BIOFILMOGRAFÍA completa

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BIOFILMOGRAFÍA
La agitada vida de un realizador errante
PRIMEROS AÑOS
Raúl Ruiz Pino nace el 25 de julio de 1941 en Puerto Montt. Su infancia y el comienzo de
su adolescencia la vive en la Isla grande de Chiloé. Es por esos años cuando ya manifiesta
un interés artístico y comienza a escribir numerosas obras de teatro de corta duración. Al
trasladarse a Santiago, donde se impone escribir cien obras de teatro, algo que logra a los
21 años. Comienza, además, a estudiar Derecho en la Universidad de Chile y, luego, en la
Universidad de Concepción, carrera que finalmente no termina. Se interesa también por la
teología, realizando unos cursos en paralelo a sus estudios universitarios.
Finalmente decide dedicarse a la dramaturgia, escribiendo obras de un solo acto, algunas
llevadas a escena por el grupo teatral del Instituto Pedagógico de la Universidad Católica.
Otra de estas obras, compuesta de dos partes -La Maleta y Cambio de guardia- y llamada
Dúo, es puesta en escena por la Compañía de los Cuatro, de los hermanos Duvauchelle y
llama la atención de la crítica por su apuesta experimental.
Es justamente La Maleta la que decide adaptar al cine en un cortometraje que comienza a
producir en 1963, apoyado por el Centro de Cine Experimental de la Universidad de Chile,
pero que finalmente estrena solo en 2008, cuando es presentado en el Festival de Cine de
Valdivia tras ser encontrado. El filme, de tintes surrealistas, muestra a un hombre (Héctor
Duvauchelle) que se pasea por la ciudad con una maleta, hasta que comienza a
introducirse dentro de ella.
Paralelo a esta realización, Ruiz se radica en Argentina para estudiar cine en la afamada
Escuela de Cine de Santa Fe, cuna del nuevo cine argentino, pero donde no conecta con la
visión realista de la institución, comandada por Fernando Birri, e influenciada fuertemente
por el neorrealismo italiano.
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De regreso a Chile realiza diversos trabajos; entre ellos es lector de noticias deportivas en
el Canal 9 de Televisión. En 1964 viaja a Buenos Aires, donde se reúne con Lautaro Murúa,
actor y realizador chileno radicado en Argentina, donde posee gran prestigio. Realiza con
él la cinta El Laberinto, donde Murúa maneja un automóvil que recorre laberínticamente
la ciudad. El filme fracasa luego que el automóvil se incendia accidentalmente.
En 1965 viaja a México, donde trabaja como guionista para la televisión: al regreso
prosigue con la misma labor, escribiendo para la TV guiones semanales con adaptaciones
de novelas y obras de teatro.
En 1967 comienza a realizar otro cortometraje, titulado El tango del viudo, con la
actuación de Shenda Román y Luis Alarcón. El montaje está a cargo de la que se convertirá
luego en su esposa y más cercana colaboradora, la también cineasta Valeria Sarmiento. La
película nunca sería terminada.
EL HITO DE LOS TIGRES
Pero esta seguidilla de proyectos inacabados llega a su fin en 1968, año en que estrena
Tres tristes tigres, filme basado libremente en la obra teatral de Alejandro Sieveking. La
película es financiada por su padre y dos amigos, todos marineros, por lo que la
productora es bautizada como “Los capitanes”.
La película es muy bien recibida por la crítica, llegando incluso a ser considerada por
algunos como la mejor película chilena de la que se tenga memoria. Elogios que no
coinciden con un público que no la ve en forma masiva, tanto por el desganado trabajo
que realiza la empresa distribuidora del filme, como por ser una obra que rehúsa el
habitual costumbrismo, reflejando unos personajes contradictorios, a veces patéticos, a
veces chispeantes. Es finalmente la forma en que Ruiz comienza a rastrear la identidad
chilena, llena de contradicciones y paradojas en su lenguaje verbal y de accionar. El mismo
año del estreno, viaja al prestigioso Festival de Cine de Locarno, en donde se lleva el
Leopardo de Oro a la Mejor Película. Hasta hoy, este es uno de los galardones más
importantes que ha recibido una cinta chilena.
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Su productividad no baja, aunque por falta de financiamiento le es difícil terminar del todo
sus filmes o, en otros casos, no le alcanza para estrenarlos comercialmente, exhibiéndolos
privadamente a cercanos. Es el caso de filmes como La catenaria (1969), Militarismo y
tortura (1969), La colonia penal (1970), Ahora te vamos a llamar hermano (1971), La
expropiación (1971-73), entre otras. A esto hay que sumar el largometraje Qué hacer, el
cual comenzó co-dirigiendo con el periodista y realizador estadounidense Saul Landau,
una mezcla de documental y ficción en torno a las elecciones de 1970. Finalmente, Ruiz
terminó por desconocer su labor en el filme, ya que no compartió el resultado final.
A la par, realiza para la televisión italiana (RAI) el filme Nadie dijo nada, el cual se estrena
en ese país en 1971. Se esperaba su estreno en Chile en 1973, pero la copia nunca llegó.
Su relación con la Unidad Popular y, en específico, con el Partido Socialista donde militaba,
es tensa debido a sus películas, en las cuales enfrenta con ironía las contradicciones del
proceso. Eso le ocurre con Realismo socialista, filme que le había encargado el PS y que
narra la radicalización de un publicista de derecha y la creciente derechización de un
obrero.
Entre 1969 y 1972 también dedica horas y energía a la docencia tanto en el Instituto de
Arte de la Universidad Católica de Valparaíso como en la Escuela de Artes de la
Comunicación de la Pontificia Universidad Católica, en Santiago.
Es en 1973 que comienza a rodar una de las películas más esperadas del período: Palomita
Blanca, basada (muy libremente) en la popular novela de Enrique Lafourcade. Ruiz se da el
espacio para realizar un documental en torno al masivo casting que realiza para encontrar
a la joven protagonista, un trabajo titulado Palomilla Brava. El rodaje termina y la película
tiene fecha de estreno hacia finales de 1973, pero el golpe de Estado lo impide y, tras una
serie de avatares, el filme recién es encontrado y estrenado en 1992.
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SU PARTIDA DE CHILE
Ruiz parte al exilio y se radica en Francia. Su ansias de filmar no se agotan para nada y
dirige Diálogo de exiliados (1974), que provoca toda una controversia en torno a los
chilenos desterrados por la dictadura. Apartada de todo discurso militante y acusatorio, la
película muestra a unos chilenos más bien patéticos, perdidos en un país ajeno, dudosos
de si lo que creen está en lo correcto y nostálgicos del país casi a niveles melodramáticos.
La película le provoca un cierto aislamiento respecto a la izquierda, lo que afecta su vida
laboral: recién en 1976 logra una estabilidad en ese sentido al ser contratado por el
Instituto Nacional del Audiovisual (INA) de Francia. Al respecto dice en una entrevista:
“Por primera vez sé lo que es un cineasta profesional. En América Latina hacer una película
es un hecho excepcional, un acto definitivo: toda película era la última. Antes eso me
dejaba cuatro o cinco días sin dormir, pero ahora ya no tengo ese problema, ya no me
vuelvo loco”. Así, su alta producción encuentra un lugar seguro, en donde, además, amplía
su cine hacia miradas más experimentales.
De aquellos años datan La vocación suspendida (1976), en la trama pone de manifiesto su
frustrada formación religiosa. Ese mismo año realiza el corto Coloquio de perros, el cual
gana el César (el más importante premio francés) al mejor cortometraje argumental. Tal
como para La vocación suspendida, en La hipótesis del cuadro robado (1978) vuelve a
adaptar una obra de Pierre Klossowski, filósofo y artista francés, vinculado también al
cine. Esta vez se trata de una historia de misterios detrás de la obra de un pintor, en
donde la perfección visual de los encuadres es el pilar de la película.
Por encargo del INA realiza también una larga serie de documentales de cortometraje,
sobre diversos temas a los que consigue siempre dar un giro hacia sus obsesiones
estilísticas y de contenido.
Con estas obras ya comienza a obtener un favoritismo crítico, sobre todo de parte de la
prestigiosa revista Cahiers du Cinema. Este termina de concretarse tras el estreno de Las
tres coronas del marinero (1983), un filme nostálgico, con muchas reminiscencias a Chile y
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que participa en el Festival de Cannes de ese año. Tras esto, Cahiers le dedica un número
especial, el primero que la publicación dedica por completo a un cineasta.
UN ETERNO REGRESO
Ese mismo año retorna fugazmente a Chile, donde realiza el cortometraje Carta de un
Cineasta o el retorno del amateur de bibliotecas, que gira en torno a una anécdota: el
director busca un libro que prestó antes de irse al extranjero. Recorriendo casas de amigos
y calles de la ciudad, se cuela su mirada a la nueva realidad chilena, como también,
opiniones de quienes viven la dictadura. Siempre con un tono irónico y alejado de toda
densidad política y de denuncia.
Su carrera continúa en el extranjero, no sólo produciendo filmes en Francia, sino también
en Holanda, Suiza, Italia, Portugal e incluso Estados Unidos, donde rueda el
hollywoodense Shatteredimage, en que narra las dos vidas en la mente de una joven
traumada. Con el fin de la dictadura chilena, sus viajes al país se hacen más continuos, y se
da el tiempo de producir la inédita película La telenovela errante (1990). También se hace
un habitual del Festival de Cannes, donde compite en la Competencia Oficial con películas
como El tiempo recobrado (1999), basada en la homónima y seminal obra de Marcel
Proust, En busca del tiempo perdido.
A raíz de toda esta trayectoria, el Estado de Chile le entrega el Premio Nacional de Artes
de la Representación y Audiovisual en 1997, constituyéndose en el único cineasta que,
hasta ahora, ha recibido tal reconocimiento.
El nuevo siglo lo acerca aún más a Chile. Es así que realiza el ambicioso documental
Cofralandes (2002), título tomado de una canción de Violeta Parra y que significaría “la
tierra donde todo pasa”. Este viaje hacia la chilenidad, presenta-con un resultado, al
mismo tiempo, ambiguo- su intención de entender sus contradicciones y curiosidades.
El 2004 estrena la alabada Días de campo, basada en relatos campesinos de Federico
Gana, y su primera ficción en Chile desde Palomita Blanca. En la misma línea se inscribe la
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serie La recta provincia, que produce y emite TVN en 2007. Al año siguiente produce otra
serie para el mismo cana, titulada Litoral.
El 2009, mientras filma una de sus grandes películas, Misterios de Lisboa, es diagnosticado
de cáncer al hígado, siendo trasplantado al año siguiente. Esto no aminora su producción:
termina el rodaje y estrena Misterios de Lisboa en 2010 y, además, dirige un filme en Chile
titulado La noche de enfrentes sobre relatos de Hernán del Solar.
Pero el desgaste físico y complicaciones posteriores al trasplante lo llevaron a la muerte
en París, el 19 de agosto de 2011. Tras una ceremonia en la capital francesa, sus restos son
trasladados a Santiago, en donde se realiza un funeral. Su muerte no impide que sus
trabajos aún sigan apareciendo, es así que el 2012 se estrena en Cannes La noche de
enfrente, mientras se termina un montaje para cine de La Recta Provincia.
Entre los actores y actrices internacionales con los que trabajó figuran John Malkovich,
Marcello Mastroianni, Jean Reno, Daryl Hannah, IsabelleHuppert, Catherine Deneuve,
Marisa Paredes, William Baldwin y Martin Landau, entre otros.
Por otra parte, en su obra utilizó textos de clásicos como Balzac, Racine, Proust o Kafka,
hasta contemporáneos como Klossowski y chilenos como Hernán del Solar, Federico Gana
o Enrique Lafourcade.
En marzo de 2016, la Cinemateca Francesa realiza la más extensa retrospectiva a su obra,
exhibiendo más de 75 películas de las, aproximadamente, 120 que dirigió.
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