Amanda Cupitra: "El amor: una reflexión necesaria"

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CUADRANTEPHI NO. 28
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BOGOTÁ, COLOMBIA, 2015
El amor: una reflexión necesaria
Amanda Cupitra
Facultad de Filosofía
Pontificia Universidad Javeriana
Bogotá, Colombia
[email protected]
Resumen
El presente trabajo trata sobre la reflexión del amor hecha por el filósofo francés Alain
Badiou que busca una reflexión amena sobre la comprensión del amor, entendido como un
acontecimiento que inaugura la construcción de una verdad. Dicha comprensión permite
salir al paso de patrones socio-culturales que dan muestra de un hedonismo trivial que
obedece a las leyes de un comercio capitalista. Sistema para el cual el amor se convierte en
un intercambio mediado de beneficios, un cálculo entre costo beneficio, una cuenta de
cuánto vale la pena arriesgar en una relación amorosa, para obtener un beneficio personal.
Tal comprensión lleva a la conclusión que el amor implica una vivencia compartida del
mundo, en la que la capacidad de apreciación y comprensión, que este pone en marcha
resulta interesante para la filosofía. Dado que el amor es del orden de manifestaciones que
constituyen una verdad, ya que sobresalen de la particularidad y crean nuevas realidades. Si
retomamos la tradicional postura de la filosofía acerca de sí misma, esta se entiende como
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amor a la verdad. La filosofía ama las verdades. En esa medida nos interesa el amor y este
le da sentido a la filosofía.
Abstract
This work deals with the reflection of love made by the French philosopher Alain Badiou.
This measure seeks a reflection on understanding of love, understood as an event that
inaugurated the construction of a truth. This understanding allows to step out of sociocultural patterns that demonstrate a trivial hedonism that obeys the laws of capitalist trade.
System for which love becomes a mediated exchange of benefits, including cost-benefit
calculation, an account of how much worth risking in a loving relationship for personal
gain.
Such understanding leads to the conclusion that love implies a shared experience of the
world, in which assessment, skills and understanding that this starts interesting for
philosophy. This is the order of events which constitute a truth, protruding from the
particularity and create new realities. If we return to the traditional view of philosophy
about itself, this is understood as love of truth. The philosophy loves truths. To that extent
we are interested in love and it gives meaning to the philosophy.
1. El amor una reflexión necesaria
A continuación encontraremos una breve exposición entorno al pensamiento del amor por
Alain Badiou, siendo este asunto parte importante de integración del sistema del filósofo
francés.
Para tal menester es necesario entender primero la propuesta filosófica de este autor. A
través de la comprensión de la noción de acontecimiento, es posible realizar un esbozo de
lo que dicha propuesta busca abordar y de este modo introducirnos en la concepción de
amor que tiene este autor. Ya que el amor lleva consigo el sello de ser un acontecimiento.
El acontecimiento a su vez forma parte de un proceso de verdad que se manifiesta en un
mundo material. La verdad se expresa en el amor fundamentalmente en lo que el autor
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denomina la escena del Dos. Lo que nos dará paso a expresar la relación que guarda el
amor, la filosofía y la vida.
2. El Amor como acontecimiento
En lo cotidiano de nuestras sociedades pareciera que el amor fuera de las más superfluas
experiencias humanas y para muchos un asunto superficial y mediático Sin embargo, entrar
en su comprensión lleva a importantes reflexiones que se remontan al sentido de la filosofía
misma. Razón por la cual, esta reflexión busca una comprensión más amena sobre este
punto, que permita salir de los patrones socio-culturales en los que el amor no es más que
un chick flick 1 , para otros la fórmula para elevar las ventas de chocolate, o un engaño
bioquímico de nuestro cuerpo que permite la reproducción. Formulaciones mediáticas de
las que muchos se valen para afirmar que el amor no es nada más que una simple y llana
ilusión.
Razón por la cual, esta reflexión lleva a una compresión más allá de los patrones socioculturales que dan muestra de un hedonismo trivial que obedece a las leyes de un comercio
capitalista. Sistema para el cual el amor se convierte en un intercambio mediado de
beneficios, un cálculo costo-beneficio, una cuenta de cuánto vale la pena arriesgar en una
relación amorosa, para obtener un beneficio personal. En esta misma línea, para Bauman la
forma actual de nuestras sociedades de comprender el amor señala la dificultad humana de
establecer vínculos duraderos con otros, ya que ello propone un esfuerzo grande, razón por
la cual “esa conexión no debe estar bien anudada, para que sea posible desatarla
rápidamente cuando las condiciones cambien” (Bauman, 2007, p. 7).
Entonces hay que preguntarse por qué este tema interesa a la filosofía, ya que diferentes
autores en la historia de la filosofía lo han tratado de distintas formas. Además, durante
miles de años, artistas en sus en sus obras han representado este asunto tan recurrente en la
vida de las personas. Grandes obras de la literatura han retratado historias de enamorados.
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Chick-flick es un término utilizado cuando se habla de películas que son altamente emocionales, o que tratan
sobre temas que están basados en las relaciones amorosas de las personas.
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En ello, Badiou ve una manifestación que va más allá del mundo particular, “[l]o que en él
[amor] hay de universal es que todo amor propone una nueva experiencia de verdad sobre
lo que es ser dos y no solamente uno. Así cuando nos enamoramos, comprobamos que el
mundo puede ser visto y experimentado de forma distinta a como lo haría la propia
conciencia individual” (Badiou, 2011, p. 56).
Vemos, entonces, que el amor implica una vivencia compartida del mundo, en la que la
capacidad de apreciación y comprensión que pone en marcha resulta interesante para la
filosofía. Este es del orden de manifestaciones que constituyen una verdad, ya que
sobresalen de la particularidad y crean nuevas realidades. Si retomamos la tradicional
postura de la filosofía acerca de sí misma, esta se entiende como amor a la verdad. La
filosofía ama las verdades. En esa medida nos interesa el amor y este mismo le da sentido a
la filosofía (Badiou, 2011). Tema que retomaremos más adelante.
Una verdad siguiendo a nuestro pensador tiene un soporte material al cual está integrada
inseparablemente. En consecuencia, es en un mundo material en el que una verdad se crea y
manifiesta, es decir ser y ser-ahí son inseparables2. De esta forma, el cómo se manifiesten
las verdades depende del tipo de predicativos en las que se les manifieste. Ante la forma
actual de su manifestación, Badiou señala las dificultades que desfiguran su carácter de
verdad y universalidad.
El amor nace de la pura contingencia, se da sobre el azar, es decir no hay posibilidad de
establecer cuál será su resultado. A pesar de la imposibilidad de cálculo sobre el amor y la
vida, los hombres se sienten abocados a conseguir control sobre cada uno de los aspectos de
su vida. Razón por la cual muchos recurren a ofertas comerciales que prometen encontrar el
amor “ideal”, como las páginas web en las cuales se promocionan encontrar la pareja
perfecta, amor sin azar, diría Badiou. Esto manifiesta las ocasiones en que el amor termina
convertido en un acuerdo en pos de beneficios. Así mismo, hay para quienes el amor se
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Estos términos obedecen a una lectura de corte heideggeriano hecha por Badiou en su primer manifiesto.
Con ello, busca expresar que toda verdad está integrada bajo una misma realidad.
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subsume como la máscara del deseo. En este sentido no resulta más que “una variante del
generalizado hedonismo, una forma más de disfrute” (Badiou, 2011, p. 20).
Si se examina con más detenimiento, el amor puede ser una potencia exclusiva que abra las
individualidades. Razón por la cual, de esta mencionada situación actual del reparto del
amor, Badiou declara retomando a Rimbaud: “Hay que volver a inventar el amor”
(Rimbaud, 1993 p. 59).
3. Acontecimiento
El amor y el arte son dos formas de verdad que guardan una estrecha relación, dado que el
primero se vale de los medios del segundo para expresarse. Al ser el amor una de las
experiencias de mayor conmoción, en ocasiones lleva a eventos trágicos que marcan la vida
de las personas de manera definitiva. De ello ha dado cuenta la literatura con personajes
como Romeo y Julieta, Abelardo y Eloisa, entre otros.
Lo que buscamos resaltar es que para esta comprensión el amor no es un evento de la vida
personal de una pareja cualquiera, sino un acontecimiento que hace parte de la vida de los
amantes. El que exista la necesidad de manifestar de alguna forma sentimientos y que la
humanidad se maraville con ellos, demuestra que es uno de los eventos que sobresale en la
vida de las personas.
Así, el amor no es un evento vulgar en la vida humana, todo lo contrario, es un suceso
importante que sobresale entre otras experiencias. Una vivencia de este tipo es lo que
Badiou llama un acontecimiento. Entendiendo por un acontecimiento el tipo de
experiencias humanas que sobresalen de las demás, al ser una constante en la humanidad y
que además abren un espectro de creación, como lo son: la ciencia, la política, el arte y el
amor mismo. Estos acontecimientos son definidos en un primer momento por el autor en el
Manifiesto por la Filosofía como “procedimientos uniformes reconocibles a distancia y
cuya relación con el pensamiento es invariable” (Badiou, 1990, p. 15). Ellos son
procedimientos, actos de apertura a la creación de lo novedoso. El acontecimiento es en
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esencia una nueva posibilidad, “es algo que hace aparecer cierta posibilidad que era
invisible o incluso impensable. Un acontecimiento no es por sí mismo creación de una
realidad; es creación de una posibilidad, abre una posibilidad” (Badiou, 2013, p. 21).
4. La escena del dos
El acontecimiento amoroso es tan simple que basta con un instante “Usted conoce a
alguien. Resulta que entre usted y ese alguien, se abre una posibilidad inesperada e
imprevista para la existencia personal” (Badiou, 2013, p. 22). Al conocer a una persona se
abre ante nosotros un nuevo universo completamente distinto y complejo. Al darse una
situación tal se inaugura este procedimiento, momento al que siguiendo esta reflexión
denominaremos encuentro. Este entendido como una irrupción tajante en la vida de las
personas, que se da de manera improvista, “El amor se inicia siempre con un encuentro, al
que yo le otorgo la categoría de alguna forma metafísica, de acontecimiento. Es decir, algo
que no entra en la ley inmediata de las cosas.” (Badiou, 2010, p. 42)
Momento muy importante en el procedimiento amoroso, pero sólo marca el inicio, un antes
y un después de estar acompañado. Lamentablemente en su mayoría el arte pone el énfasis
en el encuentro y en él se consume completamente, por ejemplo en Romeo y Julieta. Ello
obedece a una comprensión unitaria en la que el clímax de la realización amorosa está en
que los amantes se encuentren y confluyan en uno solo. Para Badiou este tipo de
compresión se ve porque poner el énfasis en el encuentro supone un nivel de emoción
mayor. Sin embargo, tal comprensión acarrea consigo la dificultad humana de no ser capaz
de asumir la gran cantidad de consecuencias que implica construir la vida junto a otro. Esto
es lo que Badiou denomina un comprensión “fusional” que no reconoce la contingencia, la
multiplicidad del amor o una concepción “superestructural” que reposa en una unidad
superior al procedimiento amoroso. Razón por la cual frecuentemente en arte, el amor alude
al matrimonio, o a la muerte de los amantes.
La gran dificultad en el amor está en la marca reconciliable de la diferencia. El encuentro
que se da entre dos personas completamente distintas es lo que el autor denomina la escena
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del Dos. Esta hace referencia a la nueva experiencia que integran dos personas, en la que a
pesar del encuentro permanecen completamente distintas la una de la otra. Tal escena se da
en una realidad divergente, heterogénea, múltiple. Una vez se da el encuentro surgen
alrededor suyo una variedad de eventualidades que traen nuevos significados. Lo anterior
crea una nueva necesidad: fijar el azar que le rodea, ello por medio de la palabra que al
expresar los sentimientos a la otra persona hace posible fijar este acontecimiento. El acto de
fijar el azar del acontecimiento compromete, pues el nominar suplementa el ser de ese
acontecimiento, con ello al decir: ¡Yo te amo! “[v]oy a declararle lo que me ha pasado, es
decir, lo que me ha pasado a mí y me compromete” (Badiou, 2011, p. 60). El decir “¡yo te
amo!” es una declaración que desde la nulidad del vacío sobre el que se teje el inicio del
acontecimiento, inserta dos posiciones disyuntas. Las involucra porque declarar “¡yo te
amo!” incluye dos pronombres: yo y tú. Una misma preposición incluye dos sujetos a los
que les acontece la misma experiencia. La novedad y eventualidades que traen esta
experiencia, hace que estos individuos sientan la necesidad de sujetar esta eventualidad. Así
que, “Yo te amo” reúne dos pronombres, yo y tú, que son imposibles de unir puesto que
son reenviados a la disyunción” (Badiou, 2002, p. 250).
Nuestro autor nos va a hablar de dos posiciones porque estas posiciones son para él la
forma en la cual es posible representar la diferencia que compone la escena del Dos. Está la
posición hombre y la posición mujer, son posiciones representativas que no tienen nada que
ver con una distinción biológica o social. La diferenciación de estas posiciones se da por la
diferencia subjetiva de las dos personas en la que se teje la experiencia del amor. Esta
separación recibe el nombre de disyunción. El amor siempre está en disyunción, en este hay
dos sujetos y que cada uno experimenta de forma particular y única lo que le adviene del
acontecimiento amoroso, así que: “[t]odo es presentado de tal modo que ninguna
coincidencia es atestiguable entre lo que afecta a una posición y lo que afecta a la otra”
(Badiou, 2002, p. 245).
En conclusión, en el amor siempre se está en expectativa, no se puede saber con certeza la
experiencia del otro y menos lo que advendrá. Con la diferenciación de posiciones lo que
busca resaltar el pensador francés al señalar dos tipos de posiciones es que la disyunción es
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una constante de la que nunca se sale. En ese orden de ideas no hay posibilidad de llegar a
establecer un saber propio del amor. Ante esta comprensión surge una nueva cuestión, sino
se sabe nada del amor, ¿Qué saben los amantes de su experiencia? La respuesta es negativa,
mas existe un punto oscuro que lleva a afirmar que lo único que se sabe es que entre ellos
hay algo, simplemente eso. El punto oscuro se encuentra en intermedio entre los dos
amantes señalando que debe existir un mínimo que los vincule para que se dé un tipo de
relación, en la cual se inserte la apertura del sujeto hacia la exterioridad. Esta apertura
significa salir de las comodidades de la vida personal, a la virtualidad de posibilidades que
existen con la compañía de otro.
Igualmente, este punto oscuro muestra el vacío existente entre las dos posiciones; la
imposibilidad de relación, la no relación. Para explicar este punto, Badiou retoma el
término de no relación sexual del psicoanálisis de Lacan. Tanto para Badiou como para
Lacan el ser está construido sobre el vacío. Siguiendo al psicoanalista francés, el ser es el
agujero en donde está el Otro, el Otro con mayúscula en tanto es el espacio en donde se
depositan las palabras que son los significantes, las formas que tratan de dar sentido a todo
lo exterior, a todo lo Otro. En el encuentro de significantes con el Otro se funda una verdad,
pues aquí la palabra se topa contra el límite de lo que puede llegar a significar a través del
discurso. Este espacio es la base de lo real; la intersección del ser con el pensamiento, es el
pensamiento del ser en una relación de lo que no puede decirse para construir un
conocimiento o un saber y, sin embargo, se sabe que hay algo verdadero.
En la brecha del ser, de lo indecible, posa el deseo, ya que este es el intento de poder
abordar al otro. El intento de abordaje que se da en el deseo confirma la realidad irresoluble
de amor: la disyunción. El deseo es un intento de unirse al otro, pero este otro por más que
se intente abordar, absorber, permanece completamente diferente, único e indescifrable.
Siguiendo a Lacan en la relación sexual, cada uno está complaciendo las voluntades
narcisistas de su cuerpo, reafirmando la forma disyuntiva del amor, encontrándose con el
vacío. Este señala la ausencia de sentido en el sexo, porque el sexo viene a ser el intento de
abordar al ser en tanto tal. El sexo es la aspiración de los sujetos de tejer un vínculo que los
haga uno en el encuentro sexual. Sin embargo, la imposibilidad de no relación marcada en
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el acto sexual viene a imponer una prueba para el acontecimiento amoroso. El acto sexual a
su vez implica un despojo de las estructuras individuales del cuerpo y a su vez es lo que
diferencia radicalmente al amor de la amistad, por eso:
El amor pasa por el deseo como un camello por el ojo de una aguja. Debe pasar por ahí, pero sólo
porque lo vivo de los cuerpos restituye el marcaje material de la disyunción, cuyo vacío interior ha
realizado la declaración de amor. Digamos que no es del mismo cuerpo de lo que tratan el amor y el
deseo, aunque sea, justamente “el mismo”. (Badiou, 2002, p. 252)
Lo anterior, lleva a comprender la fidelidad no como el compromiso entre dos cuerpos, sino
el compromiso ante el acontecimiento. Fidelidad significa asumir las consecuencias de lo
que implica desplegar este acontecimiento. El desplegar el acontecimiento amoroso implica
en esencia trabajo. Este es el tipo de relación que genera el amor, un trabajo mediado por la
diferencia. En suma, si el acontecimiento amoroso se acepta se debe trabajar a partir de esta
diferencia, aceptando las dificultades y tropiezos que implica emprender esta empresa.
5. Amor, filosofía y vida
Entre los cuatro tipos de acontecimiento el amor sobresale por su capacidad de expansión,
ya que en él convergen dos singularidades diferentes que construyen algo más allá de la
propia contingencia de cada uno. Esta actividad de expansión es crucial para la filosofía. La
filosofía es pensamiento que va más allá del mundo circundante de opiniones, es decir
observa procedimientos que crean nuevas realidades, verdades en un mundo. Así mismo
necesita un nivel de trasmisión que sobrepase el nivel del discurso, ya que el pensamiento
se ejerce sobre lo indeterminado, lo indecible: el ser.
En tanto, la filosofía se da en un espacio de apertura del mundo singular a un mundo de lo
excepcional en donde ella logra señalar el surgimiento de verdades, aquel acontecimiento
que rompe con las leyes de un mundo establecido. Este espacio da lugar al pensamiento de
las verdades, y con Sócrates nos recuerda Badiou que la filosofía es “amor a la sabiduría”
(Banquete, de Platón 203D-204C). Así mismo, la filosofía necesita del ámbito de
trasmisión de apertura del amor, en donde el pensamiento no se agote en el discurso y
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señale el quiebre entre un mundo y las verdades. En la misma línea, Platón concibe al amor
como la potencia exclusiva que pone en tránsito las singularidades y las eleva a algo más
allá de sí mismo, que llama Idea. Razón, por la cual Badiou, retomando al filósofo antiguo,
concibe que “el amor como potencia efectiva ve siempre en el otro algo más que su simple
existencia objetiva” (Badiou, 2013, p. 77).
Para esta comprensión, la filosofía es una disciplina sobre el pensamiento que se dirige por
la convicción de que hay verdades, por tanto está anclada en una concepción ontológica. Se
diferencia de otras concepciones del siglo XX que han considerado que la filosofía no es
más que una retórica general, en la que el ser está directamente ligado a los lineamientos
del lenguaje. Situación ante la cual, Badiou pone como estandarte la necesidad de dar una
vuelta a los antiguos, asumiendo así: “vivir en Inmortal como deseaban los antiguos está se
diga lo que se diga al alcance de quien fuere” (Badiou, 2010, p. 20).
Vivir en según la Idea, consiste en vivir asumiendo las consecuencias que trae consigo el
abrazo a un acontecimiento. Por ello, para que un acontecimiento se despliegue en un
mundo, es menester emprender un arduo trabajo que busca salir al paso a las dificultades,
en el que sea viable el despliegue de sus posibilidades en el presente. Este tipo de
construcción recibe el nombre de sujeto fiel, dentro de la comprensión del filósofo francés.
Vemos que el proceso de construcción de un acontecimiento es un proceso de
materialización, por ende, su desarrollo depende del despliegue que le den quienes se
encuentran con él. Ello lleva a que existan dos tipos más de sujetos. En primera instancia
encontramos al sujeto reactivo, quien no asume las consecuencias del acontecimiento,
aunque no busca salir al paso al encuentro con él. En el amor este sujeto corresponde a
quienes buscan un amor seguro, el beneficio ante cualquier riesgo. Por último, encontramos
el sujeto oscuro, aquel que niega completamente el acontecimiento, por ende niega
cualquier tipo de contingencia que traiga consigo novedad, es de tipo mortífero, pues no
permite que se lleve a cabo la realización 'acontecimental', poniendo una superestructura
que anula toda divergencia en la unidad.
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En esa medida, el amor debe mantenerse sobre el impulso de estos dos tipos de sujetos,
rebalsarlos y asumir con el trabajo las consecuencias de desplegar todo aquello que pueda
implicar amar:
para que el sujeto fiel, aquel que deja abierto el riesgo del Dos, no resulte exageradamente
atormentado o derrotado por la acción siempre contemporánea del cuerpo que él orienta, del sujeto
reactivo o del sujeto oscuro. Entre la familia indistinta y los celos mortíferos, el amor debe sostener
la apuesta de su eternidad móvil”. (Badiou, 2010, p. 111)
Con lo anterior podemos dar paso a la conclusión más importante del presente trabajo. Al
finalizar uno de los libros más importantes de su sistema filosófico, Lógicas de los Mundos,
Alain Badiou se ve abocado a responder en el último capítulo la pregunta: ¿Qué es vivir?
Ello corresponde a un sistema filosófico implicado por la existencia de verdades, las cuales
entran a formar parte de un mundo por medio de un trabajo de construcción constante. Este
trabajo de construcción es realizado por los sujetos que habitan ese mundo. De ahí que un
procedimiento de verdad implique el desarrollo de una vida. A su vez una verdad trae a una
vida un conjunto de posibilidades por la cuales es susceptible de ser desplegada, pero si se
asume la vida con radicalidad, la vida debe ser guiada hacia la felicidad, hacia la Idea, vivir
bajo la huella de lo advino. En palabras del autor: “[l]a inducción de tal posibilidad reposa
sobre aquello que en un mundo constituye una huella de lo que adivino bajo la forma de
una disposición fulminante. O sea, la huella de un acontecimiento desvanecido” (Badiou,
2008, p. 557).
Una vez, se vive bajo el signo de la Idea, la vida se transforma; se vuelve una incorporación
de la Idea que abarca cada uno de los aspectos de esa vida, llevando a traspasar los límites
de su propia finitud, una vida atenta a lo que está por venir “[v]ivir es entonces una
incorporación al presente bajo la forma fiel de un sujeto” (Badiou, 2008, p. 558).
La incorporación de una vida a la verdad trae consigo dificultades, que punto a punto deben
superarse, pero la fuerza para superar estas dificultades está en el amor, el cual permite al
sujeto darse paso a construir una nueva realidad. La vida se construye sobre el exceso sobre
lo que está y lo que está por construirse, el quiebre entre lo humano y lo Inhumano. Terreno
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que le incumbe a la filosofía, porque ella es una disciplina de trabajo a partir de la
posibilidad de elevarse con el pensamiento hacia a la verdad, por ello el autor afirma:
Yo ubico efectivamente el heroísmo del lado de la disciplina, única arma tanto de lo Verdadero como
de los pueblos contra la potencia y la riqueza, contra la insignificancia y la disipación del espíritu.
Hace falta aún inventar esta disciplina, coherencia, de un cuerpo subjetivable. Entonces, ya no se
distingue de nuestro deseo de vivir. (Badiou, 2008, p. 565)
Para finalizar hemos de resaltar la disciplina como marca de la diferencia, de aquello que
significa la vida humana extendida en todas sus posibles virtualidades: el llamado a vivir
una vida verdadera una vez se carga de un nuevo sentido. Pero además, el amor da sentido
a una vida, pues da la fuerza necesaria para ser capaz de impulsarse y mantenerse en
construcción ante la diferencia, ante las dificultades, por eso declaramos, siguiendo a
Badiou, de la mano de Sócrates: Quien no comience por el amor no sabe qué es la filosofía
(Badiou, 2010).
Este heroísmo que es la vida comprometida por lo que le representa la Idea es lo que tanto
necesitan nuestras sociedades. Badiou, al inicio de sus manifiestos, levanta la Idea como un
estandarte que se opone a la opinión, el derecho de todos a manifestar su parecer. En ese
sentido cada uno expone un punto de vista y se genera una pluralidad de opiniones, pero no
se genera ninguna apuesta orientada hacia algo en concreto. Es el derecho de todos a sólo
opinar.
Una sociedad así deja de lado la construcción de verdad, en ella se habla de derechos
humanos, pero no existe una apuesta por la vida. El llamado que Badiou hace a una vida
incorporada, atravesada por la Idea, es el llamado a vivir de forma comprometida con el
acontecimiento. El compromiso es la única forma de trasformar la realidad; es la medida
que genera cambio, la forma de hacer que lo que inaparecía entre y transforme las leyes
del mundo. El nivel de compromiso que implica una verdad necesita de una fuerza mayor a
las singularidades del individuo. Esta fuerza es el amor, el único que se eleva sobre las
singularidades para construir algo nuevo. Ante un acontecimiento el individuo amoroso que
se compromete en el cambio de su realidad es el sujeto militante. Un sujeto militante es lo
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que se necesita para que nuestras sociedades trasformen sus realidades. He ahí la
importancia de retomar, a través del amor, las nociones de verdad e Idea, recordando el
sentido originario de la filosofía.
Así finalmente el llamado es a construir desde el amor porque como ya ha demostrado en
especial la historia de nuestras repúblicas latinoamericanas los horrores que se gestan
cuando se gobierna, se construye desde el odio al otro. Desde otra perspectiva es retomar la
voz de Cristo que llama a construir desde el amor sólo que no desde la mismidad del amor
cristiano, que crea igualmente otros monstruos, sino desde el amor a la diferencia: “amar al
otro como a un sí mismo”. Sólo cuando se es capaz de recibir la diferencia se es capaz de
construir en conjunto, construir a partir de los intereses de una comunidad y no de los
intereses particulares de quienes gozan de privilegios. Por eso afirma Badiou que el amor es
la comunidad primigenia.
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Bibliografía
Bibliografía primaria
Badiou, A. (1990). Manifiesto por la filosofía. Madrid: Cátedra.
Badiou, A. (2002). “¿Qué es el amor?”. Condiciones, México D. F: Siglo Veintiuno, pp.
241-259.
Badiou, A. (2008). “¿Qué es vivir? .Lógicas de los mundos: el ser y acontecimiento.
Buenos Aires: Manantial, pp. 557-565.
Badiou, A. (2010). Segundo Manifiesto por la Filosofía. Argentina: Manantial.
Badiou, A. &, Truong, N. (2011). Elogio del amor. Madrid: La esfera de los libros.
Badiou, A. &, Tarby, F. (2013). La filosofía y el acontecimiento. Buenos Aires: Amorrortu
Editores.
Bibliografía secundaria
Badiou, A. (1990). Manifiesto por la filosofía. Madrid: Cátedra.
Bauman, Z. (2007). Amor líquido, Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Buenos
Aires: Fondo de cultura económica.
Platón. (1983). El banquete. Barcelona: Ediciones Orbis, S.A
Rimbaud, A (1993). “Genealogía del deseo”. Una temporada en el infierno. Bogotá: El
Áncora Editores.
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