la mayor parte de los que residen y trabajan en la ciudad lo hacen en condiciones de absoluta ¡legalidad; juguetes de la plaga de prestam istas que es muy difícil de acabar (?) Al acecho, los prestamistas Es tradicional acudir a la Plaza de Orquinaona, al amanecer esperando al „prestam ista" que dará trabajo. Actualm ente en muchas pensiones se disponen de tarjetas dejadas por los m encionados explotadores y mediante las cuales el recién llegado podrá incorporarse inm ediatam ente al tra ­ bajo. Al fin, siempre les queda sangre para vender Algunos que no podían pagar la pen­ sión y tam poco com er recurrieron a vender su propia sangre. Personal­ mente hablé con un m arroquí que en un solo día había hecho „do s d onaciones“ para poder comer. Po­ seía su carnet de „d o n a n te “ . . . A las pocas semanas tuve noticias suyas com unicándom e que se encon­ traba hospitalizado en el Sanatorio A ntituberculoso de Tarrasa. C ierta­ mente que la enfermedad que padecía era desconocida en los centros recep­ tores de sangre. Han sido muy graves los incidentes ocurridos últim am ente por esta venta masiva de sangre por parte de personas que no presenta­ ban las necesarias condiciones sani­ tarias. Marginados Se hallan com pletam ente m arginados. En su mayoría son analfabetos. Des­ conocen nuestro idioma. Se les hace muy d ifícil el adaptarse: son o riun­ dos de un mundo rural subdesarollado y son conscientes de que nuestra sociedad les margina. Y por supuesto presuntos delincuentes Se ha creado una especie de „lite ­ ratura negra“ a su alrededor. A lgu­ nas zonas de la ciudad se han trans­ EXPRES E S P A Ñ O L /Ju nio 1973 Para las autoridades laborales estos seres humanos no existen. form ado en reductos de navajeros y maleantes de todas las raleas. Es cierto que algunos detenidos eran norte-africanos . . . pero se ha llegado a confundir la parte con el todo. Es cierto que entre los varios m illares de desarraigados, mal alim entados, defi­ cientem ente alojados y con la ame­ naza constante del paro, surgen ind i­ viduos fácilm ente inclinados a la de­ lincuencia, pero si se relaciona el número im portante de norte-africanos con los delitos realm ente im putables a ellos, se verá que la cifra apenas sirve para la estadística. Los jefes de las pensiones y casas de huéspedes hablan elogiosam ente de sus „pe nsio nista s" m arroquis. Dicen de ellos que son personas trabajadoras, honradas y que sí al­ guna vez han tenido co nflicto con alguno se trata de aquellos que han recorrido m edia Europa y que han aprendido a vivir explotando a sus paisanos. Se adivina la condición de la vivienda Están ubicadas en callejuelas del distrito prim ero y quinto. Es de adivi­ nar que las pensiones y casas de huespedes brillan por la carencia de higiene: casas antiguas cuyos pro­ pietarios marcharon a vivir en el en­ sanche y dedicaron las m encionadas viviendas a alojam iento. En las habi­ taciones, los huéspedes cocinan me­ diante fogones de alcohol o gas bu­ tano .. . ahorrando de esta manera algún dinero. Los precios oscilan entre las treinta y las cuarenta pese­ tas diarias. 21