Nuevo pecado capital

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[Revista AMI]
Nuevo pecado capital*
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(Julio 2008)
El Periódico “La República” del viernes ocho de junio hace una pequeña reseña que titula: SORPRENDENTE DECLARACIÓN DE LA IGLESIA CATÓLICA. EL VATICANO: CONTAMINAR ES UN
PECADO CAPITAL. “Califica de pecado capital destruir la Amazonía”. Copiamos lo que dice el Periódico:
“EFE. El Presidente del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, Renato Raffaele Martino, afirma que quien
destruye el medio ambiente “comete un pecado mortal” y un “insulto a Dios”.
“Tirar una bolsa de basura por la calle es pecado venial, pero quien destruye la Amazonía comete un
pecado grave”, señala Martino. “Destruir el pulmón verde que es la Amazonía es dañar a toda la humanidad
y no solo a las poblaciones autóctonas”, explica.
El purpurado dijo que para defender el medio ambiente “es necesario cambiar el estilo de vida, sobre todo
en Occidente Falta la educación ambiental en todos los niveles y la percepción de las consecuencias que
`provoca la contaminación sobre la naturaleza”, añadió.
Según Martino la opinión pública está perdiendo su confianza en los grandes países, que “solo podrán
volver a ser creíbles si logran establecer algo que vaya más allá de sus propios intereses y
enriquecimiento”.
COMENTARIO
Monseñor Martino habla de un pecado nuevo. Destruir la Amazonía daña a toda la humanidad y por eso es
un pecado grave, por ser cometido contra toda la humanidad. “Hiere a la naturaleza del hombre y atenta
contra la solidaridad humana”. Así planteado puede hacer reflexionar a muchos de los que contaminan
irracionalmente la Amazonía, aunque no sean católicos ni crean en el pecado. Pero a otros muchos, aunque
sean católicos, no les interesa el pecado y no les interesa la humanidad sino su bolsillo; suelen decir que es
lícito todo lo que va en su propio bien, como es la extracción de madera, el oro, la droga, que son los bienes
más l valiosos de la Amazonía.
Lo que sucede en la Amazonía no se puede catalogar como un pecado personal, del que deben
arrepentirse los que lo cometen. Esto no es suficiente. Lo que existe en la Amazonía es una estructura de
pecado, son las situaciones sociales e institucionales contrarias a la ley divina, que están instaladas en la
Amazonía. Nada se consigue con que un maderero se arrepienta y confiese su pecado; nada se consigue
con que un extractor de oro de Madre de Dios se confiese y se arrepienta; nada se consigue con que uno
que se dedica a la producción de droga se confiese y se arrepienta; nada se consigue con que un petrolero
se confiese y se arrepienta. La destrucción de la Amazonía es un pecado de la sociedad y de las
instituciones. En la destrucción de la Amazonía entran las personas, la sociedad, los gobiernos, las
instituciones nacionales y extranjeras. Todo esto tiene base, no en el pecado de uno o dos personas, sino
en la corrupción de la sociedad y de las instituciones. Esto lo estamos viendo todos los días. Cuando hay un
decomiso de madera en la Amazonía, cuando hay destrucción de los terrenos, cuando hay envenenamiento
de las personas, cuando hay contaminación de los ríos, cuando hay explotación de los indígenas, cuando
hay derrames de petróleo, aparecen implicados las personas particulares, las empresas, el Estado, las
instituciones, la autoridad regional, el Municipio etc.
Pero a Monseñor Martino le faltó algo que decir, muy importante. El se fija solamente en lo que significa
para la humanidad el cortar un árbol de la Amazonía. Pero no se fija, o no sabe, de que para cortar ese
árbol se utiliza un sistema socio-económico, llamado “habilitación”, por el que se esclavizan personas y
familias para toda la vida. Eso lo vemos en el Alto Ucayali, en el Bajo Urubamba y en Madre de Dios. La
habilitación se apoya en la pobreza de las familias, a las que los patronos madereros y oreros ofrecen
dinero y mercaderías a costa de trabajo, pero en el que, a la hora de pagar, las mercaderías del patrón
éstas son consideradas de alta calidad y los productos que entrega será de baja calidad, pequeños, verdes,
rajados, podridos, contaminados. El maderero, el orero y la familia se enganchan de tal manera que, al
pasar los años, el patrón se hace más rico y el peón más pobre. ¿Qué pecado es este? Es un pecado
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mortal de los más graves, pero de él nadie se arrepiente. Y se sigue un año, dos, veinte, sesenta años, en
este plan sin que podamos ver progreso en las sociedades nativas, sino cada vez mayor pobreza. Y éstos
los patronos alternan en sociedad con las instituciones del Estado, con los ricos, con las autoridades
locales. Y escalan puestos, son congresistas, son presidentes regionales, son alcaldes. ¿Hasta dónde llega
este pecado?
Este problema es estructural, que no se soluciona con la confesión del pecado del patrón, sino por la
educación de la sociedad.
Hay otro pecado más en la selva al que no se le hace caso. El Papa Pío X, lamentándose de las atrocidades del caucho, envía a los Obispos de América Latina la Encíclica “Lacrimabili statu indorun” (Estado
lamentable de los indios) el día siete de junio del año 1912.
Dice el Papa Pío X: “Condenamos y declaramos reo de inhumano crimen a cualquiera que
a los
predichos indios ponga en esclavitud, vendan, los compren, los cambien o regalen, los separen de sus
mujeres y de sus hijos, se apoderen de sus casas y de sus bienes, o de cualquier manera los priven de su
libertad, reteniéndolos en esclavitud; y también a los que para tales cosas dan su consejo, auxilio, favor o
acción cualquiera sea el pretexto o cualquiera sea su color, o que enseñen o aconsejen que esto es lícito o
en alguna otra forma quieran o pretendan cooperar a lo ya dicho Por tanto, queremos que la potestad de
absolver de estos crímenes a los penitentes en el fuero sacramental sea reservada a los Ordinarios del
lugar”.
Este es otro pecado de la selva. ¿Quién le hace caso? ¿Quién lo habrá confesado? ¿Quién lo confiesa?.
Hemos oído a nuestros padres contar cómo se compraban, vendían, rifaban hombres, mujeres y niños
indígenas, piros, amahuacas, matsiguengas, ashaningas. Y nosotros hemos conocido y conocemos a
hombres y mujeres que arrastran el trauma de haber sido vendidos, comprados o rifados, dejándolos
desamparados sin conocer ahora a sus padres o a sus familiares. Pero en los tiempos modernos
conocemos que, por el sistema de habilitación, algunos patronos madereros y oreros se hacen dueños de
familias indígenas, de individuos, privándoles de su libertad, de su educación, de la pertenencia a una
sociedad o comunidad. Es toda una cadena. Lo que sucedió en el caucho y que motivó la Encíclica de Pío
X, se está reproduciendo hoy día, porque es el mismo sistema del caucho y la misma ideología la que
funciona en la hacienda y en la extracción de la madera y en el trabajo del oro. Por lo tanto, el pecado
señalado por el Papa es el mismo.
Hay en esto un agravante moderno. El Papa condena también a los que dan su consejo o aconsejan que
esto es lícito. Estas condiciones no se dan explícitamente sino a través de la ideología. Hay dichos como
éstos: Se les dice a los patronos: “Ustedes son los llamados a civilizar a los indios”; “El indio está destinado
por Dios para servir a los patronos”; “el patrón tiene bienes, porque Dios le ayuda, el indio no tiene nada
porque Dios no le ayuda, si el indio quiere salvarse debe ser a través del patrón. Con esta ideología se
justifica la compra y venta de indígenas, y su explotación. ¿Quién perdona este pecado? ¿Quién lo
confiesa?
Este problema es estructural, que no se soluciona con la confesión del explotador ni con su castigo moral.
Se soluciona con la educación. Por eso es tan importante la educación en la selva.
Pudiéramos ir enumerando pecados capitales que se cometen en la selva con los indígenas, de los cuales
nadie se arrepiente, como la falsificación de la historia, el racismo, la marginación, el olvido, el aislamiento,
etc. Todos ellos relacionados con respecto a la naturaleza y la biodiversidad. Pero sólo hacemos notar que
existen.
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Ref.: Tomado de la Revista AMI, núm. 21, Marzo-Abril 2007.
Misioneros Dominicos, Año XVII, Número 163, BOLETÍN INFORMATIVO, Mayo-Junio 2007.
Correo-e: [email protected]
URL: www.selvasperu.org
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