Violencia extrema en Sinaloa (Los riesgos de ser mujer)

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Violencia extrema en Sinaloa (Los riesgos de
ser mujer)
Beatriz Eugenia Rodríguez Pérez*
Descarto la idea, puedo sostenerlo ante cualquier instancia,
de que sean acciones de feminicidio por cuestiones de género;
son, si ustedes ven el origen, delincuencia común,
delincuencia organizada en la que han participado mujeres y
se han registrado esos desagradables sucesos, donde se refleja
que la delincuencia organizada ya no tiene códigos,
no tiene respeto a nada, ya no respetan mujeres, niños,
es el nivel de delincuencia
Jesús Aguilar Padilla, gobernador de Sinaloa,
Noroeste, 4 de agosto de 2005
La reacción inicial ante los “feminicidios”, particularmente de las autoridades
estatales, fue de negación. Sentimiento al que se suman algunas “defensoras” de
mujeres, que declaran:
La violencia de género está en todo el país, no nada más en Ciudad Juárez. Pero en
Sinaloa muchos de los asesinatos de mujeres no dan con crímenes de género, toda
vez que hay crímenes sexuales, domésticos, pasionales, por ajuste de cuentas y por
narcotráfico, entre otros. No son feminicidios porque esa figura todavía no está
contemplada en la ley (diputada Diva Hadamira Gastélum Bajo, presidenta de la
Comisión de Equidad y Género del Congreso de la Unión, El Sol de Sinaloa, 3 de
octubre de 2005).
Sin embargo, la cobertura amplia y constante de los medios de
comunicación logró que la sociedad atendiera la problemática, pues el discurso
que pretendía minimizar los hechos al principio confundió, pero al poco
tiempo generó desconfianza hacia las autoridades por alentar la impunidad.
La violencia de género en Sinaloa es un fenómeno reciente, apenas
nombrado, reconocido y cuantificado.
––––––––––––––
*
Profesora e investigadora de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Responsable del
Programa Universitario de Género, en la Coordinación General de Investigación y Posgrado (CGIP).
Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34
Mi intención primera, pero no única, al publicar este ensayo, tiene por
objetivo mostrar los resultados de un estudio cuantitativo sustentado en un
esfuerzo arduo de recopilación, análisis e interpretación de datos (oficiales y
periodísticos) relacionados con homicidios dolosos contra mujeres en Sinaloa
en el periodo enero 2000-diciembre 2005.
Homicidios dolosos contra mujeres
Dicen las estadísticas de los últimos seis años que los homicidios dolosos
provocaron la muerte de 3 mil 183 sinaloenses, lo que al año promedia 530.5
asesinatos. De los asesinados, los varones alcanzaron un porcentaje apabullante:
93.3%; y el 6.7% correspondió a las mujeres (ver gráfica 1).
La asimetría es más que evidente, como lo es en mayor o menor medida
en todos los países, pues son los hombres quienes están más involucrados en
actos violentos, particularmente en homicidios, sea como víctimas, sea como
victimarios. En cambio, las mujeres aportan el mayor porcentaje como
víctimas de homicidio.
Gráfica 1
Homicidios dolosos según sexo
2000-2005
91.88%
(464)
8.12%
(41)
2000
94.79%
(528)
5.21%
(29)
2001
93.48%
(459)
93.79%
(453)
6.52%
(32)
2002
Hombres
6.21%
(30)
2003
93.62%
(484)
6.38%
(33)
2004
92.53%
(583)
93.33%
(2,971)
7.47%
(47)
2005*
6.66%
(212)
Total
Mujeres
Fuente: Elaboración propia, con datos de prensa y de la PGJE.
Total: 2 mi 971 hombres y 212 mujeres; con un total global de 3 mil 183.
Si consideramos todos los homicidios contra mujeres constatamos que,
aunque con oscilaciones a lo largo del periodo estudiado, su número va en
102
Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34
aumento. Se comprueba, entonces, que aun considerando sólo la cifra oficial
(PGJE, cuadro 1) tenemos un crecimiento sostenido en cuanto a mujeres
asesinadas.
Cuadro 1
Datos oficiales versus datos de prensa
2000-2005
2001
2002
2003
2004
Años
2000
2005
Total
Prensa
41
29
32
30
33
47
212
PGJE
38
26
30
27
29
44
194
Diferencia
2-3
1-3
2
3
4
3
15-18
Fuente: Elaboración propia con datos de prensa y PGJE.
La segunda gran asimetría de género claramente apreciable, se refiere a la
participación de mujeres en la ejecución de delitos. La PGJE reportó, al
concluir septiembre de 2005, que aprehendió a 1 mil 862 delincuentes: 1 mil
738 hombres y 124 mujeres (6.7%). Lo que coincide con lo reportado un año
antes (para presuntos delincuentes y delincuentes sentenciados) en materia
penal, pues sólo el 7.6% correspondió al sexo femenino (INEGI, 2005).
El INEGI, como es su deber en tanto institución pública, informó con
puntualidad que el 2003 fue un año en el que nueve mil hombres fueron
asesinados. De ellos, el 86% estaba implicado en actividades delictivas o murió
en una riña. Situación muy distinta a la de las 1 mil 300 mujeres asesinadas ese
año, pues sólo una de cada cien murió cometiendo un hecho ilícito.
Lo preocupante es, por desgracia, que el 99% restante murió a causa de lo
que hemos dado en llamar violencia doméstica.
Espacio geográfico
En Sinaloa el fenómeno de la violencia se extiende, pues (como muestra la
gráfica 2) en los dieciocho municipios se percibe el problema; siendo Culiacán la
ciudad que registra el mayor número de asesinatos (44.34%). Aunque debemos
recordar que, por la densidad poblacional, es necesario ajustar nuestras medidas
estadísticas al hacer comparaciones.
Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34
103
Gráfica 2
Homicidios contra mujeres por municipios. 2000-2005
44.34%
(94)
A n g o s tu ra
E s c u in a p a
C o n c o rd ia
E l R o s a rio
S a n Ig n a c io
E lo ta
E l F u e rte
C o s a lá
C h o ix
B a d ira g u a to
S a lv a d o r A lv a ra d o
G uas av e
S in a lo a
M o c o rito
N a v o la to
M a z a tlá n
A hom e
C u lia c á n
10.38%
(22) 10.38%
(22) 6.60%
(14) 4.25%
3.30% 2.83% 2.83% 2.36% 2.36% 1.89% 1.89%
(9)
1.42% 1.42% 1.42% 0.94% 0.94% 0.47%
(7)
(6)
(6)
(5)
(4)
(5) (4)
(3)
(2)
(3)
(2)
(3)
(1)
Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes
Además, para explicar las asimetrías en la incidencia de feminicidios
entre Culiacán y el resto del estado, precisaríamos una investigación cualitativa
que profundizara en los procesos familiares micro y macrosociales, incluso
institucionales, que determinaron cada muerte.
Distribución temporal
En cuanto a la frecuencia con que ocurren estas muertes violentas de mujeres a lo
largo de los años, encontramos similitudes y diferencias (como puede observarse
en el cuadro 2), donde son manifiestas las fluctuaciones en los diferentes meses
del año, apareciendo meses de crecimiento (enero y julio) y de disminución
(febrero y octubre).
104
Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34
Mes
Cuadro 2
Homicidios por mes del año
2000-2005
2000 2001 2002 2003
2004
2005
Total
Enero
Febrero
Marzo
Abril
Mayo
Junio
Julio
Agosto
Septiembre
Octubre
Noviembre
Diciembre
1
1
7
1
1
7
5
5
2
3
3
5
3
1
1
6
2
2
3
2
5
2
1
2
4
2
6
4
4
1
1
3
2
3
1
2
4
6
2
1
6
2
9
3
2
3
7
2
22
14
18
16
20
16
22
20
16
14
18
16
30
33
47
212
1
2
1
3
2
1
2
5
4
1
4
3
9
2
1
1
5
3
2
2
1
2
2
2
Total
41
29
32
Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes
Aunque no se trata de un patrón cíclico, por ser indemostrable como ley
científica, hay meses más peligrosos que otros, esto claro con relación a la
frecuencia (temporal) con que se perpetran los asesinatos.
No hay un solo argumento, por supuesto, que ayude a presumir que el
sostenido porcentaje de homicidios no depende de situaciones coyunturales,
trasformaciones sociales u otras razones que alimentan la violencia social. Lo
cual demuestra una vez más la necesidad de analizar sus especificidades en
términos de las circunstancias en que ocurren, las particularidades de los
perpetradores y sus víctimas, y las relaciones que los unían.
Lugar donde ocurren
Es en casa de la mujer, o cerca de ella, donde más se dan estos asesinatos
(gráfica 3).
Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34
105
Gráfica 3
Homicidios según lugar donde ocurren. 2000-2005
47.64%
(101)
31.60%
(67)
11.79%
(25)
Casa
Carro
7.55%
(16)
Lugares abiertos
Otro lugar
1.42%
(3)
Sin datos
Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes
La aparición del cuerpo de una mujer en un lugar abierto (terreno baldío,
canales, calles, parcelas, etc.) no indica sin más que no conocía al asesino, pues
sabemos bien que no son raros los asesinatos contra mujeres en los que el
asesino se esforzó mucho para desaparecer el (o los) cuerpo(s), enterrándolos,
quemándolos, pasándoles maquinaria encima o combinando métodos para que
se piense que la víctima murió a manos de un desconocido.
No son raros los casos (aparecen en la prensa cotidiana) en los que se
asegura que fue el ataque de un extraño; y, a fin de cuentas, fueron asesinadas
por hombres con quienes tenían o habían tenido relación sentimental.
Método o arma usada
A nivel internacional, las armas más usadas en este tipo de delito son las
comunes en cualquier casa: cuchillos, machetes, tijeras y un largo etcétera. Sin
embargo, en el caso de Sinaloa las armas de fuego son el instrumento más usado,
lo cual denota el índice tan elevado de armamentismo.
106
Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34
Gráfica 4
Homicidios según arma o método empleado. 2000-2005
59.43%
(126)
14.62%
(31)
14.15%
(30)
Blanca
Fuego
Asfixia o
estrangulamiento
10.38%
(22)
Golpes
1.42%
(3)
Otros
Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes
Hay que destacar que las armas blancas, el estrangulamiento y los golpes
implican contacto físico, ataques repetidos o prolongados y frecuentemente el
uso brutal de la fuerza; lo que descarta toda posibilidad de muerte por
accidente. Estos enfrentamientos rara vez causan la muerte si no hay decisión,
insistencia y saña. Con las armas de fuego ocurre lo contrario, pues un disparo
puede ocasionar la muerte de una persona sin haberla tocado.
Pero es frecuente que los homicidas usen un arma y más de un método y,
sobre todo, se caractericen por el nivel de ensañamiento. Hay mujeres que han
muerto de 67, 48 o 37 puñaladas, de numerosos impactos de bala, de golpizas
brutales que les han roto el cuello; mujeres que fueron asesinadas mientras
dormían, que fueron rematadas ya agonizando, que fueron golpeadas,
acuchilladas, asfixiadas, mutiladas, quemadas y enterradas, asesinadas
cruelmente estando embarazadas, decapitadas, violadas y asesinadas o
asesinadas y después violadas.
Motivos o factores causales
En Sinaloa, las circunstancias asociadas a los homicidios de mujeres ocurridos
entre 2000 y 2005 han tenido que ver con conflictos de pareja, separación,
celotipia, compañía de alto riesgo, venganza, discusión, violación, robo, entre
otras (gráfica 5).
Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34
107
Gráfica 5
Homicidios de mujeres según móvil. 2000-2005
12.74%
(27)
12.26%
(26)
13.21%
(28)
10.85%
(23)
8.49%
(18)
1.42%
(3)
Robo
Venganza
Conflic tos con
otras personas
Conflictos de
pareja
Separación
Discus ión con
familiares
Defensa propia u
otra persona
0.94%
(2)
Se ignora
0.94%
(2)
Acoso sexual
Infidelidad
Celotipia
V iolación
3.30%
(7)
Droga
3.30%
(7)
1.89%
(4)
A juste de cuentas
6.13%
(13)
Testigo de crimen
3.30%
(7)
Compañías de alto
riesgo
7.55%
(16)
7.08%
(15)
6.60%
(14)
Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes
Si agrupamos la violación, celotipia, defensa, separación, acoso sexual y
conflictos de pareja y/o familiares quedan claros los afanes de dominación,
posesión y control de los agresores hacia sus víctimas (gráfica 6). El homicidio
se produce como consecuencia última de un intento explícito del hombre por
controlar a la mujer, su cuerpo y/o actuaciones. El momento de la separación o
el intento de hacerlo, es la ocasión particular en la que más mujeres han sido
asesinadas.
Gráfica 6
Homicidios según tipo de control. 2000-2005
49.09%
(54)
28.18%
(31)
16.36%
(18)
6.36%
(7)
Separación y conflictos
Ataque sexual
Celotipia
Defensa de hija u otra mujer
Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes
108
Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34
Esto muestra el sentido de propiedad y libre disposición de muchos
hombres respecto a las mujeres.
Relación víctima victimario
Los homicidios en contra de mujeres se agravan con la violencia intrafamiliar o
de género, en particular la violencia conyugal pues son precisamente quienes
dicen quererlas, compañeros y hombres de la familia, los que representan el
riesgo mayor para ellas.
Según muestra la gráfica 7, el 61% de los homicidios han sido cometidos
por hombres con quienes las mujeres tenían o habían tenido relaciones de
pareja o familiares. Siendo sus parejas o ex parejas responsables del 51.85% de
los homicidios.
Gráfica 7
Homicidios según relación víctima-victimario. 2000-2005
46.23%
(98)
28.77%
(61)
14.15%
(30)
Pareja o expareja
Otros familiares
10.85%
(23)
Ninguna relación
Ignorados
Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes
Un componente importante del aprendizaje social de las niñas es la
desconfianza hacia los hombres ajenos a la familia, que son señalados como
personas peligrosas de quienes se puede esperar cualquier cosa. No es de
extrañar, entonces, que ellas no estén preparadas para discernir ese peligro
ydesarrollar recursos para protegerse.
La construcción del feminicidio
Los datos anteriormente señalados permiten identificar que los feminicidios
constituyen la mayoría de los homicidios de mujeres (gráfica 8). No obstante,
Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34
109
hay que tomar en cuenta que existen homicidios en los que la falta de
información hace imposible dilucidar si se trata o no de feminicidios.
Gráfica 8
Homicidios que se configuran en feminicidios. 2000-2005
55.66%
(118)
24.06%
(51)
10.85%
(23)
9.43%
(20)
Feminicidios
Sospecha de feminicidios
No feminicidios
Indeterminado
Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes
Aun con este nivel de indeterminación, tomando en cuenta únicamente
los homicidios de mujeres de los que conocemos las circunstancias en que
ocurrieron (autor, relación, forma de muerte), es decir, excluyendo a
indeterminados, el porcentaje de feminicidios asciende al 73% del total.
Esta cifra es alarmantemente alta y se trata de un fenómeno universal, ya
que estudios realizados en diversos países1 encuentran que entre el 60 y 70%
de los homicidios totales de mujeres corresponden a feminicidios.
El feminicidio se clasifica de tres maneras: íntimo,2 no íntimo3 y por
conexión.4 En el caso que nos ocupa, el cuadro 3 refleja la situación en Sinaloa.
––––––––––––––
1
La violencia contra la mujer: feminicidio en Perú, 2005, Flora Tristán; Feminicidio en la
República Dominicana, 2001, Profamilia; El feminicidio íntimo en la Ciudad de la Plata, 19972001; Femicidio sexual en Ciudad Juárez: 1993-2001; Femicidio en Costa Rica 1990-1999, entre
otras.
2
Son aquellos asesinatos cometidos por hombres con quienes la víctima tenía o tuvo una
relación íntima, familiar, de convivencia u otras.
3
Se refiere a los asesinatos cometidos por hombres desconocidos, con quienes la víctima
nunca tuvo relaciones. Aquí se comprenden crímenes que incluyen violación, asesinatos sexuales
seriales y otros.
4
Hace referencia a quienes fueron asesinadas por un hombre tratando de matar a otra
mujer. Es el caso de personas que trataron de intervenir o simplemente fueron atrapadas en la
acción del feminicida.
110
Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34
Categoría
Cuadro 3
Feminicidios según categoría. 2000-2005
2000
2001 2002 2003 2004
2005
Total %
14
1
5
16
2
2
2
21
7
4
-
99
21
6
12
71.7
15.2
4.4
8.7
Total
26
17
21
20
Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes
22
32
138
100.00
Íntimo
No íntimo
Por Conexión
Indeterminado
21
3
2
13
3
1
14
5
2
En efecto, como se ha planteado en diversos estudios5 el feminicidio trata
de homicidios que no ocurren por casualidad, ni en los que las víctimas y
victimarios podrían ser indistintamente mujer u hombre. Se trata de homicidios
en los que el hecho de que la víctima sea mujer es condición necesaria para que
ocurran.
De lo anterior se puede concluir que los homicidios totales de mujeres se
deben cada vez más a los feminicidios y éstos, a su vez, a los feminicidios
íntimos. Por ello, y dado el gran peso que tienen los feminicidios en los
homicidios totales de mujeres, no es de extrañar que ambos evolucionen de
manera similar.
De víctimas y victimarios
a) Las víctimas
La edad promedio de las mujeres asesinadas en el periodo estudiado es de treinta
años, y la edad promedio anual ha oscilado entre los veintiuno y cuarenta años.
Como puede comprobarse en la gráfica 9.
––––––––––––––
5
Por ejemplo, Radford y Russell, 1992, Feminicide: The Politics of Woman killing,
Twayne publishers, Nueva York. Kelly Liz, 1988, Surviving Sexual Violence, Bunch Charlotte,
1991, “Los Derechos de la Mujer como Derechos Humanos”, en Mujer y Violencia Doméstica,
Instituto de la Mujer, Chile.
Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34
111
Gráfica 9
Homicidios según edad de la víctima
2000-2005
28.30%
(60)
22.64%
(48)
19.34%
(41)
11.79%
(25)
12.26%
(26)
5.66%
(12)
0-10
11-20
21-30
31-40
41-50
51-ADELANTE
Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes
La mayor incidencia de feminicidios coincide con las edades
reproductivas. Esto significa que muchas de estas mujeres tenían hijas e hijos
pequeños, que en algunos casos han muerto también atacados directamente por
los feminicidas o en la línea de fuego. Ha habido también madres de más de
cincuenta años que han fallecido por defender a sus hijas de los ataques de los
agresores. Sin embargo, no han sido niñas ni mujeres de mayor edad el blanco
más escogido por los asesinos, sino mujeres jóvenes y adultas.
Tomando en cuenta la esperanza de vida al nacer de las mujeres
asesinadas, la que ha aumentado de cuarenta y tres en 1930 a ochenta en 2000,6
su muerte prematura representa una pérdida total de 7 mil 345 años que entre
todas han dejado de vivir.
Por otra parte, el estado civil de las mujeres asesinadas revela que el 58%
vivía en pareja, ya sea casada o en unión libre.
––––––––––––––
6
Secretaría de Salud.
112
Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34
Gráfica 10
Homicidios según estado civil de la víctima. 2000-2005
35.38%
(75)
30.66%
(65)
22.17%
(47)
5.19%
(11)
Casada
Soltera
3.30%
(7)
2.83%
(6)
Viuda
Divorciada
Unión libre
0.47%
(1)
Separada
Se ignora
Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes
Además, que el 40% eran amas de casa, es decir, no contaban con
ingresos económicos propios.
Gráfica 11
Homicidios según ocupación de la víctima. 2000-2005
40.09%
(85)
13.68%
(29)
9.91%
(21)
9.43%
(20)
4.25%
(9)
ra
ig
no
eo
pl
m
to
e
Au
0.47%
(1)
Se
ad
2.83%
(6)
M
en
or
m
de
pl
ea
ed
da
e
an
t
De
se
er
ci
om
C
Se
xo
se
rv
i
M
es
er
a
do
ra
1.42%
(3)
a
ni
st
io
le
ra
3.30%
(7)
Pr
of
es
rn
a
de
a
Am
Jo
ca
sa
ia
n
tu
d
Es
Em
pl
ea
da
te
4.25%
(9)
5.66%
(12)
4.72%
(10)
Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes
Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34
113
b) Los victimarios
No es fácil conocer las características de los victimarios, pues como suele ocurrir
con las situaciones de violencia contra las mujeres se conoce más de ellas que de
los agresores; sólo de treinta y nueve asesinos se conocen algunos datos
personales.
La mayoría de ellos son hombres sin antecedentes penales; en particular
los autores de los feminicidos íntimos. Los victimarios son en su mayoría
hombres jóvenes y adultos (gráfica 12), frecuentemente con empleos mal
remunerados, con estudios básicos o medios y en una proporción menor con
estudios superiores.
Gráfica 12
Homicidios según edad del victimario. 2000-2005
50.00%
19.57%
15.22%
13.04%
2.17%
menos de 20
21-30
31-40
41-50
51 y más
Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes
Total: 39 homicidas.
Cabe destacar que un número significativo de asesinos (de acuerdo con la
información reportada) son policías o ex agentes de seguridad, hombres con
manejo y tenencia de armas de fuego (gráfica 13), lo que constituye un factor
adicional de riesgo de muerte en los casos de violencia hacia las mujeres.
114
Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34
Gráfica 13
Homicidios según ocupación del victimario. 2000-2005
17.95%
15.38%
12.82% 12.82%
10.26%
10.26%
5.13% 5.13%
Empresario
Profesionista
2.56% 2.56%
Desempleado
Oficios
Estudiante
Albañil
Ganadero
Comerciante
Empleado
Jornalero
Policía
Pescador
2.56%
2.56%
Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes
Total: 39 homicidas
Un dato que pudiera parecer sorprendente son los casos de asesinos que
se suicidan en forma inmediata (6.4%) después del homicidio, pues existe una
clara relación entre el suicidio de los asesinos y el feminicidio íntimo. Sin
embargo, no pareciera ser la reacción esperada en alguien que consigue lo que
se propone.
Se ha hablado mucho de la relación de dependencia de las mujeres
maltratadas hacia sus parejas agresoras, y muy poco de la que tienen esos
hombres con las mujeres de las que abusan. Sin embargo, según relatan
algunas mujeres la vida de los agresores obsesivos o celosos gira en torno a los
movimientos de ellas, demandando perfección y respuesta inmediata ante
cualquiera de sus necesidades materiales o emocionales.
De ahí que exista una clara relación entre el suicidio de los asesinos y el
feminicidio íntimo, pues la muerte de esas mujeres representa la desaparición
de la persona a la que se dirigía el control que motivaba tantos esfuerzos y a la
que se dedicaba tanta energía.
La impunidad
Los feminicidios, en particular los íntimos, son en su mayoría muertes
anunciadas. Se van preparando a lo largo del tiempo. Sin embargo, con
frecuencia las autoridades policiales y judiciales son reacias a aceptar denuncias
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formales por motivo de violencia de parte de parejas, ex parejas, novios o
interesados.
Además, es frecuente que en los juzgados y agencias del Ministerio
Público, ante las solicitudes de medidas de protección y denuncias penales se
realicen comparecencias de conciliación: las mujeres son presionadas para que
se desistan de la demanda y lleguen a acuerdos con los agresores.
Así, la impunidad inicia con el trato privilegiado que se da a los agresores
a los que difícilmente se considera delincuentes, y encuentran respaldo cuando
las y los servidores públicos no cumplen su cometido o actúan
inadecuadamente, privando a las mujeres de protección y de su derecho a
obtener protección de la justicia.
En esas situaciones se cierra un círculo vicioso en el que la mujer
maltratada queda atrapada entre la violencia del agresor y la inoperancia de las
autoridades. Ello pone de manifiesto la incapacidad de los cuerpos policiacos
para enfrentar el problema, pero sobre todo pone en tela de juicio a las
instituciones jurídicas encargadas de la seguridad ciudadana, pues los crímenes
continúan.
De los 196 casos reconocidos por la Procuraduría General de Justicia del
Estado, sólo ha consignado 95, que corresponden al 48.5% de los asesinatos
mientras 66 asesinatos (33.6%) se encuentran sin esclarecer y el resto (17.9%)
está en reserva, se dictó no ejercicio de la acción penal o bien el asesino se
suicidó o fue asesinado (gráfica 14).
Gráfica 14
Homicidios según estado de la averiguación previa. 2000-2005
44.81%
(95)
31.13%
(66)
8.02%
(17)
7.55%
(16)
6.13%
(13)
0.94%
(2)
Consignados
Trámite
Reserva
Ext. Pret.
punitiva
No ejercicio
1.42%
(3)
Inc. Materia
Se ignora
Fuente: Elaboración propia con datos de la PGJE
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Por su parte, el Supremo Tribunal de Justicia del Estado (STJE) inició el
juicio de setenta y dos asesinatos, que corresponden al 75.7%, de los cuales en
el 69.6% hay detenidos y un 30.4% se encuentran prófugos. A la fecha, sólo a
treinta y seis se les ha dictado sentencia a treinta y uno condenatoria y a cinco
absolutoria (cuadro 4. Las penas van de quince a veintidós años de prisión y de
13 a 25 mil pesos para reparación del daño.
Cuadro 4
Homicidios de mujeres en los juzgados penales. 2000-2005
Estado de la averiguación
2000 2001 2002 2003 2004 2005 Total %
Total de casos
41
Casos consignados (PGJE) 19
29
11
32
17
30
15
33
10
47
23
212
95
100.0
44.8
Casos iniciados
12
10
17
8
4
21
72
75.7
Sentencia ejecutoria
Condenatoria
Absolutoria
8
6
2
7
7
0
13
11
2
5
4
1
1
1
0
2
2
0
36
31
5
100.0
86.1
13.9
Casos iniciados
Sin concluir
12
4
10
3
17
4
8
3
4
3
21
19
72
36
100.0
50.0
Fuente: Elaboración propia con datos del STJE.
Es importante mencionar que de los treinta y seis casos sin concluir, en
diecisiete están pendientes de ejecutarse las órdenes de aprehensión libradas
por los juzgados.
El Estado no ha cumplido en modo alguno con la obligación de
reaccionar con la “diligencia debida” para castigar y prevenir estos crímenes.
Es evidente entonces que se ha violado la ley, así como el derecho de la
sociedad a vivir sin miedo y con seguridad y libertad.
Reflexiones finales
Algunas personas neófitas en los asuntos de género, consideran que cuando se
dice que la mataron por ser mujer van a encontrar un móvil con ese nombre,
como si fuera un delito. Tal situación sucede con funcionarios de la Procuraduría
de Justicia, cuando declaran:
“Los crímenes no tienen una sintomatología uniforme en todos ellos y son por
distintas causas, normalmente son por causa de relaciones entre novios, esposos o
concubinos, motivos familiares, pero no tenemos caso alguno registrado en ese tipo
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de delito, por causa de ser nada más del sexo femenino…”. (Director de
Averiguaciones Previas, PGJE, Noroeste, 23 de noviembre de 2005).
Los resultados de esta investigación muestran que en Sinaloa son
asesinados hombres y mujeres en circunstancias violentas. Sin embargo, los
homicidios de mujeres expresan opresión, desigualdad, dominio, terror e
impunidad de género. Lo que evidencia la violación del derecho humano más
elemental y que a las mujeres se les niega sistemáticamente: el derecho a la
integridad, es decir, el derecho a vivir libres de violencia.
Este estudio sugiere que el feminicidio como expresión extrema de la
violencia de género es causado por la estructura de poder desigual de la
sociedad, que coloca a las mujeres en posición de subordinación respecto a los
hombres y que se expresa en todos los órdenes: material, institucional y
simbólico.
Los datos parecen indicar que lo que mantiene el nivel constante de
feminicidios no depende de situaciones coyunturales, trasformaciones sociales
u otras razones que alimentan la violencia social. Ello tiene una razón, un
homicidio relacionado con violencia doméstica no ocurre de la nada, la
violencia doméstica por lo general se desarrolla y aumenta a lo largo del
tiempo.
Si las fuerzas de seguridad intervienen en forma adecuada en las
explosiones violentas que ocurren a lo largo del camino, la violencia puede ser
detenida, pues una vez que ésta ocurre sólo ellos tienen poder, autoridad y
responsabilidad para poner a los agresores bajo control.
Por otra parte, las circunstancias de las muertes de mujeres plantean un
gran reto, ya que ni la separación del agresor ni el regreso con él son
condiciones que disminuyen el peligro. Este carácter impredecible, muestra
que la responsabilidad de la agresión recae entera y únicamente sobre el
agresor. Hablar de provocación de parte de la mujer no sólo es inaceptable sino
profundamente irresponsable, por la peligrosidad que conlleva el sostener la
idea de que algún acto de parte de ella podría evitar la violencia.
Esto no es entendido por quienes recomiendan a las mujeres regresar con
el agresor para evitar males mayores, y al presionar a favor de una
reconciliación no consideran el riesgo que esto implica y el grado de letalidad
que puede llegar a tener la violencia de la que son objeto. Pues no son los actos
de sumisión de parte de las mujeres los que protegerán sus vidas, no son las
acciones individuales de las mujeres las que pueden controlar a los agresores,
sino las acciones sociales y en particular las políticas de Estado.
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