ANÁLISIS Angola, un país aplazado

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ANÁLISIS
LUCÍA MONTES *
Angola, un país aplazado
«Joaquinito hizo un gesto ancho, mostrando la casa, con las paredes comidas por
las balas. La ciudad pudriéndose sin remedio. Los edificios con las entrañas
destrozadas. Los perros comiendo a los muertos. Los hombres comiendo a los
perros y a los excrementos de los perros. Los locos con el cuerpo cubierto de
alquitrán. Los mutilados de mirada perdida. Los soldados en pánico en medio de
los escombros. Y más allá las aldeas desiertas, las labras calcinadas, las agitadas
multitudes de forajidos. Y todavía más allá la naturaleza transtornada, el fuego
devorando los horizontes.
Dijo:
– ¡Este país murió!»
José Eduardo AGUALUSA, en Estação das chuvas
ás de 25 años después de su independencia, Angola continúa inmersa
en una guerra civil que sigue aplazando las expectativas y las condiciones de vida de la inmensa mayoría de sus habitantes. Durante este
tiempo, todos los acuerdos de paz han fracasado, y la celebración de las elecciones
generales en 1992 1, tras los Acuerdos de Bicesse, no hizo sino añadir más frustración y violencia.
M
El conflicto angoleño está estancado desde el fracaso del Protocolo de Lusaka.
Este acuerdo, firmado en noviembre de 1994 entre el Gobierno del MPLA 2 y la
UNITA 3, significaba el cese de las hostilidades y el inicio de un plan de paz que
suponía la integración de los guerrilleros a las órdenes de Savimbi en la estructura
de las Fuerzas Armadas de Angola (FAA). El acuerdo también contemplaba la
constitución de un Gobierno de Unidad y Reconciliación Nacional, en el que algunos ministerios, gobiernos provinciales, comunas y misiones diplomáticas en el
exterior quedaban en manos de la UNITA.
La MONUA (Misión de Observación de las Naciones Unidas para Angola) fue
incapaz, tal como estaba estipulado en el Protocolo de Lusaka, de asegurar el
desarme de la guerrilla. La UNITA de Savimbi aprovechó la tregua para rearmarse
con dinero procedente de las minas de diamantes en su poder, entregando tan solo
las armas obsoletas. En el fondo, no se cumplía la condición básica que requiere
* Lucía Montes, Centre d’Estudis Africans de Barcelona.
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análisis
cualquier acuerdo de paz: una voluntad sincera de las partes en conflicto por terminar definitivamente con los enfrentamientos.
Desde el fracaso de Lusaka algunas piezas se han movido en el maltrecho tablero
del ajedrez angoleño. Tal vez lo más destacable sea la destrucción del Ejército
convencional de la UNITA, en la llamada Operación Restauro que las FAA llevaron
a cabo a finales de 1999. La guerrilla se quedó sin sus principales bastiones, los
enclaves de Jamba, Bailundo y Andulo, y perdió algo más importante: la posibilidad
de ganar la guerra. Hoy, UNITA no lucha por una imposible victoria militar en el
prolongado conflicto que vive el país. Su guerra de guerrillas es una desesperada
carrera de fondo que no conduce a ningún lugar, pero que puede continuar
estrangulando al país durante varios años. De hecho, las últimas acciones de la
UNITA 4 han tenido como objetivo, sobre todo, a civiles indefensos.
Simplificando mucho los efectos del conflicto en la vida económica angoleña
podemos destacar dos:
1. Destrucción del tejido productivo.
El país cuenta con un enorme potencial agrícola y ganadero. En la primera mitad
de la década de los 70 llegó a ser el cuarto productor mundial de café y el tercero
de sisal. Angola era autosuficiente en la mayoría de productos básicos. En el sur del
país, lejos del hábitat de la mosca tse-tse, la ganadería forma parte de las culturas
tradicionales y las cabezas de ganado vacuno se cuentan incluso hoy por cientos de
miles 5. En la actualidad, la mayoría de los campos han sido abandonados por las
minas 6 y por la inseguridad en los medios rurales 7.
En cuanto al sector industrial, varias causas (emigración de cuadros después de la
independencia, incapacidad del Estado de partido único y de la economía de
planificación centralizada, entre otras) explican su colapso tras la independencia
del país. Como muestra, Huambo, que fue el segundo polo industrial de Angola, es
hoy una ciudad fantasma en la que no hay agua corriente.
2. La imposibilidad de un transporte normalizado de pasajeros y mercancías por
vía terrestre.
Los desplazamientos por tierra suponen un riesgo muy alto debido a las emboscadas y ataques de la UNITA. Por otra parte, las vías férreas y las carreteras necesitan
mejoras que no pueden realizarse debido a la inseguridad. Como consecuencia, el
transporte de mercancías por vía aérea o en caravanas custodiadas por el ejército y
por carreteras en pésimas condiciones supone un encarecimiento escandaloso de los
precios y un freno decisivo a la creación de un mercado nacional.
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■ ¿Por qué?
«El síndrome del poder está destruyendo África, país por país. El sufrimiento
terrible no es causado por enemigos externos, viene de dentro». Estas palabras del
escritor nigeriano Wole Soyinka, premio Nobel de Literatura en 1986, son aplicables en buena medida a Angola.
Esa misma conclusión se extrae de una encuesta realizada entre los habitantes de
Luanda en febrero y marzo del 2000 8. Más del 80% de los entrevistados apuntaban
a los políticos como responsables de la continuación de la guerra en Angola. El
51% indicaban el deseo de alcanzar el poder o el lucro personal como causas del
conflicto.
La guerra civil de Angola es hoy una guerra únicamente por el poder, político y
económico. Pero analicemos otras supuestas motivaciones:
– Los argumentos ideológicos, válidos tal vez en el inicio del conflicto, hoy ya no
son una explicación. El ex marxista MPLA ha abrazado la economía de mercado,
dando incluso una vuelta de tuerca y entrando en lo que algunos consideran «la era
del capitalismo salvaje». Sobre el papel, MPLA y UNITA defienden lo mismo:
democracia, progreso social y económico, economía de mercado y estabilidad.
– El argumento de la reivindicación racial, utilizado por Jonas Savimbi para
encontrar justificaciones a su lucha en una supuesta defensa del pueblo umbundu 9,
no tiene al día de hoy ningún sentido. Son ciudades como Huambo y Kuito, que
votaron mayoritariamente a UNITA en las elecciones de 1992, las que más han
quedado devastadas como consecuencia de los bombardeos de la guerrilla. Y son
en buena medida las poblaciones del Planalto Central (zona mayoritariamente
umbundu) las más castigadas por las acciones de UNITA. Además, tanto MPLA
como UNITA tienen cuadros pertenecientes a diferentes pueblos de Angola.
Es cierta la predominancia de kimbundos en la administración y en la política
mas conviene señalar que la capital, Luanda, está situada en una zona donde este
grupo es mayoritario. Los pocos centros de enseñanza superior se encuentran en la
capital, así como la mayor parte de la actividad política y económica. Por tanto,
para los habitantes de Luanda y de los alrededores son mayores las posibilidades de
acceder a los circuitos del poder.
– El argumento de los intereses internacionales y la «culpa» de las potencias
extranjeras, válido para explicar el comienzo del conflicto y su desarrollo durante la
década de los ochenta e inicios de los noventa, es hoy inservible. La aplicación por
parte de la ONU de sanciones a UNITA 10 y la apuesta –no exenta de críticas– 11 de
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análisis
la administración norteamericana por el Gobierno del MPLA son muestras del
cambio de posiciones de la comunidad internacional respecto a los años de la
guerra fría.
Los otros grandes socios de la UNITA en el pasado (el Zaire de Mobutu y la
Sudáfrica del apartheid) ya no existen. En cuanto al gobierno del MPLA, su mayor
apoyo hoy en día no está en los viejos aliados del bloque ex comunista sino en los
países con intereses comerciales y económicos en Angola: Brasil, Portugal, Estados
Unidos, Rusia, Francia y España, entre otros.
No hay, por tanto, un interés relevante por parte de ninguna potencia para que
continúe la guerra en Angola. El conflicto es, evidentemente, un excelente negocio
para los comerciantes de armas, ya que se trata de una guerra entre contendientes
con enormes recursos financieros.
La guerra tampoco viene mal a las multinacionales del petróleo instaladas en el país.
Los yacimientos se encuentran en aguas profundas, por lo que el conflicto no afecta a
la industria extractiva de crudo. Y la frágil situación económica no permite al
Gobierno negociar desde una posición de fuerza las concesiones en el sector. Además,
Angola vende su petróleo a un precio inferior al de los países de la OPEP, con dudosos
mecanismos de control sobre las extracciones que realizan las compañías.
Por otra parte, para un sector importante de la élite instalada en el poder, las altas
jerarquías del MPLA –partido en el Gobierno–, y las altas patentes del Ejército, el
conflicto es una forma de vida que ha proporcionado lucros nada despreciables.
Durante todos estos años ha surgido en Angola una clase de nuevos ricos ligados a
la política o al ejército que domina la vida política y económica del país. El semanario Angolense realizaba una serie de reportajes titulada «Los negocios de nuestras
élites». Se decía por escrito lo que es conocido de todos: los enormes negocios de
ministros, generales, familiares del presidente y otras personas vinculadas a los
círculos del poder. Para estas élites, el conflicto es una garantía de impunidad
porque sirve para justificar todo tipo de corruptelas y privilegios, desde los agujeros
en los dineros del petróleo (denunciados por diferentes instituciones internacionales) 12, los desvíos de los suministros destinados al ejército, hasta la propia
incapacidad de los gobernantes de ofrecer unas condiciones mínimas de subsistencia a la población.
■ El desastre
«El dolor, sólo su dueño lo conoce», dice un proverbio nyaneca, una de las
culturas más representativas del sur de Angola.
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Hoy, el Gobierno reconoce que hay más de dos millones de niños fuera del
sistema escolar. Los profesores cobran salarios miserables, con atrasos de varios
meses y frecuentes huelgas. La corrupción en Angola alcanza al sistema escolar,
con docentes que aceptan e incluso exigen sobornos para aprobar a los alumnos.
Pero el desastre educativo es tan solo una muestra de la situación que viven los
angoleños. Uno de cada tres niños muere antes de llegar a los cinco años, según un
informe reciente de Save the Children. Por su parte, el informe del PNUD de 1999
situaba a Angola en el puesto 160 de 174 países según su índice de desarrollo
humano. ¿Otros números? Tal vez no sea necesario, pero podríamos hablar de unos
cuatro millones de desplazados por el conflicto (aproximadamente un 35% de la
población), más de cien mil mutilados, una esperanza de vida que en los últimos
dos años ha pasado de 46,5 a 42,5 años, y podríamos seguir...
La revista Newsweek 13 situaba recientemente a Angola como el quinto peor país
del mundo para vivir, así como el peor para ser pobre. «Mientras que el petróleo da
lucros de tres mil millones de dólares por año, en Luanda los meninos da rua duermen dentro de coches abandonados y cocinan su comida en pequeños fuegos entre
la basura», comentaba Newsweek.
■ La Angola de hoy
Dos construcciones que se están llevando a cabo en Alvalade, uno de los barrios
más caros de la capital del país, simbolizan tal vez el momento que vive Angola.
La primera es un enorme hotel propiedad de la constructora portuguesa Teixeira
Duarte, símbolo del despegue económico que se espera que se produzca tras el fin
del conflicto, el inicio de la reconstrucción del país, y la prevista y necesaria llegada masiva de inversiones extranjeras.
La segunda, a escasos metros de la primera, es una colosal iglesia construida por
la secta brasileña Igreja Universal do Reino de Deus. Una auténtica catedral que
representa el poder de esta secta y de tantas otras entre los sectores más humildes
de la población, que buscan en estas nuevas formas de espiritualidad una
esperanza o tal vez una respuesta a las miserias de la vida diaria.
En la Angola de hoy, tres fenómenos sociales merecen una mención especial:
– La economía informal, una solución para los numerosos grupos excluidos del
mercado oficial de consumo así como para los desempleados que no tienen acceso
al mercado de trabajo. Estos sectores buscan fórmulas de supervivencia y consiguen
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análisis
mover cifras enormes de negocio. Se calcula que en los medios urbanos, el sector
informal ocupa a cerca del 50% de la fuerza de trabajo. En buena parte, se trata de
niños y jóvenes a los que la crisis socioeconómica ha obligado a trabajar en la calle
para aumentar los ingresos familiares. En Angola, un ejército de jóvenes ha abandonado la escuela para trabajar como vendedores ambulantes, lavadores de coches,
limpiadores de zapatos, etc. Así, toda una generación de hombres y mujeres crece
de espaldas a la escuela o a cualquier tipo de formación, mientras sus vidas se convierten en una lucha diaria por subsistir.
– La solidaridad. A pesar de las dificultades enormes continúa funcionando,
incluso en los entornos urbanos, una solidaridad que remite al medio rural, en el
que la vida comunitaria es una forma de enfrentarse a las dificultades cotidianas.
Un gran número de desplazados por el conflicto a las ciudades viven en casas de
familiares y amigos, que los acogen y comparten con ellos sus limitados recursos.
La solidaridad es una ayuda inestimable para los sectores más marginados de la
población, desde los meninos da rua hasta los mutilados. Entre los sectores más
populares, «ambicioso» es uno de los peores insultos. Se trata de aquél que no
comparte y lo quiere todo para sí mismo. Al margen de otras consecuencias, esta
solidaridad de base popular evita una conflictividad social mucho mayor, la que
sería razonable esperar en una sociedad con las carencias de la angoleña.
– La violencia, que puede entrar en contradicción con la solidaridad apuntada
anteriormente, es otro fenómeno destacable en la vida cotidiana. Al hablar de
violencia no considero que exista una predisposición de los angoleños a los
comportamientos violentos. Me refiero a un sistema social en el que determinados
sectores ejercen la violencia con total impunidad, y en el que la violencia es un
elemento mediante el que se relacionan los individuos con sus inferiores.
Sería más exacto hablar de violencias: la de los policías contra la población, la
de los soldados de las FAA y de la UNITA contra los civiles –especialmente en las
zonas rurales–, la de los gobernantes para imponer sus medidas. Pero también la
violencia del marido contra su mujer, la ejercida contra los niños, contra las empleadas domésticas, contra el ladronzuelo callejero sorprendido en algún hurto.
Estas violencias son posibles porque se dan dos circunstancias: una sociedad en
la que ciertos referentes morales han pasado a un segundo plano, y que aprueba o
permite estas prácticas; y una estructura político-institucional que con su pasividad
garantiza la impunidad de aquellos que ejercen la violencia.
■ Las reacciones
«Ai minha Angola mãe! / Até quando não voltarás a sorrir?»
União 10 de Dezembro, agrupación del Carnaval de Luanda.
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Si el panorama anterior puede resultar desesperanzador, no sería justo olvidar las
respuestas de la sociedad a los desmanes de los poderosos. El ciudadano desconfía
de los políticos y del Gobierno, de la UNITA y de la policía, pero no por ello deja
de buscar caminos de salida. Las respuestas de los angoleños van desde la crítica a
los corruptos hasta la ironía o el sarcasmo a la hora de retratarse a sí mismos. Finalmente, un poco de humor ayuda a superar las penalidades de la vida cotidiana: los
salarios que nunca llegan (cuando los hay), la falta de agua y de energía, la basura
acumulada y los charcos putrefactos de los barrios...
Lentamente, los focos de oposición crecen, y surgen tenues opciones que
permiten ver más allá de la dicotomía MPLA-UNITA. No obstante, el camino a
recorrer es largo en un país en el que el subdesarrollo económico y educacional es
el principal obstáculo para cualquier tipo de avance democrático. Veamos algunos
de los sectores incómodos para el poder en Angola, casi todos ellos igualmente
críticos con el Gobierno y con la UNITA.
1. La iglesia católica propone la vía del diálogo como insustituible para llegar al
fin de la guerra. Los obispos angoleños han denunciado en diferentes ocasiones las
prácticas de los dos bandos en conflicto y el sufrimiento de la población civil. Se
trata además de la única institución que es respetada por las dos partes y, por ello,
su participación como mediadora puede ser importante en cualquier escenario de
futura negociación. De hecho, actualmente la iglesia ya está realizando un papel
como intermediaria entre los beligerantes, y la última carta dirigida por Jonas
Savimbi a los obispos católicos es sólo una muestra de ello.
2. La prensa. En Angola existe una única cadena televisiva –pública– y un único
periódico diario –oficioso y mantenido con dinero del Estado–. No obstante, la
prensa independiente es otro sector incómodo para el poder en Angola. Destacan
las emisoras de radio Radio Ecclesia, ligada a la iglesia católica, y la Voz de
América, y los semanarios Agora, Angolense, Folha 8 y Actual. En el caso de los
medios impresos, sus posibilidades de consolidación y crecimiento están muy
limitadas por varios factores:
– El gran índice de analfabetismo.
– Las dificultades en el transporte que en la práctica hacen que la distribución de
esta prensa se limite a la capital y sus alrededores.
– Las trabas de las fuerzas de seguridad a que esta prensa llegue a las regiones más
alejadas de la capital y a que los profesionales trabajen en las provincias del país.
– La imposibilidad de acceder a grandes ingresos por publicidad, ya que la
publicidad institucional raramente es insertada en los medios incómodos para el
poder. Y en Angola, las grandes empresas son públicas, y las privadas están en
manos de los círculos del poder que frecuentemente son denunciados en estos
medios.
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análisis
Los periodistas de la prensa independiente normalmente reciben salarios de
miseria, en parte como consecuencia de las limitaciones que esta prensa tiene,
apuntadas anteriormente. Además, y aunque en el último año las presiones a la
prensa han disminuido, los periodistas independientes están sometidos a detenciones y amenazas frecuentes.
Algunos de ellos, como es el caso de Rafael Marques, han sido condenados a
prisión por criticar al Gobierno. Otros han visto cómo les era retirado el pasaporte,
o les han sido confiscados ordenadores portátiles y cámaras por estar trabajando en
alguna provincia del interior. En cualquier caso, la posibilidad de ser acusados de
«crime contra a segurança do Estado» es una amenaza que los periodistas angoleños tienen siempre que tratan temas «delicados».
3. La literatura. Con un alcance limitado, la literatura ha sido el medio de expresión mediante el que algunos intelectuales angoleños han expresado su disgusto.
Dos escritores merecen ser destacados:
– Pepetela 14 recorre en sus once novelas una buena parte de la historia de
Angola. Su obra relata el desencanto de toda una generación con el rumbo que ha
tomado el país. La suya es «la generación de la utopía» (título de uno de sus libros),
testigo del desvanecimiento de las ilusiones que precedieron a la independencia; la
generación de soñadores que lucharon y posteriormente fueron excluidos, expulsados o marginados, en detrimento de los oportunistas que abundan en cualquier
lado.
– José Eduardo Agualusa, autoexiliado entre Brasil y Portugal, cuenta en su
novela Estação das chuvas uno de los capítulos más oscuros de la reciente historia
del país. En mayo de 1977 una corriente disidente dentro del MPLA, conocida
como «fraccionistas», es reprimida de forma contundente. El Gobierno de Agostinho Neto no duda en ejecutar a sus líderes, Nito Alves y José Van Dúnem. Los
fraccionistas son acusados de intentar un golpe de estado, y la represión se extiende
a todas las provincias del país. En pocos meses mueren y desaparecen miles de
personas. Otros tienen más suerte y tras varios meses o años en las cárceles son
puestos en libertad.
4. La música. En Angola, al igual que en tantos países africanos, la música y el
baile son formas de expresión muy populares.
Diferentes artistas han reivindicado antes y después de la independencia la
identidad cultural y el sentimiento de las clases más desfavorecidas. Las letras y
músicas de N’Gola Ritmos y de Bonga animaron la lucha contra el poder colonial,
descubriendo en sus ritmos la existencia de una identidad cultural propia, diferente
de la impuesta por la metrópoli.
A finales de los 70, la represión del MPLA contra los fraccionistas alcanza de
lleno a intelectuales y músicos, apagando para siempre la voz de algunos de los
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mejores intérpretes del momento: David Zé, Urbano de Castro y Artur Nunes.
Actualmente, los músicos angoleños retratan las duras condiciones de vida de la
población, a veces con ritmos cercanos al rap y al hip-hop, como es el caso de Dog
Murras y SSP. Otras veces los autores van algo más allá y cantan, con ritmos
inspirados en las ricas tradiciones musicales de Angola, a las expectativas frustradas, denunciando abusos e injusticias. Es el caso de músicos como Waldemar
Bastos, Mito Gaspar o Paulo Flores. Éste último obtuvo con su disco «Perto do
Fim», en 1999, un éxito espectacular. Paulo Flores retrata en sus composiciones las
fatigas de la vida cotidiana, reflejando también las necesidades de cambio: «con la
esperanza que vi estampada en los ojos de aquella niña / voy a pedir a mi gente
que me acompañe en esta serenata / explotador de los oprimidos, ¡fuera! / y los
corruptos, ¡fuera! / el sinvergüenza que desvía, ¡fuera! / los pisitos para las amantes
/ voy a cantar por el hombre que se fue y mantiene la esperanza antigua de volver».
■ La esperanza
«La esperanza es como un fuego que duerme –le dijo, citando un poema de
ella–. Lo apagan y juzgan que está muerto, pero sólo duerme.»
José Eduardo AGUALUSA, Estação das chuvas.
«Crear / paz sobre el odio / crear amor con los ojos secos.»
Agostinho NETO
Se cuenta que el pasado 11 de noviembre, en el discurso público que el presidente Dos Santos dirigió a la multitud con ocasión del 26 aniversario de la
independencia, preguntó: «¿Queréis la continuación de la guerra hasta acabar con
los savimbistas o las negociaciones hacia la paz para que nos engañen, como en
1992?». El pueblo, sin dudar, respondió a coro: «La paz, queremos la paz». La
megafonía oficial se elevó hasta apagar el clamor de la multitud.
¿Hasta cuando se podrá acallar el grito de los angoleños?
Hoy, la unanimidad del Gobierno en torno al exterminio total de la UNITA como
única vía para acabar con el conflicto empieza a resquebrajarse. Aunque de forma
velada, hay contactos entre las dos partes, si bien el equilibrio militar entre las dos
fuerzas ya no existe y la guerrilla tendrá pocos argumentos de peso en la hipotética
mesa de negociaciones.
Por su parte, el Gobierno ha anunciado elecciones para el 2002, diez años
después de los únicos comicios celebrados en la Angola independiente. El presi-
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análisis
dente, José Eduardo Dos Santos, ha anunciado su intención de no ser candidato a
las elecciones, abriendo por fin el paso a nuevas personas en la política nacional e
invitando a Jonas Savimbi a hacer lo mismo. La retirada de ambos personajes de la
escena política facilitaría, no cabe duda, una salida al conflicto.
Son tenues señales de esperanza, aunque la pésima situación social y económica,
el largo historial de arrogancia y egoísmo por parte del Gobierno y de la UNITA a la
hora de anteponer el triunfo partidario al bien del país, así como la pasividad de la
comunidad internacional, no permitan un pronóstico demasiado optimista para el
pueblo angoleño.
1. Sobre las elecciones de 1992 hay diferentes interpretaciones. Las elecciones legislativas, en las que el
MPLA se proclamó vencedor por un margen estrecho, contaron con el visto bueno de los observadores
de Naciones Unidas, aunque UNITA no aceptó los resultados y acusó de fraude al MPLA. Lo cierto es
que el proceso electoral despertó muchas ilusiones. Los angoleños se volcaron y tan sólo hubo el 8,65%
de abstención. Posteriormente, la no aceptación por parte de UNITA de los resultados provocó la vuelta
a los enfrentamientos armados.
2. MPLA son las siglas del Movimento Popular de Libertação de Angola, fundado en 1956. Es el partido
de Agostinho Neto, poeta y primer presidente del país tras la independencia. El MPLA está en el poder
desde 1975 hasta nuestros días.
3. UNITA son las siglas de União Nacional para a Independência Total de Angola. Fundado por Jonás
Savimbi en 1966. Savimbi es un disidente del Frente Nacional de Libertação de Angola (FNLA),
liderado por Holden Roberto y formado mayoritariamente por la etnia kongo, localizada en el norte de
Angola. MPLA, UNITA y FNLA son los tres movimientos de liberación que se enfrentan a Portugal
durante la guerra colonial. En enero de 1975 los tres movimientos firman con las autoridades
portuguesas el Acuerdo de Alvor, que define las directrices de la transición y el 11 de noviembre del
mismo año como fecha de la independencia. Los acuerdos no son respetados y antes de esa fecha se
suceden los choques entre los tres movimientos. Llegan tropas sudafricanas y zaireñas en apoyo de la
UNITA y el FNLA, y un gran contingente de soldados cubanos en apoyo del MPLA. El 11 de
noviembre de 1975 el MPLA proclama en Luanda la República Popular de Angola, con combates en las
afueras de la ciudad. Ese mismo día, la UNITA y el FNLA proclaman en Huambo la República
Democrática de Angola. De los acuerdos de Alvor queda excluido el Frente para a Libertação do Enclave
de Cabinda (FLEC), que combate al poder colonial desde 1963. Cabinda es la provincia más rica en
recursos naturales, especialmente en petróleo, y está separada del resto del país por el río Congo y por
territorio perteneciente a la República del Congo. Los recientes raptos de trabajadores portugueses por la
FLEC y la FLEC-FAC han dado cierta publicidad a los independentistas del enclave. El «caso Cabinda»
excede, por su complejidad, del contenido de este artículo.
4. Recientemente, UNITA ha realizado diversas acciones en las cuales la mayor parte de las víctimas son
civiles. En mayo de 2001 más de 200 muertos en el ataque de UNITA a Caxito, capital de la provincia
de Bengo, a tan sólo 60 kilómetros de Luanda. En agosto de 2001 más de 200 muertos en el tren de
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pasajeros que une Luanda con Dondo, una de las pocas líneas férreas activas en el país. En septiembre de
2001 treinta civiles que viajaban en autobús en la carretera Gabela-Sumbe son asesinados por la
UNITA.
5. Las dificultades en el transporte terrestre de mercancías impiden que esta riqueza ganadera pueda ser
aprovechada.
6. Angola es uno de los países más minados del mundo. Se estima que hay unos 10 millones de minas
sembradas en suelo angoleño.
7. El mundo rural es el gran perdedor en el conflicto angoleño. En estos años de guerra el éxodo a las
ciudades ha sido masivo. Los pillajes a que ha sido sometida la población rural han sido recogidos en
diversos documentos. Cito dos: el informe de Médicos Sin Fronteras, titulado «Por tras da aparencia de
normalização, uma população abandonada», de 9-11-2000, relata los desplazamientos masivos forzados
por los dos bandos, así como los abusos de los soldados del ejército gubernamental y de la UNITA
contra las poblaciones rurales. De otra naturaleza pero igualmente ilustrador es el libro de Pepetela
Parábola do cágado velho, traducido al español como Parábola de la vieja tortuga y publicado por Alianza
Editorial. Pepetela retrata la indefensión de la sociedad rural en el conflicto que vive el país.
8. «Guerra y paz a los ojos de los luandeses», conferencia presentada en el coloquio «La Réconciliation
en Angola: une contribution por la paix en Afrique Australe», por Paulo de Carvalho. París, mayo del
2000.
9. Las alusiones de carácter racista de Jonas Savimbi en la campaña electoral de 1992 son apuntadas,
desde diversos sectores, como una de las causas de su derrota. Los principales grupos étnicos que
componen Angola son: umbundu (39%), kimbundo (23%), bacongo (13%), y lunda-kioco (9%).
Todos los grupos mayoritarios son pueblos de origen bantú.
10. El Consejo de Seguridad de la ONU impuso en 1993 un embargo de combustibles y armas a
UNITA. En 1998 prohibió los negocios financieros de los líderes de UNITA y un embargo al comercio
de diamantes, que proporcionó a la guerrilla desde 1992 unos cuatro mil millones de dólares.
11. Estados Unidos es uno de los principales inversores en Angola, principalmente a través de las
compañías petroleras Texaco y Chevron. En torno a un 7% de las necesidades norteamericanas de crudo
son cubiertas por petróleo procedente de Angola, que gracias a este volumen es el tercer socio comercial
de Estados Unidos en el continente africano (entrevista al embajador norteamericano en Luanda, Joseph
Sullivan, en Angolense, enero de 2000). Actualmente la administración norteamericana defiende, al igual
que el Gobierno angoleño, el cumplimiento del Protocolo de Lusaka. No obstante, Estados Unidos
muestra una posición más crítica respecto al Gobierno que otros países con intereses en la zona en
aspectos como el respeto a los derechos humanos, los avances democráticos y la lucha contra la
corrupción. En este sentido, ver declaraciones de Susan Rice, subsecretaria de Estado norteamericano
para asuntos africanos, en los periódicos portugueses Jornal de Noticias y Público, 29 de mayo de 2000.
12. El FMI y el Banco Mundial han insistido al Gobierno de Angola en la necesidad de lograr una
transparencia en los dineros del petróleo. La ONG Global Witness, en su informe «A crude awakening»,
de 5-12-99, denunciaba: «a significant portion of Angola’s oil derived wealth is being subverted for
personal gain and to support the aspirations of elite individuals, at the centre of power around the
Presidency. The war is generating vast profits for top level generals within the Angolan Armed Forces
(FAA), as well as for international arms dealers, not to mention enormous suffering for the Angolan
People».
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análisis
13. Newsweek, julio de 2001.
14. Pepetela, pseudónimo de Artur Pestana, fue premio Camões (equivalente del premio Cervantes para
los escritores de lengua portuguesa) en 1997. Luchó junto al MPLA en la guerra colonial y llegó a
ocupar el cargo de viceministro de Cultura. A partir de ahí comienza a distanciarse del poder y hoy es
una de las voces más críticas, independientes y respetadas en el país.
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