Tema 09, El islam

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Copyright © RAFAEL MONTES GUTIÉRREZ 2013
Tema 09
El islam
Rafael Montes Gutiérrez
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PROFESOR DE GEOGRAFÍA E HISTORIA
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TEMA 9: El Islam
MAHOMA Y SU DOCTRINA
Mahoma fue el profeta fundador del islam. Su nombre completo en lengua
árabe es Abu l-Qasim Muhammad ibn Abd Allāh al-Hashimi al-Qurashi del que,
castellanizando su nombre coloquial Muhammad, se obtiene Mahoma. De acuerdo a
la religión musulmana, Mahoma es considerado el sello de los profetas, por ser el
último de una larga cadena de mensajeros, enviados por Dios para actualizar su
mensaje, que según el islam, sería en esencia el mismo que habrían transmitido sus
predecesores, entre los que se contarían Ibrahim (Abraham), Isa (Jesús) y Musa
(Moisés). De sus primeros cuarenta años, es decir entre los años 570-610, poco se
sabe de su vida, sí sabemos que fue comerciante y que consiguió grandes éxitos
gracias al capital de su primera esposa Jadicha. Se dice que durante este período
recibió enseñanzas religiosas de un rabino o de un sacerdote cristiano e incluso se
supone que contactó con la secta cristiana de los esenios. En cualquier caso, es a
partir del 610 cuando se considera el profeta de un Dios único al que llamará Alá, ese
Dios es el mismo que el del Antiguo y Nuevo Testamento.
Entre los años 610-622 vivió en la Meca donde predicó una doctrina de gran
contenido social, lo que lo enemista con los ricos comerciantes (quraisíes) que
planearon deshacerse de él. Acusado de provocar disturbios fue expulsado de la
ciudad en el año 622. Esta huída de Mahoma, con un grupo de seguidores, desde la
Meca a Medina recibe el nombre de Hégira y marca el año cero del calendario
musulmán. En Medina pronto captó las simpatías de la población y después de
arrebatar el poder de la ciudad a la oligarquía judía le nombraron jefe de Medina. A
partir de entonces actuó como reformador social y religioso, redacta el Corán
entendido como un código civil y libro santo al mismo tiempo. Los judíos de Medina
salieron de la ciudad y se aliaron con los quraisíes, iniciando una guerra entre las dos
ciudades que terminó en el año 630 con la entrada de Mahoma en la Meca. Mahoma
organizó un auténtico Estado religioso en el que la Meca actuaba como capital, los
judíos fueron expropiados y expulsados de Arabia, las sumisiones de las tribus a la
nueva religión se sucedieron en masa, sólo una reacción de beduinos idólatras se
impuso al nuevo orden y fue duramente sofocada, a su muerte Arabia estaba
unificada bajo el Islam.
La experiencia fundamental que inspiró a Mahoma, y que está en la base de las
enseñanzas del Corán, es la soberanía del único Dios. Los hombres como individuos y
la humanidad en su conjunto están sometidos a su poder. Él es el poder creador,
legislador y juez. Pero también es compasivo y misericordioso, siempre dispuesto a
perdonar a quien se arrepienta. Esta doctrina se resume en la fórmula: "Alá es Dios, y
Mahoma su profeta". El islam se apoya en cuatro pilares, además del de la fe. Estos
son: la plegaria canónica (recitación del Corán); la limosna (que es una especie de
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tributo obligatorio); el ayuno durante el mes del Ramadán; y la peregrinación a la
Meca, que debe realizarse por lo menos una vez en la vida. Un ulterior compromiso
de la comunidad musulmana consiste en la "guerra santa" contra los enemigos de
Dios, es decir, los paganos que rechacen la conversión. Esta guerra no está dirigida
contra "las gentes del libro", que son: los judíos, los cristianos y los zoroastrianos.
LAS PRIMERAS CONQUISTAS
El primer sucesor de Mahoma fue Abu-Bakr, que gobernó entre los años 632634, por lo tanto fue el primer califa del Islam, había acompañado a Mahoma en la
Hégira y además era su yerno al casarse con su hija Aisha, antes de morir nombró
como sucesor a Omar 634-644, con la oposición de Alí y sus partidarios (chiítas).
Omar fue cabeza del estado y jefe religioso al mismo tiempo, desarrolló una política
dictada por los intereses de los comerciantes de Medina y la Meca, intereses ligados
al comercio internacional, cuyos puntos claves se encontraban en Siria, Alejandría y
Persia. Por ello inició un conflicto contra Persia y Bizancio, ambos imperios estaban
agotados por una guerra entre ambos en la que Persia había sido derrotada. Una
pieza clave de las conquistas del Islam fue el respeto a las instituciones locales y a la
religión local, que podían mantener pagando un impuesto.
La conquista de Bizancio se vio facilitada por el desabastecimiento de marcas
sirias de defensa y por los conflictos religiosos y sociales que asolaban a la población.
Los cristianos monofisitas, pertenecientes en a las capas inferiores de la población de
Egipto y Siria odiaban a los cristianos ortodoxos por su culto trinitario que ellos
consideraban politeísta, los monofisitas veían al Islam como otra secta cristiana más
próxima a ellos por el monoteísmo que los ortodoxos, en el plano social
representaban el partido de los campesinos que estaba en lucha contra los grandes
propietarios de tierras. Omar pudo conquistar fácilmente Siria en el año 636 y
Palestina en el 638, Egipto que había sido reconquistado por los griegos en el 628
arrebantándosela a los sasánidas, padecía además otros conflictos religiosos y
sociales. La población, en su mayoría copta, no admitía la presión religiosa y
económica del patriarca ortodoxo que les oprimía con impuestos y exacciones de
trigo para Constantinopla, allí la llegada de los árabes fue, como en Siria, acogida
favorablemente. En el 638 Omar concentró sus esfuerzos contra Persia, su conquista
fue facilitada gracias al pequeño reino Árabe de Hira, también se vio favorecida por la
anarquía reinante en Persia donde la nobleza feudal había dividido al país en
principados señoriales, sin olvidar los conflictos religiosos entre el clero mazdeísta y
los cristianos nestorianos, en el 642 Persia fue completamente ocupada.
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Expansión en la época de Mahoma, 622-632
Expansión durante el Califato Ortodoxo, 632-661
Expansión durante el Califato Omeya, 661-750
EL CALIFATO OMEYA
En el año 661 Alí fue asesinado y Moawiya se proclamó califa, iniciando una
profunda transformación del Islam convirtiéndolo en un imperio.
Política interior: Convirtió el Islam en monarquía; trasladó la capital a
Damasco donde se concentraba todo el gobierno central; creó una cancillería y
organizó un servicio postal para comunicar al califa con los gobernadores de las
provincias; el Imperio quedaba dividido en provincias, confiadas a gobernadores
llamados walis, estos eran miembros de la aristocracia árabe o local, usufructuarios
de los poderes civiles y militares del califa; las instituciones locales se respetaron y se
dio participación a funcionarios coptos, persas y griegos; se impuso la unidad
económica basada en el dinar de oro que equivalía a doce diremes de plata; se
impuso como idioma oficial el árabe; se estudió la vida de Mahoma para redactar la
práctica y "costumbre" (sunna), incluyendo las directrices que el Corán no había
previsto.
Política exterior: Los omeyas se esforzaron por dominar el comercio
internacional tratando de imponer su señorío en todo el Mediterráneo, a esas alturas
ya dominaban las rutas de caravanas que venían desde la India. En el 677 el imperio
Islámico atacó Constantinopla, ciudad que consiguió resistir gracias al nuevo invento
de la artillería llamado fuego griego. Sin embargo, Cartago y el resto del norte de
África cayó en sus manos. En el año 711 Tarik, lugarteniente de Muza, gobernador de
Ifriquiya (Túnez y Argelia), atravesó el estrecho que lleva su nombre (Gibraltar),
derrotando al rey visigodo Rodrigo en la batalla de Guadalete, en el 713 quedó
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proclamada en Toledo la soberanía del califa de Damasco. También en el año 711, el
Islam inició la invasión de Asia central y la cuenca del Indo, cuyo fraccionamiento
feudal le hacía presa fácil. Los musulmanes intentaron un nuevo asalto a
Constantinopla, pero ya la cristiandad procedió a reconstruir los dos frentes de
contención. León III el Isáurico en el 718 venció al ejército y flota musulmanes y
reconquistó el litoral de Asia Menor. Su penetración en Francia fue detenida en el
732 cuando Abd-Al Rahman Al Gafeki fue derrotado por Carlos Martel en Poitiers, al
sur de las Galias. Los fracasos en Europa desplazaron el centro de gravedad de la
política expansionista del Islam hacia Asia.
El factor que precipitó la caída de la Dinastía omeya fue esencialmente
religioso. Por un lado estaban las reivindicaciones jariyíes, que tienen su origen en
las conversiones masivas al Islam, en parte por la simplicidad de su dogma y en parte
para no pagar más impuestos, sin embargo los nuevos musulmanes al convertirse no
obtenían la plena igualdad social con los árabes, los conversos se transformaban en
mawali (clientes), a medida que crecía su número y se alejaba el recuerdo de la
conquista estos comenzaron a reivindicar la igualdad. Por otro lado continuaron las
reivindicaciones chiítas, un descendiente de Abbos, tío de Mahoma, supo recoger
este clima de tensión y ponerse al frente de la rebelión contra los omeyas, en el 750
derrocó a esta dinastía y fundó otra nueva, la dinastía abbasí.
EL CALIFATO ABASÍ
Los primeros abasíes transformaron el Islam, este dejaba de ser de
exclusividad árabe para convertirse en un Imperio musulmán. La Meca seguía siendo
el centro espiritual del imperio, Bagdag su capital política donde se concentraba el
gobierno central dominado por el califa, cuyos poderes espirituales y temporales
(sobre la administración y el ejército) lo convertían en un monarca absoluto por
derecho divino, era descendiente del profeta e imán de sus súbditos. El califa
depositaba su poder en una especie de primer ministro o hachib, pervivía la
cancillería y el servicio de correos omeya, dividió el resto de la administración en
diwanes a cuyo frente se situaban los visires.
Cuando los abasíes subieron al poder, Abd-Al Rahman I, único superviviente
Omeya, se apoderó de Al-Andalus con la ayuda de los yemeníes al vencer en la batalla
de Alameda (mayo 756) a Yusuf y Somail, y fundó el emirato independiente de Al
Andalus que reconocía sólo la autoridad religiosa del califa de Bagdad. Poco más
tarde se separaban también de la autoridad política de Bagdad los Aglabíes cuya
dinastía se mantuvo entre los años 800-909 en Ifriquiya, y los Tuluníes que
gobernaron entre los años 868-905 en Egipto con capital en Fustat, el califa abasí
recuperó Egipto en el 905. Paralelamente los Samaníes, familia de rancio abolengo
persa convertida al Islam, se independizaban en el Jurasán entre los años 892-999, su
final vendrá a manos de los turcos selyuqíes en el 999.
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A principios del siglo IX el Islam poseía la hegemonía económica mundial. El
Mediterráneo estaba en sus manos, los Aglabíes conquistaron a mediados del siglo IX
Sicilia y las Costas de Córcega, Cerdeña y Provenza, sólo Constantinopla y Asia Menor
quedaban fuera de su influencia. Privado de sus provincias africanas y europeas, el
Imperio Abasí asumió el papel de centro del comercio internacional y prosiguió el
dominio de las rutas caravaneras que llegaban hasta la India. Harum Al Raschid (786809) alcanzó China, penetrando en el Cáucaso y en el Mar Negro, con lo que se
completaba el cuadro de vías comerciales, se instalaron factorías en la India y en
China, sus naves sustituyeron a la marina etíope en el Mar Rojo y Golfo Pérsico,
instalando una base en Zanzíbar y otra en Madagascar. Sin embargo, el dominio
ejercido en el Mediterráneo por los estados del Norte de África condenaban al
imperio de Bagdag por su naturaleza continental, el último califa con autoridad para
lograr mantener la unidad fue Almutawakil, a su muerte en el 861 surgió una oleada
de insurrecciones sociales, políticas y religiosas.
Las insurrecciones sociales fueron posibles porque en otras partes del imperio
se produjeron movimientos secesionistas, no por causas religiosas, sino por
oportunismo político. Desde principios del siglo X el mundo musulmán estaba
dividido en tres califatos: el Omeya en Al Andalus, el Fatimí en el norte de África y el
de Bagdag. En el 929 Abd-Al-Rahman III (912-961) en Al Andalus se proclamó califa,
aunque ya era políticamente independiente en forma de emirato, decidió dejar de
reconocer la autoridad religiosa de Bagdad y convertirse en monarca absoluto de
derecho divino. El Califato Fatimí (909-1171) fue creado por Ubayd Allah, imán
descendiente de Alí y de Fátima, él fue quien acabó con la dinastía aglabí en el 909 en
Ifriqiya, en el 969 los fatimíes entraron en Egipto y trasladaron la capital a El Cairo, el
fin de este califato vino en el año 1171 a manos de Saladino que restableció la
autoridad sunní en Egipto fundando la dinastía ayyubí (1171-1250) que gobernaron
en Siria y Egipto. Los gaznewíes eran una dinastía fundada por un gobernador samaní
de Afganistán que se convirtió en reino autónomo entre los años 962-1186.
Almutawakil restauró en sunnismo tradicional, lo que se tradujo en violentas
insurrecciones religiosas, resultado del tradicional enfrentamiento entre sunnitas y
chiítas. Los chiítas se habían transformado en un movimiento de renovación
intelectual y de transformación social, su rama principal fue la de los ismailies, que se
dirigían a las capas más humildes de la población prometiendo una mejora de sus
condiciones de vida, los chiítas lograron instalar un califato qármata muy breve en el
año 890, y más tarde instaurarán el califato fatimí.
La anarquía reinaba en el califato abasí donde los jefes militares estaban
enfrentados entre sí y ejercían el poder efectivo sobre el califa, los califas para
proteger sus fronteras contrataron los servicios de mercenarios turcos, tribus
nómadas expulsadas del Asia central por chinos y mongoles, a cambio de tierras. Los
turcos sunnitas terminarán enfrentándose a los visires iranios chiítas, esta situación
fue aprovechada por los buyíes (chiítas) para entrar en Bagdad con un ejército en el
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año 945. En oriente, los turcos y concretamente la tribu de los selyúcidas, sunnitas
convencidos, eliminaron a los chiítas ocupando Bagdag en el año 1055, a partir de
entonces se erigieron defensores del califa abasí con el título de sultanes e iniciaron
un nuevo periodo de expansión que se encontrará con una Europa más preparada
que la del siglo VII. A principios del siglo XIII entraron en decadencia, el califa intentó
retomar el poder, en ese momento tuvo lugar la invasión de los mongoles de Hulagu
que en el año 1258 arrasaron Bagdad destruyendo el califato abasí para siempre.
A principios del siglo XI el mundo musulmán se vio amenazado en sus
fronteras. El emperador bizantino Basilio II el matador de búlgaros comenzó una
ofensiva victoriosa en la que conquistó Antioquía y Armenia, los disturbios
producidos tras su muerte frenaron la ofensiva, cuando se quiso reanudarla ya los
turcos selyúcidas dominaban el califato abasí. En Sicilia el enfrentamiento entre la
población autóctona y los musulmanes favoreció la conquista por el normando
Roberto I en el 1061. En España la reconquista cristiana aprovechó la disolución del
califato para avanzar tomando Toledo en el 1085, su avance sería detenido por los
almorávides (federación de tribus bereberes del Sáhara dirigidos por la tribu sinhacha
que gobernaron en el Norte de África entre el 1056-1147, eran ortodoxos alfaquíes) y
más tarde por los almohades (federación de tribus bereberes del Atlas, que
gobernaron el Norte de África entre el 1130-1269 cuyo líder fue Ibn Tumart, eran
unitarios ortodoxos extremos).
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LA CULTURA MUSULMANA
García de Cortázar y Sesma Muñoz en su Manual de Historia Medieval
sostienen que en cuanto a los aspectos culturales, el califato omeya recibió la
herencia del mundo antiguo que constituyó una de las principales fuentes para su
desarrollo. La herencia cultural y técnica del mundo helenístico y sasánida fue
reinterpretada bajo su propia óptica religiosa dando lugar a una cultura original. En el
siglo VIII se fijaron el léxico y la gramática árabes, el árabe se difundió cómo lengua
común a todo el mundo islámico, y se convirtió también en elemento decorativo y
ornamental. Hubo un gran desarrollo de la arquitectura y las artes plásticas, donde
también se apropiaron de tradiciones anteriores que fueron adecuando a su
identidad, la gran aportación al arte fue la creación de la mezquita-aljama, dividida en
dos espacios aptos para la oración, el patio porticado y la sala de oración, y que tuvo
un gran éxito y difusión posterior. Destacan de esta época la Cúpula de la Roca en
Jerusalén, la Mezquita de Damasco, la mezquita de Al-Aqsa y los palacios de Siria y
Jordania. También los baños se incorporaron a la cultura islámica, herencia de la
tradición clásica, y se convirtieron en un elemento fijo y característico.
La intensa vida urbana del califato abasí dio lugar a un poderoso movimiento
artístico y cultural que culminó con la fundación de la “Casa de la Sabiduría”,
biblioteca de gran tamaño, en Bagdad, en 832. Este centro de alta cultura se convirtió
en el punto de encuentro de la filosofía y la ciencia helenística con las culturas áraboirania e hindú. Fue en esta época cuando se difundió el árabe como vehículo de
creación literaria y de reflexión filosófica y científica. Se multiplicaron las
traducciones de obras antiguas, se introdujo el uso del papel, se asimilaron influjos
intelectuales e ideas ajenas al Islam. Así nació la filosofía islámica, que se apoyaba en
la herencia neoplatónica de la baja Antigüedad. Averroes, filósofo cordobés del siglo
XII realizó los mejores comentarios sobre la obra de Aristóteles. La Historia narrativa
contó con la figura de la obra de Ibn Jaldún en el siglo XIV. En la creación literaria hay
que destacar la poesía lírica y los relatos y cuentos populares como Las mil y una
noches. En matemáticas los árabes desarrollaron el álgebra y la trigonometría y
utilizaron un nuevo sistema de numeración con cifras. En medicina destaca la obra de
Ar–Razi (siglo X) y de Avicena (siglo XI). No olvidar los progresos en química, física y
astronomía. En definitiva, el Islam consiguió el sello de su identidad sintetizando
realidades anteriores compatibles con su propio espíritu religioso.
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