Untitled - Parque Simón Bolívar De Bogota

Anuncio
GUSTAVO PETRO URREGO
Alcalde Mayor de Bogotá D.C.
MARÍA SUSANA MUHAMAD GONZÁLEZ
Secretaria General
GUSTAVO ADOLFO RAMÍREZ ARIZA
Director Archivo de Bogotá
RUTH ANN UPDEGRAFF
Autora
NICOLÁS PERNETT
Traducción y edición
BERNARDO VASCO BUSTOS
Coordinador editorial
MÓNICA LILIANA REYES DUARTE
Diseño de portada, diagramación y armada electrónica
JORGE ELIECER GAITAN AND HIS TERM AS MAYOR OF BOGOTA
Título original de la tesis
Foto portada
Fondo fotográfico Sady González - Archivo de Bogotá
SUBDIRECCIÓN IMPRENTA DISTRITAL D.D.D.I
Impresión
ISBN 978-958-717-157-0
Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso
previo escrito de su autor. Cualquier reproducción de esta publicación debe ser
autorizada por la Secretaría General de la Alcaldía Mayor de Bogotá D.C.
© Secretaría General Alcaldía Mayor de Bogotá D.C.
Primera edición 1000 ejemplares
2013
Tabla de contenido
Presentación
7
Gustavo Adolfo Ramírez
Director Archivo de Bogotá
Prólogo
11
Gloria Gaitán Jaramillo
Introducción
15
Capítulo 1
23
Bogotá
Capítulo 2
31
Jorge Eliécer Gaitán
Capítulo 3
49
La Alcaldía
Epílogo
75
Decretos
89
Noticias
101
Fotos
109
Fondo Sady González - Archivo de Bogotá
Presentación
Gustavo Adolfo Ramírez,
director Archivo de Bogotá
El asesinato aún no esclarecido de Jorge Eliécer Gaitán se ha
convertido en una de esas fechas míticas que se conmemoran casi
ritualmente todos los años desde 1948. Y también, por esas paradojas
de la historia colombiana, pareciera que su propia muerte fuera el
único legado rescatable en la carrera de este dirigente, dejando aparte
su legado político y de hombre público. Salvo para los expertos, es una
incógnita su gestión como concejal, ministro, congresista y candidato por
el Partido Liberal a la presidencia del país para el periodo 1946-1950.
De su paso por la Alcaldía de Bogotá es menos aún lo que se recuerda,
a pesar de adelantar importantes reformas sociales, incentivar la
municipalización de los servicios públicos e intentar establecer –y fue
pionero en ello- los llamados restaurantes o comedores escolares.
Si bien iniciativas suyas como las de prohibir el uso de las alpargatas
y la ruana fueron rechazadas, así como su deseo de uniformar a los
lustrabotas y conductores de taxi – que hicieron un paro durante seis
semanas y bloquearon algunas vías capitalinas, lo que a la postre
significó su destitución del cargo- Gaitán fue uno de los más destacados
burgomaestres capitalinos de la primera mitad del siglo XX; no por
nada fue conocido como “el alcalde del pueblo”. Quizás, al decir del
historiador John Greene, su deseo de modernizar las costumbres del
pueblo generó una crisis que acabó no solo con el decreto 425 de 1936
–que impuso a los conductores de servicio público la obligación de
quitarse la ruana- sino con una carrera en la política local que pudo
haber dado mayores frutos si el gobernador de Cundinamarca no lo
hubiese declarado insubsistente.
Para Gaitán, la ruana era “un símbolo de retraso cultural” porque, dice
doña Gloria Gaitán Jaramillo, al definir la cultura “como el repertorio
de convicciones que rige realmente la vida de un pueblo”, la asumía
como pilar básico de las relaciones en sociedad y en la conducta de los
hombres. “La cultura fue la columna fundamental en la construcción
de su quehacer político y en su ejercicio profesional como penalista”.
Naturalmente, aquel suceso polarizó a la opinión de la época. Calibán
escribió que Gaitán salía puro de esta “emergencia” y esperaba que
el hijo del librero llegara pronto a ser presidente. Sin duda, incluso
como lo refiere su hija Gloria, aquel hombre era una figura molesta
e incómoda para muchos sectores políticos –para godos y liberales de
derecha- que lo veían como una amenaza a sus aspiraciones de poder.
Se dice que los conservadores echaron leña al conflicto, que pagaron a
los huelguistas y presionaron a las altas esferas políticas para forzar su
salida. En sus descargos, Gaitán afirmó que “la huelga no fue más que
una maniobra reaccionaria”.
En todo caso, Gaitán no cesó en su empeño de luchar por las clases
menos favorecidas, y así lo demostró cuando fue nombrado ministro de
Educación por el presidente Eduardo Santos Montejo, en 1940. Desde
esta cartera, emprendió una campaña de alfabetización, implantó el
llamado zapato escolar gratuito y los restaurantes escolares, al tiempo
que incentivó las actividades culturales con el Salón Nacional de Artistas,
mismo del que emergerán figuras como Negret, Botero, Ramírez
Villamizar y Pedro Alcántara. En los años siguientes, continuará con
su agitada carrera pública como jurista, político y caudillo, labor que
mantendrá hasta minutos antes de su asesinato.
Los ocho meses de la gestión de Gaitán en la Alcaldía de Bogotá,
empero,podrían dejar entrever cómo hubiera sido el Gaitán presidente,
en un ejercicio de análisis histórico contrafactual, si no hubiera perdido
8
las elecciones de 1946 frente a Gabriel Turbay y, claro, frente a Mariano
Ospina Pérez. ¿Cuáles fueron sus motivaciones como alcalde? ¿Qué
pretendía con sus polémicos decretos? ¿Cómo gobernaba?
En 1968, la estadounidense Ruth Ann UpdeGraff se adentró en los
vericuetos de la política colombiana de los años treinta y cuarenta
para dibujar un perfil de ese desconocido Gaitán alcalde. En su tesis
de postgrado, que el Archivo de Bogotá pone ahora a disposición de
investigadores y público en general, y que traduce del inglés, ella intenta
resolver esas inquietudes y deja claro que no fue como cualquier otro
gobernante, indiferente a los reclamos de sus electores. Al contrario,
asevera, “(...) a la altura del segundo mes en su oficina, el público
pareció verse estimulado por las demandas, sin antecedentes, que les
hiciera para desarrollar su capacidad de iniciativa y ejecución”.
El éxito de su gestión, no cabe duda, quedó reflejado en un editorial
del diario El Espectador un mes después de que Gaitán dejara el cargo:
“más que el título de constructor de esto y aquello, o de inventar la
puntualidad, Gaitán merece el título de Descubridor del Espíritu
Público”. Ese es uno de los legados del caudillo que, setenta años
después, sigue teniendo enorme vigencia en la política colombiana.
Quedan entonces al análisis y valoración de los lectores los
planteamiento de UpdeGraff.
Con la entrega de esta publicación, Gaitán, el alcalde del pueblo, el
Archivo de Bogotá sigue avanzando en su firme propósito de rescatar y
divulgar la memoria histórica y documental de la ciudad.
9
Prólogo
Gloria Gaitán Jaramillo
La seria investigación de Ruth Ann UpdeGraff sobre el desempeño
de Jorge Eliécer Gaitán como alcalde de Bogotá, que en 1968 le
sirvió de tesis de grado para obtener el Master of Arts de Estudios
Interamericanos con énfasis en historia, de la Facultad de Estudios
Interamericanos de la Universidad del Pacífico, aporta valiosa
información sobre un hecho poco conocido y casi olvidado en la memoria
colectiva colombiana y es que el líder popular fue precursor de la
inclusión participativa de la ciudadanía en la gestión administrativa,
tanto a nivel local como nacional, ya que las acciones colectivas fueron
la columna vertebral de su ejercicio público; así bien como alcalde, que
como ministro de Educación y del Trabajo y Prevención Social, al igual
que como incomparable dirigente de masas.
Leemos en la tesis de UpdeGraff que los logros alcanzados en su
gestión de solo 8 meses fueron absolutamente asombrosos. Tal dinámica
se debe, indudablemente, a la incorporación entusiasta de la ciudadanía
que Gaitán involucró a todos los actos de su administración.
Anota UpdeGraff que en reportaje al periódico Pluma Libre del 30 de
mayo de 1936, el recién nombrado alcalde, aún sin posesionarse, dirá:
“mi programa va a ser de ACCIÓN COLECTIVA”: “Los colombianos
deben dejar de ser espectadores, transformándose en actores… y deben
trabajar por el bien de la comunidad, más que por sus propios intereses”.
En la vida de Gaitán siempre fue el pueblo el primer protagonista. Su
figura encarna las acciones de una multitud de colombianos anónimos
que, movidos por el entusiasmo y la pasión, le permitieron decir: “yo no
soy yo personalmente, yo soy un pueblo que se sigue mismo cuando me
sigue a mí que lo he interpretado”.
La clave para entender el papel que jugó el pueblo en aquella odisea
que fue el Movimiento Gaitanista se devela con una definición de
verdadero liderazgo que Gaitán resumió diciendo:
Yo no creo en el destino mesiánico o providencial de los hombres.
No creo que por grandes que sean sus cualidades individuales, haya
nadie capaz de lograr que sus pasiones, sus pensamientos o sus
determinaciones sean la pasión, la determinación y el pensamiento
del alma colectiva. No creo que exista ni en el pretérito ni en el
presente un hombre capaz de actuar sobre las masas como el cincel
del artista que confiere caracteres de perennidad a la materia inerte.
El dirigente de los grandes movimiento populares es aquel que posee
una sensibilidad, una capacidad plástica para captar y resumir, en
un momento dado, el impulso que labora en el agitado subfondo
del alma colectiva; aquel que se convierte en antena, hasta donde
ascienden a buscar expresión, para luego volver metodizadas al seno
de donde han salido, las demandas de lo moral, de lo justo, de lo bello,
en el legítimo empeño humano de avanzar hacia mejores destinos.
El reconocido éxito de Gaitán en su gestión como alcalde se debió,
precisamente, a que entendió que los fenómenos económicos y sociales
ocurridos en los años treinta mantenían a la ciudad en una camisa
de fuerza provinciana, mientras que la ciudadanía estaba dispuesta a
romper esos moldes para hacer de la capital de la República una ciudad
moderna, que ya se reflejaba, por ejemplo, en las nuevas urbanizaciones
sanitarias, superando los modelos republicanos.
Como lo señala Fernando Garavito en el libro Bogotá, ayer, hoy y
mañana1: “Esa ciudad, mojigata y oscura, necesitaba un huracán que
1
12
Bogotá, ayer, hoy y mañana. Edición conmemorativa de los 450 años de la fundación de Bogotá. Bogotá:
Villegas Editores, 1987.
la levantara de sus cenizas, que le quitara la modorra mediterránea
heredada del clero. El huracán se llamó Gaitán”. Y añade más adelante:
“La encarnación histórica de Bogotá es Jorge Eliécer Gaitán”.
En los álbumes de recortes familiares, realizados por la esposa del
líder popular, Amparo Jaramillo Jaramillo, se encuentra en uno de
ellos (donde no figura el nombre del periódico) una nota que dice: “Es
admirable que Gaitán haya logrado encender el fuego de la mística en
el corazón de los colombianos para abrirle paso a intrépidas acciones”.
En editorial de julio de 1936 dirá el diario El Espectador, como lo
veremos en la tesis de UpdeGraff:
Algo ha extirpado nuestro tradicional pesimismo: la fe dinámica del
alcalde Gaitán y el descubrimiento del espíritu público en Bogotá.
Los bogotanos tienen la tendencia de acusarse a sí mismos de fría
apatía, de fuerte egoísmo; de indiferencia e indolencia. La esperanza
está prohibida y las ilusiones desacreditadas. Hemos vivido bajo
este estigma. ¿Por qué? … existía un espíritu público latente,
esperando la voz de alguien que lo despertara. Más que el título
de hacedor de esto o aquello, o de haber inventado la puntualidad,
Gaitán merece el título de descubridor del espíritu público.
Al finalizar su mandato, fruto de una huelga del sindicato de choferes
organizada por el Partido Comunista que seguía los lineamientos de
Alfonso López Pumarejo, el 14 de febrero de 1937 el periódico El
Tiempo señalará: “Gaitán deja muy bien puesto su nombre entre los
servidores del municipio, y no solo demostró condiciones espléndidas
de trabajador y de hombre de acción, sino que supo también despertar
el espíritu público en proporciones no conocidas antes. Contó con el
apoyo resuelto de la ciudad y colaboró con ella, como ella colaboró con
él, con un éxito que sería injusto no reconocer”.
Esta forma de actuar de Gaitán, mediante acciones colectivas,
nos lleva a reconocer el papel fundamental del pueblo en lo que se
ha llamado “el fenómeno Gaitán”. Por ello, no solo hay que destacar
la capacidad de liderazgo de Jorge Eliécer Gaitán, sino reconocer el
protagonismo participativo que jugó el pueblo y que al líder le permitió
afirmar: “Yo no soy un hombre, soy un pueblo”.
13
Introducción
Una de las figuras más controversiales en la historia de Colombia es
Jorge Eliécer Gaitán, cuyo asesinato, el 9 de abril de 1948, terminó una
carrera de veinte años en la política nacional1. El escritor y diplomático
colombiano Juan Lozano y Lozano ha distinguido a Gaitán como el
hombre que más contribuyó a crear un “nuevo estado de ánimo” en la
política colombiana del siglo XX2. Esencialmente, este “nuevo estado
de ánimo” fue el de un creciente interés en los problemas sociales
de la nación que, durante la vida de Gaitán, se vio acompañado por
una creciente exigencia de parte de las masas por una participación
significativa en los procesos políticos del país.
Antes de Gaitán, la política colombiana había sido controlada por
las familias más ricas o con más prestigio social en el país. Aunque
1
2
Gaitán fue elegido para una posición oficial por primera vez en 1928. Luis Emiro Valencia, “Apuntes
biográficos sobre Gaitán”, La Nueva Prensa, 109:32, 11 de abril de 1964. Sin embargo, Gaitán había
sido un activo participante en campañas y debates políticos durante más de una década antes de su
ingreso oficial a la política. Los registros de dicha participación se encuentran en un trabajo compilado
por el Concejo de Bogotá y editado por Alberto Figueredo Salcedo: Colección Jorge Eliécer Gaitán:
documentos para una biografía. Bogotá: Imprenta Municipal, 1949, pp. 133-139. Esta obra incluye
recortes de prensa relacionados con la actividad política de Gaitán como vocero no oficial del Partido
Liberal en las elecciones presidenciales de 1918. Entre las ediciones de los periódicos colombianos de
las que se tomaron estos recortes se encuentran: El Tiempo [Bogotá, Colombia], 22 y 29 de diciembre,
1917; Gaceta Repúblicana [Bogotá, Colombia] 12 de enero, 1918; La Patria [Bogotá, Colombia], [s.f.], y
Heraldo Conservador [Bogotá, Colombia], [s.f.].
Juan Lozano y Lozano, “Mis contemporáneos: Jorge Eliécer Gaitán”, en Obras selectas: poesía-prosa
(Medellín: Editorial Horizonte, 1956), pp. 287-88.
los miembros de esta oligarquía no estaban siempre directamente
implicados en los procesos legislativos, su dinero o influencia parecía
estar invariablemente detrás de aquellos que sí lo estaban3. Era
comúnmente aceptado que si alguien de afuera del círculo de los que
mandan iba a ingresar a la política, lo hacía a través de un patronazgo
o distinguiéndose como merecedor del estatus de “oligarca”4.
Jorge Eliécer Gaitán fue la primera excepción notable a esta regla.
Como se discutirá en el siguiente capítulo, en el momento en que
Gaitán apareció en la política colombiana estaba tan distanciado de la
oligarquía que la posibilidad de un apoyo por parte de esta a Gaitán, o de
él a esta, era virtualmente imposible. Sin embargo, Gaitán rápidamente
se convirtió en una fuerza poderosa dentro de la política nacional, y lo
consiguió encontrando una alternativa al apoyo oligárquico en la fuerza
de las masas políticamente inactivas.
Antes de Gaitán, las masas colombianas habían sido poco más
que apéndices de los dos partidos políticos centenarios de la nación:
liberales y conservadores. Estos dos partidos representaban casi la
misma sociedad colombiana, y ambos, como se dijo, eran controlados
por los oligarcas. Sus características diferenciadoras eran sus
posiciones en cuestiones académicas como las ventajas o desventajas
de la participación de la Iglesia en política y del sistema de gobierno
federal o centralista. Ninguno de los dos partidos se había preocupado
con los problemas sociales de la nación5.
Gaitán manifestó desde muy temprano en su carrera política que
“detrás de toda la... palabrería... [hay] una deplorable realidad
social”6. Y anotó asimismo que un gran porcentaje del pueblo que
los partidos tradicionales decían representar estaba mal alimentado,
vestido y amparado7. Fue enfatizando esto que Gaitán consiguió ganar
suficiente respaldo para ser elegido en repetidas ocasiones al Congreso
Vernon Lee Fluharty. Dance of the Millions: Military Rule and the Social Revolution in Colombia, 19301936 (Pittsburgh Press, 1957), pp. 182-87. Citado en la Lectura #25 de Lewis Hanke, “The Colombian
Upper Class: White, Privileged, Competent”, en Mexico and the Caribbean (Princeton: D. Van Nostrand
Company, Inc., 1959), 154-156.
4
Un excelente ejemplo de una transformación de este tipo es el del presidente-poeta conservador Marco
Fidel Suárez, hijo natural y criado en un casa pobre, posteriormente preservada como santuario nacional.
A pesar de sus humildes antecedentes, Suárez, quien ofició como jefe del Ejecutivo colombiano de 1918
a 1922, fue un conservador en política que le concedió poco, si algo, al “hombre del común”.
5
Fluharty, op. cit., p. 2; y Robert J. Alexander, Today´s Latin America (Garden City, New York: Doubleday
and Company, Inc.), pp. 148-150.
6Lozano, loc. cit.
7
Ibíd.
3
16
de la República8, por encima de candidatos apoyados por los partidos
tradicionales, y como declarado opositor de las clases privilegiadas que
lo controlaban.
Los años que Gaitán estuvo activo en la política nacional se
corresponden con aquellos en los que se adoptó una legislación social
sin precedentes9, y, como se discutirá más tarde, la muerte de Gaitán
marca el inicio de un período de contrarrevolución en Colombia. Debido
a este paralelo entre las reformas sociales y económicas y la vida de
Gaitán, y entre su muerte y la contrarrevolución, se ha creado una forma
de misticismo en Colombia en la que Gaitán es considerado como la
revolución social encarnada. Entre los que promueven este misticismo
se encuentra, de modo prominente, la hija única de Gaitán, Gloria
Gaitán, cuyos pronunciamientos públicos son típicamente variaciones
del tema expresado en su introducción de 1963 a una reimpresión de
la tesis doctoral de su padre. En esta, expresa: “Gaitán no está muerto.
Vive en los corazones del pueblo colombiano... Como el Cid Campeador
después de su muerte... [Gaitán] alcanzará la victoria... nacional y la
revolución social”10.
El período de contrarrevolución iniciado por el asesinato de
Gaitán pareciera estar declinando11. Incluso Gloria Gaitán,
vehemente crítica del acuerdo administrativo del Frente Nacional12,
concede que ha habido cierto progreso hacia logros sociales, aunque
compare estos progresos con “aquellos que da un ciclista en una
carrera de autos”13. Para el observador casual, su crítica parece
justificada. A pesar de los esfuerzos de cientos de colombianos
trabajando por reformas sociales y económicas a través de varias
oficinas oficiales y semioficiales, se ven todavía esqueléticos niños
y enfermos harapientos limosneando su subsistencia en las calles
de las ciudades más importantes de Colombia14. Con tan desolador
8Valencia, op. cit., pp. 32, 34 y 36-40.
9Fluharty, op. cit., pp. 43-99.
10 Introducción de Gloria Gaitán a Jorge Eliécer Gaitán, Las ideas socialistas en Colombia (Bogotá: Editorial
América Libre, 1963), p. X.
11 En el momento de escritura de este texto, 1968, Colombia venía de varios años de relativa paz política.
N. del T.
12 El Frente Nacional fue un acuerdo suscrito entre los partidos tradicionales en 1957 para dividir
equitativamente las labores ejecutivas, legislativas y judiciales de la administración estatal colombiana
entre conservadores y liberales. El acuerdo perduró hasta 1974. N. del T.
13 Conversación con la autora en su casa en Bogotá, el 11 de septiembre de 1966.
14 Observaciones de la propia autora, quien ha pasado un total de veinticuatro meses en Colombia
durante dos viajes al país en cinco años.
17
testimonio del fracaso del gobierno colombiano para satisfacer
incluso las más rudimentarias necesidades de sus ciudadanos, uno
puede entender el éxito relativo que parecen estar teniendo los
elementos más militantes al promover la imagen de Gaitán como el
“Cid Campeador” y en redireccionar este grito de batalla de hace
veinte años: “¡ A la carga!”15, contra el establecimiento de hoy.
Seis meses antes de su muerte, Gaitán había sido nombrado el
candidato oficial del Partido Liberal para la campaña presidencial
de 195016. Pocos dudan de que Gaitán hubiera sido elegido a la
Presidencia si no hubiera muerto17. Ha habido mucha especulación
en lo que hubiera sido el curso de la historia colombiana si Gaitán
hubiera vivido y oficiado de presidente. Para complicar la cuestión está
el hecho que el asesinato de Gaitán no solo lo eliminó de la política
colombiana sino que también provocó un levantamiento popular, el
famoso Bogotazo18, que asustó a los políticos moderados y los llevó
a aceptar las medidas inconstitucionales tomadas por los líderes
reaccionarios “en aras del orden”19. Durante casi una década después
del asesinato y el Bogotazo, Colombia, antes laureada como “vitrina
de la democracia” en Suramérica, fue virtualmente un Estado policivo
bajo la administración de Laureano Gómez y su sucesor por golpe de
Estado, el general Gustavo Rojas Pinilla20.
Cuando se hacen especulaciones sobre una presidencia de Gaitán,
también se encienden las emociones. El hombre es bien beatificado
o maldecido. Sus críticos lo llaman un oportunista y pronostican
15
Este eslogan está tan estrechamente asociado a Gaitán en la actualidad en Colombia que es común
encontrarlo en fotografías del líder y en placas conmemorativas. Parece que Gaitán primero usó este
eslogan en ataques en contra del presidente liberal Eduardo Santos, durante la administración 19381942. Acusando la corrupción de “los oligarcas”, Gaitán atrajo a las audiencias de radio para unirse a
él en la “restauración moral y democrática de la República”, usando el posteriormente celebrado
eslogan al final de sus discursos. En 1946, después de que el candidato conservador ganara la elección
presidencial, Gaitán volvió a las filas del Partido Liberal con una revisión del eslogan: “Por la reconquista
del poder, ¡a la carga!”. Valencia, op. cit., p. 39.
16 Max L. Moorhead, “Colombia” Britannica Book of the Year: A record of the March and of Events of 1947
(Chicago: Encyclopaedia Britannica, Inc., 1948), p. 211.
17 John D. Martz, Colombia: A Political Survey (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1962), p. 50.
18 Bogotazo es el nombre dado a los desastrosos desórdenes que estallaron en el centro de Bogotá
después de la muerte de Gaitán en esa ciudad el 9 de abril de 1948. Es una palabra creada uniendo
el sufijo aumentativo -azo al nombre de la ciudad para sugerir la magnitud de los disturbios. Para una
descripción de estos disturbios, el lector se puede remitir a: Willard L. Beaulac, Career Ambassador (New
York: Macmillan, 1951); Jules DuBois, Freedom is my beat (New York: Bobbs-Merrill Company, Inc., 1959);
y John D. Martz, op. cit., pp. 55-68; y para el tratamiento literario: José Antonio Osorio Lizarazo, El día
del odio (Buenos Aires: Ediciones López Negri, 1952). Fotografías de la destrucción están incluidas en La
Nueva Prensa, 95: 36-56; y 132: 17 y 21.
19Fluharty, op. cit., pp. 54-55
20Hanke, op. cit., pp. 54-55.
18
que hubiera habido una dictadura de Gaitán comparable a aquellas
impuestas por Gómez y Rojas Pinilla. Estos críticos presentan a Gaitán
como uno de esos individuos que combinan un talento especial con
unas circunstancias históricas para promover intereses particulares.
Ellos definen el interés particular de Gaitán como el deseo de alcanzar
poder político ilimitado y dicen que usaba su talento especial en la
oratoria para explotar el descontento inherente a la industrialización
de Colombia para alcanzar ese poder. Afirman que la formulación de un
programa era solo incidental en la política de Gaitán y que el elemento
clave en su manera de proceder era fomentar la inconformidad. Esta
posición es típica de Rafael Arciniegas, terrateniente y aficionado de
la política colombiana. Durante una conversación con la autora en su
confortable hacienda a las afueras de Bogotá, Arciniegas explicaba:
“Gaitán era un experto en criticar. Sin embargo, cuando se le pedían
soluciones a los problemas que él publicitaba, estaba tan limitado
como cualquiera de nosotros para producirlas. Esto fue lo que a la final
acabó con su período como alcalde de Bogotá. El pueblo mismo lo sacó
luego de que fracasara en lograr lo que él mismo les había enseñado a
esperar de un funcionario público”21.
Oponiéndose a los críticos de Gaitán están grupos extremadamente
enfáticos que tienden a representar a Gaitán como un salvador autosacrificado de las masas colombianas. Ellos perciben cierta “fe ingenua”
como el “error fatal” de su héroe, y tienen buenos fundamentos para su
argumento, según el cual Gaitán fue de hecho destruido por un idealismo
heroico. Poco antes de su asesinato, a Gaitán se le ofreció protección de
guardaespaldas por parte de un funcionario del Ministerio del Interior
colombiano22. Gaitán rechazó la oferta, respondiendo: “Yo no quiero
detectives. El pueblo es mi guardia. ¿Le parece poco?” 23.
En las siguientes páginas la autora ofrece una biografía de Gaitán
y un resumen de sus logros en el único cargo administrativo que tuvo
en su vida pública: la Alcaldía de Bogotá, para ampliar las bases de
especulación sobre una presidencia de Gaitán. En este punto se
debe remarcar que una alcaldía, incluso en la capital del país, no es
21
22
23
Rafael Arciniegas a la autora durante una visita a la casa campestre de su familia en las afueras de
Bogotá, en septiembre de 1966.
Alberto Niño H., Antecedentes y secretos del 9 de abril (Bogotá: Editorial Paz [s.f.]), p. 12.
Ibíd., p. 65.
19
considerada un trampolín a la Presidencia de Colombia24. Sin embargo,
las responsabilidades de un alcalde colombiano son paralelas a las de
un presidente aunque en una escala más pequeña. Tanto el presidente
como el alcalde son responsables de dirigir todos los servicios
gubernamentales pertinentes a la comunidad para la que trabajan.
Tanto el presidente como el alcalde son los principales diseñadores de
políticas de su comunidad particular. Sus decretos, si no son objetados
por un número significativo de los legisladores de su comunidad, son ley.
Tanto el presidente como el alcalde son vigilados en su actividad política
por un cuerpo electo de legisladores. A nivel municipal, este cuerpo es
el Concejo de la ciudad, que lidia con los problemas municipales de un
modo que se corresponde al modo en que los miembros del Congreso de
la República lidian con aquellos de toda la Nación25.
Se pueden ver otros paralelos cuando uno considera las
circunstancias de Bogotá y de la Nación en el momento en que Gaitán
asumió la alcaldía en 1936. Con la industrialización de Colombia en
camino26, grandes cantidades de población rural fueron atraídas a las
ciudades por la promesa de una mejora en sus condiciones de vida.
Estos migrantes generalmente llegaban poco preparados para las
necesidades del empleo industrial y la vida urbana. No aptos para ser
empleados, muchos se asentaron en chozas circundado las ciudades.
Allí, sin trabajo y sin sus tradicionales medios de alimentarse y vestirse,
y sin ningún lazo aparente con el mundo urbano que circundaba sus
miserables habitaciones, empezaron a experimentar un anonimato
previamente desconocido entre los otros que compartían sus apuros
económicos pero no su identidad geográfica. Un problema primordial
de tanto los jefes ejecutivos nacionales como municipales durante
este período fue la incorporación de estos pobres urbanos en un vida
social sana y productiva27.
Otro interesante paralelo entre los dos jefes ejecutivos, que se
desprende de las circunstancias de ese momento, es el hecho de que
24
25
26
27
20
Austin F. MacDonald, Latin American Politics and Government (Nueva York: Thomas Y. Crowell Company,
1954), p. 417.
Oscar Peña Alzate (ed.), “Poder Ejecutivo”, Constitución política de Colombia, Título III, capítulos I-III,
citado en Código Administrativo (Medellín: Editorial Bedout, 1965), pp. 189-198; y Alzate (de), “Régimen
de los municipios”, Constitución política de Colombia, Título VI, capítulos I, IV y VIII, citado en Código
Administrador, op. cit., pp. 291, 301-309, 337, y 365-375.
Luis Ospina Vásquez, Industria y protección en Colombia: 1810-1930 (Medellín: Editorial Santa Fe, 1955),
pp. 298-299, y 303-304.
Germán Arciniégas en un discurso dado a los estudiantes y docentes de la Escuela de Artes Liberales en
español de la Universidad del Pacífico, Elbert Covell College, en mayo de 1966.
ambos, como figuras políticas particularmente receptivas a las demandas
de la sociedad urbana, estaban apenas empezando a reemplazar al
patrón de base rural, una figura económica, en la dirección del destino
de la mayoría de colombianos.
El presente libro está dividido en tres capítulos. El primero
describe el escenario para la actividad política inicial de Gaitán: la
capital de Colombia, Bogotá. El segundo es un estudio biográfico de
Gaitán. El tercero examina el impacto de Gaitán en Bogotá durante
su período como alcalde. Un epílogo discute brevemente a Gaitán
después de su alcaldía.
Extiendo un agradecimiento al personal de la Biblioteca Bancroft
en la Universidad de California en Berkeley, la Biblioteca Luis
Ángel Arango y el Museo Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá, así como
al personal del Archivo Municipal de Bogotá28 y a la Embajada
de Colombia en Roma por su asistencia al proyecto. Se recibieron
contribuciones invaluables de la viuda de Gaitán, Amparo Jaramillo de
Gaitán, de su hija, Gloria Gaitán, y de Luis Emiro Valencia, quienes
pusieron a disposición álbumes de recortes de prensa relacionados
con los primeros años de Gaitán en la vida pública y aquellos de su
alcaldía. También contribuyó invaluablemente al esfuerzo el escritor
colombiano Juan Lozano y Lozano, un amigo devoto y agudo crítico del
controversial líder colombiano.
Las traducciones del español fueron hechas por la autora, a menos
que se especifique otra cosa29.
28
29
Hoy, Archivo de Bogotá. N del T.
Las citas de publicaciones y de testimonios presentes en este libro fueron traducidos al español del
texto original en inglés. N. del T.
21
Bogotá
Capítulo 1
Bogotá, Colombia, lugar de nacimiento de Jorge Eliécer Gaitán y
el centro de su actividad política, se ubica después de La Paz, Bolivia,
y Quito, Ecuador, como la capital más alta del Nuevo Mundo. Así, y a
pesar de su proximidad al ecuador, Bogotá, a 2.600 metros sobre el
nivel del mar, tiene un clima relativamente frío incluso cuando el sol
está brillando y el cielo está de un azul intenso.
Se ha dicho que lo agreste del clima ha contribuido a la
celebrada actividad intelectual de la ciudad. Desde comienzos
del siglo XIX, Bogotá ha sido llamada “la Atenas de América”,
en reconocimiento al gusto artístico y los talentos de muchos de
sus ciudadanos más sobresalientes1.
Un pasatiempo tradicional de la ciudad ha sido la tertulia o discusión
erudita. Algunos de los temas favoritos de estas han sido la política, la
filosofía y la poesía. La capacidad intelectual es un rasgo más valorado
que las habilidades militares, y los ciudadanos se precian de la creencia
1
Fred A. Carlson, Geography of Latin America (Englewood Clifts, New Jersey: Prentice Hall, Inc., 1952),
p. 299; y Andrew Jackson Lamoreaux, “Bogotá”, Encyclopaedia Britannica (Chicago: Encyclopaedia
Britannica, Inc., 1945), vol. III, p. 780.
popular según la cual más académicos que militares han llegado a la
presidencia de Colombia2.
La ciudad misma proporciona numerosas oportunidades
culturales y ha tenido durante largo tiempo más de una docena de
universidades, una biblioteca pública, un museo de historia natural,
un observatorio, jardín botánico, y una de las mejores orquestas
sinfónicas de Suramérica3.
Bogotá fue fundada en 1538 por el abogado granadino convertido
en conquistador, Gonzalo Jiménez de Quesada4. Ubicada a los pies de
dos abruptos picos en la cordillera Oriental de los Andes colombianos,
la ciudad primero fue un puesto de avanzada para los españoles, para
controlar el vasto territorio de la sabana: 1.400 kilómetros cuadrados
de área, que conecta la sección central y occidental de la cordillera
Oriental. Esta región había estado previamente bajo el dominio de una
cultural amerindia sedentaria: los chibchas.
Con un estimado de trescientos mil habitantes en su cenit5, el imperio
Chibcha nunca alcanzó el gran tamaño o avanzado nivel de los imperios
Maya o Azteca en el norte o el imperio Inca al sur de sus tierras. No
obstante, los chibchas tuvieron el número de población y la estabilidad
social suficientes para sobrevivir a la conquista española. Para el
siglo XX, sin embargo, los habitantes con sangre indígena pura solo
representaban el 7% de la población total. Aun así, se han mantenido
rastros de la sangre indígena en aproximadamente dos tercios de la
población de la sabana clasificados como mestizos6.
Cuando Constantino Martínez Villamarín compiló Presidentes de Colombia (Tunja: Imprenta departamental,
1947), el número de presidentes colombianos que habían sido generales era igual que aquellos con un
título académico. De acuerdo a Martínez, 112 individuos han servido en la Presidencia durante los 135 años
en la Independencia del país en 1810 y la primera presidencia de Alberto Lleras Camargo, en 1945. Entre
estos hombres, 30 habían tenido el título académico de “doctor”, y 30 el título “general”.
3Lamoreaux, loc. cit. Está registrado que el barón Alexander von Humbolt, el científico alemán de quien se
cree fue el primero en referirse a Bogotá como “la Atenas de América”, estuvo particularmente impresionado
por los jardines botánicos cuando visitó la ciudad a principios del siglo XIX. De acuerdo a Bailey W. Diffie
en Latin American Civilization: Colonial period (Harrisburg, Pennsylvania: Stackpole Sons, 1945), p. 550,
estos jardines habían sido encargados por un virrey, el arzobispo Antonio de Caballero y Góngora, y fueron
organizados por José Celestino Mutis, “quien pasó muchos años clasificando plantas...” El trabajo de Mutis
fue continuado por un antiguo estudiante suyo, Francisco José de Caldas, de quien se decía que “tenía más
de 5.000 plantas en su herbario antes de perder la vida en las guerras de Independencia”.
4
Para un retrato finamente trazado del quijotesco Jiménez, el lector se puede referir al estudio biográfico
de Germán Arciniegas, El caballero de El dorado, (Bogotá: Ediciones A.B.C, 1939).
5
Julian H. Steward y Louis Faron, Native people of South America (New York: McGraw Hill Book Company,
Inc., 1959), p. 212.
6
En América Latina el término es usualmente aplicado a aquellos que tienen mezcla de sangre española
e indígena. Hubert Herring, A history of Latin America from the beginnings to the present (New York:
Alfred A. Knopf, 1964), p. 16.
2
24
Como la naturaleza de las actividades de los españoles en América
evolucionó de la conquista al asentamiento, la función de Bogotá
evolucionó de un puesto militar a un lugar de servicios, comercio y
centro social para los colonizadores de la sabana. Debido a su ubicación
aislada7, Bogotá se mantuvo apartada de las influencias del mundo
exterior. Incluso tan tarde como en 1920, aún parecía una comunidad
simple de patricios propietarios de tierras quienes cabalgaban
hasta la aldea desde sus granjas para abastecerse y socializar, o de
mercaderes que atendían una amplia variedad de pequeñas tiendas que
le proporcionaban a los habitantes de la sabana los productos y algunas
de las diversiones de la vida; de artesanos que producían bienes de uso
cotidiano, de hombres de comercio y del trasporte, quienes aseguraban
la llegada de los productos, y de profesionales que sacaban muelas,
removían apéndices, diseñaban casas, arreglaban disputas legales,
asistían el espíritu y enterraban el cuerpo.
Se puede asumir que en la ciudad había también la cantidad usual
de servidores y burócratas, así como un cuerpo de trabajadores
semiespecializados y jornaleros. Estos últimos dos grupos eran
empleados típicos en la “industria” de Bogotá del momento: producción
de bebidas, cuero, tabaco, materiales de construcción y textiles, todos
destinados para el mercado local8.
Este era el escenario en el que muchas de las figuras emblemáticas
del siglo XX en Colombia, entre ellas Gaitán, se hicieron hombres.
Escuchando a algunos de ellos recordar su juventud, uno puede
imaginarse a estos hombres, reunidos en café de fachadas encaladas en
el centro de Bogotá, discutiendo sobre política con un tinto o canelazo9,
o escuchando un nuevo arreglo de un tradicional bambuco10, tocado por
uno de ellos en un tiple, la guitarra colombiana de doce cuerdas.
A pesar de desarrollarse dentro de la misma base social que sus
antepasados, los hombres de esta generación parecían sentir ya desde
7Carlson, op. cit., p. 294.
8
Unión Panamericana, “Bogotá” American City Services, 5A, (Washington: Pan American Union, 1937), p. 8.
9El canelazo se originó en la Bogotá de la Colonia y está hecho de palos de canela introducidos a un licor
dulce, preferiblemente aguardiente o brandy, por varios días. Antes de servirse, la canela es removida
del licor, el líquido es calentado y servido en vasos con el borde untado de azúcar.
10El bambuco es descrito por Joaquín Piñeros Corpas, Lorna Martin, Mary West, Joan Safford, et al. En
Introduction to the Noble Songbook of Colombia (Bogotá: División de Divulgación cultural del
Ministerio de Educación [s.f.]): “la música nacional más representativa... Aunque algunos consideran que
el bambuco se deriva del currulao, que es de origen negro, es realmente un producto de la música
híbrida mestiza”.
25
la década de los veinte que estaban destinados a ver cambios radicales
en su patria11. De particular interés para ellos era la revolución
Bolchevique en Rusia12. Siguiendo los eventos en Rusia tan de cerca
como se los permitía la distancia, muchos de estos bogotanos empezaron
a hablar de la revolución que ellos mismos traerían a Colombia. Un
grupo destacado de estos hombres se hizo conocido como “Los nuevos”
y establecieron su fuerte en el Café Windsor, que ocupaba el piso
inferior del Hotel Franklin, en el centro de Bogotá.
Las discusiones en el Café Windsor reflejaban la ambivalencia de
esta generación de “revolucionarios”. Su tema de conversación era
sin duda revolucionario, pero su aproximación (una en que ellos, los
privilegiados, asumirían los papeles principales) era tradicional13.
Se sabe que Gaitán, en ese entonces un estudiante de Derecho en la
Universidad Nacional en Bogotá, asistía a varias de las discusiones del
Windsor, pero “... las encontraba frívolas y llenas de fantasía”14.
Gaitán sentía poco respeto por el típico cliente del café Windsor, el
intelectual de origen patricio a quien intentaban imitar otros jóvenes
de clase media. De la evidencia disponible, es imposible determinar
cuál fue la causa principal del distanciamiento entre Gaitán y los
intelectuales oligarcas. Las divisiones de clase no eran tan rígidamente
obedecidas como para que un joven de clase media con el virtuosismo
intelectual de Gaitán fuera excluido de la camarilla del Windsor15.
No obstante, Gaitán no tenía nada en común con los oligarcas. Tal vez
su contacto como escolar con los herederos de los oligarcas, niños muy
pequeños como para merecer el respeto especial y tratamiento acorde
en clase o en el patio de juegos, haya predispuesto a Gaitán, más allá
de su posible reconocimiento, contra ellos.
W. O. Galbraith, Colombia: A general survey (Londres y Nueva York: Royal Institute of International
Affairs, 1953), p. 37; y Antonio García, Gaitán y el problema de la revolución colombiana (Bogotá:
Cooperativa Nacional de Artes Gráficas, Ltda., 1955), pp. 48 y 81.
12García, op. cit. p. 79.
13García, op. cit. p. 50. Dentro de los planes que García presenta como típicos de “Los Nuevos” estaban:
darle una base social a la política, que anteriormente “había sido neutral sobre las cuestiones de clase”,
creando un concepto revolucionario de los derechos de propiedad, y “cambiando de una orientación
económica mercantilista a una industrial”. Otro aspecto de la rebelión de Los Nuevos, aunque
circunstancial para este trabajo se presenta en Galbrath, op. cit., p. 37. De acuerdo con Galbraith, el
grupo no solo: “se disponía a hacer conocidas en su país las principales tendencias y productos del
pensamiento internacional... [sino que también procuraba] atacar y destruir las ideas y las formas de los
principales representantes de las generaciones literarias precedentes”.
14 José Antonio Lizarazo, Gaitán: vida, muerte y permanente presencia (Buenos Aires: López Negri, 1952), p. 65.
15 De nuevo el lector se puede referir al ejemplo de Marco Fidel Suárez (ver Introducción, p. 16) cuyo
virtuosismo intelectual le permitió acceder a esos círculos.
11
26
Sería injusto sugerir, sin embargo, que la alienación de Gaitán
con respecto a la oligarquía fue principalmente emocional. Sus
extremadamente diferentes antecedentes habrían producido
diferentes puntos de vista. Desde sus años juveniles, Gaitán había
estado expuesto a las feas realidades sociales que el grupo del Windsor
apenas empezaba a considerar. Así, Gaitán y los jóvenes pensadores
patricios de la década de 1920 llegaron a la madurez con diferentes
concepciones de su sociedad para guiarla en su subsecuente actividad
política, económica y social.
Mientras “Los nuevos” estaban discutiendo sobre la revolución, el
gobierno colombiano estaba consagrado a un programa de desarrollo
material que iba a proporcionar las bases para la revolución real. Por
primera vez desde que se aseguró la independencia, los colombianos
disfrutaban un largo período de paz en todo el país16. Con este estado
de paz vino la prosperidad17, y para el momento de la administración
del presidente conservador Pedro Nel Ospina (7 de agosto de 1922 al 7
de agosto de 1926), el gobierno estaba en posición de financiar varios
trabajos públicos. Un ejemplo del progreso material alcanzado durante
los años de Pedro Nel Ospina se puede apreciar en el crecimiento de
la red ferroviaria de Colombia. En 1922, más de 2.200 kilómetros de
vía estaban en uso18. Un estudio de 1919 sobre el uso de la energía
eléctrica en un área específica de Colombia anotó que “750 caballos de
fuerza”19 eran producidos por plantas de energía de la región, mientras
que otro estudio, emitido en 1928, muestra al mismo lugar produciendo
“3.350 caballos de fuerza” de energía eléctrica20.
En ciudades más grandes, líneas de agua, teléfono y tranvía se
establecieron a gran velocidad21. Pero de todos los trabajos públicos,
la mejora en el trasporte parece haber sido la que tuvo mayor impacto
en el espíritu y la fisionomía de la ciudad. En Bogotá, el desarrollo del
trasporte aéreo unió la alguna vez aislada capital con el resto del país y
Jesús M. Henao y Gerardo Arrubla, J. Fred Rippy (Trad.) A History of Colombia (Chapel Hill: University of
North Carolina Press, 1938), p. 532.
17 En su mayor parte relacionada con la inversión norteamericana que se había cuadruplicado durante la
década de 1920. J. Fred Rippy, The capitalists and Colombia (New York: The vanguard press, 1931), pp.
152-176.
18 Ospina Vásquez, op. cit. p. 352.
19 Un caballo de fuerza es la cantidad de energía necesaria para levantar 75 kilogramos hasta un metro de
altura en un segundo.
20Ospina,, op. cit., p. 394.
21 Ibíd, capítulo VIII, pp. 346-419
16
27
del mundo22. Los bogotanos perdieron así su posición relativa debido a
su aislamiento del mundo al verse envueltos en las complejidades de la
sociedad del siglo XX. Aun más, las mejoras en el trasporte le abrieron
paso a la migración campesina a la ciudad23. Bogotá empezó a crecer
en tamaño24.
22 Los colombianos se enorgullecen del hecho de que su país fue el primero en establecer vuelos
comerciales regulares en las Américas.
23 Germán Arciniegas en el Covell College. Ver p. 20.
24 Aunque la descripción de la Pan American Union de Bogotá, op. cit., menciona que el primer censo
de población se hizo en la ciudad en 1630 (en ese momento los habitantes de la comunidad sumaban
“3.000”), la autora no pudo encontrar registros de censos para formular los porcentajes de índice de
crecimiento para el período trabajado en este capítulo. De varias fuentes no oficiales, encontró que la
población de Bogotá era de “95.000 en 1885; 100.000 en 1900” (Daniel Ortega Ricaurte, Cosas de Santafé
de Bogotá, Bogotá: Editorial ABC, 1949), p. 23; y de 235.400 en 1928 (Howell Davies (de) The South
American Handbook 1930, Londres: Trade and Travel Publications, Ltd., 1931), p. 270. El folleto de la Pan
American Union citado ubica la población de la ciudad en 271.124 en 1934 y estima que aumentaría a
300.000 en 1937.
28
Jorge Eliécer Gaitán
Capítulo 2
Contrariamente a lo que se piensa, Jorge Eliécer Gaitán no provenía
del estrato más humilde de la sociedad colombiana. Era hijo de un
hombre descrito como “el típico colombiano de clase media”1 y de una
mujer elogiada en sus últimos años como “una de las más distinguidas
profesoras de Bogotá”2. No obstante, la imagen de Gaitán como “el hijo
del pueblo”3 se mantiene, y Gaitán mismo ayudó a promoverla. Esta era
una parte esencial de su plan para consolidar el apoyo de las masas
necesario para participar en la política colombiana independientemente
del control de la oligarquía.
Jorge Eliécer Gaitán nació en Bogotá el 23 de enero de 18984,
primogénito de Eliécer Gaitán Otálora y Manuela Ayala de Gaitán. Poco
Osorio Lizarazo, op. cit. p. 11.
“Muere la madre de Gaitán”, El Tiempo, op, cit., 23 de febrero de 1937.
“El hijo del pueblo” es una frase frecuentemente usada por los gaitanistas para referirse a su líder. El 23 de
septiembre de 1966, la autora asistió asistió a un encuentro de gaitanistas en un pequeño y deteriorado
teatro en el centro de Bogotá. Se repartieron dos folletos a las aproximadamente doscientas personas
que asistieron. Una de las hojas contenía las palabras del “Himno del hijo del pueblo”.
4Valencia, op. cit. p. 32. Sin embargo, también se ha dicho que el año de nacimiento de Gaitán fue 1900
(Lozano y Lozano) y 1903 (José María Córdoba). El pasaporte de Gaitán, fechado en 1926, pone su edad
como “23”. Concejo de Bogotá, op. cit. p. 388. Sin embargo, el certificado de bautismo de Jorge Eliécer
Gaitán, emitido por la Parroquia de la catedral el 12 de marzo de 1898, y reproducido en Concejo de
Bogotá, op. cit. p. 13, confirma la fecha de nacimiento de Gaitán como enero 23 de 1898.
1
2
3
después de su nacimiento, los negocios de su padre fracasaron5. Gaitán
padre tuvo entonces que llevar a su esposa y a su hijo de su modesto
hogar en el barrio Las Cruces, en el que Jorge Eliécer había nacido, al
deteriorado barrio obrero de Egipto, donde Jorge Eliécer creció entre
harapientos compañeros cuyo campo de juego eran las calles.
El fracaso que significó su mudanza al barrio Egipto no fue el primero
experimentado por Eliécer Gaitán. Un intento anterior de publicar un
periódico también había terminado en desastre financiero6. A pesar
de las dificultades económicas, Eliécer Gaitán se enorgullecía de su
estatus “clase media” y enfatizaba su “superioridad” inherente sobre
aquellos artesanos y obreros con los que sus desastrosas finanzas lo
habían obligado a vivir.
Manuela Ayala de Gaitán es un caso que contrasta con el de su marido.
Una primera diferencia es que fue considerada como “exitosa” en la
vida. También, ella simpatizaba con las personas menos afortunadas
social y económicamente a quienes su esposo despreciaba7. Aun más,
se puede decir que era una inconforme, rebelada contra las “clases
respetables” con las que su marido buscaba identificarse.
Fervorosa liberal, Manuela Ayala abandonó la Escuela Normal de
la capital para enseñar en la cercana comunidad de Subachoque.
Aparentemente, su estadía en Subachoque fue corta8, y cierta tendencia
a expresar su punto de vista en las clases le valió varios despidos en
subsecuentes cargos como profesora9. Fue durante sus primeros años
en la enseñanza que fue acusada de estar afiliada con los Masones y fue
excomulgada de la Iglesia10. El documento que registra su matrimonio
con Eliécer Gaitán el 6 de julio de 1895 indica que era “la viuda de
Domingo Forero”, un hombre sobre quién la autora no conoce nada11.
5
La autora no pudo establecer exactamente de qué tipo de negocio se trataba. José María Córdoba
lo describe como “un almacén por la calle 11 entre carreras 10 y 11, cerca de una salsamentaria y un
hotel restaurante...” José María Córdoba, Jorge Eliécer Gaitán: tribuno popular de Colombia (Bogotá:
Litográficas Cor-Vall. [s.f.]), p. 7.
6
Ibíd, op. cit. pp. 13, 15 y 17.
7
Introducción. Jorge Eliécer Gaitán, Las mejores oraciones de Jorge Eliécer Gaitán,1919-1948, (Bogotá:
Editorial Jorvi, 1958), pp. IV-V.
8
En un mensaje a la autora en mayo de 1967, Juan Lozano y Lozano describió Subachoque como una “ciudad
relativamente importante en Cundinamarca, a cerca de 140 kilómetros de Bogotá, con mayoría liberal”.
9Córdoba, op. cit., p. 8.
10 Ibíd.
11 De “Información matrimonial”, compilada por el Vicario Auxiliar, Arturo Garrido Campo, la Parroquia de
Las Cruces en Bogotá, para el Concejo de Bogotá, op. cit., p. 23.
32
Su participación en actividades controversiales se mantuvo aun
después del nacimiento de Jorge Eliécer. Se ha dicho que ella y
su niño lograron escapar a duras penas después de que Manuela
Gaitán reprendió a la población de Chocontá por su persecución a un
practicante presbiteriano12.
Como se podría extraer de estas breves descripciones de sus padres,
Jorge Eliécer creció en un hogar dividido entre dos personalidades muy
fuertes y muy diferentes. Aun más, el pequeño se convirtió en el objeto
de una perpetua disputa entre los dos. Eliécer Gaitán, luchando para
mantener a su creciente familia13, quería que el muchacho dejara su
escuela para ayudar a incrementar los magros ingresos de la familia.
Manuela Gaitán estaba igualmente decidida a que el muchacho
continuara con su educación formal. Su voluntad prevaleció, e incluso
se las ingenió para complementar su educación en aulas con clases
dictadas por ella misma. Además de ayudarle con las materias básicas
de lectura y aritmética, también le alcanzó a inculcar algo de su filosofía
social14. Uno de los principios fundamentales de esta filosofía era que
“un individuo debe ser evaluado en función de su valía personal en vez
de por sus circunstancias sociales o económicas”15.
Eliécer Gaitán no hizo mucho para disimular el hecho de que no
gustaba particularmente de Jorge Eliécer, quien empezaba a despuntar
como el favorito de Manuela Gaitán16. Posiblemente, Gaitán padre
estaba celoso; posiblemente veía en su “niño de aspecto patético con
facciones desproporcionadas… [y] una sangre oscura que reflejaba la
sangre de un ancestro indígena”17 una confirmación de su fracaso para
proporcionarle bienestar a su familia o, incluso de modo más irritante,
un recordatorio de sus antecedentes humildes18. Cualesquiera hayan
sido las razones, continuó acosando al muchacho para abandonar la
escuela y ayudar con los ingresos de la familia.
12Córdoba, op. cit., p. 8.
13 Jorge Eliécer fue el primero de siete niños nacidos de Eliécer y Manuela Gaitán. Osorio, op. cit., p. 18.
14Osorio, op. cit., p. 20.
15 Introducción, Jorge Eliécer Gaitán, Las mejores oraciones, op. cit., p. v.
16 De una conversación entre la hermana de Amparo Jaramillo y la autora en septiembre de 1966. La
hermana, quien conocía tanto a Manuela como a Eliécer Gaitán, sentía que Jorge Eliécer, el primogénito,
era el favorito de su madre e incluso heredó su sensibilidad, “porque fue el único de sus muchos hijos
que fue concebido con amor”.
17Osorio, loc. cit.
18 Existe un definido estigma social ligado a la piel oscura en Colombia. “Entre más oscura la piel, inferior
es el estrato social”, parece ser el axioma en la mente de la clase popular en Colombia.
33
A pesar de todo, Jorge Eliécer permaneció en la escuela. Después
de finalizar la escuela primaria en la Escuela San Vicente de Paúl,
se inscribió en una escuela de comercio dirigida por los Hermanos
Cristianos19. En esta última institución, Jorge Eliécer es recordado
como un “estudiante precoz pero indisciplinado quien, a pesar de su
tamaño diminuto, estaba frecuentemente involucrado en peleas con sus
compañeros”20. Se dice que un día llegó a lanzarle un tintero a uno de
los frailes21. Durante estos años, contribuyó con los ingresos de la familia
vendiendo libros de segunda en la terminal de trenes de Bogotá22.
El primer artículo de periódico encontrado por la autora que se
refiere a Jorge Eliécer Gaitán refleja una naturaleza rebelde: “Anoche
la policía de Chapinero23 tomó bajo su custodia a los jóvenes Jorge
Eliécer y Manuel José Gaitán, quienes habían huido de la casa de sus
padres la noche anterior”24.
Poco después de este incidente, Jorge Eliécer Gaitán fue enviado a
Facatativá, una pequeña población 40 km al noreste de Bogotá, donde
se inscribió en el Colegio María Gooding, una escuela fundada y dirigida
por una amiga cercana de su madre25.
Jorge Eliécer estuvo solo un año en la escuela Gooding. La autora
no encontró nada relacionado con las circunstancias de su regreso, ni
con mucho de sus actividades en los siguientes dos años. Juan Lozano y
Lozano cree que estuvo de estudiante becado en un modesto colegio de
Martín Restrepo Mejía26.
En 1914, el Ministerio de Educación de Colombia recibió una carta de
Eliécer Gaitán solicitando que se le otorgara a su hijo una beca para estudiar
en cualquiera de las dos escuelas preparatorias más exclusivas del país, el
Colegio de San Bartolomé, de los jesuitas, y el Colegio del Rosario27. Su
19Córdoba, op. cit., p. 8.
20 Ibíd.
21 Ibíd.
22Osorio, op. cit., p. 30.
23 Chapinero era entonces una comunidad pequeña algunos kilómetros al norte de Bogotá. Hoy en día, se
ha incorporado a la ciudad y es el lugar de algunas de las viviendas más ricas de Bogotá.
24 Fragmento del 13 de julio de 1911 de la Gaceta Republicana, que fue reproducida en una columna de
una de las columnistas más importantes de Bogotá, “Emilia”, titulada “La decadencia de la imaginación”.
Esta columna apareció en una edición de julio de 1936 de El Espectador [Bogotá, Colombia] [s.f.]
25Osorio, op. cit., p. 24; y Valencia, op. cit. p. 32.
26 Lozano y Lozano en conversación con la autora en Roma, en abril de 1967.
27 De una carta de Eliécer Gaitán al Ministro de Educación Pública, fechada en Bogotá, “12 de 1914”, y
aparecida en Concejo de Bogotá, op. cit., p.41.
34
solicitud fue rechazada. En su respuesta, los funcionarios del ministerio
explicaron que no había becas disponibles para estudiar en esas escuelas28.
El siguiente año el propio Jorge Eliécer Gaitán se consiguió una beca
para asistir al Colegio Simón Araújo, una escuela de segundo nivel pero
aún prestigiosa socialmente. A pesar de la admiración e incluso afecto
del joven Gaitán por el director, el Sr. Araújo29, se ha dicho que no fue
muy feliz en la escuela, donde “las circustancias económicas y sociales”
parecían servir de importante criterio para determinar la “valía” de una
persona30. Allí, los privilegiados económicamente parecían molestarlo
por sus ropas bastante usadas31 e insistieron en molestarlo por su
complexión inusualmente oscura con el burlón apodo “el negro”32.
Es posible que fuera durante estos años en la escuela Araújo que Jorge
Eliécer empezó a formularse las metas que luego perseguiría en su vida.
Un presente miserable puede provocar sueños fantásticos de un futuro
mejor, y las metas de Jorge Eliécer33 podrían describirse como “sueños
fantásticos” cuando uno considera sus circunstancias de ese momento.
El “éxito”, para el Gaitán estudiante, podría manifestarse en: “... las
grandes universidades europeas a las que asistiría, los juicios espectaculares
en los que defendería exitosamente a sus clientes, las multitudes que algún
día lideraría, la hermosa aristócrata con la que... [casaría], y la... [facilidad]
con la que resolvería los problemas económicos, sociales e internacionales
de Colombia como presidente de la República”34.
También es posible que fuera durante estos años en la Escuela Araújo
que Gaitán desarrolló una cualidad que los ayudó a alcanzar muchas de
estas metas: la habilidad para evaluarse a sí mismo y a su entorno con lo
que parece haber sido una aguda percepción. En su condición de extraño
en el ambiente de la Escuela de Araújo, Gaitán estaba en posición de
juzgarse a sí mismo y a su entorno tal vez de un modo más objetivo de lo
que hubiera hecho de estar involucrado con sus compañeros.
28 De un memorando escrito por el ministro de Educación Pública, Emilio Ferrero, fechado el 7 de
noviembre de 1914, y citado en Concejo de Bogotá, op. cit.. p. 42
29 Jorge Eliécer Gaitán, “Simón Araújo”, escrito en 1916 e incluido en Concejo de Bogotá, op. cit., pp. 45-46.
30Osorio, op. cit., p. 28; y Heliodoro Linares, ¡Yo acuso! (Bogotá: Editorial Iqueima, 1959), p. 54. Se aconseja
al lector revisar los comentarios del señor Linares en contraposición con otros escritos antes de llegar a
cualquier conclusión.
31Osorio, op. cit. p. 33.
32 Ibíd, p. 33.
33 Lozano y Lozano, “Mis contemporáneos: Jorge Eliécer Gaitán”, Obras selectas, op. cit., p. 289.
34 Ibíd.
35
Ciertamente, Jorge Eliécer Gaitán no fue el primer colombiano
proveniente de un ambiente modesto que tuviera sueños ambiciosos
y un agudo sentido de lo que era necesario para hacerlos realidad. Lo
que es importante es que él tuvo éxito en hacer realidad la mayoría de
ellos. Que lo hiciera a pesar de sus antecedentes tan poco prometedores
es un tributo al tercer elemento en el carácter de Gaitán: su inusual
tenacidad que, para sus años adultos, se había convertido en una
extraordinaria auto-disciplina.
Juan Lozano y Lozano da un ejemplo de la tenacidad del joven Gaitán
en el siguiente pasaje de su libro Obras selectas: poesía-prosa:
Un día en 1914, un grupo de distinguidos ciudadanos se reunieron en
el Parque de los Mártires en Bogotá para conmemorar el centenario
del héroe de la revolución de Independencia, Antonio Ricaurte.
Tres líderes cívicos habían sido invitados a hablar por la ocasión y una
linda niña de la aristocracia, Maruja Vega (quien posteriormente
se convertiría en la esposa de Carlos Arango Vélez35), iba a recitar
un poema.
Cada vez que un orador abandonaba el podio, sucedía un
desagradable incidente. Un joven de aspecto desaliñado, que
no estaba en el programa, aparecía en la plataforma, diciendo:
“Señor Presidente de la República, señoras y señores...”.
En ese punto de su intento de discurso, el muchacho era enviado de
nuevo a la audiencia escoltado por policías que recurrían a medidas
cada vez más drásticas cuando era necesario remover al muchacho.
Sin embargo, relajaron su vigilia cuando el programa terminó y las
personas se levantaron para salir. En este momento, Jorge Eliécer
Gaitán una vez más se montó en la plataforma de los oradores
y, con excelente voz, pronunció su propio discurso patriótico.
El presidente y los distinguidos invitados volvieron a sus puestos y
el público se paró a escuchar. Jorge Eliécer Gaitán, cuando terminó,
fue ampliamente aplaudido36.
La autodisciplina de Gaitán en sus años adultos es evidente en
muchas de sus empresas. Parece haber tenido poca paciencia con
36
35
36
Carlos Arango Vélez fue el antecesor de Gaitán en la Alcaldía.
Lozano y Lozano. op. cit., pp. 289-290.
cualquier cosa que en su opinión no se hacía completamente y bien,
y tal búsqueda de perfección no se limitaba a asuntos inspirados por
el pensamiento. Descontento con su físico enfermizo, y aunque por
naturaleza era “inclinado a la pereza”, según Lozano y Lozano37,
buscaba la perfección física embarcándose en un extenuante programa
de remo con el que eventualmente se hizo un hombre corpulento38.
Fue a través de esta auto-disciplina que Gaitán también logró
conseguir una educación universitaria. Después de la escuela Araújo,
Gaitán no pudo contar más con sus padres para que le dieran el sustento
básico. Así, Gaitán mismo tuvo que satisfacer sus necesidades básicas
durante sus años en la universidad. En ese momento, era inusual para
un estudiante universitario colombiano estar empleado en un trabajo
diferente a sus estudios; el puesto de “medio tiempo” que ha ayudado a
muchos estudiantes universitarios norteamericanos durante sus años de
estudio, era virtualmente desconocido. A pesar de esto, Gaitán asumió
un trabajo de tiempo completo para mantenerse. Aparentemente, el
trabajo no era particularmente lucrativo39, y Gaitán se vio obligado a
disciplinarse no solo en términos de tiempo, sino también de dinero.
Sus compañeros de universidad lo recuerdan “estudiando la noche
entera”40 con la “escasa luz de las plazas públicas”41. También se ha
dicho que se saltaba las comidas regulares, matando el hambre con
agua de panela y pan barato42.
En 1924, cuatro años después de haber entrado a la Universidad
Nacional de Colombia, Gaitán consiguió el título en Derecho y
Ciencias Políticas. Su tesis de grado43 fue un ensayo titulado Las ideas
socialistas en Colombia. En ella, pone de manifiesto muchas de las
ideas que posteriormente usaría en sus campañas políticas, tales como
la propiedad de la tierra para aquellos que la trabajen, la supervisión
de la producción y la administración de la industria por los mismos
trabajadores, la intervención del Estado en la planeación de la economía
y la igualdad de beneficios dependiendo del capital y el trabajo44.
37 “Aniversario de Jorge Eliécer Gaitán”, Obras selectas, op. cit., p. 485.
38Osorio, op. cit. p. 47.
39 La autora desconoce la naturaleza exacta de este empleo. Sin embargo, la idea popular es que consistía
en algún tipo de trabajo de oficina.
40Osorio, op. cit., p. 45
41 Oliverio Perry, Quién es quién en Colombia, (Bogotá: Editoriales ARGRA, A. B. C., y Atenea [s.f.]) p. 126.
42 Lozano y Lozano, “Mis contemporáneos”, Obras completas, op. cit., p. 289.
43 Joaquín Ospina, op. cit., anota que la tesis “no era especialmente original pero estuvo bien coordinada y,
considerando la novedad de esa idea entre nosotros, causó una conmoción”. La tesis ha sido publicada
y varias veces reimpresa.
44 Jorge Eliécer Gaitán, Las ideas socialistas en Colombia, (Bogotá: Editorial Minerva, 1924) pp. 16, 18, 19,
37
Gaitán no gustaba dentro de los elementos oligárquicos dentro de la
universidad. Es descrito por uno del grupo como “petulante, amargado
y vanidoso”45 y con extraordinario “mal gusto”46. Otro recuerda a
Gaitán como “un joven intensamente amargo impulsado por un intenso
deseo de sobresalir, una característica que dominó cualquier idealismo
que pudo haber tenido”47. Este crítico de Gaitán también relata que en
cualquier momento en que Gaitán se unía a “su grupo” para cualquier
discusión que pudieran tener, no estaba contento a menos que toda la
atención se enfocara en él48.
A pesar del exigente trabajo y el horario de estudios, Gaitán encontró
tiempo para llevar a cabo varios proyectos extracurriculares mientras
estuvo en la universidad. Fundó un programa cultural de extensión
que le daba clases nocturnas para los trabajadores diurnos49. Fue el
representante por correspondencia de su universidad ante la Sociedad
de Artes y Ciencias de Bremen, Alemania50. Sus artículos y ensayos
sobre política contemporánea, decididamente más teóricos que
prácticos51, aparecían en la prensa de Bogotá con relativa frecuencia.
También asumió la defensa de dos espectaculares juicios criminales.
El primero de estos juicios fue el de un trabajador acusado de robar
a mano armada el dinero de un prominente colombiano. En el cierre
del juicio, Gaitán atrajo la atención nacional dando un apasionado
alegato de doce horas a favor del acusado52. Fue en el segundo caso, sin
embargo, que el talento de Gaitán y su manera de asumir las defensas
legales se establecieron53. Este segundo caso todavía es conocido por
los bogotanos que lo recuerdan como “el caso de la ñapa”.
21, 31 y 40.
45 Lozano y Lozano, “Mis contemporáneos”, Obras selectas, op, cit., p. 289.
46 Ibíd.
47 Rafael Arciniegas en conversación con la autora en septiembre de 1966.
48 Ibíd.
49Osorio, op. cit., p. 61; y Perry, op. cit. p. 162.
50 De un fragmento de Cromos, fechado en “marzo de 1921”, aparecido en Concejo de Bogotá, Colección,
op. cit., p. 100. Valencia op. cit., p. 32 también menciona que Gaitán tuvo esa posición.
51 Concejo de Bogotá, Colección, op. cit., pp. 75-77, 103-107, 110, 114, 116-117, 119-121, 133-135, 140,
144-145, 148-149, 150-155, 158, 161, 163 y 166, entre otras.
52 Este caso fue conocido como el caso “Vélez Lora”. El acusado, Antonio Vélez Lora, “un hombre del
pueblo”, confesó haber entrado en la oficina del reconocido Emiliano Laserna y, a mano armada, lo
obligó darle 5.000 pesos. Osorio, op. cit., pp. 68-69. La defensa de Gaitán convenció a los jurados que
Vélez solo estaba tomando un dinero injustamente quitado por Laserna. Valencia, op. cit., p. 32; y Osorio,
op. cit. p. 69. Osorio asegura que, anteriormente, un trabajador hubiera tenido pocas posibilidades de
ganarse la simpatía del público bajo tales circunstancias.
53Perry, op. cit., p. 162.
38
“La ñapa” era el apodo de una joven campesina, Eva Pinzón, quien
supuestamente había seducido a los esposos de varias de sus vecinas
rurales. Impulsadas por la envidia, un grupo de mujeres vecinas mataron
a “la ñapa” en el curso de una violenta investigación para determinar si
la chica estaba embarazada. El público colombiano sintió repulsión por
el crimen, sin embargo, Gaitán se ofreció de voluntario para defender
a las mujeres.
Basando la defensa en el concepto de que un individuo es el producto
de su ambiente, Gaitán atrajo la atención del público hacia los apuros
de la campesina54. Argumentó que el asesinato de “la ñapa” no fue
tanto el crimen de las acusadas como el de la sociedad que las había
brutalizado hasta el punto de ser capaces de ese acto de salvajismo55.
Aunque las mujeres fueron condenadas, la prensa le dio créditos a
Gaitán por haber tenido éxito en crear la consciencia del público sobre
las miserables condiciones de las masas56.
Luego de recibir su título de la Universidad Nacional el 29 de octubre
de 1924, Gaitán arrendó una oficina en un acabado edificio del centro57,
en la carrera Séptima, entre calles 13 y 14. Usando muebles alquilados
a dos pesos el día58, empezó su primer bufete.
De acuerdo con Osorio Lizarazo, quien ofrece la biografía más
detallada de Gaitán que la autora pudo localizar, el joven graduado
dedicó sus primeros meses de prácticas a ampliar su educación legal59.
Seleccionó casos de acuerdo a lo que él, personalmente, podría aprender
durante el proceso de defender a su cliente, en lugar de pensar en lo
que podría ganar económicamente. Así, continuó proporcionando
consultas gratuitas a los más pobres, a pesar del hecho de que no podía
solventárselo. Osorio relata que la posición económica de Gaitán en ese
momento era tan precaria que a veces no era capaz de pagar la tarifa
54Osorio, op. cit., p. 74.
55 Ibíd., pp. 74-75.
56 Ibíd., p. 76.
57 Ibíd., p. 85.
58 Lozano y Lozano, al responder a la pregunta de la autora sobre el valor del peso colombiano en ese
momento, escribió:
“En 1920, un peso colombiano equivalía exactamente a un dólar y, a veces, tenía un ligero premio sobre
el dólar. En Colombia circulaba el oro de mano en mano y los policías y las sirvientes eran pagados en
libras esterlinas. Gaitán y yo gastamos en Roma lo mismo: cien pesos colombianos mensualmente, que
hoy equivalen a menos de seis dólares”.
59Osorio, op. cit., pp. 86-87.
39
diaria de su mobiliario alquilado, lo que hizo que el dueño se lo retirara,
dejando a Gaitán “sin nada en qué sentarse” 60.
Durante su segundo año de prácticas, Gaitán logró fortalecer su
situación financiera. Se había establecido como un formidable abogado
defensor61 y podía cobrar altas tarifas a aquellos que pudieran pagarlas.
Sin embargo, continuó viviendo frugalmente y para 1926 había ahorrado
cerca de 1.000 pesos62.
Con el dinero, Gaitán empezó a planear estudios en Europa. Escogió
la Real Universita di Roma, centro mundial para el estudio del Derecho
Penal63, como el lugar para continuar sus estudios. Uno de los más
reconocidos miembros del cuerpo de profesores en esa universidad era
el famoso académico de Derecho Positivo64, Enrico Ferri.
Gaitán se dio cuenta de que sus ahorros, solos, no serían suficientes
para financiar su proyectado año de estudios en Europa. Por ende,
se volvió capitalista y gastó 700 pesos para establecer una pequeña
farmacia, “Droguería Veneciana”65. Convenció a su hermano menor,
Manuel José, quien entonces era estudiante en la Escuela de Medicina
de la Universidad Nacional, de abandonar sus estudios por un año para
60 Ibíd., p. 85.
61Perry, op. cit., p. 162.
62Osorio, op. cit., p. 93. Osorio asegura que el único lujo que Gaitán se permitía durante este año era el de varias
horas de remo cada semana en unas instalaciones ubicadas a orillas del ahora seco río Fucha en Bogotá.
63Valencia, op. cit., p. 32.
64 El Derecho Positivo es la aproximación según la cual la definición categórica de un crimen se remplaza
por la consideración de las circunstancias del entorno de la supuesta transgresión social. Lozano y
Lozano fue uno de los muchos que anotó que Ferri era uno de los más reconocidos académicos en
el campo del Derecho Positivo. En el siguiente mensaje a la autora acerca de la elección de Gaitán de
Roma como el lugar de su trabajo posdoctoral, escribió:
“Gaitán, que fue siempre exigente consigo mismo, comprendía que necesitaba estudiar a fondo la
especialidad de su predilección, o sea el derecho criminal. Por entonces, la sede de esos estudios era la
Universidad de Roma, en cuya facultad de Derecho y Ciencias Políticas el célebre profesor Enrico Ferri
había creado hacía años y seguía dirigiendo una especie de seminario, o sea la Scuola d´Appliazione
Giuridico Criminale. Allí, con base en teorías de Lombroso, un grupo de insignes juristas, sociólogos,
psicólogos, antropólogos, estadísticos, etc., como Giuseppe Lergi, Scipio Sighele, Otto Lenghi, etc.
[sic]; había aplicado los principios de la Ciencia Positiva de Compte y de Lombroso, a la ciencia
criminal, que hasta entonces era de carácter estrictamente jurídico y clásico. Se clasificaban -en la
escuela clásica- y se definían los delitos y luego se establecía una correspondiente tarifa de penas.
Contra esa escuela clásica, Ferri proclamó la necesidad del estudio de la personalidad del delincuente,
de su ambiente social, sus taras psíquicas, etc. Así surgió la nueva ciencia inventada por Ferri, de
la Sociología Criminal. Ello constituía entonces una revolución y alumnos y profesores de todas
partes del mundo venían a escuchar el nuevo mensaje de Ferri, que era un hombre superdotado, y
de sus grandes y apostólicos compañeros. Las teorías de la Escuela Positiva están hoy en gran parte
revaluadas. Algunos jóvenes abogados colombianos como Rafael Escallón, Carlos Arango Vélez,
Carlos Lozano y Lozano, habían en años anteriores hecho este curso y sembrado la inquietud en
nuestro medio. Ferri, que se pagaba mucho de su celebridad internacional, era muy benévolo con sus
discípulos, y a Gaitán lo distinguió mucho”.
65 La tienda, que ya no funciona, estaba ubicada en la calle 12 al frente de la Plaza Nariño. Osorio, op. cit., p. 94.
40
administrar la farmacia. Las ganancias inmediatas irían a cubrir los
gastos de manutención de Gaitán en Europa. Las ganancias posteriores
se le prometieron a Manuel José para que concluyera sus estudios66.
Gaitán partió hacia Roma en julio de 1926. Fue considerado un
estudiante sobresaliente en la universidad italiana. Se le concedió
un doctorado en jurisprudencia, magna cum laude, el 11 de julio de
192767. En ese momento el ya anciano Ferri68 llegó a comentar que de
todos los estudiantes a los que había enseñado durante su larga carrera,
Gaitán había sido “el más interesante y extraordinario”69. Cuando
Gaitán volvió a Colombia seis meses después de haber obtenido sus
títulos en Roma, lo esperaba una carta de Ferri, informándole que los
funcionarios de la universidad lo habían elegido unánimemente como
el merecedor del codiciado “Premio Ferri”70 por su trabajo en Derecho
Penal. Ferri también anunció que uno de los trabajos académicos de
Gaitán sobre la premeditación aprecería en la edición de mayo de
1928 de la publicación italiana Scuola Positiva71.
Después de recibir su grado en Roma, Gaitán pasó varios meses
recorriendo Europa. De acuerdo a su pasaporte, visitó Austria,
Checoslovaquia, Alemania, Bélgica y Francia72. En París, se encontró
con un grupo de jóvenes colombianos viviendo la vida bohemia en
el Barrio Latino73. Entre estos jóvenes se encontraba el periodista
Alejandro Vallejo, quien posteriormente escribiría sobre los días de
Gaitán en París.
Vallejo y sus amigos se hicieron cercanos a Gaitán lejos de la rígida
estructura social de su patria. Gaitán se hizo cercano a ellos después
66 Ibíd., p. 93.
67Perry, op. cit., p. 162; Joaquín Ospina, op. cit., p. 24; y Valencia, op. cit., p. 32.
68 Ferri murió octagenario poco después del regreso de Gaitán a Bogotá.
69 Del artículo “Le fue concedido el Premio Ferri al doctor Jorge Eliécer Gaitán”, en El Tiempo, op. cit., [s.f.]
70 El Premio Ferri fue establecido en 1911 para honrar “el estudiante más valioso” en las clases del maestro.
Cuando se le concedió a Gaitán, incluía 1.000 liras italianas en efectivo, que Gaitán utilizó para crear
el Premio República de Colombia, para los estudiantes de Derecho más prometedores de su país. El
71
72
73
Tiempo, loc. cit.
De una carta de Ferri a Gaitán fechada el 20 de enero de 1928, y reproducida en Valencia, op. cit., p. 38.
Cuando la autora estuvo en la Universidad de Roma en marzo de 1966 no pudo localizar la publicación
referida en esa carta, Scuola Positiva, pero subsecuentes investigaciones en la Biblioteca de la Universidad
de California en Berkeley mostraron que esa edición en particular estaba disponible en la Biblioteca de la
Escuela de Derecho de Harvard. Su título completo es Scuola Positiva: Rivista de Diritto e Procedur Penale.
Fue publicada en Milán cerca del mismo momento en que apareció el artículo en particular.
Las páginas de su pasaporte han sido reproducidas en Concejo de Bogotá, op. cit., pp. 352-58.
Alejandro Vallejo, Hombres de Colombia: memorias de un colombiano exiliado en Venezuela (Caracas:
Ávila Gráfica, [s.f.], p. 42)
41
de haberse distinguido en una gran universidad. Aunque impresionó a
Vallejo por ser una especie de arribista cultural74, Gaitán fue bien recibido
por el periodista y sus amigos quienes admiraban su “rápido ingenio”,
“fantástica imaginación” y “especial atractivo para las damas”75.
En Europa, Gaitán se mantuvo informado del curso de la política
colombiana, que para ese momento estaba entrando en un período
de insatisfacción popular con los conservadores que en ese momento
estaban en el poder76. Una crítica recurrente era que el presidente
conservador, Miguel Abadía Méndez, estaba sacrificando los intereses
nacionales en el proceso de atraer y mantener la inversión extranjera
en Colombia77. El tratamiento que dio esta administración a los
trabajadores del banano que entraron en huelga en el departamento
del Magdalena a finales de 1928 parecía confirmar estas críticas.
Abadía había exhortado a los trabajadores en huelga a volver a sus
labores. Cuando se rehusaron, ordenó a tropas colombianas forzarlos
por medio de las armas78. En el tumulto que siguió, 107 colombianos
perdieron la vida79.
Gaitán llegó al puerto de Barranquilla procedente de Europa poco
después de este incidente. En Barranquilla, llamó al periodista liberal
Clemente Manuel Zabala para recibir detalles de la tragedia. Juntos,
recorrieron el área de la tragedia. Gaitán entrevistó a los sobrevivientes
de la masacre e incorporó sus descubrimientos en un reporte que Zabala
publicó en su periódico de Barranquilla, La Nación80.
El artículo apareció en un momento en que el Partido Liberal,
después de casi medio siglo por fuera del poder, vio en la indignación
del público por la manera sangrienta de Abadía de acabar con la huelga
una oportunidad para un regreso político. El ataque periodístico de
Ibíd. Vallejo estaba un poco deslumbrado por la inusualmente acentuada curiosidad intelectual de Gaitán.
“... [Gaitán] demostraba una formidable pasión para conocerlo todo. Desde las seis de la mañana estaba en
pie. Visitaba museos, asistía a conferencias, a los teatros, a las exposiciones, a los conciertos, a los mítines
políticos, compraba libros, visitaba a los hombres famosos… Naturalmente, a nosotros nos era imposible
seguirlo en todas sus andanzas. Además, para mi gusto, el ritmo de sus inquietudes no era el mío”.
75 Ibíd. Vallejo relata que entre las conquistas de Gaitán estuvo una condesa francesa que luego bautizó un
palacete con el nombre de uno de los personajes fantásticos de una historia inventada y contada a ella
por Gaitán. De lo que se extrae del texto de Vallejo, parece que Gaitán también fue bien recibido por las
damas de Praga.
76Osorio, op. cit., p. 100.
77 J. Fred Rippy, op. cit., pp-180-182.
78 The New York Times, 14 de abril de 1929, Parte III, p. 4, col. 6; y Perry, op. cit., p. 163.
79 “Las investigaciones del Dr. Gaitán”, El Espectador, op. cit. 24 de julio de 1929.
80Osorio, op. cit., pp. 118-120.
74
42
Gaitán a Abadía, esencialmente un llamado a la justicia social, se
tradujo en un ataque político de los líderes del Partido Liberal que
iniciaban el asalto a la desmoronada hegemonía conservadora.
Usando la protesta social de Gaitán en sus ataques políticos, los
líderes liberales, deliberada o accidentalmente, convirtieron a Gaitán
en una figura nacional de la noche a la mañana. Su identificación
como héroe nacional fue así establecida y fue seleccionado por los
representantes del Partido Liberal para encabezar el la lista del partido
en su departamento natal, Cundinamarca, en las elecciones de 192981.
El 20 de marzo de 1929, exactamente dos meses después de su regreso
a Colombia, Gaitán fue elegido a la Cámara de Representantes.
Gaitán se distinguió inmediatamente en la Cámara por sus apasionada
exigencia de indemnizaciones para las viudas y huérfanos de la
“masacre de la zona bananera”82. Después de anunciar que su salario
como congresista iría para cubrir esas indemnizaciones, sus colegas
aprobaron la indemnización gubernamental83. Durante su período,
Gaitán también propuso las bases para una nueva legislación laboral
que incluyera un aumento en la protección para los participantes en
huelgas84. También contribuyó a alimentar la insatisfacción pública con
el Partido Conservador con una incesante crítica al régimen de Abadía85.
En la elección presidencial de 1930, Gaitán volvió a participar en la
papeleta liberal y fue elegido para un segundo período en la Cámara.
Los liberales también lograron elegir a un presidente, Enrique Olaya
Herrera, un patricio que fue el primer hombre en representar el Partido
Liberal en la Presidencia desde que Rafael Núñez abandonó el Partido
Liberal en 1886, durante su segundo período como presidente86.
Gaitán se continuó reafirmando durante su segundo período en la
Cámara. Durante los primeros días del nuevo Congreso, propuso una
reforma constitucional que haría que la República “revaluara su
concepto del pueblo y empezara a considerarlo en términos humanos
81 Joaquín Ospina, op. cit., p. 24; y Perry, op. cit., p. 163.
82 “El verdadero problema nacional es el de las bananeras” El Espectador, op. cit., [s.f.]
83Osorio, op. cit., p. 126.
84 Ibíd.
85 Ibíd., pp. 126-128.
86Martínes, op. cit., Apéndice; Osorio, op. cit., p. 136; e Indalecio Liévano Aguirre, Rafael Núñez (Bogotá:
Compañía Grancolombiana de Ediciones, S. A., [s.f.] p. 268.
43
y no solo en términos de lo que podrían producir para el Estado”87.
La reforma pedía un fortalecimiento de las garantías del derecho de
huelga y también incluía una disposición según la cual los empleadores
podían ser obligados a proveer a sus trabajadores con atención médica
e instalaciones recreativas88. También, empezó a consolidar un grupo de
seguidores al ir a los barrios de los trabajadores y al campo e incitando
a los pobres de estas áreas a unirse tras él en su campaña contra las
clases privilegiadas de Colombia89. De modo interesante, esta táctica
no significó un pérdida de poder dentro del Congreso dominado por
sectores de la oligarquía, como se puede demostrar con la elección de
Gaitán a la presidencia de la Cámara de Representantes en 193290.
Sin embargo, el propio presidente Olaya se había empezado a
preocupar por el creciente poder de Gaitán91. Cargando los problemas de
la crisis económica producida por la depresión mundial y comprometido
con un grupo disidente del conservatismo que le había encomendado
“endurecer el control” sobre los liberales más radicales92, Olaya no
estaba en posición de considerar las reformas solicitadas por Gaitán93.
Se ha dicho que Olaya trató de traer al joven legislador bajo su
control94. Aparentemente había halagado a Gaitán con su confianza y
había intentado influenciar en él dándole varios honores de Estado95.
Incluso se ha dicho que Olaya organizó todo para que Gaitán fuera
invitado a banquetes, recepciones, y otras funciones sociales
normalmente cerradas a los individuos de su procedencia96.
En 1932, Olaya envió a Gaitán en gira por Centroamérica y México97,
para atraer a la opinión internacional del lado de Colombia en la disputa
87 Jorge Eliécer Gaitán, “Proyecto de reforma constitucional”, citado en Valencia, op. cit.
88 Ibíd.
89Osorio, op. cit., pp. 124-125, 127, 128 y 137.
90Perry, op. cit., p. 162; y Valencia, op. cit., p. 34.
91Ospina, op. cit., pp. 137-138.
92Fluharty, op. cit., p. 43.
93 Ibíd., pp. 43-44.
94Osorio, op. cit., p. 138.
95 Ibíd., pp. 138-140.
96 Ibíd., p. 153.
97 Un despacho de United Press datado en México, titulado “En gran escándalo degenera el debate que
sobre Leticia iban a sostener Gaitán y un aprista”, aparece en la colección que ha hecho Gloria Gaitán
de recortes de prensa sobre Gaitán. El artículo, tomado de un periódico sin identificar reporta: “... hojas
volantes circularon en México, en que pedían la expulsión de Gaitán por ser agente del imperialismo
yanqui”. Comentando el artículo con la autora en Bogotá en su casa en septiembre de 1966, Luis Emiro
Valencia (en cuya biblioteca cuelga una gran fotografía de Karl Marx), desestimó la aseveración como
“estúpida propaganda comunista”.
44
con Perú sobre las posesiones del puerto Leticia en el Amazonas. Las
habilidades de Gaitán como orador trabajaron bien para Colombia,
particularmente en México donde fue inicialmente recibido con
hostilidad en la Universidad Central de la capital98. Mientras estuvo allí,
fue convocado a debatir el problema de Leticia con un estudiante aprista,
Carlos Manuel Cox. La refutación de Gaitán a las acusaciones de su
joven polemizador la ganaron la aprobación de la audiencia mexicana99.
Un año después, la alianza Olaya-Gaitán, si alguna vez existió, terminó
en una amarga disputa. De acuerdo a Osorio, Olaya llamó a Gaitán a su
oficina para comunicarle su plan de convertir a Bogotá en un Distrito
Especial100. Gaitán, quien para ese momento había sido elegido para
el Concejo de Bogotá101, rechazó el plan del presidente para traer a su
ciudad de nacimiento bajo el control del gobierno central. Se dice que
Olaya perdió la paciencia y, en su ira, supuestamente acusó a Gaitán de
ingratitud por la protección y favores que le había dado102.
Humillado por la insinuación de Olaya de que él había sido su
protegido, Gaitán aparentemente se convirtió en un enemigo declarado
del presidente103. Unos pocos meses después, anunció que había dejado
el Partido Liberal para organizar a sus seguidores como la Unión
Nacional Izquierdista Revolucionaria, o UNIR. Las iniciales de la
organización deletrean un verbo de unión y la meta fundamental de
Gaitán era unir a los miembros desheredados tanto del Partido Liberal
como del Conservador104. Tomando mucho de las ideas que había puesto
en su tesis doctoral Las ideas socialistas en Colombia, Gaitán acuñó el
siguiente “credo” para la UNIR:
1. La tierra debe pertenecer a aquellos que la trabajen.
2. Los latifundios improductivos son un crimen contra [la] economía y [la] sociedad.
3. Solo es justificable el capital ganado por el trabajo.
98 “En gran escándalo...” loc. cit.
99Osorio, op. cit., p. 153.
100 Ibíd., pp. 156-157.
101Perry, op. cit., anota que Gaitán trabajó continuamente en el Concejo de Bogotá desde 1929 hasta el
momento de su muerte.
102Osorio, op. cit., p. 157.
103 Ibíd., pp. 157-158. Se debe anotar que el Dr. Lozano y Lozano tiene serias dudas sobre esta interpretación
de la divisón de Gaitán con el Partido Liberal. Lozano cree que ni Gaitán ni Olaya tenían ninguna
animosidad personal hacia el otro y que la partida de Gaitán del Partido en este momento se vio
impulsada por consideraciones puramente ideológicas.
104 Jorge Eliécer Gaitán, “El manifiesto del unirismo”, La Nueva Prensa, 95:65-80, 6 de abril de 1963.
45
4. El capital ganado a través de la especulación y la explotación del
hombre es ilícito y criminal.
5. Los trabajadores deben supervisar la producción y administración
de la industria.
6. No existe diferencia entre capital y trabajo en la economía porque
ninguno de los dos podría funcionar sin el otro.
7. El Estado tiene el derecho de intervenir en la dirección de la
economía.
8. Las elecciones deben dejar de ser una farsa o un negocio y aquellos
que resulten elegidos deberían ser solamente los candidatos más
valiosos y capaces105.
Es interesante anotar que un mes después de que Gaitán rompiera
con el Partido Liberal para formar la UNIR, sus colegas en el
Congreso lo eligieron Segundo Designado a la Presidencia de la
República, lo que lo ponía a solo dos pasos del máximo puesto
administrativo de Colombia106.
En el Congreso, Gaitán aplicó su oratoria para luchar para conseguir
la incorporación del credo de la UNIR en la legislación nacional.
También continuó visitando áreas en las que hubiera concentración de
pobres para incentivar apoyo para el programa de la UNIR107. En junio
de 1934, fue una importante figura en la dirección de una huelga de
trabajadores ferroviarios en el departamento de Antioquia, la región
más industrializada de Colombia en ese momento108. Fue durante
ese tiempo, en uno de los frecuentes viajes a la capital de Antioquia,
Medellín, que Gaitán conoció a Amparo Jaramillo, una hermosa
muchacha, a quien Juan Lozano y Lozano describe como proveniente
de una “familia modesta, pero también una de las más prestigiosas
socialmente en Medellín”109.
Amparo Jaramillo había estado siguiendo las actividades de Gaitán
con interés y admiración110. Por casi un año antes de la huelga en
Antioquia, había venido cortando artículos de prensa sobre Gaitán
105Gaitán, op. cit., pp. 16, 18-19, 21, 31 y 40; y Osorio, op. cit., pp. 162-163.
106Osorio, op. cit., p. 152; y Valencia, op. cit., p. 36.
107Osorio, op. cit., pp. 164-167.
108Valencia, op. cit., p. 36.
109 Lozano y Lozano en una conversación con la autora en Roma en marzo de 1967.
110 Amparo Jaramillo de Gaitán y su hermana en conversación con la autora en Bogotá en septiembre y
octubre de 1966.
46
y pegándolos en un libro de recortes111. Cuando conoció a Gaitán en
una fiesta en Medellín en junio de 1934, Amparo Jaramillo no dudó
en mencionar su colección de recortes. Gaitán la visitó en la casa de
su familia al día siguiente, y después de dos años de correspondencia
se casaron en una ceremonia privada y austera en la iglesia de la
Candelaria en Medellín, el 27 de mayo de 1936112.
Mientras tanto, los intentos de Gaitán de hacer de UNIR una fuerza
permanente y efectiva en la política colombiana habían fallado. Para
1936, había regresado a las filas del Partido Liberal donde se puso a la
cabeza del ala más radical de izquierda113.
Este es brevemente el trasfondo y la posición de Jorge Eliécer
Gaitán cuando fue nombrado para la Alcaldía de Bogotá el 20 de mayo
de 1936. De modo interesante, se puede decir que estaba cerca de
alcanzar el cumplimiento de las metas que se había propuesto como
estudiante: había asistido a una gran universidad europea; había
defendido exitosamente a clientes en espectaculares juicios públicos;
se había convertido en un líder de multitudes; y en cuestión de días, se
había casado con una hermosa aristócrata.
Así que Gaitán, a punto de asumir la Alcaldía de su ciudad natal, era
seguramente un hombre muy complacido con su vida114. A medida que
se examina su programa como alcalde en el siguiente capítulo, uno se
puede preguntar si Gaitán, conscientemente o tal vez sin darse cuenta,
estaba intentado trasladar su historia personal de éxito a una que fuera
aplicable a todos los bogotanos de origen humilde.
111 Ibíd.
112 El Diario [Medellín] 27 de mayo, 1936; y El Diario de Antioquia, 27 de mayo de 1936.
113Perry, loc. cit., dice que la UNIR fracasó porque su programa “... eclipsado por los programas sociales
que estaba desarrollando el Partido Liberal en ese momento”. En un memo a la autora, Lozano y
Lozano declaró que la UNIR fracasó por el oportunismo de los hombres que Gaitán había elegido para
administrar el programa: “Gaitán no pudo reclutar gente de valía para su movimiento. Los que entraron
deseaban participar en la política activa y hacer elegir a las corporaciones públicas. Se presentaron a las
primeras elecciones y fueron barridos. Gaitán atribuía al “manzanillismo” de sus amigos el fracaso. Estos
amigos, por el contrario, decían que Gaitán no quería sino servirse de ellos para su triunfo sin dejarlos
participar en nada. Este es el argumento del libro de López Giraldo, El apóstol desnudo. Una copia de
este libro difícil de conseguir se puede encontrar en la Biblioteca Luis Ángel Arango.
114 La descripción de Gaitán como un “hombre complacido con su vida” fue tomada de un ensayo escrito
por B. Moreno Torralbo, titulado “Gaitán ante sí mismo”, que apareció en una edición de junio de 1943
en el periódico conservador El Siglo, y fue reimpresa en Concejo de Bogotá, op. cit., pp. 21-28.
47
La alcaldía
Capítulo 3
Al reflexionar sobre la vida y la alcaldía de Jorge Eliécer Gaitán, uno
se da cuenta de la similitud entre la manera que tenía para manejar
sus asuntos personales y públicos. Como administrador de su destino
personal, Gaitán fue bastante exitoso. Incluso para el momento en que
fue nombrado a la Alcaldía de Bogotá a la relativamente corta edad de
treinta y ocho años, había alcanzado un punto en su propia vida en el que
seguramente se sentía más o menos a gusto consigo mismo. En el cargo,
Gaitán aparentemente invirtió la energía que anteriormente empleaba
hacia la realización de su propio “ser ideal” y que ahora usaba en los
medios con los que esperaba convertir su ciudad natal en su concepto de
una sociedad ideal1.
Desafortunadamente para Gaitán, los principales medios por los que
había desarrollado su propio potencial, iniciativa y autodisciplina, eran
cualidades que un individuo debía desarrollar por sí mismo. Gaitán podía
pedirlas pero no esperarlas del público general. No obstante, demandó
esas cualidades del público y durante ocho meses la respuesta fue
generalmente favorable.
1
Esta idea está basada en la teoría de Erik H. Erikson según la cual “el reformador es un individuo que
aprendió desde niño un patrón de resolución de problemas personales que le causaban extrema
ansiedad”, como lo cita Einar Hagen, On the theory of social change: How economic growth begins.
(Homewood, Illinois: Dorsey Press, 1962), p. 6.
Como en todo lo que Gaitán se embarcó, su período de ocho meses
como alcalde de Bogotá fue una experiencia emocional, casi traumática,
para casi todos los involucrados en ella, y cuando el público finalmente se
cansó de las exigencias impuestas por su enérgico líder, este fue retirado,
y su salida fue también una experiencia emocional y casi traumática.
Como se ilustra más adelante en este texto, Gaitán fue una mezcla
peculiar de un radical y un conservador, un idealista y un pragmático,
o, como lo expresó uno de sus pocos confidentes, “... un revolucionario
que odiaba el desorden”2. Las tensiones nacidas de este dilema
se transmitieron de Gaitán, el administrador, a los ciudadanos que
administraba; de un modo no muy diferente al de las masas que en ese
momento estaban reaccionando a las personalidades cargadas de tensión
de Hitler y Mussolini, el público de Bogotá estaba siendo estimulado
hasta un punto emotivo sin precedentes, y posteriormente llevado a la
indignación extrema, incluso hasta la hostilidad, por la personalidad
fuerte y emocionante de su líder.
Gaitán fue nombrado alcalde de Bogotá el 20 de mayo de 1936, por
el entonces recientemente nombrado gobernador de Cundinamarca,
Parminio Cárdenas Galvis3. En ese momento el cargo estaba en manos
de Francisco J. Arévalo, anterior secretario del gobierno municipal, quien
había sido designado alcalde interino después de la renuncia de Carlos
Arango Vélez a la alcaldía en marzo de ese año4.
El hombre que había nombrado a Gaitán, el gobernador Cárdenas, era
nuevo en su cargo y solo había estado un corto tiempo, nombrado por
el presidente liberal Alfonso López5. Cárdenas había sido anteriormente
senador y miembro de la Corte Suprema de Justicia. En ambos cargos
había adquirido la reputación de ser un reformador6. Indicó su continuado
interés por las reformas en su discurso de aceptación, en el que enfatizó
2
3
4
5
6
50
Niño H., op. cit, p. 4.
Parminio Cárdenas, en Decreto gubernamental de Cundinamarca #369, del 20 de mayo de 1936. Citado
en El Espectador, op. cit., mayo de 1936.
Cuando la autora estuvo en Bogotá se encontró con el Dr. Arévalo quien todavía trabajaba como
secretario municipal. Había trabajado en varias oportunidades como alcalde interino, incluyendo el
período posterior a la renuncia de Gaitán como alcalde. El Dr. Arévalo, quien fue secretario municipal
bajo la administración de Gaitán, recuerda a este como “un hombre con quien era difícil trabajar”, y
como “extremadamente exigente”.
El Espectador, loc. cit.
Ibíd.
su interés particular en las reformas municipales y en el que anunció su
nombramiento de Gaitán en la Alcaldía de Bogotá.
“El alcalde”, dijo Cárdenas, “es el nervio central de una buena
administración departamental”7. Describió a su alcalde ideal como
uno que no solo tuviera un gran espíritu cívico, sino también una gran
consciencia social, y advirtió que esta última cualidad era indispensable
para cualquier alcalde que fuera a trabajar de manera efectiva con su
administración. Dijo que no toleraría “parásitos” que se alimentaran del
cargo8, y añadió que: “Los alcaldes en mi gobernación serán individuos
con iniciativa, quienes elaborarán planes para el mejoramiento... Sobre
todo, deben estar comprometidos con traer justicia social, cultura y
bienestar económico a las masas de trabajadores y campesinos, hoy
abandonados y merecedores de una mejor fortuna”9.
Refiriéndose a los problemas específicos que enfrentaban sus
administradores municipales, el gobernador Cárdenas mencionó la “falta
de actitud profesional” de parte de los funcionarios públicos y declaró que
tal defecto en el profesionalismo tenía como resultado el “uso ineficiente
de los recursos públicos”10. Es imposible determinar con el material
disponible si Cárdenas estaba sugiriendo que los funcionarios de Bogotá
estaban dentro de los corruptos, pero si la corrupción estaba presente en
Bogotá, eso significaba una preocupación particular para los funcionarios
departamentales e incluso nacionales de ese momento. La ciudad estaba
cerca de celebrar cuatrocientos años de fundación, y tanto los gobiernos
nacional como departamental estaban contribuyendo con fondos para
ayudar a los bogotanos a preparar la celebración conmemorativa11.
Hacia el final de su discurso, Cárdenas anunció el nombramiento
de Gaitán e indicó su decidido apoyo para su elegido con la siguiente
declaración: “Quisiera anunciar que entre el nuevo alcalde y yo existe el
más absoluto y perfecto acuerdo”12.
7
8
9
10
11
12
Ibíd.
Ibíd.
Ibíd.
Ibíd.
Decreto Municipal de Bogotá #214, 14 de julio de 1936. Este dice que 206.000 pesos fueron donados
por la Nación y 5.000 pesos por Cundinamarca para la Oficina de Obras Públicas de Bogotá para las
preparaciones de la celebración del cuatricentenario.
El Espectador, loc. cit.
51
En el momento del nombramiento, Gaitán era presidente del Concejo
de Bogotá. También era congresista, miembro de la Comisión Penal
Departamental, y profesor de jurisprudencia en la Universidad Libre,
donde tenía además el título, más honorífico que funcional, de rector.
También tenía una práctica legal considerable13.
Gaitán aceptó el nombramiento de Cárdenas casi inmediatamente
después de ser consultado por el gobernador sobre el cargo pero pidió dos
semanas antes de asumir el puesto para arreglar “asuntos personales”14.
Cárdenas aceptó el acuerdo, “con la salvedad de que Gaitán asumiría el
puesto inmediatamente en el evento de una emergencia”15 y por tanto
nombró a Jaime González Ortiz, secretario municipal de Hacienda durante
la administración de Arango Vélez, para trabajar como alcalde temporal16.
La reacción de González al nombramiento de Gaitán fue una de las
primeras que se registraron en detalle en la prensa bogotana. González
aseguró que “Las grandes dotes intelectuales y morales que Gaitán posee
y que son bien conocidas, son la mejor prueba de que la administración
será una exitosa”17.
La edición de El Tiempo en la que se incluían los comentarios de
González también relataba que: “... incluso las poblaciones más distantes
de Cundinamarca han contribuido al infinito número de telegramas...
que han sido recibidos.. [lo que indica que] el entusiasmo [por el
nombramiento] ha sido unánime”18.
Incluso un líder del mundo bancario colombiano se unió a los elogios.
Eduardo Vallejo, el jefe de la Superintendencia Bancaria19, declaró:
El Dr. Gaitán será un excelente alcalde de Bogotá. Es un individuo
de gran prestigio, inteligencia y habilidad organizacional...
13
14
15
16
17
18
19
52
El Tiempo, op. cit., 21 de mayo de 1936.
El Tiempo, loc. cit.
Ibíd.
Ibíd.
El Tiempo, op cit. 22 de mayo de 1936.
Ibíd.
La Superintendencia Bancaria era en ese momento:
“... una institución oficial que vigila la actuación de los bancos privados y oficiales, principalmente con
el objeto de ver si cometen infracciones a la ley bancaria. Fue creada en 1920 por consejo de la misión
financiera americana que presidió Mr. Kemerer (“the money doctor”). El cargo de jefe de esa oficina es
uno de las más importantes de la jerarquía burocrática nacional”. Definición tomada de un mensaje de
Juan Lozano y Lozano a la autora.
Personalmente, me gusta el nuevo alcalde. Una declaración oficial
del banco sobre este nombramiento no puedo dar todavía porque
la Junta no lo ha discutido. Sin embargo, creo que el Dr. Gaitán
se desempeñará de modo magnífico como alcalde; actualmente
disfruta de un enorme prestigio y tiene una vasta preparación...
No creo que exista ningún motivo que pueda provocar resistencia
por parte de los banqueros sobre el nuevo alcalde... El Dr. Gaitán
es estimado y, por encima de todo,... es inteligente. Y, con una
persona inteligente, uno puede llegar rápidamente a una resolución
razonable de cualquier diferencia... 20
Las especulaciones sobre la inminente alcaldía de Gaitán llenaron
los periódicos de la ciudad. Entre los que comentaron sobre el
nombramiento estaba el columnista de El Espectador, Roberto Julio
González, quien escribió en una edición de finales de mayo en su columna
“Zig-zag”: “Gaitán aceptó la alcaldía porque sabía que en esa posición
podría inyectar una nueva vida a la administración pública de la ciudad
capital... Gaitán no es simplemente el agitador demagogo que muchos
se imaginan. Él sabe lo suficiente como para no emprender un proyecto
que no beneficie a la capital...Gaitán es un hombre honesto, de gran
conocimiento y sabiduría, fuerte, recto y activo...”21.
Entre los comentarios públicos que siguieron al anuncio de su nombramiento,
Gaitán tomó las dos semanas que le habían dado. Momentáneamente
escapándose del ojo público, voló a Medellín, y en una sencilla ceremonia,
se casó con Amparo Jaramillo Jaramillo, el 27 de mayo de 1936. Al día
siguiente, los recién casados volvieron a Bogotá donde la Sra. Gaitán fue
cálidamente recibida por los estupefactos pero fascinados bogotanos.
El 8 de junio de 1936, Gaitán tomó juramento para el cargo de la
Alcaldía y se convirtió en el hombre número veintisiete en trabajar como
alcalde de Bogotá desde que la municipalidad fue reorganizada en 189122.
20
21
22
Entrevista con el Dr. Eduardo Vallejo, “Los banqueros hablan sobre el estado de la negociación/todos
están de acuerdo en que la negociación avanzará con la presencia de Gaitán”. El Tiempo, op. cit, [s.f.].
Roberto Julio González, “Zig-zag” El Espectador, op. cit., mayo de 1936.
De la información recopilada de varios volúmenes de los Decretos Municipales de Bogotá. Los primeros
decretos en las colecciones de los archivos municipales de Bogotá fueron los del alcalde Higenio Cualla,
quien ejerció de 1891 a 1898. Ocho alcaldes sucedieron a Cualla hasta julio de 1905, cuando Bogotá
fue convertida en distrito especial y fue administrada por tres gobernadores. Los períodos respectivos
de estos ocho alcaldes y tres gobernadores son: 1 mes, 1 mes, 14 meses, 4 meses, 13 meses, 16 meses,
1 mes, 9 meses, 5 meses, 4 meses y 4 meses. En agosto de 1908, Bogotá nuevamente se convirtió en
municipalidad y tuvo dieciséis alcaldes que ejercieron hasta el nombramiento de Gaitán. Sus respectivos
períodos en el cargo fueron: 16 meses, 18 meses, 30 meses, 1 mes, 2 meses, 4 meses, 4 meses, 4 meses,
14 meses, 25 meses, 4 meses, 10 meses, 2 semanas, 8 meses, 6 meses y 3 meses.
53
El juramento para el cargo fue dado por el primer juez de la municipalidad,
Carlos Saúl Goyeneche23.
Con su juramento de servir a la ciudad fielmente como alcalde, Gaitán
se hizo más directamente responsable de aliviar los problemas de su
ciudad natal de lo que nunca lo había sido en cualquier otro punto de su
carrera. Estos problemas eran tan difíciles como numerosos. Como se
mostró en el Capítulo 1, Bogotá, que se encontraba experimentando los
primeros estadios de la industrialización, estaba perdiendo su punto de
equilibrio a medida que el número de habitantes superaba la capacidad
de la comunidad para absorberlos. La mirada de los poetas-filósofos
patricios al respecto se había vuelto cínica, como se puede percibir en
las palabras de Calibán24, un comentarista político de la oligarquía cuya
columna “Danza de las horas”, aparecía en el periódico de los Santos,
El Tiempo:“¡Por fin, Bogotá tiene su alcalde! ¿Cómo le irá? ¿Qué hará
con los leprosos y niños abandonados que llenan las calles, la suciedad
de esas calles, las casas sin electricidad, los mendigos, los burócratas
perezosos, y el pobre servicio de trasporte?”25.
Unos días atrás, Gaitán había sugerido lo que haría en una entrevista
publicada en Pluma Libre26. En la entrevista, a Gaitán se le preguntó
por sus planes para la celebración del cuarto centenario, aparentemente
una preocupación de algunos de los ciudadanos más favorecidos, quienes
querían que Bogotá fuera decorada para su aniversario. Gaitán respondió:
Bogotá, que hoy aparece como horriblemente deficiente, con falta
de todo, es el producto de un siglo de negligencia... Ahora, con la
ocasión del Centenario, todos quieren transformarla de la noche a
la mañana en una gran ciudad moderna, de acuerdo a su concepción
particular de lo que una gran ciudad moderna debía ser. Y esto no
es posible. Pero, lo que es posible es empezar, inmediatamente, con
energía y sin timidez, la realización de un programa que, cualquiera
que sea, sea llevado a cabo hasta terminarlo27.
23
24
25
26
27
54
El Espectador, op. cit., 9 de junio de 1936.
Calibán era el seudónimo usado por Enrique Santos Montejo, un hermano del expresidente Eduardo Santos.
El nombre fue probablemente tomado de la novela de José Enrique Rodó, Ariel (Boston: Houghlin Mifflin
Company, 1922), en la que “Calibán” es la personificación del “materialista” y “pragmático” Estados Unidos.
Calibán, “Danza de las horas”, El Tiempo, op. cit., 10 de junio de 1936.
Pluma libre. 30 de mayo de 1936. Cuando la autora le preguntó por Pluma Libre, el Dr. Lozano y Lozano
respondió: “No recuerdo Pluma libre. Debió ser periódico de existencia efímera, sin importancia”.
Ibíd.
Gaitán insistió en que una “acción colectiva”28 fuera usada en la
realización de ese programa: “Los colombianos deben dejar de ser
espectadores, y volverse actores... y deben trabajar por el interés de la
comunidad, en lugar de su propio interés personal”29.
Concluyó la entrevista declarando que él, personalmente, había
renunciado a todas las otras ocupaciones en ese momento “excepto a la
rectoría de la Universidad Libre” para dedicar la máxima energía a las
obligaciones de la alcaldía.
Como se ha dicho, en el momento en que Gaitán se posesionó como
alcalde, la ciudadanía de Bogotá estaba particularmente preocupada por
la apariencia física de la ciudad. La respuesta de Gaitán fue un llamado
a la acción colectiva. Había declarado que en lugar de esperar que los
empleados municipales realizaran las muchas tareas físicas en el cambio
de la ciudad, los mismos bogotanos debían asumir un cambio de actitud,
que eventualmente se manifestara en el deseado cambio físico.
Paradójicamente, los decretos iniciales de Gaitán abogaban por una
extensiva transformación física, en áreas grandes y pequeñas, para
fomentar esta actitud. En su primer decreto como alcalde, Gaitán ordenó
que los ciudadanos individualmente asumieran la responsabilidad de
limpiar las paredes de la ciudad30. Cada dueño de una propiedad fue
requerido para limpiar su extensión particular de pared expuesta a la
mirada pública. Autorizó a la policía municipal a hacer cumplir la orden.
Todo aquel que se rehusara a cooperar sería multado por un valor entre
10 y 50 pesos31.
Este decreto fue seguido por otros similares. Los dueños de propiedades
también fueron asignados como responsables de las siguientes actividades:
cerrar los lotes abiertos32, reparar las carreteras públicas33, y construir
andenes34. Para evitar convertir a los andenes en una colcha de retazos,
el último decreto obligaba a los dueños de propiedades de cada cuadra
a reunirse para decidir cuál de los tres materiales permitidos iban a
usar: asfalto, cemento o adoquín. Tenían también que convenir sobre el
28
29
30
31
32
33
34
Ibíd.
Ibíd.
Decreto Municipal de Bogotá #153, 9 de junio de 1936.
Ibíd.
Decreto Municipal de Bogotá #167, 20 de junio de 1936.
Decreto Municipal de Bogotá #181, 26 de junio de 1936.
Decreto Municipal de Bogotá #189, 2 de julio de 1936.
55
ancho y el nivel de los andenes de su cuadra. Se les daba seis meses para
completar el proyecto. Si no cooperaban, se les imponía una multa de 50
pesos por cada semana que la construcción siguiera incompleta35.
En otro decreto, Gaitán compelió a los propietarios a iluminar todos
los edificios que enfrentaban a las vías públicas36. Cuando un periodista le
respondió diciendo que la planta local de energía no era capaz de suministrar
tanta electricidad, Gaitán respondió: “si todos los que tienen iluminación
sacrifican una de sus luces, habrá energía suficiente para todos”37.
Algunos de los decretos de Gaitán sobre el aspecto de “acción
colectiva” de su programa general para Bogotá parecían de alguna
manera arbitrarios. Tal vez el mejor ejemplo de tales medidas es el
quinto decreto, emitido el 13 de junio de 1936, solo cinco días después
de haberse instalado como alcalde. En él, Gaitán le dio a los propietarios
de negocios y viviendas hasta el 19 de julio para pintar el frente de las
casas y tiendas de uno de cinco colores: crema, marfil, amarillo, rosado
suave, o marrón suave. Prohibió los colores oscuros, el rojo o el azul38.
El razonamiento detrás de estas órdenes un tanto inusuales era que los
colores iluminados le darían a la ciudad un aspecto más limpio y brillante.
El azul, el rojo e incluso los tonos más suaves de estos colores fueron
prohibidos por la cercana asociación de estos con los partidos políticos
en Colombia. A pesar de la publicidad que se le dio a estas razones en la
prensa bogotana, el decreto fue el primero de varios que le generó a un
creciente número de bogotanos suspicacias acerca de su nuevo alcalde.
Siendo un pueblo fuertemente individualista, se resintieron de que les
dijeran con qué color debían pintar sus propiedades39.
Gaitán era exigente con la población, pero lo era aun más con su
equipo de trabajo.Ya se han reseñado las declaraciones del gobernador
Cárdenas y el columnista Calibán, que sugerían la necesidad de
reformas administrativas a nivel municipal; y Gaitán no dejó dudas
de que estaba dispuesto a hacerlas. Su objetivo primordial parece
haber sido el uso óptimo del personal y los materiales con los que ya
contaba. Inmediatamente después de tomar su juramento, hizo un
35 Ibíd.
36 Ibíd.
37Editorial, Mundo al día, [Bogotá, Colombia] junio de 1936.
38 Decreto Municipal de Bogotá #158, 13 de junio de 1936
39Fluharty, op. cit., pp. 167-68
56
recorrido de inspección del Palacio Municipal. Notó que el reloj no
estaba funcionando y ordenó su reparación inmediata40. Organizó sus
horas de oficina de 8 a.m. a 1 p.m. y de 3 p.m. a 7 p.m., y declaró que
se esperaba que los empleados municipales cumplieran con el mismo
tiempo de trabajo. Después de recordarles que las horas laborales
eran de 8 a.m. a 12 del mediodía y de 2 p.m. a 6 p.m., ordenó que
se les multara con un peso por cada cinco minutos de retraso en su
llegada41. Resumiendo su posición declaró: “muy pronto [necesitaré]
trabajos intensivos y que cada uno cumpla con su tarea particular,
quienquiera que no lo haga, a la calle”42.
En el curso de sus ocho meses de administración, Gaitán envió
aproximadamente a cincuenta y cinco empleados “a la calle”43.
La mayoría de los despedidos fueron funcionarios menores44, pero
varios funcionarios de alto nivel también fueron despedidos por
“incompetencia”. Uno de ellos fue un doctor que trabajaba para el
hospital mental municipal45.
Durante el recorrido de inspección del Palacio Municipal, Gaitán
también se encontró con 15.000 contenedores de basura, adquiridos
durante una administración anterior, pero nunca ubicados en la ciudad.
Gaitán ordenó que inmediatamente se les sacara del depósito y se
pusieran en servicio. Arregló entonces que la flota existente para
recolección de basura en la ciudad hicieran doble turno46, y que los
hornos construidos durante una administración anterior para la
eliminación de la basura fueran reparados y volvieran a ser usados47.
La reacción de la prensa a este aspecto de la actividad de Gaitán fue
favorable. Un editorial de una edición de junio de 1936 de Mundo al día
40
41
42
43
44
45
46
47
“Más limpieza y más luz, primera orden de Gaitán”, El Tiempo, op. cit., junio de 1936.
Ibíd.
Jorge Eliécer Gaitán en un discurso dado en el banquete de celebración de su inauguración, citado en
“El ejecutivo de Bogotá”, El Tiempo, op. cit., junio de 1936.
Es imposible determinar el número exacto de los que fueron destituidos por incompetencia de los
textos de los decretos ya que varios decretos hablan de “varios empleados”, en vez de dar un número
exacto. También, algunos de los que quedaron registrados como “renuncias”, pueden haberlo hecho por
miedo a un despido deshonroso.
Los siguientes son los decretos que citan despidos por “incompetencia” durante la administración de
Gaitán; Decreto Municipales de Bogotá #160, 164, 168, 169, 179, 185, 209, 211, 247, 248, 252, 254, 256,
260, 263, 271, 276, 285, 294, 295, 303, 310, 311, 316, 321, 329, 331, 338, 340, 341, 350, 352, 358, 365, 370,
385, 412, 430, 441, 450, 453, 459 y 468 en 1936, y el #34 en 1937.
Decreto Municipal de Bogotá #311, 3 de septiembre de 1936.
“Multado un inspector...”, El Tiempo, op. cit., junio de 1936.
Ibíd.
57
relata: “El tema del día es nuestro nuevo ejecutivo. La ciudad no ha visto
un alcalde como este en medio siglo”48.
Una editorial del 7 de julio de 1936, en El Tiempo, observaba: “Gaitán
ha declarado una guerra contra la suciedad, el aspecto sórdido de las calles
mal reparadas y las casas dilapidadas, contra los burócratas corruptos, la
mala administración y los servicios públicos mal organizados”49.
El Día presentó una fotografía del nuevo alcalde con el siguiente
comentario: “Jorge Eliécer Gaitán en solo unos días ha traducido la
belleza de Bogotá en una realidad... Jorge Eliécer Gaitán es... el primer
administrador público que ha tenido éxito en transformar esta metrópolis
en una ciudad limpia, ordenada y moderna, digna de su importancia”50.
Mundo al día, en otro artículo sobre Gaitán, también presentó una
fotografía de Gaitán encima de la siguiente declaración: “Bogotá se ha
despertado; y el alcalde Gaitán le ha lavado la cara”51.
Gaitán utilizó una amplia variedad de métodos para su limpieza
general de la ciudad. Anunció que fondos especiales conseguidos con los
gobiernos nacionales y departamentales irían a la construcción de un
nuevo acueducto y a extender los sistemas de alcantarillado, “... en lugar
de majestuosos palacios, calles espléndidas y lujosos monumentos”52.
Además de trabajar por la limpieza básica, Gaitán también emitió
decretos para el mejoramiento estético de la ciudad. Algunos tenían que
ver exclusivamente con la ornamentación, como el que estipulaba que
se sembraran árboles en la Avenida Caracas, una de las vías principales
de la ciudad53. Sin embargo, la mayoría de decretos emitidos por Gaitán
para el mejoramiento estético tenían que ver con otras consideraciones.
Se ordenó que los mendigos y los niños abandonados fueran sacados de
las calles, y que los infractores fueran enviados a asilos especiales para
su cuidado54. También se prohibió holgazanear en las calles. Esta última
medida hizo que un columnista bogotano escribiera una entrevista satírica
48Editorial, Mundo al día, op. cit., junio de 1936.
49Editorial, El Tiempo, op. cit. 7 de julio de 1936.
50 El Día, [Bogotá, Colombia] junio de 1936.
51 “Bogotá está cambiando su faz”, Mundo al día, op. cit. Junio de 1936.
52 “El IV Centenario de Bogotá”, El Día, op. cit., junio de 1936.
53 “La obra de Gaitán”, La Razón [Bogotá, Colombia] [s.f.]
54 “Más limpieza y más luz...”, loc. cit.
58
a “hombres de la calle”, en la que los ficticios participantes tenían miedo
de dar más que respuestas muy breves por miedo a ser confundidos con
vagabundos. Pero incluso este humorista reconocía la medida como un
paso lógico en los esfuerzos de Gaitán para aliviar la congestión en el
área del centro55.
Otra acción supuestamente tomada para descongestionar el área del
centro fue la demolición de un enorme monumento de concreto dedicado
al patriota colombiano Antonio Ricaurte, localizado en la mitad de la
carrera 13, otra de las vías principales de la ciudad. El monumento
se le había entregado a la ciudad solo unos años atrás por el oligarca
conservador Laureano Gómez56. Como se comentará en el epílogo,
Gaitán y Gómez fueron fuerzas antípodas que pugnaron por jalonar la
política colombiana hacia sus respectivos lados por un cuarto de siglo.
Cada uno parecía ver al otro como un “genio malvado”, dotado con una
energía diabólica57.
Gaitán describió el monumento de Gómez como un “pedazo de
roca poco armonioso o estético... uno de esos trucos que los artistas
extranjeros han hecho con [los colombianos que]... son ingenuos en
materia de arte”, y añadió que era “un peligro para el tráfico”58.
Durante la noche del 25 de junio de 1936, un equipo de demolición
redujo el monumento a escombros59.
Independientemente de lo que Gómez hubiera pensado de Gaitán
en este momento, los periódicos de Bogotá continuaron alabando al
nuevo alcalde. El aspecto de su administración que parecía obtener la
mayor cantidad de entusiasmo era su método de “acción colectiva”,
que aparentemente había despertado el espíritu cívico. El Día
comentó: “Es admirable que el gobierno municipal haya corregido
tantas graves deficiencias en tan poco tiempo. También es admirable
55“Alfileres”, El Gráfico [Bogotá, Colombia], agosto de 1936. Incluso hasta 1963, la condición de congestión
en el centro de Bogotá propiciaba los siguientes comentarios en el South american handbook, 1963, op.
cit., p. 283:
“El barrio histórico está muy congestionado y con tráfico ruidoso, pero la reputación de la ciudad por su
locuacidad se sobrepone incluso sobre esto, ya que las calles están llenas de ardientes conversadores:
algunos de ellos incluso se detienen en la mitad de la calle e interfieren con el tráfico”.
56 “Multado un inspector...”, loc. cit.
57 Ver Epílogo página 76.
58 “Multado un inspector...”, loc. cit.
59 “El monumento ha desaparecido”, El Espectador, op. cit. 26 de junio de 1936; y “La demolición de un
monumento”, El Tiempo, op. cit. 26 de junio de 1936.
59
que el Dr. Gaitán haya encendido los corazones de los bogotanos
amigos de la actividad intrépida”60.
El Espectador declaró:
Algo ha desplazado nuestro tradicional pesimismo: la dinámica
fe del alcalde Gaitán y el descubrimiento del espíritu público
en Bogotá. Los bogotanos tienen la tendencia de acusar la más
fría apatía, el más duro egoísmo, indiferencia e indolencia. La
esperanza está prohibida y las ilusiones desacreditadas. Hemos
vivido bajo esta consigna. Pero ¿por qué?
[Bogotá tenía]... un espíritu público latente a la espera de la voz de
un animador. Más que el título de constructor de esto o de aquello, o
de inventor de la puntualidad, Gaitán se merece el de descubridor del
espíritu público61.
De hecho, en el segundo mes de Gaitán en la Alcaldía, el público parecía
haber sido animado por unas exigencias aparentemente sin precedentes
en sus iniciativas y capacidad de ejecución. El Día reportó: “quedan solo
unos pocos edificios que siguen sin iluminar y prácticamente todos los
propietarios han ordenado construcciones de sus pedazos de andenes”62.
El Espectador anotaba: “Bogotá se ha rejuvenecido, y su aspecto físico
es hoy muy agradable. Es justo decir que el público ha contribuido
efectivamente a la conversión de los decretos del alcalde en una realidad,
sin demoras o rebeldías”63.
Gaitán había respondido al reto de Calibán64. Las exigencias de la
ciudad se habían logrado o, por lo menos, se habían empezado a lograr.
Se habían emitido disposiciones para los leprosos y los niños abandonados
que pululaban en las calles, para las casas sin electricidad, para los
mendigos y los burócratas holgazanes. Uno podría decir que con estos
en apariencia superficiales logros, se había despejado el camino para el
programa central de Gaitán, y con la aparición de la iniciativa individual
y la habilidad para ejecutar las órdenes por parte de la ciudadanía de
Bogotá, la fundamentación para ese programa había sido establecida.
60
61
62
63
64
60
Editorial, “Política municipal”, El Día, op. cit., junio de 1936.
Editorial, “El espíritu público”, El Espectador, op. cit., julio de 1936.
El Día, op. cit., 22 de julio de 1936.
Editorial, “Higiene por dentro”, agosto de 1936.
Ver página 54.
Podemos ahora analizar el programa de Gaitán. Como se comentó en
un capítulo anterior, el problema básico de la Bogotá moderna, de hecho,
de la Colombia moderna, parece tener que ver con las concentraciones
de habitantes por fuera del cercado de la vida urbana saludable y
productiva. Los leprosos no atendidos y los niños abandonados, las calles
sucias, las casas sin electricidad, los mendigos, y quizás también los
burócratas corruptos y holgazanes y el pesimismo del público general
eran simplemente algunas de las manifestaciones del problema.
Los pobres de Bogotá han permanecido en la periferia de la vida de la
comunidad por muchas razones. Como se indicó en el discurso inaugural
del gobernador Cárdenas, ellos habían sido víctimas de varias injusticias
económicas y sociales. Se necesitaba una reforma en muchos frentes
para su incorporación a la vida de la comunidad. Al seleccionar una área
para sus reformas iniciales, Gaitán parece haber intentado repetir, al nivel
de la comunidad, la misma transformación que él había sufrido como
individuo. Él mismo había crecido en la periferia geográfica, económica y
social de la ciudad. El entrenamiento técnico, cultural, y en cierto sentido
físico65, lo habían ayudado a convertirse en una figura central.
El entrenamiento técnico para las masas, como el que había conseguido
Gaitán, estaba más allá de la capacidad de cualquier individuo con tiempo
y fondos limitados en su cargo, pero Gaitán intentó iniciarlo. Además de
contratar trece nuevos edificios para escuelas, también fue responsable
de la creación de Institutos Profesionales administrados por el Municipio,
para hombres y mujeres jóvenes entre los catorce y veinte años. Estos
institutos proporcionaban cursos de educación general en las mañanas
y cursos de vocación profesional en las tardes. Los productos hechos
en el programa de vocación profesional eran vendidos para financiar el
programa. Durante el período de Gaitán, aproximadamente doscientos
hombres y quinientas mujeres se formaron en este programa66.
El programa de Gaitán para el enriquecimiento cultural tenía tres
componentes básicos. Uno era hacer que la ciudadanía toda participara
en ciertos proyectos. Aunque no hay información sobre cómo Gaitán
65
66
De acuerdo con Gloria Gaitán, su padre tomaba largas caminatas y también nadaba para ayudar a
desarrollar su diafragma para mejorar su oratoria. También se recuerda su temprano interés en remar
para fortalecer su físico.
“13 nuevos edificios para escuelas serán terminados en Bogotá en seis meses”, El Tiempo, op. cit., junio
de 1936; e “Institutos profesionales”, La Razón, op. cit., [s.f.].
61
seleccionaba los proyectos para la participación general de la
comunidad, cada uno de los que eligió enfatizaba la belleza de una
particular característica o empresa humana. Los proyectos realizados
durante la administración de Gaitán para la ciudadanía general fueron
dos conciertos de entrada gratuita, una feria del libro, y la “semana
de los niños”. El primer concierto, llevado a cabo en la Plaza de
Toros Municipal en octubre de 1936, tuvo un público de veinte mil
bogotanos67. La Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia y un pianista
chileno presentaron un programa que incluía la Obertura de Maestros
Cantores de Wagner; el Concierto para Piano de Chaikovski, Opus 23;
selecciones de El Caballero de la Rosa de Strauss; El Amor Brujo de
De Falla; y las Danzas Polonesas del Príncipe Igor de Borodin68. En
noviembre de 1936, un segundo concierto, presentando a la bailarina
alemana Erika Klein y la Banda Nacional, atrajo a un estimado de
veintitrés mil asistentes a la Plaza de Toros, indicando la creciente
popularidad de este tipo de funciones69.
El segundo tipo de actividades abiertas a toda la comunidad, la Feria
del Libro70, se abrió el sábado 10 de octubre de 1936. Fue creada para
promover el interés en los libros y la lectura y parece haber disfrutado
del apoyo entusiasta de los comerciantes de libros de la ciudad, quienes
montaron exhibiciones especiales en sus tiendas. Fueron recompensados
por sus esfuerzos. Durante la feria, se vendieron más de cuarenta y siete
mil libros. Una tienda, la Librería Voluntad, reportó haber vendido más
de mil volúmenes de clásicos españoles durante los primeros tres días de
la feria71. Otra, El Mensajero, vendió más de quinientos volúmenes de
historia de América del Sur durante el mismo período72. Todas las tiendas
reportaron ventas por encima del promedio en poesía, cuento, sociología,
filosofía y obras de teatro73.
La tercer actividad comunitaria, la “semana de los niños”, fue
celebrada del 15 al 21 de noviembre de 1936, y se enfocó en la atención
de los adultos al mundo especial de los niños. Cada uno de los siete días
67
68
69
“Más de veinte mil personas llenaron el Circo de Toros”, El Tiempo, op. cit., octubre de 1936.
Ibíd.
“Grande entusiasmo por el concierto”, El Tiempo, op. cit., Noviembre de 1936; y “Erika Klein baila ante el
público bogotano”, La Razón, op. cit., noviembre de 1936.
“La Feria del Libro”, El Espectador, op. cit., octubre de 1936.
70
71 Ibíd.
72Ibíd.
73 Ibíd.
62
se dedicó a un tema especial, como “juegos”, “canciones” y “juguetes”.
Durante la semana, se llevaron a cabo varios programas con los niños
como participantes. Se le dieron canastas de frutas y ropa nueva,
donadas por la ciudadanía, a los niños necesitados, y nueve mil libros
de historietas, también adquiridos con contribuciones individuales, se
repartieron indiscriminadamente entre los más jóvenes de la ciudad74.
Un proyecto comunitario, propuesto pero nunca realizado, fue una
exposición de muebles, artesanías y flores producidas localmente.
Gaitán había expresado la esperanza de que los artistas locales tomaran
la iniciativa de organizar este programa. Sugirió que se entregarían
premios a las mejores contribuciones75.
Gaitán, a propósito, parecía incitar la competencia. Como se anotó en
el capítulo anterior, incluso usó el dinero que había ganado con el Premio
Ferri para establecer un premio para los mejores ensayos legales por
estudiantes colombianos. Como alcalde, usó la competencia como un
elemento clave en varios de sus proyectos culturales propuestos. También
utilizó una forma más sutil de esta para financiar sus innovaciones al
reconocer públicamente las donaciones dadas a la municipalidad por
bogotanos individuales76.
Una segunda parte del programa de Gaitán para la educación cultural fue
el de dotar a los menos privilegiados de la ciudad con servicios culturales
especiales. Entre estos estaban las películas gratuitas77, conferencias sobre
higiene y “otros asuntos prácticos”78, y bibliotecas móviles79. Estas últimas
se pusieron en funcionamiento en septiembre de 1936 y se basaron en
el sistema de “bibliotecas ambulantes”, que manejaban voluntarios a
través de barrios obreros80. Se llegaron a proponer, pero no se realizaron,
guarderías municipales para los hijos de los trabajadores y coros populares
con premios para las mejores presentaciones81.
74
75
76
77
78
79
80
81
“La Semana del niño”, El Tiempo, op. cit., [s.f.]
“Una campaña de cultura popular desarrollará la alcaldía de esta ciudad”, El Espectador, op. cit. Agosto
de 1936.
“100.000 vale la sala de maternidad”, El Espectador, op cit., [s.f.]. En este artículo, que principalmente
trata de una propuesta jamás realizada por su administración, Gaitán agradece públicamente las
donaciones dadas a la municipalidad por varias industrias e individuos.
“Una compañía de cultura popular...”, loc. cit.
Ibíd.
“Se crearán pronto centros de lectura”, El Tiempo, septiembre de 1936.
Ibíd.
Una campaña de cultura popular...”loc. cit.
63
A pesar del hecho de que no todas las propuestas de Gaitán se llevaron
a cabo, los bogotanos se mantuvieron relativamente entusiastas acerca
de su nuevo alcalde. Él había traído un nuevo estilo a la Alcaldía;
había mostrado a la comunidad cómo usar efectivamente los recursos
humanos y materiales. Había tomado la iniciativa de determinar las
necesidades de la comunidad y podía sugerir, en detalle, cómo se podían
paliar esas necesidades. Algunas de sus observaciones parecían nuevas
a los bogotanos y sus propuestas, si bien no eran totalmente originales,
eran motivo de noticia82. Era Gaitán quien exigía que todos los edificios
públicos con hornos o estufas fueran equipados con extintores y quien
pedía la ubicación de filtros en las chimeneas de las fábricas para reducir
el hollín en el aire83. Era Gaitán quien describía las prácticas de higiene
para los empleados de restaurantes y cafés y quien penalizaba a los
comerciantes que engañaban a los consumidores con falaces pesos y
medidas84. Gaitán comisionó a un equipo para estudiar los patrones del
tráfico para ayudar a facilitar el flujo de personas y bienes por la ciudad
y aumentó el número de agentes de tránsito85. Propuso la construcción
de “quioscos sanitarios”, para darle a los peatones no solo instalaciones
sanitarias, sino también estampillas, tabaco, billetes de lotería, periódicos
y revistas, jabón, cuchillas de afeitar, y todos los otros productos que se
vendían en los quioscos europeos que seguramente le sirvieron como
modelo. Otras acciones de la Alcaldía pusieron los archivos municipales
en orden y le proporcionaron a los ciegos de la ciudad bastones blancos86.
En septiembre de 1936, Gaitán inició un programa de educación física
para los bogotanos estableciendo un comité municipal de deporte87.
El grupo estaba compuesto por el director de relaciones públicas de
la ciudad, un representante de la Comisión Nacional de Salud, y los
presidentes de la Liga de Fútbol de Cundinamarca, la Sports Union, y el
Club de Deportes Americanos; y fue reunido para estudiar el problema
de la educación física en Bogotá y para recomendar los medios para
“promover el interés en los deportes”88.
82
83
84
85
86
87
88
64
Literalmente miles de recortes de prensa sobre los ocho meses de Gaitán como alcalde llenan los
álbumes de Gloria Gaitán.
Decreto Municipal de Bogotá #427, noviembre 25 de 1936; y Decreto Municipal de Bogotá #436,
diciembre 1 de 1936.
Decreto Municipal de Bogotá #373, 10 de octubre de 1936; y Decreto Municipal de Bogotá #397, 2 de
noviembre de 1936.
El Tiempo, op. cit., agosto de 1936.
“La alcaldía ordenó varios traslados presupuestos”, La Razón, op. cit. [s.f.]; y Decreto Municipal de Bogotá
#301, 2 de septiembre de 1936.
Decreto Municipal de Bogotá #322, 10 de septiembre de 1936.
Ibíd.
Tal vez como resultado de las recomendaciones del comité, Bogotá
celebró el “Día de los deportes” a comienzos de octubre89. La ocasión fue
esencialmente una campaña de promoción del deporte, pero incluyó un
desfile en el que cerca de seis mil estudiantes y atletas, vestidos con ropa
deportiva, marcharon por la carrera Séptima90.
El arzobispo de Bogotá se escandalizó por el evento. Relacionó el desfile
de jóvenes atletas y su énfasis en la destreza física con las convenciones
juveniles que en ese momento se llevaban a cabo en Alemania e Italia
por Hitler y Mussolini91. Fue una crítica significativa, aunque en ese
momento impopular, al alcalde, porque era la primera vez que una
actividad impulsada por Gaitán había sido abiertamente comparada con
las de los líderes fascistas contemporáneos.
La prensa bogotana se alineó con Gaitán. Una interesante respuesta a
la protesta del arzobispo se presentó en un artículo de El Espectador, por
Jorge Padilla, titulado “Elogio del cuerpo”. En él, Padilla argumentaba
que la belleza divina se reflejaba en los atributos tanto espirituales como
físicos de los hombres92.
Sin embargo, la visión del arzobispo sobre las políticas de Gaitán serían
compartidas por un creciente número de bogotanos, al empezar Gaitán a
implementar la tercera parte de su programa de entrenamiento cultural,
el de exigir ciertas prácticas cotidianas por parte de la ciudadanía. Gaitán
parecía haber tomado estas medidas para reducir las distinciones entre
los bogotanos “civilizados”93, y aquellos de la periferia social de la ciudad.
Entre las medidas estaba la orden que el típico vestido de los pobres, la
ruana y las alpargatas, fueran reemplazadas por zapatos y abrigos de estilo
europeo94. Aun más, se le ordenó a todos tomar baños ocasionales95.
89
90
91
92
93
94
95
“El arzobispo decidió prohibir el desfile deportivo mañana”, El Tiempo, octubre de 1936. A pesar de este
titular, el desfile sí se llevó a cabo.
Ibíd. Ibíd. Jorge Padilla, “Elogio del cuerpo”, El Espectador, op, cit, octubre 1936.
La idea de usar este adjetivo particular en este punto fue tomada de un editorial, “El motín y la autoridad”,
que apareció en La Voz del Sinú, un periódico de provincia. El autor de este editorial se oponía a:
“... la obstinación de los señores de volante para vestirse decentemente con un traje característico, como
se usa y acostumbra en todas las ciudades civilizadas...”
Decreto Municipal de Bogotá #333, 15 de septiembre de 1936.
Decreto Municipal de Bogotá #373, 10 de octubre de 1936. En el primer artículo de este decreto, se hace
responsable a las cabezas de familia de vigilar que cada uno de los miembros del hogar se bañe. Los
castigos iban de uno a diez pesos.
65
Inmediatamente, la constitucionalidad y operatividad de la orden fue
blanco de ataques. El Tiempo hizo una encuesta entre el público sobre el
decreto extraordinario, y en los resultados se mostró casi unánimemente
que a los bogotanos no les gustaba96. Los siguientes comentarios
aparecieron en el mismo orden en la encuesta de El Tiempo:
Anastasio Rodríguez. Carpintero: lo que no nos deja usar zapatos
es el costo.
Escipión Fernández. Herrero: no está bien que alguien le diga a otro
lo que debe usar. Yo, personalmente, no voy a cambiar mi ruana por un
abrigo más caro.
Martín Amezquita. Dueño de una zorra [vehículo]: un par de alpargatas
santandereanas de suela de cuero cuestan 80 centavos. Duran un mes
o dos. Yo recorro toda la ciudad con mi zorra. Camino mucho. Cuando
estaba en el ejército tenía que usar zapatos. Las medias hacían que
me sudaran los pies. Me dolían los dedos. Me dieron callos. ¿Qué
tienen de malo las alpargatas?
Alcides N. Barrendero: por supuesto, todo tiene que ser como el Dr.
Gaitán piense que debe ser. No estamos civilizados aquí y la civilización
es importante. Claro que vamos a extrañar nuestras ruanas y los
zapatos nos van a pellizcar los pies. Pero seremos señores.
Luis Jiménez. Carnicero: si me dan zapatos y un abrigo, entonces
el Diablo se lleva mis alpargatas y ruana. Si no, me quedo con mis
alpargatas y ruana y que el Diablo se lleve el decreto.
Carmela de Gaitán [sin ninguna relación familiar con el Dr. Gaitán].
Ama de casa de clase media: ¿Y qué con eso del baño? Es ridículo.
Tengo tres hijos y dos indias97. ¿Qué hago si las indias no se quieren
bañar? ¿O dicen que están enfermas? ¿Cómo puedo probar que no es
cierto? ¿Debo llamar al doctor para confirmarlo? Si es así, prefiero
pagar la multa que la cuenta del doctor.
Luis Martínez. Recolector de tiquetes en un bus. 22 años de edad.
Estudiante de la escuela nocturna que espera estudiar ingeniería
96
97
66
Encuesta “La ruana, los alpargates y el baño: los interesados opinan sobre las disposiciones del alcalde”,
El Tiempo, op. cit., [s.f.]
El término se usaba refiriéndose a las empleadas domésticas.
eléctrica por correspondencia: si uno no se baña en Bogotá es porque
no hay medios para hacerlo. En mi casa, de hecho en todas las casas
de nuestro barrio [Belén], no hay baños. Ni siquiera hay casi agua.
Tenemos que ir a la fuente en la calle 6 para el agua para cocinar
y lavar. Si usamos esa agua para bañarnos, entonces ¿con qué
cocinaremos? Si el baño se hace obligatorio, tenemos que terminar
primero en nuevo acueducto y después construir baños en cada casa.
Le apuesto que el Dr. Gaitán no se baña con agua fría. ¿Cómo voy a
calentar yo agua en mi casa?
Heliodoro Manrique. Empleado de clase media: no me hable del
decreto de limpieza ¿Qué ha sido de nuestros inviolables derechos
como individuos? ¿Qué pasa si no quiero bañarme? ¿Quién me va
a obligar? ¿Y qué pasa si no quiero que mis hijos se bañen? Es
suficiente con que uno se lave las manos y la cara y se enjuague la
boca. ¿Para qué bañarse todo el cuerpo? Suponga que me dé un
resfriado y que se convierta en pulmonía. ¿Y si me muero? ¿Quién
va a proveer y a educar a mis hijos?98 .
Gaitán, sin embargo, pareció mantener la popularidad general entre
sus electores en todo lo que quedó de 1936, a medida que continuaba
innovando y consiguiendo cambios notables aunque superficiales.
Entre estos cambios estaban la iluminación y pavimentación de la
zona alrededor de la Plaza de Toros Municipal99, y el establecimiento
de una biblioteca popular100. Gaitán financió esta última solicitando
personalmente fondos a las colonias norteamericana, británica,
alemana, italiana, española, francesa, sirio-libanesa, polaca, judía y
mexicana en Bogotá101.
En diciembre, El Tiempo publicó los resultados de otra encuesta. Esta
tenía que ver con la aprobación general de Gaitán y sus logros. Casi sin
excepción, los entrevistados fueron entusiastas.
Rafael Limonge: Todo me parece bien.
Eugenio Uribe: ¡Admirable! Si sigue así, seguro será candidato presidencial.
Eduardo González Quijano: ¡Muy admirable! Y yo ya pinté la fachada
de mi tienda.
Encuesta, “La ruana, los alpargates...” loc. cit.
El Espectador, op. cit., [s.f.] Este artículo sin título también anotaba que la plaza de toros era propiedad
del Banco de Bogotá.
100 El Tiempo, op. cit., 22 de julio de 1936.
101 Ibíd.
98
99
67
Óscar Tejada: todos los ciudadanos de bien están contentos con lo
que el Dr. Gaitán está haciendo.
Ismenia Ospina: me gusta
Luis Borda: tengo la más grande estima por él. Lo ayudaremos.
Ignacio Franco: Maravilloso, maravilloso, maravilloso. Lo secundo
en todas sus medidas por el bien de nuestra ciudad.
Juan de J. Castrillón: ha tenido que hacer lo que ha tenido que hacer.
Antonio Sandoval: Formidable.
Daniel Alfredo Díaz: Gaitán es un hombre práctico. Él nos ha
mostrado que los más pequeños detalles son los más grandes detalles.
Pablo E. Montejo: ¡eso se llama un alcaldazo!
Eladio Sánchez: el embellecimiento de Bogotá era necesario. Pero,
yo cuestiono los medios por los que la ha hecho. Y digo esto sin
ningún prejuicio.
Emilio Pinilla: soy un admirador del Dr. Gaitán. Como alcalde, es admirable.
Benjamín Parra Jaramillo: maravilloso. 1A.
José Sánchez: estoy encantado. Este alcalde sabe qué hacer.
Benjamín Rodríguez: ¿que si me gusta? Tenga la seguridad que sí.
Rubén Camargo: pasará a la historia como el alcalde del siglo102.
Los logros de Gaitán como alcalde fueron incluso reconocidos en el
extranjero. El Centro de Cultural Socialista Colombiano en México envió
la siguiente carta a las oficinas de El Tiempo:
[...] hemos seguido el trabajo del Dr. Jorge Eliécer Gaitán con
gran interés y esperamos que inclusive desde México se oiga un
sincero aplauso.
En el breve período de cinco meses, ha delineado y está empezando a
producir un gran trabajo. Existe un superávit en el tesoro municipal,
las obras públicas se han desarrollado rápidamente, se han construido
escuelas, se han sembrado árboles, las calles han sido pavimentadas,
los barrios de los trabajadores han recibido atención especial, se han
promovido los deportes, y se han presentado conciertos populares.
También se ha celebrado una revolucionaria Feria del Libro.
Estos logros lleva a nuestra delegación a congratular al Dr. Gaitán
para su trabajo de transformación, realizado como alcalde de la
capital colombiana103.
102 Encuesta, “La opinión rodea al doctor Gaitán en su labor en favor de Bogotá”, El Tiempo, op. cit.,
diciembre de 1936.
103 Carta aparecida bajo el título “Felicitación al alcalde de la ciudad de Bogotá”, El Tiempo, op. cit., diciembre
68
A finales de diciembre, en el momento que aparece en retrospectiva
como la cima de su popularidad como alcalde, Gaitán dejó Bogotá para
unas vacaciones de tres semanas a la costa caribe colombiana104. En su
ausencia, Julio Roberto Salazar Ferro, su secretario, fue delegado para
actuar como alcalde105.
Gaitán regresó a su puesto el 8 de enero de 1937. Estuvo los primeros
diez días después de su retorno en asuntos de rutina, sobre todo
cumpliendo citas106. Luego, el 19 de enero, reasumió el trabajo en uno
de sus proyectos relativamente nuevos: el de sistematizar el servicio de
taxis de la ciudad.
Dos consideraciones básicas parecieron sustentar el intento de Gaitán
por regularizar el servicio de taxis. Uno fue que se le garantizara al
público tarifas justas107. El otro fue que los conductores de taxis, como
los otros individuos que cumplieran funciones públicas, usaran vestidos
“presentables”, de acuerdo al particular concepto de “presentabilidad”
de Gaitán108. Este proyecto parecía ser consistente con el controversial
aunque aparentemente popular estilo de gobierno de Gaitán.
Los primeros pasos tomados por Gaitán para sistematizar el servicio de
taxis son difíciles de determinar y están rodeados de un poco de misterio.
La autora no encontró nada relativo al plan de sistematización en la
prensa de 1936, aunque un decreto que obligaba a los conductores a usar
uniforme fue emitido a finales de noviembre de ese año.
Cuando Gaitán reasumió su trabajo sobre estas disposiciones a
mediados de enero, no volvió al problema de los uniformes que había
aparentemente resuelto con el decreto de noviembre, sino que se dedicó
al problema de las tarifas justas. Decidió que las tarifas justas serían
aseguradas de mejor manera instalando medidores regulados por la
municipalidad en los puestos de los conductores.
De repente, la relación de Gaitán con los taxistas se hizo noticia de
primera página. Los conductores, desde noviembre, se habían pronunciado
104
105
106
107
108
de 1936.
El 20 de diciembre se ausenta de la capital el doctor Jorge E. Gaitán”, El Tiempo, op. cit., [s.f.]
Ibíd.
Decretos Municipales de Bogotá #7-21, emitidos entre el 8 y 18 de enero de 1937.
Decreto Municipal de Bogotá #26 19 de enero de 1937.
Decreto Municipal de Bogotá #425, 1936 [s.f.]
69
abiertamente sobre las disposiciones relativas a los uniformes. Su
protesta, iniciada tan poco tiempo después del anuncio de las tarifas por
medidores, estaba evidentemente motivada más por razones personales
que por consideraciones ideológicas. Aun así, a su protesta se le dio un
tratamiento de la dignidad de una “causa” ideológica. La prensa criticó
las disposiciones de Gaitán como un abuso de las libertades civiles. Las
críticas de los individuos fueron aun más extrema. El público pareció
concluir que Gaitán, quien había decretado de qué color los bogotanos
debían pintar sus edificios y ahora qué tipo de ropas debían usar, era
realmente el peor de los villanos de esa era: un dictador fascista.
En vista de la creciente hostilidad, Gaitán dejó por un momento el
trabajo en el decreto sobre los taxímetros para cambiar el decreto
sobre los uniformes109. Sin embargo, los conductores se mantuvieron
desafiantes y amenazaron con ir a la huelga si el decreto original
no era inmediatamente derogado110. Gaitán respondió que era
técnicamente imposible que los conductores fueran a la huelga.
Argumentó que las huelgas se usaban en las disputas entre
trabajadores y patrones, no en disputas entre un grupo particular de
individuos y funcionarios públicos debidamente nombrados111. Para
Gaitán esta era una declaración peligrosa pues ponía en duda su
ejercicio como alcalde.
El 8 de febrero de 1937, el servicio de taxis paró en Bogotá. Los
eventos subsecuentes fueron descritos por Osorio:
109 Decreto Municipal de Bogotá #46 del 8 de febrero de 1937. Este decreto autoriza al Comisariato
Municipal a venderle uniformes a costo a los taxistas, un privilegio antes solo extensivo a los empleados
municipales. También especifica que no era:
“indispensable para... [los taxistas] usar un tipo específico de uniforme, sino [que pueden elegir]
cualquiera de los varios estilos disponibles”.
El artículo final del Decreto sugiere que los uniformes podían ser comprados en el comisariato a crédito,
y se hacían disposiciones para garantizar que el pago de los créditos se hicieran a tiempo.
110Osorio, op. cit., p. 197.
111 Ibíd. La declaración de Gaitán de que una “huelga” contra funcionarios públicos debidamente
nombrados era imposible fue recibida con acusaciones que le llamaban dictador, algunos diciendo que
decían que pertenecía al grupo de “fascistas” y otros llamándolo “comunista”. Después de que salió de la
alcaldía, Gaitán respondió a estas acusaciones en un discurso que dio en la Cámara de Representantes
donde se había vuelto a posesionar como delegado por Cundinamarca. El siguiente fragmento fue
tomado del texto de ese discurso como se citó en un artículo sin título en La Razón, op. cit., [s.f.]:
“¿Fascista Luis Cano [uno de los fundadores de El Espectador]? ¿Fascista Juan Lozano y Lozano cuya
inteligencia notable apoya la misma tesis? ¿Fascistas los médicos y los ingenieros que me apoyan?
¿De manera que toda vez hay una actitud enérgica y que tal cosa se plantea, tenemos una situación
fascista?¿Acaso el fascismo es el respeto a la ley? Es todo lo contrario. Es la negación de la norma en sí.
Es al contrario porque ni el fascismo, ni el comunismo aceptan el derecho”.
70
Los desórdenes se propagaron por toda la ciudad... Grupos en
rebelión marcharon por las calles, amenazando con destruir negocios
y detener el tráfico...
Al día siguiente se corrió la voz que los trabajadores del ferrocarril
se unirían a la huelga, lo que cortaría las líneas de suministro de
alimentos de la ciudad.
...Oradores improvisados insultaron a Gaitán y lo acusaron de ser
fascista112 y dictador... La desazón se incrementó.
Gaitán, con una confianza sin límites en su propia oratoria, fue
personalmente a las calles para aplacar a las multitudes y explicar
los motivos de su decreto...
...[Sin embargo] todos los esfuerzos de Gaitán resultaron impotentes
frente a la hostilidad colectiva113.
Gaitán finalmente acudió al presidente de Colombia, Alfonso López,
para usar su influencia para terminar la huelga de los ferrocarriles114,
para que se reanudara el trasporte de los alimentos. Mientras tanto,
la huelga de los taxistas se había vuelto sangrienta. En la edición del
14 de febrero de 1937 de The New York Times apareció el siguiente
artículo, enviado desde Bogotá el 13 de febrero, en las últimas horas
de la alcaldía de Gaitán:
Ocho chóferes en huelga fueron abaleados hoy, dos tal vez fatalmente,
en un enfrentamiento con la policía en una protesta contra el decreto
que exigía a los chóferes usar uniformes.
112 Como se anotó en el anterior pie de página, Gaitán fue acusado de usar tácticas “fascistas” durante su
alcaldía. Sin embargo, no se puede decir que Gaitán tuviera ningún respeto por el prototipo fascista,
Benito Mussolini, a quien había tenido la oportunidad de observar mientras era estudiante en Roma. En
una entrevista con Clemente Manuel Zabala que apareció en una edición sin fecha de La Nación, bajo
el título “Una carta sobre la política italiana”, Gaitán deploró la “inconsistencia” del Duce. “Un día le da a
perseguir a la Iglesia y al siguiente adula al Papa”. También le disgustaban las “tácticas terroristas” que se
podían ver en:
“... el asesinato de Matteoti, el incidente Girolomini, la violación del domicilio, el pillaje de la biblioteca
de Benedetto Croce, el garrote, la ronda nocturna y el espionaje”.
De modo interesante, Gaitán también comentó sobre la oratoria de Mussolini, con la cual se parecía
también la suya. Gaitán observó: “... sus discursos, que muchas veces erigen el diálogo con las multitudes,
tienen mucho de representaciones teatrales”.
113Osorio, loc. cit., p. 197.
114 Ibíd.
71
Después de la protesta, en la que participaron miles, el alcalde Jorge
Eliécer Gaitán, quien había emitido el decreto, fue removido en vista
de la inminencia de huelgas similares en todo el país, y el decreto fue
suspendido. El nuevo alcalde es Francisco Samper Madrid.
La huelga fue inmediatamente suspendida y las calles se llenaron
con exultantes conductores de buses y taxis y sus amigos115.
Los pormenores de la destitución de Gaitán del cargo son simples. El
gobernador Cárdenas, que en junio fue pródigo en sus elogios a Gaitán,
simplemente lo retiró. Gaitán abandonó su puesto reticente, y fue citado
por la prensa diciendo: “Yo no renuncié, se me ha destituido”116.
En apariencia, es difícil entender cómo un hombre que había estado
dedicado a la Alcaldía, y que había hecho muchas nuevas y aparentemente
populares propuestas mientras estuvo en el cargo, y quien había empezado
a implementar un gran número de estas propuestas usando recursos que
ya tenía a la mano en lugar de solicitar dineros y materiales adicionales,
se hubiera convertido en un villano impopular de la noche a la mañana.
Es, sin embargo, fácil atribuir su abrupta caída a un plan deliberado117.
Sin embargo, después de reconsiderar el método por medio del cual
Gaitán implementó estas propuestas, la naturaleza precaria de su
administración se hace aparente. La esencia de la efectividad de Gaitán
como alcalde fue el inusual grado de espíritu público que había despertado
en los bogotanos. Ya que el mismo Gaitán trabajaba típicamente con alta
intensidad, no se dio cuenta que la energía que su fuerte personalidad
había generado en otros podía llegar a desgastarse. Para enero, la gente
estaba cansada, y el aparentemente incansable Gaitán no daba respiro.
Como el patricio Vallejo dijo sobre Gaitán en París118, el público bogotano
sintió que era “... imposible seguirlo en todas sus andanzas”.
115 The New York Times, 14 de febrero de 1937.
116 “´Yo no he renunciado. Se me ha destituido´, dice el doctor Gaitán”, El Espectador, op. cit. Febrero de
1937.
117Osorio, loc. cit., resume el argumento, diciendo que fue esencialmente una condena del presidente
López quien, según Osorio, se sentía amenazado por la creciente popularidad de Gaitán. Dice que
López, “el director supremo de los sindicatos que habían surgido bajo su protección legal”, orquestó la
huelga de los conductores de taxis para tener una razón para remover a Gaitán de su puesto. La familia
de Gaitán también se suscribe a esta teoría.
118 Ver Capítulo II, página 42.
72
Epílogo
Inmediatamente después de su destitución como alcalde, Gaitán volvió
a su silla en el Congreso de la República1, donde, como legislador, estaba
en una posición más cómoda para convertir las ideas en palabras en los
estatutos sin ser directamente responsable por su aplicación. Como se vio
en el análisis de su alcaldía, Gaitán era un hombre de ideas, y expresarlas
era su fuerte.
Estas ideas no eran siempre presentadas como bases para la legislación.
De hecho, una de las primeras que presentó al Congreso después de su
retorno fue el convencimiento de que había sido injustamente sacado de la
Alcaldía2. Sus argumentos recibieron unas amplías empatía y divulgación
tanto en la prensa bogotana como de provincia3 y aparentemente esto
sirvió para restablecer su reputación como un trabajador enérgico y
humilde dedicado al bien del hombre del común.
El prestigio de Gaitán entre sus colegas profesionales también se
restableció, si es que alguna vez se hubiera perdido. En agosto de 1937,
1
2
3
Su silla había permanecido vacía desde que Gaitán la había dejado en junio “para dedicarle la máxima
cantidad de energía a las exigencias de la alcaldía”. Osorio, op. cit., p. 199.
“Yo no he renunciado...”, loc.cit.
Recortes de muchos de estos artículos, editoriales e incluso caricaturas, han sido preservados en los
álbumes de Gloria Gaitán.
el segundo Congreso Nacional de Abogados colombianos lo eligió a la
Academia Colombiana de Jurisprudencia4. Al siguiente año, fue enviado
a Roma para representar a Colombia en un congreso mundial de Derecho
Penal5. En 1939, fue elegido a la Corte Suprema de Justicia por sus
colegas en el Congreso de la República.
Este rápido y aparentemente fácil movimiento hacia estas prestigiosas
posiciones poco tiempo después de su escandalosa destitución de la
Alcaldía ilustra el particular atractivo que Gaitán tenía entre sus
compatriotas. Milton Puentes, el autor de varios estudios biográficos
de Gaitán6, lo comparó con “una pelota de caucho que, no importaba
cuán duro se lanzara al piso, siempre rebotaba y volvía a subir”7. Sin
embargo, la vida política de Gaitán después de la alcaldía no fue nada
fácil. Originalmente el único portavoz de las masas colombianas, empezó
a ser retado en ese papel por dos oligarcas: Laureano Gómez y el
presidente Alfonso López. A finales de la década de 1930, Colombia,
tradicionalmente vista como uno de los pocos países de América Latina
donde “las ideas y no los hombres”8 habían determinado el curso de
la política nacional, estaba empezando a ser removida por las fuertes
personalidades de Gaitán, Gómez y López.
Lo único que los tres tenían en común era que odiaban a los otros dos.
Es difícil determinar cuándo empezó su “festival de odio”, pero para
comienzos de 1940 ya había madurado bastante. Gómez y López no solo
se enfrentaban como tradicionales enemigos liberal y conservador, sino
como individuos con temperamentos naturalmente conflictivos. Ambos
venían de la oligarquía; sin embargo, venir de familias privilegiadas era
su único antecedente en común. Gómez, un archiconservador, deseoso de
conservar la “pureza” de un sociedad feudal y controlada por la Iglesia,
era una figura compleja y casi mística. López, descrito por Lozano y
Lozano como un “hombre de negocios liberal”9, era un individuo más
bien simple y pragmático.
4
5
6
Luis Emiro Valencia (ed.) Gaitán: antología de su pensamiento económico y social (Bogotá: Ediciones
Suramericana, 1968), p. 42.
Ibíd.
El Sr. Puentes, quien fue un político de Boyacá durante las décadas de 1930 y 1940, fue un fervoroso
gaitanista que escribió apasionadamente sobre su líder caído en vario libros, entre ellos: Gaitán (Bogotá:
A.B.C., [s.f.]); Grandes hombres de Colombia (Bogotá: Hispania, 1962); e Historia del Partido Liberal
colombiano (Bogotá: Prag, 1961).
7
Milton Puentes en conversación con la autora en su casa en Bogotá en septiembre de 1966.
8Henao, op. cit., p. 539.
9
Lozano y Lozano, “Mis contemporáneos”, op. cit., p. 288.
76
López era una amenaza para Gómez al tratar de traer a Colombia el
tipo de revolución impulsada por los líderes de la burguesía en el siglo
XVIII en Francia. Él quería convertir a la sociedad esencialmente feudal
de Colombia en una capitalista y moderna. Como presidente de Colombia,
de 1934 a 1938, asustó aun más a los miembros más moderados de su
propio partido con sus intentos de llevar a cabo esta revolución en los
cuatro años de su período en el cargo10.
El interés de López en las masas colombianas parece haber sido
más bien secundario y práctico. Aparentemente creía que la expansión
de los intereses comerciales era contingente con la mejoría de las
circunstancias económicas del hombre del común, y por tanto introdujo
reformas para mejorar la suerte económica del hombre del común. Esta
era básicamente la actitud que separaba a López de la tercera fuerza
política: Gaitán.
Cuando se compara a López con la burguesía revolucionaria de Francia
del siglo XVIII, uno está tentado a seguir la analogía y relacionar a Gaitán
con los revolucionarios del siglo XIX en Francia, cuyos intereses en el
hombre del común eran primordiales. Como esos hombres, el objetivo
político primordial de Gaitán era aparentemente el de incorporar al
hombre del común al centro de la vida nacional11. Si se vieran forzados
a elegir, era de importancia secundaria para este tipo de revolucionarios
si esta incorporación de las masas a la vida nacional se hacía o no dentro
de las formas políticas existentes. Si bien la autora no encontró ninguna
indicación de que Gaitán alguna vez llamó a fuerzas armadas para llevar
a cabo su sueño de revolución social, sus vigorosos ataques verbales a
la estructura política existente llevaban a este tipo de conclusiones a
algunos de sus seguidores12.
Gaitán consideraba las reformas del presidente López como parte de
un plan para crear una nueva oligarquía, constituida por empresarios e
industriales, tan insensible a la condición de las masas como lo había
sido la tradicional oligarquía terrateniente13. No obstante, las reformas
10Martz, op. Cit., p. 35.
11 Jorge Eliécer Gaitán, “La plataforma del Colón”, [su plan para conseguir la mencionada incorporación,
presentado en el Teatro Colón en agosto de 1945] citado en La Nueva Prensa 132: 39-45.
12 No hay dudas para Gloria Gaitán de que su padre aprobaba el uso de fuerza armada para avanzar
hacia ideales revolucionarios. La autora está más inclinada a aceptar la interpretación de la naturaleza
revolucionaria de Gaitán ofrecida por Niño H. Ver página 50.
13 Gaitán, “Contra el mal uso de la palabra revolución”, Mejores oraciones, op. cit., p. 159-166; y
77
que López pudo implementar como presidente, con un presupuesto de
doce millones de pesos14, tuvieron las mismas bases que las propias
metas sociales de Gaitán. Esto significó una situación difícil para Gaitán.
Reticente a impulsar la remoción de López de la Presidencia, Gaitán tuvo
entonces que reconciliarse con la idea de que López se presentara como
salvador del pueblo, un papel que Gaitán sentía que era por derecho suyo.
Sin embargo, y a pesar de algunas muestras de ingenuidad, Gaitán era
un hombre astuto que podía ponerse a la altura del bien atrincherado
López. Forzado por las circunstancias a concederle a López el liderazgo
de facto de la revolución material, Gaitán reafirmó su identidad como
líder popular convirtiéndose en el “líder intelectual de la revolución”15.
Cómo reaccionó López a los intentos de Gaitán por cuestionar su
posición como líder absoluto de la revolución es un asunto de debate.
Algunos dicen que simplemente lo ignoró. Como se anotó en el Capítulo
III, otros aseguran que López estaba tan dedicado a la destrucción
política de Gaitán que arregló la deposición de este de la Alcaldía de
Bogotá16. Sin embargo, en este punto, es necesario volver, una vez más, a
analizar a Laureano Gómez, el hombre que a la final consiguió destruir
tanto a Gaitán como a López17.
Cuando Alfonso López fue elegido para un segundo período como
presidente de Colombia en 1942, Laureano Gómez era el editor del
periódico conservador más importante en Bogotá, El Siglo, que él
mismo había fundado en 1936. Gómez usó su publicación para difamar
a López18. Gómez no solo atacaba la administración de López, sino que
también esparcía rumores maliciosos sobre la vida personal de López19.
En 1943, López casi llegó al colapso nervioso, y después de solicitar una
ausencia temporal del cargo, abandonó Colombia por casi un año en su
residencia en Nueva York20.
14
15
16
17
conversaciones con Luis Emiro Valencia en su casa en Bogotá a finales de 1966.
Lozano y Lozano, loc. cit.
Ibíd.
Entre estos está Osorio, op. cit., pp. 197-98; así como los miembros de la familia inmediata de Gaitán.
Como se verá, en el caso de López la destrucción fue total. Gaitán, sin embargo, se recuperó después de
que Gómez planeara la derrota liberal en las elecciones presidenciales de 1946. Hay muchos que creen,
sin embargo, que Gómez estuvo también detrás del asesinato de Gaitán. Entre los que apoyan esta
teoría se encuentran la viuda y la hija de Gaitán.
18Martz, op. cit., pp. 39-44; y Osorio, op. cit., pp. 231-33.
19Martz, loc. cit.
20Osorio, op. cit., p. 234.
78
A finales de 1944, López volvió a Colombia y a sus deberes como presidente.
Una vez más Gómez se dedicó a atacarlo, y López finalmente cedió a la
presión. En julio de 1945, renunció a la Presidencia, y Alberto Lleras Camargo,
liberal moderado y periodista de treinta nueve años, fue nombrado presidente
interino. Gómez había logrado sacar a López de la escena política.
Mientras tanto Gaitán, el otro archirrival de Gómez, continuó ganando
posiciones de gran responsabilidad en el gobierno nacional. En 1940,
fue designado ministro de Educación por el presidente Eduardo Santos
(1938-1942)21. En este puesto, Gaitán organizó un proyecto de calzado
escolar para darles zapatos a los niños de los colegios, de democratización
de la cultura, con una serie de conciertos populares y exposiciones para
llevar las bellas artes a las masas, y de alfabetización del país, con un
programa de alfabetización22. También propuso la estandarización de los
materiales para la educación en toda Colombia23, pero esta medida no
pasó en el Congreso24.
En 1941, Gaitán fue elegido al Senado por el departamento de Nariño25.
En 1944, durante la ausencia temporal de López de la Presidencia,
Gaitán fue nombrado ministro de Trabajo por el vicepresidente de López,
Darío Echandía26. Como ministro de Trabajo, Gaitán realizó un recorrido
de inspección de las condiciones laborales en las plantaciones a lo largo
del río Magdalena, en los campos petroleros de Barrancabermeja27, y
las fábricas textiles de Antioquia28. Cuando regresó, empezó a trabajar
en la elaboración de un plan para una reforma laboral que a la final el
Congreso habría de rechazar29.
A medida que se aproximaba la campaña presidencial de 1946, los
colombianos empezaban a contemplar la posibilidad de Gaitán como
21Córdoba, op. cit.; y Perry, op. cit., p. 163.
22 La autora no encontró información sobre el grado en que Gaitán logró implementar estos programas.
Perry, loc. cit., dice que Gaitán logró conseguir algunas contribuciones de varios de los más importantes
negocios del país para ayudar a financiar el proyecto.
23 Niño H., op. cit. p. 114 relata cómo Gaitán le dijo que él consideraba la opción de pedirle al Congreso que
se centralizara la educación pública. Niño dice que le respondió que esa era una idea propia del Partido
Conservador, y Gaitán replicó que no le importaba de quién era idea, porque estaba interesado en el
proyecto porque le parecía el modo más efectivo de administrar el programa de escuelas públicas.
24Valencia, op. cit., p. 38.
25 Ibíd.; y Osorio, op. cit., p. 38.
26Valencia, loc. cit.; y Perry, loc. cit.
27 Barrancabermeja era el centro de la extracción petrolera, localizada en una región húmeda y caliente,
entre Bogotá y Barranquilla, a orillas del río Magdalena.
28Valencia, loc. cit.; y Osorio, op. cit., p. 235.
29Valencia, loc. cit.
79
presidente. El Partido Conservador, desacreditado durante los años del
presidente Abadía, no había podido recuperar su antigua posición como
formidable contendiente en la política colombiana. Consecuentemente, la
verdadera batalla por el poder se libraba dentro del Partido Liberal, que
en ese momento estaba dividido entre los liberales de López y aquellos
que seguían a Gaitán.
En la convención de 1946 para elegir candidato, ganó el ala moderada
del Partido Liberal y Gabriel Turbay30, un hombre de López, fue
nombrado candidato liberal para las elecciones entrantes. Los gaitanistas
organizaron entonces una convención propia y el 23 de septiembre de
1946, en una reunión llevada a cabo en la Plaza de Toros de Bogotá,
una entusiasta multitud proclamó a Gaitán como “candidato popular a la
Presidencia de la República”31.
En los discursos grabados que aún se conservan, se puede escuchar
a Gaitán alineándose firmemente con los trabajadores. Es interesante
escuchar el tono quejumbroso y el uso del lenguaje popular que usaba
Gaitán para promover su imagen como “el hijo del pueblo”, y escuchar la
frenética respuesta de su audiencia. La política colombiana, que alguna
vez había sido de discusiones académicas sobre la relación de la Iglesia
con el Estado o del libre comercio contra el proteccionismo, se había
convertido en un campo de batalla entre intereses de clase en conflicto.
Como los conservadores no habían elegido todavía a un candidato, el
blanco de Gaitán era el candidato oficial de su propio partido, Gabriel
Turbay. Turbay respondió. Mientras los dos liberales se destruían
mutuamente, Laureano Gómez observaba con agudo interés.
Entonces Gómez actuó. Acercándose a Gaitán, quien, como candidato
independiente era aparentemente el más débil de la contienda,Gómez se centró
en su mutuo odio hacia López y ofreció el apoyo de la prensa conservadora a
Gaitán. Por increíble que la propuesta pareciera, Gaitán la aceptó32.
La estrategia detrás de la extraña alianza de Gómez con Gaitán
rápidamente se hizo evidente para los liberales. Seis semanas antes de
30 De modo interesante, Gabriel Turbay había sido uno de los líderes del movimiento comunista
colombiano en la década de 1920. García, op. cit., p. 38.
31Córdoba, op. cit. relata que cerca de cinco mil individuos vinieron de todas partes de Colombia para
servir de delegados para la convención y que otros cuarenta mil llenaron los puestos de la Plaza de Toros
como espectadores.
32 Niño H., op. cit., pp. 2-3.
80
la elección los conservadores anunciaron un candidato propio, Mariano
Ospina Pérez33. Ospina habló de “unión nacional” y de un gobierno por
encima de la política de partidos34. Este discurso estaba aparentemente
calculado para atraer a los colombianos de ambos partidos que
contemplaban una de las campañas presidenciales más amargas en la
historia de Colombia.
Dividido entre Turbay y Gaitán, el Partido Liberal fue víctima de la
artificiosa “unión nacional”. El 5 de mayo de 1946, el candidato de la
unión, Ospina Pérez, fue elegido presidente de Colombia con 565.894
votos o el 42% del total de la votación. Turbay recibió 437.089 votos
y Gaitán, 363.84935. Poco después de la elección, Turbay se retiró a
París, donde sufrió un ataque cardíaco y murió. Gaitán quedó como “jefe
único” de los descorazonados liberales36. Cooperando con el elemento
más moderado del partido, Gaitán empezó una enérgica campaña para
recuperar el apoyo perdido con el eslogan: “por la reconquista del poder,
¡a la carga!”. El 26 de octubre de 1947 el Partido Liberal nombró a
Gaitán como su candidato oficial para la elección presidencial de 1950.
Mientras tanto, la “unión nacional” de Ospina se vio confrontada por
serios problemas. Además de un rápido incremento en el costo de la vida37,
la nueva administración se enfrentó al problema de la violencia rural. La
Violencia38 empezaba a arrojar cientos de muertos. Ospina respondió a la
violencia enviando al ejército a las regiones para controlar la situación39.
Muy pronto, se hizo conocido el rumor de que el gobierno estaba tomando
medidas solo contra los liberales implicados en la violencia40. La guerra
civil se cernía.
En este punto, Gaitán organizó una de las más dramáticas
manifestaciones masivas en la historia de Colombia. El 7 de febrero de
1948, a las dos de la tarde, lideró a los colombianos en todo el país en la
Manifestación del silencio. En completo silencio, miles de colombianos,
33Martz, op. cit., p. 45.
34Martz, loc. cit.
35 Pat Holt, Colombia today, and tomorrow (New York: Praeger, 1963), p. 38.
36Valencia, op. cit., p. 40.
37Martz, op. cit., pp. 48-49.
38 “La Violencia” se refiere al fenómeno colombiano de asesinatos motivados por venganza entre
compatriotas, y ha sido estudiado por un equipo de sociólogos colombianos. Germán Guzmán Campos,
Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna, La violencia en Colombia: estudio de un proceso social
(Bogotá: Editorial Iqueima, 1962).
39Martz, loc. cit.
40 Ibíd.; y Gaitán, Mejores oraciones, op. Cit., p. 434.
81
muchos cargando la bandera nacional tocada de negro, marcharon por
las plazas centrales de sus comunidades41. En Bogotá, la manifestación
se reunió al frente del palacio presidencial y escuchó a Gaitán dando uno
de sus más famosos discursos, la “oración por la paz”. En ella, llamaba
con tranquilidad al presidente Ospina a usar su influencia para traer
rápidamente un final a la violencia42.
La Manifestación del silencio fue mucho más que una demostración
del poder que Gaitán tenía sobre las masas colombianas; también fue
un ejemplo de la dignidad que Gaitán había traído para él y para sus
compatriotas. Los participantes en la manifestación se mantuvieron en
silencio y orden en toda la marcha y después de la “oración”, partieron
en silencio43.
Dos meses después, cuando salía de su oficina en el centro de Bogotá
para almorzar con unos amigos, Jorge Eliécer Gaitán fue asesinado. El
hombre que supuestamente44 disparó era un joven anónimo llamado Juan
Roa Sierra, quien fue linchado en el lugar del crimen por transeúntes
aparentemente casuales45. Nadie ha podido determinar todavía los
móviles del asesinato, aunque las teorías abundan. Los conservadores
culpan a los comunistas; los comunistas y los liberales culpan a los
conservadores. Otros dicen que Roa Sierra actuó por su propia cuenta.
El gobierno colombiano trajo detectives de Scotland Yard para trabajar
en el caso pero no hubo resultados46.
Más allá de los motivos, el hecho era que Gaitán estaba muerto.
Después de escuchar sobre el asesinato, muchos bogotanos que habían
participado con dignidad en la manifestación de la “oración por la paz”
dos meses atrás, se volvieron una turba enfurecida. Un testigo de esta
trágica reacción comparó la destrucción del centro de Bogotá con la de
41Osorio, op. cit., p. 289.
42 Jorge Eliécer Gaitán, “Oración por la paz”, citada en Miguel Ángel Gaitán, El porqué de un asesinato y sus
antecedentes (Bogotá: Minerva Ltda, 1949), pp. 131-34.
43Osorio, loc. cit.
44 Alejandro Vallejo, “El asesinato de Jorge Eliécer”, Cromos [Bogotá, Colombia], 2555: 68-69, 19 de
septiembre, 1966. En este artículo, escrito por una persona que estaba al lado de Gaitán en el momento
de su asesinato, se dice que “el asesino auténtico se escapó”.
45Osorio, op. cit., p. 295.
46 Lo que se recuerda en la memoria popular sobre la visita de los detectives de Scotland Yard es que sus
maletas fueron robadas mientras esperaban en el aeropuerto el trasporte que los iba a llevar a Bogotá.
82
Londres el día del blitz47. Como agravante de esta tragedia estuvo el hecho
de que la novena Conferencia Interamericana se estaba llevando a cabo
en Bogotá en ese momento, y el cuerpo de periodistas internacionales
que habían venido a cubrir la conferencia no dudaron en darle al mundo
entero detalladas descripciones del “Bogotazo”48.
El Bogotazo ha enfocado la atención en la muerte, más que en la
vida, de Gaitán, pero incluso si hubiera desaparecido inconspicuamente
de la política colombiana, los logros de Gaitán durante sus veinte años
de servicio público le hubieran sido suficientes para distinguirse entre
los líderes del siglo XX en Colombia. Gaitán inició la participación de
las masas en la política colombiana; ejerció diversas posiciones en el
gobierno colombiano como miembro del Senado y Cámara del Congreso
de la República, como enviado diplomático, como ministro de Trabajo,
como segundo designado a la Presidencia de la República, y como
alcalde de Bogotá. A cada cargo trajo un intelecto muy bien formado
y extraordinariamente fino que podía manejar no solo los conceptos
más complejos sino también los detalles más mundanos. Su enérgica
persecución de sus ideales fue reconocida durante su vida.
Cuando se especula sobre qué tipo de presidente hubiera sido Gaitán, es
prudente recordar las tensiones que surgieron entre Gaitán y sus electores
durante su mandato como alcalde. Pero también se debe recordar que
no importaba en qué medida su pensamiento y su incansable energía lo
distinguían, e incluso lo alienaban, del colombiano corriente, las masas
siempre se identificaron con Gaitán y Gaitán con las masas49. Si bien
los temperamentos conflictivos de ambas partes hicieron imposible que
trabajaran armoniosamente por largos períodos de tiempo, siempre
estuvieron dispuestos a trabajar juntos, honrada y persistentemente.
Germán Arciniegas, “¿Hacia dónde va la América Latina?” de Entre la libertad y el miedo (Santiago de
Chile: Editorial del Pacífico, 1955), pp. 21-24, citado en Eugenio Chang-Rodríguez y Harry Kantor, La
América Latina de hoy (New York: The Ronald Press Company, 1961), p. 8.
48Martz, op. cit., p. 57.
49 Uno de los fragmentos de los discursos de Gaitán más frecuentes era su declaración: “Yo no soy un
hombre, soy un pueblo”.
47
83
Bibliografía
ARCINIEGAS, Germán. El caballero de El dorado. Bogotá:
Ediciones A.B.C., 1939.
___________________ “¿Hacia dónde va la América Latina?”.
Citado en CHANG-RODRÍGUEZ Eugenio y Harry KANTOR. La
América Latina de hoy. New York: The Ronald Press Company, 1961.
CARLSON, Fred A. Geography of Latin America. Englewood Clifts,
New Jersey: Prentice Hall, Inc., 1952.
CÓRDOBA, José María. Jorge Eliécer Gaitán: tribuno popular de
Colombia. Bogotá: Litográficas Cor-Vall. [s.f.].
DAVIES, Howell (ed.). The South American Handbook 1930.
Londres: Trade and Travel Publications, Ltd., 1931.
DIFFIE, Bailey W. Latin American Civilization: Colonial period.
Harrisburg, Pennsylvania: Stackpole Sons, 1945.
FLUHARTY, Vernon Lee. Dance of the Millions: Military Rule
and the Social Revolution in Colombia, 1930-1936. Pittsburgh
Press, 1957.
84
GAITÁN, Jorge Eliécer. Las ideas socialistas en Colombia [1924].
Bogotá: Editorial América Libre, 1963.
__________________ Las mejores oraciones de Jorge Eliécer
Gaitán,1919-1948. Bogotá: Editorial Jorvi, 1958.
GALBRAITH, W. O. Colombia: A general survey. Londres y Nueva
York: Royal Institute of International Affairs, 1953.
GARCÍA, Antonio. Gaitán y el problema de la revolución colombiana.
Bogotá: Cooperativa Nacional de Artes Gráficas, Ltda., 1955.
GUZMÁN CAMPOS, Germán, Orlando FALS BORDA y Eduardo
UMAÑA LUNA. La violencia en Colombia: estudio de un proceso
social. Bogotá: Editorial Iqueima, 1962.
HAGEN, Einar. On the theory of social change: How economic
growth begins. Homewood, Illinois: Dorsey Press, 1962.
HANKE, Lewis. “The Colombian Upper Class: White, Privileged,
Competent”. En Mexico and the Caribbean. Princeton: D. Van
Nostrand Company, Inc., 1959.
HENAO Jesús M. y Gerardo ARRUBLA. J. Fred RIPPY (Trad.)
A History of Colombia. Chapel Hill: University of North Carolina
Press, 1938.
HERRING, Hubert. A history of Latin America from the beginnings
to the present. New York: Alfred A. Knopf, 1964.
HOLT, Pat. Colombia today, and tomorrow. New York: Praeger, 1963.
JACKSON LAMOREAUX, Andrew. “Bogotá”. En Encyclopaedia
Britannica. Chicago: Encyclopaedia Britannica, Inc., 1945.
LIÉVANO AGUIRRE, Indalecio. Rafael Núñez. Bogotá: Compañía
Grancolombiana de Ediciones, S. A., [s.f.].
85
LINARES, Heliodoro. ¡Yo acuso! Bogotá: Editorial Iqueima, 1959.
LIZARAZO, José Antonio. Gaitán: vida, muerte y permanente
presencia. Buenos Aires: López Negri, 1952.
LOZANO Y LOZANO, Juan. “Mis contemporáneos: Jorge Eliécer
Gaitán”. En Obras selectas: poesía-prosa. Medellín: Editorial
Horizonte, 1956.
MACDONALD, Austin F. Latin American Politics and Government.
Nueva York: Thomas Y. Crowell Company, 1954.
MARTÍNEZ VILLAMARÍN, Constantino. Presidentes de Colombia.
Tunja: Imprenta departamental, 1947.
MARTZ, John D. Colombia: A Political Survey. Chapel Hill:
University of North Carolina Press, 1962.
MOORHEAD, Max L. “Colombia”. En Britannica Book of the Year:
A record of the March and of Events of 1947. Chicago: Encyclopaedia
Britannica, Inc., 1948.
NIÑO H., Alberto. Antecedentes y secretos del 9 de abril. Bogotá:
Editorial Paz [s.f.].
OSORIO LIZARAZO, José Antonio. El día del odio. Buenos Aires:
Ediciones López Negri, 1952.
OSPINA VÁSQUEZ, Luis. Industria y protección en Colombia:
1810-1930. Medellín: Editorial Santa Fe, 1955.
ORTEGA RICAURTE, Daniel. Cosas de Santafé de Bogotá. Bogotá:
Editorial ABC, 1949.
PERRY, Oliverio. Quién es quién en Colombia. Bogotá: Editoriales
ARGRA, A. B. C., y Atenea [s.f.].
PUENTES, Milton. Gaitán. Bogotá: A.B.C., [s.f.].
86
RIPPY, J. Fred. The capitalists and Colombia. New York: The
vanguard press, 1931.
SALCEDO FIGUEREDO, Alberto (ed.). Colección Jorge Eliécer
Gaitán: documentos para una biografía. Bogotá: Imprenta
Municipal, 1949.
STEWARD, Julian H. y Louis FARON. Native people of South
America. New York: McGraw Hill Book Company, Inc., 1959.
UNIÓN PANAMERICANA. “Bogotá”. En American City Services,
5A, Washington: Pan American Union, 1937.
VALENCIA, Luis Emiro. (ed.). Gaitán: antología de su pensamiento
económico y social. Bogotá: Ediciones Suramericana, 1968.
VALLEJO, Alejandro. Hombres de Colombia: memorias de un
colombiano exiliado en Venezuela. Caracas: Ávila Gráfica, [s.f.].
Prensa
Cromos, año 1936.
El Espectador, años 1929-1937.
El Día, año 1936.
El Gráfico, año 1936.
Gaceta Republicana, años 1911, 1918.
La Nueva Prensa, años 1963-1964.
La Razón, años 1936-1937.
Mundo al día, año 1936.
The New York Times, años 1929, 1937.
87
Decretos
firmados por Gaitán en su alcaldía
Noticias
Cubrimiento de la prensa durante su alcaldía
103
[ El Espectador,
[ El Espectador,
8 de mayo de 1936 ]
12 de mayo de 1936 ]
[ El Espectador,
26 de mayo de 1936 ]
[ El Espectador,
104
8 de junio de 1936 ]
105
[ El Espectador,
9 de junio de 1936 ]
106
[ El Espectador,
9 de febrero de 1937 ]
[ El Espectador,
13 de febrero de 1937]
Fotos
Fondo fotográfico Sady González - Archivo de Bogotá
111
[ Jorge Eliécer Gaitán en su biblioteca ]
[ El Espectador,
13 de febrero de 1937]
[ El exalcalde de Bogotá, Jorge Eliécer Gaitán, sentado a
]
manteles con el alcalde de la ciudad, Fernando Mazuera Villegas
112
113
[ El Espectador,
13 de febrero de 1937]
[ Jorge Eliécer Gaitán en uno de los famosos
]
“Viernes culturales” en el Teatro Municipal
[ Plinio Mendoza Neira, Roberto García-Peña y Jorge
Eliécer Gaitán reunidos en la biblioteca de este último ]
114
115
[ Ofrenda floral en el lugar en que fue asesinado Jorge Eliécer Gaitán,
frente al edificio Agustín Nieto ubicado en la carrera séptima con calle 14 ]
En su vida privada, una de las más distintivas características
de Jorge Eliécer Gaitán era su ingenio. A veces, el público tenía
oportunidad de conocerlo, como cuando un reportero del periódico
bogotano Mundo al día decidió ilustrar un artículo que había escrito
sobre diversos personajes de la política con autocaricaturas. Gaitán
dibujó esta representación de sí mismo. El reportero, impresionado
por el talento artístico de su entrevistado, le preguntó por qué había
omitido sus ojos en el dibujo. “Con la misma sonrisa maliciosa que
tenía en el dibujo, Gaitán respondió: ´No voy a dibujar mis ojos. Mis
ojos son mi única parte bonita´”. Mundo al día, op. cit. [s.f.] p. 33.
116
117
Impreso en Bogotá D.C., Colombia
Subdirección Imprenta Distrital
D.D.D.I.
2013
©
Descargar