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TEMA 11. EL RENACIMIENTO ESPAÑOL
Introducción
El siglo XVI, que coincidirá con el final del reinado de lo Reyes Católicos, los reinados
de Carlos I (1516-56) y de Felipe II (1556-98), marcará la expansión del Renacimiento por
España, facilitado por Las constantes relaciones con Italia desde la Edad Media, la
presencia de artistas italianos en la península ibérica y la formación italiana de los
arquitectos españoles.
El Renacimiento en España se caracteriza por la poca influencia clasicista, al contrario
que en Italia; estuvo mediatizado por la tradición gótica y el mecenazgo de la Iglesia
que impidió una visión más humanista.
En la primera mitad del siglo este nuevo estilo tuvo que luchar contra el gótico y el
mudéjar que se resistían a desaparecer. Tanto es así que, al principio, en muchas
construcciones conviven estructuras góticas con decoración renacentista. Según vaya
avanzando el siglo dejará paso a un clasicismo más acorde con las modas del momento.
11.1. ARQUITECTURA RENACENTISTA ESPAÑOLA
Plateresco
El Plateresco es un estilo que hace de puente entre las últimas realizaciones góticas y la
consolidación de las formas renacentistas. Las estructuras de los edificios y su
configuración espacial seguirán siendo góticas, mientras que el nuevo lenguaje se
manifestará en las fachadas que se estructuran en forma de retablo y se caracterizan
por una decoración prolífica a base de medallones, elementos heráldicos o grutescos,
candelieri o columnas abalaustradas.
Uno de los primeros arquitectos renacentistas es Lorenzo Vázquez quien trabajó para
la familia Mendoza y es el autor del Colegio de Santa Cruz de Valladolid, en cuya
fachada ensaya el lenguaje renacentista organizándola como un arco de triunfo y
utilizando los sillares almohadillados.
Salamanca será la gran capital del Plateresco, cuya obra más importante es la Fachada
de la universidad de Salamanca, concebida como un retablo, consta de tres pisos, cinco
calles y dos puertas de ingreso y destaca su decoración a base de medallones, escudos y
elementos vegetales. Aunque de autor desconocido se especula que podría ser obra de
Juan de Álava, autor también de la Fachada de la iglesia de San Esteban en la misma
ciudad.
En Burgos trabaja Diego de Siloé, hijo del escultor Gil de Siloé, que realizará la Escalera
Dorada de la catedral para solventar la diferencia de altura existente entre el crucero y
la puerta externa del mismo. El tramo central de la escalera se bifurca y se vuelve a
unir en la parte superior. Está decorada con grutescos y medallones.
Purismo
Con el paso de las décadas, la influencia del Gótico fue desapareciendo. Durante el
reinado del emperador Carlos V el arte se inclinó hacia gustos más clásicos debido a la
mayor influencia italiana. Se utilizan columnas clásicas, arcos de medio punto, bóvedas
de cañón con casetones y cúpulas. Disminuye hasta eliminarla la decoración típica del
plateresco. Se trata de una arquitectura más sobria.
Se imponen los edificios de aspecto más sereno, armónico y equilibrado. Algunos
arquitectos consiguen reciclar su producción tardo-gótica para iniciarse en este nuevo
estilo: Tal es el caso de Diego de Siloé que trabaja en la Catedral de Granada o Rodrígo
Gil de Hontañón autor de la fachada de la Universidad de Alcalá de Henares.
Pero el más decididamente clásico de los arquitectos españoles de este periodo será
Pedro Machuca autor del Palacio de Carlos V en la Alhambra, obra cumbre del
clasicismo en España. Es un palacio de planta cuadrada con un gran patio circular en el
centro. En el exterior emplea sillares almohadillados y utiliza para la decoración de sus
fachadas columnas adosadas y pilastras de inspiración clásica, así como relieves
alusivos a las batallas del emperador. Estilo Herreriano
Con la subida al trono de Felipe II, el Clasicismo se implanta oficialmente como un
vehículo de propaganda imperial. La arquitectura olvida lo decorativo y triunfa lo
arquitectónico y lo sobrio.
La obra cumbre es el Monasterio de San Lorenzo el Real de El Escorial (1563) iniciado
por Juan Bautista de Toledo (formado en Italia y fallecido en 1567) y construido por
Juan de Herrera, discípulo del anterior. Este arquitecto es el creador de un nuevo estilo,
el estilo herreriano, que se caracteriza por la ausencia decorativa, la búsqueda de
proporciones matemáticas entre los elementos constructivos, los volúmenes cúbicos, el
empleo del orden gigante, el predominio de las líneas horizontales y cubiertas
exteriores de pizarra.
El Escorial es un conjunto monacal, palacio y templo. Se concibió como una gran
espacio rectangular articulado por diversos patios de distintas dimensiones (patio de
los reyes, patio de los evangelistas,...) , que iban ordenando sus funciones, y centrado
por el eje de la basílica y su atrio, que definía su entrada principal. Uno de sus rasgos es
la austeridad clasicista que impregna todo el edificio, despojando a la piedra de todo
ornamento. Busca así, la esencia de la arquitectura potenciando al máximo su
monumentalidad y grandeza de la construcción.
Por otra parte, su concepción como una suma de partes que reúne una serie de
elementos dispares le confiere un carácter manierista.
El monasterio del Escorial será la construcción de referencia para muchos arquitectos
españoles posteriores y su influencia puede verse en edificios barrocos de la siguiente
centuria.
11.2. ESCULTURA RENACENTISTA ESPAÑOLA
Características
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Predilección absoluta por temas religiosos y rechazo de temas paganos y
mitológicos.
Materiales: se utiliza la piedra y el mármol para los sepulcros pero el material
predilecto será la madera policromada, mediante la técnica del dorado y el
estofado, en imágenes y retablos y sin policromar para la realización de las
sillerías de los coros.
Frente a la serenidad clásica de algunas obras italianas en España se prefiere un
arte más expresivo.
Primer tercio de siglo
El estilo renacentista se introduce en España a principios del siglo XVI gracias a la
llegada de artistas extranjeros, principalmente italianos, que vienen a trabajar a
nuestro país.
Su obra se caracteriza por un estilo decorativo con cuerpos de proporciones
armoniosas, actitudes serenas y un modelado blando y suave.
Destacan en este periodo los enterramientos realizados en mármol o alabastro que,
además de representarse al difunto de forma idealizada, se decoran con tondos o
medallones, guirnaldas y ángeles. En esta línea destaca la aportación de Fancelli, autor
del Sepulcro de los Reyes Católicos en la capilla real de Granada.
El gusto por las formas italianizantes se manifiesta en los maestros españoles como
Bartolomé Ordóñez que se formó en Italia y es autor del Sepulcro de Juana la Loca y
Felipe el Hermoso en la capilla Real de Granada.
Otro gran decorador al estilo de Fancelli será Vasco de la Zarza que realiza en la
catedral de Ávila el Sepulcro del Tostado.
Finalmente habría que citar en este primer grupo de escultores al florentino Pietro
Torrigiano que trabajó con Miguel Ángel y se afincó en Sevilla , cuya obra maestra es
un San Jerónimo realizado en terracota policromada de gran expresividad y anatomía
muy estudiada.
Segundo tercio de siglo: Alonso Berruguete y Juan de Juni
Es el momento de máximo esplendor de la escultura renacentista española donde
destaca sobre todo la escuela castellana. Los escultores de este periodo realizan sus
obras en madera policromada y prestan especial atención a la expresividad de sus
obras para manifestar una intensa espiritualidad religiosa.
Alonso de Berruguete (1490-1561)
Formado en Italia. En su obra es evidente la influencia de Donatello y de Miguel Ángel
del que fue discípulo y del cual tomó la fuerza dramática de sus creaciones cargadas de
patetismo.
Crea un estilo muy personal, nervioso, apasionado cuya nota más importante será la
fuerza expresiva que incluso a veces le hace ser incorrecto en lo formal. Tiene un
marcado gusto por lo inestable y la forma "serpentinata" y también por un canon de
proporciones extraordinariamente alargadas tan propias del manierismo con el que se
identifica.
Es también pintor pero es en la escultura donde consigue un prestigio extraordinario.
Inaugura en España la tradición del artista moderno e inconformista que, consciente
de su estatuto como creador, entiende el arte como una visión mental más que como
una habilidad técnica.
Fijó su residencia en Valladolid, ciudad en la que fundó su taller, y donde se dedicó a la
talla de imágenes y retablos como el del Convento de San Benito en Valladolid donde
destacan esculturas como el Sacrificio de Isaac o San Sebastián.
Juan de Juni (1507-1577)
De origen francés, al igual que Berruguete se afincó definitivamente en Valladolid
donde vivió y trabajó durante treinta años.con un estilo completamente diferente,.
Frente al nerviosismo con frecuencia incorrecto de Berruguete, Juan de Juni buscará
la perfección, el equilibrio, la armonía, el gusto por las formas amplias, anchas y
musculosas influenciadas por el manierismo de Miguel Ángel. Sus figuras son grandes,
robustas, sus gestos teatrales y sus composiciones están resueltas con abundantes y
atrevidos escorzos.
Su principal creación es el grupo del Santo Entierro, actualmente en el Museo de
escultura de Valladolid, de hondo patetismo y estudiada composición simétrica y
cerrada y cuyas corpulentas figuras son la antítesis de los estilizados tipos de
Berruguete.
En su etapa final destaca la Virgen de las Angustias (Valladolid) de profundo
sentimiento y precursora de los pasos procesionales del barroco.
Tercer tercio de siglo: León y Pompeyo Leoni
Durante el reinado de Felipe II va a surgir una tendencia escultórica oficialista y
académica que, al igual que la arquitectura herreriana con la que coincide
cronológicamente, tendrá una evidente función propagandística.
Sus máximos representantes, los italianos León y Pompeyo Leoni, son creadores de
esculturas en bronce y mármol de formas solemnes y grandilocuentes, sin precedentes
en España. Prueba de ello es la estatua en bronce de Carlos V dominando el Furor
(Museo del Prado) donde representa al emperador en una actitud que recuerda a los
emperadores de la antigua Roma.
No menos conocidos son los dos Grupos sepulcrales del emperador Carlos V y Felipe
II con sus familias que adornan los laterales del altar de la basílica de El Escorial
realizadas por su hijo Pompeyo. Pompeyo también ejecuta en bronce las 15 figuras del
retablo mayor de dicha basílica.
11.3. PINTURA RENACENTISTA ESPAÑOLA
La dependencia de la pintura italiana y la inspiración en artistas como Leonardo,
Miguel Ángel y Rafael, se combina, sobre todo en la primera época, con una influencia
también flamenca, más cercana a la pintura gótica.
En el último tercio del siglo destaca sobre el resto del panorama artístico la figura de El
Greco y su genio individual.
Características
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Ausencia de temática profana y predominio de la religiosa. La clientela será
fundamentalmente la Iglesia.
La técnica preferida es el óleo sobre tabla, o sobre lienzo con escaso desarrollo
del fresco.
Dependencia de las formas italianas que conviven con restos góticos y
caracteres populares.
En Época de Felipe II, El Escorial se convierte en el centro de la producción
pictórica más importante.
Mención aparte merece el genio individual del Greco. temática histórica
encargadas por nobles y burgueses para sus villas y palacios.
Primer tercio de siglo: Pedro Berruguete y Fernando Yáñez de la Almedina
Pedro de Berruguete
El pintor más importante de Castilla del primer tercio del siglo XVI, considerado el
introductor del estilo renacentista en España. Se formó en Italia y aprendió a
interpretar la perspectiva desde el punto de vista de los pintores del Quattrocento
aunque en su pintura aún perviven algunos aspectos del gótico.
Su obra más importante es el retablo mayor del Convento de Santo Tomás de Ávila.
Destaca de este retablo la pintura Auto de Fe de Santo Domingo de Guzmán que se
encuentra en el Museo del Prado.
En su pintura destaca la influencia del Renacimiento italiano, en el hecho de querer
enmarcar las figuras y las acciones en el espacio, mediante la utilización de la luz y la
perspectiva. Fernándo Yáñez de la Almedina
Pintor valenciano, aún joven debió marchar a Italia, como indica el indudable
italianismo de su estilo, que denota una marcada influencia del sfumato de Leonardo
da Vinci, de quien fue discípulo. Se caracteriza por las composiciones equilibradas con
figuras monumentales de gestos elegantes y distinguidos.
Entre sus obras destaca Santa Catalina de Alejandría del Museo del Prado.
Segundo tercio de siglo: Juan de Juanes y Luis de Morales
Juan de Juanes
En el segundo tercio de siglo empieza a ser evidente en los pintores españoles la
influencia de Rafael.
Uno de los artistas más importante de está época será Juan de Juanes. Pintor que
adopta en sus obras influencias italianizantes. Le cautivaron en especial el sfumato de
Leonardo y la gracia de Rafael, que supo asimilar perfectamente en sus lienzos
religiosos, entre los que destaca la Última Cena del Museo del Prado basada a partes
iguales en los esquemas compositivos leonardesco y el estilo de Rafael, evidente en los
gestos amables y dulces de los personajes.
Luis de Morales
La misma influencia de Leonardo y de Rafael es reconocible en la obra del pintor
extremeño Luis de Morales conocido por su contemporáneos como el Divino Morales.
En su obra la Virgen con Niño del Museo del Prado podemos observar una
composición amable y dulce cercana al estilo de Rafael y la técnica del sfumato a la
hora de resolver las luces y las sombras, propia de Leonardo.
Los personajes de sus cuadros son delgado y pálidos, de miradas cargadas de patetismo
y angustia y una religiosidad que tuvo mucha aceptación en su época y que denotan la
influencia del manierismo. Podemos ver estas características en su obra La Piedad de la
sacristía de la catedral de Toledo.
Tercer tercio de siglo: Sánchez Coello y Juan Pantoja de la Cruz. Pintores de corte
Sánchez Coello
Pintor español que pasó su juventud en la corte del rey Juan III de Portugal, quien lo
envió a Flandes para que completara su formación. Allí fue discípulo de Antonio Moro,
de quien aprendió el arte del retrato, el género que más cultivó en lo sucesivo.
En 1555 era ya pintor de la corte de Felipe II, para quien trabajó hasta el final de sus
días. Sus retratos comparten un esquema bastante similar: el personaje, lujosamente
vestido, aparece representado de tres cuartos sobre un fondo generalmente neutro.
También destaca en sus obras el detallismo y la minuciosidad, especialmente en la
representación de telas, pieles, joyas o armaduras aprendidos de sus maestro Antonio
Moro. Estos retratos cumplen una función muy concreta relacionada con la política y
no tenían una mera función decorativa.
En el Museo del Prado tenemos una buena colección de sus retratos de Felipe II, el
príncipe Don Carlos y las princesas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela.
Juan Pantoja de la Cruz
Fue discípulo de Alonso Sánchez Coello en Madrid, con quien colabora en algunas
obras; al morir su maestro le sucede como pintor de cámara del rey Felipe II y luego de
Felipe III.
Siguiendo la tradición flamenca, se esmeró mostrando minuciosamente los encajes,
vestidos y joyas de sus modelos, que situaba en pie y sobre fondo neutro oscuro o al
lado de una mesa o asiento. Entre sus obras podemos destacar el retrato de Isabel de
Valois, tercera esposa de Felipe II.
Doménikos Theotokópulos: El Greco (1541-1614)
Nació en la isla de Creta, que era territorio de la República de Venecia, lugar al que
viajará para formarse y donde es muy posible que conociera a Tiziano y Tintoretto. En
1570 se traslada a Roma para admirar el arte de Miguel Ángel, Rafael y Corregio, por los
que sentía verdadera devoción.
Atraído por la construcción del Escorial y la demanda de artistas viaja a España con la
intención de trabajar para la corte de Felipe II.
Estilo
El Greco es, ante todo, un pintor manierista, que de un modo plenamente voluntario
estilizaba sus figuras para acentuar la sensación de espiritualidad. Las luces están
violentamente contrastadas. Su gama cromática es muy amplia y en ella sobresalen
colores como el amarillo y el rojo pero también el verde y el azul, todos ellos manejados
en una pincelada muy suelta.
Sus composiciones suelen ser muy complicadas, estableciendo claras divisiones entre
el cielo y la tierra y recurriendo con frecuencia a atrevidos escorzos en angostos
espacios que crean sensación de agobio.
Obra
An España fijó su residencia en Toledo donde abrió un taller de pintura. Uno de sus
primeros encargos fue un lienzo para la catedral sobre el Expolio de Cristo. Más tarde
recibiría el encargo de un retablo para la iglesia de Santo Domingo el Antiguo, del que
destaca el tema de la Trinidad (hoy en el Museo del Prado) de tintes renacentistas
italianos y un marcado estilo manierista. Las figuras son alargadas y dinámicas,
dispuestas en zig-zag. Sorprende el tratamiento anatómico de la figura de Cristo que
recuerda modelos de Miguel Ángel, mientras que el colorido es típicamente veneciano.
Felipe II le encarga un El martirio de San Mauricio para decorar una de las capillas de
la Basílica del Escorial pero, lamentablemente, el cuadro no resulta del agrado del
monarca que no le encargará más obras.
Entre sus cuadros más importantes está El Entierro del Conde Orgaz. En este cuadro
funde el Greco el mundo celeste con el mundo terrenal, plasmando abajo el milagro
acontecido durante el entierro del cuerpo y arriba la recepción en el cielo del alma del
difunto. En sus últimas obras religiosas de gran formato se acentúan las deformaciones y la
desmaterialización de los cuerpos que parecen flotar en un espacio irreal definido por
luces y sombras: Pentecostés, Adoración de los pastores, La Anunciación,...
Es autor también de cuadros de temática muy original dentro de la tradición española
como paisajes: Vista de Toledo o mitológicos: El Laocoonte y de numerosos retratos de
nobles y clérigos de su tiempo y su ciudad como El caballero de la mano en el pecho.
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