RECUERDO por Sanda Estaba sentado bajo la copa de un árbol contemplando el lago, cuando al fijar la vista en el reflejo de la luna sobre el agua, le vino a la mente la primera vez que lo vio, llegando sobre su caballo negro azabache, como la misma noche. A sus ojos le parecía que estaba contemplando a un caballero de la más alta alcurnia, casi como si viera a un rey. El cabello tan oscuro como su caballo, le ensombrecía la mitad de la cara, dejando sus ojos ocultos a cualquier mirada. Parecía que volvía a sentir las mismas sensaciones que la primera vez que se cruzaron sus miradas. “Acababa de finalizar uno de sus más duros entrenamientos con uno de los comandantes mas brutos que habían pasado por la orden desde que el estaba allí. Sudoroso se acerco a la fuente del centro del lugar y metió la cabeza bajo el fresco chorro de agua que salía de ella, cuando un sonido de cascos le hizo levantar la cabeza y quedarse anonadado al ver entrar por el pórtico a dos ejecutores, cubiertos del fino polvo del camino. Vio como se apeaban de los caballos y como uno de ellos, el más alto, cogía las riendas de los dos animales y se encaminaba con ellos a las caballerizas. El otro se giro y sintió como si una flecha le atravesara el pecho cuando sus ojos de cruzaron con los del ejecutor. Este sin cambiar su expresión se dirigió con paso lento pero seguro hacia la fuente hasta colocarse al lado de Kayan. Al ver sus ojos de cerca le impresionaron más aun todavía y sintió que la flecha se clavaba más hondo aun en su pecho, pero sin apartar sus ojos grises, de los negros del ejecutor, dio un paso atrás para dejarle sitio al lado del grifo. Vio como hacia lo mismo que él había hecho segundos antes, meter la cabeza bajo el agua, con la diferencia que el ejecutor se quedo allí un rato mas restregándose las manos por la cara y los brazos. Sin saber cómo paso, se vio extendiendo la mano donde tenía sujeta con fuerza la toalla y se la ofrecía. Se giro al escuchar que alguien le llamaba y cuando volvió a mirar la fuente vio que el ejecutor ya no estaba. Miro alrededor pero no había ni rastro de el por ningún lado. Paso un hombre corpulento por su lado y agarrándolo de la muñeca le pregunto que quien era el hombre que había estado junto a él en la fuente. -Es Shen, y si quieres el consejo de un amigo, no te acerques a él, lo pagaras muy caro. Mientras veía como el guerrero se alejaba, su expresión se fue poniendo más seria, sonrió, no sabía aquel tipo que al decirle aquello aun tendría más ganas de conocerlo. Le gustaban los retos, y por las palabras de guerrero, aquel seria un reto que estaría encantado de conseguir. Así que sin más, siguió el camino que creía había seguido el ejecutor llamado Shen. Pero no tuvo suerte en su búsqueda. Habían pasado ya casi una semana desde que lo había visto y le parecía raro que viviendo los dos en el mismo lugar, no se lo hubiera encontrado por casualidad ni una sola vez en todo aquel tiempo. Paso por el lado de donde se entrenaban todos los guerreros y le pareció raro escuchar a aquella hora el entrechocar de unas espadas, cuando sabia que a esa hora no había nadie. Se acerco silenciosamente y al voltear una esquina su cuerpo se quedo paralizado. Ante sus ojos estaba Shen combatiendo junto a un guerrero enorme que portaba una gran hacha consigo. El del hacha golpeaba cada vez con más fuerza y precisión, mientras que Shen los detenía casi sin hacer el mínimo esfuerzo. Pareciera como que para él, aquellos golpes fueran simples roces de las hojas que caían de los arboles en otoño. Cuando el sabia ciertamente por la expresión de gigantón, que aquellos mandobles estaban dados con la mayor de las fuerzas posibles. Kayan sabía que si él fuera el receptor de esos golpes, no los podría haber resistido sin que sus músculos no se vieran afectados, cosa que no parecía pasarle a Shen en ningún momento. Lentamente se fue dejando ver hasta quedar apoyado en la valla de madera que separaba a los luchadores de los demás, aunque allí solo estaba el. Sabía que debía tener una expresión de abobado, pero no lo podía evitar, contemplar a aquellos dos guerreros luchando, aunque solo fuera un entrenamiento, era algo digno de ver, ya que por lo que Kayan podía ver, más que entrenar, pareciera que estaban combatiendo en un duelo a vida o muerte y aquello era algo que él no había podido ver nunca, en el tiempo que llevaba en la orden. De pronto el gigantón saco de su espalda una segunda hacha y combinándolas, primero una y después la otra, fue atacando a Shen consiguiendo así que este ultimo fuera poco a poco perdiendo terreno, retrocediendo. Daba golpes cada vez con más fuerza y esta vez sí parecían afectar al moreno el cual las piernas se le iban doblando cada vez más, conforme recibía los golpes de las hachas. Con el último golpe que recibió, cayó al suelo hincando una rodilla en el, mientras Kayan desde donde estaba podía escuchar la fuerte respiración del moreno, haciéndole saber que esta vez el esfuerzo para detener los avances del gigante habían sido más duros, hasta hacerlo hincar una rodilla. El pelo negro azabache le cubría el rostro y no podía ver su expresión, pero se fijo en como los nudillos que sujetaban la espada se ponían blancos al apretar con fuerza la empuñadura. Vio como Shen hacia algo con el otro brazo y de pronto apareció en su otra mano una espada igual a la que tenia, pero lo que más lo sorprendió a la vez que llamo su atención, fueron los tatuajes que le empezaron a salir por los brazos y que se perdían bajo las mangas de la camisa, y que gracias a la poca brisa que soplo en ese momento vio que se extendían hasta su rostro, dándole la apariencia de un bandolero. Shen, se puso lentamente en pie y sujetando sus armas con fuerza, comenzó a devolverle los mandobles al gigante, consiguiendo recuperar la ventaja que había perdido y más. Sus golpes eran todos certeros, haciendo que con el choque de las espadas contra las hachas, saltaran chispas. También se fijo en que le daba algún que otro golpe en el cuerpo pero al hacerlo giraba un poco la espada para no herirlo, consiguiendo así darle simplemente un fuerte golpe, pero con la parte plana de la espada. Kayan sin darse cuenta, empezó a apretar la madera en la que se apoyaba sin darse cuenta. Nunca en su vida había sentido tal emoción y sensaciones simplemente mirando un combate entre dos guerreros, a cuál de los dos más fuerte. Pero sus ojos apenas perdían de vista al moreno. Comprendió en ese momento que estaba enamorado de él y que nunca tendría una oportunidad para estar juntos ya que aquel hombre no se dignaría nunca a mirarlo apenas el tiempo suficiente para fijarse en el. Su semblante se ensombreció al pensar que eso pasaría, pero sabía también que nunca dejaría de mirarlo y de buscarlo, mientras viviese.” De ese hecho habían pasado ya dos años y en ese tiempo, siempre que había tenido la oportunidad lo había contemplado a sus anchas. Hasta el día en que se fue con los demás ejecutores en una misión que casi nadie sabía de ella. Así que allí estaba, bajo el árbol, esperando el regreso de Shen para poder volver a contemplarlo blandiendo sus espadas como lo que para Kayan era… Un Dios.