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RESEÑAS
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LUCÍA MELGAR y GABRIELA MORA, eds. Elena Garro: lectura múltiple de una personalidad
compleja. México: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2002.
Esta edición, apropiadamente publicada en Puebla, lugar de origen de Elena Garro,
recopila una serie muy diversa de textos (cartas, entrevistas, memorias) es decir, un
conjunto de “semblanzas” múltiples y muy personales que reflexionan sobre la
complicadisima (y notoria) vida y obra de Garro. En las “Palabras preliminares” Melgar
y Mora toman por los cuernos la “leyenda negra” que rodea a Garro a partir de 1968,
destacando el hecho de que los rumores acerca de su vida personal han resultado en
valoracions extraliterarias de la obra de esta escritora afectando su recepción y valoración.
Tratan de reivindicar la obra de Garro al revisar la imagen que se ha formado de la escritora,
y de esta manera la rescatan del olvido inmerecido a que ha sido sometida y amplían su
influencia más allá del pequeño y devoto círculo de admiradores de su obra. Sin embargo,
el volumen no es una valoración de la producción literaria de Garro, sino más bien una
lectura de su vida y circunstancias desde múltiples ángulos que complica aún más la
imagen que tenemos al dejar no sólo que Garro hable a través de cartas publicadas por
primera vez en el volumen, sino también que otros hablen sobre ella (en la correspondencia
que tuvieron con la escritora; en entrevistas con las editoras del volumen, y en “semblanzas”
escritas a pedido de éstas). Poco a poco, a medida que una se va adentrando en el libro,
empiezan a emerger fundamentales divergencias y contradicciones no sólo en y entre las
“semblanzas” sobre Garro sino también en lo que ella misma afirmó sobre sí misma a
diferentes amigos a lo largo de los años. A pesar de esta Garro multifacética y
profundamente contradictoria, las editoras no sucumben a la tentación de un psicoanálisis
superficial. Como más señalan lo obvio cuando afirman que Garro era (como se espera
de muchos escritores) una mitómana. Más aún, la persistencia de la leyenda negra que
rodea a la escritora y que ha eclipsado su obra marginándola inmerecidamente del boom,
es implícitamente criticada por Mora en su defensa de la escritora como ataques, que en
el caso de un escritor, habrían sido olvidados prontamente pero que perviven hasta hoy no
sólo por ser Garro mujer sino porque ella misma, lamentablemente, contribuyó a su
persistencia (particularmente hacia el final de su vida cuando se hallaba en mal estado
emocional y psíquico). Así, el volumen “propone un prisma de lecturas de la figura de
Elena Garro como un acercamiento posible a una mejor comprensión de su personalidad,
de las circunstancias en que escribió y de las relaciones entre autobiografía y ficción que
subyacen a muchos de sus textos” (8). La intención entonces, es revisar la imagen que
muchos se han hecho de Garro y que se propagó sin cuestionar en 1998 con motivo de su
muerte, imagen que discrepa profundamente de la Garro que Mora conoció (y con quien
se carteó durante muchos años) y de la Garro que Melgar entrevistó en varias ocasiones.
A pesar de este afán de reivindicación, la figura escurridiza de la escritora triunfa por sobre
las intenciones de Mora y Melgar quienes deben empezar el volumen afirmando que como
“hablar de Garro es hablar de controversias, el lector encontrará aquí más fuego para
alimentarlas” (10). Si esto es cierto, más cierto aún es la inevitable sensación que el texto
deja en el lector de que el fracaso de Mora y de Melgar no se debe tanto a la figura compleja
de Garro sino mucho más aún al hecho de que la historia de lo que verdaderamente pasó
en los sesentas y setentas en México no se ha escrito aún y permanece un misterio
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tenebroso tanto o más que la vida de la escritora sobre cuyas circunstancias se quiere echar
luz.
A pesar de estos contratiempos, gracias a los esfuerzos de las editoras y de los que
escribieron las semblanzas, lado a lado con la Garro paranóica y problemática emerge una
Garro fascinante, intelectualmente brillante, seductora, políticamente comprometida con
el movimiento campesino en México, y una persona que nunca dejó de hechizar, ni aún
poco antes de morir, a todos los que la rodeaban con los cuentos que contaba y con la vida
que se inventaba sobre la marcha y según las circunstancias. Desde las semblanza de su
sobrina Gloria Prado (“Lazos de familia”) donde se narra la vida de la autora vista “desde
dentro” y donde la niñez de Garro no pudo haber sido tan paradisíaca como ella no se
cansaba de afirmar; hasta la memoria de la entrevista que le hizo a Garro la traductora al
alemán de algunas de sus obras (Verónica Beucker) poco antes de su muerte (con la casa
llena de gatos, una Garro conectada al tanque de oxígeno que sin embargo no deja de fumar
a pesar de arranques de tos) en la que Beucker cuenta que “se sabe” que Garro recibe ayuda
financiera del estado mexicano, del propio Octavio Paz y de varios amigos y sin embargo,
inexplicablemente, vive en la “desolación y …pobreza” (43) vemos a Garro desde la niñez
hasta la vejez. La entrevista radiofónica que le hicieron Emmanuel Carballo y Huberto
Batis a Garro en 1981 en el programa “Crítica de las artes, Sección Literatura” de Radio
Universidad que fue publicado en el artículo de Carballo sobre Garro incluido en
Protagonistas de la literatura mexicana es seguido por la generosa semblanza que escribe
Mora basándose en su amistad (entre 1974 y 1980) y correspondencia con Garro (50 cartas
inéditas). Este último texto conmueve por la fuerza del entendimiento solidario y
feminista que Mora le extiende a Garro quien no se afirmaba feminista, a pesar de criticar
la ciudad letrada en México en los años 60 como una “homocracia.” El terrible peso de las
circunstancias que la llevó a Garro a publicar textos escritos con demasiada rapidez para
ganar dinero en tiempos de vacas flacas, o a destruir valiosos textos al no saber valorarlos
debido a la falta de valoración pública de sus obras y a mil otros dramas, lleva a Mora a
concluir con verdadera tristeza que Garro no mereció “el destino que le tocó vivir desde
el 68”, pero aun cuando ésta “perdió mucho, sus lectores perdimos lo que su gran talento,
de haber sido mejor cuidado, pudo haber seguido produciendo” (91). A esta semblanza
le siguen los recuerdos de la periodista Patricia Vega (que narra el interesantísimo hecho
de que Garro conoció a Lee Harvey Oswald –el asesino de John F. Kennedy– en una fiesta
de su primo Rubén Durán en el DF) y que es la que más detalladamente describe las
circunstancias del 68 que llevaron a Garro a temer por su vida y la de su hija; además
menciona los homenajes que se le hicieron a Garro con motivo de su regreso a México (y
el premio Sor Juana Inés de la Cruz que se le otorgó en 1996 en la Feria Internacional del
Libro en Guadalajara). La semblanza de Melgar se basa en las cartas aún inéditas a Garro
de José Bianco, Octavio Paz (el “Bello Tenebroso”), y Ninfa Santos y que están ahora en
el archivo de la Universidad de Princeton. A través de ellas Melgar establece importantes
correspondencias entre las personas reales y los personajes que crearon. Por ejemplo, el
“Pepe” de Testimonios sobre Mariana ‘es” un José Bianco transformado y en La pérdida
del reino, Rufo, el “protagonista y alter ego de Bianco, queda cautivado ante Laura,
personaje inspirado en Elena Garro” (155). Así también, la Elena Garro de 1950, para
Melgar, nos recuerda a la Isabel de Los recuerdos del porvenir. Este mosaico es ampliado
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y matizado aún más por las entrevistas de Reynol Pérez Vásquez (1993 y 1996); Lady
Rojas-Trempe, los retratos de Garro de Vilma Fuentes y José Miguel Naveros, el recuerdo
de Electa Arenal, y el “retrato dialogado” de Guillermo Schmidbuber de la Mora; las
conversaciones de Melgar con la escritora entre 1993 y 1997 en Cuernavaca; y fragmentos
de algunas de las cartas que Garro le escribió a Mora. El volumen se cierra con una útil
cronología de la vida y obra de Garro seguida por una bibliografía selecta.
La Garro que emerge de entre las semblanzas es tan múltiple y compleja somo lo
anuncian Melgar y Mora en el título. El resultado es un texto interesantísimo de la historia
cultural de México que va más allá de Garro y sus circunstancias. Mientras que ésta
emerge de las semblanzas yuxtapuestas como un personaje absolutamente contradictorio
y por ende indescifrable, la época que le tocó vivir se vuelve, para nosotros, tanto o más
indescifrable que la misma Garro. Esta complejísima figura a su vez transforma forzosamente
a las editoras en rastreadoras de una historia laberíntica que se lee casi como una novela
detectivesca a lo Eco.
Darmouth College
SILVIA D. SPITTA
GEORGE YÚDICE. El recurso de la cultura. Usos de la cultura en la era global. Barcelona:
Editorial Gedisa, 2002.
El recurso de la cultura. Usos de la cultura en la era global es, según los editores
de la Serie Cultura de Editorial Gedisa dirigida por Néstor García Canclini, “el primer
libro publicado en español por George Yúdice en el campo de los estudios culturales”.
Estas palabras nos hacen reflexionar desde el principio, porque Yúdice ha escrito y
publicado una gran cantidad de artículos sobre el tema, pero era notorio que hasta el
momento no hubiera tenido o tomado el tiempo para juntar y editar sus textos en forma de
un libro en sí. Siempre estaban por salir este y otros libros y no salían porque Yúdice estaba
escribiendo otro ensayo, entrando en otro debate, corriendo a otra conferencia en otro
rincón de las Américas o Europa.
De hecho, a lo largo de muchos años Yúdice ha sido una de las estrellas que más brillo
ha tenido entre quienes habían elaborado los estudios culturales latinoamericanos tanto en
los Estados Unidos como en la misma América Latina. Es, tal vez, el mejor equipado de
su generación dentro de los latinoamericanistas en los Estados Unidos, sobre todo con
respecto a los temas de producción y política cultural en esta nueva era en que resaltan
cuestiones como la globalización y la teoría y práctica transnacionales. Sus primeros
trabajos fueron sobre poesía vanguardista y también se ocupó de los movimientos
revolucionarios latinoamericanos frente a la emergente democratización neoliberal.
Luego de una estadía en Brasil y el paso por Duke University, hace ya muchos años, lideró
las discusiones sobre la post-modernidad en América Latina. Renovó una vez más su
trabajo y fue capaz de tomar ventaja de su posicionamiento en New York (reflejado en su
mudanza del Hunting College a NYU): se juntó con otros dos prominentes estudiosos de
América Latina y los estudios culturales latinoamericanos, Jean Franco y Juan Flores, y
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