• La península ibérica después de roma. • El primer milenio antes de Cristo. La Protohistoria (año 1000 aproximadamente) es la etapa intermedia entre la Prehistoria y la Historia. Entonces, la diversidad cultural se agranda y pueblos extranjeros, procedentes de Europa y del Mediterráneo oriental, llegaron a la Península Ibérica en busca de tierras que cultivar o metales para comerciar. • LOS INDOEUROPEOS Y LOS PUEBLOS COLONIZADORES. • LOS CELTAS. Procedían de los pueblos indoeuropeos. Utilizaban el hierro y practicaban un rito funerario que consistía en la incineración del cadáver y la recogida de las cenizas en una urna de cerámica. Atravesaron los Pirineos, por primera vez, en el siglo XI a. C., y entre el 900 y el 700 a. C. se fueron asentando en el litoral catalán, en el valle del Ebro, en la meseta, y en el norte y noroeste peninsular. Practicaron también la agricultura y la ganadería. • LOS FENICIOS. Es el primer pueblo colonizador. Eligieron Cádiz (Gades la llamaron ellos) para fundar un emplazamiento a mitad de camino en la ruta del estaño procedente de las Islas Británicas. No tenían ningún interés por conquistar territorios, y solo pretendían comprar y vender. Por eso se limitaron a fundar una serie de enclaves o emporios comerciales, similares a Gades, por el litoral surmediterráneo (Sexi, Abedra, etc.). La colonización fenicia y su influencia sobre los nativos finalizó cuando los asirios asaltaron, saquearon y destruyeron sus ciudades de origen en el siglo VI a. C. • LOS GRIEGOS. Estaban relacionados con Marsella (Massalia). Vinieron a ocupar el espacio mercantil dejado por los fenicios a comienzos del siglo VI a. C. El comercio griego penetro mucho más en el interior de la península que el fenicio, y puso a los indígenas en contacto con la cultura, los dioses, la tecnología y los gustos estéticos del mundo helénico. Desaparecieron de la escena hispánica a partir del año 560 a. C., desplazados por una nueva fuerza política y comercial: los cartagineses. • LOS CARTAGINESES. Pueblo heredero de unos fenicios instalados en Cártago (actual Túnez), que, con el paso de los siglos, habían conseguido un gran poder económico, llegando a dominar el Mediterráneo occidental. • LOS TARTESSOS Y LA CULTURA IBÉRICA. • LOS TARTESSOS. Era un reino estratégicamente situado en la ruta del estaño, y que comerciaba con los buscadores de metales. La presencia de esta cultura abarca entre los años 800 y 600 a. C., principalmente en las zonas de Huelva y del 1 valle del Guadalquivir. Su economía se basaba en la riqueza minera, en la agricultura y en la ganadería. El reino de Tartessos desapareció bruscamente a comienzos del siglo VI a. C. • LOS ÍBEROS. A partir del siglo V a. C., los íberos agrupados en diferentes tribus, se extendían por un área comprendida entre el Rosellón y Andalucía. Sus ciudades estaban constituidas por un poblado fortificado del que dependía un territorio agrícola, siendo pueblos de gran religiosidad. Si los tartessos manifestaban influencias culturales fenicias, los íberos reflejan influencias de los griegos. 2. La época hispanorromana. Los romanos invaden la Península Ibérica, alrededor del año 218 a. C. y a partir de esa fecha llevan a cabo la conquista y la romanización de los territorios hispanos. • CONQUISTA Y ROMANIZACIÓN. • LA CONQUISTA ROMANA. UN EPISODIO LENTO Y PENOSO. El proceso de conquista fue largo y difícil, abarcando desde el 218 al 19 a.C. El primer período, que comprende cronológicamente hasta el 206 a. C., se enmarca dentro del proceso de la segunda guerra púnica: los romanos deciden atacar la retaguardia de Aníbal y vienen a España, derrotan al ejército de reserva cartaginés y se presentan ante los íberos como liberadores. El territorio conquistado se dividió en dos provincias. En el segundo período, que abarca desde el año 206 a. C. hasta el 29 a. C., Roma procede a la reorganización de los territorios conquistados y, a la vez, intenta crear unas sólidas fronteras para prevenir los frecuentes ataques de los pueblos del interior. Esta política explica las guerras contra los pueblos indígenas entre el 154 a. C. y el 133 a. C. El tercer período de conquista, desarrollados entre los años 29 a. C. y 19 a. C., completa el proceso de expansión, con la anexión de la cornisa cantábrica: Roma suprimía así una frontera interior, a la vez que controlaba el rico distrito minero del noroeste peninsular. • LA ROMANIZACIÓN Y SUS AGENTES. Entre el fin de la conquista y el comienzo del siglo III de nuestra era, los pueblos prerromanos acabarán pensando, hablando y sintiendo como romanos. Este proceso, llamado << romanización >>, revistió tres características esenciales: fue permanente, es decir, se dio desde el comienzo; total, o sea, se extendió a todos los aspectos de la vida; y desigual, porque no arraigó con la misma intensidad en todas las regiones. En la romanización tuvo en los legionarios romanos su primer vehículo, porque fueron los primeros que conversaron con los íberos, que aprendieron de ellos el latín; pero también porque a los soldados se les daban tierras para que pudiesen establecerse como campesinos, y muchos se quedaron a vivir aquí, formando verdaderas ciudades, llamadas colonias, cuya organización y modos de vida tendieron a imitar los indígenas. Junto al ejército, se han destacado otros agentes de romanización, entre ellos: • La creación, primero de centros itálicos, y después, de colonias, es decir, de ciudades fundadas por Roma con ciudadanos romanos o latinos. • La concesión selectiva del derecho de ciudadanía, romano o latino, a los pobladores de Hispania. Después del 212, tras el Decreto de Caracalla, todos los habitantes del Imperio obtendrían el derecho 2 de ciudadanía romana. • La organización administrativa y municipal impuesta por Roma. • La construcción de las calzadas romanas. • La unificación lingüística. • La generalización del uso de la moneda acuñada. • La presencia de tropas hispanas en las legiones del ejército regular. • Y, finalmente, el influjo que sobre los indígenas ejerció la presencia, en Hispania, de grandes personalidades de la vida romana, comenzando por los Escipiones y continuando por Sempronio Graco, Sertorio, Pompeyo << el Magno >> o el mismo Julio César. 3. crisis del imperio romano. A partir del siglo III d. C. se inicia la crisis del Imperio romano de occidente, crisis que viene marcada por la invasión de los pueblos germánicos que irán ocupando poco a poco las provincias del Imperio romano de occidente y entre ellas Hispania. Los pueblos germánicos que se asentaron o que invadieron nuestro país fueron los Suevos, los Bándalos, los Alanos y los Visigodos. Este ultimo pueblo fue el mas poderoso y estableció un reino en Toledo. En este reino destacaron algunos monarcas como Leovigildo, Recaredo, Recesvinto y Chindasvinto, y D. Rodrigo. • LEOVIGILDO (573 − 586) Leovigildo fue el más famoso de los reyes visigodos de España. Restauró el poder de la monarquía, recuperó el control de las zonas que Atanigildo había perdido e incorporó a sus dominios el reino suevo de Galicia. Reformó la moneda y restableció el orden, rodeando al trono de una parte de la bomba bizantina. Publicó un nuevo código legal que estuvo en vigor tres cuartos de siglo entre la población visigoda. Abolió la prohibición de celebrar matrimonios entre godos y romanos y llevó a cabo un intento de solucionar el viejo problema de la sucesión real. En el 573 asoció al trono a sus dos hijos −Hermenigildo y Recaredo− para que le sucediesen a su muerte, pero su acción tuvo un éxito relativo. También fracasó en sus intentos de lucha con los bizantinos, a quienes se enfrentó a principios de su reinado con escasos resultados. Sólo consiguió ocupar Medina Sidonia. Antes de morir Leovigildo, parece ser que recomendó a su sucesor, Recaredo, la conversión al catolicismo. Incluso, Gregorio Tours y Gregorio el Grande dicen que el propio Leovigildo se convirtió al cristianismo, no haciendo pública su conversión por miedo a su pueblo. • RECAREDO. Recaredo, hijo de Leovigildo, nada más acceder al trono, se convirtió al catolicismo en el III Concilio de Toledo (589), apostando así por un mayor entendimiento con sus súbditos. • chindasvinto y Recesvinto. El proceso de integración culminó cuando Recesvinto y Chindasvinto promulgaron un único código de justicia valedero para todos: el Liber Iudiciorum, o Libro de los Jueces, una guía para usar en los juicios de forma que se unificaran los criterios y las penas. 3 • d. Rodrigo. La derrota visigoda en Guadalete, producida en el 711, señala la irrupción de los árabes en Hispania. Tras la batalla en la que murió el último rey visigodo, Rodrigo, los árabes progresaron con rapidez hacia el norte, ocupando Toledo a los pocos meses. 4. LA ALTA EDAD MEDIA: EL PREDOMINIO MUSULMÁN. Los progresos en la construcción del Estado visigodo chocaron siempre con una forma de gobierno basada en la monarquía electiva: las intrigas entre facciones rivales siempre estuvieron a la orden del día. Al final estas rivalidades serían la causa inmediata de la llegada de los árabes a España en el año 711. • AL−ANDALUS, UNA HISTORIA DE REVUELTAS (711−1031). El territorio dominado por los musulmanes recibió el nombre de al−Andalus, y en su evolución política suelen distinguirse 3 grandes períodos: − EL WALIATO (711−756). Tras el año 711, el territorio peninsular vuelve a formar parte de un imperio, el árabe, cuya capital era Damasco. Apenas terminada la rápida conquista, los walíes tienen que dedicarse a hacer efectivo su poder, enfrentándose a una serie de revueltas y conflictos sociales, surgidos por el trato discriminatorio que sufrieron la mayoría de los recién llegados, de origen bereber, norteafricano, frente a la minoría árabe. El califato es incapaz de hacer frente a las revueltas del norte de África y de los bereberes andalusíes, por lo que gran parte del Magreb y de al−Andalus se desprenden del imperio árabe. − EL EMIRATO INDEPENDIENTE (756−929) Los sublevados ofrecieron el poder a Abd−al−Rahman I, que nada más asumir el poder se declaró emir independiente, rompiendo así los vínculos políticos con el califa. Durante su mandato se acrecentó el poder del Estado y se organizó el territorio. Sus sucesores, sin embargo, tuvieron dificultades para mantener la autoridad, pues tuvieron que hacer frente a nuevas protestas y guerras civiles, siendo la más conocida la revuelta del Arrabal de Córdoba. Los emires de Córdoba favorecieron el establecimiento de la exigente mística malakita y alentaron la guerra santa contra los cristianos del norte, que vieron saqueadas Oviedo, Gerona y otras poblaciones. Los de mayor auge fueron los años centrales del siglo IX. Tras ellos la crisis política amenazaría la existencia misma del emirato: los Banu−Qasi se sublevan en Zaragoza, los Banu−Marwan en Badajoz, y un converso al cristianismo, Omar Ben Hafsún, levanta contra Córdoba casi toda la Andalucía oriental. Abd−al−Rahman III los hubo sometido, decidió declarase califa, rompiendo también los lazos religiosos con Bagdad, que era entonces la capital. − EL CALIFATO DE CÓRDOBA (929−1031). Es la etapa más esplendorosa del Islam español. Abd−al−Rahman III reorganizó el ejército; potenció los intercambios comerciales con Europa, África y Oriente; construyó la ciudad administrativa y residencial de Medina−Azahara; y mantuvo un férreo control sobre el ejército y sobre todo el territorio. Sin embargo, al final del siglo X, el califato entró en crisis. Las causas hay que buscarlas en la pérdida de 4 poder del califa, que lo deja en manos de caudillos militares, como Almanzor; y en las revueltas palaciegas, que quitaban y ponían a los últimos califas. En el año 1031, los representantes de las grandes familias cordobesas deciden suprimir el califato. 5. Los reyes católicos: un reinado trascendental. El reinado que protagonizaron conjuntamente Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón fue trascendental. Ellos se encontraron, en 1475, con unos reinos medievales y, en 1517, habían levantado una monarquía moderna. Las transformaciones afectaron prácticamente a todos los campos de la vida social, económica y administrativa. • La Santa inquisición. Los Reyes Católicos establecieron el Tribunal de la Inquisición para descubrir y castigar a los herejes. A la jurisdicción inquisitorial estaban sometidos en especial, además de los herejes, los cristianos nuevos, y los judíos y musulmanes convertidos. Los herejes eran castigados no sólo como disidentes religiosos, sino como enemigos de la seguridad del Estado. Las penas más características fueron penitencias; uso temporal o perpetuo de una túnica amarilla con una cruz roja, llamada << sambenito >>; prisión temporal o perpetua; y multas y muerte en la hoguera. La proclamación del fallo inquisitorial se hacía en los llamados << autos de fe >>, actos públicos celebrados en los días de gran solemnidad religiosa. Comenzaban con una larga procesión por las calles en las que participaban los jueces inquisitoriales, órdenes religiosas y los reos. Después, en una plaza donde se levantaba un tablado, se leían las sentencias, se verificaban las abjuraciones y reconciliaciones públicas, y se entregaban los condenados a muerte al poder civil, que eran conducidos a la hoguera. 2. La política europea. La política europea es heredada en gran medida de la corona de Aragón. La vieja rivalidad con Francia lleva a los Reyes Católicos a intervenir en el Rosellón, la Cerdaña y Nápoles. En las campañas de Italia brilló el talento militar de Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido como << el Gran Capitán >>, y se forjaron los << tercios viejos >> que, con el tiempo, se convertirían en una pieza clave del poderío hispánico en Europa. 3. EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA. El descubrimiento de América es el hecho más transcendente del reinado de los Reyes Católicos. Fue obra de la tenacidad de Colón, de la visión política de los Reyes y del concurso técnico y humano de los marinos andaluces. El descubrimiento afectó a Europa en todos los campos de la actividad humana. Colón salió del puerto de Palos con tres carabelas: la nave capitana << Santa María >>, donde iba Colón, y << La Pinta>> y << La Niña >>, a cargo de los hermanos Pinzón, marinos de Palos de la Frontera (Huelva). Llegó a la isla caribeña de Guanahaní (Bahamas) el 12 de octubre de 1492. Reconoció Cuba y Santo Domingo, a la que puso por nombre << La Española >>. La Santa María encalló, así que regresó a dar cuenta a los Reyes. Para volver utilizó una ruta mucho más al norte, con el fin de aprovechar los vientos del oeste. 6. el reinado de Carlos i (1517−1556). En el año 1504 se producía la muerte de Isabel La Católica. Y se planteaba un problema dinástico en la corona de Castilla porque a pesar de que Isabel se había casado con el rey Fernando II de Aragón, las diferencias entre el reino de Castilla y el reino de Aragón eran muy notables y los castellanos no querían que el rey de Aragón fuese también rey de Castilla. Por eso se produjeron problemas de tipo dinástico que se mantuvieron 5 hasta el año 1518, fecha en la que el príncipe Carlos, hijo de Juana La Loca y Felipe El Hermoso, se convirtió no solo en rey de España (Carlos I) sino también en el emperador de Alemania (Carlos V ). 1. el esplendor opaco del reinado de Felipe II (1556 − 1558). Felipe II fue el monarca más poderoso de su tiempo. La organización y explotación de las colonias americanas, la conquista de Filipinas y su capacidad de influir en toda Europa hicieron de la monarquía española un auténtico imperio, extendido por los cinco continentes; sin embargo, a pesar de su poderío y de su capacidad militar, el imperio español tenía unas deficiencias económicas y estructurales que lo llevaron a la bancarrota en más de una ocasión. • la conquista de América. La conquista fue obra de los hidalgos de baja nobleza, que obtenían una licencia para conquistar y organizaban ejércitos, integrados, en su mayor parte, por gente pobre que espera mejorar de fortuna. Se llevaba a cabo en nombre de los Reyes, que designaban a los funcionarios que debían controlar la entrega de la Corona de la quinta parte de lo obtenido en la empresa, el llamado << quinto real >>. • el reinado de Felipe III (1598 − 1621). Marcó el comienzo del poder de los validos (personaje que haciéndose imprescindible al rey, acapararía todo el poder político para usarlo en beneficio propio y en el de sus protegidos), del lujo, de la corrupción y del despilfarro. El episodio histórico más transcendente de este reinado fue la expulsión definitiva de los moriscos, tanto del reino de Castilla como del de Aragón, en 1609. 4. olivares y Felipe IV (1621− 1665) El reinado de Felipe IV está marcado por la personalidad de don Gaspar de Guzmán, conde−duque de Olivares, valido todopoderoso hasta 1643, año en que es desterrado por la presión de la alta nobleza y por el fracaso de toda su política. 5. Carlos II, el último de los Austrias (1665 − 1700). Carlos II rigió una monarquía decadente, empobrecida y acosada por la política expansionista del Luis XIV de Francia − el <<rey Sol>>−. Física y moralmente débil y enfermizo, fue un monarca limitado, pero no exento de honradez y buena voluntad. Los esfuerzos de los validos por detener la decadencia no dieron fruto hasta el final del reinado, momento en el que la economía tocó fondo e inició una tímida recuperación. • los borbones. Una nueva dinastía. En el año 1700 se producía la muerte de Carlos II, el Hechizado, y se planteaba un problema sucesorio porque este rey no tuvo descendencia. Este problema sucesorio generará una guerra, << La Guerra de Sucesión Española >>, en la que intervendrán varias potencias europeas interesadas en colocar en el trono de España a uno de sus candidatos. Los dos candidatos que tenían más posibilidades eran Felipe de Borbón (nieto del rey de Francia, Luis XIV), y el archiduque Carlos (hijo del emperador de Alemania). La guerra que se plantea, es una guerra de intereses geopolíticos, es una guerra en la que se intenta evitar que se forme una gran potencia en Europa que pueda dominar todo el continente. Por eso, cuando España y Francia acuerdan que será Felipe de Borbón el heredero de la corona española, el resto de las potencias europeas se oponen a esta decisión y esto es lo que originará la guerra. Una guerra que terminará sin vencedores ni vencidos, pero que va a significar la entronización en nuestro país de una nueva dinastía, la Dinastía de los Borbones, una dinastía de origen francés que va a vincular los intereses de España a los 6 intereses de Francia. Esta es la situación que vivirá nuestro país en la transición de Edad Moderna a la Edad Contemporánea, o lo que es lo mismo, en la transición del Antiguo Régimen al Nuevo Régimen. • El reformismo Borbónico. Con los intentos reformistas de la nueva dinastía, España creció de forma extraordinaria. A principios del siglo XVIII había en España unos seis millones de habitantes, la Hacienda pública se encontraba en bancarrota, y la marina de guerra no contaba con más de veinte barcos; en cambio, a finales de siglo, el país tenía unos once millones de habitantes, se habían producido importantes progresos en la agricultura, la industria y el comercio, y la flota de guerra estaba formada por unas trescientas naves. Todo ello revelaba un afán reformista que afectaba a la vida cotidiana del pueblo y del Estado. • Despotismo ilustrado. Los reyes implantaron, así, un sistema político que ha recibido el nombre de Despotismo Ilustrado. Los reyes y sus ministros reformadores, habituados a ser obedecidos y convencidos de que los gobernados dependían del gobierno, se limitaron a querer transformar la sociedad, pero sin consultar a sus súbditos ni tener en cuenta sus creencias y costumbres. Eso sí, se caracterizaron por el interés mostrado en la mejora de las condiciones económicas, sociales y morales del pueblo, y para ello sometieron la Iglesia al poder del Estado, reorganizaron la vida económica, reformaron la administración de justicia y, finalmente, desarrollaron la instrucción pública. Y todo ello, por medio de leyes que respondían al nuevo espíritu, el espíritu ilustrado o de <<las luces>>. • las reformas político−administrativas. Se trataba de imponer en todos los reinos la homogeneidad política e institucional que una monarquía moderna requería. Y para ello, había que unificar las leyes, aboliendo y derogando los fueros y privilegios de los distintos reinos de España. De acuerdo con estas ideas, el régimen peculiar de cada uno de los antiguos reinos de Valencia, Mallorca y Cataluña desapareció a partir de una serie sucesiva de decretos: los Decretos de Nueva Planta, promulgados por Felipe V, quedando todos ellos sometidos a las mismas leyes que Castilla. Las reformas afectaron también a la Administración central, es decir, a las Cortes y a los Consejos. Las Cortes, a partir de entonces, tuvieron escasa importancia: Felipe V las reúne, pero prohibe toda iniciativa; Fernando VI no las convoca; y Carlos III y Carlos IV lo hacen tan solo para la jura. La pérdida de poder afectará también a los Consejos, cuyo poder es absorbido por los ministros o secretarios de despacho. Por su labor, y por las reformas que llevaron adelante, merecen ser destacados algunos ministros, como el marqués de la Ensenada, en tiempos de Fernando VI, y el conde de Aranda, Floridablanca y Campomanes en la época de Carlos III. Fue este último rey el que regularizó las reuniones de los secretarios creando, en 1787, la Junta Suprema de Estado. La administración territorial estuvo a cargo de las Audiencias, que tenían atribuciones gubernativas y judiciales. Dichas Audiencias estaban presididas por capitanes o comandantes generales. Pero la principal novedad del siglo es la creación de la figura del intendente como representante del poder central en cada 7 provincia, cargo que, en las capitales, estuvo unido al de corregidor hasta 1766. Por otra parte, las disposiciones centralizadoras de los Borbones, y especialmente las de Carlos III, acabaron con la autonomía financiera de las administraciones locales. • reformismo económico y social. Al comienzo del siglo XVIII, la situación económica en España era lamentable, por eso, reyes y ministros procuraron acrecentar las fuentes de riqueza y la cultura, potenciando la enseñanza de las técnicas agrícolas e industriales. Contribuyeron a ello personalidades como Campomanes o Jovellanos, entre otros, pero también el nacimiento de unas nuevas asociaciones, las Sociedades Económicas de Amigos del País, encargadas de difundir por todas partes las ideas renovadoras de los ilustrados, así como los nuevos conocimientos y técnicas. La agricultura fue considerada como la principal fuente de riqueza del país, por lo que se adoptaron medidas como la libertad de comercio de cereales, el recorte de los privilegios de la Mesta o la distribución. En esta misma línea está la fundación de nuevas poblaciones en Sierra Morena a partir de 1768. La industria también participó de la recuperación general de la centuria, siendo protegida oficialmente. Y ya desde Felipe V, se establecieron numerosas Reales Fábricas: de Tejidos, de Seda, etc. El comercio interior ganó mucho con la supresión, en 1714, de las aduanas que dificultaban la circulación de los productos entre Castilla y Aragón. Igual progresión se apreció en el comercio colonial. En 1765 se autorizó el comercio americano a otros puertos distintos al de Cádiz, primer paso hacia la total liberación instaurada por el Decreto Libre de Comercio de 1778. RESUMEN GENERAL DE LA HISTORIA DE ESPAÑA DESDE EL AÑO 1000 A.C HASTA FINALES DEL S.XVIII. 2º BACHILLERATO (LETRAS) 14 8