Cuando el bebé no llega

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 INFERTILIDAD
Cuando el bebé no llega
La mayoría de las parejas, cuando planifican una vida en común, evalúan cuándo es el mejor momento
de tener hijos. Mientras aguardan por ese momento, elegirán el método anticonceptivo más adecuado
para ellos, buscando ser coherentes con su sistema de valores y su ética. Por lo general creen que cuando
quieran concebir, lo lograrán sin mayores dificultades, tal como lo planearon.
Cuando buscas un bebé y no llega en el momento planificado, surge la frustración, el dolor, el fantasma
de la esterilidad y las preguntas: “¿seré estéril?, ¿quién es el responsable?, ¿y si nunca llego a tener hijos?, ¿esta
situación afectará mi vínculo de pareja?, ¿tendré que consultar con un especialista?”
El reloj biológico
La edad fértil de la mujer se extiende desde su primera menstruación hasta la menopausia. Dentro de
esos años, el período de máxima fertilidad se ubica entre los 18 y los 35 años. A partir de los 35 años
comienza a haber una caída en las posibilidades de embarazo, asociado a un aumento en el riesgo de
aborto y esta caída es mucho más marcada a partir de los 40 años. En los 5 años que preceden a la
menopausia, la posibilidad de embarazo es extremadamente baja.
Esta situación expone a la mujer a una gran tensión, en la que cada mes que pasa sin lograr concebir es
vivido como que se están agotando las posibilidades.
El hombre, sin embargo no vive esta situación, ya que su edad fértil se extiende por muchos años más,
hasta el final de su vida.
Esterilidad e infertilidad:
¿estamos hablando de lo mismo?
La esterilidad es la imposibilidad de una pareja de obtener un embarazo luego de un año de mantener
relaciones sexuales sin utilizar métodos anticonceptivos. La infertilidad es la imposibilidad de llevar el
embarazo a término, porque el mismo se detiene o porque se pierde en algún momento del desarrollo.
Muchas veces hablamos en forma indistinta de esterilidad o de infertilidad para definir a aquella pareja
con dificultades para concebir o mantener un embarazo luego de un tiempo adecuado de búsqueda.
www.meses.com.uy | Lic. Rosario Valdés | Lic. Mercedes Viera
INFERTILIDAD
Cuando se frustra nuestro plan de vida
Quizás sientas como un fracaso el no poder cumplir con tu deseo de maternidad. Tu plan de vida está
siendo alterado, esto que estás viviendo supone un desafío a ese proyecto de vida que tenías planificado.
Quizás querías ser una madre joven: “para dedicarle mis mejores años” o, quizás esperaste a terminar tu
desarrollo personal para “tener hijos cuando estuviera madura y segura”.
Cuando se recibe el diagnóstico de infertilidad, nos enfrentamos a una crisis para la cual no estábamos
preparados. Como en toda crisis, nuestro mundo interno se ve afectado: es como si “alguien” te sacara un
ladrillo de la base y toda la torre de ilusiones se derrumbara. Comienzas a tener sentimientos de falta de
control, miedo, pérdida, tristeza, ansiedad, amenaza y desesperación.
En la pareja, la dificultad para lograrlo afectará a ambos, sin importar en quién esté la causa de la
infertilidad. Muchas veces la causa no recae en uno solo, sino en la compatibilidad de los dos. Las
reiteradas visitas al médico, las relaciones sexuales programadas, la ansiedad generada por la espera del
embarazo tan deseado, ponen a prueba tu relación. No siempre los dos van a responder de la misma
manera, las emociones son vividas de forma diferente y no siempre se comparten (muchas veces con la
intención de proteger al otro de sentimientos dolorosos) esto puede aumentar la angustia y la culpa y
una mayor tensión en el vínculo.
¿Cómo aceptar lo inaceptable? Deberán seguir con su proyecto de vida, aceptando lo que no pueden
aceptar, enfrentados a esta limitación, pero también, con la oportunidad de descubrir recursos
personales y de pareja para enfrentar juntos los desafíos que la vida les depare.
La familia y el entorno
El problema de la infertilidad se da en muchas otras personas, pero seguramente tu lo vivas como una
experiencia en soledad. Puedes vivirlo como algo que le podía pasar a otros, pero no a ti. Aparentemente,
para los demás, tu vida cotidiana, transcurre como si no pasara nada, nada se altera.
A veces hay un ocultamiento social del problema. Si bien tu círculo más íntimo lo conoce, suele ser un
tema tabú. Al comienzo todos solían preguntar cuándo iban a llegar los hijos y poco a poco ya nadie
alude al tema.
Quizás surjan en tí sentimientos encontrados cuando estás frente a otras mujeres que sí están
embarazadas y evites reuniones con amigos o familiares donde hayan bebés. Resulta muy difícil
alegrarse ante la noticia de que otra persona cercana a ti está embarazada y esto te puede genera
sentimientos encontrados.
La culpa es un sentimiento que aparece con frecuencia. Uno tiende a preguntarse el por qué de su
infertilidad, si sus anteriores comportamientos hubieran podido causar el problema, si hay algo que
hubiera podido cambiar la situación actual, si estás privando a tu pareja de un hijo y una larga lista de
interrogantes van surgiendo a medida que no se logra el embarazo tan deseado.
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INFERTILIDAD
Cuando la cigüeña no quiere…
Con cada inicio de tratamiento nace una nueva ilusión. Llena de optimismo, con tu pareja comienzas, con
cautela, el camino. Luego viene la preocupación, la obsesión, a veces la hipocondría, mientras esperan los
resultados del mismo. A veces, todo termina en desilusión y tristeza. La frustración te invade cuando el
tratamiento no tuvo éxito. De esta forma se van alternando emociones que se repiten, ciclo a ciclo, y se
genera un desgaste emocional y un sufrimiento muy particular que sólo quienes transitaron ese camino
son capaces de describirlo.
Tu cuerpo deja de pertenecerte, queda al servicio del equipo que te atiende, toda tu vida comienza a
girar en torno a la nueva medicación que has de tomar o incluso auto administrarte, las ecografías de
seguimiento, los resultados de los múltiples exámenes, los horarios y tiempos que impone el cuerpo.
Las sensaciones que percibes en ti misma ya no sabes a qué atribuirlas, mezcla de miedo e ilusión.
Ante todo esto queda poco tiempo para atender el aspecto anímico, pero paradójicamente el estado de
ánimo parece estar jugando un papel fundamental. Luego de todo lo que estás viviendo te piden que
estés tranquila, ya que esto parece ser trascendental y esto, que parece tan sencillo resulta lo más difícil
de todo. Sobre todo si partimos de la base de que se cuenta con pocas personas con quien compartir lo
que se está viviendo, ya que se suele realizar de forma discreta con relación al entorno para no
incrementar el estrés y la frustración si no termina resultando positivamente.
Es natural que te sientas confundida y desconcertada, obligada a replantearte tu plan de vida y a tomar
decisiones importantes sobre el mismo: ¿seguir intentándolo?, ¿renunciar a la maternidad?, ¿adoptar?…
¿continuar?, ¿hasta cuando? ¿hablarlo? ¿con quién?
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