Domingo 27. San Marcos 13, 36 – 37. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - “Miren, vigilen; porque ustedes no saben cuando es el momento. Igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velen entonces, porque ustedes no saben cuando vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y los encuentre dormidos. Lo que yo les digo a ustedes, se lo digo a todos: “¡Velen!” Tristemente es común encontrar entre la gente una tendencia a refugiarse en el pasado, para no asumir el compromiso con el presente y menos con el futuro. Es común encontrar gente que vive añorando el pasado, dicen: “es que era mejor antes”, “todo tiempo pasado era mejor” y expresiones similares. Esto hace que mental y anímicamente no se quieran conprometerse con encontrar solución a los retos del hoy. Esto se daba en los tiempos de la nación de Israel, en la época de San Marcos. Por eso se recuerda estas palabras de Jesús en relación al llamado a la vigilancia. Vigilar, es poner la mirada en el futuro, en los retos que son los que nos abren o nos cierran las puertas de un mañana mejor. Lo anterior contrario a la opinión de aquellos que seguían añorando los tiempos pasados. Me parece que hoy es igual, el presente exige compromisos reales por transformar la realidad en una que nos ofrezca mejores condiciones y eso se hace si nos disponemos todos y todas. Vigilar entonces hoy es; mayor organización, mayor participación en las iniciativas generadoras de transformaciones, presencia en la organización comunal, capacidad de denuncia de todo aquello que vaya en contra de la instauración de una sociedad más justa y equitativa, el asumir acciones proactivas para denunciar aquello que lleva a privilegios o acciones contrarias al bien común. Eso es vigilar; el vigilante es el que se compromete. De los vigilantes es que depende el mundo mejor que todos merecemos y que es expresado como la llegada del REINO DE DIOS, que celebramos como el esperado en este tiempo del adviento. Lunes 28. San Mateo 8, 5 – 11. En aquel tiempo, al entrar Jesús e Cafarnaúm, un centurión se le acercó rogándole: - “Señor, tengo en casa un criado, que está en cama paralítico y sufre muchos.” Jesús le contestó: - “Voy a curarlo.” Pero el centurión le replicó: - “Señor, no soy quien para entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis ordenes; y le digo a uno: “Ve” y va, al otro; “ven”, y viene; a mi criado: “haz esto”, y lo hace. Al oirlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: - “Les aseguro que en Israel no he encontrado a nadie con tanta fe.” Adviento es tiempo para preparar la llegada del REINO DE DIOS; y este exige compromiso por erradicar los prejuicios de todo tipo, que crean barreras para la concordia y la paz. En el relato de San Mateo se nos presenta una experiencia de Jesús en la que un centurión romano pide la intervención de Jesús en favor de uno de sus criados que estaba paralítico. En el texto, San Mateo exalta que se trata de un hombre que como soldado que era, estaba sometido a la disciplina. Desde este esquema pide de Jesús, una palabra de autoridad; la cual es acogida por este, con este gesto, Jesús rompe las barreras de los prejuicios que existían ante los romanos de verlos como enemigos, paganos, o impuros ante la ley religiosa de los judíos. Jesús exalta la fe de este hombre, porque en Jesús no existen estos prejuicios. Eso es adviento un tiempo para abrirnos, para preparar la llegada del REINO DE DIOS, que es un reino de igualdad, de aceptación, en el que se superan las divisiones y rechazos de las personas, por cualquier clase de motivos. Martes 29. San Lucas 10, 21 – 24. En aquel tiempo, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús: - “Te doy gracias padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre; y nadie conoce quien es el Hijo, sino el Padre; ni quien es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.” En el evangelio de San Lucas se resalta algo que es trascendental, el que Jesús llame a Dios: “Padre. Se trata del padre que quiere que todos sus hijos lo sientan como lo que él es: Padre de todos y todas. En una sociedad excluyente, que margina, que abandona a muchos y a muchas; Jesús, mediante esta oración, da a conocer cual es la voluntad de este Padre; integrar a los que han sido marginados. Por eso dice: “porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla; por lo que luego agrega: “Padre, porque así te ha parecido bien.” Preparar el reino, es integrar a los marginado, hacer que los que la sociedad ha considerado “no válidos”, sea reconocidos como personas, como HIJOS E HIJAS DE DIOS. Miércoles 30. San Andrés Apóstol. San Mateo 4, 18 – 22. En Aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: - “Vengan y me siguen, y los haré pescadores de hombres.” Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Hoy celebramos la fiesta en honor a San Andrés, el apóstol hermano de Simón Pedro. La lectura me parece que no nos saca el tiempo del adviento; todo lo contrario, nos inserta en el sentido de este tiempo litúrgico. Si nos fijamos con atención en este relato, aparecen algunas de las características de los llamados por parte de Dios y de su Hijo Jesús. La primera de estas; Dios es el que toma la iniciativa del llamado, es Jesús el que sale al encuentro de estos para llamarlos, es él que que dice: “Vengan y me siguen, y los haré pescadores de hombres.” Otra de las características es que Dios llama a partir de la misma realidad en que los elegidos se encuentran, en este caso los llama desde su condición de pescadores, esa era su realidad. También es característico de estos llamados la cercanía de Dios, Jesús se acerca a las realidades de la gente, tanto para elegir, como para acompañar y animar en el fortalecimiento. Adviento es un tiempo para descubrir esa cercanía, ese aprecio, esa ternura de Dios. En Radio Santa Clara es el énfasis que queremos darle al tiempo del adviento y la navidad, un tiempo para descubrir el amor y el afecto de Dios, para descubrir el abrazo de Dios, que nos comprometa a abrazar a los y a las demás. Por eso es que todos los programas especiales de esta época va a girar en torno al abrazo de Dios, al abrazo de Jesús, al compromiso por abrazarnos como hermanos y hermanas. Jueves 1. San Mateo 7, 21. 24 – 27. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - “No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre la roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.” “No todo el que dice «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos”, es una frase fuerte de Jesús, que nos la recuerda San Mateo. Es una palabra que cuestiona y más cuando la ubicamos en este tiempo, el del adviento, que nos prepara a la llegada del Reino de Dios. Este se hace real, en la medida en que nos comprometamos por trabajar juntos por el bien de los y las demás. El cristiano y la cristiana no puede ser ajenos a las situaciones que afectan la vida de las personas y de las comunidades. Hay personas que se llaman a sí; cristianos y cristianas, que creen se es más creyente cuanto más se hable o se menciones el nombre de Jesús; piensan que están más cerca de él, cuanto más digan: «Señor, Señor.» Jesús es claro; no eso no es suficiente, es necesario hacer la voluntad de su Padre. Estamos llamados a edificarnos, como el que lo hace sobre roca firme; lo haremos en la medida en que nos comprometamos por la causa de los más necesitados, que es el lugar donde se hace posible el reino de Dios. Recordemos lo que nos decía el evangelio de San Mateo, en el domingo de Cristo Rey; Mateo 25. El reino está donde están aquellos que sufren, los que tienen hambre, ser, frío, están enfermos o en la cárcel. Es ahí donde se construye el reino, Jesús lo decía: “Cuantas veces lo han hecho con estos más pequeños, conmigo lo han hecho. Esa es la voluntad del Padre que está en el cielo, el dueño de este reino que estamos llamados y llamadas a construir día a día. Viernes 2. San Mateo 9, 27 – 31. En aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando: - “Ten compasión de nosotros, hijo de David.” Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos y Jesús les dijo: - “¿Creen que puedo hacerlo?” Contestaron: - “Si, Señor.” Entonces les tocó los ojos, diciendo: - “Que les suceda conforme a su fe”. Y se les abrieron los ojos, Jesús les ordenó severamente: - “¡Cuidado con que lo sepa alguien!” Pero ellos al salir, hablaron del él por toda la comarca. Adviento es tiempo de esperanza y aquí la vemos manifestado. Dos ciegos se acercan a Jesús y este lo primero que hace es animarlos en la fe, de ahí la pregunta: “¿Creen que pueda hacerlo?”. El hecho de que sean dos los ciegos que suplican y dos los ciegos que después de recuperar la luz, “hablaron de él por toda la comarca”, se convierte en signo de salvación para todos y todas, es la esperanza que se anuncia, como lo hicieron estos. Que frente a la experiencia de amor de Jesucristo, también lo anunciemos a los demás, siendo motivo de esperanza para los demás. Sábado 3. San Francisco Javier. Presbítero. San Mateo 9, 35 – 10, 1. 6 – 8. En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a los discípulos: - “La mies es abundante, los trabajadores son pocos; rueguen al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.” Llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Y a estos doce los envió con estas instrucciones: - “Vayan a las ovejas descarriadas de Israel. Vayan y proclamen que el reino de los cielos está cerca”. Dice el evangelio que Jesús enseñaba, curaba e invitaba a anunciar el reino de los cielos. En este tiempo del adviento, se nos invita a que hagamos lo mismo. Promoverlo, es educar para la libertad, formar para un mirada critica sobre la realidad, teniendo como parámetro los valores del evangelio, clarificados en el hoy por la doctrina social de la Iglesia. Es denunciar y comprometerse por las causas de los olvidados, expulsando los espíritus inmundos, y sanando las dolencias y enfermedades. Estos es anunciar el reino, que es más que un discurso bonito, es asumir las mismas opciones de vida de Jesús.