como crece una pluma una exposición epistolar

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JOHN BERGER
CBA
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como crece una pluma
una exposición epistolar
R. M.
Marisa Camino existe. Conviene aclararlo porque John Berger es una auténtica trituradora de géneros artísticos
capaz de reducir a su mínima expresión
la distancia entre realidad, ficción, pintura, ensayo, memoria o poesía. Y Marisa Camino no sólo es la coautora de
Como crece una pluma sino también un
guadianesco personaje literario que
reaparece en varios textos de John Berger. «Estudié Bellas Artes, como mucha
gente, y he trabajado como restauradora de obras de arte», explica la Marisa
Camino de carne y hueso. «Paralelamente he ido pintando y dibujando,
pero he hecho muy pocas muestras.
Como crece una pluma es la segunda
que presento en España, antes sólo
había expuesto en la galería Vacío 9.
En realidad empecé a exponer en Alemania, en Hamburgo y Kassel. Pero
todo ello a lo largo de bastantes años.
No me muevo en el mundo de las galerías ni mantengo relación con ningún
grupo de artistas».
Se conocieron en Madrid, explica
Berger en Fotocopias, durante la presentación de un libro. «Al terminar, una
mujer de unos treinta años se acercó y
me dio un rollo de papel marrón. Lo
desenrollé y vi que era un dibujo. […]
Antes de poder preguntarle nada más,
había desaparecido». Su colaboración
artística comenzó algo después, a raíz
de una visita inesperada: «Fui a verlo a
su casa en los Alpes franceses», dice
Marisa. «Iba hacia la feria de arte de
Kassel y decidí hacerle una visita. Tenía
su dirección y pensé, “voy a verlo y a
charlar un poquito”. Supongo que me
movía ese interés que tiene uno de
joven en conocer al escritor al que
admira. Yo viajaba con una cámara
estenopeica: una caja de detergente
pintada de negro con un pequeño agujerito y un espacio para colocar el negativo. Es complicada de llevar de viaje
porque tienes que sacar el negativo en
una bolsa oscura y tener cuidado de
que no se vele. El caso es que nos hicimos una foto». Es la imagen que cierra
Sin título, dibujo. 21 x 29,7 cm
Piedra Pluma, escultura. 16 x 22 x 29 cm
Como crece una pluma: una fotografía
inquietante en la que dos fantasmales
Berger y Camino aparecen difuminados
en medio de una vegetación frondosa
y ligeramente lúgubre.
A John Berger y Marisa Camino les
une su amor por el campo –Camino vive
en una pequeña aldea del norte de Burgos– y una concepción de la obra plástica sutil, paciente y ajena a cualquier
exhibicionismo. La gestación de Como
crece una pluma fue tan lenta como,
paradójicamente, espontánea. En palabras de John Berger: «Yo conocía su trabajo, que me resultaba muy interesante; incluso escribí algo sobre su obra, y
eso que ahora ya no escribo sobre arte.
Admiraba y respetaba su visión, y esa
manera tan especial que tiene de expresarla, no sólo en su pintura, sino también en sus instalaciones. No nos sentamos y dijimos “venga, vamos a pintar
juntos…” No fue así. Uno de nosotros,
no recuerdo quién, hizo un dibujo, o parte de un dibujo, y se lo mandó al otro,
que añadió algo. Llegamos a la conclusión de que debíamos seguir haciéndolo y muy pronto cogimos confianza.
Podíamos hacer lo que quisiéramos con
el dibujo recibido antes de enviarlo de
nuevo: romperlo en dos, arrojar tinta o
ignorarlo. Y después, poco a poco, se
convirtió en una manera de comunicarnos, de escribirnos cartas. Nunca pensamos en una exposición, en un libro o
en un catálogo, aunque luego todo eso
acabara por llegar. Juntos descubrimos
esa práctica que se convirtió en un lenguaje propio». «La colaboración surgió
por una necesidad de comunicarnos»,
recuerda Marisa Camino. «Yo hablo muy
poco inglés y John habla muy poco español, así que empezamos a comunicarnos a través del dibujo. Eran nuestras
cartas. Y tenemos muchísimas». «Es un
lenguaje que tiene mucho que ver con
la caligrafía china antigua», añade Berger. «No pretendo hacer comparaciones,
pero la idea es en cierto modo similar…
Dibujar y escribir son como dos piernas,
que permiten caminar».
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