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Domingo, 2 de noviembre de 2014
k
CUENTOS DE CAMINO
Por Ana Yoleida Martínez (+)
“El espejo siniestro”
M
uchas son las personas que
sienten recelo hacia los
espejos, algunas les tienen
verdadero temor, y no les
falta razón. Existen millones de
personas en el mundo que creen a
pie juntillas que los espejos
funcionan como puertas hacia otras
dimensiones. No voy a tratar aquí
sobre estas creencias, sino a
relatarles una curiosa y, ¿por que no?,
aleccionadora experiencia.
Miriam Sulbarán de niña
compartía su habitación con su
hermana Ivana. Cuando Miriam tenía
10 años e Ivana 8, una noche en la
que ambas jugaban con sus muñecas
antes de acostarse, Ivana se quedó
observando el gran espejo de pared
DIRECTORIO
Presidente: Eladio Muchacho Unda.
Gerencia de Negocios:
María Alexandra Muchacho.
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que había entre las dos camas.
-¿Por qué miras tanto el espejo? – le
preguntó Miriam
-Es que vi a un hombre salir del
espejo, nos miró y después se volvió
a meter.
-Estás loca, cómo alguien va a salir
de un espejo. Si le cuentas eso a papá
te va a enviar para un manicomio.
-Es verdad, Miriam, lo vi clarito,
era un hombre muy alto y flaco como
un esqueleto – Miriam recogió las
muñecas y dijo: Mejor vamos a
dormir, a ver si con el sueño se te
quitan esas loqueras.
Ambas niñas se acostaron y el
sueño de Miriam fue interrumpido
por los gritos de su hermana. Ella
encendió la luz de una lámpara que
Gerencia de Operaciones:
José Ramón Muchacho.
Gerencia de Circulación: Lilia Gil.
Supervisor de Producción:
Ramón Bermudez.
Coordinación Editorial:
Ever Garcés .
Redacción:
Ever Garcés.
estaba al lado de su cama y lo que vio
casi la enloqueció. Los brazos de un
hombre forcejeaban para introducir a
su hermanita en el espejo, ya solo se
veían las piernas. Ella la tomó por los
pies y comenzó a halar mientras
gritaba llamando a su padre y a su
hermano. Ambos hombres llegaron
justo cuando apenas los pies de Ivana
quedaban fuera, y sin entender lo
que sucedía halaron con todas sus
fuerzas hasta sacar a la pequeña del
espejo. La pobrecita lloraba y
temblaba incontrolablemente, su
padre la llevó hasta su habitación y
entre él y su esposa tardaron mucho
para calmarla.
La niña decía que un hombre
moreno, de ojos claros y muy alto,
salió del espejo cuando jugaba con
Miriam, pero ella no le quiso creer y
cuando llevaban rato acostadas,
Miriam se durmió, pero ella se quedó
despierta observando el espejo hasta
que el hombre salió otra vez y quiso
llevársela. Del otro lado del espejo se
veía un lugar muy feo, lleno de
calaveras y huesos y de gente que
gritaba pidiendo auxilio.
Los padres estaban muy
confundidos. Cuando la pequeña
logró dormirse fueron hasta la
habitación y casi se desvanecen
cuando comprobaron que Miriam no
estaba en su cama. La buscaron en el
baño y por toda a casa, pero nada, la
niña había desaparecido. Lo extraño
era que su ropa de dormir estaba
tirada en el piso frente al espejo y
una sombra con la forma de su
cuerpo estaba dibujada en él.
-¡No puede ser! Esto es cosa de
locos, ¿quién nos va a creer que un
hombre salió de un espejo y se llevó a
nuestra hija? – gritaba el padre
desesperado. La madre, mujer
piadosa y creyente en el Gran Poder
de Dios, no se amilanó. Fue hasta el
rincón de la sala donde tenía un
pequeño altar, tomó un crucifijo y un
frasquito con agua bendita que había
traído días atrás de la iglesia. Le
ordenó a su esposo que saliera de la
habitación y que estuviera pendiente
de Ivana y de su otro hijo. El hombre,
al que le temblaba cada centímetro
del cuerpo, la obedeció sin rechistar.
La madre fortalecida en su fe,
comenzó a rezar y a pedirle al
Creador que no permitiera que las
fuerzas del mal se llevaran a su hija.
De vez en cuando lanzaba unas gotas
de agua bendita al espejo. Rezó
durante toda la madrugada y casi al
amanecer, como una aparición, su
pequeña hija salió del espejo y
llorando se lanzó a los brazos de su
mamá. La mujer logró su objetivo:
recuperar a su hija, pero en seguida
comenzó a sentirse mal, fue presa de
fiebre muy alta y dolores en todo el
cuerpo. Un médico vino a verla y no
encontró razón para su malestar,
pues todo parecía estar bien.
Días después, cuando estuvo
recuperada, le dijo a su familia que su
malestar fue el precio que tuvo que
pagar por arrebatarle a su hija al
maligno y si no murió fue porque en
ningún momento soltó el crucifijo,
por eso el maligno no se le pudo
acercar para llevársela con él. Por
supuesto, el espejo fue sacado de la
habitación y hecho añicos en un lugar
lejos de la casa.
Yo, desde que tengo uso de razón,
evito tener espejos en las
habitaciones que he ocupado y
cuando visito hoteles los quito o los
tapo con una sábana, pues cuando
tenía 6 años tuve una experiencia
parecida a la de Miriam e Ivana, sólo
que no lo pensé dos veces para
romper el espejo a punta de
zapatazos, aunque eso me costó un
par de nalgadas por parte de mi
abuela, así que no pongo en duda
esta historia. ¿Le gusta tener espejos
que reflejen su magnífica figura
cuando está desnudo o desnuda en
su habitación? Piénselo… Pues
¿quién le garantiza que no haya
alguien observándole con ganas de
sacarle de este mundo y llevarle
quién sabe a dónde y, sobre todo,
con cuáles intenciones?
Fotografía: Edwuard Barradas
Editor Gráfico: Henry Quintero G.
Diseño y Montaje: Carlos Caracas.
Diseño Publicitario: Victoria Cuevas.
Impresión: Henry Sanabria
y William Albarrán.
t Trujillo
t Táchira
t El Vigía - Mérida - Panamericana.
Este producto editorial circula encartado
en nuestras 3 ediciones zonificadas:
Impreso en los talleres de:
Editorial Diario de Los Andes
Teléfonos: 0271-2210255 / 2211720
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ESPECIAL
Domingo, 2 de noviembre de 2014
“El Hermano”
C
armela Indriago, a sus 49 años, y en
pleno siglo 21, sí cree en fantasmas,
y les cuento por qué. Cuando ella
tenía 16 años vivía con sus padres y su
abuela materna en una casita en Chorros
de Milla. Carmela solo culminó la
educación primaria, pues su padre,
machista retrógrado como todavía
quedan algunos por ahí, afirmaba que las
mujeres no servían para estudiar, sino
para casarse, tener hijos, lavar, planchar,
cocinar y atender al marido “como Dios
manda”. Me pregunto: ¿Cuál Dios será
ese?
Como la madre y abuela de Carmela
nunca contradecían al macho, la pobre
muchacha creció llena de frustraciones y
todo lo que deseaba ser y hacer en la
vida lo plasmaba en un diario que
guardaba celosamente bajo el colchón
de su cama. El padre les pagaba a varios
vecinos para que le avisaran si veían a
Carmela salir de la casa, y por eso ella
recibió innumerables palizas y castigos.
El 24 de diciembre de 1978, Carmela
se encontraba sola en su cuarto. En la
casa cenaron temprano y su papá se
despidió a eso de las 10 diciendo que iba
con unos amigos que tenían un grupo
musical, a tocar en una casa en La
Pedregosa. Carmela y su mamá sabían
que para donde iba era la casa de una
muchacha que lo traía arrastrando la
cobija, y que vivía en el sector de El
Campito. Antes de salir fue hasta el
cuarto de Carmela y le advirtió:
¡Cuidadito con irte para la calle, si no
quieres que al regresar te de tu buena
paliza navideña!
Era poco más de la media noche
cuando Carmela sintió que la puerta de
su cuarto se abría. Pensando que serían
su mamá y su abuela que venían a
desearle una feliz Navidad, encendió la
lamparita de su mesa de noche y esperó
a que entraran. Pero no, quien entró fue
un muchacho a quien Carmela no había
visto nunca y creyendo que sería un
ladrón abrió la boca para gritar, pero,
sorprendentemente, el muchacho le
cerró la boca sin acercársele siquiera,
sólo hizo un movimiento con la mano. El
joven entró y cerró la puerta
suavemente; en ese momento Carmela
notó que traía una gran bolsa que colocó
sobre la cama y le dijo a la asustada
chica:
-¡Feliz Navidad, Carmela! Ahí están
todas esas cosas que querías recibir de
regalo hoy y que tu padre, por puro
egoísmo, no te compró.
-¿Quién eres? ¿Cómo sabes mi
nombre, y cómo entraste en la casa si
todo está cerrado con llave? ¡Vete ahora
mismo o mi padre me matará por haber
recibido a un hombre en mi habitación!
-¡Tranquila, que tu padre está muy
entretenido con su otra mujer, tu mamá
y tu abuela están rendidas como dos
benditas y tus vecinos chismosos están
ocupados emborrachándose, así que
nadie me vio entrar. ¡Anda, abre rápido
los regalos, que quiero comprobar si no
olvidé nada de lo que escribiste en tu
diario! – Carmela, asustada, pero con la
curiosidad a flor de piel, se levantó de la
cama y abrió la enorme bolsa. En silencio
fue abriendo cada uno de los paquetes
que contenía: allí estaban ese bolso tan
bonito que vio en una tienda en la
avenida 3 días atrás, unas botas de cuero
y terciopelo marrón, varios pares de
sandalias, adornos para el cabello,
cosméticos, una pulsera de oro, vestidos
bellísimos y varios libros de historia,
ciencia, literatura, arte y geografía.
Carmela miró al joven y le preguntó: ¿Cómo supo usted que yo anhelaba tener
estas cosas? –Porque soy tu hermano,
Carmela. El bebé que abortó nuestra
madre debido a una paliza que el bruto
de nuestro padre le dio. Ella nunca te lo
dijo por vergüenza, pero dos años antes
de que tú nacieras debí nacer yo, pero
¿sabes? desde el día en que naciste me
permitieron venir a visitarte, con la
condición de que no me dejara ver,
lamentablemente ese permiso vence
hoy, porque dentro de dos días debo
encarnar en otro cuerpo, por eso pedí
permiso para dejarme ver y traerte estas
cosas que querías te regalaran por
Navidad, y como sé que te será imposible
explicar quién te las dio, ya armé una
historia con 2 amigas que será creíble
para todos. Adiós, hermanita, fue un
placer verte durante 17 años, lástima que
no te pude defender de los abusos de
nuestro padre, pero no te preocupes,
mañana mismo comenzará a pagar por el
daño que les ha causado a ti y a nuestra
madre.
Al día siguiente, 2 señoras de aspecto
muy respetable, tocaron a la puerta
preguntando por Carmela. Su padre,
todo enfurruñado, fue hasta su cuarto y
sin tocar abrió y le dijo: Allí están unas
viejas preguntando por ti –Cuando
Carmela entró en la sala seguida por su
padre, una de las señoras la abrazó y le
preguntó: ¿Querida, te gustaron los
regalos que te trajimos anoche? –
Mirando con miedo a su papá, Carmela
respondió: Sí, gracias, están muy bonitos
– La otra señora, mirando con furia al
padre, dijo: Somos de la Sociedad
Protectora del Niño Maltratado, y
llevamos años recibiendo quejas de sus
vecinos porque usted, “señor” maltrata
a Carmela, no la deja estudiar y jamás le
ha comprado un regalo por Navidad, así
que anoche vinimos a sacarle las patas
del barro, ¡soberano burro! Dijo esto y las
dos desaparecieron ante los asombrados
ojos de la joven y su papá.
Carmela, como estaba avisada, no
dijo nada, pero su padre no resistió. La
visión de las mujeres lo enloqueció, salió
corriendo calle abajo y durante años
anduvo vagando por la ciudad y los
campos aledaños hasta que un día lo
encontraron muerto a orillas del Chama.
Se cumplió lo que dijo el hermano de
Carmela: nadie, pero nadie, se va liso de
este mundo: las malas acciones de que
se pagan, se pagan. ¡Así que tome nota!
de todo. Cuando se sienta en condiciones
de venir avíseme para enviar a alguien a
buscarla.
Con lo que no contaba Paquita era que
a su hijo, desde donde estuviera, eso de
que su mamá no quisiera asistir al entierro
como que no le causó ninguna gracia,
pues de pronto, como si un huracán se
hubiera desatado dentro de la habitación,
todo comenzó a revolverse. Paquita vio
ropa, discos, zapatos y libros volar por
encima de ella, los cristales de la ventana
estallaron en decenas de pedazos,
mientras aterradores gritos surgían de
todas partes. Aquello parecía cosa de
locos y Paquita intentó salir de la
habitación, pero no pudo abrir la puerta.
Cuando por fin se tranquilizó un poco para
pensar, entendió lo que estaba
sucediendo y dijo en voz alta:
-Está bien, hijito, perdóname por no
querer enfrentar nuevamente el dolor de
ver enterrar a uno de mis grandes amores;
iré a tu entierro y me quedaré para el
novenario, pero por favor, ya no me
asustes más – Dijo esto y la calma regresó
a la habitación, nuevamente intentó salir y
la puerta abrió normalmente.
Cuando se dirigió a su cuarto a
preparar la maleta, le esperaba una nueva
sorpresa: ya “alguien” lo había hecho por
ella, la maleta con ropa suficiente para
varios días estaba perfectamente hecha.
Así que por las buenas o por las malas, iría
para el entierro.
Paquita no paraba de llorar y mientras
cerraba la maleta sonó el timbre. Cuando
abrió, un amable taxista le preguntó: ¿Es
usted la señora Paquita Muñoz? Vengo de
la línea de taxis para llevarla hasta La Grita.
Reciba mi pésame por la muerte de su hijo,
pero así es la vida.
Sí, así es la vida, esa es la frase en la
que Paquita durante todos estos años se
ha refugiado para resistir la pena de ver
partir de este mundo a tanta gente
querida. Así es la vida ¿qué le vamos a
hacer?
“Por las buenas, o por las malas”
Paquita Muñoz tiene ochenta y cinco años,
y afirma ella que muy bien vividos. Paquita
tuvo tres hijos, ya fallecidos; aparte de sus
hijos ha visto morir a muchos familiares y
amigos, así que de muertos sabe bastante.
Sus dos hijos mayores murieron por
causas naturales, pero el menor murió en
un accidente automovilístico y ese es el
motivo para este relato.
El día en el que Baudilio murió en aquel
terrible accidente en una carretera del
estado Táchira cuando venía a visitarla por
el día de las madres, Paquita amaneció
muy intranquila, desde temprano estaba
en la cocina preparando el lomo de cerdo
que a su hijo le gustaba tanto. Mientras
picaba y adobaba tenía la incómoda
sensación de ser observada y a pesar de
que las ventanas estaban cerradas sentía
un frío intenso. Fue a su cuarto a buscar un
sweater y cuando regresó vio algo que
hasta hoy la tiene impresionada: alguien
había hecho sobre la mesa un corazón con
los tomates y las cebollas y en el centro
colocó una rosa blanca. El día anterior
Paquita había comprado una docena de
rosas blancas para el altar de la Virgen de
Chiquinquirá que tenía en un rincón de la
sala, se acercó hasta el altar y las contó:
efectivamente, faltaba una rosa, la que
estaba sobre la mesa de la cocina.
Asustada, Paquita preguntó: ¿Quién
está aquí? –Como respuesta un cristal de la
ventana de la cocina se desprendió y en
ese momento Paquita entendió que algo
grave había sucedido. Guardó la carne de
cerdo en el refrigerador, limpió la mesa,
pero dejó el corazón hecho con tomates y
cebollas, se sirvió una taza de café y
resignada se dispuso a esperar. Su espera
tuvo respuesta un rato después cuando su
nuera la llamó desde La Grita
anunciándole que su querido hijo Baudilio
había muerto en un accidente.
Paquita miró el corazón con la rosa y
como una autómata fue hasta el cuarto de
su hijo, el que usó desde niño hasta que se
casó y se fue a vivir con su esposa para La
Grita. Allí estaban todas sus cosas, libros,
ropa, cuadros pintados por él, discos y
muchos recuerdos más de su paso por la
vida. Por fin llegaron las lágrimas y Paquita
dejó escapar el dolor de una madre que se
siente despojada de todos sus amores.
Continuaba llorando cuando su nuera la
volvió a llamar para preguntarle si enviaba
a alguien a buscarla.
-No - respondió Paquita decidida – no
voy a ir al sepelio, me niego a ver cómo la
tierra se traga a mi último hijo, sé que no
lo voy a resistir y espero que él, desde
donde esté lo comprenda.
-La entiendo, doña Paquita, dijo su
nuera. No se preocupe, yo me encargaré
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3
ESPECIAL
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Domingo, 2 de noviembre de 2014
encontraron muerta en el patio trasero:
se había colgado de una de las ramas del
árbol de aguacates. Vinieron las carreras,
acusaciones de unos a otros y
lamentaciones. Durante el velorio y
una de sus tías:
entierro de Luzmila, todos estaban
-Tía Techa, llegó mi hora. Dentro de
consternados, pues nadie nunca creyó
una semana cumpliré 40 años y no me
que cumpliera su amenaza.
casé. Así que no me queda otra que
Días después de la muerte de
cumplir la promesa de suicidarme y
Luzmila, a la casa comenzaron a llegar
evitar convertirme en la solterona de la
comentarios como que a Ismael Sánchez,
cuadra.
Lucho Camero y Serafino Galavís, se les
-Ay, Luzmila, tú y esas tonterías.
había aparecido el fantasma de Luzmila,
¿Quién te ha dicho que no casarse
pues los tres, en días distintos, fueron
significa el fin de la vida de una mujer?
encontrados semidesnudos en la calle y
Tienes un buen trabajo, una familia que
diciendo incoherencias. Y así fueron
te adora, muchos amigos y ya quisieran
enterándose de otros casos, al punto
tantas jóvenes que conozco tener tu
que uno de ellos, Pascual Cimarro,
belleza y clase. Eso te pasó por quedarte terminó loco en un sanatorio de Caracas,
en Mérida, si te hubieras ido para
lo cual me fue corroborado por uno de
Caracas, como te sugerí cuando
sus sobrinos. Todos ellos, y otros de los
cumpliste los 18 años, seguro habrías
cuales no pudimos obtener señales,
conseguido esposo, tendrías hijos y
habían integrado la lista de “elegibles”
hasta habrías hecho una carrera.
de Luzmila, le hicieron promesas de
-Ya es tarde para lamentaciones, tía.
amor, pero ninguno llegó más allá de
La realidad es que no se me cumplió mi
invitarla a dar un paseo por la Plaza
sueño y estoy furiosa. Pero te juro algo:
Bolívar y a tomar café y helados, mucho
todos esos hombres que me gustaron y
menos le hablaron de matrimonio e
que me mantuvieron ilusionada para
hijitos. Y por eso el alma de Luzmila pasó
luego casarse con otras, me la van a
un buen tiempo en plan de venganza.
pagar; ya sabrás de los sustos que les voy
Yo, prefiero quitarle hierro al asunto y
a dar – Su tía sonrió, le dio un beso, y
pensar que como Luzmila estaba tan
antes de salir de la habitación le dijo: En
buena, entre los hombres casaderos de
vez de estar pensando en suicidarte,
esa época que la pretendieron, no hubo
piensa en qué vamos a hacer para
ninguno que tuviera el suficiente
celebrar esos esplendorosos 40 años.
guáramo para lidiar con semejante
hembrón, ¡porque a una mujer así hay
Pero hay gente que no habla
zoquetadas: lo que promete lo cumple, y que saber representarla y mantenerla
contenta! Si hubiera vivido en esta
eso fue lo que hizo Luzmila, pues, al día
época, seguro le hubiera ido mejor.
siguiente de conversar con su tía, la
“40 años, y para el hoyo”
L
uzmila Sifontes fue una dama que
vivió hasta 1966, cuando,
lamentablemente, decidió quitarse
la vida. Luzmila, según su hermana
menor, quien me hizo el relato, era una
mujer frontal, terca y extremista, para
ella no había puntos medios, algo era
negro o blanco, pero gris, jamás, y eso le
causó muchas desavenencias con su
familia y amistades.
Luzmila, desde que era jovencita
repetía constantemente que si al cumplir
los 40 años no se había casado se
mataba, porque ella ni de varilla pensaba
ser una vieja solterona, con lo mal vistas
que eran en esa época las solteronas en
esta ciudad, al punto que ciertas familias
donde había una, las mantenían como en
una especie de cuarentena: de la casa a
la misa y viceversa; de allí la negra
profecía de Luzmila. ¿Y por qué no se
casó?, no me lo explico, pues por las
fotos que me mostró su hermana, era
una mujer linda, con una cinturita de
avispa y unas piernas de infarto, así que
en apariencia física tenía 20 puntos.
Con el paso de los años, la familia
dejó de prestarle atención, pues daban
por hecho que cualquier día Luzmila se
iba a aparecer en la casa con un
pretendiente. Pero entre algunas
escaramuzas con conocidos de la familia
y uno que otro estudiante de la ULA, el
tiempo fue pasando y una semana antes
de cumplir los 40 años, Luzmila le dijo a
Aroldo Fuentes es lo que llamaríamos un
tipo chévere: tranquilo, sin vicios,
dedicado a su trabajo, paga sus
impuestos, nunca se ha pasado un
semáforo en rojo, adora a su familia y es
fanático de los Leones del Caracas, en
fin, es un hombre normal, que cualquiera
quisiera tener como hijo, hermano,
amigo o esposo.
En diciembre de 2008, Aroldo y su
familia estaban invitados a la boda de
una ahijada de su mamá. La ceremonia se
realizó en la iglesia de Milla, en Mérida.
Aroldo llegó al templo con sus padres y
su hermana. La iglesia estaba a medio
llenar, pues ya se sabe que la mayoría de
los invitados están más pendientes de la
fiesta que del acto religioso en sí. La
novia llegó bella y elegante, pero Aroldo
fijó su mirada en una de las jóvenes que
la ayudaban a llevar la larguísima cola de
su vestido. Aprovechando que su
hermana conoce a media Mérida le
preguntó:
-¿Quién es la muchacha delgadita, la
del moño tejido? –Su hermana la miró y
le dijo: No sé cómo se llama, la he visto
varias veces, precisamente en otras
bodas, pero nunca la he tratado.
-Pues, tienes trabajo, hermanita,
porque esta noche quiero que te hagas
amiga suya y me la presentes – Ella lo
miró con picardía, y le prometió
averiguar quién era. Cuando en la fiesta
la novia lanzó el bouquet, este fue a
parar a las manos de la chica objeto del
interés de Aroldo; al rato su hermana se
le acercó exultante:
-Listo, la chica, se llama
4
“¿Me esperas un ratico?”
Rossana, es soltera y parece ansiosa por
encontrar novio. ¡Apresúrate, hace unos
minutos la vi que salió a la terraza! –
Aroldo le dio un beso a su hermana y
caminó hacia la terraza. La joven
acariciaba el bouquet y observaba las
lejanas luces de la ciudad emeritense.
Cuando sintió sus pasos volteó y Aroldo
pensó que era la mujer más bella que
hubiera visto.
-Así que si la leyenda del bouquet es
cierta, la próxima novia serás tú. Ella le
sonrió y dijo: Si, se supone que seré la
próxima en casarme, pero llevo varios
ramos en mi colección y nada que llega
mi príncipe azul. Mirándolo fijamente, de
una forma que a Aroldo le causó
escalofríos, le preguntó: ¿Quién eres?
¿Cómo te llamas? – Aroldo hizo una
pequeña reverencia y se presentó
formalmente: Me llamo Aroldo Fuentes y
soy un príncipe azul desesperado por
encontrar a una mujer a quien le haya
tocado un bouquet de novia realizado
con nardos y azucenas, para convertirla
en mi princesa esta misma noche si es
posible.
Los ojos de la mujer brillaron como
dos luciérnagas. Se acercó a Aroldo y
comenzó a besarlo. Minutos después
estaban en el carro de él y se dirigían a
un motel. Al pasar frente al cementerio
de la Inmaculada ella le preguntó: ¿Te
importaría detener el carro?, necesito
hacer algo urgente, ¿me esperas un
ratico? –Claro, le dijo él sonriendo,
pasos y el vigilante le preguntó:
-¿Por casualidad ese bouquet de
novia que está sobre esa vieja tumba no
era el que llevaba la muchacha que fue
pensando que a lo mejor ella quería
con usted para el motel? –Temblando
hacer pis. Pero quedó sorprendido
como hoja seca, Aroldo se acercó a la
cuando en pocos minutos regresó al
tumba y reconoció el ramo de nardos y
vehículo vestida de novia.
azucenas todavía fragantes. La erosión y
-¿Y eso? ¿De dónde sacaste ese
el olvido habían borrado el nombre de la
vestido? Lo del príncipe azul
lápida. Con la mente en blanco y cara de
desesperado era una broma, ¿no
bobo Aroldo miró al hombre.
pensarás que de verdad me voy a casar
-Yo hace años que averigüé la
contigo? Me gustas muchísimo, pero te
historia:
en Milla, vivió una muchacha
acabo de conocer, ¿lo entiendes, verdad?
llamada Rossana Cepeda que se suicidó
–Ella lo miró y con voz lastimera le
porque su novio la dejó plantada el día
preguntó: ¿Al menos me harías el amor
de su boda. La pobre sigue penando,
vestida de novia? Será como una noche
buscando a ese príncipe azul que la lleve
de bodas para mí.
al altar, ¡pobrecita!, yo cada vez que la
<<Otra loca más>> – pensó Aroldo –
pero igual le dijo: Claro, ¡cómo defraudar veo le prendo una velita – Aroldo, no
a una novia tan hermosa! Fueron al motel pudo más y se desmayó. Advertidos
y complació a la mujer en todo lo que ella quedan los príncipes azules y de otros
colores.
quiso. Unos golpecitos en la espalda lo
despertaron:
-Señor, tiene que desocupar la
habitación –le decía un hombre con
uniforme de vigilante –Aroldo miró su
reloj, eran las siete de la mañana.
-¿Y la mujer que vino conmigo, una
que estaba vestida de novia? – El hombre
lo miró con lástima y le dijo: Otro que
cayó. Espere, yo voy a entregar mi
guardia y lo llevaré donde está esa mujer.
Aroldo estaba aturdido, pero aceptó a
que el vigilante lo acompañara. Tomaron
la avenida Los Próceres y al pasar frente
a La Inmaculada el hombre le dijo: Entre,
por acá cerca está ella. Se detuvieron no
muy lejos de la entrada del camposanto,
bajaron del carro, caminaron unos pocos
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