En lucha Qué piensa En lucha Septiembre 2004 3 Nuevo talante, viejas políticas La victoria del PSOE, el 14 de marzo, y la posterior retirada de las tropas españolas de Irak fueron recibidas con satisfacción entre la gente de izquierdas, especialmente porque se había terminado con el gobierno del PP y con su política militarista. El PSOE, entonces, anunció que daría marcha atrás a varios proyectos del PP que habían levantado una enorme oposición, como el Plan Hidrológico Nacional o la Ley de Calidad. Incluso aprobó la Ley contra la violencia a las mujeres que, a pesar de sus carencias, se vio como un paso adelante. Aunque tras seis meses de Gobierno los aspectos negativos se empiezan a hacer evidentes. El envío, que ya ha empezado, de 1.024 soldados a Afganistán, muestra las limitaciones del pacifismo del PSOE. La ocupación en este país no presenta un carácter distinto al de Irak. El envío de tropas sólo servirá de tapadera del control del país a manos de las potencias occidentales, especialmente de EEUU, bajo una fachada de cooperación multilateral. En la Comisión del 11-M, que supuestamente tenía que esclarecer la manipulación de la información respecto a los atentados, el PSOE parece haber firmado con el PP un pacto de no agresión. Ante la repetición metódica de mentiras por parte de los populares el PSOE ha respondido con una indignación retórica, evitando buscar las responsabilidades políticas del PP. Pero no sólo amparan al PP, sino que en otros casos siguen, con un nuevo talante, la misma línea. Respecto a la cuestión nacional, el PSOE ya ha rechazado el Plan Ibarretxe y se opone a reformas estatutarias que “alteren el repartimiento de competencias” que marca la Constitución. El modelo de estado seguirá siendo “un gobierno central y fuerte” en palabras de Ramón Jáuregui, portavoz del PSOE en la comisión constitucional. En política migratoria, una de las primeras intervenciones del PSOE fue el desalojo de los inmigrantes que se encerraron en la catedral de Barcelona pidiendo una regularización extraordinaria. La reciente propuesta de normalización que ha anunciado el Gobierno flaquea al dejar la responsabilidad de la regularización en manos de los mismos empresarios que tienen a inmigrantes trabajando ilegalmente. Aunque esta vía puede abrir las puertas a que miles de inmigrantes puedan acceder a permisos de residencia, no representa un absoluto una nueva política de inmigración respecto a la trazada por el PP. La propuesta no hace referencia a las personas inmigrantes que trabajan a nivel doméstico ni a los que no cuentan con ningún tipo de trabajo. Se continúa tratando la inmigración con límites y cupos, dejando a centenares de miles de personas en situación irregular abocadas a la marginalidad e indefensión. El balance de medio año de Gobierno del PSOE empieza a ser contradictorio. Debemos entender que las políticas más progresistas que ha impulsado el PSOE no se hubieran conseguido sin las movilizaciones que se hicieron contra las políticas del PP. No podemos confiar, sin más, en que el PSOE vaya a romper en lo fundamental con la política económica y de recortes sociales de la derecha. Las legislaturas anteriores a 1996 y la aceptación de la nueva Constitución europea de corte neoliberal deben servir de aviso. El PSOE difiere del PP en su discurso y en su base de izquierdas. Pero esto no tendrá una significación práctica si no existe una presión en las calles. Los iraquíes tienen derecho a defenderse de la ocupación. Resistencia en Irak: Su victoria es nuestra victoria La resistencia en Irak está poniendo difíciles las cosas al nuevo Gobierno de Ayad Alaui y a las fuerzas de ocupación. La conferencia nacional que este Gobierno organizó durante el mes de agosto fue un fracaso. La lucha de los milicianos en Nayaf, atrincherados en la mezquita del imán Alí, se ha convertido en la punta de lanza de una resistencia popular cada vez más extensa. Nayaf es una ciudad de referencia, como lo fue también Faluya hace unos meses. Pero la resistencia se ha extendido a varias ciudades del sur del país, e incluso en grandes ciudades como Bagdad donde las protestas son cada vez más intensas. El compromiso del nuevo Gobierno iraquí con los intereses de EEUU ha creado un recelo generalizado a nivel social, así como un mayor convencimiento de que la paz sólo será posible con la derrota del imperialismo. Esta derrota del imperialismo en Irak sería una victoria para el pueblo iraquí y para todos. El imperialismo en apuros Los sabotajes constantes a los oleoductos, por parte de la resistencia, están impidiendo que las empresas que apoyaron la guerra saquen ahora sus beneficios. Pero estas acciones no sólo afectan a las empresas que han decidido invertir en la ocupación, sino a la economía global en su conjunto. Aunque de momento ésta ha podido responder a la subida del precio del petróleo, la prolongación de la inflación de los precios, a escala mundial, podría colo- car al capitalismo en apuros. En el plano político, la crisis de legitimidad de Bush sigue en aumento. Aunque el ejército norteamericano tiene la capacidad de pulverizar ciertos focos de resistencia como hicieron frente a la Ofensiva Tet en 1968, cuando arrasó por completo ciudades enteras de Vietnam del Sur, hacer eso de forma generalizada podría comportarle efectos inesperados. Podría provocar una reacción más contundente y masiva por parte de la resistencia, igual que pasó en Vietnam después del Tet, y el descalabro político de Bush en su aspiración a ganar, esta vez de verdad, las elecciones presidenciales de EEUU. Continuar luchando El movimiento antiguerra ha sido capaz de desafiar masivamente los intereses del imperialismo. Este desafío ha intensificado las contradicciones del capitalismo neoliberal, cuya crisis tuvo un primer punto de inflexión en la crisis del Sudeste asiático en 1997, después con las movilizaciones de Seattle contra la OMC en 1999, y más tarde con la internacionalización del movimiento anticapitalista. La idea de que la guerra en Irak ha terminado da a la ocupación una legitimidad que debemos combatir. Como movimiento, debemos seguir planteando la movilización en base a una agenda común global. En el Estado español, el movimiento antiguerra se ha convertido en un modelo internacional. Es nuestra tarea la de seguir luchando. Ésta es la mejor forma de expresar nuestra solidaridad con el pueblo iraquí. Contra el racismo, la guerra y las privatizaciones III Foro Social Europeo, Londres 14-17 octubre Para más información sobre cómo viajar hasta el FSE ver página 10. Del 14 al 17 de octubre va a tener lugar el tercer Foro Social Europeo. Este año, tras de pasar por Florencia y París, va a celebrarse en el corazón del neoliberalismo europeo: Londres. La situación política en Gran Bretaña, la resume claramente Dave Prentis, secretario general del sindicato Unison cuando habla de “divisiones en el Partido Laborista y en el país, particularmente por nuestra temeraria participación en Irak y por la privatización de nuestros servicios públicos que están radicalizando a los trabajadores británicos.” El movimiento antiguerra, uno de los más fuertes de Europa, y las crecientes huelgas sectoriales por todo el país —bomberos, trabajadores de los ferrocarriles, enfermeras…— hacen prever que el próximo FSE será uno de los más radicales y unitarios que se haya realizado hasta ahora. Los sindicalistas británicos más combativos están haciendo un llamamiento a los trabajadores afectados por los recortes salariales a participar en el Foro Social Europeo en busca de una alternativa a las privatizaciones y se han implicado, plenamente, en el comité organizador del FSE. La coalición Stop the War, que ha organizado las mayores manifestaciones de la historia británi- ca, también va a estar presente y ha secundado la gran manifestación antiguerra que finalizará el FSE el 17 de octubre. De la misma forma se están implicando en el proceso previo al FSE grupos antirracistas, la comunidad musulmana, redes feministas, ONGs y colectivos de todo tipo. Este ambiente de unidad sin duda debe romper con cualquier indicio de pesimismo respecto al FSE y debe favorecer el lanzamiento de nuevas fechas de movilización internacional, como en su día fue el 15 de febrero, y nuevas campañas que ayuden al desarrollo del movimiento anticapitalista.