Tres exigencias mínimas para la reforma previsional

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ISSN 0717-9987
Tres exigencias mínimas para la reforma previsional
en foco
Tres exigencias mínimas
para la reforma previsional
Manuel Riesco
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Tres exigencias mínimas para la reforma previsional
Introducción
La discusión acerca de la reforma al sistema previsional está lanzada. Finalmente, se ha logrado generar un consenso en relación a que el
sistema privado de pensiones no cumplió sus promesas. Hoy, todos concuerdan que la cobertura y el monto de las pensiones son muy bajos y
discriminatorios, que la garantía estatal no es efectiva y que las AFP
constituyen un oligopolio poco transparente, de costos muy elevados y
utilidades escandalosas.
Todos los candidatos presidenciales, en mayor o menor medida, reconocen esto y prometen reformas. Michelle Bachelet ha definido que este
sería el gran proyecto de su eventual gobierno y se comprometió a crear,
durante los primeros seis meses de su administración, una comisión ampliamente representativa que proponga
una reforma. A su turno, el movi- De todos los sectores surgen promiento social encabezado por la CUT puestas para resolver el problema.
–que ha hecho una serie de propues- Desde la libertad de afiliación, que
tas y llamó a una jornada nacional al todos entienden como la opción de
respecto (en Valparaíso desarrolló volver al sistema antiguo, hasta reuna marcha multitudinaria con esta formas menores a las AFP. Si bien
exigencia)– se está movilizando por cada sector adelanta las suyas, no
una reforma. Por otra parte, centena- parece ser el momento adecuado
res de organizaciones llaman a con- para intentar imponer una sobre
formar un movimiento para cambiar otra, sino más bien la instancia para
el sistema. El asunto no tiene vuelta generar una amplia discusión, en
que cada uno tenga la posibilidad
atrás, la reforma es inevitable.
De todos los sectores surgen de exponer las ventajas de su propropuestas para resolver el problema. puesta.
Desde la libertad de afiliación, que
todos entienden como la opción de volver al sistema antiguo, hasta reformas menores a las AFP. Si bien cada sector adelanta las suyas, no parece
ser el momento adecuado para intentar imponer una sobre otra, sino más
bien la instancia para generar una amplia discusión, en que cada uno tenga
la posibilidad de exponer las ventajas de su propuesta. La síntesis resultante
será tanto mejor cuanto más masiva sea la participación de la ciudadanía
organizada en este proceso.
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Tres exigencias mínimas para la reforma previsional
Es sabido que las AFP y el empresariado están muy organizados y en
campaña permanente –financiada, además, con nuestras propias cotizaciones– para que todo siga más o menos igual. Estos actores son los grandes
beneficiarios del actual esquema. Los empresarios son los receptores del
ahorro forzoso de los asalariados, mientras que las AFP lucran con su manejo y administración. A favor de ellos también juega el hecho que entre los
economistas y otros especialistas todavía prevalece un interés en demostrar
que “el mercado funciona” en esta materia, el cual efectivamente puede
resolver el problema previsional. Parece indispensable, entonces, hacerles
frente con un movimiento social y ciudadano masivo e informado, que exija
que sus demandas sean atendidas por las nuevas autoridades.
A continuación se enumeran tres condiciones que pueden servir de
base para una plataforma mínima del movimiento de reforma.
Primera condición: La reforma no puede cercenar los derechos
previsionales adquiridos sino que debe ampliarlos
Esta condición, aparentemente tan obvia, engloba muchas de las demandas y algunas de las propuestas, al tiempo que descarta otras. ¿Cuáles
son en la actualidad estos derechos adquiridos? ¿De qué manera el sistema
de AFP los cercena?
a) Ampliar la cobertura actual
Actualmente, un 78,2% de los adultos mayores y un 90% de los mayores de 70 años recibe pensiones (casi todas son públicas). De ellas, las
AFP financian solo un 4,3% con fondos acumulados en cuentas individuales los que, a su vez, están constituidos en gran parte por los bonos de
reconocimiento que el Estado les traspasa.
De aquí que si bien la cobertura previsional actual es significativa,
esta se basa en el sistema público y baja en forma dramática para los
afiliados a las AFP. Según el propio gobierno, el sistema de capitalización
individual ni siquiera es capaz de financiar pensiones mínimas a casi dos
tercios de sus afiliados y la garantía estatal respectiva no alcanza a cubrir
un 10%, lo cual deja a más de la mitad de ellos sin cobertura.
Estos no son problemas de futuro sino que afectan hoy a la mitad de
las más de 100.000 personas por año –es decir, alrededor de 300 diarias–
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que alcanzan la edad de jubilar. Una mitad todavía tiene la suerte de ser
atendida por el sistema público, pero cada vez son menos los que disponen
de esta posibilidad. Es decir, hay que atender el drama al que cada día se
enfrentan más de 150 personas afiliadas a las AFP que llegan a la edad de (…) hay que atender el drama al que
jubilar. La mayoría de ellas no tiene cada día se enfrentan más de 150
en su cuenta previsional los casi personas afiliadas a las AFP que lle$14.000.000 que se requieren para gan a la edad de jubilar. La mayoría
que puedan obtener una pensión mí- de ellas no tiene en su cuenta previnima, situación que se agrava en el sional los casi $14.000.000 que se
caso de las mujeres. Tampoco poseen requieren para que puedan obtener
las 240 cotizaciones exigidas para una pensión mínima, situación que
optar a la garantía estatal de pensión se agrava en el caso de las mujeres.
mínima y la mayoría de ellos no son
indigentes, razón por la cual quedan excluidos de la pensión asistencial.
Esta es una situación que se agravará cada vez más, a medida que menos
personas puedan recurrir al sistema público.
b) Reparar el daño previsional
En la mayoría de los casos, las pensiones públicas se acercan bastante
a las últimas remuneraciones percibidas. Las pensiones de las AFP, en cambio, rara vez alcanzan la mitad de los últimos sueldos y, en el caso de los
empleados públicos (EE.PP.), solo llegan a alrededor de un tercio de estos.
Los que jubilaron anticipadamente por AFP, adicionalmente pierden la mitad o más de sus pensiones, además de tener que pagar escandalosas comisiones a los intermediarios. Este enorme daño previsional afecta, en mayor
o menor medida, al millón y medio de personas que fueron obligadas a
cambiarse de sistema. En todos los casos, el daño se origina porque los
bonos de reconocimiento y las cotizaciones de los primeros años se calcularon sobre la base de salarios muy deprimidos de fines de la década de los
70 y durante los 80. En el caso de los empleados públicos, la situación es
más grave porque sus salarios eran aún más bajos y sus bonos y cotizaciones se calcularon solo sobre parte de los mismos. Adicionalmente, la mayoría de quienes se afiliaron a las AFP con posterioridad a 1981 recibirán
pensiones muy bajas. El propio Fondo Monetario Internacional (FMI) ha
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concluido que a futuro, para la mayoría de los afiliados, las pensiones de
las AFP no serán más de un quinto de las remuneraciones finales. Por ello,
la reforma debe corregir el daño previsional y suplementar las pensiones
futuras de manera que su monto tenga relación con las últimas remuneraciones recibidas (como ocurría en el sistema antiguo). De lo contrario, se
seguirá faltando a los derechos de los jubilados.
c) Igualar la edad de jubilación en 60 años
Actualmente, las mujeres pueden jubilar a los 60 años y los hombres a
los 65. Este es un derecho que la reforma no puede recortar (no olvidemos
que algunos proponen aumentar la edad de jubilación).
Nuestro actual sistema de pensiones funciona en forma incorrecta no
porque existan muchos adultos mayores ni porque las personas vivan más.
Somos un país muy joven, con una población de 1.594.403 adultos mayores, de la cual dos de cada tres de ellos son mujeres. Este segmento representa solo el 10% de la población total y crece a una tasa de apenas 2,6%
por año, muy inferior al crecimiento del PIB (por lo cual cada año se
dispone de más recursos para atender a este grupo etario). A nivel comparado, los países más desarrollados otorgan buenas pensiones al triple de adultos mayores. En Chile no es la demografía lo que está mal sino el sistema
de pensiones y aquí es donde la reforma se hace imprescindible.
d) No discriminar por sexo, estado civil u otros motivos
A los beneficiarios del sistema público no se les pregunta por su sexo
o su estado civil cuando se les fija el monto de su pensión. A igual salario
final y número de cotizaciones, las pensiones son las mismas para hombres
y mujeres, sean casados o solteros. Esto, sin embargo, no ocurre con los
jubilados en las AFP. En ellas, a las mujeres se les exige más ahorros que a
los hombres al momento de calcular su pensión, porque viven más años. A
los hombres casados, en tanto, también se les pide más ahorros que a los
solteros, porque se les agrega los años de sobrevida de su mujer. En este
sentido, es importante que la reforma corrija esta discriminación, ya que se
debe respetar el derecho de hombres y mujeres, sean solteros o casados, a
percibir pensiones iguales.
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Por otra parte, las pensiones del sistema de AFP están sujetas a la tasa
de interés al momento de jubilar. Si dicha tasa es baja, como ocurre en la
actualidad, las pensiones serán menores. Si, en cambio, la tasa sube, las
pensiones también lo harán. Igualmente, las jubilaciones dependen de las
comisiones de la AFP, de los multifondos, de los retornos del mercado
durante la vida laboral y del estado del mercado del trabajo cuando el
afiliado comienza a trabajar.
Todo lo anterior genera gran incertidumbre respecto de los beneficios a
recibir. Es por esto que es importante que la reforma enmiende la discriminación antes descrita y establezca montos de pensiones más estables y relacionados con parámetros conocidos y aceptados. Es decir, avance hacia un esquema de beneficios más definidos, como sucedía en el sistema antiguo.
e) No aumentar los descuentos previsionales a los trabajadores
En Chile, los descuentos previsionales a los trabajadores son muy elevados. Estos alcanzan entre un 12% y un 13% de los salarios, cifra de la cual solo
un 10% va al fondo de pensiones. Así,
cerca de un 2% del salario se paga en Hoy, cualquier cotización adicional
comisiones a las AFP y el resto se des- que se requiera para establecer fontina a contratar un seguro de invalidez dos solidarios o corregir los probley sobrevivencia con empresas ligadas a mas arriba mencionados no puede
las propias AFP. Sin duda, estos des- salir de los bolsillos de los trabajadocuentos a los trabajadores son mayores res sino que debe provenir de las
que los aplicados en el sistema antiguo empresas. Estas últimas deben vol(aunque en dicho sistema existía una ver a contribuir a la seguridad social
contribución patronal, la que se elimi- en Chile. Los trabajadores ya ponen
nó en el sistema de AFP). Hoy, cual- su parte y el Estado también lo hace.
quier cotización adicional que se re- Ahora le toca a las empresas.
quiera para establecer fondos solidarios
o corregir los problemas arriba mencionados no puede salir de los bolsillos de
los trabajadores sino que debe provenir de las empresas. Estas últimas deben
volver a contribuir a la seguridad social en Chile. Los trabajadores ya ponen su
parte y el Estado también lo hace. Ahora le toca a las empresas.
En este escenario, no tiene sentido presionar a los “independientes”
para que coticen cuando no encuentran trabajo asalariado. Los “incentivos”
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en esta dirección ya son hoy bastante brutales: si no cotizan pierden el
derecho a la garantía estatal de pensión mínima y a que se les pague la
licencia médica si se enferman, entre otros efectos. Pese a esto, cuando este
segmento no tiene trabajo asalariado prefiere pagar sus cuentas atrasadas, la
mensualidad de los colegios de sus hijos y otros asuntos prioritarios.
En su mayoría, los “independientes” son trabajadores asalariados que,
al no encontrar trabajo asalariado, ejercen transitoriamente por cuenta propia. Así, los cotizantes de un mes no son los mismos de los del mes siguiente, excepto un 10% de los afiliados (700.000 personas) que tienen empleos
más estables y cotizan con mayor regularidad.
La mitad de los afiliados trabajan como asalariados y cotizan menos
de 4,2 meses por año (menos de 3,6 en el caso de las mujeres). Así, la
mayor parte de la fuerza de trabajo entra y sale constantemente de empleos
asalariados de corta duración y trabaja como independiente, con períodos
de cesantía entre uno y otro trabajo.
Por otra parte, existe un grupo
Todos estos intentos de obligar a los más pequeño de trabajadores –alredetrabajadores independientes a coti- dor de un 3,5% de los afiliados (cerzar en las AFP parecen desmedidos, ca de 250.000 personas)– que son
especialmente si se considera que el trabajadores independientes casi todo
destino de las cotizaciones previsio- el tiempo. A este grupo pertenecen
nales no es otro que facilitarlas en entre otros: los feriantes, los pequepréstamo a grandes empresas priva- ños comerciantes, los campesinos y
das, muchas de ellas en el extranje- los transportistas, además de los proro, principal destino de los cerca de fesionales independientes. La mayo2.500 millones de dólares anuales ría de ellos son personas de escasos
recursos y actualmente se pretende
que las AFP recaudan.
obligarlos a cotizar en las AFP. La
nueva ley de ferias libres, por ejemplo, pone esta exigencia como condición
para sacar patente.
Todos estos intentos de obligar a los trabajadores independientes a cotizar en las AFP parecen desmedidos, especialmente si se considera que el destino de las cotizaciones previsionales no es otro que facilitarlas en préstamo a
grandes empresas privadas, muchas de ellas en el extranjero, principal destino
de los cerca de 2.500 millones de dólares anuales que las AFP recaudan.
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Segunda condición: El Estado debe, al menos, mantener sus
compromisos con la previsión de los chilenos
Los problemas arriba descritos no tienen solución al interior del sistema
de AFP. El fundamentalismo de mercado, que prometió otorgar mejores pensiones a los chilenos bajo un esquema exclusivo de capitalización individual,
fracasó. Bajo las condiciones de un mercado laboral real y concreto como el
chileno –en el cual más de la mitad de los trabajadores tiene una baja densidad de cotizaciones por remuneraciones inferiores a $200.000 al mes– los
ahorros individuales no son suficientes para financiar las pensiones de la
mayoría y condenan a hombres casados y a mujeres a jubilaciones más bajas.
Actualmente, un total de 1.178.185 adultos mayores reciben pensiones públicas de algún tipo, incluyendo 744.605 pensiones no asistenciales
(correspondientes al sistema antiguo) y 235.433 pensiones asistenciales,
ambas pagadas por el Instituto de Normalización Provisional (INP). Adicional a esto, se entregan 65.000 pensiones mínimas garantizadas a los afiliados a las AFP. Finalmente, se pagan 133.147 pensiones de la Caja de Previsión de la Defensa Nacional (CAPREDENA) y de la Dirección de Previsión
de Carabineros (DIPRECA).
Estas pensiones públicas cubren a un 73,9% de los adultos mayores.
Es decir, tres de cada cuatro personas de este segmento recibe actualmente
una pensión pública (dos tercios de ella va a las mujeres). Si se consideran
los mayores de 70 años, más del 90% de ellos percibe una pensión pública
de algún tipo.
El sistema de AFP, por su parte, otorga pensiones a 69.207 adultos
mayores (según datos del año 2004), financiadas en forma íntegra con los
fondos acumulados en las cuentas individuales. Esto solo equivale a un
4,3% de los adultos mayores. Adicionalmente, las AFP financian una quinta
parte de 65.000 pensiones mínimas garantizadas, sobre las que el Estado
debe aportar los cuatro quintos restantes. Ello da un total de 134.207 pensiones de vejez otorgadas por las AFP.
Por otra parte, tanto el sistema público como las AFP entregan cientos
de miles de prestaciones previsionales a personas que aún no son adultos
mayores. Así, el total de favorecidos con la previsión pública llega a
1.544.480 (2005), mientras que los beneficiarios de las AFP alcanzan a
475.324 (2004). Adicionalmente, 65.000 afiliados a este sistema perciben
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garantía estatal de pensión mínima. Por lo tanto, la cobertura actual del
sistema previsional chileno alcanza a un 78,3% de los adultos mayores.
En promedio, el monto de las pensiones públicas que los adultos
mayores recibieron en el 2005 fue de $147.293 mensuales. Aproximadamente, la mitad de las pensiones públicas no asistenciales del INP fluctuaron entre $77.000 y $120.000 (2004). Las pensiones de los empleados públicos, en tanto, registraron un promedio de $359.332. En el caso de
CAPREDENA y DIPRECA, este ascendió a $411.823 mensuales.
Un 14% de las pensiones públicas son asistenciales, a un monto promedio de $41.000. En tanto, el promedio aportado por las AFP a las pensiones
de vejez otorgadas por dicho sistema es de $95.928 mensuales por pensionado. Esto se complementa con un apor(…) el sistema previsional chileno es te fiscal de garantías de pensión mínihoy un sistema mixto, cuyo principal ma, lo que da un promedio de
componente es el pilar público. Este $124.988 por concepto de las pensiotodavía logra entregar pensiones nes de vejez del sistema de AFP.
modestas a la mayor parte de los
De lo anterior se concluye que
adultos mayores, pero dignas y, des- el sistema previsional chileno es hoy
de luego, muy superiores a las ofre- un sistema mixto, cuyo principal
cidas por las AFP.
componente es el pilar público. Este
todavía logra entregar pensiones modestas a la mayor parte de los adultos mayores, pero dignas y, desde luego,
muy superiores a las ofrecidas por las AFP.
Durante el 2005 el gasto público en pensiones alcanzó a $3.219.790
millones, equivalente a un monto aproximado de 6.000 millones de dólares.
De este monto, un 45,8% se destinó a pensiones no asistenciales (sistema
antiguo) y un 6,1% a pensiones asistenciales, ambas pagadas por el INP. Un
22,3% fue a bonos de reconocimiento y un 1,5% a garantías estatales de
pensión mínima, ambos montos traspasados a las AFP. Finalmente, otro
24,3% se destinó a pensiones CAPREDENA y DIPRECA. En números
gruesos, poco menos de la mitad de los montos señalados fue a pensiones
del sistema antiguo, menos de un cuarto de ellos se destinó a pensiones de
los uniformados, menos de un cuarto se traspasó a las AFP (como bonos de
reconocimiento y garantías de pensión mínima) y el saldo –un 6,1%– se
gastó en pensiones asistenciales.
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El gasto público en pensiones equivale aproximadamente al 6% del
PIB, a un tercio del presupuesto público total y a más del 40% del gasto
público social (casi lo mismo que se gasta en salud y educación en conjunto).
Es decir, aproximadamente, dos tercios del gasto en pensiones se destinan a
adultos mayores y el resto a otros beneficiarios. Este elevado nivel de gasto
público en previsión se ha mantenido por casi un cuarto de siglo. Antes de
1981, en cambio, el sistema antiguo dejaba superávit, es decir, las contribuciones a la seguridad social eran mayores que el gasto en pensiones.
Manteniendo el actual nivel de gasto público previsional (6% del
PIB), es posible:
– Al 2010, entregar pensiones públicas a un 85% de los adultos mayores,
por un monto mínimo de $100.000 al mes. Además, continuar atendiendo todos los compromisos previsionales públicos, entre otros, pensiones
del sistema antiguo, de los uniformados y bonos de reconocimiento. El otorgamiento de la pensión básica
Los beneficios previsionales tam- no puede estar sujeto a requisitos
bién pueden crecer en forma pro- adicionales a los que hoy se exigen.
porcional para las personas que no El actual sistema previsional chileno
pertenecen al segmento de los somete a todos los trabajadores –incluso a los más modestos– a ahorrar
adultos mayores.
– Al 2025, elevar el monto de la forzosamente un 10% de su salario,
pensión básica a más de $170.000 cada vez que estos se emplean en
mensuales (manteniendo una co- un trabajo asalariado.
bertura del 85% de los adultos mayores). En ese momento se habrá extinguido el grueso de los bonos de
reconocimiento y buena parte de las pensiones del sistema antiguo.
– Al 2045, aumentar el monto de la pensión básica a más de $250.000
mensuales (con la misma cobertura del 85%). En ese punto no existirá
buena parte de los compromisos previsionales del sistema antiguo(1).
El otorgamiento de la pensión básica no puede estar sujeto a requisitos adicionales a los que hoy se exigen. El actual sistema previsional chileno somete a todos los trabajadores –incluso a los más modestos– a ahorrar
forzosamente un 10% de su salario, cada vez que estos se emplean en un
(1) En caso de reformarse el sistema de previsión de los uniformados –incorporándolos, por ejemplo, al
sistema general–, los montos de las pensiones básicas podrían subir sustancialmente.
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trabajo asalariado. Es decir, en nuestro país existe una enorme obligación
de ahorro impuesta sobre la fuerza de trabajo. Este no era el caso de los
antiguos sistemas de pensiones, donde el destino solidario de dichas contribuciones era pagar las jubilaciones de los adultos mayores. En el sistema
actual, en cambio, más de tres cuartas partes de estos fondos se canalizan
directa o indirectamente hacia las grandes empresas privadas, nacionales y
extranjeras. Así, la promesa de retribuir este enorme esfuerzo de ahorro de
los trabajadores con pensiones dignas no se ha cumplido hasta el momento.
Y, al parecer, tampoco se cumplirá en el futuro. De aquí que resulta indignante que, cuando se busca compensar esa carencia con pensiones públicas
de algún tipo, se pretenda poner requisitos adicionales de ahorro para concederlas en plenitud. Debe otorgarse una pensión pública básica a todos
quienes la requieran, adicional a lo que obtengan de las AFP.
Tercera condición: Si se mantiene un sistema obligatorio de
capitalización individual –lo que se debe decidir en un plebiscito–
este tiene que ser competitivo, transparente y solidario, además de
tener un administrador público
Las AFP están reducidas hoy a seis empresas. La mayor de ellas
administra los fondos de más de un 40% de los afiliados y las tres mayores
superan el 80%. Esto representa un costo muy elevado para sus afiliados.
En el 2004, las comisiones netas cobradas a sus cotizantes llegaron a
$199.857.000. A esta cifra hay que agregarle el cobro de comisiones por
$134.942.000, destinadas al seguro de invalidez y sobrevivencia, los cuales
las AFP contratan –en casi todos los casos– con empresas relacionadas.
Las AFP también presentan gastos de operación muy elevados. Estos
incluyen $855.000.000 por concepto de remuneraciones al directorio –17
de cuyos miembros son ex ministros de Pinochet– y $30.542 millones en
gastos de comercialización (2004). Aun después de descontar los gastos
señalados y otros, las utilidades de las AFP fueron de $112.314 millones
(al año 2004). Su rentabilidad sobre activos, en tanto, fue –en promedio–
de 50% anual entre 1998 y 2003, según datos de la Universidad Católica
de Chile.
Adicionalmente, el tratamiento de las rentas en el sistema de fondos
de pensiones recibe un subsidio tributario de $358.800 millones anuales, a
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lo cual hay que agregar $54.156 millones (2004) en franquicias tributarias
que benefician a quienes realizan ahorro voluntario. El grueso de estos
subsidios lo percibe menos del 10% de los afiliados, los que cotizan por el
tope y realizan un substancial aporte a una cuenta de Ahorro Previsional
Voluntario (APV). Es decir, el costo total del sistema de AFP para sus
cotizantes y el fisco excede los $700.000 millones por año. Esto corresponde al doble de lo que se gasta en Educación Superior. A todas luces, es un
escándalo que debe terminar.
Como contraste, el costo de operación del INP –que administra el
grueso de las pensiones públicas– fue de $57.330 millones (2004). En otras
palabras, el sistema público atiende a la mayoría de los adultos mayores,
con un costo de operación que equivale a un poco más de la cuarta parte de
las comisiones netas cobradas por las AFP. Estas últimas, como se mencionó, atienden actualmente a poco más del 4% de los adultos mayores y en el
futuro, tampoco estarán en condiciones de financiar las pensiones de la
mayoría de sus afiliados.
En lo que respecta a las comisiones de las AFP, estas no tienen topes
establecidos por ley, aun cuando se trata de una industria en la cual todos
los asalariados están forzados a cotizar. En cambio, otras industrias de
servicio público –como la electricidad, las sanitarias y la telefonía, entre
otras– tienen tarifas topes fijadas por ley. Siguiendo este modelo, sería
conveniente fijar un tope a las comisiones cobradas por las AFP, las que
inicialmente no pueden exceder el 1% de las remuneraciones de los cotizantes.
Las AFP, por otra parte, mantienen una estrecha red de empresas
relacionadas, entre las que destacan las compañías de seguros, con las
cuales contratan el seguro de invalidez y sobrevivencia. Los bancos, que
son sus propietarios, exigen a sus vendedores comercializar otros productos del mismo, con lo cual los cotizantes pagan la fuerza de venta de los
primeros. Los bancos influyen en las empresas en las cuales invierten
fondos de los cotizantes, muchas veces por intereses de grupo y aun políticos. Por ejemplo, los directores nombrados por las AFP en Enersis, ya
bajo control de Endesa España, intentaron vender su filial Endesa-Chile a
una firma estadounidense como represalia por la detención de Pinochet en
Londres.
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A su turno, una tercera parte de los fondos de pensiones están invertidos en el exterior, y en el caso de algunos fondos cerca del 80% está en
acciones de bolsa, lo que en algún momento puede redundar en fuertes
pérdidas para los cotizantes. Tres cuartas partes de los ahorros previsionales
de los chilenos, en tanto, han sido traspasados a empresas privadas como
capital o créditos.
En síntesis, el actual sistema de AFP más que un sistema de previsión constituye un sistema de ahorro forzoso para proporcionar recursos
financieros a las empresas privadas. La promesa de que este sería devuelto a través de pensiones dignas no se está cumpliendo, al menos para la
mayoría.
No cabe duda que existe una serie de otros abusos. Entre ellos, la
deuda previsional, que alcanza a casi 600 millones de dólares, la mayor
parte de la cual se traducirá en una
(…) el actual sistema de AFP más pérdida para los trabajadores. La
que un sistema de previsión constitu- Central Unitaria de Trabajadores
ye un sistema de ahorro forzoso para (CUT) recientemente elaboró una
proporcionar recursos financieros a propuesta que entregó a los candidalas empresas privadas. La promesa tos presidenciales, en la cual se enude que este sería devuelto a través meran estos y otros problemas del
de pensiones dignas no se está cum- sistema de AFP. Todas las iniciativas
de dicha propuesta deberían ser impliendo, al menos para la mayoría.
plementadas.
En particular, además de la necesidad de establecer una comisión
tope, es indispensable que el Estado forme una AFP pública, de modo de
regular adecuadamente esta industria. Solo así se podrá terminar con los
actuales abusos, a la vez de ofrecer a los afiliados la alternativa de escoger
libremente la institución pública que administrará sus ahorros previsionales
individuales, lo que pasará a constituir el segundo pilar –complementario–
del sistema previsional mixto.
Conclusiones
La reforma previsional debe construir un sistema de pensiones moderno y duradero. Además, es importante que concite un significativo grado de
consenso.
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Para ello, en primer lugar, tiene que restituir a todos los chilenos los
derechos previsionales que el sistema antiguo aún otorga a los adultos mayores. Estos derechos son: i) una amplia cobertura, superior al 80%, con
pensiones cuyo monto en su mayoría –es decir, en el 86% de las pensiones
que se entregan– son mayores a la pensión mínima, definidos y con promedios que se aproximan a los salarios promedios. Es decir, $147.000 y
$210.000 mil pesos mensuales, respectivamente. Estos montos de pensiones
son de por vida y no discriminan por sexo o estado civil. ii) Adicionalmente, el INP, además de cuidar las pensiones, debe velar por el bienestar y la
dignidad de sus afiliados.
En segundo lugar, el nuevo sistema deberá mejorar los beneficios
previsionales de todos los chilenos, de tal manera que cualquiera –inclusive
los militares– estén dispuestos a cambiarse voluntariamente al sistema re- La reforma previsional debe consformado.
truir un sistema de pensiones moCualquier solución que no sa- derno y duradero. Además, es imtisfaga estas condiciones mínimas es- p o r t a n t e
que
concite
un
tará rebajando los derechos previsio- significativo grado de consenso.
nales adquiridos, como es el caso del Para ello, en primer lugar, tiene
sistema de AFP, que los cercena de que restituir a todos los chilenos
manera brutal. En efecto, las 50.000 los derechos previsionales que el
personas que el año pasado alcanza- sistema antiguo aún otorga a los
ron la edad para jubilar –las cuales adultos mayores.
ya no tenían derecho al sistema antiguo, sino que dependían de las AFP– descubrieron que no alcanzarían la
pensión mínima (las tres cuartas partes de ellos), que accedieron a pensiones inferiores a $10.000 mensuales (más de la mitad de este grupo) y que
quienes recibían pensiones superiores a la mínima terminaron por obtener
la mitad o la tercera parte de la pensión de los afiliados al sistema antiguo.
En este escenario, es posible que el nuevo sistema se conforme en
base a dos pensiones. En primer lugar, una pública universal. Según un
estudio del INP, este tipo de pensión puede cubrir al 85% de los adultos
mayores con un monto mínimo de $100.000 mensuales, simplemente manteniendo en el tiempo el gasto público actual en pensiones, el cual alcanza
al 6% del PIB. Y, en segundo lugar, otra pensión proporcional a las contri-
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buciones previsionales, la que debería ser administrada por un sistema de
amplio consenso (ciertamente no las AFP). Estas últimas son un oligopolio
que descuenta el 10% de los salarios (300 millones de dólares al mes) para
luego prestárselos a los empresarios (dos tercios de los fondos), de los
cuales la mayoría son extranjeros. Por este “servicio” cobran 335 mil millones de pesos al año en comisiones, de los cuales mil millones se gastan en
dietas de los directores.
El nuevo sistema previsional debe imponer un tope a las comisiones y
tiene que incluir una AFP estatal y un fondo solidario financiado con contribuciones patronales. Esto para igualar las pensiones de hombres y mujeres, sean estos casados o solteros. Por último, los fondos deben invertirse
en Chile y en inversiones seguras.
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Tres exigencias mínimas para la reforma previsional
Autor
Manuel Riesco
Ingeniero Civil Industrial, Universidad de Chile. Doctorado en Economía
Política, Instituto de Ciencias Sociales, Moscú. Vicepresidente del Centro
de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo (CENDA) y Director de
la Escuela de Ingeniería Comercial de la Universidad ARCIS.
© 2006 Expansiva
La serie en foco recoge las investigaciones de
Expansiva que tienen por objeto promover un
debate amplio sobre los temas fundamentales de
la sociedad actual.
Este documento, cuya publicación fue editada por
Cony Kerber y contó con la colaboración de
Daniela Sepúlveda, es parte de un proyecto de la
Corporación que analizó propuestas para mejorar
la cobertura y competencia de nuestro sistema
previsional.
Esta iniciativa fue coordinada por Javier Couso.
Estos documentos, así como el quehacer de
Expansiva, se encuentran disponibles en
www.expansiva.cl
Se autoriza su reproducción total o parcial,
siempre que su fuente sea citada.
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