MI MAESTRO Y SUS DISCÍPULOS RECUERDAN A

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MI MAESTRO Y SUS DISCÍPULOS RECUERDAN A HOSTOS
por Santiago Maunez Vizcarrondo
Mi maestro Dr. José Ferrer Canales, me invitó para que asistiera a la actividad
patriótica que, en unión a sus discípulos del Centro de Estudios Avanzados del Caribe,
celebrarían a las 10:30 de la mañana del sábado 26 de abril de 2003, frente al monumento
a Eugenio María de Hostos en la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras. Allí
estuvimos mi nieta número 9 Rochy, su novio y yo. Josefina estaba enferma.
Salimos muy temprano desde nuestra casa en el Barrio Collóres de Humacao,
previendo los “tapones” del camino. Llegamos hasta el área del museo donde nos
estacionamos y luego caminamos hasta el monumento sentándonos a espera por la
guagua que traería a la comitiva. El clima era maravilloso, fresco y soleado, allí, entre
árboles, estábamos acompañados por la orquesta sinfónica de tantos pájaros. Un
fotógrafo se me acercó a preguntarme: ¿Usted es Maunez, el que escribe en El Oriental
de Humacao? Luego de la pequeña sorpresa, contesté afirmativamente y él se identificó,
era el humacaeño Luis Ramos, de El Nuevo Día; había venido a cubrir la actividad.
Hablamos de nuestro Humacao, con nostalgia y tristeza. Me dijo que visita a su familia,
evitando ver el centro del pueblo para no recordar lo que hemos perdido.
El profesor Ferrer llegó vestido como siempre, igual como la primera vez que llegó a
nuestro salón de clases en la “Jai Escul” (luego Juan Peña Reyes) de Humacao, en el
1938, con traje oscuro, camisa blanca y corbata negra con lazo de mariposa. Ahora
faltaba su violín, pero le acompañaban su inseparable esposa la profesora Ana Hilda y sus
estudiantes que cargaban una bella corona de flores radiantes como el sol matinal. El
profesor siempre correcto en todo. Mi nieta, con su cámara de videos, filmó toda la
acción inclusive el fondo musical de los pájaros. Rochy se sorprendió al escuchar la voz
potente y vibrante llena de emoción de mi querido maestro, de tan sólo 90 hermosas
primaveras que, de memoria, citó nombres, fechas e incidentes de nuestra historia. Sólo
leyó unos apuntes al presentar a sus discípulos. Actuó como “maestro de ceremonias”.
Fue una sencilla y emotiva ceremonia, una clase “magisterial” para mí y los nuevos
estudiantes. Todos sus discípulos tomaron parte: unos dijeron poesías, otros breves
discursos, otros ensayos, otros pensamientos de Hostos y uno cantó acompañado por su
guitarra una canción suya dedicada al profesor. Aplaudo el trabajo del fotógrafo Luis
Ramos que supo captar con fineza la belleza del acto que duró un par de horas. Luego, el
profesor Ferrer, nos invitó a todos hasta la cafetería de la UPR para almorzar “como sus
invitados”.
Uno de sus discípulos tituló su discurso (dedicado a su maestro Dr. Ferrer) “Una
mancha en la camisa”, y es que aquella mañana al vestirse el profesor para ir a su clase
vio que había una mancha en su camisa blanca pero no le de dio importancia. Sus
discípulos la notaron y así se lo hicieron saber. El profesor les respondió que eso no
importaba, “ese era un sucio viejo”, (Bolívar y otros removieron las otras manchas). El
estudiante dijo: “Que importa una mancha en la camisa, mientras el alma y la
conciencia estén limpias”. Debo decir, que en esa actividad al aire libre, no se usaron
altoparlantes.
Los estudiantes puertorriqueños, de varios pueblos de nuestra isla: Ponce, Mayagüez,
Caguas, Humacao, etc., vestían con sencillez y decoro demostrando un gran amor por su
Maestro y sus enseñanzas. Gracias Profesor José Ferrer Canales, por haber sido mi
Maestro y por haberme vuelto a invitar a su clase “magisterial” unos 65 años
después.
us almas angelicales producto de nuestra experiencia ateneísta. Es que Atenas, la
educadora inteligente, triunfó sobre Esparta, la guerrera implacable, mediante las sabias
enseñanzas que supo dar a sus hijos de padres ateneístas.
Debo admitir que esta divagación fue escrita luego de consumir una botella de vino
tinto de la provincia española de Rioja, todo por prescripción médica. Así coincido con
un tal Calderón de la Barca que decía que “la vida es sueño y los seños sueños son”, y por
eso puedo soñar cosas como estas en vez de ir al “Ateneo” de mi pueblo a disfrutar de las
amenidades que allí se dicen: conversaciones sobre política, la guerra en jurutungo, los
corruptos, el crimen del día, las drogas y… ¿qué más?
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