Todo surgió con una pregunta: ¿Y qué nombre le ponemos? Cada

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Todo surgió con una pregunta: ¿Y qué nombre le ponemos?
Cada cual aportó su idea. Unas impregnadas por el esfuerzo, otras con el carácter heroico, que por
aquellos años adquiría este deporte. Volaron nombres graciosos y otros ridículos hasta que alguien
levantó la mano y dijo: “No se compliquen la vida con boberías. No va a ser un equipo de triatlón, sí, y
no va a crearse en el Puerto de la Cruz, pues que se llame Tripto.
Y a todos les pareció bien.
Su gestación comenzó mucho antes (ocurrió tras aquel periodo en el que se acudía en grupos de hasta
veinte deportistas a los maratones nacionales y extranjeros), en aquellos años que dieron a conocer la
existencia de una prueba en Lanzarote llamada Ironman y otra en Gran Canaria conocida como
Powerman. Tiempos en los que la ilusión llevó a aquel grupo de iluminados sin más nexo de unión que el
sudor a inventar triatlones de montaña en una ciudad costera y travesías con trofeos para quienes
nadaban con traje y los que lo hacía a pelo-preno, o sea, para casi todos los participantes.
Diez años más tarde, Tripto está formado por unos cincuenta componentes a los que hay que sumar
familiares y simpatizantes cuando se trata de tirar del carro para dar forma a sus eventos deportivos,
que en esta década llegan a la treintena. En él se han iniciado deportistas que por sus cualidades y
futuro ahora viven en torno a la competición, otros han formado sus propias estructuras deportivas y
alguno, pretendiéndolo, no ha podido formar parte pues cada año ha ido creciendo la complejidad en su
gestión y de forma proporcional lo impago que es hacerse cargo de la misma.
Han sido diez años vividos que han significado una adaptación progresiva a las circunstancias, desde
aquellos entrenamientos anónimos de rotonda a rotonda por la carretera de Las Arenas, sin más
herramienta que la bicicleta y unas zapatillas para luego correr, hasta hoy en los que sin gráficas, fotos y
redes sociales pareciera que la actividad física no existe. Diez años compartidos junto a la
administración local en todas sus versiones políticas, así como con grupos de apoyo para la seguridad de
las pruebas, en épocas de vacas gordas y de crisis, en los que se ha pasado de un reloj Casio para que
cada cual marcase sus parciales, a sofisticadas herramientas vía satélite y a listados que permiten saber
al participante la clase, el orden, suborden y familia de su clasificación como alimento a su ego. Los
mismos años en los que de una piragua en cabeza para marcar el recorrido se ha pasado a los planes de
seguridad; de contar con un sponsor local que facilitara unos pocos equipajes a contar con ropa
deportiva para cada modalidad con múltiples logos; de crear un evento deportivo para competir los
mismos organizadores a realizar pruebas que facilitan la participación a quienes se inician y a los más
versados, sin olvidar el carácter altruista que impregna alguna de ellas. Del quedamos a una hora, y
punto, al teléfono móvil, la web, el foro, el facebook.
Sin embargo, la idea inicial, aquella que amalgamó y dio lugar a Tripto, sigue presente. Incluso hoy en
día en que un lema como “Deporte por diversión” parece ir contra corriente ante tanto materialismo
deportivo y tantas ínfulas clasificatorias, los componentes de Tripto se reafirman aún más en la idea.
Esto es para lo que es: para divertirse.
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