La sienita ó granito anfibólico se distingue del granito común por entrar el anfíbol sustituyendo en parte ó en todo á la mica, bien sea el anfíbol blanco (tremolita), silicato doble de cal y sesquimagnesiano, bien el anfíbol negro (horneblenda), silicato doble de cal y hierro ó anfíbol verde (actinota), silicatos de cal, magnesia y hierro. Es muy difícil, dice el Sr. Mallada W, marcar la línea de separación entre las serpentinas que forman parte del terreno estratocristalino y las que deben considerarse esencialmente hipogénicas. Basta á nuestro intento conocer su composición, sea cualquiera el terreno de que formen parte. El Sr. D. Antonio de Valenzuela <> explica la descomposión de estas rocas. «Distínguense estas serpentinas por su tenacidad y resistencia á las acciones mecánicas, si bien ceden fácilmente á la acción química de la atmósfera que las descompone con rapidez; esta descomposición principia presentándose la superficie de las rocas cubierta de un polvillo blanquecino cuya capa se hace cada vez más gruesa determinando huecos ó aberturas que dan á la roca una apariencia escoriforme. Cuando la mayor parte de la roca se ha convertido en esta masa blanquecina que es muy untuosa al tacto, como que proviene de la magnesia, la roca se desmenuza, formando una arcilla casi roja. Para comprender este último color es preciso advertir que casi todas estas serpentinas contienen hierro oxidulado ó imán (óxido ferroso-férrico Fe 0 ) y que rara vez se presentan puras conteniendo frecuentemente dialaga (silicato de magnesia y cal ó hierro) y asbesto (silicato de magnesia, cal y óxido de hierro de textura fibrosa) en cuya composión, como es sabido, entra notable cantidad de óxido férrico Algunas serpentinas contienen además cierta cantidad de cal que llega á ser á veces la de un 10 por 100. En este caso la acción química es nmclio más enérgica por la mayor afinidad de esta substancia con el ácido carbónico, produciéndose entonces soluciones y compuestos análo2 3 (1) (2) 4 Explicación del mapa geológico de España, tomo I, pág. 22. Memoria antes citada.