TEMA 4 ASPECTOS Y CRITERIOS GENERALES DEL PROCESO FORMATIVO DE LOS DISCÍPULOS MISIONEROS Lectura inicial (Hch 9,1-9) Entre tanto, Saulo, que seguía amenazando de muerte a los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas de presentación para las sinagogas de Damasco, con el fin de llevar encadenados a Jerusalén a todos los que encontrara, hombres o mujeres, que siguieran el camino de Jesús. Cuando estaba ya cerca de Damasco, de repente lo envolvió un resplandor del cielo, cayó a tierra y oyó una voz que decía: —Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues? Saulo preguntó: — ¿Quién eres, Señor? La voz respondió: —Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate, entra en la ciudad y allí te dirán lo que debes hacer. Los hombres que lo acompañaban se detuvieron espantados; oían la voz, pero no veían nada; así que lo tomaron de la mano y lo introdujeron a Damasco, donde estuvo tres días sin ver y sin comer ni beber. Objetivo particular Reflexionar sobre la responsabilidad que implica ser discípulo misionero en un continente como el nuestro. Profundizar en el proceso de la toma de conciencia de permanecer fieles al llamado-vocación que Jesús nos ha hecho. Canto de entrada sugerido: “Alma misionera” Desarrollo del tema Ser discípulos misioneros en América Latina y El Caribe exige una gran responsabilidad. En primera requiere una sensibilidad y capacidad de discernimiento para poder descifrar los procesos sociales, culturales y hasta políticos por los que atraviesa la sociedad en la que nos encontremos insertos. Exige también una gran fidelidad a la vocación cristiana a la que hemos sido llamados, pues podría ser relativamente fácil desviar el rumbo de nuestro modo de responder al llamado que Jesús nos ha hecho. Por último, ser discípulo misionero en América Latina y el Caribe exige una formación sólida y permanente que nos ayude a saber descifrar los signos de los tiempos desde los cuales daremos el seguimiento a Jesús quien es el modelo a seguir porque sólo Él se nos ha presentado como el Camino, la Verdad y la Vida. 4.1. La formación de los discípulos misioneros es kerygmática, integral y atenta a diversas dimensiones. Pero, ¿cómo sabemos que nuestra formación de discípulos misioneros está marchando bien? Bueno, en primer lugar, debemos tener confianza en nuestros Pastores, que son nuestros Obispos, Sacerdotes, Religiosos, Religiosas y Diáconos, que son personas muy preparadas que ya han recorrido una gran parte del camino que busca seguir a Cristo Jesús. Ellos siempre están dispuestos a acompañarnos en nuestros primeros pasos en la fe, para que no tropecemos o nos vayamos a ir por un camino equivocado. Y, en segundo lugar, debemos darnos cuenta de que nuestros Obispos nos dan una gran orientación en el Documento conclusivo de Aparecida para saber si nuestro proceso formativo como discípulos misioneros marcha bien. «Integral» quiere decir que debe incluir todos los aspectos de la vida de un ser humano (físico, mental, espiritual, intelectual, afectivo, etc.), no nada más unos cuantos. «Kerygmática» es cuando tiene la fuerza del primer anuncio de la Buena Nueva, es decir, la fuerza del Espíritu y la Palabra que contagia a las personas y las lleva a escuchar a Jesucristo, a creer en Él como su Salvador, a reconocerlo como quien da pleno significado a su vida y a seguir sus pasos” (DA 279). Debe ser atenta a dimensiones diversas. Esto quiere decir que tiene que acompañarnos en todas las áreas o dimensiones en que nos desenvolvemos en la vida diaria. Nuestros Obispos nos señalan cuatro dimensiones: a) La Dimensión Humana y Comunitaria, b) la Dimensión Espiritual, c) la Dimensión Intelectual y d) la Dimensión Pastoral y Misionera. (cf. DA 280) ¿Te has dado cuenta de que en nuestras vidas siempre usamos estas dimensiones en distintos momentos y lugares?, Y a veces no sólo usamos una u otra solamente, sino hasta dos o tres o hasta las cuatro al mismo tiempo. Bueno, pues nuestra formación como discípulos misioneros debe repercutir en todas estas dimensiones de nuestra vida diaria. 4.2. Una formación personal, respetuosa de los procesos y que acompaña a los discípulos misioneros Lo que no se ha de perder de vista en esta sección es el énfasis en la persona y en el tipo de formación que con ella ha de propiciarse. Ha de buscarse en la Diócesis un proyecto orgánico de formación, que tenga en cuenta todas las fuerzas vivas de la Iglesia particular, con la finalidad de que se ofrezca la visión de conjunto así como la convergencia de las diversas iniciativas. El Obispo es quien debe cumplir con su tarea de supervisar dichos procesos integrales. Debe ser respetuosa de lo procesos. Llegar a la vida nueva en Jesucristo requiere de mucho esfuerzo y de un largo camino. Pero debemos hacer ese camino con orden, con cuidado, sin adelantarnos, apresurarnos o brincarnos etapas, pues, de lo contrario, podemos tropezar o fatigarnos antes de llegar a la meta59. Los criterios sobre los cuales decidirán los Obispos son los siguientes: que la formación sea aquella que contemple el acompañamiento de los discípulos y una formación que esté consolidada en la espiritualidad de la acción misionera. Debe contemplar el acompañamiento de los discípulos. Nadie se forma como discípulo misionero a sí mismo, solito, aislado y separado de los demás; este largo camino debe realizarse en compañía de otros y también con la ayuda de otros. Los más capacitados para guiarnos son nuestros Obispos, los Presbíteros, los Diáconos, los Consagrados y los Laicos que se han preparado para esta función tan especial60. 4.3. Formándose en una espiritualidad de la acción misionera Nuestra formación como discípulos misioneros debe enseñarnos a escuchar al Espíritu Santo, a obedecerlo y a ser dóciles a Él. De esta manera, somos impulsados a llevar a cabo en la práctica todo lo que hemos aprendido. Todo “discípulo misionero, movido por el impulso y el ardor proveniente del Espíritu, aprende a expresarlo en el trabajo, en el diálogo, en el servicio, en la misión cotidiana”61. ¿Sabías que todos los que somos bautizados estamos llamados a participar de la vida y de la gloria de Dios Padre? Se nos dice que, Israel, el pueblo de donde era Jesucristo, cada vez que buscó a Dios lo encontró, vivía unido a Él, en comunión, así, participaba de la verdad, de su vida y de su santidad62. Sabemos que Dios nos ha hablado por medio de su Hijo Jesucristo, y “Dios, que es Santo y nos ama, nos llama por medio de Jesús a ser santos (cf. Ef 1,4s)”63. Jesús nos llama para que nos encontremos con Él; para que convivamos con Él, pues Él es quien nos elige para que estemos cerca de Él, aprendiendo y después enviarnos a predicar64. ¿A ti no te gustaría ser parte de los discípulos de Jesús y participar en su misión? ¿No te gustaría ser amigo de Jesús, que anuncie en su colonia, en su escuela, y por qué no, en otros países, el amor que Dios nos tiene? Jesús sigue llamando, quiere discípulos misioneros que quieran ser como Él, que anuncien el Reino de Dios, en todos los rincones del mundo. Por eso, querido amigo, al participar en esta misión evangelizadora, el discípulo misionero camina hacia la santidad. ¿Ven amigos?, ¡qué fácil se puede lograr la santidad!; la santidad no es una fuga hacia adentro de nosotros mismos o hacía el individualismo religioso, hacia un mundo exclusivamente espiritual, sino que es una invitación a actuar ante los problemas que hoy se nos presentan en la realidad65. Amigos, Jesús nos invita a anunciar su Evangelio siendo santos discípulos misioneros. ¿Cómo hacernos más fácil el camino? ¿A quién acudir? Amigos y amigas, tal vez han escuchado cómo Jesús, cuando empezó a predicar el Reino de Dios, fue conducido por el Espíritu Santo al desierto para prepararse a su misión (cf. Mc 1,12s), oró y ayunó mucho para comprender lo que su Padre quería. Ese mismo Espíritu acompañó a Jesús durante toda su vida (cf. Hch 10,38). Y cuando resucitó, Jesús comunicó su Espíritu vivificador a los suyos66. Este Espíritu ha acompañado también a nuestra Iglesia. Es este Espíritu que dentro de la Iglesia forja misioneros decididos y valientes como los apóstoles Pedro (cf. Hch 4,13) y Pablo (cf. Hch 13,9) que señala los lugares que deben ser evangelizados y elige a quiénes deben hacerlo (cf. Hch 13,2). El Espíritu Santo, que actúa en Jesucristo, es también enviado a todos nosotros en cuanto miembros de la comunidad, porque su acción no se limita al ámbito individual, sino que abre siempre a las comunidades a la tarea misionera, así como ocurrió en Pentecostés (cf. Hch 2,1-13)67. Así como Jesús invitó a sus apóstoles a ser sus discípulos misioneros enviándoles a su Espíritu, así hoy te invita a ti también; te ha escogido para que anuncies su Palabra sabiendo que no estás solo, que es su Espíritu quien te guía y te anima, como a todos los que hemos escogido ser sus discípulos misioneros. Amigo, ten en cuenta que estás llamado a proclamar el Reino de Dios como lo hizo Jesús. Su Espíritu es quien nos impulsa desde nuestra Iglesia a seguir adelante, como santos misioneros dispuestos a todo por llevar a los hombre el mensaje de que somos amados por Dios y de que hay una nueva forma de vida en Jesús. Deja animarte por el Espíritu Santo, quien es el protagonista de la misión, y cree realmente que somos llamados a ser discípulos misioneros de Jesucristo, discípulos misioneros llamados a ser santos en medio de este mundo. Debemos “dar testimonio de lucha por la justicia, por la paz y el bien común, algunas veces llegando a entregar la propia vida, en todos los acontecimientos de la vida de nuestros pueblos, que nos invitan a buscar un mundo más justo y más fraterno, en toda la realidad humana, cuyos límites a veces nos duelen y agobian”68. Mis anotaciones Dinámica de reflexión 1. ¿Qué implica ser discípulos misioneros en América Latina y El Caribe? ¿Por qué se dice que exige una gran responsabilidad? 2. ¿Por qué la formación de los discípulos misioneros debe ser integral y atenta a diversas dimensiones? 3. ¿De qué modo nuestros Obispos, Presbíteros, Diáconos y Consagrados pueden acompañarnos en el proceso de llegar a la vida nueva en Jesucristo? 4. ¿De qué modo podemos ser fieles a la vocación de proclamar el Reino de Dios como lo hizo Jesús? ¿Cómo ser dóciles al Espíritu Santo quien nos impulsa desde nuestra Iglesia a seguir adelante, como santos misioneros dispuestos? Dinámica de aprovechamiento Para completar este ejercicio sigue el orden de los números. La flecha indica dónde inicia la palabra a encontrar. 1. Al tener la fuerza del primer anuncio de la Buena Nueva se dice que la formación de los discípulos misioneros es… 2. Es una característica necesaria de la formación que toma en cuenta todos los aspectos de la vida del discípulo. 3. Características de la formación que acompaña todas las áreas de la vida diaria del misionero. 4. Es otra forma de nombrar las áreas de la vida del misionero. 5. Es la primera área que ha de abarcar la formación. 6. Es el lugar donde se da el proceso de formación. 7. Es el área que está orientada a la preparación académica del discípulo. 8. En esta área el discípulo desarrolla su actividad. 9. Es el enfoque que ha de tener esta formación. 10. Es quien impulsa la espiritualidad y la acción misionera del discípulo. 5▼ 6▼ 10▼ 1▼ 8► 2► 3► 9► 4► 7▲ Canto de salida sugerido: “Sube a la barca” Oración final Padre de bondad, ahora sabemos mejor que tu presencia ha sido continua en la historia. Que Jesús, tu Hijo y Hermano nuestro, invitó a sus apóstoles a ser sus discípulos misioneros enviándoles al Espíritu Santo. Sabemos, también que por esta misma dinámica relacional, hoy nos invitas también a cada uno de nosotros a continuar esta tarea. Agradecemos que nos hayas escogido y nos estés formando para anunciar tu Palabra. Sabemos que en esta tarea no nos dejas solos, porque es tu Espíritu quien nos guía y nos anima del mismo modo que lo ha hecho a lo largo de toda la historia. Gracias por la vocación de ser proclamadores del Reino de Dios, te pedimos valentía y fidelidad para que lo hagamos de la misma manera como lo hizo Jesús. Te agradecemos a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos, Amén.