LOS ÚLTIMOS DÍAS DE LA VALENCIA BORBÓNICA EN LA

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LOS ÚLTIMOS DÍAS DE LA VALENCIA BORBÓNICA
CORRESPONDENCIA DEL VIRREY MARQUÉS DE VILLAGARCÍA
EN
LA
Enrique GIMÉNEZ LÓPEZ
Universidad de Alicante
A primeros de agosto de 1704 Felipe V ordenó que el Consejo de Aragón
propusiera medios para poder fortificar Altea en evitación de desembarcos futuros de
fuerzas enemigas1. El Consejo trasladó al Virrey Villargarcía la responsabilidad de
discurrir cómo amurallar la desembocadura del río Algar, donde los buques hacían
habitualmente sus aguadas2. En su respuesta expresaba el Virrey las muchas dificultades en
que se encontraba el Reino, "hallándose todo tan exhausto", y señalaba problemas de tipo
técnico, como la necesidad de contar con un ingeniero que proyectara y presupuestara la
obra, sin que en tierras valencianas existiera ningún especialista capacitado para ello3.
En enero de 1705, descartada la fortificación "porque el tiempo no es a propósito y
la estrechez de la Hacienda no lo permite", el rey ordenó a Villagarcía que incrementara el
número de sus guardias y que un destacamento acudiera a Altea para proteger su costa4.
Tampoco resultaba viable cumplimentar el Real Despacho, no sólo por el estado carencial
en que se hallaba la Real Hacienda, donde "no se encuentra un maravedí para este gasto",
sino por impedirlo la legislación foral. La experiencia del Virrey anterior, Castel Rodrigo,
que había visto cómo había resultado conflictivo su proyecto de incrementar la guardia
virreinal en 25 jinetes para combatir más eficazmente a los bandoleros, era un antecedente
próximo y explícito para Villagarcía5. Nada podía esperarse de la Generalitat para financiar
el aumento de jinetes a disposición del Virrey. Únicamente podría efectuarse ese gasto
1
A.H.N. Consejos, leg. 18.474 El Rey al Duque de Montalto, 7 de agosto de 1704.
2
A.H.N. Consejos Leg. 18.473 Consulta del Consejo de Aragón, 12 de agosto de 1704. Sobre este asunto,
vid. Enrique GIMENEZ LOPEZ: "El desembarco aliado de Altea en 1704 y el Virrey Marqués de
Villagarcía", en Homenatge al doctor Sebastià García Martínez, Vol. II, Valencia 1988, pp. 269-284.
3
4
5
Ibidem. Villagarcía a Juan Bautista Pérez Roca, Valencia 19 de agosto de 1704.
Ibidem. El Rey a Villagarcía, 13 de enero de 1705.
Ibidem. Villagarcía a Juan Bautista Pérez Roca, Valencia 20 de enero de 1705. Sobre las dificultades del
Virrey Castel Rodrigo, vid. Sebastián GARCIA MARTINEZ: Valencia bajo Carlos II, Valencia 1991, pp.
246-260.
mediante medios extraordinarios, y esa posibilidad, ya contemplada por Villagarcía cuando
en 1703 y 1704 la Armada aliada recorrió la costa valenciana, se había mostrado
infructuosa6. Según cálculos efectuados, un jinete uniformado y montado suponía un gasto
que oscilaba entre los 1.125 y 1.295 rls. anuales, y la Bailía valenciana, encargada de las
finanzas reales, sólo tenía consignadas cantidades suficientes para mantener 25 jinetes,
viéndose sus ingresos reducidos en un tercio respecto a 1700, lo que suponía dificultades
graves para poder hacer frente a los gastos ordinarios. Una posibilidad extraordinaria,
aunque remota y de imprevisibles consecuencias, propuso el Virrey: "aplicar los sueldos de
las dos Compañías del Grao y Moncofa", con el consentimiento de la Generalitat, es decir,
utilizar el dinero destinado a las milicias de los gremios. La denuncia de contrafuero sería
contraproducente en las circunstancias que se vivían7. Un mes después de sugerirlo, el
propio Villagarcía comunicaba al Consejo de Aragón la imposibilidad de lograr la
colaboración de las milicias, cuya lealtad comenzaba a ser dudosa. Según confesaba el
Virrey, "los gremios que al principio estaban fervorosos se habían entibiado"8.
Para obtener los fondos necesarios, estimados en 4.500 doblones, e incrementar la
caballería de la Guardia virreinal hasta la cifra de cien jinetes, se consideró la posibilidad
de conceder el título de villa a aquellas poblaciones que lo solicitaran a cambio de un
donativo. Felipe V ordenaba en mayo de 1705: "...descarriáis medios con que subvenir a
este gasto, y entre ellos veréis si hay algunos lugares que quieran ser villas"9. La respuesta
de Villagarcía descartaba ese posible arbitrio, pues ninguna población valenciana se
planteaba otra cosa que no fuera hacer frente a sus necesidades más perentorias: "todos
están en tan miserable estado que no discurren en otra cosa que en su precisa
conservación". Otros planes tampoco dieron resultado, como los intentos de obtener dinero
de los fondos que algunos particulares habían recogido para construir un pantano en
6
7
8
9
Ibidem. Villagarcía a Juan Bautista Pérez Roca Valencia, 3 de febrero de 1705.
Ibidem. Consulta del Consejo de Aragón, 26 de febrero de 1705.
Ibidem. Villagarcía a Juan Bautista Pérez Roca, Valencia 31 de marzo de 1705.
Ibidem. El Rey a Villagarcía, Mayo de 1705.
Onteniente, o poner en venta las plazas vacantes en las bolsas de insaculados en aquellos
municipios donde existieran10.
La Generalitat no estaba en disposición de efectuar nuevos sacrificios. En 1704 se
había comprometido a financiar durante dos años un tercio de 600 infantes para la defensa
de Andalucía, y en febrero de 1705 fueron remitidos a Barcelona 50 caballos para la
remonta de Cataluña, envío que completaba un donativo voluntario de cien caballos. Los
electos de los tres estamentos justificaban la modestia de su contribución en la pésima
situación económica del momento:
"pero no sent possible, que lo llimitat de aquest Regne, lo exaust de ses forces, lo
estéril de el temps i los altres donatius en que ha servit i está servint, donen lloch a
igualar lo ánimo ab les eixecución"11.
La llegada del verano acrecentó la angustia de las autoridades borbónicas pues era
previsible la llegada de una flota aliada a las costas valencianas, como había sucedido en
los dos años anteriores. El 16 de junio de 1705 el Consejo de Aragón recibió un escrito del
Virrey en el que mostraba su temor a una inminente invasión de las fuerzas que apoyaban
al Archiduque. A Villagarcía le preocupaba esencialmente la indefensión en que se hallaba
la plaza de Peñíscola, un probable objetivo de los partidarios de D. Carlos ya que por su
situación podía convertirse en cabeza de puente desde donde atacar Valencia, Aragón y
Cataluña. Por esa razón el Virrey planeó concentrar en Peñíscola sus exiguas fuerzas y
solicitó al Consejo de Aragón que algunas tropas de infantería y caballería que se hallaban
en Barcelona marcharan a Tortosa y quedaran acuarteladas allí para socorrer Peñíscola en
caso de ataque12.
El 26 de julio la flota aliada formaba por más de cincuenta buques de guerra
ingleses y holandeses, con 8.000 hombres y el Archiduque Carlos a bordo, partió de
Lisboa. El plan de actuación no estaba claramente definido y debía adaptarse, con
flexibilidad, a las circunstancias que se presentaran. Se suponía que un ataque a Cádiz
10
11
12
Ibidem. Villagarcía a Juan Bautista Pérez Roca, Valencia 12 de mayo de 1705.
Ibidem. Los Electos de los Tres Estamentos del Reino de Valencia a S.M. 26 de abril de 1705.
Ibidem. Consulta del Consejo de Aragón 23 de junio de 1705.
resultaría inviable por lo bien equipada que se encontraban sus defensas. El objetivo debía
ser alentar y apoyar levantamientos populares en Valencia y Cataluña, preparados con
antelación por la tupida red de agentes austracistas que venían operando desde años
anteriores, y en el caso de que estos alzamientos no contaran con el apoyo suficiente o
fueran reprimidos, la Armada pasaría a Italia para ayudar al duque de Saboya en su lucha
contra los franceses13. El comandante en jefe, conde de Peterborugh, y el almirante adjunto
Sir Cloudesley Shovell evaluarían en cada momento la situación junto a D. Carlos y a
Jorge de Darmstadt, quien fuera Virrey de Cataluña entre 1698 y 170114 y que por ello era
considerado experto conocedor de la situación en los territorios de la Corona de Aragón.
Dos días después de partir de Lisboa la escuadra, el Virrey de Valencia había
dictado algunas providencias y efectuado algunos nombramientos. Para la defensa de
Alicante, la "plaza más visible del Reino", había nombrado al Mestre de Campo conde de
Cervellón; para la de Peñíscola al General de artillería Jaime Borrás, "por su habilidad,
parentesco con muchos caballeros del Maestrazgo y de Morella, tener su hacienda en
Benicarló y ser caballero de la Orden de Montesa"; y para la de Denia al Sargento Mayor
de Valencia Pascual de Córdoba. Altea, importante foco de desafección en La Marina en
1703 y 1704, contó con el nombramiento del magistrado de la Audiencia Andrés
Monserrat Crespí de Valldaura15: "me ha parecido nombrarle para que asista en Altea y lo
restante de aquel distrito, dejando a su discreción y buena conducta ocurrir a cualquier
desorden, y precaver los inconvenientes que pueden nacer en caso de ancorar la armada
enemiga en aquella Bahía en la esfera de lo posible, según la desprevención en que está
todo esto (con harto dolor mío)"16.
13
David FRANCIS: The first Peninsular War, 1702-1713, Londres 1975, pp. 174-176.
14
Joaquin RAGON CARDONER: "El último Virrey de la administración Habsburguesa en Cataluña:
Jorge de Darmstadt y Landgrave de Hassia (1698-1701)", en Pedralbes 2 (1982), pp. 263-271.
15
Monserrat era oidor de causas criminales de la Audiencia foral desde el 11 de marzo de 1702. Huyó a
Madrid tras la toma de Valencia por los austracistas, siendo rehabilitado en 1707. Cfr. Teresa CANET
APARISI: La magistratura valenciana (s. XVI-XVII) Valencia 1990, p. 186.
16
A.H.N. Consejos Leg. 18.473 Villagarcia a Juan Bautista Pérez Roca Valencia, 28 de julio de 1705.
Los nombramientos eran puras formalidades de los que el Virrey no esperaba
resultado alguno - "aunque sin esperanza de favorable efecto por faltar todo" -, pues era
imposible perseguir y reprimir a los agentes autracistas que actuaban desde hacía muchos
meses en el interior al carecer de medios. Según sus informes la Tesorería sólo disponía de
1.600 libras procedentes del derecho de Coronaje, una cantidad inferior, no precisada, de
retrasos del derecho de Morabatín recolectado en 1696 y la posibilidad remota de que se
libraran cantidades adeudadas del derecho de Maridaje. La solicitud efectuada a los
Síndicos de la Junta de la Costa para encontrar algún arbitrio con el que socorrer a
Peñíscola, había recibido la respuesta de "no tener facultad ni efectos prontos con que
subvenir a Peñíscola en esta urgencia"17. En los últimos días de julio, el marqués de
Villagarcía era sabedor de que la llegada a la costa de la Armada anglo-holandesa sería el
detonante de una revuelta campesina, como lo había sido en 1693 en Xátiva y La Marina
tras sufrir Alicante el bombardeo de la escuadra del almirante D'Estrés dos años antes, que
se extendería por la Huerta:
"...pues los mal vivientes que ahora, por temor de su rigor, habitan los montes y
cuevas, en lo más fragoso y oculto del Reino, si llegare el caso de la turbación que
causaría cualquier novedad de desembarco, viendo ocupados a los ministros en la
mayor importancia de la defensa, ejecutarían lo que en tras ocasiones se ha
experimentado, y tomarían cuerpo y avilantez para dejarse ver en lo llano más
vecino a esta ciudad, como sucedió en 1690, 1691 y 1692 por el bombardeo de
Alicante"18.
El 9 de agosto los temores se confirmaron. El gobernador de Alicante informaba
haber avistado al amanecer de dicho día la escuadra enemiga y puesto la ciudad en estado
de alarma. Una lancha se había aproximado hasta la costa para parlamentar y hacer entrega
de un escrito para las autoridades locales, pero los jurados de la ciudad no lo aceptaron19.
17
18
19
Ibidem. Consulta del Consejo de Aragón Madrid, 12 e agosto de 1705.
Ibidem. Villagarcía a Juan Bautista Pérez Roca, Valencia 28 de julio de 1705.
Jesús PRADELLS NADAL: Del foralismo al centralismo. Alicante, 1700-1725, Alicante 1984, p. 52.
La Armada se había dirigido a fondear el 10 de agosto en Altea y a Denia después, y se
había iniciado las operaciones de desembarco de armas y agitación campesina tan temidas
por las autoridades borbónicas. Denia fue ocupada el 17 de agosto por la acción combinada
de un pequeño contingente de hombres, al mando de Joan Baptista Basset20,
desembarcados del buque de guerra inglés "Orford", secundados por campesinos de La
Marina que habían sido movilizados por agentes austracistas que actuaban activamente en
la comarca desde el año anterior. El gobernador militar de la plaza, Felipe Antonio Gavilá,
no opuso resistencia alguna, mientras que el responsable del gobierno civil, Pascual
Perelló, procurador general del marqués de Denia, pudo escapar "deslizándose por la
muralla", según el testimonio de Miñana21. La rápida caída de Denia se había debido a sus
escasas defensas pero también al apoyo de la población a la causa del pretendiente D.
Carlos22.
Un día después de que Denia fuera controlada por los austracistas, el Consejo de
Aragón exponía en consulta a Felipe V la indefensión de Valencia. El peligro no sólo
procedía de la sublevación campesina y del foco dianense, sino de la posible llegada de
austracistas catalanes que "se verán obligados a introducirse en aquel Reino hallando las
fronteras desprevenidas y ocasionando los irreparables daños que se dejan considerar"23.
Era, por tanto, necesario que una parte de las tropas que debían pasar a Aragón y Cataluña
quedaran en Valencia para expulsar a los austracistas de Denia y castigar a los campesinos
revoltosos. El rey prometió el envío de 1.800 jinetes, pero la sublevación de Cataluña
trastrocó los propósitos reales. El 3 de septiembre, un patrón genovés daba la noticia en
Vinaroz del desembarco en las playas de Barcelona de varios miles de hombres, artillería y
20
Sobre Basset, Vid. Jordi QUEROL: Joan Baptista Basset. Militar i maulet. Valencia,1991, y Roque
CHABAS: "Basset y la Guerra de Sucesión", en El Archivo I (1886), pp. 105-107, 113-115, 120-123 y 129131.
21
José Manuel MIÑANA: La Guerra de Sucesión en Valencia (De bello rvstico valentino), Valencia 1985,
p.43.
22
23
Carme PEREZ APARICIO: De l'alçament maulet al triomf botifler, Valencia 1981, p. 40.
A.H.N. Consejos Leg. 18.473 Consejo de Aragón, 18 de agosto de 1705.
caballería, y que Mataró y Sitges se habían declarado austracistas24.
Peterborough, asesorado por Darmstadt, que moriría en la acción, había atacado
Montjuich que se rindió el 14 de septiembre, y desde aquella altura los aliados hostigaron
la ciudad, defendida por el Virrey Velasco y por el duque de Populi25. La defensa de
Barcelona se convirtió para Felipe V en prioritaria26, y las consecuencias fueron
desastrosas para la causa borbónica en Valencia.
Desde la toma de Denia por Basset a mediados de agosto hasta los primeros días de
septiembre, en que llegaron a la comarca tropas de caballería al mando del mariscal de
campo Luis de Zúñiga, la revuelta campesina se había extendido ampliamente hacia Oliva,
Gandía y Alcira, y habían surgido nuevos focos en Vinaroz y Benicarló. Para ganar
adhesiones los líderes austracistas utilizaban las reivindicaciones que se habían escuchado
durante la Segunda Germanía de 1693: exención del pago de censos y partición de frutos a
los señores27. En Vinaroz y Benicarló había un descontento generalizado desde que en
1702 las dos poblaciones habían quedado sometidas a la jurisdicción de la orden de
Montesa, lo que contribuyó decisivamente a que apoyaran la causa austracista. El oidor
Francisco Faus informaba de los contactos de los austracistas de Vinaroz con los de
Tortosa, y que un grupo de ellos, tras apoderarse de una embarcación francesa surta en los
Alfaques, habían marchado a Barcelona para unirse a la sublevación. Según el magistrado,
Vinaroz podía darse por perdida sino se enviaban rápidamente tropas regulares para
castigar a los sediciosos: "los naturales de aquella villa están muy insolentes, que la razón
no la oyen, y entienden que no pueden ser castigados según obran, y hablan
desbocadamente"28
24
25
A.H.N. Consejos Leg. 18.473 Francisco Faus a Villagarcía Vinaroz, 3 de septimebre de 1705.
David FRANCIS: Op. cit. pp. 185-190.
26
Joaquin ALBAREDA I SALVADÓ: Els catalans i Felip V. De la conspiració a la revolta (1700-1705),
Barcelona 1993, pp.186-200.
27
Carmen PEREZ APARICIO: "La Guerra de Successió: una revolució camperola", en Primer Congreso
de Historia del País Valenciano, Valencia 1976, vol. III, pp. 511-524.
28
Ibidem. Francisco Faus a Villagarcía Vinaroz, 6 de septiembre de 1705.
Las operaciones iniciales de la caballería de Zúñiga estuvieron dirigidas a evitar la
extensión de la sublevación desde el foco dianense. Desde Oliva las tropas borbónicas
tomaron posiciones en el Puerto de Sagra y en el cauce del río Molinell, con el fin de sitiar
Denia, se enviaron cien infantes al Vall de Gallinera y una compañía de caballería a
Cocentaina y Gorga para que los austracistas no las ocuparan, mientras que algunos
borbónicos colaboraban en las tareas de pacificación, como Pedro Corbí29, un caballero de
Ibi que había formado a sus expensas una compañía de cien hombres, y que a las órdenes
de Zúñiga había logrado reprimir la revuelta en la baronía de Alcalá. No obstante, el
problema de las milicias parecía no tener solución, pues se fracasó en los intentos de
recomponer aquellas compañías que habían desertado.
Se procuró por todos los medios obtener cebada para la caballería y trigo para el
abasto de la tropa y se efectuaron algunas detenciones de agentes austracistas, entre ellos
algunos eclesiásticos, como la de fray Antonio Mójica en Gandía, acusado de espía del
Archiduque30. En cualquier caso, Zúñiga esperaba incrementar sus fuerzas con tropas de
caballería procedentes de Castilla, con hombres reclutados en Onteniente por el duque de
Gandía y con gentes de Xátiva al mando de su gobernador Francisco Rocafull31, y con
munición y pólvora para sus piezas de artillería de 3 y 6 libras, que escaseaba en Valencia
por haberse enviado las existencias al Campo de Gibraltar32.
29
Corbí fue hecho prisionero por Nebot en diciembre de 1705 aunque logró escapar y regresó a su comarca
natal, la Hoya de Castalla, donde de nuevo levantó hombres a favor de la causa borbónica, con los que
impidió que los austracistas ocuparan Jijona, pasando posteriormente a la Huerta de Alicante con el propósito
de levantar el bloqueo que los partidarios de Don Carlos hacían a la fortaleza alicantina de Santa Bárbara.
Más tarde prosiguió sus acciones de acoso a los austracistas en los alrededores de Onteniente y Fuente la
Higuera, donde contactó con las tropas vencedoras en Almansa. Su destacada actuación le valió ser nombrado
Gobernador Militar con el grado de Coronel y, desde 1709, Corregidor de Jijona, elevada a la categoría de
ciudad y convertida en cabeza de uno de los nuevos corregimientos por su lealtad a la causa de Felipe V. En
1747 fue ascendido a Brigadier por su actuación contra los corsarios berberiscos en la marina de Elche,
perteneciente al territorio de su corregimiento. Su fallecimiento se produjo en mayo de 1753 siendo todavía
Corregidor de Jijona. Vid. A.H.N. Consejos Leg. 17.984, 18.238 y 18.450; Gaceta de Madrid 29-VIII-1747,
30
A.H.N. Consejos Leg. 18.473 Luis de Zúñiga a Villagarcía Campo de Denia, 1 de septiembre de 1705.
31
A.H.N. Consejos Leg. 18.473 La ciudad de Xátiva al Rey Xátiva, 7 de septiembre de 1705. Xátiva había
resuelto contribuir a la recuperación de Denia con dos Compañías de caballería de 40 jinetes, y otras dos de
infantería de 75 hombres cada una.
32
Ibidem. Zúñiga a Villagarcía Campo de Denia, 3 de septiembre de 1705.
El 4 de septiembre las tropas de Zúñiga recibieron 328 cahices de cebada y trigo,
pero se había decidido no utilizar las milicias, pues las deserciones eran frecuentes y su
fiabilidad nula: "pues a ser bisoña la del País y sin la menor disciplina, se añade también la
desconfianza que se puede tener de su intención". La caballería de Zúñiga había logrado
detener la expansión de la revuelta, circunscrita ahora a los focos de Denia y Vinaroz, pero
se temía que la marcha de los sucesos en Barcelona tuviera una inmediata consecuencia en
los asuntos valencianos. El propio Virrey lo señalaba así a José Grimaldo: "pero en la plebe
no me aseguro de una perfecta salud, y pensaré yo que la suspensión pende del suceso de
Barcelona, pues de cualquier suerte hará eco aquí de malo o bueno"33. Un día después de
expresar sus temores, Villargarcía conoció las órdenes de Felipe V para que cuatro
regimientos pasara a Cataluña, acompañando una solicitud para que se formasen dos o tres
regimientos de infantería y caballería a cargo del Reino, lo que Villagarcía descartó de
plano por imposible y arriesgado: "los pueblos de que se podía intentar sacar la gente, más
inmediatos a los confines de Cataluña, como son Castellón, Villareal, el Maestrazgo y lo
que corre desde Peñíscola a Vinaroz, están tal malhumorados que no sobra toda la
aplicación para mantenerlos en sospechosa obediencia"34.
El peligro de un desembarco en Alicante no era una posibilidad a descartar. Su
gobernador, Vicente Falcó, comunicó al Virrey la indefensión de la plaza ante cualquier
ataque procedente de los sublevados en La Marina, si recibía el apoyo desde el mar de
buques aliados. Como medida de emergencia, Falcó había formado nueve compañías de
milicias, de cien hombres cada una, con vecinos de la ciudad de las que tres permanecían
cada día de guardia en el baluarte de San Carlos, la Lonja y en el Puerta del muelle,
mientras los componentes de las restantes se dedicaban a sus trabajos cotidianos. Dos
circunstancias hacían poco eficaz la defensa. En primer lugar, la baja capacitación militar
de las milicias, mal disciplinadas y de lealtad dudosa. Según Falcó "se puede recelar
acudan pocos, unos por cuidar de sus familias, y otros por la de los terratenientes y ropa
33
34
Ibidem. Villagarcía a José Grimaldo Valencia, 5 de septiembre de 1705.
Ibidem. Villagarcía a Grimaldo Valencia, 5 de septiembre de 1705.
cuidarán poco de venir a socorrer esta ciudad teniendo cada uno hecha su prevención de
gentes para cuando llegue el caso". En segundo lugar, la plaza se encontraba desabastecida
de armas y municiones. En opinión del gobernador, "si llegare el conflicto, de la pelea,
sólo toman las armas muy pocos, pues hay Compañías que entra la guardia con treinta o
cuarenta hombres, y que la más setenta, y les mantengo en este género de ejercicio tan
suave por la dificultad que he experimentado en todas ocasiones de juntarles aún en esta
forma, pues el día 9 de agosto en que pasó la Armada y ancoraron 6 navios, sobre haberse
publicado el Bando a las 7 de la mañana para que arrimasen las armas cada uno bajo su
Bandera eran cerca de las 2 de la tarde cuando la lancha de los enemigos, y no pude juntar
de entre todas las Compañías una manga de 25 hombres para que un capitán ocupase la
Puerta del muelle"35. El pesimismo en Alicante era general, y se esperaba que lo acaecido
en Denia pudiera repetirse en la ciudad. Era un síntoma poco satisfactorio que el 9 de
agosto, cuando fue avistada la Armada enemiga y se solicitó el alistamiento de los
insaculados, ni uno sólo atendió al llamamiento. Gran parte de los franceses y muchos
comerciantes habían abandonado la ciudad, y muchos vecinos habían trasladado a sus
familias a poblaciones del interior y puestos sus bienes muebles en lugar seguro. El
gobernador hablaba de un "terror pánico" que se había apoderado de los alicantinos36. El
Consejo de Aragón recordaba que los comerciantes estaban obligados a la defensa de la
ciudad y que si bien se podía consentir la salida de mujeres y niños a lugares más seguros,
no debía permitirse la marcha de varones en edad militar, "antes bien se les ha de obligar a
la asistencia con la persuasión, y si ésta no bastare, con el rigor que permite el derecho",
pues lo contrario sería un "mal ejemplo y espanto a la gente de inferior condición"37.
35
A.H.N. Ibidem,
Vicente Falcó a Villagarcía, Alicante 6 de septiembre de 1705.
36
El Virrey propuso medios para mejorar las fortificaciones de Alicante. De los fondos procedentes de la
Bula de la Santa Cruzada, Subsidio y Excusado del Obispado de Orihuela creía poder lugar 2.000 ducados
anuales; la ciudad debía conceder 2.000 modines de sal para que el producto de su venta, calculado el 5.000
pesos anuales se aplicase a las obras; y, por último, del derecho de Quema y del Tiraje de Levante, se
calculaba lograr unos 2.300 ducados también anuales. Cfr. A.H.N. Ibidem, Villagarcía a José Grimaldo,
Valencia 22 de septiembre e 1705.
37
A.H.N. Ibidem, Presidente del Consejo de Aragón a Villagarcía, Madrid 30 de septiembre de 1705.
La misma inquietud que se vivía en Alicante se percibía en Peñíscola, la plaza
militar situada al norte del reino. El general de artillería Jaime Antonio Borrás se quejaba
también de su escasa guarnición, y temía enfrentarse a la táctica usada en Denia,
consistente en un ataque combinado de la Armada aliada y de paisanos austracistas que ya
controlaban las inmediaciones de Vinaroz. Al igual que en Alicante, la milicia era de nula
efectividad y nada fiable, "porque está tan viciada y ciega en su pasión como ellos, aunque
no tan declarada". En opinión de Borrás, era vital para la conservación de Peñíscola en
manos felipistas, el envío de caballería regular a Vinaroz, donde la infidelidad era ya
manifiesta. "Una vez encendido en Vinaroz el fuego será trascendental a toda esta parte del
Reino, y mucho más dificultuoso el desalojar el enemigo si le ocupaba que en los lugares
de Poniente, con gran riesgo de esta Plaza"38.
Las esperanzas de las autoridades felipistas estaban puestas en la llegada de las
tropas del teniente general José de Salazar, cuya llegada a Gandía se esperaba hacia el 8 de
septiembre, y su colaboración con las fuerzas de Luis de Zúñiga. "Con él -- escribía
Villagarcía -- mudará semblante la temeridad de los sediciosos"39. El leve optimismo del
Virrey se apoyaba en algunos éxito logrados por Zúñiga en las proximidades de Denia. Los
austracistas habían sido desalojados del Puerto de Sagra, de las inmediaciones de Pego, del
Molinell y de la Gola del Mar, logrando que en Ondara se rindieran 400 hombres que
capitaneaba José Gil. Al mediodía del 8 de septiembre llegaban a Gandía, procedentes de
Almansa, las tropas de socorro mandadas por Salazar. Esperaba unirse a Zúñiga, preparar
el asalto a Denia y tomar la plaza "con brevedad"40.
Sin embargo, pronto se oscureció el panorama para los felipistas. Salazar y Zúñiga
convinieron que la toma de Denia era imposible con los medios a su disposición. La
fortificación de la ciudad y su castillo, bien pertrechados de municiones y víveres, y
defendida por Basset, un "ingeniero que sabe bien su oficio", hacían necesario sitiar
38
39
40
A.H.N. Ibidem, Jaime Antonio Borrás a Villagarcía, Peñíscola 8 de septiembre de 1705.
A.H.N. Ibidem, Villagarcía a Grimaldo, Valencia 7 de septiembre de 1705.
A.H.N. Ibidem, José de Salazar a Villagarcía, Gandía 8 de septimebre de 1705.
formalmente Denia, cubrir con cestones las cuatro piezas de artillería con que se contaba, y
solicitar tropas de infantería suficientes para el asalto. Con 350 jinetes y 100 infantes "no
se puede hacer más que hostilizar y castigar, porque la gente del País tan solamente sirve
de hacer ruido"41.
Las órdenes para que las tropas que sitiaban Denia pasaran a Barcelona para
defender la ciudad, disipó cualquier posibilidad de contrarrestar el auge austracistas y aún
de mantener el Reino42. El 10 de septiembre, Villagarcía hacía saber al teniente general
Salazar su convencimiento de que su marcha a Cataluña suponía la pérdida de Valencia "en
pocos días"43, y que las milicias, "flacas y malhumoradas" eran inútiles para intentar
cualquier acción militar. El 12 de septiembre las tropas de Salazar y Zúñiga dejaron las
inmediaciones de Denia y se encaminaron a Cataluña. La noche antes habían efectuado un
último ataque, incendiando el arrabal anexo a las murallas de la ciudad. Una vez más se
demostró la inutilidad de las milicias, que huyeron nada más sonar los primeros disparos44.
El cruce de correspondencia entre los militares y el Virrey a mediados de
septiembre denotan la certidumbre de todos de que, con la marcha de las tropas a Cataluña,
se entregaba Valencia a los austracistas de forma irremediable. Zúñiga aseguraba que la
orden de abandonar La Marina le había causado "toda mortificación", pues "casi todos los
lugares del Marquesado que se habían apartado de la obediencia del Rey Nro. Sr. han
vuelto a tomarla como antes, y muchos de los desengañados de las promesas falsas que les
había dado Baset, si hubiéramos durado aquí algunos días no dudo se nos hubiera
entregado Denia, aún con la mala disposición que tenemos de todas cosas hallarnos solos
con cien caballos de las Guardias de S.M. y un Regimiento nuevo de caballería de
41
A.H.N. Ibidem, José de Salazar a Villagarcía, Campo de Gandía, 10 de septiembre de 1705.
42
Según Kamen, "la defensa de Valencia fue relegada a un segundo plano, y el Gobierno ordenó que las
pocas tropas que hubiera disponibles en Valencia, se dirigieran inmediatamente hacia Cataluña", en Henry
KAMEN: La Guerra de Sucesión en España, 1700-1715, Barcelona 1974, p. 305.
43
44
A.H.N. Ibidem, Villagarcía a Salazar Valencia, 10 de septiembre de 1705.
Según Zúñiga, "las Milicias, así de caballería como de infantería, no valen cosa ninguna, ni se puede fiar
de ellos cosa ninguna", en A.H.N. Ibidem, Zúñiga a Villagarcía, Campo de Denia 12 de septiembre de 1705.
trescientos y tantos hombres"45.
Las autoridades valencianas, sin excepción, se habían movilizado para impedir la
salida de las tropas. El Virrey había solicitado a Felipe V que quedaran tropas en Valencia,
en número suficiente para mantener el reino. A Grimaldo le había confesado Villagarcía
que la orden de marchar a Cataluña "me deja sorprendido", y que "en la ejecución de esta
marcha no se aventura menos que perder este Reino". Su diagnóstico no dejaba lugar a
dudas: "este Reino se perderá sin poder remediarlo porque el bloqueo de Denia no podrá
mantenerse, la gente del País se volverá a sus casas, los lugares sublevados, aunque
algunos se hayan reducido habiéndose su gente refugiado a las montañas, bajará después
de apartado el peligro, más obstinada con la irritación del castigo para intentar y lograr
cuantos insultos le facilitare no hallar oposición, pues la gente de las Milicias no le hará
ninguna por su calidad y deserción, porque quizá se hará de su parte". La Generalitat
solicitaba la permanencia de tropas en Valencia y, muy especialmente, en La Marina, pues
era vital la recuperación de Denia para evitar la extensión de la revuelta, "porque demás de
estar el fuego ardiendo en muchas partes, se teme que en otras está bajo la ceniza, y si
sucediese venir algunos navíos y socorro a Denia, arderá sin medio para extinguirle
faltando la caballería, porque introducidas en el Reino tropas regladas enemigas,
ciertamente no podremos resistir, se seguirá infaliblemente nuestra ruina"46. Los Síndicos
de los tres Estamentos del Reino ponían el acento en la ineficacia de las milicias, por su
inexperiencia, por el carácter de conflicto civil que tenía ya el levantamiento austracista y,
finalmente, por su escasa fiabilidad, ya que "en las influencias presentes y ocultas no sabe
la elección de que tropas se ha de valer con seguridad para el remedio"47. La ciudad de
Valencia, en memorial al rey, reiteraba el riesgo de nuevas sediciones y pérdida del Reino,
y solicitaba la revocación de la orden de pasar a Cataluña las tropas, y los canónigos de la
45
A.H.N. Ibidem, Luis de Zúñiga a Villagarcía, Campo de Denia 12 de septiembre de 1705.
46
A.H.N. Ibidem, Los Diputados del Reino de Valencia al Virrey Villagarcía, Valencia, 13 de septiembre
de 1705,
47
A.H.N. Ibidem, Los Síndicos de los Tres Estamentos del Reino de Valencia al Virrey, Valencia 13 de
septiembre de 1705.
iglesia metropolitana de Valencia hacían saber al monarca el general desconsuelo que
había producido su orden, "novedad que nos deja tan sobresaltados, como justamente
temerosos que de viendo los enemigos enflaquecidas nuestras fuerzas han de cobrar
nuevos alientos, no sólo para mantenerse en lo adquirido, sino para adelantar sus designios
con daño irreparable del Reino"48.
El malestar de las autoridades, y la consiguiente desmoralización de los
borbónicos, era evidente. El Virrey solicitó a Salazar que suspendiese su marcha a
Cataluña hasta que se resolviesen las súplicas elevadas al rey para que revocase su orden,
pues la salida de las tropas "es lo mismo que desplomarse todo el edificio"49. Villagarcía
ordenó que pasasen a las inmediaciones de Denia las compañías de Milicias del Grao y
Moncofa, "que aunque no buenas son las menos malas"50, para que los austracistas, al
menos, no volvieran a ocupar las posiciones recuperadas por Zúñiga y Salazar, pero las
deserciones se multiplicaron en tal grado que las dos Compañías quedaron inoperantes y
fueron finalmente licenciadas.
El 18 de septiembre, una real orden permitía que un regimiento de caballería de las
tropas de Salazar, que ya se encontraba en Nules, quedara en tierras valencianas a las
órdenes del teniente coronel Rafael Nebot para poder "contener a los sublevados y que no
vuelvan a inquietar el Marquesado de Denia, como ha comenzado a hacer alguna gente de
a pie y a caballos que ha salido de Denia a este efecto"51. El 29 de setiembre, tras atravesar
las tropas de Salazar la frontera de Valencia con Aragón, camino de Lérida, sólo quedaba
en Valencia el Regimiento de caballería al mando de Rafael Nebot. El momento se
presentaba especialmente delicado, pues se acababa de producir la ocupación de Tortosa
por los austracistas, y se había detectado la presencia de seis buques ingleses en La Marina.
48
A.H.N. Ibidem, Representación de los Canónigos y Cabildo de la Iglesia Metropolitana de Valencia,
Valencia 13 de septiembre de 1705.
49
50
51
A.H.N. Ibidem, Villagarcía a José de Salazar, Valencia 12 de septiembre de 1705.
A.H.N. Ibidem, Villagarcía a Grimaldo, Valencia 15 de septiembre de 1705.
A.H.N. Ibidem, Zúñiga a Villagarcía, 21 de septiembre de 1705.
La posibilidad de una acción coordinada en tenaza de los partidarios del Archiduque hacia
Valencia desde los focos de Tortosa y La Marina, obligó a reiterar la petición de tropas por
parte de los poderes civiles y eclesiásticos regnícolas. El último día de septiembre, los
Diputados de la Generalitat remitieron un memorial al rey solicitando "se serveixa manar
que les tropes que transiten per aquest Regne, es detinguen en ell, i aixi mateix aumentarles
ab lo matjor número de Cavalleria i Infanteria per a impedir les hostilitats que rezelam per
les males consequencies que pot produhir el eixemplar de Tortosa"52. Temían que un nuevo
desembarco de tropas en Denia y un ataque austracista desde Tortosa provocara el rápido
hundimiento de la autoridad borbónica. Una consideración similar hacían en otro
memorial, fechado el mismo día que el anterior, los Jurats, el Racional y el Síndic de la
ciudad de Valencia. Un muy probable levantamiento popular, alentado por la incapacidad
de contrarrestar militarmente los focos de Denia y Tortosa, era inminente, "prendiéndose el
fuego de la sublevación en algunos ánimos de los que en este Reyno, olvidados de sus
obligaciones y conveniencia pública, viven con poco gusto bajo el suave yugo del dominio
de V.M., se aumente el número de los mal contentos e intente tiránicamente, y sin
oposición, extraer del Rl. Patrimonio de V.M. este Reyno (...) o ejecutar los violentos
rigores con que suele cebarse una multitud desenfrenada"53. Las autoridades eclesiásticas
remitieron sus memoriales el primer día de octubre. El arzobispo Folch de Cardona
consideraba insuficiente el regimiento comandado por Nebot, y alarmante la caída de
Tortosa, pues posibilitaba la ocupación del Maestrazgo, donde estaban "dispuestos los
ánimos para que prenda el fuego de la sedición". Según sus noticias Basset, desde Denia,
había remitido por mar a Vinaroz armas y municiones. Sin embargo, estando en la frontera
septentrional el mayor peligro, no era conveniente movilizar hasta allí la caballería de
Nebot por dos razones: por un lado, quedaría expuesta la capital a sufrir un ataque desde
Denia al quedar desguarnecido su flanco meridional; por otro, "no es conveniente enviarlos
52
A.H.N. Ibidem, Memorial de los Diputados de la Generalitat del Reino de Valencia al Rey, Valencia 30
de septiembre de 1705.
53
A.H.N. Ibidem, Los Jurats, Racional y Síndico de Valencia al Rey, Valencia 30 de septiembre de 1705.
a aquella frontera porque son catalanes, y tan poco seguros que cada día desertan muchos y
se pasan a Denia"54, palabras premonitorias del Arzobispo de la posterior traición del
teniente coronel Nebot a primeros de noviembre. Quizá Folch era conocedor de que un
hermano de Rafael, José Nebot, ya encabezaba por entonces en el Campo de Tarragona
una numerosa partida de voluntarios austracistas. Los canónigos, por indicación del
Arzobispo, se sumaron a la solicitud de tropas que impidieran la propagación de la marea
austracista.
Las peticiones no fueron atendidas, y sólo se permitió que dos escuadrones de
caballería al mando de Luis de Zúñiga permanecieran en las inmediaciones de Altea. En el
entorno de Felipe V prevalecía el criterio de que la conservación de Cataluña, Aragón y
Valencia dependía del mantenimiento de Barcelona en manos de los borbónicos y, por
tanto, todos los recursos militares debían centrarse en la capital del Principado.
Mientras tanto, el número de afectos al Archiduque no dejaba de aumentar en
tierras valencianas. El 6 de octubre, el Virrey Villagarcía escribía a Juan Bautista Pérez
Roca en tono muy pesimista: " de cada día se descubre más el desafecto de muchos que
antes le tenían oculto", y expresaba el temor de que Alicante pasara a manos austracistas
sin que sus habitantes defendieran la plaza por "la debilidad de aquellos naturales que
como negociates aborrecen tanto la guerra y los ejércitos militares"55. Cuando Zúñiga, al
mando de sus dos escuadrones, llegó a las proximidades de Altea y ocupó temporalmente
la población con la intención de destruir dos molinos que suministraban harina a Denia,
requisó 36 escopetas, y otras muchas armas blancas de variado tipo, remitiendo a las
cárceles de Valencia a 18 alteanos que se habían distinguido en favor de la causa
austracista, muy extendida ya por tierras de La Marina Baja56.
La ocupación definitiva de Vinaroz por los austracistas daba la razón a quienes
54
A.H.N. Ibidem, El Arzobispo de Valencia al Rey, Valencia 1 de octubre de 1705.
55
A.H.N. Ibidem, Villagarcía a Juan Bautista Pérez Roca, Valencia 6 de octubre de 1705. En ese mismo
día el Gobernador de Alicante, Vicente Falcó, había solicitado a Villagarcía que se le enviara gente veterana
para poder defender la ciudad de un inminente ataque austracista.
56
A.H.N. Ibidem, Consulta del Consejo de Aragón, 17 de noviembre de 1705.
habían augurado una ofensiva austracista desde Tortosa. A primeros de octubre, ante lo
desesperado de la situación, Felipe V ordenó que otro regimiento de caballería, al mando
del marqués de Pozoblanco, quedara en Valencia, pero la medida llegaba tarde y era de
muy escaso fuste para paliar la dimensión que había adquirido el auge austracista. La
Generalitat valenciana reiteró su solicitud de socorros "con la mayor brevedad porque los
enemigos, con gran calor, nos estrechan por todas parte", destinando las 5.000 Libras que
todavía quedaban en sus arcas al mantenimiento de las tropas de Pozoblanco. El propio
Consejo de Aragón elevó una consulta al rey para que se reforzara la presencia de tropas,
"no bastando a detener el precipitado curso de una multitud desenfrenada el Regimiento de
caballería de que es Coronel el Marqués de Pozoblanco"57, y tomó algunas iniciativas que
elevaran la moral alicaída de los borbónicos, preocupado del estado de ánimo del Virrey,
cuya desmoralización era tan patente que ya transcendía los muros del propio Palau Reial y
que, según el Consejo, "nace que la ciudad y demás individuos le notan de falta de
providencias"58. Entre éstas se contaba con la posible recluta y mantenimiento a cargo del
reino de dos regimientos de infantería de 500 hombres cada uno que permitieran una
mayor movilidad a la caballería de Nebot y Pozoblanco, muy estáticas en las proximidades
de Denia y Vinaroz respectivamente. La sugerencia fue contraproducente, pues nadie creía
en Valencia que los regimientos que se proyectaban ofrecieran "muy vigorosa defensa" y
ninguna seguridad pero, pese a todo, una Real Orden de 15 de noviembre ordenó que se
iniciara la leva de medio millar de hombres para resguardar el Reino59. La posibilidad de
trasladar hasta Vinaroz al regimiento de Nebot, sugerida por Tserclaës Tilly, fue
desaconsejada por las dudas que ofrecía la lealtad de esas tropas. El 3 de noviembre,
Grimaldo ordenaba desde Madrid "que por ahora no se mueva, ni aparte de las cercanías
de Denia el Regimiento de D. Rafael Nebot"60.
57
58
A.H.N. Ibidem, Consulta del Consejo de Aragón de 20 de octubre de 1705.
A.H.N. Ibidem, Consulta el Consejo de Aragón de 3 de noviembre de 1705.
59
A.H.N. Ibidem, Real Orden de S.M. a los Comunes de la ciudad y Reino de Valencia, 15 de noviembre
de 1705.
60
A.H.N. Ibidem, Grimaldo a Rodrigo Manuel Manrique de Lara, Madrid 3 de noviembre de 1705.
Las sospechas sobre Nebot eran fundadas. En diciembre se pasó al bando
austracista e hizo preso a Luis de Zúñiga que, entregado a Basset, fue encarcelado en
Denia. El derrumbe borbónico fue rápido e inevitable. En pocos días los austracistas
controlaron Oliva, Gandía, Tavernes y Alzira sin encontrar resistencia. A mediados de
diciembre se aproximaron hasta la indefensa Valencia campesinos armados dirigidos por
Basset flanqueados por la caballería de Nebot, y el Consell General decidió aceptar al
Archiduque como rey. Al Virrey, acompañado de casi la totalidad de los magistrados de la
Audiencia, y otros leales a Felipe V, le fue permitido salir de la ciudad hacia Castilla. En
carta a Grimaldo fechada el 17 de diciembre, Villagarcía resumía, al mencionar la actitud
postrera de la capital valenciana, lo que había acontecido en su último año y medio de
mandato: el Reino había caído en manos austracistas sin haber hecho "la menor hostilidad
ni querido disparar un tiro desde los muros"61 .
61
A.H.N. Estado, leg. 279, Villagarcía a José Grimaldo, 17 de diciembre de 1705. Cfr. H. KAMEN: Op.
cit. p. 307.
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