos muestra nuestra geografía diferente, es lo que me
lleva a la reflexión de que tengo tiempo para convertir
esta circunstancia natural de la paisajística en una realidad
pictórica.
Carmel, el ángel, irrumpe en la danza. Grabado. 30 x 50 cms.
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