EL CAJÓN: PATRIMONIO CULTURAL DEL PERÚ Y DEL MUNDO En las costas del Perú nace el sonido ancestral del cajón. Este instrumento maravilloso de graves y agudos que don Nicomedes Santa Cruz calificó como “Su majestad...” logró desarrollarse y alcanzar su máximo esplendor en tierra peruana. Aunque sería imposible precisar el año exacto en que apareció el cajón, lo que sí podría aseverarse es que en 1900 la existencia de este instrumento ya era una realidad, tal como lo señala el historiador peruano José Antonio del Busto en su libro Breve historia de los negros en el Perú. Sin embargo, algunos cronistas que han escrito acerca de la música peruana en tiempos de La Fiesta de Amancaes, aseguran que antes de 1850 ya existían algunos instrumentos ingeniosos de percusión que servían de acompañamiento, tal es el caso de las “calabazas”, los tambores y los “tamboretes”. Estos últimos eran “pedazos de madera cepillada sobre cuatro soportes y fabricado de troncos de árboles huecos y cortados de diferentes alturas. Se pulían y cubrían en uno y otro extremo, con piel de animales”. Este instrumento podría considerarse como uno de los predecesores de nuestro cajón. Años más tarde, al igual que la percusión, los ritmos peruanos de marcada influencia española adoptan más elementos criollos y negros. Toman diferentes nombres, el landó o “lundero”, el panalivio, el aguanieves, el payandé y el festejo, para luego dar origen a la zamacueca, género musical anterior a la marinera que se oficializa como baile nacional en honor a la flota naval peruana después de la Guerra con Chile. Estos ritmos cobran forma con la inclusión del cajón, que se convierte en el instrumento peruano de percusión por excelencia. Sin embargo, recién en la década de los 70 se difunde ampliamente gracias al trabajo del legendario músico Abelardo Vásquez (quien estableció una medida estándar del cajón en los años 50) del Conjunto Nacional de Folclore, dirigido por Victoria Santa Cruz, y la conocida agrupación Perú Negro, encabezado por el maestro Ronaldo Campos. Precisamente, en esta década es que el gran cajoneador Carlos “Caitro” Soto de la Colina le entrega al guitarrista español Paco de Lucía un cajón peruano, que al poco tiempo es incorporado en las diversas agrupaciones de flamenco para acompañar el taconeo demoledor de los bailaores. De esta manera, surge la controversia del verdadero origen del instrumento. No obstante esta confusión, la madera peruana ha revolucionado el mundo musical: no sólo forma parte de las compañías de flamenco sino también figuras populares como Madonna, Alejandro Sanz, Rosario, Joaquín Cortez, Mercedes Sosa, Martha Sánchez, los grupos Ketama y Estopa, entre otros, han incorporado el cajón a sus espectáculos debido a su riqueza sonora. A tanto ha llegado la euforia por este instrumento peruano, que ahora los bongós y las congas se hacen de madera. Y no sólo eso, actualmente se construyen los famosos batajones, que no son más que la fusión de los tambores batá de la santería cubana y el cajón peruano. Toda esta riqueza musical ha sido recogida por María del Carmen Dongo, una eximia percusionista peruana y principal defensora de este instrumento, en un espectáculo de percusión y danzas negras, en el que el cajón es el protagonista absoluto. En las manos de esta gran embajadora artística, el cajón cobra la dimensión de un instrumento vital, irremplazable, capaz de acoplarse a cualquier ritmo a pesar de que su origen nos remonta a la ancestral comunidad negra de las costas del Perú. Desde hace dos años, María del Carmen Dongo trabaja en el rescate de este instrumento. Sus viajes alrededor del mundo con diversos artistas de la talla de la cantante peruana Tania Libertad o el cantautor mexicano Armando Manzanero, le permitieron descubrir ingratamente que el cajón circulaba con la nacionalidad española . “¿Cómo revertir esta situación?”, se preguntó la percusionista. La respuesta fue hallada sobre el escenario, a ritmo de cajón. Por fortuna, la labor de María del Carmen Dongo tuvo eco en el Perú. El Instituto Nacional de Cultura declaró al cajón como Patrimonio Cultural de la Nación, el 10 de agosto del 2001. El instrumento se vistió con los colores del Perú y de la nación latinoamericana.