ARGUMENTO DE LA OBRA

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ARGUMENTO DE LA OBRA
Luis de Vargas, un joven seminarista, hace una visita, previsiblemente esporádica, a su padre, don Pedro de
Vargas, un Cacique respetado. Desde allí escribe a su tío Déan de lo que en el pueblo le acontece, Luis desea
marcharse, y terminar los estudios para ser algún día sacerdote y realizar santas misiones. Pero esta ilusión se
ve poco a poco truncada por una mujer, Pepita Jiménez, que cada vez va poseyendo más el pensamiento y las
acciones del seminarista. Todo transcurre tranquilamente, don Pedro, envía a Luis a casa de su prometida,
Pepita, a realizar unas tertulias con el padre Vicario y demás gente. Allí charlan y juegan al tresillo durante
parte de la noche. Los pensamientos de Luis se ven cada vez más y más turbados por la imagen de Pepita.
Todos juntos, hacen unas escapadas, unas veces a pozos, otras a fincas, y así pasan los días. De repente, el
seminarista se da cuenta de que está perdidamente enamorado de Pepita, e inventa excusas para no acudir a las
tertulias, pero su padre lo obliga a ir, desencadenando la catástrofe. Una vez allí, en casa de Pepita, se
encuentran solos por casualidad, y sin premeditación Luis la besa, llegándose a arrepentir. Fueron momentos
de angustias y sollozos para los dos enamorados, pero ninguno de los dos daba una solución, hasta que
Antoñona, la educadora de Pepita, puso cartas en el asunto, y sin pensárselo dos veces, hizo una visita
relámpago a Luis, concretando una cita con él y con su niña. Después de grandes llantos y conversaciones en
casa de Pepita, el amor nació entre ellos, pero sólo quedaba un problema que solucionar, ¿cómo se lo iban a
decir a su padre si estaba prometido con ella?, de esto se ocupó Pepita y no hubo mayor problema. A las pocas
semanas de esto, Luis, resolvió un pequeño problema con cierto Conde de Genazahar, y sin perder más tiempo
concretó la fecha de la boda. Luis y Pepita contrajeron matrimonio y varios años después tuvieron un hijo que
se llamó como su padre, Pedro. Tuvo un final feliz menos en un aspecto, el padre Vicario falleció, pero
gracias a Pepita los huérfanos no quedaron indefensos.
ESTRUCTURACIÓN DE LA OBRA
La obra se divide en tres partes:
• Cartas de mi sobrino: En esta parte Luis escribe a su tío Deán y le informa de lo que acontece en el pueblo,
con Pepita, con su hermano y las actividades que realiza
• Paralipómenos: Es la continuación de la primera parte y donde se le da precedencia a la narración. Es la
división en la que suceden más cosas, se afirma el amor de Pepita y Luis, el seminarista se venga del Conde
de Genahazar por calumniar a Pepita,...
• Cartas de mi hermano: No es más que unos apuntes del narrador haciendo inciso en la vida de los
personajes secundarios, como Currito, el padre Vicario, etc... y la continuación del matrimonio de los
personajes principales.
MUJER, EDUCACIÓN, POLÍTICA Y OTROS TEMAS DE INTERÉS
A lo largo del Antiguo Régimen, y particularmente con la transición al capitalismo y la consolidación del
concepto de propiedad privada, la familia, la institución matrimonial y sobre todo la dote cumplieron la
función de transmisoras y defensoras del patrimonio. Por otro lado, sirvieron para legitimar la consideración
social de la mujer como eterna menor, subordinada, o bien a la tutela del padre o bien a la tutela del marido.
La dote cumplía la función de compensación económica a cambio de la nueva tutela ejercida por el marido
sobre la esposa, y se complementaba con la tradición de las arras como regalo − compra, equivalente por lo
general a una décima parte del valor de los bienes dotales. En el ámbito rural, la mujer, además del trabajo
doméstico, se ocupaba del trabajo en el campo y, a través de la educación de sus hijos y de la influencia de su
marido, contribuía a mantener el modo de vida tradicional. Este modelo de familia, en retroceso ya a partir de
la Revolución Industrial, fue idealizado y utilizado como referente simbólico por distintas ideologías
conservadoras. En el ámbito religioso, el catolicismo se presentaba como el auténtico artífice de la liberación
de la mujer. Así, el matrimonio monógamo e indisoluble y la normativa estricta sobre el ejercicio de la
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sexualidad fueron presentados como vías para esta liberación, encubriendo su función central al servicio del
control sobre los hijos por el padre, cabeza de familia, y la posición secundaria ocupada en ésta por la mujer.
Políticamente, a las mujeres se les negaba el derecho a una participación plena en la vida política, y no se les
reconocerá hasta la Segunda República. En 1887, el proyecto de Constitución de Estado Gallego, elaborado
por el Partido Federal de Galicia, y que recogía en el artículo preliminar una declaración de los derechos
individuales, que concedía el derecho al voto con las limitaciones de ser mayor de 21 años, actitud y domicilio
legal, haber sido instruida en las materias que abarca la Segunda Enseñanza. En el aspecto laboral, la
discriminación asalarial de las mujeres fue tal, que se vieron obligadas a casarse sin amor o a prostituirse para
poder sobrevivir, lo cual muestra que gracias a la sociedad machista de la época, las mujeres no se podían
emancipar, o lo tenían muy difícil.
En la educación cabe destacar distintos aspectos, gracias a un resurgimiento religioso y al principio
democrático de igualdad, impulsan la educación superior de la mujer, basada siempre en la religión de Cristo.
El deseo de educar a las jóvenes, nace también de los evidentes movimientos feministas que aparecen durante
todo el siglo XIX, e intenta prepara a las mujeres para puestos de importancia y responsabilidades, que hasta
entonces habían pertenecido a los hombres.
Hasta el primer tercio, las instituciones de segunda enseñanza se dedicaban exclusivamente a la educación de
varones. En algunos lugares se dejaban que asistiesen a clase las muchachas durante un breve periodo del año
y se les permitía usar las clases únicamente por la mañana temprano o por la tarde, cuando los chicos no
tenían escuela. El gran impulso de la educación femenina y la creación de una serie de escuelas para la
educación de la mujer, suscitó reacciones en muchos sectores de la opinión pública, la cuestión era si se debía
o podía educar a la mujer, se volvió un tema candente que provocó discusiones en pro y en contra. El
argumento principal de la oposición fue que la constitución física de las mujeres no tolera los rigores de la
educación superior. A favor se encontraban un grupo de feministas graduadas, que fundaron el International
Institute for Girls in Spain, y aportan que su creación no fue algo fortuito, sino un plan madurado que la
sociedad necesitaba. El propósito principal de esta educación es el hacer que las estudiantes sean mejores
madres y esposas; también capacitarlas para que ocupen puestos de maestras, que poco a poco va pasando de
los hombres a las mujeres, que llega a ser el sexo dominante en el profesorado elemental y medio; se aceptan
también entre las profesiones propias de la mujer la de pediatra, la de farmacéutica, y naturalmente la de
secretaria.
LA VISIÓN DE PEPITA JIMÉNEZ
En Pepita Jiménez, se nos ofrece cuatro puntos de vista, el primero el del pueblo, una perspectiva plural y
general, ya que no tiene voz, pero viene representada por la multitud y el anonimato de los pronombres
indefinidos y las frases impersonales, que se nos transmite por medio de las cartas de Luis de Vargas hacia
Déan, su tío, cosas que el seminarista oyó a las gentes:
No conozco aún a Pepita Jiménez. Todos dicen que es muy linda. Yo sospecho que será una beldad lugareña y
algo rústica. Por lo que cuentan, no acierto a decidir si es buena o mala moralmente; pero sí sé que es de gran
despejo natural. Pepita tendrá veinte años; es viuda; sólo tres años estuvo casada. Era hija de doña Francisca
Gálvez, viuda como usted sabe, de un capitán retirado.
(Cartas de mi sobrino)
La siguiente idea que se tiene de las mujeres es la que encontramos en la educación religiosa Luis de Vargas,
ya que éste iba a ser nombrado sacerdote en breve, antes de que partiese para visitar a su padre. La tradición
religiosa implantada en el seminarista, mostraba los aspectos más sucios y crueles de la mujer, era seductora y
frívola, como un escorpión según los moralistas y los ascetas. Esta visión origina un conflicto dentro de los
valores de Luis, por un lado están los valores inculcados por la iglesia, es decir, lo teórico. En cambio cuando
conoce a Pepita Jiménez, descubre que la maldad de las mujeres es casi una invención eclesiástica, y que ésta
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mujer (su única referencia) es tan pura, casta e inmaculada como un ángel. De ésta forma le comenta a su tío
Déan su hallazgo:
No crea usted que recodé lo que tantos y tantos moralistas y ascetas; pero allá en mi mente pensé que
exageraban el peligro. Aquello del Espíritu Santo de que el que echa mano a una mujer se expone como si
cogiera un escorpión, me pareció dicho en otro sentido. Sin duda que en los libros devotos, con la más sana
intención, se interpretan harto duramente ciertas frases y sentencias de la escritura. ¿Cómo entender, si no, que
la hermosura de la mujer, obra tan perfecta de Dios, es causa de perdición siempre?
(Cartas de mi sobrino)
La siguiente perspectiva, es también de Luis de Vargas, y no es más que lo que ve, una mujer, sin ningún tipo
de prejuicios, la mujer en su estado natural. El seminarista ve a Pepita casi como se la habían descrito, pura e
incólume, y no hace más que eso, describirla:
Disimula mucho, a lo que yo presumo, el cuidado que tiene de su persona; no se advierten en ella ni
cosméticos ni afeites; pero la blancura de sus manos, las uñas tan bien cuidadas y acicaladas, y todo el aseo y
la pulcritud con que está vestida, denotan que cuida de estas cosas más de lo que se pudiera creerse en una
persona que vive en un pueblo [...]
Tiene la casa limpísima, y todo en un orden perfecto. Los muebles no son artísticos ni elegantes; pero
tampoco se advierte en ellos nada pretencioso y de mal gusto.
(Cartas de mi sobrino)
La cuarta y última visión de Pepita, es la que ella tiene de sí misma después de haber besado a Luis de Vargas,
y cerciorarse del rechazo que el seminarista le hizo al principio, excusándose de tal acción alegando que tenía
el deber de entregar su alma a Dios, pero al final le vence el amor por Pepita. Mientras Pepita relata los
hechos al padre Vicario, ésta se define de la siguiente manera:
Soy avarienta porque poseo cuantiosos bienes y no hago las obras de caridad que debiera hacer; soy soberbia,
porque he despreciado a muchos hombres, no por virtud, no por honestidad, sino porque los hallaban
acreedores de mi cariño; Dios ha permitido que ese tercer enemigo, de que usted habla, se apodere de mí.
(Paralipómenos)
Además de estas pinturas, que de Pepita se hacen, cabe destacar su vasta cultura y de la buena reputación que
ha conseguido de entre las gentes del pueblo. Pepita siempre se muestra diestra a la hora de entablar
conversación, sea el tema que sea, hace honor de su sabiduría. Pero no sólo es mañosa a la hora de hablar,
sino también cuando realizan esa escapada ecuestre, donde ella exhibe su gran habilidad en equitación.
CONCLUSIÓN
Las mujeres del siglo XIX y de épocas anteriores, sufrieron en sus propias carnes la discriminación, y hasta tal
extremo de llegar casi a la esclavitud, además de una total dependencia de la figura paterna y más tarde del
marido sin más remedio que quedar excluidas a las labores del hogar. Como sostenían los más conservadores,
la educación femenina no es más que la labor de las manos. También propugnaron movimientos machistas,
que el estado dejaba elegir a las mujeres su profesión, pero que alguien debía ocuparse del hogar, una postura
insostenible, y que se cae por su propio peso. Aún actualmente la mujer no disfruta ni una plena igualdad en
todos los aspectos de la vida cotidiana, ni una plena liberación, algo que favorecería sin duda a los dos sexos y
a todo la raza humana en general
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Héctor González Morán, Santa Marta de Tomes a 24 de marzo de 2000
BIBLIOGRAFÍA
PEPITA JIMÉNEZ, Juan Valera, Editorial Cátedra
DISCURSO SOBRE LA EDUCACIÓN FÍSICA Y MORAL DE LAS
MUJERES, Josefa Amar y Borbón, Editorial Cátedra
CIEN AÑOS DE EDUCACIÓN DE LA MUJER ESPAÑOLA, Carmen de
Zulueta, Editorial Castalia.
HISTORIA DE LA LITERATURA ( Volumen VII, Realismo y
Posromanticismo), E. Iañez, Editorial Tesys−Bosch
TEXTOS PARA LA HISTORIA DE LAS MUJERES EN ESPAÑA,
V.V.A.A., Editorial Cátedra
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