Crucemos a la otra orilla - Agencia Informativa Católica Argentina

Anuncio
Carta Pastoral
“CRUCEMOS A LA OTRA ORILLA” (Mc. 4,35)
de
Monseñor Luis H. Villalba
Arzobispo de Tucumán
17 de febrero de 2010
Introducción
1. UN CAMINAR JUNTOS DESDE EL 2004 HASTA EL 2016
En el proceso de nuestro Plan Arquidiocesano de Pastoral hemos
terminado una etapa, que ha durado seis años. Queremos, ahora, dedicar este
año a revisar el camino recorrido y a planificar la próxima etapa para el sexenio
2010-2016.
La pastoral es un proceso que tiene fases,
etapas; tiene un desarrollo. La evangelización es una
Un camino pastoral
realidad que se va dando progresivamente. Entonces
recorrido juntos
lo que queremos es iniciar una nueva etapa de
nuestro Plan Arquidiocesano de Pastoral, sabiendo
2004 al 2009: Plan
que su contenido permanece vigente1.
El trabajo que realizaremos en 2010 se inscribe
Arquidiocesano de
en el contexto espiritual del Año Eucarístico. Ambos
Pastoral.
acontecimientos están estrechamente vinculados.
Este año eucarístico debe proporcionarnos un 2010: Ano Eucarístico.
movimiento espiritual de renovación espiritual y
pastoral.
La Eucaristía nos permitirá vivir una fuerte 2010 – 2016: A estos
experiencia de comunión eclesial en la oración, en la años los planificaremos
en el 2010
convivencia fraterna, en el diálogo y en la comunión
de todo lo que somos y tenemos, para contribuir a
que nuestro Iglesia en Tucumán tome resueltamente el camino misionero de la
evangelización, respondiendo, siempre contando con la gracia de Dios, a las
necesidades pastorales en las presentes circunstancias de nuestro pueblo.
La misión nace de la Eucaristía.
Al romper Jesús el Pan en aquel atardecer de la primera Pascua, los
discípulos de Emaús abrieron el corazón, lo reconocieron y retornaron llenos de
alegría a Jerusalén.
En la Pascua de Cristo, celebrada y revivida en la Eucaristía, está toda la
fuerza que atrae al mundo. La Eucaristía es la que plasma toda comunidad
cristiana.
La Eucaristía es la fuerza para la misión.
A la Eucaristía llegan los hombres que fueron alcanzados por la misión.
2. EL RELATO DE LOS DISCÍPULOS DE EMAÚS ES NUESTRO PARADIGMA
Ver Plan Arquidiocesano de Pastoral “Navega mar adentro y echen las redes” 2004-2009 (=Libro
Azul).
1
Hemos
articulado
nuestro
Plan
Arquidiocesano de Pastoral siguiendo el
¿Qué es un paradigma?
relato de los discípulos de Emaús (ver Lc.
24,13-35). Los discípulos de Emaús
Es un modelo, un esquema, un
reconocen al Señor al partir el Pan. En ese
momento se abrieron sus ojos y se decían: ejemplo, también un marco teórico,
un cuadro de valores, una idea a
“¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras
aplicar, un patrón de medida.
nos hablaba en el camino y nos explicaba
las Escrituras?” (25,32). Entonces regresan
corriendo a Jerusalén para anunciar que
El encuentro de Jesús Resucitado
Jesús ha resucitado y está vivo.
con los discípulos de Emaús tuvo
En el acontecimiento de Emaús veo
valor de paradigma para la Iglesia
un icono del camino que nuestra Iglesia ha
primitiva, y así está en el evangelio
recorrido y debe recorrer todavía.
de Lucas, porque muestra las
El compromiso misionero de nuestra
actitudes y gestos del cristiano en
iglesia diocesana nace de este encuentro
con el Señor: de la escucha de su Palabra, el camino que nuestra Iglesia, la de
todos los siglos, ha recorrido y
de la oración y de la Eucaristía.
debe recorrer todavía.
Por eso el año Eucarístico debe ser
el clima espiritual para realizar nuestro
trabajo. De la dimensión contemplativa, del
silencio delante del Santísimo, debe surgir la fuerza interior que nos lance a la
misión. El encuentro con el Señor en la Palabra y en la Eucaristía será lo que nos
lleve a ser testigos del Resucitado ante todos los hombres, ante todos los pueblos.
Ahora estamos en el momento de actualizar nuestro Plan Arquidiocesano
de Pastoral.
Recordemos el objetivo de nuestro Plan Arquidiocesano de Pastoral:
Que todas las comunidades y todos sus componentes se
integren en una GRAN MISIÓN ARQUIDIOCESANA
para impulsar la NUEVA EVANGELIZACIÓN
Ahora perseguimos idéntico objetivo: alentar y sostener una orgánica y
vigorosa evangelización misionera.
3. UN CAMINO INSPIRADO POR EL GRAN PAPA JUAN PABLO II
Venimos recorriendo un camino pastoral que se inspira en la Carta
Apostólica Novo Millennio Ineunte. En ella Papa Juan Pablo II exhorta
“ardientemente a los Pastores de las Iglesias particulares a que, ayudados por la
participación de los diversos sectores del Pueblo de Dios, señalen las etapas del
camino futuro, sintonizando las opciones de cada Comunidad diocesana con las
de las Iglesias colindantes y con las de la Iglesia universal” (nº 4).
También nos convoca a esta tarea el Episcopado Argentino al proponernos,
en Navega Mar Adentro, orientar “una nueva etapa en la evangelización de la
Argentina mediante una acción pastoral más orgánica, renovada y eficaz,
procurando que todo miembro del pueblo de Dios, toda comunidad cristiana, todo
decanato, parroquia asociación o movimiento, se inserten activamente en la
pastoral orgánica de cada Diócesis” (nº 2).
La Providencia de Dios quiso que este camino que venimos haciendo como
Iglesia de Tucumán sea confirmado por la V Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano y del Caribe, que tuvo lugar en el 2007 en Aparecida, Brasil.
En el Documento de Aparecida nos encontramos totalmente identificados
y confirmados en nuestro camino pastoral. Veámoslo concretamente:
 “Nos reunimos en Aparecida... como pastores que
queremos
seguir
impulsando
la
acción
evangelizadora de la Iglesia” (nº 1).
 “Hoy, toda la Iglesia de América Latina y El Caribe
quiere ponerse en estado de misión” (nº 213).
 “Esta firme decisión misionera debe impregnar todas
las estructuras eclesiales y todos los planes
pastorales de diócesis, parroquias, comunidades
religiosas, movimientos y de cualquier institución de
la Iglesia” (nº 365).
Vemos así que Aparecida nos convoca a una Misión que “debe impregnar
todas las estructuras eclesiales y todos los planes pastorales de diócesis,
parroquias, comunidades religiosas, movimientos y de cualquier institución
de la Iglesia” (nº 365). Esta Misión, como nos pide el Papa Benedicto XVI, debe
convocar a todos los miembros de la Iglesia: “sacerdotes, religiosos,
religiosas y laicos” (nº 550).
Podemos decir que hay un espíritu y un lenguaje común en Navega Mar
Adentro y en el Documento de Aparecida que coincide, en lo fundamental, con
nuestro Plan Arquidiocesano de Pastoral. Es que estos textos: uno a nivel
continental, otro a nivel nacional y el nuestro, a nivel diocesano, se ubican dentro
de un mismo clima eclesial y pastoral y tienen como fuente el documento Novo
Millennio Ineunte, del Papa Juan Pablo II.
4. DESTINATARIOS DE ESTA CARTA
Los agentes de pastoral son los primeros destinatarios de esta Carta
pastoral.
Es un instrumento para la reflexión y el diálogo y un medio para tomar
conciencia y asumir el compromiso apostólico y misionero que nace con nuestro
propio bautismo.
Les propongo algunas indicaciones sobre el modo de utilizar esta Carta:

Pido a los párrocos, a los superiores y superioras de
comunidades de vida consagrada, a los directivos de los
institutos educativos católicos, a los responsables
arquidiocesanos de instituciones, movimientos y áreas
pastorales, etc. que arbitren todos los medios posibles para
que esta carta llegue a sus destinatarios.

Les ruego que el Primer Domingo de Cuaresma se reparta a
los fieles a la salida de todas las Misas de las parroquias,
iglesias y capillas.

Esta carta se deberá adaptar a los destinatarios, porque
ellos son diferentes. Las diversidades se dan en las edades,
en los niveles de formación, en la madurez espiritual, en el
compromiso eclesial, etc.
Por esta última razón se hace necesario adaptar el contenido de esta Carta
Pastoral a cada Comunidad y a cada grupo en particular. Este trabajo de
mediación entre la Carta y los destinatarios concretos es imprescindible.
En la Parroquia, esta tarea deberá hacerla el Párroco, con la colaboración
del Consejo Pastoral.
En los establecimientos educativos, esta labor la realizará el Equipo o
Departamento de docentes de religión.
Por último los animadores, coordinadores o catequistas de cada grupo,
darán la forma final concreta a esta propuesta de trabajo. Por lo mismo exige, de
parte de ellos, una preparación previa donde estudien y recen el contenido, y
planifiquen convenientemente el encuentro.
5. METODOLOGÍA DE TRABAJO
Este material está preparado para ser desarrollado en ocho reuniones a lo
largo del año 2010.
Marzo:
Abril:
Mayo:
Junio:
Julio:
Agosto:
Septiembre:
Octubre:
Introducción y Cap. I: Alentar un estilo misionero en la pastoral
orgánica, en especial desde la Parroquia.
Cap. II: Hacia un modelo de pastoral renovada: “CRUZAR A LA
OTRA ORILLA”.
Cap. III: Una evangelización misionera.
Cap. IV: La conversión pastoral.
Cap. V: Alentar un estilo misionero en la pastoral orgánica.
Cap. VI: El estilo de vida evangélico.
Cap. VII: Priorizar una pastoral misionera desde la catequesis.
Cap. VIII: La catequesis ocasional – Conclusión.
Es importante trabajar esta Carta comunitariamente. Este trabajo grupal
tiene que ser un “itinerario eclesial”, de formación y de oración que sigua el ritmo
del Plan Arquidiocesano de Pastoral.
Sugiero un estilo dialogal, en el que cada integrante del grupo participe,
intercambie ideas y pueda celebrar su fe.







Los sacerdotes del presbiterio arquidiocesano dedicarán
algún tiempo de las reuniones del Clero en Belén, o por
Decanato, para reflexionar sobre los temas propuestos.
Los Diáconos pueden hacerlo en sus reuniones ordinarias.
Las consagradas pueden hacerlo en sus comunidades y en
algún encuentro organizado por la CONFAR.
En las parroquias y sus capillas se reflexionará sobre esta
Carta en las reuniones ordinarias de los diversos grupos, por
ej., catequistas, Cáritas, pastoral de la salud, pastoral
vocacional, jóvenes, matrimonios, familias, ministros
extraordinarios de la comunión, Acción Católica, Liga de
Madres,
Movimiento
Familiar
Cristiano,
Encuentro
Matrimonial, Cursillos de Cristiandad, etc.
Los miembros de instituciones, movimientos, asociaciones,
etc. podrán dedicar algún momento de sus reuniones
ordinarias para profundizar el contenido de esta carta.
En los establecimientos educativos la reflexión se hará
dentro de la enseñanza religiosa escolar.
En los establecimientos educativos católicos el estudio y
reflexión se realizará en los diferentes estamentos de cada
institución: docentes, administrativos, auxiliares, padres de
alumnos, exalumnos, etc., y se procurará integrar el
contenido de esta Carta en la programación de cada uno de
los espacios curriculares.
Para cada uno de los ocho temas sugiero seguir los siguientes pasos:







El estilo de cada Encuentro debe ser el de una reunión de
oración.
Hay que disponerse a la escucha con una actitud de
recogimiento.
Se comienza con una oración comunitaria.
Se lee la palabra del Arzobispo, de acuerdo al capítulo
correspondiente.
Se leen los textos bíblicos citados.
Se comenta y reflexiona entre todos. Lo importante es
dialogar con sinceridad y fraternidad.
Se termina con una oración.
Capítulo Primero
Alentar un estilo misionero en la pastoral orgánica, en
especial desde la Parroquia
Mucho de lo que aquí digo ya lo he escrito en otras oportunidades. Pero me
parece que es mi deber retomar algunos temas, volver sobre ellos, porque quizás
no han sido entendido del todo y por todos.
Ahora quiero acercarme a la parroquia.
El propósito es proporcionar a los agentes pastorales de las parroquias
(sacerdotes, consagrados, consagradas y laicos) un instrumento que les permita
reflexionar, revisar y decidir sobre cauces y acciones para una pastoral misionera.
No se trata de hacer una misión, sino de tener una pastoral misionera.
Lo que aquí presentamos son sugerencias que deberán ser enriquecidas
por los cristianos de cada parroquia: son ellos los que asumen
corresponsablemente la tarea de revitalizarla y convertirla en misionera.
1. LA PARROQUIA, COMUNIDAD CERCANA
La parroquia es la Iglesia entre la gente; es la Iglesia vecina a la gente; es
la Iglesia que vive entre las casas de sus hijos; es la presencia de la Iglesia en el
barrio. Parroquia significa Iglesia en la vida cotidiana, junto a las casas.
La parroquia no es entonces una Iglesia de elites, para algunos afortunados
o que tienen dotes especiales. La parroquia es una iglesia accesible a todos,
capaz de dialogar con toda la gente, que vive la experiencia de la gente.
Éste es el programa pastoral de toda parroquia. Es lo que debe conducir el
compromiso de los sacerdotes, de los laicos, de los consagrados, de los diversos
grupos y movimientos, de los consejos pastorales, de todos los agentes de
pastoral: cada uno según su don de gracia.
La comunidad parroquial no debe realizar encuentros sólo con los "propios".
Debe abrirse a todos. Realizar encuentros con la gente del barrio. Debe mantener
un diálogo con las diversas realidades sociales y culturales.
Parroquia, iglesia entre la gente, significa Iglesia vecina a las casas, a las
familias, a los esposos; a los niños y a los jóvenes, integrándolos en sus grupos; a
los ancianos; a los enfermos, con la pastoral del alivio y con el sacramento de los
enfermos; vecina a los pecadores con el sacramento de la penitencia; vecina a
todos los cristianos con la Misa dominical y el sacramento de la Eucaristía; vecina
a los que nacen, con el sacramento del Bautismo; vecina a los pobres, con la
atención de Cáritas; vecina a los vecinos, visitándolos en sus casas con los
misioneros parroquiales. Parroquia vecina a los geriátricos y a los clubes. Vecina a
las sociedades de fomento y a los Centros de Jubilados. Vecina a los talleres y a
las fábricas. Vecina a las escuelas y a la feria de su barrio.
La parroquia debe recuperar la fiesta patronal como la fiesta del barrio.
2. LA PARROQUIA, COMUNIDAD DE SANTIDAD POPULAR
En el capítulo 21 del Evangelio de San Juan se relata la pesca milagrosa.
Señalo el versículo que dice: "Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra,
llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la
red no se rompió" (Jn. 21,11).
Los "ciento cincuenta y tres peces" son un signo de plenitud, de totalidad. Y
se dice que la red no se rompió. Esto significa que la iglesia es capaz de abrazar a
todos, que tiene lugar para todos. La Iglesia no es una red hecha para un pequeño
grupo, es una iglesia capaz de abrazar a toda la gente y a todas las categorías de
personas. Esto es bueno recordarlo siempre.
Ha sucedido en la historia de la Iglesia que muchos cristianos, de frente a la
sublimidad de los preceptos evangélicos, estuvieron tentados de construir una
iglesia para algunos grupos especiales. Ponían ciertas exigencias, sin las cuales la
gente no era admitida. Se pedía una formación especial, un compromiso de vida.
Sin duda, detrás de esta actitud está la buena voluntad de expresar la altura y la
grandeza de la Iglesia de Cristo. Pero la imagen de la red nos muestra una Iglesia
que, sin quitar nada de las exigencias del Evangelio, está abierta a todos: a los
pequeños, a los menos formados, a los que tienen una fe incipiente. Una Iglesia
que requiere de los pastores, de los agentes de pastoral un corazón grande, una
gran comprensión, una capacidad de misericordia, para no apagar la mecha que
arde.
La parroquia debe preocuparse de la gente sencilla, de los que sufren, de
aquellos que no pueden dar razón de su fe, que no pueden dar una respuesta
intelectual, pero son capaces de dejarse contagiar por la llama de la caridad, de la
simpatía, de la bondad, de la acogida que se les da.
La parroquia es la posibilidad de la santidad popular ofrecida a todos y a
cada uno
de sus hijos: ancianos, jóvenes, enfermos, intelectuales y gente con poca
formación, ricos y pobres. Cada uno, sea lo que fueren sus dones naturales o de
gracia; sus condiciones sociales y humanas; cualquiera sea su carácter o su
historia está llamado a vivir la plenitud de la gracia: la santidad.
3. LA PARROQUIA EN LA DIÓCESIS
Debemos ubicar a la parroquia dentro de la Iglesia particular. La parroquia
no es una “microdiócesis”. La parroquia no se basta a sí misma para realizar sola
la evangelización. La parroquia no puede recorrer sola el itinerario de la
evangelización. Debe integrarse a la pastoral arquidiocesana.
La parroquia es una célula de nuestra Iglesia arquidiocesana, que es la
comunidad eclesial plena, y de ella recibe su eclesialidad. La parroquia nace y se
alimenta de la vida arquidiocesana.
Esto significa que la parroquia, como las restantes comunidades eclesiales,
sólo se puede entender en referencia permanente a la Iglesia diocesana.
Para participar en la misión de la Iglesia diocesana , las parroquias deben,
ante todo, aceptar y cooperar en las directrices y planes pastorales sancionados
por el obispo. La parroquia adquiere y demuestra su eclesialidad plena cuando
actúa dentro de la programación diocesana.
Recordemos que la diócesis es, propiamente, el sujeto de la
evangelización: “La Diócesis presidida por el Obispo, es el primer ámbito de la
comunión y la misión. Ella debe impulsar y conducir una acción pastoral orgánica
renovada y vigorosa, de manera que la variedad de carismas, ministerios,
servicios y organizaciones se orienten en un mismo proyecto misionero para
comunicar vida en el propio territorio. Este proyecto, que surge de un camino de
variada participación, hace posible la pastoral orgánica, capaz de dar respuesta a
los nuevos desafíos. Porque un proyecto sólo es eficiente si cada comunidad
cristiana, cada parroquia, cada comunidad educativa, cada comunidad de vida
consagrada, cada asociación o movimiento y cada pequeña comunidad se
insertan activamente en la pastoral orgánica de cada diócesis. Cada uno está
llamado a evangelizar de un modo armónico e integrado en el proyecto pastoral de
la Diócesis” (Documento de Aparecida, 169).
En la vertebración de nuestra pastoral arquidiocesana desempeñan una
función importante los Decanatos que, por ser ámbitos más reducidos y cercanos
a las parroquias, se van configurando como un lugar privilegiado para desarrollar
una pastoral de conjunto planificada y con una intencionalidad misionera.
4. LA PARROQUIA, COMUNIDAD MISIONERA
Es necesario, es urgente, que nos orientemos hacia una pastoral misionera
en nuestra diócesis. Como dice el Documento de Aparecida: “No podemos
desaprovechar esta hora de gracia! ¡Necesitamos un nuevo Pentecostés!
Necesitamos salir al encuentro de las personas, las familias, las comunidades y
los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo... No
podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos, sino urge
acudir en todas las direcciones...” (nº 548).
Los cambios operados en la sociedad y en la misma Iglesia están exigiendo
de nosotros una respuesta pastoral generosa, dinámica, creativa y misionera.
Tenemos que reconocer que una inmensa cantidad de cristianos solamente
ha recibido la catequesis de niños y los sacramentos de la iniciación, pero luego
no han tenido una vida cristiana práctica ni una participación activa en la vida de la
Iglesia.
Han sido bautizados pero no evangelizados.
Como los discípulos de Emaús, después de haberse encontrado con el
Señor Resucitado, debemos partir en busca de nuestros hermanos alejados y
testimoniarles que Cristo está vivo.
Pongámonos en camino.
PARA REFLEXIONAR
Propongo algunas preguntas para que respondan, dialogando, los agentes
de pastoral de la comunidad.
 ¿Quién es el sujeto de la pastoral evangelizadora?
 ¿Qué es la diócesis?
 ¿Se conocen y se reflexionan las Cartas Pastorales del
arzobispo y los otros documentos arquidiocesanos?
 ¿Participa nuestra parroquia del Plan Arquidiocesano de
Pastoral?
 ¿Qué función puede desempeñar el Decanato para vertebrar la
vida de las parroquias en la arquidiócesis?
Capítulo Segundo
Hacia un modelo de pastoral renovada:
“CRUZAR A LA OTRA ORILLA”
“Al atardecer de ese mismo día, les dijo: «Crucemos a la
otra orilla». Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la
barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.
Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban
en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la
popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le
dijeron: «¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?».
Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio!
¡Cállate!». El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.
Después les dijo: «¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tiene
fe?». Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a
otros: «¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le
obedecen?». Llegaron a la otra orilla del mar, a la región de
los gerasenos. Apenas Jesús desembarcó, le salió al
encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un
espíritu impuro. El habitaba en los sepulcros, y nadie podía
sujetarlo, ni siquiera con cadenas. Muchas veces lo habían
atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y
destrozados los grillos y nadie podía dominarlo. Día y noche,
vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos
e hiriéndose con piedras.
Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante
él, gritando con fuerza: «¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de
Dios, el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!».
Porque Jesús le había dicho: «¡Sal de este hombre, espíritu
impuro!». Después le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?». El
respondió: «Mi nombre es Legión, porque somos mucho». Y
le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella
región.
Había allí una gran piara de cerdos que estaban
paciendo en la montaña. Los espíritus impuros suplicaron a
Jesús: «Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos».
Él se lo permitió. Entonces los espíritu impuros salieron de
aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del
acantilado, toda la piara –unos dos mil animales- se precipitó
al mar y se ahogó.
Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la
ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había
sucedido. Cuando llegaron a donde estaba Jesús, vieron
sentado, vestido y en su sano juicio, al que había estado
poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor. Los
testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el
endemoniado y con los cerdos. Entonces empezaron a pedir
a Jesús que se alejara de su territorio.
En el momento de embarcarse, el hombre que había
estado endemoniado, le pidió que lo dejara quedarse con él.
Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: «Vete a tu casa con
tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al
compadecerse de ti». El hombre se fue y comenzó a
proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había
hecho por él, y todos quedaban admirados” (Mc. 4,35-5,20).
1. CONTEXTO
a) La ciudad de Jesús
Jesús, después de pasar cuarenta días en el desierto, comienza su
ministerio público. Enterado de que Juan el Bautista había sido arrestado, se retira
a Galilea (ver Mt. 4,12).
Nos situamos en Galilea. Jesús cambia su medio familiar y comienza a
recorrer las ciudades anunciando la llegada del Reino.
Allí va proclamando el Evangelio por toda la región, obrando milagros y
llamando a los discípulos.
Muchas de las escenas de la vida de Jesús están relacionadas con esta
región.
Galilea es el lugar donde Jesús enseñó, hizo caminar al paralítico, le dio la
vista al ciego, multiplicó los panes, calmó la tempestad en el lago.
Jesús eligió a Cafarnaún como lugar de residencia. “Y, dejando Nazaret, se
estableció en Cafarnaún”, dice el Evangelio (Mt. 4,13). Y desde ese momento
Cafarnaún sería su ciudad, como dice Mateo: “Y regresó a su ciudad” (Mt. 9,1),
refiriéndose a Cafarnaún.
Cafarnaún era una ciudad bastante populosa y situada en el centro de la
región. Desde allí recorría toda la Galilea.
A los pies de la ciudad se extendía el lago de Galilea, llamado también de
Tiberíades. Está rodeado de montes por todos lados, salvo para dejar entrar al río
Jordán, que sale por el extremo opuesto. Muchas de las ciudades que recorría
Jesús están sobre este lago.
b) La casa de Jesús
Jesús en Cafarnaún tenía su casa. La referencia a la casa se encuentra por
primera vez en Mc. 2,1: “Unos días después, Jesús volvió a Cafarnaún y se
difundió la noticia de que estaba en la casa”. Luego, en Mc. 2,15, se dice:
“Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se
sentaron a comer con él y sus discípulos, porque eran muchos los que lo seguían”.
En Mc. 3,20 leemos que “Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente
que ni siquiera podían comer”. Por Mc. 7,17 sabemos que “Cuando se apartó de la
multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron por el sentido” de una
parábola. Finalmente, en Mc. 9,28 está escrito que “Cuando entró a la casa y
quedaron solos, los discípulos le preguntaron: «¿Por qué nosotros no pudimos
expulsarlo?»”.
Los evangelistas utilizan “la casa” como figura de realidades comunitarias.
La casa no es sólo el edificio, sino más bien la familia, las relaciones humanas que
existen dentro de la casa. La podríamos llamar la casa-hogar. En Marcos “casa”
designa un lugar en cuanto está habitado por una comunidad.
Entonces la casa de Jesús es un lugar donde conviven los discípulos. Los
ocupantes de la “casa” además de Jesús son los Doce-los discípulos. La “casa” es
el lugar de los discípulos. Allí comen con Jesús, allí son instruidos por Jesús. La
casa representa a la comunidad: allí come con publicanos y pecadores. La gente
conoce la casa: “se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer” (Mc. 3,20).
2. TEXTO
Ahora Jesús deja su ciudad, Cafarnaún, deja su “casa”, su “hogar” y sube a
la barca y se lanza al mar.
La barca, en los evangelios, expresa otro espacio habitado por una
comunidad humana. La barca encierra un grupo humano
A diferencia de “la casa”, que es estática, “la barca” es dinámica, connota
un desplazamiento, en ella se viaja. La barca es inseguridad, se mueve.
La travesía termina en territorio fuera de Galilea, en Gerasa (ver Mc. 5,1),
que es un territorio pagano. Es una figura orientada a la misión universal.
Al lago de Tiberíades se lo llama también con el término “mar”.
De hecho, el mar/lago de Galilea o de Tiberíades separaba a Galilea de los
pueblos paganos de la Decápolis que ocupaban su orilla oriental.
El “mar” es puente hacia el mundo pagano. La retirada de Jesús con sus
discípulos en dirección al mar señala que la misión ha de extenderse al mundo
entero (ver Mc. 13,10).
El mar, también, simboliza el peligro, la amenaza, la inseguridad: “Entonces
se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando
de agua” (Mc. 4,37). Todo hombre experimenta ante el mar la sensación de un
poder formidable, imposible de domar, amenazador.
Al llegar a la otra orilla del mar, en Gerasa, Jesús cura al hombre poseído
por un espíritu impuro.
La curación del poseso es signo de la llegada del Reino. Jesús es el
enviado de Dios que trae al mundo la salvación. El poder del maligno es grande,
pero tiene que retroceder ante Jesús.
El hombre sanado expresa su deseo de permanecer con Jesús; pero Jesús
lo rechaza enviándole a sus familiares; a ellos deberá contarles lo que el Señor ha
hecho con él y cómo le ha mostrado su misericordia. El hombre no se contenta
con ese encargo, sino que proclama por la Decápolis, es decir, por toda la región,
lo que Jesús ha hecho con él y todos quedan admirados (ver Mc. 5,20).
3. COMENTARIO
Es interesante meditar este texto evangélico.
Jesús estaba en “su ciudad” (Cafarnaún) y en “su casa”, lugar familiar,
tranquilo, seguro, conocido y decide “cruzar a la otra orilla”.
“Cruzar a la otra orilla” es dejar la seguridad de la costa. Es subirse a la
barca que siempre es insegura. Es enfrentarse con el peligro y las amenazas del
mar.
“Cruzar a la otra orilla” es ir a otro territorio, a gente pagana.
La razón de esta travesía es la salvación de todos los hombres: “Vayan,
entonces, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo
que yo les he mandado. Y yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo” (Mt. 28,1920).
A este compromiso de anunciar el Evangelio a todos los hombres están
llamados todos los bautizados. El deber misionero nace de la misma fe.
La parroquia es insustituible. Pero, para ser fieles al evangelio de Marcos,
debe renovarse.
El secreto para renovar la parroquia está en retomar su camino misionero:
“Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación” (Mc.
16,15).
Necesitamos parroquias en permanente estado de misión.
El Documento de Aparecida nos habla de “conversión pastoral y
renovación misionera de las comunidades” (ver nº 365). Y explicita que la
conversión pastoral de nuestras comunidades exige que se pase de una pastoral
de mera conservación a una pastoral decididamente misionera.
Aparecida quiere iluminar y estimular a las comunidades parroquiales a una
transformación: el paso de un tipo tradicional de parroquia, que se limita a
responder a la demanda de los que acuden, a otro tipo de parroquia, que se
convierte en comunidad anunciadora y testigo del Evangelio.
Esto cuesta, provoca resistencias. Es poner en práctica el estilo pastoral
que acabamos de ver en Jesús.
Conversión pastoral es dejar nuestra casa, nuestro grupo, lo conocido,
nuestra seguridad, y decidirnos a “cruzar a la otra orilla”. Es subirse a la barca,
que es siempre insegura; es enfrentarse con las amenazas del mar y es
adentrarnos en otro territorio en búsqueda de otra gente. Ciertamente no se trata
de paganos, pero sí de cristianos alejados de la Iglesia, que no se sienten Iglesia.
Necesitamos salir a buscarlos y proponerles a Jesús.
No podemos quedarnos conformes y seguir haciendo lo que siempre
hicimos. Debemos preguntarnos si Dios no nos está pidiendo abrir nuevos
caminos pastorales. En este sentido, una simple “pastoral de conservación” no
alcanza.
Se trata de que la parroquia, además de alimentar la vida cristiana de los
fieles, que ciertamente debe hacerlo, debe evangelizar a las personas y a los
sectores alejados de la fe y de la práctica cristiana.
Esto significa que la comunidad parroquial no puede permanecer replegada
sobre sí misma, sino que debe abrirse a todos los habitantes de su territorio y salir
a buscar a sus hermanos que se han alejado.
Pero esta acción no se puede considerar como una “parte” de la pastoral,
una de las muchas cosas que hay que hacer; se trata, más bien, de un objetivo
que afecta y condiciona la vida entera de la comunidad en todas sus tareas. Dicho
de otro modo: la pastoral parroquial debe enfocarse en todos los sectores y en
todas las acciones desde la perspectiva de la evangelización misionera.
Se necesita el coraje de Cristo para “cruzar a la otra orilla”. ¿Cómo no
pensar en tantas personas que habiendo recibido el Bautismo no comparten con
nosotros el compromiso y la alegría de la vida eclesial y de la “practica de la fe?
Hay que seguir sembrando la Palabra y ofrecerla a todos.
La Iglesia nos está llamando a que asumamos con “un dinamismo nuevo”
nuestra responsabilidad con el Evangelio y con la humanidad. Se nos está
pidiendo que nos dispongamos a la evangelización. No podemos permanecer
encerrados en nuestras comunidades. Se nos está pidiendo echar una mirada
sobre el vasto mar del mundo a fin de que todo hombre encuentre a Jesucristo,
como el sanado de Gerasa.
Por tanto, la misión de la parroquia no puede reducirse a mantener la fe de
los practicantes y acompañarlos en su vida cristiana. La parroquia debe plantearse
decididamente como comunidad misionera. Esto supone que debe actuar para
despertar la fe adormecida y ayudar a madurarla después como adhesión
personal, libre y gozosa a Jesucristo.
Hoy, la Iglesia necesita hacer un esfuerzo importante para presentar la fe
cristiana de un modo atrayente. Para ello hay que revitalizar la propia comunidad
cristiana renovando actitudes, y purificando las estructuras caducas. Y, además,
hay que descubrir los caminos más aptos para comunicar la Buena Noticia.
Renovarse para evangelizar mejor: esto es lo que el Espíritu dice hoy a la
Iglesia.
PARA REFLEXIONAR
Debemos preguntarnos con mucha humildad:
 ¿Evangeliza nuestra parroquia?
 Es decir, ¿comunica el Evangelio a los creyentes débiles, a los
que no practican, a los que se han alejado de la Iglesia?
 ¿Qué nos piden Dios y la Iglesia a nosotros, cristianos de
Tucumán, de hoy, del siglo XXI, del 2010: que nos quedemos en
“nuestra casa” o que “crucemos a la otra orilla”?
Capítulo Tercero
Una evangelización misionera
La vocación propia de la Iglesia y su identidad más profunda consiste en
evangelizar, nos decía el Papa Pablo VI en el nº 14 de Evangelii Nuntiandi. Por
consiguiente, la misión de la parroquia es evangelizar.
Más concretamente, una evangelización misionera exige:
 Acompañar y sostener a los creyentes débiles y alejados.
 Ayudar a los que están alejados a reiniciar un camino de fe que los lleve de
nuevo a la experiencia cristiana.
 Esforzarse por hacer presentes y operativos los valores del Reino en la
sociedad.
LÍNEAS OPERATIVAS PARA UNA PASTORAL MISIONERA
Sin pretender agotar todas las posibilidades, sugiero algunas líneas
operativas para una pastoral misionera:
1. Discípulos-misioneros
Es imprescindible despertar y potenciar en todos los procesos
catequísticos y formativos la vocación misionera de todos los bautizados.
“La vocación cristiana es, por su misma naturaleza, también vocación al
apostolado”2. Todo proceso catequístico debe pretender lograr que cada cristianodiscípulo sea también un cristiano-misionero.
2. El testimonio
El testimonio supone un estilo de vida evangélico que despierte preguntas.
“A través de este testimonio sin palabras, estos cristianos hacen plantearse, a
quienes contemplan su vida, interrogantes irresistibles: ¿Por qué son así? ¿Por
qué viven de esa manera? ¿Qué es o quién es el que los inspira?”3.
Estaríamos haciendo poco si no promovemos el valor del testimonio en la
vida personal, grupal y comunitaria. Este testimonio ha de ser exigido, sobre
todo, a quienes toman parte activa en la parroquia.
3. Proyecto misionero
En la vida parroquial no siempre se puede improvisar: hay que elaborar,
poco a poco, e ir desarrollando un proyecto misionero.
2
3
Apostólicam Actuositatem, 2.
Evangelii Nuntiandi, 21.
Este proyecto o plan misionero supone concretar acciones dirigidas a
sectores alejados de la práctica cristiana, suprimir o purificar lo que resulta
superfluo o contraproducente para la acción evangelizadora.
4. Parroquia acogedora
Sabemos que la mayoría de nuestra población, de manera casi natural,
acude a la parroquia en los momentos claves de la existencia (nacimiento,
matrimonio, enfermedad, muerte). Esta demanda ofrece una gran oportunidad
para evangelizar a los alejados. Se lo podrá hacer más eficientemente y con más
frutos en la medida en que se desarrolle un estilo de parroquia acogedora,
donde todos puedan encontrarse como en su casa.
5. Una parroquia entre la gente
Para acercar la parroquia a la vida de las personas, el Documento de
Aparecida plantea una sectorización de la parroquia que permita proximidad y
vecindad y un servicio más eficaz4. Notemos que esto coincide con lo que
proponemos en nuestra Plan Arquidiocesano de Pastoral: dividir la parroquia en
zonas “que sirven para descentralizar la parroquia y favorecen el conocimiento
entre las personas y la participación de los fieles”5. En cada zona hay un
Coordinador que se reúne con los misioneros de ese territorio cada tres meses.
Los misioneros o mensajeros parroquiales “son los encargados de visitar las
casas, al menos, una vez por mes. Su misión es hacer que la información y
consulta llegue a todos en forma personalizada y eficaz… Los misioneros pueden
cumplir tres tareas principales:
 Tarea informativa sobre la vida y actividades de la comunidad parroquial.
 Tarea asistencial: detectar enfermos, niños sin bautizar o sin catequizar, gente
necesitada de ayuda espiritual o material.
 Tarea evangelizadora: formación de grupos de oración o círculos bíblicos en las
casas6.
Al visitar los hogares los misioneros llevarán la hoja o el boletín parroquial.
Un modo de acercar la parroquia a todos los habitantes del territorio
parroquial puede ser también la FM de la zona. Es muy importante que cada
parroquia tenga un programa semanal en una FM del barrio. Por medio de la
radio, la parroquia puede entrar en muchas casas, no sólo llevando noticias de la
vida parroquial, sino haciendo una verdadera catequesis.
Esta es una tarea típicamente laical. Para ello se debería capacitar un
equipo de laicos de la comunidad.
6. Una parroquia que vive las realidades de su comunidad
La parroquia –por medio de los laicos- para poder ofrecer el misterio de la
salvación, debe integrarse en el barrio o en la localidad. Esto significa:
insertarse en todos los grupos humanos de su territorio con el mismo afecto con
4
Nº 518c.
Libro Azul, pág. 113.
6
Libro Azul, pág. 112.
5
que Cristo se unió, por su encarnación, a las condiciones sociales y culturales de
los hombres con quienes convivió.
Pensemos en las escuelas y colegios, en los centros de salud, en los
clubes deportivos y sociales, en los hogares de ancianos, en los centros de
jubilados, en las comisarías, etc. etc.
7. Nuevas capillas
“La renovación que hoy la Parroquia necesita, exige… una modificación
operativa” que lleve a “expandir la presencia física de la parroquia a toda su
jurisdicción… mediante la multiplicación de capillas”7.
Es evidente que la comunidad parroquial no llega a todos los habitantes de
su territorio. Una comunidad misionera es una comunidad capaz de multiplicar,
mediante la creación de capillas, su presencia física en las zonas menos
atendidas.
Pensemos que la mayoría de las parroquias comenzaron como capillas,
gracias al espíritu misionero de una comunidad vecina.
La extensión geográfica de nuestras parroquias es muy grande; igualmente
lo es la densidad poblacional de muchas de ellas. Cada comunidad parroquial
conoce perfectamente las zonas donde no llega la influencia de su pastoral. Esas
“zonas de nadie” son, precisamente, caldo de cultivo para las sectas.
Por eso, es pastoralmente urgente, la multiplicación de capillas. Esto
significa: crear capillas en los lugares adonde no llega la presencia y la
acción de la parroquia.
Para ello sugiero:
 Estudiar en el Consejo Pastoral Parroquial la realidad socio-pastoral
de la parroquia para detectar las zonas menos atendidas y arbitrar
los medios para poder levantar una capilla.
 Prestar atención a la formación de barrios nuevos y prever a tiempo
el modo de obtener un terreno para una futura parroquia.
7
Líneas pastorales para la nueva evangelización, 44.
PARA REFLEXIONAR I
¿Nos hemos preguntado alguna vez sobre la realidad concreta de nuestra
parroquia? ¿Sabemos cómo es y cómo son los que en ella habitan? Veámoslo:
1. ¿Cuántos habitantes tiene la parroquia?
2. ¿Qué porcentaje de los mismos participan de la Misa dominical?
3. Y, entre estos practicantes, ¿cuál es la proporción por sexos y por edades?
4. Desde una perspectiva evangelizadora, ¿cómo catalogaríamos a nuestra
parroquia?:
 nada misionera,
 algo misionera,
 bastante misionera,
 muy misionera.
5. ¿Creemos que el estilo y el ambiente de la parroquia son una imagen atractiva y
convincente para los alejados?
6. ¿Cuáles son los principales obstáculos que impiden que nuestra parroquia sea
un signo transparente del Evangelio?
BUSCANDO CAUCES DE RENOVACIÓN
A partir de lo que actualmente existe y se hace en nuestra parroquia:
1. ¿Qué habría que transformar para que nuestra comunidad sea más misionera?
2. ¿Qué iniciativas habría que adoptar para convertir en misionera nuestra
parroquia?
3. ¿Qué sectores humanos (niños, jóvenes, adultos, familias, ancianos, enfermos,
etc.), necesitarían una acción evangelizadora preferencial?
4. ¿Con qué agentes pastorales cuenta nuestra parroquia para emprender una
acción misionera?
5. ¿Qué podríamos hacer para lograr que el mayor número de bautizados se
convierta en misioneros?
6. ¿Qué ponemos de nuestra parte para llegar a los que están más alejados?
PARA REFLEXIONAR II
Proponemos algunas preguntas para dar cauce al diálogo entre los agentes
de pastoral:
 ¿Hay en la parroquia una preocupación por llegar a los alejados y a los
más débiles en la fe?
 ¿Está suficientemente presente esta preocupación en todos los
procesos catequísticos y formativos?
 ¿Se ha hecho alguna vez un plan misionero en la parroquia?
 ¿El estilo de la parroquia resulta familiar y acogedor para toda la gente?
 ¿Se preocupa la parroquia de dar a conocer sus actividades al mayor
número posible de personas?
 ¿Se hace presente la parroquia en la vida y en las instituciones del
territorio?
 ¿Cuáles deben ser las líneas operativas principales de una pastoral
misionera?
 ¿Qué acciones concretas nos parecen más urgentes para potenciar en
nuestra parroquia una pastoral misionera?
Capítulo Cuarto
La conversión pastoral
1. LA LLAMADA A LA CONVERSIÓN
Jesucristo comenzó su ministerio llamando a la conversión:
“Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca” (Mt.
4,17).
“Conviértanse y crean en la Buena Noticia” (Mc. 1,15).
La conversión constituye una exigencia evangélica que debemos
permanentemente actualizar.
La Iglesia, siguiendo a Jesucristo, llama a la conversión.
La conversión es la preocupación principal de la predicación de Pedro: A
los oyentes que le preguntaban: “¿Hermanos, qué debemos hacer?”, Pedro
respondió: “Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo para que
les sean perdonados los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo” (Hech.
2,37-38).
La Iglesia sigue el mismo camino:
“Pues mientras Cristo, santo inocente e inmaculado, no
conoció el pecado, sino que vino a expiar sólo los pecados
del pueblo, la Iglesia, santa al mismo tiempo que necesitada
de purificación constante, abrazando en su propio seno a los
pecadores, busca sin cesar la penitencia y la purificación”8.
La conversión se entiende a nivel personal. Cuando nosotros decimos
“conversión” hablamos a nivel personal.
La conversión es alejarse del pecado.
Convertirse significa reorientarnos de nuevo hacia Dios, volver a Él. Volver
a la casa del Padre: “Me levantare e iré a la casa de mi padre” (ver Lc. 15).
La conversión:
 Es desandar el camino.
 Es volver a los orígenes, al punto de partida.
La conversión supone:
 Un cambio de vida.
 Un cambio de visión.
La conversión cuesta, provoca resistencia.
8
LumenGentium, 8.
2. LA CONVERSIÓN PASTORAL
El Documento de Aparecida inventa un concepto. Nos habla de
conversión pastoral (nº 365-372).
¿Qué es conversión pastoral?
La Carta Pastoral de los obispos argentinos con ocasión de la Misión
Continental dice textualmente: “La conversión pastoral se expresa en la firme
intención de asumir el estilo evangélico de Jesucristo en todo lo que hacemos.
Estilo que exige, del evangelizador, la acogida cordial, la disponibilidad, la
pobreza, la bondad, la atención a las necesidades de los demás (cfr. Mt. 10,510)”9.
¿Qué es el estilo evangélico?
Partamos del estilo literario.
El estilo literario es el modo de hablar o escribir, de combinar y entrelazar
los giros, las frases para expresar conceptos.
El estilo nace de la interioridad.
El estilo nace de un triple fondo de la persona.
Nace de un fondo racional. Del modo de comprender, de valorar, de
concebir la vida.
Para el hombre religioso nace de su fe. Para el cristiano debemos decir que
la fe, la esperanza y la caridad son como el núcleo central de los valores de su
existencia cristiana.
El estilo, nace también de un fondo que no es intelectual, sino que nace de
un fondo afectivo: del amor, de la solidaridad, etc.
Por eso se dice que el estilo es lo profundo del hombre que sale a la
superficie. Lo profundo es la interioridad, la racionalidad, la fe, la afectividad, la
valoración interior de las cosas y de la vida.
El estilo es el sello de la personalidad.
Si pasamos a hablar de estilo pastoral, debemos decir que es la interioridad
de una persona (de un agente de pastoral) que se expresa en modos exteriores
de vida.
Esto debemos aplicarlo, no sólo a las personas individuales, sino también al
estilo de una comunidad. Es el modo como una comunidad piensa, ama, actúa.
Podemos constatar que una comunidad tiene un estilo distinto a la otra. Una
comunidad se da un estilo de vida. Otra comunidad se da otro estilo propio.
Pero lo importante es tener en cuenta que el estilo nace de una interioridad.
Hablar de interioridad es hablar de espiritualidad.
Si queremos cambiar un estilo debemos revisar nuestra espiritualidad.
3. CONVERSIÓN PASTORAL Y NUEVO ESTILO EVANGELIZADOR
Conversión pastoral significa renovar nuestro estilo evangelizador.
9
Nº 14, lo destacado no es del original.
La conversión pastoral pasa por el modo de relacionarse con los demás. Es
un tema relacional. La conversión pastoral implica renovar nuestras actitudes.
Aquí importan, en primer lugar, las actitudes, el estilo, que es previo a
cualquier acción. Antes de la organización de las tareas, cuenta el “cómo”. Cómo
voy a hacer las tareas, el modo, la actitud, el estilo. Se nos está pidiendo un estilo
comunional, cordial, que trasmite lo fundamental: la bondad de Dios.
Anteriormente dijimos que “el estilo nace de una interioridad. Hablar de
interioridad es hablar de espiritualidad”.
Notemos que tanto el documento Navega Mar Adentro como nuestro Plan
Arquidiocesano de Pastoral comienzan con un primer capítulo sobre la
espiritualidad: “El Espíritu que ha de animarnos”. Aquí está la clave. Debemos
testimoniar actitudes evangelizadoras previas a la acción.
Tenemos que alentar un estilo de Iglesia sostenido en actitudes que
muestren acogida cordial, bondad, ternura.
Como vemos, la conversión pastoral requiere un cambio de actitudes. El
agente de pastoral trasmite la fe a partir de su propia persona. La persona (la
comunidad) debe ser testimonio creíble para los demás.
Éste es el cambio de actitud requerido para cualquier agente de pastoral
(para toda comunidad eclesial) más allá de la actividad que haga. Cada acción
debe manifestar que Dios es bueno, que es Padre. Así el destinatario conocerá la
bondad de Dios.
Entonces lo fundamental pasa por lo actitudinal. Esto no quita que haya que
programar, organizar, evaluar, buscar las mejores herramientas y pedagogías.
Para esto hay que hacer un camino de conversión, que no sólo es personal,
sino también pastoral. Y esta conversión apunta a que toda acción evangelizadora
comience por un estilo, por una actitud, donde se muestre el amor de Dios.
Las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización han resaltado la
importancia de la “acogida cordial” que debemos tener con nuestros hermanos:
“En la medida que reciban una acogida cordial, generosa y festiva... se los
ayudará… a actualizar la memoria del Bautismo que una vez recibieron” (nº 48);
“Debemos motivar a nuestras comunidades para que renueven su capacidad de
acogida, y revistan de calidez humana y de atención cordial” el trato con los
demás (nº 49).
PARA REFLEXIONAR
En nuestra reflexión comunitaria tengamos en cuenta que la conversión
pastoral supone:
 Escucha y diálogo
 Confianza y aceptación del otro.
Y también:
 Partir de las inquietudes personales, de los problemas y
situaciones concretas.
 Respetar el contexto cultural, familiar y social
Además, tengamos en cuenta que:
 La acogida es la primera actitud pastoral a tomar.
 Es necesario dedicar atención a cada persona.
 Se debe favorecer el diálogo cordial, amable, paciente, sencillo.
Capítulo Quinto
Alentar un estilo misionero en la pastoral orgánica
Debemos renovar nuestro estilo evangelizador. Para ello vamos a meditar
el estilo pastoral de Jesús.
El estilo pastoral de los discípulos del Señor debe reflejar el de Jesús.
EL ESTILO PASTORAL DE JESÚS
a) Partir de la vida de la gente
La evangelización debe tener en cuenta las cuestiones que plantea el
interlocutor, debe llegar a su vida concreta.
Cristo es Maestro y tiene su pedagogía. Se acerca a la gente, la escucha y
le da la verdadera respuesta (ver, por el ejemplo, el encuentro con los discípulos
de Emaús; con Zaqueo; con la Samaritana, etc.).
El hombre tiene deseos: el deseo de salud, el deseo de saciar su sed de
amor, el deseo de perdón en los pecadores, el deseo de comunión fraterna, el
deseo de paz, etc. La evangelización debe responder a las aspiraciones, anhelos
y búsquedas más profundas del hombre, pero el hombre no alcanza esas metas
por sí solo.
Cristo es el único que puede dar respuesta total a esas aspiraciones,
anhelos y búsquedas. Dicho de otra manera, el hombre solo no alcanza la salud,
la plenitud del amor, el perdón de sus pecados, la fraternidad, la paz.
Esas metas se alcanzan gracias a la obra salvadora de Cristo. Se responde
al anhelo de comunión y fraternidad mostrando que sólo Cristo lo hace posible.
Entonces el encuentro con Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, debe
experimentarse como un encuentro que satisface todas las aspiraciones, más aún,
las colma infinitamente.
Eso es obra del Señor que salva, cura y eleva y trasciende los anhelos más
altos del corazón humano: “Nosotros anunciamos, como dice la Escritura, lo que
nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para los que
lo aman” (1 Cor. 2,9).
Tenemos que aprender de Jesús. Acercarnos a la gente, escucharlos y
anunciarles la Buena Noticia. Jesús, principio del mundo nuevo, interpreta,
purifica, orienta y eleva los deseos del hombre.
La misión de la Iglesia busca el encuentro de Jesús con todos los hombres.
El anuncio kerigmático tiene como objetivo el facilitar el encuentro personal
con Jesucristo. Tiene que sucederles lo que, en el camino de Emaús, le sucedió a
aquellos dos discípulos desalentados: un encuentro con el Cristo vivo y resucitado
(Lc. 24,13-35).
Un Cristo muy cercano a la vida del hombre, que camina con él, que se
queda al llegar la noche y comparte el pan.
Los hombres deben encontrarse con Jesús, que es camino para los
extraviados; luz para los ciegos; agua para los sedientos; vida para los que
quieren vivir en plenitud; salud para los enfermos; pan para los hambrientos;
fortaleza para los abatidos...
b) La con-descendencia
El estilo pastoral de Jesús está dado por la “con-descendencia”. O sea, la
actitud de descender desde la propia altura hasta la pequeñez o miseria del otro.
A este abajamiento San Pablo lo llamó anonadamiento: Cristo “que era de
condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía
guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición
de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto
humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz” (Fil.
2,6-8).
Aquí Pablo nos muestra el camino que recorrió Cristo para llegar al hombre
pecador. Siendo Dios se humilló, se abajó, se vació, tomó la condición de esclavo.
San Pablo en la Carta a los Corintios expresará lo mismo de esta manera:
“Ya conocen la generosidad de nuestro Señor Jesucristo que, siendo rico, se hizo
pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza” (2 Cor. 8,9).
Para expresar esta actitud de Cristo debemos emplear varios vocablos
condescendencia, humildad, pobreza, anonadamiento.
El misionero, como hizo Cristo, es el que debe dar el primer paso
hacia el hermano.

debe acercarse al otro con humildad, con pobreza;

no debe sentirse mejor que los otros;

debe presentar la Verdad (a Cristo) sin arrogancia.
c). La misericordia, la compasión
Jesús es un pastor misericordioso. En la carta a los Hebreos se dice que
Jesús es “un Sumo Sacerdote misericordioso” (Heb. 2,17). Jesús mira a Pedro con
misericordia (ver Lc. 22,61) y acoge y perdona a la mujer adúltera (ver Jn. 8,11).
La compasión es parte del estilo pastoral de Jesús. La misericordia ocupa
un lugar privilegiado en su ministerio apostólico.
“Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos,
como ovejas que no tienen pastor” (Mt. 9,36).
A Jesús se le mueven las entrañas. Es la compasión de Dios por su pueblo,
como en los tiempos del destierro, como en los años de opresión en Egipto “Israel,
mi servidor; Jacob, a quien yo elegí... no temas, porque yo estoy contigo; no te
inquietes, porque yo soy tu Dios...” (Is. 41,8.10.). “¿Se olvida una madre de su
criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide,
yo no te olvidaré! Yo te llevo grabada en las palmas de mis manos” (Is. 49,14-16).
“Yo he visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de
dolor, provocados por sus capataces. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos... el
clamor de los israelitas ha llegado hasta mí” (Ex. 3,7-9).
“Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y
compadeciéndose de ella, curó a los enfermos” (Mt. 14,14).
Misericordia que no es puro sentimiento visceral, sino un movimiento del
corazón, que impulsa a entregarse al prójimo para asumir sobre sí su miseria y
realizar obras acordes a tal fin.
Ante la situación del pueblo que, “estaban fatigados y abatidos, como
ovejas que no tienen pastor” (Mt. 9, 36), Jesús siente compasión y llama a los
Doce para compartir la tarea.
La misericordia nace de la caridad, que es la virtud del corazón compasivo,
sensible al mal que aflige al prójimo, apenado por los que sufren. La misericordia
introduce en el movimiento del amor, la realidad del sufrimiento.
Piedad, misericordia, es el clamor más profundo del ser humano: “¡Jesús,
Maestro, ten compasión de nosotros!” (Lc. 17, 13).
Dios es un Dios misericordioso que manifiesta su ternura con ocasión de la
miseria humana.
¿Qué quiere Dios de nosotros en esta hora?
Que seamos misericordiosos con nuestros hermanos.
La gente espera misericordia de la Iglesia. Las actitudes pastorales duras
alejan a la gente.
La gente debe tener esta visión de la Iglesia: que sea la expresión de la
misericordia de Dios.
Debemos ser sólidos doctrinalmente, pero no duros con la gente.
La perfección que Jesús nos pide “Sean perfectos como es perfecto el
Padre que está en el cielo” (Mt. 5,48), en el evangelio de Lucas se expresa así:
“Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso” (Lc. 6,36).
Recordemos la bienaventuranza: “Felices los misericordiosos, porque
obtendrán misericordia” (Mt. 5,7).
d) La consolación
El hombre tiene necesidad de consolación.
Consolar es aliviar la pena, la aflicción, en la tristeza, en la enfermedad, en
el luto, en la persecución. Consolar es confortar, dar vigor, animar, fortalecer,
alentar.
El efecto del consuelo es producir un fortalecimiento espiritual en una
situación afligente: “Pero Dios, que consuela a los afligidos, nos consoló con la
llegada de Tito, y no sólo con su llegada, sino también con el consuelo que
ustedes me prodigaron. El nos habló del profundo afecto, del dolor y de la
preocupación que ustedes sienten por mí, con lo cual me alegré más todavía” (2
Cor. 7,6-7).
Dios es un Dios que consuela.
Dios es el verdadero consolador: “¡Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice
su Dios!” (Is.40,1).
Dios consuela a su pueblo con la bondad de un pastor, con el afecto de un
padre, con la ternura de una madre.
También Moisés cumplió el servicio de la consolación.
A la salida de Egipto la gente protesta: “Y dijeron a Moisés: ¿«No había
tumbas en Egipto para que nos trajeras morir en el desierto? ¿Qué favor nos has
hecho sacándonos de allí? Ya te lo decíamos cuando estábamos en Egipto:
¡Déjanos tranquilos! Queremos servir a los egipcios, porque más vale estar al
servicio de ellos que morir en el desierto». Moisés respondió al pueblo: «¡No
teman! Manténganse firmes, porque hoy mismo ustedes van a ver lo que hará el
Señor para salvarlos. A esos egipcios que están viendo hoy, nunca más los
volverán a ver. El Señor combatirá por ustedes, sin que ustedes tengan que
preocuparse por nada»” (Ex. 14, 11-14)
Jesús consuela a los afligidos, a los pecadores. Cristo es fuente de toda
consolación: “Si la exhortación en nombre de Cristo tiene algún valor, si algo vale
el consuelo que brota del amor o la comunión en el Espíritu, o la ternura y la
compasión, les ruego que hagan perfecta mi alegría, permaneciendo bien unidos”
(Fil. 2,1-2).
En la Iglesia es esencial la función de consolar.
Estoy firmemente convencido que la consolación y todo lo que esta palabra
significa, cumple un rol fundamental en la vida pastoral, en la vida de la Iglesia.
Desgraciadamente, con frecuencia, lo olvidamos.
Podríamos reflexionar largamente sobre este ministerio consolador, que no
es simplemente decir: “vayan en paz, quédense tranquilos, tengan coraje”. No es
simplemente simpatía humana.
Se trata de un servicio de la fe. Es dar ánimo pero en nombre de Dios.
Apoyados en el Señor. “El es nuestra roca y nuestra salvación”. “No tenemos otro
nombre por el cual fuimos salvados”, dice Pablo.
Capítulo Sexto
El estilo de vida evangélico
EVANGELIO DE SAN MATEO
"A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes
instrucciones: «No vayan a regiones paganas, ni entren en
ninguna ciudad de los samaritanos. Vayan, en cambio, a las
ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino,
proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a
los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los
leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido
gratuitamente, den también gratuitamente. No lleven encima
oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni
dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja
merece su sustento.
Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a
alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta
el momento de partir. Al entrar en la casa, salúdenla
invocando la paz sobre ella. Si esa casa lo merece, que la
paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz
vuelva a ustedes. Y sí no los reciben ni quieren escuchar
sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan
hasta el polvo de sus pies. Les aseguro que en el día del
Juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas menos
rigurosamente que esa ciudad.
Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean
entonces astutos como serpientes y sencillos como
palomas.
Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los
tribunales y los azotarán en sus sinagogas. A causa de mí,
serán llevados ante los gobernadores y reyes, para dar
testimonio delante de ellos y de los paganos. Cuando los
entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué
van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese
momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino
que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes.
El hermano entregará a su hermano para que sea
condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se
rebelarán contra sus padres y los harán morir. Ustedes
serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel
que persevere hasta el fin se salvará. Cuando los persigan
en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en esta,
huyan a una tercera. Les aseguro que no acabarán de
recorrer las ciudades de Israel, antes de que llegue el Hijo
del hombre.
El discípulo no es más que el maestro ni el servidor más
que su dueño. Al discípulo le basta ser como su maestro y al
servidor como su dueño. Si al dueño de casa lo llamaron
Belzebul, ¡cuánto más a los de su casa! No les teman. No
hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto
que no deba ser conocido.
Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno
día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de
las casas. No teman a los que matan el cuerpo, pero no
pueden matar el alma. Teman más bien a aquel que puede
arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena. ¿Acaso no se vende
un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno
solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre
que está en el cielo. Ustedes tienen contados todos sus
cabellos. No teman entonces, porque valen más que
muchos pájaros. Al que me reconozca abiertamente ante los
hombres, yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el
cielo. Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo
de aquel que reniegue de mí ante los hombres»” (Mt. 10,533).
En este capítulo san Mateo nos trae el discurso misionero que es una
instrucción a los misioneros, es una especie de "manual" del misionero. Es todo
un "programa' de apostolado misionero.
En la enseñanza de Jesús el punto central es el "estilo de vida
evangélico" que deben tener los misioneros. La mayor insistencia de Jesús es
sobre cómo los discípulos deben comportarse.
Jesús no insiste tanto en lo que se debe decir, como en el "modo", en el
"estilo de vida" de los misioneros. Este es el primer mensaje que hay que dar a
los otros.
Frecuentemente olvidamos esto y nos hacemos muchas preguntas sobre
qué decir, cómo traducir el mensaje con palabras de hoy, etc. La cosa es bastante
simple.
Lo importante para que el discípulo sea creíble, es su estilo de vida.
Es necesario partir de un estilo de vida "evangélico". Los contenidos
profundos del Reino tienen que ser reflejados en el estilo de vida de los
misioneros.
En la enseñanza de Jesús, el estilo de vida del misionero comporta las
siguientes actitudes, claras y necesarias.
a) Ternura y compasión por los más débiles
"Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos
está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos,
purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios" (Mt.
10,7-8).
Jesús recomienda a los misioneros una atención preferencial, una ternura
activa por los enfermos, los pobres, los leprosos, los endemoniados. La
preferencia por los más débiles es el mejor testimonio de la misericordia de Dios.
San Mateo remarca este aspecto, enlazando directamente la llamada y la
misión de los Doce con la compasión de Jesús por la muchedumbre: “Jesús
recorría todos las ciudades y los pueblos, enseñando en sus sinagogas,
proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y
dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y
abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «La
cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los
sembrados que envíe trabajadores para su cosecha»” (Mt. 9,35-38).
El misionero debe tener preferencia por:
 los alejados;
 los enfermos;
 los ancianos;
 los pobres;
 los que están solos.
b) Gratuidad y disponibilidad; sobriedad y pobreza
'“Ustedes han recibido gratuitamente, den también
gratuitamente. No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni
provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni
bastón; porque el que trabaja merece su sustento" (Mt.
10,8b-10).
El comportamiento de los discípulos debe basarse en la sobriedad, en la
austeridad, en la pobreza.
La Misión debe desarrollarse en un clima de gratuidad y de disponibilidad.
Los discípulos deben estar dispuestos a dar todo, sin pedir nada a cambio.
El Reino, precisamente, consiste en el amor gratuito con que Dios se pone a
disposición del hombre.
Notemos que el Evangelio no niega el uso de los medios para la
evangelización. Pero lo que nos advierte es no hacer de los medios un ídolo.
No creer que porque hay más medios, hay mejores resultados: más dinero
= mejor resultado; más medios de comunicación = mejores resultados.
El Evangelio nos advierte: no hacer de los medios un fin.
El Evangelio quiere que el misionero ponga su confianza en Dios:
 el misionero recibirá su paga de las manos de Dios;
 el misionero no acepta dinero;
 para que no pierda valor lo que estamos haciendo;
 para ir cambiando la imagen que mucha gente tiene de la Iglesia;
 sugerir, si quieren dar una limosna, la entreguen a Cáritas.
c) Ser débil para ser fuerte
"Yo los envío como a ovejas en medio de lobos”
(Mt.10,16).
En la sociedad actual, en la época de los mass-media, sobresale el que
grita más fuerte, el que es más fuerte, el que tiene poder.
Pero Jesús dice que somos ovejas en medio de lobos. La oveja se siente
débil, vulnerable.
No se trata de dejarse llevar del miedo. El sentido del Evangelio es otro.
Significa no confundir la fuerza del Evangelio con la fuerza de uno mismo.
El Evangelio nos enseña que la fe cuenta con la potencia de Dios y no del
hombre. Es lo que afirma san Pablo: "Porque cuando soy débil, entonces soy
fuerte" (2 Cor. 12,10).
El coraje, la fuerza me viene de Dios, es un don del Espíritu Santo:
"Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes" (Hech.1,8).
El misionero pone su fuerza en el Señor:
 no tenemos miedo ni vergüenza;
 porque creemos realmente en lo que anunciamos;
 porque Cristo y su Evangelio valen la pena;
 porque no estamos solos: "Y yo estoy con ustedes hasta el fin del
mundo” (Mt. 28,20).
d) Dispuestos a llevar la cruz
"Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los
tribunales y los azotarán en sus sinagogas. A causa de mí,
serán llevados ante los gobernadores y reyes, para dar
testimonio delante de ellos y de los paganos... Ustedes
serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel
que persevere hasta el fin se salvará. Cuando los persigan
en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en ésta,
huyan a una tercera. Les aseguro que no acabarán de
recorrer las ciudades de Israel, antes de que llegue el Hijo
del hombre" (Mt.10,17-18; 22-23).
Los discípulos deben ser conscientes de las dificultades.
Todos los evangelistas preanuncian las posibles dificultades que los
discípulos encontrarán. La persecución será una característica inseparable de la
misión. Hay que saber afrontarla. El discípulo, como el Maestro, tendrá que sufrir y
ser rechazado.
Jesús enseña a sus discípulos que deben esperar dolores y persecuciones,
siguiendo la suerte del Maestro (ver Mt. 10,17-23); pero no deben tener miedo: el
Espíritu Santo hablará por ellos (ver Mt. 10,19-20); y el Padre los protegerá (ver
Mt. 10,24-31). Ellos deben solamente preocuparse de ser fieles públicamente y
valientes ante las exigencias radicales del Evangelio y la cruz de Jesús (ver
Mt.10,32-39).
El misionero no se desalienta:
 no esperamos ver los frutos;
 sembramos, pero no sabemos cómo, ni cuándo, ni quien cosechará;
 confiamos en que todo lo hecho con amor dará su fruto en el Reino
de Dios, aunque no lleguemos a verlo.
e) Tener paz y seguridad
"Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a
hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a
conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que
hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en
ustedes" (Mt.10,19-20).
Jesús aquí quiere sacarnos la ansiedad, que también puede ser "ansiedad
apostólica".
Jesús, que conoce bien nuestras ansiedades, viene en nuestra ayuda.
En este caso, se refiere a una situación concreta: cuando los discípulos
sean llevados a los tribunales.
Pero el "no se preocupen” tiene un alcance mucho más grande.
"No se preocupen" Jesús nos dice cinco veces en el Sermón de la
Montaña:
1. "No se inquieten (no se preocupen) por su vida, pensando qué van
a comer, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir"
(Mt.6,25).
2. "¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete (se preocupe),
puede añadir un sólo instante al tiempo de su vida?" (Mt.6,27).
3. "¿Y por qué se inquietan (se preocupan) por el vestido?" (Mt.6,28).
4. "No se inquieten (no se preocupen) entonces, diciendo: ¿qué
comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?" (Mt.6,31).
5. "No se inquieten (no se preocupen) por el día de mañana"
(Mt.6,34).
Jesús dice a los misioneros: no sean ansiosos, no se preocupen, no se
inquieten, no se angustien por la Misión.
La angustia nos quita fuerza, alegría, entusiasmo, nos cierra el corazón,
nos paraliza. Lo que importa es tener confianza en el Padre. Es el Padre el que
cuida de los misioneros y el que cuida de la Misión.
Es importante superar la ansiedad que tanto nos pesa.
No se puede comunicar el Evangelio mostrando ansiedad, miedo, temor de
que las cosas no salgan, lamentándonos por las condiciones adversas de la
sociedad o por las limitaciones de la comunidad. Eso es un antitestimonio.
San Agustín nos da una regla básica del apóstol: "catequizar con alegría".
Entonces el cómo evangelizar debe nacer de la alegría del Evangelio vivido,
que se trasparenta en la serenidad interior, en la paz y en la confianza en Dios que
tiene el apóstol.
El misionero tiene certeza en el éxito:
 porque el Señor está empeñado en esta Misión;
 porque lo que parece imposible, es posible para Dios;
 el misionero evangeliza con alegría.
Capítulo Séptimo
Priorizar una pastoral misionera desde la catequesis
1. LA CATEQUESIS ES UNA TAREA PRIORITARIA DE LA IGLESIA
Un camino importante para la misión de la Iglesia es la catequesis. La
catequesis es un camino pastoral privilegiado. En gran medida la evangelización
pasa por la catequesis.
Precisamente el Papa Juan Pablo II dice que “La catequesis ha sido
siempre considerada por la Iglesia como una de sus tareas primordiales”10.
Por eso la catequesis debe ser una acción principal, una tarea
absolutamente prioritaria en el conjunto de las acciones pastorales de la parroquia.
Hace falta una catequesis que acompañe a los niños, a los jóvenes y a los
adultos en todo el proceso de su maduración cristiana.
¿Qué hace la catequesis? Educa en la fe: ayuda a los hombres a creer;
hace madurar la fe inicial y educa a ser verdadero discípulo de Cristo.
La catequesis nos compromete a trabajar por nuestro pueblo creyente.
Nuestro pueblo es creyente, es cristiano, pero su fe es débil, poco formada,
acosada por las sectas y el secularismo. Juan Pablo II decía: “Vuestros pueblos,
marcados en su ser íntimo por la fe católica, imploran la profundización y el
fortalecimiento de su fe, la instrucción religiosa, el don de los sacramentos, todas
las formas de alimento para su hambre espiritual”11.
Por eso se deben consagrar a la catequesis los mejores recursos en
hombres, en energías, sin ahorrar esfuerzos, fatigas y medios materiales para
mejorarla.
Tengamos en cuenta que en el proyecto del Plan Pastoral para el sexenio
2010-2016 se destaca el priorizar la renovación de la Catequesis de Iniciación
Cristiana.
2. LA CATEQUESIS MISIONERA
Una catequesis al servicio de la Nueva Evangelización ha de ser una
catequesis misionera.
La catequesis misionera debe llegar a todos, especialmente a los más
alejados. Para ello se debe ir a buscarlos y no sólo esperar a que vengan.
No se debe rechazar a ningún chico de la catequesis preparatoria para la
primera comunión. La Parroquia tiene la obligación de catequizar a todos los
chicos. No se debe poner un límite en el número de catecúmenos a catequizar. No
podemos excluir a nadie. La parroquia, la capilla, debe recibir a todos y
10
Catechesi Tradendae, 1.
11
Discurso a la Asamblea del CELAM, Port-au-Prince (Haití), 09/03/1983, nº 1.
acogerlos con delicadeza, y no imponer métodos de catequesis tan estrictos que,
en la práctica, constituyan una barrera.
Tenemos que poner un particular empeño para que ningún bautizado quede
sin completar su iniciación cristiana, facilitando la preparación y el acceso a los
sacramentos de la Reconciliación, la Confirmación y la Eucaristía.
3. EL CAMINO DE LA CATEQUESIS EN LA ARQUIDIÓCESIS
a) Catequesis de Niños
Gracias a Dios en nuestra diócesis la catequesis viene recorriendo un
fecundo camino.
En la ARQUIDIÓCESIS hemos publicado en el año 2005 la Instrucción
Pastoral sobre la Iniciación Cristiana de los Niños.
Tenemos que agradecer a Dios por el número de catequistas que contamos
en la Arquidiócesis (alrededor de 2.500). Sin embargo, considerando el número de
catecúmenos, todavía son pocos.
Tenemos que reconocer que en los catequistas existe mucha buena
voluntad, disponibilidad y generosidad Pero también debemos reconocer que
muchos de ellos no tienen la preparación necesaria para cumplir esta tarea. Éste
es un tema prioritario, que se debe abordar en las comunidades: la formación de
los catequistas, tanto en lo doctrinal como en lo espiritual y lo metodológico.
Recordemos que en la arquidiócesis tenemos dos Seminarios de
Catequesis: el Seminario de Catequesis San Pío X, que funciona en el Seminario
Menor, y el Seminario Anexo San Pío X, que funciona en Lules.
Hay que fomentar que todas las parroquias tengan el mayor número posible
de catequistas que hayan cursado en el Seminario de Catequesis. En este sentido
cada comunidad parroquial proveerá los medios para que algunos catequistas
puedan asistir a este Seminario.
También es muy frecuente el caso de catequistas adolescentes. Como se
pide en la Instrucción, los catequistas no deben ser menores de 18 años.
Recordemos que en las Normas de la Instrucción Pastoral sobre la
Iniciación Cristiana de los Niños se dispone que: “en cada Parroquia se debe
constituir el Equipo Parroquial de Catequesis. El Equipo Parroquial de Catequesis
es un organismo parroquial que integra a todos los catequistas de la parroquia
(tanto de la sede como de las capillas, oratorios y demás comunidades) que, en
plena comunión con el párroco, orienta y promueve toda la catequesis de la
parroquia. El Equipo Parroquial de Catequesis tendrá un coordinador, designado
por el párroco, por un período de tres años, pudiendo ser renovado su
nombramiento solamente por un nuevo trienio” (Normas, nº 6).
b) La catequesis de adultos
En la arquidiócesis hemos publicado en el año 2008 la Instrucción
Pastoral: La Catequesis de Adultos.
La Iglesia en los últimos años, tanto a nivel universal como local, ha
resaltado la importancia de la catequesis de adultos.
Me parece que en nuestra arquidiócesis, la catequesis de adulos, todavía
no alcanzó la dimensión que le corresponde.
La catequesis de adultos debe ser una estructura permanente de nuestras
comunidades, como lo es la catequesis de niños.
Un objetivo debe ser el de tener catequesis de adultos en todas las
parroquias. Como se dice en la Instrucción Pastoral, “no es suficiente esperar a
que llegue algún adulto pidiendo un sacramento, para catequizarlo. Se hace
necesario tener una estructura estable y continua para ofrecer esta catequesis”
(cap.1º,1).
La Iglesia y la realidad actual nos están pidiendo que salgamos a convocar
a los adultos para la catequesis.
Ciertamente, para realizar la catequesis de adultos cada comunidad deberá
tener catequistas suficientes y bien preparados.
Capítulo Octavo
La catequesis ocasional
Además de la catequesis sistemática debemos aprovechar la catequesis
ocasional. En esto Jesús nos enseña todo un estilo verdaderamente misionero. El
Evangelio nos trae encuentros ocasionales de Jesús con algunas personas en
donde aprovecha para hacer una verdadera catequesis. Recordemos el encuentro
con Zaqueo o el encuentro con la Samaritana o con los discípulos de Emaús.
También la comunidad debe aprovechar ciertos encuentros para hacer una
verdadera catequesis.
Aquí menciono algunos de esos encuentros en donde podemos catequizar.
1. CATEQUESIS PRESACRAMENTALES
La Iglesia tiene en gran estima a la catequesis presacramental.
Se trata de la catequesis que se lleva a cabo antes de la recepción de algún
sacramento. Gira, fundamentalmente en torno al Matrimonio y al Bautismo de los
hijos.
El Código de Derecho Canónico nos recuerda la importancia de esta
catequesis presacramental y determina que el párroco debe procurar “que se
imparta una catequesis adecuada para la celebración de los sacramentos” (canon
777,1).
El Directorio Catequístico General recoge la importancia de este tema
entre las formas particulares de catequesis de adultos12 y destaca su necesidad
con ocasión de esos principales acontecimientos de la vida que son el matrimonio,
el bautismo de los hijos, la primera comunión, la confirmación, porque son
momentos en los que los hombres se sienten mayormente impelidos a buscar el
verdadero sentido de la vida.
La función de la catequesis presacramental es no sólo disponer y preparar
a la celebración del sacramento, sino también proclamar el kerigma del primer
anuncio, teniendo en cuenta que muchos fieles que se acercan a la parroquia con
ocasión de estos sacramentos están alejados de la práctica religiosa.
Hoy en día hay que cuidar, de manera especial, esta catequesis, ya que es
un punto de contacto muy importante con los cristianos alejados de la práctica
religiosa habitual. Por eso hay que imprimirle un fuerte sentido misionero, de
anuncio del Evangelio, con vistas a suscitar o intensificar la adhesión de la fe.
La catequesis presacramental también puede ser la oportunidad para dar
origen a una catequesis más orgánica.
12
Nº 258.
a) Catequesis prebautismal
Debemos dar gracias a Dios que las familias piden el Bautismo para sus
hijos. Pensemos que la mayoría que se acercan a pedir el Bautismo para sus hijos
son cristianos no prácticos.
Las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización expresan que el
Bautismo de los hijos es un momento privilegiado de evangelización de las
familias y una ocasión, para los padres y padrinos, para actualizar la memoria
del propio Bautismo (ver nº 48).
En otras palabras, toda la pastoral bautismal debe plantearse con espíritu
misionero.
La parroquia debe acogerlos cordialmente. La acogida es la primera actitud
pastoral a tomar. Las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización dicen:
“Debemos motivar a nuestras comunidades para que renueven su capacidad de
acogida, y revistan de calidez humana y de atención cordial el trato con todos los
que piden el Bautismo” (Nº 49). Se les debe facilitar el trámite, y bautizar a todos
los niños cuyos padres lo piden13.
La catequesis bautismal, en gran parte de los casos, es un medio de
acercarnos a cristianos que, por diversas razones, están alejados de las prácticas
religiosas y ayudarlos a comenzar un proceso de reiniciación en la vida cristiana.
Un proceso de crecimiento individual y comunitario en la fe. Lo que se busca es
“avivar la fe”, “acrecentar la fe”, “educar la fe” y no sólo una mera instrucción.
Entonces en el Bautismo no sólo se atiende a la fe que se infunde en el
niño, sino que se busca acrecentar la fe en los padres y padrinos: a que
renueven la fidelidad personal a su propio Bautismo.
Para este tema recuerdo lo que dice la Instrucción Pastoral sobre el
Bautismo de niños de nuestra Arquidiócesis publicada el 14 de marzo de 2005.
Allí se lee: “Es necesario que en cada parroquia haya un Equipo encargado
de la pastoral bautismal. Como es obvio, el párroco solo no puede realizar todo lo
que supone esta pastoral, donde son muchas y diferenciadas las exigencias.
La acogida de los padres que piden el Bautismo para sus hijos, la
catequesis bautismal, la celebración del sacramento y el acompañamiento de las
familias, suponen la participación organizada de muchas personas”.
El punto 6 se titula “La catequesis bautismal” y recuerda lo que determina el
Directorio de Catequesis, del Episcopado Argentino: “Es urgente establecer una
catequesis prebautismal, dirigida principalmente a los padres y también a los
padrinos (n. 101)”.
El Código de Derecho Canónico dice: «Los padres del niño que va a ser
bautizado, y asimismo quienes asumirán la función de padrinos, han de ser
convenientemente ilustrados sobre el significado de este sacramento y las
obligaciones que lleva consigo; y debe procurar el párroco, personalmente o por
medio de otras personas, que los padres sean oportunamente instruidos con
exhortaciones pastorales e incluso con la oración en común, reuniendo a varias
familias, y visitándolas donde sea posible hacerlo” (canon 851,2).
13
Instrucción Pastoral sobre el Bautismo de Niños, 5.
b) Catequesis prematrimonial
El Papa Juan Pablo II en la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio
afirma que “en nuestros días es más necesaria que nunca la preparación de los
jóvenes al matrimonio y a la vida familiar”. Y agrega: “La preparación al matrimonio
ha de ser vista y actuada como un proceso gradual y continuo. Ella comporta tres
momentos principales: una preparación remota, una próxima y otra inmediata”
(FC, 66).
Aquí nos referimos a la catequesis de inmediata preparación al matrimonio.
El Directorio de Pastoral Familiar del Episcopado Argentino sobre la
preparación inmediata al matrimonio dice: “En dicha preparación, además de
profundizar en la doctrina cristiana sobre el matrimonio y la familia, con especial
mención de los deberes morales, los novios han de ser guiados a tomar parte
consciente y activa en la celebración nupcial, para entender también el significado
de los gestos y textos litúrgicos”14.
c) Catequesis para padres cuyos hijos van a recibir la
Confirmación o la Primera Comunión
Es importante tener algunas catequesis con los padres de los niños que se
preparan a recibir la Confirmación o la Comunión. Sabemos que la participación
de los padres en el proceso de la catequesis de sus hijos no es fácil de conseguir.
Sin embargo, es una ocasión privilegiada para intentarlo.
En este campo, es conveniente que la Catequesis de Iniciación se relacione
con la pastoral familiar de la parroquia. Los matrimonios de la parroquia pueden
ayudar y colaborar en esta tarea con los catequistas.
Sería oportuno que los catequistas, a lo largo del año, visiten las familias de
los chicos. También se puede llevar a los hogares de los chicos la imagen de la
Virgen.
2. OTRAS CATEQUESIS OCASIONALES
La catequesis ocasional, como indica su nombre, es la catequesis que hay
que ofrecer con ocasión de los acontecimientos particulares que afectan a las
personas y a las familias.
La catequesis ocasional es la que, ante determinadas circunstancias de la
vida personal, familiar, eclesial y social, trata de ayudarlas a interpretarlas y
vivirlas desde la fe.
La catequesis ocasional ayuda a descubrir a Dios presente, con una
presencia misericordiosa y bondadosa, en cualquier acontecimiento de nuestra
vida sea doloroso o gozoso.
La catequesis ocasional tiene un valor educativo muy grande y es un
alimento fundamental para nutrir la vida de fe de la comunidad cristiana.
14
Nº 52.
Damos algunos ejemplos de catequesis ocasionales:
 Con ocasión de cumplir las chicas 15 años
 Con ocasión de celebrar un aniversario matrimonial
 Con ocasión de algún fallecimiento
 Con ocasión del término al año escolar, etc.
Las celebraciones litúrgicas que congregan a personas débilmente
cristianas -bautismos, primeras comuniones, matrimonios, Misa por los difuntos,
etc.- deben ser acogedoras y misioneras.
A estas personas no se las debe recriminar, así sea indirectamente. En
cambio, sacar provecho de la ocasión privilegiada para anunciar el kerigma
(“miren cuánto nos ama el Padre en Jesús...”) y tomen conciencia de la necesidad
de corresponder a ese amor y renovar su entrega a Cristo.
¿No será el caso de procurar que la celebración se desarrolle en un clima y
atmósfera tal, que se sientan invitados a volver, a acercarse más, a no vivir tan
aislados?
Estos son solamente algunos ejemplos.
Pienso asimismo en diversos momentos de gran importancia en la que la
catequesis encuentra cabalmente su puesto: por ejemplo, las novenas
preparatorias a las fiestas patronales, que son provechosas si están centradas en
un tema escogido.
También con ocasión de problemas que se están planteando, la comunidad
puede organizar una serie de reuniones sobre temas determinados: la droga, el
divorcio, la educación de los hijos, etc.
Otras veces la motivación está dada por algún documento del Papa o del
Episcopado o del Arzobispo y que exige que los católicos realicen una reflexión
determinada.
3. LA CATEQUESIS Y LA PASTORAL PARA LOS NIÑOS
Es necesario integrar a los niños de la catequesis de iniciación en la
pastoral de los niños. Lamentablemente, en los últimos años, esta pastoral se ha
descuidado. Debemos recuperar a los niños en una pastoral que los incorpore a la
vida de la comunidad.
La experiencia nos dice que en todas partes sucede que después de la
Catequesis de Iniciación los niños dejan la práctica de la vida cristiana.
Trabajando pastoralmente con los niños es la mejor manera de
asegurarnos en un futuro cercano el tener jóvenes en nuestras comunidades.
Entonces es imprescindible que en nuestras parroquias y capillas
organicemos la pastoral de la niñez.
Se debe incorporar a los niños del catecismo a los grupos parroquiales
(Aspirantes de Acción Católica, Infancia Misionera, grupo de Monaguillos, Scouts,
etc.) antes de que terminen la catequesis de iniciación. Así participarán no sólo del
Encuentro Catequístico, sino también se incorporarán a las actividades de esos
grupos: juegos, campamentos, iniciativas de caridad, etc.
Es mi intensión crear la Comisión de Pastoral para los Niños, integrada por
todas las áreas y movimientos eclesiales que trabajen con niños en nuestra
Arquidiócesis.
Será responsabilidad de esta Comisión afianzar lo que ya se viene
realizando en el área de los niños y ayudar a que se trabaje con ellos en todas las
parroquias.
Los objetivos de la Pastoral para los Niños son:
a) Que vayan creciendo en el conocimiento y amor a Jesucristo.
b) Que experimenten su pertenencia a la Iglesia.
c) Que crezcan en la oración y en la celebración festiva de la fe.
d) Que despierten a una conciencia misionera.
e) Que se formen en una actitud solidaria.
Conclusión
Muy queridos hijos y hermanos
Desde hace seis años venimos recorriendo juntos un mismo camino
pastoral. Nuestro objetivo era ponernos en estado de misión, integrar a todas
nuestras comunidades y a todos sus integrantes en una Iglesia arquidiocesana
misionera. Ahora nos preparamos para proseguir, con fuerzas renovadas y nueva
programación, en la misma huella hasta el Bicentenario de la Patria.
Les he propuesto también que este 2010 sea un Año Eucarístico.
Pongámoslo en manos de la Santísima Virgen para que ella nos conduzca a Jesús
Eucaristía y de Él recibamos la fuerza para ser Iglesia misionera, Iglesia enviada.
Con mi bendición de padre y pastor.
Mons. LUIS H. VILLALBA
ARZOBISPO DE TUCUMÁN
San Miguel de Tucumán, 17 de febrero de 2010.
Descargar