STJCE 14.07.2005. Charles y Charles-Tijmens (As. C-434/03). Autoconsumo y bienes utilizados en parte para a empresa y en parte para fines a título privado Alejandro Blázquez Lidoy Profesor Titular EU Derecho Financiero y Tributario. Universidad Rey Juan Carlos I. DOCTRINA DEL TRIBUNAL El Tribunal de Luxemburgo señala que los Estados miembros pueden, por aplicación del artículo 6.2 pfo 2º excluir de gravamen el autoconsumo. Sin embargo, hay ciertos límites; así, un sujeto pasivo tiene derecho, por un lado, a optar por afectar a su empresa la totalidad de un bien de inversión que utiliza en parte para las necesidades de la empresa y en parte para fines ajenos a ésta así como, en su caso, a deducir íntegra e inmediatamente el IVA soportado por la adquisición de dicho bien; por otro lado, tiene, en principio, la obligación, que se corresponde con el citado derecho, de pagar el IVA aplicable al importe de los gastos efectuados para utilizar el bien de que se trate con fines ajenos a la empresa. II. ANTECEDENTES JURISPRUDENCIALES Sentencia de 11 de julio de 1991, Lennartz (C-97/90); Sentencia de 4 de octubre de 1995, Armbrecht (C-291/92); Sentencia de 8 de marzo de 2001, Bakcsi, (As. C-415/98); Sentencia de 8 de mayo de 2003, Seeling (As. C-269/00); Sentencia de 11 de septiembre de 2003, Cookies World (As. C-155/01); 2 de junio de 2005, WZV (As. C-378/02). III. SUPUESTO DE HECHO El Sr. Charles y la Sra. Charles-Tijmens adquirieron conjuntamente, en marzo de 1997, una residencia de vacaciones situadas en los Países Bajos que estaba destinada tanto al arrendamiento como al uso privado y que durante el período que va desde abril a junio de 1997 fue objeto de arrendamiento en un 87,5 por 100 y de uso privado el resto (12,5 por 100). El arrendamiento de esa residencia no estaba exento de IVA. El Sr. Charles y la Sra. Charles-Tijmens solicitaron inicialmente la devolución del IVA soportado en el segundo trimestre de 1997 por el 87,5 por 100 del IVA deducido. La AEAT de los países Bajos accedió a dicha devolución. No obstante, el Sr. Charles y la Sra. Charles-Tijmens hicieron una declaración complementaria para solicitar el 100 por 100 de deducción, aduciendo que la totalidad era deducible mientras que el uso privado suponía un supuesto de autoconsumo de servicios del artículo 6.2 de la Sexta Directiva. La Administración de los Países Bajos señala que no procede la deducción del 100 por 100 debido a que la LIVA de dicho territorio, que databa de 1969 y que fue adoptada con base en la Segunda Directiva, señala que en el caso un bien afectado a fines particulares y empresariales la deducción sólo puede hacerse teniendo en consideración qué porcentaje del bien se utilizará para fines ajenos a la empresa. IV. TIPO DE PROCEDIMIENTO El Hoge Raad de los Países Bajos plantea la siguiente cuestión prejudicial: si es compatible Πáγ. 1 con los artículos 6.2, 17.1, 17.2 y 17.6 de la Sexta Directiva un sistema legal, existente con anterioridad a la Sexta Directiva, donde: - Se excluye la posibilidad de optar por integrar completamente en el patrimonio de la empresa un bien de inversión, o un bien o un servicio asimilados, cuando el adquirente utilice dicho bien o servicio tanto para las necesidades de la empresa como para fines ajenos a ella (en particular, para fines privados); - Que, en consecuencia, excluye también la posibilidad de deducir completa e inmediatamente los impuestos soportados por la adquisición de dicho bien o servicio; - No se prevé la percepción del IVA con arreglo al artículo 6.2 de la Sexta Directiva. V. FUNDAMENTOS JURÍDICOS Lo que se plantea es la conformidad a la Directiva de una normativa que determine que, en todo caso, el autoconsumo no es una operación imponible, tal y como permite el artículo 6.2, y, por tanto, no se deduzca de forma íntegra el IVA soportado en la adquisición de bienes cuando se afecta en parte a fines particulares. Señala el Tribunal que hay que partir, según reiterada jurisprudencia, que en caso de utilización de un bien de inversión al mismo tiempo para fines profesionales y para fines privados, el sujeto pasivo tiene la posibilidad de optar, a efectos del IVA, entre incluirlo en su totalidad en el patrimonio de su empresa, o conservarlo enteramente en su patrimonio privado y excluirlo así completamente del sistema del IVA, o integrarlo en su empresa sólo en proporción a su utilización profesional efectiva. Si decide incluirlo totalmente en la empresa, la utilización para fines privados da lugar a un supuesto de autoconsumo. Especial atención merece el párrafo 2º del artículo 6.2 de la Sexta Directiva por el cual los Estados miembros están facultados a no considerar una operación imponible en los supuestos de autoconsumo. Así, se parte del hecho de que se trata de una excepción que debe definirse de manera estricta, pero puede emplearse por los Estados para, por ejemplo, simplificar los procedimientos administrativos de recaudación del IVA. Sin embargo, el Tribunal advierte que del párrafo 2 del artículo 6.2 de la Sexta Directiva no se desprende que los Estados miembros puedan denegar a los sujetos pasivos que han optado por tratar como bienes empresariales los bienes de inversión utilizados al mismo tiempo para fines profesionales y para fines privados la deducción íntegra e inmediata del IVA soportado por la adquisición de dichos bienes, a la que tienen derecho conforme a reiterada jurisprudencia. Una limitación de esta índole del derecho a deducción sería contraria a la citada disposición. Y, en consecuencia, una renuncia general basada en párrafo 2º del artículo 6.2 a gravar la utilización parcial de un bien de inversión para los fines privados de un sujeto pasivo cuando éste ha podido deducir íntegramente el IVA soportado por la adquisición del bien de que se trata tampoco respetaría la citada disposición, ya que causaría inevitablemente una distorsión de la competencia. Por tanto, el Tribunal concluye que si bien el artículo 6.2 pfo 2º permite excluir de gravamen el autoconsumo hay ciertos límites; así, un sujeto pasivo tiene derecho, por un lado, a optar por afectar a su empresa la totalidad de un bien de inversión que utiliza en parte para las necesidades de la empresa y en parte para fines ajenos a ésta así como, en su caso, a deducir íntegra e inmediatamente el IVA soportado por la adquisición de dicho bien; por otro lado, tiene, en principio, la obligación, que se corresponde con el citado derecho, de pagar el IVA aplicable al importe de los Πáγ. 2 gastos efectuados para utilizar el bien de que se trate con fines ajenos a la empresa. Por último, y con relación a la posibilidad mantener las exclusiones del derecho a deducir con anterioridad a la Sexta Directiva, mantiene el Tribunal que el artículo 17.6 de la Sexta Directiva no autoriza a los Estados miembros a mantener una norma que excluya con carácter general del régimen de las deducciones todos los bienes del sujeto pasivo en la medida que se utilicen para necesidades privadas. VI. COMENTARIO CRÍTICO La Sentencia hace referencia a un caso determinado; bienes de inversión de uso mixto. Por tanto, se excluyen los servicios y los bienes que no sean de inversión, una cuestión que, a mi parecer, debería haberse solventado y que no se afronta. Para el Abogado General Jacobs la razón estriba en que el uso de bienes que no sean de inversión entrañará un consumo que escapará a cualquier mecanismo de contabilidad realista. Pero, además, se refiere a los bienes de uso mixto, pero no se matiza si alcanza aquellos supuestos donde, por ejemplo, un bien se adquiera primero para una actividad no sujeta aunque al cabo de unos meses se sepa que se va a afectar a una actividad empresarial. Pensemos en el caso de una fundación que realiza una actividad gratuita y otra empresarial; adquiere un bien de inversión para uso exclusivo de la gratuita con la intención, en un futuro próximo, de cambiarlo a su actividad empresarial o usarlo para ambas. Y aquí, precisamente, el problema estriba en la doctrina de las Sentencias Lennarz (C-97/90) y WZV (As. C-378/02). Según ambas Sentencias es la condición en la que se adquiere el bien en un primer momento lo que determina el derecho a deducir. Por tanto, si una vez adquirido un bien éste se afecta a actividades no sujetas al IVA no cabe derecho a deducción en ninguna medida posteriormente. A mi juicio, la doctrina de la Charles y Charles-Tijmens y la de WZV deben coordinarse; en el caso de que se adquiera un bien con la intención de afectarlo en un futuro próximo (durante el período de regularización) a una actividad económica, ya sea total, ya sea parcialmente, debe existir derecho a la deducción del IVA aunque su destino inicial sea la actividad gratuita. De esta forma, será durante el período de regularización cuando la deducción se adecue a la realidad del uso empresarial. Por otro lado, y al margen de estar cuestiones, merece analizar la doctrina fijada en esta Sentencia; la posibilidad de que se afecte un bien de uso mixto de forma completa al patrimonio empresarial con el objeto de deducir íntegra e inmediatamente el IVA. Pero, a su vez, y en tanto se emplee el bien para fines privados, será necesario que ese IVA no se deduzca. Esta doctrina se fija para un caso donde la deducción del IVA para fines profesionales o empresariales se fija en un primer instante y, según la normativa holandesa, no se puede cambiar posteriormente. De esta manera, si se produce un afectación posterior superior a fines empresariales se incurre en perjuicio para el empresario. En España, sin embargo, en el caso de uso de bienes de inversión para fines privados, sí existe un derecho de regularización en ejercicios posteriores. De esta manera, el uso duradero de ciertos bienes se ajusta a la utilización del bien en las actividades empresariales, dando un efectivo cumplimiento a la Directiva en este sentido (vide la Sentencia de 15 de diciembre de 2005, Centralan Property, As. C-63/04). Y es precisamente cuando nos encontramos ante una norma de este tipo cuando cabe preguntarse por la aplicación de la doctrina de la Sentencia Charles y Charles-Tijmens ¿Es posible, bajo esas circunstancias, que aun así se opte por integrar de forma completa el bien de inversión en el patrimonio empresarial y tributar, en su caso, por autoconsumo? Hay que partir de la base que, como ha señalado el Abogado General, los resultados en uno y otro caso no son idénticos. Así, si se permite afectarlo de forma íntegra a la actividad empresarial, “- la deducción es inmediata, mientras que la tributación se aplaza y se escalona durante el período de uso privado, lo que Πáγ. 3 proporciona una posible ventaja de tesorería; - el IVA se factura sobre el coste de los bienes o servicios utilizados, que será probablemente inferior al precio al que podrían haberse adquirido como particular a otro operador; - en el caso de los bienes de inversión, incluidos los bienes inmuebles, el coste para el sujeto pasivo de la prestación del «servicio» de uso de los bienes o inmuebles (y, en consecuencia, el impuesto repercutido) puede ser especialmente bajo en relación con el coste de adquisición (y, en consecuencia, con el impuesto soportado deducible), de modo que el uso privado soportará, en la práctica, una carga fiscal menor, ventaja que probablemente se incremente con la proporción de uso privado”. Pues bien, al haberse centrado en el caso holandés, es este planteamiento el que no ha sido resuelto por la Sentencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas y es el que tenemos que analizar para el caso Español. VII. RELEVANCIA PARA ESPAÑA En nuestra normativa, y a diferencia de la de los Países Bajos, conviven dos normas; por un lado, la del autoconsumo, y por otro, la del artículo 95 de la LIVA. Conforme se dispone en este último precepto, la norma general es que todos aquellos bienes, derechos o servicios que no estén exclusivamente afectos a la actividad empresarial o profesional, no son deducibles. Y, como excepción, serán deducibles las cuotas soportadas por la adquisición, importación, arrendamiento o cesión de uso por otro título de los bienes de inversión que se empleen en todo o en parte en el desarrollo de la actividad empresarial o profesional. Esos IVA serán deducibles en la medida en que previsiblemente, de acuerdo con criterios fundados, vayan a utilizarse en el desarrollo de la actividad empresarial o profesional, operando, además las reglas de regularización en función de la afectación efectiva durante el período de regularización. En consecuencia, la normativa del autoconsumo no se aplica en estos casos, ya que ésta exige que el sujeto pasivo se haya deducidos los IVA. Por último, el artículo 99.Dos de la LIVA establece que las deducciones deberán efectuarse en función del destino previsible de los bienes y servicios adquiridos, sin perjuicio de rectificación posterior si aquél fuera alterado. Empezando por los bienes de inversión, ya sean cuotas soportadas por adquisiciones o uso, el artículo 95.Tres dispone que, excluyendo a los vehículos, será deducible el IVA en la medida en que los bienes de inversión se vayan a utilizar previsiblemente, de acuerdo con criterios fundados, en el desarrollo de la actividad empresarial o profesional. Además, esa deducción inicial deberá regularizase en los años pertinentes (9 años para terrenos y edificaciones y 4 para el resto de bienes) conforme a la verdadera afectación. Cabe plantearse, por tanto, si con la doctrina del Tribunal en el asunto Charles y Charles-Tijmens sería posible afectar íntegramente estos bienes al patrimonio empresarial y tributar por autoconsumo. Pues bien, a mi parecer, la norma española es respetuosa con la Directiva y, en consecuencia, sería aplicable al haber adoptado un mecanismo alternativo que consigue resultados parecidos. En este sentido, el Abogado General Jacobs señala en sus conclusiones que “por lo que se refiere a los bienes de inversión y, en particular, a los bienes inmuebles, el período de regularización establecido en el artículo 20 permite la adopción de un planteamiento más flexible si el uso privado no se trata como una prestación de servicios a título oneroso que si los activos utilizados están excluidos de la empresa, lo que evita, en gran medida, tanto el perjuicio ocasionado al contribuyente en el segundo supuesto como la ventaja que éste puede obtener en algunos casos de la mera aplicación del artículo 6, apartado 2”(§ 90). Es decir, entiendo que la doctrina del Tribunal en el asunto Charles y Charles-Tijmens no es aplicable en España al haber una norma interna que respeta los principios comunitarios. Πáγ. 4 Sin embargo, para aquellos bienes que no sean de inversión con arreglo a la normativa interna (3.005,06 _ conforme se dispone en el artículo 108 de la LIVA) pero, sí, por el contrario, sean bienes afectos a la actividades por un plazo superior a un año -inmovilizado- la norma española si incumpliría la doctrina del Tribunal de Luxemburgo, pues se está proscribiendo la posibilidad de deducir el IVA en su totalidad y se evita la norma de autoconsumo. Entiendo, en consecuencia, que sería posible en este caso integrar de forma íntegra el bien del inmovilizado en el patrimonio empresarial y tributar, en su caso, por autoconsumo de servicios por la parte afecta al uso personal. Pero, además, hay que recordar que la Sentencia Charles y Charles-Tijmens señala que el artículo 17.6 de la Sexta Directiva no autoriza a los Estados miembros a mantener una norma que excluye con carácter general del régimen de las deducciones todos los bienes del sujeto pasivo en la medida que se utilicen para necesidades privadas. Es decir, el problema del artículo 95 para los bienes que no sean de inversión (adquisición o uso) va más allá de lo hasta ahora expuesto. Creemos que incumple la Sexta Directiva en tanto que restringe el derecho a deducir en todo caso, vulnerando los principios de neutralidad y de proporcionalidad. Pensemos en una entidad no lucrativa que hace una actividad gratuita no sujeta y una actividad empresarial; conforme al artículo 95 ni los gastos de teléfono, ni de asesoría, mantenimiento, etc. serían deducibles en ninguna manera. Y eso no parece tolerable conforme a la jurisprudencia del Tribunal de Luxemburgo sentada en esta sentencia ni en las anteriores. Así, como ya señaló la Sentencia Lennartz, toda norma que imponga una restricción general al derecho a deducir cuando exista un verdadera aunque limitada utilización para fines profesionales constituye una excepción al artículo 17 (Sentencia de 11 de julio de 1991, C-97/90) y, en este sentido, señala que “todo sujeto pasivo que utilice bienes para una actividad económica tendrá derecho a deducir el IVA soportado en el momento de su adquisición, de conformidad con las normas que establece el artículo 17, por pequeña que sea la proporción de su uso para fines profesionales”. Por su parte, en la Sentencia de 19 de septiembre de 2000 (Ampafrance y Sanofi, As. C-177/99 y C­ 181/99) se ha señalado que el derecho a la deducción en el IVA no puede limitarse totalmente y que incluso en aquellos casos donde la norma sea establecida como medida para luchar contra el fraude no es posible aceptar un mandato que a priori suponga excluir el derecho a la deducción en el IVA. En definitiva, “Es preciso recordar que, según reiterada jurisprudencia, el derecho a deducción establecido en los artículos 17 y siguientes de la Sexta Directiva forma parte del mecanismo del IVA y, en principio, no puede limitarse. Este derecho se ejercita inmediatamente en lo que respecta a la totalidad de las cuotas soportadas en las operaciones anteriores. Toda limitación del derecho a la deducción del IVA incide en el nivel de la carga fiscal y debe aplicarse de manera similar en todos los Estados miembros. Por ello, sólo se permiten excepciones en los casos previstos expresamente por la Sexta Directiva” (STJCE de 6 de octubre de 2005, Comisión/Francia, As., C-243/03). En España, merece especial consideración la STSJ de Castilla y León (Burgos), de 10 de mayo de 2004 (recurso núm. 120/2003) al aplicar esta doctrina en contra de norma interna. Es más, la nomenclatura del artículo 95 parece estar pensando en las personas físicas, que es donde quizás los problemas de control sean más acuciados. Sin embargo, en entidades no lucrativas donde se realizan actividades gratuitas y empresariales, existe una contabilidad perfectamente diseñada donde podría establecerse un porcentaje de afectación objetivo (tomando en consideración los costes de la actividad gratuita) a la actividad empresarial para determinar el IVA deducible. De esta manera, para este tipo de entidades, donde se dispone de una contabilidad que se puede verificar, justificar la no deducibilidad de las cuotas soportadas, sea por motivos de practicabilidad administrativa, sea por motivos de fraude o evasión, no parece en ningún caso justificada. Πáγ. 5 VIII. BIBLIOGRAFÍA Almudí Cid, J., y Serrano Antón, F., (2001), “La deducción del IVA soportado en la reciente jurisprudencia del TJCE”, Revista del Centro de Estudios Financieros, núm. 216; Blázquez Lidoy, A., (2005), El Régimen Tributario de las Actividades y Operaciones gratuitas en el IVA. (Un estudio del autoconsumo de las fundaciones), Asociación Española de Fundaciones, Madrid; Sanchez Gallardo, F. J., (2001) “Los supuestos de autoconsumo en el Impuesto sobre el Valor Añadido”, Fiscal mes a mes, num. 64 y 65-66. Πáγ. 6