venezuela exige una mejor forma de administrar sus recursos.

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VENEZUELA EXIGE UNA MEJOR FORMA DE
ADMINISTRAR SUS RECURSOS.
Hoy por hoy las disponibilidades son más limitadas, por lo tanto el gerente público debe
estar orientado al manejo racional de los recursos, es decir, invertir en proyectos que
realmente requiera el país Econ. Elizabeth Arévalo Analista de Presupuesto FACESUC La presencia de algunos elementos perturbadores en la actividad económica de
Venezuela, tales como: inflación, especulación, el ejercicio reiterado de la mala
administración de recursos, etc., la han conducido a una situación de crisis, la cual se
refleja en un clima de malestar y descontento que se concretiza cada día, sobre todo
cuando ello se manifiesta en la reducción de la capacidad del poder adquisitivo del
venezolano, con su consiguiente dificultad para la satisfacción de las necesidades en
algunos renglones que son perentorios para la existencia (alimentación, vivienda,
vestido, educación, transporte, etc.). Entre los elementos señalados conviene destacar lo
que se ha denominado el ejercicio reiterado de una mala administración, cuya evidencia
más visible es el uso inadecuado de los recursos, especialmente de los petroleros, los
cuales no fueron destinados a fortalecer las bases productivas del país (en lo que a corto
y mediano plazo se refiere) sino que se orientaron a grandes inversiones hasta ahora
improductivas. Venezuela ha requerido, por el contrario, que se hagan inversiones en
proyectos factibles que reporten a corto y mediano plazo ganancias importantes, que
puedan ser reinvertidas en proyectos de mayor alcance estratégico. Esa manera
equivocada de administrar los recursos del Estado, ha arrastrado al país a una
improductividad en las empresas estatales, amén del mantenimiento de una estructura
productiva con poca capacidad de absorber mano de obra, lo cual se expresa hoy como
un obstáculo estructural que dificulta, aún más, la situación del sector laboral
venezolano. Enfrentar la crisis presenta un gran desafío en la administración, cuyos
propósitos deberán ser los de obtener resultados definitivos, que hasta ahora los altos
dirigentes y ejecutivos tradicionales no han logrado, en pro de una integración del
desarrollo social y económico. Para que esa administración sea eficiente, se tiene que
romper con el modelo tradicional de reclutamiento de personal, para dar paso al diseño
e instrumentación de políticas de formación gerencial, donde impere la capacitación, la
preparación, la audacia y la identificación por parte del ejecutivo sobre la materia o el
área en la cual se va a desempeñar. Hoy por hoy las disponibilidades son más limitadas,
por lo tanto el gerente público debe estar orientado al manejo racional de los recursos,
es decir, invertir en proyectos que realmente requiera el país, no puede continuar con la
improvisación; ello en lo que compete a una administración adecuada. Un gerente
identificado y comprometido con la realidad que tiene presente. El gerente que exige la
nueva Venezuela, debe tener un carácter sensible, saber que tiene que producir para
seres humanos. Poseer un pensamiento estratégico que aporte permanentemente
innovación, para favorecer la elevación de la moral del trabajo y la productividad.
La crisis, como ya se dijo, exige un administrador más eficiente, que reúna
características como las antes señaladas; pero, ¿Quién hace la exigencia?: Una sociedad
que está despertando y tomando conciencia de sus deberes y derechos, para lo cual se
está organizando. Por lo tanto, el gerente o administrador público debe estar capacitado
para responder a esas exigencias organizadas: responder a movimientos vecinales,
juntas de vecinos, movimientos cooperativistas, gremios, sindicatos, etc., que se
convierten en entes controladores o vigilantes del cumplimiento o no de sus
planteamientos. A la par de ese clima de malestar al cual hice referencia al inicio de la
exposición, hay otro que está naciendo, caracterizado por un espíritu creativo, como
alternativa para mejorar la crisis. Tal es el hecho sencillo, simple, pero que recoge ese
sentimiento, evidenciado en casos como éste: muchos tomaban gaseosas para calmar la
sed, ahora elaboran su propio jugo, descubriendo con ello una gran variedad, con frutos
módicamente asequibles; si antes haría obsequios suntuosos, ahora se regalan cosas que
son extremadamente necesarias, y que son elaboradas en casa. Es decir, que la crisis es
un proceso de enseñanza, nos conduce a querer lo nuestro, a valorar nuestro trabajo,
desde el más simple hasta el más complejo. Esa enseñanza o aprendizaje se debe
aprovechar. Es entonces el gran reto que tiene la gerencia actual, potenciar todos esos
recursos, que se reviertan en beneficio de la comunidad, a fin de lograr la estabilidad
económica del país. Todo ello es posible bajo un sistema democrático, como el que
sostiene nuestro país y la gran mayoría de los países latinoamericanos. Los tiempos de
crisis tienen su lado negativo, pero por otro lado se aprende de ella a buscar alternativas.
La esperanza no está perdida, nuestro país cuenta con un recurso humano valiosísimo
que está a la espera de oportunidades para desarrollar todo el potencial creativo y
productivo que posee. El nuestro es un país entusiasta, respetuoso y trabajador.
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