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La defensa
Por Iñaki Markinez
A cura del Dott. Piero Bianchi, Medico veterinario
Defensa: umbrales de respuesta
Entendemos por umbral el nivel de estimulación que requiere un
instinto o comportamiento para ser activado, por lo que resulta
determinante tener una comprension clara de los umbrales de
respuesta para el entrenamiento de cualquier perro de defensa.
L
os umbrales estarán siempre
condicionados por el patrimonio genético de cada perro
en concreto, así como por
sus experiencias vitales. En el
adiestramiento de un perro defensivo, nos deberemos centrar en los
umbrales de estimulación en la caza,
la presa, la lucha y, por último, la
supervivencia (agresión-huida).
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Para lograr un correcto entrenamiento, necesitaremos umbrales
bajos en todos los instintos mencionados, a excepcion únicamente del
de evitación-huida, porque, aunque
a las personas inexpertas esto les
pueda causar confusión, el tener un
umbral bajo significa que el instinto
será activado con muy poca estimulación. Es decir, que un perro con un
alto instinto de caza-presa tendrá un
umbral bajo porque requerirá de
muy poca estimulación para que
ese instinto sea expresado. En la
otra cara de la moneda, si hablamos
de un perro con un umbral bajo, por
ejemplo, de evitación-huida, esto
significa que aguantará muy poca
tensión antes de escapar de una
cierta amenaza.
umbrales de respuesta
Reforzar su iniciativa y seguridad
C
omo hemos dicho, los umbrales
de respuesta irán variando su
expresión según las experiencias
de cada individuo. Por ello, si
potenciamos los instintos de la caza
y la presa con situaciones en las que
el perro se encuentra cómodo y no se
siente amenazado, y afianzamos su
combatividad adaptando la exigencia
en función del individuo, reforzaremos
su iniciativa y seguridad. De este
modo, su umbral de evitación subirá.
No debemos olvidar que la evitación
o huida forma parte del instinto de
supervivencia, y se activa cuando
el perro se siente amenazado y ve
peligrar su vida. Si lo encaminamos
de una manera lúdica, a través del
juego, de la lucha con el figurante,
y hacemos al perro sentirse fuerte y
capaz de derribar a su contrincante,
habremos variado sus umbrales de
respuesta a través del aprendizaje
y de las consecuencias asociadas
a éste. Es fundamental tener un
criterio de trabajo encaminado en
la caza-presa y lucha sin tocar
la tecla de la agresión hasta que
haya unas experiencias y una
madurez, indispensables para que
el perro se vea preparado ante un
enfrentamiento con el malechor
o figurante. Si hacemos aflorar el
instinto de supervivencia del perro
(agresión-huida) antes de tiempo, sin
tener una seguridad y una madurez
consolidadas, sólo conseguiremos
llevarlo a situaciones que, por
desgracia, resultarán determinantes
en un sentido negativo para sus
futuras conductas. Éstas le llevarán a
comportamientos reactivos, inseguros,
estados de pánico y mordidas
muy poco sólidas, boca nerviosa y
cambiante. Las buenas experiencias,
por el contrario, llevarán al perro a ser
combativo, proactivo y resolutivo.
¿El perro no valía o el entrenamiento no fue el adecuado?
R
esulta sorprendente cuántos
perros son desestimados
para realizar tareas por
un entrenamiento incompatible
con su temperamento y edad.
Siempre queda en el aire la
reflexión habitual: ¿el perro no
valía o el entrenamiento no fue
el adecuado? He visto un sinfín
de perros con unas cualidades
espectaculares rotos por
exigencias no asumibles para
su edad. Por todo ello, acordaos
siempre de que los tiempos de
evolución los marcará el perro
y que la paciencia es la mayor
virtud de la educación en sus
diferentes vertientes utilitarias.
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